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La ciudadanía romana

La ciudadanía romana era una posición social privilegiada en relación con las
leyes, status social, propiedad y acceso a posiciones de gobierno, que se otorgaba
a ciertos individuos a lo largo de la historia de la Antigua Roma y, fuera de Italia,1
no estuvo relacionada con el ser habitante de un territorio bajo dominio romano,
hasta la Constitutio Antoniniana del año 212 d. C., cuando fue otorgada la
ciudadanía romana a todos los hombres libres dentro del Imperio. 2

Grupos

Es difícil generalizar tal condición a través de todo el periodo de la historia de la


Roma antigua, dado que tanto la naturaleza como el criterio de accesión a la
ciudadanía fueron modificados a través de las legislaciónes en el curso del tiempo,
durante el desarrollo de la historia romana. Sin embargo, y muy generalmente,
tanto durante el periodo de la República como, posteriormente, durante la época
del Imperio, los residentes en territorios romanos podían ser divididos en los
siguientes grupos principales:

 Los cives romani: ciudadanos romanos, en el sentido de ser habitantes de


territorio sujeto a derecho romano (como los municipia optimo iure o las
colonias romanas, además de los nacidos en Roma), quienes gozaban
plenamente de todos los derechos que seguían al status de ciudadano
romano.3 Esa condición podía, en ciertas circunstancias, perderse. 4

 Los cives latini: ciudadanos latinos, es decir, habitantes de territorio sujeto


al derecho latino (como era el caso de las colonias latinas, no
necesariamente relacionadas con la región del Lacio), los cuales gozaban
de un status más bajo respecto a los ciudadanos romanos, incluyendo el
hecho de no poder votar (como en el caso de los municipia sine suffragio) o
participar a la vida política.5

Estos dos ejemplos de ciudadanía se extendieron inicialmente dentro de la Italia


romana (territorio metropolitano de Roma habitado tanto por itálicos residentes en
colonias y municipios de derecho romano y latino, como por sus demás socii
itálicos aliados y federados de Roma, los cuales, tras la guerra Social,67 obtuvieron
todos la plena ciudadanía romana) y, 8 posteriormente y de manera más limitada y
gradual, en las provincias, siendo estas todos los territorios externos a la
península itálica.9

Algunos municipios y colonias situadas en las provincias podían ser premiadas


con un reconocimiento especial, llamado ius italicum (derecho itálico), el cual
concedía a determinadas comunidades situadas fuera de Italia la ficción jurídica
de estar en suelo itálico, hecho que, de iure, exentaba a sus habitantes del
pagamento de ciertos impuestos (tributum soli y tributum capitis), como si su
comunidad no se encontrara en un territorio provincial sino en la misma Italia, y
constituía el privilegio más alto que una comunidad de las provincias podía
obtener.10

Otros grupos principales fueron:

 Los peregrini: término utilizado para denotar a sujetos provinciales libres,


pero que carecían de cualquier grado de ciudadanía; en los siglos I y II, la
vasta mayoría (80-90%) de los habitantes de las provincias eran peregrini.11

 Las mujeres: constituían una clase aparte cuyos derechos variaron, como
los de la ciudadanía, a través del tiempo. Las mujeres, cualquiera fuera su
estatus, nunca tuvieron la totalidad de los derechos ciudadanos otorgados a
los varones. No podían, por ejemplo, votar o ser elegidas en cargos de
elección. En teoría las mujeres estaban sujetas al control de sus pater
familias, los que, por lo menos durante un periodo histórico, tenían incluso
el derecho a obligarlas a divorciarse y volverlas a desposar. Durante la
República y entre las clases altas era práctica común utilizar los
matrimonios para consolidar relaciones políticas. Las mujeres tenían, sin
embargo, el derecho de propiedad personal. 12

 Esclavos: los esclavos se consideraban cómo propiedad y poseían


solamente algunos y muy limitados derechos, pero podían comprar su
libertad u obtenerla por decreto del propietario. Los esclavos podían ser
vendidos, maltratados o incluso ejecutados, a voluntad de sus propietarios.
La muerte —por el propietario o algún otro— de un esclavo, era tratado
como un asunto de destrucción de propiedad, no como un homicidio. Sin
embargo, un esclavo liberado, un liberto, podía obtener ciudadanía
completa.13

Obtención y pérdida de la ciudadanía romana

Obtención de ciudadanía

 La ciudadanía se otorgaba automáticamente a todos los hijos de un


matrimonio legal de un ciudadano.
 Los esclavos liberados podían obtener la ciudadanía, sin embargo,
mantenían algunas formas de obligaciones con sus antiguos amos,
transformándose en clientes.
 Los hijos de los esclavos liberados podían ser ciudadanos de derecho
propio.
 El derecho de ciudadanía romana se extendió gradualmente, antes dentro
de Italia y tras la guerra Social a todos los pueblos itálicos y, solo
posteriormente, a algunas ciudades situadas en ciertas provincias.
 La ciudadanía fue finalmente concedida a aquellos habitantes libres del
Imperio que no eran hijos de ciudadanos, a excepción de los dediticii,
mediante la Constitutio Antoniniana de 212 d. C., emitida por el emperador
Caracalla.
 Aquellos que servían en cuerpos militares bajo las órdenes de romanos
(auxiliares militares) adquirían ciudadanía, que trasmitían a sus hijos.
 Se podía lograr ciudadanía por servicios "extraordinarios" a Roma.
 La ciudadanía se podía comprar, aunque el precio era muy alto. 14
 Durante el bajo Imperio, con el tiempo, se hizo costumbre considerar
ciudadanos romanos a los habitantes de territorios profundamente
romanizados, como los reinos clientes, y que habían mantenido fuertes
lazos de amistad y comercio con Roma por largo tiempo. Generalmente
esto era una especie de premio o reconocimiento de una cierta realidad
sociopolítica. Sin embargo, a veces, era una manera de lograr específicos
fines políticos. Finalmente, con el Edicto de Caracalla, se otorgó la
ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio. 2

Pérdida de ciudadanía

La ciudadanía se podía perder debido a varias razones, por ejemplo:

 Si un ciudadano se trasladaba voluntariamente a vivir en alguna ciudad


exenta de derecho romano.
 Si un ciudadano cometía traición.

Solamente los ciudadanos romanos podían servir en las legiones. Sin embargo, un
legionario, durante su servicio, perdía algunos de sus derechos: no podía, por
ejemplo, contraer matrimonio y, consecuentemente, los eventuales hijos de tales
uniones no eran ciudadanos a menos que —una vez vuelto a la vida civil— se
desposara legalmente.15

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