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Los ciudadanos romanos.

Durante la mayor parte de la historia de Roma, la ciudadanía fue un privilegio escaso. Solo los
ciudadanos romanos gozaban de plenos derechos políticos, mientras que el resto de la
población tenía diversos grados de reconocimiento.

En la Antigüedad, ser romano no significaba necesariamente haber nacido en Roma ni


proceder de una estirpe itálica. Hubo romanos, en el sentido legal de dicha condición, que
nunca pisaron la Urbe y otros que, incluso pasando toda su vida en ella, nunca fueron
romanos. Y es que la ciudadanía romana no era una cuestión de nacimiento, sino un estatus
legal que garantizaba los máximos derechos como habitante del mundo romano.

Los ciudadanos romanos fueron, de hecho, una minoría durante toda la época monárquica,
republicana y parte de la imperial. Solamente en el año 212 d.C. el emperador Caracalla
promulgó un edicto que concedía la ciudadanía a la mayoría de habitantes libres del Imperio.
Por debajo de esta posición existían diversos estratos a los que correspondían derechos
limitados.

Los extranjeros:

Latinos:

Los que gozaban de más amplios derechos eran los ciudadanos latinos (cives latini), que
inicialmente eran los hombres libres del Lacio, más adelante los de toda Italia y finalmente
empezó a extenderse a las provincias.

Entre los ciudadanos romanos y los esclavos se hallaba una escala de clases sociales que tenían
derechos civiles, aunque no políticos. Estos eran concedidos uno a uno, no en conjunto: los
tres más importantes eran el derecho de asentamiento y traslado entre municipios romanos
(ius migrationis), el derecho a poseer casas y hacer negocios (ius comercii) y el matrimonio
entre miembros de la misma clase social (ius connubii). Todos estos derechos, naturalmente,
también los tenían los ciudadanos romanos.

Peregrinos:

Finalmente, en el último eslabón se encontraban los extranjeros (peregrini), condición que se


extendía a toda persona libre que no fuera ciudadano: incluso los habitantes de las provincias
conquistadas eran considerados extranjeros, a efectos legales, dentro de sus propios
territorios. Se les reconocía solamente el “derecho de gentes” (ius gentis), lo que
entenderíamos por derechos humanos (si bien en la época esa definición abarcaba mucho
menos de lo que consideraríamos hoy en día); y si colaboraban con Roma, se les permitía que
siguieran rigiéndose por sus propias leyes y costumbres siempre y cuando no entraran en
conflicto con las romanas.

y bárbaros:

Los bárbaros fueron una serie de pueblos que conquistaron gran parte del centro y del oeste
de Europa durante el siglo V d. C. También llamados pueblos germánicos, sus conquistas
contribuyeron a la caída del Imperio Romano de Occidente.

La mayoría de la información que se posee sobre estos pueblos proviene de los historiadores
griegos y romanos, quienes tenían una visión muy negativa sobre ellos. Para empezar, el
término “bárbaro” proviene de una palabra griega que significaba “el que balbucea”, ya que el
idioma era diferente. En general, la denominación era equivalente a la de extranjero y tenía
carácter peyorativo.

Los esclavos.

Al amparo de la Ley de las XII Tablas, el esclavo era cosa del dueño, quien disponía de él como
quisiera, pudiéndolo someter a toda clase de trabajos, juzgarlos y castigarlos, supuesto que
sobre él ejercía derecho de vida y de muerte.

los esclavos se consideraban cómo propiedad y poseían solamente algunos y muy limitados
derechos, pero podían comprar su libertad u obtenerla por decreto del propietario. Los
esclavos podían ser vendidos, maltratados o incluso ejecutados, a voluntad de sus
propietarios. La muerte —por el propietario o algún otro— de un esclavo, era tratado como un
asunto de destrucción de propiedad, no como un homicidio. Sin embargo, un esclavo liberado,
un liberto, podía obtener ciudadanía completa.

Los libertos.

Liberto: Esclavo que ha obtenido su libertad y forma parte de la civitas romana

Esencialmente, los libertos son personas libres, gozan de todos los beneficios de la libertad, e
incluso podían adquirir la ciudadanía romana a finales del Alto Imperio. Pero, para los
romanos, la procedencia de su libertad los definía permanentemente, pues eran libres por la
gracia de un amo.

Personas de propio derecho (sui iuris)

Se entiende por sui iuris o más bien se le adjudica como tal, a aquel individuo que en la época
del Imperio Romano no estaba sometido, dominado o subyugado por la autoridad o mandato
de otros, es decir que no estaban bajo el dominio de la patria potestad de otro individuo en
particular.

Personas sometidas (alieni iuris)

El alieni iuris es una calificación del derecho romano, que es utilizada para referirse a aquellas
personas que se hallan bajo el dominio, sujeción, yugo o posesión de otro; es decir es el
individuo que se encuentra sometido, sujeto o reprimido a la patria potestad o poder de otro.

Situación jurídica de la mujer.

las mujeres eran una categoría aparte, que por norma general no eran tratadas como sujetos
de derecho: las romanas o latinas permanecían siempre bajo la tutela de su esposo o de un
familiar varón, con algunas excepciones como era el caso de las vestales; mientras que las
extranjeras eran tratadas como peregrini igual que los hombres.

Impúberes y menores.

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