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Poder Judicial de la Nación

CAMARA CIVIL - SALA L

Exp. N° 57.598/2014; Juzgado N° 97; “M R F y otros c/ L M A y


otros s/ daños y perjuicios”

En Buenos Aires, a de junio de dos mil


veintiuno, encontrándose reunidos en Acuerdo los Señores Jueces de
la Sala “L” de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil a fin de
pronunciarse en el expediente caratulado “M R F y otros c/ L M A y
otros s/ daños y perjuicios”, de acuerdo al orden del sorteo el Dr.
Liberman dijo:
I.-
Contra la sentencia dictada a fs. 319/328 (15/12/20), que
hizo lugar a la demanda interpuesta por los actores, se alzaron
disconformes las partes.
El caso deriva de un choque automovilístico producido el
día 29 de octubre de 2012, aproximadamente a las 23 hs., en la
esquina de Gallo y Lavalle, de esta ciudad.
W R M circulaba al mando del rodado Toyota Corolla (de
titularidad de su padre), dominio KXZ 876, por Gallo, acompañado
por su hermano F D, quien se ubicaba en el asiento trasero. Refirió
que al llegar a la intersección con Lavalle, mientras culminaba el
cruce, resultó embestido desde la derecha por la parte frontal del Ford
Fiesta dominio AQU-929, conducido por el demandado.
Los agravios de la parte actora –contestados el día
9/04/21- versan sobre los montos otorgados por los rubros de
incapacidad psicofísica sobreviniente, tratamiento psicológico, daño
moral, daños materiales, privación de uso y lucro cesante; y,
asimismo, respecto de los intereses dispuestos en la sentencia.
La demandada cuestionó lo decidido sobre la atribución
de responsabilidad.
II.-

Fecha de firma: 14/06/2021


Firmado por: VICTOR FERNANDO LIBERMAN, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MARCELA PEREZ PARDO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MARIA CLAUDIA DEL CARMEN PITA, SECRETARIA DE CAMARA
Firmado por: GABRIELA ITURBIDE, JUEZA DE CAMARA

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El juez enmarcó la cuestión en la esfera de la
responsabilidad objetiva, y especialmente en el art. 1113 del Código
Civil, atento la fecha de ocurrencia del hecho.
Tal como señaló el a quo, el demandado reconoció el
hecho (fs. 109 vta.); y a fs. 133/134 se agregó la denuncia de siniestro.
De esta surge que Lalia declaró ante su compañía de seguros que se
encontraba circulando por la calle Lavalle y el vehículo del actor se
interpuso en su camino por lo cual él accionó los frenos, pero “la
humedad de la masa asfáltica” hizo que su vehículo se deslizara en
ella provocándose el contacto entre la parte frontal de su rodado y “la
parte lateral trasera derecha”. El semáforo de la esquina no funcionaba
(v. fs. 133/134).
Entonces, estamos frente a un caso en el cual el rodado
del actor estaba cruzando la calle Lavalle cuando fue embestido en su
parte trasera derecha, según los dichos del propio demandado. Y surge
de las fotografías.
Resulta lógico lo expuesto por el apelante en cuanto a la
pretendida aplicación del art. 41 de la ley nacional 24.449, de la cual
surge que “todo conductor debe ceder siempre el paso en las
encrucijadas al que cruza desde su derecha”. Pero, claro es que, lejos
de adoptar quien suscribe este voto, un criterio absoluto, más bien –
como corresponde a quien sólo resuelve conflictos interpretando la ley
como un todo- habrá que estar en todo momento a las circunstancias
del caso. Remito en ese sentido a Picasso, que realizara un profundo
estudio de la cuestión (J.A. 2013-III-320 y sig.).
Ahora bien, como señala Alferillo, cuando la ley de
tránsito califica de absoluto el derecho de preferencia de paso lo hace
de un modo superlativo, que podría calificarse de exagerado. Pero es
la manera de resaltar la importancia que, para el legislador, tiene el
cumplimiento de esa prioridad para mantener el orden. Y por ello la
infracción de quien no respeta la prioridad de paso es la más grave, al

Fecha de firma: 14/06/2021


Firmado por: VICTOR FERNANDO LIBERMAN, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MARCELA PEREZ PARDO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MARIA CLAUDIA DEL CARMEN PITA, SECRETARIA DE CAMARA
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ser mencionada en primer lugar en el art. 64 de la ley 24.449 (ver


Alferillo, Pascual E., RCyS. febrero 2010, pág. 35).
La reglamentación no deja lugar a dudas: la prioridad en
una encrucijada es independiente de quien ingrese primero al mismo
(esto último un evidente error de redacción del decreto 779/95).
De modo que no se trata de quién llega primero a la
intersección o la “gana”. El que aparece por la izquierda siempre debe
ceder el paso. En la especie se dan otras particulares circunstancias:
allí el paso está normalmente señalizado por semáforos. Pero no
funcionaban, estaban en amarillo intermitente. Y además, por si algo
faltara, estaba lloviendo y la calzada estaba resbaladiza.
Esto debió persuadir aún más al conductor del Toyota
que debía extremar cuidados antes de empezar el cruce. No lo hizo;
porque si, como dijo en la demanda (faltando a la verdad), primero se
percató de que no circulaban vehículos por la otra calle, es impensable
que inmediatamente se haya producido el choque.
“Previo cerciorarse de tener expedito el paso” (de fs. 3)
nada. No se cercioró.
Simplemente intentó cruzar la intersección sin mirar o –
conscientemente- sin respetar la prioridad de paso de quien aparecía
por la derecha.
No comparto con el juez de grado la total relatividad de
la prioridad de paso.
Muchas veces las citas no están en el contexto. Analizo la
de la ilustre Kemelmajer de Carlucci y advierto que remite a citas de
jurisprudencia de las décadas de 1960 y 1970, muy anteriores a la
sanción de la ley de tránsito y del mencionado decreto reglamentario.
Y, por otro, si con esto no fuera suficiente, el Toyota no estaba
“considerablemente adelantado” y no entorpecía el tránsito en los
términos de la siguiente cita jurisprudencial de la página 505.

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Firmado por: MARIA CLAUDIA DEL CARMEN PITA, SECRETARIA DE CAMARA
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Así que, muy por el contrario, con la actual legislación la
prioridad es absoluta y no se dan en la especie circunstancias que la
enerven. No hubo prueba de una tal alta velocidad del otro auto o un
violento embestimiento. Las fotografías son elocuentes. Y si hubo un
medio giro del Toyota, bien podría atribuirlo a lo resbaladizo de la
calzada.

Voto por revocar la sentencia y rechazar la demanda, con


costas de ambas instancias a cargo de la actora.

Disidencia de la Dra. Pérez Pardo:


He de disentir respetuosamente con mi estimado colega
preopinante, por cuanto entiendo que los elementos probatorios
acompañados llevan a concluir que los hechos invocados han sido
acreditados por el actor y que la sentencia debe confirmarse, aunque
parcialmente.
I. Se ha señalado que el hecho se encuentra reconocido
por el demandado, y que el actor transitaba por la calle Gallo,
mientras aquél lo hacía por calle Lavalle, produciéndose el choque en
la intersección de dichas arterias, en un momento en que cual el
semáforo no funcionaba, era de noche y la calzada se encontraba
húmeda porque lloviznaba. También surge de autos que la parte
frontal del vehículo del demandado (Ford Fiesta) impactó en el lateral
derecho trasero del rodado del actor (Toyota Corolla), haciéndole
hacer un medio trompo.
El croquis realizado por el perito de oficio indicó una
posible mecánica del hecho (fs. 225); en él se observa que el Toyota
se encontraba más adelantado en el cruce cuando fue embestido por el
Ford Fiesta; este extremo fue ratificado por el perito en su
contestación de fs. 267, frente a la impugnación de la actora de fs.

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255/256; en efecto, el experto manifestó que, dada la ubicación de los


daños en la parte trasera del Toyota, se infiere que el mismo llegó
antes al cruce (v. fs. 267).
Queda en claro entonces que el demandado revistió el
carácter de embistente del vehículo del actor, quien ya había avanzado
más de la mitad del cruce. Por otra parte, de las fotos agregadas a la
causa penal surge que el mismo era suficientemente amplio e
iluminado para que ambos conductores pudieran ver sus respectivos
autos, circulando con cautela ante la falla del semáforo y la llovizna.
El testigo J M B, cuya declaración se encuentra agregada
al expediente en formato digital (v. fs. 244), manifestó que se
encontraba sentado en un restaurant ubicado en la esquina donde se
produjo el choque. Pudo ver que el semáforo titilaba en amarillo y
que “el Fiesta le pega apenitas en la parte de atrás al Toyota y hace un
medio trompo” (v. 4´30´´ del video); el testigo se acercó y “Matías” le
pidió si podía ser testigo del hecho; declaró que el “Fiesta venía por
Lavalle y el Toyota por Gallo” (4´56´´). Preguntado sobre las
condiciones climáticas del momento, contestó que estaba lloviznando
(5´40´´); y en cuanto al horario, dijo que fue aproximadamente a las
11 de la noche (5´48´´). Repreguntado sobre la mecánica, agregó que
el vio que “el Toyota pasa un poquito más rápido que el Fiesta, el
Fiesta llega a frenar pero por la lluvia (…) le pega en la parte de atrás
(…) y hace medio trompo”. Declaró que en el Toyota había 3
pasajeros y en el rodado del demandado 2 y que no “notó” daños
físicos. En cuanto a los daños materiales vio que el “el Fiesta salió un
poquito más perjudicado” porque pegó de frente, y del Toyota no
recuerda mucho daño. Respecto del Fiesta refirió que poseía daños
ubicados en el paragolpes, la parrilla y un foco (8´). Agregó luego que
“el Toyota ya había avanzado más de la mitad de cuadra” (11´28´´); y
preguntado acerca del “trompo”, para que lo describa, manifestó que
el Fiesta, tras el impacto continuó la marcha por Lavalle, menos de

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mitad de cuadra, hasta que logra frenarse, y el Toyota que venía por
Gallo da medio trompo y quedó en diagonal, invertido por la calle que
venía.
El testigo G N L, quien declaró a fs. 253 y cuya
declaración se encuentra también incorporada digitalmente al
expediente, manifestó que al momento del hecho era de noche, entre
las 10 y las 11 de la noche, que él estaba con amigos tomando algo,
miró hacia la esquina y vio cruzando “un auto de color negro y un
auto de color blanco lo impacta en la parte trasera del lado del
acompañante, del lado derecho” (01´51´´), “el auto negro estaba
terminando de cruzar (…) Gallo y el auto blanco que lo choca venía
por la calle Lavalle” (2´05´´); identificó al auto negro como un Toyota
y agregó que había llovido y el semáforo se encontraba intermitente
en amarillo. Preguntado que fue acerca del ingreso de los rodados a la
encrucijada manifestó que “el negro estaba terminando de cruzar; el
auto blanco impacta con lo que es la parte de adelante el auto negro;
el auto negro hace como un trompo y quedó en contramano de lo que
es Gallo” (3´10´´). En cuanto a las velocidades, dijo que el Ford
“venía rápido” y el auto negro estaba terminando de cruzar (4´45´´).
Dijo recordar que en el Toyota viajaban dos personas, una de ellas
menor de edad que venía en la parte de atrás, motivo por el cual él se
acercó (5´32´´). Manifestó que se hizo presente personal del SAME y
luego, cuando él salió a fumar, se le acercó el Sr. M, quien se presentó
como el padre del menor de edad y le preguntó si había visto el hecho.
Sobre la base de todo lo expuesto, considero que la
versión dada por el actor se encuentra probada, máxime frente a la
denuncia de siniestro del demandado, en la cual reconoció haber
embestido al actor, aludiendo sólo a la humedad de la calzada como
factor del deslizamiento del rodado luego de frenar, resultándole
imposible evitar el impacto. Ello no resulta un eximente en los
términos del art. 1.113 del C.C. desde que el accionado debió

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contemplar el efecto de la lluvia en el frenado sobre el asfalto, y que


al encontrarse el actor casi terminando el cruce, la prioridad
establecida por el art. 41 de la ley de tránsito, había cedido, pues no es
absoluta.
La ubicación de los daños en los rodados, las constancias
de la causa penal, y la mecánica del hecho narrada por los testigos,
resultan concordantes sobre el modo ya señalado en que tuvieron
lugar los hechos. Habiéndose probado que el semáforo no funcionaba,
surge como principio rector la prioridad de paso que posee el vehículo
que ingresa a la encrucijada desde la derecha, tal como lo señaló mi
colega; pero conforme los dichos de los testigos y los daños de los
rodados, el Toyota estaba más avanzado en el cruce, casi terminando
se cruzar (v. testigo Leonel, 3´10´´); la ubicación del impacto y su
violencia, generó el giro del vehículo impactado y los daños en la
parte frontal del Ford Fiesta, resultan sumamente relevantes para
atribuir responsabilidades en este hecho. Por otra parte, el Ford Fiesta
circulaba a mayor velocidad, tal como refirió el testigo L (4´45´´), y
como puede inferirse de la declaración de B cuando dice que el Fiesta
recién puedo frenar a poco menos de media cuadra luego del impacto
y del medio trompo en el rodado del actor.
Cabe recordar que la prioridad que confiere el 41 de la
ley 24.449 al conductor que accede a la encrucijada desde la derecha,
no es absoluta ni permite llevarse por delante a quien hubiera llegado
con anticipación al cruce, como sucedió en el caso.
Sin perjuicio de lo expuesto, entiendo también que el
conductor del Toyota debió extremar su prudencia al conducir y
realizar el cruce, a partir del semáforo descompuesto y la llovizna;
asimismo debió advertir la presencia del Ford Fiesta que avanzaba
desde la derecha. Es decir, que siendo de noche, con la calzada
húmeda, y no poseyendo en principio prioridad en la encrucijada,

Fecha de firma: 14/06/2021


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debió extremar recaudos para evitarlo. Ello me lleva a considerar que
también en parte, fue responsable de la producción del hecho dañoso.
En función de ello es que entiendo que cabe atribuir a
ambas partes responsabilidad en el hecho, y que por resultar de pareja
envergadura, debe atribuirse en un 50% (cincuenta por ciento) al obrar
de cada uno de los conductores. En este aspecto se debe entonces
modificar la sentencia, respecto de la atribución de responsabilidad.
II. Sentado lo expuesto, analizaré a continuación los
rubros apelados.
a) El juez de grado fijó por incapacidad sobreviniente
(daño psicofísico) para F D M la suma de pesos doscientos cincuenta
mil ($250.000).
Cabe recordar que la incapacidad sobreviviente está
determinada por la existencia de toda disminución de las aptitudes
tanto físicas como psíquicas de la víctima. Esta disminución repercute
en lo orgánico como en lo funcional, menoscabando la posibilidad de
desarrollo pleno de su vida en todos los aspectos de la misma, como
lo son el conjunto de actividades de las que se ve privada de ejercer
con la debida amplitud y libertad; que se proyectan sobre su
personalidad integral y afectan su patrimonio, constituyen
inescindiblemente los presupuestos para determinar la cuantificación
del resarcimiento, y encuentra su sustento jurídico en disposiciones
como las contenidas en los arts. 1068 y 1109 del Código Civil. Es
claro que las secuelas tanto físicas como psíquicas y los tratamientos
de las mismas quedan comprendidos en la indemnización por dicha
incapacidad (conf. esta Sala, exptes. n° 63.483, 64.787, 65.058, entre
otros). De acuerdo a lo expuesto, entiendo que tanto la incapacidad
física como la psíquica y las correspondientes a tratamientos
reclamados por la actora, deben analizarse conjuntamente. Ello se
debe a que la capacidad de las víctimas es una sola, por lo que su
tratamiento debe efectuarse en igual sentido.

Fecha de firma: 14/06/2021


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Asimismo, el daño psíquico configura un detrimento a la


integridad personal, por lo que para que éste sea indemnizado
independientemente del moral, debe configurarse como consecuencia
del siniestro objeto de autos y por causas que no sean preexistentes al
mismo. Ello se da en una persona que presente luego de producido el
hecho, una disfunción, un disturbio de carácter psíquico permanente.
En conclusión, se verifica cuando se muestre una modificación
definitiva en la personalidad que la diferenciaba de las demás
personas antes del hecho; una patología psíquica originada en éste que
permita que se la reconozca como un efectivo daño a la integridad
corporal y no simplemente una sintomatología que sólo aparezca
como una modificación disvaliosa del espíritu, de los sentimientos,
que lo haría encuadrable tan sólo en el concepto de daño moral. En
consecuencia, sólo será resarcible el daño psíquico en forma
independiente del moral, cuando sea consecuencia del accidente, sea
coherente con éste y se configure en forma permanente.
A fs. 147/148 agregó constancia de la atención médica
recibida por Franco en el servicio de Traumatología del Hospital
General de Agudos José María Ramos Mejía, de la cual surge que se
realizaron radiografías, se indicó reposo y control a las 24 hs., con
derivación al servicio de Traumatología.
El perito médico de oficio estableció en su informe de fs.
269/271 que, del examen físico realizado al actor F D M surgió la
presencia de contractura en músculos paravertebrales cervicales,
encontrándose la sensibilidad conservada y simétrica. Se constató una
limitación de 10° en las rotaciones y flexión del raquis cervical. En la
radiografía practicada se observó rectificación de la lordosis
fisiológica (v. fs. 270).
De los elementos aportados al expediente y el examen
físico realizado, el perito concluyó que el actor padece una cervicalgia
postraumática, limitación funcional, contractura muscular

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paravertebral cervical, rectificación radiológica del raquis cervical y
signos de artrosis radiológicos.
En virtud de ello estableció que padece un 4% de
incapacidad física sobreviniente (v. fs. 271).
En la esfera psicológica, la pericia se realizó en base al
psicodiagnóstico agregado a fs. 275/284, donde se señaló que
preguntado acerca del accidente, el actor manifestó que tras la colisión
el auto en el que viajaba realizó un trompo y él fue víctima de
diversos traumatismos en su cabeza, cuello y brazo derecho. Fue
traslado al Hospital Ramos Mejía debido a los fuertes dolores que
sufría y allí le realizaron radiografías, colocaron un cuello ortopédico,
que debió llevar durante 30 días, y le sujetaron el brazo en cabestrillo
durante dos semanas (v. fs. 278). Manifestó que luego del episodio
posee dificultades para dormir, se angustia y cuando concilia el sueño
se despierta bruscamente reviviendo un destello de luces y ruidos
similares a los percibidos en el momento de la colisión.
En el psicodiagnóstico se indicó que el actor se encuentra
cursando un Desarrollo reactivo en relación directa con el hecho de
litis y que se estima en estado leve; pero el perito de oficio
diagnosticó que Franco padece un trastorno de ansiedad en grado
leve-moderado con síntomas depresivos y trastorno adaptativo leve (v.
fs. 292vta).
Se recomendó la realización de un tratamiento
psicológico de tipo cognitivo conductal, con una duración de al menos
6 meses, con frecuencia semanal, y un costo aproximado de entre
$1.900 y $2.300 por sesión (v. fs. 292vta).
Frente al pedido de explicaciones formulado a fs. 295 por
la citada en garantía, la perito se ciñó a lo que surge del informe
psicodiagnóstico ya aludido, pero agregando que el actor reporta un
porcentaje de incapacidad parcial y permanente del 8% (baremo
“Castex & Silva”) (v. fs. 295).

Fecha de firma: 14/06/2021


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Es atinado recordar que el juez sólo puede apartarse del


asesoramiento pericial cuando contenga deficiencias significativas,
sea por errores en la apreciación de circunstancias de hecho o por
fallas lógico del desarrollo de los razonamientos empleados, que
conduzcan a descartar la idoneidad probatoria de la peritación, lo que
no sucede en autos. Por lo demás, y a la luz de lo estipulado en los
arts. 386 y 477 del Código Procesal, ya citado, no cabe más que
aceptar las conclusiones de la experta.
Dicho esto, en lo atinente a la cuantificación de la
incapacidad sobreviniente, entiendo que la indemnización no se
determina con cálculos, porcentajes o pautas rígidas. Las
indemnizaciones fueron pedidas en lo que más o menos surgiera de la
prueba producida en autos. Para supuestos como el de autos el monto
indemnizatorio se rige por el actual art.1746 y conc. del CC y queda
librado al prudente arbitrio judicial, debido a que se trata de
situaciones en que varían diferentes elementos a considerar, tales
como las características de las lesiones padecidas, la aptitud para
trabajos futuros, la edad, condición social, situaciones económica y
social del grupo familiar, etc, siendo variables los parámetros que
harán arribar al juzgado a establecer la reparación. En consecuencia,
encontrándose acreditadas las secuelas físicas y psíquicas señaladas,
teniendo en cuenta los dictámenes médicos y psicológicos, que al
momento del siniestro el coactor tenía 11 años de edad, cursaba el
colegio primario y vivía con sus padres; en uso de las facultades
conferidas por el art.165 del Cód. Procesal, propondré confirmar la
suma indemnizatoria fijada, pero en concepto de suma neta a abonar
en función de la responsabilidad atribuida al demandado, por
incapacidad sobreviniente (comprensiva de daño físico, psíquico y
tratamiento psicológico).

Fecha de firma: 14/06/2021


Firmado por: VICTOR FERNANDO LIBERMAN, JUEZ DE CAMARA
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b) El juez fijó la indemnización por daño moral para
Franco David Medina en la suma de pesos ciento treinta mil
($130.000).
El ítem solo fue apelado por la parte actora.
A fin de cuantificar este ítem deben considerarse los
padecimientos y angustias que lesionan las afecciones legítimas de la
víctima. Es un daño no patrimonial, es decir, todo perjuicio que no
puede comprenderse como daño patrimonial por tener por objeto un
interés puramente no patrimonial. También se lo ha definido como una
modificación disvaliosa del espíritu en el desenvolvimiento de su
capacidad de entender, querer o sentir, que se traduce en un modo de
estar la persona diferente al que se hallaba antes del hecho, como
consecuencia de éste y anímicamente perjudicial. Se trata de todo
menoscabo a los atributos o presupuestos de la personalidad jurídica,
con independencia de su repercusión en la esfera económica.
En casos como el de autos, ante los daños permanentes y
transitorios ocasionados, el daño moral surge “in re ipsa”. En este
sentido, la afectación a los actores como consecuencia de los hechos
por los que reclaman, permite considerar la entidad de las
perturbaciones de índole emocional o espiritual que se produjeron en
sus personas y que deben ser resarcidas.
La determinación de su cuantía se encuentra librada al
prudente arbitrio judicial, con amplias facultades para computar las
particularidades de cada caso. En virtud de estos parámetros y
repercusiones de carácter personal, laboral y social, así como en lo
reclamado en más o en menos por este ítem, en uso de las facultades
que confiere el art. 165 del Cód. Procesal, propondré confirmar la
suma fijada, pero en concepto de suma neta a abonar, en función del
porcentual de responsabilidad atribuido al accionado, por este ítem.

Fecha de firma: 14/06/2021


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c) El magistrado juez fijó en concepto de daños


materiales para el Sr. R F M, la partida en la suma de pesos noventa
mil ($90.000).
Para ello tuvo en cuenta que el perito mecánico, quien
dictaminó a fs. 224/229, estableció el valor de la reparación del
rodado -considerando repuestos y mano de obra al momento del
hecho- en la suma de $21.100 y al momento de la pericia en $62.800
(v. fs. 227). El juez meritó lo expuesto por el perito al momento de
dictar la sentencia, y fijó el ítem en la suma de $90.000.
Los agravios de la actora no desvirtúan la decisión del a
quo, pues se centran en realidad en los intereses que han de aplicarse
sobre la partida, sin aportar algún elemento que permita modificar la
decisión del magistrado.
Debo señalar que las normas contenidas en los arts. 386 y
477 del Código Procesal, imponen que el juez debe apreciar la fuerza
probatoria del dictamen pericial teniendo en consideración la
competencia de los peritos, los principios científicos en los que
fundan sus dictámenes y la concordancia de los mismos con las reglas
de la sana crítica y demás pruebas. En este sentido se ha dicho
reiteradamente que cuando el peritaje aparece fundado en principios
técnicos y científicos inobjetables y no existe otra prueba que lo
desvirtúe, la sana crítica aconseja que frente a la imposibilidad de
oponer argumentos de mayor valor, se acepten las conclusiones del
idóneo (CNCiv, Sala A, L.375.513 del 19/9/2003 y L.430.200 del
29/11/2005; íd., Sala B, "Cons. Maure 2124 c/ Aguas Argentinas SA",
L.421.511 de noviembre de 2005; íd., Sala C, L.251.605 del
29/12/1978; íd., Sala F, L.227.446 y L.260.481 del 10/6/1982; íd.,
Sala G, R.5.696 del 11/4/1984; íd., Sala I, exptes. 106.287 del 7/4/05,
47.640 del 17/5/05 y 204.046 del 21/2/05; íd., íd., “K., A. Z. c/ Elías,
Juan C." del 11/11/05, publicado en diario La Ley, ejemplar del
29/11/05; cfr. Palacio, Lino E., “Derecho Procesal Civil”, t. IV, pág.

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720; Morello-Sosa-Berizonce, “Códigos...”, t. V-B, pág. 427 y ss.;
Falcón, “Código...”, t. III, pág. 416; Fenochietto-Arazi, "Código
Procesal…", t. II, p. 524; Fassi, “Código Procesal...”, II-1629, ed.
1971).
Por consiguiente, dado lo que surge del informe
mecánico obrante a fs. 224229, el presupuesto agregado a fs. 18, las
fotografías de fs. 21/22 y lo reclamado, propongo confirmar el monto
total de la partida, debiendo responder las accionadas sólo en el
porcentual dispuesto al tratar el capítulo sobre responsabilidad.
d) En concepto de privación de uso y lucro cesante, el
juez fijó para R F M la suma de pesos treinta y cinco mil ($35.000).
Al igual que en el punto anterior, la actora apeló la
partida fijada por el juez a favor del Sr. M ($35.000), pero por la
proyección hipotética de intereses sobre el capital de condena, sin
ofrecer argumentos que enerven particularmente la fijación realizada
por el juez respecto de esta partida.
Con referencia a la privación de uso, considero de
aplicación el criterio jurisprudencial, que en forma reiterada ha
sostenido que la sola privación del rodado importa por sí un daño
resarcible, conformando un perjuicio económico para su dueño o
usuario, independientemente de la finalidad para lo cual se lo utilice
(conf. C.N.Esp. Civ. y Com., Sala II, 5/8/1982, in re "Braña J. c/
Marignano J.").
La mera privación del vehículo, durante el plazo que
demande su reparación constituye un daño resarcible, sin que sea
impedimento la ausencia de comprobantes, o la falta de elementos
probatorios que demuestren de modo directo y preciso la existencia de
un perjuicio inmediato y positivo, pues se presume, en principio que
quien tiene y usa una motocicleta no lo hace de puro gusto, sino por
llenar una necesidad y contribuir al desarrollo de sus actividades, no
solo laborativas, sino también de la vida en general, correspondiendo

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que el "quantum" indemnizatorio sea fijado equitativamente por el


Juez o Tribunal y en virtud del arbitrio autorizado por el artículo 163
inciso 5to. y 165 párrafo 3ro. del Código Procesal (Conf. C.N.Civ.
Sala "A", 13/7/78, J.A. 1979, v. IV p. 430; 5/11/1979, LL 1980, v. B.
p. 289; ídem Sala "B", 27/6/78, J.A. 1979, v. IV p. 287; ídem Sala
"C", 26/4/79, LL 1980, v. A. p. 47).
A este respecto, el perito mecánico dictaminó que el
tiempo estimado para la reparación del vehículo era de 12 días (v. fs.
228).
Con relación al lucro cesante, en mérito a que se
demostró la afectación del vehículo al servicio de “remis” (v. fs.
1761/186), considero apropiada la admisión del reclamo. Al respecto,
debo aclarar que para la determinación del lucro cesante por la no
explotación de un remise, solamente han de resarcirse las ganancias
dejadas de percibir durante un turno de ocho horas. Ello toda vez que
no se han arrimado al proceso elementos de convicción que acrediten
la explotación de la unidad durante un lapso de tiempo mayor.
Asimismo, la suma indemnizatoria por lucro cesante alcanza
solamente al monto neto, es decir, la ganancia que efectivamente se
percibía por día con la actividad lucrativa del rodado. Monto que se
obtiene de descontar al ingreso bruto, las sumas en concepto de
combustible, pagos de los salarios, cambios de lubricantes, etcétera.
Tal como lo señaló el juez de grado, con el informe de fs.
177/186 se acreditó la habilitación del rodado para prestar servicio de
alquiler de automóviles particulares y con el informe de fs. 188/190,
se dio cuenta de que el accionante prestaba servicios a la firma
Universal Remises, percibiendo mensualmente una suma aproximada
de $23.000 (v. fs. 190).
De acuerdo a todo ello y por no obrar en autos prueba
que amerite considerar una cantidad mayor a la señalada, en uso de las
facultades que confiere el art. 165 del Cód. Procesal, entiendo que la

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suma fijada en total en el fallo recurrido resulta la adecuada, por lo
cual propiciaré su confirmación; debiendo responder la accionada sólo
por el porcentual de responsabilidad a su cargo.
III.- Intereses
El juez fijó intereses a la tasa del 8% anual desde el
hecho (29/10/12) hasta el dictado de la sentencia; y desde entonces, la
tasa activa prevista por el fallo “Samudio”.
Al respecto se agravió la parte actora, quien solicitó la
aplicación de la tasa activa a todo el período.
En cuanto a los intereses, tratándose de una consecuencia
no agotada de la relación jurídica que diera origen a la demanda (art. 7
CCyCN) considero que deben fijarse conforme a la tasa activa desde
el momento del hecho y hasta el efectivo pago, pues por imperio del
art. 768 del Cód. Civil y Comercial, la tasa para liquidarlos nunca
podrá ser inferior a aquella, ya que ante la falta de pago en tiempo y
dada las actuales circunstancias económicas, otra solución iría en
desmedro del principio de reparación plena del daño causado al cual
se refiere el art. 1740 Cód. Civil y Comercial ( conf. CNC Sala
B,”Cisterna c/ Lara s/ ds. y ps.” del 9/11/2017, en RCyC n° 4, abril
2018, pág.209).
Nótese que, si bien el BCRA no ha reglamentado una tasa
de interés moratorio para estos casos, judicialmente se ha suplido
dicha omisión. Con anterioridad a la vigencia del nuevo Código Civil
y Comercial de la Nación, regía el art. 622 del CC, y la doctrina
emanada del fallo de esta Cámara en los autos “Samudio de Martínez
c/ Transporte Doscientos setenta SA s/ daños y perjuicios” del
20/4/2009, por la cual correspondía aplicar intereses moratorios a la
tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a treinta
días del Banco de la Nación Argentina, desde la mora hasta el efectivo
pago. Su aplicación tenía lugar aun cuando el juez estimara ciertos
rubros indemnizatorios a valores actuales, para preservar en equidad

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el carácter resarcitorio de la indemnización, pues ello no significaba


que los jueces actualizaran los montos de la demanda o aplicaran
índices de depreciación monetaria que se encontraban prohibidos
desde la sanción de la ley 23.928 (1991).
Si bien el fallo preveía como excepción que su aplicación
en el período transcurrido hasta el dictado de la sentencia, implicara
una alteración del significado económico del capital de condena que
configurara un enriquecimiento indebido, en mi criterio para que ello
resultara procedente debían darse ciertos supuestos, como ser la
derogación de las leyes como la aludida 23.928- mantenida en el art.
4° de la ley 25.561 - que prohibían toda indexación, actualización
monetaria o repotenciación de deudas; y la existencia de otros
recaudos que debían solicitarse y acreditarse debidamente por el
interesado, como ser la coexistencia de enriquecimiento de una parte y
empobrecimiento de la otra, relación causal entre ambos, e
inexistencia de una justa causa que avalara la variación operada entre
los patrimonios del deudor moroso y del acreedor, que altere el
significado económico del capital de condena, por aplicación de una
tasa distinta a la activa en el cálculo de los intereses moratorios (conf.
fundamentos que suscribí en el plenario mencionado ; también CNC
Sala K, “Hausbauer c/ Iriarte” del 8/7/2013 en LL Online
AR/JUR/41876/2013).
De modo que desde antes de la vigencia del nuevo
Código Civil y Comercial sostenía la aplicación de la tasa activa para
todas las partidas indemnizatorias, desde el hecho – en que se produjo
la mora – hasta el efectivo pago, sin que la fijación de partidas
indemnizatorias a valores actuales importe un extremo que obste a la
aplicación de la doctrina “Samudio”. (ver también CNCivil Sala H,
“S.,N c/ E del C y otros s/ da. Y pj” del 15/2/2016 en La Ley Online,
AR / JUR / 5218 / 2016).

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Por todas estas consideraciones, entiendo que
corresponde modificar lo dispuesto por el juez interviniente,
disponiendo que todas las partidas devenguen intereses desde la
ocurrencia del hecho (29/10/12) hasta el efectivo pago de la condena,
a la tasa activa del fallo “Samudio” de esta Cámara.
IV. Costas.
Sobre el particular hemos sostenido reiteradamente que
no puede soslayarse que las costas han de imponerse al demandado
que no reconoció su responsabilidad, más allá de la cuantía de la
pretensión, si la sentencia admite aquélla, en atención a la necesidad
que tuvo el damnificado de litigar y producir las pruebas necesarias
para el reconocimiento de su derecho, así como el carácter resarcitorio
que corresponde reconocer en la imposición de los accesorios,
integrando de tal modo la reparación (exptes. 60.035; 64.515; 65.945;
71.104; 88.667 de 12/95). Por tal razón y en función de la atribución
de responsabilidad que propongo, considero que las costas deben
imponerse a las partes, en un 50% (cincuenta por ciento) cada una.
(art. 68 Cód. Procesal).
V. En suma, si mi voto fuera compartido, propongo al
acuerdo modificar parcialmente el fallo: 1) Atribuir a ambos
conductores en un 50% (cincuenta por ciento) cada uno, la
responsabilidad en el hecho dañoso; 2) Confirmar la partida por
incapacidad sobreviniente como suma neta que debe abonar el
accionado en función de la responsabilidad que se le atribuyó,
comprensiva del daño físico, psíquico y tratamiento psicológico; 3)
Confirmar la partida en concepto de daño moral como suma neta a
abonar por el porcentual de responsabilidad atribuido al accionado; 4)
Disponer que todas las partidas fijadas devenguen intereses a la tasa
activa del plenario “Samudio”, desde el hecho al efectivo pago; 5)
Confirmar la sentencia de grado en todo lo demás que decide y fue
materia de agravios; 6) Imponer las costas de la alzada a las partes, en

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igual proporción que la responsabilidad (50% cada una) (art. 68


CPCC).
Por razones análogas a las expuestas por la Dra. Pérez
Pardo, la Dra. Iturbide vota en el mismo sentido.
Con lo que terminó el acto, firmando por ante mí de lo
que doy fe. Firmado: Víctor Fernando Liberman, Marcela Pérez Pardo
y Gabriela Alejandra Iturbide.

María Claudia del C. Pita


Secretaria de Cámara

///nos Aires, de junio de 2021.


Y VISTOS: lo deliberado y conclusiones establecidas en
el Acuerdo precedentemente transcripto, por mayoría el tribunal
decide: 1) Modificar la sentencia apelada y atribuir a ambos
conductores en un 50% ( cincuenta por ciento) cada uno, la
responsabilidad en el hecho dañoso; 2) Confirmar la partida por
incapacidad sobreviniente como suma neta que debe abonar el
accionado en función de la responsabilidad que se le atribuyó,
comprensiva del daño físico, psíquico y tratamiento psicológico; 3)
Confirmar la partida fijada en concepto de daño moral como suma
neta a abonar por el porcentual de responsabilidad atribuido al
accionado; 4) Disponer que todas las partidas fijadas devenguen
intereses a la tasa activa del plenario “Samudio”, desde el hecho al
efectivo pago; 5) Confirmar la sentencia de grado en todo lo demás
que decide y fue materia de agravios; 6) Imponer las costas de la
alzada a las partes, en igual proporción que la responsabilidad (50%
cada una) (art. 68 CPCC).
Difiérese adecuar las regulaciones de honorarios y
establecer los de alzada hasta tanto haya liquidación aprobada.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.

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Hácese saber que la eventual difusión de la presente
sentencia está sometida a lo dispuesto por el art. 164, 2° párrafo, del
Código Procesal y art. 64 del Reglamento para la Justicia Nacional.

Víctor Fernando Liberman

Gabriela A. Iturbide Marcela Pérez Pardo

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