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El juez enmarcó la cuestión en la esfera de la
responsabilidad objetiva, y especialmente en el art. 1113 del Código
Civil, atento la fecha de ocurrencia del hecho.
Tal como señaló el a quo, el demandado reconoció el
hecho (fs. 109 vta.); y a fs. 133/134 se agregó la denuncia de siniestro.
De esta surge que Lalia declaró ante su compañía de seguros que se
encontraba circulando por la calle Lavalle y el vehículo del actor se
interpuso en su camino por lo cual él accionó los frenos, pero “la
humedad de la masa asfáltica” hizo que su vehículo se deslizara en
ella provocándose el contacto entre la parte frontal de su rodado y “la
parte lateral trasera derecha”. El semáforo de la esquina no funcionaba
(v. fs. 133/134).
Entonces, estamos frente a un caso en el cual el rodado
del actor estaba cruzando la calle Lavalle cuando fue embestido en su
parte trasera derecha, según los dichos del propio demandado. Y surge
de las fotografías.
Resulta lógico lo expuesto por el apelante en cuanto a la
pretendida aplicación del art. 41 de la ley nacional 24.449, de la cual
surge que “todo conductor debe ceder siempre el paso en las
encrucijadas al que cruza desde su derecha”. Pero, claro es que, lejos
de adoptar quien suscribe este voto, un criterio absoluto, más bien –
como corresponde a quien sólo resuelve conflictos interpretando la ley
como un todo- habrá que estar en todo momento a las circunstancias
del caso. Remito en ese sentido a Picasso, que realizara un profundo
estudio de la cuestión (J.A. 2013-III-320 y sig.).
Ahora bien, como señala Alferillo, cuando la ley de
tránsito califica de absoluto el derecho de preferencia de paso lo hace
de un modo superlativo, que podría calificarse de exagerado. Pero es
la manera de resaltar la importancia que, para el legislador, tiene el
cumplimiento de esa prioridad para mantener el orden. Y por ello la
infracción de quien no respeta la prioridad de paso es la más grave, al
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Así que, muy por el contrario, con la actual legislación la
prioridad es absoluta y no se dan en la especie circunstancias que la
enerven. No hubo prueba de una tal alta velocidad del otro auto o un
violento embestimiento. Las fotografías son elocuentes. Y si hubo un
medio giro del Toyota, bien podría atribuirlo a lo resbaladizo de la
calzada.
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mitad de cuadra, hasta que logra frenarse, y el Toyota que venía por
Gallo da medio trompo y quedó en diagonal, invertido por la calle que
venía.
El testigo G N L, quien declaró a fs. 253 y cuya
declaración se encuentra también incorporada digitalmente al
expediente, manifestó que al momento del hecho era de noche, entre
las 10 y las 11 de la noche, que él estaba con amigos tomando algo,
miró hacia la esquina y vio cruzando “un auto de color negro y un
auto de color blanco lo impacta en la parte trasera del lado del
acompañante, del lado derecho” (01´51´´), “el auto negro estaba
terminando de cruzar (…) Gallo y el auto blanco que lo choca venía
por la calle Lavalle” (2´05´´); identificó al auto negro como un Toyota
y agregó que había llovido y el semáforo se encontraba intermitente
en amarillo. Preguntado que fue acerca del ingreso de los rodados a la
encrucijada manifestó que “el negro estaba terminando de cruzar; el
auto blanco impacta con lo que es la parte de adelante el auto negro;
el auto negro hace como un trompo y quedó en contramano de lo que
es Gallo” (3´10´´). En cuanto a las velocidades, dijo que el Ford
“venía rápido” y el auto negro estaba terminando de cruzar (4´45´´).
Dijo recordar que en el Toyota viajaban dos personas, una de ellas
menor de edad que venía en la parte de atrás, motivo por el cual él se
acercó (5´32´´). Manifestó que se hizo presente personal del SAME y
luego, cuando él salió a fumar, se le acercó el Sr. M, quien se presentó
como el padre del menor de edad y le preguntó si había visto el hecho.
Sobre la base de todo lo expuesto, considero que la
versión dada por el actor se encuentra probada, máxime frente a la
denuncia de siniestro del demandado, en la cual reconoció haber
embestido al actor, aludiendo sólo a la humedad de la calzada como
factor del deslizamiento del rodado luego de frenar, resultándole
imposible evitar el impacto. Ello no resulta un eximente en los
términos del art. 1.113 del C.C. desde que el accionado debió
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debió extremar recaudos para evitarlo. Ello me lleva a considerar que
también en parte, fue responsable de la producción del hecho dañoso.
En función de ello es que entiendo que cabe atribuir a
ambas partes responsabilidad en el hecho, y que por resultar de pareja
envergadura, debe atribuirse en un 50% (cincuenta por ciento) al obrar
de cada uno de los conductores. En este aspecto se debe entonces
modificar la sentencia, respecto de la atribución de responsabilidad.
II. Sentado lo expuesto, analizaré a continuación los
rubros apelados.
a) El juez de grado fijó por incapacidad sobreviniente
(daño psicofísico) para F D M la suma de pesos doscientos cincuenta
mil ($250.000).
Cabe recordar que la incapacidad sobreviviente está
determinada por la existencia de toda disminución de las aptitudes
tanto físicas como psíquicas de la víctima. Esta disminución repercute
en lo orgánico como en lo funcional, menoscabando la posibilidad de
desarrollo pleno de su vida en todos los aspectos de la misma, como
lo son el conjunto de actividades de las que se ve privada de ejercer
con la debida amplitud y libertad; que se proyectan sobre su
personalidad integral y afectan su patrimonio, constituyen
inescindiblemente los presupuestos para determinar la cuantificación
del resarcimiento, y encuentra su sustento jurídico en disposiciones
como las contenidas en los arts. 1068 y 1109 del Código Civil. Es
claro que las secuelas tanto físicas como psíquicas y los tratamientos
de las mismas quedan comprendidos en la indemnización por dicha
incapacidad (conf. esta Sala, exptes. n° 63.483, 64.787, 65.058, entre
otros). De acuerdo a lo expuesto, entiendo que tanto la incapacidad
física como la psíquica y las correspondientes a tratamientos
reclamados por la actora, deben analizarse conjuntamente. Ello se
debe a que la capacidad de las víctimas es una sola, por lo que su
tratamiento debe efectuarse en igual sentido.
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paravertebral cervical, rectificación radiológica del raquis cervical y
signos de artrosis radiológicos.
En virtud de ello estableció que padece un 4% de
incapacidad física sobreviniente (v. fs. 271).
En la esfera psicológica, la pericia se realizó en base al
psicodiagnóstico agregado a fs. 275/284, donde se señaló que
preguntado acerca del accidente, el actor manifestó que tras la colisión
el auto en el que viajaba realizó un trompo y él fue víctima de
diversos traumatismos en su cabeza, cuello y brazo derecho. Fue
traslado al Hospital Ramos Mejía debido a los fuertes dolores que
sufría y allí le realizaron radiografías, colocaron un cuello ortopédico,
que debió llevar durante 30 días, y le sujetaron el brazo en cabestrillo
durante dos semanas (v. fs. 278). Manifestó que luego del episodio
posee dificultades para dormir, se angustia y cuando concilia el sueño
se despierta bruscamente reviviendo un destello de luces y ruidos
similares a los percibidos en el momento de la colisión.
En el psicodiagnóstico se indicó que el actor se encuentra
cursando un Desarrollo reactivo en relación directa con el hecho de
litis y que se estima en estado leve; pero el perito de oficio
diagnosticó que Franco padece un trastorno de ansiedad en grado
leve-moderado con síntomas depresivos y trastorno adaptativo leve (v.
fs. 292vta).
Se recomendó la realización de un tratamiento
psicológico de tipo cognitivo conductal, con una duración de al menos
6 meses, con frecuencia semanal, y un costo aproximado de entre
$1.900 y $2.300 por sesión (v. fs. 292vta).
Frente al pedido de explicaciones formulado a fs. 295 por
la citada en garantía, la perito se ciñó a lo que surge del informe
psicodiagnóstico ya aludido, pero agregando que el actor reporta un
porcentaje de incapacidad parcial y permanente del 8% (baremo
“Castex & Silva”) (v. fs. 295).
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b) El juez fijó la indemnización por daño moral para
Franco David Medina en la suma de pesos ciento treinta mil
($130.000).
El ítem solo fue apelado por la parte actora.
A fin de cuantificar este ítem deben considerarse los
padecimientos y angustias que lesionan las afecciones legítimas de la
víctima. Es un daño no patrimonial, es decir, todo perjuicio que no
puede comprenderse como daño patrimonial por tener por objeto un
interés puramente no patrimonial. También se lo ha definido como una
modificación disvaliosa del espíritu en el desenvolvimiento de su
capacidad de entender, querer o sentir, que se traduce en un modo de
estar la persona diferente al que se hallaba antes del hecho, como
consecuencia de éste y anímicamente perjudicial. Se trata de todo
menoscabo a los atributos o presupuestos de la personalidad jurídica,
con independencia de su repercusión en la esfera económica.
En casos como el de autos, ante los daños permanentes y
transitorios ocasionados, el daño moral surge “in re ipsa”. En este
sentido, la afectación a los actores como consecuencia de los hechos
por los que reclaman, permite considerar la entidad de las
perturbaciones de índole emocional o espiritual que se produjeron en
sus personas y que deben ser resarcidas.
La determinación de su cuantía se encuentra librada al
prudente arbitrio judicial, con amplias facultades para computar las
particularidades de cada caso. En virtud de estos parámetros y
repercusiones de carácter personal, laboral y social, así como en lo
reclamado en más o en menos por este ítem, en uso de las facultades
que confiere el art. 165 del Cód. Procesal, propondré confirmar la
suma fijada, pero en concepto de suma neta a abonar, en función del
porcentual de responsabilidad atribuido al accionado, por este ítem.
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720; Morello-Sosa-Berizonce, “Códigos...”, t. V-B, pág. 427 y ss.;
Falcón, “Código...”, t. III, pág. 416; Fenochietto-Arazi, "Código
Procesal…", t. II, p. 524; Fassi, “Código Procesal...”, II-1629, ed.
1971).
Por consiguiente, dado lo que surge del informe
mecánico obrante a fs. 224229, el presupuesto agregado a fs. 18, las
fotografías de fs. 21/22 y lo reclamado, propongo confirmar el monto
total de la partida, debiendo responder las accionadas sólo en el
porcentual dispuesto al tratar el capítulo sobre responsabilidad.
d) En concepto de privación de uso y lucro cesante, el
juez fijó para R F M la suma de pesos treinta y cinco mil ($35.000).
Al igual que en el punto anterior, la actora apeló la
partida fijada por el juez a favor del Sr. M ($35.000), pero por la
proyección hipotética de intereses sobre el capital de condena, sin
ofrecer argumentos que enerven particularmente la fijación realizada
por el juez respecto de esta partida.
Con referencia a la privación de uso, considero de
aplicación el criterio jurisprudencial, que en forma reiterada ha
sostenido que la sola privación del rodado importa por sí un daño
resarcible, conformando un perjuicio económico para su dueño o
usuario, independientemente de la finalidad para lo cual se lo utilice
(conf. C.N.Esp. Civ. y Com., Sala II, 5/8/1982, in re "Braña J. c/
Marignano J.").
La mera privación del vehículo, durante el plazo que
demande su reparación constituye un daño resarcible, sin que sea
impedimento la ausencia de comprobantes, o la falta de elementos
probatorios que demuestren de modo directo y preciso la existencia de
un perjuicio inmediato y positivo, pues se presume, en principio que
quien tiene y usa una motocicleta no lo hace de puro gusto, sino por
llenar una necesidad y contribuir al desarrollo de sus actividades, no
solo laborativas, sino también de la vida en general, correspondiendo
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suma fijada en total en el fallo recurrido resulta la adecuada, por lo
cual propiciaré su confirmación; debiendo responder la accionada sólo
por el porcentual de responsabilidad a su cargo.
III.- Intereses
El juez fijó intereses a la tasa del 8% anual desde el
hecho (29/10/12) hasta el dictado de la sentencia; y desde entonces, la
tasa activa prevista por el fallo “Samudio”.
Al respecto se agravió la parte actora, quien solicitó la
aplicación de la tasa activa a todo el período.
En cuanto a los intereses, tratándose de una consecuencia
no agotada de la relación jurídica que diera origen a la demanda (art. 7
CCyCN) considero que deben fijarse conforme a la tasa activa desde
el momento del hecho y hasta el efectivo pago, pues por imperio del
art. 768 del Cód. Civil y Comercial, la tasa para liquidarlos nunca
podrá ser inferior a aquella, ya que ante la falta de pago en tiempo y
dada las actuales circunstancias económicas, otra solución iría en
desmedro del principio de reparación plena del daño causado al cual
se refiere el art. 1740 Cód. Civil y Comercial ( conf. CNC Sala
B,”Cisterna c/ Lara s/ ds. y ps.” del 9/11/2017, en RCyC n° 4, abril
2018, pág.209).
Nótese que, si bien el BCRA no ha reglamentado una tasa
de interés moratorio para estos casos, judicialmente se ha suplido
dicha omisión. Con anterioridad a la vigencia del nuevo Código Civil
y Comercial de la Nación, regía el art. 622 del CC, y la doctrina
emanada del fallo de esta Cámara en los autos “Samudio de Martínez
c/ Transporte Doscientos setenta SA s/ daños y perjuicios” del
20/4/2009, por la cual correspondía aplicar intereses moratorios a la
tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a treinta
días del Banco de la Nación Argentina, desde la mora hasta el efectivo
pago. Su aplicación tenía lugar aun cuando el juez estimara ciertos
rubros indemnizatorios a valores actuales, para preservar en equidad
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Por todas estas consideraciones, entiendo que
corresponde modificar lo dispuesto por el juez interviniente,
disponiendo que todas las partidas devenguen intereses desde la
ocurrencia del hecho (29/10/12) hasta el efectivo pago de la condena,
a la tasa activa del fallo “Samudio” de esta Cámara.
IV. Costas.
Sobre el particular hemos sostenido reiteradamente que
no puede soslayarse que las costas han de imponerse al demandado
que no reconoció su responsabilidad, más allá de la cuantía de la
pretensión, si la sentencia admite aquélla, en atención a la necesidad
que tuvo el damnificado de litigar y producir las pruebas necesarias
para el reconocimiento de su derecho, así como el carácter resarcitorio
que corresponde reconocer en la imposición de los accesorios,
integrando de tal modo la reparación (exptes. 60.035; 64.515; 65.945;
71.104; 88.667 de 12/95). Por tal razón y en función de la atribución
de responsabilidad que propongo, considero que las costas deben
imponerse a las partes, en un 50% (cincuenta por ciento) cada una.
(art. 68 Cód. Procesal).
V. En suma, si mi voto fuera compartido, propongo al
acuerdo modificar parcialmente el fallo: 1) Atribuir a ambos
conductores en un 50% (cincuenta por ciento) cada uno, la
responsabilidad en el hecho dañoso; 2) Confirmar la partida por
incapacidad sobreviniente como suma neta que debe abonar el
accionado en función de la responsabilidad que se le atribuyó,
comprensiva del daño físico, psíquico y tratamiento psicológico; 3)
Confirmar la partida en concepto de daño moral como suma neta a
abonar por el porcentual de responsabilidad atribuido al accionado; 4)
Disponer que todas las partidas fijadas devenguen intereses a la tasa
activa del plenario “Samudio”, desde el hecho al efectivo pago; 5)
Confirmar la sentencia de grado en todo lo demás que decide y fue
materia de agravios; 6) Imponer las costas de la alzada a las partes, en
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Hácese saber que la eventual difusión de la presente
sentencia está sometida a lo dispuesto por el art. 164, 2° párrafo, del
Código Procesal y art. 64 del Reglamento para la Justicia Nacional.
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