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Crónica huehuetlatolli

La serie de discursos que tradicionalmente se conocen como “huehuetlatolli” son


aquellos que los viejos sabios procedentes de las culturas precolombinas dejaban a
su descendencia con el fin de preservar los valores e ideales de estas culturas.
Bernardino de Sahagún, uno de los principales historiadores y cronistas de la época
colonial en México, se encargó de recopilar y traducir muchos de estos consejos en
numerosos capítulos de su libro conocido como: “Historia general de las cosas en la
nueva España”. Estos mensajes merecen ser conservados, analizados y
practicados por nosotros en la actualidad, ya que son el legado de nuestras raíces
prehispánicas. A continuación se presenta y comenta un consejo presente en el
capítulo seis del llamado códice florentino.

Consejo:
“Oye pues niña, niña, hija mía; no es un buen lugar la tierra, no se alegra uno, no es feliz; se dice
que nada más hay alegría con fatiga, con penas en la tierra, así decían los viejos. Para que no
siempre anduvieramos llorando, para que no muriéramos de pena los maceguales, nos dio
nuestro señor la risa y el sueño, los mantenimientos que nos dan fuerza y nos hacen creer y, en
fin, el trato carnal de la reproducción, que embriaga toda la vida en la tierra, de modo que nadie
ande llorando.
Pues aun cuando así sea, aun cuando así están las cosas en la tierra, ¿acaso ha de oírlo uno y
espantarse y vivir llorando? Se vive en la tierra, se es jefe, señor, noble, águila, tigre. Hay
quienes no más están diciendo que así son las cosas en la tierra, quienes no más buscan morirse.
Pero se actúa, se vive, se construye, se trabaja, se busca una mujer, se casa el, se casa ella, se
madura.”

Comentario
En un primer momento, podríamos tachar estas palabras como negativas o
fatalistas; ya que en estos tiempos expresiones como: “no es un buen lugar la tierra,
nada más hay alegría con fatiga…” no se suelen escuchar en un consejo, pero al
continuar la lectura y comprender lo que en realidad se quiere decir, nos
encontramos con un mensaje bastante realista y esperanzador, que nos dice que a
pesar de las tristezas inherentes del mundo, tenemos algunos remedios como la
risa, el sueño y el trabajo para continuar viviendo plenamente.

En estos tiempos se acostumbra a aconsejar viendo únicamente las cosas buenas o


positivas, mientras que se olvida o deja de lado la otra cara de la moneda, esto
debido a que se apela a lo que queremos escuchar y no a lo que realmente es la
vida. Muchos terapistas, escritores y motivadores se aprovechan de esto y nos
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Lic. en enseñanza y aprendizaje del español en educación secundaria
Literatura Hispanoamericana
Prof. Mónica del Consuelo Morales
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venden soluciones que pretenden ser perfectas para un mundo color de rosa, pero
que puestas en práctica se alejan mucho de la realidad.

Sin embargo, nuestros ancestros no se atrevían a engañarnos de esta forma; se


advertía de la adversidad, desgracia e infortunio que existe en la vida con el fin de
no bajar la guardia y estar dispuestos a seguir adelante a pesar de todo, ya que así
es la vida. Aunque una vez mostradas las espinas, se enseña la rosa y se recuerda
que también se puede vivir muy bien y que también existen las cosas hermosas y
buenas.

Este pensamiento me recordó bastante a una corriente filosófica que surgió muchos
siglos después; el pesimismo. Arthur Schopenhauer es el principal exponente de
esta corriente la cual declara que la vida es sufrimiento y que, el mal no es algo
negativo, sino que es algo natural e incluso positivo ya que apacigua nuestros
deseos. Este reconocimiento de la dualidad de sufrir y gozar es algo que
personalmente siempre me ha cautivado, puesto que a pesar de ser conceptos
excluyentes, no puede existir el uno sin el otro, y la ausencia de cualquiera de
ambos en nuestra vida nos haría miserables por el desequilibrio.

La similitud entre estos planteamientos (sin mencionar los del mundo oriental que
también guardan cierta semejanza) me da mucho en que pensar y reflexionar, ya
que los pueblos indígenas estuvieron adelantados a su tiempo, o mejor dicho,
construyeron filosofías atemporales y universales que pueden ser aplicadas en
cualquier momento, en cualquier lugar. Sin mencionar que la recomendación de vivir
y construir a pesar del sufrimiento es algo que me motiva a seguir creciendo. Esto,
como lector de filosofía e historia, me hace sentir culpable por no conocer estas
doctrinas precolombinas pero si las creadas en Europa, evidenciando mi heredado
eurocentrismo consecuencia quizás de una educación que no valora con igual
medida lo nacional a diferencia de lo extranjero.

Finalmente puedo decir que verdaderamente vale la pena, como ciudadanos


mexicanos del siglo veintiuno, retomar mucha de esta sabiduría y comenzar a
practicarla en nuestra vida cotidiana, porque además de provocar un efecto
innegablemente positivo en nuestra forma de desarrollarnos y madurar, nos provoca
apegarnos a nuestras raíces primigenias.

Recuperado de:

Huehuetlatolli, libro sexto del códice Florentino. Paleografía, notas e indices de


Salvador Dias de Sintora.

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