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Consejo:
“Oye pues niña, niña, hija mía; no es un buen lugar la tierra, no se alegra uno, no es feliz; se dice
que nada más hay alegría con fatiga, con penas en la tierra, así decían los viejos. Para que no
siempre anduvieramos llorando, para que no muriéramos de pena los maceguales, nos dio
nuestro señor la risa y el sueño, los mantenimientos que nos dan fuerza y nos hacen creer y, en
fin, el trato carnal de la reproducción, que embriaga toda la vida en la tierra, de modo que nadie
ande llorando.
Pues aun cuando así sea, aun cuando así están las cosas en la tierra, ¿acaso ha de oírlo uno y
espantarse y vivir llorando? Se vive en la tierra, se es jefe, señor, noble, águila, tigre. Hay
quienes no más están diciendo que así son las cosas en la tierra, quienes no más buscan morirse.
Pero se actúa, se vive, se construye, se trabaja, se busca una mujer, se casa el, se casa ella, se
madura.”
Comentario
En un primer momento, podríamos tachar estas palabras como negativas o
fatalistas; ya que en estos tiempos expresiones como: “no es un buen lugar la tierra,
nada más hay alegría con fatiga…” no se suelen escuchar en un consejo, pero al
continuar la lectura y comprender lo que en realidad se quiere decir, nos
encontramos con un mensaje bastante realista y esperanzador, que nos dice que a
pesar de las tristezas inherentes del mundo, tenemos algunos remedios como la
risa, el sueño y el trabajo para continuar viviendo plenamente.
venden soluciones que pretenden ser perfectas para un mundo color de rosa, pero
que puestas en práctica se alejan mucho de la realidad.
Este pensamiento me recordó bastante a una corriente filosófica que surgió muchos
siglos después; el pesimismo. Arthur Schopenhauer es el principal exponente de
esta corriente la cual declara que la vida es sufrimiento y que, el mal no es algo
negativo, sino que es algo natural e incluso positivo ya que apacigua nuestros
deseos. Este reconocimiento de la dualidad de sufrir y gozar es algo que
personalmente siempre me ha cautivado, puesto que a pesar de ser conceptos
excluyentes, no puede existir el uno sin el otro, y la ausencia de cualquiera de
ambos en nuestra vida nos haría miserables por el desequilibrio.
La similitud entre estos planteamientos (sin mencionar los del mundo oriental que
también guardan cierta semejanza) me da mucho en que pensar y reflexionar, ya
que los pueblos indígenas estuvieron adelantados a su tiempo, o mejor dicho,
construyeron filosofías atemporales y universales que pueden ser aplicadas en
cualquier momento, en cualquier lugar. Sin mencionar que la recomendación de vivir
y construir a pesar del sufrimiento es algo que me motiva a seguir creciendo. Esto,
como lector de filosofía e historia, me hace sentir culpable por no conocer estas
doctrinas precolombinas pero si las creadas en Europa, evidenciando mi heredado
eurocentrismo consecuencia quizás de una educación que no valora con igual
medida lo nacional a diferencia de lo extranjero.
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