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Estafas basadas en el crecimiento

Por Santiago Egido *


(Barcelona. España)

Vemos normal que las cosas crezcan. Las ciudades aumentan en


extensión, la población de los países crece, las franquicias abren más
tiendas y obtienen mayores beneficios, cada vez hay más teléfonos por
habitante y gastamos más kilovatios. Tendemos a pensar que el
crecimiento es bueno; al fin y al cabo, los niños son sanos y crecen,
mientras que los viejos se encogen y no pueden reproducirse. Las cosas
que crecen parecen robustas y productivas, y dan la impresión de estar
funcionando bien. O no. Porque resulta que, al ver cómo subían los
precios de los pisos, mucha gente se dio cuenta de que lo que estaba
creciendo ahí era un problema.
El crecimiento inspira confianza y crea una engañosa sensación
de seguridad que, como vamos a ver, puede ser una debilidad de la que
se aproveche algún desaprensivo.

En este artículo veremos primero el prototipo de estafa basada


en el crecimiento, las estructuras piramidales, que pueden ser
fraudulentas o no. Luego analizaremos tres tipos de montajes
piramidales: las cadenas de cartas, las redes de distribución, y la
Seguridad Social. A continuación estudiaremos dos fenómenos que se
parecen bastante a las pirámides, los tristemente de moda esquemas de
Ponzi y las burbujas. Finalmente explicaremos un tipo de fraude fiscal
típico de las etapas de rápido crecimiento económico.

La estructura piramidal

La idea básica de una estructura piramidal es simple: se trata


de construir un sistema en el que una persona dé algo a otras personas
a cambio de la promesa de recibir en el futuro más de lo que ha dado,
con lo cual se da la impresión de que se está haciendo una inversión. La
palabra "pirámide" hace referencia a que, para que el sistema sea o
parezca sostenible, los beneficios que obtiene una persona deben venir
de varias personas en un "nivel" inferior.
Estos sistemas admiten numerorísimas variantes y funcionan
mientras se vayan incorporando nuevas personas, pero tarde o
temprano llega un momento en el que ya no queda más gente dispuesta
a entrar; es entonces cuando se hunde el sistema, "pillando" a la
mayoría de los participantes por sorpresa y en números rojos.

Las estructuras piramidales suelen tener las siguientes


propiedades:

1. Son sistemas altamente jerárquicos. Una minoría gana


mucho dinero, y una mayoría pierde algo.

2. Tienen mecanismos claros y sencillos (al menos en


apariencia) para permitir que un recién llegado pueda aspirar a subir en
la pirámide. Debido a que su estructura jerárquica causa una injusticia
obvia, un sistema piramidal sólo se mantiene porque los perdedores
ambicionan convertirse en ganadores.

3. Necesitan incorporar más y más gente para mantenerse en


funcionamiento. Las personas dentro de la pirámide se encargan de
buscar nuevos miembros.

Cadenas de cartas
Un buen ejemplo de estructura piramidal son las cadenas de
cartas del tipo de "manda por correo 10 euros a las personas en esta
lista, borrar al primero de la lista, añádete al final, y colócales copias de
esta carta a tus amigos".

Esto es un esquema fraudulento porque no puede funcionar; la


mayoría de las víctimas está condenada de antemano a perder dinero,
aunque una minoría puede ganar. Para desarrollar un ejemplo,
imaginemos que la lista es de tres personas, que cada una engaña a dos
amigos, que mandar una carta cuesta un euro, y que todos los
participantes son unos pardillos que siguen las reglas del juego en vez
de colocarse en lo alto de sus propias pirámides.

Al principio, la estafa está formada por una única persona.

Para añadir el segundo nivel, el originador engaña a dos amigos


que se gastan cada uno 33 euros en enviar tres pagos al primer
estafador (que ha puesto tres direcciones suyas en la lista inicial). El
estafador recibe 60 euros, y cada estafado se ha gastado 33.
Al completarse el tercer nivel de la pirámide se captura a cuatro
nuevas personas, que gastan cada una 33 euros; el primer estafador
consigue 20 euros de cada uno, y los estafadores del segundo nivel (que
antes eran estafados, pero ahora se han convertido en estafadores) han
conseguido 10 euros de los nuevos estafados. Dado que los del segundo
nivel invirtieron 33 euros y han recibido 20, ya han medio amortizado su
inversión; sin embargo, el sistema en conjunto ha perdido ya 6+12
euros en cartas.

Cada persona que se una en el tercer nivel de la pirámide paga


10 euros al creador de la cadena, 10 a alguien del segundo nivel, y 10 a
alguien del tercero. Cuando se completa el tercer nivel tenemos a 15
personas en la trama; una ha ganado 220 euros, dos han ganado 7
euros, cuatro han perdido 13 euros, y las ocho recién llegadas han
perdido 33. La desigualdad es tan manifiesta que uno se pregunta por
qué alguien podría querer entrar en el esquema. El 80% de las personas
en la pirámide está perdiendo dinero, y entre todos se han gastado 42
euros en enviar cartas; esto es ruinoso, salvo para quien esté en el
vértice.

A medida que se vayan añadiendo niveles, se observa que


siempre hay unos pocos, el vértice de la pirámide, precisamente
aquellos que han organizado el sistema, que quizás ganan algo,
mientras que la inmensa mayoría de los involucrados está perdiendo
dinero o ganando muy poco.

Sin embargo, y aquí es donde radica el atractivo de estas


estafas, parece que aquellos que perseveren y aguanten suficiente
tiempo acabarán ganando dinero. Esto es paradójico: ¿cómo es posible
que todo el mundo esté perdiendo, y sin embargo todo el mundo acabe
ganando? Una curiosa forma de plantear el problema es intentar
averiguar cuánto vale la suma de todos los números dentro de esta
tabla (imaginemos que la tabla es infinita y tiene infinitas filas e infinitas
columnas).

1 -2 ...
3 -4 ...
5 -6 ...
7 -8 ...
9 -10 ...
... ... ... ... ... ... ... ...

Si usted observa que la suma de los números en cada columna


vale 1, podría llegar con demasiada rapidez a concluir que la suma de
los números en la tabla tiene que ser infinita, porque una tabla infinita
contendría infinitas columnas.

Sin embargo, la suma de los números de cada fila es -1, y como


también hay infinitas filas, por la misma razón se deduciría que la suma
total es menos infinito.
Volvamos ahora a examinar la tabla, interpretando cada fila
como un nivel y cada columna como lo que gana y pierde cada persona.
Quienes estén dentro de la pirámide y quieran capturar a un nuevo
incauto le dirán "da 6 y recibe 7" (por ejemplo) (suma por columnas),
pero lo que ocurrirá en realidad cuando entre alguien será un "da 6 y
nosotros recibimos 5" (suma por filas).

Y así es como se resuelve la paradoja; hay una forma falaz de


enfocar el problema que hace ver que todo el mundo acaba ganando
dinero.

Tarde o temprano la pirámide dejará de crecer, y en ese


momento casi todas las personas en el sistema habrán perdido dinero.
La gente que entra en este tipo de cadenas lo hace pensando que estará
en los primeros niveles y tendrá tiempo de ganar... pero es que los
últimos en entrar están pensando lo mismo; en realidad, nadie sabe
cuán grande es la pirámide ni cuán grande llegará a ser.

Redes de distribución piramidal


La red de distribución piramidal típica es una empresa que
compra o fabrica un producto, digamos botellas de agua, y que tiene
una extensa red de distribuidores que revenden las botellas y que son
los que forman la pirámide. La idea básica es formar cadenas
jerárquicas de distribuidores; la fábrica vende botellas al primer nivel de
distribuidores a, digamos, 60 céntimos; éstos revenden las botellas a los
distribuidores del segundo nivel a 70, el segundo nivel se lo vende al
tercero a 80, y así sucesivamente.

Al igual que las cadenas piramidales de cartas, las redes de


distribución piramidal pueden adoptar muchas formas. El vértice de la
pirámide puede ser o bien el fabricante o bien los ejecutivos de la
empresa distribuidora. Los distribuidores pueden estar contratados o no
por la empresa distribuidora. La labor realizada puede ser vender y/o
distribuir un producto, prestar un servicio subcontratado, buscar clientes
para alguien, ver publicidad de pago en Internet, etc.

Lo realmente característico de estos sistemas es que cada


distribuidor puede contratar a nuevos distribuidores en el nivel
inmediatamente inferior al suyo; de hecho, la forma en que un
distribuidor puede realmente ganar dinero es conseguir tener una sub-
pirámide extensa por debajo de él.

Obviamente, los distribuidores en los primeros niveles van a


ganar más dinero porque su volumen de ventas es mayor. Pero las
botellas no pueden llegar demasiado caras a los últimos niveles, o no
podrán ser vendidas. Además, es conveniente que los vendedores de los
últimos niveles que lo estén haciendo muy bien puedan subir en la
jerarquía, para estimular al resto de sus compañeros a trabajar más en
la venta de botellas. Para satisfacer estos requisitos, el procedimiento
que establece los precios y las promociones entre niveles puede ser muy
complicado. Pero, si prescindimos de estos detalles, veremos que el
mecanismo de las redes de distribución es bastante parecido al de las
cadenas de cartas.

¿Son estos sistemas fraudulentos? Depende... no es una


cuestión de blanco o negro, sino que admite una gama de grises; para
entenderlo, basta darse cuenta de que una red de distribución piramidal
que tenga pocos intermediarios es indistinguible de una red de
distribución "normal". Hay unos pocos países en los que las redes de
distribución piramidales son legales o ilegales; en la mayoría de los
estados, incluyendo España, una red de distribución piramidal es legal si
disfraza su sistema de pagos como "comisiones" y cumple una serie de
condiciones que garanticen que los distribuidores no van a ser
demasiado explotados; por ejemplo, tienen que estar contratados y
tener un sueldo base al que se sumarán las comisiones.
El prototipo de red de distribución piramidal decididamente
fraudulenta sería éste:

1. No contrata a los distribuidores, sino que espera de ellos que trabajen


en su tiempo libre.
2. Realiza una actividad fraudulenta, como vender remedios milagrosos
para adelgazar.
3. Es extremadamente ineficiente, en el sentido de que se invierte una
gran cantidad de tiempo en transportar botellas de la casa/almacén de
un distribuidor al siguiente.
4. Usa cadenas de distribución muy largas, con muchos intermediarios.
5. El producto llega al final de la pirámide con un precio exagerado y es
difícil de vender.
6. La empresa distribuidora estimula desmedidamente la ambición de
sus distribuidores; enfatiza al individuo por encima de la empresa, le
plantea objetivos difíciles como si fuesen retos de superación personal
que no tienen nada que ver con la empresa.
7. Usa unas estructuras rígidas y jerárquicas, hay un flujo vertical del
poder, la toma de decisiones está centralizada, y el liderazgo se basa en
el autoritarismo.

Hay otros procesos a los que se podría calificar de piramidales,


pero que no son estafas; por ejemplo, promociones del tipo de "suscribe
a un amigo y te descontaremos 20 euros". Obviamente, la empresa que
ofrezca esto espera ganar más de 20 euros, pero el negocio no se limita
a esos 20 euros y, además, los ofrece en vez de requerirlos.

La Seguridad Social

Antes hemos comentado que no todas las pirámides tienen que


ser fraudulentas, y un buen ejemplo es la Seguridad Social... aunque
esta sección también podría haberse titulado "crónica de una ruina
anunciada".

Empecemos por el principio: la Seguridad Social es un sistema


piramidal en el que cada nivel está formado por una generación, que
paga en gran medida la jubilación y la asistencia sanitaria de la
generación anterior. No es realmente un sistema jerárquico, aunque la
diferencia entre jubilado y cotizante no es precisamente sutil. Está claro
cuál es el sistema para promocionar cotizantes a jubilados, y si dejase
de incorporar cotizantes, el sistema se hundiría catastróficamente.

Expuesto así parece una estafa, pero podríamos hacer otras


consideraciones. Los cotizantes también reciben beneficios antes de
convertirse en jubilados, como asistencia sanitaria y el subsidio de paro.
Si los fondos de la Seguridad Social estuviesen bien gestionados, cada
cotizante se pagaría su propia jubilación (estamos hablando de
inversiones a 45 años, la duración de una vida laboral); es decir, la
Seguridad Social viene a ser como un plan de pensiones obligatorio y,
desde este punto de vista, estaría claro que no es ni piramidal ni
fraudulento.

El problema de la Seguridad Social es que posiblemente


recibiremos menos de lo que aportaremos. Si en el futuro, cuando
nosotros estemos jubilados, llegase a haber pocos cotizantes por
jubilado, habría que rebajar las pensiones y las prestaciones sanitarias.
Podríamos hacernos ilusiones sobre tener un sistema altamente eficiente
y abaratado gracias a la incorporación de avances tecnológicos como
médicos-robot, de forma que un cotizante pudiese mantener a muchos
jubilados. Pero esto no arreglaría el problema en el sentido de que, si
hay muy pocos cotizantes y están convencidos de que pagan demasiado
para el coste de lo que van a obtener, ¿por qué no iban a negarse a
pagar? Desde su punto de vista sería una estafa.

Los esquemas de Ponzi


Carlo Ponzi era un chorizo (un ladrón de la por ralea). Nació en
Parma en 1882 y era indudablemente un chico espabilado, pero sus
primeros tropiezos con la ley hicieron que, al cumplir 21 años, su familia
lo embarcase como emigrante hacia los Estados Unidos para librarse de
él. Durante el viaje en barco perdió todos sus ahorros apostando, así
que al desembarcar tuvo que dedicarse a la picaresca. Trabajó como
camarero en varios sitios, pero enseguida le despedían, porque tenía
cierta propensión a equivocarse al devolver los cambios. Tuvo bastantes
trabajos eventuales, pero siempre surgían problemas. Una vez aprendió
a hablar inglés empezó a trabajar en bancos; no tardó mucho en ser
encarcelado en Canadá por falsificación de cheques, y luego se ganó una
condena más larga en Boston en 1911 por su implicación en un negocio
de contrabando de emigrantes italianos.

En 1919 dio su gran golpe. Cuando los inmigrantes italianos


escribían a sus familias en Italia, empobrecidas por la guerra, incluían
en las cartas unos cupones postales que se podían cambiar en Italia por
sellos, y así los familiares podían contestar a la carta. Ponzi se dio
cuenta de que, a causa de las devaluaciones de las monedas europeas,
se podría ganar dinero comprando los cupones en Italia y vendiéndolos
en los Estados Unidos. Montó una empresa, la Securities Exchange
Company, y empezó a repartir cupones prometiendo unos intereses del
50% en mes y medio (un 2462% anual). Se hizo millonario
inmediatamente. Las viudas hipotecaban sus casas para suplicarle a
Ponzi que aceptase los ahorros de sus vidas. Los intereses se pagaban
puntualmente, pero de las arcas de Ponzi no salía ni un dólar, porque
todo el mundo reinvertía las ganancias en el negocio. Hubo alguna
complicación legal, pero Ponzi, a sus 37 años, no sólo era un sobornador
experto que se las sabía todas, sino que además ahora tenía sacos y
sacos de dinero; era imparable. Se convirtió en un personaje famoso al
que los periódicos ponían como ejemplo, pero un buen día un periodista
se puso a investigar sobre él...

El Boston Post publicó un artículo en el que un analista


financiero explicaba que Ponzi no estaba haciendo nada con todo el
dinero que tomaba prestado; además, para hacer frente a sus
obligaciones, Ponzi necesitaría 160 millones de cupones, cuando en
realidad sólo había 27.000 en circulación. La conclusión era sencilla: su
negocio consistía simplemente es amontonar el dinero que le ponían en
las manos.

Es increíble la rapidez con la que se pueden propagar las malas


noticias; Ponzi se vio rodeado inmediatamente de inversores furiosos
que le impidieron huir. Fue condenado a 5 años de cárcel. Salió al cabo
de 3, pero volvió a ser juzgado inmediatamente, y fue condenado a
otros 9 años. En cuanto conoció el veredicto huyó a Florida, donde
empezó a montar otra estafa, pero era demasiado conocido. Tuvo que
huir de nuevo, esta vez a Texas, donde se afeitó el bigote y la cabeza
antes de enrolarse en un barco mercante, pero de todas formas le
detuvieron. Tras 11 años de prisión, al salir del presidio le estaba
esperando una multitud para lincharle. Como la policía se vio incapaz de
protegerle, decidieron deportarle a Italia. Allí inició nuevos negocios,
como el contrabando de materiales estratégicos mientras trabajaba en
una aerolínea, y conoció más cárceles. Murió en Brasil solo y en la
miseria.

Ponzi estafó unos 15 millones de dólares a 40.000 personas, y a


veces se le atribuye injustamente ser el inventor de estas estafas, pero
la verdad es que antes de montar su propio negocio ya había formado
parte de un esquema de Ponzi en Canadá organizado por otros
aventureros, que a su vez posiblemente habían sacado la idea de una
estafa que realizó William Miller, apodado "520 por ciento", en 1899.
Pero tampoco estos fueron los primeros.

En España, Baldomera Larra, la hija del famoso escritor, y


apodada "La Madre de los Pobres", organizó una estafa de Ponzi en
1876, 43 años antes de que lo hiciera Ponzi. Ofrecía un 30% de interés
en un mes, y tuvo que cambiarse de casa para poder recibir a todos los
clientes que la visitaban. Una fuente de la época estimó los estafados en
350.000, aunque este dato parece exagerado. Desapareció con 22
millones de reales, pero fue detenida y condenada por alzamiento de
bienes; sin embargo, su condena fue rebajada a seis meses gracias a las
peticiones de clemencia de sus propios clientes, y no cumplió la pena
por su avanzada edad.

Así pues, Ponzi debe su fama simplemente a los artículos del


Boston Post, que ganó un premio Pulitzer.

En realidad, las estafas de Ponzi "involuntarias" pueden ser


mucho anteriores, porque hay una forma bastante natural en la que un
negocio legítimo se puede ir convirtiendo gradualmente en un esquema
de Ponzi. Consiste en que un empresario pida un préstamo ofreciendo
unos intereses mayores a los normales porque espera sinceramente
conseguir unos beneficios espectaculares al montar un negocio. Al
fracasar sus planes y conseguir ganar menos dinero del esperado, puede
estar demasiado avergonzado para reconocerlo, y pagar los intereses de
todas formas. Entonces los inversores satisfechos quieren reinvertir sus
ganancias, y el empresario las acepta, pensando que tiene una segunda
oportunidad de hacer realidad sus planes. Pero si vuelve a fracasar en
su segunda oportunidad, y en la tercera y la décima, acabará
gestionando un sistema de Ponzi sin habérselo propuesto. Es posible
que fuese esto lo que ocurrió con Madoff y Afinsa (inversión en sellos).

Los esquemas de Ponzi son un tipo peculiar de pirámides. El


dinero que devuelven a los primeros inversores es simplemente el que
acaban de introducir los últimos, así que los niveles de esta pirámide se
van construyendo cronológicamente. Pero al compararlos con otras
pirámides encontramos tres diferencias importantes:

1. En un esquema de Ponzi sólo hay un estafador, mientras que


en una pirámide los estafados se van convirtiendo en estafadores. Esto
es particularmente importante a la hora de buscar responsabilidades
penales.

2. Un esquema de Ponzi crece al incorporar más personas pero,


también, cuando estas personas reinvierten sus ganancias. Uno podría
pensar que los esquemas de Ponzi deben fallar cuando los inversores se
lleven su dinero, pero los seres humanos somos codiciosos, y son pocos
los inversores que salen de su pirámide; normalmente basta con que les
enseñen los intereses un momentito para convencerse de que ya han
ganado.

3. Suele estar claro cómo funciona una pirámide; sin embargo,


en una estafa de Ponzi, los inversores simplemente se creen que el
negocio está ganando dinero, porque no pueden comprobarlo
personalmente.

Una estafa de Ponzi puede acabar de tres maneras:


1. Los estafadores huyen con el dinero.
2. El sistema se hunde por su propio peso.
3. La estafa es expuesta.

Como ocurre con las pirámides en general, los esquemas de


Ponzi admiten un número enorme de variantes. Citemos por ejemplo la
estafa de Adriaan Nieuwoudt, en Sudáfrica en 1984, que consistía en
vender un "activador" para cultivar en leche una sustancia que luego era
comprada por un precio 30% superior al activador. Tanto el activador
como la sustancia eran completamente inútiles, pero cómo no se
"invertía" el dinero, sino que se usaba para "comprar" el activador, no
parecía en absoluto un esquema de Ponzi.

¿Hasta qué punto son destructores los sistemas


piramidales?

Recordemos algunas estafas piramidales recientes:

1. SOFICO, 1962, España y Portugal, 48 millones de euros.


Nadie fue a la cárcel.

2. Dona Branca, Portugal, 1984. La "Banquera del Pueblo"


prometía el 10% mensual y estafó 85 millones de euros a más de 600
personas. Fue condenada a 10 años de cárcel, de los que cumplió menos
de 2 debido a su mala salud; tenía 80 años, y murió poco después de
ser excarcelada.

3. MMM, una empresa rusa, 1990, 1.500 millones de dólares


estafados a dos millones de personas. Una persona fue condenada a 4
años y medio de cárcel.

4. Caritas, una empresa rumana sin relación con la ONG


española, 1994, estafó 1.000 millones de dólares a 400.000 personas.
Una persona fue condenada a un año y medio de cárcel.

5. Banca El Oro, Ecuador, 2005, 800 millones de dólares


estafados a 50.000 personas, nadie ha ido a la cárcel todavía.

6. Madoff, 2008, Estados Unidos, 50.000 millones de dólares


estafados, principalmente a millonarios de todo el mundo. Debido a su
edad, es posible que no vaya a la cárcel.

En tiempos de crisis, la tentación de organizar una pirámide o


unirse a ella puede ser irresistible. Esto es lo que ocurrió en Albania en
1997; de tres millones de habitantes, dos millones se vieron
involucrados en varias estafas, causando unas pérdidas totales de 1.200
millones de dólares, o un tercio del Producto Interior Bruto. La sucesión
de revueltas consiguientes estuvo a punto de causar una guerra civil, y
el presidente Salí Berisha tuvo que dimitir. Algo parecido ocurrió en
Colombia en 2008, donde la llamada "Crisis de las Pirámides" estalló
cuando el gobierno se vio obligado a intervenir Proyecciones DRFE
(Dinero Rápido, Fácil y Efectivo); el número de afectados ronda los siete
millones, y se decretó el estado de emergencia social a causa de los
saqueos continuados.

Burbujas
Las burbujas se forman cuando hay expectativas desmedidas
sobre el crecimiento o revalorización de algún producto. Pueden ocurrir
en cualquier momento de los ciclos económicos, pero es más posible
que se formen en los años de "vacas gordas", cuando el optimismo hace
que cualquier precio parezca barato.

No todas las burbujas llegan a estallar; si los precios se han


inflado poco, es posible que se deshinchen paulatinamente. Pero si la
especulación dispara los precios hasta niveles absurdos, lo más probable
es que el regreso a los precios racionales sea violento y se produzca por
sorpresa, cuando de repente no haya nadie dispuesto a comprar.

Una de las burbujas más conocidas es la de los tulipanes en


Holanda en el siglo XVII. El ansia por comprar bulbos fue tal que hasta
tesoreros de orfanatos arriesgaron y perdieron todo el dinero de sus
instituciones, y se creó un mercado de futuros sobre bulbos. Un
marinero fue condenado a seis meses de cárcel por comerse un bulbo
que valía más que un barco confundiéndolo con una cebolla. La crisis
que se originó al reventar la burbuja llevó al estado holandés a la
quiebra. Lo más interesante de este ejemplo es observar que los
tulipanes no son necesarios, útiles, o difíciles de cultivar; simplemente
se esperaba vender flores.
Una burbuja se diferencia de una pirámide en que no hay un
estafador concreto que haya planeado la burbuja (lo cual, obviamente,
no impide que los perjudicados se sientan estafados). En teoría, todo el
mundo compite en el mercado en igualdad de condiciones, aunque
indiscutiblemente hay gente con más experiencia y mejor informada.

Sin embargo, si estiramos un poquito el significado de las


palabras y llamamos estafadores a quienes venden y estafados a
quienes compran, entonces las burbujas sí que comparten la propiedad
de las pirámides de convertir a los estafados en estafadores, porque los
compradores aspiran a convertirse en vendedores. Podríamos sentir
lástima por un "engañado" que se gaste el sueldo de diez años en
comprar un bulbo de tulipán, pero si luego lo revende por el sueldo de
veinte años, ¿qué pensaremos de él?

Una pregunta que surge habitualmente al reventar una burbuja


es "¿a dónde ha ido el dinero?" Porque parece claro que alguien tiene
que haber ganado lo que los otros han perdido, ¿no? Bueno, pues quizás
no.

En realidad, las burbujas destruyen dinero. Sí, es verdad que


algunos participantes ganan dinero, pero si sumamos todo lo ganado y
todo lo perdido, veremos que la sociedad, en conjunto, sale perdiendo.
Para entenderlo, pensemos en un criador de cerdos holandés que decide
cambiarse al negocio de los tulipanes. Primero tendrá que deshacerse de
los cerdos, y posiblemente tendrá que malvenderlos, ya que nadie
querrá comprarlos en un momento en que todo el mundo quiere
dedicarse a los tulipanes, que obviamente es el negocio del futuro.
Luego tendrá que hipotecar la granja para poder comprar bulbos, que ya
están por las nubes. Tras ganar dinero con los tulipanes (o quizás
perderlo), revienta la burbuja, y decide volver a criar cerdos. Ahora
tiene que vender sus tulipanes, o tirarlos, porque ya nadie los quiere, y
comprar cerdos, que ahora están caros porque obviamente es el negocio
del futuro. Cuando tenemos en cuenta el dinero gastado en cambios de
negocio, vemos que se ha ganado menos dinero del que se ha perdido;
pero si además sumamos el coste del tiempo malgastado por una
multitud de personas en una ocupación improductiva, mientras se
descuidaban otras tareas necesarias, comprendemos que una burbuja
pueda ser un desastre.

En el caso concreto de la burbuja inmobiliaria española, parte


del dinero pagado por las casas fue recaudado por ayuntamientos; este
dinero ha sido perdido por alguien, pero nadie lo ha ganado (bueno, en
cierto sentido lo han ganado todos los ciudadanos). Esto ocurre en todas
las burbujas; su actividad genera unos gastos que pueden ser bastante
elevados y a los que no se presta atención en la euforia del momento.

Por otra parte, mucha de la gente que gana dinero en una


burbuja no sabe "salirse a tiempo". Es verdad que quien compró un piso
por 50.000 euros y lo vendió por 150.000 hizo un gran negocio, pero si
era un "nuncabajista" convencido de que "los pisos nunca bajan de
precio", posiblemente volvió a comprar otro piso por 250.000 euros con
la esperanza de venderlo por 500.000... y quizás la burbuja reventó
antes de que consiguiese venderlo. Es posible que esta persona hable a
sus amigos del primer piso pero no del segundo. Esto mismo se aplica a
las empresas inmobiliarias; es verdad que ganaron fortunas, pero las
que no supieron cambiar de negocio están quebrando ahora, así que, a
la hora de cerrar las cuentas, no se ha ganado tanto como podría
parecerle a quienes han perdido.

Fraude contable: posponer el pago de impuestos

Lo que vamos a ver ahora no es realmente una estafa, sino un


truco de ingeniería financiera que puede ser especialmente importante
durante una etapa de crecimiento desaforado. A una empresa que
quiere crecer rápidamente le interesa retrasar el pago de impuestos.
Para ver esto, pensemos por un momento en una empresa constructora
que al principio vale 100 millones de euros y que durante seis años tiene
la posibilidad de crecer al 20% anual.

Si esta empresa paga puntualmente el impuesto de sociedades,


de ese 20% que gana pagará el 30%, es decir, en realidad crecerá sólo
el 14%, y al cabo de los 6 años valdrá 219 millones. Sin embargo, si
esta empresa consigue posponer el pago del impuesto de sociedades,
crecerá al 20% anual, es decir, al cabo de los 6 años valdrá 298
millones. Eso sí, cuando no pueda retrasar más el pago de impuestos,
tendrá que pagar el 30% de los 198 millones ganados, es decir, se
quedará en 239 millones.

La diferencia entre 219 y 239 es bastante jugosa, pero este


truco pierde su gracia cuando el ritmo de crecimiento es pequeño. Por
ejemplo, si en vez del 20% anual nuestra empresa ganase un 4%, la
diferencia entre pagar impuestos puntualmente o lo más tarde posible
sería simplemente pasar de 118 a 118,5. Queda claro que retrasar el
pago de impuestos puede ser una importante estrategia de crecimiento,
pero sólo durante una burbuja.

Bien, veamos ahora cómo se puede conseguir este retraso.

AÑO 1

La empresa vale 100 millones al principio del año, y gana 20


millones a lo largo del ejercicio. Al acabar el año, el presidente empieza
a frotarse las manos, se avecinan buenos tiempos. Va a hablar con el
contable.

-¿Qué podemos hacer para no pagar impuestos sobre esos 20


millones?

-Bueno, podríamos comprar materiales para las obras del año


que viene por valor de 20 millones. La factura nos la hacen con fecha 31
de diciembre. De esta forma gastamos 20 millones más este año, no
tenemos beneficios, y no tenemos que pagar impuestos.
Claro, el año que viene la empresa no se gastará esos 20
millones en materiales de obra porque ya los ha comprado este año. Por
tanto, el año que viene ganará 20 millones más; mejor dicho, no
gastará 20 millones. Es decir, lo que está haciendo no es evadir
impuestos, sino trasladar las ganancias de un año al siguiente. Dado
que tarde o temprano llegará el momento en que no pueda "disfrazar"
esos 20 millones, algún día tendrá que pagar los impuestos sobre ellos;
pero, de momento, ya ha conseguido no pagar impuestos este año.

AÑO 2

La empresa vale 120 millones, aunque los libros de cuentas


digan que vale 100, así que puede hacer más obras que el año anterior.
De hecho, como ya se ha confirmado que estos tiempos son buenos, es
posible que se atrevan a pedir créditos a bancos para iniciar más obras,
así que podrían tener tantos contratos como si la empresa valiese 200
millones. Al acabar el año, el presidente va a hablar con el contable.
-Mira, este año hemos ganado 40 millones, más los 20 del año
pasado. ¿Podrías disimularlos?

-Hmm... hombre, el año pasado conseguí escamotear 20


millones entre 100, así que disimular 60 entre 200 parece factible, dado
que ya tengo experiencia... déjame pensarlo...

AÑO 3

¡Estamos en la cresta de la ola! Las perspectivas de crecimiento


son fabulosas, hay que contratar obreros como locos, tomar
precauciones es para cobardes. En los libros de cuentas consta que la
empresa sigue valiendo 100 millones, pero en realidad tiene 160, y está
arriesgándose y trabajando como si tuviese 800. Esto se consigue de
varias formas.

Por un lado, todo el mundo quiere construir en una economía


boyante, así que si la empresa consigue más contratos de los que puede
gestionar, los subcontrata. Obviamente no se gana el 20% sobre las
subcontratas, pero bueno.

Por otro lado, como todo el mundo quiere construir, pueden


negociar con sus clientes desde una posición fuerte. Imaginemos que
alguien quiere un edificio cuya construcción costará 11 millones y por el
que pagará 12. La empresa constructora insiste en incluir en el contrato
una cláusula por la que el cliente pagará un millón mensual durante la
duración de la obra, que será de 12 meses. Cuando acabe el año, en los
libros de cuentas de la constructora constará que se ha gastado 11
millones para ganar 12, lo cual representa un 9% de margen de
beneficios. No parece demasiado, pero miremos las cuentas
correctamente. La empresa constructora invirtió un millón en la obra en
enero, pero el cliente se lo pagó en febrero. La constructora se gastó
este millón a lo largo de febrero, y el cliente se lo volvió a pagar en
marzo, y así sucesivamente. Entonces, ¿cuánto dinero ha puesto la
constructora en la obra? Sorpresa, sólo un millón, en enero; ¡ha sido el
cliente quien ha ido pagando la obra a lo largo del año! Claro, si la
constructora invierte un millón y gana otro, el resultado es el 100% de
beneficio anual. Recordemos que la empresa tiene 160 millones, así que
podría estar en obras por valor de 160*12 = 1.920 millones. Además,
en tiempos de bonanza, si hiciese falta podría pedir créditos a los
bancos y se los concederían; ¿por qué no pedir un préstamo al 16%, si
con él vas a ganar el 100%? Es verdad que esto es arriesgado, porque
podrían surgir problemas en la obra, o el cliente podría retrasarse en sus
pagos, pero son años magníficos en los que el optimismo es cegador: al
fin y al cabo, si el cliente no pudiese pagar un mes, los bancos no
dudarán en darle un crédito... está construyendo y creciendo, ¡eso es
bueno!

Al acabar el año, el presidente de la compañía va a ver al


contable.

-Mira, tenemos un problema, este año nuestro margen de


beneficio ha bajado al 15%, pero eso son unos 120 millones, más los 60
de los años pasados. ¿Puedes hacer tu magia y convertirlos en pérdidas?

-Pues claro; ¿no ves que tenemos 800 millones de obras para
justificarlos? Los otros años fue más difícil.

AÑO 4
Han llegado los años de vacas flacas y, como siempre, han
pillado a todo el mundo por sorpresa. Nuestra empresa, que
teóricamente seguía valiendo 100 millones, se queda sin obras, pero,
curiosamente, este año declara 180 millones de beneficios (los que ganó
en los años anteriores), de los que paga 54 de impuestos, así que pasa
de valer 100 a valer 226 millones. Nadie lo entiende; ¿cómo es posible
que una empresa que no creció nada durante los años buenos, ahora,
en mitad de la crisis, crezca un 126%? Lo más injusto es que están
despidiendo a todos los albañiles y, sin embargo, al contable le han
duplicado el sueldo. Nadie entiende nada.

En unas condiciones de crecimiento normales, no es posible


ocultar durante mucho tiempo que una empresa está ganando el 20%
anual. Sin embargo, cuando la economía se "recalienta", puede ocurrir
que, durante varios años consecutivos, los beneficios acumulados sean
pequeños comparados con el volumen de negocios del año siguiente, y
por tanto puedan ser maquillados.

De hecho, si complicamos las cuentas con la inflación y otras


realidades, puede llegar a darse el caso de que una empresa pierda
dinero con todos sus contratos y, sin embargo, esté creciendo.

Resumen

La siguiente tabla compara las diferentes pirámides descritas.


Cadena de Red de Seguridad Esquemas de
Burbujas
cartas distribución Social Ponzi
Fraudulento Sí Depende No Sí ¿?
Hay estafador Sí Sí No Sí No
Estafados
convertidos en Sí Sí Sí No Sí
estafadores
El estafador,
El creador Quien salga
Quién gana El fabricante ¿Todos? quien salga a
de la cadena a tiempo
tiempo
Jerárquico Sí Muchísimo No Sí No
Amigos o
Propagación Amigos Amigos Trabajo mercados Mercados
financieros
Genera riqueza
No Sí (¿poca?) ¿Sí? No No
global
Fallo catastrófico No No ¿Posible? Sí Sí

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20 de enero de 2009

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