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Cuando la gente se preocupa lo suficiente sobre algo como para hacerlo bien,
quienes lo hacen mejor tienden a ser mucho mejores que el resto de la gente. Hay
un enorme hueco entre Leonardo y sus contemporáneos de segunda línea, como
Borgognone. Vemos el mismo hueco entre Raymond Chandler y el escritor medio
de novelas policiacas. Un jugador profesional de ajedrez de alto nivel podría jugar
diez mil partidas contra un jugador normal de club sin perder ninguna.
Pienso que hay tres razones por las que tratamos diferentemente el hacer dinero:
el engañoso modelo de riqueza que aprendemos de niños, la mala reputación de
cómo se han acumulado las fortunas hasta hace poco y la preocupación por que
las grandes variaciones de ingresos sean de alguna forma malas para la sociedad.
Hasta donde yo lo entiendo, la primera es errónea, la segunda está desactualizada
y la tercera es empíricamente falsa. ¿Podría ser que, en una democracia
moderna, la variación en los ingresos sea realmente una señal de salud?
Cuando tenía cinco años pensaba que la electricidad la creaban los enchufes. No
sabía que había centrales eléctricas por ahí generándola. De forma parecida, a la
mayoría de los niños no se les ocurre que la riqueza es algo que tiene que
generarse. Parece ser algo que fluye de los padres.
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distribuirse equitativamente), y no en algo que tiene que crearse (y podría crearse
desigualmente).
¿De dónde viene la riqueza? La hace la gente. Esto era más fácil de percibir
cuando la mayoría de la gente vivía en granjas y fabricaban con sus propias
manos muchas de las cosas que querían. En aquellos tiempos podía verse la
riqueza que creaba cada familia en la casa, los animales y el granero. Por tanto
era evidente que la riqueza del mundo no era una cantidad que tuviera que
compartirse, como las porciones de una tarta. Si queríamos más riqueza,
podíamos fabricarla.
Esto es igual de verdadero hoy día, aunque pocos de nosotros creamos riqueza
directamente por nuestros propios medios (excepto los vestigios de unas pocas
tareas domésticas). Principalmente creamos riqueza para otras personas a cambio
de dinero, que posteriormente intercambiamos por las formas de riqueza que
deseamos.[1]
Como los niños son incapaces de crear riqueza, ha de dárseles todo lo que
tengan. Y cuando la riqueza es algo que se da, evidentemente parece que debería
distribuirse equitativamente.[2] En la mayor parte de las familias es así. Los niños
se ocupan de eso. "Es injusto", protestan cuando un hermano obtiene más que
otro.
Se nos paga por hacer algo que quiere la gente y generalmente quienes hacen
más dinero son sencillamente mejores haciendo cosas que quiere la gente. Los
grandes actores ganan mucho más dinero que los de serie B. Los actores de serie
B podrán ser casi tan carismáticos como los más conocidos, pero cuando la gente
va al cine y mira la cartelera, buscan ese atractivo extra que tienen las grandes
estrellas.
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Hacer lo que quiere la gente no es la única forma de obtener dinero, por supuesto.
También podemos robar bancos, o pedir sobornos, o establecer un monopolio.
Esos trucos generan algo de la variación en la riqueza y así es como se formaron
algunas de las mayores fortunas individuales, pero no son la causa principal de la
variedad de ingresos. La causa principal de la variedad de ingresos, como implica
la navaja de Occam, es la misma que la de la variedad en cualquier otra habilidad
humana.
Puede parecer raro en principio que un individuo pueda realmente generar mucha
más riqueza que otro. La clave de este misterio es revisar la cuestión, ¿realmente
valen tanto como 100 de nosotros? ¿Cambiaría un equipo de baloncesto a uno de
sus jugadores por 100 personas al azar? ¿A qué se parecería el próximo producto
de Apple si reemplazamos a Steve Jobs por un comité de 100 personas elegidas
al azar?[6] Estas cosas no escalan linealmente. Quizá el consejero delegado o el
deportista profesional tengan sólo diez veces (signifique esto lo que signifique) la
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habilidad y determinación de una sola persona. Pero la diferencia se encuentra en
que estén concentradas en una sola persona.
Cuando decimos que un trabajo está demasiado bien pagado y otro demasiado
mal pagado, ¿qué estamos realmente diciendo? En un mercado libre, los precios
se determinan por lo que desean los compradores. A la gente le gusta más el
baloncesto que la poesía, así que los jugadores de baloncesto ganan más dinero
que los poetas. Decir que un cierto tipo de trabajo está mal pagado es por tanto lo
mismo que decir que la gente quiere las cosas equivocadas.
Bueno, es verdad que la gente quiere cosas equivocadas. Parece extraño que nos
sorprenda. Y parece aún más extraño decir que es injusto que ciertos tipos de
trabajos estén mal pagados.[7] Lo que se está diciendo es que es injusto que la
gente quiera cosas equivocadas. Es lamentable que la gente prefiera los reality
shows y los perritos calientes a Shakespeare y la verdura al vapor pero, ¿injusto?
Es como decir que el azul es pesado o que arriba es circular.
Robándola
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principalmente político.[9] Pero el principio era el mismo. De hecho, el mismo
principio está operando ahora mismo en Zimbabwe.
Una vez que fue posible hacerse rico creando riqueza, la sociedad en general
empezó a hacerse más rica muy rápidamente. Casi todo lo que tenemos lo creó la
clase media. De hecho, las otras dos clases prácticamente han desaparecido en
las sociedades industriales y sus nombres se han puesto a los dos extremos de la
clase media. (En el sentido original del término, Bill Gates pertenece a la clase
media.)
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crear riqueza más rápidamente de lo que podía robarse. El prototipo de rico en el
siglo XIX no era un cortesano, sino un industrial.
Con el ascenso de la clase media, la riqueza dejó de ser un juego de suma cero.
Jobs y Wozniak no nos han hecho pobres para hacerse ricos. Más bien al
contrario: han creado cosas que hacen nuestras vidas materialmente más ricas.
Tenían que hacerlo o no les habríamos pagado por ello.
Peor como en la mayor parte de la historia mundial la vía principal hacia la riqueza
ha sido robarla, tendemos a sospechar de la gente rica. Los universitarios
idealistas ven confirmado su modelo infantil de riqueza inconscientemente
preservado por ilustres escritores del pasado. Es un caso de error que se mezcla
con obsolescencia.
"Detrás de cada gran fortuna, hay un crimen", escribió Balzac. Aunque en realidad
no lo hizo. Lo que realmente dijo es que una gran fortuna sin causa aparente se
debe probablemente a un crimen tan bien ejecutado que ha sido olvidado. Si
estamos hablando sobre la Europa del año 1000 o la mayoría del Tercer Mundo
hoy, la frase mal citada sería exacta. Pero Balzac vivió en la Francia del siglo XIX,
donde estaba produciéndose la revolución industrial desde hacía tiempo. Él sabía
que podíamos hacer una fortuna sin robarla. Después de todo, lo hizo él siendo un
novelista popular.[12]
Sólo unos pocos países (y no es coincidencia que sean los más ricos) han
alcanzado esta etapa. En la mayoría, la corrupción sigue estando a la orden del
día. En la mayoría, la manera más rápida de obtener riqueza es robarla. Así que
cuando vemos que aumentan las diferencias de ingresos en un país rico hay una
tendencia a preocuparse porque esté marchando hacia atrás para convertirse en
otra Venezuela. Pienso que lo que vemos es lo contrario: un país caminando
firmemente para alejarse de Venezuela.
La palanca tecnológica
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Recuerdo muy claramente cuando en 1985 la mejora tecnológica hizo posible que
me comprara un ordenador. En unos meses lo estaba empleando para ganar
dinero como programador freelance. Pocos años antes no hubiera podido hacerlo.
Pocos años antes no había programadores freelance. Pero Apple creó riqueza en
forma de ordenadores poderosos y baratos y los programadores inmediatamente
se pusieron manos a la obra empleándolos para crear más riqueza.
Los coches son un buen ejemplo de por qué. Es posible comprar coches caros
fabricados a mano, que cuestan cientos de miles de dólares. Pero no tiene mucho
sentido hacerlo. Las empresas ganan más dinero fabricando un gran número de
coches normales que un pequeño número de coches caros. Así que una empresa
que fabrica un coche producido en masa puede permitirse gastar mucho más en
diseño. Si compramos un coche hecho a medida, siempre habrá algo que no
funcione. Comprar uno hoy día sólo tiene sentido para demostrar que podemos
hacerlo.
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sólo porque estamos muy bien entrenados por la publicidad podemos llegar a
reconocer los que son especialmente caros.[14]
Asimismo, los ricos gastan su tiempo como el resto de la gente. Parece que hace
tiempo que desaparecieron los Bertie Wooster. Hoy día, la mayoría de la gente
suficientemente rica como para no trabajar, lo sigue haciendo de todas formas. No
es sólo la presión social: la inactividad es solitaria y desmoralizante.
Tampoco tenemos las distinciones sociales que había hace cien años. Las
novelas y manuales de etiqueta de ese periodo hoy parecen descripciones de una
extraña sociedad tribal. "Con respecto a la continuidad de las amistades (…)",
advierte el Libro de gestión familiar de la Señora Beeton (1880), "puede resultar
necesario, en algunos casos, a un ama de casa renunciar, al asumir la
responsabilidad del hogar, a muchas de las iniciadas en una etapa anterior de su
vida". Se esperaba que una mujer que se casara con un hombre rico olvidara a las
amigas que no lo hacían. Pareceríamos bárbaros si nos comportáramos así hoy
día. Asimismo tendríamos una vida muy aburrida. La gente sigue tendiendo de
alguna forma a la segregación, pero mucho más basándose en la educación que
en la riqueza.[16]
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A menudo oímos que se critica una política basándose en que incrementaría la
diferencia de ingresos entre ricos y pobres. Como si fuera un axioma que esto
debería ser malo. Puede ser cierto que un incremento en la variación de ingresos
sea malo, pero no veo cómo podemos decir que sea axiomático.
Creo que podemos afirmar con rotundidad que (a) y (b) serían malas. Si usted
discrepa, intente vivir un año empleando sólo los recursos disponibles para un
noble franco medio del año 800 y nos informa. (Seré generoso no enviándole a la
edad de piedra.)
La única opción, si vamos a tener una sociedad cada vez más próspera sin
incrementar las variaciones en ingresos parece ser (c), la gente crearía un montón
de riqueza sin que se les remunerara. Por ejemplo, Jobs y Wozniak trabajarían
encantados 20 horas al día para producir el ordenador Apple para una sociedad
que les permitiría, después de pagar impuestos, obtener sólo la parte de sus
ingresos equivalente a lo que habrían conseguido trabajando de 9 a 5 en una gran
empresa.
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En distintos lugares y momentos de la historia, el botón de acumular una fortuna
creando riqueza se ha encendido y apagado. Norte de Italia en el 800, apagado
(los señores de la guerra podía robarlo). Norte de Italia en 1100, encendido.
Francia Central en 1100, apagado (aún feudal). Inglaterra en 1800, encendido.
Inglaterra en 1974, apagado (impuesto del 98% sobre ingresos por inversiones).
Estados Unidos en 1974, encendido. Incluso tenemos un estudio gemelo:
Alemania Occidental, encendido; Alemania Oriental, apagado. En cada caso, la
creación de riqueza parece aparecer o desaparecer igual que el ruido de un
ventilador a medida que encendemos o apagamos la posibilidad de quedarnos con
ella.
[1] Parte de la razón por la que este asunto es tan discutido es que algunos de que más
hablan sobre la riqueza (estudiantes universitarios, herederos, profesores, políticos y
periodistas) tienen una experiencia mínima en crearla (este fenómeno les será familiar a
cualquiera que haya oído conversaciones sobre deportes en un bar).
Los estudiantes en su mayor parte dependen de sus padres y no se han parado a pensar
acerca de dónde viene el dinero. Los herederos dependerán de sus padres toda la vida.
Los profesores y políticos viven en los remolinos socialistas de la economía, lejos de la
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creación de la riqueza y se les paga un salario fijo independientemente de lo duro que
trabajen. Y los periodistas, como parte de su código profesional, se aíslan de la parte del
negocio para el que trabajan que recauda los ingresos (el departamento de publicidad).
Muchas de estas personas nunca se enfrentan cara a cara con el hecho de que el dinero
que reciben representa riqueza, riqueza que, excepto en el caso de los periodistas, algún
otro creó previamente. Viven en un mundo en el que la riqueza la distribuye una autoridad
central de acuerdo con cierta noción abstracta de justicia (o a su libre albedrío, en el caso
de los herederos), en lugar de aportada por otra gente a cambio de algo que desean, así
que les parece injusto que las cosas no funcionen igual en el resto de la economía.
(Algunos profesores sí crean una buena porción de riqueza para la sociedad. Pero el
dinero que reciben no es un quid pro quo. Más bien tiene la naturaleza de una inversión).
[2] Cuando uno lee acerca de los orígenes de la Sociedad Fabiana, suena como algo
inventado por los héroes infantiles eduardianos altruistas de la novela de Edith Nesbit,
The Wouldbegoods.
[3] De acuerdo con un estudio de la Corporate Library, el ingreso medio total, incluyendo
salarios, extras, participaciones y opciones sobre acciones, de los presidentes de las 500
compañías incluidas en el índice Standard&Poors (S&P) fue de 3,65 millones de dólares
en 2002. Según Sports Illustrated, el salario medio de un jugador de la NBA durante la
temporada 2002-03 fue de 4,54 millones y el de un jugador de las ligas mayores de
béisbol al inicio de la temporada 2003 era de 2,56 millones. Según la Oficina de
Estadísticas Laborales, el salario anual medio en EE.UU. en 2002 fue de 35.560 dólares.
[4] A principios del Imperio el precio de un esclavo adulto normal parece haber sido de
unos 2.000 sestercios (p. ej., Horacio, Sat. Ii.7.43). Una sirvienta costaba 600 (Marcial
vi.66), mientras que Columela (iii.3.8) decía que un vendimiador experto había costado
8.000. Un doctor, P. Decimus Eros Merula, pagó 50.000 sestercios por su libertad
(Dessau, Inscriptiones 7812). Séneca (Ep. xxvii.7) informa que un tal Calvisius Sabinus
pagó por esclavos educados en los clásicos griegos 100.000 sestercios por cada uno.
Plinio (Hist. Nat. vii.39) decía que el precio más alto pagado por un esclavo en su tiempo
fue de 700.000 sestercios, por el lingüista (y posiblemente profesor) Daphnis, pero desde
entonces la cantidad se había visto sobrepasada por actores que compraban su propia
libertad.
La Atenas clásica mostraba una variedad similar en precios. Un trabajador ordinario valía
de 125 a 150 dracmas. Jenofonte (Mem. ii.5) menciona precios que van de los 50 a los
6.000 dracmas (para el director de una mina de oro).
Para más información sobre economía de la esclavitud antigua, ver Jones, A. H. M.,
"Slavery in the Ancient World," Economic History Review, 2:9 (1956), 185-199, reimprreso
en Finley, M. I. (ed.), Slavery in Classical Antiquity, Heffer, 1964.
[5] Eratóstenes (276-195 a.C.) midió longitudes de sombras en diferentes ciudades para
calcular la circunferencia terrestre. Erró, pero sólo por un 2%.
[7] Una de las mayores diferencias entre el "modelo papá" y la realidad es la valoración
del trabajo duro. En el "modelo papá", el trabajo duro es meritorio por sí mismo. En la
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realidad, la riqueza se mide por lo que uno genera, no por cuánto esfuerzo se ponga. Si
pinto la casa de otro, el propietario no me pagaría un extra por hacerlo con un cepillo de
dientes.
Puede que le parezca injusto a alguien que siga pensando dentro del "modelo papá" que
cuando alguien trabaje duro no se le pague demasiado. Para aclarar las cosas, deje de
lado a los demás y ponga a nuestro trabajador en una isla desierta, cazando y
recolectando fruta. Si lo hace mal, trabajará duro y no conseguirá mucha comida. ¿Es
esto injusto? ¿Quién está siendo injusto con él?
[8] Parte de la razón de la tenacidad del "modelo papá" puede ser el doble sentido del
término "distribución". Cuando los economistas hablan de la “distribución de ingresos”,
quieren decir distribución estadística. Pero cuando se usa la frase en lenguaje normal, no
puede evitarse asociarlo con el otro sentido de la palabra (como por ejemplo en
"distribución de limosnas") y por tanto haciendo ver inconscientemente la riqueza como
algo que fluye de un grifo central. La palabra "regresivo" aplicada al tipo impositivo tiene
un efecto similar, al menos en mí: ¿cómo puede ser bueno algo regresivo?
[9] "Desde el inicio del reinado Thomas Lord Roos fue un cortesano asiduo al joven
Enrique VIII y se dio prisa en llevarse recompensas. En 1525 se le hizo Caballero de la
Jarretera y se le otorgó el condado de Rutland. Cuando tenía treinta años, su apoyo a la
ruptura con Roma, su celo en aplastar la Peregrinación de la Gracia y su disposición a
votar la pena de muerte en los espectaculares procesos de traición que salpicaron la
errática evolución matrimonial de Enrique le hicieron un evidente candidato al
otorgamiento de propiedades monásticas."
Stone, Lawrence, Family and Fortune: Studies in Aristocratic Finance in the Sixteenth and
Seventeenth Centuries, Oxford University Press, 1973, página 166.
[11] William Cecil y su hijo Robert fueron, cada uno en su momento, los ministros más
poderosos de la Corona y ambos emplearon su posición para amasar fortunas que se
cuentan entre las mayores de su tiempo. Robert en particular llevó los sobornos al límite
de la traición. "Como secretario de Estado y principal asesor sobre política exterior del
Rey Jacobo, fue un receptor especial de favores, ofreciéndole los holandeses grandes
sobornos para que no hiciera la paz con España y los españoles grandes sobornos para
que hiciera la paz" (Stone, op.cit., página 17).
[12] Aunque Balzac hizo un montón de dinero escribiendo, era notablemente poco
previsor y tuvo problemas con las deudas toda su vida.
[13] Un Timex puede variar en torno a ±0,5 segundos por día. El reloj mecánico más
preciso, el Patek Philippe 10 Day Tourbillon, asegura entre -1,5 y +2 segundos. Su precio
de venta está en torno a los 220.000 dólares.
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[14] Si se le preguntara cuál es más caro, una limusina de diez asientos Lincoln Town de
1989 (5.000 dólares) o un Mercedes S600 Sedan de 2004 (122.000 dólares), el
eduardiano medio se equivocaría.
[15] Para decir algo sensato acerca de los ingresos, tenemos que hablar de ingresos
reales, o de ingresos medidos en relación con lo que pueden comprar. Pero la forma
habitual de calcular los ingresos reales ignora buena parte de crecimiento de la riqueza a
lo largo del tiempo, ya que ésta depende de un índice de precios de consumo creado
dando vueltas a cifras que son precisas sólo localmente y no incluye los precios de los
nuevos inventos hasta que son tan comunes que estabilizan los precios.
Así que mientras podríamos pensar que es mucho mejor vivir en un mundo con
antibióticos o tráfico aéreo o una red de energía eléctrica, las estadísticas de ingresos
reales calculadas de la forma usual nos probarán que sólo somos ligeramente más ricos
por tener estas cosas.
Otra aproximación podría ser preguntarse, si pudiéramos volver al año x en una máquina
del tiempo, ¿cuánto tendríamos que gastar en bienes de comercio para hacer nuestra
fortuna? Por ejemplo, si volviéramos a 1970 indudablemente será menos que 500$,
porque la capacidad de procesamiento que podemos obtener hoy por 500$ hubiera
costado al menos 150 millones de dólares en 1970. La función se hace enseguida
asintótica, pues para lapsos superiores a cien años o así podríamos obtener lo que se
necesitaba en la basura de un día actual. En 1800 una botella de plástico vacía con un
tapón a rosca hubiera parecido un trabajo milagroso.
[16] Algunos dirán que viene a ser lo mismo, ya que los ricos tienen mejores
oportunidades de educación. Es cierto. Aún es posible, hasta cierto punto, comprar el
acceso de nuestros hijos a las mejores universidades enviándoles a escuelas privadas
que efectivamente eliminan los procesos de admisión universitarios.
De acuerdo con un informe del año 2002 del Centro Nacional de Estadísticas Educativas,
alrededor del 1,7% de los niños estadounidenses acude a escuelas privadas no sectarias.
En Princeton, el 36% de los alumnos de 2007 procede de esas escuelas. (Es curioso que
el número en Harvard es significativamente más bajo, en torno al 28%). Evidentemente es
un enorme coladero. Al menos parece que se está cerrando, no abriendo.
Quizá quienes diseñan los procesos de admisión deberían aprender del ejemplo de la
seguridad informática y en lugar de asumir que su sistema no puede atacarse, medir el
grado en que puede serlo.
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