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Universidad Autónoma de Manizales Juan José Osorio Alzate

Seguridad y Defensa Nacional 07/11/2023


Ciencia Política, Gob y RR. II

TEORÍA DE LA PAZ DEMOCRÁTICA: ENTRE LA PAZ


PERPETUA Y EL FUNDAMENTALISMO LIBERAL
Adriana Rincón Villegas

Resumen:
La democracia es concebida como un logro fundamental de la humanidad para darle salida al
problema de la guerra. Para explicar la magnitud de su importancia es necesario recurrir a
autores clásicos y contemporáneos como Doyle, Lijphart, Dahl y Rawls, este último con su
desarrollo teórico sobre el derecho de gentes y el concepto de la “estabilidad por las razones
correctas”, el cual alude una situación en la cual los ciudadanos adquieren un sentimiento de
justicia que los inclina no sólo a aceptar sino también a practicar los principios de justicia.

Sin embargo, la paz democrática, entendida como la correlación de las necesidades e


intereses compatibles entre pueblos democráticos, puede no ser la solución definitiva a las
guerras en el mundo. Esto porque el tipo de sistema democrático que se generalizó
globalmente después del colapso de la Unión Soviética se encuentra aún en proceso de
construcción y consolidación. Parte de la expansión del ideal democrático puede explicarse
fundamentalmente por la difusión de ideas y prácticas democráticas, expresadas, según Dahl,
en una serie de criterios que permiten identificar el nivel democrático de los Estados. Pero
esto no puede agotar toda la explicación, ya que sería un error presuponer que la democracia
fue inventada de una vez por todas. La democracia se ha ido transformando en la historia
hasta culminar en lo que hoy fundamenta a los Estados constitucionales liberales, muchos de
ellos, actualmente, como repúblicas en proceso de democratización y apertura.

El objetivo es establecer si existen certezas acerca de que la teoría de la paz democrática es la


llave maestra de lo que Kant llamaría la Paz Perpetua, o si por el contrario existen pocas
evidencias para aseverar que con la democracia mundial se garantiza la paz entre los pueblos.
La autora argumenta que la paz democrática, como bandera del derecho internacional, es un
sistema reciente, demasiado joven como para atribuirle la responsabilidad mesiánica de salvar
a la humanidad.

La democracia es más un deber ser, un ideal moral, y en ese sentido ella, en sí misma, es una
cosa y el camino que se escoja para alcanzarla es otra, con una carga moral independiente y
distinta. No todos los pueblos van a estar dispuestos a adoptar los valores democráticos si
estos van en contravía de su cultura y tradiciones. El fundamentalismo liberal, en su intento
de monopolizar las reglas de juego del sistema político global, ha librado en nombre de la
democracia una serie de conflictos armados de inimaginables proporciones, contradiciendo
sus propios principios. La historia ha demostrado que la violencia trasciende a cualquier
sistema político, tal vez porque es inherente a la naturaleza humana y social del individuo,
razón por la cual tal vez no sea la democracia el antídoto eficaz para erradicarla
definitivamente.

Comentarios:
I. Construir una democracia auténtica: Ética y política
Según Adela Cortina, para construir una democracia auténtica es necesario primero
construir una democracia comunicativa y de reconocimiento mutuo. Para la filósofa,
reconocer nuestra interrelación como personas en vínculo nos permite identificar una
serie de proyectos comunes o ‘mínimos de justicia’, dirigidos a la búsqueda de la paz
y al establecimiento de la política del ‘diálogo cordial’ como mecanismo para lograr
los objetivos comunes de un sistema verdaderamente democrático. En contraposición
de una democracia basada en la suma de intereses agrupados, Adela Cortina defiende
la unión entre los conceptos de democracia y humanidad con el objetivo de volcar la
política nacional e internacional hacia la consecución de la racionalidad, la empatía, la
distribución de la riqueza y la autonomía como principios fundamentales de justicia,
claves para construir una democracia auténtica.

II. Contra el fundamentalismo y el dogma liberal


En la transición hacia un mundo cada vez más multipolar se vuelve necesaria la
formulación y divulgación de ideas alternativas a la concepción clásica del
liberalismo político y su tipo de régimen democrático. El intento de occidente de
asegurar el ‘fin de la historia’ por medio de la imposición de sus valores democráticos
resultó en una proliferación de los conflictos armados alrededor del mundo no
occidental, así como a una profundización de la desigualdad económica y social en
aquellos países que siguieron el rumbo de la ciencia económica anglosajona. En
contra del fundamentalismo se requiere una mayor acción cooperativa entre los
diferentes Estados para lograr los objetivos de paz y desarrollo común, profundizando
el comercio de beneficio mutuo y el establecimiento de reglas que prohíban y
condenen la intervención de un Estado en los asuntos internos de otro.

III. Asignar y reconocer las responsabilidades de la guerra para transitar a una paz
verdadera
En el camino de la construcción de paz, la asignación clara de las responsabilidades
de la violencia y la barbarie de la guerra es el primer paso para el surgimiento de un
proceso de reconocimiento, resolución y no repetición. Este proceso lleva consigo la
enorme responsabilidad de asegurar, por medio de la acción estatal, que la resolución
de un conflicto armado prosiga al surgimiento de una época de estabilidad,
convivencia y reconocimiento pacífico del otro. La transición hacia una sociedad del
posconflicto implica la primacía de los mecanismos políticos y diplomáticos para la
resolución de los conflictos surgidos de las diferencias sociales, culturales o religiosas
entre un pueblo o entre Estados.

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