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Este documento describe la humildad y la perseverancia como cualidades fundamentales del carácter cristiano. Define la humildad como el reconocimiento de que Dios es necesario en nuestra vida y que todo lo que somos proviene de Él. Explica que la humildad nos permite reconocer nuestros errores y crecer, y que produce beneficios como no exaltarnos a nosotros mismos. También define la perseverancia como permanecer firme ante los obstáculos y esforzarse por superarlos, y proporciona ejemplos bíblicos y
Este documento describe la humildad y la perseverancia como cualidades fundamentales del carácter cristiano. Define la humildad como el reconocimiento de que Dios es necesario en nuestra vida y que todo lo que somos proviene de Él. Explica que la humildad nos permite reconocer nuestros errores y crecer, y que produce beneficios como no exaltarnos a nosotros mismos. También define la perseverancia como permanecer firme ante los obstáculos y esforzarse por superarlos, y proporciona ejemplos bíblicos y
Este documento describe la humildad y la perseverancia como cualidades fundamentales del carácter cristiano. Define la humildad como el reconocimiento de que Dios es necesario en nuestra vida y que todo lo que somos proviene de Él. Explica que la humildad nos permite reconocer nuestros errores y crecer, y que produce beneficios como no exaltarnos a nosotros mismos. También define la perseverancia como permanecer firme ante los obstáculos y esforzarse por superarlos, y proporciona ejemplos bíblicos y
Algunas Cualidades Fundamentales Del Carácter Cristiano (2).
Humildad (Sal 147:6, Pro 11:2, Sant. 4:6, Tit. 3:2). Concepto. Ausencia de orgullo, actuar con modestia. Es la que nos permite reconocer que Dios es necesario en nuestra vida, que El es el dueño no solo de nuestra vida sino de todo el universo (Mat. 11:29-30). Es reconocer que todo lo que somos, tenemos y podemos proviene de Dios (Jn. 15:5, 2 Cro. 33:12-13). Pero no basta con un reconocimiento intelectual, sino vivir en consecuencia, llevándonos a darle a Dios en verdad el lugar que realmente le corresponde en nuestra vida y en todo lo que hacemos (Jn. 4:23). Es la característica personal que mejor nos faculta para reflejar el carácter de Cristo en nosotros (Filip. 2:8, 1 Cor 15:9, Efe. 3:8, Jn. 3:30). No es, como muchos piensan, una expresión de debilidad ni pasividad. Al contrario, es fuerza disciplinada y poder para servir a otros como la manifiesta claramente la vida de Jesús. Una característica importante de la humildad es que nos permite reconocer nuestros errores y apartarnos de ellos. Algunas de las consecuencias de la falta de humildad son: 1. Perder oportunidades de crecimiento individual, familiar y social porque no reconocemos las áreas que necesitamos y debemos cambiar. Quién se niega a reconocer sus errores jamás los corregirá y por lo tanto lo llevaran a la ruina tarde o temprano (Prov. 28:13). 2. Perder de vista la realidad de quienes somos y, por lo tanto, tendemos a cometer los mismos errores una y otra vez, y por ende, a cosechar las consecuencias de ellos, que cada vez van empeorando (Prov. 26:11, 2 Ped. 2:22). 3. Mentimos para auto-justificarnos, y como consecuencia, terminamos creyendo las mentiras que decimos. El mentiroso cae en el mismo hoyo que cavó (Prov. 26:27) Cuando asumimos posiciones de defensa creamos las mismas posiciones en las otras personas y aún sin proponérnoslo aumentamos los conflictos con los demás porque lo que sembramos, cosechamos (Gal 6:7); con la misma vara que medimos, seremos medidos, solo que con un agregado (Luc. 6:38) 4. La irritación y la envidia que son el fruto de la vanidad (Gal 5:26). El amor, que nos lleva a la humildad, es paciente, bondadoso, no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso (1 Cor 13:4). Productos y beneficios de la humildad. 1. No exaltarnos a nosotros mismos. Si Dios quiere que seamos exaltados, El lo hará en su tiempo (Col 3:12, Sant. 4:10, Miq. 6:8, Efe 4:2, 1 Ped. 5:5-6). 2. Considerar a los demás como superiores a nosotros mismos, velar por sus intereses de la misma forma que velamos por los nuestros (ganar-ganar) (Filip. 2.3-4). 3. No permite que nos vanagloriemos ni nos “creamos” por lo que sabemos (Rom. 12:16) y como consecuencia, Dios nos da más de Si mismo. No tener un concepto más alto de nosotros mismos que el que debemos tener (recordémonos de donde nos sacó el Señor, (Rom. 12:3). 4. Dios reanima el espíritu de los humildes y alienta el corazón de los quebrantados. El habita con ellos (Isa. 57:15). 5. El que se exalta será humillado y el que se humilla será exaltado (Prov. 29:23, Sant. 4:6, Luc. 1:49-52, Isa. 2.11, Luc. 18:14). 6. Produce que el mayor se comportará como si fuera el menor y el que manda como el que sirve (Luc. 22:26-27, Mar. 10:42-45), evitando los abusos de unos hacia otros y, por lo tanto, produciendo armonía y simetría en las relaciones interpersonales. 7. Desarrollo personal porque aprovechamos las oportunidades de crecimiento individual, familiar y social reconociendo las áreas en las que necesitamos superarnos. 8. Ganamos en percepción de quienes somos realmente, evitamos cometer los mismos errores una y otra vez, y por lo tanto evitamos sus consecuencias.
Formas de crecer en humildad.
Admitir cuando estamos equivocados, y si es necesario, expresarlo públicamente y pedir perdón por ellos a quienes se vieron afectados. Con ello ganaremos confianza en los demás porque sabrán que al igual que ellos, somos susceptibles de equivocarnos y que cuando estemos equivocados lo vamos a admitir Evitar la exaltación del yo, y con ello, evitamos el camino de la humillación y la vergüenza que se produce cuando otros descubren nuestras faltas y las sacan a relucir. Nunca esconder nuestras equivocaciones con excusas, justificaciones y mentiras. Desarrollar la actitud de valorar a los demás y servirles.
Perseverancia (Prov. 24:16).
Definición. Es permanecer firme en el rumbo determinado, no darse por vencido por los obstáculos que puedan aparecer en el camino, más bien, esforzarse en superarlos. La vida es una carrera de obstáculos, y el diablo es el más interesado en que no lleguemos a la meta (Jn 10:10), en que fracasemos. El éxito implica tenacidad, persistencia, perseverancia en el camino. Comienza con un compromiso firme que se traduce en una disciplina diaria de un paso a la vez, día con día. Implica estar alerta a las tentaciones que pretenden apartarnos de la meta como las que vivió Nehemías cuando estaba reconstruyendo los muros de Jerusalén: asociaciones que nos pueden debilitar (Prov. 13:20), atrasos que nos roban (Prov. 24:30-34), racionalizaciones que mienten (Prov. 13:4, Prov. 25:28). Implica responsabilidad y entusiasmo y un firme enfoque en el final en la visión cumplida (17:4, Hch. 20:24, 2 Tim. 4:7, Gal. 6:9). Ejemplos de perseverancia. Abraham Lincoln: perdió más elecciones de las que ganó, pero no se dio por vencido; perseveró y alcanzó su sueño de liberar a los esclavos. Pablo (2 Cor. 11:23-28), a pesar de todas las dificultades que enfrentó a lo largo de su vida como apóstol, nunca dejó que ellas le impidieran cumplir con su llamado. José: no dejó que la cisterna, el ser vendido como esclavo a Egipto, la casa de Potifar, y la cárcel sufrida injustamente impidieran el plan de Dios para su vida y la preservación de su pueblo. Tomás Alva Edison fue un inventor fructífero como pocos a pesar de muchos fracasos, un incendio que consumió su taller completamente. Finalmente triunfó (inventó la electricidad, el telégrafo, etc.). La iglesia de Hechos Persistía sin temor a pesar de las amenazas, advertencias, flagelación y otros métodos de persecución (Hch. 7:54-60, 9:28-30, 5:40). A pesar de ello se mantuvo firme, extendió el Evangelio por todos los confines del mundo y bendijo a miles de millones de personas a lo largo de la historia que han conocido al Señor porque no se dio por vencida a pesar de las dificultades.