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Agradar a Dios en lugar de complacer a las personas

Querer complacer a la gente es una estrategia y trampa que Satanás utiliza muy
bien. Si pensamos que complacer a la gente es un pecado nuevo que comenzó con
los conceptos de la autoestima, el movimiento de la tolerancia o los medios
sociales, estamos equivocados y hemos subestimado lo entretejida que ha estado
esta tentación con la humanidad. El pecado de agradar a la gente es tan antiguo
como las personas. Desde la caída, hemos sido tentados a vivir para la alabanza y
la aprobación de los demás. El hombre siempre ha caído en el pecado de temer al
hombre.
Dios odia la complacencia a la gente. El apóstol Pablo advierte: "¿Busco ahora la
aprobación de los hombres o la de Dios? ¿O estoy tratando de complacer al
hombre? Si siguiera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo"
(Gálatas 1:10). Nadie puede, en última instancia, servir a la vez a Dios y al
hombre. Y Dios sabe a quién servimos realmente (1 Tesalonicenses 2:4), cual es el
placer que más ansiamos. Todos fallamos en esta área y si decimos que no lo
hacemos, nos engañamos a nosotros mismos.
Jesús puso el dedo en la llaga del temor del hombre cuando, en su época, se
enfrentó a los orgullosos que querían agradar a todos: "¿Cómo podéis creer, si os
glorificáis unos a otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios?" (Juan
5:44). El querer complacer a la gente les impedía ver a Jesús y si no revisamos
nuestro corazón en este aspecto, también nos cubrirá los ojos a nosotros. Juan
12:43 nos dice: "Amaron la gloria que viene del hombre, más que la gloria que
viene de Dios". Esa preferencia es la esencia y el peligro de complacer a la gente.
Aquí cito a Marshall Segal porque él lo explica mejor de lo que yo podría hacerlo.

Cómo eliminar la complacencia de la gente


Entonces, ¿cómo exponemos nuestra tendencia a complacer a la gente y
empezamos a eliminarla de nuestras vidas? Pablo confronta esta tentación en dos
pasajes muy importantes y similares, Efesios 6:5-9 y Colosenses 3:22-25, ambos
dirigidos específicamente a los siervos:
'Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales… no sirviendo al ojo, como los que
quieren agradar a los hombres. (Efesios 6:5-6)

'Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como


los que quieren agradar a los hombres' (Colosenses 3:22)
El apóstol llama a los siervos a relacionarse con sus amos de manera
contracultural, a pesar de lo que estaban sufriendo y soportando. Sin embargo, sus
advertencias se pueden aplicar más allá de la relación entre amo y siervo, también
a la que existe entre jefes y empleados, maridos y esposas, padres e hijos, amigos y
vecinos. Los dos pasajes tinene una enseãnza acerca de cómo resistir a la tentación
de complacer a la gente en cualquier relación, que nos dan cinco lecciones
importantes.

1. Amar con temor y temblor.


Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor. (Efesios 6:5)
El antídoto contra el temor al hombre no es no temerle, sino obtener un mejor
temor, más sano y más vivificante: el temor de Dios. Para evitar complacer a la
gente, debemos amar a las personas con temor y temblor hacia Dios. Gran parte de
ser cautivos de los sentimientos y deseos de los demás viene de nuestra relativa
indiferencia a los ojos y al corazón del cielo. Hemos desarrollado una alergia
devastadora al temor, y con esto me refiero al temor vital que cualquier alma sana
siente ante la maravilla imponente de Dios (Salmo 96:9).
"El antídoto contra el temor al hombre no es no temerle, sino un temor mejor, más
sano y más vivificante: el temor de Dios".
Pablo hace el mismo énfasis en Colosenses 3:22: "'Siervos, obedeced en todo a
vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los
hombres, sino con corazón sincero, temiendo al Señor".
¿Cuántos de nosotros tememos la decepción o la desaprobación de los demás
mucho más de lo que tememos desagradar a Dios? Someter nuestro temor a los
demás a un mayor temor a Dios, con el tiempo, aclarará y purificará nuestras
motivaciones en las relaciones.
En lugar de preocuparnos constantemente por lo que puedan pensar los demás o
por cómo puedan responder, debemos pasar más tiempo meditando en la santidad,
la justicia y la misericordia de Dios.

2. Haz siempre lo que Dios dice que hagas.

'No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como
siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; ' (Efesios 6:6)

Esta lección y exhortación parece demasiado simple para ser útil en la práctica:
Decide hacer lo que Dios dice que hagas. "Haz la voluntad de Dios". La persona
que quiere agradar a los demás, persigue desesperadamente las voluntad de otras
personas; él que teme a Dios se centra en discernir y seguir la voluntad de Dios.
Bueno, sí, pero ¿cómo sabemos cuál es la voluntad de Dios en una situación
determinada?
Pablo responde a esa pregunta con sorprendente claridad y sencillez: "Esta es la
voluntad de Dios, vuestra santificación" (1 Tesalonicenses 4:3). La voluntad de
Dios para ti es que te santifiques, que te parezcas cada vez más a Él. Cuando te
enfrentes a una decisión, una buena pregunta que debes hacerte es: ¿Qué camino
me hará más parecido a Jesús? ¿Qué me hará confiar más en Dios (2 Corintios 1:9;
12:9)? ¿Qué ayudará a acercar a otros a él (1 Pedro 3:18)? ¿Qué le dará más gloria
(Juan 17:4; 12:27-28)?
Sin embargo, muchas decisiones no son tan claras como quisiéramos ya que en
ellas, por lo general, no hay un camino que se puede decir que es de Jesús ni
tampoco se puede decir que es pecaminoso.

Por lo tanto, más allá de la simplicidad de nuestra búsqueda de la santificación


(santidad), Pablo también nos dice: "No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." (Romanos
12:2).

Los temerosos de Dios escuchan con la mayor atención posible todo lo que Dios
dice en su palabra, meditando en su ley de día y de noche (Salmo 1:2), y luego se
esfuerzan por obedecer lo mejor que saben y pueden.

Ninguno de nosotros sabrá todo lo que Dios quiere y manda en todo momento,
pero podemos comprometernos a hacer, en todo momento, lo que sí sabemos que
ha dicho que hagamos.

3. Sacrificar la seguridad de la superficialidad.


Obedecer en todo... no a modo de servicio a la vista, como quien complace a la
gente, sino con sinceridad de corazón. (Colosenses 3:22; Efesios 6:5)

El pecado de agradar a la gente podría decirse que tiene una dualidad. Si estamos
constantemente tratando de hacer lo que le agrada a los demás, es casi imposible
ser consistentes e íntegros (especialmente si estamos tratando de complacer a
varias personas a la vez). Eso significa que una forma de luchar contra el querer
agradar a la gente es valorar y proteger el ser sinceros.

¿Cambiamos cuando estamos con ciertas personas para tenerlas contentas?


¿Actuamos o hablamos de una manera determinada para encajar en un grupo, y
luego nos transformamos para encajar en otro (quizás, en ambos lugares, sin ser
honestos acerca de quienes somos realmente)? La falta de sinceridad camufla las
debilidades y embellece las fortalezas; oculta los pecados secretos y hace alarde de
las virtudes; es autoprotectora, autocomplaciente y siempre proyecta.
El llamado a ser honestos es el llamado a dejar y abandonar toda superficialidad.
Nadie, creyente o no, quiere ser conocido como superficial, así que ¿por qué tantos
siguen cayendo en esta trampa? En parte, porque la superficialidad nos hace sentir
seguros, importantes, exitosos. Pernsamos que si podemos proyectar esa imagen a
los demás que amamos y admiramos, entonces seremos amados y admirados. El
problema, por supuesto, es que nosotros (y Dios) sabemos quiénes somos detrás de
todos los disfraces elaborados y las actuaciones. Por lo tanto, a quien la gente ama,
no somos realmente nosotros.
La sinceridad, no la superficialidad, es el camino más seguro hacia la paz, el amor,
el propósito y la libertad.

4. Obedece a Dios en público y en secreto.


'Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez
de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo'(Efesios 6:5-6; Colosenses
3:22)

Esta versículo es muy esclarecedor: "no sirviendo al ojo". O, no sólo cuando otros
nos están mirando. Especialmente aquellas personas cuya aprobación o alabanza
anhelamos. Este punto coincide con el anterior, sin embargo enfatiza la diferencia
que existe entre nuestro yo público y nuestro yo secreto: quiénes somos cuando
estamos solos.
Una de las formas más seguras de perder nuestra alma es utilizar a Dios
simplemente para conseguir atención y aplausos para nosotros mismos.

"Una de las formas más seguras de perder nuestra alma es utilizar a Dios
simplemente para obtener atención y aplausos para nosotros mismos".

"Guardaos de practicar vuestra justicia ante los demás para ser vistos por ellos",
advierte Jesús, "porque entonces no tendréis recompensa de vuestro Padre que está
en los cielos" (Mateo 6,1). Los hipócritas, dice, se anuncian cuando dan a los
necesitados, o oran, o ayunan "para ser alabados por los demás". Escuchamos la
severidad de esta lección en sus siguientes palabras: "En verdad os digo que ya
tienen su recompensa" (Mateo 6:2).

Los que tratan de agradar a la gente podrán disfrutar del placer de la alabanza
terrenal por un tiempo, pero si ese es su objetivo en la vida, eso es todo lo que
tendrán. Unos trofeos en el trabajo, unos cumplidos de los amigos, unos likes más
en las redes sociales, unas cuantas sonrisas más y palmaditas en la espalda - y
entonces lo pierden todo.
Para dejar de complacer a la gente, debemos ver las recompensas superficiales,
como lo que son cortas y, en última instancia, un premio sin valor. Y debemos
despertar al enorme, interminable y siempre creciente premio de complacer a Dios,
independientemente de que los demás lo vean o no.

5. Busca tu recompensa en Dios.


Todo lo que hagáis, trabajad de corazón, como para el Señor y no para los
hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la herencia como recompensa.
(Colosenses 3:23-24; Efesios 6:8)
Los que buscan agradar a la gente podrán disfrutar del placer de la alabanza
terrenal, pero sólo a expensas de la recompensa celestial. Cada vez que preferimos
la gloria del hombre a la gloria de Dios, creemos la mentira aterradora de que las
migajas de la alabanza humana serán más satisfactorias que el banquete de bodas
que nos espera (Apocalipsis 19:9).

Contra la tragedia de la hipocresía de complacer a la gente, Jesús nos anima,


Cuando des a los necesitados [o ores o ayunes o ames a otros], no dejes que tu
mano izquierda sepa lo que hace tu mano derecha, para que tu entrega sea en
secreto. Y vuestro Padre, que ve en secreto, os recompensará. (Mateo 6:3-4)

No podemos medir el valor de esta recompensa. Dios no les negará ningún regalo o
placer a los que viven para agradarle,. "El que no perdonó a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las
cosas?" (Romanos 8:32).

Todo lo que recibimos y experimentamos en el nuevo mundo que Dios nos da,
ninguna recompensa, logro o aprobación podrá hacernos más felices (Salmo
16:11). Cuando nos esforzamos por conseguir lo que solo Dios nos puede dar,
matamos nuestros profundos deseos de los aplausos y aprobación de la gente.

Complacer a Dios, amar a la gente


Ahora bien, agradar a Dios no significa despreciar a la gente. El mismo Hijo de
Dios "no vino a ser servido, sino a servir, y a dar su vida en rescate por muchos"
(Marcos 10:45). Consideró a los demás y sus intereses más importantes que los
suyos propios (Filipenses 2:3-5), ¡imagínate! Dijo: "En esto conocerán todos que
sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros" (Juan 13:35). Complacer a Dios
no nos libera de amar a la gente sin descanso y con sacrificio. Nos libera de la
tiranía de necesitar su alabanza o de temer su rechazo.
Así que, complace a Dios y ama a la gente, como Cristo. "Ningún soldado se
enreda en los afanes civiles", preocupándose por lo bien que será recibido o
recordado por los hombres, "ya que su objetivo es agradar a quien lo alistó" (2
Timoteo 2:4). Haz todo lo que haces ante sus ojos amorosos, atentos y temibles. Si
aprendemos a alegrarnos y a temblar ante él (Salmo 2:11), la tentación de
complacer a la gente se marchitará y disminuirá.
Voddie Baucham dice que "Como seguidores de Cristo, nuestro mayor deleite se
encontrará siempre en nuestra obediencia a su Palabra". Por eso, he encontrado
versículos que hablan de esto. Confío en que los leas y te preguntes si estás
viviendo según ellos. Si es así, agradece a Dios y pídele que te mantenga en Su
palabra y en Su camino. Si no es así, pídele que te perdone y que te guíe a ese lugar
de obediencia a Su palabra que lleva a la obediencia a Él.
Fija tus ojos en Cristo
Tan lleno de gracia y amor
Y lo terrenal sin valor será
En la luz del glorioso Señor.
Que el Señor te bendiga y te mantenga en su camino hacia la plenitud en Cristo.
En el amor de Cristo,
Joanne

Referencias bíblicas:
Gálatas 1:10

Queda claro que no es mi intención ganarme el favor de la gente, sino el de Dios.


Si mi objetivo fuera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo.

I Tesalonicenses 2:4

Pues hablamos como mensajeros aprobados por Dios, a quienes se les confió la
Buena Noticia. Nuestro propósito es agradar a Dios, no a las personas. Solamente
él examina las intenciones de nuestro corazón.

Proverbios 29:25
Temer a la gente es una trampa peligrosa, pero confiar en el SEÑOR significa
seguridad.

Juan 12:43

porque amaban más la aprobación humana que la aprobación de Dios.

Colosenses 3:23

Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no
para la gente.

Hechos 5:29

Pero Pedro y los apóstoles respondieron:


—Nosotros tenemos que obedecer a Dios antes que a cualquier autoridad humana.

Isaías 2:22

No pongan su confianza en los simples humanos; son tan frágiles como el aliento.
¿Qué valor tienen?

Proverbios 16:7

Cuando la vida de alguien agrada al SEÑOR, hasta sus enemigos están en paz con
él.

Juan 5:44

¡Con razón les cuesta creer! Pues a ustedes les encanta honrarse unos a otros, pero
no les importa la honra que proviene del único que es Dios.

Romanos 12:1,2

Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo
lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase
de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. [a] 2 No
imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los
transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces
aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable
y perfecta.
Gálatas 2:20

Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive
en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me
amó y se entregó a sí mismo por mí.

II Corintios 5:9

Así que, ya sea que estemos aquí en este cuerpo o ausentes de este cuerpo, nuestro
objetivo es agradarlo a él.

Mateo 10:28

No teman a los que quieren matarles el cuerpo; no pueden tocar el alma. Teman
solo a Dios, quien puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno.

I Corintios 10:31

Así que, sea que coman o beban o cualquier otra cosa que hagan, háganlo todo para
la gloria de Dios.

Jeremías 17:5

Esto dice el SEÑOR:


«Malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos, que se
apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del SEÑOR.

Romanos 12:12

Alégrense por la esperanza segura que tenemos. Tengan paciencia en las


dificultades y sigan orando.

Colosenses 3:22-25

Esclavos, obedezcan en todo a sus amos terrenales. Traten de agradarlos todo el


tiempo, no solo cuando ellos los observan. Sírvanlos con sinceridad debido al
temor reverente que ustedes tienen al Señor. Trabajen de buena gana en todo lo que
hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. 24 Recuerden que el Señor
los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es Cristo; pero si
hacen lo que está mal, recibirán el pago por el mal que hayan hecho, porque Dios
no tiene favoritos.
Hebreos 11:6

Sin embargo, buscaban un lugar mejor, una patria celestial. Por eso, Dios no se
avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.

Proverbios 29:26
Muchos buscan el favor del gobernante, pero la justicia proviene del SEÑOR.
Isaías 51:7
Escúchenme, ustedes que distinguen entre lo bueno y lo malo, ustedes que atesoran
mi ley en el corazón. No teman las burlas de la gente, ni tengan miedo de sus
insultos.
I Samuel 16:7

Pero el SEÑOR le dijo a Samuel: “No juzgues por su apariencia o por su estatura,
porque yo lo he rechazado. El SEÑOR no ve las cosas de la manera en que tú las
ves. La gente juzga por las apariencias, pero el SEÑOR mira el corazón.”

Jeremías 1:5
Te conocía aun antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que
nacieras, te aparté y te nombré mi profeta a las naciones.
Efesios 5:10
Averigüen bien lo que agrada al Señor.
Efesios 6:6
Traten de agradarlos todo el tiempo, no solo cuando ellos los observan. Como
esclavos de Cristo, hagan la voluntad de Dios con todo el corazón.
I Samuel 15:24

Entonces Saúl le confesó a Samuel: “Es cierto, he pecado. He desobedecido tus


instrucciones y el mandato del SEÑOR, porque tuve miedo del pueblo y por eso hice
lo que ellos me pidieron.”

Gálatas 1:1
Les escribo, yo, el apóstol Pablo. No fui nombrado apóstol por ningún grupo de
personas ni por ninguna autoridad humana, sino por Jesucristo mismo y por Dios
Padre, quien levantó a Jesús de los muertos.
Romanos 14:10-12
¿Por qué, entonces, juzgas a otro creyente[a]? ¿Por qué menosprecias a otro
creyente? Recuerda que todos estaremos delante del tribunal de Dios. Pues dicen
las Escrituras:
“Tan cierto como que yo vivo,” dice el SEÑOR,” toda rodilla se doblará ante mí, y
toda lengua declarará lealtad a Dios.”
Es cierto, cada uno de nosotros tendrá que responder por sí mismo ante Dios.

Salmos 146:3,4
No pongan su confianza en los poderosos; no está allí la ayuda para ustedes. Ellos,
al dar su último suspiro, vuelven al polvo, y todos sus planes mueren con ellos.
Romanos 8:8
Por eso, los que todavía viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca
pueden agradar a Dios.
I Corintios 10:33
Yo también trato de complacer a todos en todo lo que hago. No hago solo lo que es
mejor para mí; hago lo que es mejor para otros a fin de que muchos sean salvos.
Hechos 4:19,20
Pero Pedro y Juan respondieron: “¿Acaso piensan que Dios quiere que los
obedezcamos a ustedes en lugar de a él? Nosotros no podemos dejar de hablar
acerca de todo lo que hemos visto y oído.”
Mateo 6:1-8

“¡Tengan cuidado! No hagan sus buenas acciones en público para que los demás
los admiren, porque perderán la recompensa de su Padre, que está en el
cielo. Cuando le des a alguien que pasa necesidad, no hagas lo que hacen los
hipócritas que tocan la trompeta en las sinagogas y en las calles para llamar la
atención a sus actos de caridad. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa
más que esa. Pero tú, cuando le des a alguien que pasa necesidad, que no sepa tu
mano izquierda lo que hace tu derecha. Entrega tu ayuda en privado, y tu Padre,
quien todo lo ve, te recompensará.”

Enseñanza acerca de la oración y el ayuno



Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les encanta orar en público,
en las esquinas de las calles y en las sinagogas donde todos pueden verlos. Les
digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa. Pero tú, cuando ores,
apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces,
tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.”

Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los
gentiles. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta solo por repetir las mismas
palabras una y otra vez. No seas como ellos, porque tu Padre sabe exactamente lo
que necesitas, incluso antes de que se lo pidas.”

Salmo 18:2
El SEÑOR es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios es mi roca, en quien
encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro.
I Tesalonicenses 4:1
Finalmente, amados hermanos, les rogamos en el nombre del Señor Jesús que
vivan de una manera que le agrada a Dios, tal como les enseñamos. Ustedes ya
viven de esta manera, y los animamos a que lo sigan haciendo aún más.
Juan 8:29
“Y el que me envió está conmigo, no me ha abandonado. Pues siempre hago lo que
a él le agrada.”
II Corintios 7:1

Queridos amigos, dado que tenemos estas promesas, limpiémonos de todo lo que
pueda contaminar nuestro cuerpo o espíritu. Y procuremos alcanzar una completa
santidad porque tememos a Dios.

Romanos 15:2
Deberíamos ayudar a otros a hacer lo que es correcto y edificarlos en el Señor.
Isaías 51:12-16
“Yo, sí, yo soy quien te consuela. Entonces, ¿por qué les temes a simples seres
humanos
que se marchitan como la hierba y desaparecen? Sin embargo, has olvidado
al SEÑOR, tu Creador, el que extendió el cielo como un dosel y puso los cimientos
de la tierra.
¿Vivirás en constante terror de los opresores humanos? ¿Seguirás temiendo el
enojo de tus enemigos? ¿Dónde están ahora su furia y su enojo? ¡Han
desaparecido!
Pronto quedarán libres los cautivos. ¡La prisión, el hambre y la muerte no serán su
destino!
Pues yo soy el SEÑOR tu Dios, que agito el mar haciendo que rujan las olas. Mi
nombre es SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Y he puesto mis palabras en tu boca y te he escondido a salvo dentro de mi mano.
Yo extendí el cielo como un dosel y puse los cimientos de la tierra.
Yo soy el que le dice a Israel: “¡Tú eres mi pueblo!”
II Timoteo 2:15
Esfuérzate para poder presentarte delante de Dios y recibir su aprobación. Sé un
buen obrero, alguien que no tiene de qué avergonzarse y que explica correctamente
la palabra de verdad.
II Timoteo 2:4
Ningún soldado se enreda en los asuntos de la vida civil, porque de ser así, no
podría agradar al oficial que lo reclutó.
Romanos 2:29
No, un verdadero judío es aquel que tiene el corazón recto a los ojos de Dios. La
verdadera circuncisión no consiste meramente en obedecer la letra de la ley, sino
que es un cambio en el corazón, producido por el Espíritu. Y una persona con un
corazón transformado busca la aprobación de Dios, no la de la gente.
Santiago 4:4
¡Adúlteros! ¿No se dan cuenta de que la amistad con el mundo los convierte en
enemigos de Dios? Lo repito: si alguien quiere ser amigo del mundo, se hace
enemigo de Dios.
Efesios 5:8-10

Pues antes ustedes estaban llenos de oscuridad, pero ahora tienen la luz que
proviene del Señor. Por lo tanto, ¡vivan como gente de luz! Pues esa luz que está
dentro de ustedes produce solo cosas buenas, rectas y verdaderas.

Averigüen bien lo que agrada al Señor.

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