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Honestidad (2 Cor. 8:20-21, 1 Cor. 7:35, Prov. 20:17, Isa 59:4, Prov. 20:6).
Es ser justo y verdadero (al estilo de Dios). Implica no mentir, no hacer trampa, no
robar ni manipular.
La deshonestidad implica inseguridad, crimen, corrupción, pobreza, desintegración
familiar, violencia, etc.
El desarrollo de la honestidad en nosotros implica, por lo menos:
1. No mentir, no hacer trampa, no robar, no manipular.
2. Ser congruentes en lo que hacemos, decimos, pensamos y sentimos.
3. Comunicar todos los hechos que requiera conocer la otra persona, evitando omitir
y/o acomodar las versiones para evitar malos ratos (medias verdades o mentiras
piadosas).
4. Decirles a los demás las cosas que deben saber, aún aquellas que no son fáciles de
decir; ser francos y directos, pero con amor (Efe 4:15).
5. Estimular y premiar la honestidad en los demás.
Lealtad y fidelidad (2 Cro. 31:15, 2 Cro. 34:12, Mat. 24:45, 1 Sam. 26:23).
Fidelidad es la cualidad del carácter que determina que la persona se comprometa con
aquello que se le ha encomendado hacer y lo haga sin desmayar.
Y la lealtad es el compromiso de una persona con respecto a otra para ayudarla a crecer,
servirla, apoyarla, animarla, ayudarla, etc., sin importar las circunstancias y las
características personales, siempre. Es tener fe en los demás y actuar de buena fe con
respecto a ellos.
Características de la fidelidad y la lealtad son la legalidad, la rectitud, la constancia, la
sinceridad, la veracidad, la franqueza, la honradez, la nobleza, la rectitud y la exactitud,
tanto para con otros como con respecto a las cosas que se nos han delegado.
Es manifestar una adhesión continua hacia principios, compromisos y personas y saber
decir “no” cuando corresponda, tanto en las cosas pequeñas como en las que no lo son
(Luc. 16:10, Luc. 19.17, Mat. 25:14-30).
La fidelidad y la lealtad comienzan con Dios y con aquello que nos ha encomendado:
oración, lectura y meditación de Su Palabra, poner por obra la Palabra que conocemos.
No es tener una devoción ciega ni abrigar la incompetencia. Tampoco es un prejuicio
que transmita la idea que todo lo que está fuera de nuestro grupito está mal.
Es darles a otros la libertad para ser, para desarrollar, para innovar, para cometer
errores, para aprender el uno del otro, y todo ello, sintiéndose todo el tiempo amado,
sostenido, afirmado. La palabra clave es AMOR.