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El vino y la religión
René Rentería
El vino, a diferencia de otras bebidas, reviste una importancia simbólica que ni la cerveza tiene a pesar
de su antigüedad.
Desde tiempos muy antiguos hemos utilizado el vino en actos rituales. A través del vino, el hombre
entraba en contacto con los dioses debido al estado de embriaguez que provoca su ingesta
inmoderada. Los sacerdotes de diferentes culturas de la Antigüedad sabían de los efectos benéficos
para la salud, es por ello que desde tiempos remotos, el vino y la religión han formado parte de un
matrimonio místico que aún permanece.
Cuando la Historia –propiamente dicha– comienza con motivo del descubrimiento de la escritura, el
ser humano dejó testimonio de sus mitos y rituales en los que el vino jugó un papel protagónico.
Gestín era la diosa "madre-cepa" para los sumerios, Osiris para los egipcios, Dionisio para los griegos,
Baco para los romanos y Jesús a través del vino quiso ser recordado con el rito más importante del
catolicismo: la misa.
Dionisio o Baco –padrino de esta enófila columna–, fue hijo de Zeus y Sémele. Se cuentan más de una
leyenda sobre la creación del vino por parte de esta querida deidad olímpica. Los griegos ofrecían en
diferentes ceremonias el vino a Dionisio. Libación es precisamente la aspersión de vino como una
ofrenda a una divinidad.
El vino fue un elemento básico en el desarrollo de las culturas mediterráneas. Uno de los grandes
historiadores griegos, Tucídides, afirmaba que "los pueblos del mediterráneo, comenzaron a salir del
barbarismo cuando aprendieron a producir vino".
Para dos de las principales religiones monoteístas –judaísmo y cristianismo–, la Biblia afirma que el
vino es un regalo de Dios.
Resulta curioso y estoy seguro que no es fruto del azar, que los dos principales insumos para el rito
máximo del catolicismo sean pan y vino. Ambos alimentos fermentados y además grandes
compañeros en la mesa.
La trascendencia religiosa, histórica, social, antropológica, simbólica y alquímica del vino es
insuperable porque es la única bebida cuya importancia es fundamental como elemento civilizador en
una mesa o reunión social como el symposion griego. Para las principales religiones, el vino es una
bebida purificadora. A través del vino el hombre entra en contacto con lo divino, ya que primeramente
es un regalo de los dioses, después el hombre la ofrece como algo muy preciado y por último al
beberla se funde con la divinidad para buscar su propia esencia.
Twitter: @Rene_Renteria
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