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LECTURA:
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido
dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos
llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que
hay en el mundo a causa de la concupiscencia; II PEDRO (1:3-4)
BOSQUEJO:
1. “Tomando conciencia del poder divino que actúa en nosotros” II
Pedro 1: 3b.
2. “Aferrarnos a la provisión divina de la vida y la piedad” II Pedro 1:3a.
3. “Profundizando en el conocimiento del Señor Jesucristo” II Pedro 1:3c.
4. “confiando en las promesas divinas” II Pedro 1:4
Él usó esa analogía porque en la cultura judía del siglo I la fiesta de bodas
representaba una celebración generosa. De igual manera, cuando Jesús
redimió a los suyos Dios dispensó con generosidad a través de la morada del
Espíritu Santo toda la gracia y recursos espirituales (Ro. 12:5-8; 1 Co. 12:8-10;
Ef. 3:20-21) que los creyentes necesitarían.
Pedro recordó a sus lectores cuatro componentes esenciales de la realidad
de la salvación suficiente a su disposición: poder divino, provisión divina,
adquisición divina y promesas divinas.
Desarrollo:
El uso que el apóstol hace de divino con relación al Hijo resalta que Jesús es
verdaderamente Dios (cp. Jn. 10:30; 12:45; Fil. 2:6; Col. 1:16; 2:9; He. 1:3) y
además refuta cualquier duda persistente que algunos lectores puedan haber
tenido respecto a esa realidad (cp. 1 Jn.5:20).
Pedro mismo había sido testigo del poder divino de Cristo (1:16; cp. Mr. 5:30;
Lc. 4:14; 5:17).
La provisión de poder espiritual (bendiciones espirituales) que Dios hace a los
creyentes nunca se corta.
Ellos podrían distanciarse de la fuente divina por medio del pecado, o no
ministrar y no utilizarlo que está disponible, pero desde el momento en que
experimentan fe en Jesucristo, tales bendiciones espirituales les han sido
dadas por parte de Dios para fortalecerlos.
Han sido dadas (dedōrēmenēs) es un pasivo perfecto, que significa que en el
pasado, con resultados continuos en el presente, Dios otorgó de manera
permanente su poder a los creyentes.
Los cristianos han recibido todas las cosas en forma del poder divino que se
necesita con el fin de prepararlos para la santificación, no les falta nada en
absoluto.
Envista de tal realidad, el Señor responsabiliza a todos los creyentes por
obedecer todos los mandatos dela Biblia.
Los cristianos no pueden afirmar que sus pecados y fracasos son
consecuencia de la provisión limitada de Dios.
No hay tentación ni asalto de Satanás y sus demonios que esté más allá de
los recursos que los cristianos poseen para vencer (1 Co. 10:13; 12:13; 1 P.
5:10).
A fin de resaltarla magnitud del poder divino dado a cada creyente, Pedro
hace la asombrosa declaración de que los santos han recibido de parte de
Dios todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad.
Sintácticamente, el término todas las cosas está en la posición enfática
porque el Espíritu Santo está resaltando a través de Pedro la magnitud de la
auto suficiencia de los creyentes.
El gran poder que dio vida espiritual a los cristianos sustentará esa vida en
toda su plenitud. Sin pedir más, ellos ya tienen todos los recursos
espirituales que necesitan para perseverar en una vida santa.
La vida y la piedad definen el ámbito de la santificación, la vivencia de la vida
cristiana para la gloria de Dios: que se halla entre la salvación inicial y la
glorificación final.
Con la dádiva de la nueva vida en Cristo (Jn. 3:15-16; 5:24; 6:47; Tit. 3:7; 1 Jn.
2:25) vino todo lo relacionado para la conservación de esa vida, todo el
trayecto hacia la glorificación.
Es por eso que los creyentes están eternamente seguros (Jn. 6:35-40; 10:28-
29; 2 Co. 5:1; 1 Jn. 5:13; Jud. 1, 24-25) y se les puede asegurar que Dios les
dará poder para perseverar hasta el final (Mt. 24:13; Jn. 8:31; He. 3:6, 14;Ap.
2:10), a través de toda tentación, pecado, fracaso, vicisitud, lucha y pruebas
de la vida.
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donde ningún pecado o ninguna corrupción existirán alguna vez (cp. Ap. 21:1-
4; 22:1-5).
Cabe señalar que Pedro toma de la terminología de la religión mística
panteísta que pide a sus adherentes reconocer la naturaleza divina dentro de
ellos y perderse entre la esencia de los dioses.
Los falsos maestros antiguos (los gnósticos) y los más recientes (místicos
orientales y todo tipo de gurús de la Nueva Era) a menudo han resaltado la
importancia de obtener personalmente conocimiento trascendental.
Sin embargo, el apóstol Pedro destacó a sus lectores la necesidad de
reconocer que solo naciendo espiritualmente de nuevo (Jn. 3:3; Stg. 1:18;
1 P. 1:23) se puede obtener el verdadero conocimiento divino, vivir de forma
justa como hijos de Dios (Ro. 8:11-15; Gá. 2:20), y así participar de la
naturaleza de Dios (cp. 2 Co. 5:17).
Los falsos profetas de la época de Pedro creían que el conocimiento
trascendental elevaba a las personas por encima de cualquier necesidad de
moral.
Pedro el apóstol respondió a esa idea asegurando que el verdadero
conocimiento de Dios por medio de Cristo da a los creyentes todo lo que
necesitan para llevar vidas como Dios manda (cp.2 Ti. 3:16-17)