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RIO PRIMERO 17 DE OCTUBRE DE 2022

EL MATRIMONIO PIADOSO

LECTURA: I Pedro 3:1-7

Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que


también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la
conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.
Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o
de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato
de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.
Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que
esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a
Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si
hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza. Vosotros, maridos, igualmente,
vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil,
y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones
no tengan estorbo.
Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la
mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida,
para que vuestras oraciones no tengan estorbo. I PEDRO 3:1-7

BOSQUEJO:
1) INTRODUCCION
2) LA RESPONSABILIDAD DE LA ESPOSA PIADOSA I Pedro
3:1-6
a) Ella debe ser sumisa y fiel I Pedro 3:1-2
b) Ella debe ser modesta I Pedro 3:3-6
3) LA RESPONSABILIDAD DEL ESPOSO PIADOSO I Pedro 3:7
a) Consideración I Pedro 3:7a
b) Caballerosidad I Pedro 3.7b
c) Compañerismo I Pedro 3:7c
1) INTRODUCCIÓN
Para que los creyentes mantengan un testimonio ejemplar en este mundo
incrédulo deben vivir con integridad en las cuatro áreas principales de
interacción social, ordenadas por Dios, que Pedro trata: la sociedad (2:13-
17), el lugar de trabajo (2:18-25), la familia (3:1-7), y la iglesia (3:8-9).
Con relación a las tres dimensiones seculares de vida, el apóstol manda a
los creyentes ser un testimonio del bien positivo del evangelio (2:9), y
también negativamente para acallar a los críticos de la fe (2:12-15).
Esta sección de apertura del capítulo 3 trata con la tercera y la más pequeña
unidad de la estructura social ordenada por Dios: la familia.
En las otras dos categorías se requiere sometimiento a la autoridad civil
(2:13-14) y a los empleadores (2:18).
El asunto de la sumisión también es crucial en la familia, comenzando con
la esposa al esposo. Pedro dirige aquí seis versículos a la sumisión de las
esposas a los esposos y uno al servicio de los esposos a las necesidades de
las esposas, una división que a primera vista podría parecer desequilibrada.
Pero en la época de Pedro, cuando una esposa se volvía cristiana el
potencial para la dificultad era mucho mayor del que resultaba si el esposo
se convertía primero en creyente.
En esa sociedad, cuando las mujeres, a quienes se les veía como inferiores
a los hombres, se hacían cristianas sin que sus esposos también fueran
salvos, era previsible la probabilidad de ser avergonzadas por lo que se
veía como un acto de desafío por parte de la esposa, como era el conflicto
generado posteriormente.
2) LA RESPONSABILIDAD DE LA ESPOSA PIADOSA
I Pedro 3:1-6
En la cultura grecorromana de siglo I las mujeres recibían poco o ningún
respeto. Mientras vivían en la casa de su padre estaban sujetas a la ley
romana de la patria potestas (“el poder del padre”), que concedía a los
padres autoridad final de vida y muerte sobre sus hijos. Los esposos tenían
una clase parecida de autoridad legal sobre sus esposas.
Que las mujeres cristianas son espiritualmente iguales a los hombres en
Cristo está claro en Gálatas 3:27-28: “Porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer;
porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Sin embargo, Dios ha
mandado a las mujeres tener ciertas obligaciones con sus esposos, lo que
Pedro identifica como sumisión, fidelidad y modestia.
a) Ella debe ser sumida y fiel I Pedro 3:1-2
Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que
también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la
conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y
respetuosa.
La expresión asimismo se remite a los dos ejemplos antes mencionados de
sumisión: los ciudadanos a las autoridades civiles (2:13) y los siervos a sus
amos (2:18).
El mismo verbo (hupotassō), traducido estad sujetas y considerado en
relación con esas dos referencias, aparece únicamente aquí y es una forma
presente intermedia, que resalta acción reflexiva (“sométete”).
Bajo inspiración del Espíritu, el apóstol Pablo también enseñó que las
esposas deben someterse al liderazgo de sus esposos (Ef. 5:22- 23; Col.
3:18; Tit. 2:4-5). LEER LOS TEXTOS
Sumisión no implica inferioridad moral, intelectual o espiritual en la
familia, en el lugar de trabajo o en la sociedad en general; pero es el diseño
de Dios para las funciones necesarias que logran el bienestar de la
humanidad.
En la misma línea, un oficial al mando no necesariamente es superior en
carácter a las tropas que dirige, pero su autoridad es vital para el apropiado
funcionamiento de la unidad.
Que Pedro se refiriera específicamente a vuestros maridos (cursivas
apropiadas añadidas) indica la intimidad matrimonial y señala que el
apóstol no estaba mandando a las mujeres ser serviles a todos los hombres
en todo contexto.
Pablo también establece el diseño de Dios para la autoridad y la sumisión
en las funciones de hombres y mujeres dentro de la Iglesia (1 Co. 11:3,8-9;
1 Ti. 2:11-14; cp. 1 Co. 14:34). LEER LOS TEXTOS
La frase los que no creen a la palabra describe la condición del esposo
incrédulo como alguien que rechaza el evangelio (cp. 2 Ts. 1:8-9; He. 4:2).
Es asombroso que a pesar de la enemistad del alma de este individuo hacia
el Señor, si su esposa cristiana sigue sometiéndose al marido ella podría ser
el instrumento que Dios use a fin de ganarlo para Cristo sin palabra.
El punto de Pedro aquí es que la conducta santa de la esposa es el
testimonio más valioso para abrir el corazón del esposo al evangelio.
Él necesitará oír las palabras de salvación, quizás de parte de su esposa;
pero esto ocurrirá si él puede ver que ella es sumisa como una mujer fiel
que realmente recomienda el evangelio al esposo.
Cómo vive un creyente en esa relación tan íntima ayuda a que la gracia de
Cristo sea algo creíble (cp. Mt. 5:16).
Una actitud encantadora, amable y sumisa es la herramienta de
evangelización más eficaz que tiene la esposa creyente (cp. Pr. 31:26; Mt.
5:16; Fil. 2:15; Tit. 2:3-5).
Relacionado con eso se encuentra la responsabilidad de ellas de mostrar
una conducta casta y respetuosa, manifestando su santificación a través de
Cristo por medio de una vida compuesta de comportamiento irreprochable
y puro hacia Dios y hacia sus esposos.
La palabra respetuosa viene de phobos (“temor”), usada en 2:17 para
definir la actitud requerida de aquellos que dan honra al mismo Dios (cp.
Pr. 24:21).
Esto es precisamente lo que se manda a las esposas en Efesios 5:22: “Las
casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor”.
Eso significa que ellas deben mostrar honra y respeto a sus esposos
como al Señor.
b) Ella ha de ser modesta I Pedro 3:3-6
Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de
oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el
incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande
estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo
aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus
maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual
vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna
amenaza.
Este texto no prohíbe a las esposas peinarse el cabello ni usar joyas o ropa
bonita; por eso algunas traducciones bíblicas (NTV, BLPH) añaden la
palabra tanto.
Lo importante es que esto no debía constituir la preocupación o el interés
principal en el asunto de atraer a un esposo incrédulo hacia Cristo.
En la cultura grecorromana las mujeres se dedicaban a su atavío
superficial, usando a menudo los mejores cosméticos, tinturando el cabello
con colores extravagantes, usando peinados ostentosos, y portando
(especialmente en la cabeza) costosas joyas para coronar su vestimenta
elegante.
Pero los peinados ostentosos, los adornos de oro o los vestidos lujosos no
hacían ninguna contribución a la transformación espiritual.
Tales preocupaciones frívolas aún consumen a las mujeres en la cultura
actual dominada por los medios de comunicación.
Mucho tiempo antes de la época de Pedro, Dios pronunció juicio a través
del profeta Isaías con relación a las mujeres que prestan atención obsesiva
y ostentosa a los adornos externos: Asimismo dice Jehová: Por cuanto las
hijas de Sion se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos
desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los
pies; por tanto, el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion, y Jehová
descubrirá sus vergüenzas. Aquel día quitará el Señor el atavío del
calzado, las redecillas, las lunetas, los collares, los pendientes y los
brazaletes, las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo,
los pomitos de olor y los zarcillos, los anillos, y los joyeles de las narices,
las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, los espejos, el
lino fino, las gasas y los tocados. Y en lugar de los perfumes aromáticos
vendrá hediondez; y cuerda en lugar de cinturón, y cabeza rapada en
lugar de la compostura del cabello; en lugar de ropa de gala ceñimiento
de cilicio, y quemadura en vez de hermosura. (Is. 3:16-24; cp. Jer. 2:32)
En lugar de estar consumidas por su apariencia externa, las esposas
cristianas deben estar dedicadas a embellecer lo interno, lo del corazón.
Ellas deberían manifestar la belleza interna de la virtud espiritual.
Pablo ordenó a las mujeres creyentes que “se atavíen de ropa decorosa,
con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni
vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres
que profesan piedad” (1 Ti. 2:9-10).
En particular, la esposa creyente debe caracterizarse no por modas
terrenales pasajeras, que hoy están aquí y mañana habrán desaparecido,
sino literalmente por lo incorruptible (la calidad está implícita), que
describe la herencia eterna del creyente en el cielo.
Las esposas cristianas deben ser devotas, no a la belleza temporal sino a los
adornos encantadores de la piedad.
Afable viene de una palabra que se refiere a una actitud humilde y dócil,
expresada en sumisión paciente; apacible significa “tranquilo” o
“calmado”.
Tal carácter en el espíritu de una esposa creyente constituye la verdadera
belleza interior que es de grande estima delante de Dios, y que resulta
eficaz en presentarla no solo valiosa y atractiva ante su esposo, sino en
demostrar la belleza y el valor de la regeneración.
El Señor se agrada más cuando el adorno modesto de una mujer cristiana,
aunque considerado y encantador, refleja la belleza interior que Cristo ha
conformado en ella.
En otro tiempo (en los días del Antiguo Testamento) muchas mujeres
creyentes (santas mujeres) ejemplificaban estos principios de sumisión y
piedad modesta (cp. Rt. 3:11; Pr. 31:10-31).
Pedro afirma que ellas así también se ataviaban, estando sujetas a sus
maridos.
Por tanto, su llamado a tal comportamiento tiene precedentes, y como
ejemplo el apóstol cita específicamente a Sara, observando que ella
obedecía a Abraham, llamándole señor (amo).
Llamándole (kalousa) es un participio presente que indica la actitud
continua de Sara de respeto hacia su esposo Abraham: lo trataba como
su señor o amo.
Cuando Pablo escribió que por fe todos los santos son hijos de Abraham,
estaba diciendo que todos los creyentes han seguido el mismo camino que
tomó Abraham.
Él es el modelo del Antiguo Testamento para creer la Palabra de Dios, y
todos después de él y que hacen lo mismo pertenecen a la familia de la fe
(Ro. 4:1-16; Gá 3:7-29).
De igual modo, todas las esposas de los creyentes que siguen el ejemplo de
Sara de sumisión y modestia han venido a ser hijas suyas en ese sentido.
Las esposas que siguen el modelo de Sara se han comprometido a hacer el
bien o lo que es correcto, aunque sin embargo pudieran tener algunos
temores serios en cuando a dónde pudiera llevar tal sumisión a un esposo
incrédulo.
La palabra griega para temer es ptoēsis, una expresión fuerte que significa
“aterrador” o “pavoroso”.
En lugar de sucumbir a tales temores (cp. Sal. 27:1; Pr. 1:33; 29:25; 2 Ti.
1:7; 1 Jn. 4:18), aquellas que son fieles a someterse puesto que esto es
correcto o está bien, pueden ser usadas por el Señor en la salvación de sus
esposos.
1) LA RESPONSABILIDAD DEL ESPOSO PIADOSO I Pedro 3:7
Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la
mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida,
para que vuestras oraciones no tengan estorbo. I PEDRO 3:1-7
a) Consideración I Pedro 3:7a
“vivid con ellas sabiamente, (3:7a)”
Primero, los esposos deben cumplir el mandato: vivid con ellas sabiamente,
lo que significa que deben ser considerados.
Sabiamente habla de ser sensibles y tener en cuenta las necesidades
físicas y emocionales de sus esposas.
La palabra traducida vivid (sunoikountes) significa “morar juntos”, y se
refiere a convivir con una persona en intimidad y amarla.
Los maridos creyentes deben nutrir y amar constantemente a sus esposas
en el vínculo de la intimidad: Maridos, amad a vuestras mujeres, así
como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la
palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no
tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin
mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus
mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. (Ef. 5:25-
28)
b) Caballerosidad I Pedro 3.7b
“dando honor a la mujer como a vaso más frágil, (3:7b)”
Un esposo creyente debe también ser caballeroso con su esposa,
entendiendo que ella es un vaso más frágil, ya que es mujer.
Así como la sumisión no implica inferioridad intrínseca para quienes se
someten (véase el estudio del versículo 1 de este pasaje), así la frase más
frágil no significa que la esposa sea intrínsecamente más débil en carácter o
intelecto que su esposo.
La palabra traducida “vaso más frágil” por los traductores de la Reina
Valera 1960 tampoco significa que las mujeres sean espiritualmente
inferiores a los hombres (cp. Gá 3:28).
Solo quiere decir que ellas por lo general poseen menos fuerzas físicas
que ellos.
Con eso en mente, los esposos cristianos son los proveedores y protectores
sacrificiales de sus esposas (cp. 1 S. 1:4-5; Ef. 5:23, 25-26; Col. 3:19; 1 Ti.
5:8), sean estas creyentes o no.
a) Compañerismo I Pedro 3:7c
“y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras
oraciones no tengan estorbo (3:7c)”
Tercero, los esposos deben ser compañeros de sus esposas como
coherederas de la gracia de la vida, lo que no se refiere a la vida eterna sino
a la amistad verdadera e íntima que solo pertenece a aquellos que son
poseedores del regalo más bendecido de Dios en esta vida: el matrimonio.
El matrimonio es una providencia divina dada a la humanidad
independientemente de la actitud que esta tenga hacia el Dador.
La compañía íntima en el matrimonio, la bendición más rica de esta
vida, era un concepto extraño para la cultura grecorromana de la época
de Pedro.
Por lo general los esposos no estaban interesados en tener amistad con sus
esposas, y esperaban simplemente que ellas mantuvieran cuidada la casa y
criaran hijos.
En contraste, el esposo cristiano debe cultivar todas las riquezas que Dios
diseñó dentro de la gracia del matrimonio dando honor a la esposa en
amorosa consideración, caballerosidad y compañerismo.
Para que sus oraciones no tengan estorbo es la recompensa que Dios
promete al esposo cariñoso y atento (cp. Sal. 66:18; Is. 59:2; Jn. 9:31; Stg.
4:3).
Las oraciones aquí en mente podrían ser específicamente por la salvación
de una esposa incrédula, pero nada en el texto las limitan a eso.
La advertencia claramente dada es que si un esposo en Cristo no está
cumpliendo sus responsabilidades para con su esposa, Dios quizás no le
conteste las oraciones.
Ninguna amenaza divina más seria que esa podría darse a un creyente: la
interrupción de todas las promesas de oraciones oídas y contestadas (cp.
Jn. 14:13-14).
El corte de la bendición es gravísimo, lo que muestra cuán importante es el
tierno cuidado que los esposos cristianos deben dar a sus compañeras en
esta gracia de la vida.
La clave para tener un testimonio positivo ante una esposa no salva es
llevar una vida cristiana ejemplar como esposo fiel y sumiso.
Esa obediencia agrada a Dios y proporciona el testimonio que honra a
Jesucristo delante de la compañera no salva.

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