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El retorno de Elías (Tanto en el Judaísmo

temprano, como en el N.T)


En el presente Artículo el erudito luterano Joachim
Jeremías desarrolla en el Diccionario Teológico del Nuevo
Testamento (TDNT) la cosmovisión de Elías en el Judaísmo
temprano y en el contexto Neo Testamentario, comencemos…

Ninguna figura bíblica ejerció tanto el pensamiento religioso del


judaísmo postbíblico como la del profeta Elías, que en el reinado
de Ajab (1ª mitad del siglo IX a.C.) salvó la religión de Yahvé de la
destrucción por el culto de Baal (1 Re 17:1-2 Re 2:12).

Las siguientes son las fuentes de la concepción judía posterior: 2


Cap. 21:12-19; Mal. 3:23 s.; Sir. 48:1-12a; Eth. En. 89:52; 90:31;
93:8; 1 Mac. 2:58; Damasc. (→ 932); Filón sólo en Deus Imm., 136-
139; José. una repetición de la narración bíblica aumentada a partir
de Menandro, Ant., 8, 324; 4 Esr. 6:26; 7:109; S. Bar. 77:24; Sib., II,
187-189; Mart. Is. 2, 14-16; Just. Dial., 8, 4; 49, 1; material rab. en
Str.-B., bin Gorion, Levinsohn, Zion → Lit. A. Tanna debē Eliahu (==
Seder Eliahu Rabba y Seder Eliahu zut̥ a) contiene enseñanzas
éticas, promulgaciones legales y narraciones que se remontan a
Elías (ed. M. Friedmann [1900, 1902]), compuesto en el s. V.2
Apocalipsis posteriores de Elías:3 1. Eliahu es un apocalipsis. Existe
un apocalipsis judío prepaulino del que sólo se conserva un breve
fragmento4 que describe los tormentos del pecador en la otra vida y
del que Pablo, según Orígenes (Serie Commentarorium sobre Mt.
27:9 [GCS, Orig., XI, 250, Klostermann]), Ambrosiaster
(Commeutaria en XIII Epistolas Pauli sobre 1 C. 2:9, MPL, 17, 205),
etc., tomó la cita de 1 C. 2:9. Según Epiph. Según Epiph. Haer., 42,
12, 3 (II, 179s., Holl), Ef. 5:14 también fue tomado de Elías, aunque
esto es muy improbable.5 2. También hay un apócope judío de Elías
del siglo III d.C.6 publicado por A.C. y que se remonta al siglo III
d.C.. A.D.6 publicado por A. Jellinek, Beth ha-midrasch, III (1855),
65-68; cf. también A. Wünsche, Aus Israels Lehrhallen, II (1908), 33-
38; M. Buttenwieser, Die hbr. Elias-Apokalypse (1897); P. Riessler,
Altjüd. Schrifttum (1928), 234-240. Aquí se describen las guerras de
los últimos tiempos, la victoria del Mesías, la resurrección y el juicio
y la nueva Jerusalén. 3. También podemos referirnos a un Copt.
Elías publicado por G. Steindorff, TU, 17, 3a (NF, 2) (1899), con
traducción alemana, 114-125. Este apocalipsis, que lleva la
inscripción «El Apocalipsis de Elías» en letra akhmímica, es
básicamente judío, pero los cristianos lo trabajaron a fondo a
principios del siglo IV. Consiste principalmente en profecías de los
problemas que indican el fin venidero. Lo más importante (→ 940)
son los pasajes sobre el conflicto de Elías y Enoc con el Anticristo
(Sah., 7-8; Akhm., 35 y 42 ss.).

La razón de la prominencia de Elías en la leyenda popular, en la


discusión teológica y en la expectación escatológica es doble:

1. Su misterioso rapto (2 Re. 2:11; cf. Sir. 48:9, 12; Eth. En. 89:52;
93:8; Jos. Ant., 9, 28), en el que se vio la recompensa de su celo por
la Ley (1 Mac. 2:58) y que dio lugar a la idea de su impecabilidad;7 y
2. la profecía de su regreso como en Mal. 4:5 s. (== LXX 3:22 s.):
Elías y el carro de fuego. Crédito: Wikipedia / Dominio Público

«He aquí que yo os envío al profeta Elías, antes que venga el


día del Señor, grande y terrible; y él hará volver el corazón de los
padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no
sea que yo venga y hiera la tierra con maldición».

Malaquías 4:5

Estas palabras son quizá un añadido al libro para mostrar que el


mensajero y precursor de Yahvé8 mencionado en 3:1 es el Elías
que regresa.

1. El Elías de la historia en el judaísmo posterior. Los milagros


de Elías proporcionaron un rico material para la leyenda, y la
oscuridad de su origen dio oportunidad para una animada discusión
sobre su ascendencia, siendo las tres principales teorías que era un
gadita (→ 931), un benjamita (→ n. 20) o un levita (→ 932)9.

2. Elías como ayudante en tiempos de necesidad. Después de su


rapto, Elías se alinea con los ángeles.10 Esto se atestigua por
primera vez en Mal. 4:5 s., donde es el mensajero angélico
mencionado en 3:1.

Hasta el último momento permanece en el Paraíso (Eth. En. 89:52;


cf. 87:3) y asiste a su pueblo (el testimonio más antiguo es Mc.
15:35 ss.), siendo magnificado en muchas leyendas en esta
capacidad.11

Vuela a la tierra y aparece en diversas formas. No hay lugar


demasiado lejano ni medio que se le resista para proteger la
inocencia, salvar a los justos, curar a los enfermos, instaurar la paz
y dar consuelo y amonestación.12

a. Es el escriba celestial que inscribe los hechos de los


hombres en un libro, especialmente los enlaces matrimoniales de
los israelitas (→ 934).14

b. También es el psicopompos.15 c. Es el intercesor de Israel.16


d. Es el mediador entre los israelitas y los israelitas.

El Retorno de Elías
a. El pasaje más antiguo que se refiere al retorno de Elías (Mal.
4:5 s.) ve en él una figura mesiánica. Él prepara el camino divino
para el Rey celestial (3:1) purificando el sacerdocio (3:2-4) y
estableciendo la paz (4:6). Sir. 48:10 se suma a la doble tarea de
Mal. es decir mitigar la ira de Yahvé antes del juicio (== Mal. 4:5, 6b)
y volver el corazón del padre hacia el hijo (== 4:6a), la tercera tarea
de restaurar las tribus de Israel (‫)להכין שבטי ישראל‬. Se atribuye así
al Elías que regresa una tarea que Dt. Is. atribuye al Siervo del
Señor (Is. 49:6).

Puesto que el Sir. no hace ninguna otra referencia al Mesías,


también él parece haber esperado a Elías como el Mesías.17 La
misma opinión se encuentra en rabinos posteriores que piensan en
Elías como un gadita y ven en él al libertador militar que vencerá
a las potencias mundiales.18
Profeta Elías,
obra de José de Ribera.

b. Sin embargo, estaba mucho más extendida una segunda


opinión que veía en Elías al precursor del Mesías y no de Dios.

Esto se prepara en los pseudoepígrafos en la medida en que


Elías viene aquí con Enoc antes de la parusía del Mesías (Eth.
En. 90: 31; cf. 89: 52; 4 Esr. 6: 26).19

Que Elías solo también se esperaba como precursor del Mesías


está atestiguado en Just. Dial., 8, 4; 49, 1 (→ 934), varios
pasajes del Rabb.20 y la antigua bendición del vino21 en la
fiesta de Año Nuevo conservada en Sof., 19: 9: «Elías profeta,
ven pronto a nosotros; que el rey Mesías brote en nuestros días.»
Sabemos por el NT lo extendida que estaba esta opinión en la
escatología popular (→ 936).

Es una cuestión abierta si el documento de Damasco,22 que


pertenece casi a la misma época que Jesús, representa la
expectativa de que Elías vendrá de nuevo como precursor del
Mesías, aunque ésta es la interpretación común bajo la influencia
de L. Ginzberg.23

Lo que el documento tiene que decir sobre las figuras del


último tiempo es oscuro y su interpretación incierta. Los
principales resultados son los siguientes:

a. El fundador de la comunidad es llamado en 1, 11 «el maestro de


la verdad», ‫ מורה צדק‬32 ,20 ;‫ מורה‬:28 ,20 ;‫ מורה צדק‬y ‫« == היחיד‬el
excelente»; 20, 1: ‫ יוריה היחיד‬:14 ,20 ;‫« == מורה היחיד‬el excelente
profesor. “

Es arrebatado, es decir, apartado de la comunidad por la


muerte (19, 35; 20, 14).

b. Mirando al futuro, la comunidad espera al ‫יורה הצדק‬


( lit. «enseñará la verdad» usado como título) que vendrá al final
de los días, 6, 11. Ahora bien, la expresión ‫יורה צדק‬, que está
tomada de Os. 10:12: «hasta que venga y enseñe la verdad», y que
se usa por primera vez en la lit. postmalmúdica, aunque quizá ya en
b. Bek., 24a (R. Johanan, c. 250), es un término consistente para la
venida de Elías.24

Tampoco puede haber duda de que incluso en el período


precristiano se esperaba que Elías decidiera cuestiones disputadas
de la Ley (→ 933 s.). De ahí que muchos estudiosos hayan
llegado a la conclusión de que el «maestro de la verdad»
esperado es Elías.25

La comparación de los hallazgos bajo a. y b. sugiere que la


comunidad esperaba el regreso de su propio maestro como
Elías. Si es así, la comunidad de Damasco era una comunidad
precursora y el documento da una impresión de la vivacidad de
la expectación del precursor del Mesías en el periodo del NT.

El documento también habla del Mesías. En dos pasajes lo


contempla como perteneciente al pasado (2, 12: ‫ משיחו‬:1 ,6 ;‫משיחו‬
‫)הקודש‬. 26

En el futuro, la comunidad espera al Mesías de Aarón y de Israel


(12, 23/13, 1: 19 ,14 ;‫[ משוח אהרן וישראל‬corrupto]: ;… ‫ח אהרן וישראל‬
10 ,19s. : ‫ משיח מאהרן ומישראל‬:1 ,20 ;‫)משיח אהרן וישראל‬. 27 Así pues,
tenemos al maestro pasado y venidero por un lado y al Mesías
pasado y venidero por otro, y se plantea la cuestión de si el maestro
y el Mesías no son una misma cosa28. Si es así,29 Elías no puede
ser el «maestro de la verdad».

c. La expectativa bastante temprana del regreso de Elías adoptó


otra forma de la que hay indicios ya en el período
precristiano. Según este punto de vista, Elías es el sumo
sacerdote de los últimos tiempos.

Sabemos por el Test. XII que ya en el siglo II a.C. se esperaba un


sumo sacerdote escatológico además del Mesías.30 Esta
expectativa, (que tiene sus raíces en Zac. 4:1 y ss.), es común en
la literatura talmúdica.31
Lo vigorosa que era puede verse en las monedas del período inicial
de la revuelta de Bar Cochba, en las que está inscrito «El’azar
sacerdote», así como «Simón príncipe de Israel».32

La expectativa de Elías creció con esta expectativa del sumo


sacerdote mesiánico, probablemente sobre la base de una
combinación de Mal. 3:1; 4:5 s. (Elías, el ángel de la alianza) con
2:4-5 (la alianza con Leví).

Esta combinación hizo que se atribuyera a Elías la ascendencia


sacerdotal, de modo que llegó a identificársele con el sumo
sacerdote del período mesiánico.33 Los Targumim muestran lo
popular que era esta concepción.34

En cuanto a la datación de esta idea de Elías como sacerdote y


como sumo sacerdote escatológico, podemos referirnos en primer
lugar a Ass. Mos. 9:1-7, donde inmediatamente antes del final (10:1)
se espera la venida de un hombre de la tribu de Leví cuyo nombre
Taxo (== Τάξων == [futuro] ordenador) está posiblemente
relacionado con la tarea del Elías que regresa como restaurador (→
infra). 35

Puede hacerse referencia entonces a Apoc. 11:3, donde Elías y


Moisés aparecen antes del fin y sobre la base de Zac. 4:3, 11-14
son llamados «los dos olivos y los dos candeleros que están de
pie ante el Dios de la tierra.»
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En la lit. rab., de acuerdo con el original, los dos olivos suelen


exponerse como representantes del sacerdocio y la
monarquía.36

Aprendemos de Jn. 1:21 que la ascendencia sacerdotal de Juan


el Bautista no fue obstáculo para su identificación con Elías.
Finalmente está el informe de Justino (→ 934) de que Elías
ungirá al Mesías, presumiéndose que posee dignidad
sumosacerdotal. Por otra parte, la equiparación de Elías con el
zelote sacerdotal Pineas37 pertenece a la época postcristiana38.

La tarea del Elías que regresa.


La venida de Elías anuncia el tiempo de la salvación. Su tarea es
la de la apokatastasis (LXX Mal. 4,5: ἁποκαταστήσει; cf. Mc. 9,12;
Mt. 17,11; → I, 387 ss.), la restitutio in integrum del pueblo de
Dios separado de su Dios por el pecado.

Prepara a la comunidad de salvación para la recepción de la


salvación (Lc 1,17: ἐτοιμάσαι κυρίῳ λαὸν κατεσκευασμένον).
a. La restitutio in integrum del pueblo de Dios. En Mal. 4:6 se
dice que el Elías que regresa restaurará la paz en las familias.
En LXX Mal. 3:23 (== 4:6) la restauración de la paz se extiende a
las relaciones mutuas de todos los miembros del pueblo.39

En períodos sucesivos esto se expuso de diversas maneras. Una


interpretación es que predica el arrepentimiento. Él «hará volver
a los desobedientes a la sabiduría de los justos» (Lc. 1:17) y vestirá
las vestiduras de luto en señal de su ministerio de arrepentimiento
(Ap. 11:3). «Sin arrepentimiento Israel no será redimido… Harán
gran penitencia ‫ תשובה גרולה‬sólo cuando venga Elías«.40

Otra interpretación de la restauración de la paz que se remonta al


periodo precristiano41 es que Elías resolverá todas las
cuestiones controvertidas en el ámbito de la exposición bíblica,
el ritual y la ley.42

b. La restitución exterior del pueblo de Dios. Ya en Sir. 48:10 se


encomienda a Elías la tarea ulterior de restaurar las tribus de
Israel (→ 931).

Esto suele interpretarse en el sentido de que Elías expulsará a los


israelitas ilegítimos y traerá de vuelta a los legítimos al pueblo
redimido,43 siendo la pureza de sangre el único derecho a participar
en la bienaventuranza final. Pero a veces se hace referencia a la
reunión del pueblo disperso,44 y tal vez sea éste el sentido original
del Eclo. 48:10.45

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c. Proclamación del tiempo de salvación. Guerra contra el


Anticristo. Presentación del Mesías. i. Se afirma repetidamente
(primero en la 4ª bendición de la gracia después de la comida)46
que Elías anunciará la llegada del tiempo de salvación.47 ii. Por otra
parte, la tradición de que Elías luchará contra el Anticristo (que
se encuentra por primera vez en Apoc. 11:7) y finalmente lo
matará (Apc. Eliae, Steindorff, 169) sólo se encuentra en apoc. lit.
→ 940.48 iii. Sólo fuera de la lit. rab. más antigua encontramos la
tradición de que Elías identificará (Just. Dial., 8, 4, of. Test. L. 2)49 y
ungirá al Mesías (Just. Dial., 8, 4; 49, 1); quizá haya un rastro de la
tradición de la unción del Mesías por Elías en la doctrina rab. de que
Elías volverá a colocar las tres copas con el maná, el agua de
purificación y el aceite de la unción.50

De este modo, Elías prepara al pueblo de Dios para la última


vez. Cuando la paz haya sido restaurada, la comunidad
reconstituida, el Anticristo vencido y muerto y el Mesías ungido
para su oficio real, entonces comenzará la gran edad final de
gracia.

Elías en el Nuevo Testamento


Aparece en el N.T después de Moisés (80 veces), Abraham (73) y
David (59), Elías es la figura del AT más frecuentemente
mencionada en el NT (29 + vl. Lc. 9:54).

 El Elías Historico en el N.T

En el NT se mencionan cuatro acontecimientos de la vida del


profeta.

1. El primero es a. que proclamó la sequía (1 Re 17:1).


2. La hambruna asociada (cf. Lc 4:25; Jm 5:17; Ap 11:6).

En los tres pasajes del NT el tiempo de la sequía es de 3 años y


medio, a diferencia de 1 Re 18:1;51 probablemente se trate de una
tradición distintiva de Palestina.52 En Jm. 5:17 y ss. la sequía y su
fin53 se atribuyen ambos a la eficacia de Elías en la oración y así
ilustran y prueban la afirmación: πολὺ ἰσχύει δέησις δικαίου
ἑνεργουμένη (Jm. 5:16).

3. Elías no debía su poder de mover el cielo y la tierra mediante


la oración a ninguna dote sobrenatural (Jm. 5, 17 ss.). Estaba
«sujeto a las mismas pasiones que nosotros» (5,17). Su oración era
eficaz porque era un δίκαιος (→ 190; Jm. 5, 16).

4. El alimento milagroso de la mujer celestial en el desierto (Ap.


12:6, 14), que se representa como realizado por medio de un ángel,
probablemente sigue el modelo de la alimentación de Elías en el
arroyo Querit (1 Re. 17:2 ss.),54 aunque también podría haber
alusión a la provisión de maná en el desierto (Ex. 16:13 ss.; Sal.
78:24; 105:40).

b. El hecho de que Dios enviara a Elías a una viuda de Sidón


durante la sequía de 3 años y medio55 es utilizado por Jesús en
Lc. 4:25 ss. para mostrar a partir de la Escritura que puede
agradar a Dios ofrecer la salvación a los gentiles con exclusión
del pueblo salvador.

c. El material lucano especial en el relato de Getsemaní (Lc. 22:43,


cf. 1 Re. 19:5, 7) recuerda el relato de la huida de Elías en 1 Re.
19:1 ss.56.

La seguridad dada en esta ocasión al desesperado profeta de que


Dios ha reservado 7000 en Israel que no han doblado la rodilla ante
Baal (19:18)57 hace que Pablo esté bastante seguro de que hay
presente en Israel en sus días un remanente sagrado según la
elección de la gracia (R. 11:2-5).58
d. Lc. 9:54 (cf. Ap. 11:5) se refiere al juicio divino que Elías
ejecuta sobre sus enemigos cuando los destruye con fuego del
cielo (2 Re. 1:10, 12; Eclo. 48:3). Jesús reprende duramente a los
hijos de Zebedeo por su pregunta de si debían hacer bajar fuego del
cielo sobre la aldea samaritana que no los recibía (Lc. 9, 54; vl.
atestiguada desde la época de Marción59 añade ὡς καὶ Ἡλίας
ἑποίησεν). Pues, como señalan acertadamente las adiciones al
texto, semejante milagro de juicio sería incompatible con el espíritu
del Evangelio60 y la obra salvadora de Jesús61.

 La concepción judía posterior de Elías en el NT.

a. Elías como ayudante en tiempos de necesidad. Esto sólo se


reconoce como una creencia judía popular en el NT (Mc 15:35 s.; Mt
27:47, 49). Debido a un malentendido o a una interpretación
intencionadamente errónea, el grito del Crucificado «Elí, Elí»
(Sal. 22:1)62 es interpretado burlonamente por los transeúntes
como un grito de auxilio al ayudante Elías. «La pretensión
mesiánica de Jesús se hizo añicos a los ojos judíos cuando Elías
fracasó en su intento de ayudar».63 La comunidad cristiana no
adoptó la concepción de Elías como ayudante; sólo conoció a un
Auxiliador en tiempos de necesidad, a saber, Cristo.

b. El retorno de Elías. La expectativa de que Elías volvería antes


del fin se supone generalmente conocida y reconocida en los
Evangelios (Mc 9,11; Mt 17,10 etc.). Lo tensa que era la
expectativa se desprende de la noticia de que la gente creía
posible que Juan el Bautista fuera Elías (Jn 1,21.25) y de
que había círculos que estaban convencidos de que Jesús era
Elías (Mc 6,1564 par. Lc 9,8; Mc 8,28 par. Mt 16,14; Lc 9,19).

Según Lc 9,7 y ss. parece que fueron especialmente los


milagros de Jesús (τὰ γινόμενα πάντα, 9,7) los que dieron lugar a
su equiparación con Elías. También se desprende de Mc 9,11 que
se esperaba a Elías como precursor del Mesías y no al Mesías
mismo (→ 931).65 Mc 9,12 y par. muestra que se consideraba
que su tarea era la de ἁποκατάστασις (→ 933), y Ap 11,3 que
esto se llevaría a cabo mediante la predicación del
arrepentimiento (→ 933).

El δεῖ de Mc 9,11 y par. (→ 23 s.) muestra finalmente que había


conciencia de que esta expectativa descansaba en la Escritura.
Sobre la base de este δεῖ los escribas intentaron disputar el
mesianismo de Jesús sobre la base de que Elías aún no había
venido, y los propios discípulos cuestionaron el anuncio de Jesús
de su pasión (Mc 9,11).

c. La guerra de Elías contra el Anticristo (→ 940).

 La comprensión del NT de la expectativa de Elías y su


cumplimiento en Juan el Bautista:

a. El sentido de misión del Bautista y la expectativa de Elías. La


cuestión de si Juan se relacionaba a sí mismo con la expectativa de
Elías es difícil de responder en vista de la escasez de material
fuente. Desde luego, no se puede demostrar que se considerara
el precursor de Elías66.
Aparte de que un precursor del precursor es una invención ad hoc,
la descripción que el Bautista hace del ἑρχόμενος no se ajusta al
Elías que regresa, al que no se espera en ninguna parte como el
que bautiza con el Espíritu (Mc. 1:8 y par.) o como el Juez (Mt. 3:12
y par.).67

Más digna de consideración es la tesis de que el Bautista pensaba


en sí mismo como el Elías que vuelve.68 Hay mucho que decir al
respecto. Así, predica el arrepentimiento y anuncia el tiempo de
la salvación (→ 933; 934). Su vestimenta (manto y ropa interior de
pelo de camello y un cinturón de cuero sobre la ropa interior, Mc 1,6;
Mt 3,4)69 guarda cierta semejanza con la de Elías70.

Por último, Lc 1,14-17 -suponiendo que estos versículos y su


contexto procedan de círculos que seguían al Bautista- apoya la
conclusión de que en estos círculos se consideraba a Juan
como el Elías retornado, y según la redacción de 1,17 (ἐνώπιον
αὐτοῦ == Dios según el v. 16)71 incluso se consideraba a Elías
como el precursor que prepara el camino a Dios, y por tanto
una figura mesiánica72.
¿Podemos deducir de todo esto que Juan se consideraba a sí
mismo como Elías?

Difícilmente. El manto velludo era una prenda profética


común, según Zac 13,4, por lo que no se puede deducir de ello
ninguna conclusión importante73 , y el hecho de que Juan fuera
considerado una figura mesiánica por sus seguidores, y que esto
correspondiera a un juicio popular generalizado (Lc 3,15; Jn 1,20;
Hch 13,25), no significa que su propio juicio sobre sí mismo siguiera
las mismas líneas.

Ante todo, el silencio de las fuentes impone prudencia. En


efecto, el único relato evangélico sobre el sentido de la misión del
Bautista en relación con la espera de Elías nos dice (Jn 1,21.25)
que repudió la idea de que él fuera Elías redivivo con un enfático
οὐκ εἰμί. Aunque este pasaje pueda reflejar una tendencia hostil al
Bautista, suena a verdad, ya que se aparta de la concepción común
de los primeros cristianos que veían a Elías en Juan. La opinión
más probable es que el Bautista, que anunciaba al que había de
venir sin nombrarlo (Mt 3,11; 11,3), deseaba ser él mismo sólo
la voz anónima en el desierto (Jn 1,23 == Is 40,3) y nada más74.

b. El juicio de Jesús sobre Juan. El hecho de que Elías no haya


vuelto les parece a los escribas que niega la posibilidad de que
Jesús sea el Mesías y también parece haber sido esgrimido por los
discípulos como argumento contra la necesidad de la pasión (Mc
9,11 y par.).

A esta objeción responde Jesús con la sentencia, expresada


veladamente en Mc 9,13 par. Mt. 17,12 (cf. esp. 17,13) y Mt.
11,10 par. Lc. 7:27 (refiriendo Mal. 3:1 al Bautista),75 y en forma
abierta en Mt. 11:14, que la profecía de Malaquías sobre el
regreso de Elías se ha cumplido en Juan el Bautista.

El εἰ θέλετε δέξασθαι Mt. 11,14 parece destinado a indicar que


esta interpretación de la figura del Bautista es nueva y que el
cumplimiento de la profecía de Elías no tiene lugar en forma de
reencarnación.
Si los dichos mencionados son auténticos -y quienes niegan la
conciencia mesiánica de Jesús necesariamente los discutirán-, son
significativos porque muestran cómo Jesús se sitúa a sí mismo
bajo las Escrituras. Ninguna promesa de la Escritura fallará, y
esto incluye Mal. 4:5 s.76 También muestra que Jesús entiende
el ἀποκατάστασις de Mal. 4,5 s., no como una renovación
política, sino religiosa del pueblo mediante el arrepentimiento y
el perdón.

Muestra de nuevo lo cercano que está el final para Jesús,


puesto que Elías ya está presente como precursor del Mesías, y
lo clara que ve su pasión ante Él, puesto que ya se conoce el
destino del Bautista (Mc 9,13). Cuando la comunidad primitiva
asume este juicio de que la espera de Elías se cumple en el
Bautista (Mc 1,2; Lc 1,16 s., 76), lo hace con plena conciencia de
estar confesando así el mesianismo de Jesús.

 La aparición de Elías en el Monte de la Transfiguración:

En Mc 9,4-5 (par. Mt 17,3-4; Lc 9,30.33) consta que Elías y


Moisés aparecieron en el Monte de la Transfiguración y
conversaron con Jesús. Se trata de un relato notable, ya que en
ninguna parte de la literatura rabínica más antigua encontramos ni
1. la idea de dos precursores del Mesías77 ni 2. la idea de que
Moisés y Elías aparecerán juntos en los últimos días78.

Además de esta doble dificultad, cabe señalar que los intentos de


explicar Mc 9,4-5 son extraordinariamente variados. Se ha sugerido
a. que representan la Ley y la profecía rindiendo homenaje a Aquel
que es más grande (cf. Mc 9,7);79

b. que la aparición de las dos figuras celestiales representa la


revelación del mundo celestial que Jesús experimentó en la
oración;80

c. que Elías aparece como el precursor y Moisés como el


predecesor inmediato81 del Mesías;82 d. que tenemos aquí a los
dos escoltas de un rey oriental,83 es decir, dos figuras celestiales
que completan el cuadro y que, aunque sin nombre al principio, son
identificadas y diferenciadas más tarde;84 e. que el trasfondo hay
que buscarlo en una concepción persa que se ha colado en el
judaísmo, a saber, la de los dos mensajeros que traen al alma su
vestidura celestial,85 o la de las dos divinidades, Vaê el dios del
viento y Bahrâm el dios de la victoria, que apoyan a Sraosha, el
conductor de almas,86 o la de los dos precursores87 o
compañeros88 del Saoshyant persa.

Las dificultades surgen, en efecto, si mantenemos que junto a la


expectativa popular de un único precursor, de la que se hace eco
Rabb. lit., existía también en la tradición apocalíptica precristiana
una segunda forma de expectativa escatológica que enseñaba la
venida de dos precursores del Mesías. El pasaje más antiguo que
puede citarse es Eth. En. 90:31 (→ 931), luego Ap. 11:3 y ss. (→
939), 4 Esr. 6:26 (→ n. 19), Apc. Pt. 2, Copt. Apc. El. (Steindorff [TU,
NF, Heft 3a, 1899], 163 ss., 169, → 940) etc.89 Esta tradición de
dos precursores también está presente en Mc 9,4 ss. Fuera del NT y
en pasajes no influidos por Mc 9,4 ss. y Ap 11,3 ss. los precursores
son casi siempre90 Enoc y Elías, siendo el vínculo entre ellos que
ambos fueron trasladados vivos según el testimonio del AT.91 Si Mc
9,4 ss. e independientemente Ap 11,3 ss. sustituyen a Enoc por
Moisés, ello se debe evidentemente a una tradición que enseñaba
una traslación de Moisés similar a la de Enoc y Elías92.

Elías y Moisés aparecen así en el Monte de la Transfiguración


como precursores de Jesús. Como en Ap 11,3 y ss., su
aparición tiene un significado escatológico.93 Proclama la
inauguración de los últimos tiempos.

Probablemente deberíamos dar un paso más. En Ap. 11:3 ss.), en el


Apc. de Elías y en otras tradiciones del Anticristo, Elías y su
compañero son figuras sufrientes de los últimos tiempos (→ infra).
Así, su aparición en el relato de la transfiguración implica una
insinuación de la pasión de Jesús, confirmando la profecía de Mc
8,31 ss. Ciertamente, así se entiende en la tradición lucana
especial:94 «Hablaban de su muerte95 que debía cumplir en
Jerusalén» (Lc. 9:31).
 El Elías sufriente:

Sólo en un pasaje del Nuevo Testamento (Apocalipsis 11:3 y


ss.) se presenta claramente96 como doctrina de la comunidad
cristiana primitiva la expectativa de que Elías redivivo ha de
venir todavía en el futuro. Aquí los dos predicadores del
arrepentimiento en el último tiempo, que son asesinados por la
bestia y que resucitan al cabo de 3 días y medio, son Elías y
Moisés.97 Esto puede verse en 11:6, donde el poder de cerrar el
cielo durante 3 años y medio (→ 934) procede de la historia de Elías
(1 Re 17:1) y el cambio del agua en sangre de la historia de Moisés
(Ex 7:17, 19, 20).98

Puesto que la concepción de Elías en Apocalipsis 11, que espera su


venida en el futuro, entra en conflicto con la de los Evangelios,
según la cual ya ha venido en el Bautista,99 cabe suponer que
Apoc. 11 toma prestado material apocalíptico precristiano que trata
del regreso de Elías y Moisés (o Enoc, → 939) (11:3-6), de su
ejecución (11:7), de la vergüenza de sus cadáveres (11:8-10), de su
resurrección (11:11) y de su ascensión al cielo (11:12). Esta
conjetura se ve respaldada por Mc 9,12 y ss., donde Jesús profetiza
el sufrimiento del Hijo del Hombre y de Elías (que ya se cumple en
la ejecución del Bautista), ya que esto sugiere una tradición
extracanónica que quizá fue expurgada de la lit. judía posterior por
motivos polémicos.100 También parece hacerse referencia a esta
tradición en Lc 9,31 (→ 939). De hecho, esta tradición judía
posterior perdida sobre el martirio del retornado Elías y su
compañero en los últimos días se conserva en varios ejemplos de la
tradición cristiana primitiva del Anticristo.101 Especialmente
importante es el testimonio del Elías copto Apc. editado en 1899 por
G. Steindorff.102

En relación con la descripción de la venida del Anticristo se nos dice


aquí: «Cuando, por tanto, Elías y Enoc oigan que el desvergonzado
se ha desplegado sobre el lugar santo, bajarán y lucharán con él,
diciendo… El desvergonzado lo oirá y se enfurecerá y luchará con
ellos en la plaza del mercado de la gran ciudad y les hará la guerra
durante siete días y yacerán muertos durante tres días y medio en la
plaza del mercado a la vista de todo el pueblo. Pero al cuarto día
resucitarán (163) … Ese día se alegrarán hasta el cielo cuando
brillen y todo el pueblo y todo el mundo los vea» (164). Elías y Enoc
aparecen de nuevo directamente antes de la parusía del Mesías:
«Se despojan de la carne de este mundo y se revisten de su carne
celestial; persiguen al hijo del desafuero y lo matan» (169). Que
tenemos aquí una tradición similar a la de Ap 11,3 ss. lo demuestran
los siguientes puntos importantes de coincidencia: la precedencia de
Elías; el martirio de los dos testigos; la vergüenza de los cadáveres
durante 3 días y medio; la resurrección y la ascensión. Las
diferencias son, pues, tanto más notables cuanto que ponen de
manifiesto que Copt. El. está utilizando una tradición independiente
en la que tenemos a Enoc y no a Moisés, la aparición del Anticristo
antes y no durante el ministerio de los dos testigos, una venida
específicamente para combatir al Anticristo y no para predicar el
arrepentimiento, etc. Esta conclusión se ve confirmada por el hecho
de que los rasgos independientes de Ap 11,3 y ss. se repiten con
«asombrosa continuidad «103 en la tradición cristiana primitiva del
Anticristo104.

Si en el Apc. de Elías tenemos una forma independiente de la


tradición judía posterior del martirio del retornado Elías en su
lucha con el Anticristo, como también se utiliza en Apoc. 11:3
f.), entonces una característica que adquiere gran importancia
es que en el Apc. de Elías el relato concluye diciéndonos que
Elías y Enoc regresan tras su resurrección y matan al
Anticristo. Es muy posible que ésta sea la conclusión original del
martirio del Elías retornado, aunque no se conserve en Ap. 11:3
s.),105 ya que Tertuliano habla de que Enoc y Elías estaban
«reservados para el martirio a fin de destruir al Anticristo con su
sangre».106

Cabe señalar que el recuerdo del Elías sufriente ha llegado de


forma alterada a las sagas germánicas. El poema altoalemán
Muspilli107 nos ofrece en los vv. 37-62 dos versiones de la batalla
entre Elías y el Anticristo. Según la primera, la descripción de los
«exaltados sabios del mundo», Elías vence al Anticristo (vv. 37-47),
mientras que según la segunda, la descripción de «muchos
hombres de Dios», es herido por el Anticristo y cuando su sangre
fluye a la tierra108 el fuego cósmico estalla en llamas (vv. 48 y
ss.).109

Desde el punto de vista de la teología bíblica, el establecimiento de


la fecha de la tradición apocalíptica del martirio del Elías que
regresa reviste una gran importancia. Porque nos permite ver
que Mc 9,12 ss. tiene razón cuando supone que la idea de un
precursor sufriente no es extraña a los contemporáneos de
Jesús. Se da así un fuerte apoyo a la historicidad de la profecía de
Jesús sobre su pasión y de sus afirmaciones sobre el poder
expiatorio de su muerte.

Ref: Articulo extraído y traducido: (c.f Joachim Jeremias,


«Ἡλ(ε)ίας», ed. Gerhard Kittel, Geoffrey W. Bromiley, y Gerhard
Friedrich, Diccionario teológico del Nuevo Testamento (Grand
Rapids, MI: Eerdmans, 1964-), 928-930).

Theological Dictionary of the New Testament | TDNT (10 vols.)

Añado la siguiente recomendacion si quieren seguir


profundizando consultar los siguientes recursos:
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Wentz, Diccionario Bíblico Lexham (Bellingham, WA: Lexham
Press, 2014).

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Ciencias Bíblicas Contemporáneas (Viladecavalls, España: Editorial
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New York: T&T Clark; Charles Scribner’s Sons, 1906), 862.

 Notas al margen:
2 J. Mann, Hebrew Union Coil. Annual, 4 (1927); sólo escrito en el
siglo X según L. Zunz, Die gottesdienstlichen Vorträge der Juden2
(1892), 119.

3 Schürer, III, 361-366.

4 Ed. D. de Bruyne, Revue Bénédictine, 25 (1908), 153 f.

5 Schürer, III, 362.

6 P. Riessler, Altjüd. Schrifttum ausserhalb der Bibel (1928), 1279 f.

7 Pesikt., 9 (76a) y muchos par.

8 Esta figura tal vez esté relacionada con la Saos̆ yant-Astvatereta


persa (Bousset-Gressm., 232, 513, n. 1; v. Gall, 252, 379 incluso
piensa que el propio Zaratustra fue un modelo). Una analogía
samaritana es el Taheb (== el que viene de nuevo, el término
samaritano para el Mesías) (→ I, 388).

Nº 20 Se pueden encontrar ejemplos rabínicos en Str.-B., IV, 748-


789: «Elías de la tribu de Benjamín, el precursor del Mesías». Pero
los pasajes citados en Billerbeck, IV, 792-798 pertenecen en su
mayoría a este grupo, aunque Billerbeck los sitúa todos entre los
que consideran a Elías como el sumo sacerdote de los últimos días
(→ 932).

9 Str.-B., IV, 781 y ss.; Levinsohn, 6 y ss.; Zion, 9 y ss. Para material
crítico cf. Levinsohn, 35 ss.

10 Según Eth. En. 90:31 Elías aparecerá al final con Enoc y tres
ángeles. Rabb. lit. también vincula a Elías con los arcángeles, Ber.,
4b etc.

11 Str.-B., IV, 769 ss.; S. K(ohn), 251 s.; Jew. Enc., V, 124 ss.; bin
Gorion, Born Judas, II, 210-222, 247-252, 333-335; Dalman, Jesas-
Jeschua, 186; Levinsohn, 13 ss. Las raíces de la idea de Elías como
ayudante en tiempos de necesidad se encuentran en la historia de
Sarepta en 1 Re 17,8 ss.

12 A los rabinos les gusta representar a Elías en compañía de


sabios y piadosos. Les enseña e instruye, escucha en la casa de
instrucción y revela los misterios del mundo superior (S. K[ohn], 281
ss.; Str.-B., 773 ss.). Pero deja de visitar a sus amigos si hacen el
más mínimo mal (S. K[ohn], 252 ss.; Str.-B., IV, 775 ss.).

13 Las obras sobre Elías en el judaísmo posterior (→ 928, Bibl.) casi


todas no distinguen entre material anterior y posterior al NT, por lo
que es difícil utilizarlas en la exégesis del NT.

14 Weber, 282; Str.-B., IV, 766 s.

15 Jew. Enc. (1903), V, 128; Str.-B., IV, 766 s. Este punto de vista
quizá esté presente en Sir. 48:11.

16 Str.-B., IV, 768 s. El pasaje de Qoh. r., 11, 2 citado en Volz


Esch.2, 195 se refiere al Elías histórico y no al traducido.

17 Dalman, Der leidende Messiah, 28; Str.-B., IV, 780; Staerk,


Soter, I, 69. Si el Taxo del Ass. Mos. es idéntico a Elías (→ 933),
Elías es también aquí el Mesías, ya que no hay ninguna otra
mención del Mesías.

18 Str.-B., IV, 782-784. Elías como redentor, Aptowitzer,


Parteipolitik, 96-104, 244 s.; Murmelstein, 65-70. Sobre la
expectativa samaritana relacionada del Taheb, el que regresa, → I,
388.

19 4 Esr. 6:26: «Y aparecerán los hombres que fueron trasladados,


que no gustaron la muerte desde su nacimiento, y los corazones de
los que habitan la tierra cambiarán y se volverán a una mente
nueva.» En el AT, la traslación sólo se relata de Enoc y Elías (Gn.
5:24; 2 Re. 2:11; y, a pesar del relato del rapto de Esdras en 14:9,
14, 49, la referencia original en 4 Esr. 6:26 era simplemente a estos
dos (así E. B. Allo, Saint Jean. L’Apocalypse3 [1933], 160), ya que
el regreso final de estos dos santos varones era parte constitutiva
de la representación apocalíptica del fin (938 ss.). La época
posterior aumentó el número, de modo que hay 9 o 10 en Derekh
‘Erecͅ ; zuṭa, 1 (20c) (Str.-B., IV, 766).

20 ejemplos rab. pueden encontrarse en Str.-B., IV, 748-789: «Elías


de la tribu de Benjamín, el precursor del Mesías». Pero los pasajes
citados en Billerbeck, IV, 792-798 pertenecen en su mayoría a este
grupo, aunque Billerbeck los sitúa a todos entre los que consideran
a Elías como el sumo sacerdote de los últimos días (→ 932).

21 P. Fiebig, RH (1914), 29; J. Elbogen, Der jüd. Gottesdienst in


seiner geschichtl. Entwicklung2 (1924), 123; v. Gall, 378.

22 Cf. L. Rost, Kl. T., 167 (1933). Las siguientes referencias se


refieren a las páginas y líneas del MS.

23 Sekte, 303 ss.

24 Ginzberg, Sekte, 303 y ss. A partir del siglo IX Elías también se


llama ‫( מורה צדק‬306 ss.), y se utiliza para designar a los eruditos
preeminentes desde el siglo XI (311 ss.). (311 ss.).

25 Ginzberg, 316; Staerk, Damasco, 95, etc.

26 En 6, 1 la refer. del «santo ungido» es quizá a Aarón.

27 Se discute el significado de la frase «Mesías de Aarón y de


Israel». La sugerencia de Ginzberg (Sekte, 324 ss., 342 ss. y esp.
351 ss.) de que la ref. es a dos figuras, el sumo sacerdote y el rey
de los últimos días, no es aceptable por motivos lingüísticos, pues el
documento siempre habla del «ungido» en el sing. La frase debe
explicarse más bien, como vio Staerk (Damasco, 96) en términos de
6, 2s., donde los miembros de la comunidad de Damasco se
describen a sí mismos como los «percipientes de Aarón y los
inteligentes de Israel» (cf. 1, 7). Así pues, si el Mesías es de Aarón y
de Israel, esto no significa que sea del sacerdocio y del laicado, a
diferencia del ideal dinástico del Mesías (así Staerk), sino que más
bien expresa la certeza de que vendrá de la comunidad, que
obviamente utiliza la frase Aarón e Israel de sí misma como el
verdadero pueblo sacerdotal de Dios (4, 12 ss.; 12, 8).

28 Así S. Schechter, Documents of Jewish Sectaries, I (1910), 211,


n. 11 en la primera ed. del documento; H. Odeberg, The Fourth
Gospel (1929), 154, quien en relación con el título mesiánico
«maestro de la verdad» se refiere a Jn. 4, 25.

29 El pasaje decisivo es 7, 18-21. Aquí la profecía de la estrella de


Jacob y el cometa de Israel en Nu. 24:17 se explica de la siguiente
manera. La estrella de Jacob se refiere al fundador de la comunidad
y el cometa de Israel al príncipe de toda la comunidad (es decir, el
Mesías). Es una cuestión abierta si se trata de dos figuras diferentes
o si simplemente tenemos las formas histórica y escatológica del
fundador de la comunidad. Si la segunda teoría es correcta,
entonces el documento da testimonio de que en la época de Jesús
podía existir la expectativa del regreso de uno ya muerto como el
Mesías.

30 Test. R. 6; S. 7; L. 2; 8; 18; Jud. 21; D. 5; N. 8; G. 8; Jos. 19.


Algunos de estos pasajes han sido trabajados por los cristianos,
pero el sumo sacerdote escatológico que está al lado del Rey
mesiánico pertenece al material básico. ¿Cómo podría un cristiano
haber inventado esta figura en clara contradicción con Hb?

31 Str.-B., III, 696, 812; IV, 457, 460 ss., 789 ss., Ginzberg, Sekte,
330, 342 ss.; Dalman, Der leidende Messias, 8 ss.

32 Schürer, I, 684, 767 y ss.; Schl. Gesch. Isr., 374 ss.

33 Str.-B., IV, 462 ss., 789-792.

34 Tg. J. I, Ex. 40:10; Dt. 30:4; Tg. Lam. 4:22.

35 La figura de Taxo parece estar influida por las leyendas del


período macabeo. Los siete hermanos mártires de 4 Macc. (1, 8
etc.) pueden compararse con sus siete hijos (a menos que nos
refiramos al relato de Jos. Ant., 14, 429 del «ladrón» que mató él
mismo a sus siete hijos). Esto no altera el hecho de que Taxo sea
una figura escatológica en Ass. Mos., cf. C. Clemen en Kautzsch
Apkr. u. Pseudepigr., II, 326, n. d; Bousset-Gressm., 232; Schl.
Gesch. Isr., 267, 434; v. Gall, 381.

36 Se pueden encontrar ejemplos en Str.-B., III, 811 s.

37 Str.-B., IV, 462 s., 789-792. Esta equiparación del zelote Elías (1
Re. 19:10) con el zelote Pineas (Nu. 25:11) – cf. Pirqe R. Eli’ezer, 29
– se debe a la recurrencia de las palabras «mi pacto… de paz»
(Mal. 2:5) en Nu. 25:12 (cf. Nu. 25:12). 25:12 (cf. Nu. r., 21 sobre
25:12, Str.-B., IV, 791b).

38 Se encuentra por primera vez en Tg. J. I (Éx. 4:13; 6:18; Núm.


25:12) y en lit. post-Tann. (p. ej., Pirqe R. Eli’ezer, 29), pero ya es
familiar a Orígenes (Comm. en Jn. 1:21 [IV, 123, Preuschen]).

39 ὃς ἀποκαταστήσει καρδίαν πατρὸς πρὸς υἱὸν καὶ καρδίαν


ἀνθρώπου πρὸς τὸν πλησίον αὐτοῦ.

40 Pirqe R. Eli’ezer, 43. Cf. 4 Esr. 6:26, como en → n. 19.

41 b. Pes., 70b Bar.; j Pes., 3, 30b, 25 (Str.-B., IV, 795, 788 s.).

42 Str.-B., IV, 794 ss.; Ginzberg, Sekte, 304, n. 1 (una colección


completa de pasajes).

43 Str.-B., IV, 792 ss., cf. 767.

44 Tg. J. I, Dt. 30:4; Éx. 6:18.

45 La idea de que Elías resucitará a los muertos se encuentra


ocasionalmente mucho más tarde (Drummond, 224; Str.-B., I, 194;
Dalman, Ergänzungen, 11).

46 Esta bendición pertenece al siglo I d.C. (Str.-B., I, 194). d.C. (Str.-


B., IV, 634).
47 Str.-B., III, 8 f. → 716. Cf. Sib., 2, 187-189 (→ n. 50).

48 → n. 106 para las referencias.

49 Para una declaración tardía del Rabb. en este sentido cf. Str.-B.,
IV, 798.

50 M. Ex. sobre 16:33 (Str.-B., 797). Cuando leemos en Sib., II, 187-
189 que el Tisbita vendrá del cielo en su carro y dará una triple
señal a toda la tierra, no debemos pensar en que traerá de vuelta
las tres copas, sino en los signos escatológicos que sacudirán toda
la tierra (a la manera de los tres signos de la verdad en Did., 16, 6-
7). El silencio de Rabb. lit. con respecto a ii. y iii. puede ser pista de
razones polémicas.

51 «En el tercer año».

52 Lightfoot sobre Lc. 4:25; Kittel, Rabbinica, 31 ss., 35; Kittel


Probleme, 53, 59, 150; Dalman, Jesus-Jeschua, 48; Str.-B., III, 761.
Como el siete en otros lugares, el medio siete es una cifra redonda
desde hace mucho tiempo. Su uso en la tradición de Elías no
guarda relación con su empleo como número apocalíptico a partir de
Da. (Da. 7:25; 12:7; of. 8:14; 12:11-12; Ap. 11:2, 3, 9, 11; 12:6, 14;
13:5).

53 Para el final de la sequía cf. 4 Esr. 7:109. La referencia es 1 Re


18,42, donde el hecho de que Elías pusiera el rostro entre las
rodillas se interpreta -probablemente con acierto- como un gesto de
oración. Por otra parte, el AT no atribuye la sequía en sí a su
oración.

54 H. Gressmann, Der Messias (1929), 398.

55 En el ἐπέμφθν de Lc. 4:26 el nombre divino está contenido en el


paso.

56 Quizá Lc. 22,38b (ἰκανόν ἐστιν) deba relacionarse también con el


relato de Getsemaní e interpretarse a la luz de 1 Re 19,4.
57 El arte fem. delante de Βάαλ en R. 11:4 (τῇ Βάαλ) es una
indicación de que debemos leer τῇ αἰσχύνῃ (== ‫( )ַה ּבֶׁש ת‬A. Dillmann,
Monatsberichte der Berliner Akademie der Wissenschaften, 1881
(601-620); Βάαλ es, pues, Kethib, αἰσχύνη Kerē.

58 ἐν Ἡλείᾳ en R. 11,2 significa «en Elías», es decir, «en la historia


de Elías» (Str.-B., III, 288).

59 Zn. Lc.3, 4, ad loc. y exc. VIII considera originales las variantes


de Lc. 9, 54-56 (→ n. 60, 61).

60 vl. sobre Lc. 9:55.

61 vl. en Lc. 9:56.

62 El malentendido muestra que Mt. (dirección heb. ἠλεί y pregunta


aram., 27:46) es original y no Mc. (dirección aram. ἐλωΐ [== ‫ ֱא ָלִה י‬con
una articulación oscura de la ā, Dalman WJ, I, 43, n. 1] y cuestión
Aram.), ya que sólo la forma Mt. explica cómo pudo darse la
impresión de que Jesús pedía ayuda a Elías. Tg. Sal, 22:2 tiene la
misma forma mixta que Mt., la dirección heb. ‘ēlī; y la pregunta
aramea, de modo que esto no es en absoluto inusual, sino más bien
de esperar.

63 Schl. Mt., 783.

64 Sobre la constr. de Mc 6,14 cf. H. Ljungvik, ZNW, 33 (1934), 90-


92: καὶ ἔλεγον ocupa el lugar de un objeto de ἤκουσεν con ὅτι, de
modo que 14b., como 15, representa el juicio del pueblo, no la
opinión de Herodes.

65 La referencia de Mal. 3,1 al precursor del Mesías, que Mc 1,2; Mt


11,10; Lc 7,27 establecen leyendo LXX Ex 23,20: πρὸ προσώπου
σου en lugar de LXX Mal. 3:1: πρὸ προσώπου μου, no es, por tanto,
un teologoumenon puramente cristiano.

66 A. Schweitzer ha mantenido consecuentemente esta tesis (→


Bibl.), también F. Kattenbusch, ZNW, 12 (1911), 283 y más
cautelosamente C. A. Bernoulli, Joh. d. Täufer und die Urgemeinde
(1918), 78 y ss.

67 W. Michaelis, 55 ss., 72 ss.

68 J. Klausner, Jesus von Nazareth, 333 ss: W. Michaelis, 74; 84, n.


15; 86.

69 No vestido con pieles de camello y delantal de cuero, etc. La


verdadera explicación de Mc 1,6, de acuerdo con la exégesis
antigua, la proporciona el conocimiento de la vestimenta palestina,
D. Buzy, «Pagne ou Ceinture?». Recherches de Science Religieuse,
23 (1933), 589-598. Las características especiales de la vestimenta
del Bautista son a. que tanto la ropa interior como el manto están
tejidos de áspero pelo de camello y b. que el ceñidor no es de lino
sino (al estilo nómada) de cuero.

70 El hecho de que Elías llevara un manto (1 Re 19:13, 19; 2 Re


2:8, 13, 14) no es en absoluto distintivo aparte de la faja de cuero (2
Re 1:8). Sería más significativo que ‫( ַּבַע ל ֵׂש ָע ר‬2 Re. 1:8) significara
que Elías llevaba ropa de pelo, pero tanto los LXX como la Tg. lo
interpretan como que era un hombre velludo. Es posible que Mc.
mencione la faja de cuero en referencia a Elías (2 Re. 1:8), cf. E.
Lohmeyer, Das Urchristentum, I, (1932), 50, n. 2. J. Wellhausen,
Das Ev. Marci2 (1909), 4 y H. Peter, Joh. d. Täufer (1911), 12 s.
encuentran en Mt. 3,4 una referencia a Elías.

71 Cf. Lc. 1,76: ἐνώπιον κυρίου quizá se entendiera originalmente


de este modo.

72 Bultmann Trad., 178, 320; Kl. Lc. sobre 1:17; E. Lohmeyer, op.
cit., I, 23; F. Hauck, Das Ev. des Lks. (1934) sobre 1,17.

73 Como la mayoría de los eruditos, cf. H. Windisch, «Die Notiz über


Tracht und Speise des Täufers Joh.», ZNW, 32 (1933), 77.

74 Cf. Lohmeyer, op. cit., I, 171.


75 La comparación de Juan con una luz ardiente y brillante (Jn 5,35)
quizá deba agruparse con las declaraciones veladas, cf. Midr. Sal.
43 § 1 (134a): «‘Tu luz’ (Sal. 43:3), es decir, el profeta Elías».

76 Schl. Mt., 371.

77 Los pocos pasajes que sitúan al Mesías b. José y al sumo


sacerdote escatológico junto a Elías (o al Mesías ben Manasés)
(Str.-B., IV, 786d, 463-465, esp. 463, n. 2; II, 296c) son todos
posttaniticos.

78 Str.-B., I, 756-758. Hay que corregir las presentaciones más


antiguas (p. ej., Volz Esch.2, 197; Bousset-Gressm., 233; v. Gall,
378) que apelan a Dt. r., 3 sobre 10:1, ya que éste es
postmalmúdico.

79 Así la interpretación habitual de la exégesis más antigua y más


recientemente O. Holtzmann, Das NT (1926), 39.

80 L. Brun, ZNW, 32 (1933), 271.

81 Cf. Dt. 18:15, 18 y Jn. 6:14: 7:40; Hch. 3:22: 7:37; Midr. Sal. 43 §
1 (Str.-B., 1, 87).

82 A. v. Harnack, SAB, 1922, 76; Kl. Mk. sobre 9:4. Este punto de
vista quizá se vea apoyado por la concepción de Elías en Mc 9,4,
donde se invierte el orden histórico. Este orden se restablece en Mt.
17:3-4 y Lc. 9:30, 33. También Mc. 9:5 y sys 9:4 y Apc. Pt. 16s. Pero
esto implica una corrección, ya que Elías viene primero en Apoc.
11:3 ss. y la Copt. Elías Apc. (→ 940). La sorprendente precedencia
de Elías plantea la cuestión de si viene impuesta por un orden
escatológico de expectación en el que Elías redivivus vendrá
primero y luego Moisés redivivus.

83 A. Meyer, Die Auferstehung Christi (1905), 57, 342 s.

84 Bultmann Trad., 279.


85 A. Meyer en Festgabe f. H. Blümner (1914), 45 s.

86 K. G. Goetz, «Petrus als Gründer und Oberhaupt der Kirche und


Schauer von Gesichten nach den altchristlichen Berichten und
Legenden» en UNT, 13 (1927), 86.

87 v. Gall, 377 ss.-pero los dos precursores son uno o dos milenios
anteriores a Saoshyant.

88 Bousset-Gressmann, 233.

nº 19 4 Esr. 6:26: «Y aparecerán los hombres que fueron


trasladados, que no gustaron la muerte desde su nacimiento, y los
corazones de los que habitan en la tierra cambiarán y se volverán a
una nueva mente.» En el AT, la traslación sólo se relata de Enoc y
Elías (Gn. 5:24; 2 Re. 2:11; y, a pesar del relato del rapto de Esdras
en 14:9, 14, 49, la referencia original en 4 Esr. 6:26 era simplemente
a estos dos (así E. B. Allo, Saint Jean. L’Apocalypse3 [1933], 160),
ya que el regreso final de estos dos santos varones era parte
constitutiva de la representación apocalíptica del fin (938 ss.). La
época posterior aumentó el número, de modo que hay 9 o 10 en
Derekh ‘Erecͅ ; zuṭa, 1 (20c) (Str.-B., IV, 766).

89 Para materiales completos de la tradición cristiana primitiva, que


es esencialmente independiente de Mc 9,4 ss. y Ap 11,3 ss. (→
940), cf. W. Bousset, Der Antichrist (1895), 134-139; K. M. Ittameier,
420 ss.

90 Hay muy pocas excepciones. En 5 Esr. 2:18 (P. Riessler, Altjüd.


Schrifttum [1928]) se promete la misión de Isaías y Jeremías, pero
no se dice que sean precursores del Mesías.

91 Enoc: Gn. 5:24; cf. Sir. 44:16; 49:14; Jub. 4:23; Eth. En. 70:1 y
ss.; Eslav. En. 36:2; Wis. 4:10 s.; Hb. 11:5; Jos. Ant., 9, 28; Elías: 2
Re. 2:11; cf. Sir. 48:9, 12; Eth. En. 89:52; 93:8; Jos. Ant., 9, 28.

92 La tradición rab. dominante enseña la muerte de Moisés (Str.-B.,


I, 753-756), como también Jd. 9 (la disputa en torno a su cuerpo) y
Filón Vit. Mos., II (III), 291. Jos. Ant., 4, 326 es, tal vez
intencionadamente, ambiguo: «Una nube se posó de repente sobre
él, y fue retirado de la vista a un valle. Escribió en los libros
sagrados que murió por temor a que algunos se atrevieran a
sostener, en razón de sus destacadas virtudes, que ascendió hasta
la Divinidad.» La tradición de un rapto de Moisés se encuentra
claramente en un Bar. conservado en S. Dt. § 357 sobre 34:5 y b.
Sota, 13b: «Algunos dicen que Moisés no murió sino que está y
sirve arriba» (Str.-B., I, 754). Tal vez también figuraba en el final
perdido del Ass. (así Schürer, III, 298, 301; J. Wellhausen, Das Ev.
Marci2 [1909], 69; Bousset-Gressm., 122; P. L. Couchoud, «Les
deux Messies», Mercure de France, 199 [1927], 580; Loh. Apk., 91;
pero cf. C. Clemen en Kautzsch Apkr. u. Pseudepigr., II, 312; Str.-B.,
I, 754).

93 E. Lohmeyer, ZNW, 21 (1922), 185-215.

94 Schl. Lk., 100.

95 Sobre la constr. ἥν == ὅτι αὑτήν (el obj. de la cláusula


subordinada se presupone en la cláusula principal), cf. J.
Wellhausen, Einl. in die drei ersten Evangelien2 (1911), 12, quien
percibe acertadamente la influencia semítica.

96 En Mc 9,4 y ss. está implícita esta expectativa.

97 Así Loh. Apk., Had. Apk. y la com. de W. Bousset6 (1906), J.


Weiss (Schr. NT), J. Behm (NT Deutsch, 1935), ad loc.; también
Clemen, 144; P. L. Couchoud, L’Apocalypse (1930), 149; E. B. Allo,
St. L’Apocalypse3 (1933), ad loc.

98 Sobre la combinación Elías y Moisés → supra.

99 ¿Es ésta la razón por la que no se nombra a los testigos en


Apocalipsis? ¿O forma parte del secretismo del estilo apocalíptico?
La Iglesia primitiva era muy consciente de la contradicción, pues ya
la trata Justino, quien sugiere que el espíritu que estaba en Elías se
revela en Juan, mientras que Elías se revelará en persona en la
parusía (Dial., 49, 3). Esta explicación se convirtió en normariva
(Tertuliano, Orígenes, etc.; cf. K. M. Ittameier, 416 ss.) y sigue
siendo sostenida por L. van den Eerenbeemt, «Elias Profeta in
novissimis Diebus», Verbum Domini, 4 (1924), 259-263.

100 He dado más ejemplos de este tipo de polémica anticristiana en


ZNW, 25 (1926), 128.

101 W. Bousset, Der Antichrist (1895), 134-139.

102 → 930. La conclusión del Copt. Elías Apc. no era conocida por
Bousset cuando escribió la obra mencionada en n. 101.

103 Bousset, Anticristo, 138.

104 Para numerosos ejemplos cf. ibid., 134-139; Ittameier, 416 ss.

105 La razón de la omisión podría ser que para el apocalíptico


cristiano Cristo es el que vence al Anticristo (2 Tes. 2:8; Apoc. 19:17
ss.).

106 De Anima, 50 (CSEL, 20, I, p. 382): morituri reservantur, ut


antichristum sanguine suo extinguant. Cf. las siguientes tradiciones
rab. Según Jalqut Schim’oni 133 § 32 ‫( וישלח‬ed. Zolkiew [1858], 154,
1-2) Elías es asesinado por el genio nacional de Edom (== Roma).
En Seder ‘Olam Rabba, 17 él «se ocultó y no volvió a mostrarse
hasta que venga el Mesías; entonces se mostrará y se ocultará por
segunda vez, sin mostrarse hasta que vengan Gog y Magog.»

107 W. Braune, Althochdeutsches Lesebuch7 (1911), 83; G.


Ehrismann, Gesch. der deutschen Lit., I (1918), 141-150; A. Olrik,
Ragnarök (1922), 358 s. [debo esta referencia a Elisabeth Kittel].

108 → supra,

109 El mismo tema se encuentra en una canción tártara del fin del
mundo, que deriva de la saga de Elías: «De la sangre de Mai-Tärä
arderá en fuego la tierra» (A. Olrik, op. cit., 364 ss.).

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