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Unidad 3 Psicopatologia
Unidad 3 Psicopatologia
La ansiedad es un concepto muy popular, pero no siempre bien entendido. Una definición aceptable de
ansiedad sería ésta: “un estado subjetivo de incomodidad, malestar, tensión, desplacer y alarma que
hace que el sujeto se sienta molesto”. Se trata, por lo tanto, de una emoción que aparece cuando el
sujeto se siente amenazado por un peligro, que puede ser externo o interno. La respuesta ante esta
situación es evitar la ansiedad mediante diversos procedimientos.
Es frecuente:
En un ámbito descriptivo, podemos distinguir tres áreas en las que repercute la ansiedad sobre
las personas:
FACTORES BIOLÓGICOS:
FACTORES COGNITIVOS:
▪ Personalidades ansiosas.
• atención a detalles menores.
• capacidades de afrontamiento dificultades.
FACTORES PSICOSOCIALES/AMBIENTALES:
▪ Educación, ambiente familiar, situaciones estresantes,etc.
Cambios en el DSM V
▪ Estos cambios se hicieron en respuesta a datos científicos que mostraban que estos trastornos
difieren de otros trastornos de ansiedad.
▪ Por otro lado ingresan al capítulo de trastornos de ansiedad, el trastorno de ansiedad por
separación y el mutismo selectivo, que en el DSM-IV se habían incluido en “Trastornos que suelen
diagnosticarse por primera vez en la lactancia, niñez o adolescencia”.
▪ Este cambio surgió debido a investigaciones que los vinculan con los trastornos de ansiedad y al
conocimiento de que ambos trastornos también pueden ocurrir en adultos.
TRASTORNOS DE ANSIEDAD DEL DSM-V
Síntomas físicos:
▪ Vegetativos: sudoración, sequedad de boca, mareos, inestabilidad.
▪ Neuromusculares: temblor, tensión muscular, cefaleas, parestesias.
▪ Cardiovasculares: palpitaciones, taquicardia, dolor precordial.
▪ Respiratorios: disnea.
▪ Digestivos: nauseas, vómitos, dispepsia, diarrea/estreñimiento, aerofagia, meteorismo.
▪ Genitourinarios: micción frecuentes, problemas en la esfera sexual
Síntomas psíquicos:
▪ Preocupación, aprensión.
▪ Sensación de agobio.
▪ Miedo a perder el control, a volverse loco o sensación de muerte inminente.
▪ Dificultad de concentración, quejas de pérdida de memoria.
▪ Irritabilidad, inquietud, desasosiego.
▪ Conductas de evitación.
▪ Inhibición o bloqueo psicomotor.
▪ Obsesiones o compulsiones.
DIAGNÓSTICO .
Mario, es un paciente de 30 años de edad con historia que hace 3 meses mientras atendía rutinariamente a un cliente presenta en
forma súbita falta de aire, opresión en el pecho, palpitaciones precordiales, mareo, sudoración, acompañándose de un miedo
intenso a morirse de un ataque al corazón. Fue a la emergencia del un hospital privado, donde exigió oxígeno. El examen físico y el
EKG fué normal y con una diacepan I.V., se calmó. Dos semanas después, mientras viajaba a su trabajo presenta la misma crisis
pero pasajera, sin embargo a partir de entonces ha estado temeroso que se le repita.
Como las crisis se repitieran tres veces por semana visitó al cardiólogo quien le ratificó que su corazón estaba normal, le prescribió
vacaciones, diacepan por 2 semanas y exámenes de laboratorio.
Estuvo bien 5 días y de nuevo vuelve a presentarlas y ahora acompañadas de miedo a quedarse solo, teniendo su esposa que
acompañarlo al salir fuera de casa. Regresó con el cardiólogo quien no encontró alteraciones en los exámenes de laboratorio. El
paciente dio el antecedente de que en la infancia había padecido de "miedo a ir a la escuela", pero que después se le quitó, teniendo
un desarrollo normal. Proporcionó la información de que su madre en la juventud había padecido de lo mismo y que una hermana
estaba siendo tratada por depresión.
▪ Palpitaciones, taquicardia
▪ Sudoración
▪ Temblores o sacudidas
▪ Sensación de atragantamiento
▪ Opresión o malestar toráxico
▪ Nauseas o molestias abdominales
▪ Inestabilidad, mareo, sensación de desmayo
▪ Parestesias (hormigueos o entumecimientos)
▪ Escalofríos o sofocaciones
▪ Miedo a volverse loco o descontrolarse
▪ Miedo a morir
▪ Desrealizacion o despersonalización.
Para que exista un trastorno de pánico es necesaria la presencia de ataques de
pánico recurrentes e inesperados, y que al menos una de las crisis haya sido
seguida durante un mes de uno o más de los siguientes síntomas:
“Un día, sin ningún motivo ni advertencia, un sentimiento de terrible ansiedad se me vino
encima. Sentí que no podía respirar, por mucho que inhalaba. Mi corazón palpitaba y parecía
que quería salirse de mi pecho, y pensé que podría morir. Estaba sudando y me sentía
mareado. Sentía como si no tuviera control sobre estos sentimientos y como si me estuviera
ahogando y no pudiera pensar claramente.”
Existe también una predisposición familiar a padecer este trastorno, en parte es hereditaria y a su vez está
relacionada con el aprendizaje de modelos parentales.
El estrés (físico, emocional, mental) suele ser el antecedente frecuente del primer ataque de pánico.
Las repetidas situaciones de estrés van activando crónicamente al sistema nervioso. En general, la persona
supone que su primera crisis ha ocurrido sin un factor desencadenante (cuando aparentemente todo está en
calma). Durante la crisis, la reacción física es similar a la que ocurriría frente a un peligro real, con la diferencia,
que es activada en ausencia de una amenaza concreta.
Posterior al ataque, lo que se siente es un gran agotamiento psicofísico acompañado del temor de volver a
sentirse mal (miedo al miedo) y al no encontrar una explicación válida a su aparición, lo que se piensa sobre las
sensaciones de pánico toma un papel fundamental.
Se produce entonces un cambio en la conducta habitual de quien padece pánico. Cuando las crisis se repiten, la
persona deja de actuar como antes, está hipervigilante, no descansa, pierde seguridad y comienza a evitar
situaciones o lugares en los que tuvo síntomas de pánico.
Podemos pensar el trastorno de pánico como una fobia a las sensaciones
corporales, ya que lo que se teme son las propias sensaciones internas que
se intensifican por la ansiedad y de esta manera tiende a autoproducirse.
Luego del primer ataque se tiende a vivir en un estado de alerta constante lo que
favorece que frente a la mínima sensación corporal aumente la posibilidad de una
nueva crisis, ya que hay una interpretación catastrófica de dichas sensaciones.
los síntomas
El cerebro percibe una situación de riesgo (real o imaginaria) activará un sistema de alarma que dará
lugar a cambios a nivel fisiológico para proteger su vida. Estos cambios en el ataque de pánico se
viven como una amenaza ya que el peligro no es real, si realmente estuviera frente a una situación de
riesgo estos síntomas no los sentiría como peligrosos.
Por ejemplo, si en este momento estuviera en un lugar que comienza a incendiarse, percibirá el
peligro y se activará su sistema de alarma dando lugar a la activación fisiológica, permitiendo así que
salga corriendo del lugar y preserve su vida. Necesitará que su corazón lata más rápido para enviar
más sangre a sus extremidades y esto no será interpretado como peligroso, sino todo lo contrario.
A continuación se detallan los principales síntomas de pánico y la interpretación
distorsionada de los mismos:
▪ Ahogo, falta de aire: Es común pensar, “me voy a asfixiar”, “no puedo respirar, me
ahogo”. La experiencia clínica muestra que nadie ha muerto de asfixia u ahogo durante
una crisis de pánico, por el contrario, aumenta el oxígeno en la sangre como resultado
de la hiperventilación. La respiración no es una función voluntaria, sino automática, es
decir, va a respirar piense o no piense en como hacerlo, incluso seguirá respirando aun
dormido o inconsciente.
▪ Mareos: “siento que me voy a desmayar”. La gente casi nunca se desmaya durante una
crisis de pánico, porque la tensión arterial tiende a subir y no a bajar. Por otro lado, al
tensar las cervicales como consecuencia del miedo a las sensaciones, disminuye el flujo de
sangre a la cabeza, generando los mareos.
▪ Hormigueo en las extremidades: “me siento muy débil” “siento que me acalambro”, “se
me durmieron las manos”. Son sensaciones que responden a la existencia de una mayor
afluencia de sangre en los lugares que podrían ser necesarios, dejando al resto del cuerpo
con un menor riego sanguíneo. De este modo, si el peligro fuera real y usted fuese herido
estaría menos propenso a desangrarse.
▪ Náuseas o molestias abdominales: “voy a vomitar”, “me descompongo”. Responde
a efectos normales de la ansiedad en el sistema digestivo, al disminuir la misma,
mejora.
▪ Percibir las cosas de manera extraña: “me estoy volviendo loco”, el tener
sensaciones extrañas y el sentimiento de estar perdiendo el control suele ocurrir en
todas las personas. Esto es diferente a la pérdida de contacto con la realidad a largo
plazo. Por otro lado, la hiperventilación disminuye la cantidad de oxígeno en el
cerebro. Se dilatan las pupilas aumentando así la visión periférica para facilitar la
percepción de posibles peligros.
Notas:
• Se pueden observar síntomas específicos de la cultura (p. ej., acúfenos, dolor de cuello, dolor de cabeza,
gritos o llanto incontrolable).
• Estos síntomas no cuentan como uno de los cuatro síntomas requeridos. La aparición súbita se puede
producir desde un estado de calma o desde un estado de ansiedad.
B. Al menos a uno de los ataques le ha seguido un mes (o más) de uno o los dos hechos
siguientes:
1. Inquietud o preocupaciones continua acerca de otros ataques de pánico o de sus
consecuencias (p. ej., pérdida de control, tener un ataque de corazón, “volverse loco”).
2. Un cambio significativo de mala adaptación en el comportamiento relacionado con los
ataques (p. ej., comportamientos destinados a evitar los ataques de pánico, como
evitación del ejercicio o de las situaciones no familiares).
C. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una
droga, un medicamento) ni a otra afección médica (p. ej., hipertiroidismo, trastornos
cardiopulmonares).
D. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p.ej., los ataques de pánico no
se producen únicamente en respuesta a situaciones sociales temidas, como en el
trastorno de ansiedad social; en respuesta a objetos o situaciones fóbicas concretos,
como en la fobia específica; en respuesta a obsesiones, como en el trastorno obsesivo-
compulsivo; en respuesta a recuerdos de sucesos traumáticos, como en el trastorno de
estrés postraumático; o en respuesta a la separación de figuras de apego, como en el
trastorno de ansiedad por separación).
Criterios CIE-10 para el diagnóstico de Trastorno de Pánico. Fuente:
Organización Mundial de la Salud
• palpitaciones
• dolor precordial
• sensación de asfixia
• mareo o vértigo
• sensación de irrealidad (despersonalización o desrealización)
• casi constantemente hay un temor secundario a morirse, a perder el control o a enloquecer.
Cada crisis suele durar sólo unos minutos, pero también puede persistir más tiempo. Tanto la
frecuencia como el curso del trastorno, que predomina en mujeres, son bastante variables.
.
A menudo el miedo y los síntomas vegetativos del ataque van creciendo de tal manera que los
que los padecen terminan por salir, escapar, de donde se encuentran. Si esto tiene lugar en una
situación concreta, por ejemplo, en un autobús o en una multitud, como consecuencia el
enfermo puede en el futuro tratar de evitar esa situación. Del mismo modo, frecuentes e
imprevisibles ataques de pánico llevan a tener miedo a estar sólo o a ir a sitios públicos. Un
ataque de pánico a menudo se sigue de un miedo persistente a tener otro ataque de pánico.
Las crisis de pánico que se presentan en una situación fóbica consolidada se consideran
expresión de la gravedad de la fobia y ésta tiene preferencia para el diagnóstico. El trastorno de
pánico es el diagnóstico principal sólo en ausencia de cualquiera de las fobias. Para un
diagnóstico definitivo deben de presentarse varios ataques graves de ansiedad vegetativa al
menos durante el período de un mes:
▪ Los ataques de pánico son episodios discretos de miedo o aprensión intensos acompañados de la
aparición rápida y simultánea de varios síntomas característicos (por ejemplo, palpitaciones o
aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración, temblores, dificultad para respirar, dolor en el pecho,
mareos o aturdimiento, escalofríos, sofocos, miedo). de muerte inminente).
▪ Además, el trastorno de pánico se caracteriza por una preocupación persistente sobre la recurrencia
o la importancia de los ataques de pánico, o comportamientos destinados a evitar su recurrencia, que
resulta en un deterioro significativo en el funcionamiento personal, familiar, social, educativo,
ocupacional u otras áreas importantes del funcionamiento.
▪ Los síntomas no son una manifestación de otra afección médica y no se deben a los efectos de una
sustancia o medicamento en el sistema nervioso central.
TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA
Ana, ama de casa de 39 años, quien consulta por "dolor de cerebro". Está muy preocupada de que le
dé un "derrame cerebral" al igual que a su vecina que le comenzó de la misma manera. Cuando él
médico le solicitó que informara que otras molestias sentía, refirió padecer de "opresión y piquetazos en
el pecho", dificultad para dormirse, mala digestión, sentir la cabeza "embotada" y estar "muy nerviosa".
Se le preguntó del tiempo de evolución y contestó que desde hace varios años tiene los síntomas, pero
que en los últimos 8 meses se han vuelto continuas y muy molestas, coincidiendo con el inicio de crisis
convulsivas de su hijo de 13 años y aunque tiene 3 meses de estar asintomático con tratamiento pasa
preocupada de la posibilidad de que recaiga. Al reinterrogarla sobre su cefalea, agrega que siente
pesadez en la nuca que mejora con el reposo.
Hace remembranzas de que ella tenía "buen carácter y los nervios buenos" pero se le arruinaron
cuando se casó con un hombre con problemas de alcoholismo.
La paciente describió una niñez azarosa ya que sus padres discutían mucho y terminaron separándose
cuando ella tenía 10 años. Niega haber tenido episodios depresivos, ni tomar alcohol. Frecuentemente
se automedica analgésicos.
Al examen mental se encuentra a una persona aprensiva, con lenguaje coherente. Niega pensamientos
fóbicos y obsesivos. La exploración física solo reporto una frecuencia cardíaca de 90 por minuto una TA
de 120/80 Mm. Hg., moderado dolor a la palpación de la nuca. El resto fue normal. Los exámenes de
laboratorio y una Rx. de columna cervical se reportaron normales
El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por ansiedad y preocupación
excesiva por problemas de la vida cotidiana, asociada a síntomas físicos de ansiedad.
▪ Prevalencia-vida: 5 - 6%
QUEJAS PRESENTES
Por lo general los pacientes con trastorno de ansiedad generalizada revelan en la entrevista
ansiedad predominante y suelen consultar por molestias somáticas
relacionadas con tensiones tales como:
▪ Cefaleas
▪ Taquicardia
▪ Insomnio
Pautas para el diagnostico
▪ Síntomas físicos de alarma (hiperactividad vegetativa): Mareos, sudoración, taquicardia, sequedad de boca,
molestias epigástricas.
Los síntomas de ansiedad deben de estar presente la mayor parte de los días, durante al menos varias semanas
seguidas. Con frecuencia están desencadenados por sucesos estresantes en aquellos pacientes con tendencia
crónica a preocuparse.
En los niños el trastorno de ansiedad generalizada se acompaña de quejas somáticas recurrentes y su necesidad
constante de seguridad.
La presencia transitoria (de pocos días) de otros síntomas, en particular la depresión, no descarta el diagnóstico.
Criterios CIE-11
Los síntomas causan una angustia significativa o un deterioro significativo en las áreas personales,
familiares, sociales, educativas, ocupacionales u otras áreas importantes del funcionamiento. Los
síntomas no son una manifestación de otra condición de salud y no se deben a los efectos de una
sustancia o medicamento en el sistema nervioso central.
Comorbilidad
▪ Cefaleas
▪ Colón irritable
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL DEL
▪ Trastorno depresivo
▪ Trastorno de adaptación
▪ Trastorno fóbico
Gladys es una joven de 25 años de edad que hace 4 meses al estar recibiendo clases en la
universidad empezó a sentir ansiedad al no comprender las explicaciones del profesor de cálculo y
de inmediato se sintió incomoda, temerosa, sudorosa, con mareos y ruidos intestinales por lo que
tuvo que irse. Al llegar a su hogar y no encontrar a ningún familiar sintió mucho miedo, teniendo que
acudir a la casa de un vecino mientras llegaban sus padres.
Desde esa fecha la paciente ha desarrollado ansiedad severa cada vez que esta sola o debe salir de
su casa. Para poder asistir a clases tiene que ser acompañada por su padre, tener disponible un
teléfono celular y recibir clases solamente si puede sentarse cerca de la puerta.
Tiene el antecedente que en la infancia fue una niña temerosa. Un tío paterno y su padre han
padecido de "nervios" y alcoholismo.
caso fobia social
Mauricio es un paciente de 24 años que hace 2 años a raíz de que su jefe lo llamara a su oficina
para darle algunas indicaciones, sintió miedo intenso. Posterior a esa entrevista continuó
experimentando temor a tal extremo que temía encontrárselo ya que le parecía que se ruborizaría y
que actuaría ridículamente.
Los temores mejoraron espontáneamente por varias semanas pero luego volvió a sentirlos, ahora
extendido a sus demás compañeros especialmente cuando alguien se acercaba a su escritorio
mientras el escribía o al estar acompañado a la hora de la comida.
En la última semana el cuadro ha empeorado a raíz de que fue asignado para dar varias charlas a
sus compañeros, lo cual ha provocando ansiedad severa, insomnio, teniendo que fingir estar
enfermo de la garganta para evitar “hacer el ridículo” en público.
Existe la información que su padre fue autoritario y que le llamaba la atención delante de sus amigos.
El se describe como tímido, que siempre a necesita tomarse “unas copas” antes de animarse a
bailar y considera “misión imposible” conseguir novia.
caso de fobia especifica
Holly es una paciente de 40 años de edad, empresaria, con el antecedente de que desde muy
pequeña ha sido nerviosa. Hace 2 años, a raíz de haber asistido a un hospital adoleciendo de
bronquitis, quedó atrapada por varios minutos en un ascensor que le provocó desesperación y
sensación de asfixia, por lo que fue necesario llevarla a Emergencia en donde le aplicaron oxigeno.
A partir de este evento la paciente no logra subirse a los ascensores y ha tenido que trasladar su
oficina del quinto piso a la planta baja.
Por su trabajo tiene que realizar frecuentes visitas a sus clientes y le resulta muy difícil subir las
escaleras por su obesidad. Hace dos semanas, obligada por recaída de su bronquitis tuvo que
subirse en un ascensor del hospital acompañada de su esposo, para lo cual se tomo 5 mgs. de
diacepán una hora antes y aún así se puso muy angustiada, sudorosa, con taquicardia que tuvo que
bajarse en el siguiente piso, temiendo asfixiarse.
Por este problema fóbico ha perdido varios negocios por lo que se siente frustrada y triste.
fobias más comunes
▪ Aracnofobia: miedo a las arañas.
Se caracterizan por un miedo intenso y ante objetos o situaciones concretas. Ya sean lugares
cerrados, alturas, oscuridad, arañas, animales, sangre, agua, etc. Frente a esto se generan las
diferentes conductas de los pacientes.
Conductas
▪ Cuando el paciente se pone en contacto con el objeto de la fobia, las sensaciones son de angustia,
inquietud, temor.
▪ Si el individuo intenta sobreponerse a la fobia, puede llegar a tener temblores, gritos y perder la
conciencia.
▪ Sienten un sudor frío que les recorre su espalda, las manos comienzan a temblarles y un tic
nervioso no deja de molestarlos .
Reconocmiento y evaluacion
QUEJAS PRESENTES
▪ Miedo persistente, excesivo e irrazonable ante un objeto, actividad o situación, que conduce a las
personas a evitar tal estímulo.
Los trastornos de la conducta alimentaria constituyen un grupo de trastornos mentales caracterizados por
una conducta alterada ante la ingesta alimentaria y/o la aparición de comportamientos encaminados a
controlar el peso. Esta alteración ocasiona problemas físicos o del funcionamiento psicosocial.
Los trastornos de la conducta alimentaria son un grupo de enfermedades en las que la persona enferma
presenta una alteración en la forma de comer (por exceso o por defecto). Esta es la manifestación más
visible de la enfermedad, pero en el fondo esas personas sienten una gran insatisfacción consigo mismas
y con su imagen corporal.
Incluyen tanto alteraciones del comportamiento que no están relacionadas con preocupaciones con el
peso y la figura corporales como la ingesta de sustancias no comestibles o la regurgitación voluntaria de
alimentos, como comportamientos anormales vinculados con la ingesta o preocupación por la comida, el
peso y la figura corporales.
Epidemiología
▪ En las últimas décadas los trastornos de la conducta alimentaria no han dejado de aumentar.
▪ Estos trastornos aparecen habitualmente durante la adolescencia o en los primeros años de la edad
adulta y son más frecuentes en las mujeres.
▪ Las edades más afectadas son las comprendidas entre los 12 y 24 años.
▪ El perfil de paciente suele ser, mujer, en gran mayoría adolescentes y de nivel socioeconómico variado.
Sabemos que están implicados factores genéticos, socioculturales y psicológicos, pero desconocemos
en qué medida influye cada uno de ellos.
Parece que las actitudes sociales sobre la apariencia corporal, al igual que los factores familiares
juegan un papel importante en su desarrollo.
Otra característica importante es que suele tratarse de personas muy perfeccionistas y con una gran
necesidad de reconocimiento y aprobación, por lo que manejan mal los errores o las frustraciones de la
vida cotidiana.
Aún hoy día no se conoce la causa exacta de los trastornos de la conducta alimentaria. La
mayoría de investigadores reconocen que para que dichas enfermedades aparezcan deben
concurrir diversos factores.
factores personales, como el estilo de pensamiento (se cree que muchos de estas personas
presentan un pensamiento con marcada rigidez e inflexibilidad para hacer cambios y tendencia
en centrarse en los detalles). Junto a ello es posible que presenten dificultades para el
reconocimiento adecuado de las emociones.
A este respecto, aún no está claro si dichos rasgos son pre-existentes a la enfermedad o
aparecen por ella. Asimismo, se considera que tener un pobre concepto de uno mismo, una
gran preocupación sobre el propio cuerpo o dar una gran importancia al peso se asocia con una
mayor probabilidad de tener problemas con la alimentación en el futuro.
La influencia de la familia es controvertida. La mayoría de estudios no encuentran relación con
algún modelo determinado de familia. Sin embargo, se relaciona la sobreprotección y el exceso de
comentarios críticos con una mayor probabilidad de desarrollar un trastorno de la conducta
alimentaria. También se ha visto que en las familias en las que ya existe la enfermedad, hay
problemas de relación, desavenencias entre los padres, o que un miembro de la familia,
fundamentalmente el padre, presenta problemas de alcoholismo o de depresión, se incrementa el
riesgo de padecer uno de estos trastornos.
factores sociales, son los más relevantes y responsables del espectacular aumento de éstos
comportamientos patológicos. La presión ejercida por la publicidad, los medios de comunicación
audiovisuales y escritos así como la industria de la estética, provocan la interiorización del ideal de
belleza o delgadez cómo sinónimos de éxito y de insatisfacción.
Otros factores, que se consideran implicados son los acontecimientos vitales, empezando por
algunas complicaciones perinatales, bien antes de nacer o inmediatamente después.
Posteriormente, el desarrollo sexual (pubertad precoz) o las relaciones establecidas durante la
infancia y adolescencia. A este respecto, se sabe que las críticas recibidas acerca de su cuerpo
o la presión por adelgazar constituyen uno de los factores principales a la hora de generar
insatisfacción con uno mismo y con su imagen corporal. Otras circunstancias vitales, como
maltrato o abuso sexual pueden influir en el desarrollo de una baja autoestima y desagrado
corporal.
Se piensa también, que actividades deportivas, que promueven un estado físico estilizado o
de bajo peso pudieran influir negativamente no sólo a nivel fisiológico, sino así mismo a nivel
psicológico, causando malestar con el propio cuerpo o deseo de cambiarlo para mejorar el
rendimiento.
Evolución y complicaciones
Se sabe que una detección temprana y la presencia de menos síntomas en el momento del diagnóstico
predicen una buena evolución. No obstante, se estima que son necesarios, de media, entre 3 y 5 años
para llegar a resolver un trastorno de la conducta alimentaria.
Estudios a largo plazo (más de 5 años) señalan un porcentaje aproximado de remisiones del 60%, con
un 25% de mejorías parciales y un 15% de cronicidad.
La mortalidad se sitúa alrededor del 5-6% en seguimientos superiores a 5 años. Los fallecimientos son
debidos a suicidio o inanición. El mayor riesgo se asocia a bajo peso inicial, mayor duración del trastorno,
y consumo abusivo de alcohol.
Las complicaciones físicas más comunes que pueden ocurrir son:
Aparato esquelético:
▪ Pérdida de calcio y disminución de la densidad ósea
▪ Fragilidad ósea (riesgo de fracturas por osteoporosis)
Muscular:
▪ Debilidad y adelgazamiento muscular incluido el corazón.
▪ Fatiga
Piel:
▪ Pérdida de aceites esenciales provocando piel seca, cuarteada y decolorada
Pelo y uñas:
▪ Caída del cabello
▪ Lanugo (exceso de vello corporal)
▪ Uñas quebradizas
Boca:
▪ Disminución saliva
▪ Caries y encías débiles con mayor riesgo infecciones
Estómago e intestino:
▪ Reducción de secreción de enzimas.
▪ Pérdida de tono muscular en intestino y estómago
▪ Vaciamiento gástrico e intestinal enlentecido con frecuentes episodios de dolor,
estreñimiento y gases.
Neurológico:
▪ Alteraciones en la sustancia blanca cerebral con signos de atrofia
▪ Déficits neuropsicológicos.
A nivel general:
No existen síntomas de inicio muy específicos, lo que hace difícil la tarea del diagnóstico precoz del
trastorno de la conducta alimentaria.
Aunque la negación suele ser un síntoma frecuente, el hecho de realizar dieta sin razón aparente
junto con la insatisfacción corporal, son los dos síntomas más frecuentes de inicio.
Sin embargo, en la mayoría de las personas estas conductas no conducirán a desarrollar un trastorno de
la conducta alimentaria en el futuro.
Hay que darse cuenta de que el diagnóstico sigue siendo tardío y los abandonos de tratamientos muy
comunes. Se estima que el retraso en el diagnóstico y el inicio de un tratamiento adecuado es de un año
para la anorexia nerviosa y más de cuatro para la bulimia. Por tanto, a veces es preferible intervenir aún
a riesgo de que sean casos leves o falsos positivos.
Los cuestionarios estandarizados pueden ser instrumentos útiles y económicos para identificar casos de
trastornos alimentarios incipientes, en especial en la población con riesgo.
Signos de sospecha o alarma:
▪ Pica
▪ Trastorno de rumiación
▪ Trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos
▪ Anorexia nerviosa
▪ Bulimia nerviosa
▪ Trastorno de atracones
▪ Otro trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentos especificado
▪ Trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentos no especificado
CIE 11-Trastornos del comportamiento alimentario
▪ Anorexia nerviosa
▪ Bulimia nerviosa
▪ Trastorno por atracón
▪ Trastorno evitativo o restrictivo de la ingesta alimentaria
▪ Síndrome de pica
▪ Trastorno por rumiación o regurgitación
▪ Otro(a)(s) trastornos del comportamiento alimentario especificado(a)(s)
▪ Trastornos del comportamiento alimentario, sin especificación