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PROPUESTAS DE TRABAJO

Bsp y Sctm

CUERPO Y CONCIENCIA: la atención como estado corporal en la a-tensión o


estado corporal sin tensión

Despertar la conciencia del cuerpo, estar alerta al proceso de darse cuenta es una
invitación al cambio de observador que somos, con respecto al fenómeno de ser, existir y
vivir, en el cuerpo humano. Recordemos que la vida que vivimos es a través de él y es
con él, que es posible ponernos de manifiesto. Este enfoque incita a integrar una nueva
coherencia de existencia; una existencia con un cuerpo propio, que es tan obvio, que nos
resulta transparente, y con el que contamos también en forma transparente, aunque a
veces lo demos “por supuesto”.

Este darlo por supuesto, debido a la obviedad que el cuerpo nos supone es el
efecto de la costumbre, los hábitos y la mecanización de las acciones que realizamos
cada día y en cada momento. Si observamos estos hecho, las acciones mecánicas,
podemos inferir rápidamente que un cuerpo usado de esta manera se comporta siempre
de la misma forma, sin capacidad de adaptación a las circunstancias cambiantes.

Sin embargo, a diferencia de otras especies donde la especialización es siempre la


regla (viven un tipo de vida, hacen un tipo de cosas, tienen un modo determinado de
moverse, etc) en nosotros, los seres humanos, pareciera que la regla es precisamente
que podemos hacer muchísimas cosas diferentes, vivir de modos diferentes. Tal vez, este
sea el motivo de que el hombre moderno sólo usa el 10% ó 15% de su verdadero
potencial. Quizás nuestra marca de fábrica puede que sea nuestra increíble plasticidad,
adaptabilidad y creatividad.

De alguna manera, estos potenciales por actualizar a través de la capacidad


atencional corporal, viven mermados por la acción de la rigidez mental, el alejamiento del
centro de atención corporal (distracciones, dispersiones, alineaciones, ...), la tensión y
extenuación corporal, el peso de la conductas cerradas inconscientes y repetitivas, y por
supuesto, por sus consecuencias en nuestras acciones diarias en forma de
inadaptabilidad, inflexibilidad y anticreatividad.

Así asistimos diariamente, a montones de muestras que evidencian esta merma o


formas de evasión y que se pueden observar en nuestras acciones más cotidianas
(recogidas de José maría Toro, 2005) y dando forma a las siguientes tipos de personas:

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• “Distraídas”. Ya lo dice la palabra por sí misma, el “dis-traído” es el que realiza
la operación contraria a “traerse” a sí mismo. La persona “dis-traída” es la
persona exiliada de su propia conciencia y en este exilio o pérdida de sí la
lumbre de su atención se extingue, se apaga. El “yo” se convierte entonces en
una especie de pozo oscuro, uno no se da cuenta, la conciencia parece muerta.
La persona distraída no está en lo que está haciendo, se fue a otros espacios y
no se da cuenta de esta marcha hasta que ha regresado. Por ejemplo, A. me
mira mientras estoy atendiéndola en terapia, pero no me ve ni me escucha. Su
mirada perdida expresa mirando hacia el techo expresa que no está en esta
habitación y ni siquiera es consciente de ello. Su conciencia no está en lo que
estamos haciendo. De pronto algo la hace volver, sus ojos vuelven a esta
habitación, no sabe cuanto tiempo ha estado perdida. se recompone en el sofá
de mi consulta, y ahora si me está escuchando y viendo de nuevo.
• “Disipadas”. En algunas personas y en algunos momentos, la atención aparece
con fuerza pero con carácter de intermitencia: se posa en algo, luego en otra
cosa. Su vuelo es corto, como el de las moscas. Esto ocurre normalmente en
personas “hiper-activas”, cuando su capacidad atencional se disipa en acciones
diversas sin realmente tomar conciencia de ninguna en concreto. Es curioso
cuando le preguntas a una persona con este déficit atencional, por lo que ha
hecho hace un minuto. Normalmente no lo recuerdan.
• “Alienadas”. En otros casos la atención se fija, pero en demasía: no se fija
libremente sino que le atrae fatalmente el objeto o cualquier cosa externa y es
fijada por la compulsión (acción repetitiva y automática). Cuando la absorción es
completa aparece la alineación. Muchas personas con tendencias a la
obsesión-compulsión padecen estos síntomas y muchos de los movimientos y
acciones que realizan denotan una actitud mecánica e inadaptativa. Lo mismo
ocurre en algunas acciones en niños autistas, de ahí su inadaptabilidad al
medio y su falta de respuestas creativas al mismo.
• “Tensas”. La atención puede considerarse como un estado de “a-tensión o
ausencia de tensión”. Crear dentro de nosotros un estado de serenidad y
relajación corporal y mantener una dinámica de acción en nuestro cotidiano
distendida es la mejor forma de recuperar el centramiento y la atención en lo
que hacemos. Por lo tanto, una tensión exagerada para una acción común que
necesita de poca tensión, nos sumerge en una dinámica de inconciencia y
mecanicidad. De la misma forma, una hipotensión cuando requerimos en la
acción más tensión suele también denotar una falta de atención (“tiene que
estudiar porque mañana tiene examen y ni siquiera se pone a estudiar. Parece
como si no le importara” esto solemos decir cuando ocurre esto último).

Es evidente que lo único que nos puede redimir, el único medio para
redescubrirnos, poner en marcha el potencial para actualizar y volver a ser nosotros
mismos, es una doble actitud: la apertura consciente a nuevas formas de hacer y una
atención profundizada, porque esto sigue la dirección inversa de lo que nos está
ocurriendo. Si estamos cerrados y automatizados, para conducirnos de nuevo tendremos
que abrirnos y estar más despiertos. Esta es la clave de la combinación de nuestra mente
unificada a nuestro cuerpo de acciones.

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Si aprendiéramos a estar más abiertos ensancharíamos nuestro horizonte y si
aprendiéramos a estar más despiertos descubriríamos mejor la naturaleza de todo cuanto
existe dentro y alrededor nuestro. Para eso se requieren sólo dos cosas: abrir y darnos
cuenta. Y para poder tomar conciencia claro hay que estar mental y corporalmente
despiertos o a-tensos. O sea, que realmente lo que nos falta es cultivar más y mejor lo
que ya tenemos: saber mirar y saber abrir.

A) Atención

La pseudo-ventaja nuestra es que hemos adquirido hábitos y cuantos más hábitos


y mejor adquiridos están, más tranquilos vivimos y menos hemos de pensar, porque todo
se hace automáticamente. Pero es que los hábitos aunque son necesarios para que
podamos hacer una cosa y atender a otra, no han de servir para poneros a dormir encima
de ellos. Hemos conseguido la gran ventaja de adquirir unos hábitos para tratar a la
gente, para contestar al teléfono, para ir por la calle, para conducir, y gracias a ellos, en
lugar de despertarnos más o atender a otras cosas, lo aprovechamos para vivir dormidos.

Lo primero que hemos de hacer es despertar y despertar haciendo, aprender a vivir


al máximo nuestro potencial de atención consciente. Y esto no en un momento de peligro
o en una situación apurada, sino en cada instante de su vida. He de aprender a estar todo
yo presente en mí mismo, todo yo despierto y lúcido en cada instante, aunque lo que esté
haciendo sea tomar un vaso de agua o leyendo estas páginas.

Todo cuanto nosotros conocemos es en virtud de nuestra capacidad de toma de


conciencia. Nuestro foco mental se dirige hacia fuera, hacia dentro, hacia arriba o hacia
abajo y toma conciencia de algo que vive como realidad, sea una idea, una percepción
exterior, un sentimiento muy elevado, lo que sea. Hemos dicho que conciencia
normalmente está adormilada, funcionando a media luz. Lo primero que hemos de
aprender a hacer es que nuestro foco de atención, que es el instrumento que nos sirve
para tomar conciencia de todo, para darnos cuenta de todas las cosas, luzca más, pues
ahora está funcionando a un potencial insuficiente.

Pero la atención es un estado interior como venimos diciendo, que se cultiva con el
proceso o dinámica de la “a-tensión” y que sirve de sostén corporal para facilitarla y
actualizarla. Hagamos la siguiente experiencia, la cual, te invito a grabar antes en
casette para poder escucharla y trabajarla al unísono:

Colócate en una postura cómoda, ya sea sentado o tumbado en una alfombra o


cama, con ropa cómoda para que no te moleste. Si has elegido acostarte, coloca las
piernas encogidas con la planta de los pies separadas unos 20 centímetros y apoyadas
horizontalmente en el piso o cama. Cierre los ojos y suelte las tensiones que en él se
encuentren, llevando el mensaje a éstos de que se pongan blanditos y sueltos. (... =
espere un tiempo en la grabación). Contáctese ahora con su lengua y mandíbula, y haga
lo mismo que en los ojos, mándales el mensaje de que se distiendan y se suelten (...).

Contáctese ahora con su cuerpo (...). ¿Estás realmente cómodo? (...). Mira si

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puedes ponerte aún más cómodo, cambiando levemente la posición de la espalda u otra
parte (...). Ahora toma conciencia de tu respiración (...). Nota todos los detalles de cómo
estás respirando, tanto en la inspiración como en la espiración (...). Siente como el aire se
mueve a través de tu nariz o boca y el roce que produce al hacerlo (...). Siente como el
aires se mueve por su garganta abajo y dentro de tus pulmones (...). Note todos los
detalles de cómo se mueven su pecho y abdomen mientras el aire entra y sale de sus
pulmones (...). Vuelve a tomar contacto con la distensión de la lengua y la mirada. Si se
han vuelto a tensar, no importa. Vuelva a mandar la orden de que se pongan blanditos y
haz esto durante un buen rato (...).

Note ahora todos los pensamientos o imágenes que acudan a su mente (...). Note
cómo estas palabras e imágenes interfieren con tu darse cuenta del cuerpo y de la
respiración (...). Ahora pon atención a esos pensamientos e imágenes y toma conciencia
de qué es lo que pasa cuando tratas de contenerlos (...). ¿Qué experimentas cuando
tratas de detener tus pensamientos?(...). ¿Qué sientes en tu cuerpo y en tu respiración
ahora? (...).

Intenta ahora algo diferente. En vez de tratar de detener tus pensamientos, intenta
dejarlos pasar lo más rápido que puedas, incluyendo el máximo de pensamientos o
imágenes posibles (...). Ahora pon atención a esos pensamientos e imágenes y toma
conciencia de qué es lo que pasa cuando tratas de acelerarlos (...). ¿Qué experimentas
cuando tratas de acelerar tus pensamientos?(...). ¿Qué sientes en tu cuerpo y en tu
respiración ahora? (...).

Ahora cambiemos de forma. En vez de tratar de contener o acelerar tus


pensamientos, sólo enfoca tu atención en poner blando los ojos, la lengua y sobre la
respiración de nuevo (...). Siempre que notes que tu respiración se ha extraviado en tus
pensamientos e imágenes, vuelve a enfocar tu atención en el cuerpo (en la mirada
blandita y la lengua distendida y abierta por dentro) y en tu respiración (...). Note resistas
ni luches, sólo date cuenta de cuándo comienzas a ocuparte con palabras e imágenes, y
entonces vuelve tu atención sobre la respiración, la lengua y los ojos.

Ahora enfoca tu atención sobre tu cuerpo y nota que partes de él entran


espontáneamente dentro de tu conciencia (...). ¿De qué partes de tu cuerpo te das
cuenta? (...)¿De qué partes tienes menos conciencia? (...). Ahora date cuenta de
cualquier incomodidad física que sientas y centra tu atención sobre ella (...). Toma más
contacto con ella y date detalladamente cuenta (...). Deje que el cuerpo espontáneamente
cambie muy lentamente su posición para buscar la comodidad (...). Un movimiento
espontáneo, un sentimiento o una imagen pueden desarrollarse a partir de este tomar
conciencia de aquello en lo que estés prestando atención (...). Permite que ese cambio y
este desarrollo se den sin interferirlos ni acelerarlos (...). Continúa enfocando tu atención
sobre lo que sea que surja (...): deja que tu cuerpo haga lo que quiera y deja suceder lo
que sea que suceda (...)(...)(...).

Ahora abre los ojos lentamente, parpadeando con suavidad, como si cada
parpadeo estuviera conectado a una inhalación y exhalación completa (...). Date cuenta
de cómo te encuentras en este momento, y como está tu capacidad de darte cuenta de tu

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cuerpo y del ambiente (...). Date un tiempo para terminar esta experiencia (...).

Por último, haz un resumen de lo experimentado en este espacio en blanco a


continuación. La base de este resumen ha de responder a algunas de estas
preguntas, si no a todas: ¿cómo te sientes en este momento?, ¿qué te ha llamado la
atención de la experiencia?, ¿qué cosas has descubierto de tí?, ¿cómo podrías
aplicar esto en tu vida diaria?, ¿...?.

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Una vez realizado el ejercicio anterior te propongo seguidamente este
protocolo de Brainspotting con Sistema Consciente para la Técnica del Movimiento.

PROTOCOLO BRAINSPOTTING DE LA VENTANA INTERIOR CON AMBOS OJOS

1. Escoger la causa de la activación. Encuadre de la sesión y el trabajo a realizar.


2. Focalizar la activación.
3. Identificar el lugar de la activación en el cuerpo.
4. Tomar un SUDS – Nivel de intensidad de la activación (O = nada hasta 10 =
intensidad máxima).
5. Identificar la cualidad de la activación (energía bloqueada, dispersa o
distorsionada).
6. Encontrar la perturbación más alta rastreando el eje Y (arriba/debajo del ojo)
para localizar el fase.
7. Luego rastrear izquierda y derecha en el eje horizontal (X) para localizar el
brainspot (punto en el cerebro).
8. Activar el Núcleo del Cerebro -NC- (tonsura del monje) con la orden “abro el
cerebro desde su adentro”.
9. Activar la lengua (orden: “relajar la lengua por debajo de la lengua”).
10. Activar la “elongación de la médula” con la orden desde el NC pasada por la
“elongación de la médula desde el cóccix hasta la cabeza al mismo tiempo que
elongo la lengua desde la raíz a la punta”.
(si hay tiempo abrir y elongar también desde la raíz de los dedos hasta la punta)
11. Procesar en el Brainspot en el ojo de perturbación dejando que se mueva o
abra la activación también en el cuerpo hasta SUD-0-.
12. Exprimir el limón y procesar hasta un verdadero cero y permanecer en la
elongación y apertura de la lengua y la médula.
13. Terminar con los dos ojos abiertos, el cuerpo abierto y elongado.

Describe y recoge la experiencia que acabas de experimentar. Para ello te


dejo el espacio en blanco de la siguiente página:

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B) Apertura

El segundo remedio básico contra nuestros hábitos consentidos es aprender a


estar más abiertos. ¿Qué quiere decir esto? Justamente lo contrario de estar crispado,
cerrado. Estar abierto es vivir en una actitud suelta, con un gesto interior de máxima
apertura, conexión mental, afectiva y corporal. Es un estado de relajación psíquica y
corporal, aunque la palabra relajación tiene sus connotaciones a veces negativas de
pasividad o inercia, que se oponen a la verdadera apertura.

Nos crispamos siempre que nos cerramos, tenemos miedo o contenemos el fluir
vital. Incluso después de crisparnos, nos seguimos cerrando sencillamente porque
estamos acostumbrados a hacerlo y aunque haya desaparecido el miedo o las
retenciones mecanizadas, nos mantenemos en la actitud interior de quien ve
constantemente peligro en algún sitio.

Sólo una mente abierta precedida de un cuerpo abierto o en actitud de apertura,


permite ver e intuir soluciones, adaptarse mejor y, por lo tanto, puede extraer del interior
mayor número de recursos de acción.

Evitemos este gesto automático de regresión a nuestros mecanismos conocidos,


no nos cerremos ni nos crispemos. Abrámonos y mantengámonos abiertos. Tenemos
reparo en hacerlo porque confundimos el abrirnos con el estar pasivos frente al ambiente,
el ser generosos con el no controlar nuestras reacciones sentimentales, el comunicarnos
íntimamente con sentirnos vulnerables, vivir espontáneamente con estar despreocupados,
ser responsables con cargar con la vida, etc. Se trata, por tanto, de estar abierto al mismo
tiempo que estar perfectamente lúcido. Y si estamos plenamente lúcidos nunca saldrá ni
la más pequeña reacción que no sea conveniente o que no esté adecuada a la situación.

Es preciso reeducarnos en abrir desde la mente, el corazón y el cuerpo a la vez


que mantenemos la atención más despierta, siempre actualizada, renovando una y otra
vez esta actitud de estar despierto. Entonces, cuando se aprende a vivir manteniendo
esta apertura y este estar continuamente despierto, se produce un fenómeno
extraordinario: el de la fluidez.

“Abrir” nuestra conciencia a la mirada, a nuestra escucha, abrir nuestras manos y


las articulaciones de nuestro cuerpo, abrir nuestro pensamiento a otro modos de percibir y
comprender las cosas, abrir nuestros corazones a las emociones que vienen y van en
cada segundo, abrirnos a las relaciones humanas como posibilidad y don, etc. Este es el
ejercicio de la conciencia y la actitud corporal con la que podemos fluir de manera natural
con lo que sucede en cada presente.

Cuando abrimos y nos abrimos, no obstante, corremos el riesgo de exponernos


deliberadamente, de entregarnos al fluir de la vida, de manifestarnos de manera natural,
de aventurarnos a lo no sabido, de comprometernos con cada acción, de exhibir nuestros
adentros más profundos, etc, pero sólo desde esta actitud interna de apertura puedo ser
accesible, cercano, íntimo, próximo, espontáneo y responsable de mis actos, y éstos,

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eran, como he dicho en múltiples ocasiones y a lo largo de los diferentes talleres, los
ingredientes de la persona en crecimiento real y trans-formada.

Hagamos un ejercicio básico de apertura corporal como disposición a otras


posibles aperturas a la que te invitaré una vez terminada esta primera experiencia
(de la misma manera que en el caso anterior, sería conveniente grabar las
indicaciones en casette u otro formato y después trabajarlo escuchándolo).

Busca un lugar donde tengas bastante espacio libre. En el pon una alfombra u otro
símil en el que te puedas tumbar, con ropa cómoda.

Pliega tu cuerpo de manera que te resulte cómodo y te haga sentirte protegido del
mundo, en posición fetal (...). Cierra los ojos y mantenlos así hasta te indique abrirlos (...).
Conecta con tu lengua en lo profundo y mándale el mensaje de que se suelte y abra por
dentro (...). Tómate tu tiempo para abrir la lengua (...) (...) (...). Imagina que estás en un
capullo, rodeado por una suave y resistente cáscara que te protege (...). Emplea un
tiempo para explorar y darte cuenta como te experimentas dentro de ese capullo (...).
Descubre cómo es este capullo y cuanto puedes moverte dentro de él (...).

Ahora te voy a pedir tomar conciencia de la apertura de la lengua (...). Vuelve una y
otra vez a la sensación de soltar y abrir la lengua por dentro (...). Lleva esta misma
sensación a la palma de tus manos y deja que éstas se abran espontáneamente a medida
que la lengua se abre más y más (...). Ve llevando esa apertura a las articulaciones de los
dedos lo más lento que puedas (...) (...) (...). Deja que esa apertura se traduzca en un
movimiento de ir abriendo todas las articulaciones y pliegues de tu cuerpo lentamente (...)
(...) (...). Nota la sensación de que la cáscara que te protege está resquebrajándose para
dejarte salir (...) (...) (...). Toma conciencia como tu lengua, tus manos, tus pies y tu
cuerpo, se abren más y más (...) (...) (...). Date cuenta de cómo es salir de esa cáscara al
mundo (...). Cuando emerjas, sigue abriendo tu cuerpo infinitamente (...). Cada vez que
esa apertura se vaya dando y permita movimientos fluidos, deja que fluyan también
algunos tipos de sonidos (...). Ahora conviértete en esa apertura y que fluya en
movimientos con sonido (...). Explora todas las posibilidades de abrir, soltar y estirar su
cuerpo (...).

Por último, abra los ojos con la misma lentitud con cual ha abierto todo su cuerpo y
ha salido al mundo (...). Deja que esa sensación de apertura general te permita
desplazarte por el lugar en el que te encuentras (...). Mira abiertamente todo lo que te
rodea (...). Toma conciencia de todo lo que fluya en ti, en forma de movimiento y deja que
suceda lo que sucede (...). Ve terminando la experiencia a tu ritmo (...) sin prisas (...).

Por último, haz un resumen de lo experimentado en este espacio en blanco a


continuación. La base de este resumen ha de responder a algunas de estas
preguntas, si no a todas: ¿cómo te sientes en este momento?, ¿qué te ha llamado la
atención de la experiencia?, ¿qué cosas has descubierto de ti?, ¿cómo podrías
aplicar esto en tu vida diaria?, ...

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CUERPO Y EMOCIÓN: un movimiento que se expresa hacia el exterior desde
el latido interno (e-moción)

Como ya explicamos en la primera parte de este libro, la misma palabra emoción


alude a la raíz e-movere, en latín e-moveo o e-motum, que hace referencia a “movimiento
hacia fuera” en la primera acepción y “con-moción o movimiento hacia alguien” en la
segunda. Por tanto, las emociones son tendencias a actuar, son las que nos mueven y
nos llevan a entrar en acción.

Tras haber visto y practicado, tanto la morfología como la manera de manifestarse


que tienen las emociones básicas, algunos sentimientos y algunas emociones parásitas,
quiero centrarme en este apartado sólo en un aspecto fundamental a todas ellas: al tono
hedónico del que hablamos cuando hacíamos referencia al grado de satisfacción o
insatisfacción, que están y acompañan en el fondo todo el mundo afectivo. Cuando nos
queda una sensación de insatisfacción (dolor, ahogo, angustia, tensión, ...), la tendencia
inicial es alejarnos de esa sensación y viceversa, cuando la sensación es de satisfacción
(placer, gusto, relajación, ...), tendemos a repetir o reiterar en aquello que la ocasionó.

Esta polaridad, a la que a mi personalmente me gusta llamar diálogo tónico, está


en la base de todas nuestras acciones que pueden observarse entre el individuo y el
ambiente. El individuo se expresa a sí mismo en sus acciones, cuando son apropiadas y
libres le producen placer y satisfacción (tono sintónico), cuando son inapropiadas y
mecánicas le producen insatisfacción y tensión (tono distónico).

Las emociones son la fuente misma de este diálogo tónico, de esta sístole y
diástole, de esta tendencia al apego y al desapego, contracción y dilatación, en definitiva,
de nuestra capacidad de sintonía o distonía con la vida. Por eso, “cuando conducimos
adecuadamente la energía afectiva” (Teoría de las Tuberías), podemos darnos cuenta de
que hay emociones que nos invitan constantemente a la conexión y a la sintonía (alegría,
amor, deleite, gozo, alivio, felicidad, serenidad, contento, optimismo, éxtasis, ...) y otras,
que por el contrario, no hospedan en la necesidad de retirarnos y desconectarnos (miedo,
ansiedad, desconfianza, inseguridad, ...). Por otro lado, hay emociones que repercuten
básica y directamente en las acciones de los demás con respecto a nosotros mismos:
cuando manifestamos tristeza, pena, aflicción, desaliento, ..., la tendencia de quien es
presente de esta emoción en nosotros, es a brindarnos su apoyo, su acercamiento y su
acompañamiento sintónico; por el contrario, cuando mostramos mal genio, rabia, fastidio,
animadversión, irritabilidad, resentimiento, hostilidad, ... la tendencia de nuestro
“interlocutor tónico” es la de separarse, alejarse y tomar distancia física.

Lo que un sujeto siente se puede ver y leer en la expresión de sus acciones,


actitudes y posturaciones. El estilo individual se transluce en la forma en que uno se
mueve. La vida emocional de cada ser humano depende de la movilidad de su cuerpo que
está en función de la expansión de la excitación de la energía. Cualquier manifestación
y re-acción humana en interacción con su medio tiene una correspondencia
corporal y en la expresión, en muchos casos reduciendo la capacidad de acción y
movilidad de éste en su fluido normal. Por eso la artificiosidad, anticreatividad,

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mecanicidad, tendencia al cierre, ... han de definirse en forma positiva: ausencia o falta de
espontaneidad, de capacidad de sintonía, de creatividad, de apertura, de adaptabilidad, ...

Pongamos algunos ejemplos de esto, por ejemplo en la constelación emocional del


miedo:

La “inseguridad”

Existe una inseguridad de origen físico: si yo estoy andando por un terreno muy
montañoso, en el que es posible que resbale y me haga daño, actuaré con precaución. En
este caso siento mi inseguridad física. Si estoy viajando en avión y empiezo a notar que
se producen movimientos anormales, me sentiré alarmado, tenso, mi boca se secará, mi
respiración se entrecortará, empezará una leve sudoración y mis ojos se abrirán
completamente. Aquí también estoy en un estado de inseguridad por una razón externa
justificada.

Pero, lo mismo que ocurre en este plano externo, justificado, ocurre también con
nuestra seguridad psicológica. Cuando yo llevo mucho tiempo siendo de una manera
determinada, el simple hecho de querer cambiar o modificar lo que “creo, siento y expreso
ser, normalmente”, producirá en mi una vivencia de anormalidad.

Exactamente como si estuviera ante un riesgo físico, en el que peligrará mi vida


física, viviré cualquier circunstancia, cualquier situación que ponga en peligro esa
realización habituada que tengo de mí; viviré la inseguridad y la manifestaré con mi
cuerpo. Si voy a una reunión de amigos y encuentro que una de las personas empieza a
criticar a todo el mundo, de inmediato experimentaré un estado de inseguridad, porque
temeré que luego o incluso en el momento siguiente la crítica me llegue a mi. Entonces
esta crítica, la vivo como un peligro para esta imagen que tengo de mí, tan fuertemente
quizás como si estuviera en peligro de resbalar y de hacerme daño físicamente. La
inseguridad produce automáticamente un estado interior de tensión, en mí.

Tensión

La tensión es el mecanismo natural que ponemos en marcha cuando hemos de


ejecutar una acción. Yo he de levantar un peso: pongo en tensión mi musculatura y lo
hago de acuerdo con el peso aproximado que creo que tiene aquello. Así me preparo para
el esfuerzo, pongo en tensión, a un grado determinado, mis músculos para mover aquel
peso. La tensión es un fenómeno natural, normal, necesario, es la preparación para la
acción, tanto para la acción física, mental como para la emocional.

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando yo me preparo para realizar una acción, y esta
acción no se produce? Que mantengo dentro una tensión improductiva, inútil y sin salida.
Si la mantengo por más tiempo, se convierte en una “tensión parásita” (normalmente esta
tensión acompaña a las emociones parásitas de las que hemos hablado en el vértice de lo
afectivo).

Así cuando hablamos de tensión nerviosa, mental, emocional, queremos indicar

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simplemente esto: que en nosotros se han producido unos movimientos previos de
tensionar, de poner en tensión mecanismos físicos, mentales y emocionales preparatorios
y que se traducen en tensión física, que en muchos casos queda solo en la fase de
preparación, porque no alcanza a expresarse completamente.

Del mismo modo en el caso anterior de la inseguridad psicológica, o el miedo a


defendernos de nuestros hábitos adquiridos, me pongo tenso para evitar el ataque, para
prepararme yo para atacar, o para huir. Esa tensión que movilizo, por la cual estoy
preparándome para defenderme o para atacar, queda dentro, porque estoy viviendo el
peligro continuamente, porque constantemente estoy viviendo el temor de fracasar ante
tal situación y de sentir insatisfacción o dolor.

Por otro lado, hemos de identificar la existencia de dos formas fundamentales de


tensión: 1) la que se produce cuando yo he de estar inhibiendo un impulso para que no
salga. Este es el caso de una violencia interior que he de impedir que salga. Esta fuerza
que hago para retener el impulso es una tensión por inhibición sostenida. 2) cuando he de
estar haciendo un esfuerzo muy activo, muy largo, por ejemplo cuando he de andar
mucho, cuando he de estudiar más de lo habitual, cuando tengo que adoptar una actitud
de alegría infrecuente en mí (manía), es decir, cada vez que he de hacer un
sobreesfuerzo, se produce un cansancio o tensión por exceso de acción.

La angustia

Yo me siento de un modo, creo ser de un modo, pero mi esperanza está puesta en


lo que espero llegar a ser. Cuando me siento lejos de este llegar a ser, una emoción me
embarga, una especie de ahogo vital: la angustia (angosto o estrecho. Por eso siento una
presión o estrechez corporal a veces en el pecho).

La angustia es esta sensación intensa que se produce dentro cuando me siento


gravemente amenazado, cuando me siento ante un peligro inminente de la muerte de mi
“llegar a ser imaginado”, de eso que para mí tiene el máximo valor, de lo que es la razón
normal, habitual, de vivir. Es el mismo mecanismo que los estados de tensión, vivido de
un modo urgente, de un modo apremiante, inmediato.

Si la persona no se da cuenta de esto y mantiene esta sensación de peligro


excesivo, incluyendo la posibilidad de que jamás podrá alcanzar eso que quisiera ser, la
persona puede incluso alcanzar una ansiedad por angustia, e incluso estados depresivos.

Sistema Autónomo Simpático y Sistema Autónomo Parasimpático

Para que el cuerpo tenga siempre un óptimo funcionamiento, el Sistema Nervioso


Autónomo (base principal de las reacciones corporales del mundo emocional) debe tener
dos "niveles de trabajo" diferenciados. Por lo tanto, desarrolló por un lado el
funcionamiento del simpático y por el otro el del parasimpático: cuando el primero recibe
la señal de estrés, ansiedad o miedo, pasa el alerta al cuerpo; cuando la señal indica "fin
del peligro", el último relaja al cuerpo. La persona saludable mantiene un equilibrio entre
ambos sistemas.

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Cuando el sistema simpático hace sonar la alarma, pone en marcha una reacción
agresiva, que consume energía. El cuerpo se moviliza, aumenta el pulso y la presión
sanguínea, se libera orina y adrenalina, aumenta el tono corporal, los latidos del corazón,
aumenta el nivel de glucosa en sangre, se dilatan las pupilas para aumentar la agudeza
visual y se reduce la secreción de saliva (la boca se seca). Estas reacciones interiores
nos llevan a una acción extrovertida, en la que los músculos se contraen y la respiración
se vuelve superficial, con inhalaciones cortas, en la parte alta del pecho. Por lo tanto, las
impresiones no pueden entrar demasiado profundamente en el cuerpo y así se maximiza
la fuerza física y la tendencia corporal al movimiento.

En cambio, el sistema parasimpático contribuye para que la persona mantenga una


actitud pasiva, de inmovilidad, de ahorro de energía. Se tranquilizan las funciones vitales
del cuerpo, los músculos se relajan (hipotonía), baja el volumen de la voz y los
movimientos se vuelven más lentos (como ocurre en el estado de sueño o de relajación
profunda). Cuando disminuye la tensión corporal, la respiración se vuelve más profunda y
abierta. El cuerpo se abre y la circulación es más fácil. Esto es también una señal para
que el cerebro active el mecanismo de "repetición" a fin de procesar e integrar las
impresiones.

Si nos centramos en algunos de estos síntomas y trabajamos sobre ellos, no tanto


para repararlos, sino en el sentido de aprender a conducirlos, estamos en disposición de
trabajar con el cuerpo para facilitar y promover un diálogo tónico en particular.

El doctor Escudero, creador de la noesiología (estudio de los efectos del


pensamiento en la vida) y noesioterpia (curación por el pensamiento), llega a considerar
por ejemplo, la presencia de abundante saliva en nuestra boca, una saliva fluida y
agradable, como el signo fundamental de lo que llama Respuesta Biológica Positiva
(RBP). Esta RBP tiende a producir cambios muy positivos en la salud en la vida humana,
especialmente porque este predominio vasal parasimpático es exactamente el antídoto
del estrés.

El mismo autor pone el siguiente ejemplo: “mi boca se llena de saliva, fluida,
agradable, ...”. El cerebro recibe la idea: boca-saliva, y, en respuesta a esta orden, el
cerebro pone en marcha un predominio vagal muscarínico, necesario para estimular las
glándulas salivares y que produzcan saliva fluida, con poco contenido orgánico y mineral:
saliva vagal. El predominio vagal es global, se produce en todo el cuerpo, por lo que,
además de la saliva fluida en la boca, podremos detectar los signos básicos de una RBP
(boca húmeda, miosis o mejoramiento de la capacidad de acomodamiento y agudeza
visual, normocardia o funcionamiento normalizado de la actividad cardiaca, normotensión
o funcionamiento normalizado de la presión arterial, relajación muscular, tranquilidad y
autocontrol, mejor funcionamiento del sistema inmunológico o de defensa, y otros muchos
más), acompañados de una mayor sensación de paz y de relajación. Por otro lado, bajos
los efectos del RBP se gana en eficacia y eficiencia en cualquier trabajo o actividad, con
un menor esfuerzo, mejoran las relaciones humanas, etc

Fomentemos, como dice José María Toro en su libro Educar con co-razón, el

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“hábito de la boca húmeda”, realizando la siguiente experiencia a la que os invito
reiterar cada vez que podáis, y en cualquier circunstancia del día a día:

Sentados, de pie, tumbados o en movimiento, centra tu atención en la lengua y en


el espacio bucal (...). Manda desde tu pensar consciente el siguiente mensaje a tu lengua:
“mi boca se llena de saliva fluida y agradable” (...). Reitera en este pensamiento durante
un buen rato (...). Céntrate en el adentro profundo de tu lengua y deja que ésta se vaya
abriendo lentamente, soltando cualquier tensión que encuentres en este darte cuenta (...),
“mi boca se suelta y distiende, llenándose de saliva fluida y agradable” (...). Deja que tu
lengua ahora, se mueva dentro de tu boca, jugando con ella y los movimientos
espontáneos que se den de manera natural (...). Suelta y distiende infinitamente todas las
tensiones de tu lengua y tu boca, especialmente por debajo de ella, en el frenillo que une
la boca con ésta (...). Continúa así un buen rato más (...).

Como te has podido dar cuenta, este hábito es fácil de aplicar en cualquier
momento, ya sea en el trabajo, mientras caminas, cuando estás hablando con alguien,
mientras descansas en la cama, etc. A mayor práctica, el hábito de la RBP siempre nos
lleva a un mejor funcionamiento del organismo. Reitera en él cada vez que quieras.

Por último, haz un resumen de lo experimentado y de otras experiencias


posteriores, en este espacio en blanco a continuación. La base de este resumen ha
de responder a algunas de estas preguntas, si no a todas: ¿cómo te sientes en este
momento?, ¿qué te ha llamado la atención de la experiencia?, ¿qué cosas has
descubierto de ti?, ¿cómo podrías aplicar esto en tu vida diaria?, ¿...?.

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La pulsación dialéctica de la respiración

Toda nuestra vida la pasamos respirando, aunque éste acto no siempre se


constituya en una acción consciente por nuestra parte. Por simple experiencia, tendemos
a inhalar y exhalar, sabiendo más o menos conscientemente que el aire entra y sale de
nuestros cuerpos. La respiración es algo que ocurre como la sístole y la diástole del
corazón, como una pulsación dialéctica natural. Esta pulsación es como “las olas del mar”,
está basada en un ritmo y en una frecuencia de ondas, que conforman un ciclo
experimentable.

En el ciclo de la respiración se puede tomar conciencia en 4 fases, el puraka-


inspiración, el rechaka-expiración, kumbhaka-pausa en la insiración-apnea alta entre
inspiración y expiración y kumbhaka-pausa en la expiración-apnea baja entre expiración e
inspiración, que se manifiestan como un ciclo de contacto-retirada, de tensión-relajación y
de recibir-soltar, del que venimos hablando.

Aún así, y como en los casos anteriores, el fluido de la respiración puede


interrumpirse. Si tomamos conciencia de nuestra respiración podemos denotar como en
su fluido, esta constituye una verdadera revelación de cómo está sucediendo la
experiencia y de dónde está siendo bloqueada, en muchos casos. Cogemos aire.
Soltamos aire. Una necesidad básica satisfecha automáticamente. ¿La interrumpimos de
algún modo? Del mismo modo que interrumpimos el ciclo de satisfacción de cualquier otra
necesidad.

Las tensiones dificultan la llegada del aire a todo el cuerpo. La pequeña cantidad
de aire que se mueve en ciclos a través de nuestro cuerpo nos permite apenas ser
sobrevivientes. Contrariamente, cuando nuestra capacidad respiratoria aumenta, el
cuerpo va cobrando vida. Parece como si el oxígeno al igual que la lengua y la
insalivación en su pulsación profunda fueran un valor perdido, una clave encubierta que
va despertando todo lo que toca, los lugares más ocultos a la conciencia se hacen
presentes a la vida del individuo. El aire nos permite recuperar desde las sensaciones,
sensualidad, emociones, pensamientos, experiencias pasadas, ... cual viajero a través del
tiempo y el espacio de nuestro cuerpo total.

Hagamos una especie de diagnóstico rápido de las formas, características e


ingredientes de la onda respiratoria, en la que podemos encontrar estas interrupciones:

1) Una de las formas de interrupción es mediante el control de la intensidad o


amplitud de la onda respiratoria en el proceso de inspiración-puraka o en el
descenso de la expiración-rechaka. Reduciendo o ampliando la intensidad, bien de
la inspiración, bien de la espiración o de ambas, atenuamos o intensificamos el
contacto con la emoción.

2) Otra es mediante las pausas-kumbhaka. Podemos hacer una pausa en apnea


alta-kumbhaka de la inspiración, es decir entre la inspiración y la espiración,
cuando tenemos aire dentro. Igualmente podemos hacer una pausa en apnea baja-
kumbhaka de la expiración, entre la expiración y la inspiración, una vez que hemos

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soltado el aire. O podemos hacer micropausas controlando la expiración, así
dejamos salir controladamente el aire, poco a poco, en lugar de dejar que los
pulmones se deshinchen naturalmente, o controlamos el aire que entra, con lo que
los pulmones no se hinchan de manera natural.

3) La fuerza con que inspiramos o expiramos, es decir, de cómo sacamos el aire o


lo introducimos, denota fundamentalmente una actitud en el contacto. En personas
que expulsan el aire de manera agresiva, o que introducen el aire sin control.

4) La frecuencia o ritmo de los ciclos respiratorios también es un indicio de


tensión y relajación. En personas con prisa, o personas que demoran el contacto.

Por tanto, podemos decir que, el ritmo y la frecuencia de la respiración están


íntimamente conectados con nuestros estados emocionales, mentales y de
relación. Hay una correspondencia entre la respiración y nuestras emociones. Si estamos
alterados emocionalmente, entonces nuestra respiración es irregular (frecuencias
disformes); pero si nuestro ánimo está tranquilo, sereno, entonces nuestra respiración se
hace regular (frecuencias uniformes). Si estamos tranquilos, serenos, y probamos a hacer
nuestra respiración irregular, al poco tiempo nos encontraremos tensos y nerviosos, y lo
contrario también es válido.

Si estando tensos y nerviosos comenzamos a respirar rítmica y regularmente,


encontraremos que pronto alcanzaremos cierta serenidad y tranquilidad. Es decir, es
fisiológicamente incompatible estar alterado emocionalmente si la respiración es rítmica y
regular. "La respiración acompaña al sentimiento y uno puede penetrar en el sentimiento
a través de la respiración, a condición de haber podido discriminar que respiraciones
corresponden a que sentimientos" (Antonin Artaud, 1964, p. 205).

Podríamos centrarnos en los patrones emocionales de la respiración, incluso en


otro tipo de patrones mentales, de convivencia y de identificación de tipos de
personalidades, que repercuten en ésta. Incluso, podríamos decir que para aquietarnos
emocionalmente, tenemos que mantener un ritmo; que la inspiración dure la misma
cantidad de tiempo que la espiración (básicamente), aunque esta información es fácil de
encontrar en cualquier libro de Bioenergética, en las miles de propuestas al respecto que
hay en el abanico terapéutico actual o en cualquier práctica meditativa oriental, incluso
occidental.

Sin embargo, creo que la respiración y los programas de entrenamiento en ésta, no


llegan a alcanzar el valor central de esta “llave al encuentro de nuestro templo interior”,
cuando ésta es trabajada en la naturaleza misma de quien respira y en el momento que
respira. De esta manera, la respiración nos hace conscientes en un momento
determinado, de cómo estamos viviendo y vivenciando ese instante. Vuelvo a insistir,
como en otras ocasiones, que “cualquier técnica de respiración puede ser usada como un

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hacer respiraciones con el cuerpo, que no es lo mismo que vivir y tomar conciencia del
propio cuerpo respirando en nuestro quehacer diario”.

Es más plausible, desde este taller de desarrollo personal invitarte una vez más, a
simplemente darte cuenta sin modificar nada de lo que suceda, de cómo es tu respiración
cuando estás con los demás, cuando estás leyendo este libro, en el caso de que estés
descansando en tu cama, cuando sales con prisas a comprar el pan porque se te hace
tarde, cuando terminas de realizar un examen, cuando coges el teléfono para hablar con
tu pareja o tus padres, cuando sientes miedo, tristeza, rabia o alegría. El instrumento
somos nosotros, y la llave de cómo estamos respirando conscientemente en cada
momento, es nuestra respiración del aquí y ahora, de este instante como oportunidad y
tesoro. El solo hecho de darte cuenta, te abre las puertas para aprender de quién eres y
de cómo accionas normalmente y te introduce, una vez más, en el sendero de tus
profundidades.

Hagamos la siguiente experiencia (de la misma manera que es los ejercicios


anteriores, te invito primero a grabarlo y segundo a experimentarlo)

Colócate en una postura cómoda, ya sea sentado o tumbado en una alfombra o


cama, con ropa cómoda para que no te moleste. Si has elegido acostarte, coloca las
piernas encogidas con la planta de los pies separadas unos 20 centímetros y apoyadas
horizontalmente en el piso o cama. Cierre los ojos y suelte las tensiones que en él se
encuentren, llevando el mensaje a éstos de que se pongan blanditos y sueltos.

Contácta ahora con tu cuerpo (...). ¿Estás realmente cómodo? (...). Mira si puedes
ponerte aún más cómodo, cambiando levemente la posición de la espalda u otra parte
(...). Ahora toma conciencia de tu respiración (...). Nota todos los detalles de cómo estás
respirando, tanto en la inspiración como en la espiración, sin modificar nada (...). Siente
como el aire se mueve a través de tu nariz o boca y el roce que produce al hacerlo (...).
Siente como el aire se mueve por tu garganta abajo y dentro de tus pulmones (...). Note
todos los detalles de cómo se mueven tu pecho y abdomen mientras el aire entra y sale
de tus pulmones (...). Vuelve a tomar contacto con la distensión de la lengua y la mirada.
Si se han vuelto a tensar, no importa. Vuelva a mandar la orden de que se pongan
blanditos y haz esto durante un buen rato (...).

Ahora vamos a hacer juntos, un viaje imaginario. “Imagina que te encuentras solo,
tumbado o sentado a la orilla de la playa” (...). Siente como el sonido del mar acaricia tus
oídos (...). Nota como la brisa acaricia tu cara de forma gustosa (...). Escucha de nuevo
atentamente el ir y venir de las olas del mar (...). Date cuenta como cuando las olas
vienen hacia ti, también te llenas de una inspiración plena (...). Date cuenta como cuando
las olas se van, también tu espiración saca el aire de tu cuerpo (...). Déjate embargar por
este ir y venir, un buen rato (...) (...) (...). Nota como a medida que haces esto, tu
respiración fluye dentro de tu cuerpo sin esfuerzo (...).

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Imagina ahora que otras partes de tu cuerpo también respiran. Imagina que este ir
y venir del aire y de las olas del mar, fluyen dentro de tu pelvis (...), tus piernas (...), las
puntas de tus pies (...). Imagina que con cada espiración, tus piernas se expanden y con
cada inspiración estas se contraen (...). Ahora haz lo mismo con tu pecho, garganta,
brazos y punta de los dedos. Imagina que éstos también pueden respirar (...). Con cada
espiración se expanden y con cada inspiración éstos se contraen (...). Ahora respira con
tu cara y tu cabeza (...). Ellos también pueden expandirse y contraerse en este ir y venir
de las olas del mar y de la respiración (...).

Ve terminando esta experiencia a tu ritmo. Si quieres mantenerla un rato más, está


bien.

Por último, haz un resumen de lo experimentado y de otras experiencias


posteriores, en este espacio en blanco a continuación. La base de este resumen ha
de responder a algunas de estas preguntas, si no a todas: ¿cómo te sientes en este
momento?, ¿qué te ha llamado la atención de la experiencia?, ¿qué cosas has
descubierto de ti?, ¿cómo podrías aplicar esto en tu vida diaria?, ¿...?.

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La doble polaridad tensión-relajación: el continuo satisfacción-insatisfacción
a través del cuerpo

Relajación y tensión, satisfacción e insatisfacción y posteriormente acercamiento y


distanciamiento, componen en realidad dos polos de un mismo continuo. Los problemas
aparecen en los extremos de este continuo. por ejemplo, hay una serie de personas,
incluso algunos tipos de “cultura”, en quienes en su vida diaria predomina netamente el
factor tensión. Encontramos que toda su vida está bajo el signo de la rigidez, de la
violencia interior, de la crispación, de un cerrarse, de un aislarse. Otras personas, en
cambio, están bajo el predominio del factor relajación y esto se traduce en una pasividad y
atonía general, en una falta de energía, de impulso y de voluntad.

Escuchando hablar a A. Gimeno-Bayón acerca del ciclo de contacto-retirada en la


cultura occidental y en la cultura oriental, se pone de manifiesto una cuestión bastante
curiosa. En su libro, “Comprendiendo la Psicoterapia Gestalt” (2004, p. 76) dice: ...
podríamos decir que cada cultura genera sus propios modelos de ciclo de acercamiento-
distanciamiento, sintonía-distonía habitual, y así, podemos generalizar diciendo que la
cultura occidental (en general, y en relación con el dibujo que sigue), pone el énfasis en la
parte superior del ciclo, mientras la cultura oriental pone el énfasis en la parte inferior.
S Tensión
AMBIENTE
U
S
P
Área favorita de la cultura occidental
E
N
S Área favorita de la cultura oriental
I Relajación
Ó SELF o SÍ MISMO
N
De esta manera, la cultura occidental facilita en las personas que la habitan una
actitud prototípica y habituada de personas muy ocupadas, hipertensas, con mucha
tecnología, energetizadas, con capacidad y movimientos de recursos, con alto grado de
planificación, pero carentes de las etapas de relajación, satisfacción y vacío fértil,
sensaciones, es decir, alejadas de las capacidades más cercanas al cuerpo y con una
energetización excesiva de las emociones y los pensamientos. Mientras que en las
culturas orientales más afincadas a estas etapas (relajación, satisfacción y vacío fértil),
aún estando en un estado general más relajado, promueven una inferior evolución y
planificación de recursos.

Esta idea me parece muy interesante en la medida que sea abordada desde una
perspectiva muy general. El espíritu está por despertar en las sociedades de bienestar
como se viene llamando a las culturas occidentales, mientras que las sociedades
orientales aún estando más asentadas en el cuerpo, en muchos de los casos mueren de
hambre.

Esta podría ser una explicación del por qué el número de casos de asistencias por
estrés y ansiedad generales es más alto en occidente que en oriente. Pero también, son

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muchos los problemas de hambre que asisten a una desregulación organísmica de
tonalidad, es decir, de tensión-distensión, que el ciclo del fluir vital apunta en las
sociedades orientales. Existe mucha dedicación a las fases de relajación y satisfacción, y
una actitud poco energetizada para la búsqueda de una mejor planificación, por ejemplo.

Recientemente se ha dicho y escrito mucho acerca de la crisis cultural en


Occidente. Con no poca frecuencia se ha sugerido que bajo la superficie del hombre
occidental acecha alguna enfermedad psicológica que perfectamente puede terminar por
destruirlo. Uno de los primeros en apuntar el dedo hacia el desequilibrio del hombre
occidental fue C. G. Jung, quien gustaba de hablar acerca del empobrecimiento de un
Occidente que «perdió su mito», y más recientemente Karl Stern, siguiendo los pasos del
gran psicólogo, ha revivido el cuadro de un Occidente deshumanizado y desfeminizado,
rico en tecnología pero desesperadamente pobre en intuición, pobre en aquella sabiduría
llamada «sophia» y en aquello que el Dr. Stern denomina «valores femeninos» (Celis A.,
1990).

Por otra parte se ve que lo ideal es que exista un equilibrio entre estas dos
actitudes o gestos básicos, entre la tensión y la relajación, o por lo menos, así lo he ido
dejando entrever a lo largo de todo este apartado. Ahora bien, este equilibrio lo hemos de
conseguir teniendo en cuenta que nuestra vida está sujeta a dos polaridades: por un lado
existen las fuerzas centrípetas y por otro las centrífugas, la tensión y la distensión. Nos
desarrollamos gracias a este doble juego centrípeto y centrífugo. Por la fuerza centrípeta
tendemos a adquirir del exterior lo que necesitamos para nuestro sostenimiento, para
nuestra seguridad. El anhelo con que un bebé pequeño busca el pecho de la madre es la
primera manifestación clarísima de este sentido centrípeto, de este sentido de
consecución que es básico para la conservación de la vida. Pero esto mismo existe en
todos los niveles, en todos los planos de nuestra existencia. Existe en un plano de
“intercambio de caricias”, todo el mundo quiere tener una seguridad en cuanto al
reconocimiento y el aprecio de los demás (obtención de caricias o del flujo de intercambio
de las mismas), quiere tener lo que se llama un lugar donde ser aceptado, donde tenga
ciertos derechos y privilegios, aunque sea a cambio de unos deberes (reglas de
intercambio). En el aspecto afectivo exactamente igual, necesitamos afecto, anhelamos
afecto, como anhelamos el aire y la comida (alimentos básicos). Y en el aspecto mental
es la necesidad de comprender, de conocer, de saber más y más.

Frente a estas manifestaciones de la fuerza centrípeta podemos observar también


la existencia de la fuerza centrífuga. Esta es la que nos impulsa a exteriorizarnos, a salir
fuera de nosotros, sea para rechazar o expulsar lo que nos angustia, sea simplemente
como un acto creador, como una expresión positiva de nosotros mismos (la necesidad de
auto-expresarnos). El niño necesita amar (dar caricias), necesita salir de sí, averiguar,
investigar, descubrir el mundo, descubrir sus posibilidades, hacer, deshacer. En el
aspecto físico esta fuerza se expresa a través del crecimiento, del sentido de expansión y
distensión (esparcimiento), de la necesidad de ejercicio y de movimiento, de la necesidad
de expresarnos y manifestarnos en el mundo. En el aspecto afectivo en la necesidad de
comunicar afecto, de comunicar confidencias, de comunicar los estados interiores. Y en el
aspecto intelectual a través de la necesidad de poder participar con nuestras ideas,
opiniones y puntos de vista. El ser humano necesita pues, extenderse, desarrollarse,

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expandirse y por esto gusta de hacer algo que tenga un efecto exterior, busca dejar algo
creado en la vida, busca dejar una constancia de su paso.

De hecho es absolutamente necesario que funcionen estas dos fuerzas y del


perfecto funcionamiento, del perfecto equilibrio de ambas, surge la persona
dinámicamente equilibrada o el “diálogo eutónico (eu-tónico o tono equilibrado)”. Esta
actitud fundamental o estado tónico equilibrado de intercambio con el mundo, es
experimentado y vivido, como un estado de conciencia de suspensión (Sistema
Consciente para la Técnica del Movimiento).

En palabras de la misma Fedora Aberasturi, cuando se trabaja desde el Sistema


alcanzando el estado de suspensión “se logra una relajación inédita para la experiencia
personal. Los occidentales entendemos mal en qué consiste la acción de relajar, porque
comúnmente se produce en la persona que intenta relajarse una especie de abandono,
que sirve en el mejor de los casos para descansar, pero que no se puede usar
airosamente en una acción contínua (...) todo el cuerpo adquiere un peso distinto,
sostenido, como si el organismo se viera provisto de una distribución más equitativa de
sus energías que permite que todo movimiento se vea realizado plenamente y en
equilibrio”.
La suspensión es un estado que puede y ha de ser vivido desde el cuerpo, como
soporte y como posibilidad de hacer y de hacernos en la acción equilibrada de cada día.
Cuando estamos delante de este libro leyendo, podemos ser consciente del grado de
tensión de nuestro cuerpo. Si éste es excesivo, probablemente, porque nuestra espalda y
cuello están tensos, la lectura se nos hará incómoda, incluso observaremos que tenemos
dificultad en leer bien. Esta tensión se traduce también en una respiración más superficial
y entrecortada, poca insalivación en la lengua, y una sensación de crispación general.

Sin embargo, si esta lectura la hacemos desde una actitud y un estado


extremadamente relajada, abierto, incluso hipotónico, seguramente nos hallaremos
echados, incluso tumbados en lo alto de la mesa, casi con la cabeza a la misma altura del
libro. Nuestra capacidad (a-tensional) estará poco activa. Lo más seguro, es mejor que
nos vayamos a dormir.

Encontrar la postura justa y equilibrada en cada momento, es el gran reto de la


actividad humana y de nuestras acciones diarias más cotidianas. Entre la adaptación
creativa al medio (desarrollarnos y crecer) y el halo de conservación (atesorarnos) del ser
humano, se encuentra el gran desafío de la especie humana.

Hagamos el siguiente ejercicio sencillo (con la misma fórmula que en los


casos anteriores)

De pie, centra tu atención en la lengua y en el espacio bucal (...). Manda desde tu


pensar consciente el siguiente mensaje a tu lengua: “mi boca se llena de saliva fluida y
agradable” (...). Reitera en este pensamiento durante un buen rato (...). Céntrate en el
adentro profundo de tu lengua y deja que ésta se vaya abriendo lentamente, soltando
cualquier tensión que encuentres en este darte cuenta (...), “mi boca se suelta y distiende,
llenándose de saliva fluida y agradable” (...). Deja que tu lengua ahora, se mueva dentro

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de tu boca, jugando con ella y los movimientos espontáneos que se den de manera
natural (...). Suelta y distiende infinitamente todas las tensiones de tu lengua y tu boca,
especialmente por debajo de ella, en el frenillo que une la boca con ésta (...). Continúa así
un buen rato más (...).

Céntrate ahora, en la médula de tu cuerpo (...). Ve llevando la elongación de la


lengua a la elongación de la columna de tu cuerpo (...). “A medida que mi lengua se abre
y se expande, mi columna también se expande” (...) (...) (...). Deja que se produzca
cualquier movimiento que tu cuerpo te pida (...). Ahora ve llevando esta misma
elongación, a los brazos y piernas (...). “Abrir y expandir mi lengua, mi columna, mis
brazos y mis piernas” (...) (...) (...). Continua expandiendo y moviendo de cualquier modo
que te surja de manera natural (...). Ve centrando la atención con los ojos cerrados pero
sueltos por dentro en la experiencia de la gravedad (...) Siente como la fuerza de la
gravedad te atrae y como esa fuerza es trasmitida a tu cuerpo, a cualquier parte que la
esté soportando (...) (...) (...). Toma conciencia de cómo todo tu cuerpo responde a la
atracción de la gravedad mientras te mueves y cambias de posición de manera fluida (...).

Imagina ahora que la atracción de la gravedad se duplica o triplica, de modo que te


haces más pesado y cada movimiento te exige un mayor esfuerzo (...). Muévete por la
sala donde te encuentres con este sensación general (...). Date cuenta de cómo te
mueves con esa duplicada o triplicada gravedad y de cómo te hace sentir esto (...). Ahora
lentamente, esfuérzate hasta obtener una posición de pie, pese a esa fuerza de la
gravedad (...) y luego desplómate nuevamente para descansar en el piso (...) (...) (...).

Ahora imagínate que la fuerza de la gravedad se reduce a la mitad de la que había


en un inicio del ejercicio, de modo que te sientas más liviano y los movimientos de tu
cuerpo sean sencillos y sin esfuerzo (...). Date cuenta de cómo te mueves y cómo te
sientes con esta reducida gravedad (...) (...) (...). Nota si sientes deseos de seguir
moviéndote por tu cuenta (...).

Por último, imagínate que la gravedad vuelve a ser la normal (...).Date cuenta de
cómo te mueves y cómo te sientes con esta gravedad normalizada (...) (...) (...). Nota si
sientes deseos de seguir moviéndote por tu cuenta (...). Ve terminando a tu ritmo esta
experiencia.

Por último, haz un resumen de lo experimentado con los tres tipos de


gravedad, en este espacio en blanco a continuación. La base de este resumen ha de
responder a algunas de estas preguntas, si no a todas: ¿cómo te sientes en este
momento?, ¿qué te ha llamado la atención de la experiencia con los tres tipos de
gravedad?, ¿qué cosas has descubierto de ti?, ¿con cuál, de los tres tipos de
gravedad, te has sentido más cómodo e incómodo?, ¿cómo ha sido el grado de
tensión-relajación durante los tres tipos de gravedad?, ¿qué sentimientos has
experimentado con cada una de ellas y a cuál de estos sentimientos suele invitar
cada uno de los tipos de gravedad?, ¿cómo podrías aplicar esto en tu vida diaria?,
¿...?.

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