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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL

DE LOS LLANOS OCCIDENTALES “EZEQUIEL ZAMORA”

UNELLEZ-BARINAS

Abg. Francis Cardenas.

Derecho Civil III. Autor:

-Katherin Oriana Villamizar Moreno.

CI- 26.494.126

AUTOESTUDIO.

BARINAS, FEBRERO 2022


DERECHO AGRARIO.

El Derecho Agrario es una rama del Derecho que persigue ajustar a las relaciones
jurídicas de carácter agrario a los dictados de la justicia social, con el objeto de
facilitar y crear las condiciones necesarias para llevar a cabo una Reforma Agraria
Integral, o sea, para lograr un aumento de la producción agrícola y para hacer
posible una distribución de la propiedad agraria mas justa y equitativa.

Asimismo, podemos concluir que el Derecho Agrario valora y regula el uso de los
recursos naturales renovables y que cubre de modo omnicomprensivo todos los
matices de la actividad agraria, tomando en cuenta tanto al campesino como a los
demás productores, según su peculiar situación institucional, por otro lado, el
derecho agrario venezolano está condicionado por la naturaleza, historia y los
valores, es pluralista, no clasista, porque así lo manda la Constitución Nacional,
protege primordial pero no exclusivamente a los campesinos, propugna el
incremento de la producción nacional como exigencia de la soberanía económica
del país, atiende a las defensas de los recursos naturales renovables, y por ende
la del sistema ecológico, permitiendo así la explotación de estos.

El Derecho Agrario pretende lograr una distribución mas justa de las tierras rurales
y aumentar la productividad del sector agrario como se menciono anteriormente, y
asimismo, eliminar el latifundio, mejorar el uso de la tierra evitando la acumulación
o tenencia de tierras ociosas que no cumplan principalmente con la seguridad
agroalimentaria.

El objeto de esta rama del Derecho puede desdoblarse en una doble vertiente.
Uno, el aspecto formal constituido por las normas y el otro, el material, que se
conforma por hechos y valores. Teóricamente, la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario, como columna vertebral del Derecho Agrario Nacional, persigue el
cumplimiento de las líneas gruesas trazadas por el constituyente en 1999, como el
establecimiento de estrategias y planes para el desarrollo rural integral y
sustentable, con la finalidad mediata de dar cumplimiento a la garantía de la
seguridad alimentaria de la población, lo que se define a su vez como la
disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional, aunado a la
capacidad de la población para adquirir los bienes requeridos para su dieta diaria.
Para cumplir con este objetivo macro de la Ley, deben combinarse factores de
diversa índole como financieros, comerciales, tecnológicos, crediticios, tenencia,
previsiones de importación de insumos, etc.

El contenido de nuestro derecho es cada vez más complejo en nuestros días,


sobre todo por efecto de la penetración de elementos ambientales que luchan por
relevar la existencia de un sector consagrado a su tutela y conservación, impacto
que no ha dejado de provocar opiniones diversas, cuando no contradictoras, cuyo
grado de acierto y exactitud conviene investigar y que en definitiva atañen
directamente el contenido y a los limites o con fines de nuestro derecho, cuando
no a su autonomía científica que fue objeto durante mucho tiempo de serios
cuestionamientos, finalmente superados por relevante doctrina americana y
europea.

El origen del Derecho Agrario y su vinculación con los Derechos Humanos, surge
a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX por la confluencia de factores
económicos, sociales, jurídicos, políticos e ideológicos y hasta culturales. Bajo el
Derecho Romano se denomino a la Ley de las Doce tablas, como el primer código
agrario del mundo e incluso en esta época existían unos contratos agrarios
especiales llamados “Colonato” los cuales se celebraban para el desarrollo de las
tierras publica-rurales. Más adelante, en la Edad Media nace el concepto de Villa o
Distrito Rural. En el siglo XIX se fortalece la clase terrateniente, sin producirse
cambios estructurales en la economía, lo cual continuaba descansando en el
régimen Latifundista y el código Napoleónico estaba destinado a regir a las
sociedades rurales, por lo tanto se veía el Derecho Agrario como un derecho
estático, pues se le conceptuaba como el derecho de la agricultura, con lo cual se
postularon normas destinadas a regular las labores agrícolas.

En el año 1936 se reúne un grupo de hombres con la intención de buscar solución


democrática al problema agrario, buscando así una base ideológica para trabajar
para los campesinos ante la precaria situación de la producción agrícola. En 1945,
fue promulgada la Primera Ley Agraria cuyo objetivo fundamental fue la
transformación de la estructura agraria del país, mediante la adecuación e
incorporación del campesino al proceso de producción agropecuaria, se busco
orientar la actividad agraria en el aspecto que resultara latifundista y la
adjudicación de tierras en forma gratuita, mejorando las condiciones de vida de los
campesinos.

En 1948 se creó la Ley Agraria, la cual presento la innovación de la


inexpropiabilidad basada en un criterio de productividad. La Ley Agraria de 1948
perdió su vigencia al ser reemplazada por el Estado Agrario del 28 de Junio de
1949, pronunciada por la junta Militar constituyendo un paso retrogrado en el
proceso agrario. En 1960, Venezuela comienza a tomar un impulso e interés en
materia jurídico-agraria, con la promulgación de esta Ley Agraria, la cual fue
basada en Función y Dotación Social, Mejor Tenencia, y Protección de los
recursos naturales renovables.

Asimismo, el cuerpo normativo agrario de la Constitución de la República


Bolivariana de Venezuela aborda como preceptos básicos, cuatro aspecto de la
estructura agraria nacional. Primero, la naturaleza sustentable de la agricultura.
Segundo, la importancia de la seguridad alimentaria. Tercero, la participación del
Estado en el desarrollo agrario. Cuarto, el derecho de propiedad.

1. Agricultura Sustentable: La Constitución en 1999, en el Artículo 305 señala:


“El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del
desarrollo integral rural a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la
población”. Se observa cómo se incorpora en el texto constitucional el
concepto de agricultura sustentable como base del desarrollo. De esta
manera se impone una nueva dinámica en el ámbito productivo, el modelo
tradicional de productivismo da paso a una nueva concepción de
crecimiento donde la protección del medio ambiente es parte integrante del
desarrollo.
2. Seguridad alimentaria: En el mismo Articulo 305, se observa que el
constituyente bolivariano, vincula la estrategia de desarrollo integral basada
en una agricultura sustentable con la seguridad alimentaria de la población.
Concibe esta ultima como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos
en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a estos por parte
del público consumidor.

3. Participación del Estado en el desarrollo agrícola : El Articulo 207 de la


Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, enuncia como
precepto fundamental del ordenamiento jurídico agrario, las principales
acciones que debe emprender el Estado para fomentar y promover la
actividad agrícola y el uso optimo mediante la dotación de las obras de
infraestructura, insumos, créditos, servicios de capacitación y asistencia
técnica.

4. Derecho de Propiedad: La Constitución Bolivariana de Venezuela, en el


Capítulo VII, Articulo 115, referido a los Derechos Económicos, garantiza el
derecho de propiedad. Este precepto forma parte de lo que Ali Venturini
denomina normas preambulares o programáticas indicativas, es decir, se
establece como premisa del sistema un postulado constitucional, en este
caso, el Estado Venezolano reconoce, el derecho de propiedad como
reiterativamente lo ha venido admitiendo en todas las constituciones de
1811.

En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000), se establecen


los principios que encaminan la actividad agraria del país, dentro de este contexto
el artículo 307 condena el latifundio y planea su transformación en unidades
económicas productivas. Como principio Constitucional, la tarea que el Estado se
plantea, a objeto de rentabilizar las tierras con vocación agrícola y responder a la
seguridad alimentaria de la población Venezolana, en tales unidades económicas
productivas con el apoyo de cooperativas. Cuando se habla de unidad económica
y este término es acompañado con el calificativo de productivo, se interpreta que
el constituyente entendió la divisibilidad como contrario para lograr aquel fil. Así, la
Ley Agraria vigente (2010), debería regular todo lo conducente a la conservación,
integridad, y mantenimiento de tales unidades (principio de la indivisibilidad, o
mantenimiento unitario del fundo). Este último principio sustantivo agrario, es
imprescindible para garantizar la producción agrícola. Ciertamente, lo agrario no
se circunscribe únicamente a producir más, sino que también envuelve el perfil
social; sin embargo, debe considerarse cuáles son las reglas que se van a aplicar
en lo referente a las sucesiones agrarias, para no menoscabar aquella unidad
económica productiva, y en consecuencia, mantener su integridad y continua
producción.

Por otro lado, la ley de Tierras y Desarrollo Agrario, tiene como objeto establecer
las bases del desarrollo rural integral y sustentable; entendido este como el medio
fundamental para el desarrollo humano y crecimiento económico del sector agrario
dentro de una justa distribución de las riquezas y una planificación estratégica,
democrática y participativa, eliminando el latifundio como sistema contrario a la
justicia, al interés general y a la paz social en el campo.

Para ello contempla una seria de novedades en procedimientos, instituciones, y


conceptos, las cuales se hace necesario que sean no solo aplicadas, sino también
del conocimiento del sector campesino, que es quien constituye su razón de ser, y
a la protección de su actividad, a quien va dirigida esta norma.

La ley de Tierras y Desarrollo Agrario, viene a presentar un nuevo marco legal, en


el cual se busca profundizar y dar operatividad concreta a los valores
constitucionales de desarrollo social a través del sector agrario.

Según el Artículo 14 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario son sujetos


beneficiarios preferenciales de adjudicación de tierras, las ciudadanas
venezolanas que sean jefa de familia que se comprometan a trabajar la tierra para
manutención de su grupo familiar e incorporación al desarrollo de su comunidad y
de la Nación. A las ciudadanas dedicadas a la producción agrícola se les
garantizara subsidio especial alimentario pre y postnatal por parte del Instituto
Nacional de Desarrollo Rural (INDER).

Son también sujetos preferenciales de adjudicación de tierras, los campesinos y


campesinas, venezolanos/as, que hubieren permanecido por un periodo
ininterrumpido superior a tres años trabajando tierras privadas, bajo alguna forma
de tercerización, cuando estas fueren expropiadas por el Instituto Nacional de
Tierras (INTI), conforme al procedimiento previsto en la Ley.

Igualmente son sujetos preferenciales de adjudicación de tierras aquellos


campesinos y campesinas, venezolanos/as que sean ocupantes históricos de las
tierras que trabajan en condiciones de ocupación precaria.

Por otro lado, los sujetos de aplicación de la derogada Ley de Reforma Agraria de
1960, lo constituían exclusivamente los campesinos que carecían de tierra o la
poseían en cantidades insuficientes. Los beneficios que ella contemplaba en
ningún momento podían recaer sobre el denominado productor agropecuario,
pues se supone que estos cuentan con tierras y medios económicos suficientes
para el desarrollo para actividades agropecuarias. De tal manera, que la Ley de
Tierras y Desarrollo Agrario (2010) fue concebida para resolver el grave problema
de injusticia que significa mantener en el campo venezolano una clase social
totalmente empobrecida, por tal motivo, el derecho agrario venezolano había sido
ubicado en el campo del derecho social. Asimismo, la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario (2010) en su Art 13, señala que son sujetos beneficiarios de la misma
todos los venezolanos que hayan optado por el trabajo rural. Esta norma se
corresponde con el artículo 307 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (2000), el cual elimina el privilegio que el art 105 de la derogada
Constitución Nacional de 1961, otorgaba a los campesinos para la obtención de
tierras, al establecer que los productores agropecuarios (agroindustria,
latifundistas y multinacionales), tienen el mismo derecho que los campesinos para
la obtención de tierras.
Indudablemente, que esta diferencia en cuanto a los sujetos de aplicación del
Régimen Jurídico Agrario se corresponde con los conceptos de productividad,
capacidad (aptitud), desarrollo rural integral y crecimiento económico, así como
con el nuevo concepto de latifundio incorporado en la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario (2010).

Cabe destacar que existe un principio básico de la función social que surge del
juego dialectico entre propiedad capitalista y el socialismo. Este niega la propiedad
privada y entiende que la misma no es un derecho, sino una función; en cambio, el
pluralismo occidental y cristiano proclama el respeto a la propiedad privada y
reconoce la necesidad de su socialización, la propiedad se instrumenta con su
función social.

No obstante que la propiedad es definida por los atributos de su ejercicio, la Ley


de Tierras y Desarrollo Agrario, se inclina por el interés social, así el propietario
como parte de la sociedad debe procurar no menoscabar o afectar en forma
alguna el bien común, y en esa forma hacer uso de manera conveniente al interés
social. La función social limita la propiedad, puesto que se fundamenta en el
cumplimiento de fines encaminados al mayor incremento de la producción, en
beneficio de la sociedad entera, por ello se explica en la Ley que la función social
es la productividad agraria, concepto jurídico indeterminado, que funge como
patrón de medición de la adecuación que existe entre la tierra objeto de la
propiedad y su función social.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, establece que el


Estado va a incentivar y estimular la evolución de la agricultura, como estrategia
básica para el desarrollo rural del país, para así garantizar la seguridad alimentaria
de la población, la cual se obtiene a través del desarrollo y protección de las
actividades agrícolas, pesqueras, pecuarias y acuícolas. El Estado tomara las
medidas necesarias para controlar las finanzas, la comercialización (intercambio
de productos y tecnología), la tenencia de tierras, capacitación de los trabajadores
de las tierras, así como también todas aquellas medidas que ayuden o colaboren
para alcanzar el autoabastecimiento y generar empleos para todos los habitantes
del sector campesinos.

En cuanto a la propiedad agraria se puede definir como la vinculación directa del


hombre que trabaja la tierra, así como su conservación, ello, de acuerdo con la
doctrina dominante en el Derecho Agrario, y que a través del tiempo ha
relacionado la tenencia de la tierra sobre la base de una connotación particular
cuya posesión efectiva y legitima de un marcado interés de una acertada unidad
de producción debe ser cierta, en ese mismo orden, el concepto de una función
social responde al carácter esencial relacionado con el Derecho natural agrario
cuya sistematización a la cual se somete la propiedad de la tierra, susceptible de
explotación agraria y de resguardo ambiental posee ese valor insustituible.

Se debe destacar, que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela


en el articulo 307 contempla la propiedad agraria como un derecho de los
campesinos y productores agrarios a la propiedad de la tierra con vocación
agraria, en cuanto a su uso, goce y disposición, al señalar que “Los campesinos o
campesinas y demás productores agropecuarios y productoras agropecuarias
tienen derecho a la propiedad de la tierra... El Estado protegerá y promoverá las
formas asociativas y particulares de propiedad para garantizar la producción
agrícola”. Asimismo, vale destacar que la función social contempla su contribución
con el proceso de desarrollo económico de la nación, generando beneficios
sociales.

En cuanto a la Posesión Agraria, consiste en un acto realizado por una o más


personas sobre un predio rustico de manera pacífica, directa, ininterrumpida y con
ánimo de ser dueño, por lo que se encuentra directamente vinculada al derecho de
propiedad agraria. De esta manera la posesión del predio consiste esencialmente
en la premisa del interés de la actividad agraria en nuestra legislación tal como lo
señala el Art. 13 Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, al indicar que “La tierra es de
quien la trabaja”, siendo evidente en este caso que la posesión conllevaría a
conseguir la propiedad agraria. Por consiguiente, sin posesión no existe la
propiedad agraria, ahora bien y en virtud de lo que antecede se puede afirmar que
la posesión agraria supera los intereses particulares que bien pueden constituir la
posesión civil, ya que las dos condiciones de interés social y colectivo, procuran
aparar la seguridad alimentaria de la República, siendo que las actividades que
derivan por causa del interés agrario conducen a establecer el resguardo
adecuado y diligente de una institución del Derecho Agrario, ya que su objetivo
elemental se rige al provecho de la explotación directa de la tierra, cuya finalidad
permite favorecer la producción de alimentos y así dar fiel cumplimiento y respeto
de las garantías y aspiraciones constitucionales.

Asimismo, la adjudicación de tierras consiste en atribuirle a una persona el


derecho de propiedad agraria sobre unas tierras que no le pertenecían, con la
finalidad de que pueda hacer uso, goce y percibir los frutos de las tierras.
Asimismo, la adjudicación permanente se da cuando se transfiere la posesión
legítima de unas tierras, es decir, el derecho de gozar y disfrutar de las mismas, a
quien las ha ocupado y trabajado. El titulo de adjudicación lo otorga el Instituto
Nacional de Tierras mediante un acto administrativo. Este derecho no puede ser
enajenado (transmitido a dominio de otro). Los usufructuarios pueden obtener el
título de adjudicación permanente cuando ellos han mantenido la producción de un
fundo en un lapso no menor de tres años consecutivos. Este título lo podrán
heredar sus descendientes o en su defecto los colaterales. Estos fundos no serán
objeto de enajenación. Por otro lado, la adjudicación otorgada podrá ser anulada
cuando el adjudicado no cumpla con el compromiso que adquirió, el cual consistía
en trabajar la tierra. La anulación la realización el Instituto Nacional de Tierras.

En cuanto al Derecho de Permanencia, la Sala de Casación Social del Tribunal


Supremo de Justicia, al efectuar interpretación de la derogada Ley de Reforma
Agraria, preciso con relación a este instituto propio del derecho agrario, que se
trata de un especial derecho real inmobiliario que legitima al sujeto-productor
agrario para protegerse frente a los intentos de interrupción de su actividad, y por
otra parte acceder a la propiedad del fundo en que se desarrolla de manera directa
y efectiva dicha producción. Asimismo, extendió su aplicación al sujeto con
ocupación de origen contractual que sobrepase la calificación de pequeño o
mediano productor, que constituye un punto importante, ya que para ser objeto de
tal tutela la persona además de su posesión debe efectuar una actividad agraria
productiva, es decir, una posesión agraria, que a fin de cuentas es la que ampara
el derecho de permanencia.

En los artículos 8 y 19 de la Ley de Tierras, se hace referencia al establecimiento


a favor del sector campesino de los llamados fundos estructurados y al conuco
como fuente histórica de la biodiversidad agraria. Sin embargo, no se prevé ningún
tipo de procedimiento para hacer valer ambas instituciones, es decir, no se otorga
acción ni administrativa ni jurisdiccional para reclamar ambos derechos.

Al no ser accionables estos derechos se convierten en letra muerta, esta situación


es contraria a la idea de estado social de derecho y justicia, que se caracteriza por
crear mecanismos procesales idóneos para garantizarle a la población el disfrute
de sus derechos sociales. En el caso que nos ocupa, tan solo existen mecanismos
procesales idóneos a favor de aquellas personas dedicadas a la actividad agraria
rural que tengan capacidad financiera para convertir las tierras ociosas en fines
productivos.

Durante mucho tiempo, la más destacada doctrina del derecho agrario ha


sostenido que el latifundismo consiste en el acaparamiento de las tierras en pocas
manos, colocando a la población campesina al margen de la actividad
agropecuaria, por lo tanto, tal forma de tenencia de la tierra produce graves
impactos sociales, económicos y ambientales. Sin embargo, la Ley de Tierras y
Desarrollo Agrario ha variado sustancialmente el concepto legal del latifundio, al
establecer en su artículo 7 que dicho fenómeno se produce solo cuando existan
tierras ociosas o incultas. Esto significa, que empresas multinacionales como
Smurft-Cartones de Venezuela, que posee aproximadamente 600.000 hectáreas,
no son latifundistas por cuanto todas se encuentran en producción forestal, muy a
pesar de que una numerosa población campesina vive alrededor de tales
propiedades en situación de extrema pobreza, por no tener tierras para producir.
De igual manera, la agroindrustria y otras empresas multinacionales que pueden
hacer grandes inversiones en la producción agropecuaria, apropiándose de miles
de hectáreas, no podrán ser consideradas latifundistas, ya que difícilmente en sus
propiedades existan tierras ociosas o incultas. Debemos advertir, que la Ley de
Tierras prevé procedimientos de expropiación o de rescate de tierras incultas u
ociosas y que además en su artículo 1 señala que se propone eliminar el
latifundio. No obstante es necesario resaltar, que aun cuando ciertamente serán
afectado productores agropecuarios latifundistas, sin embargo las tierras que sean
expropiadas o rescatadas, solo podrán ser adjudicadas a “aquellos sujetos
dedicados a la actividad agraria rural que demuestren aptitud para transformarlas
en fundos productivos”. Así lo establece la exposición de motivos en los siguientes
términos “Las tierras propiedad del estado, o previa expropiación, las tierras
propiedad de particulares que se encuentren improductivas, podrán ser otorgadas
a aquellos sujetos dedicados a la actividad rural que demuestren aptitud para
transformarlas en fundos productivos. Como medio de regularización de la
posesión de las tierras y con la finalidad de estimular la productividad, se prevé un
procedimiento de rescate de las tierras del estado que se encuentren en manos de
terceros. Dichas tierras podrán ser, no obstante, objeto de adjudicación a los
particulares que demuestren aptitud y cultivo”.

En consecuencia, las tierras ociosas o incultas que sean rescatadas o expropiadas


de manos de latifundistas de hoy, no serán entregadas a los campesinos pobres,
sino a la agroindustria y a las empresas multinacionales, que son quienes
demuestren tener aptitud para transformarlas en fundos de alta productividad y
desarrollo.

Es importante resaltar que los órganos de la Administración Agraria son el Instituto


Nacional de Tierras (INTI), la Corporación Venezolana Agraria (CVA), El Instituto
Nacional de Desarrollo Rural (INDER) y las Oficinas Regionales de Tierras.

En cuanto a los propietarios de tierras privadas que se encuentren en producción


ubicadas dentro de las poligonales rurales, deberán solicitar la certificación de
finca productiva siempre y cuando la finca de producción este ajustada a los
planes de seguridad alimentaria establecidos por los organismos competentes. En
el certificado, el Instituto hara constar la extensión de las tierras de que se trate, la
calidad de la tierra, los rubros de producción y demás elementos que permitan
determinar la productividad de las mismas.

Asimismo, los propietarios de tierras rurales que se encuentren ociosas e incultas,


deben solicitar un certificado de finca mejorable, por el cual se comprometan a
efectuar el mejoramiento y adaptación de su propiedad durante un término
perentorio de Dos (2) años, de acuerdo con los planes y lineamientos que el
Ejecutivo Nacional determine a través del Instituto Nacional de Tierras. Dicho
término se computara a partir de la expedición de la certificación correspondiente.

Y según el Artículo 35 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario cualquier


ciudadano o ciudadana podrá presentar denuncia motivada ante la respectiva
Oficina Regional de Tierras, cuando tenga conocimiento sobre la existencia de
tierras ociosas o de uso no conforme. Dentro de los tres días hábiles siguientes a
la recepción de la denuncia, la respectiva Oficina Regional de Tierras, tomando en
consideración la fundamentación de la misma, decidirá sobre la apertura de una
averiguación y ordenará la elaboración de un informe técnico. Se considera
ociosas, a los fines de esta Ley, las tierras con vocación de uso agrícola que no
estén siendo desarrolladas bajo ninguna modalidad productiva agrícola, pecuaria,
acuícola ni forestal y aquellas en las cuales se evidencie un rendimiento idóneo
menor al ochenta por ciento (80%). El rendimiento idóneo se calculará de acuerdo
con los parámetros establecidos en la presente Ley o, a los planes nacionales de
seguridad agroalimentaria. Asimismo, se consideran de uso no conforme, a los
fines de esta Ley:
1. Las tierras cuya utilización resulte contraria a los planes nacionales de
desarrollo y seguridad agroalimentaria.
2. Las tierras en las que se realicen actividades agrícolas distintas a las que
corresponda según la clasificación de los suelos establecida para cada rubro.
3. Las tierras aprovechadas a través de la tercerización.
4. Aquellas tierras que se encuentren dentro del área de influencia de proyectos
agroproductivos o agroecológicos de carácter estratégico desarrollados por el
Ejecutivo Nacional, cuando su uso sean contrarios a los objetivos del respectivo
proyecto.
Por consiguiente, el artículo 254 de la actual Ley de Tierras y Desarrollo agrario
establece que el juez agrario podrá dictar oficiosamente medidas cautelares
provisionales orientadas a proteger el interés colectivo, los cuales tendrán por
finalidad la protección de los derechos del productor rural, de los bienes
agropecuarios, la utilidad pública de las materias agrarias, así como también la
protección del interés general de la actividad agraria cuando considere que se
amenaza la continuidad del proceso agroalimentario o se pongan en peligro los
recursos naturales renovables.
Por otro lado, el juez agrario esta facultado para dictar medidas especiales de
naturaleza preventiva, aunque no exclusivamente cautelares. Asimismo, los jueces
agrarios se encuentran facultados para ejercer medidas dentro o fuera del juicio,
en virtud al principio constitucional de seguridad y soberanía nacional, vinculantes
para: Entidades Privadas, Autoridades Públicas.

La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario en su artículo 196 establece que el juez o


jueza agrario debe velar por el mantenimiento de la seguridad agroalimentaria de
la Nación y el aseguramiento de la biodiversidad y la protección ambiental. En tal
sentido, el juez o jueza agrario exista o no juicio, deberá dictar oficiosamente las
medidas pertinentes a objeto de asegurar la no interrupción de la producción
agraria y la preservación de los recursos naturales renovables, haciendo cesar
cualquier amenaza de paralización, ruina, desmejoramiento o destrucción. Dichas
medidas serán vinculantes para todas las autoridades públicas, en el claro
acatamiento del principio constitucional de seguridad y soberanía nacional. El juez
o la jueza de la materia especialísima como garante del cumplimiento real por la
Justicia agroalimentaria, debe también velar por el firme funcionamiento y
cometido final de las iniciativas de protección ambiental, ya que con este proceso
se lograría un equilibrio de forma y fondo real entre la naturaleza y los productores
de alimentos para las generaciones. Es importante destacar que nuestra Carta
magna señala el derecho alimentario, así como la Ley de Tierras y Desarrollo
Agrario. Medidas que son puntuales en ese caso, además instan a la protección
inmediata del medio ambiente como elemento instrumental necesario para el
desarrollo agroalimentario, concentrando así la aplicación efectiva e instrumental
permanente del equilibrio entre el productor-consciente y la naturaleza.

El Artículo 162 de la LTDA crea la jurisdicción especial agraria, que la integran La


Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia y los demás tribunales
señalados en el decreto ley. En lo que atañe a la competencia de la Sala de
Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia, por mandato de la ley, se crea
una Sala Especial Agraria, la cual en razón de su especialidad, conocerá no solo
de los recursos de casación, sino también de los asuntos contenciosos
administrativos que surjan con motivo de la aplicación de la Ley. En lo ateniente al
procedimiento a seguir para la sustanciación y decisión del recurso, el artículo 19
de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia establece que en la misma
audiencia en que se de cuenta de la demanda, recurso o solicitud. El presidente
de la Sala dispondrá su remisión al Juzgado de Sustanciación, junto con los
anexos correspondientes. El juzgado de sustanciación decidirá acerca de la
admisión o inadmisión de la demanda o recurso, mediante auto motivado, dentro
de los tres días siguientes al recibido expediente.

Y por último, la defensa pública especializada en materia agraria brinda a favor de


las personas usuarias asesoría técnica y representación legal en procesos
judiciales agrarios en los que discuten derechos como el de propiedad, posesión,
usufructo, servidumbre, hipotecas, entre otras. Ejemplo de lo anterior, tramita
aquellos procesos judiciales en los que se discute la posesión sobre fincas,
desahucios, asuntos sobre arboles (derribos), informaciones posesorias para
inscribir las fincas, sucesiones de parcelas, y divisiones de fincas, etc. El servicio
se brinda también, en temas de cumplimientos o incumplimientos de contratos
relacionados con la producción agrícola, ganadera, y de pesca y con su
industrialización y comercio. La defensa pública agraria brinda el servicio de
asesoría legal permanente y especializada, a las personas que lo requiera, entre
ellas personas de escasos recursos, pueblos indígenas, mujeres agricultoras,
personas de la tercera edad, en general poblaciones en condición de
vulnerabilidad.

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