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La reforma agraria tiene los caminos propicios para llegar a buen puerto, hay tierra
productiva, hay fuentes hídricas para el abastecimiento y tenemos una gran población
campesina. Pero claro está, hay una gran oposición a esta iniciativa por las visiones
neoliberales que están en el entorno político, económico y social, donde se piensa que al
dueño se le limita su libertad y que haya una posible desaceleración de inversión tanto
extranjera como nacional.
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2. Caso asociado con la reforma
Desde la ley 160 de 1994, en su artículo 31, se establece la adquisición de tierras por
parte del INCORA, ya sea “mediante negociación directa o al decretar la expropiación de
predios, mejoras rurales y servidumbres de propiedad” (Congreso de Colombia, 1994) . En
el 2007 la ley 1152 mantiene la esencia de su antecesora, pero prescribe a la Unidad Nacional
de Tierras Rurales como la nueva encargada de dicho procedimiento. De esta forma, el Plan
Nacional de Desarrollo 2022-2026 encamina discusiones previas donde se presenta la compra
de tierras como un mecanismo pertinente para cumplir con el objetivo de complementar el
Fondo Nacional de Tierras creado por la Reforma Rural Integral. Así mismo, alinearse con
los propósitos de democratización, productividad - en términos de seguridad alimentaria - y
reconocimiento de los campesinos como sujetos de derecho y de protección especial.
Sin embargo, lejos de ser sencillo comprar, titular y distribuir tierras, implica:
maniobrar con un presupuesto limitado, proyectar una viabilidad de proyectos productivos,
articular las entidades públicas y actualizar el catastro para conocer el estado de los predios.
Dificultades que se verán acompañadas por la disputa política y las barreras de carácter
ideológico que limitan la repartición de la tierra, ya sea desde el alto potencial de captura de
las instituciones que asignan los derechos de propiedad, la existencia de grupos de interés o la
falta de capacidad administrativa.
Como resultado, desde 1961, año en el que se estipula la ley 135 para redistribuir la
tierra, solo se han podido comprar 1.9 millones de hectáreas (La silla vacía, 2022). Lo que
implica que la meta del gobierno actual de lograr casi la misma cifra en lo que queda de su
periodo, es decir, 1,5 millones de hectáreas acreditadas como propiedad privada, presenta un
carácter ambicioso.
3. Pregunta de investigación:
El Estado Moderno se desarrolló como un Estado Nación (Held, 1997. p. 71), donde
se establece un territorio delimitado, con el control pleno de los medios coercitivos, donde la
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legitimidad está presente, donde la soberanía es de suma importancia, y, por último, donde la
estructura política es impersonal. Por consiguiente, con el establecimiento de todo lo anterior
y en especial énfasis en el control de los medios coercitivos, se construye el Estado Moderno.
El Estado colombiano ha venido consolidando las características propias de las entidades
estatales de la modernidad.
Además, desde lo que presenta Tilly (1990) los Estados modernos se crean gracias a la
guerra, por eso la necesidad y establecimiento de un cuerpo militar, donde se proteja el
territorio y donde se muestre al exterior la capacidad bélica para así crear una incertidumbre
de “inseguridad mutua”. Para mantener aquella incertidumbre es necesario la extracción de
recursos, y mantener como aliados a los ciudadanos, por ende, es importante aquella
identidad nacional, el Estado ofrece protección como negocio, y logra así perdurar como
entidad soberana y legítima, por el constante “peligro” hacia el exterior e interior del
territorio. En el caso colombiano, diferentes gobiernos han disputado el control por la tierra
para ofrecer, a su vez, seguridad. Así mismo, el Estado Moderno es promotor del capitalismo,
ya que logra concretar conexiones globales y movimientos de capitales. Colombia ha vivido
en guerra durante muchos años, y uno de los principales motores de la violencia ha sido el
conflicto por la tierra, por ende, se puede entender a Colombia que ha construido un Estado
mientras la guerra está en el territorio.
Ahora, las distintas formas que adoptó el Estado Moderno para su establecimiento, la
más relevante por su gran expansión y perduración en el tiempo es la Democracia Liberal,
donde las decisiones la toma un grupo electo por los ciudadanos, y que son las reglas e
instituciones lo que permite su estructuración y desarrollo. Aquellas reglas de juego son; el
control político, el elegir y ser elegido, la transparencia en los procesos electorales, la libertad
de expresión, el acceso a la información y la libre asociación. Todo lo anterior coincide con el
modelo capitalista moderno, donde haya esa libertad de elegir, esa protección a la propiedad
y a los derechos civiles y políticos. Modelo que ha predominado en el contexto nacional.
El enfoque sistémico puede dar miras a entender la reforma agraria en el país, así
como sus dinámicas, esta conceptualización propone que el Estado es visto como un
subsistema político que hace parte de un sistema social (Restrepo, 2003), donde hay una
predominancia de este sobre las demás esferas de la sociedad; lo económico, cultural,
ideológico y normativo, también donde una de estas esferas puede llegar a tener más
predominancia. Aquí el Estado es un actor que debe de tener una plena capacidad para
implementar las preferencias que presentan la comunidad como interés general, yendo en
contra de preferencias de grupos marginados.
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De esta forma, el desbalance histórico que prepondera ciertos grupos sobre otros a la
hora de poseer la tierra, termina por agudizarse con la entrada del mercado. Este cambio de
paradigma, implica una transformación del discurso sobre lo público, presentándose como
poco flexible e ineficiente, a diferencia del sector privado que logra maximizar la eficacia,
eficiencia y efectividad de procesos. Por lo tanto, las miradas neoliberales defienden su
reducción y sustitución por el mercado siempre que sea posible, aunque tenga efectos
adversos en la garantía de los derechos (Fleury, 2002).
Esta reforma del Estado, posibilitó el actuar de gobiernos neoliberales que para aplicar
sus políticas terminaron por someter al agro a una financiación selectiva, dando prioridad a lo
que atañe a las grandes empresas competitivas y vinculadas al comercio de exportación y
dejando a su suerte al pequeño productor, quien “puede ser tan productivo como las grandes
empresas capitalistas del sector siempre y cuando cuente con las condiciones adecuadas de
comercialización, precios y créditos” (Castillo, 2001, cómo se citó en Serrano, 2018, p. 415).
Sin embargo, esta postura niega los retos de la agricultura familiar, donde la falta de
capacidad de capital, de inversión y seguridad interfiere en la adquisición de tierras. Lo que
resulta paradójico porque precisamente en medio del desequilibrio de la estructura agraria se
deja concentrar la propiedad a quienes no hacen uso vital ni productivo en algunos casos de la
tierra, a diferencia de quienes viven del campo.
Como consecuencia, “el país ha privilegiado otro tipo de actividades en el campo que
representan mejores ganancias en comparación de los pequeños propietarios” (Mejía, 2017, p.
74) es decir, la agricultura ha sido relegada para dar paso a la conquista del subsuelo y el
empleo de recursos no renovables que degradan los territorios, pero que presentan una mejor
rentabilidad. Esto se ejemplifica en la disminución de la superficie cultivada después de la
apertura económica, lo que trae consigo un problema seguridad alimentaria, es decir,
disponibilidad, acceso, consumo, calidad e inocuidad de los alimentos que obliga la actuación
del gobierno como un mediador entre los procesos que se estaban llevando a cabo por parte
del mercado.
El Estado deberá lidiar con los costos que genera el propio crecimiento económico,
sin limitar el derecho a la propiedad privada, ni romper con una relativa estabilidad social en
el resto de sectores que han sufrido las consecuencias del despojo y desarraigo. Por lo tanto,
la premisa de favorecer la compra de tierra frente a mecanismos que se consideran coercitivos
o dan desconfianza al mercado, aparece como el justo medio. Para responder a las demandas
ciudadanas, se plantea la necesidad de fortalecer las instituciones, al ser estas las encargadas
de establecer reglas que organizan la acción colectiva y mantener el buen funcionamiento del
mercado y la democracia (Fleury, 1999).
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5. Bibliografía recomendada
Desde la investigación realizada por Mejía (2017) se parte del concepto de seguridad
alimentaria como término que consta de cuatro factores que giran en torno a la cantidad,
calidad y variedad de alimentos disponibles de forma permanente. Para luego, evidenciar
cómo los procesos de apertura económica fundamentada en el ideal de globalización han
transformado a los sectores agrícolas, creando una dependencia a las importaciones y
afectando la capacidad del país para abastecer a su población. Este trabajo se encuentra como
relevante por demostrar los efectos de las políticas neoliberales en términos de productividad
de la tierra, así mismo, cuestiona la noción de desarrollo que se tiene sobre el campo
colombiano y suele ser excluyente.
Por otro lado, como lo muestra el Centro Nacional de Memoria Histórica (2018), en
cuanto a la tensión entre los ocupantes de la tierra y los procesos de apropiación, se presentan
unas dinámicas que benefician la concentración de la tierra más productiva que, además, está
más cercana a los mercados, generando comportamientos de exclusión por parte de los
colonos hacia la periferia de lo que históricamente se ha llamado la frontera agrícola, donde
competir justamente en esos mercados establecidos es casi imposible por la incapacidad de
redes de comunicación, el suelo llega a ser infértil, entre otras cosas.
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Referencias
cosmopolita. Paidós.
La Silla Vacía. (2022). La reforma rural de Petro - ¿Y eso a mí qué? | La Silla Vacía
https://www.youtube.com/watch?v=_72GwB8cpVI
https://petro.presidencia.gov.co/Documents/230905-Proyecto-Decreto-
Minagricultura.pdf
vulnerabilidades
[UniversidadCentral].https://www.ucentral.edu.co/sites/default/files/inline-files/
2017_Seguridad_alimentaria_001.pdf
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Fleury, S. (1999). Reforma del estado en América Latina. Nueva Sociedad.
Del Medio Ambiente, D. (2022, March 3). Colombia como un foco crítico del hambre
https://medioambiente.uexternado.edu.co/colombia-como-un-punto-foco-critico-del-
hambre-y-la-adecuada-atencion-a-la-reforma-rural-integral/
Doria, P., & Doria, P. (2023, September 20). De 3 millones van 12 mil hectáreas: los
nacional/de-3-millones-van-12-mil-hectareas-los-retos-de-la-compra-de-tierra/
https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=209510#341
https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=66789
https://doi.org/10.15446/anpol.v31n92.71094
https://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/balances-jep/descargas/
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Comisión de la Verdad. (2015). La fuerza de la tierra (1.a ed.). CLICKARTE S.A. S.
https://web.comisiondelaverdad.co/images/zoo/publicaciones/archivos/
La_fuerza_de_la_Tierra___Web_2022.pdf