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Universidad Autónoma Metropolitana - Unidad Xochimilco

México, economía, política y sociedad


Karla Lisset Amador Nájera Grupo: SC12B

Ensayo: Agrarismo posrevolucionario.


A principios del siglo XX, se iniciaron conflictos importantes propiciados por la
concentración de la propiedad, los usos y el reparto del suelo, así como también los
privilegios de los políticos y la explosiva confrontación entre proletariados y capitalistas. El
descontento de la sociedad mexicana desembocó en una revolución en el año de 1910. En
este movimiento social, los campesinos libraron batallas mediante ejércitos, creando el
Plan de Ayala y la Ley Agraria de Zapata y Villa respectivamente. Después de terminada la
fase revolucionaria, comenzó una etapa de restauración del Estado en donde se libraron
luchas de masas rurales que desafiaron a los nuevos gobiernos emergentes y a su nueva
forma de control sobre los campesinos.

En el presente ensayo se intenta explicar al agrarismo posrevolucionario, así como


también el papel que jugó el Estado y los campesinos, precisamente en los años veinte y
los treinta. El agrarismo hecho gobierno que se implementó y la disputa que provocó a
diferentes sectores del país: los campesinos principalmente, los marginados del reparto
agrario, así como también a la clase privilegiada antes de la Revolución: la Iglesia y los
terratenientes.

Es importante destacar los principales acontecimientos que llevaron a cabo lo que se


conoce como Reforma Agraria, ya que ha sido todo un proceso que ha sufrido cambios a
lo largo de los años. Tiene su origen principalmente en el Plan de Ayala, donde Zapata le
dio voz a las demandas de aquellos que permanecían rezagados y veían, sin poder hacer
algo, cómo los grandes hacendados se enriquecían con tierras que fueron de sus
antepasados. El movimiento zapatista fue la corriente social más radical del movimiento
revolucionario, al enarbolar las demandas más sentidas de los campesinos mexicanos, las
cuales serán retomadas por la Ley Agraria de 1915, esta ley da una respuesta a las
necesidades del país con una visión a largo plazo que se solidifica al ser elevada a nivel
constitucional en 1917.

“Para el 1920 el nuevo gobierno obregonista tiene que transformar el agrarismo


coyuntural de 1915 y los preceptos jurídicos de 1917 en un aparato de Estado, en un
instrumento que le permita regular la lucha de clases rural. Surge entonces el agrarismo
institucionalizado, el agrarismo hecho gobierno”. 1

1
Bartra, A. (1985), Los Herederos de Zapata. Movimientos Campesinos Posrevolucionarios
en México, México, Editorial Era, p. 22
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El agrarismo institucionalizado o el agrarismo hecho gobierno no era una modalidad del


zapatismo, las 200 mil hectáreas conquistadas del reparto zapatista en Morelos no habían
sido reconocidas y legalizadas como bienes comunales, si no que provenían del reparto
ejidal, es decir el gobierno se las había otorgado.

El campesinado y los propios terratenientes toman el papel de subordinados frente al


Estado. Su existencia depende de su fidelidad al “Estado benefactor” y si quieren
conservar sus tierras tienen que hacer méritos políticos. De esta manera, el reparto
agrario precardenista busca restablecer el orden y lograr una base de sustentación para el
nuevo Estado.

El agrarismo institucionalizado se basa en que el Estado tiene el pleno control a la


propiedad territorial y el derecho a regular la tenencia de la tierra. Capaz de arbitrar los
conflictos, regular las relaciones entre clases y también a privilegiar a ciertos sectores.
Pero también con esta modalidad el gobierno era capaz de pacificar a las masas, “la
parcela se transformaba en una compensación por los sacrificios realizados durante la
lucha, se cumple con éxito y más de 30 mil combatientes pasan de esta manera a la vida
civil.”2

Por otro lado, Plutarco Elías Calles, intenta darle fin al reparto agrario, aunque en realidad
se tratase de un intento por desconocer a la Constitución de 1917. Si bien el agrarismo se
trata de una lucha permanente y no tiene porqué detenerse, el Estado lo convirtió
convenientemente en un instrumento para pacificar y manipular a su antojo a la población
rural.

El intento de Calles por darle fin al agrarismo, ya que lo veía como una etapa transitoria,
se vino abajo rápidamente al mismo tiempo que surgieron movimientos que atentaban
contra el Estado. La rebelión escobarista (1929), la rebelión delahuertista (1923) y también
la cristera (1926). Ante estos conflictos, el Estado tuvo que recurrir al agrarismo: “Con el
fin de aislar en lo futuro partidas reaccionarias, (…) el gobierno se ve en la obligación de
prometer a los campesinos la aceleración de la reforma agraria”. 3

2
Ibídem, p. 23
3
Ibídem, p. 25
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A un lado de estos intentos por clausurar el agrarismo, más especifico durante los años
1929 y 1933, también se encuentra el intento del Estado por desarmar a los campesinos.
Aunque en los años veinte dota de armas a los campesinos para combatir la insurrección
delahuertista, el movimiento cristero y liquidar al escobarismo. El agrarismo hereda de la
revolución un campesinado en armas, que pese a disminuirse aumenta en la
posrevolución. Uno de los efectos de la Revolución fue la ruptura del monopolio del
Estado sobre las armas modernas y las fuerzas militantes.

De esta manera, tras haber encabezado hace no mucho tiempo una Revolución histórica,
los campesinos ya tenían la experiencia como soldados y algunos no aceptaban el
agrarismo institucional, por lo que se desarrollan luchas en contra.

De este modo el agrarismo ya no se trata de los ideales del zapatismo de la Revolución,


del reparto agrario, del derecho de los campesinos a las tierras. Ahora se volvió en un
negocio para el Estado, en su derecho a regular la tenencia de la tierra y también como
instrumento de pacificación. Usan el agrarismo para obtener ayuda de la “clase rural”
(como se refiere el autor Armando Bartra) cuando se necesite de su apoyo político o
simplemente para calmarlos cuando estos intenten una rebelión, pero el proceso de
repartición de tierras es muy tardado burocráticamente.

Para los años veinte, comienzan los primeros enfrentamientos y disputas. Por una parte,
están los campesinos que están en contra del Estado posrevolucionario, los campesinos
marginados que no se han visto beneficiados de ninguna forma y, por otro lado, la Iglesia y
los terratenientes, ellos buscan tener de nuevo sus privilegios y el poder que tenían antes
de la Revolución. Todos ellos tienen en común el estar en contra del Estado y la
implementación del agrarismo institucional.

Cada uno buscaba sus propios intereses, al principio fue un movimiento totalmente
heterogéneo. Pero al poco tiempo la Iglesia y los terratenientes se deslindaron y el
populismo tomó el control cristero.

Para los años treinta, la Iglesia logra sus objetivos como institución religiosa. El Estado se
comprometió a suspender la Ley de Cultos, en cambio, la Iglesia debía comprometerse a
liquidar definitivamente la guerra cristera. De esta manera los campesinos no obtienen
nada y su pacificación es negociada con una supuesta amnistía para los combatientes. Los
cristeros se sienten traicionados y se rinden de mala gana. Por otro lado, el ejército se
dedica a acosar y asesinar a los líderes cristeros.
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De esta manera se inicia un nuevo movimiento “La Segunda Cristiada”, se trata de una
lucha campesina independiente que ya no cuenta con el supuesto apoyo de la Iglesia y de
los terratenientes. Es un movimiento mucho más pequeño que el iniciado en 1927 pero ya
no está distorsionado por los intereses de la Iglesia. Comienzan los primeros estallidos de
la última oleada cristera en 1931, teniendo su apogeo en 1935 y terminando en el año
1941.

Finalmente cabe mencionar la participación de Lázaro Cárdenas en las reformas agrarias y


su relación que tuvo la expropiación petrolera en ésta última, ya que, si bien en la
Constitución de 1917 quedó regulada la cuestión agraria, lo cierto es que, en los años
previos al cardenismo, el reparto tuvo poco impulso por parte del Estado. La dotación y
restitución de tierras se contempló a través de la expropiación y eliminación de los
latifundios, y alcanzó su momento de mayor trascendencia con el gobierno de Lázaro
Cárdenas.

Mientras que el 18 de marzo de 1938 se dio a conocer la expropiación petrolera, a su vez,


la reforma agraria se abrió camino y es que tuvieron dos vertientes de acción muy
importantes: “el rescate radical de los derechos de la nación sobre su territorio y la
asignación radical del ejercicio de esos derechos a sus usufructuarios históricos: los
trabajadores campesinos y obreros.” Lo que significaba que los campesinos podían ejercer
su derecho a trabajarlas y tomar poder del territorio.

Como ya vimos en el presente ensayo durante los primeros años, el agrarismo se fue
transformando, desde su esencia natural, como agrarismo zapatista. Donde se buscaba
devolver las tierras a los campesinos y con la finalidad de que se realizaran trabajos de
agricultura y cubrieran sus necesidades básicas. Pasando por un agrarismo
institucionalizado, utilizado como herramienta por el Estado para tener el control de la
sociedad rural. Como en sus primeros años de implementación, el reparto de tierras, no
hubo muchos cambios hasta que por presión social y de la mano de la expropiación
petrolera, el reparto agrario durante ese periodo se dio como nunca antes en la época
Cardenista, cuyos resultados no son tema de este ensayo, pero cabe mencionar que no
fueron del todo exitosos.
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Fuente Bibliográfica:

Esteva Gustavo, 1980, La batalla en el México rural, Siglo XXI, México, p. 69

Ley agraria del 6 de enero de 1915, Elena del Rosario, disponible en:
http://www.pa.gob.mx/publica/rev_58/analisis/ley%20agraria%20del%206%20de
%20enero%20de%201915%20Elena%20del%20Rosario.pdf

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