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Tema 8.

La poesía desde los Novísimos a la actualidad


1. Los Novísimos características y tendencias.
2. Últimas tendencias poéticas
2.1. La poesía de los años 80: características y tendencias.
2.2. La poesía hacia el siglo XXI.

1. Los Novísimos características y tendencias

Los Novísimos, también Ilamados Generación del 68, constituyen un movimiento de ruptura vanguardista con la poesía
social que busca lograr mediante el lenguaje un experimentalismo formal. La obra fundamental que inicia este camino
será Arde el mar (1966), de Pere Gimferrer, posteriormente, en 1970, se publica la antología de José María Castellet
Nueve novísimos poetas españoles, libro que da nombre a esta nueva generación que inicia una nueva etapa poética.

Se pueden presentar como características comunes de estos poetas las siguientes: todos han nacido tras la Guerra Civil,
son disidentes en lo político y críticos con la sociedad de consumo; poseen una rica formación literaria que rechaza la
tradición literaria española; están influenciados por los medios de comunicación de masas; formalmente, se
despreocupan por las normas y proclaman la libertad creativa absoluta; creen en la autonomía del arte y en la
autosuficiencia del poema, pues consideran a la poesía como símbolo y no transmisora de ideas y sentimientos.

En cuanto a los contenidos de su poesía, incorporan la mitología frívola procedente del cine, la música o el comic; vuelven
a temas culturales de otras épocas; también son frecuentes asuntos relacionados con lo político, como la guerra de
Vietnam o los conflictos raciales de su época.
Si hablamos de lo formal, recogen aspectos de las vanguardias del siglo XX, especialmente del surrealismo presente en
Vicente Aleixandre, empleando imágenes opacas, de difícil aspecto; por otro lado, tienden al automatismo en la escritura,
además de incorporar a sus textos mensajes de otros géneros como la publicidad o el cine. Sin embargo, algunos autores
no abandonan el tono coloquial de los poetas del 50.

Los representantes más destacados de Los Novísimos se agrupan en dos tendencias: una culturalista y surrealista y otra
más coloquial, irónica y crítica.

Dentro de la óptica culturalista se encuentra Pere Gimferrer, con la ya citada Arde el mar y La muerte en Beverli Hills
(1968), junto a otros poetas como Guillermo Carnero (Dibujo de la muerte, 1967), el leonés Antonio Colinas (Truenos y
flautas en un templo, 1972; Sepulcro en Tarquinia, 1975) y Luis Alberto de Cuenca (Elsinore, 1972; Scholia, 1975).

En la tendencia coloquial y crítica se insertan Manuel Vázquez Montalbán (A la sombra de las muchachas sin flor, 1973);
Leopoldo María Panero (Teoría, 1973; Discursos, 1982), también Luis Antonio de Villena o Jaime Siles.

2. La poesía de los años 80: características y tendencias.


El panorama poético de las últimas décadas del siglo XX es de gran complejidad debido a la convivencia literaria de
poetas procedentes de distintas generaciones y a las múltiples tendencias que se suceden. Por un lado, continúan su
obra muchos poetas consagrados de generaciones anteriores que empiezan a publicar en revistas y antologías, mientras
que otros más jóvenes se abren paso en la lírica española contemporánea. Cabe destacar la irrupción con fuerza de las
mujeres en la poesía de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI.

2.1. La poesía de los años 80: características y tendencias.


Aparece una nueva generación de poetas, nacidos en tomo a los años sesenta. A pesar de la pluralidad de tendencias
entre ellos, podemos citar algunas características comunes: toman como modelos a autores anteriores: Jaime Gil de
Biedma, José Ángel Valente o Luis Cernuda; recuperan formas métricas tradicionales; vuelven a la poesía narrativa
con un lenguaje coloquial: introducen anécdotas, términos cotidianos y del lenguaje publicitario; abordan temas
subjetivos, relacionados con la propia experiencia: el paso del tiempo, las relaciones personales, conflictos urbanos y
cotidianos; empleo del humor, la parodia o la ironía como elementos distanciadores.

De todas las tendencias poéticas se imponen dos:

1
-Poesía del silencio: es una poesía minimalista que reivindica las vanguardias: poemas breves en los que se elimina lo
circunstancial. Se trata, también, de una poesía reflexiva, filosófica, de raíz intelectual, en la que se depura el lenguaje
hasta alcanzar lo esencial. En definitiva, es la búsqueda de la poesía pura.
Esta tendencia, Iniciada por Jaime Siles Música de agua (1983), cuenta con autores como Andrés Sánchez Robayna ,
Palmas sobre la losa fría (1989) o Clara Janés Rosas de fuego (1966). A ellos se unen poetas más jóvenes como Olvido
García Valdés o Diego Doncel.

-Poesía de la experiencia iniciada por un grupo granadino que publica el manifiesto La otra sentimentalidad en 1983,
es la tendencia más representativa de esta época y domina el panorama poético hasta mediados de los noventa. Es
una poesía de corte realista que habla de la vida y de la realidad cotidiana, el desengaño amoroso, el fracaso, el
desencanto y conflictos generacionales como la droga, la incomunicación o el consumismo.
En lo formal, destaca el uso de la narratividad, el monólogo y el diálogo dramático, las expresiones coloquiales y el
sentido del humor, el protagonista indiscutible de esta poesía es el yo recreado con una clara vocación de
comunicación con los lectores, por lo que se hace uso de un lenguaje poético accesible. Luis García Montero (1958 )
es el autor más destacado de su generación, admirador de Gil de Biedma y Ángel González. Entre sus obras destacan
El jardín extranjero (1983), Las flores del frío (1991), Habitaciones separadas (1994) y Completamente viernes (1998).
Otros poetas: Felipe Benítez Reyes, con Paraíso manuscrito (1982) y Los vanos mundos (1985); Jon Juaristi, con
Diario de un poeta recién casado (1986); Miguel d'Ors, con obras como Es cielo y es azul; Carlos Marzal, con El último
de la fiesta (1987) y Vicente Gallego, con La luz de otra manera (1987).
Como ramificación de esta tendencia poética de la experiencia surge una poesía elegíaca que reflexiona sobre el paso
del tiempo y la pérdida, en la que destaca Eloy Sánchez Rosillo, Páginas de un diario (1981).
Otras tendencias poéticas: resulta difícil sistematizar la gran diversidad de corrientes poéticas de los últimos años:
unas vuelven a la tradición, otras continúan con la experimentación vanguardista y algunas se reafirman en su propia
individualidad. Estas son algunas de ellas: neosurrealismo: Blanca Andreu, De una niña de provincias que se vino a
vivir en un Chagall (1981); erotismo: Ana Rosseti, Indicios vehementes (1985) y Almudena Guzmán Usted (1980);
neoexistencialismo: Amalia Iglesias Un lugar para el fuego (1985) y Luisa Castro, Los versos del eunuco (1986);
neopurismo: Álvaro Valverde, Una oculta razón (1991); impresionismo posnovisimo: Andrés Trapiello, La vida fácil
(1985): poesía épica: César Antonio Molina, Derivas (1987), Julio Llamazares, Memoria de la nieve (1902) y Juan
Carlos Mestre, Antífona del otoño en el valle del Bierzo (1986); neorrealismo: Fernando Beltrán, Cerrado por
reformas (1988), Miguel Galanes, Urgencias sin nombres (1981) y Ángel Guache, El viento en los árboles (1986);
neoclasicismo: Fernando de Villena, Soledades tercera y cuarta (1981).

2.2 La poesía hacia el siglo XXI.

Al finalizar el siglo XX, entre los poetas se empieza a manifestar un rechazo al relativismo moral de las tendencias
predominantes, ya abordadas, en favor de un mayor compromiso social del poeta frente a un mundo injusto e
insolidario.
Cabe resaltar la figura de Fernando Beltrán, quien publica una antología titulada El hombre de la calle (2001), donde
apuesta por una poesía entrometida, en la que se abordan temas como la globalización, la ecología, el subdesarrollo o
el neoliberalismo. Considera la poesía como el espacio de la resistencia, y el realismo como instrumento de
indagación y vigilancia que pretende la transformación del hombre y del mundo. Es una poesÍa rehumanizada,
reflexiva, que manifiesta ciertas preocupaciones existenciales: la incertidumbre y la desubicación espacial y temporal
del individuo, con un tono de desarraigo y desolación.
Otros poetas que destacan son: Jorge Riechmann El día que dejé de leer El País y Poesía desabrigada(2006), Ana
Merino La voz de los relojes (2000) y Lorenzo Oliván Libro de los elementos (2001). Además, poetas como Carlos
Marzal El corazón perplejo (2005) o Vicente Gallego La plata de los días (1966) también han derivado hacia este
neorrealismo. En definitiva, la poesía más reciente se mueve en muy diversos frentes e incluso dentro de cada grupo
las diferencias son enormes. No obstante, el posmodernismo y el eclecticismo parecen ser los rasgos dominantes. La
continua aparición de autores y textos, predeterminados por colecciones de poesía y editoriales, y sobre todo la
cercanía en el tiempo, dificultan su clasificación.

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