AÑO Núm.

12

JUNIO Los que triunfan

« El monumento que fal­

táis por A d ol fo A g o r io —
<« H abía u n a v e z u n b u e y »,
d e J u a n S oiza R e i l l y —
« F lor d e l c a m p o », d e E lias
R e g u l e s — «Y e r n o s d e P e -
d i g r e e », por A g u s t í n B a ­
r r e r a — « E p ís t o l a a u n a
e s t a n c i e r a », d e J u a n A.
S m it h — « L a d é c im a » por
E m il i o I ' r u g o n i — «L a m u r -,
MURACIÓN PASA». P 'R MAR­
CELINO J u n c a l — «C a beza
d e M u j e r », por A g u s t í n
M . S m i t h - « L a F oto d e D on
F r o i l á n ». por M. C a r r e t e r o
— « D e un viejo t r o v e ­
r o », don A n t o n i o D L u s sich
— « C a n t a la n o c h e >. por
J o s é A. y T r e l l e s — « L a
GUITARRA», P R CÉSAR MAY •
G u t i é r r e z — « C a r t ' s de
M is ia L o l a » — «C o r r e o d e
E l T e r r u ñ o », por C o rk —
« A m o r e s g a u c h o s », por
H orac io V. D u t r a — « C a ­
j ó n d e s a s t r e *— « D e v i e j o
SABOR CRIOLLO» — «CARBO­
NADA» — « N ota s » — « D e la
VIDA RURAL ». ETC. ETC.

SUMARIO Adolfo Agorio

O A F 10

DOS AMERICANOS
PROBARLO ES AD O PTAR LO
 r

"MAHGÜIHHOS” Contra CARBUNCLO

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Es la misma vaouna servarla en su estable­
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 S i .. . Y era un buey muy extraño. Sus ojos
destilaban tanta mansedumbre que, más que
buey, parecía un niño con hambre o una mujer
que sufriera de am or. . . En la estancia le
llamaban «El tig re » ... Era tan bueno, tan si­
lencioso, tan cándido, tan manso que los perros
se asustaban de él, y lo mordían. Siempre su­
cede a>i con los hombres muy mansos. La dul­
zura hace daño..
«El tigre» nunca se lamentaba. No se queja­
b a . . . Como no sabia leer, ni escribir, ni con
tar, llegó a ser un gran sabio. Conocía, por ins­
tinto, el mérito de la vida, de los hombres, de
la muerte y de los pastos.
De noche, cuando yo salía a vagar por el cam­
po, lo encontrabo. A menudo inmóvil. Lejos de
sus compañeros. Con la vista fija en las estre­
llas o clavaoa en los charcos. Con los ojos em­
papados en lágrimas. Tal vez lo envenenaba la
nostalgia de otro mundo mejor. Es posible que
sintiera los espasmos de alguna metempsicosis.
O el o d io ... ¿Quién sabe? No trabajaba en
nada. Carecía de vigores. Era un inválido, en
fin, un viejo. Y no sólo era viejo. Era, ade­
más. muy flaco. Las costillas se le señafaban
en la piel como si hubieran sido las marcas de
antiguos latigazos recibidos por sus antepasa­
dos. Siempre estaba triste. Y poseía razones pa­
ra estarlo ¡ Debe ser muy triste, muy doloroso
convertirte en buey! ¿No es cierto, señora?. .
¡ Y cuántos hombres bueyes hay sobre la tierra I...
Un buey debe sentir ansias de ser toro. Ansias
de ser fuerte, amado, respetado. En cambio,
como es buey, todos lo picanean, lo ofenden, lo
escarnecen y lo olvidan. ¡ Pobrecito! Me ima­
gino que el corazón de «El tigre» debió ser un
convento solitario y terrible. Por sus patios no
debió cruzar jamás el resplandor de una sonri­
sa. Por allf nunca, tal vez, pudo pasar el más
bello de todos los pecados; el amor . . Y has­
ta las dulces vacas, las vacas tentadoras,—tan
coquetas, tan perfumadas, tan suaves,- habrán
sido para él flores sin ninguna fragancia . . .
Una tarde, lo vimos sonreír. Fué un milagro.
Un misterio... Su larga cara de esfinge hizo
una mueca. Sonrió tísicamente.
Al otro dia lo encontró la peonada. Yacía jun­
to a la via férrea . . . Daba lástima verlo, con
los huesos partidos, con el alma rota . . Una
pata aquí. Una paleta allá. La cola por acullá.
Muerto... El ferrocarril lo había deshecho. Un
suicidio, señora. .
Cansado de ser buey, el infeliz se mató como
un hombre. Tenia talento.. Pero como era
buey, los peones lo comieron. Y era carne muy
tierna. ¡Qué raro! tiernlsima. Sabrosa... La di­
gestión fué buena. Pero desde aquel dia, todos
los que comimos los despojos de «El tigre», lleva­
mos en la cara la tristeza délos niño« hambrien­
tos y en el alma un rabioso deseo de ser toros...
¿Qué será, señora? Juan José Soiza Reilly
VICENTESICA comunica a su selecta clien­
tela que ha recibido un variado surtido de casi­
mires de invierno, Ingleses
8|c* Agraciada 199q
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Meció su cuna el pampero Arboles
sobre silenciosa loma
zahumada por el aroma
del torongil y el minero.
Frutales y
Brotó robando al lucero
sus más relucientes rayos, Semillas
t' jió la flora los sayos
que orlaron su galanura
y creció con la frescura Al hacer Vd. sus compras, há­
de los campos uruguayos galas en una casa de reconocida
Allí, en el pobre desierto competencia, seriedad y confian­
corrió su vida sencilla za, La nuestra es, sin duda, la
enredada en la gramilla que usted debe preferir por su
del terreno descubierto. larga práctica de 30 años conse­
Rozó su pecho inexperto
cutivos de experiencias - - -
la sombra de un rumor vago
y contestando a su halago
vióse pronto convertida
m violeta preferida
por les donceles del pago. JUAN M. BASSO Y C.#
Avenida 18 de Julio 879
No se bosqueja en su frente
la causa de su martirio,
no comprende aquel delirio — La ciudad de Paysandú fué fundada
engendrado de repente. el año 1772 por el correjidor Gregorio de
Pero poderosa siente Soto con 12 familias de indios misione­
una lozana impresión, ros, catequizados por el Padre Sandú.
y con acento que quema
se lo cuenta a la alhucema
a la salvia y al cedrón. C a n ta L urdi
En el silvestre pensil LA M E JO R Y ERBA
la flor luce su lurmosura El a b o r a d o e x p r e - I D A D D I I P P I
y es reina de la llanura SA M E N TE PARA J . D A l l II U ll U I

por fragante y por gentil. 18 de JULIO 1399

Su perfume juvenil
con deleite se respira — Los «Mamelucos», eran una raza
porque c n alma suspira. de malhechores, mestizis de india y pre­
Por que con fé siénte pena, sidiarios y gente de mal vivir deportados
porque quieie como buena, por el gobierno de Portugal. Poblaban
porque no tiene mentira. los llanos de Piratininga o de San Pablo,
E lia s R e g u l e s . Brasil.

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El célebre orador y autor drcmatico
irlandés Sheridan era amigo y protegido
del principe de Gales, Llevaba en Lon­
dres una vida de bohemia y estaba lleno
de deudas, despreciaba impávida y sobe­
ranamente a sus acreedores.
Un día el principe de Gales encontró
a Sheridan, satisfecho, paseando por las
calles con un magnifico par de botas
— Oh, Sheridan!—exclamó el principe
al verle.— ¡Qué botas más preciosas!
—¿No es verdad monseñor?
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— ¡No lo adivinarías nunca!
— ¡Bah! ¿Os la habéis encontrado?
— No.
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—Tampoco.
—¿Os las han regaladi?
— Menos todavía.
—¿Las habéis robado acaso?
— ¡Nada de eso!
— Me doy por vencido, Contadme ese
medio extraordinario de que os habéis
valido para adquirirlas.
— Pues bien. ¡Asombraos monseñor! Las
he comprado y las he pagado inclusive.
— No lo hubiera adivinado nunca!—ex­
clamó maravillado el príncipe.
¡SE NON E VERO ..
En su «Viaje pintoresco alrededor del
mundo» Luís Cork, que fué famoso dibu­
jante, ciunta que en la época en que el
«Rurik» visitaba las islas Sandwich, los
cabellos de las damas de la corte iguala­
ban en frescura y color a las rosas.
Ya tienen las folletfnistas románticos
una nueva fórmula para describir a sus
heroínas: «Era una encantadora joven con
cabellos color de rosa, .comosus lab ios...»

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L O M IG O R R Y U n os.
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 escritura manuscrita. Fué uno de los pri­
flZ Z A R IN I y V l L f l n f l J O meros periodistas argentinos de su época.
ARQUITECTOS En la segunda década del siglo pasado,
este poeta dirigió en Mendoza un perió­
RINCÓN 456 dico, desde el cual hacía una invalorable
propaganda patriótica. El gobierno colo­
nial de aquellos tiempos censuró la va­
-------- INTER ESAN TE ---------- liente actitud de Godoy, concluyendo por
desterrarlo de aquella provincia. El pe­
Sr. Director de «El Terruño* riodista vino en su exilio a Buenos Aires
En el último número de su interesanta y pasó después (1824) a Dolores y al
resista he visto algo sobre Ascasubi. Eso
me sugirió la idea de hacer conocer los es- Azul, poblaciones nacientes entonces, pe-
casos datos que doy sobre el poeta Godoy
en un articulito que adjunto le remito.
Confío en que, tratándose de un tema
instructivo y sano no me negará la hospita­
lidad que le solicito.
Agradeciéndole de antemano la inser­
ción, soy de Vd.Atto. S. S. S.
-M A PLE-
Junio 1918 Rafael P. Velazquez
Sin menoscabo para la gloria indiscuti­ LONDRES - PARIS - BUENOS AIRES
ble del poeta Cordobés Hilario Ascasubi,
que fué sin disputa, una de las columnas
más fuertes de la poesía gauchesca en es­
tos países; sin quitar ni poner juicios so­ AMUEBLADOS
bre lo que ha sido justicieramente juz-
gído, se¡á necesario que hagamos una DECORACIONES
pequeña aclaración sobre quien fué el
fundador del verso gauchesco, el piimero ALFOMBRAS
que hizo poesía netamente criolla. Asca­
subi,—dice uno de sus biógrafos—nació en
Fray-Bentos, Córdoba, en 1807, en raras
circunstancias. Sus padres venían en via­
je a Buenos Aires en üna de aquellas ARTEFACTOS- REGALOS
antiquísimas carretas Tucumanas y en el
trayecto, en una carreta nació el que ha­
bía de ser un inspirado cantor americano.
Antes de eso,— mucho antes,—nació en
Mendoza, hijo de familia ilustre, otro es­ VISITE NUESTRA
píritu dado a las especulaciones intelec­
tuales, satírico hasta lo punzante, perio­ EXPOSICION - -
dista de prosa epispástica y poeta de
pujantes cantos rebeldes. Puede decirse SAN JOSE, 882
que ese fué el Arqufloco ríoplatense, el
creadir del verso gauchesco, pero fusti­
gante a la manera de Juvenal.
Juan Gualberto Godoy—a quien me ro eran ya avanzadas de la civilización
vengo refiriendo— fué un insigne calígrafo. en su lucha contra los indios. Lo que hi­
En archivos particulares, en Buenos Aires zo en sus’ andanzas por el Sur provincia­
existen manuscritos de aquel andariego no, se ignora completamente, y el señor
vate cordillerano, que son, en cuanto a Juan B. Selva profesor actualmente del
hermosura de carácteres, una maravilla de Colegio Nacional (y autor de la historia

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/\au! Sellera Castro vez el público la aplaudió. Era la ópera
Cirujano - Dentista «Armida», la obra maestra de Lulli.

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Dolores), a pedido mío, hizo el año pasad0

—

LABEBIDAMACIOHAL
en los archivos de aquella ciudad una
infructuosa búsqueda de antecedentes so­
bre el paso del poeta por aquel punto.
Una intelectual descollante en las le­
tras argentinas, Doña Rosario Puebla de
Godoy, nieta de Juan Gualberto, me ha
suministrado datos sobre un libro de
poesías que fué editado en 1879. Tal vez,
cuando ese libro llegue a mi poder,—pués
no es fácil hoy encontrarle— , pueda apre­
ciar en toda su importancia la obra del
ilustre mendocino, a quien, sin lugar a
dudas, podemos reverenciar como al fun­
dador del verso ríoplatense; de ése verso
toda alma, toda armonía, que nosotros
ingratamente despreciamos, como si nos
fueran más interesantes las lecturas de
Tagore que esos versos en los que el co­
razón pone todo su candor y su dulzura.

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DE LULLI
Lulli, consagrado por completo a la
LAMAI50MrVILLEMUR
música, adquirió muchos bienes en su B. MITRE 1419 MONTEVIDEO
profesión. Dícese que tenía un oído tan
fino, que desde el fondo del teatro cono­
cía cual era el violín que había emitido PRIMERA Y ULTIMA
una nota falsa. — ¿Cuál es. en cuestiones de amor, la
Un día hizo representaran una ópera primera palabra de una mujer ¿
de él, que no había gustado al público, — ¡Ja más !
siendo él el único auditor. —¿Y la última?
Habiéndosele comunicado esto al rey, —¡Siempre!
éste opinó que, desde que la obra le gus­
taba a Lulli, tenía que ser buena forzo­
samente.
- , . _ , . SE MUDO A
CHEMA ROLLET
Dr. José A . nam pim m de jun o , 885 Ensáyela y la adoptará por ser
e n t r e An de s y Conveno. inofenva y de resultados inmejorables
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 CON LAS IMPORTADAS BASTAN El general detuvo el caballo y encarándose
con Bentns le dijo:
Cuenta Luis Seguí que cuando estalló la gue­
rra civil en el vecino Estado de Rio Grande del —Estou muito enterado do proceder dos bra­
Sur, comandaba un ejercito federal el general sileros que inoran na térra dos castellanos.
Juan Bautista da Silva Talles. |Alem das manhas que lebaron da qul, aínda flraen
Marchaba el general con su ejército por el as que aprenderán lá con á castelhanada:
camino de la linea divisoria con nuestra Repúbli­ Pero el general se conformó con darles un sus-
ca que, como se sabe, es tan accidentada que , to.—Ya lo saben los amigos riograndtses: no hay
tan pronto tenemos a uno de los dos países al que aprender mafias aquí; con las importadas
frente como a re taguardia. bastan, según el general da Silva Talles, muerto
En esa zona se hacia la guerra de guerrillas y heróicamenté al frente de sus soldados, defen­
no pocas ocasiones el jefe de una fuerza se diendo la isla das Cobras contra la marinería
encontraba indeciro, no atinando a saber si era sublevada.
hostilizado del propio territorio o del vecino.

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En tales condiciones, el ejército legal venia NO TOQUEIS A LA REINA

siendo obstáculizado en su marcha, por lo cual
el general legalista determinó suprimir la frontera
> mandó una fuerte división a que arreara todo
brasileño que encontrara en su casa o fuera de
ella, en ambos costados de la linea, especial­
mente los que vlvian en territorio oriental,
acusados de ser partidarios de la revolución y de
protegerla.
Sastrería de la Exposición
IM P O R T A C IÓ N DIRE CTA
M á x i m o P fln n z o
i Av. 18 de Julio, 1353
Esq. Ejido
La división retornó al campamento trayendo
cuarenta y tantos vecinos, la mayor parte gana­
deros, y el general Talles, sin mas trámite, man­
dó formar un batallón en cuadro, haciendo todos
los preparativos para fusilarlos.
—General, le dijo uno de ellos llamado Faus­
tino Bentos, — verifique bien lo que va a ha­
cer; es cierto que somos brasileros, pero mora­
dores del Estado Oriental, y no estamos emban­
derados en la guerra civil.
«No toquéis á la reina* es una antigua sen­
tencia que estableció la etiqueta en todos los
países. En España se castigaba, en otras épocas,
con la pena de muerte al que tocara a la reina
ni aún para besarle la mano, sin autorización
previa.
Una reina de España perteneciente a la casa
de Austria, probaba un caballo en el patio del
palacio. Escabritóse e> animil cayó la augusta
dama, quedando su pie enganchado en el estri­
bo y amenazando ser arrastrada.
Los espectadores de tan trágica escena, ame­
drentados por los rigores de la etiqueta, vacila­
ban en prestar auxilio a la ilustre amazona, cuan­
do un gentil hombre se acercó rápidamente y
desenganchó el regio pie del estribo.
Montevideo Sin perder momento, sin esperar que la reina
fuera levantada del suelo, el cortesano saltó so­
bre un caballo y salió a galope de Madrid pa­
ra evitarse el castigo.
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pequeño del tejido, deshilarle y quemar
uno tras otro todos los hilos a la llama
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— Señor. Yo quisiera cambiar el papel
de mi comedor.
— Está bien- Aquí tiene usted uno lin­
| Productos Porcinos
dísimo,
— No está mal. Me agrada... Pero a mi
esposa no le va a gustar; es demasiado
claro.
EL JARDIN DE ITALIA
— Aquí tiene otro... Fondo claro y mo­ Fábrica e importación
tivos oscuros.

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— Esto ya es otra c o sa .. . pero tampoco

le va a gustar a el l a. . . Estoy seguro de
que le p recerá que este dibujo tan grueso
n< deji destacar el mobiliario.
— ¡Ali!... Pues eso lo evita llevando
este. Mire que rayita más delicada. ¿Y
Sastrería Garozzi
C lub de tra je s especial
De la m áxim a solidez, seriedad y confianza
¡No c o n fu n d ir con los demás!
Paysandú 1019 Montevideo
este friso del mejor gu sto?... Es la últi­
ma novedad.
— Lo creo .. • Y me g u sta .. . Me gusta
m u ch o ... Pero, créalo, mi mujer le tiene
horror a los frisos.
— Pues en ese c a s o ... Siento decirle
de una bujía. Los hilos de origen animal,
lana o seda, arderán, con dificultad y se
transformarán en carbón, dejando un olor
a cuero quemado, y los hilos de origen
vegetal, por el contrario arderán fácil­
mente sin dejar residuo ni mal olor.
A R T E
Fátoráott do E s tu c h e s
S e tr a s la d ó a su a m p lio lo cal
C allo U ru g u a y , 7 6 3
L a m ás lu ip o p tan to fá b ric a
cío e s t u d i e s d e l p u i s
MAL SINTOMA
— Está usted muy distraído.
— Es que desde que me casé tengo tan­
tas cosas en la cabeza ! . . .

r j
Maldonádo 1187 Mo n te v id e o

S¡ 1.50 SUSCRICIÓN A N U A L S 1.50

 B

«LA F A M A » única SI NO HA PROBADO

el Cafe y la Yerba
casa de caló premiada
« LA FAMA», no puede
en las Exposiciones de saber cuales son los
Turln y Roma f911 - - mejores que se toman

$e atiende n pedidos por teléfono

- L A U R U G U A Y A 4 7 8 Cordón

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•A*-

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d o m in g o T o s o & H n o *
; *\»
1689 - Salsipuedes -- 1691 ,
HONTEVIDEO
 EL TERRUÑO

N.° XII M O N T E V ID E O J U N IO 1918

----------------------- Para “ El Terruño" ----------------------

En la fiebre de nuestra edad contempnránea, el gaucho
aparece como un lejano mito de la ideología criolla. Pero aún
perdido entre las brumas del pasado, su figura áspera y fe­
cunda gravita sobre las fuentes de nuestra civilización. Cultivar su
recuerdo es evocar la historia misma de las democracias riopla-
tenses, es ennoblecer la base viviente de la nacionalidad.
Los gauchos formaron el músculo de los primeros ejér­
citos libertadores y crearon la organización de nuestras
repúblicas sobre las virtudes primitivas del alma criolla, el
heroísmo anónimo de quienes lo sacrificaron todD, su vida y su
hacienda, para fundar la arquitectura moral de América. Falta to­
davía entre nosotros el monumento que consagre tanta belleza
desaparecida, tanto sacrificio obscuro, el eterno padecimiento sin
esperanza de las legiones de centauros que abrieron con sus
hierros tajantes el sendero de nuestro destino.

Junio de 1918. ADOLFO fiSORIO

 T e m o s d e p e d ie r e s
-------- = = = = = Por A gustín Barrera

Ya va llegando el sol No eran ya muy jóvenes

a la posta de la noche: cuando soldaron sus exis­
Con unos suaves rayos tencias El llevó antes de
oblicuos se! despide de la ' su unión una vida ruda,
tierra que ha calentado de averia. Como todos los
fecundándola amorosamen­ hombres de su época y de
te durante todo el día su medio, había pagado
primaveral. El cuarto color del espectro triunfa su tributo de pasión e inclinaciones, a la guerra
en un derroche de tonos esmeralda, manzana, y civil, de la cual sacó alguna herida, experiencia,
hierba fresca, que dan el trigal lozano, los sau­ y el grodn, un tanto nominal, de «comandante».
ces, pinos y arrayanes, y los pámpanos que Después de su matrimonio, doña Cándida, con
surgen vigorosos. la cual se casó muy enamorado, consiguió ex­
Bajo el parral que rompe la aridez del frente tirpar de aquella naturaleza los gérmenes atá­
de la rústica habitación, el viejo Ro­ vicos del abuelo nómade.
mualdo Alvarez, lee a doña Cándida, Alvaiez se entregó de lleno
su mujer, una revista ilustrada. Recita y con fé al trabajo, ayudado
a tropezones, deletreando con por su mujer, que le lle­
trabajo, que ya no le «alcan­ vaba la ventaja de alguna
za la vista *, ni le dan para instrucción primaria.
más los rudimentos adquiri­ Cuidó de su estancia,
dos, después de hecho hom­ a la que supo aplicar los
b r e : . . . magnifica en su rol conocimientos adquiridos
de dueña de casa la señora en sus correrlas. Tenía
Manonga S. de Alvarez y clavada en la mente la
Albornoz. . . » obsesión de esos mayor­
— ¿ Y quien es esa domos ingleses, que al
señora, que tanto te in­ parecer, sin soltar el
teresa?___interrumpe pito y el vaso de wisky
la viejecita. con soda, saben sacar
— I Pero mujer, ya todo su jugo a la tie­
de vieja estás desco­ rra.
nociendo hastalos hijos. No fumaba sino pica­
Quien ha de ser, Ma- dura envuelta en chala,
nuelita, nuestra nuera, y rara vez se enjua­
la mujer de Mauricio.,. gaba la boca con caña.
— Bueno, pero quien No dejó nunca de ser
la va aconocer deba el primero en montar
jo de esa difraz, de a caballo, pero compró toros y
apelativos. . . ¿ Caram­ carnerosjpara planteles, edificó
ba con la mocita!, con galpones para el ganado fino y
los humos le crecen los 'e dió lo suyo, al arado. Su vo­
apellidos. No le va a luntad férrea sustituyó la falta
alcanzar la cartolina de conocimientos, y dentro del
de las tarjetas. empirismo fué un criador com­
Don Romualdo rió pleto.
de buena gana la zum­ Con doña Candida áprendió
bona ocurrencia de su después de empeñosa ta­
mujer; luego mostrán­ rea, a leer, aunque no muy
dole el periódico, le respondió: ___ de corrido. Eso le sirvió
— Vos no la querés mucho; pero mírala, no se para afirmarse en algunas ideas sobre refina­
puede negar que es una moza de lei, tiene «pos­ miento por selección y por mestizaje. En lo que
tura real», como dice aquí el cronista. .. no evolucionó, irreductible o toda sujestión o
Los dos viejos contemplaron largo rato la fi­ razonamiento, fué respecto a sus hábitos perso­
gura, que era en verdad la de una apuesta mu­ nales, quizás como concesión al gaucho de los
jer en traje de baile. Luego cayeron en una me­ primeros años. Su indumentaria, su lenguaje,
ditación profunda. Ambos sin comunicárselo su honar, eran genuinamente criollos, y no- tran­
recorrían ineláncolicamente su vida hacia atrás; sigió cor. el menor cambio, apesar del persis­
los tiempos duios de la primera etapa, el triunfo tente esfuerzo de sus hijos, empeñados en sus­
económico, la fé perseverante en un futuro me­ traerlo de su medio. Era todo un sacerdote rús­
jor, la esperanza en los hijos, luego la rotura tico de la tradición. Eso si, consintió, contra­
de las ilusiones, el desencanto inevitable y dolo­ riando con ello á doña Cándida, que talvez por
roso, consecuencia imprevista de lo demasiado instinto materno se resistia a que sus hijos reci­
brusco de una transformación. bieran una educación superior en la ciudad
 «Hay que refinar la raza del hombre lo mismo
que la ilel vacuno. De este bagualón criollo
quiero sacar parejeros para mestizados bien
después *.
Su mujer protestaba: «No está bien eso de
comparar cristianos con la hacienda, los anima­
les después de criados rompen toda relación con
sus padres, y a la familia humana sólo la des­
liga la m uerte...o la ingratitud de los hijos»
— Pero cedió, como siempre a los grandes em­
peños del capitoso don Romualdo — No tenían
sitió dos hijos: Aparicio y Dolores. El primero
hizo su carrera de ingeniero agrónomo en Fran­
cia, la hija se educó en el pensionado más aris-
tociático de Montevideo. Cuando se reunió de
nuevo la familia, los separaba “ un doble alam­
brado de siete hilos“ — Lolita "disparó“ ense­
guida para Montevideo, reflejándose en casa de
su madrina, una señora del “ alto mundo" que
para librarse de la
carga, la casó pron­
to con nn joven de
su circulo. Fué una
boda a tambor ba­
tiente Los padres
apenas conocitron al
novio, en una rápi­
da visita a la estan-
c i a . Apadiinaron
luego la ceremonia
nupcial, "por po­
der". Aparicio quedó
en el establecimien­
to, que se transformó
bajo su dirección
enérgica e intelijen
te — Tenia de su
padre la actividad
y la testarudez, y
s u s conocimientos
ei an sólidos. El vie­
jo Romualdo mira-
raba complacido la
evolución.— Aquello estaba dentro de sus ideas,
hasta se hizo amigo del mayordomo que “ impor­
tó" su hijo. Sólo chocaron cuando Aparicio pro
ye».tó una vivienda moderna, el viejo sé' mostraba
inflexible, pero al fin transaron. La casa vieja que­
daba en su sitio, allí querían morir los padres, allí
quedaran viviendo. Concluido el nido nuevo, Apa­
ricio se fué a la ciudad a buscar la paloma ele­
gida. Se casaron en la estancia, en' intimidad,
en presencia de pocos parientes—Todo lo que
pudieron obtener -de don Romualdo, fué que
cstrinara unas botas “ paqueterías ‘ y bomba­
dlas y saco negros. ¡Cuello? “ ni a tiros"
También consintió en entrar por primera vez a
la nueva mansión.—Al principio todo iba bien,
la nuera estaba encantada con sus suegros, a los
que encontraba “ un cautivante sabor local"—
Después se marcharon a la ciudad, volvieron
muchas veces, pero el "alambrado aumentaba
de hilos".—Durante un veraneo en la estancia,
la jóven pareja, dió una fiesta a sus amigos úe
la ciudad Dias antes la nuera, había insinuado
diplomáticamente: “ Uds.no concurrir;'n. eso no
les gusta ¡verdad? Aquello estaba bien lejos‘de
serle agradable, no pensaban asistir, pero sintieron
el dardo. A la mañana-siguiente h r n temprano.
don Romualdo ensilló el ‘ tilbury" y a pretexto de
unas compras, ambos viejos se marcharon para
el pueblo.—Doña Cándida ero la que mas sufría,
pues añoraba mucho “ el plumón tierno' de los
nietecitos a los que veia muy de tarde en tarde,
de modo que no echaba brotos el amor por la
abuela, entristecida con esa visión.
Doña Cándida, fué la primera en hablar, des­
pués de desahogar su pecho, como henchido de
aflicción, con un prolongado suspiro:
■ — Es una moza d lei, muy linda .. y buena
a su modo, pero es de raza demasiado fina pa­
ra nuestro rodeo, yo la preteriría criolla ¿ .No
tienen tanta vista pero tienen más corazón...
—¡Que se le va a hacer vieja! Es la ley del
refinamiento, los hijos salieron mas finos que
nosotros, luego se ényuntaron con más finos
entoavía... ¡Asi tenia que ser!..
—Sí, eso es cierto, pero los refinamos dema­
siado.. Ya te lo
decia yo, qne entre
cristianos habia que
ir mas despacio.
¡ No tenemos fami­
lia I concluyó en un
sollozo.
- Ahi está mi culpa-
respondió el estan­
c i e r o , conmovido
por el llanto de su
mujer—pero el mal
no está en que ellos
se hallan ido dema-
siao lejos. El mal
está en nuestroape-
go a la querencia
en lugar de seguir
la marcha de la tro­
pilla — Apadrinán­
dolos les hubiéramos
moderao el galope
y. . apurando un
poco el mancarrón
bichoco en que an­
damos, hubiéramos
al fin llegao a em­
parejar la marcha...
¡Ahora es tarde pa
sofrenarlos, y noso­
tros ya estamos muy
macetas pa largar la cáscara criollaI..• No llo-
rés viejita que entoavía te queda el cariño de
Romualdo, que es como el ñandubay: “ cuanto
mas viejo, mas rálces” . . .
Doña Cándida enjugó sus lagrimas con la pun­
ta de su delantal, y mostró su cara, ya mas se­
renada. Con lentitud se le acercó Don Romualdo,
y tomándola cariñosamente del brazo le dijo:
— Vamos a ganar pal fogón, que va cayendo
la noche.—Caminaron despacio el breve trecho y
se detuvieron frente a la puerta del dormitorio,
que iluminaba una lámpara.
—¡Mirá¡, dijo el anciano, todo está igual que
cuando nos casemos. Eso es lo que nos ha atao
el palenque de lo gaucho, pero también, como
no tenemos espeios grandes, nn nos miramos las
arrugas, y yo te veo, como cuando eras moza. Ahí
adentro podemos seguir soñando que los hijos son
charabones... Que entuavía no se han ¡icoyarao
con yernos de pedigri...
 Epístola a una estanciera
La ilustre señora de Castaños, recibe
por nuestro intermedio, gran cantidad de
correspondencia —Algunas de las cartas
cruzadas, son muy interesantes, de entre
ellas, escojemos hoy una, que por las ideas
que contiene, muy dignas de ser tomadas,
en consideración, y t>or lo agradable de su
estilo es acreedora a lapublicidad. Igual cosa
haremos con todas aquellas que lo merez­
can —Quedan pues avisados los correspon­
sales de Misia Lola, para que luego no nos
acusen de indiscreción..........
Señora Dolores Castaños.— Los Ceibos...
De inl consideración;
Con la libertad a que dan derecho los años
intensamente vividos y pródigos de esfuerzos
en beneficio de la sociedad, ine dirijo a Ud. so­
licitando, quizás un poco imperiosamente, su
ajuda para el patrocinio de una idea, que he­
cha carne, serla verdaderamente beneficiosa para
la raza.
«Hay que «denstruirse», dice al maestro al cual
lleva su nietecito para que lo desasne, una ori­
ginal abuela, que figura en uno de los graciosos
articulitos, con que nos obsequia a sus lectores,
E l T erruño —S i, «hay que denstruirse», me he
repetido un sin fin de veces pensando en la li­
beración de los hijos de nuestros paisanos —
Pobres pedacitos de carne destinados a vegetar
creciendo en los míseros ranchos antihigiénicos,
amontonados en una promiscuidad ¡inmoral, co­
miendo mal, mucho menos de lo necesario, sin
más porvenir; los hombres, que el de peón, de
guardia civil o de «milico» y las muieres, que
el de achina de milico» «peona» o . . . cualquier
otra cosa en los suburbios de los pueblos. Con­
tra ellos va siempre el desprecio social___«No
sirven para otra cosa». ..injusticia latente, o
descargo de una culpa, que comparten con los
gobiernos, los estancieros, eje de la vida en la
campaña desde que son dueños de ella, y las
señoras de estos— Si señora, de Uds que a
fuerza de contemp'ar esas miserias, se han habi­
tuado a ellas como rosa natural, bajo el para­
güita de la consabida frase «No siven para otra
cosa».,.
Recuerdo que en mis correrlas por nuestro país
y las campañas de Entre Ríos v Corrientes,
allá por mis años mozos. ¡ Cuanto hace ya de
esto señora!, contemplando estos cuadros de mi­
seria se me apretaba el corazón, pensando en
tu desgracia, y un poco también en mi patria
a la que siempre he venerado, y cuyo porvenir
está necesariamente ligado al valor unitario de
cada uno de sus hijos. Nada podía hacer entón-
ces más que lamentarme— Pasados los años
algo pude hacer, y algo Inicié: ¿Por qué la idea
quedó en embrión?... Quizás pueda explicarlo
nuestra modalidad criolla de estorbar a todo e'
que trabaja para el porvenir, y alentar con nues­
tra tolerancia a los que se roban la amplia sol­
dada -haciendo sebo», en lugar de cumplir con
*u deber.— Lea Ud. entre lineas lo que no se
puede estampar aquí por nn ser este lugar de
combate — Quise crear una gran escuela educa
cional para niñas. Un poderoso centro de libera­
ción donde dos mil futuras madres midieran
aprender desde el bordado, a la más humilde
labor doméstica, en forma practica y sencilla,
donde se Ies hubiera enseñado rudimentos de
apicultura, de agricultura, de aprovechamiento
de la fruta, de la leche, de los productos de la
huerta: en forma racional, y mil otros meneste­
res en que se emplea la mujer europea, sobre
todo en los países del Norte, donde son la
rueda cimemática del bienestar campesino. De
esa escuela hubieran sal'do cada año cientos de
«maestras» del hogar, que hubieran extendido
tu beneficio por todo el pais siendo a su vez, en
el seno de sus familias, centro de otras tantas
pequeñas escuelas, en una intensa ramificación
de proficuos resultados. Bueno, mi respetable
señora, aunque soy un poco soñador, pecado en
demás censurable, a mis años, y después de la
experiencia recojida en la adversidad, no soy
un iluso ni un Jeremías. Recurro a Ud., no pa­
ra contarle estas cosas, que en cierto punto me
son personales, sinó para darle la idea de una
gran Federación de las Mujeres Rurales, es decir
de las damas de fortuna que tienen intereses
rurales, para crear las escuelas que a mi no me
fué dable llevar a cabo. Inicie Ud. la idea, vin­
cule Ud. a pila a las señoras ligadas a lo» pres­
tigiosos apellido« de Gallina!. Irurpta novena.
Muró, Hetera. Vidiella, Brum, Hebert Jackson,
Haedo Suárez. Vacza Ocampo, Urio«te, Terra,
Rodríguez. Correa, Porciúncula. Amaro, Quinte-
la, Risso. Amcena. Hughes, Artagavevtia. Pa­
checo. Horta. Montero. Braga, Ferreira, Puig,
Beramendi, Bordaberry. Arteaga, Victórica, Cash,
Florza, Lessa, v mil más.
La gran escuela central, demandarla, al prin­
cipio solamente, una regular erogación, que lue­
go ella, bien dirigida, económica, moral, e inte­
ligentemente, se costearla con sus proventos. De
ello estoy seguro, y dan el ejemplo otras comu
nidades.
¿Qué obra, respetable señora, serla más grata
a los ojos de Dios, más acreedora del reconoci­
miento de la Patria, que esta empresa de rege­
neración de la raza por las manos de las madres,
esposas e hijas de nuestros estancieros?— Si mi
idea es acojida por Ud. me consideraré amplia­
mente indemnizado del fracaso de mi iniciativa.
De Ud. muy atto y R. S
Juan A. Smilh
Montevideo, Ju ’io de 1913.
C U AD R ITO S D EL C A M P O
“ A v o lap ié"
 CAJON de S A S I RE
P e r ic o Loso
El andaluz Pedro Loso
(conocido por Perico)
es hombre de mucho pico,
vale decir, muy verboso.
Se muere por aventuras
que le den susto o placer,
y pasa por la mujer
las verdes y las maduras.
También le gusta viajar
y no lo hace a cualquier parte:
a Italia, cuna del arte
impresiones va a buscar.
En sus giras de recreo
con cierto amigo marchaban,
y una ocasión visitaban
las ruinas del Coliseo.
Era una noche de lun i
azul, cálida, y estética,
soberbiamente poética....
Una danta, solo una
en el recinto se hallaba
suspensa ante el cuadro hersn 'so;
un silencio majestuoso
el anfiteatro llenaba,
cuando de pronto un reptil,
de los ruidos asustado,
arrastróse casi al lado
de la turista gentil.
(Me permito suponer
que era gentil la Italiana,
como la Sainaritana
que a Cristo dio de beber.)
Al ver la alimaña aquella
soltando un grito espantoso:
— ! Ma que-lo e per ¡coloso!
exclamó, huyendo la bella.
El andaluz, ni se asombra;
piensa que llegó su fama
a Roma, y dice:— Esta dama
.ne teme pero me nombra!
R icardo S anchkz
C o n s u lt a m édica
—¿Qué opina Vd. del enfermo, distinguido
colega.
—Que si tarda Vd, un dia mis en llamarme...
—Se cura solo.
Una in ju stic ia
Pocos, relativamente hablando, conocen e'
nombre del fundador de los establecimientos de
Liebig en Fray Bcntos—Fué Don Jorge Giebert
quien en 1861, después de un viaje de explora­
%
ción por gran parte de la América del Sud, hizo
los primeros ensayos para la fabricación del ex­
tracto de carne según el procedimiento de Jus-
tus von Liebig, el célebre químico—Giebert
encomendó las primeras máquinas, que el mismo
ideo, puesto que se trataba de una industria
nueva en el mundo—A él pues se le debe el
emporio de riqueza de Fray Bentos, que ha s i­
do sin duda una de las más formidables palan­
cas de nuestro desarrollo económico—Aún se
onserva religiosamente en Liebig, la primera
casita» que contruyó Giebert para sus ensayos-.
A flic c ió n s i n c e r a
La viuda. —Lo que más me entristece es pen-
sar lo que diría él. que era tan económico, si
viera el despilfarro de todas esas medicinas que
no llegó a tom ar...
C h a le c o s del R ey
Este debería ser su verdadero nombre, desde
que los prebostes de su majestad el rey de Es­
paña fueron sus inventores—El « enchalecainien-
to* o « enchipamicnto *, como decían los gauchos
de entonces, era un suplicio digno del arte chi
no. El chaleco consistía en una piel de vacuno,
o de potro, con la cual se envolvía a| preso en
forma de «puro», desde los pies hasta el cuello—
La cabeza quedaba fuera, para que el paciente
pudiera respirar y se prolongara el tormento. Las
manos eran fuertemente atadas, además de estar
también cubiertas. F.I preso se asfixiaba lenta­
mente, a medida que el aire o el sol iban se­
cando el cuero del «retobo*, que se encojía,
uniendo al suplicio del ahogo, el dolor que pro­
ducían las arrugas durísimas que se hincaban en
las carnes—Prr lo general el supllciado moría
entre espasmos y sudores—F.I sañudo odio del
rico contra el cuatrero, del cual aún se conser­
van estrías en las leyes modernas contra el abi-
jeato, la necesidad de crear un respeto supers­
ticioso por la propiedad privada, trajo la brutal
represión ante la cual temblaban los gauchos
más bravos. El hecho por otra parte es conce­
bible en aquellos tiempos del bandidaje v del
contrabando en que la campaña despoblada era
teatro constante de un drama inacabable de lu­
chas bravias y de sangre.'
Unicos Agentes
El Automóvil
Danéi &Cíi.
UNIVERSAL 25de Mayo 576
 DE UN VIEJO TRO VERO
Al Director del “ Terrufto”
lo ha metido en un fandango
cierto gáucho maturrango,
paisano de nuevo c u ñ o ...
quiso pegarle un rasguño
y le salió mocho el sable,
fué una acción poco laudable.,,
por tratar de defenderme,
pues creyó era insulto hacerme
llamarme, aquél, ¡ Venerable t
Ciríaco Pintos Valdez,
mi defensor generoso,
campo ajuera valeroso
se largó con altivez;
“ Protesta por mi veiez;
“ mis ‘ Tres gauchos ” los alaba
“ no encuentra ninguna traba
“ a mi esfuerzo y mi bravura;
“ ¡ que “ hasta suerte ” en la hermosura
“ de amores, echa mi taba M ”
Y me dice, otras mil cosas
todas ellas salameras;
rompiendo las estriberas
de sus trovas sahumorosas;
son endechas primorosas
las que canta de pueblero,
pero hay que ser terutero
para cantar en criollo,
y Pintos no tiene rollo
para enlazar ni un ternero!
Es payador cajetiHa
de larga fama y de ciencia,
lo he tenido en mi querencia
que el la crée una maravilla,
montaba aqui siempre en silla,
nunca en recado ni en flete,
sinó en matungo zoquete-----
i y aún asi I* ¡cuánta pelada
y sebo de riñonada !t —
¡ah gaucho de rechupete !
Rosendo Aldao a terciar
ahora le salió al camino,
y me lo pone al ladino
como plato sin fregar I
y ¡que modo de tratar f
lo apoda naco o maulón,
que parece un orejón,
que pasa de los sesenta I . . .
y que se yo, que otra afrenta
le larga de sopetón I
Que jiede a viejo arrugan,
y que por hacerse el mozo
se rapó el disperso bozo
y quedó un gato oelao !
¡ Ah diantre I Rosendo Aldao T
I de tan mala encarnadura I
si al viejo Ciríaco apnra,
éste, a Aldao como una "torta
lo aplastará en fecha corta,
dandolé en Ja matadura I
Por eso cuartiar yo quiero
en este fieraso asunto
darle a cada cual su punto
con un juicio verdadero;
pues para eso soy certero
por mi esperiencia notoria
y les diré de memoria:
que el fiero gaucho Ciríaco
jamás ha jedido a naco,
sinó, que ha olido la .. .gloria!
Las llevará muy consigo
quien mil lauros conquistó,
y tanto sobresalió
como bardo y como amigo;
y en ese terreno digo
y en cualquier otro también
que del mundo en el vaivén
siempre seró el viejo P in to s...
el mejor...de los retintos
del Parnaso en el edén!
Yo lo aprecio, sin engaños,
y admiro sus altos dotes,
los que suelen dar rebotes
siempre, en los fines de años.. .
y se da tales amaños,
y es tan lince en sus atraques,
que coloca, sin machaques
pero en forma literaria
cantidad extraordinaria
de ilustrados almanaques.
Terruño, Aldao y Valdez
a los tres les agradezco
sus halagos y os ofrezco
mi cariño, sin doblez;
aunque ya en la madurez
de mi existencia agitada
conservar quiero grabada
como recuerdo indeleble:
“ que el payador no despueble
nuestra campiña adorada ! ”
Que eso espero los halague
son mis deseos ardientes;
sino corrar.sé a otros frentes. . .
“ cada cual su güeso trague; *’
y si creén que yo les pague
con otra plata sus flores. ..
solo aspirarán olores
de chinchilla y de cicuta...
y se irán, a la gran ruta
a buscar prendas mejores!
Como la pava del monte
ánsia la fruta del tala,
Yo también ánsio hacer gala
que a mi edad también remonte
mi espíritu sin tramonte;
sin pensar en el ocaso,
ni en un siniestro fracaso
de los tantos que el destino
nos depara en el camino
de la vida;a nuestro paso!
_________ Continúa en la página 25
 LA F O T O DE
Los lectores de «El Terruño» no habrán olvi­
dado seguramente a aquel riquísimo tipo de don
Froilán Pedriali, corresponsal «foto-literario» de
•El Garabato» de Tres Arroyos, diario que dirije
nuestro gran amigo Toribio Cascarreta, y que
en los primeros números de nuestra revista nos
i Q U E BIEN D E B E PASAR EL A IR E POR A Q U I ‘
hizo conocer algunas muestras de su original in­
genio. Recordarán también que a don Froilán
se le había roto el aparato contra un rimero de
adoquines, que él confundiera con una trinchera
levantada por el general Dufrechou para irse
acostumbrando a las que había de visitar mas
tarde con perm'so del kaiser—Pués, el pobre
ha podido reponer su cámara fotográfica gra­
cias a la generosidad de un amigo, pués Cas-
carreta fastidiado con sus continuas equivoca­
ciones no le mandó «ni medio», y enseguida
se ha puesto a la obra.
El viernes pasado, se lanzó tempranito a
la calle, sin que lo arredrara la humedad, con­
traindicada para el reuma de que padece, sin
importarle un ápice el barrizal que tapiza las
ca'les de la coqueta del Plata, a quien ape­
sar de sus coqueteos no le lleva el apunte
el Intendente, sin acordarse tnmpoco de sus
setenta, largos, ni de su miopia, madre de
todas sus erratas Subió por Rnndeau (Vive
en un fondín de los alrededores’de F. C. C)
y al llegar a la plaza Cagancba se quedó
extasiado:
—¡Qué pais!..se diio—(F.s de advertir aquí
que don Froilán es un gran admirador de
nuestra tierra)—¡Las maravillas que ocurren!
¡Como se aguza el ingenio!
Un raro modelo dr. un banco era lo que
habia llamado de tal manera su atención—¡Qué
bonito! pensó. .y sobre todo, ¡qué fresco!..¡Qué
bien pasa el aire por aqui, pero enseguida re­
capacitó que estamos en invierno, y que aquello
si era una muestra de frescura, no era precisa-
DOrt FROILÁN
inente del banco. Pero enseguida « cayó» ¡La fal­
ta de leña, es claro...La sacarán para ayudar a
los hornos incineradores—Y sin mas trámite—
“Clic", le dió a la maquiníta obteniendo la foto­
grafía que reproducimos mas abajo, la cual
marchó para “ L.I Garabato'' con este comentario:
—“La municipalidad de Montevideo se
preocupa del combustible—“Saca leña de
todos lados” —Al principio pensó hacerla ve­
nir de Santa Clara, pero los fletes son muy
altos “ quinta'’ la madera existente, y así
vamos tirando !
Siguió nuestro hombre por la calle Co­
lonia y al llegar a Minas, casi se estrella
contra unos tirantes que a/udan a sostener
una pared—El hombre se quedó perplejo—
¡Pues aqui no falta leña!..exclamó, y sin
querer miró para dentro del cuartel' por
allí ubicado—Un sargento viejo que estaba
en la guardia le respondió:
—Se equivoca, amigaso, eso eia antes.
Ahora ya está en desuso—Pedriali, no se
dignó contestar, o abstraído no oyó la res­
puesta—Daba vueltas a su magin sin aeer-
tar que podría ser aquello, cuande Metercte,
que anda por todo, le descifró la cosa:
—Esa esquin:ta está tambaleante de-de
el 4 de Jallo de I8l.i8, en que tos Bange,
del hoy general Bouquet, la tomaron de
blanco; es decir, no tan de blanco, por qHe
los que hablan adentro también eran colo­
rados, pero la rompió y sin duda la compu­
sieron mal. Por eso han tenido que apunta­
larla con vigas”. A don Froilán no le gusta mucho
que se metan en sus cosas, pero aprovechó la
noticia, y otra vez "Clic” ...y mandó la fotogra­
fía, donde se veía bien el cuartel, y a la que pu­
so esta In cripción: •’Puntales del Gobierno” —
A Cascarreta no le pareció bien aquello, que
podría dar lugar a torcidas interpelaciones, cortó
-PU N TALES D E L G O BIER NO »
la fotografía, y borrando el cuartel, iejó sólo los
palos...Don Froilán se ‘ cabreó pero como i m e
necesidad, lo hizo sólo por dentro. Así es que
podremos otra vez gozar de sus primicias
Junio ?3 de 1918 Marcial CARRETERO
 j0
% '^ 7 4
CABEZA de MUJER
por AGUSTIN
___________________ ■
Con la afanosa diligencia de una obrera que
ha de sacar de su actividad el pan cotidiano,
Llena, empeñada en aquella prolija y engorrosa
labor de cien mil puntadas, que habrian de for­
mar al fin un delicado "encaje de Venecia", no
ha sentido correr el tiempo. De pronto un pe­
queño reloj colocado sobre un velador comienza
a dar las horas. Elena cuenta: “ Una. ..dos...¡Las
doce"... Cree haber contado mal, y levanta la
pantalla de seda de su lámpara para contemplar
la esfera y convencerse de que sus
oidos no la han engañado.
¡Caramba!.—exclama. ¡Las
doce!., y “ aquel“ sin volver,
“ Ya empieza a faltarme a
la lista". Era hija de militar
y se le habían pegado algu
ñas expresiones de cuartel. Se
desperezó con el abandono
de la mujer que se sabe sola,
y luego, lentamente, con des­
gano, guardó sus chirimbo­
los mientras farfullaba:
¡Y pensar que me he pasa­
do la noche embebecida en
esta tarea para hacerle un
regalo en el primer aniver­
sario de nuestro casamiento!.
“ el m u y “ ., ¿donde estará?
el café, seguí o, con sus amigotes,
jugando a ese estúpido dominó,
.sin pensar en su pobre mujer, so-
lita en casa.— Concluido su trajín,
de sobre un mueble tomó un libro.
Notando que estaba sin cortar, iba
a tirarlo con fastidio, cuando le interesó el titu -
lo: «Nouvelles lettres de feinmes». Cogió una ple­
gadera y cortó las primeras páginas. Su inquietud
no la permitió fijar la atención en la lectura,
y abandonó con desgano el volumen sobre la
mesa, miró de nuevo el reloj y se levantó, agi­
tada, nerviosa: llegándose al balcón, corrió los
visillos y miró a la calle solitaria. Se quejó:
— ¡ Nadie, ni un alma I . . ¿ Dónde se puedc
estar a estas horas fuera de su casa ? Se acercó
a un mueble, y retiró de él un mazo de cartas
de fina cartulina y cantos dorados. Pensó:
—¡Si supiera «tirarlas» como mi tía Carolina,
trataría de adivinar!. . De seguida alineó las
cartas para el solitario de Napoleón. Pep'tió
una, diez veces el iuego, con suerte constante­
mente adversa. ¡ No le salía I Esto aumentó su
pesimismo y excitó mas sus nervios. Tenia ga
ñas de llorar, de morder. De súbito una idea la
atormentó.
—¿ Y si le hubiera pasado a l g o ? . . No pudo
desprenderse del pensamiento Obsesionante, se
asomó al balcón. Acechar, mirando'el camino.
M. S M IT H —
® m_________________
por dunde debe llegar el esperado, es un palia­
tivo de ansiedad. La bocina de un taxi sonó
cercana. Le pareció que su eco repercutía dolo-
rosamente en su corazón. Luego vió como el auto
se detenía ante su puerta y de él descender
ágilmente a su marido, que se encaró con el
chófer. A sus oídos llegó, sonora, contenta su
voz:—, Guárdate la vuelta!
—¡El m u y . . . y tan «campante»!.. Una ira
sorda la ahogaba; rápidamente, se entró, cerran­
do a pesar de todo con suavi­
dad, el balcón. Se atusó el pelo,
se compuso un poco el rostro
y ocupando su asiento junto
al velador, tomó el libro de
antes y esperó, fingiéndose
absorta en la lectura.
Oyó girar el llavin en la ce­
rradura y de soslayo miró a
Pablo, que cargado de pa­
quetes entraba con aspecto
un si es no es confus .
—¿Todavía levantada?—
interrogó él, con voz no muy
segura.
—¡H ola!..—respondió Ele­
na, colocando el libro sobre
la mesita. ¡ Pero qué hora es?
—Las dos y media—dijo
Pablo, mortificado, por aquella
displicencia. ¿No te habías dado
cuenta?.,
- ¡ N o , en verdad! Engolfada
la lectura de esta obra, que es in­
teresantísima, no he sentido pasarlas
horas.
Pablo la miró asombrado, no erá aquello sin
duda lo que esperaba. Un tanto mohíno, desem­
barazándose de sus paquetes, ocupó un asiento
junto a su mujer. Maquinalmente tomó el libro,
observando con sorpresa sus únicas cuatro pá­
ginas cortadas.
— ¡ Si que lees despacio ! . —la dijo subrayan­
do con sorna la frase. .
La ironía sublevó a Elena, que perdió los es­
tribos y estalló rencorosa:
—¡ Leo como se me dá la gana I ..
Viendo que había dado en el blanco. Pablo
se afirmó. — ¡ Pero nena I, susurró con tono amo­
roso, yo te explicaré., mientras comemos to­
das estas cositas que he traído para harer una
cena «tete-a-tete». Mira! pafé, jamón, pollo..
Damascos confitados: tu debilidad...
—¡ Mi debilidad los damascos confitados!..
.¿'Quién te ha dicho que a mi me gustan »esas
■porquefias ?.'Será a ' la ótfa. ;a'la<qne'tieties'por
•áhí; yo 'los odio'como a1t í . . .
Y rota la válvula 'que la voluntad v el
amor prppio pusieran a los celos y a la pasión( el manchón y el zorro, de pieles, que no pude
explotó cu una retahila incoherente, de la que comprarte el invierno pasado . . . Esto . . .
solo podían entenderse algunas palabras: —Si, s i . . . ¿pero de dónde has sacado tanto
—Perdido!., ¡horas de venir! ¡ de madruga­ dinero?..
da! ¡Mamá! ¡p a p á !.. Me marcho. . . vete. ¡Di­ —¡ Me hubieras dejado hablar!. .Del Casino, de
vorcio! .. la ruleta que trata con cariño a los primerizos.
Pablo oia con el aire contrito del que ve llo­ —¿Y has estado hasta ahora
ver fuerte, mal guarecido en un portal, sin acer­ / .. allí ?
tar una solución. —Hasta ahora. ¡Te lo juro!
Ella vino sola. Ele­ La reconciliación,
na, escondiendo su sobrevino, s e l l a d a
cara entre los bra­ con un beso. La
zos apoyados en la mesa fué puesta y
mesa, se deshizo en los manjares devo­
amarguísimo llanto. rados alegremente.
Gimoteaba como un Al final de la im­
niño castigado. El p r o v i s a d a cena
trató de acariciarla. Elena, mordiendo
—¡ Déjame, hue­ golosamente el últi­
les m al! — le gritó mo damasco confi­
furiosa. tado, interrogó:
Pablo, con ademán incierto, —¿ Volverás ma­
empezó a registrarse los bol- ñana ?
sillos y sacó de ellos billetes Sus celos de mu­
y oro, que fué alineando ordenadamente jer no alcanzaban a
en montoncitos sobre la mesa. El rumor la Diosa Loca, que
de la o p e r a c i ó n i n t r i g ó a Elena, que como las sirenas atrae a los neófitos con
movió la cabeza y miró de reojo. Aquella la música de la fortuna fácil y los alienta
inusitada riqueza le causó sorpresa, casi miedo. con una primera caricia, para luego destrozar­
—¿ Qué es eso? ? — Preguntó azorada. los y chuparles la sangre, al igual que los náu­
—¡ P s é .. . mira!.. Esto, unas botitas altas fragos las mujeres-pescados de la Gruta Azul
de casa Ground... que tanto codicias. . . Esto que canta Homero en la Odisea.

LA CONSIGNA
En 1870, durante el sitio de Paris, una compacta
multitud, ávida de noticias, se agolpaba ante la
casa municipal situada en la calle Drout.
La puerta del edificio custodiábanla dos guar­
dias nacionales cuya consigna era no delar pasar
a nadie sin una orden escrita por el alcalde, que
era entonces M. Arturo Ranc.
Aquella tarde, el señor Ranc en persona logró
abrirse paso entre la multitud e intentó penetrar
en la alcaldía. Uno de los centinelas se opuso:
—No se pasa. Hace falta una órden firmada
por el alcalde.
--¡Pero si el alcalde soy yo! '
—No importa sin presentar la orden no le dejo
pasar. —¿Por qué has insultado a la niñera?
Entonces el señor Ranc, sacó su cartera y, —Porque no quiso darme un beso.
•arrancando una hoja, apresuróse a eserlbir: —¿Pero1tu no sabes que esto es un pecado?
'“■Ordeno'que 'me dejen ipasar.'EI alcalde dél —¡Anda, la ótrá! Si fuera ipecado no seles
IIX».—Ranc“ •daría al patrón ..
Como el documento eátdba en regla, él eélosb
igiiafdián-sálutíó, dejando libre el paso.
 “ I _ s i x ^ C L - a .m n m .- a - r a - d ó x ^ .
— ¡ Felices los i jos!. .Misia Donata.
— ¡Duna E stá tica !... ¿ U . t e d : — Si ya
me iba olvidando del color de les suyos.
— Pues ya los vé, un poco más turbias
que’l año pa ado, pe. o no se han deste­
ñido.
— I Qae doña E'tátira ésta: Siempre
tan jaranista. ¿Y don Jeromo, y los
niñ s ? . ..
- - Los niños bier. Mi marido, si no
fuera po. el reuma. . . caminaría.? Y los
suyos, su esp oso? ...
— Bien, los chicos. El que anda siem­
pre amolao, con su paletilla cáida, es el
v .e j\ Cosas de la edá, nó! . . . ¡Y dígame!
¿Y aquella cuñadita suya t a n. . . simpá­
tica ?. . .
— ¡Salgasédoña Dona­
t a ; . . . ¡No me hable
d’esa d o to ra ... me tiene
hasta el mo ño .
Ahora le ha dao
por el francés, y
se vuelve todo:
«Bulebú, boi yur,
m alalatete».. . El
otro día tuvimos
un digusto.
— ¡ Pa que vea!
¿Orno fué eso?
¡Cuente, c ue nt e
misia Estátira!
— Pués, usté concce a don Pedro Mo-
tta, qu‘es medí mulatón, aunqu'el lo de­
simula, y que se c<.brea con cualquier
alusión. . .
— Lo conosco, si señora, es un desa-
jerao, ni el chicolate se puede nombrar
delante de l . ..
— Bueno, el otro día cayó a casa. . .
usté sabe qu’es padrino de mi Juancito
y que uesotros esperam os.. . s abe . . . No
tiene hij s, s abe. . .
— Si yá, y a , . . . y la cuñadita metió
la pata . . .
— Ahora ve r á. . . Llega mi compadre y
esta «metida», sale a recibirlo y le larga
un «bocudo néur», y el otro qu’es medio
bozal del todo, ¡Que se crée? Que le
habían dicho «negro bocudo» pa titearlo,
y se nos ha parao de manes. No había
forma de calmarlo. Gracias a Dios que
mi Juancito qu’es un rayo de vivo, se
vino con el libro y [o convenció que le
habían dicho «Mucho honor». . .
¡ p e i s a , ”
— Pa que vea, d ña E stática... Y
digamé, ¿Qu’es de su prima juaniia?.
¿Siempre anda en espárrago?
— Siemp.e. Pa mi qu’es la maldá que
no la deja engordar, y no será porque no
cim a. En su casa no se siente la c;isi.
Su marido es de e so s... de la Auuaua y
siempre le «andan regalando c<sas».........
¡ Sabe ?. . . Mariquitt la hija segunda ha
sacao un novi . Dicen qu’esludea pa.a
dotor! . . . ¡ Hum ! . . . Tiene una facha de
muerto de hamb¡e ! La mayor dicen que
se quiere hacer monj a. . . Es claro, lo que
ve pasar los años. . . ¡También con eca
cara de gata desabrida, quien la va a
querer!
— Natural doña Está-
tira, lo mismo les nasa a
mis sobrinas las hijt.s de
mi heimano Ramón. Co­
mo no les ha sali­
do novio se han
dao al « feminis­
mo». ..
—¡Válgame Dios!
¡Y que es eso do­
ña Donata 'J. ..
— No me diga
Doña; que con mi
nombre suena mal.
Pués«f minismo»,
es asegún yo puedo co
legir, lo mismo que en nuestro tiempo
llamábamos «machonas». Dicen que no
pueden ver a los hom bres... y a ellas les
está saliendo bigote de puro hombrunas...
— Ave María Purísima: ¡Que cosas
tiene Vd. misia Donata ! .. Yo siempre
le digo a Elvira . .
— No me hable de esa cachafasa, es
igual a su hermana, y dina hija de su
madre. ¡ Tienen una lengua ! Son ca­
paces de desnudar al Cristo crucificado. .
— i Que barbaridad 1 . . . Ya quedan
pocas como nosotras doña Doi at . —Cam-
bean los tiempos. Bueno me voy, que
aquel m’estará esperando pa que le de de
la friega del’elemcntostock. Adiós! Vaya
a visitarme.
— Iré pronto doña Estátira, que se
mejore de su reuma don Jeromo.
— ¡Gracias, y que a su marido se le­
vante la paletilla! . . .
M ar c elin o J uncal
 --------- >
I> E M I l v
------ -- L A
C o n tin u ació n :
Se interna en el entrevero
de las batallas cruentas
con h s huestes irredentas
que arrollan al extrangero;
tiene allí con el lancero
el empuje de un ton ente,
cuando atacando de frente
como un titán se abalanza
en esas cargas a lanza
que cobran un continente;
Toma parte en los aprestos
de aquella campaña heroica
Y lleno de un alma estoica
tiene sublimes arrestos,
diseña gloriosos gestos
bajo recientes banderas
ve disputar las fronteras
a bolazrs y a facón,
y hace ruya la misión
de las libres montoneras.
Le brinda el suelo nativo
la sombra de sus palmans
y le azaetea los ijares
el pampero fugitivo.
Cuando el gaucho audaz y altivo
con sus espuelas lo incita,
el azogue que palpita
en sus músculos se exalta,
¡ y un vértigo sobresalta
a la llanura infinita !...
Cuando a aventuras de amor
el paisano lo conduce,
caracolea y se luce
con atildado primor;
ágil galopa, y su ardor
se cubre de espumas blancas,
salva arroyos y barrancas,
y el episodio termina
con la fuga de una china
que el gaucho se lleva en ancas.
Pero, ¡qué melancolía
en su acompasado paso
cuando, a la hora del ocaso,
se pierde en la lejanía;
cargando con la agonía
de un corazón campesino
que va haciendo su camino,
las riendas largas y flojas,
con un compás de coscojas
y un «triste» lacio y cansino!
r
I O F R U G O N I
D E C I M A ------------ -------
Compañero del carrero
que pensativo y sin gana
mueve apenas la picana
que cruza sobre el apero,
de su, humildad aparcero
atenuó su fibra inquieta,
y hermanado a la silueta
de ese cantor errabundo
m^cha atado — por el mundo
al perno de la carreta,...
Se luí impregnado del perfume
del trébol y la gramilla,
y su alma fresca y sencilla
toda inspiración resume
Su espíritu agreste asume
La conmovida guitarra
cuyo corazón desgarra
con tosca mano el paisano,
y su acento es una mano
que el corazón nos agarra.
Caballo de Santos Vega,
cuerpo v alma de centauro,
¡ también se merece un lauro
porque compart ó la brega!
Píete el que ritmo despliega
de un andar escarceador,
tiene por dueño y señor
el numen franco y desnudo
del gaucho liríco y rudo
que lia sido su domador.
Para el ingenuo paisano
necesidad y consuelo
ave que detiene el vuelo
al alcance de su mano.....
con su dulce acento humano
él funde su mismo acento,
y su pena o su contento
laten con vuelo tranquilo
en las alas del «estilo»
que los prolonga en el viento.
Vaso de sonoridad;
bajel de alada rrmonia;
ánfora de poesía;
llama de ensueño y verdad;
címbalo de eternidad
cuyo son las almas llena;
potro que pisa la arena
de la vida con donaire,
¡que bien se estremece el aire
cuando su paso resuena! Fin
 De “Viejo sabor criollo
(Jn p r ó lo g o c é le b r e
Don Fidel Pons era un buen ciudadano, de
costumbres honestas y conducta irreptochable.
Si alguna pasión tenía era la de las musas, las
que, dicho sea de paso, no se mostraban nada
sensibles a los cariños de don Fidel.
Por aquel tiempo, 1845, existia un furor loco
por la literatura festiva y epigramática, y el
ciudadano Pons no pudo escaparse al contagio.
Don Fidel repartía su vida, entre su familia,
su comercio y su musa, y fruto de esta última
dedicación fué un libro de epigramas, que an­
tes de entregar a las cajas presentó a don Fran­
cisco Acuña de Figueroa, para que éste lo apa­
drinase con un prólogo suyo.
— Vea, don Francisco, — le decía don Fidel
al poeta, — el libro podría ser mejor, pero en­
tre mi tienda y el cuidado de mi familia no
me han dejado tiempo para pulir y acicalar.
Acuña de Figueroa empezó a leer el libro y
lo encontró ayuno de gracia y sin pizca de in­
genio, y cuanto más avanzaba en la lectura
mas se convencía de que era malo, rematada­
mente malo.
— ¿Entonces usted quiere un prólogo?
— Dos palabras, don Francisco, nada más,
que dos palabras, disculpándome con el público
por los defectos que el libro pudiera tem er...
Acuña de Figueroa cogió la pluma y en la
primera página del libro, escribió y firmó la si­
guiente advertencia:
* Recomiendo al público no cometa algún de­
saguisado con el autor de este libro, pues se
trata de un honesto padre de familia».
e trlo
I A ver ! E s c u p í. . .
En la guerra de 1904, don Cicerón Marín, que
gustaba tomar de cuando en cuando un trago
de leche fresca en su campamento, mandó a
uno de sus ayudantes, Enrique Viqueira, en pro­
cura de este precioso liquido hasta una estan­
cia próxima.
El ayudante Viqueira marchaba inmediamente
regresando al poco rato. Don Cicerón le pre­
guntaba.
— Y la leche?
— Coionel, — decía Viqueira muy serio — me
dijeron que no había.
Don Cicerón se preguntaba : ¿ pero es posi­
ble que en una estancia no haya leche? Fm
fin. Veremos inañaña.
r»E¡ u i v v i i ;. j o í u o v E i t o
(C O N TIN U A C IO N >
Si suponen sea un alarde
de mi chochez. . . que se acerca. . .
pondré a mi seso una tuerca
afin que bien lo resguarde,
y en oscurecerlo tarde,
hasta llegar sin subsidio
donde llegó Don Dcrmidio
el gran Fénix que se ostenta
como un centáuro.,, de ochenta
y otros Mayos, sin fastidio!
De esta suerte fué mandado muchas veces el
ayudante Viqueira con la comisión y siempre
regresaba con la misma respuesta :
— Coronel, no hay leche.
Don Cicerón empezó a desconfiar y proyectó
una broma.
De regreso de una de estas comisiones llega­
ba Viqueira muy campante, cuando se le acer­
ca don Cicerón Marin y le dice:
— Cheé ¿ y la leche ?
— Coronel’ no hay leche, me dijeron que no
tenían ni gota. ¡Una escasez bárbara!
— A ver! escupí, le dice don Cicerón.
Y adiós misterio! Una mancha blanca de
agua lacteada apareció sobre el pasto verde sig­
nificando el cuerpo del delito.
Demás está decir que Viqueira fué suspendí
do en estas comisiones. Ana e ie ta
¡ S e m uere s e ñ o r e s »
El célebre abogado francés Chaix D’Est-Ange’
pretendiendo ridicularizar ante la Corte de Asi"
ses de Paris, al ejército que defendía Montevi"
deo durante el sitio grande, exclamó dirigiéndo­
se al general Melchor Pacheóo y Obes:
— «Os concedo todo, no regatearé nada de
vuestros combates, de vuestras victorias, de vues­
tra generosidad, ilustre defensor de la Repúbli­
ca del Uruguay, desde que traéis la prueba de
todo esto en certificados subscritos por una do­
cena de generales, jefes de ese ejército de ne­
gros, franceses, de italianos, de naturales de
todos los países . . . .
Y Pacheco y Obes replicó:
«Se hace burla de nuestras guerras, y nues­
tras batallas y nuestros ejércitos han sido com­
parados con pelotones de soldados. Si esto no
es de todo cierto, la verdad es que somos muy
pequeños Nuestra población no pasa de 180.t0'J
almas. Es muy poco, en efecto, pero con esos
180.000 habitantes hemos encontrado 12.009
habitantes combatientes, teniendo al frente un
ejército doble en número, y hemos luchado du­
rante nueve años. Hoy nos quedan 5.009 hom­
bres, y entre ellos debe contarse a los que, niños
aún a la llegada del enemigo, han podido tomar
las armas cuando la edad se lo ha permitido.
Los demás han perecido bajo el fuego del ene­
migo, porque en esas batallas tan pequeñas de
que se acaba de hacer mofa ¡se muere, señores!.
Y ¿acaso en vuestras grandes batallas se hace
Otra cosa?. Echebé
Disculpen el rempujón
que les largo, de estos cerros...
no vayan a echarle perros
a este viejazo chichón
que se tiene por matón
como muchos entre tantos,
y solo causa quebrantos
a los gauchescos cantares ..
quien, os manda de sus lares
lembranzas Luciano Sanios
 A lgo s e a p r e n d e C o s a s de ch ic o
— Artigas se casó a
la edad de 41 años
con su prima hermana
doña Rafaela Villagrán
de la cual tuvo en el año 18C6 un hijo, al que
llamaron José Maria.
—Venancio Benavidez y José Viera, jefes del
levantamiento conocido por «El Orito de Asen-
río» eran, el primero español y el segundo bra­
sileño.
—El puñado de Charrúas que habitó la Ban­
da Oriental, hizo correr mas sangre española que —¿Vd. se llama Doroteo?
todos los ejércitos de los reinos de Manco Ca- —Ño. ¿Por qué me lo preguntas?
pac y Montezuma. —Porque papá me ha dicho que Doroteo es
—«Chapetones», se les llamaba a los españo­ une que tiene cara de « otario ».
les, en toda la América en la época de la do­
minación de España. E p ig r a m a s
Ríe Inés sin son ni ton
R e f r a n e s e x p lic a d o s Aun en casos afligentes.
Burro de Arcadla cargado de oro y come paja : —Que...¿tendrá mal corazón?
Es lo mismo que esos estancieros que han ven­ —No, tiene.,.|muv lindos dientes!
dido su lana a quince pesos y sus novillos a F ”A. de Figueroa.
cincuenta, y viven comiendo charque de bueyes
viejos y fariña gruesa. El pobre burro tiene en I-atines
su abono que él no es dueño de su destino, «Delectando pariterque monendo«—Locución
I pero los o tr o s í... ¿No son dos o tres veces latina de Horacio—El fabulista Iriarte la tradu­
burros? jo asi, con esta cuarteta:
Lo dicho; dicho . ,y la jaca a la puerta* — Quie­ La máxima es trillada
re decir que no siempre es prudente mantener­ Mas respetarse debe;
se en lo dicho, sobretodo cuando se esta en infe­ No escriba quien no sepa
Unir la utilidad con el deleite.
rior condición. — Se dice que un Monarca se en­ “ Ab ovo usque ad mala"—Desde el principio
contró un rúslico. quien sin conocerlo le cantó hasta el fin. “ De pé a pá“ .— Del Startlng al
las cuarenta — Invitóle el rey a concurrir a pala- disco, “ como dicen los carreristas “ pur sang“ —
lacio, para que allí expusiera sus quejas. — Con­ Un poco libremente podríamos traducir, acordán­
currió el villano, dejó en la puerta su caballo, y donos de Brum.—“Del huevo a la presidencia"
a poco pudo darse cuenta que habla hablado con
el rey en la otra ocasión. — Quiso mantenerse y A bracad ab ra
dijo: «Pués señor, lo dicho; dicho*... Y, la jaca Palabra cabalfstica que se escribía de modo
a la puerta» le respondió el monarca despidién­ que formara un triángulo, en varios renglones,
dolo — El rústico por insistir perdió tal vez la de manera que tenga alguna letra menos en ca­
ocasión de hacer fortuna ¿Hizo bien?— Tal vez, da uno de ellos, v a la cual se atribula una
per«1 vivió muy mal .. . gran virtud mágica—He aquilina disposición de
la tal palabra.
] S i c a n ta r ía B ie n i
VI ERA
V I E R
V I F.
V I
V
Si en este triángulo se lee una linea horizon­
tal cualquiera, la palabra viera se hallará siem­
pre terminada por las últimas letras de lasJineas
precedentes. De modo que hay “ viera" para rato.
C o s q u illa s
—|Don Ramón!..¿Qué le dió l’otro día a su
pangaré nal moquillo.
—Medio kilo de sulfato de soda.
La madre.—Canta como un ángel... —Don Ramón!..Don Ramón!..Le di a i zaino
El padre (para su solapa). — ¡Si ehl— Lo que el sufato y se me mnrió.
es a mi no me pescan en el paraíso. —Mi pangaré también...
 S M H 'e l TtOdUÑO*
S«br< la cabtuda dii lomijo
flut luce (no» J mu durii e) non, tre.
Camota mio di Mujthr Ut tiendas
Si apoya tl baia convidando al troie.
Obedece elovero.
Qua jibe ya quialcorniniay Ja noche
la inquieti! de ;udueño ir adorni««
Como <« agua e Iacinteicamalote,
y pisando a itila » la g,ramtya.
Va saliendo del mcmlt,
Pi rumbìar por la («la e la (añida
Buscando un rancho i mudatombiiuawllt.
Puebla il cinele el poncho Sobre el hombro,
Yna que al viento su melena flote
iena a la nuca el gacho y pari el oído,
Vsi agacha pa ver el horiicmU
Xo le mueve ni un pati»; en la yanura
Mi el tero ni el chajá sienten el brote
Del overo,que. jibe, como su amo, .
Que hay c^ue ju ir de U Uu y cU/los nombres
Xn la puerta del raního
A que da sombra un molli
Una china hechicera «púa al gaucho
V un poema de amor cania la noche.
ti VIEJO PANCHO
Tila, Sun» dt lili.

&
 N O
Adolfo ttqorio
No ha hecho nunca literatura nacional, no se
ha dedicado ni a historiar nuestras costumbres,
ni ha retratar los hombres de nuestros campos
ni a pintar sus paisajes, por esa parte, no co­
rrespondería a E l T erruño , revista esencial­
mente «criolla* exornar su carátula con la fi­
gura del talentoso autor, pero si consideramos
lo mucho que le debe el terruño en el con­
cepto extrangero, donde nos ha hecho conocer
triunfando con sus obras, debemos considerarlo
como uno de los nuestros, muy nuestro, puesto
que ha demostrado bien su acendrado amor a la
patria, ha trabajado bien por ella.
De su personalidad literaria no hablamos,
porqué sería ello un lugar común, desde que de­
bemos suponer que no hay un habitante en el
pais, que no conozca algo de su difundida, ex­
tensa y grandiosa labor.
Lo criollo
Par? algunos, y asi lo demuestran algunas
cartas que hemos recibido, "lo criollo“ es símil
de “ compadraje". Se quejan porque E l T e­
rru ño . no escupe por el colmillo, ni acoje lo
compadrón. Para estos buenos señores “ lo
ciiollo“ es disfrazarse de gaucho (o de cocoliche)
ensuciarse los dedos comiendo asado, escarbarse
luego las muelas averiadas con el cuchillo y
cantar más tarde con voz acarnerada algunas ram­
plonas décimas de Oabino y demás compañeros
mártires. No señores “ lo criollo “ no es eso,
eso es “ guarangaje“ ___ E l T erruño hace cul­
to de la tradición, exalta las virtudes de los
gauchos de antes, de los campesinos de ahora,
acoje la sana literatura campera, recoje y mués
tra todo lo bueno que tiene la tierruca. Es bien
amplia la leyenda de su escudo, por eso se lla­
ma E l T erruño Para lo otro, le hubiéramos
puesto "E l taita del pago" o "La guitaria do­
lorida“ y nosotros... no lo hubiéramos escrito.
¡Ya lo sabéis, compadritos desconsoladosI..
t>e un vie jo tro v ero
Don Antonio Lussich el viejo lobo de mar, el
“ venerable“ ciudadano, mal que le pese a nues­
tro "casi venerable“ amigo Ricardo Sánchez,
nos favorece con una producción en la cual nos
prueba que aún reverdecen los laureles del autor
de “ Los tres gauchos orientales*— La recomen­
damos a nuestros lectores. En el próximo nú­
mero no- haremos el honor de publicar el retrato
del respetable patricio.
N oso tro s
Hemos cumplido un año—Notable espacio de
tiempo en la vida de una revista nacional—
Hemos progresado, aumentando páginas, mejo­
rando el aspecto tipógráfico. Nos acompañan en
la labor plumas escojidas. Nos hemos difundido
ampliamente, tenemos millares y millares de
lectores.^Reposamos hoy sobre la simpática aco­
gida que nos hajdispensado el público, que sin
duda alguna ha respondido a nuestro esfuerzo—
Sin “ reclame“ de ninguna especie, dejando que
cada cual nos juzgue sin la sujestión del auto
bombo, hemos obtenido un 'puesto avanzado,
que"ha de mejorar número por número, que tal
es nuestra divisa.— A la prensa de todo el pais,
T A S =
en ocas:ón de nuestro año cumplido, un afec­
tuoso saludo. A nuestros amables favorecedores
cariñoso apretón de manos, con la expresión de
nuestro agradecimiento.
E dición de p r o p a g a n d a
Exepcionalmente. como propaganda’ y como
celebración de su primer aniversario, E l T e r r u ­
ñ o * sale a la venta callejera. Después, el que
no sea suscritor, o no quiera leerlo « de ojito *,
deberá suscribirse en esta Administración—Mal-
donado i i 8 j . o en las librerías de Montevideo,
Barreiro, Serrano, Fonseca, Ibarra, Kliche, Perez
y Curis, C. García, Olivera, y en todos los kioskos
de la capital. Para ello bastará remitir debida­
mente llenado el cupón verde que acompaña a
este ejemplar.
a poi«
Hace honor a su titulo este simpático biógra­
fo.— Sus secciones son exquisitos exponentes de
arte y de buen gusto.
En este salón calle Maldonado N.° 1575 se
estrenan noche a noche notables films.
Las D elicia s
Cine que hace las idem de su nombre, a gran­
des y pequeños.— Espléndido salón de la calle
Uruguay 1167, es uno de los mas confortables,
en él no se siente frío. Da veladas selectas, con
cintas muy escojidas.
Es justo
Consignar el nombre de los que colaboraron
en la impresión de este número — Primero, los
talleres del señor Perea, que se ha esmerado
con sus colaboradores Antonio Viera, regente,
y Eduardo Lironi jefe de máquinas en hacer
un buen trabajo—Luego los señores Somtmschi-
n¡ y Fillat, verdaderos artistas del fotograbado
y del retrato.
R a z o n a b le
—Ya te he dicho muchas veces que debemos
perdonar a nuestros enemigos
—Si este no es mi enemigo; es la primera vez
que lo veo en mi vida. .
El Automóvil Unicos Agentes
Danrée y Cía.
UNIVERSM 25 de Mayo 576
 LA
Grande y mis­
teriosa es la su­
gestión que la
guitarra ejerce sobre el alma gaucha, ruda y
fogosa, indiferente, casi insensible a la belleza
artística, y despojada de ese instinto estético que
ha dado a otras razas una singular preeminencia
espiritual.
Seguramente para la explicación de esta mo­
dalidad, no es posible prescindir del factor étnico-
Descendiente de los conquistadores de América,
oriundos, en su mayoría, de la España me*
ridional, el gaucho conserva muchos rasgos de
sus antepas ados, rasgos que no pudieron borrar
las cruzas, poco frecuentes; sin duda, con el abo­
rigen, que sólo sumaron a sus características
ancestrales, la pasión nómade y la aspereza
cerril.
El aislamiento selvático, la Impermeabilidad a
las ideas estrañas, el ambiente y las condiciones
de vida, la reacción violenta contra sus propios
mayores y la conciencia de una nueva naciona­
lidad, fueron circunstancias que concurriendo
imprimir un rasgo particularísimo y original a
las costumbres nativas, dieron nacimiento a la
lírica gauchesca.
Este es el concepto general y probablemente
exacto, pero el problema es de suyo tan com-
~ LA VANIDAD Y LOS SOMBREROS
Mejor resultado que ordenanzas y reglamen­
tos, dió en Norte América la alocución de un
pastor protestante, contra los enormes sombre­
ro.» que las señoras usaban para martirio de los
que, tras ellas, quisieran ver un espectáculo.
«No tengo la pretensión—decía el orador—de
que las señoras se quiten sus sombreros. Y no
pretendo eso porque estoy seguro de que sin
sombreros parecerían mucho menos bellas...'»
Al oir esto, infinidad de señoras se miraron
G U ITAR R A !
piejo, que en verdad no sin escrúpulos aceptamos
que pueda ser resuelto'por la simple sobrevi­
vencia de un vestigio, atávico, obrando oscura v
silenciosamente en la psiquis indígena.
Sea como fuere, lo indiscutible es que la gui­
tarra, como el caballo, ha pasado a la categoría
de «institución americana*.
Compañera, amiga y confidente del gaucho, la
guitarra vibra bajo el alero del rancho en el
ocio de la paz abundosa, o entre dos cargas de
lanza en los fogones de la guerra, solidarizán­
dose, siguiendo el diapasón de sus alegrías y
amarguras, nostalgias y esperanzas.
El gaucho tiene de la música un concepto
primitivo y no la concibe aislada de la poesía
su hermana melliza, sino que poesía y música
forman una unidad indivisible, están vinculadas
por un nexo vital y se funden dentro de una
sola armonía.
Ya han desaparecido los viejos rapsodas que
entretenían con sus «relaciones», semejantes a
las canciones de gesta, las veladas gauchas, en
las reuniones tipicas, o en la inquietud de los
vivacs montoneros. Olvidados han sido también
los «tristes», originarios de la tierra de los in­
cas, y los »cielitos» impregnados de una melan­
colía que. según un escritor, recuerda a las an­
tiguas melopeas y a las interminables salutaciones
al sol, en lo alto de las mezquitas, que los ára­
bes aportaron a España.
Hoy, son las «décimas», las «vidalitas» y otras
formas poéticas y musicales, bastante bastar­
deadas, por otra parte, por el creciente cosmo­
politismo, las que acompañan al lánguido son
de las vihuelas.
Sin embargo, a través de los tiempos, el espí­
ritu que anima estos cantos es el mismo, es
igual encanto de la caja sexticorde, cuyos te­
mas eternos son el amor, el patriotismo y la
muerte.
C esar M ayo G utierrez
Junio de 1918
---
al fin hubo una que se quitó el sombrero muy
nerviosa. M rhas la imitaron.
«Seguro estoy—continuaba el implacable pas­
tor—de que no pueden quitárselo algunas, pues
que con él saldrían pelucas y postizos...»
¡Era demasiado! Oyóse un murmullo de pro­
testa y no quedó una sola señora con el som­
brero puesto.
La vanidad pudo más que los reglamentos.
 CARTAS de HISIA LO LA
Querida ahijada:
¡Con que Juanita Peral­
ta se ha encrespado?.. jDa-
cá la cola!.. Señal de que no
tiene razón. Cuando una
recurre al part’do de enojarse es para equilibrar
la falta de derecho— una especie de relleno,
como el que «e ponen las mujeres flacas— Mi
aguijón no es de avispa, estaria por decirte que
no tengo aguijón, no hay que confundir el cau­
terio, que aplicamos a ciertas llaguitas para cu­
rarlas, con la ponzoña. Dile a Juanita que
deponga su injusta actitud, y le reitero mi con­
sejo: «Que a riesgo de parecer un poco «demo-
dé», como dicen en la zarzuela, levante una
pared de medio ladrillo entre esas jóvenes tan
“ chic“, tan elegantes, tan... a la moda, y sus
hijas“— No soy de las que se escandalizan
porque las niñas crucen la pierna, se contoneen
un poquitillo al andar, y adopten todas esas
“ posturas“ un tanto masculinizadas de las pelí­
culas americanas, que eso al fin y al cabo, es
una imitación inocente, “ zoncita“ , que caerá
en desuso, por eso mismo que es muy barata,
( Ya no hay modistilla, ni criada, que no se
siefita un tanto Pearl. Marv, o Margery )
No sov mogigata. ni mucho menos, pero ten­
go hdttor al vicio dorado, al vicio “ chic ", al
snobismo mejor dicho, que es una bebida que
se sube ligero a las encantadoras cabecitas de
las niñas de nuestra sociedad, que no está su­
ficientemente inoculada de virus, para admitir
venenos, que en las comunidades vleias, son, si
no anodidos. de menores efectos, puesto que
carecen del encanto de la novedad y'de la fatal
etiqueta de la “ distinción Como dijo el otro,
esas cosas son como el wi«key para los coman­
ches o los apaches. Un lord inglés sabe empinar
el codo sin perder la línea, al par gue un piel
r o ja ... ¡Ave María!. Contra mi propósito me
voy a los cerros de Arequita. . Un poouito más,
v visto de plumas a nuestra “ aristocracia“ . . .
Me habla propuesto dejar de lado estas cosas
semi-trágicas. ñero puede más que yo, esta co­
mezón de predicamento, que en mí es como un
sarpullido primaveral. Prometo pues doblar la
hoja y ocuparme hasta el final de esta, de cosas
mas “ caseras “ ..
SI. mi querida ahijada, está cara la vida.—En
efecto va está leios la época de los repollitos a
“ vintén“ y del cajón de ñeras, duraznos o
manzanas, a un peso o a quince reales — | Que
digo?.. A cinco reales hemos comprado el ca­
jón de fruta, bien es verdad que era en la
“ época del cólera“ allá por el año 87, y sobra­
ban los frutos de la tierra, puesto que la gente
se precavía un poco, aunque no éramos melin­
drosos, como lo prueba nuestra costumbre, un
poquito puerca es verdad, del mate en común.
Yo no sé que seria, pero-‘sin tanta profilaxia,
hablan menos enfermedades — ¡ Gomo lo recuer­
do bien y con tanto ■placer.! Cuantas veces al
volver del Solis, por esta época, después de de­
leitarnos con Stagno, Menotti, la Trissolini, y
demás notabilidades con las que nos regalába
mos, no como ahora, quince dias vergonzantes,
sino temporaditas de dns mese* y más, al ir
llegando a nuestra
casa, a pié, nos de­
teníamos a echar
un párrafo con el
sereno de la esqui­ ^ jp g q f 3
na de Piedras y Mi­
siones; y Carlos, mi
marido, “ por no
despreciar“ , sorbía un amargo, que cortesnien
te le alargaba el guardián, y eso que la bombi­
lla no era precisamente de plata— ¡ Oh aquellos
patriarcales tiempos‘de los serenos con sus lin­
ternas, con los que ayudaban para disipar las
tinieblas, mal combatidas por los faroles de gas!
La disciplina no era rígida, y se les permitía a r ­
mar su fogón, donde calentaban su agua, y
hasta asaban su churrasco — Mas de una vez se
nos abria el apetito aspi rando su perfume —
Nuestro sereno, por cierto un criollo del
tiempo viejo, siempre nos tenia amartillad''
algún cuentito bien gracioso, que le escuchaba
mos cuando no hacía mucho frió — Mas de una
vez yo hubiera tomado el mate galantemente
brindado, si no me hubieran detenido sus bar-
bazas, no muy limpias. Tenia que mirárselas
para resistir el antojo de “ amarguear“ que me
invadía, sobretodo cuando... En f i n . c o s a s ya
muy viejas... F.l mayor de mis hijos tiene
“ cuarenta y dos“ ! .. Poco tiempo después un
despiadado decreto, suprimió los fogones y hasta
los banquitos que utilizaban para descansar, y
los pobres tuvieron que pasarse sus noches a lo
gallo— Menudo cisco se armó con el tal decreto, y
la prensa de oposición “ braveó unos1, dias com­
parando- al poder Ejecutivo con Torquemada y
sus oficinas. ¡Ya v e s? ., i La que se armaría
hoy si a los pobres “ celarifes“ se les autori­
zara a " c h u rra sq u e a r1 a media noche?..
Con el sereno nos hicimos muy "am igos“ en
una circunstancia curiosa — Has de saber que
por entonces estaba rígurosamedte prohibido te­
ner tiestos en los balcones—Yo no sé si era
por eso mismo, o por que tuviéramos mas “ sa­
bor artístico" que las jóvenes de hoy, el caso
es que. rivalizábamos en jardinería. Si hoy que
el Municipio estimula esos jardines teneis con­
flictos por el riego, ¿figuraos lo que seria en
nuestra época, que todos, público, prensa y
autoridades los atacaban con furor “ jardino-
clasta"— Una noche, regué a un transeúnte re­
zongón que se quejó al sereno, vino este, y lo
rocié también, sino con agua, de: “ atrevido“
“ descomedido “ 1 entrometido“ , “ bandido" etc.
Gracias a Carlos que con unos reales arregló el
asunto, no intervino la “ cancillería ",
■¡ Lo que es el progreso! Hoy les dan premios a
los balcones mejor adornados y nadie “ les lleva
el apunte a las flores", y antes, habla que pe­
lear a brazo partido con la autoridad, y “ eran
floridos vergeles“ nuestras ventanas, como lo
proclamaba Fragueiro.— Adiós mi querida ahija­
da, ya vez que he enfundado el aguijón a riesgo
de parecer un poco sosita. ¿Que te parecen
estos bucólicos recuerdos?.. Besos a los chicrs.
tuya devotísima.— Lola Castaños
Los Ceibos Junio 26 de 19’S
A la Sra A. de Escobar
 DE LA
LA SA RN A
Modos de extirparla
(Conclusión)
car los baños, pues no puede admitirse
que serán los dos, tres o cuatro centavos
por cabeza que importará el especifico lo
que lo obligue a no curar más seguido
sus animales, sabiendo que con ese gasto
ganará, no centavos, sino pesos.
Es por esa causa que hemos creído siem­
pre, y así lo hemos aconsejado, que se
deben aumentar los bañaderos al máximo
posible. El ideal seria que cada puesto
de ovejas tuviera un bañadero chico, con
las dimensiones necesarias para pasar só­
lo los animales de su majada, y que por
su pequeña capacidad redujera a lo estric­
tamente necesario, la cantidad de espe­
cífico, en cada cura.
Esto permitiría bañar cuantas veces se
considerara necesario, sin mayores tras­
tornos para el régimen de trabajo del
establecimiento; sólo se tendría en cuenta
el costo del remedio, y no hay duda que
se llegaría hasta dar baños precaucionales
periódicos, aun a las majadas considera­
das limpias.
Si no fuera posible hacer tantos baña-
derrs cuantas majadas hubiera en la es­
tancia, por lo menos debiera instalarse
uno para cada dos o cada cuatro pues­
tos linderos con lo que también se faci­
litaría la cura sin aumentar tanto los
gastts. Se tendría así el baño próximo a
las majadas, y los puesteros podrían ayu­
darse mutuanrnte, lo que disminuiría el
tiempo a emplearse en cada cura.
Para los ganaderos viejos, aferrados a
sus prácticas antiguas y sobre todo que
han luchado con la sarna y gastado pla­
ta sin extirparla, todo lo que hemos di­
cho serán puras teorías; pero los progre­
sistas, los convencidos de que todo adelanta
y que el que no sigue la ruta del pro­
greso o se desvía o retrocede, lo que en
industria significa perder dinero, han de
dar a estas líneas el valor rdativo que
tienen, para utilizar sus indicaciones e:i
la forma posible dentro de las modalida­
des propias de sus establecimientos.
S' los ovejeros australianos han podido
— verdad es que compelidos por leyes
especiales — extirpar la sarna de sus ma­
jadas, no hay motivo ni razón alguna
VIDA RURAL
para que los criadores del Plata sigan
pagando su tributo a esa enfermedad,
que es una de las más fáciles de extir­
par como causa de pérdidas,;como lo he­
mos indicado.
J. M. A g o t e .
EN EL TAMBO Preceptos de higiene
De todas las producciones económicas
obtenidas de los bovinos, la de la leche
es la que requiere mayores cuidados hi­
giénicos, para que sea ventajosa y remu-
ncradora, tanto por la cantidad como por
la calidad del líquido segregado por las
glándulas mamarias.
La secreción de la leche se opera por
intermedio de las células epiteliales exis­
tentes en los racimos que constituyen la
glándula mamaria. Esas células, estando
irrigadas per las arterias origi>arias de
las mamarias, retiran de la sangre, por
los fenómenos de la osmosis, los elemen­
tos necesarios a su nutrición, esto es, la
elaboración de la leche, y asi alimenta­
das, se van desenvolviendo hasta liqui­
darse y romperse, de manera de lanzarse
al inteiior de los racimos o su contenido
que juntándose al agua v a las sales pa­
sadas directamente de la sangre por los
racimos, constituye la leche.
Pero, ese trabajo fundo al de los raci­
mas no se efectúa en todo tiempo; está
íntimamente subordinado a la función ge­
nital, siendo ejercido, salvo casos excep­
cionales, solamente después de la parición,
debido tal vez a una excitación especial
transmitida por los nervios a los órganos
lactíferos.
Ahora, habiendo así relación entre la
función genital y la c'e las glándulas ma­
marias y siendo esta relación la que de­
termina en las parturientas la secreción
de la leche a fin de que el feto tenga
alimento apropiado en los primeros tiem­
pos de su vida extrauterina, está claro
que debemos cuidar seriamente los órga-
ros que elaboran la leche para que
fi ncionen regularmente y no sean arruina­
dos por el aumento de la secreción láctea
llevado a efecto artificialmente, forzada­
mente por el hombre,
Las vacas en el período final de la ges­
tación tiene generalmente las glándulas
Continuará
 En Julio
Labranza.—Continúan les trabajos del
mes anterior. Debe quedar terminada la
siembra de trigo blanco y semiduro, re
cargando en un 10 °l0 más la cantidad
de semilla a emplearse por hectárea en
lo sembrado en los meses anteriores. Se
siembra cebada, avena, centeno, alpiste,
liabas, arvejas, garbanzos, lentejas, lino,
colza de primavera, y con mucho abrigo
se hacen almácigos de tabacr. Cuando
los cereales sembrados tengan 6 7 cen­
tímetros de altura, se les pasará el rodi­
llo, conviniendo efectuar esta operacióu
después de una lluvia y cuando el terre­
no empieza a secarse. En los trigales muy
espesos o que se vayan en vicio se uti­
lizará la guadaña, pasándose enseguida
la rastra de hierro para entresacar las
plantas.
Huerta.—Al iniciarse el mes deben estar
prontos los caballones donde se estable­
cerán las casillas para sembrar tomates,
pimientos, zapallitos de tronco y especial­
mente melones tempranos, activándose
los labores de la tierra para las planta­
ciones que deben efectuarse en los dos
meses subsiguientes.
En casillas tapadas con vidrios se sem­
brarán porotos de 40 dias y negros de
Bélgica, a fin de obtener chauchas tem­
pranas. Bajo vidrieras se sembrarán almá­
cigos de pimientos, berengenas, tomates,
albahaca, y melones de clase temprana,
para plantar al aire libre en el mes de
Setiembre. Al aire libre se siembra: ace­
dera, acelgas, arvejas, apio achicoria, be­
rros, cardos, alcauciles, coles, coliflor
chirivia, colinabo, escarola, espárragos,
espinaca, habas lechugas, nabos, perejil,
pueros. rabanitos, perifollo, radicheta,
remolacha, repollos tempranos, zanaho­
rias. etc
Fruticultura.—Continúa la poda de los
arboles frutales, el transplante, así como
la plantación de estacas. Se injertan de
púa, acodo y corona y se carpen y lim­
pian todas las plantaciones que requie-
rán este trabajo. Es buen tiempo para
plantar estacas de higuera, naranjo, to­
ronja; limonero, lima, tangerino, cedro,
bcrgamoto, membrillo, olivo, etc. Se siem­
bran: almendros aveilanos, cerezos, cirue­
los, damascos, guindos, manzanos, mem­
brillos, nísperos, nogales duraznos, pera­
les.
Floricultura. — En los jardines deben
continuarse los trabajos del mes anterior,
cubriéndose así mismo con esteras todas
las plantas delicadas. Se podan los árbo­
les y arbustos excepto aquellos que flo­
recen en primavera, los que deben po­
darse después de ¡a floración, dándoles
la forma que mejor convenga, según la
clase y objeto que se tenga en vista.
Se escardará al pié de todos los árboles
y arbustos aislados o agrupados en los
cespedes. Se continúan las plantaciones,
terminándose las remociones de tierra.
Se siembran todas las clases de ray-gras
y law-g>-ass para formar cespedes, apiso­
nando la tierra o pasando el rodillo en
seguida.
Pueden sembrarse; adonis, alyssun,
caléndula, campáula, centaurea, dedalera
gyopsophila, iberis, linaria, linúm, nemo
mophyia, pensamientos, pyretrum, resedá
verbena, violeta, etc.
Viticultura.— Continúa la poda, la distri­
bución o expansión del abono, el trans­
porte de tierras, la extratificación de se­
millas la plantación de sarmientos, etc.'
arándose los viñedos que han sido poda­
dos. Si por circunstancias imprevistas no
se hubiesen abonado las tierras ni arregla­
do los desperfectos causados por las llu­
vias, debe efectuarse de inmediato.
Apicultura. — Se sigue suministrando
miel a los enjambres que no lo tengan
en cantidad suficiente para alimentarse
hasta Setiembre, dándose almíbar a las
abejas que salen de las colmenas.
Unicos Agentes
Danrée y Cía.
UNIVERSAL 25 de Mayo 576
 Miquita Molles .—La órden de la Jarretierre, miento, de ensoñación, muy ideal, pero que
según entiendo, es una de las más altas dignida­ resultará, cuando las pasiones colectivas, que
des de Inglaterra, que no se dispensa sino a los son espumas de cresta de ola, que se desvanecen
miembros de la familia real, grandes dignata­ cuando el viento calla, contraproducente.
rios, y obispos. Parece que su origen, según Miss Mary: si usted se hallaba pronta a alis­
una risueña historia, se debe a una liga azul, tarse en el formidable escuadrón de los que
desprendida de la pierna izquierda de la con­ quieren cargar, sobre, o con los invalidos: ¡Me­
desa de Salisbury, que según las mismas cró­ dia vuelta ; dré! y a meditar con la cabecita
nicas no era “ moco de pavo” para el rey soñadora sobre la almohada.
Eduardo III de Inglaterra. Al ver caer el a d ­ Celeste—Montevideo— ‘¿Le parece digno de
minículo mujeril, se precipitó aquel a levantarlo. una señorita que le demuestre a su novio que
El acto del rey provocó maliciosas sonrisa de lo quiere besándolo?” Tal es su pregunta. Le
algunos cortesanos, lo que visto por el mo­ diré, celestial e ingenua criatura: “Todo es según
narca le hizo exc'ainar: “ Honni soit qui mal y el cristal..." Bajo el prisma del criterio de su
pense", y agregó, que los burlones se “pirra­ novio, esto no es seguramente un pecado, bajo
rían” por obtener el honor de ostentar aquella el de su mamá, que sin duda no se acuerda de
enseña. La divisa quiere decir: “ Sea por vil los que a hurtadillas de su abueiita le daba a
tenido, el que piense mal”. La invito a meditar ese señor grave, que es su papá, le parecerá se­
sobre el imbécil origen de casi todas los vani­ guramente una inconvenientia
dades. Felizmente, hoy en estas apacibles de­ Si alguna amiga le recordara la buena época
mocracias, donde aunque todavía puede ha­ pasada responderá sin duda: “ ¡Ah! aquellos eran
cerse de un soez barbero un personaje, nadie otros tiempos'’ (ya lo creo) “ ¡Había más serie­
serla osado de crear honores con atributos cuyo dad!” ¡Habrase visto? ¡Besos serios! ¡Que cosas
orijen arrancara da la caida de una liga azul, tienen las mamásl. . .
de la pierna de una cortesana, por bella que En fin, debo decirle que yo no creo que el be­
esta fuera y por bien torneada que tuviese su so, sea una fórmula algebraica, que “ sirva para
pantorrilla. demostrar". “Si no le sale”, no bese, que eso es
muy "desaborio” . El beso es la válvula de es­
Miss Eglantine— Buena orden-Opino mal del cape de un sentimiento demasiado vivo, otras-
entusiasmo de la mujer inglesa por el casamien­ veces en vez de válvula es combustible. El pro­
to con inválidos de la guerra. Ese sentimiento blema es complejo y yo no me atrevo a pronun­
tumultuoso, colectivo tiene mucho de snob, y ciarme.
mucho de falso. Al decir falso hablo de la Permítame guardar una neutralidad española,
esencia del sentimiento provocado por la exalta­ entre mis sentimientos, y las potencias aliadas,
ción del instante, y no del intimo de cada una que en este caso son las mamás. No quiero ex­
de las actoras, que no puede ser más sincera poner mi rostro al impulso airado de una blanca
sin ninguna duda. — Montesquieu ha dicho: mano, sobre todo si usa las uñas “modern style” ,
“ que las cabezas más grandes se achican al muy aguzadas en las puntas.
reunirse, y cuantos más cuerdos se unen menos Doroteo-PANDO—¡Es claro! ¿Quien va a querer
cordura resulta”. Yo creo en esta máxima co­ á un Doroteo como Vd? Dese vuelta el nom­
mo el cristiano fervoroso, en el “ padrenuestro'*, bre y quédese Teodoro, tal vez asi tenga más
como el muslimen en el azalá, como el judio en suerte y no le den tanto “bolsazo” .-No hay re
el decálogo. ¡Ahora figúrese usted que si yo opino cetas para hacerce querer, que:
eso de las “cuerdas cabezas", lo que pensaré A la mujer,
de cuatrocientas mil, muy adorables cabecitas como a ias cuerdas
apasionadas por ese mistisismo, semi patrió­ de la guitarra
tico, semiromántico? Necesariamente tengo que se necesita talento
hacerme un juicio poco favorable a ese movi­ para templarlas.
No desespere amigo, que nunca falta un roto
para un deococido. No ha de faltar una Artemi­
¡A u to m o v ilis ta s ! sa para un Doroteo.
________________________________ Cork.
EN NUESTROS TALLERES SE CONFECCIONAN
CUALQUIER CLASE DE PIEZAS. S e HACEN Y
ARREGLAN CARROCERÍAS Y SE COMPONEN
motores . E s p e c ia l id a d en p in t u r a s —
A. GIUDICE & Cía. Piedras esq. Juncal
 Amores granj.c3a.os ( D o s sonetos)

I II
Hace mal prienda en desir que soy maula
P ’al amor. No se crea que soy de los muy flojos.
Lo que hay es que apeligro de quedarme en sus
ojos
Prisionero lo mesmo que pichón en la jaula.
Vd no sabe china lo que el dolor maligno,
Fiero, del desengaño, me ha gineteao la vida.
Tengo sus nazarenas clavadas en la herida,
Y cuanto más lastiman mas apreta el indino
Por eso tengo miedo de atar en su palenque.
El pingo de mi afeto que es mañero al rebenque
Del deseo, lo mesmo que matungo curtido.
Ya me doy cuenta china, de que vd. es un lusero'
De linda, «y más fragante que el heliotropo, pero..-
Macaco viejo, nunca sube a palo podrido. ..
No lo niego, soy gaucho, y bien se que mi traje
ofiende la finura de su vestir floriao,
Y que las asperezas de mi cuero tostao
Lastimarían su cutis como abrojo salvaje...
El amor es ansina; no conoce vederas,
Pa tuitos el sol luce allá en los horizontes,
Besando a los pastitos humildes de los montes
Con la mesma dulsura que a la rosa pueblera...
Vd. piensa de juro: «¡Ah gaucho pretensioso!
La miel no se ha hecho mijo pa taboca deloso!#
Ta bien niñal ¿Que quiere si me perdí en las
güellas?
A mi me gusta es sierto mas aquel nublao
pampiano
Las mañanas claritas y suaves del verano.
Y de noche me duermo mirando a las estreyas!..
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Yo lie sentido resbalar las horas lentas,
Yo lie sentido las salvajes melodías
Que desprenden de su peeho las tormentas*
Y he sentido la selvática alegría,
De lo grande, del arcano.
De lo fuerte y soberano;
Y entre ráfagas violetas
Ha volado con amor mi fantasía.
Yo he pasado muchas horas contemplando
La venida dd crepúsculo dorado:
He pasado muchas noches canturriando
Entre aromas de los pastos de algún prado;
Ha corrido por la mente
Melancólica y fulgente
Mis pesares arrastrui do
La , randeza de lo grande y lo sagrado
Yo he dormido muchas tardes de verano
A la sembra de una acacia larra siesta
Aspirando de mi tierra el aire sano,
Que jugaba con los pastos de la cuesta
Y he sentido los murmulles,
Los suavfs'mos arroyos
Calandrias y torcaces
Que cantaban sus fug<ces
Tiernas notas .amorosas de protesta
Piro nunca había sentido en mis deseos
Ai monja más completa de embeleso,
Sino cuando tus dos labios cananeos
Engendraban las cadencias de rquel beso,
Tus dos labios de corales,
Tus dos labios inmortales
En la estrofa rutilante de mis cantos,
Tu dos labios más sabrosos qne las mieles,
Que brotaron del cincel de Praxitéles
Y consuelo de mis penas y mis llantos.
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Era el coronel Isabelino Márquez un pro­
ducto “sui generis” , una mezcolanza híbrida de
gaucho y ciudadano.
Caudillo civil y militar, gozaba como muchos
otros, en aquella época felizmente para siempre
desaparecida, de una absoluta inmunidad y com-
jfiq drés jjonifcrcin o
SASTRE
LIMA, 1414 Montevideo
pleta libertad para cometer toda suerte de en­
tuertos y desafueros.
Podía destripar a cualquiera en mitad del ca­
mino, apalear a quien le diese gusto y gana,
raptar mujeres y armar alborotos, seguro de que
la justicia cerraba los ojos y se tapaba los
oidos. . .
Allá por las postrimerías del año 1885, se ce­
lebraban carreras en el paraje conocido por Cu­
chilla de Juan Fernández.
Márquez concertó una carrera por una fuerte
suma de dinero. Su “ pangare’’ no tenía “ ni
para empezar” con el caballo contrario, pero el
coronel estaba acostumbrado a reirse del fallo de
los sentenciadores y jueces de raya.
Su compositor que era un personaje de mala
catadura, llamado “el indio Moreira” , se atrevió
a expresar sus dudas aceica de “la leche” que
podía dar el “ pangaré” , pero Márquez le contes­
tó con imperio :
—iMonte y gane!
Montar montó, pero ganar no pudo, pués el
“ pangaré” comió cola miserablemente.
Entonces Márquez, fuera de si y barbotando
insultos de todo calibre, sacó el revólver y apun­
tó al pecho del indio:
—¡Vos lo hiciste perder, trompeta:
El indio no se inmutó. Rápido como el relám­
pago. desenfundó la daga, y cuadrándose militar­
mente repuso respetuoso y amenazador.
—Tire, coronel, tire pero no me erre.. . .
A Márquez a pesar de su valor “se le heló el
cuajo”, y volviendo el revólver a la cintura,
exclamó sonriendo.
—Tenés razón, indio. El pangaré no arrastra­
ba las patas ..........
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No hallé ni rastro del rancho Al dirme deje la hacienda

¡Solo estaba la tapera; Que era todito mi haber
Por Cristo si aquello, era Pronto debíamos volver
Pa enlutar el corazón Según el juez prometía,
Yo juré en esa ocasión Y hasta entonces cuidaría
Ser más inalo que una fiera. De los bienes la mujer,

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¿Quien no sentirá lo mesmo Después me contó un vecino

Cuando ansí padece tanto! Que el campo se lo pidieron,
Puedo asigurar que el llanto! La hacienda se la vendieron
Como una mujer largué En pago de arrendamientos,
¡Ay! mi Dios si me quedé Y que se yó cuantos cuentos,
Más triste que Jueves Santo! Pero todo lo fundieron.
Solo se oiban los aullidos Los probecitos muchachos
De un gato que se salvó! Entre tantas aficiones,
El pobre se guareció Se conchavaron de piones,
Cerca, en una vizcachera ¡Más que iban a trabajar,
Venía como si supiera Si eran como los pichones
Que estaba de gü.lta yo. Sin acabrr de emplumar!
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¡Dios sabe cuanto sufrió! Andarán por áhi sin madre!
Me dicen que se voló Ya se quedaron sin padre
Con no sé que gavilán Y así la suerte los deja
Sin duda a buscar el pan Sin naides que los proteja.
Que no podía darle yo. Y sin perro que los ladre.
No es raro que a uno le falte Los pobrecitos tal vez
Lo que a algún otro le sobra No tengan ande abrigarse,
Si no le quedó ni un cobre, Ni ramada ande ganarse
Sino de hijos un enjambre, Ni rincón ande meterse,
Que más iba a hacer la pobre Ni camisa que ponerse
Para no morirse de hambre. Ni poncho con que taparse
continuará en el próximo número

"A LA RIENDA ORIENTAL 11

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deben p re g u n ta r:

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“ SAGINAW"
sino: ¿ que b e n e fi­
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D u ra n te estos tre s ú ltim o s m eses hem os in sta la d o

18 SILOS “ SAGINAW ”
re p a rtid o s en el te rrito rio de la R epública, los cuales re presenta n
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