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EL DESCUARTIZADOR DE LIMA Y EL CRIMEN DEL ‘LOCO’ POGGI

Un asesinato en la prisión fue el detonante de la historia jamás escrita en los anales


de la jurisprudencia y la sociedad peruana. Dos
protagonistas, un sicólogo y un criminal en
serie.
A principios de 1986, una ola de paranoia
inundaba la ciudad de Lima. En los basurales
aparecían piernas y troncos de mujeres, así
como cabezas desfiguradas. Los diarios
titulaban sus encabezados así, “El
Descuartizador de Lima”. Se le
responsabilizaba de al menos siete asesinatos.
Ángel Díaz Balbín era conocido como el “descuartizador de Lima”. Fue acusado de
cometer una serie de asesinatos en Lima entre diciembre de 1985 y enero de 1986,
aunque nunca se comprobó si fue él quien perpetró esos crímenes, pese que había
llevado una vida de delitos.
Antes de saltar a su particular fama, este sujeto también era conocido por la prensa
de la época como “El vampiro de Breña”. Sus primeros homicidios los cometió en
1976: asesinó a su propia tía, Genoveva Díaz, y a sus primos menores de edad.
También había sido encerrado en la cárcel después de ser acusado de haber estado
involucrado en la muerte de una mujer, de nacionalidad italiana, llamada Nina
Barzotti.
Por estos homicidios fue condenado varios años a prisión y fue recluido en el penal
de Lurigancho. No obstante, cumplió una condena de nueve años de prisión y salió
en libertad vigilada por su buena conducta.
Los primeros indicios
En varios distritos de la ciudad capital, como Chorrillos, Miraflores, San Borja
aparecieron bolsas negras de basura que contenían partes de cuerpos de varias
mujeres que habían sido desmembradas. La primera víctima fue una prostituta que
trabajaba en la avenida Arequipa. Los testigos dijeron a los oficiales que la última vez
que vieron a la mujer con vida fue cuando estaba acompañada de un sujeto que
coincidía con la descripción de Díaz Balbín.
Unos días más tarde, un testigo vio cómo un hombre dejó unas bolsas de basura con
un cuerpo en su interior en una solitaria calle de Surco. Era alto, con músculos y de
tez morena. Para la policía, no había duda que era la misma persona, el asesino de
sus familiares, el “descuartizador de Lima”: Ángel Díaz Balbín. Pero no tenían las
pruebas contundentes para acusarlo.
Las autoridades consideraron también que el asesino era carnicero o tenía
conocimientos de medicina, pues los cortes de los mutilados eran muy finos, hechos
por las manos de un experto. Más de 20 cadáveres de mujeres aparecieron en Lima.
Había que resolver el caso, la ciudadanía reclamó más seguridad por parte de los
miembros de la policía.
El jueves 6 de febrero de 1986, Ángel Díaz Balbín, chinchano de 26 años, fue
capturado por los agentes policiales. La prensa lo bautizó como “el descuartizador de
Lima”. El acusado reveló que se sentía “paranoico” por el interrogatorio, el cual se
realizaba por horas.
Hubo cinco sicólogos criminalistas que conversaron con Díaz Balbín. Todos llegaron
a una misma conclusión: era un psicópata en potencia con falta de sentimientos
hacia otros seres humanos
Quien fue Mario Poggi :Mario Augusto Poggi Estremadoyro, nació en Lima el 3 de
marzo de 1943, fue un artista, sicólogo, escultor y humorista peruano, que se hizo
conocido por haber asesinado a un supuesto asesino serial, crimen por el que
cumplió una pena de casi cinco años en la cárcel.
Crimen y castigo:Ya en poder de la policía después de su arresto, el 6 de febrero se
inició el interrogatorio para buscar una confesión, en un momento del interrogatorio,
Díaz Balbín alegó sentirse “paranoico”. Entonces la policía mandó llamar a Poggi
para que verificara la patología.
Al día siguiente (viernes 7 de febrero), Poggi (vestido como siempre de maneras
estrafalaria) ingresó al antiguo local de la revista Caretas (en el jirón Camaná, del
centro de Lima) y pidió hablar con Jorge “Negro” Salazar, redactor de policiales.
“Vengo de estar con el descuartizador de Lima. Soy Mario Poggi, soy sicólogo de la
PIP, si quieren los llevo para que vean cómo hipnotizo al asesino y lo hago confesar
sus espantosos crímenes”.
Salazar llamó al fotógrafo de la revista (Víctor Ch. Vargas) y en un taxi fueron los tres
al viejo local de Homicidios, en la avenida España. Los policías trataban a Poggi de
“doctor”. Ante su pedido, los policías llevaron esposado a la oficina a Díaz Balbín
(casi esquelético y con la barba crecida). Poggi empezó un extraño ritual, tocándole
la cabeza al prisionero, que no emitía sonido alguno. “¡Eres el descuartizador! gritaba
Poggi ahuecando la voz, aquí en el cráneo puedo palpar tu inteligencia asesina”.
El sábado 8 de febrero se publicó rutinariamente el artículo de Salazar con las fotos
de Poggi “analizando” a Ángel Díaz Balbín.
El día siguiente (domingo 9 de febrero de 1986), en el noticiero de televisión apareció
Poggi llorando en la oficina de Homicidios y gritando: “¡Salvé a la humanidad! ¡Acabé
con el monstruo!”. Efectivamente, Poggi había pedido al oficial de turno que le trajera
al prisionero con los brazos esposados a la espalda. Pidió entrevistar a solas al
sospechoso. Según la versión de Poggi, cuando estuvo solo con el sospechoso, se
quitó las ropas y también desnudó al detenido. Intentó excitarlo, porque quería que le
mostrara cómo violaba a sus víctimas antes de matarlas y descuartizarlas. El
detenido no respondía a sus provocaciones. Después de una hora de entrevista,
Poggi acostó a Díaz Balbín boca abajo (inmovilizado como estaba, de pies y manos).
Sacó la correa de cuero de sus pantalones con el detenido echado boca abajo y lo
estranguló. Luego se vistió y salió de la habitación en la que se había encerrado con
Díaz Balbín. Comunicó a sus compañeros policías que lo había estrangulado porque
Díaz Balbín, con su locura, pronto hubiera salido nuevamente a matar a las calles.
A pesar de la muerte de Ángel Díaz Balbín, los descuartizamientos no cesaron. El
juicio a Poggi fue una suerte de chiste y el acusado se comportó como un showman.
Cuando fue interrogado durante el juicio por asesinato contra Balbín, Poggi aseguró
que él no lo había matado sino que había sido inculpado, y alegó que él, con 45 años
de edad ya era “muy viejo para matar a ese chico”. Fue condenado a 12 años de
prisión, pero solo estuvo 4 años y 8 meses en el penal de San Jorge (de Lima).
ANALISIS CRITICO
En este caso y hablando de estos espantosos crímenes dados en el peru vemos el
perfil psicopata que puede tener alguien y llegar a cometer muchos delitos , como el
asesitano de casi 20 mujeres y con impotencia de no saber el porque de todo esto .
El autor contempla de ser un sicopata en potencia con falta de sentimientos hacia
otras personas .
Y con la impotencia que su blanco sea el genero femenino y el porque de sus
asesinatos , a mi parecer su muerte fue una de sus salids muy fáciles ya que no
cumplio con sus condenas y con todo lo que esta tipificado en nuestro código penal
dado por las faltas graves que cometio este individuo .

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