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En 1978 cuando ya tenía un largo sendero transitado como funcionario policial, Fermín
Mármol León publicó el libro 4 Crímenes 4 Poderes en el que narra las incidencias de 4
terribles delitos perpetrados entre octubre de 1961 y marzo de 1973 y en los que las personas
que resultaron seriamente comprometidas por las evidencias terminaron liberadas de toda
responsabilidad debido a la presión ejercida por los poderes fácticos.
20 años antes, Mármol León quien estudiaba Petróleo y Minas en una escuela técnica decidió
ingresar, luego de muchas dudas, al naciente Cuerpo Técnico de Policía Judicial en calidad
de detective. El muchacho que entonces era se debatía en un dilema: ¿Podía él como policía
contribuir de manera honesta con la sociedad o simplemente con el pasar del tiempo
terminaría convertido en un esbirro? ¿Sería finalmente odiado como lo eran aquellos hombres
que formaron parte de la Seguridad Nacional?
Tal vez no sabía Mármol León que más adelante tanto él como sus compañeros enfrentarían
un dilema más grave, el que su trabajo como detectives se viera de continuo torpedeado por
la acción de grupos poderosos que ejercerían una absurda solidaridad con algunos de sus
miembros implicados en crímenes horribles.
4 Crímenes 4 Poderes aborda, desde la ficción una cadena de sucesos que constituyeron una
bofetada a la ética.
El eclesiástico,
el militar,
el político
el económico que intervinieron de manera grosera para impedir que se
impartiera justicia en 4 crímenes; la violación y asesinato de la hermana de un
sacerdote, el homicidio de la esposa de un capitán de la aviación, la terrible
muerte por la explosión de una bomba de la esposa de un diputado y el secuestro
y brutal asesinato de un niño.
Este libro pese a sus deficiencias literarias se convirtió en un suceso editorial que produjo
además dos películas y una interminable lista de artículos.
En este ensayo que presentamos hoy en Crónicas del Tánatos, luego de publicar los casos
reales en los que se basa la novela haremos una comparación entre los elementos de la
realidad y la ficción. Para los detalles de cada caso recomendamos leer las entradas que ya
publicamos de cada uno de ellos, haciendo clic en las imágenes que se encuentran al final de
este ensayo.
En la vida real, la investigación de la mayoría de los casos fue responsabilidad del comisario
Carlos Olivares Bosque (Biaggi, el crimen del ascensor y la estatuilla mortal).
El jefe mayor de la PTJ era el Dr. Rodolfo Plaza Márquez, quien fue el director que fundó la
institución. Renunció a ella el 30 de junio de 1966 luego de ser objeto de innumerables
presiones; ya en 1961 cuando sus hombres investigaban al sacerdote Luis Ramón Biaggi
recibió la oferta de presidir un tribunal de reciente creación, cargo que al final no asumió. Al
momento de renunciar afirmó a la prensa que su retiro de la PTJ no se debía a presiones de
ninguna naturaleza; recordemos que justo en aquel momento esta institución tenía en sus
manos dos papas calientes: el caso del capitán Rivero Pérez y el caso del diputado Martín
Antonio Rangel, ambos acusados de asesinar a sus respectivas esposas. A favor de lo dicho
por Rodolfo Plaza Márquez esta el hecho de que fue sustituido en el cargo por el propio
Carlos Olivares Bosque.
Familiares y amigos en la vida real: Carmen Tapia de Biaggi (madre) Rigoberto Franceschi
(novio), Nanzo Biaggi Tapia (hermano y abogado), Cipriano Perpetui (ex novio, de oficio
mecánico) En la novela el ex novio de Lesbia Biaggi se llama José Gregorio Álvarez y
trabaja como administrador de una firma constructora.
Personajes: Monseñor Juan José Bernal, Arzobispo de Ciudad Bolívar y el médico psiquiatra
José Luis Vetencourt, quien examino al sacerdote encontrándolo en pleno uso de sus
facultades mentales.
Esa pequeña historia paralela que corre al lado del caso de la hermana del sacerdote en la
novela, es la de un minero de apellido Sánchez quien es reportado muerto por dos de sus
compañeros de nacionalidad brasilera. En la versión que dan los hombres a la PTJ, Sánchez
muere de un sincope mientras dragaba piedras del fondo del río Caroní embutido en uno de
aquellos pesados trajes de buzo con escafandra; la viuda del minero-buzo denuncia que los
brasileros asesinaron a su esposo para quedarse con la totalidad de las ganancias. Los
detectives de la ficción logran establecer que efectivamente Sánchez fue asesinado por sus
compañeros.
En la vida real el minero se llamaba Rafael Antonio Núñez Villazana quien era natural de la
ciudad de Barcelona en el estado Anzoátegui y tenía 37 años cuando perdió la vida, la noche
del 16 de octubre de 1961, en las inmediaciones de la mina de El Merey. Núñez Villazana
tenía poco tiempo de estar residenciado en la zona. El comisario Pedro Díaz encontró la
muerte investigando este suceso.
En el film Cangrejo II, basado en esta historia, el director Román Chalbaud deja con vida al
personaje Pedro Díaz (caracterizado por el actor Ramón Hinojosa) hasta el final de la trama,
asignándole gran importancia en la misma. La muerte le llega cuando decide salir a pescar en
un pequeño bote peñero; Chalbaud va intercalando imágenes de la detención del cura, el
discurso televisado de Monseñor, la muerte del comisario Díaz y la celebración de una misa
(filmada en la capilla del Cementerio del Este en Caracas) en la que el sacerdote, con voz
estentórea advierte a sus feligreses que aquello no era más que un esperado castigo de Dios
por la impiedad cometida contra el padre Pedro Luis Cuzati (Luis Ramón Biaggi).
Un cura polémico
Luis Ramón Biaggi Tapia nació el 12 de marzo de 1929 en la población de Pariaguán, al salir
de la escuela primaria ingresó en el seminario de Ciudad Bolívar donde pasó 5 años, luego
fue al seminario interdiocesano de Caracas en el que hizo 3 años de filosofía y 4 de teología.
Fue ordenado el 31 de julio de 1955 por monseñor Juan José Bernal, curiosamente fue el
único sacerdote que se ordenó ese año en Venezuela; al momento del asesinato de su
hermana oficiaba como párroco de la iglesia de Santa Ana en Ciudad Bolívar. En los 3 años
que estuvo preso, Luis Biaggi se graduó de abogado y escribió 2 folletos de autodefensa, al
primero lo llamó “Mi Drama” y al segundo “Encarcelamiento Político”. En ambos hacía una
severa crítica del estado venezolano y ponía en tela de juicio la confiabilidad del sistema
judicial.
Este sacerdote recibió un inusitado apoyo por parte del grupo editorial Cadena Capriles que
publicó una fotonovela por entregas en la revista Venezuela Gráfica. El folletín llamado “Mi
hermano es inocente” fue escrito con la cooperación del abogado Nanzo Biaggi, hermano del
indiciado. La revista lamentablemente no se conserva en los archivos oficiales.
El homicidio de Lesbia Biaggi fue uno de los dos casos llevados a la pantalla por el cineasta
venezolano Román Chalbaud en la película llamada Cangrejo II. En el film la locación
escogida para el desarrollo de la historia es la litoralense ciudad de La Guaira y el momento,
las fiestas del Corpus Christi. Chalbaud pone su sello en la caracterización psicológica de los
personajes, muy típicos de su hechura como director. Introduce personajes que no están en la
novela y construye una historia con vida propia, respetando sin embargo los elementos
principales de la obra literaria.
El caso Biaggi, pese al tiempo transcurrido, sigue suscitando el interés del público y es fuente
de numerosas especulaciones; hay quienes aseguran, por ejemplo, que el homicidio fue
cometido realmente por la madre del sacerdote quien en un ataque de ira al descubrir que sus
hijos sostenían relaciones incestuosas se abalanzó sobre ellos con un cuchillo, según unas
versiones para atacar al hijo y según otras para atacar a la hija.
A los 3 años de estar detenido, Luis Biaggi fue puesto en libertad y se radicó en el barrio El
Suspiro de Barquisimeto donde se dedicó a dar clases en la escuela Sagrado Corazón de
Jesús.
En marzo de 1973, Luis Biaggi vivía en San Antonio de los Altos en el estado Miranda desde
donde introdujo ante la Corte Suprema de Justicia una demanda de nulidad parcial del
artículo 12 de la Ley para el Ejercicio del Derecho debido a que aquella impedía que los
ministros de cultos ejercieran la abogacía. En el escrito Biaggi alegaba, con toda razón, que el
artículo 12 violaba lo dispuesto en el artículo 61 de la Constitución Nacional que prohibía
expresamente las discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo o la condición social
A lo largo de su vida Luis Ramón Biaggi siguió expresando críticas al sistema político y
judicial de Venezuela, en una ocasión aseguró que la democracia puntofijista era demagógica
porque ninguno de los partidos que la lideraban se preocupaba por instruir a sus partidarios
en el conocimiento de las leyes.
El padre Biaggi luego se mudó a Caracas y prestó sus servicios como abogado en la Marina
Mercante, Correos Aeronáuticos, el Instituto Nacional de Transito y el Ministerio de
Comunicaciones. En 1982 publicó el libro “Verdades y mentiras en el caso Vegas” en el que
hace un análisis de la forma como se investigaron y procesaron las evidencias en el caso del
secuestro y asesinato del niño Vegas Pérez; como siempre con un enfoque acido.
Luis Ramón Biaggi Tapia falleció en la ciudad de Caracas en el año 2005, cuarenta y cuatro
años después de ser acusado y procesado por la violación y el asesinato de su hermana
Lesbia.
EL CRIMEN DEL ASCENSOR (El asesinato de la esposa del aviador)
Para esta fecha el comisario Carlos Olivares Bosque ejercía ya el cargo de subdirector de la
PTJ y se encargó junto con Plaza Márquez de la dirección general del caso, la dirección
operativa de las investigaciones estuvo a cargo de Carlos Alberto Villavicencio, hombre de
edad madura quien para la fecha ejercía la jefatura del Buró contra Homicidios.
El triangulo amoroso
El asesinato de Decia Morelia Paradisi de Rivero, en el que la PTJ halló serios indicios contra
su esposo plantea los clásicos ingredientes de un teledrama: Un apuesto profesional en franco
ascenso, una linda pero mortificante esposa y una despampanante rubia que viene a fracturar
el matrimonio.
En la lluviosa mañana del 30 de julio de 1965, la señora Decia Morelia, esposa del capitán de
la aviación Roberto Rivero Pérez, es asesinada en la planta baja del edificio Riverside en
Colinas de Bello Monte cuando se dirigía a sus actividades cotidianas en compañía de su
esposo. Según la versión dada por el militar, el suceso ocurrió cuando ambos fueron víctimas
de un asalto por parte de dos antisociales.
El problema surge cuando los elementos existentes en la escena del crimen contradicen la
versión dada por el capitán. El estudio planimétrico levanta las primeras sospechas de los
detectives. Estas sospechas van aumentando a medida que recolectan información entre los
vecinos del sector y el personal medico y de enfermería que atendió a la señora Decia en el
centro hospitalario donde fue llevada.
Al día siguiente del suceso, el director de la PTJ deja entrever a la prensa que se tenían dudas
de la versión dada por Roberto Rivero Pérez.
En la novela, Fermín Mármol León decide transpolar los hechos y ubica el asesinato de Decia
en la misma línea temporal del levantamiento cívico militar de Puerto Cabello, que en
realidad ocurrió tres años antes. Esta licencia le sirve de excusa para presentar al personaje
principal de la trama, al que llamó Capitán Daniel Rondón Plaz y de paso el móvil del
crimen.
A continuación, Mármol León presenta a la víctima, llamada por él Dalia Padilla y a al mejor
amigo de ésta y compañero de la universidad, al que llama Carlos D´León. Este personaje
movido por el intenso afecto que sentía por Dalia decide acercarse hasta el comisario
Martínez León y solicitarle una entrevista personal. Le promete ponerle al tanto de algunos
detalles reveladores sobre la conducta del capitán, intrigado Martínez León lo cita para la
medianoche. En la conversación Carlos deja entrever la posibilidad de que fuera el capitán el
verdadero responsable de la muerte de Dalia, el investigador escucha con atención y toma
nota de toda la información.
En la vida real no existió nadie paralelo a este personaje, Decia Morelia era muy apreciada
por sus compañeros de estudios de la UCV y por las personas que la conocían desde
Maracay, pero no mantenía una relación de amistad especial con alguien en específico.
Tomemos en cuenta que en esa época era muy mal visto que una mujer casada tuviese
amigos masculinos. Quienes revelan a la PTJ ciertos detalles inquietantes sobre la vida de la
pareja Rivero-Paradisi son los tíos maternos de la occisa, Oswaldo y José María Carabaño, el
primero de ellos un conocido y prestigioso médico.
Pese a que en los primeros momentos la familia de Decia se mantuvo hermética y en cierto
modo al lado del capitán, deciden a mediados de agosto del 65 acudir a la policía para
entregar algunos elementos de convicción que terminarían incriminándolo. Entre las cosas
que llevaron figuraban una carta y un neceser; en la carta Decia le confesaba a su tío Oswaldo
que temía ser asesinada por su esposo, el motivo estaba en el neceser: unas fotos y un lote de
correspondencia amorosa entre el capitán y una compañera de trabajo llamada Olga Guerrero.
En la misiva dirigida a su tío, Decia denuncia que ante los reclamos que le hacía por la
relación con Olga, el capitán amenazó con asesinarla.
Con estos elementos, las pruebas de planimetría, las declaraciones de más de quince testigos
y las imprecisiones de Roberto Rivero Pérez en sus declaraciones los policías sustanciaron el
expediente que sirvió de base para que el juez tercero de primera instancia en lo Penal del
estado Miranda dictara auto de detención al oficial de la aviación.
La misteriosa declaración del cura
Un elemento clave en la trama que desarrolla Mármol León a partir de los hechos reales es la
declaración dada por el capellán del Hospital Clínico Universitario, que en la novela ostenta
el nombre de Padre Casieri. Esta declaración resulta incriminatoria para el oficial de aviación,
pues en ella el sacerdote revela al comisario Martínez León que luego de la muerte de Decia
en la emergencia del Clínico, el viudo se acercó a él muy compungido y dando muestras de
arrepentimiento. Solo con verle le dijo:
- Padre, maté a mi esposa. Ella me atormentaba con sus celos por eso le disparé.
La intromisión militar
Desde la misma mañana que ocurren los hechos, la superioridad cierra filas en torno al
aviador, es acompañado a declarar en la PTJ, y se obstaculiza la actividad de los reporteros,
no dejándoles sacar fotografías. Antes de que Roberto Rivero se presentara a declarar, el
propio Comandante General de la Aviación, General de Brigada Francisco Miliani acude a
una reunión con el director de la PTJ, aunque no se puede hablar de intromisión directa, la
labor de los militares se vio coronada cuando logran a través del abogado defensor del
capitán la revocatoria del auto de detención y el pase del expediente a un tribunal que le fuera
más proclive.
Aunque en 1965, las fuerzas insurrecciónales habían sido derrotadas militarmente, aún
persistía cierto ambiente de desestabilización y si bien el partido comunista y el MIR habían
arriado las banderas de la lucha armada; del seno de ambos partidos surgieron escisiones que
tenían como objetivo mantener la rebelión. Este (aparte de la aberrante solidaridad
automática institucional) pudo haber sido el motivo por el que se defendió a capa y espada la
supuesta inocencia de Roberto Rivero Pérez. Se trataba de mantener en filas a uno de los
mejores y más capaces oficiales que tenía la aviación formado en las academias de Estados
Unidos; y que tenía como valor agregado la coincidencia ideológica con el partido de
gobierno. En un momento como aquel era difícil prescindir de una ficha valiosa para el
combate.
Muy poco se sabe del destino de este oficial después de su liberación, son datos muy sueltos
que no nos permiten reconstruir qué pasó con él. La hermética vida militar y los sucesos en
los que se vio envuelto lo convirtieron en polvo de estrellas.
Ensayo 4 Crímenes 4 Poderes (segunda parte)
La estatuilla fue enviada por el asesino el día viernes 3 de diciembre de 1965, utilizando el
servicio de encomiendas de la compañía Avensa. En la guía, el remitente quedó registrado
como José Antonio Colmenares; esta persona existía realmente, su nombre fue usurpado para
hacer el envío, al ser investigado por la PTJ quedó finalmente descartado.
Martín Antonio Rangel entrega el paquete a Hilda a eso de las diez de la noche y sale al
estacionamiento con la excusa de buscar la guía de envío. Es en ese momento cuando ocurre
la explosión que termina con la vida de la joven.
La ficción
La primera escena de la novela es una sesión en la cámara baja que le sirve al autor para
presentar al personaje principal y establecer ante los lectores su perfil psicológico y su
historial. Este capitulo de 4 Crímenes 4 Poderes tiene al igual que los otros tres un desarrollo
secuencial pero la acción se resuelve con rapidez al estar montada en dos planos que se
vinculan de manera directa: la muerte de la esposa del diputado, a la que por cierto da el
mismo nombre de la persona real y la búsqueda y captura de un grupo de jovencitos
vinculados al accionar subversivo.
Mármol León juega con los tiempos históricos al introducir hechos y personajes que en
realidad pertenecieron a épocas distintas a la de la acción que se narra – recurso
perfectamente válido, pues se trata de una novela -, está por ejemplo el hecho de que en la
vida real, el comentario clave sobre el contenido del paquete no lo hace a la empleada del
Congreso sino a un grupos de diputados en uno de los pasillos del Palacio Federal
Legislativo, al final un parlamentario comunista le dice irónicamente que el regalo debe ser
lógicamente para Hilda pues “Tú, Rosales no crees ni en tu partido”; recordemos que para ese
momento todos los diputados y senadores del PCV estaban presos en el cuartel San Carlos.
El autor introduce un personaje – el chofer del diputado – de nombre Ramón Sarmiento quien
da al comisario León las primeras razones para sospechar en firme del viudo al narrarle el
trato despótico que éste le daba a la malograda esposa y la afición del político por tener
amantes. En el plano real los esposos Rangel – Hernández no tenían chofer; el propio
diputado manejaba el Oldsmobile que les servía de transporte. El diputado Pedro Rosales
termina despidiendo al chofer unos días después del asesinato de la esposa. En la novela los
hechos se van desencadenando con velocidad al punto de que el comisario León enfrenta al
diputado Pedro Rosales casi de inmediato lo que le vale una regañina por parte de sus
superiores.
La realidad
El viernes 4 de marzo de 1966 El Nacional publica una extensa entrevista al diputado Martín
Antonio Rangel firmada por el periodista Germán Carías en la que el político afirma que la
muerte de su esposa fue planificada con el objetivo de provocar un golpe de estado dando así
un rubicón a la tesis del atentado terrorista defendida por el gobierno.
El atentando se atribuye primero a las facciones de izquierda alzadas en armas, se dice que el
objetivo era hacer estallar aquella carga en el hemiciclo de la cámara de diputados. A medida
que pasa el tiempo van surgiendo nuevas hipótesis, se baraja la posibilidad de que se tratara
de una venganza personal dirigida contra el diputado por Acción Democrática (AD) Martín
Antonio Rangel. Éste, que había sido gobernador del Delta Amacuro tenía en la zona algunos
enemigos. El más conspicuo de ellos, un ex militante de AD, llamado José Ramón Zacarías
fue detenido al seguirse esta línea de investigación y posteriormente fue descartado; aquí
como en el caso del capitán Roberto Rivero Pérez, fueron surgiendo de manera casi
inmediata elementos que le daban un peligroso vuelco a la investigación.
En este proceso lo que llamaba la atención de los investigadores sobre el diputado era la
tranquilidad pasmosa que exhibió ante la terrible muerte de su esposa, las contradicciones
entre las declaraciones del diputado y los principales testigos, el notable deterioro de las
relaciones con su esposa y el hecho de que el diputado llevara el paquete mortal a su casa en
la maleta del carro y no en la guantera.
Tanto la defensa como los compañeros de su partido, acusaban a la guerrilla y esgrimían que
el explosivo fue elaborado y montado en la fábrica de armas que los subversivos tenían en el
cerro de El Garabato y que había sido allanada y desmantelada el 29 de octubre de ese mismo
año. Sobre esto hubo una primera declaración del Ministro de la Defensa General Ramón
Florencio Gómez negando de plano que la bomba hubiese sido fabricada en ese sitio, para
esto se basó en el análisis de los componentes químicos de la bomba que hicieran los
expertos en explosivos del ejercito. Años después cuando el diputado estaba a punto de salir
en libertad, su compañero de partido, el Dr. Gonzalo Barrios, quien había sido Ministro de
Relaciones Interiores cuando ocurrió el asesinato, aseguró que en el allanamiento hecho a la
fábrica clandestina de armas se encontraron imágenes religiosas en yeso similares a la usada
para albergar la bomba; esta afirmación como podrán imaginar ustedes no contó con ningún
tipo de prueba material que la respaldara, fue solo el acostumbrado uso de los medios para
establecer una verdad.
En la referida entrevista con Germán Carías, el parlamentario Martín Antonio Rangel niega
de plano que fuese experto en explosivos.
En los primeros días de la investigación, la PTJ trabaja sobre una pista muy vaga
proporcionada por el señor Efraín Salazar, quien fue la persona que recibió el paquete, (en la
novela lo recibe una señora de nervios muy frágiles). Según Efraín Salazar, el paquete fue
llevado por un hombre al que parecía faltarle el brazo derecho, en base a esto se detiene al
mayor del ejército Arnaldo Montilla quien casualmente era cliente del servicio de
encomiendas, le faltaba el brazo derecho y era experto en explosivos. Para colmo de males
las características del retrato hablado hecho en base a lo descrito por Salazar coincidían casi
en un ciento por ciento con las del militar. Éste fue detenido por averiguaciones pero tuvo
que ser descartado pues se descubrieron muchas inconsistencias, la policía judicial lo pasó al
Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (SIFA) que luego de completar los
necesarios trámites burocráticos lo puso en libertad.