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MÉTODOS DE EVALUACIÓN
Introducción
Antecedentes Literarios
Por ultimo, en el final del siglo XIX, como consecuencia de la necesidad evidente de
que las Ciencias Sociales (específicamente la Psicología) impartiesen sus contribuíos a la
actividad judicial, surge en ese momento una orientación más criminológica reflejando eso
mismo la obra “Psicología Criminal” de Gross en el año de 1898 (Hess & Weiner, 1999).
La palabra “foro” fluye de la raíz latina “Forum” que significa el lugar público adonde
se ejerce la justicia, o sea, los Tribunales (Curran et al., 1986). El origen etimológico de la
palabra “forense” proviene del latín “forensis” - Foro del Tribunal Imperial de Roma – y el
mismo concepto se entiende en la actualidad como siendo todo el profesional experto que
interviene en el área de justicia (Soria, 2002).
Según Urra (2002), la Psicología Forense se define por ser la ciencia que desarrolla
la aplicación de todas las ramas de la Psicología ante los asuntos legales cooperando siempre
con la Administración de Justicia. Su lugar de actuación es en el foro (tribunal) colaborando con
el ejercicio del Derecho.
Por otro lado el psicólogo forense es el experto que debe dar respuestas a una serie
de cuestiones específicas planteadas por los juristas. Para tal, realiza una evaluación
especializada sobre los aspectos psicológicos pertinentes correspondientes al sujeto objeto de
pericia, siempre a través de una metodología científica (Urra, 2002).
El perito debe limitarse a “guiar” los profesionales del Derecho debiendo respectar el
área de intervención de estos que por definición es distinta de la suya (Bull & Carson, 1995). El
examen pericial es un procedimiento de evaluación y no de intervención (terapéutica) por parte
del psicólogo forense.
Por su vez, la Evaluación Forense debe manejarse bajo los requisitos legales y
éticos, limitándose la exploración a los aspectos que son pertinentes para dar respuesta a lo
que está subyacente à la condición mental, cognitiva y a la historia de vida del sujeto evaluado
(Curran et al., 1986; Specialty Guidelines for Forensic Psychologists. Committee on Ethical
Guidelines for Forensic Psychologists, 1991).
Informe Pericial
En relación al contenido del informe pericial este debe estar de acuerdo con las legis
artis de las personas que, por sus competencias profesionales y experiencia práctica, las
poseen para trabajar como expertos forenses y desarrollar todo un proceso evaluativo (Otto &
Heilbrun, 2002). El informe psicológico-forense expresa una opinión científica siendo un
elemento en el proceso judicial discutible y susceptible de una valoración subsiguiente.
Discusión
A través del tiempo, debido a la creciente necesidad por parte de los jueces,
abogados y médicos en accedieren a un tipo de información que solo proviene de las peritajes
psicológico – forenses, hace con que en la actualidad sean cada vez más necesarios
profesionales especializados en esa materia jurídica. Como consecuencia, el psicólogo que
ejerce su profesión como perito forense se ve obligado desde el punto de vista ético,
profesional y moral, a ser muy prudente en su intervención, debido al facto de trabajar con
temas que en otro contexto fácilmente pueden generar etiquetas discriminatorias para los
sujetos que están involucrados en las distintas demandas judiciales.
Referencias
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A.
LA ENTREVISTA FORENSE DE INVESTIGACI. REVISIÓN
TEÓRICA.
Mª Jesús Rodríguez1
Dolores Seijo2
Mercedes Novo1
Universidade de Santiago de Compostela1
Universidad de Granada
Introducción
Este trabajo pretende llevar a cabo una revisión teórica sobre la entrevista forense de
investigación. Antes de adentrarnos en ella, nos parece de interés abordar las diferencias
existentes entre entrevista clínica y entrevista forense, con el fin de clarificar aquellos aspectos
que, en ocasiones, suelen confundirse entre ellas.
En esta sentido, Steller, Raskin y Esplin (1989) y Raskin y Esplin (1991), señalan que
el clínico no pretende buscar la verdad en lo que le relata el paciente, así, no emplea métodos
para contrastar la fiabilidad de aquello que le manifiesta, presuponiendo sinceridad en el
cliente, del mismo modo puede utilizar técnicas que requieren de una interpretación subjetiva
para conocer la información que aporta el paciente, por lo tanto, no persigue una "verdad legal".
Por contraste, la entrevista forense está caracterizada por una neutralidad escéptica
por parte del entrevistador, las técnicas que éste emplea se encuentran asentadas en el
conocimiento sobre cómo funciona la memoria y el lenguaje humano, igualmente tiene en
cuenta la posible influencia que pueda ejercer el entrevistador y recoge una serie de datos que
apenas requieren interpretaciones por parte del técnico.
Los menores como testigos presentan características diferentes a los adultos, por lo que
es necesario plantear para ellos una entrevista que tenga en cuenta sus especiales condiciones
psicológicas, físicas y el estadio evolutivo de desarrollo. Con esta finalidad, Bull (1992) publica un
protocolo de buenas prácticas dirigido a los diversos técnicos de la justicia, el cual está basado en
sus propias investigaciones, así como en la consulta a diversos profesionales. Este protocolo se
refiere al tratamiento y modo de proceder en las entrevistas a menores que son supuestas
víctimas de abuso sexual. Entre las instrucciones que se destacan de este compendio es
necesario reseñar que la entrevista ha de ser, en todo momento, grabada para posteriormente
poder analizar detalladamente cada uno de los vídeos que contienen la declaración del menor
señalando, además, que estas grabaciones han de conservarse. Esta forma de proceder evita la
presencia del menor en la vista oral. De hecho, la Criminal Justice Act de 1991, en el Reino Unido,
señala que el vídeo con la entrevista completa del menor puede remplazar a la declaración del
niño en la sala de justicia.
1) Preguntas abiertas.
Es necesario recordarle al menor que puede responder “no lo sé” o “no lo recuerdo”.
El entrevistador ha de emplear un vocabulario sencillo y adaptado a las
características evolutivas del menor (que son conocidas tras la fase de
compenetración inicial), formulando sólo una pregunta cada vez y sin utilizar una
gramática compleja o confusa (i.e., dos negaciones en una misma frase). Es
importante no repetir preguntas, pues el menor puede inferir que la anterior respuesta
era inadecuada y cambiarla, ni interrumpir al menor mientras habla.
3) Preguntas cerradas
Las preguntas de tipo cerrado sólo se emplearán en el caso de que las preguntas no
inductivas, planteadas previamente, hayan resultado improductivas. Este tipo de
cuestiones ofrecen un número limitado de alternativas de respuesta al menor, que
debe elegir una de ellas o responder que no lo sabe. Las preguntas de tipo sí/no
deben ser evitadas en la medida de lo posible, pues son demasiado limitantes, por lo
que resulta más efectivo plantear cuestiones con más de dos posibilidades de
respuesta.
4) Preguntas inductivas.
La Entrevista Cognitiva:
Muchos entrevistados tienden a creer que la policía cuenta con mucha información
acerca del suceso y, por ello, no ofrecen determinados detalles que para ellos no tienen
relevancia, dando por supuesto un conocimiento del entrevistador acerca del suceso del que,
en realidad, carece. También es frecuente que crean que saben cuál es la información más
relevante para la investigación y, por lo tanto, ciñan su discurso exclusivamente a ella.
Geiselman y Callot (1990) encuentran que los sujetos que relataban el suceso en
orden progresivo (del principio al final) y en orden inverso (del fin al principio), recordaban más
información correcta que aquellos que relataban el suceso dos veces en orden progresivo. Esa
información adicional es relativa a "información de acción", que sirve para distinguir el suceso
que realmente ocurrió de otros semejantes, diferenciándolo claramente de los esquemas o
guiones porque se refiere a cosas que iban sucediendo, o lo que la gente iba haciendo,
mientras que los guiones describen acciones tipificadas, siempre iguales o muy similares.
4º) La mayoría de las personas, al relatar un suceso ocurrido lo hace desde su propia
perspectiva. La entrevista cognitiva pretende que el entrevistado relate el suceso desde otras
perspectivas diferentes a la suya.
El estudio que llevan a cabo Anderson y Pichert (1978) concluyó que los sujetos
recordaban mucha más información y mayor cantidad de detalles cuando, los mismos, además
de relatar la historia desde su visión, lo hacían bajo la asunción de otro rol diferente al suyo.
Los participantes afirmaban que recordaban muchos más detalles desde otras perspectivas
distintas porque esa otra visión les estimulaba la memoria o les daba un pequeño impulso de
cara al recuerdo (Milne y Bull, 1999).
A la hora de recordar nombres, por ejemplo, algo que resulta muy complicado para la
mayoría de las personas, el entrevistador debe instar al sujeto a pensar sobre la frecuencia de
dicho nombre (común o inusual), la longitud, o su primera letra. Gruneberg y Monks (1976) han
encontrado un alto porcentaje de éxito del recuerdo utlizando esta técnica.
Step-Wise Interview
N.I.C.H.D. Protocol:
Este otro protocolo de entrevista con menores, desarrollado por el Instituto Nacional
de Salud Infantil y Desarrollo Humano (N.I.C.H.D.) es similar en diversos aspectos a la CI.,
Entrevista Estructurada. y a la Step-Wise Interview. Este protocolo, al igual que la CI., está
diseñado para que los niños practiquen relatando detalles de hechos experimentados antes de
que los entrevistadores les pregunten por aquello que investigan. Los interrogadores deben
instar a los niños a decir la verdad y a responder “no lo sé” cuando lo crean conveniente.
Versiones experimentales del NICHD. incluyen técnicas de reinstauración del contexto
inspiradas por los desarrollos de la CI. Este protocolo incluye la siguiente secuencia de fases:
El protocolo NICHD. ofrece información que debe ser tomada con extrema cautela,
pues presenta un formato de formulación de preguntas demasiado específico y concreto,
teniendo en cuenta las diferencias individuales tan importantes que se dan, especialmente, a
esas edades tempranas en las que el desarrollo evolutivo aun está en ciernes. Resulta
verdaderamente muy complejo plantear un guión rígido de cuestiones que realizar al menor al
tomarle declaración del suceso, cuando aun no se sabe a ciencia cierta lo que el niño recuerda
como extraído de su memoria (lo que ha vivido física y realmente); la información que le ha
venido impuesta por terceros (i.e., padres, maestros, policía, o trabajadores sociales); el
contacto que ha mantenido con otros entrevistadores (p.e., policías, médicos, o trabajadores
sociales); o la capacidad de recuerdo, atención, lenguaje, o abstracción con que cuenta a su
edad.
En el ámbito nacional sobre este tópico, destaca la aportación de Arce, Novo y Alfaro
(2000) y Arce y Fariña (en prensa) quienes han elaborado unas pautas y protocolos de
actuación en estos casos, a raíz de la escasa investigación acerca de este tópico y de cara a
dar respuesta a las demandas formuladas desde las Salas de Justicia. Según los autores, es
necesario determinar la capacidad del entrevistado como testigo previamente a proceder a
evaluar el testimonio de la persona supuestamente discapacitada. De hecho, la LECrim. (art.
410) establece que toda persona que viva en el territorio español, nacional o extranjero, está
obligada a concurrir al llamamiento judicial para declarar. Sin embargo, la ley fija una serie de
exenciones a la obligación de declarar entre los que se incluyen los incapacitados física o
moralmente (ver art. 417 párr. 3º). Arce y otros (2000) proponen el siguiente método de
obtención del testimonio en discapacitados:
Arce y otros (2000), así como Arce y Fariña (en prensa) postulan que tras la evaluación
global deberá realizarse una evaluación de la adecuación del testimonio, concretando cuáles son
las áreas accesibles, la deficitarias y los modos de obtención del testimonio; y bajo qué
condiciones se podría obtener un testimonio fiable. Así, por ejemplo, en una persona con anomia y
praxis orofonatoria se pueden evidenciar dificultades para la identificación de comportamientos de
modo verbal, así como el intercambio de palabras de forma inadecuada, lo cual no indicaría que
este individuo carezca de fiabilidad en el testimonio aportado. En la tarea “memoria verbal de
textos”, también resulta frecuente encontrar testigos que presentan anomalías con claras
implicaciones para la obtención de la declaración. En concreto, es posible que no sean capaces de
recuperar directamente el evento, pero sí responder a un interrogatorio sobre el mismo, esto es,
carecen de memoria episódica pero no así de memoria sobre los mismos eventos si es guiada por
preguntas. En consecuencia, pueden ser testigos fiables al poder responder perfectamente a un
interrogatorio y carecer de capacidad para crear un testimonio falso congruente (al tener dañada la
memoria episódica). En el más adverso de los casos, es decir, cuando la deficiencia es severa, los
sujetos pueden aportar igualmente información ya que las personas con daño neurológico,
siempre que tengan la capacidad de la visión intacta, pueden almacenar y recuperar
información visual (p.e., Winograd, Smith y Simon, 1982; Freed y cols., 1989; Hart y O’Shanick,
1993). De este modo, sólo sería necesaria la reinstauración del contexto para la recuperación
de información. El entrevistador ha de mostrarse paciente para evitar interrumpirlos en medio
de la búsqueda, pues muchos de ellos padecen de enlentecimiento, por lo que el proceso
puede ser lento. En resumen, utilizando este proceder con esta población especial no es
posible una mentira efectiva, por lo que lo transcendente es buscar un sistema de
comunicación que vendrá definido por el análisis neurológico, siendo el más accesible la
representación de los hechos.
Referencias
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