Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sus características
Sus acciones
Su reconocimiento
https://llamadademedianoche.org/mensages/el-sentir-de-un-siervo-(filipenses-225-30).html
El sentir de un siervo
Los últimos seis versículos de Filipenses 2 pertenecen a un
capítulo que muy bien podríamos titular como el “capítulo del
sentir”. Pablo escribe como introducción: “Completad mi gozo,
sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo
una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria;
antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como
superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio,
sino cada cual también por lo de los otros” (Fil. 2:2-4). Luego nos
da cuatro ejemplos de este sentir: en los versículos 5 al 11, Pablo
nos muestra el ejemplo mayor en la humillación voluntaria y
entrega total del Señor Jesucristo. Luego vemos en los versículos
17 al 18 el sentir del propio apóstol; y en los versículos 19 a 24, se
nos describe el sentir de Timoteo: “Pues a nadie más tengo del
mismo sentir mío y que esté sinceramente interesado en vuestro
bienestar” (Fil. 2:20).
Luego continúa: “Así que le envío con mayor solicitud, para que al
verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos tristeza” (v. 28).
Pablo podría haber dicho: “Vamos, Epafrodito, no te hagas el
hipersensible. Respeto tus sentimientos por los filipenses, pero no
exageres. Yo soy prisionero aquí, sufro en la cárcel y necesito tu
servicio”. ¡Pero no lo hizo! A pesar de sus propias tristezas, Pablo
nunca olvidaba las preocupaciones y los sufrimientos de los
demás. Y quizás fue justamente esta abnegada actitud del corazón
de Pablo la que le sirvió de ejemplo a Epafrodito y le hizo actuar de
la misma manera.
Epafrodito no había fracasado ni se había hecho inútil en el
servicio. Pablo no quería dejar ninguna sombra de duda con
respecto a su inesperado regreso. Nadie es un fracasado porque
suspende su ministerio por razones de salud o porque se ha
gastado en el servicio para Jesús. Dios conoce nuestras
motivaciones y todos nuestros hechos, y esto vale también para
todo lo que hacemos con desinterés y sin que nadie lo vea:
“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de
amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a
los santos y sirviéndoles aún” (He. 6:10).