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VIDA FRATERNA EN EL AMOR

JN 15,12-13

“Mi mandamiento es este: que se amen unos a otros como yo los he amado a ustedes”. El amor más grande que uno
puede tener es dar su vida por sus amigos”.

El fruto por excelencia, así como el mandamiento más importante, es el amor fraterno. Este amor tiene que ser como el de Jesús,
más exactamente, el mismo amor de Jesús; amar con su amor.

El amor llevó a Cristo a la entrega de sí mismo hasta el sacrificio supremo de la Cruz. De modo parecido, entre sus discípulos no hay
unidad verdadera sin este amor recíproco incondicional, que exige disponibilidad para el servicio sin reservas, prontitud para acoger
al otro tal como es sin “juzgarlo”. Es importante saber comprender y perdonar los defectos y los errores de los demás. Esta
comprensión se da cuando hay humildad, pensando que también uno tiene defectos, errores y también caridad, que es amor sincero
hacia los necesitados. En este caso es el hermano de la comunidad al que Dios ha puesto a tu lado para que lo ayudes y él te ayude a
ti.

La vida fraterna no se puede entender sin el dinamismo del amor.

La vida fraterna, entendida como vida compartida en el amor, es un signo elocuente de la comunión

En la vida comunitaria, la energía del Espíritu que hay en uno pasa contemporáneamente a todos. Aquí no solo se disfruta del propio
don, sino que se multiplica al hacer a los otros partícipes de él, y se goza del fruto de los dones del otro como si fuera del propio. (VC
42)

Sin duda la comunidad religiosa ofrece muchas ventajas a favor de los consagrados, y de las personas a las que Dios manda a servir.

La ausencia de Jesús es el derrumbe de la comunidad.

Vivir en la comunidad sin amor y sin humildad es aislarse en la soledad: este egoísmo priva del consuelo que da la comunidad rica de
la presencia del Señor.

San Pablo parece que entiende muy bien esto y lo quiere compartir con la iglesia de Éfeso, que al parecer estaba pasando por una
situación no muy buena, fraternalmente: Ef 4, 1-2

Cuando el cristiano dice te amo: se está entregando. Porque el modelo de amor es Cristo.

Par que haya una relación se necesita un TÚ y un YO, y en medio tiene que haber un NOSOTROS.

El amor tiene que ser relación.

Dios crea al hombre por amor, porque sale de sí mismo para amar, y sale creando a la humanidad. Dios crea a imagen y semejanza
de Dios y estrictamente se parece en la capacidad relacional amando.

El hombre ama en la medida que es, saliendo de sí mismo. Entregándose totalmente, integralmente (afectos, emociones…).

Entonces, para amar fraternalmente, se necesita salir de sí mismo, como Cristo, que se entregó así mismo en la Cruz…y de esa
manera podremos decir que amamos, en la medida en que nos relacionamos con el otro…la vida fraterna es alteridad, es pensar en
el otro, es darse al otro…

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