RESULTADO DE PRACTICAR LA PALABRA DE DIOS El hijo de Dios:
Santiago 1:22-25 a. PRACTICA LO QUE OYE (vs. 22a)
22 
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a
vosotros mismos.
23 
Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es
semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
24 
Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
25 
Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera
en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace.
INTRODUCCIÓN:
Vimos la semana pasada que debemos tener una buena actitud frente a la
exposición de la palabra de Dios: oírla – obedecerla, ser tardos para hablar y
tardos para airarnos. Como decía Santiago, no solo es oírla por oír, sino que
debemos obedecer la Palabra poniendo en práctica lo que hemos aprendido de
ella.
¿Cuántos de ustedes son oyentes de la verdad? ¿Cuántos la entienden? ¿Cuántos
la cumplen?
Una de las cosas que tenemos que darnos cuenta que debemos hacer, para poner
en práctica la Palabra de Dios es… LEERLA PRIMERO!!!!
No podemos poner en práctica algo que no sabemos ni entendemos. Nuestro
primer desafío es leer la palabra, estudiarla y aprenderla. Es por eso que cada
semana publicamos el Plan de lectura de la Biblia y también publicamos un
versículo para aprender de memoria. ¿Lo estás haciendo?
Santiago nos desafía en estos versículos a ser no solo oidores, sino también a
ser hacedores, es decir, vivir según la Palabra de Dios.
Veamos en estos versículos tres resultados de practicar la Palabra de Dios:
I. VIVIMOS COMO HIJOS DE DIOS (vs. 22)
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos
a vosotros mismos”
Santiago no usó aquí el verbo griego corriente para el verbo "ser", que es
"eimi"; sino que utiliza la palabra "gínomai", que literalmente significa
"llegar a ser", "cobrar existencia". El imperativo que tenemos aquí está
dirigido para el creyente, que ha nacido de nuevo espiritualmente.
“Pero sed hacedores de la palabra”
“Santiago nos presenta al que va a la reunión de la iglesia, y oye la
lectura y la exposición del Evangelio, y cree que con eso ya es cristiano.
Tiene los ojos cerrados al hecho de que lo que se lee y se oye en la
iglesia tiene que vivirse. Lo realmente importante es trasladar a la
acción lo que hemos escuchado”. (Barclay)
La intención de la Palabra de Dios, es producir una acción, una
actuación productiva. Es nuestro deber, bien sencillo. Dios nos ha dado
su palabra para instruirnos, en primer lugar, sobre qué debemos creer
para ser salvos. Pero también nos ha dado su palabra para enseñarnos
cómo vivir la vida cristiana luego de ser salvos.
Hay muchos libros que hoy puedes leer para recibir información,
conocimiento. Tú puedes leer la historia, leer literatura, leer de ciencia,
pero ninguna te pedirá que hagas nada; no hay declaraciones ni
explicaciones, ninguna de éstas te presentará alguna clase de demanda
para tu vida. En cambio, la Palabra de Dios es diferente, es un
mandamiento. Es un llamado a la acción. Y ésa es probablemente la
razón por la cual no es tan popular como otros libros. Demanda acción
al decir “Sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores”.
Requiere atención y demanda acción.
Muchachos, la vida cristiana es una vida para ser vivida. Y todo lo que
se enseña y todo lo que procuramos aprender es con la intención de
ponerlo en práctica. Dios nos ha dado su palabra, no para llenar
nuestras mentes de información, sino para iluminar nuestras mentes con
la verdad para poder vivir la verdad.
Sacar tiempo sábado tras sábado y domingo tras domingo(al menos los
que vienen al culto) para escuchar la palabra, sacar tiempo para leer y
estudiar la Biblia cada día, es solo la mitad del camino. 
Jesús mismo lo enseñó una y otra vez no solo como la manera correcta
de vivir la vida cristiana sino como la marca que distingue al creyente
que le ama de verdad.
Mateo 7:21, 24 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en
 los cielos. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le
compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.”
Tan fundamental es esto que Jesús nos dice que su familia se
caracteriza por la obediencia a sus mandamientos. Lucas 8:21 “Mi
madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la
hacen.”  “En la época del Nuevo Testamento, se hacían los espejos típicamente de
Y Pablo hablándoles a los romanos les dice lo mismo en Romanos
2:13 “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los
hacedores de la ley serán justificados.”
b. NO SE ENGAÑA A SI MISMO (vs. 22b)
“y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”
La palabra engañarnos en el griego, en este pasaje significa: razonar
falsamente o incorrectamente. ¿Qué quiere decir entonces? Santiago
nos quiere decir: “no estás pensando correctamente, te estás engañando
a ti mismo si crees que agradas a Dios con ser solo un oidor de la
palabra y no un hacedor de la palabra. Si haces eso vives engañado. No
has aprendido bien el cristianismo. Vives en ignorancia.
Si eres solo un oidor y nunca un hacedor de la palabra demuestras que
no eres cristiano. Demuestras que no amas a Jesús. Vives engañado si
crees que eres cristiano.
Mira las palabras de Jesús. Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos,
y los guarda, ése es el que me ama”. Juan 14:23 “El que me ama, mi
palabra guardará”.
Y lo opuesto es cierto también. Juan 14:24“El que no me ama, no
guarda mis palabras”. 1 Juan 2:4 “El que dice: Yo le conozco, y no
guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en
él”.
¿Estas practicando lo que has oído y aun lo que se predica o reconoces que
vives engañándote a ti mismo?
II. SOMOS CONSCIENTES DE NUESTRA REALIDAD (vs. 23-24)
23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es
semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.”
Todos queremos saber exactamente cómo estamos, para saber entonces
cómo peinarnos o arreglarnos (sí, sabemos que algunos necesitamos más
arreglos que otros). 
Obviamente debemos saber que los espejos de entonces no eran como los
de ahora. John MacArthur hace el siguiente comentario al respecto:
latón o bronce muy bruñidos… Por consiguiente, aquellos primeros
espejos dieron un reflejo oscuro y distorsionado de la persona que los
usaba. Pero cambiando de posición el espejo cuidadosamente y buscando
la mejor iluminación, con el tiempo una persona podía ver una imagen
bastante correcta de su rostro, y esa es la idea que Santiago tiene en
mente. Mediante una observación cuidadosa y paciente… con el tiempo
podía descubrir cómo lucía realmente en la actualidad” (John MacArthur,
Santiago, p. 94).
Santiago compara la Palabra de Dios con un espejo. Es una herramienta
provista por Dios que nos ayuda a conocer quiénes somos y cómo estamos.
Pero no nos muestra meramente una imagen externa; nos deja ver cómo
somos interiormente. Es un espejo perfecto. Es la imagen más nítida.
El problema no está en el espejo; el problema está nosotros. El reflejo que
vemos de nosotros en las Escrituras es absolutamente fiel. No todos, sin
embargo, actúan consecuentemente con la imagen que observan. 
La Biblia es el espejo más honesto que podemos utilizar. Podemos ver lo
que somos con absoluta precisión. Lo crucial es lo que hacemos con esa
información. Lo que uno ve en el espejo debe llevarnos a hacer algo. En
unos casos será eliminar un sucio del rostro, en otro peinarse, y aun en
otros el afeitarse. No es de sabios mirarse al espejo para no hacer nada. Así
ve Santiago al que se expone a la Palabra y no hace nada al respecto. La
Biblia fue escrita para que hagamos algo con lo que leemos en ella.
Observa que el contraste no es entre uno que se mira en un espejo y otro
que no, sino entre dos que se miran, uno que hace algo al respecto y otro
que no hace nada.
Trata de recordar la imagen del espejo cada vez que estés leyendo o
escuchando las Escrituras. El resultado de escuchar la voz de Dios en la
Palabra puede ser la confesión de un pecado, la determinación de llevar a
cabo una acción o pasar más tiempo con tu familia. Un sermón puede
producir alabanza, esfuerzos evangelísticos y abandono de pecados. El
 punto es que no debemos ser meros oidores de la Palabra, sino antes bien
hacedores de la misma.  Es una persona que además de prestar atención y no dormirse en los
III. TENDREMOS LA BENDICION DE DIOS (vs. 25)
“25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y
persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste
será bienaventurado en lo que hace.
a. MIRA (vs. 25a)
“Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad”
La palabra mirar atentamente significa: “doblarse para mirar algo más
de cerca”. En aquellos días, el espejo se colocaba en el suelo, y uno
tenía que inclinarse para verse en él. Y esto indica que uno necesita una
mente humilde. Entonces, acércate a mirar de cerca el significado de la
palabra de Dios.
Hay que sacar tiempo para poder memorizarla. El llamado es a no ser
lectores casuales de la Biblia sino a ser verdaderos conocedores de la
palabra de Dios. Acércate a la Biblia no como una ley que viene a
esclavizarte sino todo lo contrario. La ley de Dios, la palabra de Dios
produce libertad.  El que cumple y vive continuamente conforme al Evangelio, vivirá feliz
El creyente es constante en oír la Palabra de Dios y obedecerla, esto
quiere decir, que si la Palabra de Dios le dice que debe orar, ora
intensamente; si le dice que debe congregarse con regularidad, lo hace;
si le dice que debe dar con alegría, lo hace constantemente. Y así, en
cada mandamiento y enseñanza que oye y recibe está atento.
b. PERSVERA (vs. 25b)
“y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra”
El significado en el griego para persevera es “estar cerca” “quedarse
permanentemente”. Entonces no te canses en ser hacedor de la palabra,
persevera en ello. No desmayes en estudiar la palabra y en obedecerla.
Sigue adelante.  pero en el fondo saben que no están siguiendo a su Señor. Dios nos llama hoy al
Esta persona no es esporádica. No es una persona de “vez en cuando”. 
cultos, decide perseverar en la Palabra. Esa persona que persevera, no
es como algunos llamados “cristianos”, que van un tiempo a la Iglesia y
luego pueden pasar uno o dos años sin congregarse; o de los que oran
un tiempo pero se cansan y abandonan sus propias peticiones; o de los
que sirven por un tiempo en algún ministerio o con sus ofrendas y luego
se cansan de hacerlo y encuentran otro lugar u otra cosa mejor en qué
invertir sus fuerzas.  Al contrario, la persona que persevera es una que
continúa mirando atentamente en el espejo de la Palabra de Dios para
servir mejor a otros.
c. SERÁS BENDECIDO (vs. 25c)
“éste será bienaventurado en lo que hace”.
El considerar la Palabra de Dios no de un modo olvidadizo, sino con el
propósito de cumplirla, llevará al creyente verdadero a un cambio
moral.
El Evangelio, comparado con la Ley antigua, es llamado la ley
perfecta, porque, al contrario de la Ley mosaica, conduce a la
perfección. Además, es llamado la ley de la libertad, porque nos libra
realmente de la esclavitud del pecado, de la muerte, y nos hace hijos de
Dios.
a causa de su buena conducta, porque está en paz con Dios y con su
prójimo. También, aquí tenemos un eco de la enseñanza de Cristo:
“Dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan” (Lucas 11:28)
CONCLUSIÓN
La obediencia y la práctica de la Palabra de Dios nos permiten vivir como hijos
de Dios, nos permite ser conscientes de nuestra realidad y nos permite disfrutar
de la bendición de Dios.
Debemos volvernos especialistas, artesanos en hacer y guardar la ley de Dios en
el corazón. Desafortunadamente hay muchos especialistas pero en olvidar la ley
de Dios. Algunos orarán o irán a la iglesia para calmar conciencia nada más,
arrepentimiento. A que cambiemos nuestra actitud. Que dejemos de ser
superficiales como los que se miran en un espejo para cambiar su apariencia
externa. En cambio, quiere que comencemos a vernos en el espejo de la Palabra
de Dios y aceptemos que estamos mal, que dejemos de jugar con Él y
obedezcamos. Hay un espejo perfecto, que no tiene fisuras ni es opaco, que nos
revela lo que somos y nos da la oportunidad de cambiar: es el espejo de la
Palabra de Dios, debemos volver nuestras miradas a él y permanecer
atentamente allí.