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2.

Valorización de las labores de cuidado en


la determinación del quantum de la pensión
de alimentos: ¿Una práctica en favor de la
igualdad?

JORGE SEPÚLVEDA VARELA*

INTRODUCCIÓN
La emergencia sanitaria ocasionada por el COVID-19 es un claro
ejemplo de la radical importancia de los cuidados para el sostenimien-
to material de la vida. En ese sentido, las estrategias de autocuidado,
de cuidado de otros y la disponibilidad de servicios de cuidado sa-
nitario respecto de las personas contagiadas, han resultado claves al
momento de enfrentar la pandemia e intentar aplacar, en parte, sus
trágicas consecuencias.
Pero a pesar de la existencia de largos periodos de cuarentena, du-
rante los cuales la población ha estado compelida a permanecer en el
hogar, la distribución de las tareas del diario vivir entre los miembros
del grupo familiar no ha resultado equitativa.
En ese sentido, las cifras muestran que, aun en cuarentena, las mu-
jeres siguen siendo quienes asumen la mayor cantidad de tareas en
el hogar, tanto aquellas referidas al mantenimiento de los espacios
comunes, como también al cuidado directo de otros, especialmente
respecto de personas menores de edad, en situación de discapacidad
o adultos mayores.1

1
*Abogado, Magister en Derecho de Familia(s) y en Derecho de la Infancia y de la
Adolescencia, Universidad de Chile. Profesor por hora en la Facultad de Derecho
de la Universidad Alberto Hurtado. Correo electrónico: jorgesepulvedavarela@
gmail.com
En el estudio “CUIDAR” de la Universidad Alberto Hurtado, realizado en el mes
de junio del 2020, se concluye que aun estando con teletrabajo, un 69% de las
mujeres ejerce diariamente labores de cuidado, llegando a un 73% en la jornada
en que niños, niñas y adolescentes asistían a un establecimiento educacional,
versus un 13% en el caso de hombres. Resultados de este estudio, disponibles
50 Jorge Sepúlveda Varela*

Ahora bien, cuando se trata del cuidado de niños, niñas y adoles-


centes, este análisis cobra características particulares: Desde el punto
de vista normativo, compete a ambos progenitores la responsabilidad
de velar porque sus hijos cuenten con condiciones adecuadas para
ejercer sus derechos, tales como el derecho a la educación, a la salud
o a la vivienda, en una etapa que resulta crucial para el desarrollo
integral de toda persona. Para la satisfacción de estos, se requerirá de
una importante inversión en términos económicos.
Cuando los progenitores viven separados, este aspecto general-
mente se materializa a través del pago de una pensión de alimentos,
con cargo a aquel padre o madre que no detenta el cuidado personal
de sus hijos.2
A este respecto, según datos del Poder Judicial entregados en el
año 2020, casi un 85% de las pensiones de alimentos decretadas se
encontraban impagas, afectando así a más de 72.000 niños, niñas y
adolescentes.3
Estas cifras muestran cómo una gran cantidad de progenitores que
no viven con sus hijos, se desentienden incluso de lo más mínimo para
su adecuada subsistencia. Además, dan cuenta de la ineficacia de los
mecanismos establecidos por la legislación para exigir el pago de las
pensiones ya decretadas.
Todo lo anterior, redunda en un tercer aspecto, consistente en una
sobrecarga4 de aquella persona responsable del cuidado, quien, en de-
finitiva, tendrá que asumir tanto las tareas propias del cuidado, como
también la satisfacción de los demás derechos en el ámbito cotidiano,
viendo impedida, además, su inserción en el mercado laboral.
Así las cosas, se puede presentar la siguiente paradoja: si debido a
la falta de recursos, una persona que se dedica al cuidado de sus hi-

en: https://www.uahurtado.cl/cuidar-resultados-del-estudio-sobre-el-cuidado-
en-casa-durante-la-pandemia/.
2
De acuerdo con las reglas establecidas en los artículos 321 y siguientes del Códi-
go Civil.
3
Estas cifras se encuentran recogidas en el Boletín 14656-07 de la Cámara de Di-
putados, disponible en: https://www.camara.cl/verDOC.aspx?prmID=64367&p
rmTipo=FICHAPARLAMENTARIA&prmFICHATIPO=DIP&prmLOCAL=0.
4
Situación que es calificada por BOCCARDO y MIRANDA (2020) como un
“agobio”.
2. Valorización de las labores de cuidado en la determinación del quantum 51

jos decide buscar un trabajo formal, en muchas ocasiones tendrá que


pagar a otra para que la reemplace en dicho rol. En consecuencia, se
mantendrá la situación de precariedad que la impulsó, en un primer
momento, a buscar un trabajo.
No es coincidencia, entonces, que en las familias monoparentales
de jefatura femenina, la incidencia de la pobreza sea significativamen-
te mayor que en otras configuraciones familiares.5
¿Qué rol compete al Estado frente a esta situación? ¿En qué medi-
da se trata solo de un problema entre particulares?
Siguiendo a Abramovich, y en lo que a derechos humanos se refie-
re, cuando se trata de grupos de la sociedad que históricamente han
enfrentado dificultades para el ejercicio de sus derechos, corresponde
al Estado implementar acciones destinadas a la remoción de los obs-
táculos existentes, estableciendo, por ejemplo, tratamientos diferen-
ciados a nivel normativo.6
En el caso específico de las mujeres, a partir de la ratificación de
distintos tratados internacionales sobre derechos humanos, en espe-
cial, desde la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación Contra la Mujer,7 distintos sectores de la sociedad
han abogado por el reconocimiento, valorización y redistribución de
las labores de cuidado, por cuanto se estima que la dedicación ex-
clusiva a estas labores dificulta el ejercicio de un conjunto de otros
derechos (como, por ejemplo, el derecho al trabajo), transformándose
en un obstáculo para el libre desarrollo de la personalidad.8 En el caso
de Chile, los esfuerzos realizados hasta ahora siguen siendo escasos.
En consecuencia, por medio de este artículo, se intentará determi-
nar si las actividades que componen el cuidado pueden ser incluidas
en el cálculo del monto de la pensión de alimentos. Lo anterior, en el
entendido de que si el cuidado de los hijos es asumido exclusivamente
por uno de los progenitores, se dificulta su inserción en el mercado
laboral formal, lo cual puede significar un deterioro tanto en sus con-

5
De acuerdo con cifras de la Encuesta CASEN 2017, citada en: SEPÚLVEDA
(2020) p.10.
6
ABRAMOVICH (2006) p.36.
7
Ratificada en Chile en el año 1989.
8
En ese sentido: COMUNIDAD MUJER (2019).
52 Jorge Sepúlveda Varela*

diciones materiales de vida, como también en la de sus hijos, por lo


cual, esta situación debiese ser compensada por el otro progenitor.
Para este objetivo, en primer lugar, se analizará el reconocimiento
y valorización de las labores de cuidado en función del principio de
igualdad y no discriminación. Posteriormente, se analizará el cuidado
en su conceptualización como derecho fundamental, y la provisión
de los mismos en cuanto labor productiva. En un tercer momento,
se examinarán los criterios que se tienen en cuenta en la determina-
ción de la cuantía del derecho de alimentos respecto de niños, niñas
y adolescentes. Finalmente, se hará una breve revisión de las normas
que regulan la compensación económica, por tratarse de un ejemplo
en que la legislación chilena reconoce ciertas actividades propias del
cuidado y establece reglas para su cuantificación.

I.-RECONOCIMIENTO Y VALORIZACIÓN DE LAS


LABORES DE CUIDADO EN FUNCIÓN DEL PRINCIPIO
DE IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN
En primer lugar, corresponde revisar brevemente la recepción del
principio de igualdad y no discriminación en la legislación chilena.
Para comenzar, se hará una necesaria distinción entre ‘igualdad for-
mal’ e ‘igualdad sustantiva’ para luego profundizar en el avance de
este principio en el ámbito del derecho de familia.

i.-El principio de igualdad y no discriminación. Igualdad for-


mal e igualdad sustantiva
El principio de igualdad y no discriminación se encuentra reco-
gido en una serie de tratados internacionales ratificados por Chile.9
Nuestra Constitución Política, por su parte, lo regula en términos

9
Para esta materia, resultan particularmente importantes la Convención sobre
la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979),
la Convención de Belém do Pará (1994), la Convención Sobre los Derechos del
Niño (1989), entre otras.
2. Valorización de las labores de cuidado en la determinación del quantum 53

de “Igualdad ante la ley” y prohibición de “establecer diferencias


arbitrarias”.10
Para comprender adecuadamente el contenido de esta garantía
constitucional, Coddou plantea que existen dos categorías de análisis,
o bien, dos “esferas”, como este las denomina. A saber: Igualdad for-
mal e igualdad sustantiva.11
El citado autor señala que, desde un punto de vista metodológico:
“si la igualdad formal favorece una aplicación descontextualizada de
las normas, la igualdad sustantiva trae a colación el contexto”.12 A
continuación, agrega: “Si la igualdad formal garantiza el trato iguali-
tario para aquellos que están en la misma situación, el estado de cosas
al que aspira la igualdad sustantiva es una condición en que el dere-
cho no transmita ni reproduzca las jerarquías o estatus y los sistemas
de opresión asociados a ellas, a través de su impacto vertical, es decir,
en la aplicación que el Estado hace de las leyes a sus ciudadanos”.13
De acuerdo con estas ideas, en pro de lograr una igualdad sustan-
tiva, el legislador podría establecer normas en favor de determinados
grupos, en circunstancias que, de no existir este tratamiento diferen-
ciado, no se encontrarían en igualdad de condiciones para ejercer sus
derechos, en relación con que los demás miembros de la sociedad.
Como ya se ha adelantado, en el caso de las mujeres, la Conven-
ción Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Contra la Mujer, llama a los Estados a adoptar medidas adecuadas
para impedir la discriminación por razones de matrimonio o mater-
nidad; en especial: “c) Alentar el suministro de los servicios sociales
de apoyo necesarios para permitir que los padres combinen las obli-
gaciones para con la familia con las responsabilidades del trabajo y la
participación en la vida pública, especialmente mediante el fomento
de la creación y desarrollo de una red de servicios destinados al cui-
dado de los niños;”.14

10
Artículo 19 n°2 de la Constitución Política de la República.
11
CODDOU (2021) p. 248.
12
Ídem.
13
Ídem.
14
Artículo 11.2 letra c) de dicha Convención.
54 Jorge Sepúlveda Varela*

Esta disposición parte desde el entendimiento que la mayoría de


las personas que ejercen labores de cuidado son mujeres, por lo que
la creación de servicios que permitan distribuir estas tareas o bien
la dictación de normas que fomenten la corresponsabilidad entre los
progenitores irá en su directo beneficio, en términos de igualdad sus-
tantiva.15

ii.-El principio de igualdad y no discriminación en el Derecho


de familia contemporáneo
A partir de numerosos cambios en la regulación de las relaciones
familiares, el principio de igualdad y no discriminación se ha transfor-
mado en un elemento central para comprender la evolución legislati-
va del derecho civil chileno.
Manifestaciones de este principio, se encuentran en la Ley
N°19.585 del año 1998, que eliminó las distintas categorías de hijos,
y en la Ley N° 19.620, que reconoce a las personas adoptadas el es-
tado civil de hijos.16
El principio de corresponsabilidad parental y los cambios en el ré-
gimen supletorio de cuidado personal (introducidos en el año 2013),17
son otras expresiones del avance del principio de igualdad en la legis-
lación familiar.
Finalmente, el principio de igualdad y no discriminación ha ins-
pirado al legislador en el reconocimiento y protección de distintas
configuraciones familiares, por ejemplo, por medio de la creación del
Acuerdo de Unión Civil en el año 2015, y más recientemente, permi-
tiendo el matrimonio entre personas del mismo sexo.18

15
COMUNIDAD MUJER (2019).
16
Artículo 1° de la citada ley.
17
Por medio de la Ley N° 20.680.
18
Ley N° 21.400 del año 2021.
2. Valorización de las labores de cuidado en la determinación del quantum 55

II. EL DERECHO HUMANO AL CUIDADO


En palabras simples, el cuidado ha sido definido como “la gestión
cotidiana del bienestar propio y ajeno”.19
En esta línea, Pautassi afirma que: “…el derecho al cuidado -tanto
considerando a la persona como receptor o como dador de cuidado-
integra el conjunto de los derechos universales de derechos humanos
consagrados en los diversos instrumentos internacionales, a pesar de
no estar explícitamente nominado como tal”; lo anterior, por cuanto
posibilita el ejercicio de un conjunto de otros derechos.20
De acuerdo con esta autora, son tres las facetas a través de las
cuales se expresa el derecho al cuidado: el derecho a ser cuidado, el
derecho a cuidar de otros y el derecho a cuidarse.21
Finalmente, Pautassi plantea que aunque el derecho al cuidado co-
rresponda a todas las personas, aquello no implica que el Estado no
pueda establecer normas en favor de determinados grupos, como lo
son adultos mayores, personas en situación de discapacidad o bien
niños, niñas y adolescentes, comúnmente agrupados bajo el concepto
de “personas en situación de dependencia”.22
En el caso específico del cuidado en la niñez, la Convención Sobre
los Derechos del Niño, entiende a la familia como “grupo fundamen-
tal de la sociedad y medio natural para el crecimiento y el bienestar de
todos sus miembros…”.23 En esta misma línea, reconoce a los proge-
nitores como responsables principales en la guía, orientación, crian-
za y desarrollo de sus hijos, estableciendo a su respecto obligaciones
comunes.24
Ahora bien, lo anterior no implica que la posición del Estado en
cuanto a la realización de los derechos de la niñez se reduzca a una
actitud pasiva y de mero reconocimiento del rol de los progenito-
res. Por el contrario, en su carácter de garante principal de los dere-
chos, le compete un deber de garantía, promoción y protección de los

19
DURÁN (2018), citada en SEPÚLVEDA (2020) p. 21.
20
PAUTASSI (2007), citada en SEPÚLVEDA (2020) p.21.
21
Ídem.
22
Ídem.
23
Convención Sobre los Derechos del Niño. Preámbulo.
24
Tal como se desprende de los artículos 5° y 18 de la citada Convención.
56 Jorge Sepúlveda Varela*

mismos,25 estando obligado a intervenir frente a situaciones de grave


amenaza o de vulneración.26
Como se puede apreciar, si bien en principio la provisión de los
cuidados en la niñez puede ser considerada como un asunto privado,
su caracterización en cuanto derecho humano acarrea consecuencias
tanto para los progenitores, como también para el resto la sociedad y
para el propio Estado.

III.-LA PROVISIÓN DE LOS CUIDADOS COMO UNA


LABOR PRODUCTIVA. CUIDADOS DIRECTOS Y
CUIDADOS INDIRECTOS
Para cumplir con las distintas actividades que involucra el cuida-
do, los miembros de una familia comúnmente se organizan de modo
tal que siempre exista una persona con disponibilidad de tiempo para
cuidar, o bien recurren a servicios particulares o institucionales de
guarda, desembolsando una cierta cantidad de dinero.
A esta complejidad en la gestión u organización para la provisión
cotidiana de los cuidados, se le denomina “economía de cuidados”,
conceptualización que hace referencia al “conjunto de actividades,
bienes y servicios necesarios para la reproducción social y cotidiana
de mujeres y varones, especialmente a partir de vincularlo con el de-
sarrollo económico de los países y las relaciones sociales de género”.27
Pautassi afirma que el primer paso para la valorización de los cui-
dados, desde el punto de vista de quienes los ejecutan, es la considera-
ción de las actividades que lo componen como una labor de carácter
productivo. Desde el punto de vista de quien los recibe, a su vez, el
paso más importante será la caracterización del cuidado en cuanto
derecho humano.28

25
En ese sentido, el artículo 3.2. de la Convención, señala que “Los Estados Partes
se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesa-
rios para su bienestar…”.
26
Artículo 19 de la Convención Sobre los Derechos del Niño.
27
RODRÍGUEZ (2005), citada en PAUTASSI (2007) p.10.
28
PAUTASSI (2007) p. 17.
2. Valorización de las labores de cuidado en la determinación del quantum 57

Luego, se puede describir el trabajo de cuidados como un proceso


que se despliega por medio de una serie de actividades que demandan
tiempo y recursos en su ejecución, destinadas a hacer posible la rea-
lización de un conjunto de otros derechos de las personas cuidadas.
En cuanto a la naturaleza de estas actividades, Carrasco, Tons y
Bengoa distinguen entre cuidados directos y cuidados indirectos.29
Los cuidados directos son definidos como “…las actividades direc-
tamente realizadas con las personas a quien se dirigen los cuidados y
que no necesariamente se realizan en las casas, como: dar la comida a
un bebé, atender directamente a una persona enferma, conversar con
un o una adolescente, etc.”.30 Los cuidados indirectos, por su parte,
corresponden a “…lo que tradicionalmente se conocía como trabajo
doméstico, que son formas de cuidar a todos y todas las integrantes
de un hogar, como: tener la casa y la ropa limpia, cocinar, comprar,
etc.”.31
En base a las categorías antes enunciadas (naturaleza de las tareas/
tiempo utilizado) en los últimos años se han realizado importantes es-
fuerzos por parte de la sociedad civil para la valorización económica
de las labores de cuidado. Se analizan a continuación.

IV.-VALORIZACIÓN DE LAS LABORES DE CUIDADO


Para llevar a cabo una valorización de las labores de cuidado, Co-
munidad Mujer realizó en el año 201932 un estudio en que se descri-
ben las distintas tareas que componen los cuidados, asignando a todas
ellas un valor en dinero. Lo anterior, en base a un modelo denomina-
do “enfoque del insumo”.33
En palabras simples, este modelo propone dos métodos de cálculo,
a saber: “costo de reemplazo” y “costo de oportunidad”. El primero

29
CARRASCO, TONS Y BENGOA (2018), citado en BOCCARDO y MIRANDA
(2020).
30
BOCCARDO y MIRANDA (2020) p.67.
31
Idem.
32
Replicado en el año 2021.
33
COMUNIDAD MUJER (2019) p. 39.
58 Jorge Sepúlveda Varela*

de estos, consiste en “…el valor de un empleo de mercado que pueda


suplir al realizado en el hogar”.34
El costo de oportunidad, por su parte, busca establecer “…cuánto
es lo máximo que se deja de ganar por dedicarse a una labor no re-
munerada en el hogar, en vez de hacerlo en una por la que el mercado
pague”.35
Sea que se opte por el método del costo de reemplazo, o bien por
el de costo de oportunidad, la pregunta que surge a continuación es la
siguiente: ¿Quién pagará por la ejecución de estas actividades cuando
se trate de niños, niñas y adolescentes?
Como se ha indicado previamente, si partimos de la base que el de-
ber de sostenimiento material o económico de los hijos, en las prime-
ras etapas de la vida corresponde a ambos progenitores, serán estos
los primeros llamados a proveerlos.
Sin embargo, existen también autoras(es) que plantean que el Esta-
do debiese aportar en la retribución las labores de cuidado, por cuan-
to se estima que indirectamente estas benefician a toda la sociedad,
siendo indispensables para la reproducción social.36
En consecuencia, dentro de las posibilidades que se presentan para
la remuneración de las labores de cuidado, existen fundamentalmente
dos: que estas sean satisfechas de manera privada por parte de uno o
de ambos progenitores, o bien que estas sean cubiertas por el Estado,
a través de prestaciones en dinero, bienes, u otras prerrogativas.
En el siguiente párrafo analizaremos la primera de las opciones
planteadas, debatiendo sobre la posibilidad de incorporar este monto
dentro de la determinación del quantum del derecho de alimentos,
por ser la principal forma en que se materializa el sostenimiento ma-
terial o económico de los hijos.

34
Idem.
35
Idem.
36
Para algunas se trataría, en definitiva, de una verdadera alienación del trabajo,
tal como lo desarrolla magistralmente FEDERICI (2018) en su obra “El patriar-
cado del salario”.
2. Valorización de las labores de cuidado en la determinación del quantum 59

V.-EL DERECHO DE ALIMENTOS, DELIMITACIÓN DEL


CONCEPTO Y ELEMENTOS QUE LO COMPONEN
Si bien la legislación chilena no ofrece una definición de aquello
que se entenderá por “alimentos”, el Código Civil dispone que estos:
“…deben habilitar al alimentado para subsistir modestamente de un
modo correspondiente a su posición social”.37
Los principales elementos de esta definición son la “posición social
correspondiente” y la “modesta subsistencia”.38 Debido a su relevan-
cia para este artículo, serán revisados a continuación.

i.-En cuanto a la posición social correspondiente:


Si hablamos específicamente de los hijos, la idea de “posición so-
cial” parece sugerir que ha existido una relación de convivencia entre
los progenitores que antecede a la separación, y que frente a esta,
habrá un cierto status familiar que preservar, o mejor dicho, una po-
sición social que corresponde mantener. Para sustentar esta interpre-
tación, hay que revisar brevemente la evolución histórica de la norma
en comento.
En ese sentido, desde su dictación, y hasta el año 1998, el Código
Civil hacía una distinción entre alimentos congruos y alimentos ne-
cesarios. El artículo 323, que utiliza el concepto de “posición social”,
solo estaba referido a los primeros.
Dentro de las personas habilitadas para exigir alimentos congruos
se encontraban los hijos legítimos, es decir, aquellos nacidos dentro
del matrimonio. En el caso de los hijos naturales o simplemente ilegí-
timos, es decir, nacidos fuera del matrimonio, solo les correspondían
alimentos naturales, es decir: “…los que le dan lo que basta para
sustentar la vida”.
Luego, en la concepción original del Código Civil, al hacer refe-
rencia a la “posición social” lo que se buscaba era la mantención de

37
Artículo 323 del Código.
38
La única mención que hace el legislador a determinados gastos que deben cubrir
los alimentos, está referida a los gastos de educación hasta los 21 o 28 años y los
gastos de salud y de vivienda. Artículo 323, inciso segundo, y artículo 332 del
Código Civil en relación con el artículo 9° de la Ley N°14.908.
60 Jorge Sepúlveda Varela*

la situación económica existente en la época previa a la separación de


los progenitores, en el entendido que habían estado casados, compar-
tiendo un mismo hogar y que en ese contexto tuvieron hijos.39
Por esta razón, la idea de mantener una determinada “posición so-
cial” no ofrece elementos suficientes al juez para que este pueda esta-
blecer el quantum de una pensión de alimentos, por ejemplo, cuando
nos encontramos frente a progenitores que nunca han vivido juntos.

ii.-En cuanto a la modesta subsistencia:


En segundo lugar, y en cuanto a la utilización del verbo “subsis-
tir”, este parece responder a un resabio de la llamada “doctrina de la
situación irregular”, noción que representa la visión predominante en
la época previa a la Convención Sobre los Derechos del Niño, y que
corresponde a una de las primeras formas en que los Estados aborda-
ron la situación de las personas menores de edad.
Bajo este paradigma, las principales políticas, planes y programas
implementados por los Estados desde mediados del siglo XIX y du-
rante casi todo el siglo XX, estaban orientados a la mera subsistencia
de niños, niñas y adolescentes, con un marcado corte asistencialista,
y principalmente enfocadas a enfrentar el supuesto riesgo que cons-
tituían para la sociedad los niños o niñas en situación de abandono.
Este enfoque es también llamado “enfoque de necesidades”.40
Frente a este paradigma, la Convención Sobre los Derechos del
Niño,41 considera a niños, niñas y adolescentes como sujetos portado-
res de derechos: alimentación, salud, educación, vivienda, recreación,
entre otros aspectos, son considerados derechos, frente a los cuales
los progenitores deben poner el máximo empeño en su satisfacción,
yendo más allá de lo esencial para subsistir.
En consecuencia, desde una perspectiva de derechos, la obligación
de prestar alimentos va mucho más allá de la idea de ”subsistir mo-

39
No es casualidad, entonces, que el principal instrumento jurídico que regula esta
materia -Ley N° 14.908- tenga por nombre “Sobre abandono de familia y pago
de pensiones alimenticias”.
40
BELOFF (1999) p.13.
41
Vigente en Chile desde el año 1990.
2. Valorización de las labores de cuidado en la determinación del quantum 61

destamente” expresada en el artículo 323 del Código Civil. Por lo


tanto, este concepto tampoco entrega suficientes insumos para deter-
minar el monto de la prestación de alimentos.

iii.-El quantum del derecho de alimentos, a la luz de los princi-


pios de la Convención Sobre los Derechos del Niño:
En la actualidad, la jurisprudencia ha avanzado decididamente ha-
cia una interpretación amplia del derecho de alimentos, fundándolo
en el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo, al derecho
a la salud e incluso relacionándolo con el Interés Superior del Niño.42
Desde esta perspectiva, más allá de una prestación que permita
solventar una alimentación adecuada, el monto de la pensión de ali-
mentos se extenderá a otros aspectos, tales como la vestimenta, la ha-
bitación, la educación, los tratamientos de salud, solo por mencionar
algunos.43 Es por esta amplitud que, la doctrina más actual concibe
el derecho a obtener una pensión de alimentos como un derecho hu-
mano.44
Pero aun cuando entendamos el derecho de alimentos en este sen-
tido amplio, el elemento económico no es por sí solo suficiente para
satisfacer las necesidades vitales, pues bajo ciertas circunstancias, se
requerirá de otras personas que posibiliten el ejercicio de estos dere-
chos en el ámbito cotidiano.
El ejercicio del cuidado aparece entonces como una actividad fun-
damental para el sostenimiento material de la vida, siendo de crucial
importancia en los primeros años de toda persona.
Ahora bien, a pesar de la falta de reglas para la determinación del
quantum de la pensión de alimentos, tal como se ha mostrado en los
párrafos anteriores, si se contratan servicios de carácter privado, ya
sea personales o institucionales para cumplir con las labores de cuida-

42
PÉREZ (2021).
43
Cfr. RAMOS (2019) p. 543. En ese mismo sentido se ha manifestado la Corte
Suprema, en causa Rol N°3695-2017, pronunciada fecha 3 de mayo de 2017 y
en una gran cantidad de otras sentencias, enumeradas por BARRIENTOS (2020)
p. 844.
44
En ese sentido: GREEVEN (2018); PÉREZ (2021).
62 Jorge Sepúlveda Varela*

do (por ejemplo, las llamadas baby-sitters, asesoras del hogar, o bien,


servicios de sala cuna, after school, entre otros) en la práctica suelen
ser incluídos dentro de los gastos que se tienen en cuenta para la de-
terminación del monto de la pensión. Sin embargo, si quien se dedica
al cuidado de los hijos directamente es uno de los progenitores, estas
tareas suelen no ser cuantificadas.
En el caso particular de las mujeres, esta situación se profundiza,
por la permanencia en nuestra cultura de estereotipos de género, de
acuerdo con los cuales se considera al cuidado y a la crianza de los
hijos como una tarea propia de ellas. Estos estereotipos también se
han visto reflejados en las normas que regulan las relaciones parento-
filiales.
En la legislación chilena, por ejemplo, recién en el año 2013 se mo-
dificó la norma supletoria sobre cuidado personal, la cual establecía
que, ante la vida separada de los progenitores, el cuidado de los hijos
correspondía a la madre.
En la historia de la ley que terminó con esta situación,45 es posible
encontrar abundantes explicaciones “de orden natural” promovidas
por los opositores a esta modificación, según quienes las mujeres es-
tarían “naturalmente" mejor preparadas para cuidar de los hijos.46

VI.-VALORIZACIÓN DE LAS LABORES DE CUIDADO EN


LA COMPENSACIÓN ECONÓMICA
A pesar los argumentos ofrecidos anteriormente, resulta difícil en-
contrar en la legislación chilena, normas que reconozcan las labores
de cuidado en cuanto tales. Sin embargo, existe un caso en que estas
sí se consideran y se pagan: la compensación económica.
En efecto, el artículo 61 de la ley de Matrimonio Civil reconoce el
derecho a pedir una compensación económica a aquel de los cónyu-
ges que por haberse dedicado al cuidado de los hijos o a las labores
propias del hogar común durante el matrimonio, no pudo desarrollar

45
Ley N°20.680, del año 2013.
46
Cfr. SEPÚLVEDA (2020). La evolución histórica de las relaciones parento-filiales
se encuentra extensamente desarrollada en OPCIÓN (2021) pp. 68-103.
2. Valorización de las labores de cuidado en la determinación del quantum 63

una actividad remunerada o lucrativa, o bien por haberlo hecho en


menor medida de lo que podía y quería. Mismo derecho se establece
con motivo del término del Acuerdo de Unión Civil,47 en el artículo
27 de la Ley N° 20.830.
Resulta interesante analizar esta figura por dos razones:
a) En primer lugar, tal como se desprende de su tenor literal, el
principal requisito para la procedencia de la compensación eco-
nómica es que uno de los cónyuges se haya dedicado al cuidado
de los hijos, o bien, a las labores propias del hogar común. Esta
categorización es semejante a la empleada por la economía de
cuidados para referirse tanto al cuidado directo como al indi-
recto.
b) Dentro de los fundamentos del derecho a pedir compensación
económica, la tesis que cobra más fuerza es la planteada por
Lepín,48 entre otros autores.

De acuerdo con esta postura, por medio de la compensación eco-


nómica lo que se busca es justamente “compensar el menoscabo o
desequilibrio económico” producido con ocasión del término del Ma-
trimonio (o del AUC), entendido como el “costo de oportunidad labo-
ral” que ha soportado aquel de los progenitores que no se ha podido
insertar en el mercado formal de trabajo. El mismo autor, señala que
la procedencia de esta figura también sería una especie de compensa-
ción por el “lucro cesante”, o bien, por la “pérdida de una chance”.49
En consecuencia, a través de la figura de la compensación econó-
mica se hace un reconocimiento indirecto a lo que hemos catalogado
como labores de cuidado, siendo estas cuantificadas y pagadas en fa-
vor de aquel de los progenitores que se dedicó a ejercerlas.
Finalmente, hablando sobre los fundamentos para la compensa-
ción económica, Barrientos es categórico en señalar: “El sistema jurí-
dico no puede mantener estructuras que impliquen, directa o indirec-
tamente, la asunción por parte de uno de los cónyuges, normalmente
la mujer, de la responsabilidad por el hogar común y los hijos, pues de

47
Conocido por la sigla “AUC”.
48
LEPÍN (2017).
49
Idem, pp. 436-437.
64 Jorge Sepúlveda Varela*

ellas se derivan una serie de efectos adversos para las mujeres y para
su desarrollo personal y social”.50

VII.-LA VALORIZACIÓN DE LAS LABORES DE CUIDADO


Y LA BÚSQUEDA DE LA IGUALDAD SUSTANTIVA
ENTRE HOMBRES Y MUJERES
Para terminar este trabajo, intentaré comprobar si la cuantifica-
ción de las labores de cuidado dentro del derecho de alimentos es una
medida adecuada en términos de igualdad sustantiva.
Comentando la legislación española, y en función de determinar si
una modificación normativa resulta favorable o no para la igualdad
entre hombres y mujeres, Rodríguez presenta tres niveles de análisis,
que describen estadios o momentos en que puede encontrarse una
legislación a este respecto.51
Cabe señalar que este análisis parte desde una perspectiva crítica
al concepto clásico de ciudadanía, por cuanto, en palabras simples, y
en opinión de esta autora, el planteamiento de la ilustración sobre el
contrato social sería excluyente respecto de las mujeres.52
Lo anterior se debería, entre otras razones, a que el discurso pre-
dominante en esa época (y hasta hoy) en cuanto al rol de las mujeres
en la sociedad occidental, estaba principalmente ligado al ámbito fa-
miliar o privado, asociándose simbólicamente a lo emocional.53 Esta
situación es distinta a la de los hombres de la época, los cuales eran
concebidos como “príncipes de la familia”, con un rol protagónico
en la vida social y revestidos por la propia ley de una serie de pre-
rrogativas, tanto en relación con la persona, como también respecto
de los bienes de la mujer y de los hijos. Simbólicamente, en esta épo-
ca se resaltaba en los hombres la racionalidad.54 En consecuencia, el
contexto en que se genera las teorías del contrato social es el de una
sociedad basada en una posición asimétrica entre hombres y mujeres,

50
BARRIENTOS (2020) p. 415.
51
RODRÍGUEZ (2010).
52
RODRÍGUEZ (2010).
53
ZÚÑIGA (2013) pp. 195-196.
54
Idem.
2. Valorización de las labores de cuidado en la determinación del quantum 65

la cual claramente no se condice con los postulados de la ilustración,


de igualdad, libertad y fraternidad.55
Por otra parte, Rodríguez señala que en la noción clásica de ciu-
dadanía se suelen confundir los conceptos de independencia y auto-
nomía, puesto que, mientras que la autonomía está relacionada con
el desenvolvimiento de las personas en sociedad, sin la existencia de
vínculos de sometimiento o de dominación entre pares, la indepen-
dencia está más bien referida a la pretensión del sujeto moderno de
desarrollarse plenamente por sí mismo, es decir, sin necesitar de otros.
Bajo esta concepción, la independencia es una quimera, pues tal
como plantea la autora, las personas que viven en sociedad en todo
momento necesitan de otros para subsistir.56
Si bien lo anterior es bastante claro en ciertas etapas, como en la
niñez o en la ancianidad, lo cierto es que existen distintos momentos
de nuestra vida cotidiana en que dependemos de otros, por ejemplo si
enfermamos, o bien si requerimos de apoyo físico o emocional. Bajo
este postulado, los seres humanos seríamos por naturaleza interde-
pendientes.57
Hechas estas precisiones, podemos revisar entonces los distintos
niveles que Rodríguez plantea:
a) Algunas de las novedades legislativas amplían los derechos de
las mujeres, pero lo hacen sin cuestionar el modelo clásico de
ciudadanía moderna en que estos se ubican.

Si observamos, por ejemplo, la evolución de los derechos de la


mujer en el ámbito del derecho familiar chileno, en una primera etapa
(que Lepín circunscribe entre los años 1925 y 1989), las modificacio-
nes legislativas no estaban realmente destinadas a poner a las mujeres
en un plano de igualdad con los hombres.58
El autor antes citado, pone como ejemplo las modificaciones intro-
ducidas por el Decreto Ley N° 328, del año 1925, que permitieron a
la mujer casada que trabajaba separadamente del marido contar con

55
RODRÍGUEZ (2010) p. 106.
56
Idem.
57
Ídem.
58
LEPÍN (2015) p. 82.
66 Jorge Sepúlveda Varela*

un patrimonio reservado de su propia administración. Sin embargo,


el marido podía recurrir al juez para que este le prohibiera trabajar.59
Otro tanto se puede encontrar en la Ley N° 18.802 del año 1989,
la cual si bien elimina la incapacidad relativa de la mujer casada, y
establece limitaciones en la administración de los bienes sociales del
matrimonio, mantiene incólume la administración ordinaria y suple-
toria de los bienes en manos del marido. Esta situación se mantiene
hasta hoy vigente.60
Más allá de una cuestión de orden en la administración del patri-
monio familiar ¿Qué motivos pueden existir para que el legislador
siga estableciendo que a la mujer solo de manera extraordinaria le
corresponde administrar los bienes del matrimonio?61
b) En segundo lugar, Rodríguez plantea que existen otras modifi-
caciones legislativas que si bien, en principio, parecen entablar
un diálogo crítico con ese modelo, en un segundo análisis, no
acaban de explotar las posibilidades de dicho diálogo.62

En Chile, el ejemplo más claro de esta situación se encuentra en el


permiso postnatal parental diferenciado: El artículo 195 del Código
del Trabajo, reconoce a las mujeres el derecho a un permiso postnatal
de 12 semanas.
El artículo 197 bis, incorporado en el año 2011,63 mejoró esta
situación, otorgando entre 12 y 18 semanas de postnatal de manera
adicional a las mujeres. Ahora bien, si ambos progenitores trabajan,
“a elección de la madre” se podrán transferir entre 6 y 12 de estas
semanas al padre.
Luego, si bien en un primer análisis, esta modificación normativa
significa una ampliación a los derechos de las mujeres, favoreciendo
en cierta medida la corresponsabilidad, en una segunda revisión se
puede notar que esta modificación no resulta suficiente para poner a

59
Artículos 9 y 11 del Decreto Ley N°325 del año 1925, citado en: LEPÍN (2015)
p. 80.
60
Artículos 1749 y 1754 del Código Civil.
61
Artículos 138 y 1749 del Código Civil.
62
RODRÍGUEZ (2010) p. 106.
63
Por medio de la Ley N° 20.545.
2. Valorización de las labores de cuidado en la determinación del quantum 67

hombres y a mujeres en un plano de igualdad, en lo que a la respon-


sabilidad en el cuidado de los hijos se refiere.
c) Finalmente, a juicio de la autora, existiría un tercer bloque de
medidas legislativas que, llevadas a sus últimas consecuencias, sí
apuntan a erosionar los fundamentos de la ciudadanía clásica.64

Una vez mostradas las distintas categorías de análisis que propo-


ne Rodríguez, corresponde comprobar en cuál de estas se encuentra
comprendida la valorización de las labores de cuidado dentro del de-
recho de alimentos.
En ese sentido, creo que esta medida sería más cercana a la si-
tuación descrita en el punto b). En otras palabras, se trataría de una
medida que establece un diálogo crítico con el modelo clásico de ciu-
dadanía, pero que no alcanza a desarrollar completamente sus poten-
cialidades.
En primer lugar, porque si bien se reconoce a las actividades que
componen el cuidado como necesarias para la subsistencia, aquello
no conlleva una modificación en términos de redistribución de las
labores de cuidado. Siendo en su mayoría mujeres quienes actualmen-
te ejercen estas tareas, se puede hipotetizar que seguirán siendo ellas
quienes asuman de manera exclusiva esta responsabilidad, aunque es-
ta vez de manera remunerada.
Por otra parte, frente a la falta de mecanismos adecuados para
hacer efectivo el pago de las pensiones de alimentos adeudadas, la
valorización por sí sola no asegura que niños, niñas y adolescentes
vean mejoradas inmediatamente sus condiciones materiales de vida.
Para lo anterior se requiere de modificaciones que apunten hacia el
mejoramiento de los mecanismos de cobro.
Finalmente, porque si bien al considerarse el cuidado como una
labor productiva se cuestiona el modelo clásico de ciudadanía, que las
considera como una tarea que es connatural al hecho de ser madre, si-
gue entendiéndolo como un costo que debe ser asumido por privados.
En consecuencia, si bien la incorporación de las labores de cuidado
en la determinación del quantum de la pensión de alimentos va en la

64
RODRÍGUEZ (2010) p. 106.
68 Jorge Sepúlveda Varela*

línea de poner a hombres y a mujeres en un plano de igualdad sustan-


tiva, no resulta del todo suficiente.

VIII.-CONCLUSIONES
En este artículo se ha explorado la posibilidad de incorporar las
labores de cuidado dentro del cálculo del monto de la pensión de ali-
mentos, y su relación con el principio de igualdad.
Se ha conceptualizado, en primer lugar, el derecho al cuidado como
derecho humano, por cuanto hace posible el sostenimiento material
de la vida, y establece condiciones básicas para el ejercicio de otros
derechos. Se ha optado por el caso de niños, niñas y adolescentes, por
la preocupación prioritaria que merece esta problemática, al tratarse
de una etapa en la vida en que las actividades propias del cuidado
resultan cruciales para el adecuado desarrollo.
Por otra parte, se han revisado las normas de la compensación
económica, en donde se ha encontrado un reconocimiento tácito a las
distintas actividades que componen el cuidado. Como un elemento
relevante, aparece que uno de sus principales fundamentos de la com-
pensación económica, consiste en reparar el menoscabo económico
producido por la imposibilidad de insertarse en el mercado laboral.
Este aspecto, denominado “costo de oportunidad”, es también uti-
lizado por la economía de cuidados para cuantificar las labores del
hogar.
Otro punto a destacar es que en la compensación económica se
consideran tanto los cuidados directos, como también los indirectos.
Sin embargo, estas normas presentan algunas limitaciones, como por
ejemplo, que en la compensación económica la cuantificación y pago
de las labores de cuidado se hará cuando estas ya han sido ejecutadas,
mientras que en el caso del derecho de alimentos, tratándose de perso-
nas menores de edad, estos recursos son necesarios durante la crianza,
por cuanto se estiman como complementarios al cuidado.
Un tema que queda pendiente en este trabajo es la reflexión respec-
to del cuidado de otros miembros del grupo familiar y su inclusión en
el derecho de alimentos, como también, dentro de las hipótesis para
la procedencia de la compensación económica.
2. Valorización de las labores de cuidado en la determinación del quantum 69

En tercer lugar, se ha planteado que ante la ausencia de reglas so-


bre la determinación del monto de los alimentos, habrá que recurrir
a los distintos principios que inspiran esta materia. Tanto la doctrina,
como la jurisprudencia actual, hacen mención del derecho a la vida,
a la supervivencia y al desarrollo, como también el principio del Inte-
rés Superior del Niño como principales fundamentos de la obligación
alimentaria.
El enfoque de derechos, propio de la Convención Sobre los Dere-
chos del Niño, lleva a preferir una interpretación amplia del concep-
to de alimentos, orientada a la plena satisfacción de los derechos, y
no solo a la modesta subsistencia. Desde esta perspectiva, siendo el
cuidado en ciertas etapas del desarrollo imprescindible para el soste-
nimiento material de la vida, las actividades que lo componen debie-
sen estar contempladas dentro del monto de la pensión de alimentos.
Ahora bien, esto no significa que la persona que ejerce el cuidado no
deba incurrir en gastos para la crianza y educación de sus hijos, pero
lo que se quiere evitar es que por dedicarse a las labores de cuidado,
se mantenga en una situación de precariedad, al no poder insertarse
en el mercado laboral formal.
Finalmente, se ha indicado que la valorización de las labores de cui-
dado es una medida de carácter afirmativo que busca poner a mujeres y
a hombres en un plano de igualdad sustantiva. Sin embargo, también se
ha mostrado que este tratamiento diferenciado puede terminar repercu-
tiendo negativamente en la persona que los ejerce. Lo anterior, porque
aún predominan en la cultura estereotipos de género que atribuyen el
cuidado como una tarea que corresponde solo a mujeres.
En consecuencia, solo remunerar las labores de cuidado sin gene-
rar una cultura de corresponsabilidad, puede seguir profundizando
la llamada división sexual del trabajo impidiendo, además, el libre
desarrollo de los proyectos de vida a miles de mujeres.
Frente a esta opción, se ha esbozado la posibilidad que el Estado
disponga de una mayor oferta de servicios para satisfacer las necesi-
dades de cuidado, o bien, que otorgue apoyo económico u otro tipo
de prestaciones a las familias, de modo que los progenitores cuenten
con mayores garantías para decidir sobre la distribución de las labo-
res de cuidado, mejorando así las posibilidades de las mujeres para su
inserción en el mercado laboral.
70 Jorge Sepúlveda Varela*

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