Está en la página 1de 26

OBLIGACION de ESCRITURAR – INCUMPLIMIENTO

CONTRACTUAL – RESOLUCION de CONTRATO –


RESTITUCION de PRESTACIONES - DAÑO MORAL.-

De los que resulta que en fecha 11 de febrero de 2005 (ff. 20/23)


comparece el Dr. Jorge Horacio Chesta, en el carácter de apoderado del Sr.
Adolfo Meyer conforme poder acompañado a ff. 1/3 de autos e inicia
demanda ordinaria de daños y perjuicios en contra del Sr. Emilio Mateo
Rosso. Relata cómo hechos que con fecha 28 de febrero de 1997, su
mandante celebró con el Sr. Emilio Mateo Rosso un contrato de
compraventa, por el cual éste le vendió una fracción de campo de 53
hectáreas y fracción, ubicado en Pedanía Colonias, Departamento Marcos
Juárez, de la provincia de Córdoba. Manifiesta que el precio de la
operación se convino en la suma de ciento veinticinco mil dólares
estadounidenses (U$S 125.00), y que se estableció la siguiente forma de
pago: $10.000 (que habían sido entregados el 11/02/97); U$S 55.000
(entregados el día de la celebración del contrato); U$S 14.000 (pagados
mediante la entrega de un automóvil Ford Escort en ese monto valuado de
común acuerdo por las partes); y U$S 46.000 (entregados 07/08/97
mediante un cheque por ese monta, que fue abonado por el banco girado).
Agrega que, en el boleto de compra venta referido, luego de identificarse la
fracción transferida, el vendedor manifestó que era parte del
establecimiento LA BLANCA S.C.A., "...y que por convenio privado de
los socios se había adjudicado en sus derechos y acciones al Sr. Néstor Luis
Alejandro Ferrero, quien vendió al Sr. Rosso por boleto de fecha
28/04/1983... ". Menciona que, por la cláusula tercera, se estableció que la
escritura de cesión de derechos y acciones debía realizarse el 30/06/97, una
vez abonada la totalidad del precio. Que, realizado esto último, y conforme
lo establecido en el Boleto de Compraventa, se entregó la posesión del
inmueble, mediante acta labrada el 29/09/97, por el Juez de Paz de la
Localidad de Leones, Dante Lorenzo Costa. Señala que, mientras su cliente
poseía y usufructuaba el campo comprado y pagado, solicitaba verbalmente
a su vendedor el cumplimiento de la cláusula tercera del boleto de
compraventa, que establecía la firma de la escritura traslativa de la
propiedad el 30/06/97 y que sus pedidos eran sistemáticamente evitados
por el Sr. Rosso, quien se negó a firmar dicho documento, en claro
incumplimiento de lo pactado. Continua relatando que, durante ese lapso, la
paciencia de su representado se fue agotando, a vez que aumentaban sus
sospechas acerca de la mala fe del demandado, las que quedaron
confirmadas cuando advirtió que el inmueble que le había cedido Rosso iba
a ser escriturado por la titular dominial a favor de un tercero, lo cual
originó que intentara la defensa activa de sus derechos, con resultado
negativo. Que, con fecha 10/04/01, Meyer intimó al accionado para que
escriture el campo a su favor, y se comunicó a la escribana María Teresa
Álvarez su carácter de propietario por boleto del inmueble, advirtiéndole
que se abstenga de celebrar cualquier transacción sobre el mismo.
Comunicaciones que se realizaron mediante sendas cartas documento, las
que fueron rechazadas por sus destinatarios. Manifiesta que, posteriormente
su mandante puso en conocimiento de la situación al Sr. Néstor L. A.
Ferrero y a la empresa La Blanca S.C.A. relacionados con la titularidad
registral del campo, con resultado negativo. Que, finalmente, con fecha
19/09/01, su representado envió al Sr. Rosso una carta documento por la
que, rechazando la contestación de éste a la primera comunicación -
especialmente en cuanto a la falsa alegación de un supuesto
incumplimiento de las cláusulas III y IV del contrato-, le comunica su
decisión de resolver el contrato por incumplimiento, y le intima a la
restitución del dinero entregado -U$S 125.000-, más intereses y la
reparación de los daños causados. Expresa que, en su respuesta negativa, el
demandado se limitó a reiterar un inexistente incumplimiento del
comprador. Deja constancia que su mandante fue obligado a la restitución
de la fracción de campo que poseía, en atención a su falta de título sobre
aquel y a la coacción ejercida por el nuevo adquirente. También afirma que
desde la resolución del contrato su mandante realizó numerosas gestiones
extrajudiciales tendientes a que el deudor lo indemnizara por la frustración
del contrato, con resultado negativo. Considera que, la conducta desplegada
por el demandado con relación al contrato de compraventa motivo del
presente juicio, fue francamente maliciosa, constituyendo un supuesto del
"dolo obligacional" al que refiere la doctrina. Que, Rosso cedió a Meyer
“...todos los derechos y acciones que tiene y le corresponden en el carácter
que invoca...” sobre el inmueble rural de 53 has. y fracción, como reza el
contrato. Que, en ese momento no le entregó a su mandante el convenio por
el cual había adquirido en debida forma los derechos sobre el inmueble,
limitándose a relacionar los datos de su adquisición, en la cláusula primera.
Dice que, al final de la cláusula tercera, se confirma la adquisición de los
derechos sobre el inmueble por parte de Rosso al Sr. Néstor Luis Alejandro
Ferrero, al mencionarse la intervención del Dr. José María Llarena Libra,
profesional designado por Rosso para la confección del boleto en cuestión.
Que, luego de innumerables promesas incumplidas por el demandado y su
abogado - el arriba mencionado-, su mandante tomó conocimiento de que
la fracción de campo que había adquirido, sería escriturada a nombre de
Néstor Luis Alejandro Ferrero, quien alegó total desvinculación con el
contrato Rosso-Meyer. Menciona que, al mismo tiempo, su representado
intimó al demandado para que cumpliera el contrato y escriturara el bien a
su favor, encontrándose con una respuesta irresponsable y maliciosa, por la
que se alegó que la intimación era improcedente por incumplimiento de las
cláusulas III y VI del contrato. Remarca que la primera de ellas establecía
la escrituración al 30/06/97, después de haberse pagado el precio, y la otra,
solamente se refería a la opción que tenía su mandante de designar otra
persona en su lugar al momento de la escrituración. Se pregunta: A qué
incumplimiento se refiere Rosso. Que, esa contestación demostró la total
impotencia del accionado para obtener la titularidad del campo y al mismo
tiempo transferirlo a nombre de Meyer como se había comprometido.
Sostiene que, lo cierto fue, entonces, que Rosso vendió un inmueble a su
mandante - sosteniendo ser su dueño-, percibió la totalidad del precio y
luego no pudo escriturar el bien como se había comprometido,
convirtiéndose en imposible material y jurídicamente la transferencia
pactada, porque ella fue realizada por la titular dominial a favor de un
tercero desvinculado del contrato de compraventa. Que, por tales razones,
el obrar de Meyer fue absolutamente legítimo; al declarar resuelto el
contrato y exigir a su vendedor la devolución de la suma recibida, con más
los daños y perjuicios correspondientes. Dice que, la malicia del
demandado se reactivó al rechazar la resolución del contrato, sin siquiera
dignarse a devolver el precio que había recibido con su sola manifestación
de que era titular de los derechos sobre el campo. Expone que, se configuró
de esa manera un claro incumplimiento contractual por parte del Sr. Rosso
(arts. 509, 1.197 y 1.198 del Código Civil), que dio lugar al legítimo
ejercicio, por parte de su representado, de la facultad resolutoria otorgada
por el art. 1204 del mismo ordenamiento. Por eso, quedó habilitado para
resolver el contrato, y para reclamar la indemnización por los daños y
perjuicios causados, como lo establece la norma, en consonancia con los
arts. 519 y siguientes de la ley civil de fondo. Sostiene que, la reparación
debida por el demandado debe ser plena e integral, colocando a su acreedor
en la misma situación en la que se encontró al adquirir y abonar la totalidad
del campo de 53 hectáreas y fracción. Atento que Meyer perdió el campo
que le compró a Rosso, y hasta el día de hoy ese daño no ha sido reparado.
Que, en consecuencia, debe recibir una suma de dinero que sea suficiente
para que al momento de la condena pueda adquirir otra fracción rural de
idénticas características a la que le arrebató el dolo de su vendedor. Recibir
sólo la suma entregada originariamente, con más sus intereses (que como
mínimo le corresponde y está subsumida en este reclamo), sería una
injusticia para el acreedor cumplidor quien ahora no podría adquirir un
inmueble similar- y correlativamente implicaría un premio para el
incumplidor, consagrando un enriquecimiento sin causa para quien en su
momento gozó de una suma de dinero equivalente al valor de 53 hectáreas
de campo y nunca se dignó en indemnizar a quien perjudicó con su
inconducta engañosa. Sostiene que, por ello es que la indemnización que se
fije en concepto de daños materiales deberá ser establecida conforme al
valor real y actual del campo vendido por Rosso a Meyer, fijado
judicialmente a través del dictamen de peritos en la materia, a lo que
deberán agregarse los intereses a la tasa que establezca el Tribunal por todo
el tiempo de la indisponibilidad del capital y consiguiente percepción de
frutos, es decir, desde el día de la resolución del contrato y hasta el día del
efectivo pago de la indemnización que se fije. En segundo término
considera que, Meyer también deberá ser indemnizado por el daño moral
sufrido, el que por su intermedio estima provisoriamente en la suma de
treinta mil pesos ($30.000), o lo que en más o en menos establezca
oportunamente el Tribunal, de acuerdo con "...la índole del hecho
generador de la responsabilidad y circunstancias del caso." (art. 522 C.C.),
conforme a la prueba que se reciba en la causa. Cree que, debe considerarse
especialmente la malicia puesta de resalto por Rosso al vender un campo
mintiendo que tenía el título en su poder, y cobrar íntegramente su precio a
fines del año 1997, sin que haya reconocido su torpeza durante los cuatro
años que transcurrieron hasta la resolución del contrato, ni en los tres años
que siguieron a esa decisión de Meyer. Manifiesta que su representado es
ya un hombre de avanzada edad, que trabajó duramente en el campo, como
contratista rural, antes de adquirir el campo al demandado, como corolario
de todos sus esfuerzos. Que, cuando había empezado a disfrutar de su
sueño de ser propietario, tuvo que devolver el campo - coacción física
mediante-, perdiéndolo irremediablemente. Resalta que, tal desenlace del
contrato le produjo padecimientos psíquicos con las consiguientes secuelas
físicas que han minado su salud. Por último dice que, la palabra empeñada,
especialmente en el ambiente agropecuario, debió ser cumplida
puntualmente por Rosso. Sin embargo, los hechos demostraron que éste su
burló de lo pactado y de su mandante, quien como humilde hombre de
campo tenía un pronunciado respeto por su vendedor, conocido por sus
vinculaciones políticas, empresarias y sociales en el medio; todo lo cual
retardó la presentación de la demanda. Que, en definitiva, la malicia (o
temeridad) y desaprensión de Rosso por la suerte adversa del contrato,
califican su incumplimiento y lo hacen pasible de una condena por el daño
moral causado al actor.-
Impreso el trámite de juicio ordinario a la demanda (f. 24) comparece a f.
26 el Sr. Emilio Mateo Rosso. Corrido el traslado de la demanda, contesta
el demandado (ff. 28/34) y solicita su rechazo con costas. Manifiesta que es
cierto que con fecha 28-2-1997 celebró con el actor un contrato de
compraventa sobre un inmueble rural de 53 Hectáreas y fracción, ubicado
en Pedanía Colonias, de esta Provincia de Córdoba. Que, es cierto que,
conforme lo establecido en el referido contrato, entregó al actor "la
posesión del inmueble", mediante acta labrada el 29-9-97 por el Juez de
Paz de la localidad de Leones, D. Dante Lorenzo Costa. Que también es
cierto que el Señor Adolfo Meyer poseyó y usufructuó el referido inmueble
de 53 hectáreas y fracción. Menciona que, no es cierto que la parte actora le
haya solicitado "verbalmente el cumplimiento de la cláusula tercera del
boleto de compraventa", como también es falso -de toda falsedad- que "sus
pedidos (inexistentes) eran sistemáticamente evitados por el Sr. Rosso".
Que, resulta falso que se haya negado "a firmar dicho documento en claro
incumplimiento de lo pactado" lo que deja expresamente negado. Dice que,
no es cierto que durante ese inexistente "lapso" se haya ido "agotando" la
supuesta paciencia del actor, como es igualmente falso que hayan
aumentado sus "sospechas acerca de la mala fe del demandado". Que, no es
cierto que esas supuestas sospechas hayan quedado confirmadas por el
actor Meyer cuando advirtió que "el inmueble que le había cedido Rosso
iba a ser escriturado por la titular dominial a favor de un tercero", todo lo
que niega expresa y terminantemente. Expone que, no es cierto todo ello
haya originado intento alguno del actor sobre "la defensa activa de sus
derechos con resultado negativo", lo que deja expresa y categóricamente
negado. Que, no es cierto que "con fecha 10/04/01" el actor lo haya
intimado "para que escriture el campo a su favor", como resulta igualmente
falso que haya recibido comunicación alguna en tal sentido. Niega que el
actor le haya comunicado "a la escribana María Teresa Álvarez su carácter
de propietario por boleto del inmueble" y advertido "que se abstenga de
celebrar cualquier transacción sobre el mismo". Dice que, no es cierto que
"dichas comunicaciones se realizaron mediante sendas cartas documentos",
como también es falso que "fueron rechazadas por sus destinatarios". Que,
no es cierto que "posteriormente" el actor haya puesto "en conocimiento de
la situación al señor Néstor Luis Alejandro Ferrero y a la empresa La
Blanca SCA con resultado negativo", lo que deja expresamente negado.
Menciona que, no es cierto que "con fecha 19/09/01" el actor le haya
enviado "carta documento, por la que, rechazando la comunicación de la
primera notificación (especialmente en cuanto a la alegación de un
incumplimiento de las cláusulas III y VI del contrato") notifica "su decisión
de resolver el contrato por incumplimiento e íntima la restitución del dinero
entregado -U$S 125.000- más intereses y reparación de daños causados", lo
que es falso, como resulta igualmente falso que haya recibido
comunicación: alguna en tal sentido. Continúa diciendo que, no es cierto
que el actor Meyer haya sido “obligado a restituir la fracción de campo que
poseía, en atención a la falta de título sobre aquél y a la coacción ejercida
por el nuevo adquirente". Manifiesta que, todos y cada uno de los supuestos
fácticos invocados resultan falsos. Menciona que, ni el actor Meyer fue
"obligado a restituir" el inmueble ni su situación jurídica encuadraba en
"falta de título", ya que como el mismo lo admite y confiesa (acápite 111:3)
ante la Escribana Álvarez, Néstor Ferrero y La Blanca invocó siempre en
su carácter de propietario del inmueble por boleto. Considera que, le resulta
plenamente aplicable la doctrina de los actos propios, ya que borra con el
codo (en la demanda) lo que antes había escrito con la mano. Que, también
es falso que exista un "nuevo adquirente" y menos cierto es que se le haya
ejercido "coacción", todo lo cual deja categóricamente negado. Dice que es
falso que "la conducta desplegada por él haya sido "francamente maliciosa
constituyendo un supuesto de dolo obligacional". Resalta que, no es cierto
que el compareciente no le haya entregado al actor "el convenio por el cual
había adquirido en debida forma los derechos sobre el inmueble" como es
totalmente falso que se haya "limitado a: relacionar los datos de su
adquisición en la cláusula primera", lo cual deja expresamente negado.
Señala que el propio actor confiesa que él había adquirido los derechos en
"debida forma". Se pregunta ¿Cómo puede admitir que el suscripto había
adquirido en debida forma los derechos si es que no le fue entregado?. Dice
que, la respuesta, obvia, demuestra la sinrazón de la premisa que el actor
intenta construir dolosamente. Expresa que, no es cierto que hayan existido
"innumerables promesas incumplidas" por el compareciente y su abogado
Dr. José María Llarena Libra. Manifiesta que no es cierto que "luego" de
ello, el actor Meyer haya tomado "conocimiento de que la fracción de
campo que había adquirido sería escriturada a nombre de Néstor Luis
Alejandro Ferrero quien alegó total desvinculación con el contrato Rosso-
Meyer", todo lo cual considera que es falso de toda falsedad. Dice que no
es cierto que el actor lo haya intimado "para que cumpliera el contrato y
escriturara el bien a su favor", como resulta igualmente falso que haya
recibido comunicación alguna en tal sentido y que se haya encontrado con
"una respuesta irresponsable y maliciosa por la que se alegó que la
intimación era improcedente por incumplimiento de las cláusulas III y VI
del contrato". Expone que, debe recordarse que -en virtud de la cláusula
tercera- el actor Meyer encomendó al Dr. José María Llarena Libra la
"gestión" de la escritura de cesión de derechos y acciones para la
"tramitación de dicha transferencia" (o sea de Néstor Luis Alejandro
Ferrero a Meyer), con lo cual su parte quedaba liberado expresamente de
dicha obligación. Que, la cláusula sexta imponía al actor la obligación de
indicar "a nombre de quien ó quienes serán inscriptos los derechos". Que,
por eso le llama la atención que Meyer diga, con total y absoluto
desparpajo, de que incumplimiento se trataba. Relata que, debía
proporcionarle a su mandatario Dr. Llarena Libra los datos para que este
pudiera concretar la gestión. Qué si el actor hubiera demandado por
cumplimiento, le habría opuesto la demanda “non adimpleti contractus”.
Pero que como demandó por resolución, hay que atenerse
inexcusablemente a esa opción ejercida por Meyer conforme artículo 1204,
parte final, del C. Civil. Manifiesta que no es cierto que la contestación
haya demostrado “la total impotencia del accionado para obtener la
titularidad del campo y al mismo tiempo transferirlo a nombre de Meyer
como se había comprometido”. Niega que no se haya podido escriturar por
convertirse material y jurídicamente imposible la transferencia pactada
“porque ella fue realizada por la titular dominial a favor de un tercero
desvinculado del contrato de compraventa”. Expresa que no es cierto, que
por ello, “el obrar de Meyer fue absolutamente legítimo, al declarar
resuelto el contrato y exigir a su vendedor la suma recibida con más los
daños y perjuicios correspondientes”. Que no es cierto, que su “malicia” se
haya reactivado “al rechazar la resolución del contrato sin siquiera dignarse
a devolver el precio que había recibido”. Dice que no es cierto, que se haya
configurado “un claro incumplimiento contractual”, como también es falso
que haya dado lugar “al legítimo ejercicio de la facultad resolutoria
otorgada por el art. 1204 del C.C.”. Por ello, considera que resulta
improcedente y falso que Meyer haya “quedado habilitado para resolver el
contrato y para reclamar indemnización por los daños y perjuicios”
supuestamente causado por las normas invocadas. Que una vez entregada la
posesión el actor se encontraba con el dominio de la fracción vendida de
conformidad a lo dispuesto por el art. 2524 inc. 4 del C. Civil. Dice que la
posesión que detentaba el actor Meyer, era legítima, ya que había sido
adquirida de buena fe mediando boleto de compraventa (art. 2355 último
párrafo C.C.). Advierte que el actor no solo había adquirido el inmueble
por boleto sino que lo poseía desde 24/4/1983. Que a la fecha de entregarle
la posesión al actor (29-9-97) lo había poseído, sin contradicción alguna,
durante catorce años y cinco meses. Menciona que el actor, encontrándose
en posesión quieta, publica y pacifica entrega la misma, en fecha
indeterminada, sin comunicar tal circunstancia al suscripto. Que a tenor de
su propio relato lo ha sido con posterioridad al mes de septiembre del año
2001. Agrega que, a esa fecha (9/01), uniendo las posesiones de ambos
(ratificada incluso por la explotación agropecuaria y el pago de los
impuestos provinciales. territoriales tanto por parte de Meyer cuanto por
parte de él), tienen dieciocho años y cinco meses de posesión
ininterrumpida. Expone que el artículo 3999 del Código Civil dispone: "El
que adquiere un inmueble con buena fe y justo título prescribe la propiedad
por la posesión continua de diez años". Menciona que a la fecha de la
demanda (11-2-05) se totalizaban veintiún años y once meses. Que en
subsidio, cabe aplicar el artículo 4015 del mismo Código Civil que deja
expresamente invocado. Dice que ambas hipótesis, pues, cabía oponer la
defensa de prescripción adquisitiva sobre el inmueble, con lo cual se
hubiera repelido cualquier intento de recuperación. Deja articulada
expresamente dicha defensa y prueba que el actor carece de acción para
demandar. Indica que carece de acción para demandar, porque entrega la
posesión (en connivencia?) por culpa única, exclusiva y excluyente del
propio actor Meyer. Que, en tales condiciones, la actora carece de acción
para demandar indemnización alguna (art. 1111, concordantes en C. Civil).
Agrega que, aun colocándose -por vía de hipótesis- en la posesión del
actor, tienen que la resolución del contrato que Meyer ha concretado -en
forma improcedente, indebida e incausada- lo deja sin efecto en forma
retroactiva, con lo cual -en buen romance- deben volverse las cosas al
estado anterior. Y que si esto es así, debería devolver el precio pero el actor
debería restituirle la posesión del inmueble que él le entregó en forma
quieta, pública, pacífica y sin contradicción alguna. Que según sus propias
confesiones efectuadas en la demanda no lo va a poder hacer, ya que
admite no tenerla en forma actual, también ello provoca que carezca de
acción para demandar y que le resulte aplicable el artículo 1111 del Código
Civil que deja articulado en forma expresa. Por todo ello niega -en forma
expresa y categórica- que el actor haya sufrido daño y/o perjuicio alguno,
por ninguna razón o causa. Menciona qué, si sufrió alguno, que niega, lo ha
sido por culpa imputable al propio Meyer y -por ello- no genera
responsabilidad alguna (conforme artículo 1111, concordantes, del Código
Civil). Considera que, corresponde el acogimiento de la defensa y el
rechazo de la demanda, con costas. Reitera que el actor invoca que ha
actuado con dolo obligacional. Que, ello implicaría que el autor -pudiendo
cumplir- ha omitido hacerlo deliberadamente, situación que no surge de lo
narrado por la actora ya que entrego posesión en tiempo y forma y era el
actor quien debía proporcionar datos ante el mandatario Dr. Llarena Libra
para que éste le pudiera tramitar la escritura de cesión. Repite que el actor
reclama indemnización plena e integral en concepto de daños. Que, no es
cierto que el actor Meyer haya perdido el campo y es más falso que haya
sufrido daño alguno y si lo sufrió, como ha dicho; lo ha sido por su única y
exclusiva culpa. Manifiesta que, no es cierto que debía "recibir una suma
de dinero que sea suficiente para que -al momento de la condena- pueda
adquirir otra fracción rural de idénticas características a la que le arrebató
el dolo de su vendedor", todo lo cual deja negado. Que, no es cierto que la
suma entregada originariamente constituiría '"una injusticia" para Meyer,
ya que ahora "no podría adquirir un inmueble similar", lo que deja todo
negado. Dice que, es falso que ello pudiera implicar "un premio" y
consagrado -un enriquecimiento para quien en su momento gozó de una
suma de dinero equivalente al valor de 53 has", lo que deja negado. Que,
no es cierto que haya perjudicado con una "conducta engañosa". Ni una
cosa ni la otra. Niega que corresponda indemnización alguna, ya que se
carece de acción, y -en subsidio- es falso que corresponda establecerla
"conforme valor real y actual del campo". Sostiene que más improcedente y
sin causa alguna, es la pretensión de intereses por el tiempo de la supuesta
indisponibilidad del capital y consiguiente percepción de frutos (desde la
fecha de la resolución y hasta el efectivo pago). Ello porque no podrá
restituirle la posesión y porque el actor usufructuó el inmueble rural (como
lo confiesa en la demanda) durante casi ocho años. Que solicita, asimismo,
una indemnización por daño moral. Menciona que, reclamada la
indemnización por daño moral, es menester probar su existencia y la
relación de causalidad con el incumplimiento contractual atacado. En
virtud de la doctrina que cita, niega -en forma expresa y categórica- que la
actora haya sufrido daño y/o perjuicio alguno, por ninguna razón o causa y
-a más de su improcedencia- deja opuesta formal defensa de sine actione
agit. Que, si eventualmente sufrió alguno, lo que niega, ello ha sido por
culpa imputable a la actora y -por ello- no genera responsabilidad alguna
(conforme artículo 1111, concordantes, del Código Civil). Impugna el
monto reclamado por incausado, abusivo e improcedente como así también
reitera la negativa sobre todos y cada uno de los hechos en los que se
pretende fundamentarlo. Niega haber mentido, actuado con malicia,
temeridad, desaprensión ó con torpeza alguna o burlado de lo pactado, lo
que no es cierto, como es falso que Meyer haya padecido "padecimientos
psíquicos". Niega que el actor sea un hombre de avanzada edad y que haya
debido devolver el campo en virtud de una supuesta e inexistente coacción
física (delito de naturaleza penal sin denuncia). Impugna la documentación
que no haya resultado expresamente aceptada. Hace reserva del caso
federal.-
Abierta a prueba la causa (f. 35 vta.), el actor ofrece la que hace a su
derecho (ff. 146/147) consistiendo en: documental, testimonial,
informativa, pericial psiquiátrica, pericial de tasación y confesional. A su
turno la demanda ofrece prueba (ff. 313/315) confesional, instrumental,
testimonial, documental, informativa, pericial contable e inspección
ocular.-
Clausurado el periodo probatorio (f. 373), se corre traslado para alegar (f.
383), que evacuan las partes según constancias de ff. 394/396 (actor), ff.
397/400 (demandada) y f. 401 (Asesor Letrado).-
Remitida la causa a mediación (f. 455), la coordinadora del centro judicial
de mediación informa la conclusión del proceso en virtud de la
incomparecencia injustificada del Sr. Emilio Mateo Rosso (f. 462).-
Dictado, firme y consentido el decreto de autos, quedan los presentes en
condiciones de ser resueltos.-
Y CONSIDERANDO: I.- Litis.- En autos, Adolfo Meyer inicia demanda
ordinaria de daños y perjuicios en contra de Emilio Mateo Rosso, ante el
incumplimiento del contrato de compraventa celebrado con fecha 28 de
febrero de 1997, el que diera por rescindido ante la imposibilidad de lograr
la escrituración. Al contestar la demanda, el Sr. Emilio Mateo Rosso niega
incumplimiento de su parte, como así también adeudar daños.-
II.- Incumplimiento contractual. Resolución. Pacto Comisorio. Atento
al modo en que ha quedado trabada la litis, la cuestión a resolver es si
resulta procedente -por parte del actora- dar por resuelto el contrato por
incumplimiento de la parte vendedora. Entrando al análisis de la cuestión -
resolución contractual-; partiremos de la premisa de que los contratos
nacen para ser cumplidos.- Vinculando esta regla con la máxima de la
buena fe -entendida como lo que las partes entendieron o pudieron
entender, obrando con cuidado y previsión-, se puede descubrir la finalidad
que las partes tuvieron al momento de contratar, de modo tal que
podríamos valorar la recíproca lealtad que las partes se deben, dentro de su
actuar diligente. Todo con la finalidad de que el convenio alcance su
función práctica y económica.- Conforme a estas reglas, cada parte debe
satisfacer el interés de la otra, mediante la realización de la prestación que
adeuda, debiendo igualmente cumplir con todas las cargas provisorias que
conlleven a tal fin.-
Que conforme surge del boleto de compraventa de fecha 28 de febrero de
1997, que en copia autenticada obra a f. 5 de autos, el que no fuera
controvertido en su existencia por las partes, el comprador, Sr. Adolfo
Meyer se obligó al pago de U$S 125.000. Contra el pago total se efectuaría
la entrega de la posesión del inmueble. La escritura se celebraría con fecha
30 de junio de 1997 proponiendo el vendedor al comprador “…la gestión
del Dr. José María Llarena Libra, quien realizó el trámite al adquirir aquél
los derechos y acciones al Sr. Néstor Luis Alejandro Ferrero.”
Así las cosas, y conforme se desprende de las constancias de autos, el
comprador -parte actora- entiende resuelto el contrato mediante
comunicación cursada por carta documento de fecha 19 de setiembre de
2001, obrante a f. 18, de conformidad a las facultadas emanadas del art.
1204 del Código Civil, basado en el incumplimiento del vendedor,
entendiendo que el mismo no ha brindado la disposición necesaria para la
escrituración.-
Respecto al pacto comisorio, institución de que se trata, se ha expresado
que: "...es una especie dentro del género de las condiciones
resolutorias...se caracteriza porque en lugar de tomarse un hecho exterior,
futuro e incierto como base, se adopta la inejecución del contrato por
parte de cualquiera de los interesados, porque el pacto puede estipularse a
favor de uno de ellos o de los dos." (H. Lafaille - Contratos - tomo II - pag.
113 - Tall. Gráf. Ariel, Año 1928). Sabido es que la parte que solicita la
ejecución de las obligaciones no tiene que haber incurrido en
incumplimiento, el cumplimiento de la obligación de pago no ha sido
alegado y no puede supeditarse una compraventa inmobiliaria a la elección
de un simple gestor, tal como parece ser el incumplimiento que se alega al
comprador.- Era obligación del vendedor poner su predisposición a los
fines de la escrituración, la que no se advierte de autos. No ha acompañado
el comprador la documental que avalara su derecho sobre la propiedad
transmitida, documental que de haber existido, ha permanecida oculta a lo
largo, tanto de la etapa prejudicial como en este proceso mismo. Así, no se
le han procurado a Meyer los instrumentos que le permitieran lograr la
escrituración en contra de quien resultara titular dominial. Tal es la
reticencia demostrada por el vendedor que en momento alguno ha
acompañado el boleto de compraventa de su parte para con la titular
registral del inmueble transmitido (derechos y acciones). Le competía al
menos facilitarle tal instrumento a su comprador a los fines que este
accione al menos en contra del titular registral. Tampoco en ello se ha
cumplido. Ante esta situación, estimo que como consecuencia de la
notificación de la rescisión mediante carta documento de f. 18, se produjo
la resolución del mencionado contrato de pleno derecho.- La situación
planteada por el demandado en la carta documento de f. 13 y al contestar la
demanda, referida al incumplimiento de las cláusulas tercera y sexta del
boleta, no ha sido idónea para enervar los efectos de resolución, toda vez
que la intimación cursada por el actor, lo ha sido encontrándose ya en mora
en el cumplimiento de su obligación, esto es, la realización de la escritura
en la escribanía Pastore tal como se le había emplazado por carta
documento de fecha 10 de abril de 2011 (f. 12), intimación también cursada
al Sr. Néstor Luis Alejandro Ferrero (f. 8). Ambas rechazadas (ff. 9 y 13).-
Cabe acotar que las cartas documentos que el suscripto valora, han quedado
reconocidas a partir de la prueba informativa obrante a ff. 207/218, más
allá de toda negativa (en contestación de demanda y absolución) sobre su
real existencia y que no ha quedado desvirtuada por medio probatorio
alguno.-
Si bien en su confesional Rosso niega haber recibido de Meyer la totalidad
del precio pactado, ello no ha sido invocado como causal de
incumplimiento por su parte, habiendo entregado la posesión contra entrega
del saldo (según cláusula segunda) y no manifestando ni aclarando que
parte del precio convenido no ha sido abonada ni reclamado su pago. Por
otra parte, si bien se había cumplido con la entrega de la posesión conforme
lo acordado, ello no resultaba suficiente ni obligaba al actor a plantear una
probable usucapión basada en el hecho posesorio, tal como se le achaca. Es
que el objeto del boleto era transmitir la propiedad de los derechos y
acciones que presuntamente Ferrero había vendido a Rosso, circunstancia
no acreditada documentalmente en autos, careciendo así Meyer de
facultades –se reitera- para lograr del titular registral la escrituración
perseguida.- Néstor Luis Alejandro Ferrero en su testimonial de f. 156
reconoce haber vendido a Emilio Mateo Rosso los derechos sobre 53 has y
fracción que era parte del establecimiento La Blanca, desconoce el destino
del contrato, contestando evasivamente a la mayoría de las preguntas, no
recordando aspectos puntuales, resultando sumamente llamativo al menos,
que La Blanca SCA haya escriturado a favor una tercera persona (ver
escritura de ff. 205/206), cuando el propio Ferrero admitía haberlo vendido
a Rosso. El testigo Eugenio Perandones a f. 158 respecto del destino del
campo en poder de Meyer, declaraba que “vino un día Ferrero y lo matoneó
a toda forma y se lo quitaron, que no saber el nombre del Sr. Ferrero, que el
muchacho ese es un peligro, que están asustado Meyer y especialmente su
señora, que temen que le maten a un nieto, que no están acostumbrados a
las amenazas, que todo esto lo sabe porque se lo dijo Meyer…”. En la
pericia elaborada por la médica psiquiatra Dra. María Alicia Nebreda,
refería la idónea (f. 197) haberle preguntado a Meyer porqué dejó el
campo, “dice porque Ferrero le dijo o te vas o te hago recagar”. El testigo
Juan Manuel Ferrero (f. 170) afirmaba tener conocimiento del carácter
violento del Sr. Néstor Ferrero, quien es su tío. La testigo Anna Rosa
Wisgikl, (a quien el testigo Pedro Miguel Angel Ferrero (f. 343) en su
testimonial indica como pareja de Néstor Luis Alejandro Ferrero), en su
reticente testimonial de f. 160 negándose a contestar el claro interrogatorio
planteado en la mayoría de las preguntas, afirma haber adquirido de La
Blanca S.C.A. un campo de 207 has, que luego habría vendido (conforme
testimonial de fs. 325). En su confesional de f. 165 Emilio Mateo Rosso
niega haber sido titular de derechos sobre la fracción que le cedió a Meyer
por contrato del 28/02/97 (posición sexta), en lo que parece ser una suerte
de negativa genérica de posiciones que evidentemente no condicen con su
teoría del caso. Es que si niega precisamente ser titular de derechos sobre la
fracción cedida, como así también el resto de las posiciones, debió acreditar
en autos que se encontraba en condiciones de poder escriturar el inmueble
en cuestión a favor de su comprador, acompañando al menos en autos el
instrumento que le otorgaba tal derecho. Tampoco condice su absolución
con la testimonial de Carlos Alberto Garetto (ff. 327/328) a quien Rosso le
habría alquilado el campo manifestando que tenía la propiedad,
comunicándole que tenía que desocupar porque lo había vendido, sabiendo
el testigo que uno de los dos o tres compradores con los que tuvo
negociaciones era una firma Meyer de Saira. El Sr. Miguel Angel Bautista
Ferrero (f. 346/347) manifestaba que en la división familiar él quedó con
las acciones de la cabaña María Lucía y Néstor Ferrero con toda la parte de
La Blanca SCA. Finalmente el inmueble rural fue vendido por La Blanca
SCA a la Sra. Anna Rosa Wisgilk (ff. 205/206), mediante escritura n° 68 de
fecha 30 de marzo de 2001, por ante la notaria María Teresa Álvarez, en
una triangulación entre La Blanca SCA, Ferrero y Wisgilk, en las que
Meyer y Rosso no aparecen en cuadro.
Siguiendo con las pautas doctrinarias, Lorenzetti explica que “La ley
establece (art. 1204, Cód.Civ.) que se producen efectos de pleno derecho,
lo que significa que la comunicación es la que tiene efectos resolutorios.
No es necesaria una sentencia judicial ni arbitral que disponga la
resolución. La sentencia que se dicta en juicios motivados en la resolución
no está destinada a producir la resolución, sino a declarar si ésta se
produjo o no porque hay diferencia entre las partes. El deudor moroso
tiene derecho de cumplir mientras no se haya producido la resolución y en
tanto subsista el interés del acreedor.” ( Lorenzetti, Ricardo Luis – Tratado
de los contratos – Parte General – Rubinzal Culzoni Editores, pag. 659 –
Año 2004).- Habiéndose el comprador manifestado clara y fehacientemente
(carta documento de f. 18) en pos de la resolución, más allá del tiempo y
las razones que insumieran los hechos posesorios sobre el inmueble y de la
relación entre Ferrero y Rosso, la escrituración debió efectuarse en la fecha
precisada en la cláusula tercera, para lo cual el vendedor debió actuar con
la debida diligencia, la que ha estado ausente ante todo reclamo. No
asistida dicha prestación, como así tampoco probada su voluntad en tiempo
propio, toda argumentación se torna endeble e inconsistente para evitar la
resolución. El resto de la prueba ofrecida por las partes, valoradas en su
integridad no conmueven las conclusiones a que se arriba. Por las razones
expuestas, entiende el suscripto que corresponde acoger la demanda
entablada en relación a la resolución contractual.-
III.- Efectos.- Cabe destacar que el incumplimiento de una de las partes
dio cabida a la resolución del contrato, y al producirse este "desata el nexo
jurídico retroactivamente: ut utorque resoluto emtione nihil amplius
consequatur...". La situación es similar a la declaración de nulidad del
contrato, aunque no hay ecuación entre la resolución y la nulidad como
reconoce la doctrina uniformemente." (ver Cámara, Héctor, "El nuevo art.
1204 Código Civil, Pacto Comisorio, Bs. As. 1969, con las citas de
Bigianvi, Revista Diritto Commerciale, 1934, T, p g. 695 y a Farina, Juan
M. "Rescisión y Resolución de los contratos, pág. 35).- En igual sentido lo
expresa Borda (Tratado de Der. Civ., Contratos, T. I, pág. 261).- De ello
extraemos que el efecto primordial de la resolución operada, deber ser, en
principio, la restitución de las prestaciones habidas entre las partes, no
resultando procedente ello en la forma reclamada en demanda a mérito de
las constancias de autos, teniendo en cuenta la especie de contrato en el que
se produjo (promesa de compra y venta, art. 1185 del Código Civil) y la
ausencia de prueba que permita inferir un monto distinto, es decir, en el sub
examen, la restitución de la suma de Dólares Estadounidenses Ciento
veinticinco mil recibida por el demandado, en las condiciones que se
exponen a continuación. Por tratarse de una deuda en dólares
estadounidenses, corresponde adicionar al capital, desde la comunicación
resolutoria de fecha 19 de setiembre de 2001, la tasa del seis por ciento
anual, hasta la fecha en que se efectivice la restitución, no siendo viable
restitución de la tenencia del inmueble por parte del comprador, ante la
escrituración del mismo a favor de tercera persona, cuestión sobre la cual
no puede achacarse omisión alguna al actor y debería ser en tal caso,
motivo de controversia entre Ferrero y Rosso.-
IV.- Daño moral.- Reclama el actor daño moral ($ 30.000) ante la malicia
puesta por Rosso al vender un campo mintiendo que tenía el título en su
poder y cobrar íntegramente su precio.
Tomando en consideración que el daño moral está dado por el cúmulo de
padecimientos físicos y espirituales derivados de un hecho: dolor,
sufrimiento, ansiedad, disgusto por las consecuencias definitivas que de él
derivan y que lo que se pretende amenguar dentro de lo humanamente
posible, son las consecuencias del evento, eligiéndose para ello la vía de
reparación pecuniaria no como precio del dolor, sino como instante de
ratificación a las legítimas afecciones prestadas por el mismo.-
Jurisprudencialmente se ha resuelto que: “El daño moral atiende a la lesión
de los derechos extrapatrimoniales y no a cualquier molestia, inconveniente
o perturbación secundaria, que están prácticamente ínsitas en todo aquel
que se ve afectado por el incumplimiento de un contrato (art. 522, Cód.
Civil -ADLA, XXVIII-B, 1799-), o por los efectos de un ilícito civil (art.
1078). Para que proceda su resarcimiento se requiere, en consecuencia, que
el daño tenga verdadera repercusión espiritual, que supere las molestias
propias de aquellas conductas inapropiadas, puesto que no constituye un
medio para aumentar la indemnización del daño económico sino el remedio
excepcional -a falta de otros- a que recurre el orden jurídico para
compensar, de algún modo, el detrimento, espiritual sufrido.” (Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, sala II
(CNFedCivyCom)(SalaII) - 1978/04/04- Eguia Zanon, José M. y otra c.
Banco Central de la República Argentina- JA, 979-II-284). Tanto la
doctrina como la jurisprudencia han sostenido que un hecho puede
ocasionar una lesión directa tanto en bienes materiales, cuanto en otros de
naturaleza espiritual; pero también puede ocurrir que el hecho dañoso
directamente afecte bienes materiales y en forma indirecta aquellos otros
que no tengan expresión material, como a la inversa, recaiga sobre el
patrimonio espiritual de la persona y además se proyecte o repercuta sobre
los de índole material. De allí que en la doctrina se distingan daños
materiales directos e indirectos y también en esta misma forma los
morales.- En autos, se han producido daños materiales directos en el
patrimonio del actor. Es necesario entonces dilucidar si estos daños además
repercutieron en la esfera espiritual de la misma, para de este modo hacerla
merecedor a la indemnización por el perjuicio moral (daño indirecto).- Para
arribar a una solución justa, es imprescindible comprobar si en marras se
dan los presupuestos de este tipo de resarcimiento. Así, en la demanda, el
actor hace incapié en la desidia del responsable y en los padecimientos
espirituales que conforman el daño moral. En tal sentido no resulta difícil
advertir que quien compra un inmueble rural de las características del de
autos, lo hace con la seguridad de gozar de tranquilidad en el futuro en su
explotación, esperanza que se ve quebrantada en un corto periodo de
utilidad por problemas ajenos a su voluntad o proceder, que lo privan
definitivamente de ese bien, evidenciando ello una perdida en la confianza
social y una inseguridad no merecedora de quien adquiere de buena fe. En
el sub examen, encuentro elementos suficientes que me permiten hacer
lugar al reclamo por este rubro, ya que lo que fue motivo de discusión en
autos está dado por un incumplimiento contractual de parte del demandado
a partir del contrato en cuestión, circunstancia que claramente ha incidido
en la salud del actor conforme da cuenta la pericia elaborada por la Dra.
María Alicia Nebreda, medica psiquiatra a ff. 79/83. Indicaba la idónea que
el estado de salud del actor era compatible con trastorno depresivo mayor,
pasando desde el año 1999 a la fecha de la pericia (año 2006) de un estado
de mayor gravedad a uno de menor gravedad, “No obstante no es esperable
mayor mejoría debido a la edad del sujeto, el tiempo que lleva de evolución
y los años que transcurrieron sin que se solucione lo que él considera una
estafa, y a partir de lo cual inicia el cuadro psiquiátrico.” (…) “el hecho de
la frustración del contrato de la causa incidió negativamente en la salud
psicofísica como se demuestra en el relato de la pericia y continúa
incidiendo (…) porque el actor estaba obsesionado, con ideación fija con el
tema del campo.” Que el respecto el actor refería ante la psiquiatra: “es un
gran dolor porque fue una estafa plena”, “haber trabajado tantos años para
que me estafen”
Se ha resuelto en el sentido que se trata y en posición que comparte el
suscripto que "Para estimar pecuniariamente la reparación del daño moral
falta toda unidad de medida, pues los bienes espirituales no son
mensurables en dinero. Sin embargo, al reconocerse una indemnización por
este concepto, no se pone un precio al dolor o a los sentimientos, sino que
se trata de suministrar una compensación a quien ha sido injustamente
herido en sus afecciones íntimas. Si la indemnización en metálico no puede
por sí restablecer el equilibrio perturbado del bienestar de la víctima, puede
sin embargo, procurarle la adquisición de otros bienes que mitiguen el
daño. En el caso, no se requiere ni de prueba concreta ni de demasiada
imaginación que inferir los sentimientos de injusticia, decepción,
indignación que debió experimentar el actor, depositando la confianza en
su vendedor y se encontró en poco tiempo con una verdadera caja de
sorpresas… " (Baz Ricardo Alejandro c/ General Motors de Argentina S.A.
s/ daños y perjuicios - Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil -
Sala/Juzgado: G - Fecha: 11-may-2007 - Cita: MJ-JU-M-12925-AR |
MJJ12925 | MJJ12925).-
Se acompaña a f. 201 historia clínica del actor, expedida por el Dr. José
Rodolfo Césare, médico psiquiatra, en la que consta “su cuadro estuvo
compensado muchos años, actualmente y a razón de una situación que
describe como “me jodieron con un campo” vuelve toda la sintomatología
de angustia patológica, ansiedad, anorexia, insomnio, con ideas paranoicas.
El propio Césare en su testimonial de f. 155 al reconocer la historia clínica
dijo que Meyer le hizo comentarios de una situación litigiosa con respecto
a un campo de su propiedad, que considera por el diagnóstico del paciente
que toda situación estresante de pérdidas, tanto afectivas como económicas,
influyen negativamente en el estado psicológico de toda persona, este caso
del Sr. Meyer. Que el hecho referido, al igual que otras perdidas afectivas,
influyeron en el estado psicofísico del sr. Meyer, habiéndole hecho
referencia en las sesiones a la pérdida del campo. El testigo Perandones (f.
158), a más de referirse a la situación violenta sufrida por Meyer a manos
de Ferrero para quitarle el campo (ver supra) señalaba que lo encontró muy
decaído, que no sabe qué le va a pasar con la jubilación mínima que tiene,
que especialmente está muy decaída la señora y que todo es por ese
problema, porque se gastó toda la plata y se quedó sin nada, que también
luego le falleció una hija.”
Frente a la situación vivida por el actor y que da cuenta la prueba reseñada,
resulta procedente reconocerle una indemnización en concepto de daño
moral. La cuantificación del daño moral debe efectuarse con fundamento
en la penosa situación que debió atravesar el actor, debiendo evaluarse todo
cambio perjudicial en su vida. La doctrina, por medio de reconocidos
autores, ha establecido correctamente que: "...en principio, el daño moral
siempre es resarcible, cualquiera sea su causa generadora o el factor de
atribución aplicable. Participamos decididamente de la concepción que
otorga a la indemnización por daño moral carácter resarcitorio y no
sancionatorio, razón por la cual es irrelevante atender a la causa que lo
genera". "Si el daño moral existe, la víctima podrá requerir un
resarcimiento, pues tanto menoscaba su espiritualidad un ataque a la
persona cuando proviene de un hecho humano, imputable a título de dolo o
culpa como cuando es causado por el riesgo creado por una cosa o por una
actividad desplegada (art 1113, Cod. Civil). Carece de sustento lógico y
jurídico pensar que en este último supuesto, en donde la ley ha querido
brindar protección amplia y total a la víctima, se excluya la posibilidad de
una reparación del daño moral" (PIZARRO, Ramón Daniel, "DAÑO
MORAL - PREVENCION - REPARACION -PUNICION", págs 388/389,
Bs. As. 1.996). Debe resarcirse en forma prudente y dentro de un marco de
equidad, impidiendo que se transforme en una fuente de enriquecimiento
indebido o abuso del derecho. La determinación sobre su procedencia
depende de la apreciación de las circunstancias de hecho y de las
cualidades morales de la víctima, para establecer en forma presunta la
relación entre el hecho lesivo y su posible repercusión en la esfera de su
intimidad (cfr. Bustamante Alsina, Equitativa valuación del daño no
mensurable, LL, 1990 A 655/656). “Para resarcirlo no existen cánones
fijos: es preciso analizar en cada caso hasta qué punto está afectado el
estado anímico y espiritual del damnificado, teniendo en cuenta las
consecuencias psíquicas y morales que el hecho haya producido en el actor,
tales como los sufrimientos, angustias, abatimientos, expectativas
frustradas, etc., sin que llegue a ser fuente de un beneficio inesperado ni de
un enriquecimiento injusto. En virtud del principio de individualización del
daño, se requiere que en su valoración, se meriten todas las circunstancias
del caso, tanto las de naturaleza subjetiva (situación personal de la víctima),
como las objetivas (índole del hecho lesivo, y sus repercusiones).”
(Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, sala civil y
comercial- Fecha: 10/04/2001 - Partes: B., L. E. c. Montoto de Spila,
Marta - LLC 2002, 56). Con los parámetros doctrinarios y
jurisprudenciales analizados, los montos por los que fueran resarcidos los
agraviados en precedentes judiciales y prueba colectada, tengo por
acreditado el daño moral referido, ajustándose a derecho el monto
pretendido en tal sentido, por lo que el rubro se estima procedente por la
suma de Pesos treinta mil ( $ 30.000), con más un interés que resulta
procedente establecer en la tasa de interés bancaria pasiva que publique
mensualmente el Banco Central de la República Argentina, con más el dos
por ciento (2%) mensual, hasta su efectivo pago, desde la fecha de la
demanda (11/02/2005) y hasta su efectivo pago.-
V.- Costas. Que en atención al resultado del pronunciamiento las costas
deben imponerse al demandado que resulta vencido (art. 130 C.P.C.C), y
los honorarios de los letrados y perito intervinientes se difieren para
cuando exista base en autos para ello.-
Por todo ello, normas legales citadas y haciendo presente que el resto de las
pruebas rendidas, debidamente valoradas, en nada modifican las
conclusiones a las que se arriba.-
RESUELVO: 1°) Declarar resuelto el contrato de fecha 28 de febrero de
1997, celebrado por las partes aquí actuantes (f. 5), de conformidad a los
argumentos vertidos en los considerandos del presente.-
2°) Ordenar por parte del demandado la restitución al actor –hoy sus
sucesores- de la suma de Dólares Estadounidenses Ciento veinticinco mil
(U$S 125.000.-), con más los intereses establecidos en el considerando
respectivo.-
3°) Hacer lugar al daño moral reclamado por el Sr. Adolfo Meyer –hoy sus
sucesores- y en consecuencia condenar al Sr. Emilio Mateo Rosso a abonar
a la parte actora, en el término de diez días, la suma de pesos treinta mil ( $
30.000), con más los intereses en la forma y condiciones establecidas en el
Considerando respectivo de la presente resolución, bajo apercibimiento de
ejecución forzada.-
4°) Imponer las costas al demandado que resulta vencido, Sr. Emilio Mateo
Rosso.-
5°) Diferir la regulación de honorarios de los letrados y perito
intervinientes para cuando exista base en autos para ello.-
Protocolícese y hágase saber.-

También podría gustarte