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ESCUELA NACIONAL DE FORMACIÓN

PROFESIONAL POLICIAL

INVESTIGACION CRIMINAL l

Trabajo Aplicativo Individual


Unidad Didáctica : “Criminalística I”

Apellidos / Nombres : A1. PNP. ROSARIO CASTRO Matias Josue

Sección : “B”

Tema : “Playa La caleta colorada”

Docente : SS PNP HERAS RAMIREZ Carlos Homero

Nº ORD. : 08.
INDICE

Contenido
I. Introducción...........................................................................................................................3
II. Antecedentes.........................................................................................................................4
III. Orígenes...........................................................................................................................10
IV. Derecho de reunión vs. libertad de asociación.......................................................11
V. ¿Qué significa “reunirse”?..............................................................................................12
VI. Límites al derecho de reunión.....................................................................................13
VII. Análisis.............................................................................................................................14
VIII. Conclusiones...................................................................................................................15
IX. Referencias Bibliográficas...........................................................................................16
I. Introducción

En el presente trabajo hablaremos sobre la Libertad de Reunión, ya sea que le


llamemos reunión, manifestación, junta, congreso o concentración, el derecho de
reunión forma parte de los derechos fundamentales de nuestra Constitución, y se
encuentra estipulado en el artículo 2, inciso 12, de la siguiente manera:
“Toda persona tiene derecho a reunirse pacíficamente sin armas. Las reuniones
en locales privados o abiertos al público no requieren aviso previo. Las que se
convocan en plazas o vías públicas exigen anuncio anticipado a la autoridad, la
que puede prohibirlas solamente por motivos probados de seguridad o sanidad
públicas.”
A lo largo de los años, el ejercicio de este derecho se viene asociando con el
descontento por parte de los “manifestantes” dirigido contra las “autoridades”, en
reclamo de intereses comunes. Pero, ¿cualquier motivo para una reunión justifica
que invoquemos este derecho?
II. Antecedentes

El Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda de amparo interpuesta por


la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) contra la
Municipalidad Metropolitana de Lima, solicitando que se declare inaplicable el
Decreto de Alcaldía, que declara zona rígida para cualquier tipo de concentración
pública el sector de máxima protección dentro del centro histórico de Lima,
delimitado por el río Rímac, las avenidas Tacna, Nicolás de Piérola y Abancay, sin
incluir estas, al considerar que vulneraba sus derechos fundamentales de reunión
y de participación política. Así, precisó el contenido constitucionalmente protegido
de este derecho, el cual viene configurado por la conjunción de una serie de
elementos:
a) Subjetivo: Se trata de un derecho individualmente titularizado, pero sólo
susceptible de ejercitarse de manera colectiva. Lo ejercita una agrupación de
personas con fines o propósitos, en
esencia, comunes. La identidad
básica de la intención de quienes se
congregan, es decir, el factor volitivo
común de los agrupados, es el que
permite distinguir la reunión
constitucionalmente protegida por el
artículo 2º 12 de la Constitución, de
aquellas meras aglomeraciones
casuales de individuos a quienes no
asiste tal identidad. Por ello, buenos
ejemplos del ejercicio del derecho de
reunión son el encuentro de los
miembros sindicalizados para
protestar por un hacer o no hacer de
su empleador o empleadores, las
marchas de los colectivos a quienes une el sentimiento de repudio frente a una
medida adoptada por un poder público, las procesiones organizadas por los
miembros de un determinado credo, los mítines coordinados por las agrupaciones
políticas, etc.
b) Temporal: Una de las características del derecho de reunión es la
manifestación temporal o efímera de su ejercicio, incluso en los supuestos en los
que tal manifestación sea periódica. Tal característica es uno de los principales
factores que permite distinguirlo del derecho de asociación, reconocido en el
artículo 2° 13 de la Constitución, al que inspira un ánimo de permanencia o,
cuando menos, una determinada continuidad en el tiempo. De otra parte, a
diferencia de lo que ocurre con el derecho de reunión, el ejercicio del derecho de
asociación, y el consecuente pacto asociativo, da lugar a la aparición de una
entidad jurídica, distinta de las personas que la conforman.
c) Finalista: Es requisito fundamental para el válido ejercicio del derecho de
reunión que su finalidad sea lícita. Dicha licitud no sólo debe ser predicable del
propósito último de la reunión, sino de los medios cómo éste pretende ser
alcanzado. Y es que cuando el artículo 2º 12 de la Constitución alude a que el
modus de la reunión se materializa «pacíficamente sin armas», hace referencia a
un requisito que atañe al contenido esencial del derecho, de manera tal que,
desde el mismo instante en el que se manifiesta algún elemento objetivo que
permita apreciar la intencionalidad o concreta actividad violenta durante la
congregación, el o los individuos involucrados en el evento, dejan de encontrarse
inmersos en el ámbito protegido del derecho, pudiendo ser reprimidos de forma
inmediata, mediante medidas razonables y proporcionales, por la autoridad
pública. De esta manera, resulta manifiesto que el mínimo daño intencionalmente
provocado a los bienes o personas, no forma parte del ejercicio válido del
derecho.
d) Real o espacial: El derecho de reunión se ejerce en un lugar de celebración
concreto. Así, el artículo 2º 12 de la Constitución establece que éstos lugares
pueden ser locales privados, locales abiertos al público, así como plazas o vías
públicas. La selección del lugar en el que se lleve a cabo la congregación es vital
para el libre ejercicio del derecho, puesto que muchas veces éste sólo puede
alcanzar su propósito en atención a la proximidad física de los reunidos con
aquellas personas o
entidades
destinatarios de las
ideas, reclamos,
pedidos, loas, etc. En
otras ocasiones, el
lugar escogido es
representativo de la
expresión o
manifestación misma
a la que la reunión
sirve de instrumento.
Resulta claro, sin
embargo, que la
lección del lugar no
siempre puede
quedar a discreción de la voluntad del celebrante, pues, en ocasiones, es el lugar
escogido el que determina, ante el objetivo riesgo de afectación de determinados
bienes constitucionalmente protegidos, la aparición de una causa objetiva y
suficiente para restringir o prohibir la reunión.
e) Eficacia inmediata: El hecho de que, a diferencia de las reuniones en locales
privados o abiertos al público, el artículo 2° 12 de la Constitución exija un anuncio
previo a la autoridad para realizar reuniones en plazas y vías públicas, puede
llevar a la errónea impresión de que para el ejercicio de este último tipo de
reuniones es imprescindible la autorización previa de algún representante
gubernativo, siendo, en consecuencia, un derecho mediatizado en su
manifestación a la anticipada aquiescencia expresa de la autoridad pública.
Pues nada escapa de manera más evidente a la constitucional configuración del
derecho sub examine. En efecto, el derecho de reunión es de eficacia inmediata y
directa, de manera tal que no requiere de ningún tipo de autorización previa para
su ejercicio.
Asimismo, el Tribunal declaró lo siguiente como un precedente vinculante:
Constituye precedente vinculante el criterio conforme al cual, en ningún caso el
ejercicio del derecho de reunión, previsto en el artículo 2° 12 de la Constitución,
puede ser sometido al requisito de autorización previa por parte de la autoridad
administrativa (Fundamentos 15 e. y 18), la cual sólo podrá restringirlo o prohibirlo
atendiendo a las concretas circunstancias de cada caso y sólo por razones
objetivas, suficientes y fundadas, según ha quedado expuesto en los fundamentos
de esta sentencia.
El Tribunal Constitucional desarrolla la especial relevancia de la protección
constitucional de la protesta, enfatizando en que:
La protesta se erige también como un auténtico mecanismo de expresión y
eventual reivindicación de las minorías que no logran ser representadas en los
ámbitos institucionales a los que solo acceden legítima y legalmente las mayorías,
de forma tal que la omisión, en cuanto a su reconocimiento y garantía desde el
Estado, no solo menoscabaría profundamente las posibilidades reales de
presentar sus demandas a quien corresponda, siempre que estas sean legítimas
y legales de acuerdo al orden público constitucional, sino también que dicha
omisión contravendría un principio basilar del Estado peruano, de acuerdo con la
Constitución Política de 1993, como es el pluralismo, en sus manifestaciones
política, ideológica, de pensamiento y creencias.
En el marco de tales
consideraciones, este Tribunal
considera que, a la luz de las
opciones valorativas
reconocidas por nuestro
ordenamiento constitucional,
entre las que destaca como
prisma fundamental el principio
democrático y su plasmación
jurídica en la Constitución como
marco garantista, lo que debe
extenderse también a contextos
de cambio y crisis de la representación, resulta una exigencia del orden público
constitucional el reconocimiento del derecho a la protesta como derecho
fundamental, derecho que asiste a toda persona que mantiene una posición
crítica frente al poder, sea este último público o privado, todo ello sobre la base de
aspiraciones legítimas de quienes protestan y siempre que se respete la legalidad
conforme al orden fundamental. Y es que la expresión de la crítica pública en
democracia, así como el proceso de su elaboración y la construcción del
pensamiento crítico son fundamentales para la comunidad política.
Respecto a la limitación de este derecho fundamental, el Tribunal expresó lo
siguiente:
Toda regulación y eventual limitación del derecho fundamental a la protesta se
deberá hacer a través de una ley en sentido formal o, en su defecto, por medio de
una norma que satisfaga la reserva de acto legislativo, garantizando de este modo
los principios de generalidad e igualdad de trato.

El Comité de Derechos Humanos desarrolla el alcance y la obligación de los


Estados partes relativa al derecho de reunión pacífica:
No siempre hay una línea divisoria clara entre las reuniones pacíficas y las que no
lo son, pero hay una presunción en favor de considerar que las reuniones son
pacíficas. Además, los actos de violencia aislados de algunos participantes no se
deberían atribuir a otros, a los organizadores o a la reunión como tal. Por lo tanto,
algunos participantes en una reunión pueden estar protegidos por el artículo 21,
mientras que otros no.
La cuestión de si una reunión es pacífica o no se debe responder con referencia a
la violencia causada por los participantes. La violencia contra los participantes en
una reunión pacífica por las autoridades o agentes provocadores que actúen en
su nombre no hace que la reunión no sea pacífica. Lo mismo se aplica a la
violencia por parte de otros ciudadanos contra la reunión o por participantes en
contramanifestaciones.
La obligación de respetar y garantizar las reuniones pacíficas impone a los
Estados deberes negativos y positivos antes, durante y después de su
celebración. El deber negativo implica que no haya injerencias injustificadas en
las reuniones pacíficas. Los Estados tienen la obligación, por ejemplo, de no
prohibir, restringir, bloquear, dispersar o perturbar las reuniones pacíficas sin una
justificación imperiosa ni sancionar a los participantes o los organizadores sin una
causa legítima.
Los Estados deben velar por que las leyes y su interpretación y aplicación no den
lugar a discriminación en el disfrute del derecho de reunión pacífica, por ejemplo,
por motivos de raza, color, origen étnico, edad, sexo, idioma, patrimonio, religión o
creencias, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, nacimiento,
minoría, condición indígena o de otra índole, discapacidad, orientación sexual o
identidad de género u otra condición. Hay que poner especial empeño en
garantizar la facilitación y la protección equitativa y efectiva del derecho de
reunión pacífica de las personas que pertenezcan a grupos que experimentan o
han experimentado discriminación o que puedan tener especiales dificultades
para participar en las reuniones. Además, los Estados tienen el deber de proteger
a los participantes de todas las formas de malos tratos y ataques discriminatorios.

Solo en casos excepcionales se puede dispersar una reunión. Se puede recurrir a


la dispersión si la reunión como tal ya no es pacífica o si hay indicios claros de
una amenaza inminente de violencia grave que no se pueda abordar
razonablemente con medidas más proporcionadas, como las detenciones
selectivas. En todos los casos, las normas de aplicación de la ley sobre el uso de
la fuerza se deben cumplir estrictamente.
Las condiciones para ordenar la dispersión de una reunión se deberían establecer
en la legislación nacional y solo un funcionario debidamente autorizado puede
ordenar la dispersión de una reunión pacífica. Una reunión que, aunque sea
pacífica, cause una gran perturbación, como el bloqueo prolongado del tráfico, se
puede dispersar, por regla general, solo si la perturbación es “grave y sostenida”.
Cuando se adopte la decisión de dispersar de conformidad con el derecho interno
e internacional, se debería evitar el uso de la fuerza. Cuando ello no sea posible,
solo se puede utilizar la fuerza mínima necesaria. En la medida de lo posible, la
fuerza que se utilice se debería dirigir contra una persona o grupo específico que
participe en la violencia o amenace con hacerlo. La fuerza que es probable que
cause una lesión más que insignificante no se debería utilizar contra personas o
grupos que se resistan pasivamente.
Las armas menos letales con efectos de gran alcance, como los gases
lacrimógenos y los cañones de agua, tienden a tener efectos indiscriminados.
Cuando se utilicen esas
armas, se deberían hacer
todos los esfuerzos
razonables para limitar riesgos
tales como causar una
estampida o herir a los
transeúntes. Esas armas solo
se deberían utilizar como
último recurso, tras una
advertencia verbal y dando a
los participantes en la reunión
la oportunidad de dispersarse.
Los gases lacrimógenos no se
deberían utilizar en espacios
cerrados.
III. Orígenes

Dentro de los derechos fundamentales de la persona, nuestra carta fundamental


consagra el derecho a reunirse pacíficamente sin armas; las reuniones en locales
privados o abiertos al público no requieren aviso previo; las que se convocan en
plazas y vías públicas exigen anuncio anticipado a la autoridad, la que puede
prohibirlas solamente por motivos probados de seguridad o sanidad públicas. Este
derecho constituye una de las libertades públicas de las personas, pero implica
algo más que ello, dado que se trata -también- de un mecanismo para la acción
política directa al servicio de fines que rebasa el puro contenido del derecho.

Revisando la historia, podemos encontrar a este derecho vinculado a la libertad


de expresión y el derecho de asociación, muchos tratadistas lo ubican en medio
de dichos derechos; la reunión es un mecanismo directo de acción social y
política, razón por la cual siempre ha producido desconfianza y restricción por
parte del poder político; hasta en las democracias más avanzadas se tiende a
reservar facultades policiales y caminos intrincados para recortar el ejercicio de
este derecho a través de rigurosos requisitos de pre aviso, de la exigencia de
condiciones peculiares en los puntos de reunión y otros dispositivos de limitación.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) no consagra
la libertad de reunión, este derecho -sin embargo- es recogido por la primera
Constitución francesa (1791); en Estados Unidos, forma parte de la primera
enmienda (propuesta en 1789 y promulgada en 1815); a lo largo del siglo XIX los
regímenes eran temerosos del gran poder de la acción colectiva, no solo en el
ámbito político, sino también en el entorno socioeconómico, donde se le
consideraba como una amenaza al poder empresarial y a la economía de
mercado; recién a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se reconoce a
esta libertad y se da inicio a la consagración legal y constitucional, otorgando
ciertas atribuciones a los partidos políticos y a los sindicatos, buscando de esta
manera la participación de los individuos a través del grupo en las decisiones que
les afectan.

IV. Derecho de reunión vs. libertad de asociación

En primer lugar, debemos distinguir entre el derecho de reunión y el derecho de


libertad de asociación. Si bien la Convención Europea sobre Derechos Humanos
reúne en su artículo 11, bajo el mismo título, tanto el derecho de reunión como el
de libertad de asociación,
estas dos libertades
contemplan un tratamiento
distinto.
Por su lado, la Convención
Americana sobre Derechos
Humanos se ocupa de
abordar, en artículos
distintos, dichas materias:
Artículo 15:
Se reconoce el derecho de
reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de tal derecho solo puede estar sujeto a
las restricciones previstas por las leyes que sean necesarias en una sociedad
democrática, en interés de la seguridad nacional, de la seguridad o del orden
públicos, o para proteger la salud o la moral públicas o los derechos o libertades
de los demás.
Artículo 16:
1. Todas las personas tienen derecho a asociarse libremente con fines
ideológicos, religiosos, políticos, económicos, laborales, sociales, culturales,
deportivos o de cualquier otra índole.
El Tribunal Constitucional señala que el derecho de reunión puede ser definido
como “la facultad de toda persona de congregarse junto a otras, en un lugar
determinado, temporal y pacíficamente, y sin necesidad de autorización previa,
con el propósito compartido de exponer y/o intercambiar libremente ideas u
opiniones, defender sus intereses o acordar acciones comunes”
Cosa distinta ocurre con el derecho de libertad de asociación, cuya definición
desarrolla el Tribunal Constitucional en la Sentencia, el cual implica la potestad
que tiene toda persona a afiliarse a una asociación, organización o grupo por
motivos de cualquier índole, y a desvincularse asociativamente de esta en
cualquier momento.
Sin embargo, tal como señala Naciones Unidas en la Observación general, existe
una fuerte interconexión entre el derecho de reunión, libertad de asociación y
participación política y, en caso la conducta de quienes se manifiestan se
extralimite del ámbito de protección del derecho de reunión, se conservan los
demás derechos en virtud de la Convención Americana.

V. ¿Qué significa “reunirse”?

De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, el derecho a la reunión “incluye el derecho a celebrar
reuniones, a realizar sentadas, huelgas, concentraciones, manifestaciones o
protestas, tanto fuera de línea como en línea. Este derecho entonces, se presenta
como una garantía, como una “libertad que tienen las personas para congregarse
accidental o transitoriamente con el objeto de comunicar un hecho, discutir
cualquier asunto o manifestar algún sentimiento u opinión”
Estas reuniones, sin
embargo, deberán
contemplar la calificación
de “pacíficas” y “sin armas”
para que se encuentren
dentro del ámbito de
protección del derecho,
cuyo postulado responde a
la preservación de la
seguridad y el orden
público.
Asimismo, las reuniones
pueden ser convocadas en
locales privados, abiertos al público, plazas o vías públicas. El texto constitucional
señala que “cuando las reuniones son convocadas en locales privados o abiertos
al público, no requieren aviso previo”. Estaremos frente a un local privado cuando
la propiedad pertenezca a una persona natural o jurídica, y frente a un local
abierto al público cuando la propiedad pertenezca también a una persona natural
o jurídica, pero cuyo acceso se encuentre abierto indiscriminadamente a cualquier
persona (sin perjuicio de la reserva del derecho de admisión si así se requiriera).
A modo de ejemplo, la sala de
nuestra casa y el local de nuestro
equipo de fútbol favorito
respectivamente. En caso la
convocatoria se realice en plazas o
vías públicas, “se exige un anuncio
anticipado a la autoridad”. Esto
significa que, si bien se requiere
una comunicación previa, no se
exige la obligación de obtener autorización o permiso por parte de la autoridad
para ejercer el derecho

VI. Límites al derecho de reunión

Serán igualmente válidas las reuniones espontáneas como las organizadas


mientras cumplan con las cualidades de “pacíficas” y “sin armas”, tomando en
cuenta que estas sólo pueden ser prohibidas por “motivos probados de seguridad
o sanidad públicas”. En atención a que ambos criterios responden a evitar graves
o inminentes amenazas, cualquier tipo de restricción deberá ser analizado bajo
los principios de proporcionalidad y razonabilidad. Por ello, no será suficiente
invocar “un peligro eventual y genérico, un simple temor o una sospecha. La
naturaleza del derecho de reunión, en sí mismo conflictivo, no puede ser la causa
justificativa de normas limitativas del mismo. No se puede considerar el derecho
de reunión y manifestación como sinónimo de desorden público para restringirlo
per se”.
Conectada a los límites de este derecho, es la manera en la que se realizará la
intervención por parte de la autoridad pública en caso se encuentren en peligro la
seguridad o sanidad públicas (por ejemplo, en caso se obstruya totalmente el
ingreso al servicio de emergencia de un hospital).
En tal sentido, mientras la reunión se efectúe de manera pacífica, las autoridades
deberán asumir una conducta vigilante y, de requerirse el uso de la fuerza en
manifestaciones públicas para la desconcentración, esta debe ser excepcional y
en circunstancias estrictamente necesarias conforme a los principios
internacionalmente reconocidos.
VII. Análisis

El derecho de reunión como tal muestra una intrínseca naturaleza dual (titularidad
del individuo, pero de necesario ejercicio colectivo) y una extrínseca también
dualidad en sus facetas de expresión (en ámbitos privados y en espacios
públicos) que sin duda marcan la variedad de enfoques jurídicos de abordaje y la
diversidad de modelos de regulación del mismo. Su confirmación como derecho
humano, y su configuración como pilar básico de funcionamiento de un sistema
democrático, por muchos que sean los referentes internacionales y nacionales de
acogida, no han evitado los efectos de la posición sumamente delicada e incluso
frágil en la que se encuentra el derecho de reunión cuando coincide en el mismo
espacio de acción con otros derechos e intereses que son objeto de igual
protección y tutela. Como mecanismo de expresión y participación ciudadana que
es en suma el derecho de reunión, el mismo sistema democrático que lo erige
como valor fundamental es el que impone los posibles límites a su ejercicio. Solo
que la expresión de estos límites y las medidas que pueden adoptarse en
respuesta a ellos no ha encontrado la misma respuesta o al menos con cierto
grado de uniformidad entre las diversas ordenaciones nacionales del entorno más
cercano cual es el europeo.
VIII. Conclusiones

Tanto nuestra Constitución como diversos tratados internacionales reconocen el


derecho a reunirse pacíficamente y sin armas sin autorización previa en locales
privados, abiertos al público, plazas o vías públicas.
Asimismo, el contenido constitucionalmente protegido de este derecho viene
configurado por la conjunción de una serie de elementos: subjetivo, temporal,
finalista, real o espacial y eficacia inmediata.
En cuanto a su ejercicio, este solo puede estar sujeto a restricciones que cumplan
con los criterios de razonabilidad y proporcionalidad, por lo que será insuficiente
restringirlo o prohibirlo en base a suposiciones o sospechas eventuales y
genéricas, atendiendo además a la presunción en favor de considerar que las
reuniones son pacíficas. Finalmente, en caso de ser necesario el uso de la fuerza
por parte de las autoridades públicas, deberán emplearse las medidas más
seguras y menos lesivas para los manifestantes.
La protesta pacífica es un derecho. La detención solo cabe cuando afectas el
derecho de terceros, la propiedad privada o si realizas actos de violencia contra la
autoridad.
Según la Constitución Política del Perú, el plazo máximo de detención es de 48
horas, pero eso no quiere decir que las autoridades deban esperar dicho plazo. La
policía y el Ministerio Público deben definir la situación política en el menor tiempo
posible.
Los adolescentes mayores de 14 años solo pueden ser detenidos por la policía si
cometen un delito flagrante (evidente).
IX. Referencias Bibliográficas

Artículo 11. “Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión pacífica y a la


libertad de asociación, incluido el derecho de fundar, con otras, sindicatos y de
afiliarse a los mismos para la defensa de sus intereses.”
Sentencia 04677-2004-PA/TC, 7 de diciembre de 2005, fundamento 14.
Sentencia 04938-2006-PA/TC, 19 de julio de 2006, fundamento 7.
Naciones Unidas. Observación General 37. Párrafo 9.
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos. Libertad de reunión y de asociación. (Naciones Unidas). Documento
disponible en: https://www.ohchr.org/es/topic/freedom-assembly-and-association
Silva Bascuñán, A. (2009). El Derecho de Reunión en la Constitución de 1980 en
Asociación Chilena de Derecho Constitucional (Editor), Temas Actuales de
Derecho Constitucional, Libro Homenaje al Profesor Mario Verdugo Marinkovic, 1ª
ed, Santiago: Editorial Jurídica de Chile, p. 305
El Tribunal Constitucional ha determinado que “no cabe confundir la exigencia de
aviso previo, con un supuesto sometimiento del derecho de reunión a la
necesidad de una autorización previa de la autoridad administrativa, la cual, de
ser exigida, resultará manifiestamente inconstitucional” (Sentencia N.º 4677-2004-
PA/TC, fundamento 15).
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia T-456 (14 de julio de 1992).
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2016). Informe de la relatoría
especial para la libertad de expresión. Documento disponible en:
http://www.oas.org/es/cidh/expresion/docs/informes/anuales/InformeAnual2016RE
LE.pdf

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