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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TRUJILLO “BENEDICTO XVI”

SEMINARIO MAYOR “SAN CARLOS Y SAN MARCELO”

FACULTAD DE TEOLOGÍA

Trabajo: “El individualismo consumista que impide la comunión”.

Docente: Pbro. Lic. Paúl Roncal Aldaz O.C.D


Curso: ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL

Autor: JUAN FELIPE HERNÁNDEZ (Hno. José De Jesús, SMMD.)

Trujillo – Perú
2023
EL INDIVIDUALISMO CONSUMISTA QUE IMPIDE LA COMUNIÓN.

¿Cómo aborda el tema el Papa en el número 87 y 88 de Evangelii Gaudium?

En estos numerales resuena por completo la idea que, es vital el ejercicio de la


relación humana y en el caso concreto del numeral 87, presenta la gran oportunidad de
lograrlo, usando las “redes e instrumentos” desarrollados que nos presenta hoy el mundo en
su amplísimo desarrollo. Además, presenta el ejercicio de relacionarnos como: “Bueno,
sanador, liberador y esperanzador”, puesto que la relación entre las personas, debe hacerse
desde la fraternidad y la solidaridad.

En el numeral 88, advierte específicamente sobre las herramientas que usa el mundo
de hoy ante la sospecha, la desconfianza, el temor de ser invadidos y las actitudes
defensivas. Entiéndase por estas herramientas, el escape hacia una privacidad cómoda o
reducidos círculos preferenciales, que finalmente llevan a renunciar a toda la dimensión
social del evangelio. Cristo invita siempre al encuentro con el otro, interesarnos por su
realidad y juntos caminar hacia Él.

¿Por qué el Papa llama al hecho de encerrarse en sí mismo “probar el amargo veneno
de la inmanencia”?

El encierro en sí mismo es un acto de egoísmo en su mayor esplendor y, siguiendo


la analogía del Papa, quién se encierra en sí mismo solo puede encontrarse con su profundo
egoísmo, que lentamente lo va llevando a la muerte, que es lo que causa finalmente un
veneno mortal.

¿En qué medida crees que esto repercute en la vida del consagrado o el sacerdote?

En la vida del consagrado (entiéndase vida religiosa) se llega a dar, sin embargo,
tiende a tomar unas características distintas a cuando se llega a dar en el sacerdote
diocesano. En la vida consagrada – incluyendo los presbíteros – se da especialmente en la
falta de apertura eclesial de una comunidad a otra o, de la misma vida consagrada al trabajo
eclesial con los sacerdotes diocesanos o los fieles laicos y viceversa partiendo de los
sacerdotes diocesanos en relación hacía los consagrados y los fieles laicos. Naturalmente
esto es un peligro que muchas veces nace en la excusa de resguardar el carisma propio,
cuando en realidad lo que hay es un profundo egoísmo que atenta la relación que nos exige
ser hijos del Dios Trinitario que, es perfecta comunión.

En el sacerdocio en general, esto es igualmente un gran peligro que lleva también a


un egoísmo de encierro en sí mismo extremo que se puede convertir en puro clericalismo o
por el contrario puede llegar el acto de relacionarnos en busca de la comunión, a convertirse
en puro laicismo y así se llegaría a otro extremo donde ya no hay relación que busque una
comunión, sino más bien una mundanización del ideal de la comunión eclesial, figura de la
comunión trinitaria.

Finalmente, este egoísmo que cierra al sacerdote a la comunión, lo lleva al declive


de su ser natural como sacerdote y finalmente también como persona humana.

No hay que olvidar que, la comunión ante todo es un don del Espíritu Santo, es
decir, no basta solo con practicar la comunión desde un plano meramente antropológico,
puesto que en esencia es trascendente por ser un regalo de Dios. La comunión en definitiva
se debe pedir a Dios a través de la oración para poder vivirla en su dimensión
antropológica.

Comentario

Ambos numerales encierran en si la realidad y necesidad del don de la comunión


eclesial que es imagen y semejanza de la comunión Trinitaria, que posteriormente va a
sintetizar en la encíclica “Laudato Si” en el numeral 240: “Las Personas divinas son
relaciones subsistentes, y el mundo, creado según el modelo divino, es una trama de
relaciones. Las criaturas tienden hacia Dios, y a su vez es propio de todo ser viviente
tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del universo podemos encontrar un
sinnúmero de constantes relaciones que se entrelazan secretamente. Esto no sólo nos invita
a admirar las múltiples conexiones que existen entre las criaturas, sino que nos lleva a
descubrir una clave de nuestra propia realización. Porque la persona humana más crece,
más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma
para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas. Así asume en su
propia existencia ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación.
Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad
global que brota del misterio de la Trinidad”.

Definitivamente la comunión, partiendo de las relaciones interpersonales, basadas


en una auténtica fraternidad y solidaridad, incluso haciendo uso de las herramientas que la
ciencia moderna pone en nuestras manos para tal objetivo, son una realidad apremiante en
nuestro tiempo, donde a veces parece que la globalización y el avance científico y humano,
parece aislarnos en vez de unirnos. Y sobre todo pedir a Dios el don de la comunión.

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