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"La Aventura del Plato Mágico"

Había una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado Mateo, que no estaba seguro de
qué comer para mantenerse fuerte y saludable. Un día, mientras exploraba el mercado,
descubrió un rincón misterioso donde se encontró con un anciano amable llamado Abuelo
Nutriente.

El anciano Abuelo Nutriente llevaba consigo un plato mágico que brillaba con colores
vibrantes. "¡Hola, Mateo!" saludó el anciano. "Este es el Plato del Bien Comer, y te ayudará a
crecer fuerte y lleno de energía".

Curioso, Mateo miró el plato y vio que estaba dividido en secciones con diferentes colores.
Cada sección tenía un grupo de alimentos: frutas, verduras, cereales, proteínas y lácteos.

"Este plato mágico te guiará en tu aventura para mantenerte saludable", explicó Abuelo
Nutriente. "Por ejemplo, las frutas y verduras te darán vitaminas y minerales para crecer y
tener ojos brillantes como estrellas".

Emocionado, Mateo tomó el plato mágico y comenzó su viaje. En el bosque, se encontró


con la Dulce Manzana, la Reina de las Frutas. La Dulce Manzana le dijo a Mateo que ella le
daría energía duradera durante el día.

Más adelante, en el Valle de las Verduras, conoció al Caballero Brócoli y a la Princesa


Zanahoria. Juntos, le contaron a Mateo sobre su misión de proteger el reino de las
enfermedades y cómo podían hacerlo.

En la Tierra de los Cereales, Mateo se encontró con el Gran Arroz y la Reina Quinoa. Le
enseñaron que los cereales eran como pequeños guerreros que le darían fuerza para jugar
y aprender.

Al llegar a la Montaña de las Proteínas, Mateo conoció al Dragón Pescado y al Caballero


Pollo. Le contaron que eran esenciales para construir músculos fuertes y huesos saludables.

Finalmente, en el Valle de los Lácteos, Mateo conoció a la Princesa Leche y al Príncipe


Yogur. Le dijeron que los lácteos eran como un escudo protector para sus huesos y dientes.

Después de su increíble aventura, Mateo regresó a casa con el Plato del Bien Comer lleno
de alimentos mágicos. Gracias a sus nuevos amigos, se dio cuenta de que podía crear
comidas deliciosas y nutritivas que lo ayudarían a crecer fuerte y saludable.

Y así, cada día, Mateo disfrutaba de su Plato del Bien Comer, sabiendo que estaba
alimentando su cuerpo con los poderes mágicos de las frutas, verduras, cereales, proteínas
y lácteos.

Desde entonces, Mateo se convirtió en un niño lleno de vitalidad y energía, ¡listo para
nuevas aventuras! Y cada vez que alguien en el pueblo tenía dudas sobre qué comer,
Mateo compartía la historia del Plato Mágico, inspirando a todos a disfrutar de una vida
saludable y llena de magia.

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