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EL ACONTECIMIENTO
“Dumu Aye ’Ku”
Baron ya Búk-lu
EL
ACONTECIMIENTO
“Dumu Aye ’Ku”
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PRÓLOGO
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INTRODUCCIÓN
Estos últimos diez años (1990/2000) han sido claves para la
evolución del arte africano en general y de la música africana en
particular en España.
Y si tenemos en cuenta que a finales de los años 80, sólo
existían en Madrid grupos africanos como Máskara (Hermanos
Zamora), Afro Brass, Afrika Lisanga —estos dos últimos han
sido y son el trampolín de la mayoría de los artistas que llegan a
España, aunque a muchos nos cueste reconocerlo— y Songai en
Barcelona.
A principios de los 90 aparecieron nuevos artistas como Baron ya
Búk-lu (en Madrid), Louis M’bomio (en Barcelona), y comenzaba la
saga y llegada de los percusionistas Senegaleses, entre los que destaca
Ass Ndyaye, seguido por sus hermanos Mass y Pape, Babakar Dieng
y su familia, Las Hijas del Sol, etc. Los Ciclos de Música Africana
organizados por el Colegio Mayor Nuestra Sra. de África en coordi-
nación con la A.P.C.A. (Asociación para la Promoción de la Cultura
Africa), comenzaban a tener más peso, a la vez que las fiestas orga-
nizadas por Cultura Africana daban paso a otros artistas, afortuna-
damente en una de ellas, conocí a mi actual esposa, concretamente
en la de 1993, en la Casa del Reloj (Legazpi). Surgían discográ-
ficas como Nube Negra, salas de conciertos como Suristán, que
empezaban a apostar por estos ritmos y su arte.
En el año 1997 se promueve un proyecto de grabar un disco
en directo de los artistas africanos residentes en España. Dicho
proyecto se lleva a cabo en la Sala Caracol de Madrid, bajo la
organización de la A.P.C.A., en colaboración con la Comunidad
Autónoma de Madrid.
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Capítulo Primero
Bendita Cakum (1960-1971)
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Capítulo TERCERO
Jackson Bendy (1975-1976)
Cuando llegué de nuevo a mi pueblo Anvam, todo había
cambiado. Hacia un año que se había muerto mi padre. A los
dieciséis años me vi en la obligación de asumir la responsabilidad
de liderar una familia junto a mi hermano Dio Ngomo, mi madre,
mi sobrino Chabal y mi padrastro, porque todos mis hermanos
mayores se habían fugado al extranjero. Mi ilusión se vino abajo. Se
acabó el Bonkó de las calles de Malabo, se acabó el cachondeo de las
ferias, y las ilusiones de las carreras de piloto, sacerdote o abogado,
se fueron a tomar por saco.
La cuna de la revolución me esperaba con las manos abiertas, la
realidad estaba ahí en el pueblo.
Mi primer propósito fue ignorarlo todo, pero pronto me di cuen-
ta de que nada era en broma, y los problemas empezaron a llegar sin
darme cuenta.
El primero fue, según se venia haciendo, que el gobierno pedía
gente a las familias para la salvación de las cosechas en la isla de
Masie Nguema Biyogo, ahora Bioko. En esta ocasión, cómo no,
el turno le tocaba a mi familia. Se planteo el tema, ya que si viajaba
mi padrastro, mi madre tendría que viajar con el, dejando en manos
de mi hermano y yo todo el peso de nuestro hogar. Entonces mi
madre, pensándolo bien, dijo que como el único que se acercaba a
la edad requerida era yo, me tocaba como el mayor, salvar el honor
de la familia.
Mientras esperábamos la salida a Malabo me dio tiempo a seguir
ensayando un pequeño repertorio con mi hermano y mis primos.
En poco tiempo habíamos formado un grupo de m´andjang o
xilófonos que llamamos “Bongó b’afirikárá” en honor al gran poeta
Fang Afaga Bibógo, autor de la novela “Dulu bóngó b´afirikárá”
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(La senda de los hijos de Africa), amigo de mi padre que pocos años
antes de morir había estado de visita en nuestra casa. Así todos los
componentes le conocíamos, más motivo para el nombre.
Bóngó b’afirikárá estaba compuesto por Dio Edjang Ngomo
alias Edjang Bolingo solista y voz, Coco Nseng alias Orokib Umusa
cantante, Nvomo Mokuy alias Aliká cantante, y los desaparecidos,
Pedro Ngomo alias Petit Pierre, Dio Nvomo alias Le Baton, Román
Ona alias Ona Dibango y Nve Ngomo alias Jackson Ngomo, o alias
Mr Ngomo y actualmente conocido por Baron ya Búk-lu.
Obóo Kura, era el grupo más importante del pueblo. Estaba
liderado por Obiang Simarró (ex Super Conga) y Dr. Leman. Estaba
también Kolé el percusionista y Amadeo alias Power el rítmico,
sin olvidar al desaparecido cantante Faustino Ateba alias Adjasko.
La formación era tan perfecta a mi parecer, que no había hueco para
mí.
En una actuación en Añisork, y en un poblado llamado Oveng,
yo como siempre me gustaba estar ahí con ellos, para animar y ligar
de paso, por supuesto. Eran ya las ocho de la tarde, andaba por ahí
intentando todavía hacerme un hueco cuando, de repente, me dijeron
que Leman el director del grupo, me estaba buscando. Yo pensando
que tenía que acudir rápido para ayudarles, mi sorpresa fue que al
encontrarme con Leman éste tenía muy mala cara. Nada más verme
me dijo —¡menos mal que estás aquí!—. Yo seguía sin comprender lo
que estaba pasando, pero Leman me llevó al camerino donde estaban
los demás músicos y les expuso que él había encontrado la solución,
y ésta era que yo cantara en la actuación de aquella noche. Y me
explicó que el problema había sido la ausencia de Obiang Simarró
vocalista, por eso habían pensado en mí como única solución.
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Así fue mi debut como cantante oficial del grupo “Obóo kura” y
desde aquel día Obiang Simarró no volvió a interesarse por el grupo,
excepto en ocasiones especiales.
A parte de experimentar con nuevos estilos, fuimos el primer
grupo en fusionar m’anjang o xilófonos con guitarras acústicas, en
todo el territorio Guineoecuatoriano. El cambio fue radical.
Y como quiera que las cosas siempre duran poco, meses después
mi compromiso con el Estado de ir a salvar la cosecha había llega-
do.
Mi madre, entre lágrimas, iba haciéndome las maletas, hasta que
un buen día, me dijo que nos quería ver el presidente del P.U.N.T.
(Partido Único Nacional de los Trabajadores). Cuando llegamos nos
dijo que había dos noticias, una buena y otra mala, mi madre le dijo
que empezara por la mala.
La primera, era que había recibido una carta del Delegado del
Distrito, diciendo que el Presidente había dicho que ya no hacía falta
más gente para salvar la cosecha en Malabo. Y la segunda noticia era
que los que estaban en la lista para Malabo ahora se iban a trabajar
a China (empresa estatal China, que construía el tramo de carretera
de Nkue a Mongomo).
Cuando salí de aquella casa me quedé mas entristecido, primero
porque solo tenía dieciséis años y el trabajo en la carretera decían que
era muy duro, me había hecho a la idea de ir a Malabo, porque al
igual que había ayudado a algunos amigos a escapar desde la llegada al
puerto, estaba seguro de que cuando me vieran mis amigos llegar,
harían lo mismo conmigo. Pero una vez más los dioses volvían a
estar en mi contra.
Añisork era una ciudad muy pequeña y muy revolucionaria.
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Primero nos llevaron a casa del tal Alogo. Éste, al verme, se echó
a reír, mientras murmuraba. —te dije que algún día caerías en mis
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manos, hoy es el día—. Nos colocaron a los seis en fila, Daniel Nzé,
Gregorio Abaga, Antonio Abaga alias Bocari, Eugenio Ondo alias
Akeba, Crisantos Evui alias Mongo Cri y yo.
Llegó el momento de la interrogación y la mala suerte le tocó
a Crisantos, porque a lo mejor se le notaba muy asustado, pero su
sorpresa fue cuando Cri le contestó que yo no había dicho nada en
contra del sistema, este se enfureció más y le repartió una lluvia de
patadas y puñetazos en todo el cuerpo.
Como era costumbre, si el jefe pegaba una bofetada, sus secuaces
te daban una decena o más. Los demás al ver lo que acababa de pasar
con nuestro amigo, se limitaron a mover la cabeza de forma afirmati-
va cuando miraba a cada uno de ellos, como afirmación de que había
criticado a la revolución, algo que estaba considerado como acto de
subversión y que se penalizaba con destierros, confinación a la isla
de Annobón o a la cárcel de Black Beach de Malabo.
La verdad es que, más que miedo esa gente me repugnaba,
era joven y algo me decía que todavía tenía mucho que hacer en la
vida; creo que por eso no me asustaban. Luego se quedó fijamente
mirándome, hasta que se hartó y ordenó que le llevaran la porra.
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Eso le hacía cada vez más estar seguro de que estaba cerca de
descubrir algo gordo. Además de no entender el interés de toda
aquella multitud sobre aquel joven desconocido.
Mi amigo Julio me llamó para hablar conmigo a parte y me
preguntó si llevaba algún dinero, le contesté que solo tenía dos mil
bikpuelés, metió la mano en su bolsillo trasero del pantalón y sacó
otros tres mil, que sumándolos a los míos hacían un total de cinco mil.
Se lo ofrecimos al señor Micha, pero ese gesto nos volvió a
traicionar de nuevo. Se acababa de confirmar su visión según la
cuál yo era un chico peligroso. A saber lo que le habría contado
Antonio el sastre.
Más enfurecido, ordenó a mis amigos a abandonar de inmedia-
to el lugar si no querían ser detenidos por intento de soborno.
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Colé: percusión
Alika “Dr. Andreu“: coros
Tony Ondo: voz y maracas
Pepe Mba “Alumunio”: animación
Jackson Ngomo: compositor y voz
Dr. Leman: director, compositor y coros
Llegamos a la ciudad de Mikomiseng el día 5 de julio; era el
comienzo de la primera fase eliminatoria o fase de los infartos.
Se llamada así por los múltiples infartos que se producían. Los
grupos se lo tomaban muy en serio, y pasaba lo que pasaba.
En la primera audición se presentaba una decena de grupos:
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Acarbendómán de Ayantang
Super Paz de Ayantang
Somos-Somos de Akog Yebenveign
Obóo kura 2º de Ntang Esakunan
Ami nacional de Nkómo
Ndong Nsang de Mbé Nzomo
Fili-Filí de Eto ntangán
Okukut Ondo Moto de Andók Eseng
Aleluya de Afan ngui
Obóo kura de Anvam concentrado
Aquel primer día se celebró con mucha dificultad, pero al final,
después de mucha polémica, se dio a conocer al día siguiente la lista
de los grupos que habían sido seleccionados para la gran final.
A la mañana siguiente todo el mundo fue corriendo a la sala del
tribunal donde se había celebrado el acto, ahí estaba la esperada
lista.
Nosotros éramos los terceros de una lista compuesta por
Somos-Somos, Aleluya Afan Ngui, Filí-filí, Ndong Nzang y Ami
Nacional.
He de reconocer que los seis grupos que quedaron para la final
eran los mejores. El resto de los demás grupos carecían de origina-
lidad o estilo propio.
Me tiré todo el día 7 encerrado en casa. No se podía pasear
libremente. Todo el mundo estaba pendiente del evento ya que sólo
se hablaba del festival.
Eran aproximadamente las siete de la tarde, cuando llegamos al
tribunal, unos quince minutos más tarde llegaron las autoridades,
acto después subió al escenario el presentador anunciando el orden
de participación de los grupos.
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de Break Dance, uno de mis amigos llamado Infante Tinoko, que iba
a participar en el concurso. Una vez finalizado el acto, abrieron las
puertas de la disco, donde el cachondeo ya fue más gordo.
Un año después salió la película Break Dance & Smurf, protago-
nizada por ellos.
Nigth Fever era lo más moderno de la época para nosotros los
jóvenes, y donde te podías juntar en la pista con Germaine Jackson
, Jimmy Ondo, Gibsons Brothers o Break Machine. Para nosotros
era flipante, adoraba el funky, era lo más grande para mí, y ver en
vivo a esta peña era increíble.
Mi amigo Fabio, a parte de conseguirme un empleo, me dijo que
si me interesaba, me podía dejar su apartamento porque iba a coger
una casa más grande para convivir con su novia.
Dicho apartamento a parte de ser bonito, estaba en el 9º piso en
un barrio donde vivían muchos oficiales del ejercito, y estaba a unos
mil metros de la librería donde trabajábamos.
A cien metros de mi casa estaba la zona de discotecas más impor-
tante de la ciudad, como Sun Set, Top Kapy, que eran de niñatos
blancos de la armada francesa, Baggera, que también era más o menos
lo mismo, pero se veían más jóvenes negros, New Okomo, era
frecuentada por lo que hoy en día se llama busca blancos, y más
abajo hacia el carrefour Leon Mba, se hallaba la discoteca Sahel,
donde podías escuchar Makossa y el resto de música africana. Todas
las noches como os podéis imaginar, eran mías. Recorría todas y cada
una de ellas.
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Cliff en plan Rub a Dub Style, y la canción Yogo santé dedicada a las
prostitutas de la Garre routier de Libreville, canciones con las
cuales se lanzó al éxito.
Seis meses después coincidíamos en un taxi compartido
viajando desde el centro al barrio de Lálalá carrefour. Ésta fue la
ultima vez que nos vimos en directo, el resto a sido en vídeo y en
TV, y a Jimmy Cliff ya no te digo, no he vuelto a saber de él.
No me gusta pensar que podía haber sido la oportunidad de mi
vida, quiero pensar que no fue así, no lo sé, lo que es cierto es que
desde entonces no he vuelto a parar de hacer música. Asistí por
primera vez a una grabación, y empecé a conocer a más gente
que estaba metida en el mundo de la música, como Jean Yves
Messang, ex bajista del dúo Camerunés Tim & Foty, con el cual
junto a Mustick Ambassa realicé mi primera maqueta.
En el año 1986, aprovechando mis vacaciones anuales, y
coincidiendo con la fiesta de la UDEAC (Unión Aduanera de los
Estados del Africa Central), me planté en Bata.
En una ocasión, estando en la discoteca, le pedí al Dj, que pincha-
ra mi maqueta, al acabar la canción, un amigo y alto funcionario del
Ministerio de Cultura me dijo que le había gustado mucho, propo-
niéndome que me quedara en Guinea, asegurándome, que el podía
gestionarme una subvención para la producción de mi primer disco.
La oferta me pareció muy interesante, pero le dije que tenía que
regresar a Libreville, para hacer las maletas.
Llegó el momento dificultoso de regresar; entonces me di
cuenta de que se me estaba caducando el permiso de residencia.
Alguien me aconsejó viajar en una avioneta. Según ese alguien,
nos llevaría a la zona nacional y de esta forma evitábamos el
control.
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Me sentía echo polvo, había agotado mis ahorros, mis trajes de lino
blanco; había vendido todas mis joyas y mis gangduras, al igual que mi
colección de cincuenta y dos pares de zapatos, entre estos, un par de
Weston de piel de cocodrilo. El par de Weston ceremonial ya había
perdido su esplendor; no había dinero para llevar los trajes de lino a
la tintorería. Pensaba en la belle vie de Paris durante y después de la
grabación.
Pero por si acaso, y como gran guerrero, todavía reservaba alguna
“griffe” en la maleta, algún zapato Weston ceremonial, mi don
zapato alias nló ngoo (cabeza de barbo), había bautizado en su día a
todos mis zapatos, y alguna camisa de soie sauvage, Cachemire, un
traje de Kanzai Yamamoto, y Kenzo, para las grandes ocasiones. El
espíritu de SAPEUR, todavía no había desaparecido del todo.
Fracasado y dolorido, me trasladé a Bata para probar suerte. Jean
Michel García, Director del ICEF de Bata, me dijo nada más llegar
que mi puesto había sido ocupado, que lo único que podía hacer era
contratarme para una actuación musical.
Me puse en contacto con los músicos residentes, en especial con
Ngal Mananga, más tarde nos reunimos con Djidé, Coco, Chat,
Bosepa, Epico Penda e Isabel Idjabe, y nos pusimos manos a la
obra.
Una semana después, teníamos listo el repertorio. Y por otro
lado me reunía con mis amigos de COOPERJOGUI (Cooperativa
de Jóvenes Guineanos) para la promoción, pegada de carteles,
entrevistas por radio Bata y el boca a boca, que mucho funciona en
mi tierra, para dicho evento, a parte de que lo estuviera preparando
el director del centro y su equipo.
Molú, Antolin Masa, y Mbuel, me aseguraron que podía contar
con su pleno apoyo.
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gran error, porque siempre se dice que los ojos son el espejo del alma,
por eso es necesario mirar a la cara a tu interlocutor, de esta manera
puedes sentir y notar sus palabras, intenciones o pensamientos.
Seguimos teniendo sociedades donde someten a la gente a gran-
des torturas e incluso a la pena de muerte, por normas y leyes absur-
das y en algunos casos, injustas, impuestas por los representantes del
pueblo. ¿Qué pueblo? Aunque también creo que algunos deben
morir, para dar vida a otros.
Sabemos que hablar demasiado es malo, incluso hay culturas,
como las del África del Oeste, que lo consideran una enfermedad,
pero hemos de reconocer que a veces el silencio en las personas
puede ser debido a presiones sociales, miedo, e ignorancia. No
olvidemos el gran dicho colonial español de —en boca cerrada no
entran moscas—.
Recuerdo que en mi pueblo, para caer bien a tus suegros o a
cualquier persona, sólo tenía uno que fingir hablar poco para que
todos dijeran: — qué chico más educado —, — a penas se le nota —.
Hoy en día el no hablar o no comunicarse puede ser considerado
una enfermedad.
También hay casos extremos como aquellos de las personas que
para seguir viviendo, se ven obligadas a unirse a colectivos mafiosos
para así seguir haciendo lo mismo que antes, pero bajo el amparo de
la ley.
Creo que nunca deberíamos arrepentirnos de nuestros dichos,
ni hechos. Para ello es bueno pensar bien, antes de hacer o decir
cualquier cosa.
Esto no es más que una opinión personal, según mis pocos cono-
cimientos, a lo mejor cuando haya vivido y visto más, opine de otra
manera.
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DE NKRUMAH A MANDELA
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Alan
(Zamá mbógó nkom bot ané mengulu mésse)
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Ofúas
(Freestyle)
Otó
(Freestyle)
Como habréis comprobado, no sólo he dicho cosas desagradables,
también nos hemos reído y divertido. Además si hablo de algo, es
porque me preocupa, si he hablado de ti, ten por seguro que eres
de los míos.
Por eso sigo creyendo que es bueno hablar, escuchar, eso
facilita la comunicación entre nosotros. Lo otro es lo que ya
conocemos.
A partir de ahora prometo ser más positivo y optimista, pero
también os digo que si he sido malo ha sido por culpa de la vida,
que ha sido dura conmigo y me ha enseñado a palo seco.
En todo caso, sigo sin entender nada.
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A Baron ya Búk-lu
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BARON YA BÚK-LU
Lugar de nacimiento: Anvam Esakunan, Mikomiseng K.N.
(R.G.E.)
ESTUDIOS REALIZADOS:
¸ Estudios Primarios en ANEJA Luther King, Malabo
(R.G.E.)
¸ Bachiller en INEM (Instituto de Enseñanza Media Rey
Malabo)
¸ Curso de inglés en Centro Cultural Americano de Libreville
(Gabón)
¸ Curso de Mediación Social en la EMSI (Madrid)
EXPERIENCIA PROFESIONAL:
¸ Actualmente compositor, cantante, actor, guionista, productor,
estilista musical y animador cultural.
¸ Conferenciante.
LITERATURA:
2001 - Co-autor de la guía para VIVIR AFRICA EN ESPAÑA,
País Aguilar (Ediciones Santillana
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Prólogo 9
Introducción 11
Capítulo Primero 13
Capítulo Segundo 18
Capítulo Tercero 26
Capítulo Cuarto 39
Capítulo Quinto 49
Capítulo Sexto 61
Capítulo Septimo 73
Capítulo Octavo 91
Capítulo Noveno 108
Glosario 119