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Ensayo sobre la pedagogía del oprimido

Pablo Ferrer no invento al hombre, solo piensa y practica un método pedagógico que procura
dar al hombre la oportunidad de descubrirse mientras asume reflexivamente su propio proceso
en el que él se va descubriendo, manifestando y configurando: Método de concienciación .

Introducción

La pedagogía enseña a enseñar, nos conduce hasta la mente del hombre y permite que éste
se ilumine por dentro. Pero la pedagogía desde el punto de vista de Pablo Ferrer va más
allá; es el encuentro del hombre consigo mismo, encontrarse con el ser humano que lleva
dentro, es permitir que la persona se libere, que aprenda a pensar y, a través de la palabra,
diga sus propias palabras. Que el ser humano llegue a conocer su entorno, pero, aun más,
que se llegue a cambiar ese entorno transformándose de un oprimido a una persona libre y
liberador de sus opresores sean estos quienes sean, de derecha o de izquierda, espirituales o
materiales. En este ensayo procuraré alcanzar algunos objetivos: a) Enfatizar aquellos
puntos que me parecen relevantes en la lectura. b) Aplicar estos aspectos a la situación
actual y c) Elaborar algunas conclusiones sobre lo leído.

Aspectos relevantes en la lectura.


I. La pedagogía del oprimido busca eliminar el sectarismo y prefiere el radicalismo.
Tarde o temprano, el hombre se encuentra en no de los extremos: o como revolucionario
o como reaccionario. Sin embargo, un punto peligroso es cuando en cualquiera de estos
extremos el hombre considera la concepción del mundo como su única verdad, la verdad
indiscutible frente al otro, en este momento el hombre se ha convertido en un sectario.
El sectarismo de cualquier bando secuestra las ideas, no permite pensar en libertad,
pensar la libertad y solo permite pensar a través del lente del status quo o de lo que
espera que las cosas debieran ser según su cosmovisión. El hombre debe aprender a
pensar en función del bien común, aprender lo que debe aprender, lo que necesita
aprender. El sectarista de izquierda o de derecha no piensa: Uno piensa en un futuro
predeterminado, el otro buscando un presente bien comportado. En la pedagogía del
oprimido se busca pensar en libertad, una libertad libre de sectarismos de derecha o de
izquierda. Una libertad que nos permita aprender unos de otros y así juntos construir un
mejor futuro uniendo nuestras visiones sin imponer ninguna. El sectario solo avala su
verdad, no considera que puede equivocarse, el pensador recoge todas las verdades
posibles y forma así la gran verdad que es mayor a la verdad parcial que alguien pudiera
tener. En este sentido, no se teme confrontar, pero no se teme escuchar lo que los
adversarios pudieran decir, es la gran lucha de la tesis y antítesis en la que al final
tenemos visiones bien fortalecidas y donde representamos los sanos intereses del
oprimido y el opresos y ambos alcanzan la verdadera libertad.
II. La pedagogía del oprimido nos pone al frente de una gran tarea: la de
humanizarse y ser un humanizador.

El hombre debe empezar por entenderse a sí mismo; necesita saber de su


deshumanización para llegar a humanizarse, para ir al rescate de su humanidad.
Afirmarse como sujeto, exigiendo el ser contra el no ser. En este punto el oprimido
empieza sabiéndose humano, con derecho a pensar y derecho a expresar su verdad. Debe
creerse un ser digno. Esta humanización debe ser interna y externa a la vez.
Internamente debe liberarse de ideas como que el destino lo ubico en la posición de paria
de la sociedad y ligado a los deseos de su opresor. En ese rescate, también, terminan
liberándose a sí mismos y liberando a sus opresores, porque ellos también han sido
víctimas de la deshumanización, han perdido la conciencia de ser humano y se han
convertido en esclavos del materialismo y se han negado a escuchar al otro ser humano
representado en los seres que oprime y deshumaniza. Una vez que haya alcanzado su
humanización, el hombre puede expresar la grandeza moral, la grandeza espiritual que
lleva dentro y ya no se depende más se la falsa generosidad de los poderosos sino del
trabajo digno que genera la libertad y la justicia. Y como solo los oprimidos pueden
interpretar correctamente la opresión y solo ellos pueden, con los recursos en sus manos,
especialmente la concienciación, luchar para ser verdaderamente libres, están en las
condiciones de ayudar a otros que pasan por sus mismos problemas, sabiendo que esta
libertad no llegara a ellos y a los demás como un acto de amor de los opresores ni por el
destino o la casualidad sino como resultado de una búsqueda sistemática. Es una
liberación del hombre mismo sin adherirse al opresor, sin ser una copia al carbón de
este, sin volverse pequeño opresor, debe liberarse desde su interior, expulsar al opresor
que hace tiempos yace en su psiquis y dar paso al nuevo hombre sin egoísmos y con
mucha dignidad.

III. La pedagogía del oprimido espera forjar el surgimiento de un hombre nuevo.

El fin último de la pedagogía del oprimido es la transformación de la sociedad, de una


sociedad en la que coexisten en opresor y el oprimido a una sociedad nueva sin
opresores y sin oprimidos. Una sociedad que ha sido sanada completamente del mal de
la opresión, en la que los oprimidos de ayer no se conviertan en los opresores de
mañana, sino una sociedad en la que cada individuo viva la vida plena respetando y
siendo respetado, siendo y dejando ser. Una sociedad basada en un individuo que no sea
feliz disfrutando mientras otros sufren, que no sean feliz viendo como objetos a los otros
seres humanos, donde la ambición de tener más a costa del tener menos o nada de los
demás no se permita. Sin embargo, en esta sociedad se ha de establezca frenos seguros a
los opresores de izquierda como de derecha, donde el espíritu de dominación que se asila
en las mentes deshumanizadas haya sido desarraigada para siempre y ya no se juzgue
como Haraganes, mal agradecidos y envidiosos a los que no tienen nada sino que se les
brinde la oportunidad de desarrollarse, de ser ellos mismos, de abandonar el no ser y
transformarse en la persona capaz de alzar su voz y un forjador de su propio destino.
Donde los desposeídos ya no sean objetos de vigilancia o de recelo y se abandone el
cosificar al hombre y que el pueblo vuelva a creer crea en el pueblo y establezca un
verdadero compromiso verdadero con el pueblo. En fin, una sociedad que experimente
un verdadero renacer, olvidando practicas pasadas y viviendo al servicio de la
humanidad.

IV. La pedagogía del oprimido debe decir no a la educación “Bancaria”.

La relación entre maestro-alumno es la más esperanzadora, la que mejores frutos puede


dar, sin embargo ha estado mal enfocada. Pero más que todo, es el método empleado el
que ha estado trastocando el propósito de la educación. Pues aquello que tiene el
propósito de transformar vino a acomodar, aquello que tiene como fin la reflexión, se
transformó en Se ha transformado en un contenido descontextualizado. Lo que se
esperara la despertara la creatividad, se convirtió el algo estático. La educación bancaria
se convirtió en sujetos que hablan y objetos que escuchan pasivamente sin intercambio
de pensamientos. Uno es el que sabe el otro el que aprende, uno el que domina, otro el
dominado; la técnica ha sido la Narración. Una educación extremadamente pasiva en la
que el educando es como una vasija que debe ser llenada y entre más se llene, más
educado se dice que está. Lo que se enseñe no debe ser un contenido descontextualizado,
sino un contenido basado en la experiencia de los educandos, que no solo memoricen
sino que reflexionen y sean transformados por lo aprendido, que no sean oidores pasivos
sino personas que construyen sus propios saberes. Por tal razón, la pedagogía del
oprimido propone un equilibrio entre el educador y el educando que ya no sea un
proceso de enseñanza aprendizaje, sino el proceso de enseñanza-enseñanza. Eliminando
la gran contradicción que ha existido entre educador y educando. Sin embargo con la
educación de los adultos cambia la situación, ellos viven otra realidad y sus experiencias
vividas quizá los hagan un campo más fértil para la humanización de la humanidad. Y se
debe aprovechar para inyectar el germen de la libertad con una educación más activa,
mas dialogada.

III. la pedagogía del oprimido acepta tajantemente que la educación es un acto


política.

Ya se ha ocupado de la educación para que la política, ya sea de derecha o de izquierda se


apropie de las ideas del hombre, para implantar su visión del mundo y acomodar al hombre
a su conveniencia; es en este sentido que se convierte en una educación acomodada y
acomodaticia. Por tal razón, para Freire la educación nunca es neutra. Toda práctica
educativa es política, así como la práctica política es educativa. Las prácticas educativas
siempre son políticas porque involucra valores, proyectos, utopías que reproducen,
legitiman, cuestionan o transforman las relaciones de poder prevalecientes en la sociedad;
la educación nunca es neutral, está a favor de la dominación o de la emancipación. Por ello,
Freire distingue entre prácticas educativas conservadoras y prácticas educativas
progresistas:

En cuanto en una práctica educativa conservadora se busca, al enseñar los contenidos,


ocultar la razón de ser de un sinnúmero de problemas sociales; en una práctica
educativa progresista, se procura, al enseñar los contenidos, desocultar la razón de ser
de aquellos problemas. Mientras la primera procura acomodar, adaptar a los
educandos al mundo dado, la segunda busca inquietar a los educandos desafiándolos
para que perciban que el mundo es un mundo dándose y que, por eso mismo, puede
ser cambiado, transformado, reinventado ya que la educación por sí misma no cambia
el mundo, pero sin ella es imposible hacerlo. En consecuencia, el educador
progresista debe tener un compromiso ético político por la construcción de un mundo
más justo. El educador ve la historia como posibilidad; no debe perder su capacidad
de indignación, no puede ser indiferente ni neutral frente a las injusticias, la opresión,
la discriminación y la explotación; debe mantener y promover la esperanza en la
posibilidad de superación del orden injusto, de imaginarse utopías realizables.

Por esta razón, para Freire, la realidad no es sólo el punto de partida de la educación sino
también su punto de llegada. Si la realidad no está dada, sino dándose, la finalidad de la
educación liberadora es contribuir a transformar en función de visiones de futuro que
superen la existencia de opresores y oprimidos, de explotadores y explotados, de
excluyentes y excluidos; es superar los obstáculos económicos, sociales, políticos y
culturales que impide la realización de los educandos como seres humanos. Las prácticas
educativas críticas, articuladas a praxis sociales transformadoras, hacen posible que la gente
escriba su propia historia, es decir, sea capaz de superar las circunstancias y factores
adversos que lo condicionan.

IV. La educación debe pasar de ser una pedagogía pasiva, bancaria y acomodativa
a ser una pedagogía dialogada.

Ya no es una trasmisión de datos fríos de las ciencias sociales o ciencias naturales. Hay
una reflexión acerca de cómo estas realidades afectan mi vida, y como pueden
transformar a la humanidad. Y esto es una realidad en todos los campos, en el campo
religioso las personas deben pensar su fe, en el campo de la tecnología se debe pensar
en el para que nos ayuda, como nos afecta, etc. Y podemos decir que la pedagogía como
dialogo se convierte en una realidad universal, cierta en américa como en el África, en
Europa como en la china. En efecto, a partir de estos pensamientos, cada década ha
comenzado a caracterizarse por el fortalecimiento como los de los movimientos
sindicales, campesinos, pobladores urbanos, artistas y educadores comprometidos, así
como del auge de partidos y movimientos de izquierda política. En esta línea se dice que
hay una “politización de la educación” y una “pedagogización de la política”. Es imposible
que la educación sea neutra, eso lo vemos en los países capitalistas y de igual manera en
los países gobernados por líderes de izquierda.

La pedagogía del oprimido y la realidad social


La sociedad padece de un mal permanente, un mal endémico. Y parece que el opresor se
encuentra en el corazón de cada hombre que forma parte de la sociedad. Un buen trabajo de
investigación sería contestar la pregunta, de por qué no ha sido posible la construcción del
nuevo hombre, por qué, a estas alturas no ha surgido la nueva sociedad. La historia es
testigo que países que sufrieron una dictadura de derecha terminaron convirtiéndose en
dictaduras de izquierda, que los líderes de izquierda se enamoraron del poder y han
manipulado las leyes, han encarcelado a sus adversarios y han utilizado las armas para
mantenerse en el poder. Los líderes de izquierda que han conquistado el poder en
Latinoamérica, no quieren escuchar al pueblo, como lo enseña la pedagogía del oprimido.
Será que la opresión es un problema del corazón? ¿Será que el problema no es estructural
sino espiritual? ¿Será que extraer ese opresor que llevamos dentro es difícil de erradicar?
Porque el hombre que no es un opresor político, muchas veces, es un opresor de la familia,
de sus compañeros de trabajo y de cualquier persona que, por alguna razón este en menor
escala social que él.

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