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Este documento critica la educación actual por reprimir el pensamiento crítico y convertir a los estudiantes en personas maleables que sirven a los intereses del sistema capitalista. La educación debería enfocarse en desarrollar la autonomía de pensamiento en lugar de transmitir datos de manera mecánica. También debería explicar por qué el conocimiento es importante y vincularlo a la realidad de los estudiantes. En lugar de esto, la educación existente limita a los estudiantes y prioriza formar trabajadores que sirvan a la productividad en lugar de des
Descripción original:
Un artículo de opinión que expone algunos puntos claves de las obra de Estanislao Zuleta, La educación como un campo de batalla.
Este documento critica la educación actual por reprimir el pensamiento crítico y convertir a los estudiantes en personas maleables que sirven a los intereses del sistema capitalista. La educación debería enfocarse en desarrollar la autonomía de pensamiento en lugar de transmitir datos de manera mecánica. También debería explicar por qué el conocimiento es importante y vincularlo a la realidad de los estudiantes. En lugar de esto, la educación existente limita a los estudiantes y prioriza formar trabajadores que sirvan a la productividad en lugar de des
Este documento critica la educación actual por reprimir el pensamiento crítico y convertir a los estudiantes en personas maleables que sirven a los intereses del sistema capitalista. La educación debería enfocarse en desarrollar la autonomía de pensamiento en lugar de transmitir datos de manera mecánica. También debería explicar por qué el conocimiento es importante y vincularlo a la realidad de los estudiantes. En lugar de esto, la educación existente limita a los estudiantes y prioriza formar trabajadores que sirvan a la productividad en lugar de des
“La educación, tal como ella existe en la actualidad, reprime el
pensamiento, trasmite datos, conocimientos, saberes y resultados de procesos que otros pensaron, pero no enseña ni permite pensar” — Estanislao Zuleta
El fenómeno educativo en Colombia se ha convertido en un proceso de formación que
responde a las necesidades de productividad de un sistema condicionado por las distintas esferas culturares, políticas y económicas, masificando así el conocimiento que se le imparte al estudiantes, alejándolos de una aptitud critica y dejándolos a merced de la credulidad, personas con poca autonomía prestas a la maleabilidad. En nuestros inicios de conocimiento “general y especifico”, lo segundo centraliza el deber de aprender, pero ¿se aprende realmente? Recibimos una cantidad de nimiedades o detalles dentro las materias diversas que nos imparten en la escuela, como por ejemplo en historia: las batallas de la independencia, donde se llevaron a cabo, quienes participaron y otras cantidades de detalles que pueden suprimirse y centrarse en preguntas como ¿cuál realmente era el sentido de las luchas de independencia? Preguntas que incentivan al estudiante a desarrollar su aptitud crítica. En cambio, nos saturan con todos esos por menores que distan de ser prácticos para los estudiantes dentro de su proceso formador en la escuela y en sus actividades educativas posteriores. Tomando la idea la cita inicial, muchos maestros atentan contra el proceso formador de los estudiantes, no se le respeta su carácter de pensadores. La educación pierde su esencia al limitar al estudiante, el cual es un investigador, a la hora de reprimirlo y no permitirle ahondar en los campos que él desea investigar, sino en las cosas que el maestro considere que deben aprenderse, mediante procesos mecánicos, una aprehensión que no existe, porque al estudiante realmente no le interesa. La educación carece de sentido si el alumno no tiene un espacio de exploración, un espacio en el que formule su pensamiento y dudas. Al enseñar, el conocimiento a impartir debe explicar dentro un espectro amplio de las necesidades de porque éste conocimiento se importe: porqué es importante es importante aprender esto o aquello, para que aprenderlo, construir el conocimiento a partir de la cotidianeidad y la realidad, así no será efímero y sin sentido para el educando. “La educación y los maestros nos hicieron un mal favor: nos ahorraron la angustia de pensar” — Estanislao Zuleta Existe una gran incomunicación, entre el maestro y los alumnos, frases marcadas como: “Ud. No sabe nada”, que nos retumban en la mente y nos recuerdan esas experiencias en la escuela básica, secundaria e incluso en el ámbito universitario, destruyen automáticamente esa relación alumno-maestro que propicia un buen campo de aprendizaje. El maestros nos limita, debemos saber algo, ese algo solo lo sabe él, y la manera de saberlo es la que el maestro me enseña y nada más, cerrando así cualquier posibilidad de aprender las cosas de diferentes maneras o aprender muchas cosas a partir de esta, así que la instrucción y el saber es simplemente una acción de repetición. La famosa productividad, resultado de un sistema capitalista, incide de manera muy marcada dentro del fenómeno educativo. La educación como producto, es una mercancía que alimenta el sistema económico y política. La educación se convierte en medio para crear mano de obra calificada, individuos preparados para responder a ciertas tareas y responsabilidades dentro del sistema. Esto surge gracias a la formación de individuos, “educados” con ciertos conocimientos y determinados por ciertas actitudes. El despojo de la autonomía produce entonces, personas capacitadas para cosas específicas que la sociedad necesita. Todos responden y obedecen al mercado y a las conveniencias del capital. La escuela es así, un ideal para el sistema y sus intereses. Resultado de lo anterior las personas se despojan de su propia esencia, adaptan su existencia, pensamiento y ser a las necesidades del sistema. La educación en su carácter humanista, nos orienta al desarrollo de la persona, un desarrollo autónomo sin determinación alguna del mercado o el sistema. La educación y el maestro deben alejarse de toda idea de formar individuo para que funcione dentro del sistema, sino convierte a este en un burócrata, una persona reprimida de conocimiento y de su ser mismo, que funcione de manera objetiva en cualquier ámbito. La educación debe priorizar la formación de personas de autónomas sin ninguna dependencia de los demás. El sistema nos obliga a convertirnos en mercancía, a depender de los demás por carecer ciertas capacidades básicas. Este sistema, no se abastece solamente del carácter económico masificador. Es también un sistema sostenido en ilusiones, ilusiones que cuestan. Muchas personas estudian carreras profesionales como: filosofías, artes plásticas, diseño gráfico, etc., y les va bien dentro del mercado. Pero este resultado no es propio del mercado, lo cual crea la ilusión de que una persona es libre: puedes hacer lo que quiere y estudiar lo que quiere. Pero la realidad es otra, un escritor, un escultor, un ilustrador sobrevive debido al sacrificio de sus ideales a cambio de las satisfacciones de otros. El sistema no vuelve ciegos y nos hace creer que tenemos cierta libertad de pensamiento cuando realmente no es así. Es la verdadera libertad de pensamiento, la que rompe las cadenas de la esclavitud en esta sociedad. Existe una función liberadora dentro de la educación, este proceso debe re- estructurarse orientar al educando a la autonomía una aptitud critica. Esto solo es posible mediante un diagnostico dentro del mismo proceso. Es un ciclo incesante, si se desea cambio en los sistemas social político y económico, debe iniciarse en la escuela, entorpecer el proceso masificador del conocimiento hacia los educandos y orientándolos a saber ser, saber hacer y saber aprender. El acceso y aprehender del conocimiento debe ser libre y apasionado, este es el verdadero y eficaz. Jordan David Pallares Zamora Historia Política de la Educación Universidad Popular del Cesar