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DUALIDAD DE SENTIMIENTOS

Uno de los elementos clave en el proceso psicoterapéutico gestál-


tico es el «darse cuenta».
«Darse cuenta» («awareness») significa tomar contacto, a nivel
emocional, con un sentimiento o una sensación que borrábamos de
nuestra conciencia.
El «darse cuenta» no consiste en un proceso racional, en el análi-
sis de una situación sino en una reacción vivencial, una reacción de
¡ajá!
En la mente humana, podemos hablar de dos formas diferentes
de pensamiento, el pensamiento lógico formal, racional, basado en
los constructos lógicos de la mente que funciona como efecto-causa;
y el pensamiento divergente o creativo. Creatividad, de acuerdo con
la Enciclopedia Lexis 22 es «la disposición del individuo que le
impulsa a inventar, descubrir y crear».
Este pensamiento creativo lleva implícito, a diferencia del racio-
nal, una vivencia emocional por parte del sujeto. La actividad creati-
va supone una vivencia integral del ser humano conmocionando
toda su persona.
Y dentro de este proceso creativo podemos englobar el «darse
cuenta» («awareness») gestáltico.

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Lo mismo que al solucionar un problema en matemáticas pode-


mos tener todos los elementos en juego, todos los pasos a la vista y
no con eso tenemos la solución del problema, sino que hemos de lle-
gar a dar con el paso preciso o clave, en el autodescubrimiento per-
sonal, en la tarea de asumir nuestra propia vida, podemos tener
todos los elementos analizados y racionalmente dispuestos pero sólo
encajaremos las pautas de nuestra conducta cuando vivimos la emo-
ción clave de determinada conducta.

1. Funciones del proceso creativo


En este «darse cuenta» como en todo proceso creativo existen
varias funciones psicológicas que intervienen significativamente y
que, de hecho, lo hacen posible.

Percepción
Está claro que la percepción es una de las funciones psicológicas
primarias. En el caso del «darse cuenta» gestáltico esto lleva apareja-
do no sólo una percepción de la realidad por parte del aparato sen-
sorial, sino que este gran deseo de formar, se vuelve hacia el propio
individuo para organizar y dar forma al mundo emocional y de las
propias vivencias, que se estructura según las leyes de la forma.
Un gran número de investigadores ha mostrado que nunca
vemos la realidad tal cual es, sino que aquello que «vemos» es el
resultado de la combinación de una realidad más la información,
la expectativa, las necesidades, las esperanzas y los deseos del per-
ceptor.

Imágenes
El proceso más íntimamente relacionado con la percepción es,
por supuesto, la imagen. Se puede definir la imagen como una per-
cepción que sobreviene en ausencia de un estímulo externo real.
Aunque ese estímulo externo puede haberse presentado en el pasa-
do, no está presente cuando sobreviene la imagen.

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Simbolización
Uno de los procesos psicológicos más importantes y relevantes
para el proceso creativo es la simbolización. Simbolizar es estar capa-
citado para vivenciar la existencia de nexos entre objetos que, por
otra parte, se reconocen como separados y distintos.
De esta forma el proceso creativo de «darse cuenta» funciona
según estos procesos psicológicos formalizando, viviendo imágenes,
simbolizando vivencias y sintiendo, finalmente la coherencia o inco-
herencia de las emociones y sentimientos.

2. Cómo surge la dualidad de sentimientos


El ser humano sano dispone de cuatro sentimientos básicos (ira,
orgasmo, pena y alegría) y funciona con ellos de forma libre y espon-
tánea. La dualidad de sentimientos, esto es, tener dos sentimientos
contrapuestos al mismo tiempo sólo posibilita la falta de espon-
taneidad y de libertad, la confusión, el entorpecimiento, la rigidez y
la angustia.
Un bebé experimenta libremente sus necesidades. Cuando evi-
dencia, a nivel fisiológico, una carencia o una necesidad, reacciona
espontáneamente demandando su satisfacción. Si el bebé supiera de
nuestras ansiedades para establecer nuestra escala de valores o nece-
sidades de adultos posiblemente se reiría de nosotros y no entende-
ría nada de nuestras angustias.
Pero, cuando nace el bebé, necesita de sus padres o de figuras
paternas sustitutas para poder sobrevivir. Y a medida que crece va
interiorizando las angustias de los padres, lo mismo que interioriza el
andar, el hablar... poco a poco pierde la espontánea satisfacción de sus
necesidades para empezar con el hábil juego de la manipulación. Esto
puede observarse en las expresiones verbales de «debes...», «tienes...»
y que una vez interiorizadas se transforman en «debería...», «tengo
que...» con las que nos acostumbramos a vivir, en lugar de utilizar
«deseo..», «quiero...», «me... gustaría...» que lejos de ser expresión de
una obligación pasan a ser acciones voluntarias y queridas.

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No estamos aquí postulando el hedonismo, el hacer en todo


momento «lo que nos da la gana», sino que sólo cuando libremente
aceptamos la responsabilidad de algo en nuestra vida, ya sea acción,
conducta, rasgo personal, reacción..., es cuando la convertimos en
algo nuestro, personal y aceptado. En frase ya conocida «no es lo mis-
mo hacer lo que se quiere, que querer lo que se hace». E indudable-
mente cambia mucho cualquier expresión como «quiero ir a trabajar»
(que no implica deseo, anhelo, sino aceptación responsable) de «ten-
go que ir a trabajar» porque, en definitiva ¿quién te obliga? y si te
obligas tú mismo, ¿no resulta más desagradable que si aceptas que
trabajas porque con ello obtienes un beneficio que deseas?
Estando en un concierto, en una sala llena de gente y con el solo
sonido de los instrumentos, un bebé no tiene ningún problema en
hacerse pis o ponerse a llorar si tal es su necesidad pero, ¿qué haría
un adulto si, además, es uno de los músicos? Evidentemente que él
no satisfacería su necesidad en la sala, pero si sale... estropea el con-
cierto, poniendo en evidencia a sus compañeros; si se queda... posi-
blemente no podría concentrarse en su ejecución; allí no va a hacér-
selo... ¿qué hará?, ¿cuál es su escala de necesidades?, ¿cuál es su sen-
timiento?
Volviendo a nuestro bebé, tenemos que empieza a crecer y empie-
za a recibir mensajes acerca de lo que «tiene» que hacer («tener que
hacer» es distinto a «querer hacer» como hemos visto), de esta forma
empieza a contraponer sus deseos con sus «deberes» y empiezan a
surgir en él emociones contrarias: «Quiero a mi mamá pero la guar-
do rencor porque debo...». Si al niño se le permitiera expresar su ren-
cor y su enfado libremente comprobaría que con eso no menoscaba al
cariño de su madre y que no es «malo» por expresar lo que siente.
Pero la reacción que suele derivar de la expresión espontánea del sen-
timiento de los niños es la de rechazo, con la consiguiente sensación
de angustia por parte del niño.
De este modo el niño crece guardándose sus sentimientos –tanto
positivos como negativos– y relegando sus emociones al criterio de
los adultos.

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Esta conducta suele crear como resultante un sentimiento de


dependencia, un enganche («te guardo rencor pero si te lo digo... me
dejarás de querer... y me quedaré sólo»), que posteriormente seguire-
mos llevando en la vida adulta y que incluso aplicaremos, siguiendo
el patrón, a todas nuestras relaciones posteriores, amigos, amantes,
novios, matrimonio, hijos...
Esta dependencia se puede considerar como un aplazamiento de
la expresión de nuestras emociones: «esperaré hasta que me des per-
miso para decirte lo que siento». Y en esta espera uno pone en juego
todos sus recursos neuróticos aprendidos en la infancia, dando lugar
a numerosas conductas desadaptadas ya que cuando no se expresan
las emociones genuinamente, el sujeto crea, de una forma indirecta,
sus propios SUBTERFUGIOS para, por una parte, conseguir lo que
quiere (manipulación) y por otra no decidir nunca por él mismo
(dependencia), callando así sus sentimientos, de los que generalmen-
te ha dejado de darse cuenta.
Al salirse de este círculo vicioso de manipulación-dependencia
necesidad-resentimiento empieza por darse cuenta. Por regla gene-
ral, es más fácil darse cuenta del enganche con los amigos o la pare-
ja... que con los padres. A fin de cuenta los padres son los que nos han
modelado y nos cuesta darnos cuenta de que no siempre «lo han
hecho por nuestro bien», sino para su necesidad; la vasija nunca le
pregunta al alfarero ¿por qué me has hecho así?
Todos, como hijos, albergamos sentimientos ambivalentes hacia
las figuras que en nuestra vida han hecho de padres. La mayoría de
nosotros no nos hemos dado cuenta de que no es amor incondicional
lo que nos une a ellos, sino una mezcla de emociones contrarias que
intentamos acallar para evitar la angustia. Con el acallar esta mezcla
de sentimientos surge la dependencia. Y las «sugerencias de padres»
o nos convierten en niños sumisos y pensamos: «¡qué razón tienen!
¡qué haría yo sin ellos!» o nos vuelven niños rebeldes que actuamos
en contra de lo que ellos dicen porque «¡ya está bien de que me digan
qué tengo que hacer!». Pero en cualquiera de las dos opciones, sere-

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mos niños dependientes; nuestra actuación será por y para ellos y no


por y para nosotros.
¿Cómo hacer para darnos cuenta de esa dependencia?, ¿cómo
tomar contacto con nuestros sentimientos polares hacia ellos?
En mi experiencia clínica he encontrado una estratagema fácil
para que cada persona tome contacto con sus sentimientos hacia los
padres o hacia las personas con las que se sienten enganchados.
Escribirles simbólicamente una carta.
La idea de la carta surgió al recordar que, de alguna forma, el
escribir cartas es una de las maneras más usuales que utilizamos los
humanos para expresar nuestros sentimientos, para transmitir cómo
nos encontramos y todas aquellas vivencias que deseamos compartir
y expresar. Y digo simbólicamente porque el objeto de la carta no con-
siste en que se la entreguen a los padres, sino en una forma de traba-
jo para que ellos mismos tomen contacto con sus propios sentimien-
tos. Por lo tanto, cuido en mantener clara la consigna de que no es
para que se la den o lean al supuesto destinatario, sino para utilizar-
la en el proceso terapéutico.
La consigna para escribir la carta es:
«Escribe dos cartas a tu padre (a tu madre) (a veces es necesario
que sea a los dos, preferible por separado para que se concreten más
los sentimientos), en donde, la primera, empiece: «querido papá
(mamá): te quiero por...» y la segunda empiece «papá (mamá) te
guardo rencor por...» deja que tus sentimientos fluyan solos, no se
trata de que hagas una carta bonita, sino tu carta, en donde expreses
todo aquello que nunca te atreviste a decirle». Cuando la persona
objeto de sentimientos polares es otra distinta a los padres, sustituyo
«padres» por «mujer», «marido», «amigos»...
Como cada persona tenemos una forma personal de ser, hay suje-
tos a los que les resulta más fácil dar rienda suelta a sus afectos; por
el contrario hay otras personas que les resulta más espontáneo expre-
sar sus sentimientos de ira y de rencor. En cualquier caso, con la con-
fección de las dos cartas, el sujeto habrá llegado a tomar contacto con

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su dualidad y a partir de este momento se acelerará el proceso de


independencia, al aumentar la motivación para el autoapoyo.
La redacción de las cartas, la mayor de las veces, surge como tarea
asignada (aquélla que el sujeto hace por su cuenta, entre sesiones), en
otras ocasiones es materia de la sesión, ya sea individual o en grupo.
Una vez que las cartas están confeccionadas le pido al sujeto
generalmente al principio de una nueva sesión que lea en alto, como
dedicándoselas a la persona a la que se las dirige, y tome contacto
con sus sentimientos. A partir de este momento surgen nuevas mo-
tivaciones para la despedida.
A continuación vamos a pasar a comentar algunas de las cartas
clarificando los puntos que consideramos más importantes, con el fin
de facilitar al lector el proceso emocional derivado de ellos.
Las cartas se transcriben en el margen izquierdo de la hoja, dejan-
do la zona derecha para los comentarios aclaratorios. Estos comenta-
rios nunca se le hacen directamente al sujeto, ya que una de las carac-
terísticas de la Psicoterapia Gestáltica es la ausencia de interpretacio-
nes por parte del terapeuta; se parte del principio de que es el propio
sujeto quien descubre, en su momento preciso, los puntos en los que
se agarra y la ganancia de sus conductas de evitación, puesto que de
ser el terapeuta el que se los descubriera, el sujeto, si llegara a acep-
tarlo, sólo cogería un conocimiento racional de su situación y al no
haber descubrimiento vivencial no surgiría la necesidad de cambio.
Así pues, los comentarios transcritos en el margen derecho de la
hoja servirán al lector para llegar a una comprensión más global de
la utilidad terapéutica de las cartas.
Vamos a ver que casi todas las cartas se basan en el resentimien-
to, ya que las cartas de «te quiero...» suelen ser breves y racionales. Es
como si, cuando el sujeto está inmerso en profundos sentimientos de
resentimiento y dependencia, le resultase más costoso ser capaz de
amar. Por otra parte, difícilmente se puede expresar amor cuando
uno tiene cuentas pendientes; es como el acreedor, que persigue a su
deudor, sin atreverse a enfrentarse directamente con él sin poder
«perdonarle» la deuda y mucho menos sin hacerse su amigo.

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Hemos seleccionado las cartas como muestra representativa de


su utilización. Asimismo hemos elegido las cartas con distintas carac-
terísticas para dar más idea de la diversidad de formas de expresión,
de la intensidad de la emoción, aun cuando todas las cartas expresan
en esencia la misma petición.
Con ello queremos resaltar cómo los seres humanos disociamos
nuestros sentimientos en espera de que «el otro», ya sea padre,
madre, marido... nos dé «lo que necesitamos».
Al transcribir las cartas omitiendo, por dificultades obvias al ser un
libro impreso, la lectura verbal de las mismas por parte de los sujetos
que las confeccionaron, se pierde un material valiosísimo, como es el
tono de la voz, la emoción corporal, el gesto... En la mayor parte de los
casos es el punto de partida de la sesión, para una elaboración poste-
rior, pero al resultar esto imposible, rogamos al lector supla la ausencia
de sentimientos con los propios sentimientos que a él le vayan desper-
tando, de esta forma el material que sigue a continuación no tendrá un
mero valor informativo, y en algunos momentos, puede que hasta
monótono, sino que puede transformarse en el darse cuenta o en la
toma de conciencia de un sentimiento en cada uno de vosotros.
Después de cada carta hay un espacio en blanco para que expre-
ses tus sentimientos. También hay un apartado con sugerencias para
que trabajes en ti mismo.

3. Cartas
Carta primera
Mujer, de treinta y cinco años, ama de casa, casada con dos hijos
varones.
Mamá: Evita cualquier expresión afectiva
Estas cosas son tan desagradables (como querida o cualquier otra palabra
para mí, me gustaría discutirlas con- con contenido emocional).
tigo, pero como eres tan poco razo- Empieza con un párrafo de sumisión
nable, me conformaré con escribirlas («me gustaría...», «me conformaré...») y
en un papel. justificación («... como eres tan poco razo-
nable»).

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Aparte de lo poco cariñosa que has Después de la sumisión empiezan los


sido conmigo (he llegado a la conclu- reproches.
sión de que no me has querido nun-
ca), me has utilizado, toda la vida
según te ha convenido, sin tener en
cuenta nunca mis sentimientos. Des-
de muy niña, me has mezclado en
tus problemas matrimoniales, po-
niéndome en contra de mi padre
hasta hacérmelo aborrecer.
Me has criado de cara a la galería, Doble mensaje.
haciéndome creer que era lo mejor- Actualmente ha anulado cualquier mo-
cito, cuando tú sabías que no. Si tivación para desarrollar una actividad
pudiera te haría una pregunta, ¿si personal.
era de casa tan bien por qué me sa- Pide sinceridad y claridad de senti-
caste del colegio, sin preguntarme si mientos: a ella le cuesta expresar sus
me gustaba o no, y ponerme a traba- peticiones.
jar cuando Sor R... te decía que era Utiliza el tiempo pasado del verbo para
una pena el que no estudiara?, hu- evitar el sentimiento actual.
biera sido mejor el decirme: mira, El subrayado de «señoritinga» es de
nena, no puedes continuar con los ella. Para recalcar más su falta de apro-
estudios pues me van a costar dis- vechamiento pone «ha» (subrayado nues-
gustos y sacrificios que no puedo tro) con h, cuando no tiene más faltas en
hacer. su carta, ni normalmente.
En el último párrafo «eres incapaz» lo
pone en presente.
Nunca he hecho nada bien, no he Generalmente sus dolencias y malestar
sabido nada, ni entendido, ni apro- son físicos y es la única palabra que
vechado para nada. Según tú he sido emborrona. Está esperando a que su
una “señoritinga” de mucho cuidado, madre le muestre cariño y la comprenda.
pero es porque ha ti te ha interesado
el que yo ganara, para tú tener esa
ayuda económica que necesitabas,
porque eres incapaz de trabajar y de
sacrificarte por mí.
No he tenido ayuda por parte tuya Después de escribir algo que a ella le
de ninguna clase, ni moral, ni física afecta mucho –incluso se le saltan las
(palabra que aparece sobremarcada), lágrimas al leerlo– («... me casaba porque
ni material. He tenido que solucionar tenía necesidad de hombre»), vuelve a

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mis problemas sola (quizá por eso me dulcificarse, y a justificar a la madre


siento tan sola). Cuando dije de casar- («no andabas muy bien de dinero», «por
me me dijiste que ya me las arreglaría lo menos en la boda»).
como pudiese y que me casaba por-
que tenía necesidad de hombre, ya sé
que en esa temporada no andabas
muy bien de dinero, pero para algo
eras mi madre, para ayudarme, por lo De alguna forma envía un doble men-
menos en la boda; pero tú tranquila, saje «coces... merengue» para conseguir
aunque tu hija explotase era igual, la atencion de la madre pero es incapaz
porque como muy bien dijo mi amiga, de hacerle y de hacer (generalidad) una
a la que tú no toleras pues dice la ver- petición directa.
dad que tú escondes (sólo me hiciste
cuatro trastos). Pero como de cara a la
gente sabes vivir tan bien, con qué
orgullo decías (mi hija tiene un piso
de maravilla) en vez de decir (mi hija
va de culo para pagar todo lo que yo
le tenía que haber hecho), y encima de
todas las coces que me he llevado de
ti no sabía qué regalarte: televisor,
frigorífico, etc., siendo un merengue
para ver si te arrancabas y me dabas
un poco de cariño, pero tú no, tu cari-
ño supone disgustos y problemas.
En fin mamá, no me has dado nada,
aparte de parirme y criarme (porque
era preciso, supongo), no me has dado
nada, coces, disgustos y burradas a
manta. Muchas veces pienso, como
tú me dijiste cierta vez («si cuando
estaba embarazada de ti hubiese ex- Doble agresividad hacia la madre y
plotado, mejor»). Sabes qué te digo, hacia ella misma, evitando la culpabili-
ojalá hubieses reventado y ojalá no dad si «agrediera» sólo a la madre.
hubiese nacido.
Así te veo yo, como contraste a la De forma sutil le hace peticiones de
madre cariñosa, dulce, amable, a la cómo necesita que sea la madre, aunque
que yo pueda contar mis problemas las hace en impersonal y no directa-
sin miedo a que me censure, que le mente.

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pueda expresar mis sentimientos, sin Con esta carta removió los sentimientos
que me diga que estoy loca, que pue- contradictorios hacia la madre pero como
da llorar mis problemas y decirme: se puede ver no se despide (como es lo
«no te preocupes, hija, que aquí usual en una carta). Esto es debido a que
estoy yo», ésa es la madre que me una despedida agresiva no es despedida, y
hubiera gustado tener, pero en ti no ella tiene aún el suficiente resentimiento
la puedo tener porque me aborreces. como para aplazar la despedida, y una
despedida cariñosa y emotiva le supondría
dejar de esperar el cariño materno y darse
cuenta de que ella quiere a la madre, más
de lo que está dispuesta a aceptar; también
supondría acabar con el rencor y hacerse
responsable de sus sentimientos. Y final-
mente sería una expresión directa de sus
deseos, cosa que no «sabe» hacer.

Carta segunda
Mujer de veinticinco años, consulta por un problema de anorgas-
mia vaginal.
Papá: Evita la afectividad de un encabeza-
Muchas, muchas veces, demasiadas, miento emocional
he pensado enfrentarme contigo y ti-
rarte a la cara todo lo que me has
hecho y me haces sufrir, tirártelo con
violencia y con rabia, y ahora creo
que ha llegado el momento de deci-
dirme, pero con una diferencia: esta
vez será sin violencia y sin rabia,
pero será de verdad.
El simple hecho de que se me salten Doble mensaje en donde traslada su
las lágrimas al pensar todo lo que decisión y su responsabilidad, aunque
tengo que decirte demuestra lo muy como imposición y no personalizada (...
metido que estás en mi vida y el «el tener que echarte de ella» por «quie-
dolor que me produce el tener que ro echarte de mi vida») a «tienes que
echarte de ella. Tienes que salir de mí salir de mí para que yo pueda vivir». La
para que yo pueda vivir, para que decisión se la ha pasado al padre.
pueda pensar y decidir, para dejar de
ser una niña siempre debajo de tu ala

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protectora. ¿De qué me has protegi- Después vienen los reproches («¿De
do tú? ¿Debo de estar agradeciéndo- qué me has protegido tú?»), y su necesi-
te siempre tu preferencia por mí y el dad camuflada de reproche (¿Debo de
oírte decir que yo era la más inteli- estar agradeciéndote...?). ¿Quién la obli-
gente de tus hijos? ga? Indudablemente es su propio deseo
(«Voy a agradecerte siempre...»). Tam-
bién esta frase puede ocultar su mecanis-
mo proyectivo. (Debes de agradecerme
¿Debo agradecerte quizá el haber siempre mi preferencia por ti), puesto
tenido siempre cosas que otros no que ella adora al padre pero le guarda
tenían, cuando jamás te has tirado en rencor por no encontrar correspondencia
la alfombra para jugar conmigo? (supuestamente).
¿Sabes acaso que te tengo miedo, Expresa la polaridad de sus sentimien-
que no encuentro nada en esta vida tos hacia el padre.
interesante que hacer y que me sien-
to insegura y estúpida en todo y cada
uno de mis actos, que no quiero verte
y quiero que me abraces fuerte, muy
fuerte?
Mi obsesión hacia ti se traduce, al Racionalización para no darse cuenta
parecer físicamente, en mi falta de («... al parecer...»).
orgasmos. ¿Sabes tú lo que es un
orgasmo? Yo he sentido uno en mi
vida y quiero seguir sintiéndolos y
me siento defraudada y engañada
por no poder tenerlos. Pero desgra-
ciadamente esto no es lo más doloro-
so. Hay mujeres que se mueren sin Reacción histriónica, desproporcionada
haber sentido jamás un orgasmo. Lo con la realidad. Demanda y exigencia.
más doloroso eres tú, tú, todo el día
metido en mi mente, todo el día pen-
sando: «¿qué diría, qué haría, qué
sentiría?»
Yo no quiero necesitarte y te necesi- Durante toda la carta se manifiesta un
to. Esto es lo más doloroso de todo el deseo de «si me hicieras el caso que yo
asunto. quiero... », «como no lo siento me las vas
a pagar».

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Papá, te quiero, te quiero y creo que


ahora no quiero ni quererte, me hace
daño, me hace mucho daño quererte,
pero lo jodido del caso es que creo
que me hace más daño el saber que
tengo, que voy a echarte de mi vida;
tengo que matarte para resucitar yo
y no sé si pedirte perdón o que cola-
bores para echarte antes.
Estoy cansada de llevarte siempre Dicho sin convicción.
conmigo.
Siempre había creído que la liber- Pasa al razonamiento y a la lógica para
tad era no estar a tu lado, no estar en evitar el sentimiento.
casa, llevar la vida que a mí me die-
ra la gana, pero no, la libertad no es
eso, la libertad es no llevarte conmi-
go a donde yo vaya y lógicamente
nunca he tenido mi libertad porque
siempre te he llevado.
Todo esto te lo digo con el corazón
porque con la cabeza te diría otras
cosas que podrían sonarte peores y
demasiado duras, pero no es mi ca-
beza lo que me crea problemas, sino
mi corazón. Si todo estuviera tan cla-
ro, respecto a ti, en mi sentir como en
mi pensar tú no serías ningún pro-
blema, pero ya sabes, el corazón tie-
ne razones que la razón no entiende
y yo he decidido que mi corazón y
mi razón funcionen a la par. Por eso
tú te irás de mi vida, porque yo estoy
decidida a echarte y espero que a Deja la carta sin despedida, señal de
partir de ese momento empezaré a que sus sentimientos son contradictorios
quererte como realmente mereces, y aún no ha llegado el momento de decir
aunque no como tú esperas. un «adiós» limpio, sin reproches y sin
demandas. En su expresión y en su voz
se percibe un fuerte deseo de venganza.

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Carta tercera
Mujer de veintiún años, soltera, consulta por problemas de
comunicación con los varones.
Padres: Durante la lectura de toda la carta
Os rechazo en primer lugar, y para mantiene una actitud de lógica y desape-
mí lo más importante de todo, porque go, evitando el comprometerse emocio-
no he sentido en muchas ocasiones nalmente.
vuestro amor, porque me habéis valo-
rado en función de un rendimiento
escolar y no en cuanto a mi propia per-
sona, sintiéndoos heridos y defrau- Evita sus sentimientos y su baja auto-
dados si no conseguía ser la mejor, la estima le impide arriesgarse a ser y a
número uno; fomentando así la compe- manifestarse ella misma.
titividad con las compañeras y creando
en mí sentimientos de envidia.
Basa su personalidad en «el rendimien-
Porque de alguna manera no me to escolar» destacándose su «intelectua-
habéis dejado evolucionar, crecer lismo». En sus relaciones con chicos sur-
con autonomía. No habéis respetado, ge su sentimiento hacia los padres de «os
en definitiva, mi yo. sentís heridos y defraudados», y eso la
hace refugiarse en su máscara de profe-
sional e intelectual.
Me exigíais que fuera de una deter-
minada manera (como vosotros que-
ríais) intentando quizá que yo fuera
lo que vosotros no fuisteis, como al-
gunas veces me habéis dicho.
Os rechazo, a ti papá por haber Con un lenguaje bonito, frío y sin
ejercido en la familia una autoridad sentimientos evita expresar abiertamente
basada en la incomunicación, en el todo el resentimiento y toda la rabia que
no razonamiento; y a ti, mamá, por se oculta tras sus frases.
haber secundado esa autoridad aun-
que no de forma tan manifiesta.
Os rechazo por haber creado en la Curiosamente es con el diálogo y la
familia (entre nosotros) un ambiente verbalización como establece las fronte-
de desconfianza, no existiendo el diá- ras de sus emociones, manteniendo un
logo, la comunicación. Porque ade- esquema corporal con demandas incons-
más habéis creado en mí desconfianza cientes pero poco flexible y espontáneo
y miedos hacia las cosas, hacia las per- para evitar los sentimientos.

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sonas, hacia la vida... haciéndome ver Resulta terapéutico hacerle sustituir


en cada persona un enemigo. Porque «os rechazo» por «me molesta» o cual-
proyectasteis en mí vuestros miedos, quier otra expresión que implique sus
vuestra propia inseguridad. vivencias.

Carta cuarta
Varón, treinta y tres años, separado; consulta por impotencia
sexual.
Tu cuerpo desnudo, fuerte, pequeño, Empieza con descripciones subjetivas
pero potente y elástico siempre me ha positivas para luego poderlas utilizar en
atraído sobremanera, casi de forma contra, como reproche de falta de «com-
maníaca, sobre todo tu parte superior: prensión».
el pecho. Tu pecho no exuberante pero
sí bien formado y moldeado me ha
atraído de una forma instintiva e ine-
vitable. Siempre te he querido y gusta-
do por tu físico y también por tu voz
grave y potente. Sin embargo ha sido
precisamente en lo que más me has
cortado, el sexo, y de paso toda expre-
sión de mis sentimientos. Pienso que
esto ha sido un choque totalmente
nefasto para mi personalidad.
Me he encontrado con la represión Engloba de pasada la reiteración de su
por todas partes, en la familia y en el situación ambiental (búsqueda del círcu-
matrimonio. lo sin cerrar). Establece una polaridad,
Tu desenvoltura a nivel de relación proyectando en la mujer todo lo bueno y
social, también me ha atraído la aten- positivo, dejándose él lo negativo.
ción, tienes una capacidad de engan-
char a la gente, inusitada. Tu fresca
conversación choca con mi garganta
siempre tensa, seca y alarmada ante
un posible fallo. Me gusta y me en-
contré a gusto con tu fuerte faceta de
tu personalidad.
Tu capacidad para encarar los pro- No sabe tomar decisiones y busca en la
blemas me hace sentirme seguro. Mi mujer la mamá/él mismo sustituto que le
norma es «dejarla hacer», aunque me dé seguridad y tome las decisiones por él.

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doliera. La realidad ha sido que no


sabía comportarme de otra manera.
Creo que ahora me encontraba Verbaliza su pasividad de acción, con el
«bien» bajo tus tenazas, «no podía sentimiento polar de resentimiento.
hacer nada por liberarme», me era
imposible casi tener un enfrenta-
miento directo contigo.
Se me ocurren las palabras esclavi- Surgen sentimientos de víctima sumi-
tud, posesión y magnetizado y por sa propios de la personalidad del impo-
otra dirección venganza. tente.

Carta quinta
Mujer, veinticinco años, soltera; baja autoestima.
Mamá:
Te guardo rencor porque nunca me Evita expresiones de afecto pasando
has comprendido, puesto que nunca directamente al reproche.
te has interesado en saber qué me
pasaba, en saber por qué hacía una
serie de cosas. Te guardo rencor por-
que en los casi veinticuatro años que
tengo no he sido feliz en casa, ya
que, incluso había momentos que
tenía miedo de ti que deseaba que no
llegaras nunca de trabajar.
Nunca has hablado conmigo nada Hace peticiones larvadas, no directas.
serio, he tenido que autoeducarme,
puesto que tú no has sabido llevar
con acierto las responsabilidades que
implica el tener unos hijos. No has
sido condescendiente con los fallos
que conlleva una autoeducación.
A veces pienso que me has tenido de Niega las posibles caricias (materiales)
escaparate, que me comprabas ropa positivas, buscándoles un sentido nega-
para que te tuvieran envidia tus cu- tivo.
ñadas.
Te guardo rencor porque sólo existe Manifiesta sus celos por el hermano.
M. para ti, porque hablas de él con ese
énfasis, con ese orgullo de madre. Sí,

176
DUALIDAD DE SENTIMIENTOS

te sientes orgullosa de él, de mí no. Pone en ella misma lo que la madre


Yo siempre he traído los problemas le dice para desapegarse de ese senti-
a casa, soy fría, sin sentimientos, soy miento que, por otra parte, tiene interio-
una golfa, ¿cómo se puede querer a rizado.
una hija así?
Te guardo rencor porque me has Delega en su madre su propia respon-
hecho una fracasada, porque me has sabilidad de hacer las cosas bien.
convencido de que no valgo para
nada excepto para estar contigo en
casa.
Te guardo rencor porque nunca te Le reprocha la sustitución del padre
has puesto en tu sitio y has pensado (con quien ella está «enganchada» a
y hecho que M. sea la continuación pesar de estar muerto).
de tu marido, como si estuvieras ca- Como en las cartas anteriores, no hay
sada con él. una despedida, puesto que obtiene un
beneficio de la interacción con la madre.

Carta sexta
Mujer, veinticinco años, soltera; consulta por baja autoestima.
Querido papá:
(No sé por qué pero me suena rarí- Evita la emoción de decir «papá» y
simo lo de mamá y papá.) «mamá».
Quería decirte que te hecho mucho «Si...» neurótico, no acepta la realidad
de menos, que muchas veces pienso de la muerte del padre.
si no hubieras muerto, todo en casa
sería distinto, que los problemas que
tengo o que tiene M. no existirían,
puesto que mamá, probablemente,
no hubiera hecho a M. a tu imagen y
semejanza, ni a mí espejo de sus frus-
taciones. Además, yo sé que me pre- Se siente querida por el padre pero por
ferías, M. era demasiado llorón, yo comparación y exclusión del hermano,
no, yo era más fuerte. no de una forma genuina.
Tú me defendías delante de ella, pero La cuesta actualmente manifestar sus
sobre todo, me escuchabas, sabías que sentimientos y busca en la pareja, un
yo soy tierna y cariñosa, no sin senti- padre que le demuestre que le quiere ya
mientos como ella cree. Ella dice que que es el «único que la puede querer».
nadie me puede querer, pero tú y yo

177
CUANDO ME ENCUENTRO CON EL CAPITÁN GARFIO... (NO) ME ENGANCHO

sabemos que no es cierto, porque tú


me querías. Siento que me hayas de-
jado, nunca lo entenderé, eras lo úni-
co que tenía.
Tampoco entenderé nunca por qué Proyecta en la madre la posible agresi-
la tratabas así, ¿si la querías, por qué vidad del padre hacia ella.
la pegabas? Eras demasiado brusco.
Estoy convencida de lo bien que Utiliza su parte infantil para evitar el
nos hubiéramos llevado juntos. ¡Es ser responsable de su vida.
una pena!

Trabajando en las cartas


¿Cuál es la carta que más sentimientos te ha despertado?

¿Cuáles son esos sentimientos? ¿Te hacen sentirte bien?

¿Qué le dirías al autor de esa carta? (Utiliza tus sentimientos, no


tus razones).

¿Qué te dicen acerca de tí mismo tus sentimientos actuales?

178
DUALIDAD DE SENTIMIENTOS

¿Cuál es la carta que menos te ha llegado?

¿A qué crees que se debe?

¿Qué le dirías al autor de esa carta?

4. Trabajando en tí mismo
¿Existe alguna persona en tu vida con la que te sientas «engan-
chado»? Dicho de otra forma, ¿te resulta díficil prescindir en tu vida
de alguien a quien sientes que «necesitas demasiado»?

¿Descubres alguna polaridad de sentimientos con respecto a esa


persona? (cariño/rencor, dependencia/independencia, sumisión/
rebeldía,...).

¿Se lo has manifestado directamente alguna vez? Si no lo has


hecho (no se trata de que lo hagas en la realidad) ¿Cuál es tu temor?
(Imagínate una fantasía al respecto).

179
CUANDO ME ENCUENTRO CON EL CAPITÁN GARFIO... (NO) ME ENGANCHO

A continuación realiza el ejercicio de las cartas.

QUERIDO ........................: (pon el nombre de la persona con la


que desees trabajar).
Te quiero por ...................................... (déjate expresar liíbremente).

................: (pon el nombre de la persona a la que desees expresar


rencor).
Te guardo rencor por (te odio por) ...................... (no te frenes,
expresa libremente tus resentimientos).

5. Resumen
• Cuando una persona se engancha o agarra a otra, existe una
polaridad de sentimientos no expresados.
• Esta ambivalencia o polaridad de sentimientos no es algo cons-
ciente por parte del sujeto.
• En la terapia gestáltica resulta primordial que el sujeto tome
conciencia de esta dualidad, de este conflicto; esta toma de
conciencia se denomina, gestálticamente, «darse cuenta»
(«awareness», en inglés).
• Existen diversos métodos, en psicoterapia gestáltica, para po-
tenciar o facilitar este «darse cuenta».
• En este capítulo, sugerimos al lector el método de las cartas
como otra forma de tomar contacto con la polaridad de senti-
mientos.
• Esta aportación se basa en el carácter eminentemente emocio-
nal que supone el escribir una carta.

180
DUALIDAD DE SENTIMIENTOS

• Se le pide al sujeto: «escribe una carta a (la persona de la que


dependes o depende de tí)... que empiece por te quiero por...» y
otra que exprese tus resentimientos, «te guardo rencor por...».
• Se le recuerda que no es para que la entregue a la persona real
sino para trabajar posteriormente en la sesión terapéutica.
• Una vez obtenidas las cartas, se le pide al sujeto que las lea en
alto, sentando imaginariamente a la persona a la que va dedi-
cada enfrente (método de las «sillas calientes»).
• Después se trabaja gestálticamente en los sentimientos que
vive el sujeto.

6. Bibliografía complementaria
STEVENS, J.: El Darse Cuenta; (Ed. Cuatro Vientos, S. de Chile): Ejerci-
cios y fantasías dirigidas para el darse cuenta.
STEVENS, J. y otros: Esto es Gestalt; (Ed. Cuatro Vientos, S. de Chile),
especialmente los artículos «Resolución» (F. Perls) y «¡vacíos,
vacíos, vacíos!» (B. Stevens).
ZINKER, J.: El proceso creativo en Psicoterapia Gestáltica; (Ed. Paidós, B.
Aires): Libro fundamental para darse cuenta del valor de la crea-
tividad en el terapeuta gestáltico.

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