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Haciendo un poco de historia, fueron los chinos quienes alrededor del año 250
comenzaron a producir una bella porcelana, sólo para los emperadores y clases
gobernantes, pero alrededor del año 300 el té se convirtió en una bebida de
consumo diario en la China, y el Budismo la utilizó como mediación para
entender la relación entre la naturaleza y Dios. Su expansión llevó a que en el
Siglo VI diera comienzo allí la producción masiva de cerámica, producto de una
paciente e inspirada creación de hábiles artesanos orientales. Pasó por varias
etapas, hasta que a mediados del S XIV, en tiempos de la Dinastía China Ming,
se impuso como moda tradicional beber el té infusionando sus hojas, lo cual llevó
a desarrollar nuevos elementos necesarios, naciendo simultáneamente el culto
por la estética en la vajilla, y los cuidados en la preparación del té. La ceremonia
del té aparecería como un maravilloso ejercicio espiritual, plagado de poesía y
expresión estética, como prueba de tranquilidad, dominio, de fortaleza espiritual
y férrea voluntad.
Los londinenses tomaban té en casa y luego en las terrazas de los "jardines de té",
de moda en la capital británica. Los cafés habían cerrado a principios del siglo
XVIII y, en su lugar, aparecieron numerosas terrazas de recreo en las afueras de
Londres donde acudía gente de toda condición y clase social - incluida la realeza-
para tomar aire, beber té y disfrutar de entretenimientos diversos. Los más
famosos ofrecían conciertos, fuegos artificiales, espectáculos de luces, carreras de
caballos, juegos de mesa, paseos en barca y bailes con orquesta entre senderos
bordeados con flores, además de té y otros refrigerios. No obstante, la rápida
expansión de Londres a principios del siglo XIX y la urbanización obligada de
los espacios verdes provocó el cierre de todos estos jardines.
La ceremonia del té de la tarde se trasladó nuevamente a los hogares hasta 1864,
cuando la directora de la sucursal de London Bridge de la Aerated Bread
Company tuvo la brillante idea de abrir una sala detrás de su tienda como salón
de té público. Su aventura tuvo tanto éxito que otras empresas no tardaron en
copiar su iniciativa y, de repente, salones de té de este tipo invadieron Londres y
otras ciudades británicas. Estos populares establecimientos atraían a clientes de
todas las edades y clases sociales. En ellos se servían comidas frías y calientes,
dulces y saladas, bebidas económicas y tazas de té, y solían ofrecer espectáculos
musicales para entretener a la clientela.
Salir a tomar el té se convirtió en una moda que llegó a su apogeo en el período
eduardiano (1901 a 1914), cuando una serie de hoteles selectos de nueva creación
en Londres y en otras ciudades empezaron a servir a la hora del té elegantes
comidas formadas por tres platos, en sus salones y terrazas, donde cuartetos de
cuerda y otros grupos musicales animaban el ambiente.
Esto nos sugiere la importancia que dieron los europeos a una buena mesa, con
su vajilla y utensilios acordes al momento en que bebían el té. Y esto se ha
trasladado hasta nuestros días, así como también sucede en: China, Japón,
Marruecos, Turquía, etc.
La vajilla en JAPON ha tomado un encanto particular, y se han utilizado
materiales únicos, se deataca la porcelana, que logró ser sumamente delgada,
llamada “cáscara de huevo”, sumamente estética y bella. Se desarrolló mucho la
tetera de hierro, y los diseños zen también son frecuentes en esta cultura.
El té siempre está presente en la vida cotidiana en TURQUIA. Los turcos toman
té a todas horas, además de una bebida popular es una forma de relación social.
Ofrecen té a sus invitados, clientes y amigos en cualquier momento del día. En
Turquía cultivan su propio té en la zona del Mar Negro y tienen su forma
particular de tomarlo.
Aunque los turcos, como pueblo originario de Asia Central, conocían el té desde
hacía muchos siglos, no fue hasta finales del siglo XIX cuando empezaron a
intentar cultivar té en su suelo. Los turcos preparan el té de forma parecida a los
rusos. Utilizan unas teteras dobles, la tetera de la parte inferior se llena de agua
y en la pequeña tetera de arriba se coloca el té. Cuando el agua empieza a hervir,
se echa en la tetera superior, se repone el agua empleada y se vuelven a poner las
teteras al fuego. Pasados unos 10 minutos ya está listo para beber.
Para tomar el té, usan vasos de cristal transparente con forma de tulipán, la flor
nacional turca. Son vasos pequeños porque se toman muchos a lo largo del día y
en el plato sobre el que se colocan, se ponen un par de azucarillos. La forma del
vaso permite asirlo por la parte superior sin quemarnos.
A la hora de servir el té hay que recordar que la tetera superior contiene un té
muy concentrado, por lo que hay que mezclarlo con el agua caliente de la tetera
de abajo según el gusto de cada uno. Normalmente, se sirve un tercio de té
concentrado y dos tercios de agua. Nunca se debe llenar el vaso hasta arriba, de
otra forma no podríamos agarrarlo.
VAJILLA PARA NUESTRO RITUAL