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LA VAJILLA DEL TÉ

Sin dudas, la hora del té presupone un momento de distención, y de encuentro.


Pero además, siempre ha estado presente en su historia la distinción, la
delicadeza y la estética a la hora de beberlo. Como bien preciado en la
antigüedad, tanto en oriente como occidente, su historia nos refiere a que sólo
ciertas clases sociales accedían fácilmente a él. Inspiró a buscadores espirituales
en el lejano oriente, sedujo a la realeza en occidente, y todos buscaron acompañar
este elixir milenario con utensilios y vajilla que permitiera resaltar el valor del té.
Valor intangible a veces, y material en otras, por tratarse de momentos históricos
donde el té era muy costoso. Lo cierto es que la vajilla evolucionó evocando
mesas maravillosas, con gran lucimiento y arte.

Haciendo un poco de historia, fueron los chinos quienes alrededor del año 250
comenzaron a producir una bella porcelana, sólo para los emperadores y clases
gobernantes, pero alrededor del año 300 el té se convirtió en una bebida de
consumo diario en la China, y el Budismo la utilizó como mediación para
entender la relación entre la naturaleza y Dios. Su expansión llevó a que en el
Siglo VI diera comienzo allí la producción masiva de cerámica, producto de una
paciente e inspirada creación de hábiles artesanos orientales. Pasó por varias
etapas, hasta que a mediados del S XIV, en tiempos de la Dinastía China Ming,
se impuso como moda tradicional beber el té infusionando sus hojas, lo cual llevó
a desarrollar nuevos elementos necesarios, naciendo simultáneamente el culto
por la estética en la vajilla, y los cuidados en la preparación del té. La ceremonia
del té aparecería como un maravilloso ejercicio espiritual, plagado de poesía y
expresión estética, como prueba de tranquilidad, dominio, de fortaleza espiritual
y férrea voluntad.

Hacia 1630, la alta sociedad de Londres, Amsterdam y París se deleitaba con el


consumo del té que fue muy caro en sus comienzos. Con la reducción de los
precios, en las siguientes décadas el té fue conquistando a todos los países
europeos. Se dice que Anna, Duquesa de Bedford, fue quien impuso el té a las
cinco de la tarde, para evitar los tormentos del hambre que le surgían entre el
almuerzo y la cena. Y así evolucionó hasta convertirse en una bebida muy
popular, absolutamente indispensable y parte vital de la cultura en las islas
británicas. Siendo musa inspiradora de nueva vajilla, y hasta de atuendos
especiales que utilizaban las damas para los diferentes momentos del día. Al
principio, los ingleses importaron vajilla de China. Estos delicados cuencos
pequeños no tenían asas ni platillos.

Con el tiempo fabricaron su vajilla siguiendo el estilo chino internacional, pero


fue recién a mediados de la década de 1750, cuando se agregó un mango a la taza
para evitar que las señoras de la quemaran sus dedos. Así se desarrolló una
increíble industria en torno al té.

Al crecer la costumbre del té de la tarde pronto surgió un patrón común de


servicio, y hubo necesidad de fabricar vajilla para abastecer esa demanda. El té
scomenzó a acompañar las comidas, que se servían a los invitados, siendo la
conversación el principal propósito de los encuentros.

Los londinenses tomaban té en casa y luego en las terrazas de los "jardines de té",
de moda en la capital británica. Los cafés habían cerrado a principios del siglo
XVIII y, en su lugar, aparecieron numerosas terrazas de recreo en las afueras de
Londres donde acudía gente de toda condición y clase social - incluida la realeza-
para tomar aire, beber té y disfrutar de entretenimientos diversos. Los más
famosos ofrecían conciertos, fuegos artificiales, espectáculos de luces, carreras de
caballos, juegos de mesa, paseos en barca y bailes con orquesta entre senderos
bordeados con flores, además de té y otros refrigerios. No obstante, la rápida
expansión de Londres a principios del siglo XIX y la urbanización obligada de
los espacios verdes provocó el cierre de todos estos jardines.

La ceremonia del té de la tarde se trasladó nuevamente a los hogares hasta 1864,
cuando la directora de la sucursal de London Bridge de la Aerated Bread
Company tuvo la brillante idea de abrir una sala detrás de su tienda como salón
de té público. Su aventura tuvo tanto éxito que otras empresas no tardaron en
copiar su iniciativa y, de repente, salones de té de este tipo invadieron Londres y
otras ciudades británicas. Estos populares establecimientos atraían a clientes de
todas las edades y clases sociales. En ellos se servían comidas frías y calientes,
dulces y saladas, bebidas económicas y tazas de té, y solían ofrecer espectáculos
musicales para entretener a la clientela.

Salir a tomar el té se convirtió en una moda que llegó a su apogeo en el período
eduardiano (1901 a 1914), cuando una serie de hoteles selectos de nueva creación
en Londres y en otras ciudades empezaron a servir a la hora del té elegantes
comidas formadas por tres platos, en sus salones y terrazas, donde cuartetos de
cuerda y otros grupos musicales animaban el ambiente.

Esto nos sugiere la importancia que dieron los europeos a una buena mesa, con
su vajilla y utensilios acordes al momento en que bebían el té. Y esto se ha
trasladado hasta nuestros días, así como también sucede en: China, Japón,
Marruecos, Turquía, etc.
La vajilla en JAPON ha tomado un encanto particular, y se han utilizado
materiales únicos, se deataca la porcelana, que logró ser sumamente delgada,
llamada “cáscara de huevo”, sumamente estética y bella. Se desarrolló mucho la
tetera de hierro, y los diseños zen también son frecuentes en esta cultura.

El té en MARRUECOS adquiere una dimensión mucho más importante, que lo


que se puede esperar para un país africano. Este sitio con raíces musulmanas sabe
disfrutar del buen té y mucha de esta responsabilidad, la tienen los ingleses. Es
que la Reina Elizabeth I de Inglaterra quiso ayudar a los vendedores de vajilla
británicos, a que pudieran colocar sus productos dentro de las clases altas
marroquíes del siglo XVIII.

MARRUECOS generó su propio ritual, desarrollando hermosas teteras y tazas


de vidrio decoradas con bellos diseños, donde beben su tradicional té verde con
menta y mucho azúcar.

El té siempre está presente en la vida cotidiana en TURQUIA. Los turcos toman
té a todas horas, además de una bebida popular es una forma de relación social.
Ofrecen té a sus invitados, clientes y amigos en cualquier momento del día. En
Turquía cultivan su propio té en la zona del Mar Negro y tienen su forma
particular de tomarlo.

Aunque los turcos, como pueblo originario de Asia Central, conocían el té desde
hacía muchos siglos, no fue hasta finales del siglo XIX cuando empezaron a
intentar cultivar té en su suelo. Los turcos preparan el té de forma parecida a los
rusos. Utilizan unas teteras dobles, la tetera de la parte inferior se llena de agua
y en la pequeña tetera de arriba se coloca el té. Cuando el agua empieza a hervir,
se echa en la tetera superior, se repone el agua empleada y se vuelven a poner las
teteras al fuego. Pasados unos 10 minutos ya está listo para beber.

Para tomar el té, usan vasos de cristal transparente con forma de tulipán, la flor
nacional turca. Son vasos pequeños porque se toman muchos a lo largo del día y
en el plato sobre el que se colocan, se ponen un par de azucarillos. La forma del
vaso permite asirlo por la parte superior sin quemarnos.

A la hora de servir el té hay que recordar que la tetera superior contiene un té
muy concentrado, por lo que hay que mezclarlo con el agua caliente de la tetera
de abajo según el gusto de cada uno. Normalmente, se sirve un tercio de té
concentrado y dos tercios de agua. Nunca se debe llenar el vaso hasta arriba, de
otra forma no podríamos agarrarlo.
VAJILLA PARA NUESTRO RITUAL

Acompañados o solos, siempre es buena la ocasión para agasajar o agasajarnos


con una taza bella, una tetera cálida, y por qué no, con alguna delicia que
acompañe el momento.

Si se trata de preparar un tiempo de té con estilo, la vajilla que necesitaremos


deberá constar de algunas piezas claves: una buena bandeja, tetera, recipiente
auxiliar para el agua caliente, jarrito para leche, azucarera, cremera, pinzas (si se
utiliza azúcar en terrones), colador de hebras o infusor con un recipiente para los
residuos de las hojas de té, platos tamaño postre y cubertería.

Debido a la gran variedad de modelos y diseños, podemos encontrar juegos de


té con más o menos piezas. Los juegos de té se fabrican en diversos materiales, al
igual que las vajillas, por ejemplo: plata, porcelana, loza, cerámica y barro cocido.

Podemos también elegir el estilo de esta vajilla, e ir armando nuestro equipo


especial para hacer del té el protagonista de algunos momentos especiales. Si bien
muchas personas beben su té en mugs, las reglas de la etiqueta nos enseñan otro
estilo, donde las cantidades más mesuradas están unidas al tiempo que
dedicamos a este rito milenario, que aún hoy nos sigue fascinando a los seres
humanos.

Pero indiscutiblemente existe una nueva generación de consumidores, que


adopataron la vajilla de vidrio contemporánea para presentar al té y beberlo.
Copas de agua o flauta, empiezan a ser ideales para realizar servicios
innovadores, como así también tazas y mugs de vidrio. Un desafío interesante,
que muestran en color de la bebida, de gran impacto visual.

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