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Clásicos hispánicos > Don Quijote > Introducción > Prólogo > Historia del texto (1 de 11)

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Historia del texto


Por Francisco Rico

Las ediciones de Roble

Por agosto de 1604, cansado quizá de mendigar e


«poetas celebérrimos» sin dar con ninguno «tan n
Quijote» (o así lo contaba la mala lengua de Lope
Cervantes debió de decidirse a componer él mism
ocupan en el Ingenioso hidalgo el lugar que en ot
corresponde a una sarta de loas al autor y a la ob
hubo de escribir también la «prefación» en que aj
inumerabilidad y catálogo de los acostumbrados s
que al principio de los libros suelen ponerse» (I, P

La concentración en las piezas preliminares supon


estaba ya en vías de publicación. Pocos o muchos
administrativos solían ser largos), Cervantes, pue
Consejo de Castilla el original de la novela (acaso
ingenioso hidalgo de la Mancha), solicitando la lic
imprimirla, y sin duda tenía apalabrada la edición
acreditado «librero del Rey nuestro Señor» y hom
de diversos grados de licitud). Como editor, Roble
demasiado interés por la literatura, pero el éxito d
tuvo que hacer ver las posibilidades comerciales d
realista, y en 1603 las tanteó con buen pie sacand
entretenido de Agustín de Rojas; de suerte que n
por el Quijote e invertir en él un mínimo de entre

Mientras el papel se llevó casi la mitad del presup


alrededor de un quinto), solo la cuarta parte del t
estaba destinada a pagar, a siete reales y medio p
impresión del libro. Robles confió esa tarea, cuand
más aceptables entre los pocos talleres que el tra
dejado a orillas del Manzanares: la vieja imprenta
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Juan
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huyendo de Madrid (aunque su nombre perviviera
en los productos de la casa).

El original presentado por Cervantes al Consejo R


desde luego, un manuscrito autógrafo, sino una c
un amanuense profesional particularmente atento
y la regularidad de las páginas. Tal era el procede
mayoría de los casos (si no se trataba de una reim
más cómoda la lectura a censores y tipógrafos co
imprenta —donde los libros no se componían sigu
texto, porque no lo permitía la escasez de tipos—
qué partes de un manuscrito en prosa equivalían
discontinuas del impreso contenidas en una forma
pliego.

Una vez acabado por el amanuense, ese original e


por el autor, para colmar lagunas, tachar o correg
incluir adiciones marginales, entre líneas, en band
intercalados o añadidos al final. Tales modificacion
mayores, hasta afectar a la misma estructura de
por ejemplo, en libros y capítulos), se introducían
llamada o indicaciones expresas que remitían de u
a otros, con el consiguiente peligro de confusione
Es lícito conjeturar que algunas de las anomalías
Quijote (omisiones, rupturas de la continuidad, ep
tanto si son culpa del novelista como si se deben
origen en semejante modo de trabajar.

Sería, pues, un original con no pocas variaciones


llegara al Consejo y, desde ahí, a los censores enc
que a su vez el escribano Juan Gallo de Andrada l
página y el secretario Juan de Amézqueta despac
real a 26 de septiembre de 1604. Hay indicios par
no escapó de la censura enteramente indemne: a
momento en que se precisa que don Quijote «que
puesto las manos violentamente en cosa sagrada
responda a la conveniencia de salvar desmañadam
objeción de un espíritu escrupuloso. Pero no pode
como a menudo se hacía, insertó todavía cambios

En cualquier caso, la imprenta hubo de ponerse in


efecto, el conjunto del Ingenioso hidalgo es un vo
sesenta y cuatro páginas, en ochenta y tres pliego
salvo el primero y los dos últimos, en cuadernos d
ochenta que constituyen el grueso del libro, del co
la tabla» (aparte, pues, los preliminares), se com
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de 1604. No nos las habemos, ciertamente, que, al utilizar
con n
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tipografía: todo ahí, desde el papel del Monasterio
texto (una atanasia: a grandes rasgos, una redon
del cuerpo doce), se mantiene en el nivel medio d
época, un nivel que solo cabe calificar de bajo. No
respecto debe descuidar que el Quijote se hizo en
breve.

El taller de Cuesta se nutría entonces de una vein


proporción solía ser de unos cinco por prensa), qu
Ingenioso hidalgo con un gordísimo infolio de Lud
espiritual» (Cervantes, al parecer, scripsit) y uno
período. El primer paso correspondía al corrector,
revisaría el original para señalar en un cierto núm
de regularización ortográfica y de puntuación a qu
atenerse los componedores. No menos de tres de
reemplazados o reforzados a ratos por otros coleg
afanaron después, a lo largo de octubre y noviem
fiestas, a condición de oír misa), en la confección
texto y el índice, con una cadencia de pliego y me
planas) por barba de cajista. Tal ritmo era superio
que pensar, la tirada fijada por Robles no fue de u
quinientos o mil setecientos cincuenta ejemplares
ocasiones obligara a emplear dos prensas, como m
haciendo desde julio con el tomazo de Blosio. Tod
formas, contando el original, vale decir, deslindan
manuscrito las porciones que iban a corresponder
seguidas que se repartían en cada una de las cara
(por ejemplo, la cara exterior del pliego exterior d
los folios 1, 2v, 7 y 8v), de manera que varios com
trabajar al mismo tiempo, ya fuera coordinándose
pliego, ya en los dos pliegos de un cuaderno o en
obra.

Acabados los ochenta pliegos en cuestión, Francis


quien competía verificar que concordaban con el o
primero de diciembre la oportuna certificación («T
4), que los tipógrafos añadieron en seguida a los
Prólogo, etc.) que ya tenían compuestos en dos c
¶ y ¶¶). Sin embargo, como la «Tasa» (3) impres
pudiera circular tenía que expedirse en la Corte, C
instrucciones de Robles, dejó en blanco el folio 2
(donde, con astucia siempre corriente en el grem
1605, no el de 1604 que en rigor debiera). Las ho
incompleto de los cuadernos ¶ y ¶¶, y las hojas c
ambas en la cantidad que el editor dispusiera, sal
Valladolid; y, una vez en posesión de la «Tasa», fe
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diciembre,
del usuario, por motivos de seguridad, y para conocer Robles
sus hábitos encargó al
de navegación. taller que
Recuerde que, allí había a
al utilizar
compusiera e insertara en el folio ¶2 recto, agenc
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los compromisos protocolarios, tantos ejemplares
juegos de dichas hojas hubiese ordenado prepara
tirada, la que se había quedado en Madrid con el
hubo de ultimarla Cuesta a no tardar. Por ende, e
Valladolid para la Nochebuena de 1604, mientras
no le hincaron el diente hasta Reyes de 1605.

Nunca sabremos con exactitud en qué medida afe


modo de producción del volumen y las circunstan
Algunos percances del proceso no tuvieron mayor
tuvieron positivas: por ejemplo, que las siete form
en que se inicia el relato tuvieran que componers
se había quedado por debajo de la tirada encarga
un par de valiosas correcciones aportadas por los
estado. Otros, en cambio, han dejado huellas tan
lamentables: las prisas por acabar el pliego ¶, ate
existencia de una «Tasa» vallisoletana, sin duda m
escrita por Cervantes no estuviera a mano y fuera
urdida con retazos de Fernando de Herrera. Pero
podemos estimar el alcance de los incidentes tipo
cuarenta páginas, sobre todo en la segunda mitad
líneas superior o inferior al normal, como resultad
componedores se vieron obligados a hacer para q
original entraran en los lugares previstos del impr
presentaban problemas de esa índole, comunísim
salían del paso mediante pequeños cortes o adicio
hasta diez renglones se añadieron en una plana d
Cuesta).

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