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QUEVEDO
PRINTE© w SPAIN
CLASICOS CASTELLANOS
QUEVEDO
EL BUSCÓN
AMÉRICO CASTRO
MADRID
EDICIONES DE «-LA LECTURA»
1927
ADVERTENCIA
Esteban de Peralta.
15 Por mandado de dicho señor Vicario general, An espejo de tacaños; y porque habernos mandado ver 15
tonio Zaporta, Notario. y reconocer primero, se ha hallado que no tiene cosa
contra nuestra santa fe católica; el cual es com
puesto por don Francisco de Quevedo Villegas, ca
APROBACIÓN ballero del Orden de Santiago. Por tanto, por te
nor de las presentes, de nuestra cierta ciencia y por 20
He visto y leído este libro y me parece se puede la real autoridad que usamos en esta parte, damos
dar licencia para imprimirlo. En Zaragoza, a trece licencia y facultad al dicho Ruperto Duport, o a
20 de mayo mil seiscientos veinte y seis. quien su poder tuviere, para que por el tiempo de
El Doctor Calisto Remírez. diez años, contaderos del día de la data de las pre
sentes en adelante, pueda imprimir y vender, y ha- 25
cer imprimir y vender el susodicho libro y todos
los cuerpos que dél quisiere. Prohibiendo y man-
6 Las ediciones: «el oficio la general».
6 QUEVEDO
AL LECTOR
IO QUEVEDO
DEDICATORIA
Habiendo sabido el deseo que v. md. tiene de saber los varios dis- 5
cursos de mi vida, por no dar lugar a que otro (como en ajenos ca
sos) mienta, he querido enviar esta relación, que no le será de pe
queño alivio para los ratos tristes; y porque pienso ser largo en con
tar, cuan corto he sido de ventura, no lo quiero ser ahora.
CAPÍTULO I
CUENTA QUIÉN ES Y DE DÓNDE. 10
Fué tal como todos dicen; su oficio fue de barbero; de oros. Probósele que a todos los que hacía la bar
aunque eran tan altos sus pensamientos, que se co ba a navaja, mientras les daba con el agua, levantán
rría que le llamasen así, diciendo que él era tundi doles Jas caras para el lavatorio, un mi hermanico
dor de mejillas y sastre de barbas. Dicen que era de siete años les sacaba, muy a su salvo, los tuéta-
5 de muy buena cepa; y, según él bebió, puédese tanos de las faltriqueras. Murió el angelito de unos 5
muy bien creer. azotes que le dieron dentro de la cárcel. Sintiólo
Estuvo casado con Aldonza de San Pedro, hija de mucho mi padre (buen siglo haya), por ser tal, que
Diego de San Juan y nieta de Andrés de San Cris robaba a todos las voluntades.
tóbal. Sospechábase en el pueblo que no era cris 1 or estas y otras niñerías estuvo preso; aunque,
to tiana vieja, aunque ella, por los nombres y sobre según a mí me han dicho después, salió de la cárcel 10
nombres de sus pasados, quiso probar que era des- con tanta honra, que le acompañaron doscientos car
_ cendiente de la letanía. Tuvo muy buen parecer, y denales, sino que a ninguno llamaban eminencia. Las
fué tan celebrada, que en el tiempo que ella vivió, damas diz que salían por verle a las ventanas, que
casi todos los copleros de España hacían cosas so siempre pareció mi padre muy bien a pie y caballo.
is bre ella. Padeció grandes trabajos recién casada, y No lo digo por vanagloria, que bien saben todos 15
aun después, porque malas lenguas daban en decir cuán ajeno soy della.
que mi padre metía el dos de bastos para sacar el dos Mi madre, pues, no tuvo calamidades. Un día ala
bándomela una vieja que me crió, decía que era tal
tividad bulliciosa, se recoge en sí para referir su varia fortuna. «Pues
sepa v. m. ante todas cosas...», comienza Lazarillo; «el deseo que su agrado, que hechizaba a cuantos la trataban; sólo
tenía—curioso letor—de contarte mi vida...», dice Guzmán de Alfa- diz que se dijo no sé que de un cabrón y volar, lo 20
rache.
io El ser cristiano viejo (no descender de moro ni judío) se con piones; | el menos diestro de ellos, si chapuza | el dos bastos, que
sideró en el siglo xvi y en el xvii como un gran privilegio, por estar llaman a su salvo, | sacará tres pelotas de una alcuza».—Comp. ade
vedados a los cristianos nuevos los cargos públicos, ser colegial en más: «Sé la treta que dicen mete dos y saca cinco». (Rinconete y
los colegios universitarios, y muchas más cosas. Quevedo se burla Cortadillo, edic. Rodríguez Marín, 1920, pág. 409.)
con irreverencia de quienes afectan ser cristianos viejos. El pasaje 17 En el estilo familiar y descuidado son aun corrientes giros
fué muy modificado en Z., 1626. (V. las variantes finales). como ése; el sentido es irónico: ‘Pues en cuanto a mi madre, apenas
17 mella el dos de bastos por sacar el dos de. oros: ‘Metía dos dedos si tuvo calamidades'. No hay que poner interrogación después de
para robar monedas’. Aún hoy llámanse «tomadores del dos» cierto calamidades, como hace Foulché-Delbosc en su edición.
género de rateros. En la Vida del picaro (edic. Bonilla, Revue His- 18 me crió: así Z., 1626; el ms., murió, por error de copia.
panique, 1902, pág. 313) se lee: «Oficiales que llaman madrugo 20 cabrón, «tes símbolo del demonio, y en su figura cuentan apare
nes, | amigos de velar cual la lechuza, | por desmentir motiles y so cerse a las brujas y ser reverenciado deilas». (Covarrubias, Tesoro.)
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i8 QUEVEDO
historia de la vida del buscón 19
y jueces nos aborrecen tanto? Unas veces nos des- de puro buen cristiano. Muchas veces me hubieran
tierran, otras nos azotan, otras nos cuelgan, aunque llevado en el asno, si hubiera cantado en el potro.
no haya llegado el día de nuestro santo. No lo pue Nunca confesé sino cuando lo mandaba la Santa Ma
do decir sin lágrimas»—lloraba como un niño el dre Iglesia; y así, con esto y mi oficio, he sustenta
5 buen viejo, acordándose de las veces que le habían do a tu madre lo más honradamente que he podi- 5
bataneado las espaldas-—: «porque no querrían ellos do». «Cómo, ¿a mí sustentado?», dijo ella con gran
que adonde están hubiese otros ladrones sino ellos y cólera, que le pesaba de que yo no me aplicase a
sus ministros. De todo nos libra la buena astucia. En brujo — ; «yo os he sustentado a vos, y sacádoos
mi mocedad siempre andaba por las iglesias: y no de las cárceles con industria, y mantenido en ellas
con dinero. Si no confesábades, ¿era por vuestro 10
2 Chiste fácil a base de colgar ‘hacer un regalo el día del santo’ ánimo o por las bebidas que yo os daba? Gracias a
y colgar ‘ahorcar’. Dice don Tello en El mejor alcalde, el rey, de Lo
pe: «...No os cuelgo de dos almenas. Pelayo. Sin ser día de mi de El Viaje entretenido, sucedió que, estando en Málaga, durante
santo, Es muy bellaca señal». (II, 13). En algunas partes hay aún «dos días permaneció retraído por una muerte en la iglesia de San
la broma de poner un colgajo, sin saberlo ellos, en la espalda de Juan, cercado de corchetes y alguaciles. Levantado el cerco, salió al
los muchachos el día de su santo. (Granada). En Albacete, colgar es fin arriesgándolo todo, hambriento y con una determinación espan
hacer pagar un convite. En la mayor parte de España se desconoce table. Mas su buena suerte le deparó tropezar con una mujer her
ya este sentido de colgar. mosa, que súbitamente se prendó de él, y conocido su intento, le di
9 andaba por las iglesias, porque éstas ofrecían asilo a los de suadió, solicitándolo a que volviese a tomar iglesia». (M. Cañete.
lincuentes; le justicia no tenía acceso a los criminales cuando éstos Estudio critico, al frente de la edición de El Viaje entretenido, publ.
se llamaban al sagrado de una iglesia, y de aquí se originó la frase por Bonilla y San Martín.) V. F. Rodríguez Marín, El Loaysa, pá
llamarse o hacerse andana o altana, nombre dado a los templos en la gina Más adelante en el cap. VI, Quevedo hace decir a Pa
lengua rufianesca o de germanía. «Esténse a la mira para ver lo que blos, jugando del vocablo: «A lo cual respondí yo que me llamaría
sucede a su hembra; si la dan perro muerto [si no le pagan] o hacen a hambre, que es el sagrado de los estudiantes».
agravio, ella reclama,y él acude con la mano en la espada... va en se 2 Así Z., 1626; el ms. llorado... cantado el potro.—En el asno sufrían
guimiento del malhechor, que ordinariamente es su amigo, y le la pena los azotados: «Agridulce fué la mano, | hubo azote garrafal;
prescribe se oculte por unos dias, que así conviene. Vuelve a la se ¡ el asno era una tortuga, | no se podía menear». (Quevedo, Carta
de Escar ramón a la Méndez, Rivad. LXIX, 98 ó).
ñora, y la dice que ya queda castigado y mal herido aquel bergante,
3 Nunca confesé. Es característico del picaro su tesón en no
que vea la orden que se ha de dar para poner los bultos en salvo,
cantar la culpa: «... y harta merced le hace el cielo al hombre atrevi
La miserable se lo cree, y muy ufana de su venganza, y de que su do ...que le deja en su lengua su vida o su muerte. ¡Como si tuviese
respeto haya costado pendencia y sangre derramada, saca el dineri más letras un sí que un (Cervantes, Rinconete, edic. R. Marín,
llo que tiene... tómalo el lagarto, y hócese antana, que así llaman 1920, pág. 411.)—«A Grullo dieron tormento, | y en el, de verdad, de
ellos ponerse en la iglesia, y envía cada día por los ocho o diez rea
soga; | dijo nones, que es defensa | en el potro y en las bodas».
les». (Quevedo, Capitulaciones de la -vida de la Corte, Rivad. XXIII, (Quevedo, Jácara, Rivad. LXIX, 103 ¿z.)
465 A) Al famoso representante y escritor Agustín de Rojas, autor 9 Así Z., 1626; el ms., sustentado en ellas.
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y así, que me pusiese en la escuela, pues sin leer al maestro. Fui a la escuela; recibióme muy alegre;
10 ni escribir no se podía hacer nada. Parecióles bien díjome que tenía cara de hombre águcfp y de 5
lo que yo decía, aunque lo gruñeron un rato entre buen entendimiento. Yo con esto, por no desmentir
los dos. Mi madre tornó a ocuparse en ensartar las le, di muy bienla lección aquella mañana. Sentábame
muelas, y mi padre se tornó a ir fuera, no sé si a el maestro junto a sí; ganaba la palmatoria los más
ocuparse en barba o en bolsa. Yo me quedé solo, 4 Lo gramatical sería «estaba hablado el maestro-»; «ral» supone
15 dando gracias a Dios porque me hizo hijo de padres «habían hablado», que el autor pensó y no escribió.
8 ganar la palmatoria. El muchacho que llegaba primero a la
tan hábiles y celosos de mi bien. escuela gozaba del bárbaro privilegio de usar la palmeta para
aplicar los castigos impuestos por el maestro. Covarrubias en su Te
i botes de hechizos. El ros.: de ver en; L., 1626, de oir en. soro, sub voce zurriago, nos dice cómo se imponía la disciplina en
9 Pablos piensa sólo en su padre, y por eso dice pusiese. una escuela a principios del siglo xvn: «Grandísima rabia me da
14 Z., 1626: «mi padre fué a rapar a uno—así lo dijo él—, no sé cuando veo a los tiranos maestros de escuela azotar a los niños con
si la barba o la bolsa». tan poca piedad; y algunos azotan con cuerdas de vihuelas, las más
gordas que se labran; y el miedo que allí cobra el niño, le dura toda
la vida hasta la vejez». La frase ganar la palmatoria significó, por ex
tensión, ‘llegar el primero a algún sitio’. Comp. «Ganado habernos la
palmatoria en esta escuela de las damas que toman el acero >, dice Clara
en La Dorotea de Lope de Vega (VI, 1). Enríquez Gómez describe
una escuela de niñas en la Vida de Don Gregorio Guadaña'. «Azotaba
sus niñas cuando venían tarde... jurábasela con el dedo, si no gana
ban la palmatoria» (Rivad. XXXIII, 258 ¿). Aquí nuestra frase significa
sencillamente, ‘llegar temprano’. Quevedo vuelve a usar la expre
sión en un Baile (Rivad.,LXIX, 116 bp «La Corruja y la Carrasca... |
hembras de la vida airada... | ganaron la palmatoria | en el corral de
las armas».
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días por venir antes, y íbame el postrero por hacer su casa para la limpieza de los ratones, por llamarle
algunos recados de «Señora», que así llamábamos gato; unos me decían cuando pasaba zape\ otros,
la mujer del maestro. Teníalos a todos con seme miz\ cuál decía: «Yo le tiré dos bereugenas a su ma
jantes caricias obligados. Favorecíanme demasiado, dre cuando fué obispa.» Al fin, con todo cuanto an
5 y con esto creció Ja envidia en los demás niños. daban royéndome los zancajos, nunca me faltaron, 5
Llegábame a los hijos de los caballeros y perso gloria a Dios. Y aunque yo me corría, disimulábalo.
nas principales, y particularmenteíal un hijo de don 1 odo lo sufría, hasta que un día un muchacho se
Alonso Coronel de Zúñíga, con el cual juntaba atrevió a decirme a voces hijo de una puta hechice
las meriendas. Ibame a su casa a jugar las fiestas, y ra; lo cual, como me lo dijo tan claro—que aún si
10 acompañábale cada día. Pero los otros, porque no lo dijera turbio no me pesara—, agarré una piedra 10
les hablaba, o porque les parecía demasiado punto y descalabróle. Fuíme a mi madre corriendo, que me
'1N t n A
el mío, siempre andaban poniéndome nombres to escondiese, y contóle todo el caso, a lo cual sólo
cantes al oficio de mi padre. Unos me llamaban don me dijo: «Muy bien hiciste; bien muestras quién
Navaja, otros don Ventosa; cuál decía, por discul- eres; sólo anduviste errado en no preguntarle quién
15 par la envidia, que me quería mal porque mi madre se lo dijo.» Cuando yo oí esto, como siempre tuve
le había chupado dos hermanitas pequeñas, de no altos pensamientos, volvíme a ella, y dije: «[Ah
che; otro decía que a mi padre le había llevado a madre!, pésame sólo de que ha sido más misa que
pendencia la mía». Preguntóme que por qué, y díjela
1 por venir antes en Z., 1626; no está en el ms. que porque había tenido los evangelios? Roguéla
2 Señora, sin artículo, es resto de la sintáxis antigua. Comp. 1 a su casa en Z., 1626, no en el ms.
«¿Dónde está señor?—Yo creo | que es ido a hablar con Elvira« 2 9ato-> ‘ladrón’. De ahí gatazo-. «Gatazo le han dado. | Com
(Lope, El mejor alcalde, el rey, III, 7). pré unas medias a un moro, | y el bellaco en un momento, | me las
9 Juntar meriendas. A esta costumbre de los niños hay otras voló por el viento > (Lope de Vega, El Arenal de Sevilla, I, 7).
alusiones: «Era la señora mi prima, tan prima en la bucólica doctrina, 4 obispa. La coroza de los condenados por la Inquisición, seme
que después de haber juntado sus discípulas las meriendas, se las jaba una mitra. Comp. «Ayer salió la Verenda | obispada de coroza, |
comía» (Enríquez Gómez, Vida de Dt Gregorio Guadaña, Rivad., por tejedora de gentes | y por enflautar personas». (Quevedo, Jáca
XXXIII, 258 a). La frase acabó por tomar el sentido general de ra, Rivad., LXIX, 103 al)
‘aunar intereses’. 4 El ms. por error an fin.
11 que, ‘para que‘, sentido frecuente en la lengua clásica, y que
10-11 Los impresos que porque, pleonasmo ausente del ms. y aun se oye en el habla vulgar.
que «según el uso moderno, es una incorrección que debe evitar 19 había tenido los evangelios, es decir, le habían dicho grandes
se». (Bello-Cuervo, Gram. casi., § 985.) verdades. Este es uno de los pasajes suprimidos en el texto impreso,
11 punto, ‘orgullo’. por juzgarlo irreverente, Quevedo o el editor.
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HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 27
que me declarase si le podía desmentir con verdad,
o me declarase si me había concebido a escote en cuela por Navidad, que viniendo por la calle un
hombre, que se llamaba Poncio de Aguirre, el cual
tre muchos, o si era hijo de mi padre sólo. Rióse y
tenía fama de confeso, que el don Dieguito me dijo:
noramaza! ¿Eso sabes decir? No serás
5 bobo; gracia tienes; muy bien hiciste en quebrarle «Hola, llámale Poncio Pilato, y echa a correr.» Yo,
la cabeza; que esas cosas, aunque sean verdad, no , , n 1 i <5 J
se han de decir». Yo, con esto, quedé como muer a correr tras mi con un cuchillo desnudo, para ma
to, determinado de coger lo que pudiese en bre tarme, de manera que me fué forzoso meterme hu
ves días, y salirme de casa de mi padre: tanto yendo en la casa de mi maestro, dando gritos. En
10 pudo conmigo la vergüenza. Disimulé; curó mi pa tró el hombre tras mí, y el maestro defendióme de
dre al muchacho; ap/afciguolo todo; volvióme a la que no me matase, asegurándole de castigarme. 10
Aunque señora le rogó por mí, movida de lo que yo
escuela, donde el maestro me recibió con ira, hasta
la servía, no aprovechó; mandóme desatacar, y azo
que sabiendo la causa de la pendencia, se le aplacó
el enojo, considerando la razón que había tenido. tándome, decía tras cada azote: «¿Diréis más Poncio
Pilato?» Yo respondía: «No, señor». Respondido
15 En todo esto, siempre me visitaba aquel hijo de
don Alonso Coronel de Zúñiga, que se llamaba don 3 confeso., ‘judío converso1. Las ediciones antiguas, consejero, que
no quiere decir nada. Es una buena corrección debida al ms. En El
Diego; queríame naturalmente, porque trocaba
retablo de las maravillas de Cervantes, la edición príncipe trae tam
con él los peones, si eran mejores los míos; dá bién la errata consejos por confesos (v. ed. Schevill-Bonilla, p. 122). El
bale de lo que almorzaba, y no le pedía de lo que ms. «y don Diaguito»; seguimos a Z., 1626.
4 Todas las ediciones traen el disparate «he a correr», que por
20 el comía; comprábale estampas, enseñábale a lu hn deshacemos.
char, jugaba con él al toro y entreteníale siempre. 12 desatacar, desatar los calzones1; aun se dice rústicamente en
Andalucía y otras partes.
Asi que, los más días, sus padres del caballerito,
14 El mismo cuento lo refiere Gaspar Lucas de Elidalgo en sus
viendo cuanto le regocijaba mi compañía, rogaban Diálogos de apacible entretenimiento, 1605: «Otro efeto de palabras
a los míos que me dejasen con él a comer y a ce- mal entendidas me acuerdo que sucedió a unos muchachos... que
dieron en perseguir a un hombre llamado Ponce Manrique, llamán
25 nar, y aun a dormir los más días.
dole Poncio Pilato por las calles; el cual, como se fuese a quejar al
Sucedió, pues, uno de los primeros que hubo es- maestro en cuya escuela andaban los muchachos, el maestro los azo
tó muy bien, mandándoles que no dijesen más desde ahí adelante
4 noramaza, ‘noramala’, dicho por eufemismo. ~ Poncio Pilato, sino Ponce Manrique. A tiempo que ya los querían
güedades en eí “o"S° C'áS¡C° evitaba ambi- soltar del escuela, comenzaron a decir en voz la dotrina cristiana,
23 El ms. rogue'; Z., 1626 rogaban. y cuando en el credo llegaban a decir: «Y padeció so el poder de
Poncio Pilato», dijeron: «Y padeció so el poder de Poncio Manri-
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QUEVEDO
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 2Q
las dos primeras veces que lo mereciese. Con esto los i ocines; demostraba abstinencia en su aspecto,
fui yo muy contento. y echábansele de ver los ayunos y penitencias; y
Llegó-por no ZnVadar-el tiempo de las Carnes- sin duda ninguna, no había llegado a su noticia la
15 telendas, y trazando el maestro de que se holgasen cebada ni la paja; y lo que más le hacía digno de
s"smucl,achos> ordenó que hubiese rey de gallos. risa eran las muchas calvas que tenía en el pellejo; if
pues a tener una cerradura, pareciera un cofre vivo.’
Yendo pues dando vuelcos a un lado y a otro como
ceden Pacido,y cree que ambos cuentospro-
Hida"go Ón Oral; mas Ifrobable es que Quevedo lo leyese en fariseo en paso, y los demás niños todos muy 'ga
lanes tras mi (que con suma majestad iba a la jineta'
i Tocias las ediciones: «dos veces», error evidente.
it 'firma, ‘un papel con su firma1.
en el dicho pasadizo con pies), pasamos por la pía- 20
16 rey de galles, ‘diversión de chicos en el Carnaval, que rou- za (aun de contarlo tengo miedo); llegando cerca
"veJX 1 Cabr\C°n ““ “Pada a ™ Sal,<> «
as que Esculapio, diciendo a los niños: Dextrorsum hezis sinistrór
de rev eT , m“ChaCho ro™nd° “ «hallo, tino de ellos hacía sum [ a diestro y siniestro’], y desenvainando su alfanje de aro de ce
ey, e iba vistosamente ataviado’. Comp.: «Dirá que eres rev de
dazo, descolorido todo el rostro, iba con tanta furia contra el gallo
gallos | que en los tres días de antruejo | triunfaste, y ya te dcsnm
c«mo.^aera contra Morato Arráez...» (Espinel,Marcos de Obreqón
da | el turereóles ceniciento. «Trttso, El mayor desengaño, NBAAEE, ed. Gilí Gaya.1,13Q—Usase aún por los pueblos el matar gallos por
•~ ‘ °J1 tacer a un Pedante, maestro de un gran caballero Carnaval, sin que tal costumbre se explique según quería nuestro
■uno de muy gallardo entendimiento,¡hijo de ungran príncipe, que h¡f Govarrubias: «Ea razón por que se ha introducido el correr los ga-
brendo concertado con otros sus iguales en edad y calidad ú’n jSego los por Carnestolentas, según algunos, es porque se han comido
de gallos, dta de Carnestolendas, salió también el bárbaro pedante aquellas fiestas las gallinas, y por que no quede solo y viudo »
con su capisayo o armas de guadamací sobre la sotana, con érás baf 14 Esta descripción del caballo fué abreviada en Z., 1620’
18 Así Z., 1626; el ms., como fariseo, iban los demás. ’
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historia de la vida del buscón 31
de las mesas de las verdureras (Dios nos libre),
cesaría de la riña. Vino la justicia, comenzó a hacer
agarró mi caballo un repollo a una, y ni fué visto ni
información; prendió a berceras y a muchachos,
oído cuando le despachó a las tripas, a las cuales,
mirando a todos qué armas tenían y quitándoselas,
como iba rodando por el gaznate, no llegó en mucho
porque habían sacado algunos dagas de las que te
5 tiempo. La bercera, que siempre son desvergonzadas,
nían por gala, y otros espadas. Llegó a mí, y vien- 5
empezó a dar voces. Llegáronse otras, y con ellas
do que no tenía ningunas, porque me las había, qui
mil picaros, y alzando zanahorias garrafales y nabos
tado y metídolas en una casa, todavía me pidió las
frisones, berengenas y otras legumbres, empiezan a
armas; yo le respondí, que si no eran ofensivas
dar tras el pobre rey. Yo, viendo que era batalla
contra las narices, que yo no tenía otras. Y de paso
10 nabal, y que no se había de hacer a caballo, co
quiero confesar a v. m. que cuando me empezaron 10
mencé a apearme; mas tal golpe me le dieron en
a tirar las berengenas y nabos, que, como yo lle
la cara, que yendo a empinarse, cayó conmigo
vaba plumas en el sombrero, entendí que me ha
en una—hablando con perdón—privada; póseme
bían tenido por mi madre, y que la tiraban, como
cual v. m. imaginará. Ya mis compañeros se ha-
habían hecho otras veces; y así, como necio y mu
15 bían armado de piedras, y daban tras las reven
chacho, dije: «Hermanas, aunque llevo plumas, no 15
dederas: descalabraron dos. Yo, en todo esto, des
*oy Aldonza de San Pedro, mi madre», como si
pués que caí en la privada, era la persona más ne-
ellas no lo echaran de ver por el traje y el rostro.
1 Así x626; el ms. la verdulería. El miedo me disculpa la ignorancia, y el suceder-
2 Así Z., 1626; en el ms. falta caballo.
4 Así Z., 1626; el ms. al gaznate. me la desgracia tan de repente. Pero volviendo al
5 no llegó en mucho tiempo ‘llegó en poco tiempo‘; no valdría la
pena notar tan evidente sentido, puesto que antes se dice, «ni fué d?Tu 12Madrií Felipe el Grande>en <<Rev-
visto moido cuando le despachó a las tripas», si el Sr. Peseux-Ri- fadnd», 1924. Tal estado dura hasta el reinado de Carlos III- v
págF 61 ° S°StUVÍera lo contrario en la Revue Hispanique, 1918, XLII1, C^dedeFernán-Núñez, Vida de Carlos III, en «Libros de antaño»,
frisones se llamaba a los caballos de Frisia, muv corpulentos, 15 Alude al emplumamiento; v. antes pág. l8. En otros lugares
y usados para arrastrar los pesados carruajes de la época: «mataré repite Quevedo este tema de la madre castigada por bruja que es
os cuados y criadas | y los mismos frisones de su coche». (Lope
muy propio de la literatura carcelaria de la jacarandina: Cénenos
Perro del hortelano, Rivd. XXIV, 357 b | ). Quevedo llama «pastel’ muy lastimadas La justicia sin pensar Que se hizo en nuestra madre
fnsón», al hecho de carne de caballo (Rivad. LXIX; 87 a). En nues-
edad CA fu iSÍn reSP£tar 138 tOCaS’ Ni !aS Canas’ ni
ro texto fnsón está dicho por el gran tamaño de los nabos. edad A fuerza de cardenales Ya la hicieron obispar... Pues cogió
17 privada ‘montón debasuray excrementos’. Sobre el estado mas berenjenas En una hora, sin sembrar, Que unhortelano morisco
de inmundicia de las calles de Madrid durante el siglo xvn, v. F. En todo un ano cabab (Jácara, Rivad. LXIX, 99 ¿).
W5W
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historia de la vida del buscón 33
alguacil, quiso llevarme a la cárcel; y no me llevó
la escuela por no darles gasto, y su casa por aho-
porque no hallaba de dónde asirme: tal me había
rrarles de pesadumbre. Avisé de dónde y cómo
puesto de lodo. Unos se fueron por una parte y
quedaba, y que hasta que me diesen licencia no los
o ros por otra, y yo me vine a mi casa desde la pla vena.
za, martirizando cuantas narices topaba en el cami-
n°’, Entre en ella, conté a mis padres el suceso; co
«?OST” aJUn°S7dC ,0S plebe*os"de ”° escribir.. (Que-
rriéronse tanto de verme de la manera que venía,
cabañero | no sé cémo me io niega, IhÍ>0"es’pacYÍ
que me quisieron maltratar. Yo echaba la culpa a
y que hago mala letra». (Bib. And., II, 39). espacio, |
las dos leguas de rocín esprimidg Procuraba satis-
t Darles gasto, corregido en el ms. sobre dar disgusto.
acerlos, y viendo que no bastaba, salíme de su
casa y fuíme a saber de mi amigo don Diego, al
cual hallé en la suya descalabrado, y a sus padres
resueltos por ello de no le enviar más a la escuela; y
alh tuve nuevas de cómo mi rocín, viéndose en aprieD
to, se esforzó a tirar dos coces,', y de puro flaco se
Je desgajaron las ancas, y se quedó en el lodo bien
cerca de acabar.
Viendome, pues, con una fiesta revuelta, un pue-
□o y°/?CJndalizado> 1OS padreS corridos> mi amigo
descalabrado y el caballo muerto, determinóme de
no volver más a la escuela ni a casa de mis padres,
sino de quedarme a servir a don Diego, o por me
jor decir, en su compañía, y cierto con gran gusto
25 dG SUS Padres’ Por el que daba mi amistad al niño
Escribí a mi casa que yo no había menester más ir
a a escuela, porque, aunque no sabía bien escribir
para mi intento de ser caballero; lo que primero se
requería era escribir mal; y que así, yo renunciaba
28 Alusión a la mala letra que solían tener muchos aristócratas.
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muchos hombres, unos metiendo los pies, otros las dera de hierro; abríala y metía en ella el tocino que
manos, otros todo el cuerpo, en el portal de su la llenase, y volvíala a cerrar, y metíala en la olla,
casa, y esto por muy gran rato, y mucha gente que colgando de un cordel, para sacarla luego en dando
venia a sólo aquello de fuera; y que preguntando a algún zumo por los agujeros, y quedase el tocino
uno un día que qué sería, porque Cabra se enojó para otro día. Parecióle después que se gastaba mu- 5
de que se lo preguntase, respondió que los unos cho, y dió en sólo asomar el tocino a la olla.
teman sarna y los otros sabañones, y que metién- Pasábamoslo con estas cosas como se puede ima
los en aquella casa morían de hambre, de manera ginar. Vímonos don Diego y yo tan perdidos, que
que no comían desde allí adelante. Certificóme que ya que para comer no hallábamos remedio, le busca
10 era verdad; y yo, que conocí la casa, lo creí; di- mos para no levantarnos de la cama, diciendo que 10
golo porque no parezca encarecimiento lo que estábamos malos; no nos atrevíamos a decir nada
dije. Y volviendo a la lición, dióla, y decorárnosla. Y de calentura, porque no la teniendo, era fácil de co
prosiguió siempre en aquel modo de vivir, que sólo nocerlo; y dolor de cabeza o muelas era poco es
vino a añadir tocino a la olla, por no sé qué que le torbo; pero dijimos que nos dolían mucho las tripas,
15 djjeron un día de hidalguía; y así, tenía una salva-*9 y que no podíamos hacer de nuestras personas tres 15
días había, fiados de que a trueque de no gastar dos
. L ri h e"C^reiclraientos son muY del gusto de Quevedo; dice cuartos en una melecina, no buscaría el remedio.
hablando de ia delgadez de una dama: «Aun la sarna no os come Mas ordenólo el diablo de otra suerte, porque tenía
con su gula, | y sola tenéis bula, para no sustentar alma viviente I ... una jeringa que había heredado de su padre, que
a^OStaJS!en SulJas duras, | dicen, vuestra alma tiene mataduras». fue boticario. Supo el mal, y tomóla y hizo una me- 20
(/¿tvad., LXlX, 144 ¿).
9 eomían, ‘causaban picor o comezón«. El juego de palabras es lecina; llamó a una vieja de setenta años, tía suya,
muy claro. que le servía de enfermera; dijo que nos echase sen
15 hidalguía.—Los judíos recién conversos guardaban aun la
das gaitas. Empezaron por don Diego, y el desven
aversión al cerdo, y ya sabemos que todo español aspiraba a ser
cristiano viejo: «El tendero vendiéndome hidalguía... me decía que turado abajóse; y la vieja, en vez de echársela den
todos los otros eran judíos, y sé yo que su padre se murió de asco tro, disparósela por entre Ja camisa y el espinazo, 25
HUnvvreZnO>’ (QUEVEDO’ ^Iremelido, la Dueña y el Soplón, R¡-
vad., XXIII, 364 a.) La Inquisición se guiaba, al perseguir a los ju
y dio con ella en el cogote, sirviendo por defuera
daizantes, por la observancia de esas prácticas tradicionales (no co guarnición la que dentro había de ser aforro. Quedó
mer cerdo, mudarse de ropa el sábado, etc.); por eso fué presa y tor el mozp dando gritos; vino Cabra, y viéndolo, dijo
turada Elvira del Campo, en Toledo, en 1567. (V. Lea, A Hielo ry of
tne Inquisiíion, III, 232.) 25. Asi Z. 1626; el ms., «por la camisa y por el espinüZ»?.........
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que me echasen á mí otra, que luego volverían á sin duda son garbanzos negros de Etiopia; otros,
echársela a don Diego. Yo resistíame, y al fin no garbanzos con luto. ¿Quién se les habrá muer
me valió, porque teniéndome Cabra y otros, me la to?» Mi amo fué el primero que se encajó una
echó la vieja, a la cual de retorno di con ella en cuenta, y al mascarla se le quebró un diente. Los
5 toda la cara. Enojóse Cabra conmigo, y dijo que él viernes solía enviar unos huevos, con tantas barbas, 5
me echaría de su casa, que bien se echaba de ver a fuerza de pelos y canas suyas, que pudieran pre
que era bellaquería todo. Yo rogaba a Dios que tender corregimiento o abogacía. Pues meter el ba
se enojase tanto que me despidiese; mas no lo qui dil por cucharón, y enviar una escudilla de caldo
so mi ventura. empedrada, era muy ordinario. Mil veces topé yo
10 Quejábamonos nosotros al padre de don Diego, sabandijas y palos, y estopa de la que hilaba, en la 10
y el Cabra le hacía creer que lo hacíamos por no olla, y todo lo metía para que hiciese presencia en
asistir al estudio. Con esto no nos valían plegarias. las tripas.
Metió en casa la vieja por ama, para que guisase de Pasamos con este trabajo hasta la cuaresma, y
comer, y sirviese a los pupilos; despidió al criado a la entrada della estuvo malo un compañero. Y
15 porque le halló un viernes a la mañana con unas Cabra, pot no gastar, detuvo el llamar médico hasta 15
migajas de pan en la ropilla. Lo que pasábamos
con la vieja, Dios lo sabe; era tan sorda, que era
menester desgañitarnos, y casi ciega de todo punto; .. Acentuó Etiopia, por decirse así en tiempo de Quevedo:»
« siendo cosa a mi humildad impropia... Cuando abrasa los campos
y tan gran rezadera, que un día se le desen-
de Etiopia. ¿Lope, Conendadores de Córdoba, ed. Ac., XI, 272). Tam
20 sartó el rosario sobre la olla, y nos trajo el caldo bién riman Etiopia y propria en La prudencia en el castigo de Rojas
más devoto que he comido. Unos decían: «estos Zorrilla, ed. 1678, p. 333. J
7- podían pretender corregimiento o abogacía, porque los letrados
4-5. Prescindiendo de las críticas del Tribunal de la Justa acostumbraban a llevar muy crecida barba, lo que dió lugar a sátiras:
■venganza—obra de apasionados enemigos—ha habido quien censu « lira ahí—prosiguió el Cojuelo—cómose está quejando... un letrado
re tales porquerías: «La Vida del Gran Tacaño... está salpicada de tan ancho de barba y tan espeso, que parece que saca un delfín la
voces baxas y soeces, que hoy estomagan a nuestra delicadeza de cola por las almohadas*. (Vélez de Guevara, Diablo Cojuelo, tranco
costumbres, y en las de aquel tiempo acaso serían un plato rega H, vol 38 de esta Colección, p. 40.) «Un letrado bien frondoso de me-
lado al paladar de los lectores». (Capmany, Teatro histórico critico Ji as, de aquellos que con barba negra y bigote de buces traen la
de la Eloquencia española, 1794, V, 46.) oca con sotana y manteo...» (Quevedo, Hora de todos, Rivad. XXI11
12. asistir al estudio, ‘estar en el colegio', y no sólo, como hoy 393 •) «Deseado he desde niño, | ver un médico sin guantes I y un
se entendería, ‘ir al estudio*. leSd (lD-’ LXK> 89 ’ <EI bien barbad0 “brío,
21. El ms., «el más». letrado de las dehesas». (Bibl. Andal., II, 247.)
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que ya él pedia confesión. Llamó entonces un pla nos seguían con los deseos y con los ojos, haciendo
ticante, y tomándole el pulso, dijo que la hambre le las lástimas que hace el que queda en Argel, vien
había ganado por la mano en matar aquel hombre. do venir rescatados por la Trinidad a sus compa
Diéronle el Santísimo Sacramento, y el pobre cuando ñeros. 1
5 le vió—que había un día que no hablaba—, dijo: «Se
ñor mío Jesucristo, necesario ha sido el veros entrar
3 La Trinidad, ‘los frailes trinitarios*.
en esta casa para persuadirme que no es el infierno». ■ ¿ BDebe “mpararse este pupilaje de Cabra con aquel otro de
Imprimiéronseme estas razones en el corazón. Murió Alcalá, que describe Mateo Alemán, Guzmin de Alfarje parte n
hbro IH, cap. IV: .La limitada y sutil ración de un señor maestro fe
el pobre mozo; enterrárnosle muy pobremente, por
pupilos, que había....de repartir la vianda para hacer porciones en los
1® ser forastero, y quedamos asombrados todos. Divul platos, con aquellos dedasos y uñas... sacando ia carné a hebms
góse por el pueblo el caso atroz; llegó a oidos de
don Alonso Coronel, y como no tenía otro hijo,
desengañóse de los embustes de Cabra, y comenzó viruta o 4oinadér¿ ” 'aJad¡ta dC qUeS°- Pa«cia
a dar más crédito a las razones de dos sombras, que no entn/ P- d 1 d carpintero, según salía de delgada, por que
15 ya estábamos reducidos a tan mísero estado. Vino decía M^cT AuréliOln8qnue4SsótoOd s'l,'- ™0'’ a'gU”aS Ve“S- qUe
a sacarnos del pupilaje, y teniéndonos delante, nos los manjares». {Hlvad III ,,s ,, , abl°’ como sabio, aborrece
h“dede T Cap’to¿- S= trata
preguntaba por nosotros; y tales nos vió, que sin
aguardar a más, tratando muy mal de palabra
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llegado con el hato media hora antes, porque nos mis criados». «Todos lo somos de v. m. (dijeron al
otros veníamos despacio—, pegóse al coche, dióme punto los rufianes), y le hemos de servir. Hola, hués
a mí la mano para salir del estribo. Preguntó si iba ped, mirad que este caballero os agradecerá lo que
a estudiar; yo le respondí que sí. Metióme adentro, hiciéredes; vaciad la despensa». Y diciendo esto
5 y estaban dos rufianes con unas mujercillas, y un llegóse el uno y quitóle la capa, y dijo: «Descanse 5
cura rezando al olor; y un viejo, mercader y avarien v. m., mi señor», y púsola en un poyo. Estaba yo
to, estaba procurando olvidarse de cenar; y dos es con esto desvanecido y hecho dueño de la venta.
tudiantes fregones, de los de mantillinas, buscando Dijo una de las ninfas: «¡Qué buen talle de caballe
trazas para engullir. Mi amo, pues, como más nuevo ro! ¿Va a estudiar? ¿Es v. m. su criado?» Yo respon
w en la venta y muchacho dijo: dí, creyendo que era así, que yo y el otro lo éramos. 10
«Señor huésped, deme lo que hubiere, para mí y Preguntóme por su nombre, y no se lo hube bien
dicho, cuando uno de los estudiantes se llegó a él
medio llorando, y, dándole un abrazo apretadísimo,
do tres o cuatro están jugando y dos traen el partido de no tirar en le dijo: «¡Oh mi señor don Diego! ¡Quién me dijera
los envites la parte que el otro tuviese puesta si perdiese, lo que se a mh agora diez años, que había de ver a v. m. des- 15
pacta antes de ver las cartas». (Dice. Aut.)—Es decir, el ventero iba ta manera! ¡Desdichado de mí, que estoy tal, que
a la parte con los del carro. Horro quiere decir «libre».
no me conocerá v. m.» El se quedó admirado y yo
5 Z. 1626, «donde estaban», que es mejor texto.
8 mantillinas. Según Covarrubias (Tesoro, 1611) mantellina es también, que juramos entrambos no haberle visto
«diminutivo de manta, por ser corta, que no cubre aún el medio en nuestra vida. El otro compañero andaba mirando
cuerpo». Pero este sentido no ayuda a entender nuestra frase. Lla
mábase mantellina a la criada fregona: «Panegíricos cantara | a la
a don Diego a la cara, y dijo a su amigo: 20
invención arquiteta | de Juan Fernández, que aquí, | refugio de «¿Es este señor de cuyo padre me dijistes vos tan
mantellinas, | labró pilas cristalinas». (Tirso, Huerta de Juan Fer tas cosas? ¡Gran dicha ha sido encontrarle, según
nández, Rivad. V, 646 ¿,) A esa huerta iban las criadas a lavar la ropa.
De otra parte,Quevedo describe a un estudiante pobre, sopón de
está de grande! Dios le guarde». Y empezó a santi
Salamanca: «■un licenciado fregón, Bachiller de mantellina» {Rivad. guarse. ¿Quién no creyera que se habían criado con
LXIX, 119 b\. como si dijéramos, bachiller de friega platos. Además: nosotros? Don Diego se le ofreció mucho, y pregun- 25
«Un doctorazo.., atisba por esas calles | una picarilla rota.... | Por
tándole su nombre, salió el ventero y puso los man
leyes dice requiebros, | barba ofrece para escoba, | y por una mante
llina, | desprecia futuras togas». {Rivad. LXIX, 227 a). La mantellina
teles; y oliendo la ¿átafk, dijo: «Dejen eso, que des-
sería prenda que usaban las criadas, y de ahí les vino el nombre.
Según el autor, los estudiantes pobres eran, pues, como fregonas; 8 «Hombre de buen talle es lo mesmo que gentilhombre y
no sé si alguna prenda del traje estudiantil dió pie a la comparación. agraciado». (Covarrubias.)
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pués de cenar se hablará, que se enfría». Llegó un se lo dijeron, cuando se sentó. Ya cuando vió mi
rufián y puso asientos para todos y una silla para amo que todos se le habían encajado, comenzó a
don Diego, y el otro trajo un plato. Los estudiantes afligirse. Repartiéronlo todo, y a don Diego dieron
dijeron: «Cene v. m., que entre tanto que a nosotros no sé qué huesos y alones; lo demás engulleron el
5 nos adrezan lo que hubiere, le serviremos a la cura y los otros. 5
mesa». Decían los rufianes: «No cene mucho, señor,
«Jesús! (dijo don Diego), vs. ms. se sienten si son no le haga mal». Replicaba el maldito estudiante:
servidos». Y a esto dijeron los rufianes (no hablando «Y más que es menester hacerse a comer poco
con ellos): «Luego, mi señor, que no está todo a para la vida de Alcalá». Yo y el otro criado está
10 punto». Yo cuando vi a los unos convidados y a los bamos rogando a Dios que les pusiese en corazón 10
otros que se convidaban, afligíme, y temí lo que su dejasen algo. Y ya que lo hubieron comido todo, y
cedió; porque los estudiantes tomaron la ensalada, que el cura repasaba los huesos de los otros, volvió
que era un razonable plato, y mirando a mi amo, el un rufián y dijo; «¡Oh pecador de mí, que no he
dijeron: «No es razón que donde está un caballero mos dejado nada a los criados. Venga acá v. m., se
15 tan principal, se queden estas damas sin comer: ñor huésped, déles todo lo que hubiere». Tan presto 15
mande v. m. que alcancen un bocado». Él, haciendo saltó el descomulgado pariente de mi amo (digo el
del galán, convidólas; sentáronse, y entre los dos escolar):
estudiantes y ellas no dejaron sino un cogollo, en «Aunque v. m. me perdone, señor hidalgo, debe
cuatro bocados, el cual se comió don Diego; y al de saber poco de cortesía; ¿conoce por dicha a mi
ao dársele aquel maldito estudiante,le dijo: «Un abuelo señor primo? El dará a sus criados, y aun a los núes- 20
tuvo v. m., tío de mi padre, que en viendo lechugas tros si los tuviéramos, como nos ha dado a nosotros»;
se desmayaba; ¡qué hombre era tan cabal!» Y di y volviéndose a don Diego, que estaba pasmado,
ciendo esto, sepultó un panecillo; y el otro, otro. dijo: «No se enoje v. m., que no le conocían». Mal
Pues las putas daban ya cuenta de un pan; y el que diciones le eché cuando vi tan grande disimulación,
25 más comía era el cura, con el mirar sólo. Sentáronse que no pensé acabar. 25
los rufianes con medio cabrito asado y dos lonjas Levantaron las mesas, y todos dijeron a don Die-
de tocino y un par de palomas cocidas, y dijeron:
«Pues, padre, ¿ahí se está? Llegue y alcance, que mi 10. El ms. «que le».
señor don Diego nos hace merced a todos». No bien 11. En el ms. falta el segundo «y».
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que han de acabar, que andan encadenadas, y unas banme a mí solo. Yo comencé a decir: «¡Justicia de
traen a otras. Viniéronse a acostar los otros, y salu Dios!» Pero menudeaban tanto los azotes sobre mí,
dándome todos, me preguntaron si estaba malo, y que ya no me quedó—por haberme tirado las fra
cómo estaba en la cama. Yo les conté el caso, y al zadas abajo—otro remedio sino meterme debajo de
5 punto, como si en ellos no hubiera mal ninguno, se la cama. Hícelo así, y al punto los tres que dormían 5
comenzaron a santiguar diciendo: «No se hiciera esto empezaron a dar gritos también; y como sonaban
entre luteranos. ¡Hay tal maldad!» Otro decía: <E1 los azotes, yo creí que alguno de afuera nos sac-udía
retor tiene la culpa en no poner remedio. ¿Conoce a todos. Entre tanto, aquel maldito que estaba
rá v. m. a los que eran?» Yo respondí que no, agra- junto a mí se pasó a mi cama, y se proveyó en ella,
10 deciéndoles la merced que me mostraban hacer. y puso la ropa; y pasándose a la suya, cesaron los 10
Con esto se acabaron de desnudar, acostáronse, azotes, y levantáronse con grandes gritos todos
mataron la luz, y dormíme yo, que me parecía estaba cuatro diciendo: «Es gran bellaquería, y no ha de
con mi propio padre y con mis hermanos. quedar así». Yo todavía estaba debajo de la cama,
V a cosa de las doce, el uno de ellos me desper- quejándome como perro cogido entre puertas, tan
15 tó a puros gritos, diciendo: «¡Ay, que me matan! encogido, que parecía galgo con calambre. Hicie- 15
¡Ladrones!» Sonaban en su cama entre estas voces ron los otros que cerraban la puerta, y yo luego
unos golpazos de látigo. Yo levanté la cabeza y dije: salí de donde estaba, y subíme a mi cama, pregun
«¿Qué es eso?»; y apenas lo hube dicho, cuando con tando si acaso les habían hecho mal: todos se que
una maroma me asentaron un azote con hijos en jaban de muerte.
20 todas las espaldas. Comencé a quejarme, quíseme Acostóme y entróme, y torné a dormir; y como 20
levantar; comenzó a quejarse el otro, también y dá- entre sueños me revolcase, cuando desperté hallóme
sucio hasta las trencas. Levantáronse todos, y yo
2 El ms. «y viniéronse».
14 Una escena algo semejante ocurre a Guzmán de Alfarache en 15 AsíZ. 1626; el ms.«con la hambre».
Italia; pero allí los aporeadores están disfrazados extrañamente, y 20 entréme, ‘tapéme con las mantas’.
mantean al muchacho hasta dejarle sin sentido. (Rivad., III, 240 é.) 22 trencas: «Dos cañas atravesadas en el tercio postrero de la
Es esta una de tantas analogías con aquella novela. colmena, las cuales sirven de señal que al castrarlas no se pase de
17 Así Z. 1626: el ms. «y levanté». allí. Cuando alguno se ha metido en algún lodazal hasta darle en los
_ 19 hijos: canelones, que son los extremos de los ramales de las pechos, solemos decir que entró en él hasta las trencas». (Covarru
disciplinas, más gruesos y retorcidos que ellos. (Véase Dice. Aut.') bias). El ms. trenzas, y así también en todas las ediciones, sin que
Falta esta acepción en el Dic. Acad. hasta ahora se haya advertido el error. El Die. Acad., Covarrubias y
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•Sartas de crista! de[llos]. Las dos Pascu'asTed.í dado de muchos pasajes; debe entenderse: ‘mucho aceite y carbón
había, ¡pero tal priesa se han dado!‘.
c.ó„: .Sartas de cristal dellos. Las Pascuas». Mi tus. dice ™ efecto
«Las Pascuas», pero en cambio no trae .dellos»,que yo supuse para 4 Muy parecida descripción hállase en Guzmán de Alfarache
una prueba más del carácter esencialmente literario de muchos de
corregir el mal texto de las ediciones antiguas. Sea como fuere lo
los temas del Buscón-. «Ama solíamos tener que sisaba siempre, de
íer o es que tenemos una lección perfectamente clara que
todo lo que se le daba, un tercio; porque del carbón, de las espe
habíamos previsto. q e
21 El ms. lehan;Z. 1626, se han. Queda suelta la frase, pero tal cias, de los garbanzos y de todas las más cosas, ya cuando no
podía hurtar el dinero, guardábalos en especie, y en teniéndolo en
finesa se han dado, cosa explicable dado el estilo familiar y descui
junto, nos lo vendían». [Rivad. III, 339 #.)
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ocho días, y nunca la vi rastro^m imaginación de acababa por el Cunquibult y la Salve, Regina. Decía
volver nada ni hacer escrúpulo, con ser, como digo, las oraciones en latín, adrede por fingirse inocente;
una santa. Traía un rosario al cuello siempre, tan de suerte que nos despedazábamos, de risa todos,
grande, que era más barato llevar un haz de leña a d enia otras habilidades: era aTÍqúíriclora de volunta
5 cuestas. Dél colgaban muchos nhfiojos de imáge
des y corcheta de gustos, que es lo mismo que al- 5
nes, cruces y cuentas de perdones; en todas decía cahueta; pero disculpábase conmigo diciendo que la
que a cada noche por sus bienhechores. Con venía de casta, como al rey de Francia sanar lam
taba ciento y tantos santos abogados suyos, y en parones.
verdad que había menester todas estas ayudas para
10 desquitarse de lo que pecaba. Acostábase en un
da Virgem María, | Quenascestes enBelem, | Nos valles de Lazaría,
aposento encima del de mi amo, y rezaba más ora | Peqo-vos, Senhor meu, | Pelo vosso santo dia | O corpo de F.»
ciones que un ciego. Entraba por el Justo Juez y etcétera. {Tradiqoespopulares e linguagem de Villa Real, en «Revista
Lusitana», vol. IX, pág. 232.)
3 Comp. el cap. XVI: «Traía todo ajuar de hipócrita: un rosario 1 Cunquibult, y en Z., 1626, Ccnquibules, es deformación popu
con unas cuentas frisonas». Y también: «No tardó mucho cuando en lar, que grotescamente recoge Quevedo, de las primeras palabras
traron dos viejos [vestidosl de bayeta, con antojos que los hacían del símbolo o credo de San Atanasio, antes muy rezado, y que co
graves y dignos de ser respetados, con sendos rosarios de sonado mienza: «Quicumque vult salvus esse, etc.» Gil Vicente estropeó
ras cuentas en las manos». (Riconete y Cortadillo, edic. R. Marín, burlescamente ese texto en la comedia Rubena-. «Que quinqué vul
1920, p. 262).—Es característico del picaro (tal como lo concibe este tos salmus es» (ed. 1852, II, 22.) También Quiñones de Benavente»
género de novelas), la mezcla de religiosidad exterior y de bella en el entremés de Las civilidades-, «y yo ando por cantaros | de
quería; la misma dualidad encuéntrase en la vida del tiempo, y, aun quinquibul el psalmo, | con la lengua de un palmo, | porque sois un
podía decirse, en nuestro autor, que da su espada para defensa del pelmazo» (ed. Rosell, p. 49). Hoy no se usa este rezo, superviven
patronato de Santiago en contra del de Santa Teresa, y mancilla su cia medieval en el siglo xvn; hay un Tractatusin simbolum Quicum
pluma con escritos de rara obscenidad, unos publicados y otros aun que vult una cum textu per P. de Castrovol, Pamplona, 1499.
inéditos En la literatura se refleja ese complejo dualismo, a favor i En Z., 1626, Salve, regina está deformado en Salve rehila.
del espíritu de la Contrareforma; v. nuestro libro El pensamiento de 7 lamparones-, «enfermedad conocida que nace en la garganta;
Cervantes, cap. VI. dánle diversos nombres: struma... scrofula... Los reyes de Fran
11 Así Z., 1626; en el ms. falta del. cia dicen tener gracia de curar los lamparones, y el primer rey in
12 Justo Juez-, había una oración muy popular en los siglos xvi glés, que fué Eduardo, tuvo la misma gracia; y de algunos particu
y xvn que comenzaba con esas palabras, y solían rezarla ciegos: «No lares también se ha dicho». (Covarrubias.)—Comp.: «Déjame, don
dejé oración de cuantas sabía, que del ciego había deprendido, que Cleofás, responder a mí [ al francés ], que soy español por la vida,
no recé con mucha devoción: la del Conde, la de la Emparedada, el y con quien vengo, vengo; que les quiero, con alabanzas del rey de
Justo Juez y otras muchas que tienen virtud contra los peligros del España, dar un tapabocas a estos borrachos, que si leen las historias
agua». {Lazarillo, seg. parte. Rivad. III, 934.) No conozco texto es della, hallarán que por rey de Castilla tiene virtud de sacar demo
pañol de esa oración, pero sí portugués: «Justo Juiz divinal, | Filho nios, que es más generosa cirugía que curar lamparones» (Diablo
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Pensará v. m. que siempre estuvimos en paz; pues lo sé yo; ansí tengan buen siglo las ánimas de mis
¿quién ignora que dos amigos, como sean cudicio- difuntos». «¿Es posible que no advertís en qué? No
sos, si están juntos se han de procurar engañar el sé cómo lo diga, que el desacato es tal que me aco
uno al otro? Sucedió que el ama tenía gallinas en el barda. ¿No os acordáis que dijistes a los pollos
5 corral; yo tenía gana de comer una; tenía doce o «pío, pío», muchas veces, y es Pío nombre de papas, 5
trece pollos grandecitos, y un día, estándolos dan vicarios de Dios y cabezas de la Iglesia? Papáos el
do de comer, comenzó a decir: «pío, pío». Yo que pecadillo».
oí el modo de llamar, comencé a dar voces: «¡Oh Ella quedó como muerta, y dijo: «Pablos, yo lo
cuerpo de Dios, ama, no hubiérades muerto un hom- dije, pero no me perdone Dios si lo dije con mali
10 bre o hurtado moneda al rey, cosa que yo pudiera cia, y me desdigo: mirad si hay camino como se 10
callar, y no haber hecho lo que habéis hecho, que es pueda escusar el acusarme, que me moriré si me
imposible dejarlo de decir! ¡Mal aventurado de mí y veo en la Inquisición». «Como vos juréis en una
de vos!» Ella, como me vió hacer extremos con tan ara consagrada que no tuvisteis malicia, podré de
tas veras, turbóse algún tanto y dijo: «Pues, Pablos, jar de acusaros; pero será necesario que esos dos
15 ¿yo qué he hecho? Si te burlas, no me aflijas más». pollos que comieron llamándolos con el santísimo 15
«¿Cómo burlar,pese a tal?No puedo dejar de dar par nombre de los pontífices, me los deis para que yo
te a la Inquisión, porque si no, estaré descomulgado». los lleve a un familiar que los queme, porque están
«¿Inquisición?», dijo ella ,y empezó a temblar; «¿pues dañados, y tras esto habéis de jurar de no reincidir
yo he dicho algo contra la fe?» «Eso es lo peor», de ningún modo». Ella muy contenta dijo: «Pues
20 decía yo; «no os burléis con los inquisidores; y decid llévate los pollos ahora, que mañana juraré». Yo, 20
que fuistes una boba, y que os desdecís; y no ne por más asegurarla, dije: «Lo peor es, Cipriana—-
guéis la blasfemia y desacato». Ella con el miedo que asi se llamaba—, que voy a riesgo: que me
dijo: «Pues, Pablos, si me desdigo, ¿castigaránme?» dirá el familiar que si soy yo, y entre tanto me po
Dije: «No, que luego os absolverán». «Pues yo me drá hacer vejación. Llevadlos vos, que yo, por Dios
25 desdigo», dijo; «pero dime tú de qué, que aun no que temo». «Pablos—decía cuando me oyó esto__, 25
por amor de Dios, que te duelas de mí y los lleves,
cojuelo, tranco V). Para el origen de esta superstición y su influencia que a ti no te puede suceder nada».
en la literatura, véase ahora M. Bloch, Les rois Thaumaturges^
Estrasburgo, 1924.
24 Texto mejor que el de Z., 1626: porgue sólo os absolverán. 6 El ms. vicarios de la /gl., en vez de cabezas^ Z.¡ 1626.
~ .....' ------- — —■
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siguiendo desde Sevilla seis hombres los más faci entrar una espada, como saben que no las pueden
norosos del mundo, todos ladrones y matadores de traer sino la justicia, dispararán. Con dagas es me
hombres, y entre ellos viene uno que mató a mi jor, y cogerlos por detrás los brazos, que demasia
madre y a un hermano mío por saltearlos, y les dos vamos».
5 está probado esto; y vienen acompañando, según he Cuadróle al corregidor la traza, con la cudicia de 5
oído decir, a una espía francesa, y aun sospecho, la prisión. En esto llegamos cerca, y el corregidor,
por lo que les he oido, que es—y bajando la voz advertido, mandó que debajo de unas hierbas pusie
dije—de Antonio Pérez». sen todos las espadas escondidas, en el campo que
Con esto el corregidor dió un salto hacia arriba, está enfrente casi de la misma casa: pusiéronlas y
10 y dijo: «¿Dónde están?» «Señor, en la casa pública— caminaron. Yo, que había avisado al otro, ellos de- 10
dije yo ; no se detenga v. m., que las ánimas de jarlas y él tomarlas y irse a casa fué todo uno; y al
mi madre y de mi hermano se lo pagarán en ora entrar todos, yo quedóme atrás el postrero; y en
ciones, y el rey acá». «¡Jesús, no nos detengamos!» — entrando ellos mezclados con otra gente que entra
dijo «¡Hola!, seguidme todos, dadme una rodela». ba, di cantonada, y emboquéme por una callejuela
15 Yo entonces le dije, aparte: «Señor, perderse ha que va a dar a la Victoria, que no me alcanzara un 15
v. m., si hace eso; porque antes importa que todos
vs. ms. entren sin espadas y uno a uno, que ellos 1 A los estudiantes les estaba prohibido llevar espadas, según
están en los aposentos, y traen pistolas; y en viendo dicen una y otra vez las ordenanzas universitarias, no obstante lo
cual, las llevaban. Al describir las costumbres del estudiante alcalai-
no, dice Mateo Alemán: «La cota entre los colchones; la espada
«El escribano hacía la causa, mientras el alguacil con los corchetes debajo de la cama; la rodela en la cocina; el broquel con el tapade
(que son podencos del verdugo, que siguen ladrando) iban tras [ el ro de la tinaja». (Rivad., III, 340 ¿.) Pero nuestro texto exagera un
ladrón], y no lo podían alcanzar». (Quevedo, Mundo por dentro, Ri- poco, porque había en Alcalá quien no era estudiante, y podía traer
vadeneyra, XXIII, 329 ¿z.) espada.
1 Facinorosos'. el ms. famossos por error de copia. 2 pueden traer en plural, pensando en el complemento espadas y
8 Dije de-, el ms. dijo, olvidando que el relato va en primera no en el sujeto justicia.
persona, y omitiendo de. 5 cudicia se usa por Quevedo otras veces: «La cudicia del bárba
8 Antonio TYm.—Murió éste en 1611, refugiado en Francia, ro avariento». [Bibl. Andal., II, 204).
adonde huyó en 1593, como es sabido. Al citarlo, nos da noticia 14 dar cantonada, ‘dar esquinazo.’
Quevedo de la época de redacción de su libro, y de la alarma que 15 La Victoria fué un convento de Mínimos de Santa Ana, con
causaban las andanzas del inquieto ex secretario de Felipe II. vertido hoy, parcialmente, en hospital militar. Data del siglo xvi. Se
13 Esta es una de las excelentes correcciones del ms. Z., 1626Í encuentra junto a la antigua Puerta del Postigo, llamada luego de
hacia Jesús, en vez de acá. Santa Ana por la vecindad del convento. La plazoleta frente a la en-
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QUEVEDO HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 89
galgo. Ellos que entraron y no vieron nada, porque ías caras y mirando las armas. Llegaron a casa, y
no había sino estudiantes y picaros, que es todo
yo, por que no me conociesen, estaba echado en la
uno, comenzaron á buscarme, y no me hallando, sos cama con un tocador, y con una vela en la mano
pecharon lo que fué; y yendo a buscar sus espadas,
y un cristo en la otra, y un compañero clérigo ayu
5 no las hallaron. ¿Quién pudiera contar las diligen
dándome a morir; los demás, rezando las letanías. 5
cias que con el retor hizo el corregidor aquella no Llegó el retor y la justicia, y viendo el espectácu
che? Anduvieron todos los patios, reconociendo
lo, se salieron, no persuadiéndose que allí podía ha
ber habido lugar para tal cosa. No miraron nada,
trada principal del convento y la calle que desemboca en ella se lla antes el rector me dijo un responso; preguntó si es
man también «de la Victoria*. La mancebía quizá se hallaba extra
muros, no lejos de la puerta del Postigo. Quevedo había de ella en taba ya sin habla; dijéronle que sí. Y con tanto se 10
lajácaraque empieza «Zampuzado en un banasto» (Rivadeneira fueron, desesperados de no hallar rastro, jurando el
LXIX, 106):
rector de remitírsele si le topase; y el corregidor,
«Dios perdone al padre Esquerra, de ahorcarle, aunque fuese hijo de un grande. Le
pues fué su paternidad vantóme de la cama, y hasta hoy no se ha acabado
mi suegro más de seis años
en la cueva de Alcalá, de solemnizar la burla en Alcalá. 15
en el mesón de la ofensa,
en el palacio mortal, 1 Z. 1626, y todas las ediciones, camas en vez de caras. Es me
en la casa de más cuartos jor texto el del ms. La justicia anduvo reconociendo las caras a ver si
de toda la cristiandad.» encontraba al burlador; y las armas, por si eran las suyas.
3 tocador, ‘el ornamento de la cabeza... que usa el hombre de
Las notas que puso a este pasaje Janer, editor del tomo LXIX de
noche“. (Covarrubias). El tocador que Pablos se ha puesto para des
la Biblioteca de Rivadeneira, son de gran simplicidad, por pensar
figurar su aspecto, era prenda de gente acomodada; y alude a esto
que el padre Esquerra era un fraile, y que se trataba de una cárcel. Quevedo: «Esteren sus casas Estos recoletos, Que a la chimenea
Esquerra era el «padre» o jefe de la mancebía (llamada cueva por
Pasan todo el tiempo. Vistan de tapices Salas y aposentos, Gas
los jaques), y «suegro» del que frecuentaba a sus «hijas», según des
ten tocadores Y grana en el pecho». {Rivad. LXIX, 232 ¿). En un
vergonzadamente escribe Quevedo. Ofensa tiene sentido obsceno, poema burlesco, el Sol, al ponerse, «pide el tocador medio dormido
según veremos más adelante; los cuartos se refieren a los «cuatro
A Tetis, un jergón y dos frazadas». {Bibi. Andai., III, 118).
cuartos» que pagaba el visitante (v. Rivad. LXIX, 108 b). Esta jácara 7 Así Z., 1626; el ms., lugar para cosa.
fué editada en Bibl. Andai., III, 276, aunque sin notas que la hagan
15 «Puede presumirse y aun creerse haber sido verdad, y ser
comprensible. Haría falta una edición de estas jácaras, ininteligibles Quevedo quien la hizo», dicen con su saña y arbitrariedad habitua
ahora, y que dan la mejor descripción de la vida infrasocial de la
les los autores del Tribunal de la justa venganza, pág. 62, quienes
época.
tachan además de impía e irreligiosa la escena de la simulada
7 Patio, v. pág. 62, nota 6. agonía.
go QUEVEDO
de agudo entre todos. Favorecíanme los caballeros, MIS PADRES, Y LA RESOLUCIÓN QUE YO TOMÉ
CARTA
no me han dado lugar a hacer esto; que si algo tie todos. Sentóse arriba, tiró las arrugas de la ropa
ne malo el servir al rey, es el trabajo, aunque se des atrás; tomó la soga y púsola en la nuez; y viendo
quita con esta negra honrilla de ser sus criados. Pésa que el teatino le quería predicar, vuelto a él, le dijo:
me de daros nuevas de poco gusto. Vuestro padre «Padre, yo lo doy por predicado; vaya un poco de
5 murió, ocho días ha, con el mayor valor que murió Credo y acabemos presto, que no querría pare
hombre en el mundo; dígolo como quien le guindó. cer prolijo». Hízose así; encomendóme que le pu
Subió en el asno sin poner pie en el estribo; venía siese la caperuza de lado, y que le limpiase las
le el sayo baquero que parecía haberse hecho para barbas; yo lo hice así. Cayó sin encoger las piernas
el; y como él tenía aquella presencia, nadie le veía ni hacer gesto; quedó con una gravedad, que no
10 con los cristos delante, que no le juzgase por ahor había más'que pedir. Hícele cuartos, y dile por se
cado. Iba con gran desenfado mirando a las venta pultura los caminos; Dios sabe lo que a mí me pesa
nas y haciendo cortesías a los que dejaban sus ofi de verle en ellos, haciendo mesa franca a los grajos;
cios por mirarle; hízose dos veces los bigotes; man pero yo entiendo que los pasteleros desta tierra le
daba descansar a los confesores, alabándoles mu- acomodarán en los de a cuatro, por consuelo de sus
15 cho lo que decían. Puso un pie en la escalera, no
subió a gatas ni despacio, y viendo un escalón hen Y el que lo tenía alargó la mano, y se lo dió. Digo esto, para que se
entienda que a esta gente atrasada y perdida, cuando van a morir,
dido, volvióse a la justicia, y dijo que le mandase
les parece que van a boda; porque con este modo de hablar tan sin
adrezar para otro, que no todos tenían sus hí pesadumbre, sacan los abanicos hechos, otros se ponen los bigo
gados. No sabré encarecer cuán bien pareció a tes, otros se componen y enderezan mucho de cuerpo, haciendo de
la gentileza». (Cristóbal de Chaves, Relación de la cárcel de Sevilla
en Gallardo. Ensayo, I., col. 1361-62.) En otro lugar ha descrito
i han dado lugar a hacer en Z. 1626; el ms, ha dado lugar el hacer. Quevedo la muerte de un picaro, con parecidos términos: «Ahoga
10 no falta en el ms., y está en todos los impresos. do con zaragüelles | Murió Lumbreras el bravo, | Con su poquito de
17 El ms.. volvio', Z., 1626, volvióse. credo, | Sin sermón y sin desmayo. | Pareció muy bien a todos.»
19 Estas descripciones eran tema en la literatura de picaros. [Bibl. And., III, 266.) «Ahogado con zaragüelles» alude a que el ver
Comp.: «Prendieron dos hombres por salteadores...; fueron conde dugo se montaba en los hombros del reo, para hacer más peso y
nados a ahorcar y a hacer cuartos... Y acertó a cabelle al postrero un abreviar el suplicio: los zaragüelles o calzones del verdugo son los
hábito no tan bueno ni tan a gusto como él quisiera; y habiéndolo que «ahogan» en este caso.
mirado, se lo quiso quitar, jurando a Dios de no llevalle si no le da 14 los de a cuatro, ‘los pasteles de a cuatro maravedís'. Estos
ban otro... Llevándolos, pues, por las calles acostumbradas, y lle pasteles eran de hojaldre, rellenos de carne. V. el Paso primero de
gando a la plaza de San Francisco, uno de ellos alzó la cara y vido El Deleitoso de Lope de Rueda: «Aquellos pasteles estaban mal co
a un mancebo un rosario en la mano... y a voces le dijo: <¡Señor sol cidos, y el suelo áspero; debía de ser puro afrecho... Habías de co
dado, ah caballero!, ese rosario que voarcé tiene es mío: démelo». mer primero el hojaldrado y después la carne, y así te supiera me-
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deudos. De vuestra madre, aunque está viva ahora, que representará en un auto el día de la Trinidad, con
casi os puedo decir lo mismo; porque está presa en cuatrocientos de muerte; pésame que nos deshonra
la Inquisición de Toledo, porque desenterraba los a todos, y a mí principalmente, que al fin soy mi
muertos, sin ser murmuradora. Díjose que daba paz nistro del rey, y me están muy mal estos paren
5 cada noche al cabrón, en el ojo que no tiene niña. tescos. Hijo, aquí ha quedado no sé qué hacienda 5
Hallaron en su casa más piernas, brazos y cabezas escondida de vuestros padres, que será hasta cua
que en una capilla de milagros,' y lo menos que ha trocientos ducados; vuestro tío soy, y lo que tengo
cía era sobrevirgos y contrahacer doncellas. Dicen ha de ser para vos. Vista ésta, os podréis venir por
aquí, que con lo que vos sabéis de latín y retóricas,
jor». (Edic. «Clás. Castell.» p. 186.) Los de a cuatro maravedís eran seréis singular en el arte de verdugo. Responded- 10
los más baratos; comp. «Un rico avariento, que... se da muy mala
vida, siendo esclavo de su dinero y no comiendo más que un pastel 1 El ms., representar zm auto;Z., 1626, representar en un auto, es
de a cuatro». {Diablo Cojuelo, tranco III). Quevedo señala complacido decir, figurar en un auto de fe juntamente con cuatrocientos (!) desti
las porquerías que solían contener tales pasteles: «Con las manos nados a morir, cifra burlescamente exagerada. Para conocer la índole
en la masa Está Domingo Tiznado, Haciendo tumbas a moscas del espectáculo, léase el Auto de fe celebrado en la ciudad de Lo qroño
En los pasteles de a cuatro». (Jácara,R.iva.d., LXIX, ioo 6.) Repetidas en los días 6 y 7 de noviembre de 1610, que con discretísimo comento
veces nos dice que los pasteleros empleaban carne de ajusticiado, publicó Moratin (Rivad., II, 617 y sigs.): «Este auto de fe es de las
chiste grato a lo poco afinada sensibilidad de la época: «Pero tales cosas más notables que se han visto en muchos años, porque a él
voces como venían tras de un malaventurado pastelero, no se oye CGncurrió gran multitud de gente de todas partes de España v de
ron jamás de hombres hechos cuartos; y pidiéndole que declarase otros reinos... Salieron de la Inquisición. Lo primero, cincuenta y
en qué les había acomodado sus carnes, confesó que en los paste-' tres personas que fueron sacadas al auto en esta forma: Veinte y un
les; y mandaron que les fuesen restituidos sus miembros de cual hombres y mujeres que iban en forma y con insignias de peniten
quier estómago en que se hallasen». (Sueño de las calaveras, Rivad., tes, descubiertas las cabezas, sin cinto y con una vela de cera en
XXIII, 300). En el cap. XI vuelve sobre lo mismo: «y así, siempre las manos, y los seis de ellos con sogas a la garganta, con lo cual se
que como pasteles, rezo una avemaria por el que Dios haya». Re significa que habían de ser azotados... Y las últimas iban seis per
sulta bufo que don Luis Pacheco de Narváez, en su Memorial con- sonas con sambenito y corozas de relajados, y cada una de las di
tra Quevedo, escrito en 1630, denunciándolo a la Inquisición (Obras, chas cincuenta y tres personas, entre dos alguaciles de la Inquisi
edic. Bibl. Andal., tomo I, pág. 316) no entendiera el macabro chis ción, con tan buen orden y lucidos trajes los de los penitentes, que
te, y le achacara que «a los animales irracionales, cuyas carnes co era cosa muy de ver». Una gran parte de la descripción va dedica
memos en los pasteles, los supone con las almas racionales, capa da a las artes de brujería con que delinquieron muchas de las casti
ces de gozar de la gloria». gadas, y el relato conviene con lo atribuido por Quevedo a Aldonza
3 Desenterraría los muertos, por ejemplo, para quitar las mue de San Pedro.
las a los ahorcados, muy apreciadas por brujas y hechiceras; v. 9 retóricas está con doble sentido, aludiendo al de ‘argucias, so
.Lope de Vega, El Caballero de Olmedo, Rivad., XXXIV, 373 b. fisterías’; comp.: ‘Tratándole uno muchas retóricas'. (Mal Lara,
4 dar paz, ‘besar'. Filosofía vulgar, 1568, VIII, 6.)
96 QUEVEDO
historia de la vida del buscón
97
me luego, y entre tanto Dios os guarde como
le hicieron moneda; como me había escrito mi se
deseo».
ñor tío, el verdugo, desto y de la prisioncilla de mama;
No puedo negar que sentí mucho la nueva afren
que a él, como quien sabía quien yo era, me podía
ta, pero holguéme en parte: tanto pueden los vi-
descubrir sin vergüenza. Lastimóse mucho; pregun
5 cios en los padres, que consuelan de sus desgra
tóme que qué pensaba hacer; díle cuenta de mis de- 5
cias, por grandes que sean, a los hijos. Fuíme co
terminaciones. Y con tanto, él al otro día fué a Se-
rriendo a don Diego, que estaba leyendo la carta
govia harto triste, y yo me quedé en la casa disi
de su padre, en que le mandaba que se fuese y no
mulando mi desventura. Quemé la carta, porque,
me llevase en su compañía, movido de las travesu-
perdiéndoseme, acaso no la leyese alguno, y co
10 ras mías que había oído decir. Díjome cómo se de
mencé a- disponer mi partida para Segovia con fin 10
terminaba de ir, y todo lo que le mandaba su pa
de cobrar mi hacienda y conocer mis parientes, para
dre: a él le pesaba de dejarme. Díjome que me aco
huir de ellos.
modaría con otro caballero amigo suyo. Yo riyéndo-
me, le dije: «Señor, ya yo soy otro, y otros mis 2 Acentúo mama y no mamá, porque esta última es pronuncia
15 pensamientos; más alto pico y más autoridad me ción moderna (del siglo xvni), que comenzó en las clases altas por
importa tener, porque si hasta ahora tenía, como imitación francesa. Los campesinos de Andalucía y de América
conservan los tradicionales mama y papa. (V. Cuervo, Apunta
cada cual, mi piedra en el rollo, ahora tengo mi ciones sobre el lenguaje bogotano, 1907, p. 36.) V. este verso de un
padre». Declaróle cómo había muerto tan honrada entremés del siglo xvn:
*Niño I.° ¡Mama, mama!
mente como el más estirado; cómo le trincharon y
Rdlona. Este es mi hijo».
Debe acentuarse así, y no con mamá agudo, como hace E. Cota-
i tanto repetido en el ms. relo (edic., NBAAEE, I, 224); compárese con este verso de Tirso de
17 mi piedra en el rollo'. «Es costumbre en la villa irse a sentar a Molina: V
la grada del rollo a conversación, y los honrados tienen ya particu quién es a quien dice mama
lar asiento que ninguno se lo quita; y vale tanto como ser hombre {Amor por señas, II, 10.)
de honra». (Covarrubias.)—Sobre el rollo, como picota y signo ju En el drama de costumbres argentinas Barranca abajo (de Floren
risdiccional de la villa, véase mi volumen de Tirso en esta Colec cio Sánchez), dicen mama, y no mamá.
ción (2.a edic., 1922, p. 43). Como el rollo servía también de picota, en 9-10 Así Z., 1626; el ms.,j<2 comencé.
la que exponían las cabezas de los ajusticiados, se comprende el
juego de palabras.
18 tengo mi padre: para la falta de a ante el complemento directo,
v. pág. 102,nota 10. Comp.: «madres quese comensus hijas» (Rivad.,
XXIII, 475 a).
_________ HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN
99
Yo me iba entreteniendo por el camino, conside
rando en estas cosas, cuando, en pasando Torote,
encontré con un hombre en un macho de albarda’
hablando entre sí con gran priesa, y tan embebecí’
do, que aun estando a su lado, no me veía. Saludé- 5
CAPITULO Vili le y saludóme. Preguntóle dónde iba, y después que
nos pagamos las respuestas, comenzamos a tratar
DEL CAMINO DE ALCALÁ PARA SEGOVIA, Y LO QUE
de si bajaba el turco y de las fuerzas del rey; co
ME SUCEDIÓ EN ÉL HASTA REJAS, ADONDE menzó a decir de qué manera se podía conquistar
DORMÍ AQUELLA NOCHE
la 1 ierra Santa, y cómo se ganaría Argel; en los 10
cuales discursos eché de ver que era loco repúblico
y de gobierno. Proseguimos en la conversación pro-
Llegó el día de apartarme de la mejor vida que
2 7^ arroyo que nace en la provincia de Guadü^ra y des-
5 hallo haber pasado. Dios sabe lo que sentí el dejar
agua en el Henares, entre Alcalá y Torrejón. «Es temible en tiem-
tantos amigos y apasionados, que eran sin número. p de lluvia por sus grandes avenidas, que han dado una triste nom-
Vendí lo poco que tenía, para el camino, y con bracha a! arroyo». Dice. Geográfico!) Obsérvese la falta del
ayuda de unos embustes, hice hasta seiscientos rea articulo ante nombres de río, como más adelante de Tajo, pág. I0?
* rXn‘,g“,° ,a¿e"gUa: *S°br' Tai°’’P- d“ Ls' r954i'y
les. Alquilé una muía; salíme de la posada, adonde en la época claSKa, Manana: -la ribera de Ebro»; Argensola: «el oro
10 ya no tenía más que sacar de mi sombra. ¿A quién ÍJd°mu^rNDVDAL’ Los nom-
contaré las angustias del zapatero por lo que dió aIL dde TTormes»,
««Alba P «Alcalá
conserran esa etc
de Henares», .Miranda de Ebro.,
fiado, las solicitudes de la ama por el salario, las 8 si bajaba el tureo.-Q^.-. «Pero el cura... vino a contar algu
voces del huésped de la casa por el arrendamiento? nas nuevas que habían venido de la corte; y entre otras dijo que se
Uno decía: «Siempre me lo dió el corazón». Otro: ema por cierto que el turco bajaba con una poderosa armada y
que no se sabia su designio, ni adónde había de descargar tan gran
15 «Bien decía yo que éste era un trapacista». Al fin, nublado». (Quijote, II, 1.) Era conversación típica de gente ociosa El
yo salí tan bienquisto del pueblo, que dejé con mi que se dijera bajar supone noción algo confusa de hacia donde es
taban los turcos.
ausencia la mitad dél llorando, y la otra mitad
11-12 loco repúblico y de gobierno. El desconcierto de los negocios
riyéndose de los que lloraban.7 públicos dió origen a multitud de obras y folletos, en que se aconse
jaba al rey de muy diversos modos; en muchos escritores hallamos
7 Z. 1626: Vendí lo poco que tenía, de secreto, para el camino. sátiras contra estos arregladores del país, verdadera plaga en su épo
ca. V. p. ej.: «En Dinamarca había un señor de una isla... Castigó el
100 QUEVEDO
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 101
verdad que por lo que yo vi hacer a v. m. ende — «No os burléis—me dijo—, que ahora aprendo
nantes en el campo, que más le tenía por encanta yo la limpiadera contra la espada, haciendo los ta
dor, viendo los círculos». jos mayores que comprehenden en sí las aspírales
— «Eso—me dijo—era que se me ofreció una tre- de la espada».
5 ta por el cuarto círculo por el compás mayor, cau — «No entiendo cosa de las que decís, chica ni 5
tivando la espada, para matar sin confesión al con grande».
trario, porque no diga quién lo hizo. Y estaba po — «Pues este libro las dice—me respondió—, que
niéndolo en términos de matemática». se llama Grandezas de la espada, y es muy bueno y
— «¿Es posible—dije yo—que hay matemática en
10 eso?»
1 aprendo yo es buena corrección del ms. por aprendéis, dispa
— «No solamente matemática, mas teolugía, filo rate evidente, ya que el interlocutor del diestro hasta ahora no ha
sofía, música y medicina». aprendido nada.
— «Esa postrera no lo dudo, pues se trata de ma 2 limpiadera-- «instrumento con que se limpian las ropas o los
vestidos» (Covarrubias); el diestro está aprendiendo, como si dijé
tar en esa arte». ramos, a usar el «sacudidor» contra los golpes enemigos. Del mes
de mayo dice Quevedo, por las peticiones de dinero que se hacen el
i Así Z., 1626; el ms., por error, en lo que. día de la Cruz: «mes de eche mano a la bolsa, | con limpiadera y con
1-2 endenantes úsase aún por nuestros campesinos; en América, plato» {Rivad., LXIX, 159 a), con juego de palabra, usando limpia
óyese denantes a personas cultas, por ejemplo, en Colombia (Cuer dera no por cepillo de limpiar, sino por cepo para limosnas.
vo, Apuntaciones, § 374) y en Chile (Román, Chiten.) 3 aspírales, por espirales, que traen los impresos. Comp. los
5-6 F.-D., p. 13, continuando la espada, lección que adopté en vulgarismos asperar, ascuchar, etc.
mi edición de Nelson, 1917 p. 112, por pensar que el ms. lo diría 8 Todo este pasaje va. contra don Luis Pacheco de Narváez,
así; ahora el ms. al coincidir con el impreso, obliga a mantener cau «natural de la ciudad de Baeza, y vecino en la isla de Gran Canaria
tivando; el sentido es ‘cautivando o aprisionando la espada del ad y Sargento mayor de la de Lanzarote»; así reza la portada de su
versario’. obra, Libro de las Grandezas de la espada, en que se declaran muchos
7 Todos los editores hemos puesto comillas después de secretos del que compuso el comendador Gerónimo de Carranza (Madrid,
hizo\ pero es un dislate, porque la frase siguiente está dicha también 1600), dirigida a Felipe III, y en la cual, por ciencia matemática, se
por el diestro, y no por el narrador. pretende aleccionar y formar al diestro, sin «tener necesidad de
9 hay, en lugar de haya, de rigor actualmente. Comp.: «¡Oh maestro que le enseñe » Quevedo se burla, principalmente, de la
santo Dios!—dijo a este tiempo dando una gran voz Sancho—. ¿Es parte matemática. Pacheco estudia «cómo se ha de elegir el medio
posible que tal hay en el mundo, y que tengan en él tanta fuerza de proporción con espadas desiguales»; «los ángulos rectilíneos» y
los encantadores?» f(?«?/. II, 23.) «el paso geométrico o compás doblado» conforme, esto último, «a
14 Abundan en otros escritores ataques a los médicos, sobre todo cosmografía y destreza». Un precepto importante es el relativo
en Tirso: <•—Don Diego, hele de matar. —¿Sois vos médico?» {Mar al movimiento recto y circular (fol. 72), donde se demuestra, con la
ta la piadosa, Rivad., V, 459 c.) V. antes pág. 48, n. 4. autoridad de Euclides, que «llegará con más presteza al lugar deter-
IOÓ QUEVEDO
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN IO/
5 tretas contra olla. Los maestros de esgrima solían servirse de 4, per signum crucis, 'chirlo, cuchillada«. Era expresión plebeya
.según Correas (Vocabulario, p. 345), y la usa Don Quijote (v. edic. R.
niamquies para ensayar tos golpes o tretas. Comp.i .Eso no harás tú
Marín, 1916, t. V, p. 92); procede de la fórmula de persignarse: «Per
Sancha “vlT7'f,'iCÓ ■ P"que se extenderá v «"
sandiará, y hará tretas en t. como en cuerpo muerto». (Cervantes signum crucis, de inimicis nostris libera nos, etc.» Quevedo rem
plaza «nostns» por «suis». Per signum (que por cierto falta en el
d nh á < 7 ’ ■I41-’ Como aC*Uí cud«rón en vea de esnafe' Dic. Acadl) transformado en porsino y con el sentido de ‘chichón’,
el objeto de las tretas se dice que es una olla. P ’
vive aun en el campo andaluz.
HeIr°„ánde"áe"ldMu?íerra “qUÍ a'“SÍ6" d¡eStr° Fra"ds“
5 La barba y el bigote se comparan a la guarnición de la espada;
ernandez el Mulato, ya muy conocido hacia 1601, y a quien más
r,™al Pache?de Narváez en su °bia el jaque llamaba la atención por el aguzado bigote y por la barba me-
fistofélica. Hay otras alusiones. Magañón el de Valencia tenía «las
7 / nUe Sehan querido iniroduñr en la destreza délas barbas de guardamano» (Rivad, LXIX, 112 ¿); «Si quieres, aunque
-»»r i635. (í,W.,XXin. 500 Más bien pienso que to de mí
lato va dicho porque, según Quevedo, eran matones y pendenctaos- seas un pollo, ser respetado por valiente, trae barba de ganchos y
bigote de guardamanos». (Libro de todas las cosas, Rivad , XXIII
comp «En la feria de Torrijos | me empeñé con un mulato I bar ’ 482 a.)
Rivad 'lXIX r¿a"C)h°M P‘ra‘a ° La’"pUSa' su iram- 8 los panes, ‘los trigos’, según se dice aún por Castilla la Vieja.
, uxtX, ioo b.) «Mujeres destas que son amulatadas v riñAn
cuando se les ofrece» (Rivad., XXIII, 466, nota 7). ’ 11 El sujeto de hablaba es el diestro.
10 presas-, ‘colmillos*. 12 blanca, la espada blanca, por oposición a las negras mencio
nadas arriba, usadas en los asaltos.
lio QUEVEDO
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN III
«Este libro lo dice, y está impreso con licencia del
rey, y yO sustentaré que es verdad lo que dice, con cuerda. El huésped se daba a los diablos de que lo
el cucharón y sin el cucharón, aquí y en otra par despertase; ytantolemolestó,que lellamóloco, y con
te; y si no, midámoslo». Y sacó el compás. Y empe- esto se subió a mi [aposento], y me dijo que si me
5 zó a decir. «Este ángulo es obtuso». Entonces el quería levantar, vería la treta tan famosa que había
maestro sacó la daga y dijo: «Yo no sé quien es hallado contra el turco y sus alfanjes; y decía que 5
Angulo ni Obtuso, ni en mi vida oí decir tales luego se la quería ir a enseñar al rey, por ser en fa
hombres; pero con ésta en la mano le haré yo pe vor de la fe católica. En esto amaneció; vestímonos
dazos». Acometió al pobre diablo, y empezóle a todos; pagamos la posada. Hicimóslos amigos a él
10 herir; y ciaba saltos por la casa diciendo: «No me y ai maesti o, el cual se aparto diciendo que el libro
puede dar, que le he ganado los grados del perfil*. que llevaba _ mi compañero era bueno; pero que iq
Metimoslos en paz el huésped y yo y otra gente hacia más locos que diestros, porque los más no lo
que había, aunque de risa no me podía mover. entendían.
Metieron al buen hombre en su aposento, y a mi
15 con el. Cenamos, y acostémonos todos los de la entiende, | y esgrime a lo colchonero, | le rasgó en la geta un pal
mo, | le cortó en la cholla un jeme. | El otro, con la sagita, | le dió en
casa; y a las dos de la mañana levantóse en camisa, el brazo un piquete.» tfivad., LXIX, 109 bi) V. la nota a la pág. 106
y empezó a andar a escuras por el aposento, dando I Cuerda-, el ms. venda.
saltos y diciendo en lengua matemática mil dispara 3 aposento falta en el ms.
5 Hay un capítulo en el libro de Pacheco que enseña «cómo
tes., Despertóme a mí; y, no contento con esto, bajó
se defenderá el que trajere espada, de un turco y su alfanje Es
20 al huésped diciendo que le diese luz, porque ha punto muy importante y curioso» (fol. 233 del Libro de las Gran
bía hallado objeto fijo a la estocada sagita por la dezas de la espada).
II Hacia-, el ms. había.
8
114 QUEVEDO
historia de la vida del BUSCÓN i 15
to, no me premiaron en el cartel unos cantarcítos;
-«¿Que pudiera decir más-me dijo-el mismo
y por que vea v. m. la sinrazón, se los he de leer,
que yo sé que se holgará». Y, diciendo y haciendo, >nven °r de los chistes? Mire qué misterios encierra
aquella palabra pastores; más me costó de un mes
desenvainó una retahila de coplas pestilenciales; y
de estudio».
5 por la primera, que era ésta, se conocerán las demás:
Yo no pude tener con esto la risa, que a borbo- 5
Pastores, ¿no es lindo chiste,
tenes se me salía por los ojos y narices; y dando
que es hoy el señor san Corpus Christe?
Hoy es el día de las danzas una gran carcajada, dije: «¡Cosa admirable!; pero
donde el Cordero sin mancilla SO o reparo en que llama v. m. señor san Corpus
10 tanto se humilla,
que visita nuestras panzas,
tiste, y Corpus Christi no es santo, sino el día
y entre estas bienaventuranzas de la institución del Sacramento..
entra en el humano buche. — <|Oh, qué lindo es eso!—me respondió hacien-
Suene el lindo sacabuche,
15 pues nuestro bien consiste. ° vk darí e" d ca,endario> que está
Pastores, ¿no es lindo chiste, etc. canonizado». Y apostaba a ello la cabeza
versos de Quevedo: <En día que el Dios de amor, | con el divino
No pude porfiar, perdido de risa de ver la suma
disfraz, | en cuerpo a enamorar almas, | por esas calles se va; | ...en ignorancia; antes le dije cierto que eran dignas de 15
día que su poder, | en la breve cantidad, ¡ epiloga de un bocado, [ cualqmer premio, y que no había visto cosa tan gra
carne, sangre, alma, y deidad, | ...llegad hombres, | ...llegad deshe
chos de amor, | adonde os comáis a Dios, | que os hartará sin hartar». ciosa en mi vida. Dijo al mismo punto: «Pues oiga
(Fol. 309.) E. Mérimée, Essai..., pág. 151, cree más bien que las alu v. m. un pedacillo de un librito que tengo hecho a
siones se refieren a Juan López de Ubeda, Vergel de flores divinas,
once mil virgínea,y a cada una tengo hechas cin-
Alcalá, 1586, y a Francisco de Avila, Villancicos y coplas curiosas
al nacimiento del Hijo de Dios, Alcalá, 1606. cuenta octavas, cosa rica».
1 Cartel, «el escrito que se pone en tiempo de fiestas por los que
vA ' 20
°’ por escusarme de oir tanto millón de octa-
han de ser mantenedores de justas y torneos o juegos de sortijas, al vas, le supliqué que no me dijese cosa a lo divino;
pie del cual firman los aventureros». (Covarrubias,s. v. Carta}-,aunque
aquí cartel significa, más precisamente, ‘el escrito en que se anuncia y asi me empezó a recitar una comedia que tenía
el resultado de la fiesta poética'. mas jornadas que el camino de Jerusalén. Decíame-
13 entra-, el ms. entre. «H.cela en dos días, y este es el borrador., y sería 25
14 suene-, el ms. si con.
14 sacabuche: «instrumento de metal que se alarga y recoge en sí Y"00 man°S dS papeí EI títul° era El arca de
mesmo, táñese con los demás instrumentos de chirimías, cornetas
y flautas. Díjose así porque, cualquiera que no estuviese advertido, 26 Atea
enca de dep/oé — Cita Fernández
este nombre No £ XXITT
posterior aiGuerra (Rivad chti
le paie ceiía cuando se alarga sacarle del buche.» (Covarrubias).
titulo que sea anterior; se tratará de un mero chiste.
Il6 QUEVEDO
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN II/
Noé. Hacíase toda entre gallos, ratones, jumentos, «¿No vé V. m. aquellas estrellas que se ven de día?»
raposas, lobos y jabalíes, como fábulas de Isopo. El me dijo. «En acabando éste, le diré el soneto
Yo le alabé la traza y la invención, a lo cual me res treinta y tres, en que la llamo estrella, que no pare
pondió: «Ello cosa mía es, pero no se ha hecho otra ce sino que sabe los intentos de ellos». Afligíme
5 tal en el mundo; y la novedad es más que todo; y si tanto de ver que no podía nombrar cosa en que él 5
no, salgan a representarla; será cosa muy famosa». no hubiese hecho algún disparate, que cuando vi
— «¿Como se podrá representar—le dije yo—, que llegábamos a Madrid, no cabía de contento, en
si han de entrar los mismos animales, y ellos no ha tendiendo que de vergüenza callaría; pero fué al re
blan?» vés, que por mostrar que era poeta, alzó la voz en
10 —«Esa es la dificultad, que, a no haber ésa ¿ha entrando por la calle. Yo le supliqué que lo dejase, 10
bía cosa mas alta? Pero yo tengo pensado de hacer poniéndole por delante que si los muchachos le
la toda de papagayos y tordos, que hablan, y meter olían poeta, no quedaría troncho que no se viniese
para el entremés monas». por sus pies tras nosotros, por estar declarados por
— «Por cierto, alta cosa es esa,»—le dije. Jocos en una premática que había salido contra
15 —«Otrasmásaltashehechoyo —dijo—poruña mu ellos, de uno que lo fué y se recogió a buen vivir. 15
jer a quien amo, y vea aquí v. m. novecientos y un Pidióme que se la leyese si la tenía, muy congoja
sonetos y doce redondillas (que parecía que conta do. Prometí de hacerlo en la posada. Fuimos a una,
ba escudos por maravedís) hechos a las piernas de donde él se acostumbrada a apear, y hallamos a la
mi dama». puerta más de doce ciegos; unos le conocieron por
20 Yo le dije que si se las había él visto, y díjome que el olor, y otros por la voz; diéronle una barahunda 20
no había hecho tal por las órdenes que tenía; pero de bienvenido. Abrazólos a todos, y luego comenza-
que iban en profecía los sonetos. Yo confieso la ver r°n a pedir unos la oración para el Justo Juez en
dad, que aunque me holgaba de oirle, tuve miedo
5 que no en Z., 1626; el ms. y no.
a tantos versos malos, y así, comencé a echar la . 20 barahunda. Todas las ediciones traen barbanca, que el Dic
25 plática a otras cosas. Decíale que veía liebres, y él cionario de Autoridades define como ‘vocería, rociada o habla de
muchos'. Como no se citan, ni conozco, otras autoridades de esta
saltaba: «pues comenzaré por uno en que la comparo palabra, y el Dic. Acad. no la incluye, es seguro que se trata de
a ese animal». Empezaba, y yo por divertirle, decía: una voz inexistente, fruto de una errata, y que la definición se hizo
en vista de este alterado pasaje del Buscón.
2? Esto supone que la oración del Justo Juez (v. pág. 78) des
pués de una fórmula, inicial común, podía tener redacciones di
27 divertir, ‘desviar, apartar'. versas. “ U1
118 QUEVEDO
tas Vinculado a villancicos, Que entre Giles y Pascuales Te^tá" 7 Padilla-. Pedro de Padilla, famoso como repentizador de ver
deshaciendo a gritos» (Eivad., LXIX, 170). En uno délos sos^ coleccionó Jardin Espiritual (1585), y tomó el hábito de car
un poeta picaresco dice en defensa de su arte- « F«í T melita en Madrid, el 6 de Agosto de 1585; poco más se sabe de él
y Pascual anden siempre en los vilhncirr 1 < qUG Gl1 sino que nació en Linares y siguió estudios en Granada (V. Rodrí
con W t¡rando bsLí¡dajreX7oT; A °tTO guez Marín, Barahona, pág. 36).
(Rivad. XXIII, 372). ’ consonantes sin pelo?» 13 Se trata del puerto de la Fuenfría, en el Guadarrama, por don
de iba la calzada romana.
128 QUEVEDO
HISTOKIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 129
9
130 QUEVEDO
__________ historia de la vida del buscón 131
6 El ms., a no perder, por error. Tenía mi buen tío el alojamiento junto al mata
dero, en casa de un aguador; entramos en ella, y
díjome: «No es alcázar la posada, pero yo os pro-
meto, sobrino, que es a propósito para dar expi-
diente a mis negocios». Subimos por una escalera,
que sólo aguardé a ver lo que me sucedía en lo alto,
por si se diferenciaba en algo de la de la horca.
Entramos en un aposento bajo, y tan bajo, que 10
íbamos por él como quien recibe bendiciones, con
las cabezas muy bajas. Colgo la penca en un clavo
que estaba con otros de que colgaban muchos cor
deles, lazos, cuchillos, escarpias y otras herramien
tas del oficio. Díjome que por qué no me quitaba el 15
manteo y me sentaba; yo le dije que no lo tenía de
costumbre. Dios sabe cuál estaba yo de ver la infa
mia de mi tío; el cual me dijo que había tenido ven-
10
QUEVEDO
historia de LA VIDA del buscón 147
despierto y que andaba a gatas, buscando la puerta Pasamos desta manera la noche, y a la mañana
y diciendo que se les había perdido la casa. Levan traté con mi tío de reconocer mi hacienda. Desper
tóle, y los demás durmieron hasta las once de la tó diciendo que estaba molido, y que no sabía de
noche; y desperezándose, mi tío preguntó que qué qué. El aposento estaba—ya de las enjaguaduras de
5 hora era. Respondió el porquerizo, que aún no la ha las monas, ya de las aguas que habían hecho de no- 5
bía desollado y aún duraba la siesta, porque hacía che—hecho una pecina. Al fin, en levantándose mi
grandes bochornos. El demandador, como pudo, tío, tratamos largo de mis cosas, y tuve harto tra
dijo que le diesen su cajilla; y tomándola, dijo: bajo, por ser hombre tan gran borracho y rústico.
«Mucho han holgado las ánimas para tener a su Al fin le reduje a que me diese noticia de parte de
10 cargo mi sustento». Y fuese; pero en lugar de ir a mi hacienda—aunque no de toda—, y así me la dió 10
la puerta del aposento, se fué a la ventana; y como de unos trecientos ducados que mi buen padre ha
vió estrellas, comenzó a llamar a los otros con bía ganado por sus puños y dejados en confianza
grandes voces, diciendo que el cielo estaba estrella de una buena mujer, a cuya sombra se hurtaba diez
do siendo medio día, y que había un gran eclipse. leguas a la redonda. En conclusión, cobré mi dine
15 Santiguáronse todos, y besaron la tierra. Yo, que vi ro, el cual mi tío no había bebido, que fué harto; 15
la bellaquería del demandador, escandalicéme mucho, porque pensaba que con ello me graduaría, y que
y propuse guardarme de semejantes hombres. Con estudiando podía ser cardenal; que como estaba en
estas infamias y vilezas que yo veía, crecíame por su mano hacerlos, no lo tenía por dificultoso. Díjo-
instantes el deseo de verme entre gente principal y me, en viendo que los tenía: «Hijo Pablos, mucha
20 caballeros. Despachólos a todos uno a uno, lo mejor culpa tendrás si no medras y eres bueno, pues tie- 20
que pude; pero mi tío, aunque no tenía zorra, tenía nes a quien parecerte; dinero llevas, yo no te he de
raposa. Acomodóme lo mejor que pude sobre mis faltar, que cuanto tengo y cuanto sirvo, para ti lo
vestidos y sobre algunas ropas de los que Dios ten quiero». Agradecíle mucho la oferta; gastamos el
ga en su gloria, que estaban por allí. día en pláticas desatinadas; y la tarde pasaron en
jugar a la taba mi tío y el porquerizo; y el deman- 25
6 desollado: desollar la zorra es 'dormir la borrachera’
15 se besaba el suelo para conjurar un peligro: «¡Jesús, Jesús!»
dador jugaba las misas como si fuera otra cosa. Era
dicen todos, «Señor líbranos a malo»; Y el suelo besan las viejas,
Poniendo el envés muy alto». (Rivad., LXIX, 528 a}. «Yo dije la
confesión, | Y besé después la tierra» (Z¿., 260 b\ 12 dejados concierta incorrectamente con ducados.
21 zorra, ‘borrachera’. 19 los, ‘los ducados’.
150 QUEVEDO
sible, si no es que vengo a manos de v. m., y trin v. m. vendrá en el que trae atrás con regalo—,
chándome, como hace a otros. No pregunte por mí, aquellos vuelcos que dan, inquietan».
ni me nombre, porque me importa negar la sangre. —¿Qué coche detrás?, dijo él muy alborotado.
Sirva a Dios y al rey». Y al volver atrás, como hizo fuerza, se le cayeron
5 No hay que encarecer las blasfemias y oprobios las calzas, porque se le rompió una agujeta que traía, 5
que diría contra mí. Volvamos a mi camino. Yo iba la cual era tan sola, que, con verme tan muerto de
espetado en el rucio de la Mancha, y muy deseoso risa de verle, me pidió una prestada. Yo, que vi que
de no topar a nadie, cuando desde lejos veo venir de la camisa no se le veía sino una ceja, y que traía
un hidalgo de portante, y su espada y capa bien tapado el rostro, de medio ojo, le dije:
10 puesta, calzas atacadas, sus botas, cuello abierto y —Por Dios, señor, si v. m. no aguarda a sus 10
bien puesto; el sombrero de lado. Sospeché que era criados, no puedo socorrerle, porque vengo también
algún caballero que dejaba atrás su coche; y así, en atacado únicamente.
emparejando, le saludé. Miróme y dijo: —Si hace v. m. burla—dijo él con las cachondas
<Irá v. m., señor licenciado, en ese borrico con en la mano—, vaya; porque no entiendo eso de los
15 harto más descanso que yo con todo mi aparato». criados. 15
Yo, que entendí que lo decía por coche y cria V declaróseme tanto—en materia de ser pobre—,
dos que dejaba atrás, dije: que me confesó, a media legua que anduvimos, que
«En verdad, señor, que lo tengo por más apa si no le hacía merced de dejarle subir en el borrico
cible caminar que el del coche; porque— aunque un rato, no le era posible pasar adelante, por ir
cansado de caminar con las bragas en los puños. 20
6 El ms. dijo', T., 1626, diría. Yo, movido de compasión, me apeé; y él, como no
g portante, ‘el paso ligero de las caballerías’; de portante quiere podía soltar las calzas, húbele yo de subir; y espan
decir que el hidalgo iba a buen paso. Comp.: «Hemos de ir a comer a tóme lo que descubrí en el tocamiento, porque por
la venta de Durazután, que es en Sierra Morena, 22 o 23 leguas de
aquí».—«No importa—dixo Don Cleofás—si eres demonio de por
5 agujeta-. «La cinta que tiene dos cabos de metal, que, como
tante, aunque cojo». (Diablo Cojuelo, tranco V.)—«Un entierro en aguja, entra por los agujeros» (Covarrubias).
esta forma: venían... las órdenes y tras ellos los clérigos, que galo r2 atacado, ‘sujetas las calzas con una agujeta’.
peando los responsos, cantaban de portante, abreviando, por que no 13 cachondas, ‘calzas’, en lenguaje plebeyo. Comp.: «La cara, Que
se derritiesen las velas y tuviesen tiempo de sumir otro». (Quevedo, unas cachondas parece, A poder de cuchilladas» (Rivad., LXIX,
Mundo por de dentro, Rivad., XXLII, 327, nota.)
219 b). «El vestido era un enjerto, De cachondas y botarga» (Ib.,
10 cuello abierto, v. pág. 162, n. 204 a). Falta esta palabra en el Dic. Acad.
%
154 QUEVEDO
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 155
tria, pasamos las más veces los estómagos de vacío, cadillo, decimos: «Ahora deje v. m., que le quiero
que es gran trabajo traer la comida en manos aje servir de mastresala; que solia, Dios le tenga en el
nas. Somos asistencia de los banquetes, polilla de cielo... (el duque, marqués o conde, de tal parte),
los bodegones y convidados por fuerza; sustentá- que era gran señor mío, gustar más de verme partir
5 monos casi del aire, y andamos contentos. Somos que de comer». Diciendo esto, tomamos el cuchillo, 5
gente que comemos un puerro, y representamos un y partimos bocaditos; y al cabo decimos: «¡Oh qué
capón. Entrará uno a visitarnos a nuestras casas, y bien huele! Cierto .que haría yo muy grande agravio
hallará los aposentos llenos de huesos de aves y de a la cocinera en no probarlo: ¡qué buena mano tie
camero, mondaduras de frutas, y la puerta embara- ne!; ¡qué buena sazón le da!» Y diciendo y hacien
10 zada con pluma de gallinas y capones, y pellejos de do, se va en pruebas el medio plato; el nabo porque 10
gazapos, todo lo cual cogemos de noche por el pue es nabo, el tocino porque es tocino, y todo por lo
blo, por honrarnos con ello de día. Reñimos, en en que es. Cuando esto nos falta, ya tenemos sopa de
trando, el huésped: «¿Es posible que no he de ser yo algún convento aplazada; no la tomamos en público,
poderoso para que barra esa moza?—Perdone v. m. sino a lo escondido, haciendo creer a los frailes que
15 por amor de Dios, que han comido aquí unos ami es más devoción que necesidad. 15
gos, y estos criados son tales...» etc. Quien no nos Es de ver uno de nosotros, en una casa de juego,
conoce, cree que es ansí, y pasamos por convite. con el cuidado que sirve y despabila las velas, trae
Pues ¿qué diré del modo de comer en casas aje orinales, ayuda a meter naipes, y solemniza las co
nas? En hablando a uno media vez, sabemos su casa, sas del que gana, todo por un triste real de barato.
20 y vámosle a ver cuando es hora de comer, y se tenemos de memoria para lo que toca a vestirnos 20
quiere sentar a la mesa. Decimos que nos llevan sus toda la ropería vieja; y como en otras partes hay
amores, porque tal entendimiento y tal nobleza no hora señalada para oración, la tenemos nosotros
le hay en el mundo. Si nos preguntan si hemos co para remendarnos. Es de ver a las mañanas: que
mido, si ellos no han empezado, decimos que no; y
25 si nos convidan, no aguardamos segundo envite, 19 barato. «Sacar los que juegan, del montón común o del suyo,
paia dar a los que sirven o asisten al juego» (Covarrubias). A.Liñán
porque destas aguardadas nos han sucedido gran y Verdugo, en la Guía y avisos de forasteros (1620), refiere cómo había
des vigilias. Si han comenzado, decimos que sí, y gentes que ganaban su vida acercando orinales a los jugadores.
que parte su merced muy bien el ave, pan o carne, Para los garitos o tablajes, V. F. Luque Fajardo, Fiel desengaño
contra la ociosidad y losjuegos, Madrid, 1603; F. de Navarrete y Ri
o lo que fuere; por tomar ocasión de engullir un bo- bera, La Casa de juego, 1640.
16o QUEVEDO
HISTORIA de LA VIDA del buscón l6l
como tenemos por enemigo declarado al sol, por de todo los aprovechamos para papel, y en el papel
cuanto nos descubre los remiendos, puntadas y tra scnbimos; y después hacemos dél polvos para re
pos, nos ponemos abiertas las piernas a su rayo, y sucitar los zapatos, que de incurables los he visto
en la sombra del suelo vemos la que hacen los an
revivir con semejantes medicamentos. Pues mué
drajos y las hilachas de las entrepiernas; y con unas dire del modo con que de noche nos apartamos de 5
tijeras hacemos la barba a las calzas; y como siem as luces porque no se vean los ferreruelos calvos
pre gastan tanto las entrepiernas, quitamos cuchilla las ropillas lampiñas? Que no hay más pelo en ellas
das de atrás para poblar lo de adelante; y solemos
que en un guijarro; que es Dios servido de dárnosle
traer la trasera tan pacífica por falta de cuchilladas, en la barba y quitárnosle en la capa. Y por no gastar
que se queda en las puras bayetas: sábelo sola la con barberos, esperamos a que otro de los nuestros 10
capa, y guardándonos de días de aire, y de subir por tenga también pelambre, y entonces nos la quita
escaleras claras o a caballo. Estudiamos posturas mos el uno al otro, conforme a lo del Evangelio:
contra la luz, porque en día claro andamos las pier yudaos como buenos hermanos». Es de ver cómo
nas muy juntas, y hacemos las reverencias con solos andan los estómagos en celo.
los tobillos, porque si abrimos las rodillas, se des Estamos obligados a andar a caballo una vez al 15
cubre el ventanaje. No hay cosa en todos nuestros
mes aunque sea en pollino, por las calles públicas;
cuerpos que no haya sido otra cosa, y no tenga his Y obligados a ir en coche una vez en el año, aunque
toria; verbigracia;. bien ve v. m. —dijo— esta ropi sea en la arquilla o trasera; pero si alguna vez va-
lla; pues primero fue gregüescos, nieta de una capa
mos dentro del coche, es de considerar que siem
y biznieta de un capuz, que fue en su principio; y
pre es al estribo, con todo el pescuezo de fuera, ha- 20
agora espera salir para soletas y otras cosas. Los es tiendo cortesías a todos por que nos vean, y ha
carpines primero han sido pañizuelos, habiendo sido blando a los amigos y conocidos aunque miren
toallas y camisas, hijas de las sábanas; y después a otra parte.
11
IÓ2 QUEVEDO
historia de la vida del buscón 163
166 QUEVEDO
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN
Entraron luego otros dos, el uno con una ropilla muleta, con una pierna liada en trapajos, por no te
de paño, larga hasta la mitad del calzón, y su capa ner más de una calza. Hacíase soldado, y habíalo
de lo mismo, levantado el cuello, por que no se viese sido, pero malo y en partes quietas; contaba estraños
el anjeo, que estaba roto. Los valones eran de cha- . servicios suyos, y a título de soldado entraba en
5 melote, mas no eran mas de lo que se descubría, y cualquiera parte. Decía el de la ropilla y casi ^e- 5
lo demas de bayeta colorada. Este venía dando vo güescos:
ces con el otro, que traía valona y no cuello abier «La mitad me debéis por lo menos, o mucha
to, y un tahalí con frascos por no tener capa; y una parte; y si no me la dais, juro a Dios...
—No jure a Dios—dijo el otro—, que en lle
universal de todas ciencias, Madrid, 1615: «Tampoco los señores co
rreos se hallan faltos de vicios y defetos; porque sin la infidelidad gando a casa no soy cojo, y os daré con esta mule 10
que reina en muchos en abrir cartas ajenas, en descubrir sus sellos, ta mil palos». 0
en revelar secretos, son también inventores de mil embelecos, rom No daréis, si daréis, y en los nientises acostum
piendo las maletas, y fingiendo haber sido desvalijados en pasos pe
ligrosos* (f.° 198). brados, arremetió el uno al otro, y asiéndose, se
2 El ms.: ropilla negra. salieron con los pedazos de los vestidos en las ma
4 anjeo, tela de estopa o lino basto, de la que se hacían cue nos a los primeros estirones. Metímoslo en paz, y 15
llos’ (v. Quevedo, Bibl. Andal., II, 323). Se traía de Anjou, llamado
antes Angeo («duque de Angeos», Pérez Pastor, Imprenta en To preguntamos la causa de la pendencia. Dijo el sol-
ledo, 59). dado: JxU
4 valones ‘género de zaragüelles o de gregüescos, al uso de los «¿A mí chanzas? No llevaréis ni medio. Han de
valones’ (Covarrubias). Comp. «Quedó en valones y en jubón de
carnuza» (Quijote, II, 18). Para nuestro texto son sinónimos, calzo saber vs. ms. que estando hoy en San Salvador, lle
nes y valones. gó un niño a este pobrete, y le dijo que si era yo el 20
5. chamelote: era tejido de seda, muy estimado, que hacía visos: alférez Juan de Lorenzana, y le dijo que sí, atento a
'Vino con aguas, como chamelotes» (Rivad., XXIII, 475 ¿), v. el Dice.
Autoridades. que le vio no sé qué cosa que traía en las manos.
7 Para la diferencia entre valona y cuello abierto o apanalado, Llevómelo, y dijo (nombrándome alférez): «Mire
v. pág. 162 n. 20. La valona era prenda modesta,y la usaba don Quijo v. tn. qué le quiere este niño» ;yo, que luego entendí,
te: «el cuello era valona a lo estudiantil, sin almidón y sin randas». 25
(II, 18). No hay que confundir esta valona sencilla con la plana, dije que yo era. Recibí el recado, y con él doce pa-
acartonada y azulada (golilla), que se usa al suprimirse los cuellos ñizuelos; respondí a su madre, que era quien los in-
abiertos en 1623. Comp.: «Casi todos andaban ya con platillos y va viaba a alguno de aquel nombre. Pídeme agora la
lonas al uso y azules, con que parecían sus cabezas y caras imágenes
de milagro, presentadas en un plato azul» (Casa de locos de amor, mitad; yo antes me haré pedazos que tal dé; todos
Rivad., XXIII, 354 b, nota). los han de romper mis narices».
172
QUEVEDO
con extrañas posturas, remendándose por cien mil do unos a otros por si quedaba algo mal parado.
partes, y la vieja les iba dando los materiales, tra Determinaron de irse fuera; yo dije que antes trá- '<-
pos y arrapiezos de diferentes colores, los cuales zasen mi vestido, porque yo quería gastar mis cien
había traído el soldado. Acabóse la hora del reme- reales en uno, y quitarme la sofana. «Eso no—dije
5 dio que así la llamaban ellos—, y fuéronse miran ron ellos—; el dinero se dé al depósito, y vistamos- i*45
le de lo reservado; y señalémosle luego su diócesi. 7
i Es muy importante la ampliación de Z., 1626: «Todos em
en el pueblo, adonde él solo busque y apolille».
Parecióme bien: deposité el dinero, y en un ins-
puñaron aguja y hilo para hacer un punteado en
tante, de la sotanilla me hicieron ropilla de luto, de
un rasgado y otro. Cuál, para culcusirse debajo del
paño; y acortando el ferreruelo, quedó bueno; y lo 10
brazo, estirándole se hacia L; uno, hincado de ro
dillas, remedaba [quizá remedando] un 5 de guarismo, que sobró; trocaron a un sombrero viejo reteñido;
pusiéronle por toquilla unos algodones de tintero
socorría a los cañones [‘pliegues abullonados de las calzas’];
muy bien puestos. El cuello y los valones me quita
otro, por plegar las entrepiernas, metiendo la ca
beza entre ellas, se hacia un ovillo. No pintó tan ex ron, y en su lugar me pusieron unas calzas atacadas,
trañas posturas Bosco como yo vi». con cuchilladas no más que por delante, porque la- 15
dos y traseras eran de unas ganlúzal^Las medias
Bosco-. Jerónimo van Aken (1459-1516), pintor holandés, nacido
en Bois le Duc, de donde su sobrenombre de «el Bosco». Hay cua calzas de seda aún no eran medias, porque no llega
dros suyos enEIEscorial y en el Prado. Dice el P.José deSigüenza en ban niás de cuatro dedos más abajo de la rodilla,
su Historia de la orden de San Jerónimo, 1605, edic. NBAAEE, pá
los cuales cuatro dedos cubría una bota justa sobre
ginas 557 y 636: «Jerónimo Bosque, extraño hombre en la pintura...
hizo una pintura como de burla, macarrónica, poniendo en medio de la media colorada que yo traía. El cuello estaba 20
aquellas burlas muchos primores y extrañezas, así en la invención abierto todo, de puro roto; pusiéronmele, y dijeron:
como en la ejecución ,_y pintura, descubriendo algunas veces cómo
valía en aquel arte... Los demás procuraron pintar al hombre cual 11 trocar se construía con a'. «Tu vida me han trocado a cien do
parece por de fuera, éste sólo se atrevió a pintarle cual es dentro». blones» (Lope, Perro del hortelano, Rivad., XXIV, 357 c). «Yo he
Quevedo vuelve a citarlo en El alguacil alguacilado-, «poco ha que trocado los paveses | a aqueste pobre vestido» (Rojas Zorrilla,
fué Jerónimo Bosco allá, y preguntándole por qué había hecho tantos Santa Isabel, Rivad., LIV, 255 <2). Influyen aquí construcciones del
guisados de nosotros [de los demonios] en sus sueños, dijo: «Porque tipo de «a dinero», «pagar a dinero» {Quijote, II, 4); «trocar a dine
no había creído nunca que había demonios de veras» (Rivad., XXII ro» (Alarcón, Rivad., XX, 35). Estos dos últimos ejemplos son de
305). En la Introducción hemos hablado de la influencia de estepintor Cuervo. Diccionario, I, 24 a.
en el arte de Quevedo. 14 'Atacar, atar las calzas al jubón con las agujetas». (Covarru-
4 Z., 1626, remiendo, que debe ser error, porque entonces no bias).
tendría sentido lo de «así la llamaban ellos*. 21 abierto: hay juego de palabras; v. pág. 170, n. 7.
yó_________ QUE VED O HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 177
«El cuello está trabajoso por detrás y por los lados. huelgan con ellas. A uno decía mi buen ayo: «Ma
Si mirare uno a v. m., vuélvase con él de rostro, ñana me traen dineros»; a otro: «Aguárdeme v. m.
como la flor del sol con el sol; si fueren dos y mira un día, que me trae en palabras el banco». Cuál
ren por los lados, saque pies; y para los de atrás, le pedía la capa, cuál la pretina: por donde conocí
5 traiga siempre el sombrero caído sobre el cogote, que era tan amigo de sus amigos, que no tenía cosa 5
de suerte que la falda cubra el cuello y descubra suya. Andábamos haciendo culebra de una acera a
toda la frente; y al que preguntare que por qué otra, por no topar con casas de deudores. Ya le pe
anda así, respóndale que porque puede andar con día uno el alquiler de la casa, otro el de la espada,
su cara descubierta por todo el mundo». otro el de las sábanas y camisas: de manera que
10 Diéronme una caja con hilo negro y blanco, seda, eché de ver que era caballero de alquiler, como 10
cordel, agujas, dedal; paño, lienzo, raso y otrqs re- muía. Sucedió, pues, que vio desde lejos un hombre
y un cuchillp; pusiéronme una es'quela en que le sacaba los ojos—según dijo—por una deuda;
la pretina, yesca y esíábon en una bolsa de cuero, y porque no le conociese, soltó de detrás de las ore
diciendo: «Con esta caja puede ir por todo el mun- jas el cabello, que traía recogido, y quedó nazareno,
15 do, sin haber menester amigos ni deudos: en ésta entre Verónica y caballero lanudo^ plantóse un par- 15
se encierran todos nuestros remedios; tómela y che en un ojo, y púsose a hablar italiano conmigo.
guárdela». Señaláronme por cuartel, para buscar mi Esto pudo hacer mientras el otro venía, que aún no
vida, el de San Luis; y así empecé mi jornada, sa le había visto, por estar ocupado hablando a una
liendo de casa con los otros; aunque por ser nuevo, vieja; y digo de verdad que vi al hombre dar vueltas
20 me dieron (para empezar la estafa, como a misacan- alrededor, como perro que se quiere echar; hacíase 20
tano) por padrino al mismo que me trajo y con más cruces que un ensalmador, y fuése diciendo:
virtió. «¡Jesús, Jesúsl Quien bueyes ha perdido, cencerros
Salimos de casa con paso tardo, los rosarios en la se le antojan»;yo, muriéndome de risa de verla figu
mano; tomamos el camino para mi barrio señalado. ra de mi amigo. Entróse en un portal a recoger la
25 A todos hacíamos cortesías; a los hombres quitába y el parche, y dijo: «Estos son los adrezos 25
mos el sombrero, deseando hacer lo mismo con sus
capas; a las mujeres hacíamos reverencias, que se
i Z. 1626, añade, después de ellas', y las paternidades mucho más.
12 Z., 1626 añade después de deuda', mas no podía el dinero.
20 El ms., estafeta, lección sin duda errónea. 23 yo, muriéndome, ‘yo me fui muriéndome’.
12
VS QUEVEDO HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 179
maras; que antes, de puro mal proveídos, no nos de tripas horras: yo me iba determinando a quebrar
proveemos. Ya os he dicho que a nadie falta Dios; el ayuno. Llegué con esto a la esquina de la calle
y si tanta priesa tenéis, yo me voy a la sopa de San de San Luis, donde vivía un pastelero; asomábase
Jerónimo, adonde hay aquéllos frailes de leche uno de a ocho tostado, y con aquel resuello del
5 como capones, y allí haré el buche. Si vos queréis horno tropezóme las narices; y al instante me quedé 5
seguirme, venid; y si no, cada uno a sus aventuras. (del modo que andaba) como el perro perdiguero
—Adiós—dije yo,—que no son tan cortas mis con el aliento de la caza; puestos en él los ojos, le
faltas, que se hayan de suplir con sobras de otros; miré con tanto ahinco, que se secó el pastel como
cada uno eche por su calle». un niño aojado. Allí es de contemplar las trazas que
10 Mi amigo iba pisando tieso, y mirándose a los pies; yo daba para hurtarle; resolvíame otras veces a pa- 19
sacó unas migajas de pan (que traía para el efecto garlo. En esto me dió la una; angustióme de mane
siempre en una cajuela), y derramóselas por la bar ra, que me determiné a meterme en un bodegón de
ba y vestido: de suerte que parecía haber comido. los que están por allí. Yo, que iba haciendo punta
Ya yo iba escarbando a ratos los dientes, limpián- en uno, Dios que lo quiso, topo con un licenciado
15 dome los bigotes, limpiándome las migajas con la Flechilla, amigo mío, que venía haldeando por la * 11
15
capa, de manera que cuantos me veían, me juzgaban calle abajo, con más barros que la cara de un sangui-
por comido; y si fuera de piojos, no erraran.
Iba yo fiado en mis escudillos de oro, aunque me
1 horras ‘libres, que hacen lo que quieren, comer o ayunar’.
remordía la conciencia comer a su costa, quien vive
4 ocho maravedís.
13 hacer punta, propiamente es ‘volar el halcón en diversas direc
ciones, subiendo y bajando, antes de lanzarse sobre la presa’: «Y
los caballeros andantes que ninguno las hubiese traído. A esto dijo quizá vamos tomando puntas [dice don Quijote sobre Clavileño], y
el ventero, que, puesto caso que en las historias no se escribía», et subiendo en alto, para dejarnos caer de una sobre el reino de Gan
cétera (I, 3). daya, como hace el sacre o neblí sobre la garza, para cogerla, por
4 frailes de leche, es decir, gordos como capones de leche. más que se remonte».—»Haciendo tan alta punta los dos halcones,
Comp.: «D. Tello, mi señor, pide | un capón de leche asado | y unas salvando a Guadalcázar, que dieron sobre el rollo de Ecija» (Diablo
guindas en conserva» (Lope, bargas de Castilla, ed. Acad., X, 308). Cojudo, tranco VI). «Aunque vuela a otra parte, es hacer punta: |
11 Recuérdese, para las migas en la barba, al escudero del Laza el volverá a la garza, y lo hará llano» (Tirso, Marta la Piadosa,
rillo, antecedente de éste, como de los demás hidalgos hambrientos Rivad., V, 458 t). Comp. Suárez de Figueroa, Pasajero, ed. Renaci
de nuestra literatura y el don Mendo de El Alcalde de Zalamea, entre miento, pág. 203. El Dic. Acad. ignora esta acepción.
otros. 21 barro', al mismo tiempo ‘salpicaduras de lodo’ y 'grano de la
15 Z., 1626, da mucho mejor texto; véanse, las variantes finales. cara’.
i82 QUEVEDO HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON
no, y tantos rabos como un chirrión con sotana; a tal hora, comenzaron a decir que si supieran que
arremetió a mí en viéndome (que, según estaba, fue habían de tener tal huésped, que hubieran prevenido
mucho conocerme); yo le abracé; preguntóme cómo algo. Yo cogí la ocasión y convídeme, diciendo que
estaba; dije luego: yo era de casa y amigo viejo, y que se me hiciera
5 «¡Ah señor licenciado, qué de cosas tengo que agravio en tratarme con cumplimiento. Sentáionse 5
contalle! Sólo me pesa, de que me tengo de ir y sentóme; y porque el otro lo llevase mejoi (que
esta noche, y no habrá lugar. ni me había convidado,( ni pasádole por la imagina
—De eso me pesa a mí—replicó—, y si no fuera ción), de rato en rato le pegaba yo con la mozuela,
por ser tarde, con priesa por comer, me detuviera diciéndole algo entre dientes de que me había pre
10 más, porque me aguarda una hermana casada y su guntado por él y otras mentiras; con lo cual llevaba 10
marido. mejor el verme engullir, porque tal destrozo como
—¿Que aquí está mi señora doña Ana? Aunque yo hice en el ante, no le hiciera una bala en el ae
lo deje todo, vamos; que quiero hacer lo que estoy un coleto. Vino la olla, y comímela en dos bocados
obligado». casi toda, sin malicia; pero con priesa tan fiera, que
15 Abrí los ojos oyendo que no había comido; fuíme parecía que aun en los dientes no la tenía bien se- 15
con él, y empecéle a contar que una mujercilla—que gura. Dios es mi padre, que no come un cuerpo
él había querido mucho en Alcalá—, sabía yo dónde
estaba, y que le podía yo dar entrada en su casa. 3 Pensaría aquella familia, que había acontecido como con «los
muy amigos, que sin prevención, dadas las doce, dice el uno al
Pegósele al alma luego el envite, que fué industria otro: Venios a comer conmigo». (J. Rufo, Apotegmas, 1596; ed. Bibl.
20 tratarle de cosas de su gusto. Llegamos tratando en Esp.,p. 42.) .
ello hasta su casa; entramos, y yo me ofrecí mucho 12 ante: «el principio o principios que se sirven en la comida,
como en el pupilaje está obligado el bachiller de pupilos a dar, fuera
a su cuñado y hermana; y ellos, no persuadiéndose de la porción de carne, su ante y pos» (Covarrubias).—El ante solía
a otra cosa sino a que yo venía convidado, por venir consistir en frutas: «Llegó un plato de fruta, del ante» (Quij., H, 47)-
«Aquel ante, vilísimo, mezquino, | de las pasas y almendras» (Que
i rabos-, ‘las salpicaduras del lodo en las ropas largas’ (Covarru- vedo, Bibl. Andal., III, 99). La palabra es tal vez un italianismo; To
bias). «Ocupadas en mirar no hiciesen rabos los mantos, que era rres Naharro habla del ante pasto y el pospasto (Propaladla, I, 8). Por
invierno» (Picara Justina, ed. Puyol, p. 1,119). llamarse «principio» lo que se comía fuera del plato fundamental
Chirrión ‘carreta cuyas ruedas chirrían’. «Hecho chirrión de tu casa, (olla o cocido), se denominó también así aunque se comiera des
| la mudasyla trasiegas», se dice de un caracol en Rivad., LXIX,2ió. pués. En Méjico llámase ante a una clase de postre, por análoga ra
23 todas las ediciones traen con cuidado, error manifiesto, en vez zón.—Hay juego de palabras entre ante, en la significación dicha, y la
de convidado. «piel de ante» de un coleto.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 18 3
i84 QUEVEDO
más presto el montón de la Antigua de Valladolid— de Guadalajara, y sentéme en un banco de los que
que lo deshace en veinticuatro horas —, que yo tienen en sus tiendas los mercaderes. Quiso Dios
despaché el ordinario, pues fué con más priesa que llegaron a la tienda dos, de las que piden pres
que un extraordinario el correo. Ellos bien debie- tado sobre sus caras, tapadas de medio ojo, con su
5 ron de notar los fieros tragos de caldo y el modo vieja y pajecillo. Preguntaron si había algun tercio- 5
de agotar la escudilla, la persecución de los hue pelo de labor extraordinaria; yo empecé luego, por
sos y el destrozo de la carne; y, si va a decir trabar conversación, a juzgar del vocablo terciope
verdad, entre burla y juego empedré la faltriquera lado, pelo, apelo, y por pelo, y no dejé hueso sano
de mendrugos. Levantóse la mesa, y levantámonos a la razón Sentí que les había dado mi libertad al
10 el licenciado y yo a hablar en la ida a casa de la gún seguro de algo de la tienda; y yo, como quien 10
dicha, y se lo facilité mucho; y estando hablando no aventuraba a perder nada, ofrecílas lo que qui
con él a una ventana, hice que me llamaban de la siesen. Regateaban, diciendo que no tomaban de
calle, y dije: «¿A mí, señora? Ya bajo». Pedí licen quien no conocían. Yo me aproveché de la ocasión,
cia, y dije que luego volvería; quedóme aguardando diciendo que había sido atrevimiento ofrecerles
15 hasta hoy, porque desparecí por lo del pan comido nada, pero que me hiciesen merced de aceptar unas 15
y la compañía deshecha. Topóme otras muchas ve telas que me habían traído de Milán, que a la noche
ces, y disculpóme con él, diciéndole mil embustes, llevaría un paje (que les dije que era mío, por es
que no importan para el caso. tar enfrente aguardando a su amo, que estaba
Fuíme por esas calles de Dios; llegué a la puerta en otra tienda, por lo cual estaba descaperuzado)
Y para que me tuviesen por hombre de partes y co puerta delante de sus ojos. Y acuérdomc que cuan
nocido, no hacía sino quitar el sombrero a todos do salimos de la tienda, llamé uno de los pajes
los oidores y caballeros que pasaban, sin conocer (con grande autoridad) con la mano; hice que les
a ninguno, como si los tratara familiarmente. Ellas decía que se quedasen todos y me aguardasen allí,
5 se regocijaron con esto, y aun se cegaron con unos que así dije yo que lo había dicho; y la verdad fué 5
cien escudos en oro que yo saqué de los que traía, que le pregunté si era criado del comendador mi
con achaque de dar limosna a un pobre que me la tío. Dijo que no; y con tanto, acomodé los criados
pidió, delante de ellas. Parecióles irse, por ser ya ajenos como buen caballero.
tarde; y así me pidieron licencia, advirtiéndome con Llegó la noche obscura, y recogímonos a casa to
™ el secreto que había de ir el paje. Yo las pedí, por dos. Entré y hallé al soldado de los trapos con una 10
favor y como en gracia, un rosario engarzado en oro hacha de cera' que le dieron para acompañar un di
que llevaba la más bonita, en prenda de que las ha funto, y se vino con ella. Llamábase este Marguso,
bía de ver a otro día sin falta. Regatearon dármele; natural de Olías; había salido capitán en una come
yo les ofrecí en prenda los cien escudos; dijéronme dia, y combatido con moros en una danza. A los
15 su casa, con intento de estafarme en más; se fiaron de Flandes decía, que había estado en la China; y a 15
de mí, y preguntáronme la posada, diciendo que no los de la China, en Flandes. Trataba de formar un
podía entrar paje en la suya a todas horas, por ser campo, y nunca supo sino espulgarse en él; nom
gente principal. Yo las llevé por la calle Mayor, y braba castillos, y apenas los había visto en los ocha
al entrar por la de las Carretas, escogí la casa más vos. Celebraba mucho la memoria del señor don
20 grande y mejor que me pareció; tenía un coche sin Juan, y oíle decir muchas veces de Luis Quijada que 20
caballos a la puerta; díjeles que aquélla era, y que había sido honrado amigo. Nombraba turcos, galeo
allí estaba el coche y el dueño para servirlas. Lla nes y capitanes, todos los que había leído en unas
móme don Alvaro de Córdoba, y entróme por la 13 Probablemente, Olías del Rey (Toledo) y no Olías (Málaga).
20 Luis Méndez de Quijada, de quien pretendía haber sido «ami
i partes, ‘buenas prendas’.
go» el bueno de Marguso, fué ayo de don Juan de Austria, y
6 El escudo de oro valía ii reales de la época, de valor muy
desempeñó cargos importantes cerca del Emperador. Murió en 1570
vario; había monedas hasta de cuatro escudos. Pablos había cobra
en la guerra contra los moriscos de Granada. Escribía don Juan de
do de su tío el verdugo, 300 ducados o escudos.
Austria a Felipe II, informando de su muerte: «Sin él yo me hallo
Jó posada significaba, en general, la casa o morada. Comp.: «Vivía
agora tan sólo y necesitado de otra persona a quien acudamos los que
en lo alto de una casa cierta señora principal... y en cuarto bajo de
aprendemos, cuanto V. M. puede considerar». {Colección de documen
la misma posada, una pública ramera» (J. Rufo, Apotegmas, ed. Bibl.
Esp., p. 20). tos inéditos para la historia de España, XXVIII, 54.)
i8í HISTORIA de LA VIDA DEL BUSCON_____ 189
QUEVEDO
coplas que andan desto; y como él no sabía nada jeros que una flauta y más remiendos que una pía
de mar—porque no tenía de naval más que el co y más manchas que un jaspe y más puntos que un
mer nabos—, dijo, contando la batalla que había libro de música—decía un estudiante destos déla ca
vencido el señor don Juan en Lepanto, que aquel pacha, gorronazo—, que hay hombre en la sopa del
5 Lepanto era un moro muy bravo: no sabía el po bendito santo, que puede ser obispo, y se afrenta un 5
brete que era nombre del mar. Pasábamos con él i //«, "jaca o yegua de piel manchada como a remiendos, sobre
lindos ratos. fondo blanco’.
3 capacha., como dice el Z?¿£. Aut., «se llama en Andalucía una
Entró luego mi compañero, deshechas las narices esportica manual hecha de palma». La capacha servía para designar
y toda la cabeza entrapajada, lleno de sangre y muy además ala Orden de San Juan de Dios; sus religiosos eran los her
manos de la capacha: «Dos perros que andan de noche con los Her
10 sucio. Preguntárnosle la causa, y dijo que había ido
manos de la Capacha cuando piden limosna» (Cervantes, Casamien
a la sopa de San Jerónimo, y que pidió ración do to engañoso}. «Dame tu que se te incline, | aunque más hermanos
blada, diciendo que era para unas personas honra tenga, | que hay en la Capacha» (Lope, El mayor imposible, Rivad.
XXXIV, 468). No me parece que en nuestro texto aluda a estos her
das y pobres. Quitáronselo a los otros mendigos
manos de San Juan de Dios, sino sencillamente a estudiantes po
para dársela, y ellos siguiéronle, y vieron que en bres, provistos de la capacha de pedir limosna. Pobres (no sé si de
15 un rincón detrás de la puerta estaba sorbiendo con San Juan de Dios) eran los que llevaban al muerto en el Mundo por
gran valor; y sobre si era bien engañar por engullir de dentro'. «Seguíanse doce galloferos, hipócritas déla pobreza, con
doce hachas, acompañando el cuerpo y abrigando a los de la Capa
y quitarlo a los otros para sí, se levantaron voces, cha, que, hombreando, testificaban el peso de la difunta». (Rivad.,
y tras ellas palos, y tras los palos chichones y to XXIII, 327 b}. Pero quedan aún oscuridades en lo de la capacha, como
en tantos vocablos quevedescos: «Emperador. Antes voy a ser sin
londrones en su pobre cabeza. Embistiéronle con
tacha | hermano de la Capacha | del nieto de Celestina» {Entremés
20 los jarros, y el daño de las narices se le hizo uno de la infanta Palancona, Rivad., LXIX, 5*8 ^)> variante. «Antes voy
con una escudilla de palo, que se la dió a oler con a ser garnacha, | o niño de la doctrina, | o hermano de la capacha»,
558 ¿). «Dicen que habiendo de ser | los que os rondan sacristanes, |
más priesa que convenía. Quitáronle la espada; sa
la Capacha y la Doctrina, | andáis sonsacando amantes» (Cmw
lió a las voces el portero, y aun no los podía meter contra las viejas, Bibl. And., II, 315)- 'Por la garganta y el pecho |
en paz. En fin: se vió en tanto peligro el pobre, que se ve, cuando quiere hablar, | muchos siglos de capacha | en pocos
años de edad» (romance a una moza con mal francés, Rivad. LXIX,
25 decía: «Yo volveré lo que he comido»; y aun no
163 b}. r
bastaba, porque ya no reparaban sino en que pedía El gorronazo es el estudiante pobre, de capa y gorra: «Según se
para otros, y no se preciaba de la sopa. hace en una universidad de estos reinos, que en poniéndose un mu
— ¡Miren el todo trapos como muñeca de niñas, chacho manteo y bonete se llama señor, y se sirve de los que traen
capa y gorra, mejores que él, más sabios» (Mal Lara, Filosofía vul
más triste que pastelería en Cuaresma, con más agu gar,IX., 84).
190 QUEVEDO
por ser desbarbada. Usaba este caballero quitarse plina, salpicada con sangre de narices; hacía creer,
la capa, como que quería jugar, y ponerla con las concomiéndose, que los piojos eran cilicios, y la
otras; y luego, como que no hacía partido, iba por hambre canina eran ayunos voluntarios; contaba
su capa?>y tomaba la que mejor le parecía y salíase. tentaciones; en nombrando al demonio decía: «Dios
í> Usábalo en los juegos de argolla y bolos. nos libre y nos guarde»; besaba la tierra al entrar 5
Mas todo fué nada para ver entrar a don Cosme, en la iglesia; llamábase indigno; no levantaba los
cercado de muchachos con lamparones, cáncer, le ojos a las mujeres, pero las faldas sí. Con estas co
pra; heridos y mancos; el cual se había hecho ensal sas traía el pueblo tal, que se encomendaban a él, y
mador con unas santiguaduras que había aprendido,
era como encomendarse al diablo; porque él era
10 y unas oraciones de una vieja. Ganaba éste por to jugador, y lo otro diestro (que llaman por mal nom- 10
dos, porque si el que venía a curarse no traía bulto bre iullero). Juraba el nombre de Dios unas veces
debajo de la capa, o no sonaba dinero en la faltri en vano y otras en vacío. Pues en lo que toca a mu
quera, o no piaban algunos pollos e capones, no ha jeres, tenía siete hijos, y preñadas dos santeras. Al
bía lugar. Tenía asolado medio reino; hacía creer fin, de los mandamientos de Dios, los que no que
15 cuanto quería, porque no ha nacido tal artífice en braba, hendía. 15
el mentir; tanto, que aun por descuido no decía Vino Polanco haciendo gran ruido, pidiendo su
verdad. Hablaba del Niño Jesús; entraba en las casas saco pardo, cruz grande, la barba larga postiza y
con Deo gratias\ decía lo de «el Espíritu Santo sea campanilla. Andaba de noche desta suerte, diciendo:
con todos». Traía todo ajuar de hipócrita: un rosario
20 con unas cuentas frisonas, y al descuido hacía que
se le viese por debajo de la capa un trozo de disci- 10 Comp.: «Hay muchos géneros de fulleros: unos son diestros
por garrote, y otros por una ida» (Rivad., XXIII, 463 d). Z., 1626, en
lugar de diestro, pone cierto: «Los gariteros son los encubridores y
yo estampamos no se la cubría pelo, declarando yo no comprender sabidores de la flor[ ‘trampa* ] de los ciertos, y tienen parte en lo que
lo; Foulché-Delbosc, en Rev. Hisp., 1917 («Notes sur le Buscón», se gana... Hay en cada cuadrilla tres interlocutores: el primero es el
p. 28 de la tirada aparte), da como enmienda importante no se la. cu iierto, el cual anda siempre con naipes hechos, unos por la barriguilla,
briera pelo, como si él y el lector entendieran lo que eso significa. otros por la ballestilla, otros por morros y otros por todas partes, para
5 argolla, v. pág.113 nota 13. Que si el bueno [‘el incauto*) no come de uno y se escalda, se le dé
7 V.pág. 79,1 n. 7. con el otro» (Ibid., 462 b').
20 V. pág. 182, n. 1. Véase además este ejemplo: «Era friso- J3 v. Los santeros y santeras manifiestan sus interiores (Rivad.,
na en el cuerpo, | y mayor que un elefante» (Quevedo, Lo que suce -XIX, 174 y Bib. And., III, 245), donde describe Quevedo las cos
dió a una fregona, ms. Bib. Nac., 10.387, f.° 236). tumbres de estos fingidos devotos.
13
....... ............................................................................................
«Acordaos de la muerte, y haced bien, hermanos, luego todo el caso, y dijo de la manera que vivía
por las ánimas, etc». Con esto cogía mucha limosna, mos todos, y que éramos caballeros de rapiña.
y entrábase en las casas que veía abiertas; y si no Dejóla el alguacil en la cárcel; vino a nuestra casa,
había testigos, robaba cuanto había; y si le topaban, hallónos en ella a todos. Traía media docena de cor
5 tocaba la campanilla, diciendo: «Acordaos, herma chetes—verdugos de a pie—, y dio con todo el co- 5
nos, etc.». legio buscón en la cárcel, adonde se vió la caballe
Todas estas trazas de hurtar y modos extraordi ría en gran peligro.
narios conocí en ellos por espacio de un mes.
Volvamos agora a que les enseñé mi rosario;
10 contóles el cuento; celebraron mucho la traza, y re
cibióle la vieja con su cuenta y razón para venderle;
la cual se iba por las casas diciendo que era de una
doncella pobre, y que se deshacía dél para comer,
y ya tenía para cada cosa su embuste y su traza,
15 Lloraba la vieja a cada paso; enclavijaba las manos,
y suspiraba de lo amargo; llamaba hijos a todos;
traía (encima de muy buena camisa, jubón, ropa,
sayas y manteo) un saco de sayal roto, de un amigo
ermitaño que tenía en las cuestas de Alcalá. Esta
20 gobernaba el hato, aconsejaba y encubría. Quiso,
pues, el diablo—que nunca está ocioso en cosas to
cantes a sus siervos—, que yendo a vender no se
qué ropa y otras cosidas a una casa, conoció uno no
sé qué hacienda suya; trajo un alguacil, y agarróme
25 la vieja, que se llamaba la madre Lepruscas. Confeso
travesura, le llamaba botiller del verdugo y deposi culebrazo bravo con una soga dedicada al efecto.
tario general de culpas. Había confesado ya éste, y Vino la noche; fuimos ahuchados a la postrera fal
era tan maldito, que nos obligaba a traer las trase driquera de la casa; mataron la luz; yo metí me lue
ras con carlancas, como mastines, y no había quien go debajo de la tarima. Empezaron a silbar dos de
5 se osase ventosear, de miedo de acordarle dónde ellos, y otro a dar sogazos. Los buenos caballeros 5
tenía las asentaderas. Este hacía amistad con uno (que vieron el negocio de revuelta), se apretaron de
que llamaban Robledo, y por otro nombre el Tre- manera las carnes ayunas (cenadas, comidas y al
pado. Decía que estaba preso por liberalidades, y morzadas de sarna y piojos), que cupieron todos en
he entendido que eran de manos, en pescar lo que un resquicio de la tarima; estaban como liendres en
10 topaba. Este había sido más azotado que postillón; cabello o chinches en cama. Sonaban los golpes en 10
ni había verdugo que no hubiese probado la mano las tablas, callaban los dichos. Los bellacos que
en él; la cara, toda acuchillada. Tenía nones las ore vían que no se quejaban, dejaron de dar azote, y
jas y pegadas las narices, aunque no tan bien como empezaron a tirar ladrillo y cascote que tenían re
la cuchillada que se las partía. A éstos se llegaron cogido. Allí fué ello, que uno le halló el cogote a
15 otros cuatro hombres—rapantes como leones de don Toribio, y le descalabró. Comenzó a dar voces 15
armas—, todos agrillados y condenados al hermano que le mataban, y los bellacones, porque no se oj e
de Rómulo. Decían ellos que presto podrían decir sen sus aullidos, cantaban todos juntos y hacían
que habían servido a su rey por mar y por tierra. ruido con las prisiones. El, por esconderse, asía
No se podrá creer la notable alegría con que aguar- de los otros para meterse debajo; y con la fuerza
20 daban su despacho. que hacían, les sonaban los huesos como tablillas 20
Todos estos, mohínos de ver que mis compañe de San Lázaro. Acabaron su vida las ropillas; no
ros no contribuían, ordenaron a la noche de darlos quedaba andrajo en pie; menudeaban tanto las pie
dras y cascotes, que dentro de poco tiempo tema
i botiller, «el que tiene a su cargo la botillería, la despensa de un el pobre de don Toribio más golpes en la cabeza
señor, y tomó el nombre de las botas o cubetas del vino, aunque que una ropilla abierta. Vídose tan sin remedio mo- 25
haya en ella todo género de vitualla». (Covarrubias.) El alcaide es
pues, el despensero del verdugo. El Dice. Acad. dice sólo, que bo
tiller es el «-que hace bebidas heladas y el que las vende«. 20 V. pág. 36, n. 3.
io postillón, es decir ‘caballo de postillón'. 24 golpes'. «Se llaman las portezuelas que se echan en las casa
15 rapantes, de ‘rapiña, ladrones'. cas, chupas y otros vestidos, y sirven de cubrir y tapar los bolsi
17 ‘a Remo, a galeras’. llos». {Dice. Aut.)
202 QUEVEDO
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 203
rir como San Esteban (pero no tan santo), que dijo Yo salíme del calabozo, diciéndoles que me perdo
llorando le dejasen salir, que él pagaría luego, y nasen, si no les hiciese mucha compañía, porque
daría sus vestidos en prendas. Consintiósele, a pe me importaba no hacérsela. Torné a repasarle las
sar de los otros que se defendían con él; descala- manos con tres de a ocho al carcelero; y sabiendo
5 brado y como pudo, se levantó y pasó a mi lado. quién era el escribano de la causa, invie a llamarle 5
Los otros, por presto que acordaron a ofrecer lo con un picarillo. Vino, metíle en un aposento, y
mismo, ya tenían las chollas con más tejas que pe empecéle a decir—después de haber tratado de la
los. Ofrecieron también sus vestidos, haciendo cuen causa—, cómo yo tenía no sé qué dinero; supliqué-
ta que era mejor estar en la cama por desnudos que le que me lo guardase, y que en lo que hubiese lu
10 por heridos; y así, aquella noche los dejaron; y a la gar favoreciese la causa de un hijodalgo desgracia- 4*10
mañana los pidieron que se desnudasen, y se halló do, que por engaño había incurrido en tal delito.
que de todos sus vestidos juntos no se podían echar «Crea v. m.—dijo, después de haber pescado la
unas soletas. Quedáronse los pobretes envueltos en mosca—, que en nosotros está todo el juego; y que
una manta, que llaman la ruana, que es donde se es- si uno da en no ser hombre de bien, puede hacer
15 pulgan todos. Comenzaron luego a sentir el abrigo mucho mal. Más tengo yo en galeras de balde por 15
de la manta, porque había piojo con hambre cani mi gusto, que hay letras en el proceso. Créase v. m.
na; había piojos frisones, y otros que se podían de mí, y fíe que le sacare a paz y á sálvo».
echar a la oreja de un toro. Pensaron aquella ma Fuése con esto, y volvióse desde la puerta a pe
ñana ser comidos de ellos; quitáronse la manta, mal- dirme algo para el buen Diego García, el alguacil,
20 diciendo su fortuna, deshaciéndose a puras uñadas. que importaba acallarle con mordaza de plata, y 20
apuntóme no sé qué del relator, para ayuda de co-
i La cita de San Esteban fué suprimida en Z., 1626.
14 ruana, ‘manta ruana', tal vez por venir la tela de Ruán. En 4 de a ocho, ‘reales de a ocho .
Colombia y Venezuela aun se llama ruana el capote de monte. (V. 6 picarillo-, recuérdese que picaro significó antes aquellos mo
Cuervo, Apunt. leng. bogotano, 1907, p. 435.) Quede como una supo zos que se introducen a servir en los ministerios inferiores para que
sición si manta ruana no se dijo por usarse a diario, por ser prenda le den algo de lo que sobre, por no tener... sueldo*. (Dice. Aut.)
para llevar puesta. El significado americano apoyaría esto. Véase I7 Como es natural, las leyes prohibían estos pactos: «Ha de te
además: ner en cuenta asimismo en informarse [el visitador de la cárcel] si
«Los paños del moro ¿yo dellos qué haría? los escribanos toman de los presos cuando salen de la cárcel mas de
Los que son ruanos, tráelos, María; lo que conforme alo que estuviere ordenado poder llevar, y no e
los que son de grana, tráelos, María*. ner cuenta con aprovecharles, porque sean sus aliados*. (1. Cerdan
{Romance de D. Bueso, «Antología*, X, 56.) de Tallada, Visita de la cárcel, Valencia, i574> P* 80.)
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON_____ 20$
204 QUEVEDO
lán; hiriéronme muy buena acogida. A mí no me ahora tres asientos con el rey». Desconociéronme
pareció mal la moza para el deleite, y lo otro la co en esto los huéspedes, y dijeron que allí no vivía
modidad de hallármelo en casa. Puse en ella los sino don Ramiro de Guzmán, más roto que rico, pe
ojos; contábales cuentos que yo tenía estudiados queño de cuerpo, feo de cara y pobre. «Ese es—re
5 para entretener; traíales nuevas, aunque nunca las plicó—por quien pregunto, y no quisiera más renta a 5
hubiese; servíales en todo lo que era de balde. Dije- servicio de Dios de la que tiene más de dos mil du
Ies que sabía encantamentos; que haría que parecie cados». Contóles ciertos embustes; quedáronse es
se que se ardía la casa, y otras cosas que ellas pantadas, y él las dejó una cédula de cambio fingida,
como buenas creedoras—tragaron. Granjeé una vo que traía a cobrar de mí, de nueve mil escudos; dijo
to luntad en todos muy agradecida, pero no enamora que me la diesen para que la aceptase. Creyeron la 10
da; que como no estaba tan bien vestido como era riqueza la niña y la madre, y acotáronme luego para
razón—aunque ya me había mejorado por medio marido. Vine yo muy disimulado, y en entrando
del alcaide, a quien visitaba siempre, conservando me dieron la cédula, diciendo: «Dineros y amores
la sangre a pura carne y pan que le comía , no ha- mal se encubren, señor don Ramiro; ¿cómo que nos
15 cían de mí el caso que era razón. esconda v. m. quién es, debiéndonos tanta volun- 15
Di, por acreditarme, en enviar a mi casa amigos tad?» Yo hice como que me había disgustado por el
que me buscasen cuando no estaba en ella. Entro dejar de la cédula, y fuíme a mi aposento. Era de
el primero preguntando por el señor don Ramiro ver cómo, en creyendo que tenía dinero, decían que
de Guzmán, que así dije que era mi nombre, porque todo me estaba bien; celebraban mis palabras: no
20 los amigos me habían dicho que no era de costa el había tal donaire como el mío. Yo, que las vi tan ce- 20
mudárselos, y que era útil; al fin preguntó por don badas, declaré mi voluntad a la muchacha, y ella
Ramiro, «un hombre de negocios, rico, que hizo me oyó contentísima, diciéndome mil lisonjas. Apar
támonos; y una noche, para confirmarlas más en mi
6 lo que era falta en el ms. riqueza, cerróme en mi aposento, que estaba dividi-
7 que liaría falta en el ms.
17 Farsa análoga, a propósito de los médicos, describe el autor:
«De noche haz a tus amigos que vengan de rato en rato a llamar a i asiento, ‘contrata de un servicio público’. «[Los mercaderes ex
tu puerta en altas voces, para que lo óigala vecindad:«Al señor doc tranjeros] han hecho entre nosotros sospechoso este nombre de
tor que lo llama el duque; que está mi señora la condesa muriéndo asientos, que como significan otra cosa que me corro de nombrarla,
se*... y te verás acreditado». {Libro de todas las cosas, Rivad., XXIII, no sabiendo cuándo hablan a lo negociante y cuándo a lo deshones
to». {Alguacil alguaálado, Rivad., XXIII, 306 ¿z.)
481 A)
212 QUEVEDO HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 213
do del suyo solo con un tabique muy delgado, y lletes. Comenzaba por lo ordinario: «Este atrevi
sacando cincuenta escudos, estuve contándolos en miento, su mucha hermosura de v. m.»; ofrecíame
la mesa tantas veces, que oyeron contar hasta seis por esclavo, firmaba el corazón con la saeta. Al fin
mil escudos. Viéndome con tanto dinero de conta- llegamos a los túes; y yo, para alimentar más el cié
5 do, dieron en desvelarse para regalarme y servirme. dito de mi calidad, salíme de casa y alquilé una 5
7 orden de Christus, orden portuguesa bien conocida. 9 Se trata de lugares supuestos; al menos no aparecen en los
9 Los portugueses tenían fama de ser blandos, sentimentales y diccionarios geográficos.
enamorados; v. nuestro volumen de Tirso de Molina en esta colec 24 subí debía ser subiera: usábase a veces el indicativo poi el
ción, edic. 1922, págs. 55, 277 y 349. subjuntivo según explicamos más adelante (v. índice alfabético).
BUSCÓN 2í5
historia, de la vida del
214 QUEVBDO
218 QUEVEDO
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 2IQ
las puñadas que no ha habido; pedían favor al rey. vi corrido y afrentado, y que ya me iban dando en
Los dos, al fin, me desataron, y viendo el escribano la flor de lo rico, comencé a trazar de salirme de
que no había quien le ayudase, dijo. «Voto a Dios, casa; y para no pagar comida, cama ni posada, (que
que esto no se puede hacer conmigo, y que a no montaba muchos reales), y sacar mi hato libre, tra
ser vs. mercedes quien son, les había de costar muy cé con un licenciado Brandalagas, natural de Hor- 5
caro: manden contentar estos testigos, y echen de nillos, y con otros dos amigos míos, que me vinie
ver que les sirvo sin interés». Yo vi luego la letra; sen una noche a prender. Llegaron a la señalada, y
saqué ocho reales y díselos, y aun estuve por vol requirieron a la huéspeda que venían de parte del
verle los palos que me había dado; pero por no Santo Oficio, y que convenía el secreto. Temblaron
confesar que los había recibido, lo dejé y me fui todas luego, y creyeron la prisión, por lo que yo 10
con ellos, dándoles gracias de mi libertad y rescate; me había hecho nigromántico con ellos. Al sacar
y entré en casa con la cara rebozada de puros mo me a mí callaron; pero al ver sacar el hato, pidieron
jicones, y las espaldas algo mohínas de los vara embargo de la deuda y respondieron que eran bie
palos. nes de la Inquisición. Con esto no chisto alma te
Reíase el catalán mucho, y decía a la niña que se rrena: dejáronme salir, y quedaron diciendo que 15
casase conmigo para volver el refrán al revés, y que siempre lo temieron. Contaban al catalan y al por
no fuese tras cornudo apaleado, sino tras apaleado tugués lo de aquellos que me venían a buscar, de
cornudo. Tratábanme de resuelto y sacudido (por cían entrambos que eran demonios, y que yo tenía
los palos), y traíanme afrentado con estos equívo familiar; y cuando les contaban del dinero que yo
cos. Si entraba a visitarlos, trataban luego de había contado, decían que parecía dinero, pero que 20
varear, otras veces de leña y madera. Yo, que me no lo era de ninguna suerte: persuadiéronse a ello.
Yo saqué mi ropa y comida horra.
Di traza, con los que me ayudaron, de mudar de
7 vi la letra-, ‘comprendí el sentido'. Comp., cap. XIX: «Yo en
tendí la letra».
ii ellos se refiere a la vez a los palos y a los libertadores.
mojicón es curiosa palabra, cuyo origen silencian los diccio 2 flor, ‘trampa o fullería': «Hame parecido comenzar estas flo
narios; viene del italiano moccicone ‘mocoso'; para el cambio de sen res de corte o ardides de mal vivir por el juego, como capitán y cau
tido, comp. soplamocos-, para el significado de ‘bollo', comp. el paso dillo de todos los vicios...» {Capitulaciones dé la vida de la corte,
inverso de torta a tortazo. Rivad., XXIII, 461 ¿).
18 sacudido: doble sentido de ‘decidido' y ‘golpeado'. 5 Hornillos (Valladolid).
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN___ 22j^
__ 222______ QUEVEDO
hábito y ponerme calza de obra y vestido al uso, Llegáronse dos caballeros, cada cual con dos la
\ cuello abierto, y un lacayo en menudos (dos laca- cayos; preguntáronme si concertaba uno de plata
\ yueJ.P-§)> Que entonces era uso. Animáronme a ello, que tenía en las manos. Yo solté la prosa, y con
poniéndome por delante el provecho que se me se- mil cortesías les detuve un rato; y al fin, dijeron que
5 guiría de casarme con la ostentación a título de rico; se querían ir al Prado a bureo un rato; y yo, que si 12*5*89
no lo tenían a enfado, que los acompañaría. Dejé di
y que era cosa que sucedía muchas veces en la cor
te, y aun añadieron que ellos me encaminarían par cho al mercader que si llegasen allí mis pajes y un
te conveniente, y con algún afcád^ por donde se lacayo, que los encaminase al Prado; di señas de la
guiase. Yo, negro, cudicioso de pescar mujer, deter- librea, y metiéndome los dos en medio, caminamos.
10 minóme. Yo iba considerando que a nadie que nos veía era 10
Visite no se cuantas almonedas, y compré mi posible determinar cúyos fuesen los lacayos, ni cuál
adrezo de casar; supe donde se alquilaban caba era el que no los llevaba. Empecé a hablar muy re
llos, y espetóme en uno. El primer día, no hallé la cio de las cañas de dalavera y de un caballo que
cayo. Salíme a la calle Mayor, y púseme enfrente de tenía porcelana; encarecíales mucho el roldanejo
una tienda de jaeces, como quien concertaba alguno. que esperaba de Córdoba. En topando algún paje, 15
caballo o lacayos, hacía parar, y preguntaba cúyo
1 Calza de obra, ‘labradas, adornadas' (?). Comp.: «que las calzas
era, y decía de las señas, etc., y si le querían ven
que se hicieren para vender, de raso, o de terciopelo... no interven
ga en ellas ningún género de terciopelo ligero, en guarnición ni der; hacíale dar dos vueltas en la calle, y, aunque
cumplimiento dellas, si no fueren en los tafetanes que llevan por no la tuviese, le poma una falta en el freno, y decía
dentro en lugar de rasos* (Ordenanzas de Toledo, de 1562). lo que había de hacer para remediarlo; y quiso mi 20
2 en menudos ’en fracciones, en calderilla’. Comp,: «Salió trocada
en menudos, | la luna en su negro coche, | y diónos su luz en cuar ventura que topé muchas ocasiones de hacer esto.
tos» (Rivad. LXIX, 265 a). V. también Bibl. Andal., III, 323. Falta
esta expresión en el Dic. Acad.
7 me encaminarían parte conveniente ‘me proporcionarían buena 5 y yo les dije.
ocasión’. Comp.: «y el me encaminó gentecita a propósito» (final del 14 porcelana, ’blanco mezclado de azul’. Comp.: «Dejo aparte los
cap. XXI). «Un fraile de la Merced, que las mujercillas que digo me tordillos azules, marmoleños y melados, rucios porcelanas, que aun
encaminaron» (Lazarillo, trat. IV). Esta acepción de encaminar falta que son vistosos, no son para tanto como los demás, y son de esti
en los diccionarios. Comp.: endilgar con el doble significado de ‘en ma por haber pocos» (Pintura de zm potro, «Bibl. Españ.»,XIV, 10).
caminar' y de ‘proporcionar algo desagradable a alguien'. 14 roldanejo". no conozco otro ejemplo de esta palabra, que en
8 arcaduz, metafóricamente ’medio por donde se consigue algo’. esta forma sorprende mucho menos que roldaneso, roldanesco, qu^
9 negro, ’astuto, taimado’, en lenguage de germanía. Comp.: Riva- traen todas las ediciones.
deneyra, XXIII, 464 a, nota. 16 cuyo era el lacayo; las señas son las de la librea.
222 HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 223
QUEVEDO
Y porque los otros iban embelesados, y, a mi pare en la plática. Yo dije lo ordinario: que las viese co
cer, diciendo: «¿Quien será este tagarote escude locadas como merecían; y agradóles mucho esto de
rón?» (porque el uno llevaba un hábito en los pe colocadas. Preguntáronme tras esto que en qué me
chos, y el otro una rica cadena de diamantes, que entretenía en la Corte; yo les dije, que en huir de
5 era hábito y encomienda todo junto), dije yo que un padre y madre que me querían casar contra mi 5
andaba en busca de buenos caballos para mí y para voluntad con mujer fea y necia y mal nacida, por
otro primo mío, que entrábamos en unas fiestas. el mucho dote: «y yo, señoras, quiero más una mu
Llegamos al Prado, y en entrando, saqué el pie del jer limpia, en cueros, que una judía poderosa; que,
estiibo, y puse el talón por defuera, y empecé a pa por la bondad de Dios, mi mayorazgo vale al pie
lo sear. Llevaba la capa echada sobre el hombro y el de cuatro mil ducados de renta. Y si salgo con 10
sombrero en la mano. Mirábanme todos; cuál decía: un pleito que traigo en buenos puntos, no habré
«Este yo le he visto a pie»; otro: «¡Holal, lindo va el menester nada'». Saltó tan presto la tía y dijo: «¡Ay,
buscón». Yo hacía como que no oía nada, y pa señor, y como le quiero bien! No se case sino con
saba. su gusto y mujer de casta; que le prometo que con
15 Llegáronse a un coche de damas los dos, y pi ser yo no muy rica, no he querido casar mi sobri- 15
diéronme que picardease un rato; dejóles el estribo na, con haberla salido ricos casamientos, por no ser
de las mozas, y tome el estribo de madre y tía. de calidad. Ella pobre es, que no tiene sino seis mil
Eran las vejezuelas alegres: la una de cincuenta, y la ducados de dote; pero no debe nada a nadie en
otra de punto menos. Decíalas mil ternezas, y oían- sangre».
20 me, que no hay mujer, por vieja que sea, que ten — «Eso creo yo muy bien», dije yo. 20
Con esto las doncellitas rematáronla conversación
ga tantos años como presunción. Prometidas rega
los, y preguntólas por el estado de aquellas seño con pedir de merendar a mis amigos:
Mirábase el uno al otro, y a todos tiembla la barba.3
ras, y dijeron que doncellas: y se les echaba de ver2
3 colocadas, vocablo que sonaría a culto y pedantesco, como tan
tos otros que hoy hallamos naturales, y merecieron la burla de Que-
2 tagarote, es una clase de halcón, de calidad inferior; pero tam vedo: estupor, frustrar, fausto, etc. fRivad. XLVIII, 421).
bién «suelen llamar tagarotes unos hidalgos pobres que se pegan 10 Las ediciones, cuarenta mil, cifra disparatada.
adonde pueden comer, y esto si hallan que harán buena riza [destro 23 Estos versos son del conocido romance a la «muerte de don
zo1]» (Covarrubias). Alonso de Aguilar» (Rivad.fXNX, 102):
9 estribo', v. pág. 161 n. 20. «Estando el rey don Fernando en conquista de Granada,
Donde están duques y condes y otros señores de salva,
19 punto: el autor piensa en los tantos de los juegos de naipes
224 QUEVEDO historia de LA VIDA DEL BUSCON______22$
Yo, que vi ocasión, dije que echaba menos mis echarlos de casa. Dieron las diez, y yo dije que era
pajes, por no tener con quién enviar a casa por plazo de cierto martelo, y que así me diesen licen
unas cajas que tenía. Agradeciéronmelo; yo las su cia. Fuíme, quedando concertado de vernos a la
pliqué se fuesen el día siguiente a la Casa del Cam- tarde en la Casa del Campo.
5 po; y que las enviaría algo fiambre. Acetaron lue Fui a dar el caballo al alquilador, y desde allí a 5
go; dijéronme su casa, y preguntaron la mía; y con mi casa; hallé a los compañeros jugando quinolicas.
tanto se apartó el coche, y yo y los compañeros co Contóles el caso y el concierto hecho, y determina
menzamos a caminar a casa. Ellos, que me vieron mos enviar la merienda sin falta y gastar docientos
largo en lo de la merienda, aficionáronse; y por reales en ella. Acostáronnos con estas determina
10 obligarme, me suplicaron cenase con ellos aquella ciones; y yo confieso que no pude dormir en toda 10
noche; híceme algo de rogar, aunque poco, y cené la noche con el cuidado de lo que había dé hacer con
con ellos, haciendo buscar mis criados, y jurando de el dote: y lo que más me tenía en dudas era hacer
dél una casa o darlo a censo, que no sabía yo cual
Con valientes capitanes de la nobleza de España,
Desque la hubo ganado, a su capitanes llama. sería mejor y de más provecho.
Cuando los tuviera juntos, desta manera les habla:
—¿Cuál de vosotros, amigos, irá a la Siera mañana,
A poner el mi pendón encima de la Alpujarra?— 2 martelo, es el ital. martello ‘martillo’ (en frases como , «il marte-
Mirábanse unos a otros, y ninguno el sí le daba, lio della gelosía»); significó ‘celos’ y luego ‘enamoramiento’ y ‘aventu
Que la ida es peligrosa y dudosa la tornada; ra galante’. Hoy se usa sólo el derivado amartelado.
Y con el temor que tienen a todos tiembla la barba, 6 quinolicas’. «Quinóla. Juego de naipes en que el lance princi
Si no fuera don Alonso que de Aguiiar se llamaba», etc. pal consiste en reunir cuatro cartas de distinto palo; si la hacen dos,
Durante el siglo xvi y comienzo del siguiente era costumbre sal gana la quínola el que reune más puntos». (Está equivocada la defini
picar los escritos, y aun la conversación, con frases del Romancero. ción del Dic. Acadj «¿Pues qué haremos [de la sortija]?»—dijo un
V. Menéndez Pidal, El romancero español, Nueva York, 1910, p. 74. mercader. «Echarla a una quínola»—dijo el fullero... Con mucho
I echar menos es un portuguesismo: echar menos — hallar menos. gusto echaron la rifa a cuatro quínolas. El fullero les dejó Ilegal a
Luego se asimiló ese echara nuestro verbo «echar» y se dijo echar cada uno a tres sin haber tomado ninguna para sí, y en dos pasantes
demtnos.QJ. Cuervo, Apuntaciones,^;],y. 293). Al mismo tiempo que que echó, una de su mano y otra del que tenía al lado, hizo las cuatro,
esta construcción se usaba la tradicional castellana hallar menos-. y arrebató la sortija...» (Marcos Obregón, «Clás. Castell.», t. I, págs.
«■hallando menos ciertos pilones de azúcar» [Marcos de Obregón. 202 y 204). Más adelante tratamos de esto.
Clás. Cast.,t. II, p. 55); «hallando menos tantos de sus conocidos»
(J. Rufo, Apotegmas, Bibl. Esp., p. 19).
3 caja; se sobreentendía, de dulce o de conserva. V. Lope,
Dama boba, ed. Schevill, p. 254.
10 obligar, ‘ganar la voluntad’.
15
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 227
cían sino mirarme y callar. Mandéle que fuese al ca o con un libro, procúrolas de buenas partes para
cenador y adrezase allí, que entre tanto nos íbamos el arte de las ofensas. Llegamos cerca del cenador,
a los estanques. Llegáronseme a mí las viejas a ha y al pasar por una enramada, prendióseme en un
cerme regalos, y holguéme de ver descubiertas las árbol la guarnición del cuello y desgarróse un poco.
5 niñas, porque no he visto, desde que Dios me crió, Llegó la niña, y prendiómelo con un alfiler de plata; *51*9
tan linda cosa como aquella a quien yo tenía ases y dijo la madre que enviase el cuello a su casa al
tado el matrimonio: blanca, rubia, colorada, boca otro día, que doña Ana le adrezaría, que así se lla
pequeña, dientes menudos y espesos, buena nariz, maba la niña. Estaba todo cumplidísimo: mucho
ojos rasgados y negros, alta de cuerpo, lindas ma que merendar, caliente y fiambre, principios y pos
lo nos. La otra no era mala, pero tenía más desenvol tres. 10*
tura, y dábame sospechas de hocicada. Fuimos a los Merendóse alegremente; regalólas yo a todas y
estanques, vímoslo todo, y por el discurso conocí ellas a mí. Levantaron los manteles; y estando en
que la mi desposada corría peligro en tiempo de esto vi venir un caballero con dos criados por la
Herodes, por inocente: no sabía; pero como yo no güerta adelante; y cuando no me cato, conocí a mi
15 quiero las mujeres para consejeras ni bufonas, sino buen don Diego Coronel. Acercóse a mí, y como 15
para acostarme con ellas, y si son feas y discretas,
es lo mesmo que acostarse con Aristóteles o Séne- 1 En el ms. falta: procúrolas de b. p. p. e. a. d. I. ofensas, sin lo cual
queda trunca la frase. Ofensa dijimos (pág. 881 que tenía sentido obs
g En Z., 1626, los ojos son verdes; hubo también en esto sus mo ceno. Dice un marido paciente: «Del que mi casa visita, | murmura
das, que la literatura ha ido reflejando y elaborando. Sería largo en dores villanos | dicen que me hace ofensa, | y el pobre me hace el
trar ahora en ello. gasto» {Bibl. And., III, 291). La mancebía se llama «mesón de las
g Z., 1626: lindas manazasy zazosita. La niña ceceaba (v. antes ofensas» {Rivad., LXIX, 108 ¿). «De pecadoras de viejo | quiso su
pág. 207), y tenía manos grandes, que estaban de moda a la sazón: bir mi soberbia | a oficialas de obra prima | del arte de las ofensas»
«las manos más largas como ahora se usan» {Quijote, II, 69). V. la nota {Romance burlesco,ms. Bib. Nac., 10387, f.° 239). «Carnicero es mi ape
de R. Marín en su edición, t. VI, pág. 367. tito..., | no sé qué es picar de viernes: ninguna ofensa de pesca |
11 hocicada: ^-Besucar: besar descompuestamente... que otros di me tiene el demonio escrita» {Bibl. Andal., III, 246). Ningún diccio
cen hocicar» (Covarrubias). «A ser lo que ella dice, no se anduviera nario permitía entenderlo. Ofensa, de infracción de la ley religiosa,
hocicando con alguno» (Quijote, 1,46). pasó en la jerga picaresca a significar‘pecado carnal/
16 La idea es muy de Quevedo; la mujer fea y redicha, »tenga 9 La merienda en estos casos era una abundantísima comida, y
cátedra y no amante» {Rivad., XXIII., 480 a); en la Burla de los que se servían platos fuertes; después de enumerar una larga lista de
enamoran afeas cultas leemos: «Gran cosa será de ver | cuando a manjares, dice el cocinero de Felipe II, F. Martínez Montiño: «si la
Platón requebrare | ...¿Qué gusto darán aun hombre | dos cláusulas merienda fuese un poco tarde, con servir pastelones de ollas podri
elegantes?» {Rivad., LXIX, 201 <z). das, pasará por cena» (Arte de cocina, ed. 1705, p. 23).
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 231
230 quevedo
estaba en aquel hábito, no hacía sino mirarme; ha poca posibilidad en todas partes. El don Diego se
bló a las mujeres y tratólas de primas, y a todo esto me ofreció, y me pidió perdón del agravio que me
no hacía sino mirarme. Yo me estaba con el repos había hecho en tenerme por el hijo del barbero, y
tero hablando; y los otros dos, que eran sus amigos, añadía: «No creerá v. m.: su madre era hechicera,
5 estaban en gran conversación con él. Preguntóles su padre ladrón, su tío verdugo, y él, el más ruin 5
—según se echó después de ver—mi nombre, y hombre y el más mal inclinado que Dios tiene en el
ellos dijeron: «don Felipe Tristán, un caballero muy mundo». ¿Qué sentiría yo, oyendo decir de mí en
honrado y rico». Víale yo santiguarse. Al fin, delan mi cara tan afrentosas cosas? Estaba—aunque lo di
te de ellas y de todos, se llegó a mí, y dijo: «V. m. simulaba—como en brasas. Tratamos de venirnos
10 me perdone; que por Dios que le tenía, hasta que al lugar. Yo y los otros dos nos despedimos, y don 10
supe su nombre, por bien diferente de lo que es; Diego se entró con ellas en el coche. Preguntólas
que no he visto cosa más parecida a un criado que que qué había sido la merienda y el estar conmigo;
yo tuve en Segovia, que se llamaba Pablos, hijo de y la madre y tía le dijeron cómo yo era un mayo
un barbero». Riéronse todos mucho, y yo esforcé razgo de tantos mil ducados de renta, y que me
is me, para que no me desmintiese la color; y díjele quería casar con Anica; que se informase, y vería si 15
que tenía deseo de ver aquel hombre, porque me era cosa, no sólo acertada, sino de mucha honra
habían dicho infinitos que le era parecidísimo. para todo su linaje. En esto pasaron el camino hasta
«¡Tesús!—decía don Diego—¿Cómo parecido? En el su casa, que era en la calle del Arenal, a San Felipe.
talle, en la habla, en los meneos, no he visto tal Nosotros nos fuimos a casa juntos como la otra
20 cosa. Digo, señor, que es admiración grande, y que noche. Pidiéronme que jugase, cudiciosos de pelar- 20
no se ha visto otra cosa tan parecida jamás». Enton me; yo entendí la flor y sentóme; sacaron naipes
ces las viejas, tía y madre, dijeron que cómo era estaban hechos—; perdí una mano, di en irme por
posible que a un caballero tan principal se parecie
22 hechos, ‘arreglados para la trampa’; Z..,i62ó, dice eran-hechizos,
se un picaro tan bajo como aquél; y porque no sos-
como pasteles. Hechizo es ‘falsificado, contrahecho’: «Esta gorra que
52 pechase nada de ellas, dijo la una: «Yo le conozco parece | suelo de pastel hechizo» (Lope, no vieran las mujeres,
muy bien al señor don Felipe, que es el que nos «Obras sueltas», X, 541).
22 irme por abajo: alude a la trampa llamada ida: «Hay muchos gé
hospedó, por orden de mi marido, que fué grande
neros de fulleros: unos son diestros por garrote, y otros por una ida»
amigo suyo, en Ocaña». Yo entendí la letra, y dije {Capitulaciones de la vida de la Corte, Rivad., XXIII, 463 a). No me
que mi voluntad era y sería de servirlas con mi represento cómo sea esta trampa, y prefiero no hacer conjeturas.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 233
232 QUEVEDO
abajo, y ganéles cosa de trecientos reales; y con «Venga el fraile en hora buena.
tanto me despedí y vine a mi casa. —Es hombre grave en la orden—replicó Pero
Topé a mis compañeros, licenciado Brandalagas López—, y como ha salido, se quiere entretener,
y Pero López, los cuales estaban estudiando en unos que él más lo hace por la conversación.
5 dados algunas tretas. En viéndome lo dejaron, cudi- —Venga por lo que fuere. 5
ciosos de preguntarme lo que me había sucedido. —No han de entrar más de fuera, por el reca
Yo venía cariacontecido y encapotado; no les dije to...—dijo Brandalagas.
más de que me había visto en grande aprieto: —No hay tratar más», dijo el huésped.
contóles cómo había topado a don Diego, y lo que Con esto ellos quedaron ciertos del caso, y creída
10 me había acontecido; consoláronme, aconsejándome la mentira. Vinieron los acólitos, y ya yo estaba con 10
que disimulase y no desistiese de la pretensión por un tocador en la cabeza y mi hábito de fraile beni
ningún caso. to, unos antojos y mis barbas, que por ser atusadas
En esto supimos que se jugaba, en casa de un ve no desayudaban. Entré muy humilde, sentóme, em
cino boticario, juego de parar o pintas; entendíalo pezóse el juego; ellos levantaban bien: iban tres al
15 yo entonces razonablemente, porque tenía más flo mohíno; pero quedaron mohínos los tres, porque 15
res que un mayo y barajas hechas, lindas. Determi yo, que sabía más que ellos, les di tal gatada, que
né de irles a dar un muerto (que así se llama el en en espacio de tres horas me llevé más de mil y tre
terrar una bolsa). Envié los amigos delante; entra cientos reales. Di baratos, y con mi «loado sea
ron en la pieza, y dijeron que si gustarían jugar con nuestro Señor» me despedí, encargándoles que no
20 un fraile benito, que acababa de llegar a curarse en recibiesen escándalo de verme jugar, que era entre- 20
casa de unas primas suyas, que venía enfermo y tenimiento y no otra cosa. Los otros, como habían
traía mucho del real de a ocho y escudos. Crecióles perdido cuanto tenían, dábanse a mil diablos; des
a todos el ojo, y clamaron: pedíale, salímonos fuera.
Venimos a casa a la una y media de la noche, y
14 Parar,pintas y carteta eran juegos iguales; v. más adelante lo acostámonos después de haber partido la ganancia. 25
que decimos de la carteta.
16 mayo, ‘árbol de mayo’. V. Dic. Acad., que copia el Dic. Aut. y
11 tócador; v. pág. 89, n. 3.
da como actual una costumbre desaparecida.
11 Z., 1926 añade que tn cierta ocasión vino a mi poder, para expli
16 barajas hechas, lindas, es decir, lindamente hechas o adobadas
car que Pablos tenga ese hábito.
parala trampa, (V. arriba,'pág. 231 lín. 22). | Puntuando así, adquiere
15 tres al mohíno', v. pág. 75, n. 11.
sentido esta frase, ininteligible sin la coma.
234 QUEVEDO HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 23$
Consolóme con esto algo de lo sucedido, y a la ma ridades me han de acabar; habíanme dicho las ma
ñana me levanté a buscar mi caballo, y no hallé por ñas, y quise porfiar con él». Traía el lacayo ya el
alquilar ninguno, por lo cual conocí que había otros caballo, que se paró luego; yo torné a subir, y ya al
muchos como yo. Pues andar a pie parecería mal y ruido estaba a la ventana don Diego Coronel, que
5 más agora, fuíme hacia San Felipe, y topé con un vivía en la misma casa de sus primas. Yo, que le vi, 5
lacayo que tenía un caballo de un letrado, y le me demudé. Preguntóme si había sido algo; dije
aguardaba, que se había acabado de apear a oir que no, aunque tenía estropeada una pierna. Dába
misa; metíle cuatro reales en la mano, porque mien me el lacayo priesa, porque no saliese su amo y le
tras su amo estaba en la iglesia me dejase dar dos viese, que había de ir a palacio; y soy tan desgra
10 vueltas con el caballo por la calle del Arenal; dílas ciado, que estando en el caballo diciéndome que nos 10
arriba y abajo, sin ver nada; y al dar la tercera vuel fuésemos, llegà por detrás el letradillo, y conocien
ta, asomóse doña Ana. Yo, que la vi—y no sabía do su rocín, arremete a! lacayo y empieza a darle de
las mañas del caballo, ni era buen jinete—, quise ha puñadas, diciendo en altas voces que qué bellaque
cer galanterías; díle dos varazos, tiróle de la rienda; ría era dar su caballo a nadie; y lo peor fué que,
15 empinóse, y dio luego dos coces; y apretó a correr, volviéndose a mí, me dijo que me apease con Dios, 15
y dió conmigo por las orejas en un charco. Yo, que muy enojado. Todo pasaba a vista de mi dama y de
me vi así, y rodeado de niños que se habían alle don Diego: no se ha visto en tanta vergüenza nin
gado, y delante de mi señora, comencé a decir: «¡Oh gún azotado. Estaba tristísimo de ver dos desgra
hi de puta, no fuérades vos valenzuelal Estas teme- cias tan grandes en un palmo de tierra. Al fin me
hube de apear; subió el letrado, y fuese; y yo, por 20
ii Z., 1626, calle arriba y calle abajo. hacer la deshecha, quedóme hablando desde la calle
ig valenzuela-. hubo una casta de caballos de este nombre, de la
con don Diego, y dije:
cual trata D. Luis de Bañuelos y de la Cerda en su Libro de la Jine
ta y descendencia de los caballos guzmanes, que por otro nombre se lla «En mi vida subí en tan mala bestia. Está ahí en
man valenzuelas, 1605, (ed. Biblióf. Españoles, t. XIV, Madrid, San Felipe mi caballo el overo, y es desbocado y
1877); el primer semental de dicha casta lo vendió un arriero de Cór
forzado en la carrera; dije cómo yo le corría y ha- 25
doba a D. Luis Manrique, hijo de los duques de Nájera; aquel arrie
ro se llamaba Guzmán, «de donde le quedó al caballo de allí adelan cía parar; dijeron que allí estaba otro en que no lo
te llamarse guzmán y a todos sus hijos guzmanes» (ob. cit., pág. 13);
eran caballos estimadísimos por su ligereza y su planta; distinguióse F. Rodríguez Marín, Poesías de Vélez de Guevara, «Rev. de Arch.,
en su seleción don Juan de Valenzuela, caballerizo mayor del du Bibl. y Mus.», 1908, II, pág. 66, nota 2. Falta esta palabra en el
que de Sesa,del cual les quedó su segunda denominación. Véase: Acad.
_
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236 QUEVEDO
4 y 6 si fué, si siento: era frecuente la supresión del pronombre 25 con él en vez de «conmigo»: el narrador se olvida de que viene
atributo o complemento en estas frases; v. A. Castro, Teatro anti hablando de sí mismo.
guo español, 1917, II, p. 200.
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QUEVEDO
ba riquísimamente. No aguardó más don Diego, y —Sea en buen hora», dije yo. Tomé la suya
partiendo para su casa, encontró con aquellos dos ca inocentemente, y dile la mía; ofrecíle mi persona
balleros amigos míos, el del hábito y el de la cadena, para hacerle espaldas; mas él que tenía trazado
junto a la Puerta del Sol, y contóles lo que pasaba; el deshacerme las mías—dijo que le importaba el
5 y díjoles que se aparejasen, y que a la noche en ir solo, que me fuese yo, y no me hube bien apar- 5
viéndome en la calle, que me magullasen los cas- tado, cuando ordena el diablo que dos que a él
' eos, y que me conocerían en la capa que él traía, le aguardaban para darle de cintarazos por una mu
que la llevaría yo. Concertáronse, y en entrando jercilla, entendiendo, por la capa, que era don
en la calle, topáronme; y disimularon de tal suerte Diego, levantan y empiezan una lluvia de cintara
10 los tres, que jamás pensé que éramos tan amigos zos sobre mis espaldas y cabeza, que di voces, y en
como entonces. Estuvímonos en buena conversa ellas y la cara- conocieron que no era yo don Die
ción, tratando de lo que sería bien hacer a la noche, go. Huyeron, y yo me quedé en la calle y con los
hasta el avemaria. Entonces despidiéronse los dos, palos; disimulé tres o cuatro chichones que tenía, y
y echaron hacia abajo; y yo y don Diego quedamos detúveme un rato, que no me atreví a entrar en la
15 solos, y echamos a San Felipe. Llegando a la en calle de miedo. Al fin, a las doce que eia la hora
trada de la calle de la Paz, dijo don Diego: en que solía hablar con mi niña-, llegué a la puer
—«Por vida de don Felipe, que troquemos capas, ta, y en emparejando, cierra uno de los dos que
que me importa pasar por aquí y que no me co me aguardaban por don Diego, con un gairote,
nozcan. y dame dos palos en las piernas, que me derribó en
el suelo; y llega el otro, y dame un chirlo de oreja 13
17
*15
20
13 avemaria, ‘toque de campanas al anochecer, cuando se reza a oreja, y quítanme la capa y déjanme en el suelo,
el ángelus*. Falta esta acepción en el Dic. Acad. diciendo: «Así pagan los picaros embusteros mal
15 San Felipe: iglesia que estaba situada a la entrada de la calle
Mayor, frente a lo que fué Palacio de Oñate; sus gradas eran, el cé nacidos». Comencé a dar gritos y a pedir confesión,
lebre lugar de reunión llamado el «mentidero». Fué construido en y como no sabía lo que era—, aunque sospechaba
1547; se incendió en 1718; fué reedificado y desapareció definitiva por las palabras que acaso era el huésped de quien
mente hacia 1835.
17 El trueque de capas era estratagema usual; v. Tirso, «Qás.
Castell.», 1922 p., 269 y 278. Las capas aquí aludidas eran de color; 17 El ms., empezando en vez de emparejando (Z., 1626), esta últi
comp:. «—¿Quieres capa de color? | —Nunca a las cosas de amor | ma lección debe ser la buena, porque Pablos no ha comenzado a
va de color el discreto; | por el color se dan señas | de un hombre hablar con su novia; en otro caso ésta figuraría en la escena. Cuando
en un tribunal» (Lope, Peribañez, ed. Rivad,, p. 248)- Pablos «empareja» con los que le aguardaban, recibe el garrotazo.
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240 QUEVEDO
el año no se vaciaba la posada de gente. Era de ver rrándolos; y elevaciones, mirando arriba. Pues tra
cómo ensayaba una muchacha en el taparse. Lo pri tada en materia de afeites, cuervos entraban, y las
mero enseñábala cuáles cosas había de descubiii de corregían las caras de manera que, al entrar en sus
su cara; a las de buenos dientes, que se riesen siem- casas, de puro blancas no las conocían los maridos;
5 pre, aunque fuese en los pésames; a las de buenas y en lo que ella era más extremada era en hacer 5
manos, se las enseñaba a esgrimir; a las rubias en doncellas no lo siendo. En solos ocho días que yo
señaba un bamboleo de cabellos y un asomo de estuve en casa la vi hacer todo esto y (para remate
guedejas por el manto y por la toca; a las de buenos de lo que era) enseñar a pelar,y refranes que dijesen,
ojos, lindos bailes con las niñas y dormidillos, ce a las mujeres. Allí les decía cómo habían de encajar
la joya: las niñas por gracia, las mozas por deuda, 10
2 Sabido es que las mujeres solían andar tapadas con un manto y las viejas por respeto y obligación. Enseñaba pe-
(v. Calderón, El escondido y la tapada)’, Tirso alude a ello: «¡Oh me diduras para dinero seco, y pediduras para cadenas
dio ojo que me aojó, | ohatisbar de basilisco, | oh tapada a lo mo
y para sortijas. Citaba a la Vidaña, su concurrente
risco»!» (Amor médico, Rivad., V, 385 A Desde fines del siglo xvi
prohibía la Nueva Recopilación ( ley 11, tit. III, lib. V) que las mujeres en Alcalá, y a la Placiosa, en Burgos, mujeres de
anduviesen cubiertas, aun dentro de la iglesia (v. Bcurlano, Homen. todo embuste. Esto he dicho para que se me tenga 15
M. Pidal, II, 353). Los Annales d’Espagne, de Alvarez de Colmenar, lástima de ver a las manos que vine, y se ponde
que tan bien describen las costumbres de fines del siglo xvn, cuen
tan: «Celles qui veulent se trouver dans ces promenades sans être ren mejor las razones que me dijo; y empezó por es
connues, se chargent de certaines «mantes-», comme on !es appelle, tas palabras—que siempre hablaba por refranes—:
dont elles se couvrent la tête et le visage; mais elles savent se dé
couvrir a propos à ceux qui leur plaisent.» (ed. Amsterdam, 1741, III, gados, y al descuido adormecidos» (La lia fingida, Rivad., I, 246 ap
3237)- Se alude a ello en una copla: «Por tres cosas te he querido: |
9 dormidillos es sustantivo, diminutivo de dormido-, «La aguileña por morena, | por alegre | y por los ojos dormidos, | que aprisiona
acostando la vista en el dormido de los ojos, dijo» (Perinola, Rivad., dos me tienen» (R. Marín, Cantos poptilares, II, 65).
xlviii, 471 Comp.: «Ninguna mujer que tuviere buenos ojos y 4 Dice Alvarez de Colmenar: “Las damas españolas se ponen
buena boca y buenas manos, puede ser hermosa ni dejar de ser una todas colorete en el rostro; ni una deja de hacerlo... No miran esto
pantasma; porque en preciándose de ojos, tanto los duerme, y los como afeite; llaman así solamente a la mezcla del blanco con el co
arrulla, y los eleva, y los mece, y los flecha, que no hay diablo que lorete; se untan al acostarse y al levantarse» (Annales d' Espagne, ed.
la pueda sufrir» [Libro de todas las cosas, Rivad., xxin, 480 a), y el cit., III, 326). V. Quevedo, Hora de todos (Rivad., XXIII, 388 b), y
romance a una«Niña anciana de ojos dormidos»:¡«Tus dos ojos,Mari nuestra edc. de Tirso, «Cías. Cast.» 1922, p. 23, nota.
Pérez, | de puro dormidos roncan...» (Rivad., lxix, 172 ¿). Con la 7 ‘y para acabar de decir cómo era’.
forma dormidillos compara Fernández Guerra «cernidillos» (Rivad., 8 pelar, ‘comerle a uno su hacienda, como hacen las rameras
xxrn, 521 w.). Este coqueteo, con ojos lánguidos, debia estar más flue pelan a los mancebos’ (Covarrubias).
en moda que ahora, por otras alusiones que hallo: «Ojos negros, ras- 10 la joya, ‘la petición de la joya’.
QUEVEDO HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 245
244
«De do sacan y no pon, hijo don belipe, presto gaste las faldas con quien hace sus mangas. Yo te
llegan al hondón*, de tales polvos, tales lodos, de juro que hubieras ahorrado muchos ducados, si te
tales bodas, tales tortas. Yo no te entiendo, ni sé hubieras encomendado a mí, porque no soy nada
tu manera de vivir; mozo eres, y no me espanto que
hagas algunas travesuras, sin mirar que, durmien descansada | , como algún tiempo me vi?... | ¿Cuándo de mis redo-
do, caminamos a la huesa: yo, como montón de millas I veré los blancos afeites, | las unturas, los aceites, | las ado
badas pasillas?» (Edie. Schevill-Bonilla, p. 150J.
tierra, te lo puedo decir. ¿Qué cosa es que me t que gaste las faldas con quien hace sus mangas, ‘que sólo con
digan a mí que has desperdiciado mucha hacienda ceda sus favores a quien ella despluma2 *4. La frase es enredada
sin saber cómo, y que te han visto aquí ya estu Manga era obsequio o presente: «dándole mangas y otros favores»
{Marcos de Obregón, ed., «Clás. Cast.», II, 95); «buenas son mangas
diante, ya picaro, ya caballero, y todo por las com después de Pascua» {Quijote, I, 31): «se dice cuando lo que deseamos
pañías? Dime con quién andas, y diréte quién eres, se viene a cumplir algo después de lo que nosotros queríamos». (Co
cada oveja con su pareja; sábete hijo, que de la varrubias.) En el Quijote, I, 38, aparece una frase que a nadie se nos
ocurrió comparar con la de nuestro texto: «porque de faldas, que
mano a la boca se pierde la sopa. Anda, bobilllo, no quiero decir de mangas, todos [los letrados] tienen en que en
que si te inquietaban mujeres, bien sabes tú que tretenerse». Clemencín explicó así: <mangas suele significar lo mis
soy yo fiel perpetuo en esta tierra de esa mercadería, mo que regalos...; por oposición a estos provechos eventuales, de
notados por mangas, faldas significa el estipendio señalado, los de
y fué mi sustento de las posturas. Hijo mío, lo fino y rechos corrientes y fijos». Los demás comentaristas se limitan a re
lo verdadero es no andarte con un picaro y otro producir esta explicación, aunque sin citar su origen. Covarrubias
picaro, tras una alcorzada y otra redomada, que nota algo curioso, no mencionado: «Aunque me cortaron las faldas
largas, me quedaron lan mangas: cuentan haberlo dicho un señor
que le habían quitado un pedazo de su hacienda, siendo ella toda
mucha». En el Quijote, II, 51, vuelve a aparecer la expresión, al es
2 Así hablaban también Celestina, y Gerarda en La Dorotea, de cribir Saneho a don Quijote: «aunque si me dura el oficio, yo bus
caré que enviar, de. haldas o de mangas». Con posterioridad a Co
Lope.
15 fiel ejecutor: «es cargo en las repúblicas del que tiene cuida varrubias (1611) dice el Vocabulario de Franciosini (1620). «hacer un
do de mirar las mercaderías que se venden, y si se da en ellas el negocio de manga significa «far una cosa con subornazione», y este
sentido de ‘trampa, negocio sucio' es el que tiene en la Picara fus
peso justo y fiel». (Covarrubias.)
16 postura, ‘el precio en que se pone alguna cosa venal’. (Cova lina-. «porque no había lugar de hacer mangas de lana» (ed., Puyol,
II, 229, frase que el editor interpreta con duda). El origen de todo
rrubias.)
18 alcorzada, untada de afeites, dicho por la alcorza que recubría esto no está claro; ¿se trata de manga del vestido? ¿de la manga en
los dulces. Hay otro juego de palabras en redomada, que no signifi que se envolvían las ropas y efectos? Leemos enZa Dorotea deLope:
ca sólo ‘astuta4, sino también ‘untada con los ungüentos de las redo «Un vestido negro y alguna ropa blanca en una manga verde, que
mas’. Dice una dueña en La casa de los celos, de Cervantes: «¿Cuán me prestó Ludovico» (mi edic.. p. 42); y en El remedio en ta desdicha»
do me veré, ¡ay de mí!, | con mi almohadilla, sentada | en estrado y «Dame una manga bordada | de aljófar y oro, a dos haces» (t. 39 de
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN_____ 2Af]
246 QUEVEDO
amiga de dineros; y por mis enterrados y difuntos ñar y a decir que era otra Guia; que no es de es
(que ansi yo haya buen acabamiento), que aun lo pantar, que con tales guías vamos todos descami
que me debes de la posada, no te lo pidiera ahora, nados. Yo la conté su dinero; y estándoselo dando,
a no haberlo menester para unas candelicas y hier- la desventura, que nunca me olvida, y el diablo, que
5 bas>; que trataba en botes sin ser boticaria, y si la se le acuerda de mí, trazó que la venían a pren- 5
untaban las manos, se untaba y salía de noche por der por amancebada, y sabían que estaba el amigo
la ventana del humo. en casa. Entraron en mi aposento, y como me vie
Yo que vi que acabó la plática y sermón en pe ron en la cama, y a ella conmigo, cerraron con am
dirme—que con ser su tema, acabó en él, y no em- bos, y diéronme cuatro o seis empellones muy
10 pezó, como todos hacen—, no me espanté de la vi grandes, y arrastráronme fuera de la cama, a elia la 10
sita, que no me la había hecho otra vez mientras ha tenían asida-otros dos, tratándola de alcahueta y
bía sido su huésped, sino fué un día que me vino a bruja. ¡Quién tal pensara de una mujer que hacía la
dar satisfaciones de que había oído que me habían vida referida! A la voz de el alguacil, y a mis
quejas, el amigo, que era un frutero que estaba en
dicho no sé qué de hechizos, y que la quisieron
15 prender, y se escondió. Al fin me vino a desenga un aposento de adentro, dio a correr. Ellos que lo 1 56
*10
vieron, y supieron—por lo que decía otro huésped
de casa—, arrancaron tras el picaro y asiéronle, y
«Clás. Cast.», p. 67,). ¿Se mandarían los regalos cohechadores en es dejáronme a mí repelado y apuñeteado; y con todo
tas fundas o envoltorios? ¿O las mangas regaladas eran de verdad mi trabajo, me reía de lo que los picaros decían a la
mangas, como quiere Rodríguez Marín, ed. Quijote, II, 469? Habría
Guía, porque uno la miraba y la decía: «¡Qué bien os 20
que ver otros textos además de ese de la La lozana andaluza. Re
cordemos aun aquel refrán de Correas: «Comeldo vosotras, mangas, 1 Es decir que la mujer que buscaban era otra, apellidada Guia
que por vos honra me catan» (p. 358.)—De todas maneras, ya se como ella; v. pág. 242, lin. 2. . . . .
comprende nuestro difícil pasaje; quizá en gastar las faldas haya do 2 vamos ‘vayamos'. Aun se conserva ese subjuntivo etimológico
ble sentido, y signifique a la vez ‘conceder la mujeres sus favores' (vadamus) en el español de América. Era de uso frecuente, «mira tú
y ‘gastar las faldas en el trato amoroso*; en hacer sus mangas si puedes hacer cómo nos vamos». (Quijote, I, 4°-)
hay alusión al regalo y a la trampa. 5 venían; Z., 1626, vinieron-, usábase entonces el indicativo en
6 Acerca de estas unturas, v. la edic. del Coloquio de los perros muchas oraciones subordinadas: «Es posible que no entiende v. m.»
de Cervantes, por A. G. de Amezúa, pág. 637. Solían emplearse la (Quijote, 1, 48J, casos en que la lengua actual impone rigurosamente
cicuta, el beleño, el solano y la mandràgora, drogas productoras del el subjuntivo.
estado narcótico en que caían las brujas. 19 trabajo, ‘sufrimiento1*. Los inquisidores, antes de atormentai
10 espantar significa sencillamente ‘asombrar1, no ‘causar espan a sus víctimas, las exhortaban a decirla verdad pata que no se vie
to1, único sentido que hoy tiene este verbo. sen en «trabajo».
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248 QUEVEDO
estará una mitra, madre, y lo que me holgaré de veros Hallóme sin dinero, porque los cien reales se
consumieron en la cura y la comida y la posada; y
consagrar tres mil nabos a vuestro servicio!» Otro:
«Ya tienen escogidas plumas los señores alcaldes, así, por no hacer más gasto, no teniendo dinero,
para que entréis bizarra». Al fin trajeron al pica- determiné de salirme con dos muletas de la casa, y
5 rón, y atáronlos a entrambos; pidiéronme perdón, vender mi vestido, cuellos y jubones, que era muy 5
y dejáronme solo. bueno. Rícelo, y compré con lo que me dieron un
Yo quedé algo aliviado de ver a mi buena hués coleto de cordobán viejo y un jubonazo de estopa
peda en el estado que tenía los negocios; y así, famoso, mi gabán de pobre, remendado y largo, y
mis polainas y zapatos grandes, con la capilla del
no tenía otro cuidado sino el de levantarme a tiem-
gabán en la cabeza; un Cristo de bronce traía col- 10
10 po que la tirase yo mi naranjazo; aunque—según las
gado del cuello. Impúsome en la voz y frasis dolo
cosas que contaba una criada que quedó en casa—
ridas de pedir un pobre que entendía del arte mu
yo desconfié de su prisión, porque me dijo no sé
cho; y así, comencé luego a ejecutado por las cabes.
qué de volar, y otras cosas que no me sonaron bien.
Cosíme sesenta reales, que me sobraron, en el ju
Estuve en la casa curándome ocho días, y apenas
bón; y con esto me metí a pobre, fiado en mi bue- 15
15 podía salir; diéronme doce puntos en la cara, y hube
na prosa. Anduve ocho días por las calles aullando
de ponerme muletas.
en esta forma, con voz dolorida y reclamamiento de
plegarias: «Dadle, buen cristiano, siervo del Señor,
4 V. antes págs. 18 y 31. A Quevedo le encanta aludir una y
otra vez a este asunto. V. la letrilla: «Érase que se era | (y es al pobre lisiado y llagado; que me veo y me deseo».
cuento gracioso^ | una viejecita | de tiempo de moros... | Y no paró Esto decía los días de trabajo; pero los de fiesta 20
aqui | este fiero monstro, | digno por la mitra | de obispar con
tronchos... | Sacaron la vieja | en un asno romo, | con una monte
comenzaba con diferente voz, y decía: «Fieles cris
ra | de papelón gordo... ¡ Llovieron los niños | oepino y cohom tianos devotos del Señor, por tan alta princesa como
bros; | todos la acertaron, | tuertos y bisojos». {Rivad., LXIX, 234 a.; la Reina de los Angeles, Madre de Dios, dadle una
«Los tres materiales que la justicia da a las alcahuetas en Castilla,
que son, miel, pluma e coroza; y el cuarto, el asiento más alto en
la picota». (G. Fernández de Oviedo, Quinquagenas, p. 65.) 11 frasis-. «los vocablos y frasis de hablar corrompió el uso»
Este suplicio de emplumamiento, tan grato al vulgacho de todas
(Guzman de Alfarache., Rivad., III, 250 d).
partes, duró en España hasta 1834; cada época tiene su sensibilidad, 19 El ms. no me veo\ pero dejo el texto de Z., 1626, comp.. «Ver
y Quevedo estaba, en ese punto, acorde con sus contemporáneos. y desear. (Cuando se ven cosas buenas que no se pueden haber)»,
4 bizarro, ‘lucido, muy galán*. Comp.: «Tanta bizarría de trajes».
(Correas, Voc. de refr., 432 ¿). Lo corriente hoy es «me veo y me
(W-1, 49-)
deseo».
13 Comp. pág. 17, lín. 20.
250 QUEVEDO HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 25 I
limosna al pobre tullido y lastimado de la mano del no decía más de Jesú; y movía a mas compasión. Al
Señor». Y paraba un poco, que es de grande im fin, yo mudé de frasis, y cogía maravillosa mosca.
portancia, y luego añadía: <Un aire corruto, en hora Llevaba metidas entrambas piernas en una bolsa
menguada, trabajando en una viña, me trabó mis de cuero y liadas, y mis dos muletas. Dormía en un
5 miembros; que me vi sano y bueno, como se ven y portal de un cirujano con un pobre de cantón, uno 5
se vean, loado sea el Señor». de los mayores bellacos que Dios crió; estaba ri
Venían con esto los ochavos trompicando, y ga quísimo, y era como nuestro retor; ganaba más que
naba mucho dinero; y ganara más, si no se me atra todos. Tenía una potra muy grande, y atábase con un
vesara un mancebón mal encarado, manco de los cordel el brazo por arriba, y parecía que tenía hin
10 brazos y con una pierna menos, que me rondaba las chada la mano y manca, y calentura, todo junto. Po- 10
mismas calles en un carretón, y cogía más limosna níase echado'boca arriba en su puesto y con la po
con pedir mal criado. Decía con voz ronca, rematan tra defuera, mayor que la mayor bola de bolos y aun
do en chillido: «Acordaos, siervos de Jesucristo, del de puente, y decía: «¡Miren la pobreza y el regalo
castigado del Señor por sus pecados; dadle al pobre que hace Dios al cristiano!» Si pasaba mujer, decía.
15 lo que Dios reciba»; y añadía: «Por el buen Jesú», y «¡Ah, señora hermosa, sea Dios en su ánima!», y las 15
ganaba que era un juicio. Yo advertí, y quité la s, y3 más, porque las llamase así, le daban limosna, y
pasaban por allí aunque no fuese camino para sus
3 V. pág. 83, n. 10.
en azotes lo paga, que es un juicio» {Guzmán de Alfarache, Rivad.,
15 La pronunciación Jesú es regresión de Jesucristo, y se usó
III, 251 ¿). Teniendo en cuenta el sentido que aún se da a esta frase
mucho en la Edad Media; aparece en La Celestina y más tarde:
en Andalucía (‘haber bulla, jaleo, aglomeración de gente'), nuestro
D.a Marta. ¿Luego quise yo jamás texto quiere decir ‘ganaba sumas crecidísimas1. De la. noción de
a don Felipe? «juicio final», se destacó la de «gran muchedumbre, cantidad increí
D.a Lucía. ¡Jesú!
ble», etc.
¿Querer? ¡bonita eres tú! 8 potra, ‘hernia1. Las variadas trapacerías de los mendigos se
(Tirso, Marta la piadosa, Rivad., V, 442 b). refieren en los Discursos del amparo de los legítimos pobies y reduc
En la exclamación vulgar andaluza \Jozú\ sobrevive esa pronun ción de los fingidos..., por el Doctor Cristóbal Pérez de Herrera, Ma
ciación. drid, 1598 (cit. por Fernández Guerra, Rivad., XXIII, 522 ¿). Esta
16 era un juicio. Comp.: «De zapateadores no digo nada, que es obra es un curioso proyecto de moralización de la turba de vaga
un juicio los que tiene muñidos». {Quijote, II, 19.) Rodríguez Marín bundos que en todo tiempo ha infestado la Coi te. El autor obser
no explica bien la frase por atenerse a la 14.a edic. del Dic. Acad.\ vó atentamente la vida de los falsos y verdadeios mendigos, y
la edic. actual dice con mejor sentido: una cosa un juicio. Ser cuenta muchas anécdotas que recuerdan estos rasgos que piesenta
de ver, o de admirar». Comp.: «Si acaso en ello [hurtando] lo hallan, Quevedo.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN_____ 253
252 QUEVEDO
dían y sonsacaban de la compañía; hablaba ya de mías, y había sus ánimas de purgatorio y sus demo
entender la comedia, murmuraba de los famosos, nios, que se usaban entonces. Caíale muy en gracia
reprehendía los gestos a Pinedo, daba mi voto en al lugar el nombre de Satán en las coplas, y el tra
el reposo natural de Sánchez, llamaba bonico a Mo- tar luego de si cayó del cielo, y tal. En fin, mi co
5 rales; pedíanme el parecer en el adorno de los tea media se hizo y pareció muy bien.
tros y trazar las apariencias. Si alguien venía a leer No me daba manos a trabajar, porque acudían a
comedias, yo era el que la oía. mí enamorados, unos por coplas de cejas, otros de
Al fin, animado con este aplauso, me desvirgué ojos; cuál, soneto de manos, y cuál, romancico para
de poeta en un romancico, y luego hice un éntre cabellos. Para cada cosa tenía su precio, aunque
lo mes, y no pareció mal. Atrevíme a una comedia, y como había otras tiendas, porque acudiesen a la 10
porque no escapase de ser divina cosa, la hice de mía, hacía barato. ¿Pues villancicos? Hervían sacris
Nuestra Señora del Rosario. Comenzaba con chiri- tanes y demandaderas de monjas; ciegos me susten
taban a pura oración—ocho reales de cada una , y
calzones, tijeras, etc.), constan de dos partes, se nombraron en plu
ral, y más precisamente con el dual par, otros objetos denominados me acuerdo que hice entonces la del Justo Juez,
en plural en la época clásica, como casas, se convirtieron a veces en grave y sonora, que provocaba a gestos. Escribí 15
«un par de casas». (N. Alonso Cortés, Una corte literaria, p. 83).
para un ciego, que las sacó en su nombre, las famo
Las gramáticas no estudian este dual ficticio.
16 (pág. 259) autores, ‘directores de compañía . sas que empiezan:
3 Pinedo, Sánchez y Morales, famosos actores. Baltasar Pinedo,
elogiado por Lope, representó comedias de éste; hay noticias de re Madre del Verbo humanal
presentaciones suyas desde 1599 a 1613. Hernán Sánchez de Vargas, hija del Padre divino,
de la misma época que el anterior; dice Lope de La Flermosa Ester. dame gracia virginal, etc. 20
«Representóla el famoso Sánchez, con notable autoridad y aplauso». Fui el primero que introdujo acabar las coplas,
Y de Alonso de Morales dice Claramonte en su Letanía Moral, im
presa en 1612: «Alonso de Morales, príncipe de los representantes, como los sermones, con aquí gracia y después su
que mereció en sus días llamarse el Divino, por el ingenio y por la gloria, en esta copla de un cautivo de Tetuán.14
representación». (V. Rennert, ob. cit. y Rivad., XXIII, 524)-
6 apariencias, ‘decoraciones y tramoyas'.
12 Por diversa senda llegan a coincidir aquí Cervantes y Queve- 2 Z., 1626 añade: entonces, con su «bu, bu» al salir,y su «ri, ri* al
do. De estas comedias de santos se dice en el Quijote-, «Pues ¿qué, si entrar.
venimos a las comedias divinas? ¡Qué de milagros falsos fingen en 14 Recuérdese que (pág. 117» 2I)’sacr^stan deMajalahon-
ellas, qué de cosas apócrifas y mal entendidas, atribuyendo a un san da compuso también una oración análoga, con iguales requisitos.
to los milagros de otro!», etc. (I, 48). V. Fernández Guerra, Rivad., Había una «oración del Justo Cordero» que sería parecida a esta del
Justo Juez; v. Picar a Justina, edic. Puyol, III, 213.
2Ó2 HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN
QUEVEDO
comí aquel día. Supiéronlo los compañeros, y fué esto, porque una, a cuya ocasión había hecho yo unos
celebrado el cuento en la ciudad. Y destas cosas villancicos, se aficionó en un auto del Corpus, de mi,
me sucedieron muchas, mientras perseveré en el
oficio de poeta, y no salí del mal estado. Sucedió, así acontecía en los siglos xvi y xvii. La costumbre debía ser anti
gua; en los Refranes de Hernán Núñez (1556) figura como tradicio
5 pues, que a mi autor—que siempre paran en esto—, nal: «Amor de monjas y fuego de estopa y viento de c..., todo es
sabiendo que en Toledo le había ido bien, le ejecu uno». Santa Teresa se escandaliza de la inmoralidad de los conven
taron por no sé qué deudas, y le pusieron en la cár tos: «más ha de temer el fraile y la monja... a los mesmos de su casa,
que a todos los demonios» {Rivad., LUI, 35 a.) El galantear a las
cel; con lo cual nos desmembramos todos, y echó monjas debió ser, sobre todo, discreteo y juego sentimental. Así como
cada uno por su parte. Yo—si va a decir verdad—, las cofradías tenían algo de casino, los amoríos monjiles, reflejados
lo aunque los compañeros me querían guiar a otras por la literatura recuerdan el «preciosismo» de los salones; des
conocidos éstos para la vida española de la época,los enrejados y las
compañías, como no aspiraba a semejantes oficios, celosías fueron muro de rebote para la galantería barroca de los con
y el dar en ellos era por necesidad, ya que me temporáneos de Quevedo y Góngora. No se olvide además la cifra
veía con dineros y bien puesto, no traté más que de enorme de conventos y de mujeres sustraídas a la vida social: algo
habían de hacer. Con tan extraño devaneo revivieron los viejos
holgarme. conceptos del «amor perfecto» a la manera provenzal, cuyos temas
15 Despedíale de todos; fuéronse; y yo, que entendí perduraban en los cancioneros cortesanos; la técnica de los amores
salir de mala vida con no ser farsante, si no lo ha monacales debía parecer arcaica. A los interesados en esa romántica
aventura se les brindaba ocasión para ejercitar la agudeza y arte de
v. m. por enojo, di en amante de red, y por hablar ingenio. Cierto que algunas veces las cañas se tornaban lanzas, y ha
mas claro, en pretendiente de Antecristo, que es lo bía fugas, escalos y sacrilegios, como refiere José Pellicer en sus
mismo que galán de monjas. Tuve ocasión de dar en Avisos de 1639 a 1644 {Semanario Erudito de Valladares, t. 3I-33^*
Hay censuras a esta costumbre, p. e., en Mal Lara, Filosofía
18 El Antecristo será concedido por un clérigo y una monja. vulgar, 1568 (he dado el texto en el Homenaje a M. Pidal, III, 579^
Dice la rectora del Colegio de las vírgenes: «La señora doña Em en M. Luján de Sayavedra, Guzmán de Alfarache, 1604 (Rivad.
buste tendrá en esta casa tal amparo, cuanto hay buena acogida de III, 391), con datos muy interesantes: «la reiórica antigua se ha tras
parientas suyas; donde podrá guardar intacta su virginidad hasta que ladado y retirado a sus conventos. Añadió la señora monja que la
el padre del Antecristo la tome para signo de su nacimiento». (7?zW., esperanza en sí sola tiene más perfección que la posesión de lo que
XXIII, 474 b.) «El autor es pretendiente de Antecristo, por los lo se espera». Lo frecuente era la burla. Así Góngora:
cutorios» {Perinola, Rivad., XLVIII, 468 a.) Alude a esto El Diablo
«Quiera con mucha lealtad
Cojuelo'. «a la puerta de aquel rico avariento echan un niño, que por
a la monja, que, encerrada,
parte de su padre puede pretender la beca del Antecristo»; es decir,
sin que pueda darle nada,
que es hijo de clérigo (ed. «Clás. Cast », p. 62).
se le muestra muy celosa,
19 galán de monjas. Hoy no se concebiría que en torno a los con
si su mujer es hermosa,
ventos de monjas hubiese una nube de galanes «pelando la pava» y
de que la tenga preñada».
cambiando billetes de amor con las esposas de Cristo. Sin embargo
266 QUEVEDO HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 2Ó7
toria, una mano o un pie; en otra parte había cosas de sábado: cabezas y lenguas, aunque faltaban se
sos; a otro lado se mostraba buhonería: una mos
de del italiano bússola, aunque no está muy clara su historia. Lo cier
to es que de ese sentido de agujerito, brújula pasó a tener el de traba el rosario, otra, el pañizuelo; en otra parte
‘lo que se ve por el agujero, lo que se atisba’. Así se explica que asomaba un guante; por otra, un listón verde, unas
los agujeros estuviesen poblados de brújulas', y de ese modo expli hablaban algo recio, otras tosían; cuál hacía la seña *
156
camos también otros incomprensibles pasajes de Quevedo, en cuya
pluma un vocablo así es peligroso. Describiendo los balcones de de los sombrereros (como si sacara arañas), ce
la Plaza Mayor, en una fiesta de toros, para decir que se veían los ceando.
tapices de los doseles, por entre las lujosas telas y a través de los
consejeros y grandes, lo expresa así el autor: blo Cojuelo, tranco II). «Metida, como carne de pepitoria, entre cabe
«Los balcones son jardines, zas y pies» (Pícara Justina, ed. Puyol, 1,174)-
pues en brocados florecen, 1 cosas de sábado. Existía en Castilla, de tiempo inmemorial, la
y, entre consejos y grandes, costumbre de abstenerse de carne los sábados, además de los vier
hay brújulas de doseles».
nes; pero tal abstinencia fué atenuándose, no se sabe desde cuándo,
[Rivad., LXIX, 162).
Probablemente comenzó esta acepción por designar la pinta de y la Iglesia'permitía. comer lo que se llamaba «grosura» de los ani
los naipes (comp. brujulear). Dice un marido paciente, que si vis males: patas, cabeza, tocino y muchas más cosas. Tan ficticia llegó a
lumbra un amante rico, si descubre «-pinta de oros», se marcha: ser esta vigilia sabática, que el papa Benedicto XIV la suprimió en
«Si estando con mi mujer, 1745.Todo lo que puede decirse sobre esto fué ya dicho por A.Mo-
columbro brújuja de oros, Rel-Fatio, Etudessurl’Espane, III, 1904, págs. 403-423; BulL-Hispan.,
hago como que me fui, 1915, XVII, 59; M.a Goyri, Rev. Filol. Esp. 1915, II, 35-40, F..Ro
y aunque me quedo no estorbo» (Ib., 182 6). dríguez Marín, ed. Quijote, 1916, t. VI, págs. 20-25. Tan gran inte
Un preso celebra la hermosura de su manceba: rés en los eruditos se explica por estar relacionada esa seudovigilia
«Si pudiera ver el sol, del sábado con los «duelos y quebrantos» mencionados al comienzo
viera brizna de tu cofia,
la brújula de tu ojos, del Quijote.
que dos firmamentos forman» (Ib., ni a). 6 Todas las ediciones, la señal de los sombreros, absurdo que no
Aquí, brújula es, al mismo tiempo, niña de los ojos y aberturas tiene sentido; la corrección del ms. es muy buena. Comp. otro pasa
por las que se ven dos cielos. En este otro ejemplo brújula significa je análogo de Quevedo: «La lechuza ceceosa | entre los cerros da
muy claramente ‘aparición, visión atisbaaa’: gritos, | que parece sombrerero | en la música y los silbos» (Bibl.
Verbi gracia, un dotorazo... And., II, 248). Lo de cecear no se refiere, como es natural, a la pro
atisba por esas calles nunciación de los sombrereros, sino al abuso que hacían de la inter
una picarilla rota; jección ce, ce para llamara los clientes; «ce, caballero» era la formar
y en brújula de chinela, de llamar (Rivad., LXIX, 124 é; Cristóbal de Castillejo, edic. «Clás.
que recatada se asoma... Cast.», 1.1, p. 239; Tirso, Burlador, «Clás. Cast.», 1922, p. 267), con
los bártulos se le atollan [Ib., 227 a}.
servada, probablemente, en el ¿Andelos valencianos y sudamerica
V. además Picara Justina, ed. Puyol, II, 23 y 34.
nos. Los sombrereros de la Plaza Mayor eran, por lo visto, una plaga:
1 pepitoria'. «Un guisado que se hace de los pescuezos y alones «Sólo por no irle a comprar, | traigo un infame sombrero, | pues si a
del ave». (Covarrubias). «Quedó don Cleofás absorto en aquella pe
pitoria humana de tanta diversidad de manos, pies y cabezas...» (Dia- la Plaza Mayor | va uno con sus dineros | por uno, ¡los sombrereros |
2^2 QUEVEDO HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN 273
En verano es de ver cómo no sólo se calientan al al vicario y hermano al sacristán: cosas todas que
sol, sino se chamuscan; que es gran gusto verlas a con el tiempo y el curso alcanza un desesperado.
ellas tan crudas y a ellos tan asados. En invierno Empezáronme a enfadar las torneras con despedir
acontece con la humedad nacerle a uno de nosotros me, y las monjas con pedirme. Consideraba cuán
5 berros y arboledas en el cuerpo; no hay nieve que se caro me costaba el infierno, que a todos se da tan 5
nos escape, ni lluvia que se nos pase por alto. Y barato, y en esta vida por descansados caminos.
todo esto, al cabo, es para ver una mujer por red y Veía que me condenaba, y que me iba al infierno
vidrieras, como hueso de santo; es como enamorar por solo el sentido del tacto. Si hablaba, solía—
se de un tordo en jaula, si habla; y si calla, de un porque no me oyesen los demás que estaban en las
10 retrato. Los favores son todos toques, que nunca rejas—juntar tanto con ellas la cabeza, que por dos 10
legan a cabes, un paloteadico con los dedos; hincan días siguientes traía los hierros estampados en la
las cabezas en las rejas, y apúntanse los requiebros frente: hablaba como sacerdote que dice las pala
por las troneras: aman al escondite. ¿Y verlos ha bras de la consagración. No me veía nadie que no
blar quedito y de rezado? ¿Pues sufrir una vieja que me decía: «Maldito seas, bellaco monjil»; y otras
D gruñe, y una portera que manda, y una tornera que cosas peores. 15
miente, y lo que mejor es, ver cómo nos piden ce Todo esto me tenía revolviendo pareceres, y casi
los de las de acá fuera, diciendo que el verdadero determinado a dejar la monja, aunque perdiese mi
amor es el suyo, y las causas tan endemoniadas que sustento; y determinóme el día de San Juan Evan
hallan para probarlo? gelista, porque acabé de conocer lo que son las
20 Al fin, yo llamaba ya señora a la abadesa, padre monjas. No quiera v. m. saber más de que las bau- 20
tistas, todas se enronquecieron adrede, y sacaron
que embisten al comprador!»; la escena se prolonga, muy animada,
tales voces, que, en vez de cantar la misa, la gimie
con las impertinentes ofertas de los vendedores, la disputa por el
precio, etc.; «y después que le han cansado, | y, en fin, después de ron; no se lavaron las caras, y se vistieron de viejo;
matarle | de despedirle y llamarle, | se le dan por lo que ha dado». y los devotos de las bautistas, por desautorizar la
(F. Rojas Zorrillas Cada cual, lo que le toca, ed. A. Castro, «Teatro
fiesta, trajeron banquetas en lugar de sillas a la igle- 25
antiguo español», II, p. 11.)
—Como si sacara arañas-, los dedos sacados por entre los aguje sia, y muchos picaros del rastro.*12
ros, para hacer seña al amigo, semejaban desde la calle patas de
5 todos, sustituido en Z., 1626, por otros.
araña en movimiento. 6 ‘consiguen el infierno siguiendo descansados caminos en esta
H-I2 toques y cabes', v. pág. 131, n. 13. vida’.
14 de rezado: v. pág. 257. 12 Desde hablaba a consagración falta en Z., 1626, como es natuial.
18
QUEVEDO
7 mandrágula. Esta frase fué suprimida en Z., 1626. Es sabido Pasé el camino de Toledo a Sevilla prósperamente,
que en torno a la mandragora hubo (y por lo visto aún subsisten) nu porque, como yo tenía ya mis principios de fullero,
merosas superticiones. Se le atribuyó desde antiguo forma humana:
y llevaba dados cargados con nueva pasta de mayor
«antropomorfoseon en griego es dicha la mandràgora, porque su
raíz tiene forma de hombre-* (Palencia, Vocabulario, 1490, fol. 23); y de menor, y tenía la mano derecha encubridora
por esto llama Quevedo a una vieja: «aspaviento ya carroño, | man de un dado (pues preñada de cuatro, paría tres),
drágula con zollipo» (^W,LX1X, 206 b\ La frase de nuestro texto
llevaba gran provisión de cartones de lo ancho y de
se explica con esta de Dioscórides: «Dícese que hay otra mandra
gora, llamada morion, la cual nace en lugares sombríos y ca lo largo para hacer garrotes de morros y ballestilla;
vernosos» [Materia medicinal, trad. de Laguna. Salamanca, 1566,
5 Todo este período está gramaticalmente mal arreglado. La
p. 624). Los locutorios de monjas eran, pues, sitio adecuado. Ade
oración de que depende como yo tenía mis principios de fullero es no
más, con la mandràgora se relacionaban preocupaciones de carácter
se me escapaba dinero (lín. 11); pero el autor olvidó esto, y alargó tan
sexual, que dan doble y obsceno sentido a esta frase; las raíces, pre
to los incisos, que al llegar al final pone y así no etc., convirtiendo
paradas en la forma que explica el Dr. Laguna en su comentario,
en consecuencia de lo anterior lo que es antecedente; llevaba gran
«las venden por cuanto quieren, para hacer hijos a unas mujercillas
provisión debía ser y llevaba gran provisión', un caso más de ana
estériles» [ob. cit., p. 424); eso, y otros detalles más concretos allí ex
puestos, explican que se suprimiera este pasaje en la impresión, coluto.
7 V. cómo se hacía esto, según la anónima Vida y hechos de Es-
por prestarse a asociaciones irreverentes, que todo el mundo haría,
tebanillo González (1646): «El italiano en una cuchara redonda de
por ser muy vulgares las mencionadas nociones acerca de tal planta.
acero empezó a amolar sus dados, sin ser cuchillos ni tijeras, hacién
dolos de mayor y menor, de ocho y trece, de nueve y doce, y de
diez y once; y después de haber hecho algunas brochas [ brocas ],
dando barreno a dos docenas de dados, hinchó los unos de oro, y
los otros de plomo, etc.» [Rivad., XXXIII, 289 A)
10 Hoy es muy difícil de saber, lo que Quevedo juzgaba, super-
fluo explicar: «no hay niño que no sepa si el naipe pica o está lim-
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON_____ ^77
276 QUEVEDO
malicia y bueno como el pan, y negro al que deja la capa, parezca hombre, que verá esta noche todos
en blanco sus diligencias. los buenos hijos de Sevilla; y porque no le tengan
Yo, pues, con este lenguje y estas flores llegué a por maricón, ahaje ese cabello y agobie de espaldas,
Sevilla: con el dinero de las camaradas gané el al- la capa caída (que siempre nosotros andamos de capa
5 quiler de las muías, y la comida y dineros a los caída); ese hocico de tornillo: gestos a un lado y a 5
huéspedes de las posadas. Fuíme luego a apear al otro; y haga vucé cuando hablare de la g, 7z, y de la
mesón del Moro, donde me topé un condiscípulo g-, y diga conmigo: gerido, mogino, gumo, paheria
mío de Alcalá, que se llamaba Mata, y ahora se
llama —por parecerle nombre de poco ruido—, Ma 3 maricón. Esta palabra no tenía el sentido obsceno que hoy se
le da, sino el más suave de ‘afeminado, mariquita, todavía en 1831
lo torral. Trataba en vidas, y era tendero de cuchi podía decirse ante el público: «¡Qué enfadoso maricón!» (Bretón,
lladas, y no le iba mal; traía la muestra de ellas en Marcela, I, 1); y en Hispanoamérica aun conserva aquel sentido ate
su cara, y por las que le habían dado, concertaba nuado.
7 Hasta el siglo xvi se distinguieron la j sonora (parecida a la
tamaño y hondura de las que había de dar. Decía; poituguesa, catalana y francesa y representada también con g) y la
«No hay tal maestro como el bien acuchillado*; y x sorda (como la del portugués, asturiano, catalán, ch francesa, j
15 tenia razón, porque la cara era una cuera, y él un inglesa); ojo y caxa tenían, pues, sonidos muy distintos. Existía en
cambio, desde muy antiguo, el sonido aspirado de h, correspondiente
cuero. Díjome que me había de ir a cenar con él a /latina.- hacer, o a ciertos sonidos árabes: horro, ahorrar. Esta as
y otros camaradas, que ellos me volverían al me piración fué desapareciendo de la lengua culta a lo largo uel si
són. glo xvi, y quedó relegada al Sut (como arcaismo), o a la gente más
plebeya; Quevedo, a principios del siglo xvn, dice de los ’TY
Fui, llegamos a su posada, y dijo: «Ea, quite vucé nes: «llaman media janega a la media azumbre» {Rivad., ,
461 bj, «no s&jable más en eso» {Bibl. And.,M\., 296), geridas
i «Cuando uno es principiante y yerra lo llaman blanco, que es
{Rivad., LXIX, 102 ¿); jaga, págase, gidalgos (Rojas Zorrilla,
lo mismo que decirle nescio; y al que dice bien, le llaman negro,
Rivad., LIV, 76 Entre tanto la j y la x antiguas iban coincidiendo
que es lo mismo que hábil» (Chaves, Relación déla cárcel de Sevilla,
en un sonido sordo (algo así como ch francesa), però tal situación
en Gallardo, Ensayo, 1,1366).
no fué estable, porque el vulgo pronunció ese sonido con la aspira
11 Comp.: «Estos corredores délas vidas... tienen arancel de
ción de jacer,jablar;p resultó que mojar (con/ francesa) y baxo (con
los preceptos y derechos de heridas y muertes» {Rivad., XXIII,
ch francesa) tomaron el sonido de j moderna, esci ito con h en
466 ¿). De análoga industria se habla en Rinconetey Cortadillo-. «Me
mohada, mohador {Rivad.. LX1X, 114«, 121 a), bahúna {ib, 220 b\
moria de las cuchilladas que se han de dar esta semana».
harro {Bibl. And.jüi, 270). En suma, el habla de los jaques producía
ig vucé\ entre la multitud de formas que ofrecía este tratamiento,
ésta era la usada con picaros y germanes. Otros ejemplos en Pla, impresión especial por su abundancia de aspiraciones de/ que la
Rev. de Filol. Españ., 1923, p. 254 y 262. Equivalentes en plebeyismo lengua culta suprimía ya, cuando la h procedía de f {herido, mo uno,
eran voacé (Rivad., XXIII, 464 a y ¿), vocé, voarced, océ, oace (Rojas humoj, en cambio iba más lejos que la gente culta en la decisiva
Zorrilla, Rivad., LIV, 66, 77 y 78 c). adopción de la h {j moderna) en aquellas palabras en las que aun 1a
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN ^83
282 QUEVEDO
El Dice. Autor, cita este texto, que no puede aislarse de los an
hasta morir. Estudié la jacarandina, y en pocos días
teriores:
era rabí de los otros rufianes. La justicia no se des «De un torniscón de una losa,
cuidaba de buscarnos; rondábanos la puerta. Con Pantoja, flor de la altana,
todo, de media noche abajo,rondábamos disfrazados. murió; lloráronle todos
los que navegan en ansias» (Rivad., LXIX, 115 o), es
5 Yo, que vi que duraba mucho este negocio, y decir, cuantos viven los afanes (de amor u otros) propios de rufos.
más la fortuna en perseguirme—no de escarmenta Por ese camino, navegar adquiere sentido apicarado.
do, que no soy tan cuerdo, sino de cansado, como «La niña, como novata,
obstinado pecador—determiné, consultándolo lo no sabe navegar, no;
/ y el rufián, como es astuto,
primero con la Grajal, de pasarme a las Indias con
dábale aquesta lición».
10 ella, por ver si mudando mundo y tierras, mejoraría (Los valientes y tomayonas, Bibl. And. III, 253)«
mi suerte. Y fuéme peor, como v. m. verá en la Sinónimo de navegar es bogar.
segunda parte, pues nunca mejora de estado quien «Algunas hizas [‘rameras’]
muda solamente de lugar, y no de vida y cos de las que en Sevilla bogan». (Rivad, LXIX, 103, a).
tumbres. No conozco otros ejemplos de ansias Con todo parece claro que
navegar en ansias con la Grajal significa que Pablos se propone
pasar con ella fatigas y afanes de amor.
FIN En los anteriores ejemplos han ocurrido dos palabras que no están
en los diccionarios. Guro es generalmente ‘alguacil, de ahí gurulla
da’, o más bien alrevés; pero probablemente en «yo que fui norte de
navega el amor el golfo». (Rivad., LXIX, 103 ¿).
guros», en «Todo cañón, todo guro, | todo mandil y jayán» (en la mis
«•Haz tu curso, niña,
ma jácara), no puede ser‘alguacil’, porque ocurre en una enumera
si es que navegas
ción de rufianes que lloran la prisión del jaque, lo que no iba a
no de puerto en puerto;
hacer un alguacil; no conozco otros ejemplos. La otra palabra es
de puerta en puerta» (z'<5., uga).
godeña ‘daifa, ramera’, que aparece también en El rufián dichoso de
Ansias, a su vez, eran no sólo las angustias del tormento («cantar
en el ansia»), sino también los lances de amor a lo rufo; en el si Cervantes, p. 27.
1 (pág. 288) jacarandina, ‘la música con que se cantaban las
guiente ejemplo aparece claro: jácaras’: «Tocando en la caverna | la jacarandina a voces». ^Rivad.,
«Yo que fui norte de guros [‘guía de rufianes’]
enseñando a navegar LXIX, 104 bl)
12 (pág. 288). En los impresos falta esta promesa de segunda
a las godeñas en ansias, [‘el arte de amar a las rameras’] parte, porque el libro apareció dividido en dos partes. Muy tardía
a los buzos, en afán [‘a los ladrones, el robo’].
mente, en el siglo xvni, salió una Tercera parte del Gran 7 acano,
(Rivad. LXIX 106 a.)
que ha sido publicada por el señor Retana en la Revue Hispanique,
No creo posible en vista de ese pasaje y del texto del Buscón 1922, LIV. Nada tiene que ver con nuestro asunto; se trata de una
definir ansias como ‘galeras' en lengua de germanía, según hizo Hi
descripción de la vida en las Islas Filipinas.
dalgo, tras él el Díc. de Autor., y aun el actual de la Academia.
19
ÍNDICE
Páginas
VII
Advertencia....................................................................
Aprobación y licencia.............................................. 3
Dedicatoria ............................................................. 7
Al lector ................................................................... 9
A D. Francisco de Quevedo.................................... ii
Capítulo I.—Cuenta quién es y de dónde . i5
Capítulo II.—De cómo fui a la escuela y lo que
en ella me sucedió . . • • , • . ’ • '. ’ 23
Capítulo III.—De cómo fui a un pupilaje por cria
do de Don Diego Coronel . . • • • • • 34
Capítulo IV.—De la convalecencia y la ida a es
tudiar a Alcalá de Henares.............................. 50
Capítulo V.—De la entrada en Alcalá, patente y
burlas que me hicieron por nuevo . . . • Ó2
Capítulo VI.—De las crueldades del ama, y tra
vesuras que yo hice......................................... 73
Capítulo VII.—De la ida de Don Diego, y nueva
de la muerte de mis padres, y la resolución
que yo tomé.................................................. ’ 9i
Capítulo VIII.—Del camino de Alcalá para bego-
via, y lo que me sucedió en él hasta Rejas,
98
adonde dormí aquella noche . • • • •
Capítulo IX.—De lo que me sucedió hasta llegar
112
a Madrid con un poeta . . • • • • ’
Capítulo X.—De lo que hice en Madrid y de lo
que me sucedió en Cercecilla, donde dormí
119
aquella noche...............................................
292 INDICE
Páginas
Capítulo XI.—Del hospedaje de mi tío, y visitas;
la cobi anza de mi hacienda y vuelta a la Corte. I4I
Capítulo XII—De mi ida, y sucesos hasta la Corte. I5I
Capítulo XIII.—Que prosigue su vida y costum
bres...................................................................... 157
FE DE ERRATAS
Capítulo XIV.—De lo que sucedió en la Corte
luego que llegamos hasta que amaneció . . IÓ5 DICE LÉASE
Capítulo XV.—En que se prosigue la materia co PÁG. LÍNEA
menzada, y otros raros sucesos.................... 173 PRANCISCO FRANCISCO
Capítulo XVI.—En que prosigue la misma mate 11 1
tar, t^r
ria, hasta dar con todos en la cárcel . . . igi 15 9
Capítulo XVII—En que se describe la cárcel y > última ato lato
lo que sucedió en ella hasta salir la vieja azo 18 2 (de la nota 7) todas las cuadro
tada, los compañeros a la vergüenza y yo en 5 (nota 2) bogotano bogoiano
97
fiado......................................................... • • 196 118 última Migúele de C«r- Miguel de Cervan-
Capítulo XVIII.—De cómo tomé posada, y la des vantes tes»
gracia que me sucedió en ella..................... 208 2 (nota 15) lega llega
Capítulo XIX.- En que prosigue lo mismo, con 134
6 (nota 16) Tokías Toólas
otros varios sucesos......................................... 216 135
última 141 144
Capítulo XX.—En que se prosigue el cuento, con 139
8 (desde abajo) 9 supuestos 10 supuesto
otros sucesos y desgracias notables. . . . 226 144
Capítulo XXI—De mi cura y otros sucesos pere 186 1 (nota 6) 11 reales 13 reales
grinos......................................... , . . . . 24I » ducados 0 escudos ducados
3
Capítulo XXII.—En que me hago representante, 190 1 (nota 1) de la en la
poeta y galán de monjas, cuyas propiedades 196 2 (desde abajo) once trece
se descubren lindamente . . . ■ ■ • • 254 207 2 (desde abajo) pensamiento puj amiento
Capítulo último.—De lo que me sucedió en Sevi 208 1 (nota 8) presunción presunción de
lla hasta embarcarme a Indias . . 275
Indice . . . 29I
Fe DE ERRATAS • 293
ESTE LIBRO SE ACABÓ DE IMPRIMIR
EN LA IMPRENTA DE LA CIUDAD LINEAL
EL DÍA V DE MARZO
DEL AÑO MCMXXVII