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Análisis comparativo

Quijote (1605) y Cien años de


soledad. (1967)
Análisis del Quijote de la Mancha.
Es entonces que Cervantes se sirve de otro recurso
espectacular y un tanto folletinesco, ya que cuando
el vizcaíno y Don Quijote se encuentran enfrascados
en fiera lucha, con las espadas levantadas y a punto
de asestarse un golpe letal y nosotros, como
lectores, quedamos en trance a la expectativa del
desenlace, el narrador decide suspender

HERNÁN LARA ZAvALA es narrador, ensayista, editor y profesor universitario.


la acción con el argumento de que el autor (él mismo) no “halló más
escrito destas hazañas” y entonces hace el siguiente comentario:
 
Bien es verdad que el segundo autor desta obra no quiso creer que tan curiosa
historia estuviese entregada a las leyes del olvido, ni que hubiesen sido tan poco
curiosos los ingenios de La Mancha, que tuviesen en sus archivos o en sus escritorios
algunos papeles que deste famoso caballero tratasen; y así, con esta imaginación,
no se desesperó de hallar el fin desta apacible historia, el cual siéndole el cielo
favorable, le halló de este modo que contará en la segunda parte.
 
Nótese que Cervantes aprovecha la situación para definirse a sí mismo como
“el segundo autor de esta obra”, cediendo así la autoría principal de la novela a
otro escritor, hasta el momento desconocido tanto para él como para nosotros
lectores. Así Cervantes nos deja en ascuas tanto sobre el vencedor de la lucha
entre Don Quijote y el vizcaíno como especulando a quién podrá referirse
Cervantes como el verdadero autor de semejante historia.
Análisis de Cien años de soledad.
Se confirmó que Mario Vargas Llosa prologará la 
edición conmemorativa de Cien años de soledad de 
Gabriel García Márquez que publicará en marzo la
Real Academia Española de la Lengua. Dicho prólogo
provendrá de su libro García Márquez: historia de un
deicidio (Barcelona: Barral editores, 1971, 667). Es, de
algún modo, una forma de conmemorar también ese
importante e histórico estudio.
"En el volumen habrá, además, textos del novelista
Carlos Fuentes y del poeta Álvaro Mutis", 
informó el sábado Perú 21. Y es que, tal como 
recuerda la agencia EFE, Fuentes y Mutis "y el ya
fallecido novelista argentino Julio Cortázar conocieron
los textos originales de la novela"
Incluyo a continuación un fragmento de dicho ensayo, fragmento que muy
probablemente forme parte del prólogo de la edición por los cuarenta años
de la novela del escritor colombiano. Es la parte en la que Vargas Llosa
demuestra que "Melquíades es el narrador de Cien años de soledad":

Ahora bien: ¿este narrador-dios, omnisciente, ubicuo, exterior e invisible


sigue siendo el mismo que narra la última frase de la novela: "Sin embargo,
antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de
ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (y los
espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los
hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los
pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y
para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no
tenían una segunda oportunidad sobre la tierra"? Ya no se trata del mismo,
aquel narrador que creíamos situado fuera del mundo narrado ha sufrido
una muda o salto cualitativo y ha pasado a formar
parte de la realidad ficticia, se ha convertido en narrador-personaje. En un
sentido no directo sino indirecto, ocurre al final de Cien años de
soledad lo que a algunos personajes de la segunda parte del Quijote: el
haber leído la primera. Con Aureliano, el sanscritista que descifra esos
manuscritos que ya habían intentado leer sin éxito otros miembros de la
estirpe, descubrimos que allí está la historia de Macondo y de la familia
"escrita por Melquíades hasta en sus detalles más triviales con cien años
de anticipación". A medida que se acerca en la lectura al momento que
vive, esos cien años de anticipación van acortándose, lo narrado y lo
sucedido se van aproximando hasta coincidir totalmente ("empezó a
descifrar el instante que estaba viviendo, descifrándolo a medida que lo
vivía, profetizándose a sí mismo en el acto de descifrar la última página de
los pergaminos, como si se estuviera viendo en un espejo hablado"): la
coincidencia sella la desaparición de lo sucedido y lo narrado. Lo que
Aureliano Babilonia lee en los últimos instantes de su vida es lo que los
lectores han leído hasta ese momento, lo que Melquíades escribió dentro
de la historia que cuenta Cien años de soledad es Cien años de soledad. 
El narrador no era un narrador-dios, alejado de la realidad
ficticia, sino un narrador-personaje (dotado de poderes
mágicos, desde luego, un personaje real imaginario) que
narraba la historia indirectamente, a través de unos
manuscritos, escritos dentro de la novela, y que sólo en las
últimas líneas descubrirá el lector que son la novela misma:
Melquíades es el narrador de Cien años de soledad. Así, al final
sabemos que el narrador era pieza integrante de la realidad
ficticia, es decir alguien (algo: los manuscritos) que va a
desaparecer con Macondo, que va a ser destruido junto con lo
narrado. La profecía de Melquíades y sus manuscritos no han
sido forjados en una exterioridad sino en el seno mismo de la
realidad ficticia. En el instante en que el narrador y lo narrado
coinciden, ambos desaparecen.
Imagen referencial.

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