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Clásicos hispánicos > Don Quijote > Introducción > Prólogo > Las interpretaciones del Quijo

Las interpretaciones del


Por Anthony Close

La bibliografía crítica del Quijote es, como el caos


Ya en el siglo xix escaseaban los epítetos necesar
inmensidad y, desde entonces, se han impreso no
sobre el Quijote. El narrar la historia de su interpr
nuestros días dentro del breve ámbito de un prólo
exige por parte del historiador un brutal esfuerzo
a tomar en cuenta las interpretaciones que, bien
por su valor representativo, constituyen importan
histórica. Además, para dar un enfoque preciso a
degenerar en un catálogo de fechas, nombres y tí
una de las constantes de tal historia: el conflicto e
clásicos. La primera es el tipo de comprensión his
Schleiermacher, que remite siempre al dominio lin
lectores contemporáneos; la segunda, de índole a
adecuar el sentido del texto, a pesar de su infraes
arcaicos, a la perspectiva mental del lector moder
la postura espontánea del lector medio y también
cuanto portavoz de los intereses de ese simbólico

Como suele pasar en los matrimonios, la frecuent


actitudes oculta una simbiosis latente que se rem
hermenéutica —la ciencia de la interpretación de
cual se derivan las premisas de la historia literaria
exégesis de la primera era del Cristianismo interp
la luz del Nuevo, acomodándolo por medio de un
intérpretes, ante la proliferación de versiones her
fijar reglas de interpretación para acotar el terren
La misma alternancia entre flujo liberador y refluj
observarse en la tradición que ahora nos ocupa. A
acomodación lucha por imponerse a la bacía del h
metodología rigurosa, y a la inversa, resultando m
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momento clave, a comienzos del siglo xx, en que
crítica moderna del Quijote.

Un mito es una leyenda acerca de los orígenes: su


prácticas o creencias de un pueblo, hallándoles un
acuerdo con esto, el comentario de Unamuno, Vid
(1905), debe considerarse una recreación mítica d
tendencia acomodaticia a sus últimas consecuenc
premisas, tenemos que echar nuestra mirada atrá
del siglo xviii, cuando Herder puso en circulación
tiene un alma histórica, que inspira su peculiar m
más cálida expresión en las grandes obras de arte
atravesar varias etapas en su desarrollo a lo largo
Carlyle, Taine—, la tradición, casi a punto de agot
irónica en el comentario de Unamuno. Aquí, por m
inversiones de las premisas de Cervantes, Unamu
consciente de lo idiosincrático de su comentario a
Miguel toma al pie de la letra la burlesca ficción d
la crónica verdadera de un caballero heroico; de a
como a un tonto jovial incapaz de entender el alca
¿Interpretación legítima o malabarismos de un pr
juzgar por el prólogo a Del sentimiento trágico de
alternativa parece la más verosímil. Aquí Unamun
desafiante: «¿Qué me importa lo que Cervantes q
lo que realmente puso? Lo vivo es lo que yo allí d
Cervantes». Para Unamuno, este mensaje vivo se
de espiritualidad congénita a la esencia histórica d
sus grandes santos (San Ignacio, Santa Teresa) y
populares. Tal como ha sido plasmada en el perso
concuerda con el cristianismo secularizado, lúcida
Unamuno, que él ofrece a los lectores españoles c
capaz de catalizar una futura regeneración de Esp
unamunesco, pues, es un héroe mítico, vate de la
tiempo.

Ya hemos observado que la actitud acomodaticia


gérmenes de su contraria y no se resigna fácilme
derechos de legitimidad. Resulta evidente para to
comentario de Unamuno, a pesar de sus capricho
imponerse al lector como una legítima explicación
descansa sobre la distinción entre el sentido vivo
correspondiente a sus rasgos perdurables y la efím
tanto les preocupa a los especialistas universitario
hallamos también en los demás miembros de la ll
mayormente Azorín, quien, como Unamuno, se op
de historia literaria vigente en la época de Menén
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sensatez, típica del positivismo decimonónico, pre
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preciso sentido filológico y los determinantes histó
Todo ello, los noventayochistas pretenden reempl
íntima y viva a los clásicos, que los haga asequibl
descubra en ellos señales que apunten a un nuev
catalizador de una nueva España.

Sin embargo, por razones evidentes, la nueva val


podía imponerse eficazmente si no se tomaba en
metodológico al que Unamuno volvía caprichosam
justificación metodológica la aportarían dos homb
Ortega y Gasset; después, Américo Castro. Consi
Meditaciones del «Quijote» de Ortega, cuya public
momento en que el yelmo de la interpretación un
baciyelmo.

En unas breves y, al parecer, inocentes frases de


una revolución en la interpretación del Quijote, m
personaje y estilo: «Conviene, pues, que haciend
la vista de don Quijote, y vertiéndola sobre el res
su vasta superficie una noción más amplia y clara
Sugerencia que supone un rechazo tanto de la int
noventayochesca del Quijote, centrada obsesivam
como de la crítica positivista (Morel-Fatio, Rodrígu
los textos literarios como mero reflejo o producto
históricas y biográficas en que se engendraron. Pa
contemporáneo Benedetto Croce, dichos textos ti
por leyes propias e internas, de índole estética, q
intuición creadora del artista, su peculiar manera
definitivo del mundo no es materia ni es alma, no
determinada, sino una perspectiva». Con esta afir
solo las bases de su propia filosofía, sino las del c
palabras reflejan una filosofía post-kantiana que d
la materia, y le confiere la función de estructurar
conocimiento de la realidad. Por aquellos mismos
Saussure difundía unas enseñanzas semejantes e
general, enseñanzas que sus sucesores aplicarían
antropología, a la semiótica en sus diversas rama
Hatzfeld, Casalduero, Rosenblat), muy influyente
siglo xx, sacará de tal fuente sus premisas fundam
concepción del lenguaje como un sistema formal
principios dinámicos y simetrías estructurantes. E
de Américo Castro (1925), que inaugura el cervan
complementario de ese movimiento.

Pero, junto a esos elementos nuevos, hay otros s


Ortega que se remontan directamente al romantic
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Aceptardel pensamiento de toda una ép
acerca de la profundidad enigmática de las obras
que no desaparecerán, ni mucho menos, en el tra
favorecen la supervivencia de la interpretación m
bien Ortega opone una bacía al yelmo de Unamun
de ser radical.

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