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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ASUNCIÓN

FACULTAD DE FILOSOFÍA

PSICOLOGIA FORENSE

PSICOPATOLOGIA FORENSE I
Tema

“PERSONALIDAD, PSICOPATIA Y CONTEXTO”

Docente: Lic. Manuela Bogarín de Morel.


Alumnas:
• Karina Ávila Arévalos.
• Analia Chamorro Franco.
• Juana Miñarro.
• Suzanne Nel.

Asunción - Paraguay
-2019-
INTRODUCCIÓN

El concepto de psicopatía ha suscitado y continúa haciéndolo, un importante debate en torno a su


definición y concreción desde las diversas ramas de conocimiento, lo que ha conducido a
variaciones terminológicas en su empleo. El constructo “psicopatía” hace referencia a un
síndrome clínico (aunque hasta el día de hoy no esté recogido en las clasificaciones
internacionales de los desórdenes mentales –APA y OMS–), es decir, a un conjunto de signos y
síntomas psicopatológicos relacionados (Hare, 2003).

La conformación de la personalidad psicopática tiene alta probabilidad de vulnerar la normativa


social y por tanto, de entrar en colisión con el Sistema de Justicia, de ahí su interés criminológico
y forense. Por tanto, este trabajo se enmarca dentro del área de investigación de la Psicología
Criminal y más concretamente de las aportaciones de la Psicopatología Criminal y Forense como
campo de conocimiento encargado de abordar la psicopatía, personalidad criminal y su contexto.

El recurso a la psicopatología como motivación de la conducta delincuencial ha estado ligado


principalmente a la explicación de delitos con alto contenido violento, provocando
históricamente la estigmatización del enfermo mental. La sociedad atribuye a estos sujetos una
elevada peligrosidad, delitos imprevisibles, con elevado contenido violento y bizarro en su
comisión y que provocan una enorme alarma social.

Las importantes repercusiones jurídico, sociales de un error en la detección de la personalidad


psicopática hacen necesario que se conozcan bien sus características más significativas, así como
contar con herramientas fáciles para su reconocimiento y confeccionar técnicas adecuadas que,
junto a la competencia del personal encargado de realizarlo, controlen la situación de
interrogatorio.
PERSONALIDAD, PSICOPATIA Y CONTEXTO

CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA PERSONALIDAD


Existen tantas definiciones de 'cultura' como antropólogos hay en el planeta. Lo mismo puede
aplicar para el concepto ‘personalidad’, afirmando que existen tantas definiciones de
personalidad como psicólogos hay en el mundo; por lo que no es sencilla la tarea de dar una sola
definición que cubra las expectativas de todos los expertos en las ciencias del comportamiento.
Transitan definiciones de personalidad, desde las más burdas o abstractas, hasta las más
completas teórica y empíricamente fundamentadas.
En el Diccionario de Psicologia de Friedrich Dörsch (1978, p. 700), se advierte que
'personalidad' viene de 'persona' y se especifica que este concepto no surge del verbo latino
personare (según lo que anteriormente se creía) sino que parece provenir del concepto etrusco de
fersuna que significa 'máscara' y, más exactamente, la máscara que caracterizaba a Fersu, dios de
la Tierra.
El mismo Dörsch en la obra referida (p. 701), cita la definición de personalidad de Karl Jaspers
que textualmente dice así: "Modo de ser individual, conjunto de todos los procesos y propiedades
psíquicas de un hombre, que se manifiestan de modo mediato o inmediato". Todos los procesos y
manifestaciones psíquicas en cuanto son indicación de una unidad individual, de un 'todo'
comprensible como unidad a través del tiempo, que son vividos por un individuo con la
conciencia de que se trata de su propio 'sí mismo', constituyen la personalidad.
La dificultad estriba en operativizar o evaluar los procesas que la integran, si es susceptible de
ser medida y de qué manera, cuáles son sus rasgos fundamentales, si es tan estable como parece
o cambia profundamente a lo largo de la vida de las personas, si depende del sí mismo' o
responde constantemente a las expectativas del entorno.
Desde la perspectiva del doctor (en Filosofía de la Ciencia) José Sánchez Barrera (2005) existe
una corriente de pensamiento que plantea que la personalidad es una "amalgama de muchas
cosas" y resuelve todo conflicto clasificando a los individuos como seres biopsicosociales,
creyendo que con ese término (Sánchez le nombra 'barbarismo) soluciona todos los problemas
teóricos referentes a las ciencias humanas o humanísticas, sociales y biológicas. Al respecto dice
Vaca (2005):
No soluciona mucho, porque cada una de las tres raíces tiene diversas acepciones dependientes
de las corrientes de las disciplinas o áreas que pretenden unir el término, es decir, que habiendo
como es el caso varias corrientes en biología y psicología y varias concepciones de lo social no
queda claro a cuáles de ellas se refiere el término biopsicosocial (p. 18)
En el lenguaje coloquial 'personalidad, en uno de sus usos, sigue valiendo por la presentación o
re-presentación que de sí mismo hace el individuo. Así por ejemplo, de una bella diadema, una
corbata o un peculiar peinado, vale decir que "resaltan la personalidad". Se expresa también
sobre la persona que grita mucho o demuestra abiertamente su asertividad; entonces se oyen
frases como: "Mira, Rebeca tiene una gran personalidad!" e incluso absurdos como: "Me
encantan las mujeres -o los hombres- con personalidad". En momentos de ocio, uno puede
ocupar su tiempo, malgastar su dinero (o ambas) acudiendo, por ejemplo, a clases de modelaje y
personalidad.
Pero las ciencias del comportamiento, en particular la Psicologia, ha reconceptualizado el
significado de personalidad; la psicología social, junto a la antropología, han resaltado que la
conducta se produce siempre en sociedad, en interacción y vinculación con otros. Algunos
científicos sociales, además, han analizado la naturaleza social de la conducta mediante la
metáfora del escenario (postulada por Erving Goffman): estar en sociedad es como estar en
escena, en la escena social; es comparecer ante otros. El comportamiento tiene mucho de
representación escénica y, así, el individuo agente es un 'actor (Wiggins y otros, citados por
Fierro, 1996).
La persona está siempre en actividad, en acción. La conducta que la psicología estudia es
siempre la conducta de la persona. Todo comportamiento es personal. Pero no todo
comportamiento aparece como personal en igual grado; y no ya sólo por aparecer más o menos
diferenciado respecto al de otros individuos, no ya sólo por su carácter idiosincrático sino por el
grado en que se halla involucrada. Todo ser humano presenta en su conducta algo de único, no
compartido por ningún otro humano; a mediados del siglo pasado Gordon Willard Allport, a
quien sus colegas llamaban 'El señor Psicología, le daba el calificativo de idiográfico,
descripción de lo singular.
La persona se encuentra en juego y está, por así decirlo, más comprometida en algunas conductas
que en otras: en el acto de selección de pareja o en el duelo por la muerte de algún ser querido
más que  o en el duelo por la muerte de algún ser querido más que un simple reflejo
condicionado, en los movimiento de defensa frente a un animal en campo abierto más que en un 
bostezo o un estornudo.
Por ello escribe Alfredo Fierro (1996):
Está justificado hablar de procesos de personalidad para referirse a ciertas clases de
comportamientos que están intensamente enraizados en la persona, comportamientos donde se
hace especialmente visible la circunstancia de que la conducta es personal, conducta de un
individuo concreto, a la vez que de ese individuo en su integridad de esa persona como un todo.
Por su parte, Kluckhohn, Murray y Schneider (citados por Fierro, 1996) durante 1965
suscribieron la siguiente sentencia (que Allport posiblemente hubiera leido sonriente): "Todo
hombre tiene algo en común con todos los demás hombres. Todo hombre tiene algo en común
con algún otro hombre. Todo hombre tiene algo único, no compartido por, ningún otro hombre".
En una caracterización acorde con esta cita, a cada una de las frases que expresa le
correspondería acudir al recuerdo de Octavio Paz cuando afirma que "el hombre es los hombres"
o, ya en Piedra del sol, que "los actos míos son más míos si son también de todos"
La psicología general o básica se referiría al comportamiento en común que los individuos tienen
entre sí, así como a las leyes generales que los rigen. La psicología diferencial estudiaría lo que
tienen de diferente o propio y, por comparación con ciertas personas, pero también de semejante
con otras. La psicología de la personalidad se ocuparía de lo absolutamente único y personal, de
los atributos comportamentales peculiares de un individuo y de la singularidad y regularidad del
perfil personal que integran.
Ya dentro de esos patrones o perfiles observables de conducta, un primer conjunto especialmente
visible se agrupa alrededor del hecho diferencial, del aspecto de la diversidad interindividual que
se manifiesta en el comportamiento. Es una de las características más sobresalientes de la
conducta humana: su diversidad a través de los grupos y de los individuos. El comportamiento
humano aparece sorprendentemente variado y diferenciado, sobre todo, si se compara con la gran
uniformidad del comportamiento de los animales, incluso de los más cercanos a nuestra
evolución como especie. 
PERSONALIDAD CRIMINAL
En algún momento en la vida de las personas se puede presentar cierto nivel de peligrosidad (o
‘estado peligroso’). El estado peligroso es entonces toda situación que permite o propicia que
una persona se encuentre en posibilidad de tomar la decisión de efectuar una conducta antisocial
y antijurídica (llamado ‘paso al acto’).
El diagnóstico de la personalidad criminal, del estado de peligrosidad o de la probabilidad de
reincidir en conductas violentas de un individuo o grupo tampoco es sencillo, debido a la
dificultad de predecir una conducta humana. Al respecto Tapias y Gutiérrez de Piñeres (2008)
sugieren: “No poner acento en las evaluaciones clínicas ni forenses, en el perfil psicológico de
personalidad, sino en el perfil de riesgo, a la luz de los ítems decantados por los autores de los
instrumentos forenses de reincidencia”. Dando así paso a la acepción evaluación del riesgo (de
conductas violentas, delictivas o ambas)
La evaluación del riesgo para cometer o reincidir en estados violentos o antijurídicos puede
definirse entonces como: “aquel comportamiento del que, con gran probabilidad, puede derivarse
un daño contra un bien jurídicamente protegido”. Entonces, la peligrosidad criminal consiste en
un juicio de probabilidad de que un sujeto llegue a ser autor de un delito y generalmente parte de
la base de que ya ha cometido algún hecho delictivo o se ha mostrado dentro de su entorno con
diversas manifestaciones antisociales, aunque no necesariamente ilícitas o delictivas.
Para Landecho (citado por Chargoy, 1994) hay dos tipos de estado peligroso o ‘peligrosidad’:
1) La peligrosidad criminal referida a la posibilidad de que el individuo cometa un delito o
continúe con una vida criminal después de haber cometido un delito.
2) La peligrosidad social que se refiere a la probabilidad que tiene una persona de llegar a
convertirse en un ser parasitario o en un ser marginado y molesto para la sociedad; lo que detecta
a una persona parasocial o asocial.
En el plano jurídico el estudio de la personalidad de un individuo privado legítimamente de su
libertad es de naturaleza administrativa y un dictamen emitido por un técnico/experto, mediante
el cual se establecen las peculiaridades personales del delincuente y los motivos de ejecución de
un hecho ilícito, para determinar el grado de peligrosidad, constituyendo un elemento auxiliar al
juzgador, que utilizará al momento de individualizar la pena en la sentencia.
Para Polanco: “La peligrosidad está integrada por una serie de datos suministrados al juzgador en
el proceso formado para investigar un delito y deducir la responsabilidad de su autor”. Para
determinar si el procesado es peligroso, se requiere realizar el estudio de su personalidad, puesto
que: Para la aplicación de sanciones, debe el juzgador tomar conocimiento directo del imputado
y ordenar la práctica de los estudios conducentes al conocimiento de su personalidad y a la
emisión de una sentencia que se apoye en datos objetivos (comprobación del delito y de la
participación) y subjetivos (diagnóstico y pronóstico de peligrosidad- readaptación) (Polanco,
2003).
Por Culpabilidad del delincuente: Se entiende como el conjunto de presupuestos o caracteres que
debe tener una conducta para que le sea reprochada jurídicamente a su autor; también se
considera como el elemento subjetivo del delito, que comprende el juicio de reproche por la
ejecución de un hecho contrario a lo ordenado por la ley, lo hace socialmente peligroso su
malignidad esto es la perversidad constante y activa que se puede esperar de parte del mismo
autor del delito, que trae como consecuencia la realización de actos criminales.
El fundamento para realizar el estudio de la personalidad del autor del delito desprende a partir
de que se haya dictado el auto de formal prisión o el auto de sujeción a proceso, toda vez que
estas resoluciones son las que señalan el inicio de la instrucción, que reglamenta que el juzgador
de la causa tome en cuenta las circunstancias peculiares del inculpado, obteniendo elementos
probatorios para conocer su edad, educación e ilustración; sus costumbres y conductas
anteriores; los motivos que lo impulsaron a delinquir, sus condiciones económicas y las
especiales en que se encontraban en el momento de que cometió el delito, su pertenencia o no a
un grupo étnico, en su caso, y sus costumbres en dicho grupo; sus demás antecedentes penales
que se puedan acreditar; también son de esencia conocer el parentesco, sus amistades, la calidad
de la víctima y las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión; todo ello con la finalidad de
demostrar la gravedad del delito y el grado de culpabilidad de su autor.
El inculpado puede también ser interrogado respecto a: integración familiar, sus diversiones,
hábitos, percepciones económicas, su adicción a las bebidas embriagantes o a las drogas,
antecedentes penales, su religión, actividades laborales etc., con lo que el juzgador deberá tener
mayor conocimiento de su personalidad.
Para elaborar el dictamen correspondiente el psicólogo trabaja conjuntamente con otros expertos
para llegar a describir, clasificar y explicar al delincuente, como también su conducta. Además,
en este diagnóstico que se le realiza al criminal es necesario puntualizar la existencia de
egocentrismo, labilidad afectiva, agresividad, indiferencia afectiva, inintimidabilidad,
inadaptación-adaptación, suspicacia, desarrollo psicológico, deficiencia intelectual, psicosis,
neurosis, actividad laboral, vagancia, mendicidad, diversión, pasatiempos entre otros
indicadores.
El dictamen psicocriminológico contendrá el diagnóstico, el pronóstico, y en su caso, la
recomendación del tratamiento que requiera el sujeto; se determinará asimismo, la capacidad
criminal, su adaptabilidad social y su estado peligroso, para poder realizar correctamente un
pronóstico y en su caso sugerir un adecuado tratamiento al determinar la peligrosidad del sujeto.
El juez no es un perito en criminología o en psicología; por consiguiente resulta indispensable el
apoyo de los peritos especializados para determinar la personalidad del procesado; lo que no es
imperativo es concederle valor probatorio pleno al dictamen es decir, los jueces apreciarán o
calificarán los dictámenes periciales a su prudente arbitrio, por lo que le podrán conceder valor o
negarle valor, al momento de dictar la sentencia definitiva.
Tampoco se debe olvidar que los diagnósticos son aproximaciones, más o menos precisas, pero
siempre constructos que deben ser analizados y revisados, ya que los mismos cambian, no sólo a
nivel individual y en referencia a cada cliente, usuario o paciente sino que como se observa, la
misma comunidad científica modifica y corrige regularmente los sistemas clasificatorios y por
tanto, los diagnósticos, criterios e indicadores que utiliza al definir las diversas entidades
clínicas.
PSICOPATIA
En 1952 la Asociación Americana de Psiquiatría describía a los psicópatas como individuos de
comportamiento habitualmente antisocial, que se muestran siempre inquietos, incapaces de
extraer ninguna enseñanza de la experiencia pasada ni de los castigos recibidos, así como
también de mostrar verdadera fidelidad a una persona, a un grupo o a un código determinado.
Suelen ser insensibles y hedonistas, de muy acentuada inmadurez emocional, carentes de
responsabilidad y de juicio lúcido, y muy hábiles para racionalizar su comportamiento a fin de
que parezca correcto, sensato y justificado. Stephen B. Karpman (citado por Hare, 1970, pp. 15-
16) divide a los psicópatas en dos tipos:

 Agresivo-predador: individuos que satisfacen sus conveniencias con extremada


agresividad y con una actuación fría e insensible, apropiándose de cuanto desean.
 Pasivo-parasitario: obtienen lo que quieren practicando sobre los demás una especie de
sangría parasitaria consistente en aparentar desamparo y necesidad de ayuda y de
simpatía infinitas.
Otra de las clasificaciones, claramente definida en cuanto a la forma de actuar, es la del psicópata
afectivo y el psicópata depredador. El primero no controla sus emociones y actúa
desordenadamente en un momento concreto. Sin embargo, el psicópata depredador, antes de
actuar ha preparado el camino para el resultado final, es planificador, actúa fríamente. En lo que
todos los expertos están de acuerdo es en que dichos individuos no experimentan sentimientos de
culpabilidad, no tienen remordimientos y sufren una falta de empatía, además de una gran
capacidad para fingir. De igual forma, uno de los hallazgos que más aparecen en las diversas,
pero coincidentes, definiciones es la ausencia de moral y falta de criterios éticos. Estas
características han llevado a algunos psicópatas criminales a fingir enfermedad mental para
eludir sus actos, haciendo creer incluso que poseen una personalidad múltiple, que escuchan
voces, que son poseídos por espíritus malignos.

Entre los menores de quince años, son posibles candidatos a la psicopatía (violenta o no) quienes
cumplan tres o más de estos síntomas:

- Frecuente ausentismo escolar.

- Al menos dos fugas de casa sin retorno voluntario.

- Inicios de peleas físicas.

- Uso de armas en más de una ocasión.

- Crueldad física con animales y/o personas.

- Destrucción deliberada de la propiedad de otros.

- Participación deliberada en más de un incendio.

- Robos con falsificación y enfrentamiento con las víctimas.

A partir de los 18 años, una persona es un claro candidato a convertirse en un psicópata violento
si cumple al menos cuatro de los siguientes requisitos:

- Es incapaz de mantener un trabajo constante.

- Actos antisociales frecuentes por los que puede haber sido detenido o no.
- Irritabilidad y agresividad.

- Incumplimiento de obligaciones económicas.

- Incapaz de planificar a medio plazo.

- Desinterés por la verdad. Uso repetido de la mentira, alias o bromas a los demás para

obtener provecho o placer personal.

- Despreocupación por la seguridad física, la propia y la de los demás.

- Irresponsabilidad cuando se actúa como padre o cuidador.

- Ausencia de una relación monógama durante más de un año.

- Ausencia de remordimientos. Encuentra fácilmente justificación para dañar, maltratar

o robar a los demás.

Los psicópatas pueden comprender cognoscitivamente el estado emocional de otras personas y


eso les permite incluso manipularlas, pero no logran comprender empáticamente su estado
emocional, lo cual se puede explicar por sus alteraciones de actividad fronto-temporal, aspecto
que les hace incólumes frente al sufrimiento de otros y los predispone a la violencia (Garrido,
Redondo, & Stangeland, 1999; Ostrosky, 2010).

Aunque puede ser que tengan un aprendizaje diferencial, aprenden lo que les interesa,
desarrollan versatilidad criminal, van aprendiendo a dejar menos evidencias, a evadir la acción
policial, a contestar los interrogatorios, desarrollan una ‘conciencia forense’, etc. Similarmente a
cualquier otro ser humano, no aprenden lo que no quieren aprender y, como no les interesa
extinguir su conducta homicida o criminal, no es efectivo ningún estímulo aversivo. Jonhs y
Quay (1962, citados por Hare, 1974, p. 15).

Los psicópatas son personalidades antisociales reincidentes; se caracterizan por parecer


normales, tener capacidad de discernimiento y normal curso de pensamiento y lenguaje, no
padecen de remordimientos, tienen encanto y afecto superficial, son manipuladores, ostentan
megalomanía (autoestima distorsionada exageradamente positiva), mantienen conducta
irresponsable hacia los hijos, hacia el trabajo y hacia su pareja, no establecen un proyecto de vida
y desde la infancia presentan conducta antisocial y son reincidentes hasta que son capturados por
la justicia, es decir, sólo los detiene el control social formal. Uno de los aspectos más
importantes a tener en cuenta a la hora de estudiar un caso es poder diferenciar entre uno y otro
tipo de criminal. Se trata de personajes con graves problemas psicoafectivos en un caso y en el
otro de una persona aparentemente normal, fría y calculadora. No hay duda de que el criminal
psicópata es el más difícil de detectar y apresar. Si en la mente del psicótico todo es confusión y
desorden, esto se verá reflejado en la escena del crimen. El mismo será una persona con unas
características precarias tanto en su vida personal como social y generará una violencia extrema
y descontrolada.

DILEMAS

Determinar la conceptualización de un psicotrastorno es, sin duda, una ardua tarea de los
estudiosos de ciencias sociales y de la salud; súmese a ello el separarlo de los desórdenes de
personalidad. Trastornos que consisten en un patrón permanente e inflexible de experiencia
interna y de comportamiento que significativamente “se aparta de las expectativas de la cultura
de la persona” (Martín, 2006).

Ubicados en procesos más específicos el Trastorno de Personalidad Psicopática ha pasado por: a)


Trastorno de tensión descarga; b) Personalidad incontroladamente impulsiva; c) Reacción
antisocial; d) Personalidad sociopática, e) Delincuencia subcultural, f) Trastorno sociosintónico
de la personalidad (para el caso de niños) o g) Trastorno sociopático de la personalidad.
Prosiguiendo con el caso de la personalidad psicopática el estudio clásico de Gray y Hutchinson
a mediados de los años 60, quienes enviaron por correo un cuestionario de 27 reactivos a 937
psiquiatras canadienses, de ellos 677 respondieron al instrumento. Resulta interesante que el
14,4% afirmaron que la psicopatía era primariamente de naturaleza genética, 38,2% la atribuían
básicamente al ambiente y el 43,9 restante adjudicaron la psicopatía a la combinación de ambos
factores. Trece de cada cien consideraron la posibilidad de diagnosticarla antes de los 8 años y
casi ocho de cada diez sostuvieron que el diagnóstico no era posible antes de los 18 años (Gray
& Hutchinson, 1964, citados por Hare, 1970). Se debe destacar que el atribuir etiquetas o rótulos
a las personas puede funcionar como profecías auto cumplidas. Con frecuencia ocurre que, en
cuanto a alguien se le encasilla, se le trata de esa manera y obviamente la persona tiende a
responder a esa significativa atribución con un patrón conductual que responde a la adjudicación
previa. Las categorías diagnósticas del DSM y el CIE, en sus más recientes versiones, sirven
como una insustituible guía de apoyo para expertos en ciencias de la salud, como trazos
orientadores que, al ser correctamente establecidos, ofrecen características valiosas en él o los
tratamientos que la persona debe llevar. Pero he aquí la palabra clave: ‘personas’. Individuos con
historias de vida distintas, seres humanos que por factores diversos padecen una o varias
dolencias y es necesario entenderlas en todo su contexto para poder apoyarles a ellas y a sus
allegados. Razón que, al margen de consideraciones éticas algunos profesionales olvidan y
entonces María se convierte en “La esquizotípica”, Federico en “El psicópata” y Carlitos dejará
de serlo para, transmutarse en el “niño autista”. Es cierto también que en el DSM-IV se han
descrito trastornos y síndromes específicos relacionados con ciertas culturas, por lo que se
incluye un apéndice en donde se valoran esos cuadros y se señala que debe conocerse la cultura
de la persona para realizar un buen diagnóstico, porque pueden interpretarse, de errónea manera,
determinadas creencias, experiencias o comportamientos que tienen sentido y no son patológicas
dentro de una comunidad en lo particular. Otro aspecto importante es que los estudiosos y
estudiantes de las ciencias clínicas, forenses, sociales y sus combinaciones, no deben perder de
vista que deben hacerse investigaciones locales que arrojen más luz sobre diversos
padecimientos de las personas, entender las relaciones funcionales dentro de una determinada
sociedad, descubrir las funciones implícitas de ciertas costumbres e instituciones que parecen
ilógicas o caprichosas cuando solamente se les conoce superficialmente. Además de la
comparación transcultural de ciertos rasgos, por ejemplo entre sociedades mestizas urbanas y
sociedades indígenas rurales, o comparar actitudes entre colectividades indígenas urbanas y
rurales. Descubrir algunas regularidades de forma o de proceso que puedan demostrar una
relación funcional entre el aspecto o rego sicológico que se estudia y alguna otra parte del
sistema de cultura como pueden ser: sistemas de creencias, estilos de crianza, tipos de familia o
aquello que Gregory Bateson (citado por Bock, 1977) denominó ‘eidos’, es decir, todos aquellos
principios generales que dan sentido a un sistema de creencias, ese patrón integrado por premisas
(explícitas o implícitas) que subyacen en el sistema de creencias.
CONCLUSIÓN

La psicopatía es un concepto que hasta hoy en día nos deja perplejos y asombrados como
sociedad. Nos fascina y deslumbra este concepto misterioso de una persona que es incapaz de
convivir de manera pacífica en nuestra sociedad, que se comporta de una manera tan lejana a lo
que consideramos como aceptable. Hay un sinfín de comportamientos que hoy en día
consideramos antisociales, y que si observamos en niños y jóvenes nos desconcierta ya que en la
mayoría de los casos estos comportamientos ya son de por si delincuenciales o si no lo son aún,
llevarán a un comportamiento delincuencial tarde o temprano si no se da lugar a una intervención
altamente necesaria, en especial en los casos donde se involucran armas.

Entre todos estos aspectos que nos mantiene ocupados pensando y considerando el cómo corregir
el actuar de estos niños, jóvenes y adultos, en especial si ya ha llegado a formar un
comportamiento delincuencial, uno de los más complejos es sin duda el estudio científico de la
psicopatía. Como seres que buscamos una lógica y un porque a los acontecimientos que nos
rodean siempre estamos buscando una explicación a estos fenómenos. A pesar de esto, hasta el
día de hoy aún no hay una causa definida científicamente de porque nace la psicopatía en una
persona, que lo lleva a cometer actos antisociales y porque es incapaz de sentir empatía. Hasta
hoy sigue el debate, como en tantos otros debates psicológicos, de herencia versus ambiente y sin
una clara respuesta a la vista que sea aplicable a todos.

La gran mayoría de los casos de personalidad criminal y psicopatía la encontramos distribuida


dentro de las zonas grises de la mente, donde las ideas de base no son tan fijas, las motivaciones
no son tan claras y las acciones resultantes de estas, nunca están tan condicionadas por factores
sobre los que el individuo no tiene ningún control. Dejando de lado los
ejercicios intelectuales que se pudiera realizar dentro de los estrechos límites que deja una
definición, se podría pensar que  para poder hacer evaluaciones éticas razonables y sacar
conclusiones realistas sobre casos puntuales, sería imprescindible considerar siempre cada uno
en forma particular. Y después asignarle con justicia y dentro de esta gradualidad inherente a la
condición humana la responsabilidad que pueda tener cada sujeto por éstas acciones.
BIBLIOGRAFÍA

 García López, Eric. Psicopatología forense. Comportamiento humano y tribunales de

justicia. Editorial El Manual Moderno (Colombia) Ltda.

REFERENCIAS VIA WEB:

 http://www.psychiatrictimes.com/display/article/10168/1522341?pageNumber=1&veri=0

 http://www.sepypna.com/documentos/criticas-dsm-v.pdf.

 https://medium.com/psicopatología-y-personalidad-2018-1/psicopatía-un-concepto

complejo-c69122fec757

 http://criminet.ugr.es/recpc/19/recpc19-13.pdf

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