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GESTION 2022
DEDICATORIA
EN PRIMER LUGAR, A DIOS Y A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO POR SER NUESTRO PADRE
ETERNO.
A MIS PADRES POR BRINDARME A LO LARGO DE MI VIDA SU AMOR, CUIDADO, Y POR
VELAR SIEMPRE POR MIS NECESIDADES.
A MI ESPOSO Y MIS HIJOS POR DARME LA FORTALEZA PARA SEGUIR ADELANTE
ÍNDICE
1. Introducción …………………………………………………………………………….1
2. Marco contextual………………………………………………………………………..3
3. Objetivo de la monografía …………………………………………………………….4
4. Desarrollo del tema …………………………………………………………………….5
5. Ejemplos de patriarcado……………………………………………………………….6
6. ¿El patriarcado como poder político?.....................................................................7
7. Conclusión ……………………………………………………………………………….8
8. Bibliografía ………………………………………………………………………………9
9. Anexos (fotos sobre la investigación) ………………………………………………..10
Introducción
sexista de los varones sobre las mujeres, constituyendo así aquella estructura que opera
como mecanismo de dominación ejercido sobre ellas, basándose en una
fundamentación biologicista. Esta ideología, por un lado, se construye tomando las
diferencias biológicas entre hombres y mujeres como inherentes y naturales. Y por el otro,
mantiene y agudiza estas diferencias postulando una estructura dicotómica de la realidad
y del pensamiento.
Esta operación de control y dominación que realiza el sistema patriarcal puede ser
analizada desde la óptica de Foucault a partir de su noción de biopoder. Esto es, un
poder que se caracteriza por la utilización de técnicas diversas que buscan “obtener la
sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones” [Foucault, 1976, p.169]. Un poder
que está presente en diversas instituciones sociales con el fin de mantener los principios
del patriarcado; instituciones como la escuela, el sistema penitenciario, el derecho.
El objeto del artículo, entonces, es analizar desde una visión feminista lo que para
nosotras es uno de los principales instrumentos funcionales al sistema patriarcal: el
derecho
Todo compromiso con una transformación social, política y económica involucra luchar
por un sistema justo e igualitario, que incluya de manera equitativa a hombres y mujeres
en todos los ámbitos de la vida.
MARCO CONTEXTUAL
Trinidad capital del departamento del Beni y primera sección municipal de la provincia
Cercado. Se encuentra situada en la parte sureste del departamento del Beni. Limita al
norte con el municipio San Javier; al sur con la provincia Marbán (municipios Loreto y San
Andrés), al este con el departamento de Santa Cruz (municipio Ascensión de Guarayos) y
al oeste con la provincia Moxos (municipio de San Ignacio). El territorio del Municipio tiene
una altura promedio de 155 msnm. Su relieve es entre plano a moderadamente inclinado,
lo cual da lugar a una serie de inundaciones estacionales a consecuencia del
estancamiento del agua de lluvia, que fluye generalmente hacia el norte. Su clima es
cálido, con una temperatura promedio de 24.8°C.El Municipio está organizado en 47
juntas vecinales, distribuidas en 8 distritos urbanos, 6 comunidades ubicadas en tres
distritos rurales y un distrito indígena. La población indígena es Mojeña y minoritariamente
Sirionó. Trinidad articula los principales centros de producción ganadera y pecuaria del
Beni.
Nuestro centro educativo CEA:“Mons. Manuel Eguiguren Galarraga”, cuenta con 5 sub
centro: 1.”MOCOVI” (privados de libertad), 2”MANA” (centro de rehabilitación de
adolescentes), 3”CABILDO” (Participantes social activas dentro de la sociedad), 4”
SIMON BOLIVAR” (Participantes social activas dentro de la sociedad), y ”DIVINA
CREACION” (PRIVADAS DE LIBERTAD) y el CEA atiende las siguientes etapas de
aprendizaje EPA-Educación Primaria Alternativa ,ESA-Educación Secundaria Alternativa y
ETA-Educación Técnica Alternativa, nació para satisfacer aquellas necesidades de las
personas jóvenes y adultos que no lograron culminar sus estudios por diversas razones
en el subsistema regular, cada año que pasa nos damos cuenta que son más. El centro
ofrece área humanista y técnica (serigrafía y diseño, juguetería y cotillón, belleza integra,
gastronomía alimentación y electricidad e instalación), sacando participantes con certifica
de Técnico Básico y Técnico Medio. Para que se involucren en distintas actividades que
permitan la transformación de la educación para el vivir bien.
Los participantes que se inscriben en estos cursos en su mayoría comprenden una edad
entre 15 a 60 o más años.
El facilitador y las facilitadoras del CEA “Mons. Manuel Eguiguren Galarraga” cuentan con
maestros (as) normalistas, maestros con especialidad en áreas técnicas que brindan un
trabajo innovador, buscan estrategias que permitan la permanencia de los estudiantes
hasta la culminación del semestre y de la gestión educativa.
El patriarcalismo en la política
Uno de los principales problemas que persisten en todo el mundo es que la presencia
física y las voces de las mujeres en los puestos de poder y toma de decisiones dentro de
los partidos políticos siguen siendo débiles y son casi inexistentes. A pesar de que las
mujeres participan de manera visible y activa en el apoyo a los partidos políticos y son
convocadas por los partidos para adherirse así como para emitir su voto en apoyo de los
mismos a través de elecciones, su participación no siempre garantiza su inclusión en la
toma de decisiones dentro de los partidos y en la toma de decisiones públicas en general.
Se puede argumentar que el escepticismo sobre las capacidades de liderazgo y toma de
decisiones de las mujeres es común dentro de los partidos políticos debido a que las
normas sociales que dictan esa política es un dominio de los hombres. La cuestión no es
si las mujeres pueden desempeñar un papel activo en los partidos políticos, ya que sí
pueden y, de hecho, contribuyen en muchos niveles. La cuestión es cómo acelerar el
acceso de las mujeres a los espacios políticos y asegurar que sus voces sean “oídas”, y
su participación se corresponda con su presencia e intervención en los procesos de
liderazgo y toma de decisiones en la política.
El hecho de que los partidos políticos sean considerados como los “reales guardianes”
para acceder a puestos de poder y el avance de las mujeres en la política, implica que es
a nivel de éstos que deben ponerse en práctica los principios del empoderamiento de las
mujeres y la igualdad de género. Por lo tanto, los movimientos o partidos políticos como
instituciones que pueden apoyar la construcción de la democracia deben crear un clima
propicio para la participación significativa tanto de los hombres como de las mujeres.
Con el fin de descubrir hasta qué punto los asuntos definidos anteriormente están
arraigados dentro de los partidos políticos, IDEA Internacional llevó a cabo un análisis de
las constituciones, manifiestos, declaraciones públicas y políticas internas de partidos
políticos entre junio de 2011 y junio de 2012. El análisis abarcó los siguientes 36 países
de África y 3 de Asia (como proyecto piloto): Angola, Benín, Botsuana, Burundi, Camerún,
Cabo Verde, Chad, Congo Brazzaville, Egipto, Etiopía, Gambia, Ghana, Indonesia, India,
Kenia, Lesoto, Liberia, Madagascar, Malí, Malawi, Marruecos, Mauricio, Mozambique,
Namibia, Nepal, Nigeria, República Democrática del Congo, Ruanda, Senegal,
Seychelles, Sierra Leona, Suazilandia, Sudáfrica, Sudán, Tanzania, Togo, Uganda,
Zambia y Zimbabue.
Es evidente a partir del análisis que si bien algunos partidos políticos tienen cuotas para la
representación femenina en el parlamento, no aplican estas mismas cuotas a las
estructuras internas del partido, ya que como se señaló anteriormente sus culturas
partidarias y, específicamente, sus actitudes tradicionales dominadas por los varones
limitan la participación y representación significativa de las mujeres.
La cultura política de utilizar el poder como un instrumento de dominación y las reglas “no
escritas” sobre el privilegio masculino dentro de los partidos políticos socavan el
empoderamiento de las mujeres en general y en particular el acceso de las mujeres a
posiciones de poder y toma de decisiones.
Las sociedades patriarcales se rigen a partir de los estereotipos de género. Según los
especialistas, no es una organización que existe “desde siempre”. Por caso, Gerda Lerner
ubica el surgimiento del patriarcado entre 3100 y 600 a.C., en la zona del antiguo Próximo
Oriente, donde la familia era la unidad básica desde donde se emanaban reglas y normas.
Según esta autora, los inicios de este tipo de organizaciones tienen que ver con la guerra,
el sexo y la reproducción.
Ejemplos de patriarcado
•Dependencia económica. Esto sucede cuando la mujer tiene acceso a trabajos más
precarios o peor remunerados que a los que tiene acceso el hombre. También se da
cuando el salario de una mujer es más bajo que el de un hombre que ocupa igual puesto
o, incluso, cuando a la mujer se le asigna el rol de ama de casa, encargada del cuidado
de los niños y, por lo tanto, no puede dedicarse a trabajar y tener su propio salario o
ingreso. Todo esto hace que las mujeres no se encuentren en igual condiciones que los
hombres y que dependan de ellos para su subsistencia.
•Víctima de violencia. Es muy común ver cómo en algunas sociedades las mujeres son
víctimas de ciertos tipos de violencia específica, como puede ser el acoso sexual. La
violencia doméstica y las violaciones forman parte de este tipo de agresiones que muchas
veces son naturalizadas, legitimizadas o invisibilizadas. En muchos casos ni siquiera
existen figuras legales para efectuar una denuncia.
•Derechos sexuales sin garantizar. Muchas veces las mujeres no tienen el mismo derecho
que los hombres en relación al control de su sexualidad. Esto implica tanto el cuidado de
la salud sexual y reproductiva como el derecho a decidir libre y responsablemente sobre
su propio cuerpo y sobre si quiere o no tener hijos y, en caso de querer tenerlos, poder
decidir cuántos (control de natalidad).
•Expectativas laborales. Por lo general, se tiene la idea o creencia de que los hombres
son más dedicados al trabajo que a la familia y que las mujeres, a la inversa, priorizan la
familia. Por eso es muy común que, a la hora de contratar a alguien, el empleador se
vuelque por un hombre.
El patriarcado es un sistema político que institucionaliza la superioridad sexista de los
varones sobre las mujeres, constituyendo así aquella estructura que opera como
mecanismo de dominación ejercido sobre ellas, basándose en una fundamentación
biologicista. Esta ideología, por un lado, se construye tomando las diferencias biológicas
entre hombres y mujeres como inherentes y naturales. Y por el otro, mantiene y agudiza
estas diferencias postulando una estructura dicotómica de la realidad y del pensamiento.
Esta operación de control y dominación que realiza el sistema patriarcal puede ser
analizada desde la óptica de Foucault a partir de su noción de biopoder. Esto es, un
poder que se caracteriza por la utilización de técnicas diversas que buscan “obtener la
sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones” [Foucault, 1976, p.169]. Un poder
que está presente en diversas instituciones sociales con el fin de mantener los principios
del patriarcado; instituciones como la escuela, el sistema penitenciario, el derecho.
El objeto del artículo, entonces, es analizar desde una visión feminista lo que para
nosotras es uno de los principales instrumentos funcionales al sistema patriarcal.
La crítica principal que los modernos harán a los clásicos apunta a las ideas de la
apoliticidad innata del hombre y a la preeminencia organicista del todo sobre las partes.
Según el pensamiento político clásico, a partir de la familia se originan, por un agregado
cuantitativo, el resto de las instancias comunitarias. Instancias en las cuales, como vimos,
se repite la estructura jerárquica de la familia.
Nuestra crítica al derecho está orientada en tanto constituye uno de los grandes
instrumentos del sistema de poder que analizamos aquí: el patriarcado. Consideramos
que el derecho toma como punto de partida a este sujeto hegemónico al que nos
referimos anteriormente, sujeto se ve representado en la figura del andrós. Esto hace que
el derecho adopte las características consideradas como propiamente masculinas, lo cual
le permite fundamentar la opresión ejercida por aquellos que dominan en este sistema de
poder. El derecho se convierte así en una herramienta de control y de disciplinamiento,
siendo una de sus principales funciones la prescripción y la normalización.
El cuerpo de la mujer se ve sometido a la norma del derecho masculino. Las leyes que
tienen que ver con la reproducción, las leyes que regulan la cuestión del aborto, las leyes
de educación sexual, son un claro ejemplo de esto. Hay por un lado una regulación del
nivel reproductivo de la población y por el otro, se ejerce una determinación muy fuerte
sobre los cuerpos de las mujeres. Las mujeres no podemos decidir libremente sobre
nuestros cuerpos, sino que la norma legal determina nuestra acción sobre los mismos.
Asimismo, el derecho posee ciertas ventajas con respecto a otras instituciones que
también son instrumentos de este poder. Dicen al respecto Alda Facio y Lorena Fries:
La manera de oprimir a la sociedad desde el hombre, sobre todo a las mujeres que son
las más afectadas, lo entendemos como una violencia política, donde el patriarcado toma
dominio hacia el cuerpo, que alteran, se utilizan de cierta manera e inclusive se abusan de
ellas. Estos daños que genera el patriarcado en una sociedad machista, lo evidenciamos
en los argumentos planteados por Martín-Baró (1988) sobre los acontecimientos que
suceden sobre la guerra en El salvador. El uso desmedido de la fuerza militar hacia la
población, donde se generó violencia contra el pueblo, violando a mujeres y entre otros
acontecimientos, llega a generar un trauma psicosocial, que refiere a las heridas
causadas a nivel psíquico debido al acontecimiento histórico experimentado (Martín-Baró,
2009).
Esto también lo podemos relacionar con los daños que genera el patriarcado como
fenómeno político que oprime las vidas de las mujeres, en donde se les tortura de manera
física, se les asesina y viola.
Dentro de este sistema que es el patriarcado las conductas o actos llevados a cabo por
sujetos específicos como puede ser un hombre que abusa de una mujer pueden generar
traumas psíquicos en esta, al no poseer las capacidades para metabolizar esta
experiencia (traumática), es así, como esta mujer que fue abusada puede generar un
trauma manifiesto en depresión, fobia al contacto físico u otras formas, esto es conocido
como “huella del trauma”.
Profundizando en este sistema patriarcal del que venimos hablando, podemos mencionar
que trae con si una inmensidad de injusticias, traumas y sufrimiento, ha desatado en los
últimos años una gran cantidad de manifestaciones por parte de las mujeres que luchan
contra esto, buscando una igualdad, buscando una liberación de este modelo modelo
patriarcal represivo, es así que si tomamos aspectos de Piper (2013) la memoria pasa a
ser un factor de suma importancia para este proceso de movilización y liberación, la
memoria se entiende como una acción que puede ser discursiva la cual se realiza en el
presente y construye eventos del pasado, con esta se constituye una trama relacional de
la que se es difícil distinguir contenido y forma, por esto el recordar algo trae consigo el
cómo se recuerda, agregando al hecho o instancia un momento determinado, una trama y
un sentido (Vázquez, 2001, citado en Piper, 2013). La memoria se encuentra presente en
estas manifestaciones en la lucha contra el patriarcado, esta memoria que se repite con
cierta ritualización busca mantener el recuerdo de las compañeras caídas, violentadas,
asesinadas, aquellas que estuvieron presentes en la lucha contra el patriarcado, así como
aquellas que no tuvieron oportunidad alguna de salir de ese entorno de violencia
patriarcal, por las mujeres que un 8 de marzo de 1857 decidieron salir a las calles a
protestar contra las miserables condiciones laborales (pan y rosas) y por aquellas mujeres
muertas el día 25 de marzo de 1911 en aquel trágico momento en una fábrica de New
York. Mediante esta memoria se escriben diferentes relatos e historias respecto al modelo
patriarcal, en las cuales la mujer siempre se ve afectada.
En las manifestaciones la memoria se encuentra presente no solo de forma lingüística,
sino que también en algunos casos se mezcla lo semiótico con lo material mediante
diferentes prácticas como lo es la performatividad, la memoria en la performatividad se
entiende “como un conjunto de acciones reiteradas constreñidas a ciertas normas,
constructoras de identidades, en las cuales confluyen o, más bien, se desdibujan los
límites entre la artificialidad y lo real.” (Piper, 2013, Párrafo 25). Estas prácticas
“reproducen interpretaciones del pasado, pero al mismo tiempo contribuyen a transformar
las condiciones que harán (o no) posible nuevos campos de sentido, y es eso
precisamente lo que otorga a la memoria su poder de construir versiones contra
hegemónicas.” (Piper, 2013, párrafo 24). De esta forma los actos performativos o las
diferentes prácticas realizadas en conmemoraciones como el 8 de marzo y que tienen
como propósito la memoria de los eventos ocurridos son espacios donde las víctimas de
este sistema patriarcal pueden hacer visibles sus memorias, pueden presentarlas ante
otros y reafirmarlas mediante simbolismos que delimitan lo que recuerdan (Campos, 2004,
citado en Piper, 2013), cosa que tiene sentido, debido a que estas fechas, aniversarios o
conmemoraciones reactivan las memorias. Por lo general son lugares públicos, donde se
permite expresar sentidos del pasado, cambiando algunos, reafirmando otros, lugares
donde se pueden construir nuevos recuerdos y sujetos sociales. De esto mismo se
desprende que la memoria en algunos casos sirve como una garantía de “nunca más”, un
recordatorio de aquellas cosas que no pueden volver a pasar, de esta forma es un grito de
“no vamos a aceptar más” (Piper, 2015), en este caso “no vamos a aceptar más
femicidios”, “no vamos a tolerar más injusticias”, “necesitamos justicia no patriarcal” entre
otros muchos ejemplos. Las conmemoraciones tienen la potencialidad para reproducir y
transformar significados, existe una apropiación y resignificación de las vivencias,
pasando de un “he sufrido esto” a un “no vamos a permitir que nadie vuelva a sufrir esto”.
Piper en “Violencia política, miedo y amenaza en lugares de memoria” (2015) habla sobre
la “generación sin miedo”, refiriéndose a que ellos nacen en un contexto posterior a la
dictadura, que no conservan los traumas que sus padres y madres sí, ya que, “No cargan
con fantasmas ni sombras del pasado. Son una nueva generación, más crítica y audaz.”
(Cabalin, 2011, citado en Piper, 2015, p.167), es por esto por lo que ellos al no
experimentar esta violencia y temor durante la dictadura militar no tienen este miedo
latente, Piper lo menciona por los movimientos estudiantiles ocurridos en el año 2011 y
cómo esta generación no se mostró temerosa a la hora de hacer saber sus malestares.
Podemos tomar este concepto de generación sin miedo y traerlo dentro del espectro
feminista (adaptando algunas cosas), asociándolo a que existe una gran historia de
normalización, miedo por parte de las mujeres a rebelarse ante este sistema patriarcal,
existiendo “generaciones traumatizadas” de mujeres que ya estaban acostumbradas a
recibir maltratos, menosprecios o injusticias de cualquier tipo, pero las actuales
generaciones, a diferencia de las anteriores, marcaron un “alto”. Estas inspiradas en los
movimientos feministas pasados y la cantidad de casos que se han dado a conocer (así
como la visibilidad que han tenido), se muestran valientes al enfrentar este sistema
patriarcal, marcan un antes y un después a la hora de cuestionarse lo que está bien o no,
teniendo como resultado una sociedad que se cuestiona todo aquello que se normalizó en
el pasado y que estas conductas normalizadas sean cada vez es menos toleradas y las
injusticias cada vez son más criticadas. Actualmente se exige justicia en aquellos casos
aberrantes como el de Antonia Barra y su violador Martín Pradenas o casos como el de
Fernanda Maciel, ya no se toleran las injusticias, es una generación sin miedo a luchar,
cosa que nos habla del impacto que han tenido estos movimientos más que necesarios
para superar estas injustas problemáticas.
lo primero que hace falta para luchar contra el patriarcado es tomar conciencia de que,
efectivamente, vivimos en una sociedad patriarcal. Debemos trabajar para que esa toma
de conciencia se extienda y cada vez más personas se unan a la lucha contra el
patriarcado.
¿Te preguntas qué puedes hacer tú para evitar estas prácticas? Te damos algunas ideas
que puedes aplicar desde hoy mismo:
En el ámbito familiar. No permitir que sean ellas las únicas encargadas de la intendencia
de la casa y del cuidado de sus menores y las personas mayores. El reparto de
responsabilidades y tareas tiene que ser equitativo. Por ejemplo, valorar que también el
hombre puede pedir la reducción de jornada para atender a sus hijos o hijas.
Estas son solo algunas muestras de los comportamientos que podemos cambiar en
nuestro día a día, ¡pero son tantos los que podríamos enumerar! Para luchar contra el
patriarcado hacemos falta todos y todas. El camino es largo, pero no dudamos de que
llegaremos. ¿Te sumas a la causa?
Anexos
Sociedad patriarcal: cómo luchar contra ella
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA CITADA
Facio, A., & Fries, L. (2005). Feminismo, género y patriarcado. Revista sobre enseñanza del
derecho de Buenos Aires, (6), 259-294.
Montero, M. (2009). ¿Para qué Psicología Política? Psicología Política, 9(18), 199-213.
Lira, E. (2010). Trauma, duelo, reparación y memoria. Revista de Estudios Sociales, 36, 14-28.
Piper, I. & Fernández-Droguett, R. (2013) Psicología Social de la Memoria: Espacios y Políticas
del Recuerdo. PSYKHE, Vol. 22, (2), Pp. 19-31.
– Piper, I. (2015) Violencia política, miedo y amenaza en lugares de memoria. Athenea Digital,
15, (4), pp. 155-172.