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Ministerio de Educación del Estado plurinacional

Centro de Educación Alternativa


“Mons. Manuel Eguiguren Galarraga

CODIGO SIE U.E.:82230132-CODIGO SIE E.E.: 82230097

“EL PATRIARCALISMO EN LA POLITICA”

NOMBRE DEL PARTICIPANTE: ROSA CABALLERO SUAREZ


NOMBRE DEL TUTOR: NINFA CALDERON MANRRIQUE
ETAPA DE APRENDIZAJE: ESPECIALIZADO

GESTION 2022
DEDICATORIA

 EN PRIMER LUGAR, A DIOS Y A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO POR SER NUESTRO PADRE
ETERNO.
 A MIS PADRES POR BRINDARME A LO LARGO DE MI VIDA SU AMOR, CUIDADO, Y POR
VELAR SIEMPRE POR MIS NECESIDADES.
 A MI ESPOSO Y MIS HIJOS POR DARME LA FORTALEZA PARA SEGUIR ADELANTE
ÍNDICE

1. Introducción …………………………………………………………………………….1
2. Marco contextual………………………………………………………………………..3
3. Objetivo de la monografía …………………………………………………………….4
4. Desarrollo del tema …………………………………………………………………….5
5. Ejemplos de patriarcado……………………………………………………………….6
6. ¿El patriarcado como poder político?.....................................................................7

7. Conclusión ……………………………………………………………………………….8
8. Bibliografía ………………………………………………………………………………9
9. Anexos (fotos sobre la investigación) ………………………………………………..10
Introducción

El patriarcado es un sistema político que institucionaliza la superioridad

sexista de los varones sobre las mujeres, constituyendo así aquella estructura que opera
como mecanismo de dominación ejercido sobre ellas, basándose en una
fundamentación biologicista. Esta ideología, por un lado, se construye tomando las
diferencias biológicas entre hombres y mujeres como inherentes y naturales. Y por el otro,
mantiene y agudiza estas diferencias postulando una estructura dicotómica de la realidad
y del pensamiento.

Esta operación de control y dominación que realiza el sistema patriarcal puede ser
analizada desde la óptica de Foucault a partir de su noción de biopoder. Esto es, un
poder que se caracteriza por la utilización de técnicas diversas que buscan “obtener la
sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones” [Foucault, 1976, p.169]. Un poder
que está presente en diversas instituciones sociales con el fin de mantener los principios
del patriarcado; instituciones como la escuela, el sistema penitenciario, el derecho.

El feminismo va a ser una corriente de pensamiento que va a poner de manifiesto la


estructura patriarcal presente en estas instituciones sociales. Sin embargo, el feminismo
no es un movimiento unívoco, ni uniforme. Está constituido por diversas corrientes,
algunas de las cuales serán desarrolladas en el presente artículo.

El objeto del artículo, entonces, es analizar desde una visión feminista lo que para
nosotras es uno de los principales instrumentos funcionales al sistema patriarcal: el
derecho

Todo compromiso con una transformación social, política y económica involucra luchar
por un sistema justo e igualitario, que incluya de manera equitativa a hombres y mujeres
en todos los ámbitos de la vida.
MARCO CONTEXTUAL

Trinidad capital del departamento del Beni y primera sección municipal de la provincia
Cercado. Se encuentra situada en la parte sureste del departamento del Beni. Limita al
norte con el municipio San Javier; al sur con la provincia Marbán (municipios Loreto y San
Andrés), al este con el departamento de Santa Cruz (municipio Ascensión de Guarayos) y
al oeste con la provincia Moxos (municipio de San Ignacio). El territorio del Municipio tiene
una altura promedio de 155 msnm. Su relieve es entre plano a moderadamente inclinado,
lo cual da lugar a una serie de inundaciones estacionales a consecuencia del
estancamiento del agua de lluvia, que fluye generalmente hacia el norte. Su clima es
cálido, con una temperatura promedio de 24.8°C.El Municipio está organizado en 47
juntas vecinales, distribuidas en 8 distritos urbanos, 6 comunidades ubicadas en tres
distritos rurales y un distrito indígena. La población indígena es Mojeña y minoritariamente
Sirionó. Trinidad articula los principales centros de producción ganadera y pecuaria del
Beni.

Nuestro centro educativo CEA:“Mons. Manuel Eguiguren Galarraga”, cuenta con 5 sub
centro: 1.”MOCOVI” (privados de libertad), 2”MANA” (centro de rehabilitación de
adolescentes), 3”CABILDO” (Participantes social activas dentro de la sociedad), 4”
SIMON BOLIVAR” (Participantes social activas dentro de la sociedad), y ”DIVINA
CREACION” (PRIVADAS DE LIBERTAD) y el CEA atiende las siguientes etapas de
aprendizaje EPA-Educación Primaria Alternativa ,ESA-Educación Secundaria Alternativa y
ETA-Educación Técnica Alternativa, nació para satisfacer aquellas necesidades de las
personas jóvenes y adultos que no lograron culminar sus estudios por diversas razones
en el subsistema regular, cada año que pasa nos damos cuenta que son más. El centro
ofrece área humanista y técnica (serigrafía y diseño, juguetería y cotillón, belleza integra,
gastronomía alimentación y electricidad e instalación), sacando participantes con certifica
de Técnico Básico y Técnico Medio. Para que se involucren en distintas actividades que
permitan la transformación de la educación para el vivir bien.

En año 2017 se habilitaron el Sub Cabildo que funciona en el cabildo indigenal de


Trinidad, y posteriormente en el año 2018 se habilito el sub “Simón Bolívar” que se
encuentra ubica 1,47km al este de la plaza principal José Ballivián, estos dos sub centro
ya mencionados funciona dentro de la ciudad de Trinidad, nuestros participantes están
organizados por medio de mesas directivas, cada curso tiene sus respectivos
representantes.

Los participantes que se inscriben en estos cursos en su mayoría comprenden una edad
entre 15 a 60 o más años.

El facilitador y las facilitadoras del CEA “Mons. Manuel Eguiguren Galarraga” cuentan con
maestros (as) normalistas, maestros con especialidad en áreas técnicas que brindan un
trabajo innovador, buscan estrategias que permitan la permanencia de los estudiantes
hasta la culminación del semestre y de la gestión educativa.

El presente trabajo se elaboro de forma aleatoria al azar en jóvenes y adultos de la zona.

Para conocer el grado de conocimiento que tiene sobre el patriarcado dentro de la


sociedad y como este afecta de manera negativa y poder erradicar este problema.
OBJETIVO DE LA MONOGRAFÍA

 En el ámbito laboral. Son muchos los ejemplos de desigualdad de género en el


trabajo, no ser partícipe de acciones discriminatorias.
 promover que más mujeres participen en los sindicatos, recompensar su trabajo
ofreciéndole las mismas condiciones y oportunidades de mejora que los hombres
en igualdad de condiciones o no mantener una actitud pasiva ante las situaciones
de desigualdad que presencies, sino que debes denunciarlas.
 En el ámbito familiar. No permitir que sean ellas las únicas encargadas de la
intendencia de la casa y del cuidado de sus menores y las personas mayores.
 El reparto de responsabilidades y tareas tiene que ser equitativo. Por ejemplo,
valorar que también el hombre puede pedir la reducción de jornada para atender a
sus hijos o hijas.
 En el ámbito social. Constantemente participamos de los estereotipos de género
.Es decir, si estamos en un hospital, inconscientemente pensamos que las mujeres
son las enfermeras. Si queremos presentar una queja en un establecimiento,
acudimos al hombre creyendo que él será el gerente.
Desarrollo del tema

El patriarcalismo en la política

Uno de los principales problemas que persisten en todo el mundo es que la presencia
física y las voces de las mujeres en los puestos de poder y toma de decisiones dentro de
los partidos políticos siguen siendo débiles y son casi inexistentes. A pesar de que las
mujeres participan de manera visible y activa en el apoyo a los partidos políticos y son
convocadas por los partidos para adherirse así como para emitir su voto en apoyo de los
mismos a través de elecciones, su participación no siempre garantiza su inclusión en la
toma de decisiones dentro de los partidos y en la toma de decisiones públicas en general.
Se puede argumentar que el escepticismo sobre las capacidades de liderazgo y toma de
decisiones de las mujeres es común dentro de los partidos políticos debido a que las
normas sociales que dictan esa política es un dominio de los hombres. La cuestión no es
si las mujeres pueden desempeñar un papel activo en los partidos políticos, ya que sí
pueden y, de hecho, contribuyen en muchos niveles. La cuestión es cómo acelerar el
acceso de las mujeres a los espacios políticos y asegurar que sus voces sean “oídas”, y
su participación se corresponda con su presencia e intervención en los procesos de
liderazgo y toma de decisiones en la política.

La igualdad de acceso y participación de mujeres y hombres en los procesos políticos y


electorales está determinada en gran medida por las culturas, sistemas y procesos de la
democracia intrapartidaria y el proceso de selección y nominación de candidatas y
candidatos. En muchos casos, la baja participación y representación de las mujeres es de
hecho parte de un tema más amplio y que se refiere a las actitudes culturales y
tradicionales que están arraigadas dentro de los partidos y son perpetuadas por sus
normas, sus sistemas, prácticas, procedimientos y acceso a posiciones de liderazgo.

El hecho de que los partidos políticos sean considerados como los “reales guardianes”
para acceder a puestos de poder y el avance de las mujeres en la política, implica que es
a nivel de éstos que deben ponerse en práctica los principios del empoderamiento de las
mujeres y la igualdad de género. Por lo tanto, los movimientos o partidos políticos como
instituciones que pueden apoyar la construcción de la democracia deben crear un clima
propicio para la participación significativa tanto de los hombres como de las mujeres.

Con el fin de descubrir hasta qué punto los asuntos definidos anteriormente están
arraigados dentro de los partidos políticos, IDEA Internacional llevó a cabo un análisis de
las constituciones, manifiestos, declaraciones públicas y políticas internas de partidos
políticos entre junio de 2011 y junio de 2012. El análisis abarcó los siguientes 36 países
de África y 3 de Asia (como proyecto piloto): Angola, Benín, Botsuana, Burundi, Camerún,
Cabo Verde, Chad, Congo Brazzaville, Egipto, Etiopía, Gambia, Ghana, Indonesia, India,
Kenia, Lesoto, Liberia, Madagascar, Malí, Malawi, Marruecos, Mauricio, Mozambique,
Namibia, Nepal, Nigeria, República Democrática del Congo, Ruanda, Senegal,
Seychelles, Sierra Leona, Suazilandia, Sudáfrica, Sudán, Tanzania, Togo, Uganda,
Zambia y Zimbabue.

Es evidente a partir del análisis que si bien algunos partidos políticos tienen cuotas para la
representación femenina en el parlamento, no aplican estas mismas cuotas a las
estructuras internas del partido, ya que como se señaló anteriormente sus culturas
partidarias y, específicamente, sus actitudes tradicionales dominadas por los varones
limitan la participación y representación significativa de las mujeres.

En la mayoría de los países incluidos en el análisis, existen marcos legislativos nacionales


(constituciones, leyes) cuyo objeto es proteger o mejorar la igualdad de género. Si bien
los marcos legislativos son muy importantes para establecer el reconocimiento de la
igualdad entre mujeres y hombres, hay una brecha en la traducción de estos principios a
la acción más allá del ámbito legislativo en términos de las estructuras y procesos que
permitan que la legislación surta el efecto apropiado. El impacto de esta situación se
manifiesta en la continua falta de igualdad de género en los puestos de poder y toma de
decisiones incluso desde dentro de los partidos políticos. Una de las razones para esto es
que los partidos políticos no han hecho arraigar los principios de igualdad de género
estipulados en las legislaciones nacionales en sus procesos, prácticas, sistemas y
estructuras intrapartidarias. Aunque los manifiestos de algunos partidos políticos
mencionan compromisos internacionales en favor del empoderamiento de las mujeres y la
igualdad de género, la ausencia de garantías en sus procesos y prácticas inhibe las
acciones sustantivas que pudieran darse para implementar estos compromisos.
Más allá de la retórica de las campañas, la mayoría de los partidos políticos aún no han
incorporado la igualdad de género en sus documentos de política, en particular las
normas y reglamentos para la identificación, selección y nominación de las y los
candidatos a puestos de liderazgo dentro del partido y otras posiciones de poder y de
toma de decisiones. En consecuencia, las cifras de las mujeres en posiciones de
liderazgo dentro de los partidos políticos no reflejan las promesas hechas por la mayoría
de éstos durante las campañas.

La cultura política de utilizar el poder como un instrumento de dominación y las reglas “no
escritas” sobre el privilegio masculino dentro de los partidos políticos socavan el
empoderamiento de las mujeres en general y en particular el acceso de las mujeres a
posiciones de poder y toma de decisiones.

El patriarcado se puede manifestar desde la familia y el ámbito doméstico, hasta a la hora


de ver quiénes ocupan los cargos de poder en el Estado –y cómo ejercen ese poder–,
pasando por el ámbito laboral y académico, por poner algunos casos. Las instituciones
religiosas tampoco quedan exentas de este tipo de supremacía del hombre por sobre el
de la mujer.

Las sociedades patriarcales se rigen a partir de los estereotipos de género. Según los
especialistas, no es una organización que existe “desde siempre”. Por caso, Gerda Lerner
ubica el surgimiento del patriarcado entre 3100 y 600 a.C., en la zona del antiguo Próximo
Oriente, donde la familia era la unidad básica desde donde se emanaban reglas y normas.
Según esta autora, los inicios de este tipo de organizaciones tienen que ver con la guerra,
el sexo y la reproducción.

Ejemplos de patriarcado

La dependencia económica puede darse cuando el salario de la mujer es más bajo.

En la actualidad existen diversas formas en las que se manifiesta el patriarcado o, al


menos, sus resabios. A continuación, algunos ejemplos:

•Dependencia económica. Esto sucede cuando la mujer tiene acceso a trabajos más
precarios o peor remunerados que a los que tiene acceso el hombre. También se da
cuando el salario de una mujer es más bajo que el de un hombre que ocupa igual puesto
o, incluso, cuando a la mujer se le asigna el rol de ama de casa, encargada del cuidado
de los niños y, por lo tanto, no puede dedicarse a trabajar y tener su propio salario o
ingreso. Todo esto hace que las mujeres no se encuentren en igual condiciones que los
hombres y que dependan de ellos para su subsistencia.

•Víctima de violencia. Es muy común ver cómo en algunas sociedades las mujeres son
víctimas de ciertos tipos de violencia específica, como puede ser el acoso sexual. La
violencia doméstica y las violaciones forman parte de este tipo de agresiones que muchas
veces son naturalizadas, legitimizadas o invisibilizadas. En muchos casos ni siquiera
existen figuras legales para efectuar una denuncia.

•Crecimiento profesional. Se utiliza el concepto “techo de cristal” para hablar de la


limitante o “techo” que encuentran las mujeres dentro de su carrera profesional. Son
pocas las mujeres que verdaderamente acceden a los cargos de decisión dentro de las
compañías, ya sea por una cuestión cultural de la empresa (que le da mayor
protagonismo al hombre), porque la propia mujer se autocensura (por temor a no cumplir
con las habilidades y conocimientos necesarios) o incluso porque opta por su vida
familiar. En general, los cargos más importantes y altos dentro de la jerarquía de cualquier
empresa se encuentran en manos de hombres. A esto se le suma que las mujeres suelen
verse limitadas a acceder a ciertos tipos de industrias, como la de los servicios o la textil o
a ciertos cargos como el de maestra, secretaria o enfermera, que, por lo general, son mal
pagos.

•Derechos sexuales sin garantizar. Muchas veces las mujeres no tienen el mismo derecho
que los hombres en relación al control de su sexualidad. Esto implica tanto el cuidado de
la salud sexual y reproductiva como el derecho a decidir libre y responsablemente sobre
su propio cuerpo y sobre si quiere o no tener hijos y, en caso de querer tenerlos, poder
decidir cuántos (control de natalidad).

•Expectativas laborales. Por lo general, se tiene la idea o creencia de que los hombres
son más dedicados al trabajo que a la familia y que las mujeres, a la inversa, priorizan la
familia. Por eso es muy común que, a la hora de contratar a alguien, el empleador se
vuelque por un hombre.
El patriarcado es un sistema político que institucionaliza la superioridad sexista de los
varones sobre las mujeres, constituyendo así aquella estructura que opera como
mecanismo de dominación ejercido sobre ellas, basándose en una fundamentación
biologicista. Esta ideología, por un lado, se construye tomando las diferencias biológicas
entre hombres y mujeres como inherentes y naturales. Y por el otro, mantiene y agudiza
estas diferencias postulando una estructura dicotómica de la realidad y del pensamiento.

Esta operación de control y dominación que realiza el sistema patriarcal puede ser
analizada desde la óptica de Foucault a partir de su noción de biopoder. Esto es, un
poder que se caracteriza por la utilización de técnicas diversas que buscan “obtener la
sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones” [Foucault, 1976, p.169]. Un poder
que está presente en diversas instituciones sociales con el fin de mantener los principios
del patriarcado; instituciones como la escuela, el sistema penitenciario, el derecho.

El feminismo va a ser una corriente de pensamiento que va a poner de manifiesto la


estructura patriarcal presente en estas instituciones sociales. Sin embargo, el feminismo
no es un movimiento unívoco, ni uniforme. Está constituido por diversas corrientes,
algunas de las cuales serán desarrolladas en el presente artículo.

El objeto del artículo, entonces, es analizar desde una visión feminista lo que para
nosotras es uno de los principales instrumentos funcionales al sistema patriarcal.

- La modernidad es el momento de surgimiento del principio de igualdad ante el derecho,


pero tampoco se supera allí la dicotomía. Los únicos conceptos que son rediscutidos son
los de amo y esclavo, pero los pares adulto/ niño y varón/ mujer, que son los referidos al
ámbito de lo familiar, quedan fuera de discusión. Un ejemplo de esto se puede
apreciar, en la definición de patria potestad: el poder del padre, de una persona
civilmente capaz (autónomo), recae sobre una persona civilmente incapaz (que
carece de razón) por ser menor de edad, por no alcanzar la madurez o por estar
enajenado a una tutela. Es decir, el único sujeto autónomo y capaz es el varón adulto.

La característica más importante de la modernidad es la separación de órdenes: por un


lado, el sujeto autónomo y libre de voluntad y por el otro lado, la naturaleza,
necesariamente determinada por la ley que la rige. El universo se ve dividido, a partir de
la filosofía de Descartes, en dos sustancias: la extensa y la pensante.
Este sujeto autónomo despierta preguntas sobre cómo y por qué los hombres se juntan
en sociedad, preguntas que se hacen los contractualistas y a las que responden
con la teoría del pacto o contrato social.

La crítica principal que los modernos harán a los clásicos apunta a las ideas de la
apoliticidad innata del hombre y a la preeminencia organicista del todo sobre las partes.
Según el pensamiento político clásico, a partir de la familia se originan, por un agregado
cuantitativo, el resto de las instancias comunitarias. Instancias en las cuales, como vimos,
se repite la estructura jerárquica de la familia.

Para el pensamiento político moderno, no existen jerarquías naturales. La sociabilidad se


construye a partir del consenso, el cual se refleja en el pacto social. Éste permite a los
hombres salir del estado de naturaleza. Cada hombre debe reconocer el derecho del otro
y renunciar así a la propia autonomía para poder conseguir protección de su propia vida y
de la propiedad. Este pacto consta de dos momentos: el primero o “pacto de asociación”,
es el pacto fraterno u horizontal mediante el cual se genera la sociedad al reconocerse los
sujetos recíprocamente con derechos y al acordar no pasar sobre el derecho del otro,

Nuestra crítica al derecho está orientada en tanto constituye uno de los grandes
instrumentos del sistema de poder que analizamos aquí: el patriarcado. Consideramos
que el derecho toma como punto de partida a este sujeto hegemónico al que nos
referimos anteriormente, sujeto se ve representado en la figura del andrós. Esto hace que
el derecho adopte las características consideradas como propiamente masculinas, lo cual
le permite fundamentar la opresión ejercida por aquellos que dominan en este sistema de
poder. El derecho se convierte así en una herramienta de control y de disciplinamiento,
siendo una de sus principales funciones la prescripción y la normalización.

El cuerpo de la mujer se ve sometido a la norma del derecho masculino. Las leyes que
tienen que ver con la reproducción, las leyes que regulan la cuestión del aborto, las leyes
de educación sexual, son un claro ejemplo de esto. Hay por un lado una regulación del
nivel reproductivo de la población y por el otro, se ejerce una determinación muy fuerte
sobre los cuerpos de las mujeres. Las mujeres no podemos decidir libremente sobre
nuestros cuerpos, sino que la norma legal determina nuestra acción sobre los mismos.
Asimismo, el derecho posee ciertas ventajas con respecto a otras instituciones que
también son instrumentos de este poder. Dicen al respecto Alda Facio y Lorena Fries:

Desde la antropología, se han planteado conceptos en donde la sociedad y la cultura en


la que se vive ejerciendo cierto dominio sobre la población desde un género en particular,
como lo es el matriarcado o el patriarcado. En este ensayo profundizaremos desde el
patriarcado, entendiéndolo como un dominio por parte de los hombres hacia la población
como poder político opresivo, en donde tanto mujeres como hombres reciben los daños
colaterales por quienes dominan. Sin embargo, el patriarcado se puede entender desde
diferentes maneras. Desde las feministas refieren que el patriarcado es la manifestación e
institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres, en donde se tiene dominio
de las instituciones más importantes para la sociedad, y para otras significa una toma de
poder histórica por parte de los hombres sobre las mujeres cuyo agente ocasional fue el
orden de la biología, si bien elevado éste a la categoría política y económica (Facio y
Fries, 2005). Y desde la psicología política se entiende como un fenómeno político, una
manera en cómo se ejerce el poder hacia la población o la sociedad. Este poder lo
entendemos como un dominio hacia el otro, una manera en la cual se ejerce el poder ya
sea a través de maneras indirectas o por la fuerza. “Lo que caracteriza el poder que
estamos analizando es que pone en juego relaciones entre individuos […] si hablamos de
estructuras o de mecanismos de poder, es sólo en la medida en que suponemos que
ciertas personas ejercen poder sobre otras” (Foucault, 1988, p.12). El poder se ejerce a
través de un sistema, como lo es el patriarcado, en donde interviene en instituciones y las
hace del dominio del hombre. No es de extrañar que el mismo Estado tenga una
característica patriarcal, esto lo podemos evidenciar con los sueldos o salarios diferentes
entre los géneros, las maneras de politizar ciertos espacios públicos en las cuales
padecen del dominio del hombre, como lo es el trabajo en este caso. El aspecto que
también mencionamos sobre el espacio público es un ámbito que la psicología política
también se especializa. “La vida pública, es vida política en tanto se refiere a ese espacio
compartido por todos los integrantes de una sociedad, siguiendo normas explícitas e
implícitas cultural, histórica y dinámicamente establecidas y revisadas” (Montero, 2009,
p.204). Los espacios privados se refieren a otros aspectos en la cuales son una forma de
prohibir o de desocializar, excluyendo a algunos (Montero, 2009). Sin embargo, estos
espacios se relacionan, en la cual el espacio público también influye o determina cómo
funciona el espacio privado y por esta interrelación puede tener consecuencias sobre la
vida pública, en donde responden a ciertos intereses (Montero, 2009). Es por ello por lo
que nos situamos en la vida pública, en donde interfiere el hombre a través de su poder,
tomando dominio de estos espacios actuando de tal manera que genera ciertas conductas
y tratos entre los hombres y las mujeres como lo plantea el patriarcado.

La manera de oprimir a la sociedad desde el hombre, sobre todo a las mujeres que son
las más afectadas, lo entendemos como una violencia política, donde el patriarcado toma
dominio hacia el cuerpo, que alteran, se utilizan de cierta manera e inclusive se abusan de
ellas. Estos daños que genera el patriarcado en una sociedad machista, lo evidenciamos
en los argumentos planteados por Martín-Baró (1988) sobre los acontecimientos que
suceden sobre la guerra en El salvador. El uso desmedido de la fuerza militar hacia la
población, donde se generó violencia contra el pueblo, violando a mujeres y entre otros
acontecimientos, llega a generar un trauma psicosocial, que refiere a las heridas
causadas a nivel psíquico debido al acontecimiento histórico experimentado (Martín-Baró,
2009).

El patriarcado como poder político opresivo

Genera daños o traumas a nivel psicosocial, y en respuesta a estos acontecimientos es


donde se genera el movimiento feminista, dirigiéndose en contra el modelo establecido
dominado por los hombres. Estos daños cometidos por el patriarcado los podemos
asimilar a través de los hechos ocurridos y relatados por Martín-Baró (1988) sobre las
tantas mujeres que sufrieron abuso físico, psicológico y sexual por parte de los hombres.
Estos hechos y conductas son atribuidas por este modelo y valores tradicionales que nos
entrega el patriarcado, donde se les permite tener dominio sobre los cuerpos y las vidas
de las mujeres ante los hombres. Son los efectos violentos y desmedidos por este poder
con aspectos políticos, donde los hombres tienen privilegio ante las mujeres. Cabe
señalar que estas conductas de los hombres hacia las mujeres son propuestas por este
modelo de dominación, es por ello por lo que hay actos deshumanizantes como las
violaciones, abusos físicos y psicológicos porque refieren a la mujer sólo como un objeto
de producción y satisfacción sexual y no como un ser humano que siente. Como nos
menciona Lira (2010) sobre el trauma entendido en contextos de dictadura militar en Chile
(1973-1990):

“Las torturas, los secuestros, desapariciones y asesinatos, el exilio, la relegación, los


amedrentamientos y allanamientos masivos eran entendidos como situaciones
específicas potencialmente traumáticas, que atentaban contra la vida y la identidad de las
personas, afectando negativamente su condición de miembros de una sociedad y su
calidad de sujetos sociales activos” (p.19).

Esto también lo podemos relacionar con los daños que genera el patriarcado como
fenómeno político que oprime las vidas de las mujeres, en donde se les tortura de manera
física, se les asesina y viola.

Dentro de este sistema que es el patriarcado las conductas o actos llevados a cabo por
sujetos específicos como puede ser un hombre que abusa de una mujer pueden generar
traumas psíquicos en esta, al no poseer las capacidades para metabolizar esta
experiencia (traumática), es así, como esta mujer que fue abusada puede generar un
trauma manifiesto en depresión, fobia al contacto físico u otras formas, esto es conocido
como “huella del trauma”.

Profundizando en este sistema patriarcal del que venimos hablando, podemos mencionar
que trae con si una inmensidad de injusticias, traumas y sufrimiento, ha desatado en los
últimos años una gran cantidad de manifestaciones por parte de las mujeres que luchan
contra esto, buscando una igualdad, buscando una liberación de este modelo modelo
patriarcal represivo, es así que si tomamos aspectos de Piper (2013) la memoria pasa a
ser un factor de suma importancia para este proceso de movilización y liberación, la
memoria se entiende como una acción que puede ser discursiva la cual se realiza en el
presente y construye eventos del pasado, con esta se constituye una trama relacional de
la que se es difícil distinguir contenido y forma, por esto el recordar algo trae consigo el
cómo se recuerda, agregando al hecho o instancia un momento determinado, una trama y
un sentido (Vázquez, 2001, citado en Piper, 2013). La memoria se encuentra presente en
estas manifestaciones en la lucha contra el patriarcado, esta memoria que se repite con
cierta ritualización busca mantener el recuerdo de las compañeras caídas, violentadas,
asesinadas, aquellas que estuvieron presentes en la lucha contra el patriarcado, así como
aquellas que no tuvieron oportunidad alguna de salir de ese entorno de violencia
patriarcal, por las mujeres que un 8 de marzo de 1857 decidieron salir a las calles a
protestar contra las miserables condiciones laborales (pan y rosas) y por aquellas mujeres
muertas el día 25 de marzo de 1911 en aquel trágico momento en una fábrica de New
York. Mediante esta memoria se escriben diferentes relatos e historias respecto al modelo
patriarcal, en las cuales la mujer siempre se ve afectada.
En las manifestaciones la memoria se encuentra presente no solo de forma lingüística,
sino que también en algunos casos se mezcla lo semiótico con lo material mediante
diferentes prácticas como lo es la performatividad, la memoria en la performatividad se
entiende “como un conjunto de acciones reiteradas constreñidas a ciertas normas,
constructoras de identidades, en las cuales confluyen o, más bien, se desdibujan los
límites entre la artificialidad y lo real.” (Piper, 2013, Párrafo 25). Estas prácticas
“reproducen interpretaciones del pasado, pero al mismo tiempo contribuyen a transformar
las condiciones que harán (o no) posible nuevos campos de sentido, y es eso
precisamente lo que otorga a la memoria su poder de construir versiones contra
hegemónicas.” (Piper, 2013, párrafo 24). De esta forma los actos performativos o las
diferentes prácticas realizadas en conmemoraciones como el 8 de marzo y que tienen
como propósito la memoria de los eventos ocurridos son espacios donde las víctimas de
este sistema patriarcal pueden hacer visibles sus memorias, pueden presentarlas ante
otros y reafirmarlas mediante simbolismos que delimitan lo que recuerdan (Campos, 2004,
citado en Piper, 2013), cosa que tiene sentido, debido a que estas fechas, aniversarios o
conmemoraciones reactivan las memorias. Por lo general son lugares públicos, donde se
permite expresar sentidos del pasado, cambiando algunos, reafirmando otros, lugares
donde se pueden construir nuevos recuerdos y sujetos sociales. De esto mismo se
desprende que la memoria en algunos casos sirve como una garantía de “nunca más”, un
recordatorio de aquellas cosas que no pueden volver a pasar, de esta forma es un grito de
“no vamos a aceptar más” (Piper, 2015), en este caso “no vamos a aceptar más
femicidios”, “no vamos a tolerar más injusticias”, “necesitamos justicia no patriarcal” entre
otros muchos ejemplos. Las conmemoraciones tienen la potencialidad para reproducir y
transformar significados, existe una apropiación y resignificación de las vivencias,
pasando de un “he sufrido esto” a un “no vamos a permitir que nadie vuelva a sufrir esto”.

Piper en “Violencia política, miedo y amenaza en lugares de memoria” (2015) habla sobre
la “generación sin miedo”, refiriéndose a que ellos nacen en un contexto posterior a la
dictadura, que no conservan los traumas que sus padres y madres sí, ya que, “No cargan
con fantasmas ni sombras del pasado. Son una nueva generación, más crítica y audaz.”
(Cabalin, 2011, citado en Piper, 2015, p.167), es por esto por lo que ellos al no
experimentar esta violencia y temor durante la dictadura militar no tienen este miedo
latente, Piper lo menciona por los movimientos estudiantiles ocurridos en el año 2011 y
cómo esta generación no se mostró temerosa a la hora de hacer saber sus malestares.
Podemos tomar este concepto de generación sin miedo y traerlo dentro del espectro
feminista (adaptando algunas cosas), asociándolo a que existe una gran historia de
normalización, miedo por parte de las mujeres a rebelarse ante este sistema patriarcal,
existiendo “generaciones traumatizadas” de mujeres que ya estaban acostumbradas a
recibir maltratos, menosprecios o injusticias de cualquier tipo, pero las actuales
generaciones, a diferencia de las anteriores, marcaron un “alto”. Estas inspiradas en los
movimientos feministas pasados y la cantidad de casos que se han dado a conocer (así
como la visibilidad que han tenido), se muestran valientes al enfrentar este sistema
patriarcal, marcan un antes y un después a la hora de cuestionarse lo que está bien o no,
teniendo como resultado una sociedad que se cuestiona todo aquello que se normalizó en
el pasado y que estas conductas normalizadas sean cada vez es menos toleradas y las
injusticias cada vez son más criticadas. Actualmente se exige justicia en aquellos casos
aberrantes como el de Antonia Barra y su violador Martín Pradenas o casos como el de
Fernanda Maciel, ya no se toleran las injusticias, es una generación sin miedo a luchar,
cosa que nos habla del impacto que han tenido estos movimientos más que necesarios
para superar estas injustas problemáticas.

En resumida cuenta, referimos cómo es la manera que tiene el patriarcado de dominar


especialmente a las mujeres, generando traumas psicosociales impuestos por una
violencia política, donde el trato que se les tiene a las mujeres genera un daño que entre
ellas perciben, para luego manifestarse a través de marchas feministas en contra de esta
violencia política que aún perdura. No solo es violencia política el abuso sexual, físico y
psicológico hacia las mujeres, sino que también es violencia política que el hombre tenga
privilegios en la sociedad como lo son los aspectos laborales. Me parece pertinente que la
sociedad y sobre todo hacia los hombres, generen este cuestionamiento y autoanálisis de
sus conductas, que son heredadas por valores tradicionales de generaciones anteriores.
Este sometimiento que realiza el Estado a través de una dominación patriarcal trasluce lo
inhumano que es el hombre. Teniendo en cuenta los atributos que nos hace humanos, se
debe generar una concientización sobre estos hechos ocurridos hacia las mujeres, para
vernos como iguales, y no como objetos de poder y sumisión.
CONCLUSION

El patriarcado con aspectos sociopolíticos y con fenómenos psicológico-sociales. Se hace


entender desde las ciencias sociales con autores como Foucault, Montero y entre otros,
relacionar el poder político que padece el patriarcado como un ejercicio en el cual se
oprime a la población especialmente a las mujeres, con funciones sociopolíticas en
espacios públicos, dando así efectos negativos en la sociedad que hacemos llamar como
traumas sociales

lo primero que hace falta para luchar contra el patriarcado es tomar conciencia de que,
efectivamente, vivimos en una sociedad patriarcal. Debemos trabajar para que esa toma
de conciencia se extienda y cada vez más personas se unan a la lucha contra el
patriarcado.

¿Te preguntas qué puedes hacer tú para evitar estas prácticas? Te damos algunas ideas
que puedes aplicar desde hoy mismo:

En el ámbito laboral. Son muchos los ejemplos de desigualdad de género en el trabajo,


así que algunas acciones que puedes llevar a cabo son no ser partícipe de acciones
discriminatorias, promover que más mujeres participen en los sindicatos, recompensar su
trabajo ofreciéndole las mismas condiciones y oportunidades de mejora que los hombres
en igualdad de condiciones o no mantener una actitud pasiva ante las situaciones de
desigualdad que presencies, sino que debes denunciarlas.

En el ámbito familiar. No permitir que sean ellas las únicas encargadas de la intendencia
de la casa y del cuidado de sus menores y las personas mayores. El reparto de
responsabilidades y tareas tiene que ser equitativo. Por ejemplo, valorar que también el
hombre puede pedir la reducción de jornada para atender a sus hijos o hijas.

En el ámbito social. Constantemente participamos de los estereotipos de género. Cuando


requerimos un servicio, no solemos ser conscientes de cuántas veces damos por hecho
que, si nos atiende una mujer, esta tendrá un hombre por encima de ella. Es decir, si
estamos en un hospital, inconscientemente pensamos que las mujeres son las
enfermeras. Si queremos presentar una queja en un establecimiento, acudimos al hombre
creyendo que él será el gerente.

Estas son solo algunas muestras de los comportamientos que podemos cambiar en
nuestro día a día, ¡pero son tantos los que podríamos enumerar! Para luchar contra el
patriarcado hacemos falta todos y todas. El camino es largo, pero no dudamos de que
llegaremos. ¿Te sumas a la causa?
Anexos
Sociedad patriarcal: cómo luchar contra ella
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA CITADA

 Facio, A., & Fries, L. (2005). Feminismo, género y patriarcado. Revista sobre enseñanza del
derecho de Buenos Aires, (6), 259-294.
 Montero, M. (2009). ¿Para qué Psicología Política? Psicología Política, 9(18), 199-213.
 Lira, E. (2010). Trauma, duelo, reparación y memoria. Revista de Estudios Sociales, 36, 14-28.
 Piper, I. & Fernández-Droguett, R. (2013) Psicología Social de la Memoria: Espacios y Políticas
del Recuerdo. PSYKHE, Vol. 22, (2), Pp. 19-31.
 – Piper, I. (2015) Violencia política, miedo y amenaza en lugares de memoria. Athenea Digital,
15, (4), pp. 155-172.

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