L AS

IM E R A S
PR A S
DAMNFLICTO
DE L C O

EL PAPEL
FEMENINO EN
LA PROPAGANDA
LA REVOLUCIÓN
DEL MERCADO
LABORAL
ESPÍAS Y
CIENTÍFICAS QUE
HICIERON LA

MUJERES
EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
60.00 pesos
Costa Rica 1,755
Panamá 2.50
 Mujeres partisanas en
la liberación de Grecia.

Mujeres
al grito de guerra

L
a guerra no tiene rostro de mujer es el nombre de un magnífico
libro de la Premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich,
“la voz de los sin voz”. Con este título, la autora quería re-
marcar la profunda falta de verdad que hay en la concepción
de que las mujeres, durante los conflictos, permanecen dis-
tanciadas, ajenas a lo que sucede, debido a que su naturaleza
no es beligerante, a que es doméstica o que, en todo caso, se
ocupan, en la “protegida” retaguardia, “tan sólo” de las tareas que los
hombres en el frente no pueden realizar. Pero si para algo sirve la historia es
para desmenuzar las lecturas e interpretaciones que hacemos.
En este número de MUY HISTORIA intentamos comprender la complejidad
del papel de las mujeres en la Segunda Guerra Mundial, porque ellas no nada
más se encargaron del trabajo de las fábricas y los campos: combatieron,
fueron espías, contribuyeron con su trabajo científico al esfuerzo bélico, re-
sistieron y fustigaron en los campos de concentración, apoyaron y amaron a
los líderes de ambos bandos, su cuerpo fue ofrecido, sin su consentimiento,
para el descanso de los soldados, tuvieron que enfrentarse a una posguerra
FOTO: ALBUM

tan dura y desoladora como la propia guerra... Estamos seguros de que la

lectura de este número no te dejará indiferente. Disfruta de ella.
 sumario
MUJERES 4
EN LA SEGUNDA
GUERRA MUNDIAL
Ponerse el uniforme de trabajo 04
Imagen femenina en la propaganda bélica 12
Resistencia es nombre de mujer 20
Mujeres en el Eje del mal 28
Documento:
Primeras damas: de Eva a Eleanor 34
WAAC y Army Nurse Corps 42
En el frente de combate 50
Mujeres en los laboratorios de guerra 58
Las espías en el frente 66
El Holocausto con perspectiva de género 74
“Comfort women” 80
Mujeres en la posguerra 88

42
20 28 58
34

DOCUMENTO
PRIMERAS DAMAS:
DE EVA A ELEANOR
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

LA IRRUPCIÓN DE LAS MUJERES

EN EL ÁMBITO LABORAL

PONERSE
UNIFORME

FOTO: GETTY IMAGES


La Segunda Guerra Mundial
fue uno de los puntos de
inflexión más relevantes
para la incorporación de la
mujer al trabajo industrial.
Sin embargo, el empleo
femenino –derivado de la
ausencia masculina en las
fábricas y oficinas– estuvo
sometido a los prejuicios
sexistas presentes todavía
en la sociedad occidental
de los años 40.
Por Marta Corbal
Trabajadoras de una fábrica
de Ford en plena jornada
durante la Segunda Guerra
Mundial, en Estados Unidos.
A
pesar de que la inte-
gración de la mujer al
trabajo en el mundo
occidental data de fi-
nales del siglo XVIII y
de que esta llegó de la
mano de la Revolución
Industrial, el empleo femenino de plenos
derechos necesitó varios siglos de madu-
ración. En un primer momento, las socie-
dades industrializadas desplegaron sus
fábricas en los países emergentes y conta-
ron para su avance sin frenos con todo tipo
de trabajadores y trabajadoras. Empero, la
desigualdad salarial y la discriminación de
la mujer para realizar ciertas labores estu-
vieron siempre presentes. Con el paso del
tiempo, industrias muy específicas (como
la textil) acabaron repletas principalmente
de empleadas, pero seguían teniendo re-
muneraciones muy distantes de las mascu-
linas. Esta tendencia se mantuvo hasta bien
entrado el siglo XX, tras haberse superado
etapas clave como el logro del voto feme-
nino en determinadas naciones o la entrada
de la mujer en las universidades para es-
tudiar una serie de carreras profesionales
consideradas “apropiadas” para su género.
Con la llegada de la Primera Guerra Mun-
dial, muchas mujeres tuvieron una primera
toma de contacto con empleos que estaban
reservados únicamente a los hombres. Aun-
que algunas de estas trabajadoras se enlista-
ron en los ejércitos, al igual que sucedería en
la Segunda Guerra Mundial, en estas líneas
nos centraremos en aquellas mujeres jóve-
nes y maduras que abandonaron sus hogares
–o sus empleos como enfermeras, maestras,
secretarias, camareras...– y se dispusieron a
ponerse el uniforme de trabajo y sostener con
fuerza las herramientas que harían funcio-
nar a sus naciones durante estas duras etapas
de conflictos bélicos de larga duración. Con
una gran mayoría de hombres en los frentes,
aquellas a las que hasta ese momento la so-
ciedad sólo consideraba como amas de casa o
empleadas de segunda se convirtieron en las
encargadas de impulsar los motores econó-
micos de las comunidades industrializadas.
Así, durante las contiendas, las mujeres que
permanecieron en sus territorios y que no
cubrieron los frentes tuvieron la oportunidad
de demostrar su valía en diversos campos.
MH 5
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Reino Unido y EUA. Tal y como indica la escritora, académica
Arriba, obreras
británicas
y profesora de Historia Contemporánea de
manufacturando la Universidad a Distancia de Madrid (UDI­
trajes ignífugos para
la RAF y los cuerpos
MA) Laura Lara Martínez, “la Segunda Gue­
de bomberos en una rra Mundial implicó un conflicto global en
fábrica de Slough,
Reino Unido, en 1941.
una escala sin precedentes. La urgencia de
A la derecha, póster movilización de toda la población hizo ine­
del Servicio Nacional
de Salud de EUA que
vitable la expansión del papel de la mujer,
anima a las mujeres aunque los roles particulares variaban de un
a ser enfermeras
militares (1942).
país a otro”. A pesar de que las diferencias,
tanto culturales como logísticas, marcaron
unas divergencias evidentes en cuanto al
tratamiento e incorporación a nuevos pues­
tos de las mujeres proletarias, la llegada de
la guerra hizo que muchas de estas nacio­
nes evolucionaran en un mismo sentido:
el de tratar de reclutar a tantos hombres y
mujeres como fuera posible para sus ejér­
citos, aunque con los roles de género más o
menos determinados. Es decir, los hombres
en puestos de combate y las mujeres por lo
general en labores de apoyo, habitualmente
como camilleras, enfermeras o mensajeras.
Mientras tanto, en las calles, la población
civil era persuadida por sus gobiernos para
aportar su fuerza de trabajo y mantener los
sectores primarios, secundarios y terciarios.
La desmovilización derivada de la gran can­
tidad de hombres civiles llamados al frente
6 MH
trajo ecos de lo sucedido en la Primera Gue­
rra Mundial, época en la que fue necesario el
reclutamiento de las mujeres no sólo hacia
las industrias abandonadas por los hombres,
sino también hacia las fábricas de munición
que intensificaron su producción.
Inglaterra: una incorporación
organizada y sistematizada
En su ensayo “Madurez industrial, gue­
rra y condición femenina”, la historiadora
María Vidaurreta Campillo describe que el
de “Inglaterra fue el único caso de una mo­
vilización femenina ‘organizada’ en una
democracia occidental” durante la Segunda
Guerra Mundial. No obstante, para que esta
organización se llevara a cabo fue necesa­
rio que el país llegara a una desesperación
extrema. Según la profesora Vidaurreta,
“la Segunda Guerra Mundial representa la
culminación del proceso de totalización de
la guerra, y la utilización al máximo del ca­
pital humano masculino provocó una uti­
lización paralela del femenino”. En el caso
de Gran Bretaña, fue el estallido de la guerra
en septiembre de 1939 lo que dio la primera
señal de alarma a la economía británica. Las
mujeres inglesas vieron cómo el desempleo
aumentaba a medida que sus industrias de
consumo, principalmente las fábricas tex­
tiles y el sector de la hostelería, se comen­
FOTO: GETTY IMAGES
zaron a ver afectadas por el conflicto bélico.
Para diciembre de ese mismo año 270,000
inglesas se encontraban desempleadas.
 No es hasta el año 1941 cuando el gobier- Además de la difícil conciliación
no de Reino Unido aprueba la entrada de la
mujer en las fábricas que ahora reclamaban laboral de la mujer, esta
su presencia. La derrota de Francia aquel
mismo año abrió la primera grieta que ero-
sufrió el añejo problema de la
sionaría el sistema económico tal y como era desigualdad salarial.
entendido hasta entonces, que resultaba in-
sostenible debido a los enormes recursos que
consumía el conflicto. Tal y como escribe Vi-
daurreta Campillo, “el Ministerio de Trabajo
y del Servicio Nacional fue el encargado de
un verdadero reclutamiento que se asemeja
de muchas maneras al enrolamiento de los
hombres por el ejército. Se hizo por clases
de edad, empezando por las más jóvenes”.
Con el paso del tiempo, no obstante, se re-
quirió otorgar puestos de trabajo a mujeres
de edad más avanzada, a pesar de que esto
estuvo prohibido para los empresarios du-
rante una primera etapa. Como cuenta Laura
Lara Martínez, “el porcentaje de mujeres en
puestos de trabajo industrial pasó de ser del
19.75% en 1938 al 27% en 1945. Lo que su-
cede es que era muy difícil para las mujeres
pasar los días en la fábrica y luego volver a
casa y realizar todas las tareas domésticas y
de cuidado de la familia, por lo que muchas
se vieron forzadas a abandonar sus puestos”.
Además de la difícil conciliación laboral de Estados Unidos: ¿Cosas de hombres?
En la Segunda Guerra
la mujer, que ahora debía ser cabeza de fa- propaganda y maquinaria Mundial las mujeres
milia, las trabajadoras británicas sufrieron el El caso de Inglaterra no fue ni por mucho asumieron roles y
trabajos que hasta
siempre presente mal de la desigualdad sala- el único. Estados Unidos supuso, tal vez, entonces les habían
rial. Como explica Ian Gazeley en su estudio el más icónico estallido de la independen- estado vedados. En la
imagen, una operaria
“El salario de las mujeres en la industria britá- cia económica de la mujer con un cartel inglesa maneja una
nica durante la Segunda Guerra Mundial”, las propagandístico reconocible: el de Rosie la fresadora.
obreras tanto cualificadas como no cualifica- Remachadora, un dibujo publicitario que re-
das recibían un sueldo notablemente menor presentaba a una empleada musculosa junto
que sus compañeros hombres. con el eslogan We Can Do It! (“¡Nosotras po-
Fue dentro de la industria de la munición demos hacerlo!”). El país norteamericano
y fabricación de armas donde las británicas enfrentó las mismas grandes etapas de desa-
tuvieron que volcarse de manera más plena, bastecimiento que estaban sufriendo otras
siguiendo ritmos de trabajo insostenibles en potencias implicadas en la Segunda Guerra
bastantes ocasiones. Tal como sucedió en la Mundial. La necesaria incorporación de la
Gran Guerra, las fábricas armamentísticas mujer al trabajo fue también rechazada en
vieron su producción mucho más intensifi- un primer momento tanto por empresarios
cada de lo esperado debido a la larga duración como por sindicatos. Sin embargo, pronto la
de la contienda global. Tal como indica Laura movilización fue necesaria, incluso para una
Lara Martínez, coautora junto con María Lara nación donde el sexismo estaba un tanto más
Martínez del libro Breviario de historia de Es- marcado que en Europa y donde era prácti-
paña, “la incorporación de la mujer al mundo camente imposible para una mujer acceder
FOTO: GETTY IMAGES

laboral, que se había visto ya en la Primera a un puesto de trabajo. No obstante, en 1942

Guerra Mundial, se amplifica ahora en este EUA entra en guerra y, con el paso del tiem-
segundo conflicto”. po, eso derivará en un cambio de mentalidad

MH 7
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Campañas para atraer a la mujer

E
n muchos países se realizaron campañas publicitarias para atraer a la mujer a la esfera laboral. Así, en Alemania se puso en marcha
toda la maquinaria propagandística propia de su régimen, con mensajes contundentes que animaban a las amas de casa a salir de
sus hogares de forma temporal para contribuir a la defensa de la patria. De tal suerte, el lema Kinder, Küche, Kirche (Niños, casa,
iglesia) fue acuñado durante el conflicto. Igual que en Rusia, Inglaterra y otros territorios que incorporaron a la mujer a la industria, en
Alemania se creó una red de guarderías para que las mujeres pudiesen acudir a sus puestos de trabajo con la tranquilidad de saber que
sus hijos, mientras tanto, estaban siendo bien cuidados. Para ello también fue necesaria una labor de mercadotecnia que quitaba el
peso de la maternidad de los hombros de las amas de casa inyectándoles a cambio el orgullo de sostener a su nación.
Según cuenta María Vidaurreta Campillo en su estudio “Madurez industrial, guerra y condición femenina”: “En algún momento,
durante la guerra de 1939, pudo verse en todo el Reino Unido un cartel de lo más impresionante: reproducía la fotografía de una
joven que iba de uniforme y cubierta con un casco de acero, en el momento de sacar de entre las llamas de una casa bombardeada a
un niño aterrorizado”. Se trataba de una imagen que representaba el instinto maternal de la mujer al mismo tiempo que su fortaleza y
eficiencia. Junto con los carteles de las enfermeras de la Cruz Roja, fue una de las publicidades que honraron el papel de la mujer como
rescatadora y bienhechora durante la Segunda Guerra Mundial.

y logística que permitirá el empoderamiento gran parte de las trabajadoras se encarga-

femenino a la postre. ron de gestionar las granjas familiares. Es-
Ese mismo año Estados Unidos afronta- tas mujeres sostuvieron el sector primario
ba una cifra de desempleo de más de cinco mientras que otras compañeras dedicaron
millones de personas; en 1943 se reduce a su fuerza, voluntad y talento al trabajo en fá-
600,000. Muchos obreros se alistan en las bricas y oficinas. Además, tal y como descri-
Fuerzas Armadas, mientras que otros aban- be la profesora Laura Lara Martínez, “fue en
donan sus puestos en sus fábricas habituales la agricultura y la ganadería donde se notó
para instalarse temporalmente en la indus- menos la discriminación de género, pues era
tria armamentística. Según Vidaurreta Cam- fuente de subsistencia dentro de economías
pillo, “es solamente cuando es reabsorbido más familiares. Ahí, lo que la fuerza de tra-
ese desempleo masculino cuando se piensa bajo de la mujer le permitiera ganar era para
en la posibilidad de acrecentar el empleo fe- su célula o para su hogar”.
menino para hacer frente a las necesidades Otra incorporación que merece especial
de una economía de guerra”. Por otra parte, mención es la que Estados Unidos hizo de
al igual que sucedió en los demás países, una las trabajadoras afroamericanas. No obs-
tante, estas sufrieron en sus puestos labo-
Icono del feminismo.
Este mítico cartel rales una doble discriminación, derivada
(1943), recuperado en de una época todavía dominada por leyes
los 80 como símbolo
feminista, pasó en de segregación racial. No fue hasta que sus
su momento, tras un compañeras blancas estuvieron lo bastan-
breve impacto inicial,
casi inadvertido. te introducidas en la industria cuando unos
Representa a Rosie pocos empleadores decidieron abrirles las
la Remachadora
sacando músculo bajo puertas a las denominadas por aquel en-
el lema We Can Do It! tonces como “chicas de color”. Hasta 1940,
(“¡Nosotras podemos
hacerlo!”). una gran mayoría de las mujeres negras eran
empleadas domésticas (en un porcentaje
cercano al 70%), mientras que el resto so-
lía dedicarse a la ganadería y la agricultura,
habitualmente como obreras. Con la llegada
de la Segunda Guerra Mundial el porcentaje
de afroamericanas empleadas se cuadripli-
có. En relación con ello, al igual que suce-
dió con otras mujeres blancas de estratos
sociales más bajos, muchas jóvenes negras
FOTO: ASC

pudieron acceder a una instrucción y una

8 MH

educación destinada a mejorar sus habili-
dades, pudiendo muchas de ellas mostrar su
gran valía frente a los prejuicios de la socie-
dad estadounidense.
La Alemania nazi:
un avance social forzado
Cuando estalló la guerra y la Alemania nazi
tuvo que instar a las mujeres a cubrir pues-
tos de trabajo en fábricas, oficinas, sector
primario y sectores de servicios, Adolf Hitler
tuvo que incurrir en una contradicción po-
lítica. El dictador alemán había planteado
un sistema social donde la “correcta femi-
nidad” se basaba en ser exclusivamente ama
de casa, madre y esposa. La propaganda nazi
jugó un papel determinante cuando el ré-
gimen necesitó de la fortaleza física e inte-
lectual de las mujeres no sólo en el ejército,
sino también en las industrias del país, en
especial en la armamentística. Así, Gertrud
Scholtz-Klink, líder de la Organización de
Mujeres Nacionalsocialistas, se dirigió de
esta manera a las germanas adeptas al régi-
men, buscando atraerlas hacia el necesario
empleo femenino: “Nuestros hombres en el
frente cumplen con su deber ante la muerte;
nosotras, las mujeres en casa, con el mismo
coraje inquebrantable, vamos en la direc-
ción que indique el Führer”.
FOTO: GETTY IMAGES
Hitler tuvo que contradecirse y pedir a cada ama de casa,
madre y esposa alemana que se sumara al mercado laboral.
Ocuparse del campo.
Otra de las
consecuencias de la
guerra fue el abandono
de las tareas agrícolas
hasta que, una vez
más, las mujeres se
hicieron cargo. Junto
a estas líneas, una
miembro del WLA (el
Ejército Femenino del
Campo, un cuerpo
creado en Inglaterra)
ocupada en arar.
Sin embargo, tal y como indica la historia-
dora Lisa Pine en su artículo “Las mujeres
alemanas y el frente interno en la Segunda
Guerra Mundial”, “al comienzo de la guerra,
el gobierno había proporcionado generosos
complementos de ingresos a las mujeres cu-
yos maridos habían sido convocados, y las
mujeres que habían dejado sus trabajos no
estaban necesariamente dispuestas a volver
a trabajar”. El número de mujeres empleadas
en Alemania se redujo entre 1939 y 1941. En
1942 esta cifra era todavía menor que antes
de la guerra. Mientras que la dictadura hitle-
riana esperaba que las mujeres de los estratos
sociales altos dieran ejemplo y contribuyeran
voluntariamente con la sociedad, la realidad
resultó ser distinta. Es imprescindible ha-
blar de una deriva hacia el clasismo extremo
durante esta época, ya que al final fueron las
mujeres de clases más humildes quienes se
vieron empujadas a cubrir los puestos de tra-
bajo en las industrias. Las mujeres de la clase
trabajadora cumplieron con su rol en granjas,
fábricas, oficinas, transporte y otros servi-
cios, mientras que una gran parte de sus com-
pañeras más adineradas evitaron emplearse
fuera del hogar. Por lo tanto, aquellas de esta-
tus más bajo se vieron obligadas a compaginar
sus labores domésticas y de cuidado de hijos
con extenuantes jornadas laborales.
MH 9
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Más allá de las potencias

En las fábricas soviéticas el
porcentaje de empleadas fue
mayoritario: en 1943 llegó al 52%.
No obstante, el gobierno nacionalsocialis-
ta instó a aquellas que permanecieron en sus
casas a cuidar de los niños de las empleadas.
La movilización masiva de la mujer en la
Alemana nazi llegó a su apogeo hasta el año
1944. De manera previa, el régimen había
preferido emplear mano de obra masculina
de los países ocupados. Según Vidaurreta
Campillo, durante estos años, “de aproxi-
madamente 31 millones de mujeres alema-
nas con edades comprendidas entre los 14
y los 65 años, 14,300,000 están empleadas
a media jornada o a jornada completa, lo
que hace una proporción del 45%”. La na-
ción germana contaba también con amplios
equipos de mujeres que, de manera volun-
taria, aportaban el denominado “esfuerzo
bélico”. Según la académica Nicole Kramer,
eran por lo general mujeres casadas de entre
30 y 50 años las que asistían en “trabajos de
planes de protección antiaérea, costura para
la Wehrmacht y distribución de alimentos,
agua y ropa a las personas afectadas por los
bombardeos aéreos. También ayudaron
con las evacuaciones gestionando puntos
de servicio para proporcionar alojamiento,
ayuda con el equipaje y cuidado de los an-
cianos, mujeres embarazadas y niños pe-
queños”, afirma.
occidentales
En el lado este del mapa bélico, la URSS
comenzó a movilizar a toda la población
femenina entre los 15 y 55 años. Aquellas
mujeres que no se enrolaron en el ejército
se quedaron cubriendo puestos de trabajo
en la industria y el campesinado. En las fá-
bricas, el porcentaje de empleadas ascen-
dió de 41% en 1941 al 50% en 1942. Al año
siguiente, en 1943, esta cifra toca techo con
un 52% de trabajadoras industriales; sin
embargo, descenderá levemente durante
los siguientes años. La cifra de mujeres que
entregó su mano de obra a los ferrocarriles,
la minería, la metalurgia y el textil llegará a
ser del 50% para 1945. En esta última indus-
tria hay que señalar como fecha clave 1944,
cuando las soviéticas representan el 90% de
los trabajadores de los telares. En cuanto al
sector agrícola y ganadero, en 1943 las mu-
jeres constituían 71% de la fuerza laboral en
los cultivos y granjas. El historiador Gordon
Wright señala que “fueron los adolescentes,
sobre todo las mujeres, quienes taparon una
parte de las brechas en los efectivos laborales
agrícolas. En respuesta a la llamada ‘las mu-
jeres a los tractores’, las reclutas acudieron a
los cursos acelerados organizados para ense-
ñarles el oficio”. Sin embargo, como explica
la historiadora María Lara, “en las granjas
estandarizadas soviéticas se percibían más
discriminaciones salariales y de formación,
además de un dirigismo alto desde el punto
de vista político”.

De Rosie a Isabel

R
osie la Remachadora aparece nombrada por primera vez en un éxito musical de
1942 que describe a una empleada industrial luchadora, trabajadora y patriota. La
popularidad de esta canción fue tal que en el año 1943 el artista J. Howard Miller
diseñó para Westinghouse Electric el famoso cartel We Can Do It!, que representa a Rosie
la Remachadora vestida con un overol y mostrando músculo. La imagen de Rosie estaba
basada en la de una empleada de una fábrica de Michigan llamada Naomi Parker Fraley
y la campaña publicitaria tenía como intención atraer a las mujeres a la industria. No
obstante, ni el cartel de Rosie la Remachadora ni el lema We Can Do It! tuvieron una gran
acogida en su época, pero el panfleto fue redescubierto en los años 80 y reproducido en
serigrafía hasta convertirse en todo un ícono feminista.
María Lara Martínez señala que es necesario destacar asimismo el papel de Isabel II
del Reino Unido como mecánica y conductora de camiones durante la Segunda Guerra
FOTO: GETTY IMAGES

Mundial. La imagen de la entonces princesa de Gales sirviendo a su ejército (izq.) y con-

duciendo o reparando camiones y ambulancias la transformaron en una representación
real y viva que alentó a otras mujeres a seguir su ejemplo.

10 MH
 Otro país donde la mujer pasó de ser exclu-
sivamente madre de familia a realizar otras
labores para apoyar a la patria fue Japón,
aunque hubo una diferencia por demás sig-
nificativa: la nación nipona reclutó a las mu-
jeres de las clases sociales medias y altas para
ocupar los puestos de trabajo abandonados
por los hombres. No obstante, a muchas jó-
venes pobres las destinó a otro tipo de labo-
res, muy lejos de la dignificación y liberación
de la mujer: las convirtió en las denominadas
eufemísticamente “mujeres de confort”.
Comenta la académica Laura Lara Martí-
nez sobre estas mujeres y niñas que fueron
prostituidas para satisfacer a los soldados
japoneses: “Se vieron forzadas a la esclavi-
tud sexual por el ejército imperial japonés
antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
No lo hacían voluntariamente. Había como
mínimo 2,000 mujeres de confort y muchas
eran de sitios ocupados como China, Corea,
Filipinas o Tailandia”. Agrega la experta que
“les prometieron trabajo en una fábrica o en
un restaurante, pero una vez que las reclu-
taban eran encarceladas en una especie de
centros de concentración para prostitutas,
en tierras extranjeras”.
Desmovilización y silencio
Después de observar que, de manera pa-
ralela y en puntos tan distantes cultural-
mente, se necesitó del papel de la mujer
trabajadora durante la Segunda Guerra
Mundial, cabría preguntarse qué sucedió
después con todas esas heroínas que traba-
jaron en la sombra de sol a sol. ¿Encontraron
al fin su lugar en las industrias y oficinas? En Gertrud
Scholtz-Klink.
este sentido, Laura Lara apunta a “una larga La líder de la
noche de silencio en la que no hay recuerdo Organización
de Mujeres
de ese paso de las mujeres por las fábricas Nacionalsocialistas
o por las granjas con voz de mando. Tratan firma un documento
ante la atenta mirada
de volver otra vez al esquema patriarcal y la de Heinrich Himmler.
mujer lo acepta ampliamente. La incorpo-
ración de la mujer al trabajo fue un síntoma,
no un signo de empoderamiento”.
Lo cierto es que tanto Estados Unidos como
Inglaterra, Rusia y otros territorios desalen-
taron a sus empleadas y las instaron a volver
a una vida hogareña. En el país norteame-
ricano se hizo todo lo posible para que los
hombres que fueron a la guerra retomasen
sus puestos de trabajo en detrimento de las
mujeres que los habían ocupado durante
su ausencia. Serán necesarios muchos más
avances para lograr una igualdad laboral que
irá mejorando poco a poco a lo largo de las dé-
cadas por venir.

La Unión Soviética
fue el país donde se
movilizó más población
femenina hacia el
trabajo industrial.
Aquí se observa a
obreras voluntarias
en una fábrica de
munición.
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC

MH 11
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

LA IMAGEN FEMENINA EN LA

PROPAGANDA
BÉLICAPodemos decir que ningún movimiento
revolucionario hizo más por la destrucción de los
roles de género que las dos guerras mundiales del
siglo XX, en particular la segunda. Y en ese cambio
de paradigma tuvo una importancia crucial el uso de
la publicidad y la propaganda. Por María Gelpí Rodríguez

12 MH
 Y
a durante la Gran Guerra,
las conocidas como Bri-
gadas de la Lana obliga-
ron a miles de hombres
estadounidenses, desde
presidiarios hasta em-
pleados de la bolsa de va-
lores, a tejer por la patria y para abrigo de los
soldados que soportaban el duro invierno de
1917 en el frente. También la emergencia y la
excepcionalidad fueron las que empujaron a
las mujeres durante la Segunda Guerra Mun-
dial a incorporarse a la vida asalariada, a una
ansiada autonomía económica, pero por su-
puesto sin la dispensa de la carga del hogar
y la crianza de los hijos. Lo cierto es que, al
terminar la contienda y regresar los hombres
a sus antiguas ocupaciones, se reveló que la
incorporación de la mujer al tejido produc-
tivo había sido un mero interinaje porque, al
no responder a un anhelo de igualdad social
sino al imperativo de una necesidad ya re-
suelta, las aguas volvieron a su cauce, que-
dando muchas de esas mujeres en desamparo
absoluto, sin trabajo y sin marido.
En ambos bandos de la contienda, las
contingencias de un estado de guerra ge-
neral habían hecho necesaria la moviliza-
ción de masas y reestructurar la sociedad,
lo que no hubiera sido posible sin las es-
FOTO: GETTY IMAGES
trategias que se llevaron a cabo por medio
de la propaganda bélica. Paul Valéry, en su
prefacio a las Cartas persas de Montesquieu,
afirmaba en la línea del dictum napoleónico
que “un cura me ahorra 10 gendarmes”, que
a las fuerzas de coerción directas hay que
sumarles siempre fuerzas ficticias que inci-
ten a la movilización voluntaria. La propa-
ganda buscaba esa activación del sujeto y el
control del deseo mediante el mesmerismo,
una fuerza de atracción mimética que cau-
tiva al individuo, provocada por el fervor
de las masas. Se apelaba, pues, a los valores
nacionales, culturales e ideológicos, la de-
fensa de los derechos adquiridos y el sueño
del progreso, en clave de amigo-enemigo al
modo en que apuntara el politólogo y juris-
ta Carl Schmitt (1888-1985).
El arte de la política
La Madre Patria
Hay que pensar en el vértigo estimulativo rusa. Bajo estas
que debían producir aquellos convincentes líneas, cartel de Víktor
Ivanov de 1944 que,
carteles en los años 40, con el dedo acusa- en concordancia con
dor que ya el Tío Sam desplegara en la Gran el realismo socialista,
muestra a una adusta
Guerra o la mirada gorgónica de la estricta pero amable mujer
Madre Patria soviética, paradójicamente tradicional con los
brazos abiertos y
idealizada en una figura femenina; carteles la leyenda “Pueblo
que surgían espectaculares y magnéticos por soviético, has sido
liberado del yugo de
doquier, estetizando la política y politizando la esclavitud fascista,
el arte, como diría Benjamin, con tipografías ¡vuelve a tu hogar!”.
MH 13
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Dos caras. insólitas, hipnóticos diseños cubistas y
Arriba, una joven de
aspecto moderno
montajes fotográficos de vanguardia que su-
ante un avión con el gerían la posibilidad de colmar los anhelos
lema “Hazte marine,
libera a un marine
de la época. La psicología de las masas (1895),
para la lucha” (póster de Gustave Le Bon, cuyas técnicas están im-
de reclutamiento
estadounidense). Al
plícitas en el Mein Kampf de Adolf Hitler, y
lado, cartel ruso de las técnicas de Lavrenti Beria para el NKVD
1943 titulado Por la
Madre Patria.
–que, ya acabada la guerra, serían claves para
el texto fundacional Psicopolítica: técnica del
lavado de cerebro (1956), de Kenneth Goff–
forjarán la propaganda del momento pero
también el futuro del control biopolítico a
través del deseo, en clave foucaultiana.
La mujer en el cartelismo
El control mental y emocional por medio
de la danza, el monumento y la música de
marchas heroicas fue más propio, en líneas
generales, de los Estados totalitarios como
Alemania y la URSS; mientras que en los
países anglosajones las tácticas se centra-
ban en mecanismos compensatorios y nar-
cotizantes como la sexualización del ícono
El control mental y emocional
fue más propio en general de
Estados totalitarios, como
Alemania y la URSS.
14 MH
femenino, el nacionalismo económico de
consumo, el cine y la música ragtime. Sin
embargo, también el erotismo estaba pre-
sente en la Wehrmacht alemana, cuyo tiem-
po libre y periodos vacacionales estaban bajo
el control del plan Kraft durch Freude (Fuerza
a través de la Alegría), en el que se permi-
tían, a pesar de las durísimas prohibiciones
estatales, teatros de travestismo y bailes
desaforados, como se muestra en las más de
200 fotos que Martin Dammann recopiló de
numerosos archivos privados y publicó en
su libro Soldier Studies. Cross-Dressing der
Wehrmacht (2019).
El cartelismo alemán, bajo la tutela de
Goebbels como conductor del pueblo a tra-
vés de las artes plásticas y la música como
eje aglutinador, apelaba a los tradicionales
valores culturales, exhibía el potencial bé-
lico, incentivaba el odio a judíos y bolche-
viques y mostraba hileras de gimnásticos
y monumentales varones de medio perfil,
en plano contrapicado, mientras se alen-
taba a las mujeres a colaborar en servicios
auxiliares en la enfermería, el transporte
FOTOS: GETTY IMAGES; ALBUM
o el aprovisionamiento, sin desatender sus
labores domésticas como madres y espo-
sas. Sólo excepcionalmente se mostraban
como víctimas ante el riesgo de ser vejadas
si caían presas de sus perversos enemigos,
 Propaganda
humanitaria.
Póster del cartelista,
pintor y dibujante
estadounidense James
Montgomery Flagg
(1877-1960) en el que
recupera la figura del
Tío Sam –símbolo
oficioso de EUA–, que
le dio la fama en otro
cartel de propaganda
bélica de 1917. Aquí
acompaña a una joven
enfermera y afirma:
“¡Tu Cruz Roja te
necesita!”.

apelándose así a la urgencia del combate. centros de muchachas en criaderos de arios

La revista NS-Frauen-Warte marcaba este-
reotipos y alentaba a las jóvenes a formarse
en la Liga de Muchachas Alemanas (BDM)
de las Juventudes Hitlerianas, que fueron
FOTO: GETTY IMAGES
para madres solteras.
En la Unión Soviética, en donde la Gran
Guerra Patria se entendía como un choque
de ideologías del cual sólo un sistema políti-

puestas al servicio de la Sociedad Lebens- co podía salir ganador, con un ojo puesto en
born, ideada por Himmler para expandir la el incipiente capitalismo estadounidense, se
raza aria y que acabaría convirtiendo sus movilizaron 800,000 mujeres voluntarias en

MH 15
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Feminidad aria. el frente, alentadas por la idea del patriotis-
El cartelismo alemán,
bajo la tutela de
mo y de manera homogénea con los hom-
Goebbels, ministro de bres. Así lucharon las aviadoras nocturnas,
Propaganda, exaltó a la
“raza superior”
llamadas por los alemanes “las Brujas de la
germana, en general Noche”, y las francotiradoras, como cuenta
a través de modelos
masculinos, pero con
la historiadora y traductora Lyuba Vinogra-
excepciones como dova en dos libros con esos mismos títulos.
este magnífico póster
deportivo de Ludwig
Sin embargo, el ideal de mujer soviética había
Hohlwein. vuelto a ser, para el cartelismo de la Segun-
da Guerra Mundial, la koljosiana y la gestora
del hogar tradicional, dejando atrás las lu-
chas feministas de la época revolucionaria y
la liberación sexual –articuladas bajo el lema
nudista “Abajo la vergüenza” como prejuicio
burgués–, que habían iniciado Aleksandra
Kolontái y Nadezhda Krúpskaya asumiendo
el sexo como necesidad biológica que debía
estar al alcance de todos, como lo está “un
vaso de agua”. Habían abogado por un nuevo
orden familiar que no necesitara la bendición
eclesiástica –aunque sí la estatal– y en el que
Algunas mujeres vieron la
nueva situación como una
oportunidad para alcanzar
mayor autonomía personal.
16 MH
la mujer quedara liberada de las labores do-
mésticas y la crianza de los hijos, asumidas
por el Estado y la sociedad. Pero con la llegada
del estalinismo, la nueva mujer soviética ha-
bía vuelto a ser la vieja mujer rusa.
De Rosie al fenómeno pin-up
También en el ámbito anglosajón se incen-
tivaba a las mujeres a alistarse en el ejército
para labores auxiliares, pero la necesidad del
mantenimiento de la producción industrial
para la economía estatal y el abastecimiento
militar, junto con el miedo a una nueva crisis
financiera tras el Crac del 29, llevó al llamado
masivo para cubrir las vacantes en las fábri-
cas bajo la consigna We Can Do It! (“¡Nosotras
podemos hacerlo!”) del cartel de Rosie la
Remachadora, que sería retomado en los años
80 como emblema de la lucha feminista [ver
artículo anterior]. Algunas mujeres vieron la
nueva situación como una oportunidad para
alcanzar nuevos niveles en su autonomía
personal, mientras que para otras suponía
una contradicción frente a los valores en los
que habían sido educadas. La incorporación
de la mujer a la actividad productiva origi-
nó una serie de cambios en el ámbito laboral
que se debatían entre la seguridad en el tra-
bajo y el morbo que producía ver a una mujer
en el rol típico de un hombre.
La firma Willson Goggles, famosa por sus
gafas de protección para trabajadores, in-
ventó el sujetador rígido Saf-t-Bra, también
llamado torpedo o bala por su morfología,
imprescindible para las trabajadoras de em-
presas como Lockheed Corporation y cuya
publicidad circuló como postales picantes.
El desafiante sostén fue puesto de moda por
las sweater girls, actrices como Jane Russe-
ll, que se mostraba incisiva bajo su ajustado
suéter en El forajido (1943), con un sujeta-
dor diseñado por el propio Howard Hughes.
Aunque la prueba de que seguridad y sen-
sualidad no acababan de hacer buen equi-
po fue el cambio del peinado peekaboo de
Veronica Lake cuando esta llevó a cabo una
campaña para que las mujeres trabajadoras
adoptaran un recogido más seguro, como los
victory rolls en lo alto de la cabeza que popu-
larizó Ingrid Bergman. Otras actrices, como
Rita Hayworth o Betty Grable en aquella em-
FOTO: ALBUM
blemática foto mostrando la espalda –cuya
postura pocos sabían que era para disimular
 Mujeres
empoderadas.
El cine también hizo
propaganda de la
nueva y necesaria
presencia de la mujer
en ámbitos antes
masculinos, como
en el filme británico
Wings and the Woman
(1942, Herbert Wilcox),
cinta biográfica de la
aviadora Amy Johnson.

su embarazo y de la que Twentieth Century almohadas y salpicaduras orgánicas propias

Fox repartió cinco millones de copias entre
las tropas–, se sumaron a las campañas de
recaudación de bonos de guerra convirtién-
dose en ejemplos pin-up.
El batallón estadounidense de mujeres más
numeroso que estuvo en el frente en aquella
contienda fue, precisamente, el de las pin-
up en forma de postal o de recorte. La esté-
FOTO: GETTY IMAGES
de una vida al límite. Su aspecto ligero y pa-
triótico era el más adecuado para enardecer
los corazones, moldear caracteres, distraer
mentes, procurar un bienestar compensa-
torio, fomentar la camaradería entre los chi-
cos y aportar una esperanza en el futuro si
salían con vida de aquel infierno, idealizado
en la culminación de sus deseos más básicos:

tica pop que destilaban las hacía propicias el cariño y afecto propio del hogar, también
para soportar todo tipo de inclemencias: de carácter materno, y una atención siem-
bolsillos, dobleces inoportunos, chinchetas, pre complaciente, como si ellas hubieran

MH 17
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Perfecta madre y estado aguardando todo el tiempo su regre-
esposa. Ese era el
ideal nazi para las
so. Mientras, la mujer a pie de calle buscaba
alemanas, hasta que la parecerse a ellas adoptando la depilación
guerra obligó a hacer
concesiones. Arriba,
como modo de suplir la escasez de medias
cartel electoral de y sin renunciar al aconsejado maquillaje
1932 (“Mujer alemana,
piensa en tus hijos,
discreto que tenía como imprescindibles el
vota por Hitler”). A labial carmín y el delineador de ojos de Max
la derecha, póster de
Ludwig Hohlwein que
Factor, firma que también producía pintura
muestra a una joven de camuflaje para el Cuerpo de Marines.
bordando.
El origen de las pin-up hay que buscarlo en
los programas, fanzines y carteles del bur-
lesque norteamericano de finales del siglo
XIX, deudor del teatro victoriano fusionado
con el music hall , imágenes que mostraban
piernas al aire, vestidos abiertos, pompones
para pezones y travestismo, sobre las que no
tardó en caer el peso de la censura puritana.
Como cuenta Maria Elena Buszek, profeso-
ra de Historia del Arte en el Kansas City Art
Institute, en su libro Pin-up Grrrls: Feminism,
Sexuality, Popular Culture as Flappers (2006),
las pin-up acortaron el pelo de las Gibson
girls y la falda de las flappers, aprendieron a
18 MH
seducir con el cuerpo mientras aguantaban
la mirada con insolencia, fumaban desca-
radamente, asumían en ocasiones una es-
tética andrógina y parecían no necesitar
padre o marido, aunque siguieran siendo
pintadas por hombres. La revista y los ca-
lendarios Esquire, con el dibujante perua-
no Alberto Vargas y dirigidos a un público
masculino, impusieron ya en los años 30 el
gusto por la femme fatale, que suponía un
reto en la dialéctica de la seducción y que
marcaría el cine negro de los años 40. Pero
ya en plena contienda, las Elvgren girls, chi-
cas picantes de carácter más ingenuo de la
mano del publicista Gil Elvgren, al servicio
de Coca-Cola y de los calendarios de Louis
F. Dow, mostraban un aspecto más pasivo,
vestidas en ocasiones con atuendo militar o
de enfermera, aspecto que les confería una
cercanía a la muñeca erótica como objeto
de deseo y posesión.
Las pin-up fueron emblemática y artística-
mente replicadas como objeto del nose art:
un arte utilitario que se aplicaba al fuselaje
delantero de los aviones norteamericanos.
A pesar de la prohibición expresa, no sólo se
toleró la representación de las bomber girls
por cuestiones tácticas, sino también para
elevar la moral de los pilotos dada su sole-
FOTOS: ALBUM
dad y la simbiosis con la máquina que empu-
ñaban. La técnica del pintado de emblemas
 El recluta era advertido
de los peligros de la
femme fatale: podía
ser una espía o la letal
transmisora de venéreas.
era utilizada a modo de reconocimiento de
aviones amigos, a falta de otro tipo de distin-
tivos, dado que la mayoría de aviones deja-
ban los paneles de aluminio pulidos a la vista
para aligerar peso. Adolf Galland, general de
la Luftwaffe en la Legión Cóndor, se hizo co-
nocido, paradójicamente, por pintar a Mic-
key Mouse y escogerlo como emblema de
batallón, mientras que los legendarios Tigres
Voladores pintaban los frentes de sus apara-
tos con una boca de tiburón, como también
hicieron los rusos, que preferían estampar
animales emblemáticos y pequeñas inscrip-
ciones antes que chicas ligeras de ropa.
También en los clásicos animados de pro-
paganda, como Little Chicken (1943) o las su-
cesivas versiones de Los tres cochinitos –en
las que el lobo había dejado de ser un repul-
sivo judío para convertirse en un despre- y explosivas oficiales de las SS infligían do- Nose art. Se llamó así
a las recreaciones de
ciable nazi–, hicieron su aparición estelar lor-placer a soldados estadounidenses o in- pin-up girls
las pin-up en su lado más oscuro, unos años gleses hasta que estos tomaban el mando y –rebautizadas
como bomber
más tarde del triunfo de Betty Boop en la Pa- las sometían a ellas en venganza por la Shoá. girls– que los pilotos
ramount. En cortos como Ducktators (1942), Estaban escritos en hebreo simulando ser norteamericanos
pintaban en la parte
de Disney, o series como Private Snafu (1942- una traducción del inglés y circulaban en delantera de sus
1945), con los Looney Tunes de la Warner, un momento en el que, entre los propios ju- aviones. Aquí, el
sargento J.S. Wilson
los reclutas eran advertidos de los peligros díos, corría la idea de la culpabilidad de las dibuja una de esas
de sucumbir a la fatal seducción femenina, supervivientes, puesto que suponían que eróticas imágenes.
puesto que ellas podían ser insensibles es- debían serlo por su condición de prostitutas
pías o la letal vía de transmisión de enfer- o colaboracionistas. El tenso silencio tras
medades venéreas. la publicación de La casa de muñecas (1955),
de Ka-Tzetnik, en el que se destapaba la si-
Documentos de barbarie tuación de las esclavas sexuales en las Joy
Terminada la guerra, los cómics asumie- Divisions (“Divisiones de la alegría”, los
ron la misión de la venganza simbólica en prostíbulos de los campos de concentra-
folletines con marcada carga erótica en los ción), terminó al tiempo que el proceso de
que soldados estadounidenses vencían y Eichmann quedaba listo para sentencia, de-
torturaban a los nazis, hasta la llegada de jando a la vista de todos el auténtico horror.
personajes de cine como el de Ilsa, la loba de Una vez descubierto el monstruo, ani-
las SS (1975), que tuvo que ser producida en quilado el fascismo, repartido el botín, sa-
Canadá. Y no sólo en EUA, sino también en queados los bienes culturales, señalados los
Israel, corrieron como la pólvora los Stalags héroes, devueltas las mujeres a sus casas y
a finales de los años 50 y durante los 60 a celebrados los desfiles pertinentes, se impu-
pesar de su prohibición. Los Stalags eran li- so el documento de historia que, no en vano,
FOTO: ASC

britos pornográficos en los que imaginarias es al tiempo documento de barbarie.

MH 19
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

COMBATIENTES CONTRA LOS NAZIS

RESISTENCIA
ES NOMBRE DE MUJER

Al frente y sin temor. Se ha minimizado la

participación de las mujeres en los movimientos
armados contra la ocupación nazi, pero fue
muy destacada. Aquí, un grupo de partisanas
en la liberación de Milán (abril de 1945).

20 MH
 En el estudio de los episodios de la Segunda Guerra
Mundial, el papel desempeñado por la mujer casi siempre
queda relegado a cuestiones anecdóticas. En el caso de las
resistencias contra la ocupación nazi, la presencia femenina
tampoco ha sido muy valorada, cuando la realidad de los
hechos demuestra que su participación fue decisiva.
Por José Luis Hernández Garvi

D
e todos los movimientos
clandestinos o grupos
de partisanos que lu-
charon contra las fuer-
zas alemanas, el de la
Resistencia francesa es
quizá el que ha acapa-
rado el mayor número de titulares. Impreg-
nado de un aura no exenta de romanticismo,
el relato de sus acciones casi siempre está
protagonizado por hombres; sin embargo,
la Resistencia no hubiera sido posible sin la
participación femenina.
Integradas en sus filas, las mujeres realiza-
ron todo tipo de misiones, desde albergar y
esconder a refugiados judíos o pilotos aliados
derribados hasta participar en acciones ar-
madas, sin olvidar la difusión de propaganda,
recopilar información o la organización de
actividades subversivas. A pesar de esta labor,
a la sociedad francesa de posguerra, todavía
dominada por principios machistas, le costó
reconocer los méritos de su participación.
Para hacernos una idea de esta discrimina-
ción, de los más de 1,000 combatientes de
la Resistencia condecorados sólo seis fueron
mujeres... y cuatro de ellas a título póstumo.
Durante la contienda, el régimen colabo-
racionista de Vichy sustituyó el lema nacio-
nal de “Libertad, Igualdad, Fraternidad”,
surgido de la Revolución Francesa, por el de
“Trabajo, Familia, Patria”, declaración de
intenciones que ensalzó el papel de la mu-
jer en sus facetas de madre y esposa. En este
sentido, se impusieron restricciones sobre el
divorcio y el aborto, considerando este últi-
mo como un crimen contra la seguridad del
Estado, al mismo tiempo que se facultó a los
fiscales para procesar a las esposas de prisio-
FOTO: GETTY IMAGES
sufrió una doble persecución por parte del
Estado: por un lado, en materia represiva,
por atentar directamente contra el régimen;
por otro, el de la condena moral a unas mu-
jeres a quienes se acusaba de una degenera-
ción de las costumbres por no concentrarse
en las labores del hogar y en la procreación
de hijos varones, de los que necesitaba una
sociedad inspirada por el totalitarismo.
A pesar de sufrir la incomprensión y el re-
chazo de muchos de sus compatriotas, es-
tas mujeres siguieron arriesgando sus vidas
en defensa de la libertad. En muchos casos
fueron las primeras en encabezar protestas
y huelgas ante la pasividad de unos hombres
que se mostraron temerosos ante las posibles
represalias. A la hora de profundizar en esta
cuestión encontramos numerosos ejemplos
de valentía femenina, tantos que superarían
con creces los límites de estas páginas. He
aquí algunos de los más reseñables.
Francesas contra alemanes
Marie-Hélène Lefaucheux se unió a la
Resistencia junto a su esposo y en su depar-
tamento parisino establecieron un punto
de reunión seguro para sus integrantes, al
mismo tiempo que preparaban paquetes de
ayuda para los presos políticos y sus familias.
Al finalizar la guerra, Lefaucheux fue con-
decorada con la Orden Nacional de la Legión
de Honor y trabajó en la delegación france-
sa ante las Naciones Unidas. En su seno fue
fundadora de la Comisión de la ONU sobre la
Condición Jurídica y Social de la Mujer, or-
ganismo del que incluso sería presidenta.
De origen neerlandés, Suzanne Hilter-
mann-Souloumiac, conocida como Touty
en la Resistencia, se había trasladado a París

neros de guerra acusadas de adúlteras. para estudiar Etnología en la Universidad de

Ante tal contexto, la participación feme- la Sorbona. Políglota que además del francés
nina en la lucha de la Resistencia francesa dominaba el inglés y el alemán, se unió a la

MH 21
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
La afroamericana afincada en
París y mítica bailarina, Joséphine
Baker, ayudó a la Resistencia.
Resistencia en 1943 y asumió la responsabi-
lidad de dar cobijo a numerosos pilotos alia-
dos derribados sobre Francia antes de que la
red llamada Dutch-Paris los pusiera a salvo
a través de vías de escape seguras. Traicio-
nada por una denuncia, fue detenida por la
policía francesa, que la entregó a la Gestapo.
Torturada por sus captores, fue deportada al
campo de concentración de Ravensbrück,
donde destacó ayudando a otras prisioneras.
Hiltermann sobrevivió a la guerra y el pre-
sidente Truman la condecoró con la Medalla
de la Libertad por salvar las vidas de muchos
pilotos estadounidenses.
Geneviève de Gaulle era hija del hermano
mayor del general De Gaulle. Estudiante de
Historia en las aulas de la Sorbona, se unió al
Groupe du Musée de l’Homme, una célula
de la Resistencia formada por intelectuales y
académicos de la institución. Editora de un
periódico clandestino que informaba sobre la
represión nazi, al igual que Suzanne Hilter-
mann-Souloumiac también fue traicionada
y llevada a Ravensbrück. En octubre de 1944
fue separada del resto de prisioneras y confi-
nada en una celda de aislamiento por orden
directa de Himmler, que la quería mantener
con vida para poder utilizarla como moneda
de cambio. Geneviève recuperó la libertad
el 25 de abril de 1945, cuando el campo fue
liberado por tropas soviéticas. En recom-
pensa por su sacrificio fue la primera mujer
en recibir la Gran Cruz de la Legión de Honor
y después de la guerra dedicó sus esfuerzos a
luchar contra la pobreza en el planeta.
Marie-Hélène
Lefaucheux.
Esta resistente francesa
(1904-1964) fue
condecorada tras la
guerra con la Legión de
Honor y trabajó en la
delegación de Francia
ante las Naciones
Unidas, compromiso
que cumplía en esta
fotografía.
22 MH
Poco después de la entrada de las tropas
alemanas en París, la anglofrancesa Cecile
Pearl W. Cornioley se exilió con su madre y
tres hermanas en Londres. Aburrida de rea-
lizar tareas administrativas en el Ministerio
del Aire, donde había encontrado trabajo,
Cecile solicitó su traslado al Special Opera-
tions Executive (SOE), la organización creada
por Churchill para llevar a cabo operaciones
encubiertas y de sabotaje en la Europa ocu-
pada. Después de un duro entrenamiento en
operaciones especiales fue lanzada en para-
caídas sobre territorio galo. Bajo el nombre
clave de Marie, Cornioley organizó varios
grupos de la Resistencia en el departamento
de Indre, donde causaron más de un millar
de bajas entre las fuerzas alemanas sin apenas
sufrir pérdidas en sus filas. Los nazis llegaron
a ofrecer una recompensa de un millón de
francos por cualquier información que per-
mitiera su captura, pero nunca consiguieron
atraparla. Su participación fue decisiva en las
operaciones del Día D y en reconocimiento a
su labor fue nombrada dama de la Legión de
Honor. En 2006, dos años antes de su falleci-
miento, recibió la Cruz de Vuelo Distinguido
de la RAF, después de que durante toda una
vida se le negara la Cruz Militar Británica por
el simple hecho de ser mujer.
Joséphine Baker es más conocida por su
faceta frívola como bailarina y cantante de
music hall que por su labor dentro de la Re-
sistencia, donde desempeñó un activo pa-
pel humanitario y como agente informante.
Desde el principio de la ocupación alemana
la artista se negó a actuar para el enemigo, y
en la zona de Gare du Nord dirigió un centro
de acogida de refugiados que financió ella
misma con sus propios recursos. Sus buenos
contactos en los círculos de la alta sociedad
le abrieron muchas puertas en recepciones
y embajadas, donde consiguió información
de los germanos que se apresuró a transmi-
tir a los mandos de la Resistencia. También
se esforzó por convencer a importantes per-
sonalidades para que se unieran a la causa de
la Francia Libre. De ella se cuenta la anécdota
de que utilizó las partituras musicales de sus
espectáculos para esconder mensajes de la
Resistencia. Por su comportamiento durante
la guerra recibió la Medalla de la Resistencia y
años más tarde fue condecorada por el gene-
FOTO: ASC
ral De Gaulle con la Legión de Honor.
 Si las mujeres han sido las grandes olvida-
das en esta lucha, de las republicanas espa-
ñolas que encontraron refugio en Francia tras
la Guerra Civil y que se unieron a la Resis-
tencia poco ha trascendido. Una de las más
relevantes fue Neus Català, militante de las
Juventudes Socialistas Unificadas de Catalu-
ña, que junto a su marido Albert Roger utili-
zó su domicilio como centro de recepción y
transmisión de mensajes para la Resistencia,
almacén de armas y refugio para los persegui-
dos por los nazis. Denunciada por un colabo-
racionista, fue detenida en 1943. Deportada a
Ravensbrück, fue utilizada como trabajadora
esclava en la fabricación de armamento. Allí
formó parte del llamado “comando de las
gandulas”, un grupo de mujeres irreducti-
bles que se dedicó a sabotear la producción.
Sobrevivió al campo de concentración [ver
artículo en la página 96] y ella misma declaró
en una ocasión: “No fuimos simples auxilia-
res, fuimos combatientes”.
Contra el fascismo italiano
Menos mitificada que la francesa, la resis-
tencia italiana, conocida también como re-
sistencia partisana, nutrió sus filas con miles
de combatientes. Sus acciones guerrilleras
se intensificaron a partir del armisticio con
los aliados, decretado el 8 de septiembre de
1943 por el mariscal Badoglio, y se centra-
ron en las fuerzas fascistas de la República
Social Italiana y las tropas de ocupación ale-
manas. La ideología y procedencia social de
sus miembros era variopinta, lo que provocó
violentas disensiones internas que acaba-
ron en enfrentamientos armados y cruen-
tos ajustes de cuentas. Se calcula que en su
momento de mayor expansión la resistencia
partisana contó con 300,000 combatientes,
de los cuales alrededor de 35,000 fueron mu-
jeres. Como ocurrió con otros movimientos
armados de este tipo en la Europa ocupada,
fueron ellas las que asumieron en gran parte
la organización clandestina del movimiento,
mientras sus compañeros masculinos se de-
dicaban a la lucha guerrillera.
Después de la guerra los nombres de las
más destacadas partisanas italianas ca-
yeron en el olvido, a pesar de que muchas
ocuparon después cargos en la política
nacional. En una sociedad profundamen-
FOTO: ASC
te machista, que todavía no aceptaba el
nuevo papel de la mujer fuera de los este- Geneviève de Gaulle.
Sobrina del general
reotipos tradicionales, se tardó demasiado y presidente de la
en reconocer sus méritos. República, esta mujer
admirable (1920-
Una de estas luchadoras fue Teresa Noce. 2002) luchó en la
Nacida en el seno de una familia con esca- Resistencia, sobrevivió
a Ravensbrück y se
sos recursos, se vio obligada a abandonar los volvió activista por los
estudios para ponerse a trabajar y susten- derechos humanos y
contra la pobreza.
tar a los suyos. De formación autodidacta,
Noce militó desde muy joven en el Partido
Comunista Italiano. Perseguida por el régi-
men fascista de Mussolini, se exilió en París
junto a su marido y desde allí realizó nume-
rosos viajes clandestinos a Italia para orga-
nizar el movimiento opositor antifascista.
Al estallar la Guerra Civil en España, los
dos se unieron a las Brigadas Internaciona-
les, donde ella desarrolló una intensa labor
propagandística con el nombre de guerra de
Estela. Al comienzo de la contienda mun-
dial Noce fue detenida por las autoridades
francesas y trasladada al campo de concen-
tración de Rieucros, destinado a albergar a
aquellos extranjeros considerados indesea-
bles. La mediación de las autoridades so-
viéticas le permitió obtener el permiso para
viajar a Moscú, oportunidad que se vio frus-
trada con la invasión alemana de Rusia. En
Marsella se unió a los Francs-tireurs et par-
tisans, uno de los grupos que formaban par-
te de la Resistencia francesa.
A comienzos de 1943 Noce fue detenida en
el transcurso de una misión en París. Encar-
celada por los alemanes, los agentes de la
Gestapo, tan concienzudos en otros casos,
fueron incapaces de descubrir la verdadera
MH 23
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Simone Weil
F
ilósofa y activista política, la escritora francesa Simone Weil encarna
el paradigma del papel intelectual de la mujer en la lucha contra
los totalitarismos de la Europa de entreguerras y del nazismo en
particular, aunque no fue la única. Entre las pensadoras que combatie-
ron activamente a las tropas ocupantes también nos encontramos con el
nombre de Simone de Beauvoir.
Nacida en el seno de una familia judía residente en la capital francesa,
Weil creció rodeada de un ambiente intelectual que alentó su talento
innato. Estudiante de filosofía y lenguas clásicas, a los 19 años fue
admitida, con la calificación más alta de su generación, en la Escuela
Normal Superior de París, institución académica de gran prestigio en la
que se forman profesores y catedráticos siguiendo una formación cultural
de alto nivel que prepara a sus alumnos tanto para la investigación
científica como para la enseñanza. Simone Weil se graduó a los 22 años
y desarrolló su carrera como docente en varios liceos; aunque sus inquie-
tudes políticas y sindicales le acarrearon problemas con las autoridades
educativas, poco acostumbradas a la disidencia. Decidida a conocer por sí
misma la realidad de los menos favorecidos, a los 25 años dejó la ense-
ñanza para trabajar en una fábrica de la industria pesada y luego como
peona agrícola, donde entró en contacto directo con las duras condiciones
de vida que soportaban obreros y campesinos, embrutecidos por jornadas
interminables de trabajo a cambio de sueldos de miseria.
Estas experiencias sirvieron para forjar su carácter y trazaron las líneas
de su pensamiento filosófico. Dispuesta a ver con sus propios ojos los
turbulentos cambios que se estaban produciendo en Europa, a
principios de la década de los años 30 viajó hasta Alemania,
donde entró en contacto directo con el auge del nazismo.
Su lucidez la hizo ver el destino que le esperaba al Viejo
Continente, reflexiones que plasmó en escritos de una
elevada categoría intelectual.
Declarada antiestalinista y admirada por sus contemporá-
neos como una mujer inteligente y audaz, su pacifismo mi-
litante no le impidió unirse al bando republicano durante la
Guerra Civil española. Integrante de la Columna Durruti (en
la imagen), trabajó desde la retaguardia en Barcelona como
propagandista redactando artículos, crónicas y escritos. En
contradicción con sus principios, se unió a la lucha armada en el
Frente de Aragón, donde participó en algunas acciones militares.
Desencantada con el rumbo que tomaba la contienda,
abandonó España después de asistir al fusilamiento de un joven
falangista. Testigo de la invasión alemana de Francia, en 1942
viajó con sus padres y hermano hasta Estados Unidos huyendo
de la persecución nazi. Cuando su familia estuvo a salvo se
embarcó en un buque de regreso a Inglaterra, donde no tardó en unirse a
las fuerzas de la Francia Libre que luchaban contra la ocupación alemana.
Su deseo hubiera sido unirse a la lucha en suelo galo, pero su debilitada
salud la obligó a realizar tareas administrativas. Gravemente enferma de
tuberculosis, la joven intelectual francesa defensora de la libertad a la
que Camus describió como “el único gran espíritu de nuestro tiempo”,
falleció el 24 de agosto de 1943. Simone Weil tenía sólo 34 años.
24 MH
Cecile Pearl W. Cornioley. La agente anglofrancesa del SOE,
el grupo de operaciones especiales de Churchill, recibe en 2006
de manos de la reina Isabel II la Cruz de Vuelo Distinguido.
importancia de la detenida, error que en
un principio la salvó de una muerte segura.
Internada primero en el campo de concen-
tración de Ravensbrück, después fue trasla-
dada al de Holleischen, donde trabajó en las
brigadas de mano de obra esclava fabricando
municiones. Noce sobrevivió a la guerra y en
1946 figuró entre la veintena de mujeres ele-
gidas para ocupar un escaño en la Asamblea
Constituyente italiana y participó en la co-
misión encargada de redactar y proponer el
proyecto de la nueva Constitución del país.
Heroínas del movimiento partisano
Otra de estas valerosas mujeres fue Tina
Anselmi, una joven de ideología demo-
cristiana que había visto cómo su padre era
perseguido por los fascistas italianos por
defender sus ideas socialistas. Con apenas
17 años, fue obligada por tropas de las SS a
contemplar junto a un grupo de estudiantes
el ahorcamiento de una treintena de jóve-
nes partisanos. Aquella experiencia la hizo
unirse a las filas de la resistencia, en concre-
to a la Brigata Cesare Battisti, bautizada con
ese nombre en honor al político socialista y
héroe nacional que se enfrentó a los austria-
cos durante la Primera Guerra Mundial.
En 1944 se afilió al Partido de la Democra-
cia Cristiana y al final de la guerra se matri-
culó en la Universidad Católica de Milán. Al
terminar sus estudios ejerció como maestra
de escuela primaria y compaginó su trabajo
en el sector de la enseñanza con puestos de
responsabilidad en sindicatos cristianos. A
partir de entonces desarrolló una intensa
carrera política que la llevó en 1976 a con-
FOTOS: GETTY IMAGES
vertirse en la primera mujer italiana nom-
brada ministra, al asumir la secretaría de
Trabajo. Dos años después fue secretaria de
 Sanidad y en 1981 presidió la comisión que
investigó la trama de la logia masónica Pro-
paganda Due (P-2), escándalo de corrup-
ción que sacudió al país entero.
Teresa Mattei mostró desde muy joven su
oposición al fascismo. Iba todavía a la escuela
cuando desafió a las autoridades académicas
al negarse a ir a clase en protesta por la ley
dictada por el gobierno de Mussolini que pro-
hibía a los alumnos judíos asistir a los centros
educativos. Su rebeldía le costó la expulsión.
Afiliada al Partido Comunista desde 1942, un
año después se unió a la resistencia partisa-
na. En febrero del año siguiente, su hermano
Gianfranco se suicidó en una celda de la pri-
sión romana de Tasso cuando iba a ser tor-
turado para que revelara los nombres de sus
compañeros en la resistencia.
Bajo el nombre de guerra de Chicchi, Tere-
sa Mattei se mostró muy activa en los grupos
clandestinos que operaban en la ciudad de
Florencia. El sacrificio de su hermano siem-
pre inspiró su lucha y el 15 de abril de 1944
planeó junto a su marido el atentado mortal
ejecutado contra Giovanni Gentile, desta-
cado ideólogo fascista. Acabada la guerra,
contaba 25 años cuando fue elegida dipu-
tada de la Asamblea Constituyente. Al igual
que Teresa Noce, participó en la Comisión
que redactó la nueva Constitución italiana.
De Carla Capponi, apodada la Inglesita, te-
nemos un testimonio directo de una de las
acciones armadas en las que participó. Ori-
ginaria de Roma, se afilió al Partido Comu-
nista cuando las tropas alemanas ocuparon
Italia. Uno de sus camaradas masculinos la
describió como una “joven rubia que sale de
noche a matar enemigos”. Su belleza y apa-
rente candidez no despertaban sospechas
entre sus víctimas. Siempre iba armada y
de ella se dijo que participó en una docena
de operaciones; en una de ellas abatió a un
oficial alemán que portaba documentos con
planes para la defensa de la ciudad. Como
Después de la guerra,
los nombres de las
más destacadas
partisanas italianas
FOTO: GETTY IMAGES
cayeron en el olvido.
ella misma narró en una carta, le disparó por Badoglio, el
“traidor”. Sobre
la espalda y después le arrebató la cartera. estas líneas, Benito
Este asesinato supuso para ella una dramáti- Mussolini, líder fascista
italiano, en 1935
ca experiencia de la que se recuperó al pensar junto a su entonces
en los camaradas que morían por la causa. comandante en jefe,
Pietro Badoglio (1871-
Capponi ascendió rápidamente hasta al- 1956), que firmaría
canzar el grado de vicecomandante de una el armisticio con los
aliados en 1943 a
unidad del Gruppi di Azione Patriottica, or- espaldas del Duce.
ganización responsable del atentado con ex-
plosivos que el 23 de marzo de 1944 costó la
vida a 32 soldados de la Policía del Orden de
las SS mientras marchaban por las calles de
Roma. Esta acción provocó la ira de Hitler,
que ordenó como represalia la que es conoci-
da como Masacre de las Fosas Ardeatinas, en
la que 335 civiles italianos fueron asesinados.
Condecorada con la Medalla de Oro al Valor
Militar, en 1953 Carla Capponi fue elegida di-
putada por el Partido Comunista en dos pe-
riodos legislativos y formó parte del comité
ejecutivo de la Asociación Nacional de Par-
tisanos Italianos hasta su muerte, en el año
2000. Al contrario que sus compañeras de
lucha armada, Gina Galeotti no sobrevivió a
la guerra. Con apenas 16 años se unió al movi-
miento antifascista y en 1943 participó acti-
vamente en la convocatoria de varias huelgas
en protesta contra la guerra. Detenida y tor-
turada por su militancia política, fue puesta
en libertad tras la firma del armisticio con los
aliados. Dirigente del comité provincial de los
Grupos de Defensa de las Mujeres, organiza-
ción pionera del feminismo en Milán que se
dedicaba a brindar ayuda a las familias en las
que alguno de sus miembros había sido víc-
tima de la represión nazi, fue asesinada el 25
de abril de 1945, un día antes de que la ciudad
MH 25
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

fuera liberada. Esa tarde acudía en bicicleta al

hospital del barrio obrero de Niguarda, uno de
los núcleos de resistencia contra el fascismo.
Pedaleaba en compañía de su amiga Stellina
Vecchio, con quien iba a atender a los parti-
sanos heridos. Ocultos bajo el abrigo llevaban
grandes paquetes de volantes para entregar
a sus compañeros en los que se anunciaba el
levantamiento de Milán para el día siguiente.
Eran las 15:30 cuando las dos mujeres lle-
garon frente al edificio rodeado de tropas
alemanas y un grupo de irreductibles fas-
cistas italianos. Al pasar junto a ellos, un
vehículo de las tropas de ocupación disparó
su ametralladora contra los civiles concen-
trados alcanzando mortalmente a Gina, que
estaba embarazada de ocho meses. En ho-
menaje a esta luchadora de la Resistencia,
que no pudo cumplir su sueño de ver nacer Giovanni Gentile. Filósofo e ideólogo cuya doctrina
sirvió de base intelectual al fascismo italiano. Fue
a su hijo en libertad, murales de vistosos co- asesinado el 15 de abril de 1944 por un grupo
lores recuerdan su nombre en las paredes del guerrillero en el que estaba integrada Teresa Mattei.
barrio de Niguarda.
hombres que no veían con buenos ojos que
Por los Países Bajos mujeres jóvenes pudieran implicarse en una
Las jóvenes neerlandesas que sembraron el lucha clandestina contra los alemanes. Ante
terror entre los nazis fueron Hannie Schaft, la insistencia de las hermanas Oversteegen,
Guerrillera y
de 19 años, y las hermanas Truus y Freddie al final las aceptaron entre sus filas, aunque
ministra. Tina Anselmi Oversteegen, de 16 y 14, respectivamente, las destinaron a realizar tareas menores como
(1927-2016), católica
de izquierdas, luchó
cuando Alemania invadió su país. Las tres el reparto de propaganda antinazi o ejercer
con los partisanos eran amigas y compartían secretos y confi- como enlaces.
y, tras la guerra, se
afilió a la Democracia
dencias de adolescentes mientras vivían sin Las dos hermanas cumplieron con éxito
Cristiana. Acabaría preocupaciones. La guerra lo cambiaría todo. las misiones encomendadas, dando mues-
siendo ministra de
varias carteras en los
Las hermanas Oversteegen crecieron solas tras de una valentía encomiable que no se
años 70 y 80. junto a su madre, una mujer de profundas encontraba en muchos hombres. Su amiga
convicciones antifascistas que había mos- Hannie Schaft se uniría a ellas en 1943. Sus
trado públicamente su apoyo al gobierno actuaciones llamaron la atención de Frans
de la República durante la Guerra Civil van der Wiel, responsable del Consejo de
española. Al estallar la contienda mun- Resistencia local, que las invitó a unirse a su
dial, las tres mujeres cobijaron bajo el grupo. Sin embargo, seguían sin contar con
techo de su casa de Ámsterdam a re- la confianza plena de sus superiores, que por
fugiados que huían del régimen nazi, el hecho de ser mujeres no las consideraban
entre ellos a varios judíos. aptas para emprender acciones de sabotaje
Truus y Freddie y su amiga o atentados contra las fuerzas de ocupación.
Hannie, una joven que se había Van der Wiel fue el único que apostó por ellas
visto obligada a abandonar sus y las puso a prueba en operaciones contra
estudios de Derecho por negarse instalaciones y vías de comunicación con-
a jurar fidelidad al Führer, fueron troladas por las fuerzas de ocupación.
testigos de primera mano de la Las tres chicas pasaron la prueba y fue
brutalidad de la represión nazi entonces cuando se plantearon llegar más
y juntas decidieron tomar ac- lejos en su lucha, aunque para ello tuvie-
FOTOS: GETTY IMAGES

ción uniéndose a la resisten- ran que recurrir al asesinato. Su odio hacia

cia neerlandesa. Los líderes los nazis las llevó a ofrecerse para cometer
del movimiento eran todos atentados contra ellos y aquellos traidores

26 MH
 neerlandeses que los apoyaban. En muchos
casos los colaboracionistas eran peores que
los alemanes, al denunciar a sus compa-
triotas y apoyar en la persecución de los ju-
díos. Impresionados por la serena frialdad
de su compromiso con la causa, los mandos
de la resistencia aceptaron entonces sus
ofrecimientos.
Según el testimonio de Truus Oversteegen,
fue su hermana Freddie la primera que asesi-
nó por la causa de la libertad. El objetivo fue
una mujer a la que la Resistencia neerlande-
sa había señalado como confidente del SD, el
servicio de inteligencia de las SS, al que su-
ministraba información sobre judíos que per-
manecían escondidos. Freddie localizó a su
víctima en un parque y se acercó hasta ella sin
llamar la atención. Nadie podía sospechar que
una adolescente de aspecto agradable pudie-
ra cometer un atentado. Al llegar a su altu-
ra llamó a la confidente por su nombre para
confirmar su identidad y cuando esta se giró
le dio un tiro mortal a quemarropa. Cometido
el asesinato selectivo, Freddie se alejó con to-
tal discreción del lugar de los hechos.
La traumática experiencia fue asumida
por la joven como una acción de guerra den-
tro de la lucha emprendida por los patriotas
neerlandeses para recuperar la libertad.
Inspiradas por el ejemplo de Freddie, su
hermana y su amiga decidieron unirse a ella
para cazar nazis. Para ello decidieron ser-
virse de su juventud y atractivo físico para
contactar con sus confiadas víctimas.
Las tres jóvenes empezaron a acudir a
aquellos sitios en los que los alemanes y
colaboracionistas se reunían para divertir-
se. Con su simpatía no tardaban en hacer
amistad con oficiales y soldados del Reich
que en un ambiente distendido no podían
imaginar que las chicas que les coqueteaban
en realidad querían asesinarlos. Seducidos
por sus encantos, aceptaban la invitación
para irse con ellas a un sitio apartado, casi
siempre una zona boscosa cercana al barrio
de Haarlem, donde les tendían la trampa.
Los alemanes pensaban que iban a pasar un
buen rato junto a una chica guapa cuando
en ese preciso momento sus acompañan-
tes sacaban un arma y los mataban sin dar-
les tiempo para ser conscientes de lo que en
verdad estaba ocurriendo. Los asesinatos
FOTO: ASC
selectivos cometidos por las tres jóvenes se
Hannie Schaft (1920-1945). Esta joven neerlandesa, junto a sus
amigas Truus y Freddie Oversteegen, sembró el pánico entre las
fuerzas de ocupación alemanas. Fue torturada y ejecutada.
convirtieron en un quebradero de cabeza
para las autoridades alemanas de ocupación,
que montaron diversas operaciones para
capturarlas. Actuando desde el anonimato,
Hannie Schaft era la más reconocible por su
cabellera roja. Identificada como un miem-
bro peligroso de la resistencia, fue detenida
por la Gestapo en un control rutinario mien-
tras repartía propaganda antinazi. Después
de un brutal interrogatorio en el que no ex-
puso a sus compañeras, fue ejecutada el 17
de abril de 1945. Cuentan que los disparos de
los verdugos que la fusilaron la dejaron mal-
herida y que cuando se acercó el oficial para
rematarla ella le gritó: “¡Yo disparo mejor!”.
Apenas 18 días después, Países Bajos fue li-
berado por los aliados.
Las hermanas Oversteegen sobrevivieron
a la guerra e intentaron llevar una existencia
discreta y tranquila que les permitiera recu-
perar sus vidas; aunque nunca pudieron ol-
vidar sus experiencias durante la ocupación
alemana. Décadas después su historia fue
recuperada por varios periodistas. En una de
esas entrevistas, Truus Oversteegen recono-
ció que resultó por demás difícil asumir su
papel porque nunca se consideró a sí misma
como asesina. Cuando le preguntaron a cuán-
tos enemigos había matado, ella respondió al
reportero que no se habría atrevido a plan-
tearle tal cuestionamiento a un soldado.
MH 27
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

COMBATIENTES NAZIS Y FASCISTAS

EN EL EJE DEL

MAL

Mujeres de las SS custodiadas por soldados

aliados en el campo de concentración de
Bergen-Belsen (Alemania) en 1945.

28 MH
 Paradójicamente, en un régimen cuyas políticas se volcaron en
convertir a la mujer alemana en el ideal tradicional de esposa
y madre, miles de ellas terminaron sumándose al servicio en
los ejércitos para cumplir roles considerados masculinos, en
un número mayor al de sociedades más abiertas.
Por Miguel Félix Gómez Trillo
U
nas 500,000 mujeres
alemanas sirvieron en
la Wehrmacht (fuerzas
armadas) y en las SS
como helferinnen (au-
xiliares) durante la Se-
gunda Guerra Mundial.
Antes del inicio del conflicto y de la creación
de estos cuerpos auxiliares, el afán de Hitler
por situar a Alemania como una potencia mi-
litar acarreó la movilización de enormes can-
tidades de hombres para el servicio militar, lo
que provocó que servicios tradicionalmente
masculinos, como el postal o el de bomberos,
incorporaran por primera vez mano de obra
femenina para funcionar.
A pesar de que la Ley de servicio militar de
1935 establecía la obligación de la mujer de
servir a Alemania en tiempos de guerra, el ré-
gimen nazi no lo había implementado. Sólo
cuando el avance de su ejército lo llevó a ocu-
par una amplia extensión de territorios, la
tarea de administrarlos obligó a la Wehrma-
cht a reclutar mujeres como auxiliares para
desarrollar estos trabajos y liberar al mayor
número de hombres para servir en el frente.
Las helferinnen
La extracción social de estas auxiliares fue
en su mayor parte la clase media. Aunque fa-
náticas nazis se sumaron a las filas del servi-
cio militar auxiliar y colaboraron de manera
activa en el horror que provocó el nazismo,
también podemos hablar de “víctimas” en
esta historia: hacerlo no es situarse en el lado
del horror ni justificarlo. Muchas fueron víc-
timas de la propaganda nazi a la que la juven-
tud alemana fue sometida durante los años
que Hitler detentó el poder y de la presión
social y política que directamente eliminaba
al ciudadano disidente. Así, sin contar con
una fuerte convicción nacionalsocialista,
FOTO: GETTY IMAGES
miles se sumaron a las filas del ejército para
defender a su país y otras nada más lo hicie-
ron al ser reclutadas contra su voluntad.
La incorporación de mujeres auxiliares al
ejército alemán se inició en el Heer (Ejérci-
to de Tierra) en el verano de 1940, cuando
se autorizó la movilización de personal fe-
menino para desarrollar tareas adminis-
trativas. Las primeras movilizadas fueron
asistentes de la Cruz Roja y jóvenes traba-
jadoras del Pflichtjahr, un servicio anual
obligatorio que afectaba a todas las mujeres
menores de 25 años que no hubieran mili-
tado en ninguna organización juvenil del
partido. Ahí, las jóvenes se ocupaban de
realizar tareas agrícolas, pero también se
formaban en trabajos relacionados con su
futuro rol como amas de casa.
En 1941, la Luftwaffe (Fuerza Aérea) co-
menzó, con un mayor interés y entusiasmo
que otras ramas del ejército, a reclutar per-
sonal femenino procedente del Reichsar-
beitsdienst, una agencia estatal creada para
mitigar los efectos del desempleo, militari-
zar la fuerza laboral y adoctrinar a sus miem-
bros en la ideología nazi. A este personal se
le adjudicaron tareas administrativas y de
colaboración con la defensa aérea.
La Kriegsmarine (Marina de Guerra), por
su parte, tardó en reclutar a auxiliares fe-
meninas, que fueron destinadas a tareas ad-
ministrativas y al servicio de alerta contra
ataques aéreos.
El protagonismo de las mujeres en el ejér-
cito aumentó tras el desastre de la campaña
rusa durante el invierno de 1942 a 1943. A
partir de entonces se dispuso que los solda-
dos encuadrados en los cuarteles generales
fueran sustituidos por mujeres siguiendo
el criterio de “cuatro mujeres por cada tres
soldados”. Al mismo tiempo se les asigna-
ron nuevas labores, tales como las de regu-
lación del tráfico, traducción, conductoras,
mecánicas, etc.
La incorporación progresiva de la mu-
jer llevó a que a finales de 1944 el núme-
ro de helferinnen se situara en torno a las
300,000. La grave falta de efectivos propi-
MH 29
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
ció que en diciembre de 1944 se iniciara una
campaña para reclutar a todas las mujeres
mayores de 18 años para el Wehrmachthelfe-
rinnen-Korps, un nuevo cuerpo de volunta-
rias que se diferenciaría del servicio auxiliar
por su carácter más militar.
A pesar de que desde septiembre de 1944
las auxiliares fueron paulatinamente eva-
cuadas a territorio alemán, muchas queda-
ron aisladas en la desbandada del ejército
en algunas zonas. La peor parte la sufrieron
aquellas hechas prisioneras en el Frente
Oriental: unas 25,000 fueron internadas en
la Unión Soviética, donde realizaron traba-
jos forzados durante años y sólo alrededor de
5,000 volvieron a casa en la década de los 50.
Al final de la guerra, las helferinnen habían
realizado múltiples trabajos que las llevaron
a ejercer roles considerados exclusivamente
Guardianas del
horror. Ilustración
masculinos. Así, en la Luftwaffe las mecáni-
que recrea a una cas llegaron a representar un tercio del total.
SS-Aufseherinnen
uniformada. Fueron
También en la Luftwaffe, como encargadas
supervisoras o de reflectores para señalamiento de objeti-
asistentes en
los campos de
vos aéreos y como auxiliares en la dotación
concentración de baterías antiaéreas, su trabajo llegó a ser
femeninos durante
el Holocausto
asimilable al de los hombres.
(1939-1945).
Estatus subordinado
El alistamiento de estas jóvenes fue moti-
vado por razones tan diversas como servir
a la patria, obtener reconocimiento social,
tener oportunidad de conocer el extran-
jero, vivir experiencias o simplemen-
te vestir un atractivo uniforme. Por
otro lado, el estatus de las helferinnen
nunca fue equiparado al del perso-
nal militar: eran civiles uniformadas
destinadas a actividades subsidiarias,
cuyo trabajo estuvo dirigido y
supervisado por hombres y
que no tuvieron mando sobre
personal masculino.
Las auxiliares estaban a
su vez bajo la supervisión
de una mujer que ejercía
de líder en las diferentes
unidades. Estas Führerin-
nen eran elegidas para el
cargo por su compromiso
con el Partido Nazi y sus
tareas se limitaban a la
organización y disciplina en
las residencias femeninas, a
30 MH
Mujeres en las fábricas. Una obrera alemana
ajusta un panel de instrumentos en una fábrica de
aviones durante la Segunda Guerra Mundial.
la asignación de tareas comunes y al aseso-
ramiento del mando en asuntos de mujeres.
Respecto al prestigio social de servir como
auxiliares, la Wehrmacht nunca vio con
buenos ojos la incorporación de la mujer a
sus filas. La única excepción fue la Luftwaffe,
debido a su endémica falta de recursos hu-
manos. A los soldados, la mayor presencia
de mujeres en sus unidades les incomodaba,
pues indicaba que pronto serían enviados al
frente. En sus relaciones, el ejército siempre
estuvo vigilante para evitar las conductas
inapropiadas entre auxiliares y soldados, ya
que podrían amenazar la imagen de la mujer
alemana. A ellas se les prohibió fumar, be-
ber y bailar vistiendo de uniforme, así como
maquillarse o lucir joyas. Sí estuvieron per-
mitidas las conocidas como veladas sociales
(kamaradschaftabende), donde soldados y
auxiliares podían relacionarse; sin embargo,
en ocasiones esos encuentros desembocaron
en fiestas con sexo y alcohol como protago-
nistas. Aquellos ejemplos particulares tras-
cendieron a la sociedad alemana haciendo
daño en la imagen de las auxiliares, que fue-
ron estigmatizadas de manera general como
mujeres de mala reputación.
Las helferinnen tuvieron prohibido el uso
de armas. El régimen nazi consideró que no
se podía traspasar el límite de permitir a las
mujeres disparar contra hombres, aunque
esto cambió de forma casi anecdótica en los
últimos meses de la guerra. Las auxiliares
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
destacadas en las baterías antiaéreas tam-
bién tenían prohibido accionar los meca-
nismos de disparo, a pesar de que llevaban
a cabo todas las demás tareas en esas piezas.
 Guardianas del infierno:
SS-Aufseherinnen
Las Schutzstaffel (SS o escuadrones de pro-
tección), como se dijo, también incorpo-
raron a helferinnen en sus filas. Fue su ala
político-policial, la Allgemeine-SS, encar-
gada de la custodia de los campos de con-
centración y responsable de llevar a cabo el
exterminio de millones de personas, la que
comenzó en 1939 el reclutamiento de auxi-
liares femeninas para cubrir los puestos de
guardianas en dichos campos. En enero de
1945 más de 3,500 mujeres trabajaban para
las SS como guardianas. El primer campo de
concentración femenino que abrió la puer-
ta a la admisión de estas SS-Aufseherinnen
fue el de Ravensbrück. Las reclutadas que-
daron bajo la jurisdicción de las SS, pero no
fueron consideradas miembros formales de
la organización y no se les permitió usar la
insignia de las runas y la calavera.
El personal femenino de las SS tuvo opor-
tunidad de promocionar y llegar a ocupar
puestos de supervisión, aunque el cargo de
comandante de campo siempre estuvo re-
servado a los hombres. A pesar de esta cir-
cunstancia, ejercieron poder directo sobre
las reclusas como responsables de imponer
castigos, organizar los equipos para traba-
jos forzados o elaborar las listas de conde-
nadas a la cámara de gas.
Las SS reclutaron mujeres de 21 a 45 años
sin exigirles habilidades profesionales
previas o un nivel de estudios determina-
do, causando que, de manera general, las
SS-Aufseherinnen provinieran de las capas
bajas de la sociedad alemana y que no falta-
ran voluntarias, pues el sueldo doblaba al de
una trabajadora fabril. Ser guardiana en los
campos no fue considerado un mal trabajo,
una vez que las jóvenes superaban los escrú-
pulos que pudieran albergar. Precisamente,
el objetivo durante su formación era trans-
formarlas para que realizaran sus cometidos
sin tener reparos a la hora de usar la violen-
cia verbal o física contra las prisioneras.
Hasta mediados del año 1941, Ravens-
brück fue el único campo de concentración
femenino, pero el inicio de la guerra contra
la Unión Soviética y las consiguientes de-
portaciones masivas de mujeres judías pro-
FOTO: ALBUM
vocaron que al final del conflicto hubiera 13
de ellos en funcionamiento.
Las helferinnen o auxiliares nazis
no eran personal militar, sino
civiles uniformadas.
La violencia ejercida por las guardianas
en los campos alcanzó su clímax de ensa-
ñamiento contra las internas a finales de
1942, con la implementación de la Solu-
ción Final para el exterminio total de los
judíos europeos y el comienzo del declive
del poderío nazi en el campo de batalla. La
prolongación de la guerra dificultaría el re-
clutamiento de nuevas SS-Aufseherinnen,
por lo que al final de la contienda el régi-
men obligó a realizar estos trabajos a muje-
res desempleadas.
El avance aliado y la liberación de los
campos llevaron a la detención de cien-
tos de guardianas; los soviéticos ejecuta-
ron directamente a muchas de ellas en los
propios campos. Sin embargo, muy pocas
mujeres de las SS fueron juzgadas por los
aliados: la violencia ejercida por ellas fue
considerada “una desviación” y su inves-
tigación causó condena. Este hecho, unido
a que no se les consideró parte activa en el
Holocausto, provocó que muchas se salva-
ran de la prisión o la horca.
Las “chicas
relámpago”.
En la imagen, dos
helferinnen de las
Schutzstaffel (SS), a
las que se llamaría
Blitzmädchen (chicas
relámpago)
por la insignia con
un rayo
–emblema de
las unidades de
inteligencia de la
Wehrmacht y las
Waffen-SS– que
llevaban en la manga
del uniforme o en la
corbata.
MH 31
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Auxiliares italianas.
Miembros del Servizio
Ausiliario Femminile
(SAF), cuerpo de
mujeres voluntarias
creado para apoyar
al ejército, desfilan
por una calle de una
ciudad del Piamonte
en septiembre de 1944.

La mujer italiana
El régimen nazi logró que mujeres en el ejército fascista
ordinarias se convirtieran en Aunque en la Italia fascista el mundo fe-
menino había tenido cierta militarización a
monstruos criminales. través de organizaciones juveniles como la
Academia Femenina de Educación Física,
El régimen nazi consiguió que mujeres or- el régimen de Mussolini promovió los roles
dinarias se convirtieran en monstruos ca- con que por tradición se había identificado el
paces de cometer los más horribles de los modo en que hombres y mujeres afrontaban
La nazi que mataba a
crímenes sin sentir remordimientos. Cente- la guerra: ellos acudiendo a la llamada de las
patadas. Fotografía de nares de testimonios de supervivientes se- armas en el frente y ellas permaneciendo en
Hermine Braunsteiner,
“la Yegua”, tomada
ñalan que hubo guardianas que disfrutaron casa al cuidado del hogar.
en 1967. Esta llevando a cabo sus atrocidades y que inclu- El avance de la guerra y la ausencia de hom-
sádica guardiana
de Ravensbrück y
so, en los casos más enfermizos, sintieron bres provocó que muchas mujeres pasaran a
Majdanek era temida placer sexual al hacerlo. El grado de inhu- desempeñar trabajos masculinos en el ser-
por dar patadas hasta
la muerte. Errores
manidad al que llegaron mujeres como Irma vicio postal o conduciendo tranvías, lo que
judiciales la dejaron Grese (“la Bella Bestia”) en Auschwitz o Her- aumentó el protagonismo de la mujer en la
libre y rehízo su vida
en Estados Unidos,
mine Braunsteiner (apodada “la Yegua” por sociedad italiana. Pero a pesar de eso y de las
pero fue descubierta, las palizas a patadas hasta la muerte que pro- derrotas sufridas por Italia en África y los Bal-
extraditada y
condenada a cadena
pinaba a las reclusas) en Majdanek no puede canes con la pérdida de miles de efectivos, el
perpetua en 1981. describirse con palabras. Partido Nacional Fascista (PNF) no autorizó
incorporar mujeres al ejército. El escenario
cambió cuando los aliados iniciaron la inva-
sión de la isla de Sicilia en julio de 1943. La
presencia aliada en territorio italiano precipi-
tó la caída de Mussolini y la rendición italiana
el 8 de septiembre de ese año. El sur del país
pasó a estar controlado por las fuerzas aliadas
y el norte fue ocupado por la Wehrmacht, que
estableció un gobierno títere de Berlín, la de-
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC

nominada República Social Italiana (RSI). El

12 de septiembre, tropas alemanas liberaron
a Mussolini de su cautiverio y este fue nom-
brado por Hitler líder de la nueva República.

32 MH
 El Servizio Ausiliario
Femminile (SAF)
La rendición italiana en el sur y la falta de
efectivos en el norte provocó que finalmente
Mussolini aprobara en abril de 1944 la crea-
ción de un cuerpo auxiliar de mujeres vo-
luntarias para apoyar al ejército: el Servizio
Ausiliario Femminile (SAF). El alistamien-
to en el mismo se abrió a todas las mujeres
mayores de 18 años y menores de 45 que de-
mostraran buena conducta y compromiso
con el régimen. Debían superar una prueba
física y al menos poseer estudios primarios.
Ninguna mujer podía enrolarse sin el per-
miso de su padre o su marido. Al final de la
guerra unas 6,000 mujeres se habían su-
mado a este cuerpo, prestando sus servicios
indistintamente en los ejércitos, la Guardia
Nacional y las Brigadas Negras.
Al contrario que en la Wehrmacht alema-
na, el SAF adoptó para el personal femeni-
no el sistema de rangos propio del ejército
italiano. Las tareas encomendadas fueron
básicamente administrativas, pero también
cubrieron puestos considerados técnicos
como los de operadoras de radio, traducto-
ras o telegrafistas Aunque se trataba de un
servicio desarmado, se las instruyó en el uso
de armamento personal.
Desde el inicio del periodo de formación,
las integrantes del SAF estaban sometidas
a la disciplina militar. Recibían uniforme y
pasaban a vivir encuarteladas, siempre se-
paradas de las tropas masculinas. Tenían
prohibido el uso de maquillaje vistiendo de
uniforme y aceptar invitaciones individua-
les para asistir a fiestas o comidas.
Al finalizar la guerra, las que peor parte se
llevaron fueron aquellas que cayeron en ma-
nos de los partisanos. La mayoría sufrieron
escarnio público y algunas padecieron tor-
turas y fueron ejecutadas. Las apresadas por
los aliados terminaron internadas en campos
de prisioneros y fueron liberadas, en su gran
mayoría, en 1946.
Servicio femenino
en la Decima Flottiglia M.A.S.
La Decima Flottiglia M.A.S. (Motoscafo
Armato Silurante) fue una unidad de élite
FOTO: GETTY IMAGES
perteneciente a la Armada italiana com-
puesta por buzos de combate y responsa-
ble de varias intrépidas incursiones contra
Las Brigate Nere (Brigadas Negras)
S
urgieron como una milicia paramilitar tras la constitución de la RSI,
milicia a la que se unieron los más acérrimos militantes fascistas.
Su función era proporcionar seguridad a los miembros del partido,
aunque también colaboraron con la Wehrmacht en operaciones de
contrainsurgencia llevando a cabo brutales acciones de represalia.
De esos episodios de brutalidad también fueron cómplices mujeres
pertenecientes a esta milicia, como Maria Concetta Zucco. Conocida
como “la Mujer del
Velo” por esconder su
rostro con una capucha
y unas gafas oscuras
para ocultarse ante sus
víctimas, se convir-
tió en el terror de los
partisanos capturados
debido a la extrema
crueldad de sus torturas.
Las mujeres condena-
das por estos crímenes
apenas cumplieron unos
cuantos años de prisión
debido a las diferentes
amnistías promulgadas
por el gobierno italiano.
El hecho de juzgar a
mujeres resultaba incómodo para gran parte de la sociedad italiana,
incapaz de asumir que ellas hubieran podido perpetrar tales horrores,
circunstancia que salvó a muchas de la cárcel.
buques e instalaciones navales aliadas en Cartel
propagandístico
el Mediterráneo. Tras la proclamación de la fascista con un
RSI, sus miembros estacionados en el norte miembro de las
Brigate Nere y la
del país se unieron a las tropas alemanas. leyenda Pronti, ieri,
A pesar de ser un cuerpo de operaciones oggi, domani al
combattimento per
especiales, la Decima permitió la incorpo- l’onore d’Italia (Listos
ración de mujeres en sus filas, creándose ayer, hoy y mañana
para luchar por el
un pequeño cuerpo auxiliar femenino en honor de Italia).
marzo de 1944. A los cursos de formación
asistieron alrededor de 200 voluntarias. Las
mujeres de la Decima no dependían orgáni-
camente del SAF, sino que se integraron en
la jerarquía de esta unidad funcionando de
manera autónoma a la del resto del servicio
auxiliar femenino del ejército fascista.
En contra de lo esperado, dada su condi-
ción de auxiliares, algunas de estas muje-
res combatieron en primera línea de fuego,
como les ocurrió a varias integrantes de la
Decima durante el desembarco aliado en
Anzio, el 22 de enero de 1944.
MH 33
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

PRIMERAS DAMAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

DE EVA A
ELEANOR
Las hermanas Braun, Eva (izquierda)
y su hermana pequeña Gretl
(derecha), posan con el scottish terrier
Negus en la villa de verano de Hitler
en Berchtesgaden (Baviera, Alemania),
en 1943. Eva Braun acompañó a su
amado Führer hasta el momento final.

34 MH

Aunque suelen quedar
marginadas en los libros
de historia, las mujeres
que amaron a Churchill,
Hitler o Mussolini fueron
también piezas clave para
el devenir de la contienda.
Por Manuel P. Villatoro
FOTO: GETTY IMAGES
E
va, Clara, Clementine...
La historia, a veces injus-
ta, ha invisibilizado a estas
mujeres y ha hecho que sea
necesario citar su apellido
para ubicarlas en un mo-
mento concreto del pasado.
Algo que no ha sucedido con sus maridos, los
Adolf, Benito y Winston de rigor. Sin em-
bargo, la realidad es que ellas también exis-
tieron; que su contribución fue clave para el
destino de la Segunda Guerra Mundial y que,
a pesar de que se suele obviar su papel, al-
gunas superaron las aportaciones de sus res-
pectivos maridos.
Los dos amores de Hitler
Del interminable elenco de personajes li-
gados a la Segunda Guerra Mundial, exis-
te uno que destaca sobre el resto: Adolf
Hitler. Sobra citar su maldad, pero hasta este
Satanás nazi contó varios amoríos. Una de
sus primeras relaciones fue con Angela Maria
“Geli”Raubal, 19 años menor que él e hija de
su hermanastra. Más allá de la obsesión que
se generó entre ambos –el futuro dictador
declaró que la amaba y que se reservaba “el
derecho a vigilar sus relaciones masculi-
nas”–, suele dejarse a un lado que esta joven
no podía distar más del arquetipo de mujer
aria, pues era morena y bajita, tenía un ca-
rácter rudo y adoraba presentarse en socie-
dad con las piernas al aire. Su “tío Alf”, como
le llamaba, le destruyó la vida: le impidió
cursar estudios de canto, evitó que se viera
con otros hombres y controló todos sus ac-
tos. Al final, se suicidó cuando sumaba poco
más de 20 años de edad.
Poco le duró la soltería a Hitler después
de esta desgracia. En 1929, el entonces lí-
der del Partido Nazi conoció a la que fue su
compañera durante el resto de su vida: Eva
Anna Paula Braun. Ambos se vieron por pri-
mera vez en el taller fotográfico de Heinrich
Hoffmann y, según narró la joven en una
carta a un familiar, quedó enamorada de ese
“señor de cierta edad con un gracioso bigoti-
to”. Pero ¿quién era aquella chica de apenas
17 años que trabajaba por un sueldo misera-
ble? Según historiadores como Nerin E. Gun,
era la “aria perfecta” gracias a su pelo dorado
y su complexión atlética. Además, las últi-
mas biografías –una de ellas, elaborada por
MH 35
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Las mujeres del Führer. Arriba a la izquierda, Hitler con su media sobrina Geli, con quien sostuvo una estrecha y turbia
relación hasta el suicidio de ella en 1931. A la derecha, Eva Braun (1912-1945), fotógrafa y secretaria con la que se casó el
29 de abril de 1945. Abajo, la pareja con sus perros en su villa de Berghof, junto a Berchtesgaden.

FOTOS: GETTY IMAGES; SHUTTERSTOCK

36 MH
 Heike Görtemaker– alejan su imagen de la de
una “rubia tonta”. Todo lo contrario: tenía
una personalidad fuerte y sabía hacerse res-
petar por los jerarcas del Reich.
Su resolución, que no obsesión, era de tal
calibre que intentó suicidarse en dos ocasio-
nes. Según algunos historiadores, para lla-
mar la atención de Hitler. Y lo cierto es que
consiguió lo que quería, ya que su amado en-
tendió que debía ocuparse de aquella “pobre
criatura”. Para 1935 era un secreto conocido
por todos que Eva se había convertido en uno
de los pilares principales del Tercer Reich, así
como en la señora de Berghof, la casa alpina
del ya Führer. Pero era mucho más: amaba
el cine, la moda, el jazz, leía las obras de Os-
car Wilde a pesar de que había sido prohibido
por su pareja, adoraba viajar y practicaba de-
portes hasta la extenuación. Quizá por ello
solía desesperarse durante las largas estan-
cias en los Alpes bávaros, pues entre aquellos
muros se sentía como un pájaro encerrado en
una jaula de marfil.
Eva tampoco carecía de carácter. Era la
única que se atrevía a cortar los largos mo-
nólogos de Hitler durante las interminables
sobremesas. A veces, le valía con una senci-
lla pregunta (“¿qué hora es?”) para que este
entendiera que se excedía en sus palabras.
Además, prefería dedicar el tiempo a los
chismes de la época. Así lo confirmó Baldur
von Schirach, quien visitó a la pareja muchas
veces hasta 1943: “Se pasaba horas parlo-
teando sobre los últimos chismes del mundo
Eva Braun era la “aria
perfecta” (rubia y atlética)
y tenía, además, una fuerte
personalidad.
del cine. Si no intervenía con sus historias
chismosas, se hacía la aburrida y se quejaba
de migrañas”. En todo caso, fue la más fiel
seguidora de Hitler y se mantuvo a su lado
hasta el final, cuando, tras convencerla para
contraer matrimonio en el búnker de la Can-
cillería, decidió por propia voluntad suici-
darse con él.
Una donna y una ragazza
A unos pocos cientos de kilómetros de
Alemania se hallaba la Italia de Benito
Mussolini, dictador y maestro del fascismo,
de eso no hay duda, pero cuyas relaciones
con las mujeres no podían diferir más de
las que había mantenido Hitler. Desde su
juventud hasta que fue colgado boca abajo
en 1945 amó a un mínimo de cinco damas,
eso sin contar la infinidad de jóvenes con las
que se encamó durante su etapa al frente de
Italia (aunque esa es otra historia). En lo que
respecta al matrimonio, su primera espo-
sa fue Ida Irene Dalser, una joven que había
estudiado medicina estética, disponía de
un salón de belleza en Milán y lo mantuvo
económicamente durante su juventud. Su
romance se extendió hasta 1915, cuando el

Las esposas de los edecanes del diablo

L
a relación que Adolf Hitler y Eva Braun sellaron con cianuro es, en la actualidad, una de las más sonadas de la Segunda Guerra
Mundial. Sin embargo, no ocurre lo mismo con los matrimonios de los principales jerarcas del Tercer Reich, cada uno más asom-
broso que el anterior. El caso de Heinrich Himmler, líder de las temibles SS, es de más llamativos. Poco ario de estampa, como
atestiguan sus lentes redondos y su escaso pelo oscuro, fue virgen hasta avanzados los 20 años por miedo a las mujeres. Margarete
Siegroth Boden, mucho mayor que él, fue quien le demostró que el amor podía existir. Tuvieron una hija por la que ella se desvivió,
pero se separó de su marido poco después de la invasión de Polonia, harta de sus muchas infidelidades.
Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich, tuvo también una relación turbia con las mujeres debido a su cojera
crónica. Al final, contrajo matrimonio con Magda, con quien tuvo seis hijos. Con todo, alrededor de esta feliz pareja siempre sobrevoló
la negra nube de la discordia, y es que son muchos los historiadores que sostienen que Adolf Hitler sentía por ella algo más que una
sincera amistad. Hasta el final, los celos colmaron a su marido.
El último de esta lista es Rudolf Hess, quien fuera el lugarteniente del Führer, y que conoció a Ilse Pröhl, una estudiante que alqui-
laba un cuarto en la misma casa que él en 1920. Se casaron, pero les resultaba imposible tener un hijo. Aquello se convirtió en una
obsesión para la muchacha. “Me dijo cinco o seis veces en el término de algunos años que por fin estaba embarazada. En general lo
hacía cuando se lo había asegurado algún profeta de la felicidad”, afirmó durante el conflicto la misma Magda Goebbels. La pareja
FOTO: ALBUM

consultó a astrólogos, brujos y tiradores de cartas. Por fin, en 1937 nació su único hijo, Wolf Rüdiger Hess.

MH 37
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

obsesión, pues había sido educada en el cul-

to al líder desde su juventud. Siempre supo
que su adorado Ben era insaciable a nivel
sexual y que no le era fiel. Lo odiaba por eso,
pero se lo perdonaba por amor.

Eleanor y los derechos humanos

Por parte aliada, una de las mujeres que más
se adelantó a su tiempo fue Anna Eleanor
Roosevelt. En una era, los años 40, en la que
el rol masculino prevalecía a todos los nive-
les, la que fuera la esposa del 32º presidente
de Estados Unidos consiguió destrozar los
arquetipos y convertirse en una luchadora
incansable en favor de los derechos sociales.
Y no la tuvo fácil. Nacida en 1884, esta neo-
La primera esposa. futuro dictador encontró a su nueva media yorquina pasó una infancia marcada por la
En la imagen,
tomada hacia 1915,
naranja: Rachele Guidi. temprana muerte de sus padres. Huérfana,
Ida Irene Dalser, la Rachele fue la verdadera señora Mussolini, fue acogida por un familiar primero, y en-
primera mujer de
Mussolini, con el hijo
aquella que aguantó sus aventuras durante viada a un internado de Londres después. De
de ambos, Benito años y, a pesar de todo, lo quiso (aunque no regreso a su tierra natal contrajo matrimonio
Albino. Las constantes
infidelidades del
la que decidió morir con él). Los expertos la con su primo, Franklin.
Duce y, sobre todo, la definen como una mujer severa, autoritaria y A partir de este punto faltan líneas para
aparición de Rachele
Guidi acabaron con la
que no se doblegaba ante el Duce. Ella misma narrar sus proezas. Durante la Primera Gue-
pareja. expresó que su esposo “parecía un león, pero rra Mundial, por ejemplo, ingresó en la Cruz
en realidad era un pobre hombre”. El histo- Roja y apoyó a diferentes organizaciones
riador Álvaro Lozano afirma también que no como la Liga de Mujeres Votantes. Y, apenas
estaba interesada en la política y que, como unos años después, en la década de los 20,
era habitual en la época, se dedicó por ente- colaboró con media docena de sindicatos
ro a su casa y a los cinco hijos que alumbró. similares. Aquello la curtió y, para cuando
Al final, las continuas aventuras sexuales de su esposo alcanzó la silla presidencial, Elea-
su marido y su marcha a Roma –ciudad que nor se había convertido en una conocida
ella odiaba– hicieron que se distanciaran. A
partir de entonces se dedicó a la costura y el
cine, sus grandes aficiones.
Si Rachele fue la donna (mujer), la ragazza
(muchacha) y la amante fue la famosa Cla-
ra Petacci, aquella que lo acompañó frente a
los fusiles de los partisanos. Esta chica, casi
30 años más joven que él, se obsesionó con
la figura del Duce cuando apenas superaba
los 14 veranos. Ambos se conocieron en 1932,
mientras conducían, y quedaron encandi-
lados el uno del otro. Antes, la muchacha
ya le había enviado varias cartas solicitan-
do una audiencia privada. Lo suyo sí fue una

Eleanor Roosevelt, tras

FOTOS: GETTY IMAGES; ALBUM

enviudar de Franklin,
participó en la elaboración de Claretta. Así llamaba Mussolini a su amante, Clara

la Carta de Derechos Humanos. Petacci, a la que llevaba 29 años. Fueron detenidos y

ejecutados por los partisanos al final de la guerra.

38 MH

activista que defendía la igualdad salarial de
las mujeres o los derechos de la comunidad
afroamericana. Quizá por ello no quiso asu-
mir el papel testimonial que, hasta entonces,
habían tenido las primeras damas de Estados
Unidos y apostó por utilizar el cargo para dar
a conocer sus creencias. La posterior enfer-
medad de Franklin, en silla de ruedas, le dio
incluso más relevancia.
Su currículum es interminable. Pasó de
escribir artículos sobre igualdad en una co-
lumna titulada “My Day” a liderar todo tipo
de comisiones sociales. Sin embargo, no fue
hasta después de la muerte de su esposo, su-
cedida el 12 de abril de 1945, cuando se ganó
un hueco en las páginas de la historia. Tras
unos meses, Eleanor fue nombrada delega-
da en las Naciones Unidas por Truman y se
convirtió en la primera presidenta de la Co-
misión de Derechos Humanos. “Mi tarea y la
de mi equipo fue redactar un borrador de la
declaración universal de derechos”, explicó
en sus memorias. La labor no fue sencilla y le
demostró lo diferentes que podían ser los Es-
tados entre sí. “Hubo momentos en los que
casi me volví loca. (...) Tuvimos problemas,
por ejemplo, con los representantes rusos,
que querían incluir la ideología comunista
en todos los artículos”.
En sus últimos años trabajó sin descanso.
FOTO: GETTY IMAGES
Viajó por todo el globo, intentó normalizar
las relaciones con la Unión Soviética, im-
partió conferencias... “Daremos la vuelta al
La familia de
Eleanor. En la
imagen, un todavía
joven Franklin Delano
Roosevelt con su hija
de 14 años, Anna, en
la casa de verano de
la familia en la isla de
Campobello (Canadá).
Eleanor, su mujer, era
también su prima, y
fue la primera dama
más atípica.
mundo”, le dijo a su secretaria en 1952, y casi
lo consiguió. Con todo, siempre tuvo unos
minutos para escribir “My Day”. Su último
artículo lo publicó en septiembre de 1962,
poco antes de dejar este mundo, y en él derro-
chaba ese espíritu combativo de su juventud:
“El problema de la integración en las escuelas
públicas es mucho más que la mera mezcla
de niños blancos y negros. Un programa de
integración eficaz también debe preocupar-
se por las aulas pobres y abarrotadas, por la
preparación de los profesores y por los planes
de estudio”. La tuberculosis se la llevó el 7 de
noviembre. “Su ausencia se hará sentir entre
aquellos que admiraron su infatigable idealis-
mo”, afirmó el presidente Kennedy.
Eterna protectora
Eleanor Roosevelt fue un caso extraño
dentro del selecto grupo de las esposas de
los grandes líderes de la Segunda Guerra
Mundial. En los años 30 y 40, por el contra-
rio, lo habitual era que los máximos digna-
tarios oscurecieran a sus mujeres. Este fue
el caso de Clementine Hozier, compañera,
sustento y contrapeso de Winston Churchill
durante nada menos que 58 años; pero tam-
bién una figura obviada por los expertos. Su
vida arrancó en el Londres de 1885. De pa-
ternidad dudosa e infancia turbia, esta britá-
nica de prominentes cejas había pasado por
todo tipo de estrecheces antes de conocer a
su marido, 12 primaveras mayor. Hasta tal
MH 39
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

al que escuchaba con atención, aconsejaba

Compañera de punto que, cuando empezó a coquetear con
Winston, Clementine
Hozier (1885-
el futuro primer ministro, impartía clases de
1977), la esposa de francés a menos de tres chelines la hora y sólo
Churchill, fue una
mujer inteligente,
podía mantener uno de sus vestidos limpio.
discreta y tendente El matrimonio supuso para ella una boca-
a la depresión. En la
imagen, ambos en
nada de aire, pero no la cambió. Clementine
un acto de campaña fue siempre una mujer cabal e inteligente
electoral en Londres
en 1924.
que insistió, por ejemplo, en pasar las vaca-
ciones alejada de su esposo para evitar que el
carácter apabullante de Winston terminara
por quemar la relación. A su vez, a lo largo
de toda la contienda se convirtió en la prin-
cipal ministra de su controvertido marido,
en cualquier ámbito (desde el militar hasta
el político) y recriminaba cuando debía. Por
desgracia, fue también un alma atormentada
a la que tragedias como un aborto inespera-
do o el suicidio de su hermano hicieron pasar
por largos periodos depresivos. En este sen-
tido, uno de los momentos que más la turbó
fue la muerte de su pequeña Marigold a causa
de una septicemia de garganta. Jamás se per-
donó no haber podido ver los síntomas antes.
Pero superados aquellos baches emocio-
nales, era una mujer resuelta que también
luchó, aunque en menor medida que Elea-
nor, en favor del voto femenino. Lo hizo, por
ejemplo, con una carta que envió a The Times:
“Lo que está en el candelero parece no con-
sistir ya en responder a esta pregunta: ¿han
de poder votar las mujeres?, sino en satis-
facer esta otra: ¿no resultará preciso abolir
por completo a las féminas?”. Su marido no
podía estar más en contra, como repitió con
sorna en muchas ocasiones: “La verdad es
que ya tenemos suficientes votantes igno-
rantes, no necesitamos más”. Clementine
era, además, una mujer inquieta que adora-
ba la apicultura, el tenis y el esquí. Falleció
en diciembre de 1977, doce años después que
Winston, tras sufrir un ataque al corazón.

A la sombra del emperador

E
n Japón, la libertad con la que algunos
líderes como Mussolini trataban
sus deberes maritales era vista con
rechazo. La relación de respeto y fidelidad
que mantuvieron el emperador Hirohito
y su esposa, Nagako, así lo demuestra,
aunque esos mismos valores fueron los
que hicieron que ella fuera totalmente
obviada por una sociedad patriarcal hasta
el extremo. Nacida en 1903 en el seno de
un clan venido a menos a nivel económico,
la princesa apenas pudo ver a su futuro es-
poso nueve veces en siete años, y nunca a
solas. Dos primaveras después de contraer
matrimonio ascendió hasta la silla imperial
junto a su marido y cumplió con sus debe-
res de acuerdo con la tradición. Según ella
mismo reveló, la etapa más dura que vivió
que, tras la derrota de Japón a manos de
los aliados, quiso adquirir más relevancia
a nivel internacional. Así, en las siguientes
décadas fue presidenta honoraria de la
Cruz Roja nipona, visitó de forma recurren-
te a familias damnificadas por el conflicto
y se convirtió en la primera emperatriz
en viajar fuera del país. Es famoso, entre
otros tantos, el encuentro que mantuvo
con Richard Nixon en 1971 en Estados
Unidos. También visitó Gran Bretaña,
Bélgica, Alemania Occidental, Países Bajos,
Dinamarca, Francia y Suiza. Su rostro
expresivo cautivó a medio mundo, hasta
tal punto que no tardó en ser apodada “la
emperatriz sonriente”. Aquella mueca de
felicidad sólo se apagó con la muerte de
Hirohito, acaecida en 1989. Tras ese golpe,
FOTOS: GETTY IMAGES

fue la Segunda Guerra Mundial: “Ese fue Nagako, ya anciana y achacosa, se alejó de El emperador de Japón,
el momento más difícil de mi vida”. Puede los focos hasta que falleció el 16 de junio Hirohito, y su esposa, la princesa
Nagako, en una fotografía oficial.
que la barbarie cambiara su perspectiva ya de 2000.

40 MH
 Durante la guerra,
Clementine Hozier fue
la principal consejera
de Winston Churchill,
su marido.
La discreción de “tía Yvonne”
El 9 de noviembre de 1979, unos pocos párra-
fos en The New York Times informaron al mun-
do de una triste noticia: “Yvonne de Gaulle
ha muerto en el hospital militar”. El texto era
breve, aunque fue publicado al comienzo del
diario. En el caso de algunos periódicos espa-
ñoles como ABC, la noticia se desplazó hasta
la página 34. De lo que podemos estar segu-
ros es de que la esposa de Charles de Gaulle, el
general que lideró la resistencia gala contra
el Tercer Reich, habría agradecido no copar
las portadas de la prensa internacional. La
“tía Yvonne”, como era conocida en Francia
por su amabilidad, su cercanía y su carácter
sencillo, nunca fue carne de focos o de papel
cuché. Sus máximas fueron siempre la dis-
creción y la modestia.
Yvonne Charlotte Anne Marie Vendroux
había nacido 79 años antes en el seno de una
familia de clase alta de Calais. Su linaje era el
de la burguesía trabajadora, lo que explica la
estricta educación a la que fue sometida y el
recato que mantuvo hasta el final de sus días.
La historiadora Frédérique Neau-Dufour,
una de sus biógrafas, la define como una jo-
ven “monótona, tradicional y humilde”,
aunque también decidida. Así lo demuestra
la frase que espetó a sus padres cuando, a los
20 años, conoció a un veterano de la Primera
Guerra Mundial llamado Charles de Gaulle:
“Será él o nadie”. Vaya si fue él. Poco des-
pués, el 6 de abril de 1921, ambos contrajeron
matrimonio en su ciudad natal. A partir de
entonces comenzó una historia de amor que
se extendió durante cinco décadas.
A lo largo de ese extenso lapso de tiempo,
Yvonne, morena y de modesta estatura, hizo
de su matrimonio el centro de su vida. Fue
la esposa que la sociedad de la época desea-
ba, aunque no por deber, sino por convic-
FOTO: GETTY IMAGES
ción. Se entregó a Charles, veló por su salud,
le animó a escribir sus memorias y cuidó a
los tres hijos que alumbraron (una de ellas,
la pequeña Anne, nacida con síndrome de Tradicional Yvonne.
A la mujer de De
Down y fallecida poco después). La peor eta- Gaulle (arriba, ambos
pa que pasó fueron sus 10 años como primera en su casa de campo)
no le gustaban los
dama, entre 1958 y 1969. Ella misma explicó reflectores ni la vida
que odiaba ser reconocida por la calle y que pública, sino dedicarse
a la familia, el hogar
prefería los picnics familiares y dedicarse a y la cocina. Los
la que fue su gran afición: guisar. En los años franceses la apodaron
“tía Yvonne” por su
70, su sobrino incidió en que adoraba pasar sencillez y llaneza.
la tarde en la cocina para preparar recetas de
las que se sentía orgullosa, como sus famosos
huevos con mayonesa.
“La única distracción que puede permitir-
se una mujer casada es bordar para su mari-
do y hacer punto para sus hijos”, repetía. Lo
que se suele obviar es que también fue una
mujer estoica. El mejor ejemplo de ello se
dio en 1962, cuando el coche en el que via-
jaba junto a Charles fue ametrallado en un
atentado. Tras salir a escape, y con la escol-
ta resoplando, la buena de Yvonne bajó del
vehículo con absoluta calma. Sólo hizo una
pregunta: “¿Qué tal están mis gallinas?”. Se
refería a los pollos que llevaba en el malete-
ro para la cena. Fue también una mujer de
férreas convicciones católicas que combatió
contra las minifaldas, odiaba el divorcio y se
negó a participar en las decisiones políticas.
Sólo encontró la tranquilidad en 1970, con la
muerte de su esposo. Ese año se retiró a una
residencia desde la que dirigió la Fundación
Anne de Gaulle, dedicada a ayudar a los niños
con síndrome de Down y a sus familias.
MH 41
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER
EN EL EJÉRCITO ESTADOUNIDENSE

WAAC Y ARMY
NURSE CORPS
Si bien es cierto que el acceso femenino a los campos de batalla
estadounidenses se remonta al siglo XVIII, la entrada del país en la
Segunda Guerra Mundial impulsó su incorporación definitiva al ejército.
Según datos oficiales, entre 1941 y 1945 más de 150,000 mujeres se
alistaron para realizar tareas tradicionalmente reservadas a los hombres.
Gracias a ello, el esfuerzo de guerra norteamericano experimentó un
notable empuje que contribuyó a la victoria final aliada. Por Pere Cardona
42 MH
 H
asta la creación del masculinas (vendándose el pecho y cor-
Cuerpo Auxiliar Fe- tándose el pelo) para luchar como soldados,
menino –WAAC– en mientras otras 6,000 de ellas ejercieron la
1941, el papel de las enfermería en hospitales de campaña o sa-
estadounidenses en natorios de convalecientes.
las Fuerzas Armadas Tras la Guerra Hispanoamericana, el Con-
se redujo a realizar greso creó el Cuerpo de Enfermeras del Ejér-
labores acordes a su “correspondiente rol cito (Army Nurse Corps), que adquirió en
social”. Así, durante la Guerra Revolucio- 1901 el estatus de cuerpo permanente del
naria (1775-1783), su participación se limi- Departamento Médico. Sería hasta el esta-
tó a cocinar, lavar uniformes y servir como llido de la Primera Guerra Mundial cuando
enfermeras en los campamentos militares. las voluntarias desempeñaron otras labo-
Y aunque sólo algunas combatieron o efec- res. En 1916, la Escuela de Servicio Nacio-
tuaron labores de espionaje, todas compar- nal ofreció formación en materias como Un batallón del
FOTO: GETTY IMAGES

WAAC lleva a cabo

tieron por igual los rigores de la vida militar. telegrafía terrestre, señalización, telefonía, prácticas de formación
Más adelante, durante la Guerra Civil (1861- calistenia militar o fabricación de vendajes, en Fort Des Moines,
Iowa, en 1942.
1865), 400 mujeres adoptaron identidades entre otras. No obstante, la Segunda Guerra

MH 43
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Enfermeras en
acción. Tras el ataque
japonés a la base de
Pearl Harbor (derecha)
el 7 de diciembre
de 1941, ochenta y
dos enfermeras del
Army Nurse Corps se
entregaron en cuerpo
y alma a los heridos
(izquierda, dos de ellas
irrigando el ojo de un
soldado).
Mundial impulsó la incorporación femenina
al ejército. Gracias a ello, las sucesivas cam-
pañas de reclutamiento permitieron desti-
nar un gran número de hombres al frente.
Army Nurse Corps:
los ángeles de la guarda
El 7 de diciembre de 1941, fecha del ataque
japonés a la base de Pearl Harbor, el Army
Nurse Corps –Cuerpo de Enfermeras del
Ejército– no alcanzaba el millar de miem-
bros, mientras que el United States Navy
Nurse Corps, su homólogo de la Armada,
contaba con sólo 700 sanitarias en sus filas.
En Hawái, foco de la acción, 82 profesionales
distribuidas en tres hospitales se enfrentaron
a la tragedia como pudieron. A lo largo del
día, el Tripler Army Medical Center vio des-
bordadas sus capacidades. Con las escaleras
principales cubiertas de sangre y los pasillos
abarrotados de heridos, las instalaciones re-
flejaron una urgente falta de personal y ma-
terial sanitario. Esta carencia se evidenció
sobre todo en los quirófanos, donde los ciru-
janos compartían el instrumental, operaban
sin guantes y utilizaban trapos de limpieza
como improvisadas mascarillas quirúrgicas.
La entrada en el conflicto incentivó el re-
clutamiento de enfermeras hasta alcanzar
las 12,000 sanitarias a mitad de 1942. Al in-
gresar, las mujeres superaban una forma-
ción de cuatro semanas en la que adquirían
44 MH
conocimientos sobre organización militar,
sanidad, defensa contra ataques aéreos,
químicos y mecanizados, administración de
personal y vida castrense, entre otras mate-
rias. De todas las especialidades disponibles,
las de anestesista –cuya formación se exten-
día a lo largo de seis meses– y profesional
psiquiátrica fueron las más demandadas. Las
atractivas campañas de alistamiento cum-
plieron el objetivo trazado y, en diciembre
de 1943, cuarenta mil enfermeras forma-
ban parte de las Fuerzas Armadas. En aquel
momento, con las necesidades cubiertas, el
Departamento de Guerra suspendió el re-
clutamiento. No obstante, a finales de abril
de 1944, la planificación del desembarco de
Normandía recomendó la incorporación de
otras 10,000 enfermeras.
El trabajo de las nurses comenzaba en los
hospitales de campaña, donde recibían a los
heridos de mano de camilleros y conductores
de ambulancias. Por lo general, estos recin-
tos albergaban a 18 enfermeras encargadas de
atender a un número máximo de 150 pacien-
tes. Los hospitales de evacuación, mucho
más completos, contaban con 53 sanitarias
para asistir a una media de 750 heridos. En
el caso de los trenes hospitalarios, formados
por 32 vagones, una profesional velaba por
los heridos en cada coche. Una proporción
idéntica a la existente en los aviones medica-
lizados, donde la enfermera recibía una for-
mación especial de supervivencia en lugares
como desiertos, junglas o el Ártico y también
FOTOS: GETTY IMAGES; SHUTTERSTOCK
de afectación de las alturas a los pacientes.
Al término del conflicto se calculó que al-
rededor de 59,000 enfermeras estadouni-
denses sirvieron durante la Segunda Guerra
Mundial. Su coraje y entrega las hizo merece-
doras de 1,619 condecoraciones y menciones
 especiales. Por desgracia, 201 sanitarias falle-
cieron durante el servicio, 16 por fuego direc-
to del enemigo y otras 17 a causa de derribos
aéreos o accidentes de vuelo.
Women’s Army Auxiliary Corps
En mayo de 1941, Edith Nourse Rogers, con-
gresista por Massachusetts, presentó un
proyecto de ley destinado a la creación del
WAAC –Women’s Army Auxiliary Corps, o
Cuerpo Auxiliar de Mujeres del Ejército–. Su
experiencia como veterana de la Cruz Roja
durante la Primera Guerra Mundial motivó
su petición para equiparar los derechos entre
ambos sexos en el seno del ejército. Antes,
las condiciones obtenidas por la voluntarias
alistadas en 1914 distaron mucho de las per-
cibidas por sus compañeros masculinos des-
tacados en el extranjero; obligadas a pagarse
el alojamiento y la manutención, carecían de
protección jurídica y sanitaria, así como de
prestaciones por invalidez y pensiones una
vez finalizado el conflicto. “Nuestras muje-
res no volverían a servir en el ejército sin la
misma protección que los hombres”, afirmó
Rogers con total razón.
Decidida a conseguirlo, la congresista jus-
tificó la aparición del WAAC con base en dos
premisas: aliviar la falta de hombres sanos
y “responder a una demanda innegable de
las mujeres estadounidenses para servir a su
país”. En su camino, Rogers recabó apoyos
tan importantes como el del general George
Marshall. El jefe del Estado Mayor opinaba
que el ejército no debía malgastar recursos
en formar a soldados para realizar labores
asumibles por mujeres capacitadas. Cubrir
plazas de secretariado, operadores de radio o
conductores con personal femenino permi-
tiría destinar más hombres al frente.
El 14 de mayo de 1942, tras la celebración
de intensos debates y previa comparecencia
del propio Marshall, el Congreso estadou-
nidense aprobó el proyecto de ley por 249
Al final del conflicto
se calculó que unas
59,000 enfermeras
estadounidenses
FOTO: ASC
prestaron servicio.
votos a favor y 89 en contra. Una victoria
trabajada que superó la férrea oposición de
representantes sureños como Clare Hoff-
man, congresista por Michigan: “¿Quién co-
cinará, lavará y realizará las humildes tareas
hogareñas a las que cada mujer se ha dedica-
do? ¿Quién cuidará a los niños?”. El Senado
también albergó acalorados discursos como
el pronunciado por Francis T. Maloney, re-
presentante por Connecticut, para quien el
proyecto “ensombrecía la santidad del ho-
gar estadounidense”. La cerrada votación
arrojó un resultado final de 38 votos a favor
y 27 en contra y permitió que el presidente
Franklin D. Roosevelt firmase la ley el 15 de
mayo, estableciéndose un límite de 25,000
alistamientos durante el primer año.
El Women’s Army Auxiliary Corps inició
su andadura con Oveta C. Hobby al frente
del cuerpo. Editora de prensa, relaciones
públicas y experta en política nacional, la
recién nombrada directora afrontó el reto de
difundir la filosofía WAAC a lo largo y ancho
del país. Su exitosa campaña de alistamien-
to, iniciada el 27 de mayo de 1942, superó las
previsiones más optimistas y obligó a ofertar
125,000 plazas adicionales. Aquel día, cien- El general Marshall
tos de aspirantes se personaron en las esta- apoyó la creación del
WAAC por motivos
ciones de reclutamiento. Las jóvenes debían meramente utilitarios:
aportar estudios de grado secundario, no malgastar recursos.
MH 45
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
no tener familiares dependientes a su car-
go, una edad comprendida entre los 21 y 45
años, una altura mínima de 1.50 metros y un
peso máximo de 50 kg. En pocos días, más de
35,000 solicitudes sobrepasaron el millar de
plazas disponibles y el 20 de julio de 1942 las
primeras 440 candidatas a oficiales iniciaron
una formación de seis semanas en Fort Des
Moines. De todas ellas, 40 mujeres negras
fueron segregadas a una sección separada.
Y aunque compartieron espacios comunes
como el comedor o las aulas, no pudieron
acceder a los salones de belleza, clubes o tea-
tros instalados.
La llegada de las jóvenes acaparó la aten-
ción de una prensa ávida de detalles y los
reporteros desplazados esbozaron su perfil
medio: 25 años de edad, estudios universi-
tarios y experiencia laboral como docentes o
administrativas. En cuanto a su motivación,
siguiendo la máxima “liberar a un hom-
bre para el combate”, la mayoría se enroló
para reducir la estancia de algún familiar
en el frente. En palabras de una entrevis-
tada, “cuantos más hombres luchen, antes
ganaremos la guerra”. A las pocas horas, la
presión ejercida por los cronistas amenazó
con interferir su formación por lo que, tras
la primera jornada, los periodistas abando-
naron las instalaciones. Una vez alejados, el
programa discurrió con absoluta normalidad
hasta el 17 de agosto, cuando ingresó la pri-
mera promoción de la escala auxiliar. En este
caso, el cursillo se acortó hasta las cuatro se-
manas y, a diferencia del grado superior, no
sólo descendió el promedio de edad, sino que
Oveta C. Hobby.
En la ilustración, la
coronel jura su cargo
de primera directora
del WAAC ante los
generales Myron C.
Cramer y George
Marshall el 16 de
mayo de 1942, en
Washington D.C.
46 MH
Primera promoción de oficiales. Las afortunadas que
superaron las pruebas posan en formación. El éxito de la
campaña de alistamiento obligó a abrir 125,000 plazas
adicionales a las planeadas en un inicio.
las candidatas aportaron estudios secunda-
rios y una escasa experiencia laboral. Pese a
ello, todas deseaban contribuir al esfuerzo
de guerra como sus antecesoras.
Las primeras graduadas sirvieron en esta-
ciones del Servicio de Alerta de Aeronaves
(AWS) situadas en la costa este, donde vi-
gilaron posibles incursiones aéreas enemi-
gas. Una tarea insípida y tediosa dominada
por largas jornadas dedicadas a la espera.
A partir de la segunda camada, las mujeres
desarrollaron funciones de secretariado,
mecanografía o conducción, pero al poco
tiempo las plazas ofertadas incluyeron más
de 200 especialidades: delineantes, mecá-
nicas, electricistas, operadoras de radio en
buques hospital, operadoras de centrales
telefónicas, criptógrafas, analistas fotográ-
ficas, topógrafas, técnicas de laboratorio o
inspectoras de suministros, entre otras. En
total, el 40% de las WAAC desarrollaron su
carrera en las Fuerzas Aéreas, mientras que
el resto prestó servicio en otros destinos
como el Cuerpo de Transporte, el Servicio
de Guerra Química o el Cuerpo de Señales,
entre otros. En cuanto a las localizaciones,
cubrieron todos los frentes: Mediterráneo,
norte de África, Europa, Pacífico y Medio
Cuarenta mujeres negras
fueron segregadas a
una sección separada,
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
aunque compartieron el
comedor y las aulas.

Oriente. Las jóvenes mostraron especial in-
terés por los destinos situados en el extran-
jero, aunque sólo las mejores calificaciones
obtuvieron una plaza. En noviembre de 1942,
el general Dwight D. Eisenhower solicitó
WAFS y WASP, las avispas de la Fuerza Aérea
E
l inicio de la guerra en Europa
sorprendió a la piloto estadounidense
Jacqueline Cochran trasladando avio-
nes militares desde EUA hasta Inglaterra.
Este trabajo, realizado por una organiza-
ción civil, le permitió al Alto Mando de la
Fuerza Aérea británica liberar un mayor
número de tripulaciones masculinas para
el combate. En septiembre de 1939,
preocupada ante la posible participación
estadounidense en el conflicto, Cochran
sugirió a Eleanor Roosevelt adoptar, en
caso de emergencia nacional, el exitoso
modelo inglés. No obstante, no sería hasta
septiembre de 1942 cuando el general de
la Fuerza Aérea Henry H. Arnold autorizara
la creación del WAFS (Servicio Auxiliar
de Mujeres Transportistas) y el WFTD
(Destacamento de Entrenamiento de Vuelo
para Mujeres). La campaña de recluta-
miento, dirigida a jóvenes con edades
comprendidas entre los 21 y los 35 años,
exigió una experiencia previa de al menos
200 horas de vuelo. Unas cifras revisadas
con posterioridad a la baja: 18 años de
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
edad y 35 horas de vuelo demostrables.
Superada la selección, las aspirantes aco-
metieron un programa de 23 semanas que
La conquista del
aire. Cinco mujeres
pilotos del WAFS posan
el 1 de octubre de
1942. Son, de izquierda
a derecha, Gertrude
Meserve, Catherine
Slocum, Nancy
Harkness Love, Adela
Scharr y Barbara Tone.
cinco WAAC en el norte de África. El futuro
comandante en jefe quedó tan satisfecho que
no se desprendió de ellas hasta finalizar la
guerra. Un año más tarde, en julio de 1943, el
primer batallón WAAC aterrizó en Londres.
incluyó 115 horas de prácticas y sustituyó instructoras de vuelo. Una labor que, por
las acrobacias, el vuelo en formación y las desgracia, topó con la intransigencia de
prácticas de tiro por travesías a los mandos determinados sectores. Finalmente, en
de cazas y bombarderos. 1944, las presiones ejercidas en su contra
En agosto de 1943, la fusión de estas y una mayor disponibilidad de pilotos
dos entidades originó la WASP (Women masculinos precipitaron su disolución en
Airforce Service Pilots). Dirigida por la diciembre de aquel mismo año. Una vez
propia Cochran, la organización resultante concluida la guerra, en junio de 1948,
gestionó un total de 25,000 solicitudes. el Congreso aprobó la creación de la WAF,
Tras los descartes, 1,830 mujeres iniciaron el cuerpo femenino de la Fuerza Aérea,
una formación superada por 1,074 de con limitaciones (300 oficiales y 4,000
ellas con éxito. Una vez capacitadas, las miembros). No obstante, como sucediera
WASP transportaron aeronaves, volaron en el caso de las WAAC, habría que esperar
como ingenieras de pruebas, remolcaron hasta la década de los años 70 para con-
planeadores y objetivos para prácticas seguir su plena integración en el entorno
de artillería e incluso ejercieron como militar estadounidense.
MH 47
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Sus mentores.
En noviembre de 1942,
el general Dwight
D. Eisenhower (izq.)
solicitó cinco WAAC
para sus fuerzas en el
norte de África y quedó
sorprendido de su
eficacia. A la derecha,
el secretario de Guerra
de Roosevelt, Henry L.
Stimson.
La auxiliares trabajaron de administrativas,
operadoras telefónicas y choferes mien-
tras que las oficiales desempeñaron labores
como criptógrafas, secretarias ejecutivas
y analistas de imágenes. En enero de 1944,
las primeras mujeres destinadas al Frente
del Pacífico arribaron a Nueva Caledonia. A
partir de su llegada, otras WAAC prestaron
servicio en Hollandia, Nueva Guinea, Leyte
y Manila (Filipinas). Seis meses más tarde, en
julio de 1944, cuarenta y nueve especialis-
tas en comunicaciones desembarcaron tras
las tropas aliadas en las playas normandas.
Aquel mismo mes, y a 8,000 kilómetros de
distancia, 400 mujeres se desplegaron por
la zona de China-Birmania-India, donde
sirvieron como taquígrafas, mecanógrafas y
operadoras telefónicas para la Fuerza Aérea.
Acceso a las Fuerzas Armadas
A principios de 1943 una agresiva campaña
mediática socavó el prestigio de las WAAC,
provocando una drástica reducción del re-
clutamiento. La incorporación femenina al
mundo castrense alteró los roles defendidos
por corrientes tradicionalistas y provocó su
virulenta reacción. Las mentiras difundi-
das por periodistas como John O’Donnell,
A principios de 1943, una
agresiva campaña mediática
socavó el prestigio de las WAAC
y el reclutamiento bajó.
48 MH
que afirmó que “el Departamento de Estado
autorizó la distribución de preservativos
a todas las WAAC antes de ser enviadas
al extranjero”, las estigmatizaron ante la
opinión pública. El revuelo causado por su
artículo provocó los desmentidos oficia-
les de la primera dama Eleanor Roosevelt y
del secretario de Guerra Henry L. Stimson.
Acorralado, O’Donnell reconoció la false-
dad, pero el daño estaba hecho. Familiares
y amigos de las voluntarias afrontaron los
rumores insidiosos que cuestionaban su
moralidad, como los que afirmaban que el
90% de las mujeres ejercían la prostitución
o que un 40% de ellas estaban embarazadas.
El Congreso intervino y solicitó estadísticas
sobre gestaciones y bajas causadas por en-
fermedades venéreas a la directora Hobby.
La práctica inexistencia de las mismas pro-
vocó el respaldo de la Cámara a las WAAC y
el 3 de julio de 1943 se aprobó la ley que las
reconvirtió a WAC (Women’s Army Corps),
integrándolas en el ejército como miembros
de pleno derecho, lo cual puso a las muje-
res ante una encrucijada: solicitar su ingre-
so en las Fuerzas Armadas o regresar a sus
hogares; una opción, esta última, ejercida
por una cuarta parte del total. Las que op-
taron por continuar, adaptaron sus rangos
a la jerarquía castrense y consiguieron la
tan ansiada equiparación. Oveta C. Hobby
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
obtuvo los galones de coronel, mientras que
los primeros, segundos y terceros oficiales
pasaron a ser capitanes, primeros y segun-
dos tenientes. Las directoras de personal y
 WAVES, presencia femenina en la Marina
L
as gestiones iniciadas en 1941 por
Edith N. Rogers no resultaron ajenas a
la Marina estadounidense. El almirante
Chester Nimitz, su responsable de personal,
impulsó la propuesta entre varios colabo-
radores y el contraalmirante Randall Jacobs
ordenó la creación del Consejo Asesor de
Mujeres. Este organismo, compuesto de
educadoras y oficiales navales, desarrolló
un programa destinado a mujeres reser-
vistas. Frank Knox, el secretario de Marina,
otorgó a las futuribles un estatus superior
al de WAAC, puesto que su manejo de
información confidencial así lo aconsejaba.
Debido a ello, tras su fichaje mantuvieron
idéntico rango y calificaciones que sus
compañeros masculinos.
Previo paso por el Congreso, el 14 de julio
de 1942, Franklin D. Roosevelt promulgó la
Ley de Reserva de Mujeres de la Armada y, a
los pocos días, Mildred McAfee, presidenta
del Wellesley College, se convirtió en su
primera oficial al asumir la dirección del
WAVES –Women Accepted for Volunteer
Emergency Service– con el rango de teniente
comandante. Este nombramiento abrió paso
a las cerca de 90,000 mujeres (20,000 de
ellas oficiales) alistadas en la Marina hasta
el final de la guerra. Al poco tiempo, las
oficinas de reclutamiento recibieron un
teatro de operaciones se reconvirtieron en
teniente coronel; y en cuanto a las auxilia-
res, estas recibieron rangos comprendidos
entre sargentos, cabos y soldados rasos.
Vale la pena destacar que esta remodelación
no afectó al Army Nurse Corps. Las enfer-
meras, si bien alcanzaron la oficialidad y
beneficios por jubilación, no obtuvieron
idéntico salario y asignaciones como sus
contrapartes masculinas sino hasta 1944.
En mayo de 1945, el final de la guerra en el
escenario europeo arrancó el proceso que
devolvió a la práctica totalidad de las WAC
a la vida civil. El ejército reconoció su valía
y servicio otorgándoles diversas condeco-
raciones: la directora Oveta C. Hobby, que
solicitó su salida del cuerpo por motivos
FOTOS: GETTY IMAGES
personales, recibió la Medalla de Servicios
Distinguidos. Junto a ella, otras 62 oficiales
y auxiliares recibieron la Legión al Mérito,
aluvión de solicitudes. Las muchachas, con servicio en Alaska y Hawái. Aparte de
edades comprendidas entre los 18 y los realizar funciones básicas de conductoras,
35años de edad, estudios secundarios y administrativas, secretarias o archivistas,
una mínima experiencia laboral optaban las WAVES asumieron tareas especiali-
al escalafón básico. En el caso de oficiales, zadas como labores de comunicaciones,
la edad mínima se fijó entre los 20 y los inteligencia, criptografía, mantenimiento
50 años, una titulación universitaria (o dos de aeronaves, controladoras de tráfico
cursos de carrera finalizados) y experiencia aéreo, meteorólogas e incluso instructoras
laboral demostrable. de navegantes, entre otras.
Tras el preceptivo entrenamiento, las En 1948, una vez finalizada la guerra,
recién graduadas ocuparon sus nuevos Harry S. Truman firmó la Ley de Integración
destinos: unas plazas alejadas de buques o de Mujeres dentro de las Fuerzas Armadas.
aeronaves de combate y situadas en terri- Su aprobación comportó la desaparición de
torio continental. No sería sino hasta el fi- las WAVES y su inclusión con estatus perma-
nal del conflicto cuando algunas prestaran nente en la US NAVY.
Un marino herido saluda a Edith
N. Rogers con su brazo ortopédico.
10 la Medalla del Soldado, tres la Medalla del
Aire, 16 el Corazón Púrpura y 565 la Estrella
de Bronce. En total, 657 WAC recibieron me-
dallas o menciones por los servicios presta-
dos durante el conflicto bélico.
El proceso de desmovilización se realizó de
forma gradual y dependía de los jefes zonales
mantener una parte del personal especia-
lizado en activo. A finales de 1946 restaban
nada más 10,000 WAC deseosas de continuar
en activo. El 12 de junio de 1948, el Congre-
so aprobó una ley que anuló la temporali-
dad del cuerpo y lo convirtió en un servicio
permanente dentro de las Fuerzas Armadas.
Tendrían que pasar 33 años hasta que el pre-
sidente Jimmy Carter firmara la ley que di-
solvió el WAC e integró a sus miembros en el
ejército. Dos años más tarde 16,000 licen-
ciadas del cuerpo percibirían sus derechos
como veteranas.
MH 49
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

MUJERES EN LA CONTIENDA

EN PRIMERA LÍNEA
DE COMBATE

Mujeres recibiendo
entrenamiento en el
uso de armas de fuego
durante la Segunda
Guerra Mundial.

50 MH
 Ellas también lucharon. Las mujeres combatientes no
fueron una excepción en la Segunda Guerra Mundial:
se contaron por cientos de miles en las filas del Ejército
FOTO: GETTY IMAGES

MH 51
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
N
o es ningún secreto que
las mujeres empuñaron
el fusil durante la Se-
gunda Guerra Mundial.
Aunque es cierto que no
siempre asumieron un
papel protagónico y, en
muchos casos, sus compañeros masculinos
las discriminaron en razón de su género, no
cabe duda de que sus misiones trascendieron
la sugestión de la propaganda.
¿Cómo, si no, se explican las 717 bajas que la
Commonwealth War Graves tiene registra-
das en el seno del Auxiliary Territorial Service
(ATS) de Gran Bretaña? En el momento álgi-
do de la contienda, más de 200,000 oficiales
y auxiliares servían en la rama femenina del
ejército británico, muchas de ellas en el Co-
mando Antiaéreo. La futura reina Isabel II o la
hija más joven de Winston Churchill, Mary,
aportaron su granito de arena al ATS aunque,
oficialmente, ninguna de sus miembros dis-
paró un solo tiro. Fue una exigencia del go-
bierno con la que los generales estuvieron de
acuerdo. Sir Frederick Rosier, comandante en
jefe de la Defensa Aérea, pensaba que las da-
doras de vida no podían arrebatarlas. Como
haya sido, gracias a ellas muchos soldados se
libraron de una muerte segura: en Norman-
día, los “ruiseñores voladores”, un grupo de
enfermeras de la unidad de Ambulancias del
Aire de la Royal Air Force, tomaron tierra en
las playas de Normandía y, en medio de una
Auxiliary Territorial
Service. En la
lluvia de balas, evacuaron a los heridos hacia
imagen, mujeres de los hospitales británicos.
distintos países de
la Commonwealth
Su aliado transatlántico, Estados Unidos,
enroladas en el no tardó en mirarse en su espejo. Alrededor
ATS británico
reciben instrucción
de 350,000 mujeres se enfundaron el unifor-
uniformadas. me, tanto dentro como fuera de sus fronteras.
52 MH
Vitales en Normandía. Los “ruiseñores voladores”, un grupo de
enfermeras, salvaron muchas vidas allí (en la imagen, del 12 de
junio de 1944, los médicos administran plasma a un herido).
El Women’s Army Corps (WAC), creado en
1942, editó un manual para que las reclutas
estuvieran en buena forma física, con una
significativa exhortación: “Su trabajo: reem-
plazar a los hombres. Esté lista para asumir
el control”, si bien tal posibilidad fue siem-
pre una quimera. No faltaron mujeres reser-
vistas en la Marina (WAVES), voluntarias en
la Guardia Costera y hasta una organización
de mujeres piloto –Women Airforce Service
Pilots (WASP), en la que se curtieron más de
1,000–, pero su esfuerzo se concretó tras las
bambalinas, lo que no quiere decir que fue-
ra menos relevante o que no sufrieran bajas,
particularmente en los cuerpos de enferme-
ras, pero también en el aire. Cornelia Fort,
testigo privilegiado del ataque a Pearl Harbor,
fue la primera piloto estadounidense caída en
servicio activo, en 1943. Entre las historias
más emocionantes sobresale la del Six Triple
Eight, un batallón de mujeres afroamericanas
que, en 1945, gestionó más de 17 millones de
cartas en el Viejo Continente. Y, entre las más
curiosas, que dos españolas, Cecilia Corcuera
Berasategui y Carmen Arabia i Gironés, fue-
ron destinadas al WAC tras alistarse en el Ejér-
cito de Tierra de Estados Unidos.
La entrada de EUA en la guerra dio aire a los
nacionalistas y comunistas chinos que, des-
de 1937, llevaban librando una salvaje guerra
contra el Imperio del Sol Naciente. La firme-
za de la República china se sustentó en una
eficaz guerra de guerrillas donde las mujeres
jugaron un papel primordial. Su sufrimiento,
FOTOS: GETTY IMAGES
subestimado por buena parte de la historio-
grafía actual, mostró el camino que seguirían
millones de mujeres en todo el globo.
 Las resistencias de
Yugoslavia, Grecia y
Polonia fueron más
efectivas que Francia y
contaron con mujeres.
Damas de la resistencia
¿Y qué decir de Francia? Tras la caída de París
en junio de 1940 y la creación del Estado títere
de Vichy, la Resistencia se presentó como la
última esperanza para los oprimidos y, como
es lógico, cientos de mujeres se involucra-
ron en sus redes (entre 15 y 20% del total).
Sin minimizar el heroísmo individual de sus
miembros, que se desgrana en otro artículo
de este número, su impacto fue más limitado
de lo que algunos escribas han pretendido. A
su vez, la Legión Francesa, con gran predica-
mento en el norte de África, asistió a la proe-
za de la enfermera británica Susan Travers,
quien en la batalla de Bir Hakeim se negó a ser
evacuada, burlando a la muerte durante dos
semanas en las que salvó a docenas de hom-
bres en su ambulancia, como narra en sus
memorias Tomorrow to Be Brave.
Lo cierto es que el movimiento partisano
en Yugoslavia, las fuerzas del Ejército Popu-
lar de Liberación Nacional de Grecia (ELAS) o
el Armia Krajowa polaco fueron mucho más
efectivos que la Resistencia gala. Y, en todos
ellos, las mujeres se distinguieron por su ar-
dor guerrero. En el primer caso, el Partido Co-
munista armó una poderosa resistencia a base
de brigadas y divisiones proletarias apenas
tres meses después de la rendición del Ejér-
cito Real Yugoslavo, en abril de 1941. Tras una
primera etapa en que las mujeres fueron asig-
nadas, sobre todo a tareas de enfermería, la
dirección del partido les dio la bienvenida en
las unidades de combate y, al finalizar el con-
flicto, alrededor de 2,000 habían sido promo-
vidas al rango de oficial. Josip Broz, Tito, a la
sazón comandante en jefe de los partisanos,
reconoció su importancia: “Los pueblos de
Yugoslavia deberían sentirse honrados de te-
ner tales hijas. Me enorgullece ser el líder de
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
un ejército que incluye una enorme cantidad
de mujeres”. Las motivaciones de estas eran
diversas: luchaban por la liberación de su
país, desde luego, pero también para colmar
un ideal revolucionario que abanderaba la En ambos lados del
Atlántico. Estados
igualdad de los sexos. En total, 100,000 mu- Unidos se miró en el
jeres formaron parte del Ejército Popular de ejemplo de Inglaterra
para crear el Women’s
Liberación de Yugoslavia. Army Corps (WAC).
Dependiente del Frente de Liberación Na- Sobre estas líneas, dos
de sus miembros, con
cional (EAM), el Ejército Popular de Libera- bicicletas, en el sur
ción Nacional de Grecia encarnó la resistencia de Inglaterra en junio
de 1944.
helena a las fuerzas del Eje, que izaron la suás-
tica en la Acrópolis el 27 de abril de 1941. En
una sociedad eminentemente patriarcal, el
EAM procuró desde su fundación el empode-
ramiento de la mujer, lo que en 1946 se tra-
dujo en la masiva incorporación de ellas a las
filas del Ejército Democrático, forjado por los
comunistas para plantar cara al gobierno con-
servador sustentado por el bloque occidental,
en los inicios de la Guerra Fría.
El apoyo de las griegas a la resistencia fue
generalizado. Si al principio se limitaron a
organizar bancos de alimentos o promover Este documental
cuenta la emocionante
huelgas, más tarde participaron en actos de historia del Six
sabotaje y acabaron luchando contra el ene- Triple Eight, un
batallón de mujeres
migo en el mismo campo de batalla. En Las afroamericanas que en
mujeres de la resistencia (1994), Tasoula Ver- 1945 gestionó el envío
de más de 17 millones
venioti evocaba su coraje en estos términos: de cartas.
“Ninguna era pusilánime. Todas se mantu-
vieron firmes en sus posiciones”. La cruzada
contra el fascismo se mezcló, también aquí,
con las ansias de emancipación. El retrato ro-
bot de las resistentes nos muestra a mujeres
de clase media, abogadas, profesoras y estu-
diantes, muchas de ellas afiliadas a la Organi-
zación Panhelénica Unida de la Juventud.
MH 53
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Al igual que en otros países, en
Italia la presencia de mujeres
en la resistencia desató críticas
al principio.
El Armia Krajowa, o Ejército Nacional po-
laco, confirió a las mujeres la misma consi-
deración que a los soldados. No en vano, un
10% de su personal –en torno a 50,000– lo
constituían mujeres, que, según el general
Stefan Rowecki, luego víctima de la Gesta-
po, realizaban el mismo servicio militar que
los hombres. ¿Qué habría sido de Polonia sin
insurgentes como Janina Karasłówna, Emilia
Malessa, Janina Bredel o la ilustre sabotea-
dora Wanda Gertz? Se calcula que 5,000 de
ellas perdieron la vida.
Bella, ciao
En Italia, el movimiento partisano se mate-
rializó en septiembre de 1943 bajo los aus-
picios del Comité de Liberación Nacional
(CLN), que agrupaba a diversos partidos y
formaciones antifascistas. Con la guerra en
la península en plena ebullición –invasión
de Sicilia, arresto y liberación de Mussolini,
intervención de Alemania...–, la resisten-
cia dio su primer golpe de efecto entre el 27
y el 30 de septiembre de 1943, durante los
llamados Cuatro Días de Nápoles, una in-
surrección popular que puso fin al dominio
nazi-fascista en la ciudad.
Apenas un año después el movimiento
contaba ya con 200,000 efectivos, inclu-
yendo 35,000 mujeres que se desenvolvían
tanto en las zonas montañosas como en las
áreas urbanas (los Gruppi di Azione Patriot-
Batalla de Bir tica ejecutaron numerosos actos de sabotaje
Hakeim. Librada en
Libia en junio de 1942,
en las urbes). Las mujeres pelearon calle por
en ella intervinieron calle en Florencia o Montefiorino, lo-
tropas de la Francia
Libre comandada
calidad donde, en el verano de 1944,
por De Gaulle (en la se instauró una república
imagen) y destacó
por su heroísmo la
partisana (fue en esa zona,
británica Susan Travers. y en general en la región
El enemigo común. El movimiento partisano italiano intensificó
su lucha tras la ocupación alemana en parte de Italia y la creación
de la República de Saló (arriba, Hitler visitando a su amigo).
de Emilia-Romaña, donde se popularizó el
himno de la resistencia italiana Bella, ciao).
De igual modo, sorteaban los controles
enemigos para entregar información a sus
compañeros –estas eran las staffetta, que
se desplazaban en bicicleta–, impulsaban
huelgas, recaudaban fondos y, en definitiva,
contribuían a la causa de la libertad de todas
las maneras posibles. Eran amas de casa, tra-
bajadoras del campo y de las fábricas y, en su
inmensa mayoría, jóvenes, más próximas a
los 20 que a los 30 años.
Al igual que en otros países, su presen-
cia en las unidades de combate no susci-
tó la simpatía unánime de sus homólogos
masculinos. En Volontarie della libertà ,
Giuliana Beltrami recordaba que, al prin-
cipio, los hombres las hacían sentir que no
servían para nada, pero que con el tiempo
las aceptaron. Al fin y al cabo, afrontaban
los mismos peligros y lidiaban con proble-
mas de conciencia idénticos. Varias parti-
sanas, entre ellas la joven de 22 años Carla
Capponi, participaron en el mayor ataque
contra el invasor nazi, el 23 de marzo de
1944, en Via Rasella, Roma. Al paso de una
comitiva del Regimiento de Policía de las
SS Bozen, hicieron estallar un po-
tente artefacto escondido
en un bote de basura que
provocó la muerte de 32
FOTOS: GETTY IMAGES; SHUTTERSTOCK
 Las potencias del Eje

P
ara Adolf Hitler, “la feminidad de las
auxiliares de la Wehrmacht debía
preservarse a toda costa”. El Führer
nunca fue partidario de que las mujeres
recibieran entrenamiento militar, pero
hacia el final de la guerra más de 150,000
desempeñaban su labor en la Luftwaffe
como asistentes en la defensa antiaérea, en
tanto que la condecorada capitana Hanna
Reitsch no cesaba de aportar soluciones
técnicas a la rama aérea.
Cuando la derrota se daba ya por segura,
Hitler, el único que todavía creía en la
victoria, autorizó la creación de un batallón
experimental de infantería compuesto úni-
camente por mujeres, que no tuvo tiempo
de operar. La idea era que esta unidad
acosara y avergonzara a los hombres que
se negaban a pelear. ¿Contaron sus socios
del Ejército Imperial japonés con mujeres
entre sus filas? Cuando el diario Chunichi
shinbun apeló a estas para que acudieran
al frente, muchas secundaron la llamada
y unas pocas pasaron las pruebas físicas.
Las enfermeras militares simbolizaron la
entrega femenina a los ideales imperia-
listas, pero no fueron las únicas. Aunque
el ejército no las acogió oficialmente, la
historia oral recuerda que en la batalla
de Kohima, el llamado Stalingrado del
Este, los británicos observaron a varias
vestidas con uniforme militar que portaban
armas cortas, mientras que en Okinawa
las jóvenes se vieron obligadas a atacar a
las fuerzas estadounidenses. Así, las estu-
diantes de Himeyuri no sólo acompañaron
a los soldados hasta la primera línea, sino
que, para frenar el avance del enemigo,
fueron enviadas, con absoluto desprecio
por su suerte, al mismísimo matadero. A
su vez, la Italia fascista abrió sus puertas a
las mujeres soldado del Servizio Ausiliario
Femminile en la República de Saló, el
Estado títere de Alemania en la parte norte
Mujeres entrenadas por soldados en París
para trabajar como operadoras telefónicas
de la Wehrmacht.
de Italia. Allí, la general de brigada Piera
Gatteschi Fondelli hizo realidad su sueño
de instruir a cerca de 6,000 voluntarias,
“hermanas de los combatientes”. Por últi-
mo, Finlandia, aliada de Alemania durante
buena parte del conflicto, dispuso de una
organización paramilitar de mujeres, Lotta
Svärd, que se enfrentó a la Unión Soviética
durante la Guerra de Invierno. Entre otras
misiones, sus voluntarias manejaron una
batería antiaérea en Helsinki: fue la única
unidad militar femenina armada del país.

soldados. Su temeraria acción derivó en fueron arrestadas y torturadas, mientras que

una operación de represalia, la Masacre de
las Fosas Ardeatinas, en la que fallecieron
335 civiles italianos. En palabras de la co-
munista Marisa Musu, que intervino en el
ataque de Via Rasella, “las mujeres tienen
hijos y por eso, dicen, no matan. Yo era muy
joven y tenía las ideas muy claras: cada nazi
que matara, cada bomba que hiciera esta-
llar, acortaría la duración de la guerra y sal-
varía las vidas de muchas mujeres y niños.
Lo único que me preocupaba entonces era
que no me capturaran”.
Y es que la amenaza de la tortura y la muerte
pendía siempre sobre sus cabezas. Un total de
623 mujeres de la resistencia italiana pere-
cieron en batalla o fueron ejecutadas y 4,653
otras 2,750 deportadas a Alemania.
La llamada de la Madre Patria
Las cifras de la Unión Soviética se sitúan
en otra esfera. Como señala la periodis-
ta Anna Reid, el país “envió a más mujeres
a los campos de batalla durante la Segunda
Guerra Mundial que ninguna otra nación en
cualquier momento de la historia”. Entre
570,000 y 800,000, sin contar con las par-
tisanas y milicianas, se enrolaron en las fi-
las del Ejército Rojo a partir de la Operación
Barbarroja, en junio de 1941, y, en particular,
desde marzo de 1942, cuando no quedó más
remedio que reemplazar a los caídos en la
guerra relámpago de Alemania.

Memorial. En este
lugar, conocido como
las Fosas o Cuevas
Ardeatinas (Roma),
se produjo en 1944 la
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC

matanza de 335 civiles

italianos en represalia
por un atentado
partisano que costó
la vida a 32 soldados
nazis.

MH 55
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Tiradoras y El bolchevismo había dinamitado los ro-
aviadoras. La mítica
francotiradora soviética
les de género o, al menos, había hecho me-
Liudmila Pavlichenko, a lla en ellos. Tras la Revolución de 1917, entre
la que se le atribuyeron
más de 300 muertes.
73,000 y 80,000 mujeres sirvieron en el
A la derecha, un grupo bando bolchevique durante la Guerra Civil.
de mujeres pilotos
británicas del ATA (Air
Mujeres como Nadezhda Krúpskaya, espo-
Transport Auxiliary) sa de Lenin, o Aleksandra Kolontái, habían
en 1940.
avivado la llama de Octubre y, aunque si-
lenciadas más tarde por el régimen estali-
nista, su espíritu parecía sobrevivir en las
artilleras, aviadoras, francotiradoras, tan-
quistas o jefas de batallón que rechazaron al
enemigo a las puertas.
Lyuba Vinogradova ha estudiado a fondo
el papel de las aviadoras y las francotirado-
ras en Las brujas de la noche y Ángeles venga-
dores, respectivamente (Pasado y Presente,
2016 y 2017). El nombre de Marina Raskova
irrumpe una y otra vez al hablar de las pri-
meras. Fue ella la impulsora de tres regi-
mientos –el 586º de Combate Aéreo, el 587º
Aéreo de Bombarderos y el 588º de Bom-
bardeo Nocturno, esquejes del 122º Grupo
Aéreo Femenino–, que ejecutaron miles de
misiones en el Frente Oriental.
“¿Me preguntas cómo lanzamos las bom-
bas? –leemos en la carta de una de sus in-
tegrantes–. Diriges tu avión hacia el blanco
y aprietas el botón que las libera. Enton-
ces la bomba se libera para ir a caer sobre
las cabezas de esos detestables alemanes”.
El Regimiento 588º fue el más afamado de
En general, las mujeres que lucharon en la guerra
no obtuvieron el reconocimiento que merecían.
56 MH
los tres –participó en más de 23,000 mi-
siones– y sus miembros fueron conocidas
como “las brujas de la noche”.
Para adiestrarse, sobrevolaban el campo
de maniobras de madrugada y afinaban la
puntería lanzando una bengala que trata-
ban de alcanzar con una bomba de cemen-
to. No era lo que se dice coser y cantar: en
una sola noche, la del 31 de julio de 1943,
cuatro tripulaciones cayeron bajo fuego
enemigo, tres víctimas de los cazas y la
última por las defensas antiaéreas. ¿Valía
la pena correr el riesgo? Los alemanes co-
nocían mejor que nadie la respuesta: el 25
de octubre de 1942, “las brujas de la noche”
atacaron el aeródromo de Armavir y des-
truyeron siete bombarderos Junkers Ju 88
y Heinkel HE 111 tras atinarle a una de sus
bombas en el depósito de combustible.
Con toda justicia, los nombres de varias
aviadoras se inscribieron en el panteón de
las heroínas soviéticas. Marina Raskova
murió en acción en 1943, así como la legen-
daria Lidia Litviak, la rosa de Stalingrado,
que se anotó 12 victorias en solitario y mu-
rió, a la edad de 21 años, ante los mandos
de un Ilyushin Il-2 en la batalla de Kursk.
Katia Budánova, otra as de la aviación, o la
aguerrida Yekaterina Zelenko, que embis-
tió su bombardero ligero Sukhoi-2 contra
uno de los Messerschmitt que la asediaban,
también merecieron ese honor.
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
 Francotiradoras y tanquistas
Tal vez la propaganda extremara las haza-
ñas de unas (y de otros). Así pasa siempre
en las guerras. A la francotiradora Liudmila
Pavlichenko se le atribuyeron más de 300
muertes pero, en Ángeles vengadores, la citada
Vinogradova sostiene que su historia resulta
“extraña” y apunta que sus memorias “pare-
cen más una novela”.
Su ensayo, no obstante, deja muy claro el
valor de este cuerpo de élite que se forjó en
la Academia Central de Francotiradoras de
Veshniakí, a las afueras de Moscú. Inspirada
en los cursos que había diseñado Nora Che-
godayeva, una combatiente de la guerra de
España, la Academia formó a tres promocio-
nes de muchachas entre los 18 y los 26 años.
A su exigente formación le seguía el día a día
en los distintos frentes, marcados por el frío,
el hambre y la escasez. Las burlas de los ofi-
ciales –“¡Me han asignado unas muñecas!
¿Qué clase de escuela de baile es esta?”, fue
la reacción del comandante de la División de
Fusileros Nº 72, coronel Borodkin– no tarda-
ban en enmudecer ante el buen pulso de las
recién llegadas con el fusil Mosin-Nagant y
ante su buen ojo, que acaparaban los titula-
res de boletines y periódicos militares.
Roza Shanina, muerta en servicio en
1945, liquidó a 59 enemigos y se ganó la
Orden de la Gloria, y a Aliyá Moldagulova,
caída en combate en 1944, se le atribuyeron
91 decesos. “De la guerra regresé con ca-
nas. Tenía 21 años y la cabeza toda blanca”,
resumiría otra francotiradora, la sargento
Klavdia Grigórievna Krójina, en una entre-
vista publicada en el libro La guerra no tiene
rostro de mujer (Debate, 2015), de Svetlana
Alexiévich.
Las soviéticas alcanzaron también hitos
muy notables en las unidades de defensa
antiaérea, como atestiguan los Escritos de
mujeres desde el sitio de Leningrado (La uña
rota, 2014), e incluso como tanquistas. Ma-
ría Oktiábrskaya fue la más popular en este
“oficio”: se pagó su propio tanque, un T-34,
y para vengarse de los “perros fascistas” que
habían matado a su marido solicitó ser des-
tinada al frente y pilotearlo ella misma. Su
“Compañera de Armas”, como bautizó a su
tanque, la sobrevivió, puesto que otros com-
patriotas le pusieron en homenaje el mis-
FOTO: ASC
mo nombre a los suyos. Aleksandra Boiko
La respuesta judía
M
ientras las fábricas de la muerte exterminaban a millones de judíos en
Europa, lejos de las alambradas los supervivientes arremetían contra los
criminales nazis en diversas unidades de resistencia que maniobraban en
Francia, Bélgica, Ucrania, Bielorrusia, Lituania o Polonia.
Gertrude Boyarski era una veinteañera cuando los nazis invadieron su ciudad
natal, Dziarecyn, en Polonia (hoy, Bielorrusia). Comoquiera que su padre, pana-
dero y pintor, fue considerado un trabajador útil, la familia se instaló en una casa
a la entrada del gueto hasta que las autoridades lo desmantelaron, emprendien-
do la matanza sistemática de sus 3,000 habitantes.
Gertrude y su familia huyeron a un bosque con varias decenas de judíos y
entraron en contacto con un grupo de partisanos liderado por el comandante
ruso Pavel Bulak. En venganza por la matanza de Dziarecyn, la partida organizó
una incursión contra la comisaría de la localidad para robar armas y matar a los
policías que la custodiaban. Unos meses después el padre, madre y hermanos
de Gertrude fueron asesinados por colaboradores locales de los nazis. A partir de
entonces, la chica se comprometió aún más con la banda de Bulak. En cierta oca-
sión, para celebrar el Día Nacional de la Mujer, quemó con una amiga un puente
de madera utilizado por los nazis, sirviéndose para ello de queroseno y paja sin
que los disparos de los soldados las amedrentaran. Su acción obstaculizó durante
casi un mes los movimientos del enemigo y a ellas les valió la condecoración de
la Orden de Lenin. Terminada la guerra, la joven se casó con su primo (abajo,
fotografía de la boda) y se fueron a vivir a Estados Unidos en 1949.
también se financió su propio tanque y com-
batió con él en la ofensiva de Riga, mientras
que Aleksandra Samusenko se convirtió en la
única mujer en las filas del Primer Ejército de
Tanques de la Guardia.
A pesar de todos estos logros, la élite mi-
litar les cerró el paso, estimó que su pre-
sencia en primera línea de combate debía
ser temporal y, en 1944, las excluyó en de-
finitiva de su flamante escuela de cadetes
de Suvorov. Para ser sinceros, el reconoci-
miento que obtuvieron fue por demás infe-
rior a la reputación que habían alcanzado,
además de que la posguerra no tardó en
echar paladas de arena sobre su memoria.
Así pasa la gloria del mundo.
MH 57
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

58 MH
 SU APORTACIÓN
EN EL CAMPO DE LA CIENCIA

MUJERES
EN LOS
LABORATORIOS
DE GUERRA
Enfermeras, empleadas de fábricas, conductoras de tanques,
pilotos de avión, francotiradoras, espías… Si pensamos en el
papel de las mujeres en la Segunda Guerra Mundial nos vienen
a la mente muchas de esas ocupaciones; aunque también, en
un segundo plano tras los hombres e incluso a veces ocultas,
hubo científicas que con su trabajo contribuyeron al esfuerzo
bélico. Muchos de sus hallazgos forman parte de la historia de
la ciencia moderna. Por Abigail Campos Díez
FOTO: GETTY IMAGES
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

L
as mujeres en la ciencia re-
presentan menos del 30%
de los investigadores del
mundo. Si ese dato es ac-
tual, pensemos que en el
ambiente de entreguerras
la presencia femenina era
casi testimonial. Todo cambió cuando llegó
la contienda. Con los hombres en el frente,
hubo matemáticas, físicas, químicas o bió-
logas que trabajaron investigando en dife-
rentes campos. El enfrentamiento bélico
abrió así la puerta de la ciencia a mujeres
con unos conocimientos y habilidades que,
de otro modo, habrían languidecido como
secretarias o amas de casa.
Lina Solomónovna Stern. Bioquímica y fisióloga
Sin embargo, sus logros, muchos de ellos (1878-1968), se especializó en medicina bélica y salvó
definitivos para el curso de la Segunda Gue- miles de vidas en la Segunda Guerra Mundial.
rra Mundial, se ocultaron de modo siste-
mático, se minusvaloraron, se obviaron y el Lise Meitner, el Nobel robado
protagonismo se lo apropiaron los hombres. Lise Meitner (Viena, 1878) nació en el seno de
“La participación de las mujeres en la cien- una familia judía. “El emperador Francisco
cia se ha ocultado y no se ha reconocido. Eso José había prometido un trato de igualdad
es una labor que se ha hecho muy reciente- para los judíos y nuevas leyes. Lise entró en
mente. Por otro lado, se piensa que la guerra la Universidad de Viena a los 23 años”, ex-
Lise Meitner. Esta la hacen los hombres, con esa vieja idea de plica la periodista María José Casado, au-
científica judía de
nacionalidad austriaca
que si las mujeres gobernaran no habría gue- tora de Las damas del laboratorio (Debate),
(1878-1968) fue la rras, porque somos cuidadosas y cuidadoras licenciada en Ciencias de la Información e
primera en explicar
la fisión nuclear. Su
cuando eso no es verdad, porque las mujeres Historia Moderna y Contemporánea. Lise
amigo y colaborador también pilotaron aviones y bombarderos”, estudió Física y durante el doctorado en
Otto Hahn se llevó el
Nobel que deberían
advierte Eulalia Pérez Sedeño, profesora de Berlín conoció al joven químico Otto Hahn.
haber compartido. Investigación en Ciencia, Tecnología y Gé- Su amistad y relación profesional se prolon-
nero y catedrática de Lógica y Filosofía de la garía tres décadas. Publicaron varios análi-
Ciencia. Porque también fueron mujeres las sis sobre el actinio y el proactinio. Meitner
que descubrieron cómo ocultar torpedos, incluso llegó a colaborar de manera tem-
esconder aviones de los radares, calcular poral con Albert Einstein, quien la bautizó
trayectorias de proyectiles e incluso la fi- como “nuestra Marie Curie”.
sión nuclear que llevaría a la bomba atómica. La situación política lo cambió todo. En
“Estas mujeres, que a principios del siglo XX 1938 escapó a Estocolmo huyendo de las le-
desafiaron al mundo universitario alcanzan- yes antisemitas. Continuando las investi-
do posiciones reservadas para los hom- gaciones que había desarrollado con Hahn,
bres, respondían por lo general a fue la primera en explicar la fisión nuclear: la
un perfil muy concreto: nunca detalló en un artículo publicado en la revista
se casaron y dedicaron su vida Nature. Su teoría se comprobó de inmediato y
y su tiempo a la investiga- se constató su potencial como nueva fuente
ción”, dice la doctora Pilar de energía. En 1942 se le ofreció participar en
Vélez, profesora de Ma- un grupo internacional para conseguir una
temáticas de la Escuela bomba atómica y terminar con los nazis, el
Politécnica Superior llamado Proyecto Manhattan. Ella lo recha-
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC

de la Universidad zó. ¿Sabía Meitner que sus investigaciones

Nebrija (Madrid) y fueron el punto de partida del arma más letal
exrectora de esta de la historia? “Creo que ella sería consciente
institución. en un determinado momento de lo que tenía
 entre manos, aunque este conocimiento le
llegó poco a poco. En la carrera por conocer
los secretos del átomo, al principio nadie sa-
bía para qué servirían los hallazgos”, indica
Casado con certeza.
Pero en 1944 se le concedió el Nobel de
Química a Otto Hahn, pese a que la nomina-
ción había sido conjunta. Él no reivindicó el
trabajo de su compañera. “Es de suponer que
no quiso compartir su premio, posiblemente
por egoísmo y porque la sociedad machista
de entonces estaba de su lado. Casi no había
antecedentes de que una mujer científica lo-
grase un descubrimiento de ese calibre; ese
‘casi’ era Marie Curie, que tuvo un entorno
más propicio y honesto. Pero esas no parece
que fueran las circunstancias que se dieron
en el caso de Lise Meitner. También, los que
sabían o sospechaban que la mente intuitiva
que guiaba la investigación era Lise voltea-
ron para otro lado. Algunos lo señalaron cla-
ramente, pero no los escucharon porque lo
tenían bien montado sin su reconocimien-
to”, manifiesta Casado.
En su opinión, Meitner encajó el “robo”
institucionalizado del Nobel con resigna-
ción. “Esto no la hizo perder los nervios ni
rompió con su entorno, porque lo veía venir.
Estaba acostumbrada a que la hicieran in-
visible y le dieran un empujón a la segunda
fila a la hora de la foto o de recoger el premio.
También debió de ser muy doloroso para ella
que su compañero de investigación y amigo
Otto Hahn le hiciera eso, aunque presentara
argumentos convenientes como el hecho de
que fuera judía”, concluye.
El único antecedente
de una mujer científica
absolutamente
respetada era el de
Marie Curie.
hematoencefálica entre los vasos sanguíneos
y el sistema nervioso central. Fue profesora
y directora del Departamento de Fisiología
Química de la Universidad de Ginebra. Al
terminar la Primera Guerra Mundial simpa-
tizó con el movimiento revolucionario so-
viético y en 1939 se convirtió en la primera
mujer en la Academia de las Ciencias de la
URSS. En la Segunda Guerra Mundial se es-
pecializó en medicina bélica y salvó a mi-
les de soldados de morir por tétanos. Pese a
todo, era judía y feminista, lo cual provocó
que, tras la guerra, fuera detenida y tortura-
da. Estuvo en prisión tres años y logró que se
conmutara la pena de muerte por destierro.
Hedy Lamarr, precursora del wifi
Fue la primera actriz en salir desnuda en el
cine y en interpretar un orgasmo. Conocida
como “la mujer más bella del mundo”, la her-
mosura también estaba en su intelecto. En

Lina Stern, medicina bélica

La bioquímica y fisióloga Lina Solomónovna
Stern se especializó en medicina bélica y
ayudó a salvar la vida de miles de comba-
tientes luchando contra el tétanos, hallando
tratamiento para los soldados traumatiza-
dos y desarrollando un medicamento contra Hedy Lamarr.
la meningitis tuberculosa, lo que le valió el Conocida como
glamurosa actriz de
Premio Stalin en 1943. Hollywood, célebre
Stern nació en 1878 en Liepāja, ciudad por su belleza y por
haber protagonizado
del antiguo Imperio ruso y actual Letonia. el primer desnudo
Por las políticas antisemitas del zar estu- integral de la historia
del cine, era además
dió en Alemania y más tarde se graduó en una brillantísima
Medicina en la Universidad de Ginebra. Su científica que inventó
un precedente del
FOTOS: ASC

carrera investigadora se centró en la oxi- wifi (portada de su

dación y en la permeabilidad de la barrera biografía novelada).

MH 61
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Grandes hallazgos. plena Segunda Guerra Mundial, fue la precur-
La microbióloga rusa
Zinaída Yermóleva
sora de una de las tecnologías de comunica-
(1898-1974; arriba) ción sin la que hoy no se entiende el mundo: el
descubrió el remedio
contra el cólera. La
wifi. Hedwig Eva Maria Kiesler nació en Viena
química británica en 1914 y su propia vida es digna de una pe-
Rosalind Elsie
Franklin (1920-1958;
lícula: estudió ingeniería, poseía una mente
der.) contribuyó al portentosa, un físico espectacular, tuvo un
conocimiento del ADN.
matrimonio no deseado con un esposo celo-
so (traficante de armas de Hitler y Mussolini)
y huyó a Estados Unidos para convertirse en
estrella de los años dorados de Hollywood
cambiando su nombre por el de Hedy Lamarr.
En las reuniones de trabajo de su marido,
Fritz Mandl, Hedy pudo recopilar mucha in-
formación sobre la última tecnología arma-
mentística nazi y, una vez en Estados Unidos,
decidió aportar sus conocimientos a los alia-
dos. Junto al compositor George Antheil creó
un sistema de retransmisión de ondas por
radiofrecuencia que permitía la detección de
los torpedos teledirigidos basándose en un
principio musical. Ambos registraron la pa-
Hedy Lamarr poseía una
mente portentosa y un
físico espectacular, una
combinación que le dio
problemas.
62 MH
tente y la ofrecieron gratis a Estados Unidos,
que por diferentes motivos decidió no utili-
zarla y mantenerla en secreto. A largo plazo,
este hallazgo fue esencial para el desarrollo
futuro del wifi, el GPS y el Bluetooth.
“Las actitudes predominantes en la época
no anticipaban que una mujer fuera hermo-
sa y brillante a la vez. De hecho, una mujer
‘brillante’ se consideraba la excepción más
que la regla, y habría sido bastante difícil ser
tratada como muy inteligente si era excep-
cionalmente atractiva, como en el caso de
Hedy. Este fue un obstáculo que tuvo que su-
perar y, dado su intelecto, habría sido bas-
tante consciente de ello mientras intentaba
que sus inventos se tomaran en serio”, ex-
plica a Muy Historia Heather Terrell, abogada
estadounidense que ha centrado su trayec-
toria en la defensa de los derechos de las mu-
jeres y que es autora de novelas biográficas
para visibilizarlas, como el caso de La única
mujer (Planeta), firmada con el seudónimo
Marie Benedict, donde cuenta la excepcio-
nal historia de Lamarr.
“La mente brillante de Hedy Lamarr dio
fruto a una variedad de creaciones a lo lar-
go de su vida”, recuerda Terrell. Entre ellos,
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
creó una tableta sobre la cual se pone un vaso
de agua de la llave y convertirla en una be-
bida carbonatada. Esperaba que esto hiciera
refrescos instantáneos.
 Zinaída Yermóleva,
“Señora Penicilina”
La microbióloga Zinaída Vissariónovna
Yermóleva nació en Frolovo (antiguo
Imperio ruso) en 1898. Para 1915 decidió
convertirse en médica después de que su
compositor favorito, Piotr Tchaikovski, mu-
riera de cólera. Se consagró a la lucha contra
esta enfermedad y estudió en la Universidad
Estatal Técnica del Don, donde se diplomó
en 1921. Al año siguiente, en plena epide-
mia de cólera, decidió utilizarse a sí misma
como conejillo de Indias y bebió un vaso de
agua contaminada para experimentar los
resultados de la infección. Gracias a su au-
dacia se creó la metodología de cloración del
agua. En 1925 fue nombrada directora del
Departamento de Bioquímica Microbiana en
la Academia de Ciencias de la URSS.
En 1939 viajó a Afganistán, donde inventó
un método rápido de diagnóstico del cólera producción de bacteriófagos, vacunaciones Katharine Burr
Blodgett. Esta física
y un medicamento eficaz contra esta enfer- en masa y el programa de cloración se sal- estadounidense (1898-
medad, y también contra la fiebre tifoidea varon miles de vidas. Uno de sus principales 1979) inventó el cristal
no reflejante.
y la difteria. Durante la Segunda Guerra logros fue la creación del primer antibióti-
Mundial, Yermóleva impidió la propaga- co ruso, el Krustozin, un análogo de la pe-
ción del cólera entre las huestes asentadas nicilina, lo que le valió el sobrenombre de
a las afueras de Stalingrado. Gracias a la “Señora Penicilina”.

Las “Top Secret Rosies”

L
uego del ataque a Pearl Harbor,
EUA reclutó a un grupo de mujeres
matemáticas conocidas como las Top
Secret Rosies. El papel de estas científicas
fue muy importante, ya que crearon una
computadora capaz de realizar cálculos
que sirvieron para mejorar las trayectorias
de los misiles, lo que acortó la guerra.
El equipo de programadoras del ENIAC
(Electronic Numerical Integrator and
Computer) estuvo conformado por seis
mujeres estudiantes de la Universidad
de Pensilvania: Betty Snyder, Ruth
Lichterman, Marlyn Wescoff, Frances
Spence, Kay McNulty Antonelli y Betty
Jean Jennings.
Al frente de este gran proyecto estaban
los ingenieros John Presper Eckert y John
William Mauchly. El ENIAC se considera la
primera computadora totalmente digital
y era capaz de calcular las trayectorias
FOTOS: ASC
realizaron cálculos de gran precisión sobre
trayectorias balísticas y sus modelos de
ecuaciones diferenciales, desarrollando
también nuevas bases para la programa-
ción que hicieran funcionar el ENIAC.
“Por su puesto que la historia no les
ha hecho justicia. Fueron los ingenieros
Eckert y Mauchly quienes se llevaron
todo el reconocimiento, ellas aparecieron
en algunas fotos al lado del ENIAC, pero
su papel permaneció oculto y se llegó a
decir incluso que eran modelos. No fue
sino hasta 2010 cuando salió a la luz su
verdadero papel en el proyecto. Hay que
tener en cuenta que el trabajo de estas
mujeres no sólo fue determinante para la
construcción de la primera computadora
electrónica, que supuso un aceleramiento
del final de la guerra, sino que también
sentó las bases para el posterior desarrollo
de la programación”, subraya la doctora
de la Escuela Politécnica Superior de la
Universidad Nebrija (Madrid) y exrectora
de dicha institución.
Nadie, ni siquiera sus parientes más
cercanos, sabía en qué estaban involu-
cradas. “A las Top Secret Rosies se les hizo
firmar un documento y ni siquiera su
familia sabía en qué trabajaban. Después
de la Segunda Guerra Mundial clausuraron
la sala y jamás se volvió a saber lo que
se había hecho allí, debido a muchos
factores, como el desconocimiento y la
falta de reconocimiento del trabajo de las
mujeres en todos los niveles, y en ciencia
más, unido a que era un proyecto secreto
y a que después de la Segunda Guerra
Mundial empezó la Guerra Fría. Y el resul-
tado siempre es el mismo: la invisibiliza-
ción de la mujer”, denuncia Eulalia Pérez
Sedeño, profesora de Investigación en
Ciencia, Tecnología y Género y catedrática

de los proyectiles. Las Top Secret Rosies Pilar Vélez, profesora de Matemáticas de Lógica y Filosofía de la Ciencia.

MH 63
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Quizá el papel de Joan Clarke
fue tan trascendente como
el de Alan Turing a la hora de
descifrar Enigma.
Rosalind Elsie Franklin,
máscaras de gas y ADN
Nació en Londres en 1920 y se graduó en
Ciencias Naturales por la Universidad de
Cambridge. En agosto de 1942 aceptó un
trabajo para estudiar el carbón en la British
Coal Utilisation Research Association. “El
carbón vegetal era un combustible de gran
protagonismo y trascendencia en la época
de la guerra porque se empleaba como fil-
tro en las máscaras de gas. Rosalind analiza
los distintos tipos de carbón, cuáles son más
Amazing Grace
A
mazing Grace es un himno cristiano muy popular en los países anglopar-
lantes. También es el “título” que recibió la doctora en Matemáticas Grace
Murray Hopper (1906-1992; en la foto). Estudió en la Universidad de Yale
y, tras estallar la Segunda Guerra Mundial, se unió a la Marina, que la destinó a
Harvard para trabajar en el desarrollo de la primera computadora electromecá-
nica, la Mark I. “A Hopper le debemos el lenguaje de programación de alto nivel
más utilizado del siglo XX, el COBOL”, recuerda la doctora Pilar Vélez, profesora de
Matemáticas en la Universidad Nebrija.
La primera programadora de la historia recibió más de 40 doctorados honoris
causa a lo largo de su carrera. Pusieron su nombre a un buque de guerra y fue
galardonada con el irónico título de “hombre del año” en 1969.
64 MH
impermeables que otros al gas y por qué mo-
tivo”, relata María José Casado en Las damas
del laboratorio. Con su investigación sobre
el carbón consigue doctorarse y contribu-
ye a fabricar una máscara de gas más eficaz.
Pasada la contienda, Franklin tenía 30 años
cuando generó una fotografía, conocida
como Foto 51, que fue clave para demostrar
por primera vez cómo debía ser la estructura
tridimensional del ADN.
Katharine Burr Blodgett
y el cristal antirreflejante
Nació en 1898 en Schenectady, Nueva York,
y fue la primera mujer en doctorarse en
Física en Cambridge. Ya en la Primera Guerra
Mundial se interesó por las aplicaciones mi-
litares de la física, centrando buena parte de
su trabajo en el estudio de las capacidades de
adsorción (un proceso mediante el cual un
gas es fijado en un sólido) del carbón en las
máscaras de gas; también inventó un método
para quitar el hielo de las alas de los aviones.
Sin embargo, su principal hallazgo fue la in-
vención del cristal no reflejante, vidrios que
no reflejaban la luz, por lo que eran más di-
fíciles de detectar. Se utilizaron para lentes,
microscopios, telescopios, periscopios y cá-
maras espía de aviones, con grandes aplica-
ciones durante la Segunda Guerra Mundial.
Joan Clarke,
descifrando Enigma
Nacida en West Norwood, Londres, en 1917,
Joan Clarke fue parte del equipo que descifró
Enigma, aunque su nombre no trascendió
tanto como el de Alan Turing. Ambos tra-
bajaron juntos para la Escuela de Códigos y
Cifrado del gobierno de Reino Unido situada
en el palacete de Bletchley Park, a 80 kiló-
metros de Londres. “El secretismo que ro-
deó todo lo relacionado con Bletchley Park,
no olvidemos que se trataba de un centro de
inteligencia en tiempos de guerra, hace di-
fícil determinar los logros de cada uno. El
trabajo realizado allí se mantuvo en secreto
hasta los años 70, cuando fue desclasifica-
do”, advierte la profesora Pilar Vélez.
En Bletchley llegó a haber más de 6,000
mujeres (las llamaban “chicas”), entre
FOTOS: GETTY IMAGES
ellas Ann Mitchell, Margaret Rock, Mavis
Lever y Ruth Briggs, que destacaron como
decodificadoras.
 Turing era el director del proyecto de Enig-
ma, la máquina de cifrado usada por los ale-
manes durante la contienda. “Joan Clarke, a
pesar de haber realizado estudios de Matemá-
ticas en Cambridge, ingresó como secretaria,
pero enseguida destacó por sus habilidades
matemáticas. Acabó ascendiendo a subdirec-
tora y convirtiéndose en una de las mayores
expertas en Enigma. Juntos descifraron Enig-
ma. Quizá el papel de Clarke fue tan trascen-
dente o más que el de Turing, pero nunca lo
sabremos”, agrega Vélez.

Joan Curran, paja de radar

Joan Strothers nació en Swansea (Gales)
en 1916 y estudió en el Newnham College
de la Universidad de Cambridge. Durante
su doctorado en Física en el laboratorio
Cavendish conoció a Samuel Curran, con
quien acabaría casándose.
Fueron destinados al Establecimiento de
Investigación de Telecomunicaciones en
1940, donde se buscaba un método para
ocultar aviones de la detección del radar
enemigo. El equipo estaba dirigido por el
físico Reginald Victor Jones, principal ase-
sor científico de Churchill durante la Se-
gunda Guerra Mundial, y quien más tarde
escribiría el libro Most Secret War (Penguin
World War II Collection).
La tecnología desarrollada por Curran con-
sistía en paquetes de tiras de aluminio que se
arrojaban desde los aviones. Esta “paja” de
Enigma. En la imagen,
un ejemplar de la
famosa máquina de
cifrado empleada por
los alemanes para
sus comunicaciones
bélicas, que un equipo
en el que estaba Joan
Clarke logró descifrar.
radar, como se le conoció, era capaz de crear
la impresión sónica de que había un objeto
grande. Incluso podía hacer pensar al ene-
migo que estaba ante un gran ataque aunque
en realidad sólo fuera un par de aviones.
La invención de Curran se puso a prueba
con éxito en la Operación Gomorra de los
aliados en Hamburgo, en 1943, y fue de-
finitiva en las vísperas del Día D. Los nazis
confundieron la paja de radar con cientos de
paracaidistas más al norte de Francia, lejos
de las playas de Normandía.

Radares engañados.
FOTOS: SHUTTERSTOCK; GETTY IMAGES

La tecnología
desarrollada por Joan
Curran creaba falsas
alarmas al enemigo.
A la izquierda, un
Messerschmitt 109
alemán sobrevuela las
torres de radar sobre la
costa inglesa.

MH 65
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

ENTRE EL PREJUICIO DE SUS SUPERIORES

Y LAS TORTURAS DEL ENEMIGO

LAS

ESPÍAS EN EL FRENTE
Su nombre nunca obtuvo la misma repercusión mediática
que el de sus homólogos masculinos, aunque sus acciones
fueron igual de decisivas para el éxito de operaciones
tan importantes como el desembarco aliado en
Normandía o la invasión nazi de la URSS. Hasta
Churchill tuvo que rectificar y reconocer
que el mejor agente secreto que había
tenido era una mujer.
Por Israel Viana

66 MH
 D
a igual que se mantu­
vieran fieles a un bando
o que renegaran de él,
que se jugaran la vida
por amor a la patria o que
lo hicieran por dinero.
Tampoco importaba que
fueran las más audaces o las más inseguras,
que lucharan por Hitler o por Churchill o que
fueran olvidadas después, a pesar de que sus
acciones resultaron decisivas para el éxito
de operaciones tan importantes como el de­
sembarco aliado en Normandía o la invasión
nazi de la URSS. Todas las mujeres que, de una
forma u otra, realizaron tareas de espionaje
durante la Segunda Guerra Mundial tenían en
común una de estas dos cosas: o que sus pro­
pios superiores desconfiaron de su capacidad
al principio o que el enemigo tardó mucho en
considerarlas una amenaza real.
Por eso, cuando Nancy Wake adelantó con
su bicicleta a aquel grupo de soldados nazis
en la Francia ocupada y los saludó tran­
quilamente con una sonrisa, a ninguno de
ellos le pasó por la cabeza que esa mujer era
la espía más buscada por la Gestapo y que
se ofrecían cinco millones de francos por
su cabeza. “¿Quiere usted registrarme?”,
llegó a preguntar inocentemente en uno de
los controles de la carretera, con el corazón
temblándole por dentro a causa del miedo.
“No, mademoiselle, puede usted continuar”,
fue toda la respuesta que le dio el confiado
oficial alemán entonces.
Este es apenas un ejemplo de la determi­
nación y capacidad de sufrimiento que de­
mostraron las espías que participaron en el
conflicto más devastador de la humanidad,
en todos los frentes y en ambos bandos. Ese
mismo día, de hecho, Wake tuvo que peda­
lear más de 200 kilómetros y disimular en
los controles el dolor que le producían las
dos heridas en carne viva que se había hecho
en la parte interior de los muslos, debajo del
vestido, por llegar cuanto antes a su destino.
No tenía otra opción. Era de vital importan­
cia que localizara al operador de radio que
debía informar a Londres, inmediatamen­
te, que los 10,000 maquis franceses a los que
ella proporcionaba armamento y seguridad
FOTO: SHUTTERSTOCK

habían quedado incomunicados, sin ali­

mentos y rodeados por los soldados del to­
dopoderoso Tercer Reich.

MH 67
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Llegó justo a tiempo y consiguió que la avia-
ción británica los abasteciera al día siguiente
de comida y armas para que no fueran masa-
crados y poder continuar la lucha. Por aquella
travesía, Wake se pasó dos semanas en cama
sin lograr moverse, recuperándose del es-
fuerzo y dejando que la piel de sus piernas se
regenerara para incorporarse rápidamente
al combate con los maquis. Cuentan que fue
capaz de matar a un guardia alemán con sus
propias manos, antes de que este pudiera so-
nar la alarma durante el asalto a una fábrica de
municiones germana. Y, también, que con-
siguió irrumpir en una reunión de miembro
de la Gestapo y lanzar una granada de mano
dentro antes de huir. Acciones todas ellas que
le ayudaron a vivir orgullosa hasta su muer-
te, en 2011, en una residencia de ancianos de
Londres, como una de las mujeres más con-
decoradas de la guerra.
Su nombre y el de otras heroínas del es-
pionaje, sin embargo, nunca obtuvieron la
misma repercusión mediática que el de sus
homólogos masculinos. Al día de hoy todavía
resulta complicado encontrar estudios serios
sobre el papel que jugaron ellas entre 1939 y
1945. Sólo hallamos algunas de las memorias
escritas por sus protagonistas, con poca dis-
tribución, y los relatos ficcionados en algu-
nas cintas de Hollywood o series de Netflix.
Algo que resulta contradictorio si tenemos en
cuenta que hasta el primer ministro británi-
co, Winston Churchill, tuvo que comerse sus
palabras y reconocer que el mejor agente se-
creto que había tenido era la condesa Krysty-
na Skarbek, una aristócrata polaca de origen
judío tan valiente, inteligente y efectiva, que
Misógino Churchill. el enemigo acabó por apodarla la “asesina si-
Aunque siempre reacio
a darles a las mujeres
lenciosa” con justa razón.
el valor que merecían,
no tuvo más remedio
que reconocer que el
La espía favorita de Hitler
mejor agente secreto Hitler tuvo también su espía favorita, Marina
que tuvo nunca a
su servicio fue una
Lee, una misteriosa bailarina nacida en San
fémina: la condesa Petersburgo de la que no ha
polaca Krystyna
Skarbek.
quedado ni un solo registro
fotográfico. En su expe-
diente era descrita como
una rubia hermosa
y delgada que
Nancy Wake. Esta espía británica, aunque nacida en Nueva
Zelanda (1912-2011), fue una de las más eficaces al final de la
Segunda Guerra Mundial y tuvo en jaque a la mismísima Gestapo.
dominaba varios idiomas y que era capaz de
infiltrarse en un campamento aliado para
robar los planos secretos de una operación
importante. Sin embargo, lo que llama la
atención de ella es cómo acabó una rusa al
servicio del mayor enemigo de su país. La res-
puesta, sin embargo, es fácil: en la Revolución
de 1917 sus padres fueron ejecutados por los
bolcheviques y ella juró venganza.
Huyó a Noruega para no sufrir el mismo des-
tino, donde se casó y llevó una vida estable
hasta que, en 1937, los alemanes le ofrecieron
trabajar para el Tercer Reich, aprovechan-
do sus contactos en las altas esferas, con el
objetivo de acabar con el régimen que había
asesinado a su familia. Lo hizo con tanta des-
treza que consiguió infiltrarse en los cuarteles
noruegos de la Fuerzas Expedicionarias Bri-
tánicas y obtener la información sobre el plan
de ataque que iban a perpetrar contra los ale-
manes, que habían invadido el país en 1940.
Gracias a ella, Hitler consiguió responder al
golpe y ganar la batalla justo cuando parecía
que iba a perderla. Eso le permitió estar allí
cinco años más y establecer una administra-
ción militar con un gobierno autóctono afín.
Los dos servicios de espionaje que hemos
mencionado hasta ahora, el británico y el
germano, fueron los más importantes de la
época. Es cierto que ningún territorio los ha-
bía desmantelado por completo tras la Pri-
mera Guerra Mundial, pero fueron ellos los
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
que más invirtieron en su mantenimiento y
desarrollo, por lo que estaban mejor prepa-
rados cuando Hitler ordenó la invasión de
Polonia en septiembre de 1939. Sobre todo,
 A la fecha, sigue sin
haber estudios serios
sobre el papel de las
espías en la Segunda
Guerra Mundial.
porque muchas de las agentes secretas que
habían entrado en acción entre los años 1914
y 1918 fueron reclutadas ahora, a pesar de no
haber trabajado en la clandestinidad al finali-
zar la contienda.
Es cierto que en la Gran Guerra se había
experimentado una enorme generalización
del empleo femenino en la inteligencia pro-
fesional, pero fue en 1939 cuando los dife-
rentes gobiernos no tuvieron más remedio
que hacer pública la necesidad de contratar
a más mujeres para proveer de personal a sus
oficinas secretas. Las mujeres acudieron en
masa, pero no para trabajar de secretarias en
un segundo plano, sino en el contraespiona-
je, la criptografía, las estaciones de ultramar,
las redes secretas, los servicios de mensaje-
ría y las oficinas de censura. Especialmente
importantes resultaron las criptógrafas y las
radiotelegrafistas como Aileen Clayton, asig-
nada a la detección de mensajes enemigos, o
Joan Clarke Murray, que laboró en la máquina
de codificación alemana Enigma.
La progresión de esta última fue impresio-
nante, y su aportación a la derrota final de las
potencias del Eje, imprescindible. Se con-
virtió en una de las pocas mujeres que traba-
jó en el equipo de Alan Turing para descifrar
el código del ejército nazi en sus comunica-
ciones. En cuanto se graduó en Matemáticas
en Cambridge, en junio de 1940, fue fichada
de inmediato por el Hut 8, una sección de la
Escuela de Código y Cifrado del gobierno del
Reino Unido. Al año ya había localizado las
embarcaciones alemanas que tenían equi-
pos de cifrado y códigos, un descubrimiento
crucial. Para hacernos de una idea, antes de
contar con esa información, entre marzo y
junio de 1941, los germanos lograron hundir
más de 282,000 toneladas de barcos británi-
cos al mes mediante ataques masivos con sus
FOTO: SHUTTERSTOCK
submarinos. Después se redujeron a 62,000
toneladas. Su jefe, el célebre Hugh Alexan-
der, la describió como “la mejor del equipo”.
Ravensbrück, Ojo avizor. Sobre
estas líneas, un
el infierno de las mujeres observador de
Gran parte de las mujeres que habían forma- aviones del ejército
británico busca en el
do parte de La Dame Blanche, la principal cielo de Londres con
organización de la resistencia belga, volvie- binoculares durante la
batalla de Inglaterra,
ron a reunirse en los años 40 en una nueva con la catedral de San
red llamada Clarence. Particular notoriedad Pablo al fondo (1941).
adquirieron también las componentes de la
Dirección de Operaciones Especiales (SOE,
por sus siglas en inglés), a la que pertenecía
la mencionada Nancy Wake y que estaba des-
tinada a organizar la lucha en los territorios
ocupados por los alemanes. El gobierno esta-
dounidense, por su parte, también contó con
mujeres en tareas de inteligencia, sobre todo
a través de la Oficina de Servicios Estratégicos
(OSS, por sus siglas en inglés).
El espionaje había cambiado mucho des-
de la Primera Guerra Mundial. En la década
de 1920 se habían centrado en la política, la
ideología y la economía, pero a partir del ac-
ceso de Hitler al poder en 1933, empezaron a
potenciarse los servicios de inteligencia mi-
litares. Nadie parecía sentirse seguro cuan-
do se comenzaron a conocer las atrocidades
del nacionalsocialismo. En ese momento, la
intervención femenina en la guerra aumen-
tó considerablemente. Tanto que los nazis
se vieron obligados a establecer un campo
de concentración sólo para mujeres, el de
Ravensbrück, a 90 kilómetros al norte de
Berlín. De las 130,000 presas que pasaron por
él entre 1939 y 1945 sólo 40,000 sobrevivie-
ron. Allí encontraron la muerte numerosas
espías como Violette Szabo, que dio una ex-
celente muestra de su coraje al enfrentarse a
las SS antes de ser detenida.
MH 69
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
La “asesina
silenciosa”. También
conocida como
Christine Granville,
la polaca Krystyna
Skarbek trabajó en
la guerra para la
SOE británica y se
volvió célebre por sus
atrevidas hazañas,
como el rescate de los
agentes Cammaerts y
Fielding.
Andrée Virot estuvo a punto de ser asesina-
da allí cuando fue arrestada el 10 de mayo de
1944. Llevaba cuatro años trabajando como
espía de la Resistencia francesa, en los que
consiguió salvar la vida a centenares de pri-
sioneros y recabar todo tipo de información
relevante acerca de las actividades de los ale-
manes en la costa de Brest, su pueblo natal.
Al final la pusieron al frente de una sección
de la Oficina de Información de Bretaña y
averiguó los movimientos de las tropas y los
barcos nazis, la cantidad de equipamien-
to militar que estaban transportando y la
localización exacta de las fortificaciones que
estaban construyendo para defenderse del
inminente desembarco aliado.
En uno de los intercambios de información
con las oficinas de Londres, Virot recibió una
carta personal de agradecimiento escrita de
puño y letra por Churchill: “¡Su última mi-
sión equivale a una victoria en el campo de
batalla!”, aseguraba el primer ministro, en
un gesto que la dejó profundamente conmo-
vida. Gracias a él supo, además, que el Día D
se produciría pronto y respiró aliviada, aun-
que tuviera que destruir la nota para no dejar
pruebas. Aquello no le serviría de nada, por-
que un compañero capturado por la Gestapo
reveló sus datos después de que lo obligaran
a ver cómo torturaban a varios miembros de
su familia. Andrée, por su parte, logró llegar a
París, pero allí fue detenida, golpeada brutal-
mente y trasladada a Ravensbrück.
Pese a haber perdido una pierna
en un accidente, Virginia Hall
jugó un papel esencial en el
desembarco de Normandía.
70 MH
Andrée Virot. Esta heroica agente de la Resistencia francesa
logró sobrevivir a Ravensbrück y llegar a los 104 años de edad
(en la imagen, con 99, recibiendo la Legión de Honor).
Unos meses después, un oficial nazi se de-
tuvo frente a ella en uno de los múltiples re-
cuentos que se producían en el campo de
concentración y gritó. “¡Anoten el nombre
de esta mujer! ¡A la cámara de gas!”. Un guar-
dia la golpeó con un látigo y, tras retorcerle
el brazo violentamente, anotó en un papel el
número que llevaba tatuado. “No volveré a
ver a mi familia ni viviré lo suficiente como
para ver Francia liberada de esta tiranía”,
pensó, hundida en la tristeza. De repente,
una de las amigas polacas que había hecho
en aquel infierno comenzó a arrastrarse por
el suelo entre las filas de las prisioneras has-
ta llegar a la mesa donde estaban depositados
los nombres. Localizó el de Andrée y se lo co-
mió antes de regresar a su fila sin que nadie
la viera. Pocos días después, los aliados libe-
raron el campo y ella pudo regresar a casa,
donde falleció a los 104 años con una nutrida
colección de condecoraciones de los gobier-
nos de Francia, Inglaterra y Estados Unidos.
Los 3,000 espías de “Alianza”
Son muchos los ejemplos de espías que lu-
charon contra los nazis, aunque sus nombres
cayeran en el olvido. Andrée de Jongh tenía
sólo 24 años cuando inició la red Comète,
encargada de evacuar a los pilotos aliados
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
derribados en Países Bajos, Bélgica o Francia.
Amy Elizabeth Thorpe consiguió los códi-
gos navales alemanes que permitirían tomar
por sorpresa a los nazis en el norte de África.
 De Virginia Hall, la Gestapo llegó a distribuir Dirección de Operaciones Especiales britá- Campo de mujeres.
Por el siniestro
carteles con su foto por toda Francia, donde nica y entrenada para llevar a cabo misiones Ravensbrück (foto
advertía: “Esta mujer que cojea es una de las bajo una identidad falsa. Salvó igualmente in- de 1945), campo de
concentración a 90
agentes aliadas más peligrosas. Debemos lo- contables vidas y ayudó a debilitar a las fuer- km de Berlín, pasaron
calizarla y eliminarla”. Y eso que había perdi- zas nazis, pero se le recuerda por desempeñar 130,000 reclusas de las
que sólo sobrevivieron
do la pierna tras un accidente fortuito con su un papel fundamental en el desembarco de 40,000.
arma en una cacería en Turquía, lo que no fue Normandía al organizar los saltos en paracaí-
impedimento para que fuera reclutada por la das que sorprendieron al mismísimo Hitler.

La artista y la espía

N
adie que observara a la elegante
y glamurosa Joséphine Baker
riendo, hablando y ligando con
los invitados en la fiesta de la embajada
italiana en París, en la primavera de
1940, habría sospechado jamás que
estaba allí en una importante misión de
espionaje de los aliados. Debía obtener
toda la información que pudiera de los
jerarcas fascistas sobre si Mussolini iba
a entrar en la guerra o no en apoyo de
Hitler. Cuando obtuvo lo que quería,
entró en el baño como si nada y escribió
lo que había escuchado en una nota que
se guardó bajo la ropa interior. ¿Quién
se atrevería a buscar ahí cuando volviera
a la fiesta para seguir interpretando su
papel de artista vivaracha? Nadie.
Hablamos de una de las cantantes más
famosas de Estados Unidos en los años
20, la primera actriz negra que prota-
gonizó un filme de Hollywood y la musa
de escritores como Ernest Hemingway
FOTOS: GETTY IMAGES
a arriesgar su vida como espía? Por una
razón: en su juventud había sido testigo
de los ataques racistas en su Saint Louis
natal, la ciudad en la que los afroame-
ricanos sufrieron el mismo desprecio y
violencia que Hitler estaba perpetrando
contra los judíos entonces.
Por eso, cuando se produjo la famosa
“Noche de los cristales rotos”, Baker
decidió unirse a una organización llamada
Liga Internacional contra el Racismo y el
Antisemitismo. Su trabajo en París fue
tan bueno que llamó la atención de la
Deuxième Bureau, una organización de la
inteligencia militar francesa que formaba
parte de las Fuerzas Libres del general De
Gaulle. Buscaba agentes que pudieran
permitirse trabajar sin cobrar y viajar, por
lo que ella era perfecta. Sin embargo, se
encontró con la objeción del jefe, Jacques
Abtey, que pensó que era una estupidez
confiarle a ella algo tan serio como el
espionaje por ser mujer y porque parecía
dado su corazón y ahora yo le daré el mío.
Capitán, estoy preparada para dar mi vida
por Francia. Puede usted hacer uso de mí
como quiera”, le propuso. Y tras varias
semanas de entrenamiento en el uso de
las armas, idiomas, autodefensa y prue-
bas de memoria, la enviaron a su primera
misión en la mencionada embajada.
Aquello no fue más que el principio de
una exitosa carrera como espía en la que
salvó la vida a numerosos miembros de
la Resistencia, convirtió sus mansiones en
almacenes de armas y estableció contacto
con diferentes grupos afines de España,
Portugal y el norte de África, mientras
giraba en compañía de Abtey como falso
representante. Por sus esfuerzos durante
el conflicto, Josèphine se convirtió en la
primera estadounidense en recibir la Cruz
de Guerra, la Orden Nacional de la Legión
de Honor y la Medalla de la Resistencia.
Además, tuvo el honor de dar un discurso
justo antes de que Martin Luther King

o de pintores como Pablo Picasso. Una cambiar de hombre como de vestuario. pronunciara el suyo en la histórica Marcha
celebridad… y, además, rica. ¿Por qué iba “Francia me ha hecho lo que soy. Me ha sobre Washington de 1963.

MH 71
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Dos heroínas.
La estadounidense
Virginia Hall siendo
condecorada por su
valor. En la imagen
siguiente, Marie-
Madeleine Fourcade
tomada en 1959, años
después de que se
pusiera al frente de la
red de espías “Alianza”.
No debemos olvidarnos tampoco de la
agente parisina Marie-Madeleine Fourcade, a
quien tomó por sorpresa la orden del coman-
dante Georges Loustaunau-Lacau: “Tú orga-
nizarás la clandestinidad”. Navarre, como lo
conocían sus colaboradores más cercanos,
estaba convencido de que ella podía hacer-
lo aunque sólo hubiera ejercido hasta ese
momento como su asistente en una revista
sobre espionaje. “Sólo soy una mujer”, pro-
testó ella. “Esa es otra buena razón. ¿Quién
sospecharía jamás de una mujer?”, contes-
tó, antes de que Fourcade insistiera: “Tengo
mucho miedo de no estar a la altura de lo que
espera de mí. Es un asunto aterrador. Apenas
tengo 30 años y me está pidiendo que dirija a
combatientes curtidos como usted. Preferiría
servir en el frente”. Sin decir nada, Navarre
comenzó a caminar por la habitación, se sen-
tó en su escritorio y escribió algo. “No confío
en nadie salvo en ti”, añadió el comandante
y le entregó una nota con su primera misión.
Tras un largo silencio, aceptó.
Tenía que dividir en secciones la Francia
de Vichy y enviar a cada una de ellas varios
agentes reclutados por ella para que vigila-
ran los movimientos de las tropas alemanas
en la zona. El general Charles de Gaulle estaba
convencido de que el mariscal Philippe Pétain
acabaría convirtiendo aquella vasta región
Hubo espías que, por voluntad
propia o al verse acosadas
por el enemigo, acabaron
cambiando de bando.
72 MH
en un Estado títere de Hitler, como así fue,
y quería estar preparado. Lo que no se espe-
raba Fourcade es que Navarre acabaría sien-
do arrestado y que ella tendría que ponerse
al frente de aquella red gigantesca de 3,000
espías bautizada como “Alianza”. Eso no im-
pidió que consiguiera mantenerla en funcio-
namiento hasta el final de la guerra, burlando
a la Gestapo cada vez que intentaba captu-
rarla. Una vez, incluso, sí la arrestó, pero fue
capaz de escaparse de su celda escurriéndose
entre los barrotes, desnuda, con el vestido
sujeto entre los dientes, y avisar a uno de sus
confidentes que planeaban detenerlo.
Casos para todos los gustos
Era tan rápida, inteligente e intuitiva que,
gracias a su labor, consiguió informar a sus
superiores sobre los movimientos de las tro-
pas alemanas en Francia, la localización de
sus arsenales y la naturaleza de las nuevas
“armas de la venganza” de Hitler en refe-
rencia a las V-1 y los V-2. Lo más importante
fue que facilitó un mapa detallado con la lo-
calización de las defensas nazis en la costa de
Normandía donde los aliados pensaban des-
embarcar el Día D.Hubo también espías que,
por voluntad propia o viéndose obligadas por
el enemigo, acabaron cambiando de bando.
Mathilde Carré, una de las principales figu-
ras de la Resistencia francesa, terminó dela-
tando a todos sus camaradas supuestamente
presionada por los alemanes; mientras Ruth
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
Fischer, cofundadora del Partido Comunista
de Austria, en 1918 hizo lo mismo y acabó
protagonizando una furiosa campaña contra
la URSS. Muy mal vistas por sus compatriotas
 Una agente doble en Gibraltar
O
tro caso peculiar de agente doble
durante la Segunda Guerra Mundial
es el de Larissa Swirski (en la imagen).
Hablamos de la espía rusa que comenzó tra-
bajando para Alemania como consecuencia
del trauma que le generó haber sido testigo
del asesinato de su familia en la Revolución
de 1917 –su delito, estar emparentada con
el zar Nicolás II– y que acabó renegando de
los nazis cuando se enteró, por su hermana,
del genocidio judío que estos llevaban a
cabo en los campos de concentración. Y fue
sorprendente, hasta el punto de que Ian
Fleming, el famoso creador de la saga del
Agente 007, se inspiró en ella para crear a
las primeras chicas Bond.
Su aventura comenzó al huir de su país
antes de ser capturada por los comunistas
y emprender un largo periplo por Europa
hasta establecerse en Andalucía. Allí se casó
con un militar sevillano, íntimo amigo de
los Franco, y junto a él estaba cuando los
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC
nazis le propusieron trabajar para ellos como
agente. Vivía entonces en Ceuta y recibió
su entrenamiento en Tánger para instalarse
después con su familia en el Campo de
Stephanie von Hohenlohe. Princesa austriaca por
matrimonio, plebeya de nacimiento y, al parecer, judía,
nada de eso fue impedimento para convertirse en agente
secreta al servicio de los nazis.
Gibraltar, muy cerca de donde la Armada
británica mantenía una base crucial para el
control del Estrecho.
Su primera misión fue informar sobre la
ubicación de los barcos aliados atracados en
el puerto del Peñón para que los hom-
bres rana italianos y alemanes pudieran
colocar bombas lapa en sus quillas. Larissa
caminaba tranquilamente con su hija para
que pareciera que estaba sólo de paseo y
no dudaba en llevársela con la lancha para
dibujar detalles de los portaaviones enemi-
gos atracados en el muelle, aunque sabía a
la perfección que se jugaba la vida. Ya tenía de las agentes dobles más destacadas de la
conocimiento de que los británicos estaban toda zona, aunque los alemanes pronto sos-
ahorcando a los espías que descubrían en pecharon de ella e intentaron tenderle una
Gibraltar y hasta había escuchado hablar del trampa: le encomendaron una misión en
verdugo que se desplazaba desde Londres Argentina con la idea de arrojarla al fondo
sólo para ejecutarlos. Incluso así, no se del mar a mitad de su travesía. Por fortuna,
detuvo.Tras la revelación de su hermana no los aliados la previnieron antes y ella se
le resultó difícil cambiar de bando, porque disculpó ante los nazis asegurando que tenía
Gibraltar estaba lleno de espías de uno y que dirigirse a Sevilla, con su marido, y no
otro lado, ya que se hallaba en juego la los acompañó. En la capital andaluza aban-
Operación Félix que el Führer había estu- donó finalmente sus labores de espionaje
diado con el Caudillo para apoderarse del y vivió en tranquilidad absoluta hasta su
Peñón. Larissa se convirtió entonces en una muerte, ocurrida en 1977.
fueron también la estadounidense Velvalee
Dickinson, que traicionó a su país por dine-
ro, y la belga Sybille Delcourt, que se puso del
lado de quienes habían invadido su nación.
Mucho más impactantes para la opinión pú-
blica fueron los casos de Claire Phillips, quien
tras la caída de Manila a manos de los japone-
ses, adoptó la identidad de una mujer muerta
y estableció un club nocturno en el que con-
siguió informaciones valiosas de los soldados
nipones. El de Olga Chéjova, la actriz prefe-
rida de los alemanes, quienes nunca sospe-
charon que su musa era en realidad agente de
Stalin, y, por último, el de la princesa Stepha-
nie von Hohenlohe, la espía que se mantuvo
fiel a Hitler a pesar de su origen judío, o el de
Wallis Simpson, la duquesa de Windsor, es-
posa del rey Eduardo VIII y amante del líder
nazi Joachim von Ribbentrop. Una combina-
ción explosiva que le ayudó a facilitar infor-
mación valiosa al Tercer Reich obtenida de la
familia real, durante la invasión de Francia
por parte de Hitler. “No siento lástima por los
franceses, la verdad”, declaró.
MH 73
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

LA VOZ DE LAS PRESAS DE LOS CAMPOS NAZIS

EL
HOLOCAUSTO
CON PERSPECTIVA
DE GÉNERO
Desde siempre, las mujeres han estado
silenciadas, y el Holocausto no es una
excepción. Las que estuvieron en los campos de
concentración fueron doblemente victimizadas y
doblemente olvidadas. Conocemos sus historias
gracias a algunas sobrevivientes. Por Laura Manzanera

74 MH
“
D
ante ha descrito el in-
fierno, pero no ha co-
nocido Ravensbrück,
M aut h au s en, Au s-
chwitz ni Buchenwald.
¡Dante no podía ni
imaginar el infierno!
Yo tengo una película en la cabeza en blan-
co y negro, tal como era todo, porque allí no
había colores”. La frase es de una española
que sobrevivió al campo de concentración
de Ravensbrück: Neus Català. Otras mu-
chas mujeres han dado voz a sus historias y
es necesario escuchar sus testimonios para
abordar lo que ocurrió en los campos de la
muerte desde una perspectiva de género.
Españolas en la niebla
Entre los miles de mujeres en campos de
concentración alemanes, un grupo de es-
pañolas acabaron en Auschwitz, Bergen-
Belsen o Ravensbrück. Sus traslados no
fueron casuales: las castigaban por defender
la democracia, la justicia social y la igualdad.
Algunas de las que no se doblegaron ante las
torturas y el totalitarismo se dedicaron en
cuerpo y alma a que el Holocausto permane-
ciese en la memoria colectiva.
En Noche y niebla en los campos: historias he-
roicas de españolas que sobrevivieron al horror,
Mónica G. Álvarez recoge las experiencias
FOTO: SHUTTERSTOCK
de un puñado de ellas. Diez de sus prota-
gonistas inician su peregrinar en Ravens-
brück y la undécima en Auschwitz. Pese a
su aparente inocencia poética, las palabras
iniciales del título de este libro ocultan un
trasfondo real de lo más macabro. Hacen
referencia a Nacht und Nebel o “NN” (noche
y niebla), un decreto hitleriano para depor-
tar sin despertar el recelo de los prisioneros:
la noche sugería la oscuridad y la muerte,
mientras que la niebla representaba el humo
que emanaba de las chimeneas de los hornos
crematorios. De esa manera catalogaban los
nazis a los presos desahuciados: NN.
Casi todas estas mujeres fueron capturadas
por sus ideales. Eran comunistas que habían
luchado en la Guerra Civil española y se ha-
bían refugiado en Francia, donde colaboraron
con la Resistencia. Algún aviso ponía a los ale-
manes en alerta y caían en manos de la Ges-
tapo. Una de esas valientes fue Olvido Fanjul,
de las pocas españolas deportadas desde la
Unión Soviética y no desde el otro lado de los
Pirineos. De hecho, figuraba como rusa. Su
exilio arrancó el 24 de septiembre de 1937 al
subir a un barco galo en el puerto de El Musel
de su Gijón natal junto a unos 1,000 niños y un
grupo de cuidadoras. El destino: Leningrado,
hoy San Petersburgo. El objetivo: salvar a los
bautizados como “niños de Rusia”, una prio-
ridad para el gobierno republicano.
Los campos de la muerte.
El Complejo Auschwitz, en Polonia,
estuvo formado por diversos
campos de concentración y
exterminio de la Alemania nazi. En
la imagen, la entrada a Auschwitz
II-Birkenau, uno de ellos.
MH 75
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
“Esas mujeres eran calaveras
que nos miraban. Sólo veías
luz, ojos y calaveras”.
Se le encomendó regentear una de las lla-
madas Casas de los Niños, residencias in-
fantiles repartidas por todo el país, y le tocó
la de Pushkin, a unos 25 kilómetros al sur de
la ciudad de los zares, donde se casó con un
soldado del Ejército Rojo. Creyó que los na-
zis no llegarían hasta allí, pero lo hicieron.
Estaba embarazada cuando arrancó la Ope-
ración Barbarroja, el plan de invasión de la
URSS. Su esposo desapareció y fue dado por
muerto. Pese a estar sola y ser consciente del
peligro, decidió quedarse y se volcó en asis-
tir a los pequeños. Fue detenida y enviada a
una cárcel en Tallin, capital de la actual Es-
tonia, donde realizó trabajos forzados y dio a
luz a un niño que le arrebataron. Se llamaba
Dmitri, como su padre.
Para marzo de 1943 estaba en Ravensbrück.
Como todas las demás, se convirtió en una
cifra grabada para siempre en su piel: la pri-
sionera 18,217, que no encontraba la mínima
razón para vivir. Sólo el apoyo de sus compa-
Adiós, Bergen-
Belsen. Prisioneras
ñeras la salvó. Una vez recuperada, la obliga-
abandonando este ron a realizar trabajos de peonaje, “los más
campo de mujeres, en
el norte de Alemania,
duros que puedan existir para una mujer”, re-
tras su liberación. El conocería, para más tarde dedicarse a traba-
que fuera inicialmente
campo de prisioneros
jos de guerra para la empresa Siemens, donde
de guerra de la no les permitían protegerse los ojos mientras
Wehrmacht se convirtió
en 1943 en un campo
soldaban. Olvido nunca recuperaría la vis-
de concentración de ta perdida, como tampoco el oído tras reci-
las SS. Fue el primero
en ser liberado por las
bir una paliza de una las temidas guardianas
fuerzas aliadas. de las SS. Las condiciones de las mujeres de
76 MH
Siemens empezaron siendo bastante mejores
que las del resto de presas, pero empeoraron
mucho a causa de la presión productiva y los
actos de sabotaje eran habituales. Deteriora-
ban la producción y robaban cuanto podían,
boicots con los que se arriesgaban a recibir
castigos terribles, incluso la muerte.
Siemens no era la única empresa insta-
lada en el interior del recinto con el fin de
rentabilizar al máximo la mano de obra
femenina. Desde sus inicios, Ravensbrück
resultó un negocio lucrativo: las prisio-
neras fueron explotadas en talleres de
sastrería y confección. Se llamó Texled al
gran complejo económico que atendía los
encargos para las SS donde 4,500 mujeres,
sobre todo polacas, checas y rusas, llega-
ron a conformar la plantilla.
Tras la guerra, Olvido Fanjul se instaló en
Francia. Volvería a España muchos años des-
pués. Como ella, también Mercedes Núñez
dejó Ravensbrück con vida y se comprome-
tió a mantener el recuerdo de lo vivido. En
Destinada al crematorio explica cómo se salvó
de milagro y en la década de 1980 confeccio-
nó una lista con todos los gallegos que ha-
bían pasado sus últimos días en algún campo
de exterminio, recopilando más de 200
nombres. Además, fue delegada en Galicia
de Amical de Mauthausen, el colectivo que
reúne a la mayor parte de los más de 9,000
supervivientes y familiares de supervivien-
tes del nazismo en España.
Vivir para contarlo
También dedicó su vida a preservar el tes-
timonio de los deportados Neus Català.
Cuando la Guerra Civil la sorprendió en su
pueblo, Els Guiamets, no dudó en apuntar-
se a defender la República como enfermera.
Su gran hazaña fue conseguir cruzar la fron-
tera con 180 niños y niñas sólo hora y media
antes de que llegaran los franquistas. Por su
colaboración con la Resistencia fue tortura-
da en Limoges y deportada a Ravensbrück,
donde demostró su entereza y también su
buen humor. Los zapatos grandes que le die-
ron le recordaron el personaje del vagabundo
de Chaplin y empezó a imitarlo arrancando
unas cuantas carcajadas a sus compañeras.
FOTO: GETTY IMAGES
Todo un logro en un sitio donde la alegría
brillaba por su ausencia. “Esas mujeres eran
calaveras que nos miraban. Sólo veías luz,
 ojos y calaveras. Y esas mujeres nos miraban
y decíamos: ‘¿Pero qué es esto? Hay muertas
que nos están mirando’”, reflexionó. Creyó
que también ella fallecería, pero decidió so-
portar el horror para contarlo. Falleció con
103 años. Montserrat Roig, que protagonizó
su particular cruzada –en 1977 publicó Los
catalanes en los campos nazis–, apodó a Neus
“la madre de los deportados”.
Con el tiempo, Català entrevistó a algunas
sobrevivientes y escribió sus recuerdos en
De la resistencia a la deportación. 50 testimo-
nios de mujeres españolas. En el 60 aniver-
sario de la liberación volvió a Auschwitz y,
como buena feminista, puso de relieve el
papel de las mujeres deportadas, hasta en-
tonces silenciadas. Para ella, sobrevivir era
un deber: el de conservar la memoria. “No
fue el espíritu de aventura lo que me lleva-
ría a más de 2,500 kilómetros de mi bella y
antigua tierra del Priorat. Ravensbrück era
la cima del áspero monte que el estallido del
Violeta Friedman, la activista antinazi
N
acida en 1930 en una familia judía
de Transilvania, entonces territorio
húngaro y hoy rumano, Violeta fue
a parar a Auschwitz. Por orden de Josef
Mengele, “el Ángel de la Muerte”, toda
su familia pereció en las cámaras de gas,
excepto su hermana mayor y ella. Tras la
liberación estuvo en Canadá y vivió en
Caracas, hasta que en 1965 se instaló en
Madrid. Fue en España donde se convirtió
en una activista antinazi. Su lucha alcanzó
su cima en 1985, cuando la revista
Tiempo publicó una entrevista con Léon
Degrelle, exjefe de las SS belga afincado
FOTOS: SHUTTERSTOCK; EFE
en España, en la que ponía en entredicho
la existencia de cámaras de gas. “Si en la
actualidad hay tantos judíos, resulta difícil
18 de julio de 1936 me hizo escalar. ¿De qué Neus Català. Junto a
una fotografía de 2012
podía quejarme? ¿De haber sido consecuen- de la superviviente
te conmigo misma? ¿De haber abrazado la de Ravensbrück,
una imagen de las
causa de los oprimidos? ¿De defender la Re- montañas y los
pública española? No, no me quejaba ni me viñedos de la comarca
catalana de El Priorato
arrepentiré jamás”, sentenció. (Tarragona), de donde
Aunque en ocasiones se ha considerado a era originaria.
Català como la última sobreviviente de Ra-
vensbrück, lo fue también Conxita Grangé.
Luego de tres meses en los llamados “tre-
nes fantasma” que circulaban por Francia,
en septiembre de 1944 ella, su tía y su prima
atravesaban la puerta del campo en que vio la
atrocidad: perros espoleados matando a ni-
ños a mordiscos. Mientras la guerra daba sus
últimos coletazos y Ravensbrück era des-
truido por los aliados, aprovechando el caos,
Conxita y otras prisioneras escaparon. Atra-
vesó Alemania, Países Bajos, Bélgica y Francia
hasta Toulouse, donde se estableció y murió
en 2019. Tenía 94 años y ostentaba distincio-
nes como la Legión de Honor de Francia.
creer que hayan salido tan vivos de los
hornos crematorios”, osó declarar. Violeta
lo demandó con la ayuda de la B’nai
B’rith, asociación internacional contra la
discriminación. A él, al periodista Juan
Girón, autor del reportaje, y a Julián Lago,
director del semanario. Fueron absueltos,
pero ella no se cansó de solicitar que
se reconociera su derecho al honor. Su
persistencia dio fruto en 1991: el Tribunal
Constitucional falló a su favor con base Violeta Friedman
en agosto de 1993.
en los artículos 16 y 20 de la Constitución
Española, según los cuales ni la libertad España había sido “un paraíso” para los
ideológica ni la libertad de expresión com- criminales nazis. Degrelle, sin ir más lejos,
prenden el derecho a realizar manifesta- fue nacionalizado español por adopción
ciones racistas o xenófobas. Pese a todo, gracias a la mediación del entonces presi-
en más de una ocasión Violeta declaró que dente del gobierno, Carlos Arias Navarro.
MH 77
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Ravensbrück,“el puente de los
cuervos”, combinaba dos ideales
nazis: explotación y exterminio.
Esclavas en el infierno
En el mayor campo de concentración nazi
para mujeres estuvieron encarceladas alre-
dedor de 130,000. Cerca de 92,000 encon-
traron allí su tumba. Procedían de 40 países
distintos, la mayoría de Polonia, y había unas
400 de España. Eran de geografías y culturas
muy distintas, pero las unía un enemigo co-
mún: el nazismo.
Ravensbrück –en alemán, “el puente de
los cuervos”– combinaba a la perfección dos
ideales del nazismo: explotación y extermi-
nio. Estaba en una zona pantanosa, donde
era fácil asesinar sin dejar huella, y a sólo 90
kilómetros de Berlín para transportar en tren
con facilidad a las esclavas.
La fe en sus ideologías y valores ayudó a
aquellas mujeres a mantener una actitud
beligerante y a sobrellevar aquel calvario de
constantes insultos, palizas y vejaciones. Las
esterilizaban para evitar que quedaran em-
barazadas si eran violadas, algo habitual, y
hacían de conejillos de Indias en aberrantes
experimentos médicos (una murió tras in-
troducirle semen de chimpancé con la ab-
surda idea de que quedara embarazada).
Cuando los alemanes ya tenían perdida la
guerra, el Ejército Rojo cerró algunos cam-
pos, entre ellos Auschwitz, pero Ravens-
brück seguía abierto y más sobrepoblado
que nunca. En abril de 1945 quedaban unas
20,000 presas; 15,000 de ellas, las que aún
Deportadas por ser
de la resistencia.
En la imagen de la
izquierda, Conxita
Grangé, la última
superviviente catalana
de los campos nazis,
en una fotografía de
1932; en las de la
derecha, Madeleine
Passot, alias Lucienne
Langlois (arriba),
y Charlotte Delbo
(abajo), deportadas a
Auschwitz.
78 MH
tenían un hilo de fuerza, fueron obligadas a
caminar durante las evacuaciones, conoci-
das como “marchas de la muerte”. Muchas
fallecieron por el disparo de un guardia al no
poder dar un paso más o al intentar escapar.
El 30 de abril, el Ejército Rojo liberó el campo.
Sobrevivir a Auschwitz
Aunque suela pasarse por alto, el primer
transporte oficial de judíos al campo de con-
centración nazi más infame no lo formaban
combatientes de la Resistencia ni prisio-
neros de guerra o un solo hombre. Estaba
compuesto por 999 adolescentes judías de-
portadas desde Eslovaquia, la mayor parte
solteras de entre 16 y 35 años a las que en-
gañaron. Se puede decir que iban como vo-
luntarias, pues les habían hecho creer que
trabajarían para su país. Por eso se mostra-
ban emocionadas y lucían sus mejores ves-
tidos. Sus progenitores no podían sospechar
que su gobierno había vendido a sus hijas
como esclavas a los nazis.
La inocencia se esfumó en el minuto uno.
Las desnudaron y raparon. Tuvieron que
acostumbrarse a los larguísimos “chequeos
médicos”, a caminar descalzas sobre el lodo,
a ser desinfectadas con un producto que
arrancaba la piel, a pelearse por una migaja
de pan, a hacer interminables colas en le-
trinas vomitivas... y a trabajar hasta la ex-
tenuación o hasta la muerte. Su misión era
construir Auschwitz II-Birkenau. No im-
portaba que estuvieran escuálidas y pesaran
menos de 50 kilos: debían cavar carreteras
y derrumbar muros con sus manos. Cuando
hacían caer las piedras, la primera línea de
FOTOS: ASC
 Ginette Kolinka,
superviviente de
Auschwitz, en 2019.
chicas quedaba sepultada y la que tratara de
ayudarlas era atacada por los perros. No ex-
traña que alguna se acercase a la zona elec-
trificada para acabar con todo.
Pocas en Auschwitz salvaron la vida. La
escritora Heather Dune siguió la pista de las
supervivientes y contó sus historias en Las
999 mujeres de Auschwitz. Esas mujeres, que
pensaban estar fuera de casa unos meses, no
volvieron hasta pasados tres años y medio.
Y junto a unos recuerdos escalofriantes se
llevaron la sombra de la duda. ¿Qué habrían
hecho para no morir como el resto?
Otra de las que logró seguir viva fue Char-
lotte Delbo. Llegó a Auschwitz junto a otras
230 prisioneras, entre las que hubo 49 sobre-
vivientes. “Las que están tumbadas ahí, en
la nieve, son nuestras compañeras de ayer
(...). Ayer tenían hambre. Tenían piojos, se
rascaban. Ayer engullían la sopa pésima. Te-
nían diarrea y les pegaban. Ayer sufrían. Ayer
deseaban morir. Ahora están ahí, cadáveres
desnudos sobre la nieve”, anotó mientras
se recuperaba en un sanatorio suizo tras la
liberación. Delbo quiso dar voz a las presas
aportando una visión desde el punto de vista
femenino. Habla de higiene, de relaciones
físicas entre las internas, de la humillación
que suponía desnudarse ante hombres para
ser sometidas a reconocimientos... Y aporta
sus propias emociones: “Yo no pensaba en
nada. No miraba nada. No sentía nada. Era
un esqueleto de frío con el frío soplando a
través de todos esos abismos que forman las
costillas de un esqueleto”.
También Ginette Kolinka sintió la necesi-
dad de informar al mundo sobre lo vivido en
Auschwitz y relató sus vivencias en Regre-
so a Birkenau. Al llegar allí, las veteranas le
FOTOS: ASC; EFE
aseguraron que aquel humo que veía era el
de los cuerpos quemados de sus familiares.
Ceija Stojka, la pintora del Holocausto
E
l 90% de la población romaní fue asesinada en Austria en las décadas de
1930 y 1940. Según los cálculos, entre 220,000 y 500,000 personas. Ceija
Stojka, deportada con sólo 10 años, fue de las que se salvaron, pese a
haber sufrido el horror de tres campos de concentración: Auschwitz-Birkenau,
Ravensbrück y Bergen-Belsen. “Todo estaba prohibido, menos morir. Sólo había
alambres de púas y muertos. Montañas de cadáveres que se podían escalar”,
declaró. En Bergen-Belsen se acostumbró a convivir con los muertos, que
eran al mismo tiempo sus compañeros de juego y sus protectores. Su madre la
arropaba entre ellos para protegerla del frío y usaban sus ropas. Se alimentaba
de tierra y de hierbas que crecían bajo el barracón.
Cuando fue liberada, superar aquella pesadilla se le antojaba una tarea
imposible; la inscripción de su brazo izquierdo se la recordaba constantemen-
te: z-6399 (la “z” significaba zigeuner, “gitano” en alemán). Trabajó como
vendedora de alfombras y se tiñó de rubio para parecer más austriaca. Necesitó
un largo tiempo para reunir fuerzas y contar su historia. Lo hizo, con palabras
y con imágenes, después de que su hijo menor muriera por una sobredosis. Era
casi analfabeta pero escribió tres libros. Y 40 años después de haber vivido en
el infierno, sin que nadie le enseñara, tomó los pinceles y plasmó sus vivencias
en forma de cuadros que exhiben calaveras, suásticas, trenes, alambradas,
cuervos... Ya nunca dejó de hacerlo.
Aun sabiéndolo cierto, no quiso creerles. La artista y
sobreviviente del
Su padre y su hermano fueron gaseados. En Holocausto Ceija
el libro recuerda que le tatuaron el número Stojka muestra una
de sus pinturas en el
78,599, la obligaron a desnudarse y le afei- museo conmemorativo
taron cabello y vello púbico. También las del campo de
concentración de
palizas que ya ni dolían y las interminables Bergen-Belsen
horas a la intemperie. Pesaba 26 kilos cuan- (Alemania), en marzo
de 2003.
do dejó Auschwitz. En el año 2000 volvió al
campo con un grupo de estudiantes de pre-
paratoria, pero le entristeció que se intere-
saran más por Hitler que por el hambre que
habían pasado los prisioneros.
Como dijo Neus Català, “la memoria no
es venganza, es justicia”. Y gracias a estas
y otras mujeres podemos empezar a contar
la tragedia e ignominia que supuso el Holo-
causto para las mujeres.
MH 79
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

LA VIOLACIÓN COMO ARMA DE GUERRA

DEL EJÉRCITO JAPONÉS

COMFORT
WOMEN
Entre 1932 y 1945, Japón forzó a mujeres de Corea, China y otras
zonas ocupadas por su Ejército Imperial a ser esclavas sexuales
de sus tropas. Llevadas a las nombradas “estaciones de confort”,
burdeles que atendían a los soldados japoneses, decenas de miles
de “mujeres de solaz” fueron sometidas a la prostitución, algunas
siendo apenas adolescentes. Por Marta Del Moral Vargas

80 MH
 Esclavas sexuales. En la imagen,
cuatro comfort women coreanas tras
ser liberadas por las fuerzas aliadas
de China y EUA en las afueras de
FOTO: ASC

Songshan, provincia de Yunnan,

China, el 7 de septiembre de 1944.

MH 81
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
“
M
i último viaje a Ja-
pón tuvo como
objetivo la recon-
ciliación. Me reu-
ní con un anciano
japonés que ha-
bía sido soldado.
Le pregunté si había violado a alguna de las
llamadas comfort women y respondió ‘por
supuesto’. En aquella época, él considera-
ba que aquello estaba bien porque le habían
explicado que era su derecho hacerlo y se
lo facilitaron. Proporcionarles esas mujeres
para que las pudieran violar era lo mismo
que recibir un paquete de cigarrillos. Aquel
hombre dijo que hoy en día se daba cuenta
del daño que había hecho”.
Este fragmento retoma parte del sobreco-
gedor testimonio de Jan Ruff O’Herne, una
de las al menos 200,000 mujeres víctimas
del sistema de esclavitud sexual que, según
la catedrática de Derecho de la Universidad
de Seúl Hyunah Yang, fue orquestado por el
Ejército Imperial japonés entre la Segun-
da Guerra Chino-japonesa y el final de la
82 MH
¿Oasis de placer? Comfort
women coreanas rescatadas
por los aliados en Birmania. Los
militares japoneses usaron el
término comfort para que las
“estaciones de confort” parecieran
oasis en medio de la guerra y
ocultar así el hecho de que se
trataba de sórdidos burdeles.
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Hoy
en día, el Estado nipón continúa negándose
a reconocer esta grave violación de los dere-
chos humanos, a pedir perdón a las víctimas
y a ofrecerles reparación material y moral. Es
un nuevo ejemplo de cómo las propias víc-
timas de hechos tan graves se elevan moral-
mente sobre las instituciones y las personas
que las encabezan, carentes de la disposición
emocional y la responsabilidad política ne-
cesarias para asumir los errores propios e his-
tóricos y tratar así de evitarlos en el futuro.
La expresión comfort women que designó a
las mujeres que padecieron estas graves vio-
laciones de derechos humanos constituye no
sólo un eufemismo, sino un vocablo cargado
de un insoportable cinismo, como ha señala-
do el historiador David Wingeate Pike. Según
el Diccionario Cambridge, “confort” se refiere
en sus distintas acepciones a “un agradable
sentimiento de relajación y ausencia de do-
lor”, a “hacer que alguien se sienta mejor si
está triste” y a “una situación en la que tienes
todo lo que necesitas en la vida”. Al poner en
FOTO: ASC
marcha el aparato de centros de esclavitud
 Capturadas a la fuerza,
al menos un 80% de las
comfort women eran
niñas y adolescentes
menores de 17 años.
sexual para los combatientes, los altos man-
dos del Ejército Imperial japonés debieron
considerar que la manera de conseguir que
sus subordinados se relajaran y levantaran
su moral para el combate pasaba por infligir
dolor, sufrimiento, vejaciones e incluso la
muerte a mujeres, en su mayoría menores Como han señalado las investigaciones Luchando contra
el olvido. Yong-soo
de 17 años, capturadas a la fuerza y retenidas de Sin-cheol Lee y Hye-in Han, la mayoría Lee, “exmujer de
contra su voluntad en estos centros para el de las víctimas procedía de Corea, parte del consuelo”, posa junto
a una fotografía de
“confort” masculino. Imperio colonial nipón entre 1910 y 1945, 1944 de otras comfort
pero también incluyeron mujeres de otros women. En 2007,
Yong-soo Lee ofreció
Centros de esclavitud sexual territorios como Filipinas, Taiwán o las In- su testimonio sobre
La violación sistemática y planificada de dias Orientales Neerlandesas (Indonesia). la violación de sus
derechos y libertades
los derechos humanos orquestada desde las Estiman, además, que al menos un 80% de civiles por parte del
maquinarias estatales es uno de los rasgos ellas eran niñas y adolescentes menores de gobierno japonés
ante el Comité de
que caracterizaron a las potencias belige- 17 años. Los sistemas de captación de estas Relaciones Exteriores
rantes en la Segunda Guerra Mundial. La mujeres fueron diversos e incluyeron el se- de la Cámara de
Representantes de
deshumanización y el exterminio siste- cuestro y venta por parte de proxenetas, Estados Unidos.
mático de las víctimas de los campos nazis las ofertas de empleo falsas y, finalmente,
y la violación planificada de, al menos, dos la entrada en vigor de la National Total Mo-
millones de mujeres alemanas por parte del bilization Act, un decreto que facultaba al
Ejército Rojo son dos de las más conocidas, ejército nipón a apresarlas a la fuerza para
pero lamentablemente no fueron las úni- trabajar como esclavas sexuales. Una vez en
cas. Los hallazgos documentales del his- los centros, sus condiciones de vida fueron
toriador japonés de la Universidad de Chuo inhumanas: encerradas en celdas diminutas,
(Tokio) Yoshimi Yoshiaki demostraron que eran sometidas a vejaciones y violaciones
el Estado japonés, a través de su Ejército por parte de unos 20 a 30 hombres cada día,
Imperial, fue responsable de idear, edificar en promedio, como reveló el testimonio de la
y diseñar una normativa de funcionamien- superviviente coreana Lee Yong Yeo.
to y seleccionar al personal necesario para
Liberadas del peor
gestionar las llamadas comfort stations (“es- infierno. Mujeres
taciones de consuelo”). Con antecedentes chinas y malayas,
secuestradas para
que, según la documentación de archivo trabajar como
localizada por el citado especialista, se re- “mujeres de consuelo”,
fotografiadas tras ser
montan a 1932, el sistema se habría puesto liberadas en las islas
en funcionamiento desde el comienzo de la Andamán (India) por
los aliados.
Segunda Guerra chino-japonesa en 1937 y
habría perdurado hasta la derrota de Japón
en la Segunda Guerra Mundial (1945). Antes
de que Yoshiaki publicara sus hallazgos,
FOTOS: GETTY IMAGES; ASC

sólo un periodista de investigación, Senda

Kakou, se había interesado por el tema y pu-
blicado una obra en 1973, que luego serviría
de base a futuras investigaciones.

MH 83
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Según las fuentes citadas, tras la derrota ja-
ponesa, el ejército se propuso eliminar todas
las evidencias de esta grave violación de los
derechos humanos mediante la destrucción
de la mayor parte de las pruebas documen-
tales y el abandono o asesinato de muchas
de estas mujeres. Como señala David Win-
geate Pike, la concepción confuciana de que
una mujer violada se convertía en una mu-
jer profanada que pasaría el resto de sus días
avergonzada y en silencio, como si la respon-
sabilidad fuera suya en lugar de corresponder
a los agresores, les debió de dar la confianza
necesaria para dejar libres a algunas de ellas.
Y el hecho es que, durante más de 45 años,
las víctimas guardaron silencio. Lo hicieron
a pesar de que, a su regreso a sus lugares de
origen, sus estrategias de supervivencia ha-
Homenaje. Desde el bían quedado reducidas casi por completo
mes de septiembre
de 2020, la llamada
debido al estigma vinculado a su pasado de
Estatua de la Paz, esclavitud. La mayoría perdió la oportunidad
erigida en Berlín
por una asociación
de casarse y formar una familia. Las posibili-
alemana en pro de dades de sobrevivir sin contraer matrimonio
la historia de Corea,
Korea-Verband,
en sociedades tradicionales como las suyas se
conmemora a las más reducían al ejercicio de labores penosas y mal
de 200,000 niñas y
mujeres de 14 países
retribuidas como la limpieza, el servicio do-
que fueron forzadas méstico, trabajos estacionales y, por último,
a trabajar como
“mujeres de consuelo”
la prostitución. Muchas de las que se casaron
por el ejército japonés. no pudieron tener descendencia debido a las
84 MH
enfermedades de transmisión sexual con-
traídas durante su cautiverio y a los agresivos
tratamientos prescritos por los médicos mi-
litares para mantenerlas a disposición de los
soldados, según señalan Lee y Han.
Víctimas unidas
Sin embargo, el manto de silencio que du-
rante tanto tiempo benefició a los per-
petradores se levantó gracias al valiente
testimonio de Kim Hak-soon (1924-1997),
recogido en la web de las víctimas coreanas
womenandwar.net. A la edad de 14 años, poco
después de que ella y su familia se traslada-
ran desde Pyongyang a Beijing por motivos
económicos, fue capturada por el ejército ja-
ponés e internada en uno de los centros cer-
canos a esa metrópoli. Cuatro meses después
escapó con la ayuda de un hombre corea-
no con quien se casaría más tarde. En 1991,
con 68 años, indignada por la negativa del
gobierno japonés a reconocer la existencia
de estos centros de esclavitud sexual, Kim
Hak-soon anunció su intención de denun-
ciarlo ante los tribunales. A ella se sumaron
otras dos víctimas y juntas presentaron su
demanda judicial el 7 de diciembre.
Unas semanas más tarde, coincidiendo
con la visita del primer ministro japonés,
FOTO: GETTY IMAGES
 Encerradas en celdas
diminutas, eran
sometidas a vejaciones y
violadas por entre 20 y
30 hombres cada día.
Kiichi Miyazawa (1919-2007), el historiador
Yoshimi Yoshiaki filtró sus hallazgos docu-
mentales a un diario de Tokio. Como resume
el historiador David Wingeate Pike, ante tal
escándalo, el primer ministro japonés se vio
obligado a formular una disculpa ante los
medios de comunicación. En diciembre de
1992, Naciones Unidas organizó una audien-
cia pública en Tokio en la que Jan Ruff O’Her-
ne compartió su estremecedor testimonio,
retransmitido por la televisión japonesa.
A partir de entonces, la actitud del gobier-
no japonés pasó de la disculpa al desafío, al
indicar que todas las cuestiones relativas a su
participación en la Segunda Guerra Mundial
habían quedado saldadas a través del Tratado
de Paz de San Francisco de 1951. Pero cuan-
to más se negaban los hechos, más víctimas
comenzaron a compartir su testimonio, re-
velando el alcance de este crimen de guerra,
que no sólo afectaba a Corea sino también a
China, Filipinas e Indonesia. La difusión de
sus testimonios y su voluntad de hallar jus-
ticia y reparación dio lugar a la creación de
la Asian Network in Solidarity with Women
Drafted for Sexual Slavery by Japan (Red
Asiática en Solidaridad con las Mujeres Re-
clutadas como Esclavas Sexuales para Ja-
pón). Esta alianza multinacional se sumaba
a otros esfuerzos colectivos preexistentes a
nivel nacional, como el Korean Council for
the Women Drafted for Military Sexual Sla-
very by Japan (Consejo Coreano de las Muje-
res Reclutadas como Esclavas Sexuales para
el Ejército por parte de Japón; en adelante,
Consejo Coreano). Esta última organización
fue fundada en 1990 por feministas coreanas
que, en la década de los 80, conocieron lo
sucedido y se propusieron “recuperar la dig-
nidad de las víctimas y corregir la relación
entre Japón y Corea”. El Consejo Coreano
FOTO: GETTY IMAGES
sigue activo en la actualidad (womenandwar.
net) y entre sus demandas figuran no sólo
que el gobierno japonés admita y se disculpe
Disculpa obligada.
El jefe de gabinete
del gobierno japonés,
Yohei Kono, durante
la rueda de prensa del
4 de agosto de 1993
en la que admitió, con
muchas reservas, la
implicación del Ejército
Imperial japonés en
las “estaciones de
confort” y la utilización
de la coacción en
el reclutamiento
y retención de las
mujeres prostituidas.
No aceptó el papel de
agente y planificador
del Estado en ello.
públicamente por este crimen de guerra y
que lleve a cabo una investigación exhausti-
va sobre los hechos, castigue a los responsa-
bles e indemnice a las víctimas, sino también
reivindicaciones relativas a conservar la
memoria de lo acontecido para evitar que
se repita. Por ejemplo, la inclusión de estos
hechos en los libros de texto de historia de
Japón y la edificación de un memorial a las
víctimas y un museo.
Demandas gubernamentales
y particulares
Varios gobiernos también presentaron de-
mandas o animaron a sus víctimas naciona-
les a proceder, como fue el caso del gobierno
filipino en 1993. El 4 de agosto de aquel año,
el jefe de gabinete del gobierno japonés,
Yohei Kono, hizo pública una declaración
oficial –la llamada Kono Statement– en la
que, como resultado de la investigación gu-
bernamental sobre el asunto, reconocieron
parcialmente la implicación del ejército en
los hechos y las condiciones de reclutamien-
to y de vida de las víctimas. Sin embargo, las
víctimas criticaron el tono y las formas de la
declaración por sus reservas a aceptar abier-
tamente el papel de agente y planificador del
Estado japonés y por no implicar el respaldo
del Parlamento nipón, sino sólo la voluntad
de Kono. Además, como compensación a
MH 85
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Un juicio
importante.
Entre el 8 y el 12 de
diciembre de 2000, el
Tribunal Internacional
de Crímenes de Guerra
Sobre la Esclavitud
Sexual de la Mujer
en el Japón (en la
imagen) se reunió para
recopilar testimonios
de víctimas y juzgar
a grupos e individuos
por violación o
esclavitud sexual
durante la Segunda
Guerra Mundial, sobre
la base de las leyes
internacionales.

las víctimas se creó un fondo privado pro- Un juicio simbólico

cedente de donativos de particulares cuyo
acumulado no habría sido suficiente para
indemnizar a las sobrevivientes, si bien muy
pocas lo aceptaron.
Como afirmó Irene Khan, secretaria general
de Amnistía Internacional (2001-2009), “a lo
largo de la historia, los cuerpos de las muje-
res han sido considerados el botín legítimo
de los ejércitos victoriosos. (...) Destruir la
“Crimen de guerra”. integridad física de una mujer se convirtió en
Hasta el 20 de
diciembre de 1993,
una forma de aterrorizar, degradar y vencer a
la ONU no designó poblaciones enteras, así como de castigar, in-
así a las violaciones
cometidas durante un
timidar y humillar a las mujeres”. Sólo a partir
conflicto bélico. del 20 de diciembre de 1993, Naciones Unidas
designó como “crimen de guerra” las viola-
ciones cometidas durante un conflicto bélico.
La presentación de una nueva denuncia por
parte de 15 mujeres de China, Corea, Filipi-
nas y Taiwán en septiembre de 2000 dio pie a
cuestionar la pertinencia de invocar el Trata-
do de Paz de San Francisco de 1951 para justi-
ficar la caducidad de las responsabilidades de
guerra por parte de Japón. Una abogada es-
pecialista en derechos humanos de Taiwán,
Phyllis Hwang, señaló que la interpretación
del citado tratado era errónea al referirse a
reparaciones entre gobiernos y no incluir
demandas formuladas por particulares. Es
más, en caso de futuras disputas, se acordaba
delegar en la autoridad de la Corte Interna-
cional de Justicia de La Haya. Desde entonces
se han seguido presentando denuncias, tan-
Además, la movilización de las víctimas y de
las activistas por los derechos de las mujeres
de todo el planeta dio lugar a diversas inicia-
tivas, como el juicio simbólico celebrado en
Tokio entre el 8 y el 12 de diciembre de 2000
por parte del Women’s International War
Crimes Tribunal on Japan’s Military Sexual
Slavery (Tribunal Internacional de Mujeres
para Crímenes de Guerra en Relación con
el Sistema de Esclavitud Sexual del Ejército
de Japón), analizado por Christine Lévy,
investigadora de la Universidad de Burdeos
3-Michel de Montaigne. Como ella misma
señala, esta acción feminista representó
un acto de reconocimiento público para las
víctimas y de denuncia internacional de
la impunidad de este grave crimen de gue-
rra. El jurado estuvo integrado por figuras
excepcionales del Derecho Internacional:
Gabrielle Kirk McDonald, presidenta de la
Corte Penal Internacional para la antigua
Yugoslavia; Carmen Argibay, juez de la Corte
Suprema de Argentina y presidenta de la
Asociación Internacional de Mujeres Juezas;
Christine Chinkin, catedrática de Derecho
Internacional en Londres e integrante de
una gran número de misiones de la ONU; y
Willy Mutunga, presidente de la Asociación
de Abogados de Kenia y de la Comisión de
Derechos Humanos del mismo país. Todos
los acusados eran hombres condenados por
otros crímenes en 1948 y, desde entonces,
FOTO: ASC

to individuales como colegiadas. habían muerto o habían sido ejecutados.

86 MH
 Además, entre los acusados estaba el empe-
rador Hirohito (1901-1989), que resultó cul-
pable de negligencia criminal junto con el
general Iwane Matsui, culpable de participar
en el sistema de esclavitud sexual. Los demás
acusados no fueron sentenciados debido a la
destrucción de las evidencias documentales
por parte de Japón, si bien la responsabilidad
mayor fue atribuida a dicho Estado por negar
la necesaria justicia y reparación a las vícti-
mas. Sin embargo, el resultado más impor-
tante fue el reconocimiento internacional
de esta causa y el apoyo moral necesario para
que las sobrevivientes continuaran luchan-
do por obtener justicia.
Crimen contra la humanidad
En todo caso, el impacto mediático inter-
nacional de este juicio simbólico debió ser
considerable, como señala Christine Lévy,
ya que la primera sentencia que definió la
violación como un “crimen contra la huma-
nidad” tuvo lugar poco después, en 2001,
por parte de la Corte Penal Internacional
para la antigua Yugoslavia. Más adelante, el
18 de junio de 2008, se adoptó la resolución
1820 por parte del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, que “destacó la necesi-
dad de que los crímenes de violencia sexual
quedaran excluidos de las disposiciones de
amnistía en el contexto de los procesos de
solución de conflictos”.
Sin embargo, a pesar de estos y otros avan-
ces en materia de Derecho Internacional
para las mujeres en situaciones de conflicto,
este gravísimo episodio continúa sin cerrar-
se con una disculpa oficial y las necesarias
medidas de reparación para las víctimas.
Si bien los gobiernos del liberal demócrata
Shinzo Abe (septiembre 2006-septiem-
bre de 2007 y diciembre 2012-septiembre
2020) se han caracterizado por cambios de
Tras su derrota, el
ejército japonés eliminó
las evidencias, destruyó
pruebas y abandonó o
FOTO: GETTY IMAGES
asesinó a muchas de las
“mujeres de solaz”.
posicionamiento en función de la reacción Revés en Corea del
Sur. Arnold Fang en
de su base conservadora y de la opinión pú- una rueda de prensa
blica, Abe ha terminado en la negación de en 2016, en Seúl.
El investigador de
los hechos, en especial de la coerción su- Amnistía Internacional
frida por las víctimas. Así, ante la petición para la región Este
de Asia denunció en
oficial de la Casa de Representantes de los 2021 la sentencia de
Estados Unidos de América de ofrecer una un tribunal surcoreano
que desestimaba las
disculpa formal completa, Abe la rechazó demandas contra el
calificándola de “lamentable”. gobierno japonés por
el caso de las comfort
El 21 de abril de 2021, Amnistía Interna- women.
cional lamentaba informar de una nueva
sentencia desfavorable a las víctimas por
parte de la justicia surcoreana. El inves-
tigador para la región Este de Asia, Arnold
Fang, declaraba: “Esta sentencia contradi-
ce otra del mismo tribunal dictada en ene-
ro (...). Han pasado más de 70 años desde
el final de la Segunda Guerra Mundial y no
podemos enfatizar más la necesidad de que
el gobierno japonés deje de privar a estas so-
brevivientes de su derecho a una reparación
completa y de proporcionarles una solución
justa mientras vivan. Sólo cuatro de las 10
sobrevivientes que presentaron esta de-
manda en 2016 siguen vivas”.
Así como Alemania se ha elevado sobre su
pasado, reconociendo su responsabilidad
tanto en la Segunda Guerra Mundial como
en el Holocausto, en particular, Japón sigue
hundiéndose en el lodo de su negacionismo.
Sin embargo, las víctimas, con su valiente
testimonio, ya han conseguido que la me-
moria internacional de estos abyectos crí-
menes de guerra y contra la humanidad no
queden en el olvido.
MH 87
MUY INTERESANTE HISTORIA MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

COLABORACIONISTAS, DESPLAZADAS,
“TRÜMMERFRAUEN”…

MUJERES EN LA
POSGUERRA

88 MH
 En el caos que supuso el fin
de la guerra, las mujeres
fueron protagonistas
destacadas, bien como
víctimas de la revancha
generalizada –para las nazis
y las colaboracionistas
hubo una amplia gama
de castigos ejemplares–,
bien como reconstructoras
de las ciudades alemanas
devastadas.
Por Gutmaro Gómez Bravo

Entre escombros. Mientras los

FOTO: SHUTTERSTOCK

soldados de infantería marchan a

través de una ciudad alemana, una
anciana sorprendida ve las ruinas.
Fotografía de marzo-abril de 1945.

MH 89
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

No fueron sólo las casas o las infraestruc-

turas las que se derrumbaron: apenas que-
dó nada en pie de la vieja idea de Europa. El
enfrentamiento y el potencial destructivo
desplegado durante la guerra habían alcan-
zado unas dimensiones desconocidas hasta
el momento. Particularmente duro fue el
castigo infligido a la población civil el últi-
mo año de guerra, sobre todo en el este, fruto
de la política de tierra quemada de las tropas
alemanas y soviéticas. Los combates cesaron
en Europa, de forma oficial, en la primavera
de 1945, pero toda esa violencia acumulada
se transformó en una sed de venganza que

S
Juicios de i hay un paisaje que muestra
Núremberg.
En el banquillo de los el final de la Segunda Guerra
acusados, en primera Mundial es el de los escom-
fila (de izq. a der.),
Hermann Göring, bros. Pueblos, ciudades en-
Rudolf Hess, Joachim teras, amanecieron reducidos
von Ribbentrop y
Wilhelm Keitel; en a un montículos de ladrillos,
segunda fila, Karl polvo y piedras. En el momen-
Dönitz, Erich Raeder,
Baldur von Schirach y to de la rendición ocho millones de hogares
Fritz Sauckel. estaban ya destruidos, según las estimacio-
nes más bajas. Fueron el efecto más visible de
unos bombardeos dirigidos contra la pobla-
ción como objetivo único. Cada uno de esos
hogares tenía una historia propia que contar,
una trama de violencia que marcó la fase de
reconstrucción del más duro y más san-
griento de los conflictos contemporáneos.
fue canalizada de manera distinta en cada
territorio y zona de ocupación.
La atmósfera favorable a un castigo justo y
necesario para los que habían desencadena-
do todo aquello presidió la liberación de los
últimos territorios del Reich y terminó dan-
do forma a la política de reconstrucción de
los nuevos Estados europeos. Los conocidos
como juicios o procesos de Núremberg, lo-
calidad en la que se juzgó durante meses a los
principales líderes y dirigentes nazis, fueron
su escaparate global. Sentaron las bases de
un nuevo Derecho Penal Internacional y es-
tablecieron la propia noción de los derechos
humanos y de los delitos de crímenes de
guerra y de genocidio que aún están en vi-
gor. Pero los juicios tuvieron otra aplicación

Traidoras. Un grupo
de mujeres francesas
acusadas de violar las
reglas del Partido de
la Resistencia francés
en lo que respectaba
a la conducta con
los alemanes, tras
ser detenidas en
el verano de 1944.
Fueron rapadas y
avergonzadas en
público haciéndolas
desfilar por las
calles de Cherburgo.
Detrás de ellas, un
cartel dice que son
colaboracionistas.
FOTO: ASC; GETTY IMAGES

90 MH
 Toda la violencia
acumulada se convirtió
en sed de venganza y la
gente tomó la justicia
en mano propia.
inmediata mucho menos conocida: fueron
el principal vehículo para la desnazificación
y la reorientación cultural e ideológica de la
población alemana. Los juicios se emitían
a diario por radio y las gigantescas pruebas
documentales de los crímenes, acumula-
das en los archivos militares, se mostraron
en escuelas, cines y en los llamados centros
de reeducación nacional. A pesar de que
trataban de mostrar cómo los nazis habían
manipulado a la gente para llevar a cabo sus
planes, una losa de culpabilidad colectiva
cayó sobre la población alemana, sobre todo
a medida que se conocían y emitían en los ci-
nes las imágenes del interior de los campos
de concentración tras su liberación.

Ruinas y violencia
En este clima del final de una guerra que ha-
bía engendrado un odio sin precedentes, no
tardaría en desatarse una ola de violencia
entre una población devastada, física y mo-
ralmente. Los estudios de los últimos años
están mostrando cada vez más ese rostro
terrible de la ira que presidió la posguerra
civil europea y muestran una etapa en la
que la supervivencia no sólo estaba marcada
por la división entre vencedores y vencidos
sino, en particular, entre colaboracionistas
y resistentes, cuya posición cambió radical-
mente con el fin del conflicto.
Este fue el panorama interno con el que las
nuevas autoridades se encontraron para tra-
tar de gestionar la paz y el orden público. Sin
recursos materiales ni humanos y en medio
del caos, era imposible evitar que la gente
se tomara la justicia por su mano. Una larga
hilera de urbes reducidas a cenizas, borradas
del mapa, formaban parte de los territorios
que emergían del nuevo mapa político de
Europa, en el que se había disparado el volu-
FOTOS: GETTY IMAGES
sa necesidad era alimentar a toda esa po- Londres, una ciudad
devastada. Fotografía
blación, pero con las vías de comunicación tomada después de los
destrozadas en absoluto, la desnutrición y destructivos ataques
aéreos alemanes del 29
la hambruna se volvieron permanentes. Los de diciembre de 1940.
saqueos y robos de todo lo que quedaba en Logra verse al fondo la
catedral de San Pablo
pie estaban a la orden del día, mientras que la y, a sus pies, decenas
población era abastecida casi en su totalidad de edificios en ruinas.
por el mercado negro.
Los escombros, las ciudades y núcleos
urbanos en ruinas eran la cara más visible
de la devastación, el recordatorio más in-
mediato de que la guerra acababa de ter-
minar. Una guerra total, extendida a la
población, que había dejado un negro balan-
ce de 36 millones de muertos, sin distinción
entre combatientes y no combatientes. Una
deshumanización que se había extendido
allí donde había comenzado: en los campos
de concentración. Las órdenes para abando-
nar a los prisioneros a su suerte, regulando
la supresión de las ya bajas raciones alimen-
ticias y aumentando la carga de trabajo para
acelerar así su exterminio, se conocen de
forma seriada al menos desde 1944. Tras la li-

men de desplazados. Un éxodo que tampoco beración, el miedo a las epidemias y a las en-
tenía precedentes en ninguna otra época de fermedades contagiosas terminó con la vida
la humanidad. La primera y más imperio- de aquellos que quedaron en cuarentena.

MH 91
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Mussolini ejecutado. El miedo, la culpa y la enfermedad presidían
Los cuerpos de Benito
Mussolini y Clara
una vida cotidiana de hambre y de privacio-
Petacci, su amante, nes de todo tipo que no tardaron en hacer
cuelgan del techo
de una gasolinera
mella en la población. La falta de recursos,
después de que las unida al incremento de habitantes con la
fuerzas antifascistas
les dispararan el 28 de
llegada de desplazados en algunas zonas del
abril de 1945, mientras continente, condujo a la extenuación y a la
intentaban huir a Suiza.
muerte a muchos civiles llevados al límite
luego de seis años de conflicto. El castigo a
los que aparecían como culpables era prácti-
camente la única forma de resarcirse de todo
aquel sufrimiento que no tenía fin.
Sed de venganza
A pesar de los discursos de paz, la venganza
lo impregnaba todo y fue parte fundamen-
tal de los cimientos sobre los que se recons-
truyó Europa. Aquel final bélico prolongado
degeneró en otro tipo de guerra, un conflicto
residual camuflado en la venganza posterior
que se extendió contra todos aquellos iden-
tificados como colaboradores necesarios de
los nazis. El ajuste de cuentas fue generali-
zado y se extendió por todas partes, de las
ciudades al pueblo más pequeño y alejado.
Castigos ejemplares y públicos, la mayoría
de ellos, pero también ocultos y privados,
que van saliendo a la luz con el paso de los
92 MH
años. Todos aquellos denunciados como co-
laboradores de los alemanes sufrieron la ira
de multitudes incontrolables: las medidas
fueron desde las ejecuciones públicas y la
quema de los negocios y casas de los cola-
boracionistas hasta su empleo en trabajos
forzados que anteriormente desempeñaban
sus víctimas. Lo importante no era sólo el
castigo sino exhibirlo, mostrarlo al resto de
la población. Los cadáveres de los fusilados,
mutilados, apaleados y ahorcados queda-
ban expuestos durante días en las plazas
céntricas o en improvisados recintos habi-
litados para ello, ya que a veces no se sabía
cuál era el centro de metrópolis destrozadas
por las bombas y los incendios.
Dentro de esta amplia gama de castigos
ejemplares destacaron los aplicados a las
mujeres acusadas de colaboradoras. Fueron
las primeras víctimas de esa venganza co-
lectiva, a tenor del ritmo de denuncias que
siguió a los primeros días y meses tras el fin
de la guerra. El más común de estos castigos,
afeitarles la cabeza, tenía un marcado sig-
nificado social. Desde el siglo XIX, el casti-
FOTO: GETTY IMAGES
go tradicional para las mujeres acusadas de
adulterio era raparlas: era el precio por de-
safiar el honor masculino. Aunque muchas
 estaban solteras, viudas o incluso divorcia-
das, como en el caso de Francia, el adulterio
se había consumado como una forma po-
pular de traición a la patria. La mayor parte
fueron condenadas a esta y otras formas de
humillación pública, antesala de la condena
y del ostracismo social, pero muchas de las
mujeres acusadas de colaboracionistas de los
nazis fueron asimismo sometidas a largos y
duros interrogatorios que incluían torturas
psíquicas y corporales tras los que, por últi-
mo, fueron ahorcadas en público.
De este modo, es notable ver el cambio de
sentido que tuvo la imagen de la mujer a lo
largo de la guerra, pasando de ser la heroína
a volverse fuente del pecado y la vergüenza
nacional. No es de sorprender que la inves-
tigación reciente reconozca a las mujeres
como el colectivo de víctimas civiles más
perjudicado por la guerra y la posguerra. No
sólo habían tenido que soportar las ham-
brunas, los bombardeos o la pérdida de sus
hogares, sino que sufrieron una política
sistemática de violaciones. Primero con la
ocupación alemana, como después con el
progresivo avance de los ejércitos aliados ha-
cia Berlín, la violación fue usada como arma
de guerra étnica primero y como venganza
después. Fue, sin duda, uno de los efectos
más palpables de la brutalización del frente
que antes se extendió por las retaguardias.
Desplazadas y refugiadas
Es imposible calcular el porcentaje de mu-
jeres que comprendían los 46 millones de
personas desplazadas de sus lugares de ori-
gen entre 1939 y 1948. Al final de la guerra,
se ha calculado que mas de ocho millones
de trabajadores forzados fueron liberados.
Las reacciones ante tal contingente de es-
clavos del Reich vagando de un lado a otro
incrementaron el miedo a las represalias
dentro de la dividida y derrotada socie-
dad alemana. Muchos de ellos engrosaron
Las colaboracionistas
fueron las primeras
víctimas del ajuste de
cuentas y recibieron
FOTO: ASC
castigos ejemplares.
La Francia de Vichy
E
l 22 de junio de 1940 Francia firmaba el armisticio con Alemania.
Quedó dividida en dos zonas, el llamado Mando Militar de Francia,
ocupado por los alemanes, y el régimen colaboracionista de Vichy,
liderado por el mariscal Pétain. El gobierno de Vichy debía exigir a “todas
las autoridades y todos los servicios administrativos franceses del territorio
ocupado respetar las reglamentaciones de las autoridades alemanas y
colaborar con estos últimos”. Una colaboración que se tradujo de inme-
diato en el control de la población de las dos zonas y a la que se mantuvo
fiel prácticamente el conjunto del país, en especial en los primeros años
de guerra. El papel de las mujeres bajo la ocupación alemana y en la
administración colaboracionista está siendo reinterpretado desde hace
tiempo. Una parte colaboró en las acciones contra la oposición, más tarde
llamada Resistencia, facilitando información y denunciando a muchos re-
sistentes, en particular a las familias judías. Fueron juzgadas y ejecutadas
o encarceladas después de la guerra por alta traición. Otra parte, la más
numerosa, fue acusada de confraternizar con los alemanes y las autori-
dades de Vichy por trabajar para
ellos o tener relaciones, sexuales,
sentimentales o nada más fami-
liares entre sí. El castigo más co-
nocido para ellas fue ser rapadas y
paseadas por la plaza pública por
sus propios compatriotas como
forma de escarnio y humillación.
Un estigma que llevó a muchas al
suicidio y que forzó a la mayoría a
dejar sus lugares de origen.
las filas de los refugiados o eran alemanes El mariscal Philippe
Pétain (1856-1951), jefe
afincados en zonas del este desde hacía de Estado de la Francia
cientos de años de las que ahora eran ex- de Vichy, retratado
en 1940.
pulsados. De las nuevas fronteras polacas
salieron, aproximadamente, 11 millones de
germanoparlantes.
El incremento de refugiados se produjo
hasta 1947, agravando la situación general
de hambre y penuria hasta límites insos-
pechados. La tasa de mortalidad alemana
de julio de 1945, una vez terminada la gue-
rra, por ejemplo, era tres veces superior
a la media de 1939. Hasta la estabilización
del marco alemán y el principio del fin de
la inflación, en 1948, no se retomó la pro-
ducción de alimentos y bienes de consumo.
Sólo entonces se equipararon al ritmo de
producción industrial de los sectores eco-
nómicos estratégicos, que en gran parte no
habían sido bombardeados por los aliados
para favorecer con ello la reconstrucción
económica rápida.
MH 93
MUJERES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Mujeres de los Las mujeres fueron la pieza clave de estos
escombros. Un grupo
de trümmerfrauen
sectores económicos emergentes, conti-
cargando una vagoneta nuando la actividad que venían realizando
con escombros
en el Dresde de la
desde el comienzo de la guerra como pro-
posguerra (1945-1955). ductoras y sustitutas del trabajo masculino.
Estas “mujeres de
los escombros” (en
Pero seguía faltando mano de obra, sobre
alemán, trümmer todo en el mundo rural.
significa “escombros”
y frau, “mujer”) se
dedicaron a limpiar y Las trümmerfrauen
reconstruir las ciudades
alemanas y austriacas.
En todas esas ciudades vacías y derruidas
surgieron miles de mujeres que comenzaron
a limpiar escombros. Eran las trümmerfrauen
(literalmente, limpiadoras de escombros),
que se extendieron y organizaron has-
ta constituir la primera y casi única fuerza
destinada a reconstruir el nuevo país junto
con otras tantas mujeres. Eran las perdedo-
ras, hijas, hermanas o esposas de los que ha-
bían empezado la guerra, y fueron víctimas
de violaciones a manos de los soldados ru-
sos, estadounidenses, franceses e ingleses.
Algunas fueron depuradas, expulsadas de
empleos que dejaron de existir o estuvieron
vinculadas a algunas de las organizaciones
A las perdedoras –hijas, hermanas o esposas de nazis–
se les permitió ayudar a reconstruir Alemania.
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del Partido Nazi, pero poco a poco, ante
aquel espectáculo de desolación, fueron
aceptadas por los ejércitos ocupantes y se
convirtieron en la principal y única vía de
salida, haciendo casi lo único que les esta-
ba permitido hacer: trabajar con sus manos
para devolver la normalidad a la nación.
Ante la falta de mano de obra masculina,
además de retirar escombros y limpiar los
solares derruidos, hacían lo que ya no hacían
los soldados desmovilizados ni tampoco los
trabajadores extranjeros o forzosos. Retira-
ban todo lo que había quedado atrás al paso
de los ejércitos: intendencia, ropa, restos de
uniformes y equipos, pero también armas,
municiones y bombas por estallar. Era un
trabajo que les permitía sobrevivir, pero en
el que también morían.
Aunque su número ha sido puesto en tela
de juicio en los últimos años, reduciendo
sensiblemente su dimensión, no hay duda
de que se extendieron por toda Alemania.
El control aliado en la zona occidental tar-
dó en reconocer su tarea. A partir de julio de
FOTO: GETTY IMAGES
 La guerra de España

D
esde el 18 de julio de 1936, con la
lectura del bando de guerra, entraba
en vigor el Código de Justicia Militar
en la zona controlada por el ejército
sublevado contra la II República. En ese
territorio y en los que fueron siendo
sucesivamente ocupados, denominado
“España nacional” desde septiembre de
1936, quedó derogada la legislación repu-
blicana. Daba comienzo así un periodo de
fuerte represión política en el que, al igual
que había ocurrido en Italia o Alemania,
se recuperaba una legislación anterior,
muy similar, contra todos los grupos
definidos como antisociales e indeseables.
Principalmente a través del sistema penal
y penitenciario, pero también desde la
acción conjunta de las nuevas autoridades
locales, se inició una política sistemática
de control de la población a través de la
revisión de sus actividades y antecedentes
ideológicos y políticos, teniendo como eje
un castigo rápido y ejemplar. En el caso
de las mujeres acusadas de combatir al
ejército con armas, las milicianas, fueron
detenidas, encarceladas y sometidas
a un consejo de guerra. Consideradas
culpables de un delito de rebelión militar,
fueron ejecutadas o sentenciadas a largas
condenas de prisión. Por primera vez en la
historia de España, el número de reclusas
superó el 11% del total de la población
penal. Una situación generalizada al final
de la guerra, sobre todo entre 1939 y
1941, pero que tuvo al comienzo del con-
flicto otro balance negro: en la nómina de
castigos hacia las mujeres que militaban
en organizaciones políticas o sindicales,
nacionalistas o que nada más partici-
paban en la cultura republicana, como
fue el colectivo de las maestras, el más
importante fue la depuración, la pérdida
de empleo, con el objeto de devolver al
espacio privado a la mujer. Las violaciones
y los suicidios siguen formando parte de
una violencia oculta menos conocida que
la que se aplicaba “espontáneamente” al
producirse la ocupación de una locali-
dad al enemigo durante la guerra y en
la inmediata posguerra: saqueo de sus
bienes, rapado del pelo y purgante para
que hicieran sus necesidades en un lugar
público. Humillación que fue seguida
por una separación de la nueva sociedad
muy clara y patente, dejando reducido el
ámbito de la mujer casi exclusivamente a
lo doméstico.

1946, las empresas alemanas fueron autori-
zadas a contratar a mujeres de entre 15 y 50
años en jornada continua de nueve horas.
Pese a que algunas colaboraron como vo-
luntarias, la mayoría cobraba un salario, una
parte en efectivo y otra en comida que po-
dían sumar a la cartilla de racionamiento.
Las trümmerfrauen se organizaban en co-
lumnas de 10 a 20 personas, entre las que
también hubo algunos hombres, que for-
maban largas cadenas humanas subidas a las
montañas de escombros. Una vez allí sepa-
raban los materiales que podían ser reutili-
zados y retiraban los demás.
Una imagen icónica mantenida gracias al
hecho de que algunas ciudades alemanas
aún conservan restos de estas montañas de
escombros. Aunque es en Berlín donde más
documentado está su trabajo, las columnas
llegaron a todos los rincones de Alemania y
de Austria. En el área que quedó bajo control
soviético pronto fueron consideradas como
heroínas, símbolo de la lucha de la clase tra-
bajadora contra el fascismo, siendo elevadas
por la propaganda como las protagonistas
centrales de las Obras de Reconstrucción
Nacional. Su incorporación en la zona del
este siguió siendo masiva mientras que en la
FOTO: GETTY IMAGES
Sin embargo, con independencia de estas
variables, su figura sigue siendo absoluta-
mente mítica en Alemania.
Las trümmerfrauen ocupan un lugar pri-
vilegiado en la memoria colectiva de un
territorio muy castigado por el recuerdo de
la guerra y los crímenes que se cometieron
en ella. Constituyen la primera piedra de un
relato emocional donde las mujeres toma-
ron la iniciativa para la reconstrucción de
un país por completo roto, una clave que
sigue vigente en la formación de una nación
de posguerra y que tuvo un importante pa-
pel, por ejemplo, en la reunificación de Ale-
mania tras desaparecer el Muro de Berlín.
No en vano fue uno de los pocos símbolos
compartidos por las dos Alemanias durante
muchas décadas de separación.
Un mundo nuevo.
El marinero
estadounidense

Charles D. Seabolt y su
parte oeste fue declinando en favor de la re- novia japonesa Kaneko
son retratados por un
cuperación económica y la paulatina incor- fotógrafo en un parque
poración de los hombres en ella. en febrero de 1946.

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