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CONTRATACIÓN MERCANTIL, TÍTULOS, VALORES Y VALORES NEGOCIABLES

TEMA 2. COMPRAVENTA MERCANTIL Y CONTRATOS AFINES (I).


En este tema, nos vamos a referir sobre todo a la compraventa general.
Lo primero que hay que decir es que el contrato de compraventa mercantil, no deja de ser una
compraventa, es decir, no es que sea un contrato con una esencia distinta al contrato de
compraventa civil. Es un contrato de compraventa con especialidades que están previstas para que
sea realizada entre empresarios. Es la vía fundamental para la circulación de bienes y servicios en
cualquier sector de la actividad.
Es decir, que el contrato de compraventa ha sido y sigue siendo el mecanismo por excelencia en el
tráfico económico. Y, pro eso, es uno de los contratos que más regulados están, con una regulación
muy dispersa y distinta en los distintos OJ. La regulación del CCom en materia de compraventa, no es
escasa, pero tampoco es excesivamente amplia. El CCom no define en términos estricto que es el
contrato de compraventa, porque eso ya lo hace el derecho civil.
Si hablamos de compraventa mercantil, el CCom no es la única norma que lo regula, sino que hay
otras normas que abordan esta cuestión, tales como el Convenio de Viena de 1980, que regula la
compraventa internacional de mercaderías. Este Convenio regula ciertos aspectos de la teoría
general del contrato que, ni nuestro CC ni nuestro CCom, contemplan: por ejemplo, en materia de
formación del contrato. Este texto legal se refiere a las mercaderías, que son aquellos bienes que
ostentaban los mercaderes. Otras normas relevantes serían Ley de ordenación del comercio
minorista que regula, por ejemplo, algunas ventas automáticas, las ventas en pública subasta, la
venta ambulante…

1. Contrato de Compraventa mercantil.


El contrato de compraventa mercantil, se regula en los arts. 325 y ss. CCom. El art. 325 CCom es el
que nos dice cuándo un contrato de compraventa es mercantil: Será mercantil la compraventa de
cosas muebles para revenderlas, bien en la misma forma que se compraron, o bien en otra diferente,
con ánimo de lucrarse en la reventa. Eso que se revende puede revenderse en el mismo estado en el
que el empresario lo adquirió, o en otro diferente. Este art. lo vamos a dividir en dos elementos.
- Por un lado, un elemento objetivo: vamos a estudiar, en primer lugar, el contrato de compraventa
mercantil, en función de aquello que se compra y se revende. Vamos ver si el objeto del contrato
tiene algo que ver con la naturaleza mercantil de este contrato.
El CCom dice que será mercantil la compraventa de cosas muebles, pero no es un requisito absoluto.
Esto es así porque el CCom es de 1885, pero no se atrevía a dar el paso de una manera manifiesta. El
antiguo CCom era muy radical en lo que venían siendo las cosas muebles, porque decía que una
compraventa mercantil no puede ser tal si el objeto que se transmite no es una cosa mueble; porque,
en el comercio, que era la única forma de actividad mercantil que se entendía, lo único que se
intercambiaban eran cosas muebles. Cuando llega el año 1885, el legislador se adelanta un poco, y
dice que la compraventa de inmuebles como actividad mercantil, o no existía todavía o era muy
escasa, porque, generalmente, el que era propietario de un inmueble, le sacaba alguna utilidad sin
sacarlo de su patrimonio. Nuestro legislador piensa, no obstante, que, aunque esto no fuera muy
abundante, no quiere decir que en el futuro no haya compraventa de inmuebles. Por eso, nuestro

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CCom, sigue hablando de cosas muebles, pero no con un carácter absoluto. Esto lo sabemos porque,
de alguna manera, la exposición de motivos del actual CCom, viene a decir que no puede admitirse
como principio absoluto que la venta de bienes inmuebles nunca pueda ser mercantil. Esa calificación
dependerá de las calificaciones que concurran en cada caso, lo cual corresponde a los tribunales
decidir. Es decir, lo que el CCom establece es que solo para cosas muebles, pero no se cierra a que,
si existe una venta regular de bienes inmuebles, donde hay una reventa y ánimo de lucro, deja la
puerta abierta a que los tribunales puedan calificarla como mercantil.
Esto se traduce en que, a día de hoy, por ejemplo, un empresario que se dedica a la compra de
inmuebles para la reventa, sí puede ser considerada mercantil. A la hora de aplicar las normas del
CCom a esa compraventa mercantil, son muy pocos preceptos los que se van a poder aplicar, porque
el CCom cuando habla de compraventa mercantil, sigue pensando en la transmisión de mercaderías.
- Por otro lado, un elemento subjetivo: donde radica esa mercantilidad, no es en el tipo de enseres
que son objeto de transmisión, sino que radica en este aspecto subjetivo, porque de la lectura del
art. 325 CCom, la mercantilidad de la compraventa radica en el sujeto adquirente, ya que habla de
compraventa para la reventa posterior y, en segundo lugar, con la intención de que le adquirente se
lucre de esa reventa.
De esta manera, liga el contrato de compraventa mercantil, con el ánimo de obtener un lucro. Así,
cuando compramos algo por Amazon, lo compramos para satisfacer nuestras necesidades, no para
revenderlo. Por tanto, la compraventa de consumo, el adquirente es el consumidor final. Pero, la
compraventa mercantil no, porque suele ser un paso previo al momento en el que el adquirente final
de ese producto lo va a tener. Por ejemplo, un contrato entre un productor o un mayorista y un
empresario que vende directamente a consumidores.
Este elemento subjeto intencional, por tanto, se traduce en dos cosas:

 Reventa: se compra para revender, es decir, que la cosa objeto del contrato, va a continuar
circulando. Esa reventa se puede producir de dos maneras:
o De forma íntegra: es decir, que el bien que compramos lo vamos a revender
exactamente igual, en las mismas condiciones en las que lo hemos comprado.
o En una forma diferente: el empresario productor que compra de otros empresarios
materias primas que necesita para su proceso productivo, por ejemplo.
 El ánimo de lucro: buscamos un beneficio porque, a través de este acto de comercio, el
empresario lo que busca es obtener ese lucro porque es su medio de vida. La especulación
como elemento determinante de esa mercantilidad.
1.1. CONTRATOS QUE SE EXCLUYEN DE SER COMPRAVENTA MERCANTIL: el art. 326 CCom es un
art. que nos viene a decir qué tipos de contratos excluye del CCom, es decir, qué contratos no se van
a entender como compraventas mercantiles.
Art. 326 CCom.
No se reputarán mercantiles:
1.º Las compras de efectos destinados al consumo del comprador o de la persona por cuyo encargo
se adquirieren.

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2.º Las ventas que hicieren los propietarios y los labradores o ganaderos, de los frutos o productos
de sus cosechas o ganados, o de las especies en que se les paguen las rentas.
3.º Las ventas que, de los objetos construidos o fabricados por los artesanos, hicieren éstos en sus
talleres.
4.º La reventa que haga cualquier persona no comerciante del resto de los acopios que hizo para su
consumo.

Algunas de estas consideraciones son consecuencia lógica de lo que establece el art. 325 CCom:
donde hay consumo, se entiende que hay destino final. Pero, incluso aquí hay algunos problemas. El
art. 326 CCom dispone que no son contratos mercantiles:
- Las compras de efectos destinados al consumo del comprador o de la persona por cuyo encargo se
adquirieren: el problema de esta excepción está en la operación denominada “compraventa de
inversión”.
Lo que ha dicho el TS de que el empresario no compra para consumir, sino para producir, es cierto y
dudoso al mismo tiempo porque, aunque la compraventa de inversión no tiene una reventa clara, de
alguna manera se revende. Así, por ejemplo, cuando compramos un billete de avión, de alguna
manera le estamos pagando a la compañía aérea todo el coste que le ocasiona poner en
funcionamiento un avión. Esto ha supuesto una discusión, que ha llevado incluso a que el TS emitiera
sentencias contradictorias: en algunas ocasiones, venían a entender que la compraventa de consumo
no es mercantil porque no hay reventa; y, en otras ocasiones, ha justificado la compraventa de
inversión como mercantil, diciendo que, realmente, no es tan importante la reventa.
La opinión más reciente del TS en teste asunto, es que la compraventa de inversión no se puede
calificar como compraventa mercantil, ya que ha optado por una interpretación literal del precepto
y, por tanto, exige reventa. Esto lo hace porque el TS entiende que es cierto que tenemos un criterio
flexible, pero, también es cierto que, si el CCom dice algo con absoluta literalidad, hay que respetarlo.
Lo idóneo sería que la legislación cambiara, pero no podemos seguir reinterpretando normas que
tienen más de un siglo de vigencia.
Por tanto, como en la compraventa de consumo no hay reventa, sino que hay consumo, aplicando el
art. 325 CCom, no se considera un contrato de compraventa mercantil.
- Las ventas que hicieren los propietarios y los labradores o ganaderos, de los frutos o productos de
sus cosechas o ganados, o de las especies en que se les paguen las rentas. Tampoco, las ventas que,
de los objetos construidos o fabricados por los artesanos, hicieren éstos en sus talleres.
No obedecen a una lógica del art. 325 CCom, sino que obedecen a razones históricas. El CCom tenía
una serie de prejuicios históricos, que se han mantenido desde siempre. Al legislador del CCom, había
determinadas actividades, que considera que no podían ser consideradas mercantiles: como un
ganadero, ya que es una actividad excesivamente clásica. Un ganadero puede comprar productos
que después va a revender, pero, como es una actividad muy antigua, no se considera una
compraventa mercantil.

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Aquí el TS ha dictado alguna sentencia, destacando una sentencia del año 1999, que viene a decir
que la mención de este precepto de propietarios, no significa que el vendedor era propietario de las
cosechas vendidas, sino que se refiere al propietario de los fundos vendidos. La excepción se aplica
al propietario de los terrenos o del ganado que producen tales frutos o productos.
En el caso de los artesanos, también se excluye como compraventa mercantil, por razones históricas,
ya que, lo importante de aquí es que la venta se haya realizado en el taller donde el artesano ha
fabricado ese producto concreto. Si lo vende en el taller, no es mercantil, pero, si se compra fuera de
él, sí.
- La reventa que haga cualquier persona no comerciante del resto de los acopios que hizo para su
consumo: es decir, cosas que inicialmente se compraron para el consumo propio, una persona que
no es empresaria, o, incluso, que no actúa en su ámbito profesional. Hay una reventa, pero quien no
es comerciante o empresario, y compra un bien, que, en su día, lo compró para utilizarlo, que esa
reventa se haga después, no va a implicar que esa compraventa tenga ese carácter mercantil.
1.2. REGULACIÓN ESPECÍFICA QUE ESTABLECE EL CCOM: hay preceptos que están en el
CCom, que son de compraventa mercantil, pero no los vamos estudiar porque algunos de ellos
regulan parte de lo que se conocen como “compraventas especiales”.
En el contenido del contrato de compraventa mercantil, la estructura es la misma que en los civiles:
comprador y vendedor. Por tanto, las obligaciones son las mimas: pago del precio y entrega de la
cosa. Ahora bien, el contenido de esas obligaciones ya es distinto.

2. Obligaciones del vendedor.


2.1. LA ENTREGA: la obligación básica es la entrega (aquí sí hay diferencia en materia civil y
mercantil). El art. 333 CCom dispone que el vendedor tiene los efectos a disposición del comprador.
Por entrega, clásicamente, se entiende que se produce cuando el comprador toma posesión efectiva
de esos bienes. Pero, desde la perceptiva mercantil, la entrega no significa específicamente eso, sino
que se equipara a lo que se conoce como “puesta a disposición”, lo que supone que no nos vemos
obligado a proteger más a una parte que otra, ya que se supone que los empresarios actúan y juegan
en igualdad de condiciones.
No se considera entrega el momento en el que una persona se lleva las cosas, porque, ¿qué ocurre
si esa persona no viene? Materialmente, no hay entrega, pero el vendedor ahí está con la mercancía
preparada para que el otro se la lleve. Por eso, el legsialcodr dice que es suficiente con la puesta a
disposición, lo que no quiere decir que el adquirente haya tomado posesión afectiva de los enseres,
sino que hay entrega cuando, según las circunstancias y condiciones pactadas en el contrato, el
vendedor tiene puesto a disposición las mercancías. Esto se refleja también en una sentencia del TS
del año 1993: si la cosa se destruye, estando a disposición del comprador, es culpa del comprador.
Si el vendedor tiene que encargarse de que el comprador tome efectiva posesión, puede encontrarse
con dificultades, y, en el sector de los negocios, se llega a una posición intermedia, que dice que cada
parte tiene su responsabilidad en la obligación de entrega: el comprador tiene que asegurarse de
llevarse la mercancía, mientras que el vendedor simplemente tiene que dejar las mercancías en el

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lugar y el tiempo establecido. Por tanto, podemos definir la puesta a disposición como la realización
de los actos necesarios para que el adquirente tome posesión de los efectos adquiridos o comprados.
- En cuanto al plazo de entrega, el tiempo en el que el vendedor ha de entregar la cosa, las partes
pueden establecer el plazo que estimen oportuno. El plazo de entrega que contempla el CCom en
relativamente breve, un plazo de 24 horas (art. 337 CCom). Aquí hay que tener en cuenta cuándo
comienza el plazo: desde la perfección del contrato.
La causa o rapidez del plazo, puede obedecer a dos motivos:

 El hecho de que, considerando las necesidades de los empresarios, el legislador entiende que
el adquirente necesita en la mayor brevedad posible esas mercancías.
 Generalmente, antiguamente, los comerciantes no solían pedir grandes cantidades, como las
que se pueden solicitar hoy, porque, los comerciantes de la época del CCom, tenían sus
clientes, pero no 200 clientes al mismo tiempo; de tal manera que el legislador pensaba que
ese plazo de 24 horas podía se r suficiente para que cada comerciante pudiera tener la
cantidad que, en cada plaza, se requería según los usos y costumbres de cada lugar.
- En caso de incumplimiento del plazo o entrega intempestiva (tardía), el art. 329 CCom dispone que,
si el vendedor no entregare en el plazo estipulado (ya sea el plazo fijado o el plazo general de 24
horas) los efectos vendidos, podrá el comprador pedir el cumplimiento o la rescisión del contrato, con
indemnización, en uno y otro caso, de los perjuicios que se le hayan irrogado por la tardanza. El
adquirente puede optar libremente, bien, entre el cumplimiento del contrato, o bien, por la rescisión
del contrato. Esta libertad de elección se debe a que, puede ocurrir que, ante una entrega
intempestiva, al adquirente ya no le sea útil.
Sobre esta medida, hay una sentencia del 11 de junio de 2002 que señala que resulta indistinto que
el incumplimiento sea doloso o meramente imprudente, porque le legislador, según la interpretación
que realiza el TS en esta sentencia, está pensando, exclusivamente, en el tiempo en el que han de ser
entregadas esas mercancías, debido a que, en el mundo de los negocios, los plazos pueden tener una
relevancia crucial, porque la necesidad de disponer de los efectos adquiridos, debe realizarse en el
tiempo en el que se solicita. Y, por eso, el legislador piensa que el plazo de entrega es un elemento
esencial para el adquirente, de tal manera que la indemnización en caso de entrega intempestiva, va
a activarse tanto si se opta pro el cumplimiento, como por la rescisión del contrato, ya que, lo que
fija la indemnización es esa entrega intempestiva. Esa indemnización podrá ser la fijada por las partes
en el contrato y, en su defecto, será la fijada por el juez.
- Lugar de entrega: dónde se debe entrar la mercancía, en el caso de que las partes no hayan
establecido nada. A falta de pacto, no existe nada al respecto, porque el CCom no regula esta
cuestión. Por ello, el lugar será donde se encuentre la cosa objeto del contrato, y, en este sentido, el
TS establece que el lugar será el domicilio del vendedor (STS, del 15 de octubre de 1985).
(PREGUNTA DE EXAMEN) Una cuestión fundamental es la relativa a las compraventas a distancia,
donde media un transportista. En los supuestos de “compraventa de plaza a plaza” (a distancia,
porque hay que hacer un desplazamiento de la mercancía), necesitaba un transporte, y, esta
cuestión, a día de hoy, se aplica exactamente igual que hace un par de siglos. Para entender quién

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entrega a quién, o en qué momento se produce la entrega, la clave está en ver quién contrata y paga
al transportista:

 A porte pagado: significa que el vendedor es el que contrata y paga el transporte. El


comprador no tiene que pagar al trasportista, porque ya lo ha hecho el vendedor. En estos
supuestos, que paga el transporte es como si entregara la mercancía. Por eso, en estos
supuestos, el vendedor paga el transporte y el lugar de entrega es el domicilio del comprador;
es decir, el transportista es como una extensión de quien lo contrata. Si el vendedor está
pagando al transportista, mientras éste transporta la mercancía, se entiende que sigue en
manos del vendedor todavía. Si el camión se accidenta, y las mercancías perecen, siguen en
manos del vendedor.
 A porte debido: es el comprador el que paga al transportista, de tal manera que es el
comprador el que lo envía, como si fuera él quien va al domicilio del vendedor las mercancías.
Se entienden entregadas en el domicilio del vendedor. Si en el trayecto, las mercancías
perecen, ya están en manos del comprador.
Esta explicación se debe a una interpretación jurisprudencial, por parte del TS. De esta manera, ha
sido la jurisprudencia la que ha determinada cuál es el punto de entrega cuando no se ha pactado, y
cómo se desarrollan las compraventas a distancia en las que media un transportista.
- En cuanto a la documentación de la entrega, es un elemento probatorio de que el vendedor ha
cumplido con esa obligación. Aquí tenemos el famoso “albarán de entrega”, que es un documento
que trae información necesaria a los efectos que nos interesan, ay que es un documento donde
consta el lugar y hora en el que la mercancía se ha puesto a disposición del comprador. Es decir, bien
sea el vendedor el que entrega la mercancía o un transportista, siempre dará al receptor de esa
mercancía, un albarán y, con la firma del comprador, lo que está ocurriendo es que el comprador
declara que lo que figura en ese albarán es correcto. De esta manera, la firma del adquirente, es una
declaración de que esa mercancía se ha recibido.
2.2. EL SANEAMIENTO: es una obligación cuyos efectos se producen cuando el comprador
tiene ya en su poder las mercancías. Es una obligación de garantía. A diferencia del CC, el CCom le da
a la obligación de saneamiento, una obligación más detallada. El saneamiento tiene dos modalidades:
- Saneamiento por evicción: la evicción supone que el vendedor responde frente al comprador de la
posesión legal y pacífica de la cosa. Es decir, aparece un tercer interesado, de tal manera que el
vendedor se obliga a garantizar una posesión pacifica de la cosa. Para que entre en juego la evicción,
tiene que ocurrir que al comprador se le prive de la cosa porque un tercero tenga un mejor derecho
y, además, ese derecho está reconocido en sentencia firme. En el CCom apenas presenta problemas,
como sí puede ocurrir en el ámbito civil, ya que el art. 85 CCom dispone que, en el ámbito de los
comerciantes, cuando se compran las mercancías se produce lo que se llama la prescripción
inmediata, es decir, se le está dando al adquirente una protección casi absoluta. Es decir, el
saneamiento por evicción en la compraventa mercantil, prácticamente no tiene cabida, porque este
art. 85 CCom ya da esa protección al adquirente.
Por razones prácticas, la evicción suele quedar rechaza en el contrato, porque se puede pactar que
le vendedor no asuma esa obligación de evicción. Por tanto, es una obligación del vendedor que, en
este contrato, es prácticamente inoperativa.

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- Saneamiento por vicios o defectos que tengan los enseres adquiridos: el CCom contempla una
regulación más desarrollada, fundamentalmente porque, el CCom tiene una mira más amplia que el
CC. En este sentido, el CCom establece una regulación tanto para vicio o defectos ocultos, como para
vicios o defectos externos. Recibidas las mercancías y tomadas a posesión pro el adquirente, se
contempla, en primer lugar, una regulación de esos vicios o defectos:
a) Vicos o defectos externos: tiene una naturaleza visible a simple vista, normalmente. De esta
manera, son aquellos que podemos percibir a simple vista y, por tanto, son más fácilmente
apreciables. En este sentido, el legislador aplica una consecuencia lógica: si el vicio es externo o
manifiesto, los plazos para reclamar van a ser más breve. El art. 336 CCom recoge dos ideas:
El legislador, por vico externo, hace referencia cualquier inconformidad sobre la cantidad o calidad
de las mercancías. Esto es incompleto porque la cantidad no parece un vicio o defecto de la cosa.
Esto no quiere decir que, si no es un vicio de calidad o de cantidad no se pueda reclamar, ya que hay
otros vicios que pueden ser externos (un pallet de ladrillos, en el que muchos ladrillos vienen rotos).
De esta manera, en sentido amplio, todo aquel vicio o defecto que pueda ser apreciado de manera
externa, la regla general es que la comprobación debe ser inmediata. Por eso, el art. 336.1 CCom
establece un plazo inmediato que es al tiempo de recibir las mercancías: se comprueba que las
mercancías están bien y, a partir de esa comprobación, ya el comprador no puede reclamar.
también nos podemos encontrar con otro supuesto en el que es complicado observar vicios o
defectos externos de una cosa. Nos referimos a aquellos supuestos en los que las mercancías vienen
embaladas o precintadas. En estos supuestos, el legislador establece que el comprador podrá
accionar contra el vendedor en un plazo de 4 días, contados desde el día siguiente al de la recepción
de la mercancía. Este plazo de 4 días, la AP de Salamanca señala que es un plazo de caducidad, y no
puede ser interrumpido de ninguna manera.
Los efectos, en caso de observar algún vicio o defecto externo, tanto al tiempo de recibir las
mercancías, como en ese plazo de 4 días, son, según el art. 336.3 CCom: en estos casos, puede optar
por la rescisión del contrato o por su cumplimiento con arreglo a lo convenido, pero siempre con la
indemnización de los perjuicios que se le hubieren causado por los defectos o faltas. La indemnización
se calculará en función del perjuicio causado por el vicio que presentaban las mercancías.
b) En materia de vicios o defectos ocultos, éstos no son apreciables a simple vista y, por tanto, es más
complicado percatarse de ellos. El CCom los trata con la consideración que entiende que merecen: el
plazo va a ser más extenso. De esta manera, este tipo de vicios internos u ocultos tiene un plazo de
reclamación de 30 días desde la recepción de las mercancías, que no es extraordinariamente
exagerado, pero tiene su razón de ser en que, si el que compra, compra para revender, lo lógico es
pensar que no debería tener en su poder muchos tiempo las mercancías. Normalmente, el que
compra para revender, lo hace en función de previsiones que ha hecho y, por eso, es previsible que
de salida a esas mercancías casi de manera inmediata. También es un plazo de caducidad, según la
jurisprudencia del TS.
¿Qué efectos produce el vicio o defecto oculto? Habrá que ir al CC, que dispone que el comprador
tiene dos opciones, según el vendedor haya actuado de buena o de mala fe, ay que, si el vendedor
actúa de buena fe, esos vicios son ocultos tanto para el comprador como para el vendedor. Ahora

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bien, si son ocultos y el vendedor sabe que están ahí, el problema es más grave y, el CC, en este
sentido, da ese plus de gravedad, de tal manera que:

 Si hay buena fe por parte del vendedor, el comprador puede optar entre desistir del contrato,
o bien, mantenerlo vigente con una rebaja proporcional del precio, o abonando los gastos en
los que, en su caso, hubiera incurrido.
 Si hay mala fe por el vendedor, se aplica lo mismo que en el caso de la buena fe, pero, además,
una indemnización que será establecida por el juez, en función de las condiciones en las que
se haya observado esa mala fe.

3. Obligaciones del comprador.


3.1. PAGO DEL PRECIO: es el cumplimiento de la obligación principal del comprador. El art. 339
CCom dispone que el comprador deberá pagar el precio al contado o en los plazos convenidos con el
vendedor. Pero, ¿cuál es ese plazo? El del art. 62 CCom, que es un plazo de 10 días, porque es el más
beneficioso. El régimen dispuesto en el art. 339 CCom para la compraventa es más beneficioso para
el acreedor. El pago debe producirse tras la puesta a disposición de la mercancía (concretamente,
desde la conformidad del comprador durante su recepción), salvo que las partes hayan convenido
aplazar el pago.
3.2. RECEPCIÓN DE LA MERCANCÍA: el comprador tiene el deber de recibir la mercancía que se
le ha entregado. Es una obligación de colaboración. Si, llegado el día y el lugar y la hora convenida, el
vendedor tiene a disposición las mercancías para que el comprador se las lleve, y éste no aparece: el
vendedor ha cumplido, pero, puede ocurrir, que el comprador se presente y diga que no se lleva esa
mercancía (la rehúsa injustificadamente). El rehúso injustificado produce una serie de efector a la luz
del art. 332 CCom: si el comprador rehusare sin justa causa el recibo de los efectos comprados podrá
el vendedor pedir el cumplimiento o rescisión del contrato, depositando judicialmente en el primer
caso las mercaderías.
Es decir, para evitar la mora del comprador, el vendedor acredita que ha cumplido, judicialmente
estableciendo el depósito de los enseres ante un testigo (juez), para que quede que hay un rehúso
injustificado y, en su caso, hacer constar la mora. Aunque, normalmente, no es necesario llegar a
estos extremos: el vendedor quiere que se le pague, pero, si el comprador no colabora, necesita el
auxilio judicial. a través de es auxilio judicial se d constancia de que el vendedor ha cumplido con su
obligación, y reclama por vía judicial el pago. Si el contrato se resuelve, hay que pagar una
indemnización porque, si el rehúso es injustificado, se está generando un daño al vendedor.

4. La transmisión del riesgo en la compraventa mercantil.


Siempre ha sido una de las cuestiones que más problemas ha planteado en la práctica. El riesgo en la
compraventa se trata de una posible situación que puede devenir por una circunstancia inesperada
y que provoca la destrucción o el deterioro de la mercancía. Es un supuesto donde se formaliza un
contrato de compraventa, se despliega una obligación de entrega e intercambio de bienes por el pago
del precio, pero, lo que ocurre es que, en el iter que transcurre desde la perfección del contrato,
hasta la entrega de la mercancía se produce la destrucción de ese objeto del contrato.

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De esta manera, aquí la cuestión que procede resolver es que se devenga una obligación para las
partes, pero, esa obligación se acaba de activar y resulta que no s encontramos con un problema, y
es que la mercancía se ha destruido, pero, como tenemos un contrato vigente, ¿quién va a soportar
esa pérdida? Esta circunstancia ha presentado especial interés, tanto en la jurisprudencia, como en l
doctrina, por la incidencia práctica que tiene. Resolver este problema implica, en primer lugar, que,
tal y como apunta el sentido común, podemos decir que estamos hablando de un supuesto donde la
destrucción de la mercancía se produce de manera fortuita, sin culpa de ninguna de las partes.
porque, si el vendedor, dolosamente, destruye la mercancía, esa circunstancia no queda amparada
por la regla general de transmisión del riesgo.
Por tanto, nos referimos ala perdida fortuita del objeto del contrato, sin culpa de las partes.
Generalmente, los problemas de la transmisión del riesgo se producen en contratos donde suele
mediar, bien un lapso de tiempo, o bien una distancia. Si el comprador acude al almacén del vendedor
a por la mercancía, se la lleva y, de camino a su casa, la mercancía se destruye, es responsabilidad del
comprador.
Aquí, en el ámbito civil y mercantil, la transmisión del riesgo tiene un tratamiento distinto.

 En el ámbito civil, se aplica el sistema romano, que viene a decir que, desde la misma
perfección del contrato, el comprador asume ese riesgo. Desde la firma del contrato, quien
sea el comprador va a asumir desde ese mismo instante, el riesgo de la pérdida (el comprador
estaría obligado a pagar el precio igualmente).
 En el ámbito mercantil, la transmisión del riesgo está regulada de manera más clara,
fundamentalmente, porque en el trafico mercantil, estas cuestiones, como se producen con
mayor frecuencia porque el tráfico de mercancías es multitudinario, para esto nuestro CCom
tiene una regulación. Los arts. 331, 333 y 334 CCom son los que ha y que tener en cuenta.
El art. 331 CCom dispone que la pérdida o deterioro de los efectos antes de entrega, por accidente
imprevisto o sin culpa del vendedor, da derecho al comprador a rescindir el contrato. Este precepto
está hablando en supuestos de compraventa de cosa específica, es decir, mercancías que están
previamente individualizadas. Viene a decir que el riesgo se soporta de una manera más equilibrada
que en el contrato de compraventa: mientras en la compraventa civil, el riesgo lo asume el comprador
desde la perfección del contrato, en la compraventa mercantil, el riesgo lo asume el vendedor. Es
decir, si la mercancía perece antes de su entrega al comprador, éste no está obligado a pagar el precio
y esa pérdida la va a soportar el vendedor. Por tanto, en la compraventa mercantil, el riesgo se
transmite al comprador con la entrega, no con la perfección del contrato; es decir, se transmite en la
puesta a disposición de la mercancía en el punto y el tiempo convenido.
Puestas a disposición las mercancías, es el comprador el que debe colaborar para recibir esas
mercancías. Así, si el vendedor pone a disposición las mercancías en el lugar y el tiempo convenido
y, como consecuencia de un retraso del comprador, la mercancía se destruye, el riesgo lo asume el
comprador, porque el vendedor ya la había puesto a disposición. No obstante, se puede pactar en el
contrato, que el vendedor va a asumir una garantía adicional para que las mercancías estén en
posesión del comprador, pero esto no es habitual.
Esta es la regla general. Ahora bien, el art. 334 CCom señala que los daños y menoscabos que sufran
las mercaderías, aun por caso fortuito, serán de cuenta del vendedor en algunos casos. Es un poco

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confuso, porque da la sensación de que pretende dar excepciones a la regla general, sino que son
consecuencias lógicas de los siguientes supuestos:
- Si la venta se hubiere hecho por número, peso o medida, o la cosa vendida no fuere cierta y
determinada, con marcas y señales que la identifiquen. Es decir, cuando la compraventa se hace
sobre cosa genérica no determinada, lo que viene a ocurrir es que, cuando adquirimos una cosa
especifica, el vendedor solo puede cumplir entregando esa mercancía y no otra, de tal manera que,
si esa mercancía se destruye, no es posible cumplir el contrato. Por eso, si la mercancía se destruye
antes de la entrega, el vendedor no puede cumplir porque es una cosa específica ya el comparador
tiene derecho a rescindir el contrato.
Pero, el art. 334 CCom señala que, si la cosa genérica perece, se aplica de que el género nunca perece
(por ejemplo, la harina: si se destruyen los 20 kilos que yo había encargado, el vendedor puede darme
otros 20 kilos distintos). Aquí no se puede rescindir el contrato, porque es una cosa genérica y el
vendedor puede sustituirla por otra. El art. 334 CCom lo que nos quiere decir es que, realmente, en
este caso, la transmisión del riesgo se va a producir también en el mismo momento de la entrega,
peor, si la mercancía se destruye antes de la entrega, el comprador no tiene ese derecho a resolver
el contrato porque la mercancía es genérica. El contrato se puede seguir cumpliendo, sigue vigente,
y, se puede entregar la misma cantidad del mismo género.
Ahora bien, ¿cómo distinguimos cosa genérica de cosa específica? Hay cosa específica, por ejemplo,
cuando compramos una cosa que es originalmente genérica, pero el comprador la especifica. O,
también, cuando vamos al concesionario y elegimos un coche concreto. En cambio, es genérica, por
ejemplo, cuando yo llamo al vendedor y le encargo 20 kilos de harina.
- Si, por pacto expreso o por uso del comercio, atendida la naturaleza de la cosa vendida, tuviere el
comprador la facultad de reconocerla y examinarla previamente. Son casos en los que el contrato
todavía no se ha perfeccionado, por lo que, realmente, no hay una transmisión del riesgo.
- Si el contrato tuviere la condición de no hacer la entrega hasta que la cosa vendida adquiera las
condiciones estipuladas. Es una compraventa sujeta a condición suspensiva, es decir, el contrato
desplegará efectos si la cosa adquiere las condiciones que tiene que tener. Por ejemplo, fimo un
contrato con el agricultor y le digo que, sobre esa cosecha que acaba de plantar, el contrato solo
surtirá efectos cuando las semillas de patata broten. De esta manera, si al señor se le incendian los
terrenos mientras la patata está brotando, no se suspende el contrato porque está sujeto a una
condición suspensiva que no ha tenido lugar.

En cuanto a la mercancía en transporte, hay que trasladar la trasmisión del riesgo a una compraventa
realizada mediante transporte:

 A porte pagado: el vendedor ha pagado el transporte. Cuando llega el transportista al punto


de destino de entrega de las mercancías, la entrega es el domicilio del comprador y cualquier
infortunio que ocurra durante el transporte, va a ser responsabilidad del vendedor, porque
es él el que paga el transporte.
 A porte debido: supongamos que el comprador paga el transporte, con independencia de que
sea el vendedor el que haya contratado al transportista (lo importante es quien pague, no

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CONTRATACIÓN MERCANTIL, TÍTULOS, VALORES Y VALORES NEGOCIABLES

quien contrate). Aquí la mercancía se entiende entregada en el lugar en el que el transportista


deje la mercancía al comprador. A partir de ese momento, es riesgo de comprador desde que
el transportista recoge las mercancías del almacén del vendedor. Es decir, que, a partir de ese
momento, si la mercancía se estropea durante la carga, el transporte o la descarga, es
responsabilidad del comprador.

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