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TRIBUTARIO
(JOSE MARIA LAGO MONTERO)
3º GRADO
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PARTE I
DERECHO
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FINANCIERO.
PRINCIPIOS,
PODER Y
FUENTES
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TEMA 1
EL DERECHO FINANCIERO
MIRAR LAS ORDENANZAS FISCALES.
El Derecho Financiero es una disciplina jurídica que tiene por objeto aquel sector del
ordenamiento jurídico que regula la constitución y gestión de la Hacienda Pública; esto es, la
actividad financiera. En otras palabras, es el Derecho regulador de la actividad financiera de los
entes públicos (obtención de ingresos públicos y realización de gastos públicos).
- En sentido subjetivo: se identifica con el propio Estado, con los propios entes públicos
titulares de esos derechos y esas obligaciones.
Por lo tanto, la actividad financiera es nuestro punto de referencia y se caracteriza por una serie
de notas:
2) Política: en el sentido de que las grandes decisiones que afectan a los ingresos públicos y los
gastos públicos son decisiones de carácter político.
3) Económica.
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5) Jurídica: es una actividad disciplinada por normas.
Al analizar la actividad financiera realizada por una determinada entidad pública, hay que prestar
especial atención tanto a lo que es la Hacienda Pública, como a los procedimientos a través de los
cuales se desarrolla.
Desde el punto de vista estático, hay que definir qué es la Hacienda Pública, lo cual lo hace, con
relación a la Hacienda Pública estatal, el art. 5.1 de la Ley General Presupuestaria, al definirla
como el conjunto de derechos y obligaciones de contenido económico cuya titularidad
corresponde al Estado y a sus organismos autónomos. El concepto puede generalizarse y aplicarse
a las Comunidades Autónomas, a las Entidades Locales y, en general, a todas las entidades
públicas. Los derechos económicos pueden ser de naturaleza pública, que derivan del ejercicio de
potestades administrativas (es el caso de los tributos o de las cotizaciones obligatorias a la
Seguridad Social) o de naturaleza privada, cuya efectividad se lleva a cabo con sujeción a las
normas y procedimientos de derecho privado (caso de los ingresos que percibe la Administración
por la titularidad de unas acciones).
Junto a esos derechos, existen obligaciones de contenido económico, de las que es responsable la
Hacienda Pública, obligaciones que la convierten en deudora, y que tienen su fuente en la Ley, en
negocios jurídicos o en aquellos actos o hechos que, según el derecho, las generen. Al Derecho
Financiero le interesa en este punto analizar el ordenamiento jurídico aplicable a las obligaciones
imputables a una determinada Hacienda Pública. Es decir, existen aspectos cuya ordenación
jurídica no forma parte del ordenamiento financiero, sino que se adscriben a otros sectores del
ordenamiento, fundamentalmente al Derecho Administrativo (por ejemplo, en el régimen
aplicable a los contratos del Estado o en los casos en que el Estado contrate con un tercero la
prestación de servicios personales).
Desde un punto de vista dinámico, hay que analizar los procedimientos a través de los cuales
se gestiona la Hacienda Pública. Esto es, el conjunto de procedimientos mediante los que los
derechos y las obligaciones de contenido económico se convierten, respectivamente, en ingresos
y gastos.
Por lo que respecta a los ingresos, habrá que analizar el ordenamiento jurídico a través del cual
se posibilita la obtención de aquellos.
Por lo que respecta a los gastos, el Derecho Financiero deberá analizar las normas a través de las
cuales los ingresos públicos se destinan de forma efectiva a la financiación de las necesidades
públicas. En este punto, el Presupuesto adquiere un significa esencial.
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Por otro lado, los principios del Derecho Administrativo se aplican tal cual al Derecho
Financiero. El Derecho Administrativo es el Derecho común del Derecho público y el Derecho
Financiero es un derecho especial dentro del Derecho público, de manera que aunque tenga sus
normas propias, cuando haya remisiones, lagunas o cuestiones imprevistas, se aplican las normas
administrativas. Además, la jurisdicción contencioso-administrativa es común.
También hay vinculación con el Derecho Procesal porque cuando hay conflictos en la aplicación
de las normas y dicho conflicto se judicializa, hay que acudir al orden jurisdiccional pertinente
previsto en la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa.
Ahora bien, que sea una disciplina de Derecho Público no quiere decir que no tenga relación con
el Derecho Privado, sino todo lo contrario. Los hechos, actos y negocios contemplados por el
Derecho Financiero a través de impuestos, tasas, subvenciones, presupuestos… son hechos, actos
y negocios originariamente civiles o mercantiles, son contratos, disposiciones de última voluntad,
etc. Luego, la conexión del Derecho Financiero con el Derecho Privado es total.
Hay una parte del Derecho Mercantil que tiene una importancia cierta para con el Derecho
Financiero que son las normas reguladoras de la contabilidad de las empresas, las cuales son
importantes tanto desde el punto de vista mercantil como desde el punto de vista fiscal. El Derecho
Mercantil obliga a las empresas a llevar a cabo una contabilidad a las empresas, lo cual es
importante tanto para la empresa como para los terceros, estando dentro de estos terceros la propia
Hacienda Pública, que quiere saber cuál es la situación económico financiera de las empresas. De
esta forma, la contabilidad es la clave del impuesto de sociedades que grava los beneficios de las
empresas y eso se determina principalmente mediante la aplicación de normas contables.
El Derecho Fiscal también tiene relación con el Derecho Penal, dado que el Código Penal recoge
una serie de sanciones para cuando la infracción pasa unos niveles de gravedad, dejando de ser
una infracción administrativa a ser un delito. Son los arts. 305 a 310 CP los que recogen los delitos
contra la Hacienda Pública.
Por lo que respecta al Derecho Internacional Público, al ser este el Derecho de las
Organizaciones Internacionales, también está relacionado con el Derecho Fiscal. Pero se ha
perdido poder en determinadas materias, dado que la pertenencia de España a la UE supone una
cesión de soberanía a las instituciones de la UE que pasan a ser la autoridad competente en
materias fiscales tales como los impuestos aduaneros, los impuestos comunitarios, el impuesto
sobre el valor añadido, los impuestos especiales, etc. Por otro lado, el Estado también celebra
Tratados internacionales con terceros Estados y para evitar que esos negocios sean sometidos a
impuestos en ambos países, se firman Tratados de doble imposición que indican cómo gravar en
cada caso las actuaciones correspondientes. Cabe destacar sobre todo los Tratados firmados por
España en temas de información tributaria y lucha contra el fraude fiscal.
La actividad financiera está dotada de una naturaleza compleja, toda vez que presentando un
aspecto sustancialmente político, presenta, también aspectos fundamentales de naturaleza
distinta: jurídica, económica, sociológica, etc.
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Atendida tal complejidad, cabe preguntarse si la actividad financiera puede ser asumida como
objeto de conocimiento por una sola ciencia (ciencia de la Hacienda) o si, por el contrario, cada
uno de los aspectos que presenta la actividad financiera debe ser asumido como objeto de
conocimiento por ciencias distintas.
La respuesta generalizada que hoy se da a este interrogante es clara: cada uno de los aspectos que
presenta la actividad financiera debe ser asumido como objeto de conocimiento por ciencias
distintas. Por una razón esencial: un principio metodológico básico exige que el objeto de
conocimiento de cualquier ciencia esté dotado de una clara homogeneidad.
El art. 31 CE, al establecer la exigencia de principios de justicia en los dos campos de la actividad
financiera, ha robustecido sensiblemente esta imagen de la unidad y complementariedad de
ingresos y gastos.
En conclusión, existe un engarce constitucional entre ingresos y gastos públicos, de forma que
los principios de justicia aplicables en sus respectivos ámbitos sólo alcanzarán su verdadera
dimensión cuando se integren, en una visión globalizadora, como principios de justicia financiera.
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3.2. Desarrollo histórico de la actividad financiera
La actividad financiera ha existido siempre, allá donde ha habido una comunidad humana con
actividades de conjunto, por tanto, hablar del principio de la actividad financiera es hablar del
principio de la vida en comunidad en cualquiera de sus formas. Ahora bien, la actividad financiera
no siempre ha presentado la misma fisonomía con que aparece en los momentos actuales, sino
que su importancia se ha ido acentuando a medida que el Estado ha ido asumiendo, cada vez con
mayor intensidad, objetivos en los distintos ámbitos de la realidad social.
Ya en Roma existía actividad financiera con existencia de impuestos y de gastos públicos que los
impuestos tenían que satisfacer.
Pero el tributo exigido por una asamblea legislativa es un fenómeno que se fija en la Edad Media.
Algunos autores lo fijan en el Reino de León. En esta época, el Rey convocaba a las Cortes para
solicitar la aprobación de la prestación del dinero necesario para una determinada actividad.
Ahora bien, tanto en la Antigüedad como en la Edad Media nos encontramos con una actividad
financiera de escasa entidad, lo cual es el claro reflejo de la parquedad de cometidos asumidos
como fines públicos por las organizaciones públicas territoriales vigentes en aquel momento. Los
poderes públicos se ocupaban esencialmente en las tareas bélicas, mostrándose ajenos al
cumplimiento de labores de asistencia sanitaria, docente, etc., que, por lo general, son realizadas
por otras entidades, como las Órdenes religiosas. Ello justifica la ausencia de una actividad
financiera estable y explica que sólo con ocasión de acontecimientos singulares se realizaran
gastos públicos y se exigiera su financiación mediante detracciones coactivas de ingresos.
Es a partir del s. XV, con el Renacimiento, cuando el Estado se consolida como maquinaria
administrativa de carácter permanente. Surge el Estado moderno, y con él va a surgir también una
actividad financiera, que deja de ser espasmódica e intermitente para gozar de una cierta
continuidad.
En esta época se consolida la burocracia, el Estado parecido a como lo conocemos hoy, así como
el ejército. Ambos son un gasto permanente que hay que financiar y que necesitan de un dinero
obtenido de manera fluida y no circunstancial. El Renacimiento, por tanto, trae consigo la
estabilización de los impuestos dentro de las instituciones públicas como una figura habitual.
También en España se produce el mismo fenómeno, si bien adopta unas características peculiares,
puesto que, pese a la unión política conseguida en época de los Reyes Católicos, subsisten en los
distintos territorios diversos sistemas fiscales, hasta que en 1845 la reforma de Alejando Mon y
Ramón de Santillán establece las bases para la aplicación de ciertos tributos en todo el territorio
nacional, sin perjuicio de la subsistencia de ciertas singularidades.
La aparición del Estado moderno, si bien representa la existencia de una actividad financiera
permanente, no supone que la misma tenga una gran importancia, ni que se generalice la
convicción de que los ciudadanos deben contribuir al sostenimiento de los gastos públicos en
proporción a su capacidad económica. Las necesidades financieras son consideradas como algo
ajeno a los súbditos, que el Estado debe resolver con su propio patrimonio o recurriendo a
préstamos. El Estado no ha asumido funciones (enseñanza o sanidad, por ejemplo) cuya
importancia contribuya a generalizar la convicción de que las necesidades que satisface con una
“exigencia común”, a cuya financiación debe concurrir los particulares.
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Otro paso importante en la evolución del tributo y el Derecho Tributario fue la Revolución
francesa y el Estado libertad, los cuales hacen que se vaya gestando un Estado más atento a las
necesidades del individuo; un Estado todavía no prestacional en el sentido actual, pero sí un
Estado con algunas funciones públicas que aumenta progresivamente su presupuesto y con ello
también su necesidad de financiación. A medida que aumenta su necesidad de financiación
aumenta también el papel de los impuestos. Pero ni siquiera aquí se consolida una actividad
financiera que vaya más allá de los gastos ocasionados por acontecimientos bélicos, aunque ya se
van ejerciendo labores en los campos de la enseñanza, de la sanidad y demás funciones
asistenciales o benéficas.
Cuando se produce el crecimiento de una manera importante de las relaciones jurídico financieras
y de los impuestos es en el s. XX, a partir de 1919 con motivo de la crisis subsiguiente a la primera
guerra mundial y con mayor intensidad a partir de la gran crisis económica de 1929. Aquí el
Estado asume funciones sociales, prestacionales, interviniendo en la economía… y esa presencia
creciente significa que la actividad financiera adquiere la fisonomía propia del Estado
intervencionista, con una presencia de la Hacienda Pública y del Derecho que la regula en la vida
social.
El Derecho Financiero tiene por objeto leyes, potestades, competencias, derechos, deberes,
relaciones jurídicas entre la Administración y los administrados y entre las Administraciones
públicas entre sí, etc.
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TEMA 2
LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
FINANCIEROS
1. Valor normativo de los principios constitucionales.
Los principios constitucionales son elementos básicos del ordenamiento financiero y ejes sobre
los que se asientan los distintos institutos financieros. El valor normativo y vinculante de tales
principios y su aplicabilidad por los Tribunales de Justicia (y muy especialmente por el Tribunal
Constitucional) constituyen las dos grandes innovaciones introducidas en esta materia por la
vigente Constitución.
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1.1. La Constitución tiene valor normativo inmediato y directo.
El texto constitucional es la norma suprema del ordenamiento jurídico, y, a su vez, forma parte
de ese ordenamiento jurídico. Según el art. 9 CE, “los ciudadanos y los poderes públicos están
sujeto s la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico”. Ello significa que, además de que
debe ser cumplida por los ciudadanos, también el poder ejecutivo, legislativo y judicial resultan
vinculados por sus disposiciones.
Todas las disposiciones constitucionales tienen un claro contenido normativo que los poderes
públicos no pueden desconocer, aunque ello no significa que todas ellas tengan el mismo alcance.
Por ejemplo, los considerados “derechos fundamentales” (art. 15 a 29 CE) necesitan de Ley
orgánica para su desarrollo directo que deberá respetar su contenido esencial, y, además, la
protección judicial que se les puede brindar también es distinta, pues ante la presunta lesión de
los recogidos en el art. 14 y la Sección Primera del Capítulo II puede interponerse recurso de
amparo ante el TC.
Por otro lado, hay que tener en cuenta también los arts. 39 a 52 CE que recogen los principios
rectores de la política económica y social y son principios que informan a la legislación y vinculan
a todos los poderes públicos en cuanto a los resultados a alcanzar. Son en definitiva artículos que
legitiman la adopción de normas tributarias en un sentido u otro.
Ese valor normativo que tiene la CE se predica también del deber de contribuir proclamado en
el art. 31 CE (incluido en la Sección Segunda del Capítulo II “de los deberes y derechos de los
ciudadanos”) que es el precepto esencial y alcanza de lleno a los principios específicos del
ordenamiento financiero que dicho precepto constitucionaliza.
Artículo 31 CE.
“1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo
con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado
en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá
alcance confiscatorio.
2. El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos
públicos, y su programación y ejecución responderán a los criterios de
eficiencia y economía.
3. Sólo podrán establecerse prestaciones personales o patrimoniales de
carácter público con arreglo a la Ley.”
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El propio TC postula una interpretación unitaria y conjunta de las disposiciones constitucionales,
de forma que en algún supuesto puede admitirse una cierta restricción en alguno de ellos, siempre
y cuando tal restricción vaya encaminada al potenciamiento de otros derechos, bienes o intereses
constitucionalmente protegidos, y guarden la adecuada proporcionalidad con la naturaleza del
proceso y la finalidad perseguida.
Cualquier violación de los referidos principios del art. 31 CE podrá motivar la interposición de
un recurso o cuestión de inconstitucionalidad ante el TC contra las leyes y disposiciones
normativas con fuera de ley, de acuerdo con lo dispuesto por los arts. 53.1, 161.1.a) y 163 CE.
1.2. La importancia decisiva de las Sentencias del TC en el complejo de las fuentes del
Derecho. Su relación con el poder legislativo.
Ahora bien, sus pronunciamientos deben ser tenidos en cuenta no sólo por todos los jueces, sino
también por el propio órgano legislativo en el momento de elaborar y aprobar las leyes.
Por eso, el propio TC destaca que, aunque el legislador goza de un amplio margen de libertad en
la configuración de los tributos, no le corresponde al Tribunal enjuiciar si las soluciones adoptadas
en la ley son las más correctas técnicamente, aunque sí está facultado para determinar si en el
régimen legal del tributo el legislador ha vulnerado un determinado principio constitucional (STC
96/2002, de 25 de abril).
Cuando el TC declara inconstitucional una norma, si tuviera efectos ex tunc, esa norma sería nula
desde que se aprobó (efectos retroactivos) así como todos los actos administrativos dictados en
virtud de esa norma y el dinero recaudado a esos efectos habría que devolvérselo a los interesados
con sus respectivos intereses. Esta es la doctrina del Derecho Romano, pero es una doctrina con
unas consecuencias para la Hacienda Pública tremendas. En cambio, si los efectos son ex nunc,
la norma es nula pero no con efectos retroactivos sino desde el momento en que se publica la
sentencia (eficacia prospectiva), no pudiéndose dictar actos administrativos en ese sentido, pero
los ya firmes (no pendientes de pronunciamiento administrativo) seguirán siendo válidos.
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aplicable al caso que están juzgando, y de cuya validez dependa el fallo, o, lo que es lo mismo,
prohíbe a dichos Tribunales formular una declaración de inconstitucionalidad de una norma con
rango de Ley.
No obstante, los Jueces ordinarios, cuando entiendan que concurre tal circunstancia, deben
declarar la inconstitucionalidad de normas con rango inferior a la ley, incluidos los Decretos
Legislativos, siempre que no estén amparados por la Ley delegante.
También los Tribunales de Justicia ordinarios están facultados para emitir un juicio de
constitucionalidad positiva, cuando la Ley que deba aplicarse al caso haya sido tachada de
inconstitucional y el Tribunal entienda que, por el contrario, se ajusta perfectamente a la norma
suprema.
El art. 31.1 CE “conecta el citado deber de contribuir con el criterio de la capacidad económica,
y lo relaciona, a su vez, claramente, no con cualquier figura tributaria en particular, sino con el
conjunto del sistema tributario”.
Es reiterada la doctrina del TC sobre la conexión del principio de capacidad económica con el
deber de contribuir establecido en el art. 31 CE, relacionando dicho principio” no con cualquier
figura tributaria en particular, sino con el conjunto del sistema”, principio que “debe inspirar el
sistema tributario en su conjunto”, principio que opera “como criterio inspirador del sistema
tributario” o “principio ordenador de dicho sistema”.
Principios materiales: principios que alertan sobre el contenido sustantivo que debe tener
una determinada materia. Son los principios de generalidad, igualdad, progresividad, no
confiscatoriedad, capacidad económica y eficiencia y economía en la programación y
ejecución del gasto público.
Principios formales: que se limitan a establecer los cauces formales que debe seguir la
regulación de la materia en cuestión. El principio formal por excelencia es el principio de
reserva de ley.
2. El principio de generalidad.
Dispone el art. 31 Ce que “todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo
con su capacidad económica mediante un sistema tributario […]”. En el mismo sentido, el art.
3.1 LGT previene que “la ordenación del sistema tributario se basa en la capacidad económica
de las personas obligadas a satisfacer los tributos y en los principios de justicia, generalidad,
igualdad, progresividad (el sistema tiene que incorporar sacrificios más que proporcionales a
medida que crece su riqueza), equitativa distribución de la carga tributaria y no
confiscatoriedad”.
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Este llamamiento para contribuir a los gastos públicos es general para todas las personas físicas y
jurídicas, nacionales o extranjeros, sin discriminación alguna y no admite exclusiones. Así, el
“todos” del art. 31 CE impide privilegios, exenciones o dispensas arbitrarias y es que nadie con
riqueza económica puede dejar de contribuir. Por esto este llamamiento a la generalidad impide
discriminaciones infundadas y sin amparo en alguna norma constitucional.
En este punto, son tantos los objetivos legítimos de política económica que se dice al sistema
tributario que puede promover que la atención a todos esos objetivos choca con el principio de
generalidad y es que muchas veces se articulan normas tributarias que plantean dudas sobre si
respetan o no el principio de generalidad ya que normalmente estas normas hacen referencia a
una menor contribución.
Pero es el propio art. 2.1 LGT el que señala que los tributos, además de ser medios para recaudar
ingresos públicos podrán servir como instrumentos de la política económica general y atender a
la realización de los principios y fines contenidos en la Constitución.
En este punto desempeñan un papel muy importante los principios rectores de la política social y
económica, regulados en el Capítulo III del Título I (arts. 39 a 52 CE). Dichos principios pueden
legitimar la concesión de beneficios tributarios, aun cuando desde el punto de vista de la
capacidad económica de los beneficiados, no esté materialmente justificada su concesión. Por
ejemplo, se establece que los poderes públicos fomentarán el pleno empleo, la salvaguarda de los
derechos de los trabajadores, el acceso a la cultura, el medio ambiente, el patrimonio histórico,
cultural y artístico, etc. y es evidente que la consecución de todos estos finen pueden aconsejar
que se habiliten los cauces precisos para su más rápida consecución y, de entre ellos, ocupa un
lugar importante la concesión de beneficios fiscales.
En conclusión, la concesión de beneficios fiscales, de los que disfrutarán solamente una parte de
los que resultan sujetos al tributo de que se trate, puede estar materialmente justificada (y se
constitucionalmente legítima), siempre que la misma sea un expediente para la consecución de
objetivos que gozan de respaldo constitucional. No podrá, en tales supuestos, hablarse de
privilegios contrarios al principio constitucional de generalidad.
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La finalidad extrafiscal y la utilización del tributo como instrumento de política económica fue
plenamente reconocida por el TC.
El principio de generalidad también ha adquirido hoy una nueva dimensión, como consecuencia
de la estructura territorial plural. Desde este punto de vista, será contrario al principio de
generalidad (y, por consiguiente, al de solidaridad) cualquier configuración normativa que
arbitrariamente dispense un tratamiento de favor a cualquiera de las CCAA.
En definitiva, la contribución a las cargas públicas y al sostenimiento de los gastos públicos debe
hacerse con criterios de generalidad, y ello no sólo en el ámbito individual, sino también en el
territorio, como expresan los arts. 138.2 y 139.1 CE.
3. El principio de igualdad.
Igualdad ante la ley: en una Sentencia de 1990, el TC sintetizó los criterios que mantiene
en relación con el principio de igualdad ante la Ley:
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Este principio tiene problemas en el día a día de la aplicación del sistema tributario porque, por
ejemplo, los controles administrativos son más fáciles de hacer en unas rentas que en otras (por
ejemplo, son difíciles de controlar los rendimientos de capital mobiliario). Por ello, la
Administración, en la aplicación del sistema tributario, encuentra dificultades mayores o menores
en las distintas riquezas y eso se traduce en unos controles desiguales y en una presión fiscal
efectiva muy distinta en según qué rentas. Muchos autores llaman a estos problemas una quiebra
entre la realidad normativa y la realidad social.
El principio de igualdad no por ello deja de ser alegado en muchas demandas, aunque estas
demandas prosperan en muy pocos casos porque es un principio que no se puede interpretar
aislado de otros.
Debe tenerse en cuenta también que el principio de igualdad, tal como aparece concebido en el
art. 31 CE, no se predica sólo del sistema tributario, sino también de los gastos públicos, al
disponer el art. 31, en su apartado segundo, que “el gasto público realizará una asignación
equitativa de los recursos públicos […]”. Así, una desigual presión fiscal sobre un determinado
sector profesional o sobre un determinado territorio, puede encontrar su justificación en una
desigual proyección del gasto público sobre ese mismo sector. Por ejemplo, una mayor presión
fiscal sobre las grandes concentraciones urbanas puede encontrar su compensación en una política
de gasto público que generosamente oriente los recursos públicos hacia esas grandes
concentraciones urbanas y viceversa.
Además, como ha indicado el TC, desde el punto de vista de la dimensión territorial, el principio
de igualdad no puede entenderse de forma tan rígida que conduzca a calificar como
inconstitucional la desigualdad que pueda derivarse del ejercicio legítimo, por parte de las CCAA,
de sus competencias en materia tributaria y financiera, sino que la igualdad debe simplemente
dentro del ámbito de aplicación de cada norma, sin hacer comparaciones entre CCAA. Y es que
la igualdad de derechos y obligaciones en su aspecto interterritorial no puede ser entendida en
términos tales que resulte incompatible con el principio de descentralización política del Estado.
Esta conclusión también puede aplicarse al ejercicio de la potestad tributaria por parte de los
municipios, ejercida en el ámbito de sus competencias para dar efectividad a los principios de
autonomía local y suficiencia financiera (arts. 140 y 142 CE).
El art. 31 CE dispone que “todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo
con su capacidad económica […]”. También el art. 3.1 LGT dispone que “la ordenación del
sistema tributario se basa en la capacidad económica de las personas obligadas a satisfacer los
tributos […]”.
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Según este principio, sólo pueden establecerse tributos cuando se produce un acto, hecho o
negocio jurídico indicativo de capacidad económica, no pudiendo establecerse carga tributaria
alguna que no responda a la existencia de tal capacidad económica. El principio de capacidad
económica actúa así como presupuesto y límite para la tributación.
De acuerdo con dicha concepción, el legislador debe configurar los distintos hechos imponibles
de los tributos de forma que todos ellos sean manifestación de una cierta capacidad económica.
El legislador establece bien unos índices directos (titularidad de un patrimonio o percepción de
una renta), bien unos índices que, indirectamente, ponen de relieve la existencia de una capacidad
económica apta para soportar cargas tributarias, como ocurre con el consumo de bienes o la
circulación y el tráfico de determinados bienes. Hay otro indicador más discutido que es la
obtención de un beneficio, de un uso de un dominio público, lo cual legitima la exigencia de tasas.
Aquí hay que tener en cuenta el principio de normalidad, según el cual el legislador, cuando
configura una determinada situación como hecho imponible, está atendiendo a un supuesto que,
normalmente, es indicativo de capacidad económica. Lo cual no quiere decir que en todos los
casos dicho supuesto sea realmente indicativo de tal capacidad económica, por lo que podrán
darse casos en que un hecho configurado como hecho imponible no sea indicativo de capacidad
económica. Puede traerse a colación una STC del año 2000 que entiende vulnerado el principio
de capacidad económica, en relación con el de igualdad, puesto que el resultado que provocaba
la generalidad de la norma aplicable era que quienes tenían menor capacidad económica
soportaban una mayor carga tributaria que los que manifestaban una capacidad superior.
En aquellos casos en que un hecho aparezca configurado como hecho imponible y, sin embargo,
no sea indicativo de capacidad económica en ese supuesto concreto, la solución deberá venir por
vía de las exenciones o bonificaciones, no por vía de la exclusión a priori de la norma general
(por ejemplo, en el caso de quien, agobiado por la necesidad, se ve obligado a vender su casa).
Lo que en ningún caso resultará admisible, según se desprende de la doctrina del TC, es la
inexistencia de capacidad económica en un tributo; es decir, que se graven rentas o riquezas
aparentes o inexistentes.
La Administración Tributaria presume en ocasiones que los ciudadanos, como regla general,
tienden a pagar menos y para ello establece presunciones de riqueza en muchos casos en los que
esta riqueza no es clara, presuponiendo que sí hay riqueza (riqueza potencial). Estas presunciones
de riqueza en las normas son admisibles, pero la ficción no es admisible en un Estado de Derecho
porque no respeta el art. 31 CE ni el art. 24 CE, situando en indefensión al contribuyente. Por
tanto, el TC ha anulado algunas normas tributarias que bajo pretexto de establecer una presunción
creaban una auténtica ficción, de ahí que señale que hay que “buscar la riqueza allí donde se
encuentre, pero no inventársela”.
Este principio juega de manera contundente en los impuestos directos sobre la renta y el
patrimonio, mientras que los impuestos indirectos son los que se aplican sobre el consumo. En el
caso de los impuestos extrafiscales (aquellos cuya función primordial no es recaudar sino
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promover una conducta o entorpecerla, por ejemplo, los impuestos ambientales que gravan la
contaminación), la exigencia del principio de capacidad económica es menos importante.
Este principio exige también proporcionalidad (a mayor riqueza, mayor gravamen) que, aunque
no esté recogida expresamente en la CE, sí está en la Ley Tributaria, siendo un principio inherente
al principio de capacidad económica.
No hay que confundir la capacidad económica con la capacidad jurídica (cualidad de los sujetos
para ser titular de derechos y obligaciones) y la capacidad de obrar (capacidad de ejercitar los
derechos y obligaciones).
También hay que distinguirla de la capacidad contributiva. Hay que tener en cuenta que se
establezca la exención del mínimo vital, entendiéndose por tal la existencia de una cantidad que
no puede ser objeto de gravamen, toda vez que la misma se encuentra afectada a la satisfacción
de las necesidades mínimas vitales de su titular. Ahí se establecería la diferencia entre existencia
de capacidad económica pero no de capacidad contributiva.
La determinación del mínimo vital dependerá de cuál sea el ideal sentido por la comunidad en
cada momento histórico. Puede abarcar desde el llamado “mínimo físico” o exención del conjunto
de bienes indispensable para mantener la vida del individuo, al “mínimo social”, que comprende
ya lo que se entiende indispensable para el tenor de vida del individuo. En definitiva, la dimensión
de este mínimo de existencia va a depender en concreto de cómo esté configurado el sistema
financiero del Estado y de cuáles sean las actividades que se desarrollan por el mismo.
Como en el resto de principios, el principio de capacidad económica debe combinarse con otros
principios tributarios (igualdad y progresividad, principios de justicia del gasto público, etc.), tal
y como ha sido puesto de relieve tanto por la doctrina como por el propio TC.
Hay que señalar, por último, que el principio de capacidad económica no se limita al ámbito del
ordenamiento de la Administración Central, sino que se proyecta con el imsmo alcance y
contenido sobre todos y cada uno de los ordenamientos propios de las entidades públicas
territoriales: Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales.
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creciendo su contribución de manera más acentuada a medida que crece su riqueza gravable. Así,
la progresividad se puede conseguir tanto con un tipo variable como con un régimen de mínimos
exentos (en este último caso, existe una primera parte de la riqueza gravable exonerada del
gravamen, lo cual es progresivo incluso aunque luego haya un tipo fijo proporcional en el sentido
de que tributan más los que más tienen de manera acentuada). El IRPF español combina las dos
cosas: tiene un mínimo exento alto y luego tiene un tipo de gravamen progresivo acentuado.
El art. 31 CE no exige que todos los impuestos sean progresivos, sino que el sistema en su
conjunto sea progresivo, para lo que basta con que los impuestos más relevantes incorporen este
principio. Así, en nuestro sistema tributario, el IRPF, el Impuesto sobre el Patrimonio y el ISD
tienen una tarifa progresiva, mientras que en el resto de impuestos no se aprecia con claridad la
progresividad más que a través de medidas concretas.
El TC dice que hay una zona de peligro en cuanto a la acción del sistema tributario progresivo
puede llegar a una confiscatoriedad prohibida cuando detrae más del 50% de la riqueza del
individuo, violándose el derecho de propiedad. Ahora bien, la legislación española no ha dado
unos parámetros para determinar cuándo estamos exactamente ante confiscatoriedad o no.
Solamente en la Ley del Impuesto sobre el Patrimonio nos encontramos una regla en su art. 31
donde se establece un límite a la cuota íntegra de este impuesto, señalando que la acción conjunta
del IP y del IRPF no podrá exceder del 60% de la base imponible del IRPF.
6. El principio de legalidad.
Desde el punto de vista normativo, el principio de legalidad es un límite no sólo para el poder
ejecutivo, sino también para el propio poder legislativo, que no puede abdicar de unas funciones
que no constituyen ejercicio discrecional, sino que le han sido atribuidas con el fin de que se
ejerzan obligatoriamente y es que se considera que esto es una garantía del resto de principios
(generalidad, igualdad, publicidad, democracia en el establecimiento de tributos, etc.).
Desde el punto de vista aplicativo, el principio de legalidad es un límite para el poder ejecutivo.
En este sentido, el principio de legalidad se denomina principio de legalidad administrativa, ya
que es un mandato a la Administración para que aplique los tributos con arreglo a la Ley. El
principio de legalidad, por lo tanto, es un instrumento de los ciudadanos para controlar a la
Administración.
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El art. 31.3 CE hace referencia que deben estar sometidas al principio de legalidad las
prestaciones patrimoniales de carácter público. Esta noción es más amplia que la de tributo,
incluyendo todas las contribuciones de dinero coactivas. Así, se incluyen:
Tributos:
─ Impuestos
─ Tasas
─ Contribuciones especiales
La doctrina moderna dice que una prestación es coactiva cuando no es libre la realización del
supuesto de hecho de la misma porque o bien su realización viene impuesta, o es imprescindible
para la vida del ciudadano, o bien se trata de un servicio público que es monopolístico en manos
de las Administraciones Públicas.
Este principio de reserva de ley resulta aplicable tanto al Estado, como las CCAA y a las CCLL
(aunque estas últimas con una matización que indicaremos más adelante).
Ahora bien, esta reserva de ley en materia tributaria tiene carácter relativo y es que no toda la
materia tributaria debe ser regulada por ley, sino sólo el establecimiento de los tributos y de
beneficios fiscales que afecten a tributos del Estado (art. 133.1 y 3 CE), entendiendo por
“establecimiento de un tributo” definir sus elementos esenciales. Los elementos esenciales de los
tributos son:
Elementos cualitativos:
─ El hecho imponible.
Elementos cuantitativos:
21
─ Base imponible.
─ Tipo de gravamen.
Ahora bien, también hay que tener en cuenta que el TC ha señalado que la reserva de ley en
materia tributaria no afecta por igual a todos los elementos integrantes del tributo, sino que el
grado de concreción exigible a la ley es máximo cuando regula los elementos cualitativos y es
menor cuando se trata de regular los elementos cuantitativos.
Además, el alcance de la reserva legal también varía según se esté ante la creación y ordenación
de impuestos o de otras figuras tributarias, existiendo una mayor flexibilidad cuando se trata de
tasas, al tratarse de contraprestaciones estrechamente unidas a los costes derivados de la
prestación de un servicio o de la realización de una actividad administrativa.
También en el ámbito de los tributos locales el principio de reserva de ley adquiere una intensidad
matizada, atendiendo al hecho de que dichas entidades no pueden aprobar leyes, sino Ordenanzas
Fiscales, que son expresión de la voluntad general de los habitantes del Municipio. Por ello,
cuando se trata de tributos locales, la exigencia de la reserva de ley de los arts. 31.3 y 133 CE hay
que analizarla en conexión con el art. 133.2 CE.
Dada esta relatividad de la reserva de ley, se admite la colaboración del Reglamento, siempre que
sea indispensable por motivos técnicos o para optimizar el cumplimiento de las finalidades
propuestas por la Constitución o por la propia Ley y siempre que la colaboración se produzca en
términos de subordinación, desarrollo y complementariedad (art. 97 CE). Además, el reglamento
estará siempre condicionado a la existencia de una ley, de forma el Gobierno no puede entrar a
regular materia tributaria con un reglamento sin que antes esté regulada mínimamente por ley esa
materia.
Debe señalarse, por último, que el principio de reserva de ley no puede aplicarse con carácter
retroactivo.
El principio de preferencia de ley supone que, cuando una materia se regule simultáneamente por
ley y por normas de rango inferior, se aplicará prioritariamente el contenido de la norma legal,
aplicándose la norma de rango inferior sólo en lo que no contravenga al precepto legal.
No debe confundirse con el principio de reserva de ley, teniendo este último rango constitucional
y suponiendo que una determinada materia financiera debe regularse obligatoriamente por ley y,
por lo tanto, para que una materia sometida a este principio dejara de estarlo sería necesario una
reforma de la Constitución. En cambio, el principio de preferencia de ley no tiene rango
constitucional, sino que se prevé en normas con rango legal ordinario, por lo que otra ley posterior
de igual rango puede operar su deslegalización y significa, sencillamente, que se prefiere la ley
en la regulación de la materia financiera.
En este sentido, aunque el art. 8 LGT se refiera a que deberán regularse en todo caso por ley todos
los puntos que en el mismo se indican. Un precepto de ley ordinaria como el art. 8 LGT no puede
establecer una reserva de ley, sino que para que el legislador esté obligado por una reserva de ley
tiene que venir establecido en la Constitución, ya que la reserva de ley es un instituto
22
constitucional. Por tanto, lo establecido en el art. 8 LGT es una pretensión exorbitante por parte
del precepto y aquí más bien sólo se da el principio de reserva de ley en los elementos esenciales
de los tributos antes indicados, mientras que en el resto de supuestos estaríamos más bien ante
una preferencia de ley. De esta forma, opera una especie de “congelación del rango”: es necesaria
una ley que “descongele el rango”, regulando mínimamente las materias del art. 8 LGT que no
sean esenciales y autorizando al reglamento a desarrollarlas. De hecho, en la práctica es así como
sucede.
En este sentido se dice que el reglamento está siempre condicionado a la existencia de una ley
anterior, de forma que el Gobierno no puede regular por vía reglamentaria sin que antes exista
una ley que regule, aunque sea mínimamente, esa materia.
El principio de seguridad jurídica está muy relacionado con el principio de legalidad. Se recoge
en el art. 9 CE y significa certeza, lo que en Derecho tributario se traduce en estabilidad normativa,
característica que no observamos en nuestro sistema tributario.
Seguridad jurídica no significa petrificación del ordenamiento, pero sí una cierta estabilidad y una
identificación de las normas tributarias. El art. 9 LGT dice a estos efectos que las leyes y
reglamentos que contengan normas tributarias tienen que indicarlo claramente, así como su
derogación y modificación. La seguridad jurídica exige también suficiente desarrollo normativo
y la no retroactividad de las disposiciones menos favorables o de las disposiciones reglamentarias
en los términos que veremos en el art. 10.2 LGT: “salvo que se disponga lo contrario, las normas
tributarias no tendrán efecto retroactivo y se aplicarán a los tributos sin período impositivo
devengados a partir de su entrada en vigor y a los demás tributos cuyo período impositivo se inicie
desde ese momento. No obstante, las normas que regulen el régimen de infracciones y sanciones
tributarias y el de los recargos tendrán efectos retroactivos respecto de los actos que no sean
firmes cuando su aplicación resulte más favorable para el interesado.”
El art. 31.2 CE dispone que “el gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos
públicos, y su programación y ejecución responderán a los criterios de eficiencia y economía”.
La incorporación a la Constitución de este precepto supone una novedad radical con relación a la
tradición constitucional española y con la historia constitucional de los Estados europeos
continentales y es que tradicionalmente no existía en el ámbito del gasto público un principio de
justicia que pudiera desempeñar un papel análogo al que, en materia de ingresos tributarios,
desempeñaba el principio de capacidad económica.
23
a quienes se encuentran en paro (art. 40 CE), carecen de Seguridad Social (art. 41 CE),
carecen de vivienda (art. 47 CE), etc.
En definitiva, se hace un llamamiento a los poderes públicos a utilizar el dinero público recaudado
con los impuestos de una manera óptima, realizando una asignación óptima de los recursos
públicos con mecanismos de gestión que respondan a criterios de eficacia y de igualdad.
TEMA 3
EL PODER FINANCIERO
1.1.Concepto
Hay que tener en cuenta que el poder financiero tiene un contenido heterogéneo como
un conjunto de competencias y potestades proyectadas sobre la actividad financiera o
sobre la Hacienda Pública. La heterogeneidad no deriva sólo de la diversidad de materias
abarcadas por las competencias financieras, sino también de la imposibilidad de
reconducir a una categoría unitaria el conglomerado de poderes, potestades, funciones y
derechos que se proyectan sobre la Hacienda Pública, y de los que son titulares los
diferentes entes públicos territoriales.
24
Si la comunidad se organiza políticamente en un Estado centralizado, la Constitución
atribuirá la titularidad del poder financiero en exclusiva al Estado.
Hoy en España el poder financiero hay que estudiarlo desde el punto de vista del Estado
descentralizado. En este sentido, los titulares del poder financiero en España son el
Estado, las Comunidades Autónomas y las corporaciones locales. Ahora bien, el poder de
cada uno de estos entes alcanza una proyección distinta. Estado y Comunidades
Autónomas tienen en común la existencia de un poder legislativo, del que carecen las
Corporaciones Locales, al tiempo que se diferencian porque el Estado no tiene más límites
que los establecidos por la Constitución, mientras que las Comunidades Autónomas
deben observar los límites establecidos por las leyes estatales.
25
Límites derivados de los principios constitucionales sobre la normación (remisión a
fuentes del derecho/principio de reserva de ley)
Todos son entes políticos de base territorial que gozan de autonomía para la gestión
de sus propios intereses. Intereses que serán los que incumban al respectivo territorio
fuera del cual no podrán llevar a cabo ninguna actuación. Esta circunstancia establece
limitaciones a la acción fiscal de los entes territoriales:
26
principios comunitarios (queda prohibido la adopción de medidas fiscales que
produzcan un efecto barrera a productos de otros países comunitarios y queda
prohibido el establecimiento de medidas tributarias que perturben la aplicación
del IVA y de los impuestos especiales).
Se deduce del art. 149.1.14ª CE que es el Estado el que ostenta la competencia exclusiva
sobre la Hacienda General .
En nuestro ordenamiento jurídico, en la distribución del poder tributario entre los distintos
entes territoriales con autonomía política, administrativa y financiera es clave partir del
Art. 133 CE (art.4 LGT), el cual señala que la potestad originaria para establecer tributos
corresponde exclusivamente al Estado mediante Ley. Las Comunidades Autónomas y
Corporaciones Locales podrán establecer y exigir tributos de acuerdo con la CE y las
leyes.
Las CCAA y CCLL tienen un poder subordinado al Estado, sin embargo, que
esto se haya recogido en un mismo precepto ha sido criticado ya que el poder de unas
y otras no puede situarse en el mismo plano:
o Las CCAA tienen potestad legislativa, pueden dictar leyes y pueden, por tanto,
crear tributos nuevos, establecer recargos sobre tributos estatales y regular
algunos de los aspectos de los impuestos cedidos.
o Las CCLL, sin embargo, no gozan de potestad legislativa, sólo cuentan con
potestad reglamentaria y no pueden, por tanto, crear tributos nuevos.
¿En qué se traduce el poder financiero del Estado y como se relaciona con el de las CCAA
y CCLL en la CE?
27
2.1. Recursos de carácter tributario
Es el Estado el que por medio de una Ley estatal, la LOFCA, marca las pautas a las CCAA
para que éstas establezcan sus propios tributos. Así, las CCAA mediante la aprobación de
leyes autonómicas ordinarias pueden crear tributos nuevos (cumpliendo los requisitos y
límites contenidos en la LOFCA y en la CE).
Es el Estado también quien establece, diseña el sistema tributario de las CCLL mediante
leyes estatales, actualmente el Texto Refundido de la Ley de Haciendas Locales.
2.2.Ingresos patrimoniales
El Estado regula los ingresos de carácter patrimonial. El art. 132.3 CE señala que por ley
se regularán el patrimonio del Estado y el Patrimonio Nacional, su administración,
defensa y conservación.
Según dispone el art. 135 CE, el Gobierno habrá de estar autorizado por ley para emitir
Deuda Pública o contraer crédito.
En esta materia, el Estado debe realizar una importante labor de coordinación con el
resto de entes territoriales pues es él quien debe autorizar ciertas operaciones crediticias
de CCAA y CCLL al objeto de que se cumplan los objetivos de estabilidad presupuestaria
y obligaciones previstas en la Ley General de Estabilidad Presupuestaria (LO 2/2012, de
27 de abril de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad financiera).
El Estado y las CCAA no pueden incurrir en un déficit estructural que supere los
márgenes previstos por la U.E.
El déficit estructural máximo que se permitirá al Estado y a las CCAA se fijará por Ley
Orgánica en relación con su PIB.
Tanto el Estado como las CCAA deben estar autorizados por ley para emitir deuda pública
o contraer crédito.
28
2.4.Gasto público y presupuesto
Impuestos estatales:
─ Directos:
─ Indirectos:
29
7) I.V.M.D.H. impuesto sobre las ventas minoristas de determinados
hidrocarburos.
8) I.E. Carbón
Todos los impuestos citados son de titularidad estatal. Inicialmente todos eran
creados y regulados por el Estado. El Estado tenía la potestad normativa, aplicativa
y sobre el producto de lo recaudado. Pero con la LOFCA de 1980 y L.C.T de 1983
en algunos de ellos el Estado cede a las CCAA la recaudación y la gestión (impuestos
clásicos cedidos: I.P; I.S.D.; ITPOAJDOS, I. juego).
Hoy por hoy, el Estado solo conserva en plenitud: I.S.; I.R.N.R. (impuesto de la renta
de no residentes); IE Primas de Seguros; I.E. Carbón; I.B.I.N.R. (especialidad del
I.R.N.R.)
Tasas estatales: son establecidas y exigidas por el Estado (que cuenta con la potestad
normativa, aplicativa y sobre el producto de lo recaudado).
30
3. El poder financiero autonómico. Régimen general y régimen especial de concierto
o convenio.
Las características generales del sistema de financiación de Navarra son las siguientes:
31
─ Navarra contribuye a la financiación de las cargas generales del Estado no asumidas,
a través de una cantidad denominada "aportación", establecida con metodología
similar al País Vasco.
Resumiendo:
La CE reconoce a las CCAA en sus arts. 137 y 156 autonomía para la gestión de sus
respectivos intereses. Se está refiriendo con ello tanto a la autonomía política como a la
financiera.
El art. 156.1CE reconoce la necesidad de que las CCAA cuenten con recursos propios
para hacer efectivas sus respectivas competencias. Pero, en la práctica, no cuentan con un
sistema tributario autonómico en sentido pleno, es decir, con un conjunto ordenado,
coherente y sistemático de tributos regionales.
El Estado marca las pautas a las CCAA en la LOFCA para el establecimiento de sus
propios recursos. Y esta ley contiene numerosos límites a la creación de tributos
autonómicos nuevos, principalmente impuestos.
32
Del art. 157.1 de la CE y el art. 4 LOFCA, podemos deducir que los recursos de las
CCAA están conformados por:
Recargos autonómicos.
─ Fondo de Suficiencia Global: para cubrir las diferencias entre las necesidades de
gasto de una CA y la suma de su capacidad tributaria y la transferencia del fondo
de garantía de servicios públicos fundamentales, al objeto de asegurar la
suficiencia de la financiación de la totalidad de las competencias autonómicas
(art. 156 CE, art. 4 y 13 LOFCA).
33
El producto de operaciones de crédito (Art. 157 CE y Art. 4 y 14 LOFCA).
Los impuestos propios autonómicos (art. 6 y 9 LOFCA): las CCAA para crear
sus propios impuestos tendrán que respetar los límites previstos en la CE y en la
LOFCA. Estos límites son los siguientes:
a) Primer límite (art. 6.1 LOFCA): las CCAA pueden crear tributos nuevos
distintos a los existentes.
c) Tercer límite (art. 6.3 LOFCA): antes de la LOFCA de2009, las CCAA
no podían gravar materias imponibles reservadas a las CCLL, salvo que
existiese autorización legal previa. Solamente existía tal autorización en
2 supuestos: I.V.T.M; I.G.S., con consecuencias distintas (DA 1ª
TRLHL). Actualmente el Art. 6.3 LOFCA ha sido modificado: se
34
impide a las CCAA establecer impuestos sobre hechos imponibles ya
gravados por las CCLL.
Los impuestos autonómicos son una vía marginal para las CCAA debido a las
amplias limitaciones contenidas en la LOFCA.
Las CCAA cuentan con un espacio fiscal reducido (los distintos hechos
imponibles ya han sido gravados por el Estado o CCLL).
35
─ Impuestos de prohibición sobre contenidos electrónicos
Además de todos estos impuestos, todas rentabilizan los bienes patrimoniales que
tienen en su propiedad.
2) Recargos autonómicos: el art. 157.1.a) CE incluye entre los recursos de las CCAA
los recargos sobre impuestos estatales. Y asimismo el art. 4.1.d) LOFCA. El régimen
jurídico de los recargos sobre los tributos del Estado se establece en el art. 12
LOFCA.
Del art. 12 LOFCA se deduce que las CCAA pueden establecer recargos sobre todos
los tributos susceptibles de cesión, excepto IVMDH, IVA e IIEE.
En la práctica, las CCAA han establecido recargos sobre el impuesto sobre el juego
(modalidad casinos o máquinas) y las CCAA uniprovinciales han establecido
recargos en el IAE.
Pese a las ventajas de la figura del recargo, su utilización práctica ha sido escasa (alto
coste político).
3) Los tributos cedidos como fuente de financiación de las CCAA: dada la dificultad
que tienen las CCAA para crear nuevos tributos y los inconvenientes que presenta el
establecimiento de recargos, en la práctica se financian a través de los tributos que el
Estado les ha cedido. El concepto de tributo cedido ha evolucionado. Inicialmente
(LOFCA de 1980; LCT de 1983), el Estado cede a las CCAA la recaudación y delega
las potestades aplicativas (solo: ITPOAJDOS; ISD; IP; T. juego). Con la reforma de
1996 se añade el I.R.P.F. a la cesta de tributos cedidos. También se comparten
competencias normativas. Con la reforma de 2001 se añaden figuras de la imposición
indirecta y con la reforma 2009 se mantiene la cesión de todas las figuras (aumenta
la cesión de rendimientos y potestades normativas). Actualmente, se entiende por
tributo cedido a las CCAA aquel tributo que se crea por ley estatal (en la que se
establecen los elementos esenciales del impuesto), y en el que la mayor parte de la
potestad normativa es ejercitada por el Estado, es decir, sigue siendo de titularidad
36
estatal el grueso de la potestad normativa. Ello, no obstante, el Estado cede a las
CCAA potestades normativas, variables según la figura en cuestión. Asimismo, el
Estado delega en algunos tributos cedidos a las CCAA el ejercicio de potestades
aplicativas, pero no todas ni las mismas en todos ellos. Y finalmente el Estado cede
el producto de lo recaudado, totalmente en unos casos y parcialmente en otros.
Observaciones:
1.- No cabe ceder todas las potestades porque entonces el tributo dejaría de ser
cedido para convertirse en tributo autonómico propio.
2.- Las competencias normativas sobre los elementos cualitativos del impuesto
(hecho imponible, sujetos) deben seguir en manos del Estado.
1) I.R.P.F.
2) I.P.
3) I.S.D.
4) I.T.P.A.J.D.O.S
5) Tributos sobre el juego.
6) I.V.A.
7) I.I.E.E. sobre fabricación: alcohol, hidrocarburos, tabaco, electricidad,
8) I.E. matriculación.
9) I.V.M.D.H.
Cabe deducir, por tanto, por exclusión, que los únicos impuestos de titularidad estatal
que no se han cedido hasta la fecha en los que el Estado conserva la potestad
normativa, aplicativa y sobre el producto de lo recaudado, son:
1) I.S.
2) I.R.N.R.
3) I.E. Primas de Seguros.
4) I.E. sobre el carbón
5) I.B.I.N.R.
Las CCAA tienen también autonomía para gastar, es decir, libertad para fijar el destino
y la orientación del gasto público y para distribuirlo conforme a sus competencias.
37
La CE no dice nada del régimen presupuestario de las CCAA. La LOFCA, en cambio, sí
ha establecido algunos principios (universalidad, anualidad y estabilidad presupuestaria)
(Art. 21 LOFCA).
Artículo 21 LOFCA.
“1. http://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/lo8-1980.html - balloon1
Los presupuestos de las Comunidades Autónomas tendrán carácter
anual e igual período que los del Estado, atenderán al cumplimiento
del principio de estabilidad presupuestaria, incluirán la totalidad de
los gastos e ingresos de los organismos y entidades integrantes de la
misma, y en ellos se consignará el importe de los beneficios fiscales que
afecten a tributos atribuidos a las referidas Comunidades.
2. Si los Presupuestos Generales de las Comunidades Autónomas no
fueran aprobados antes del primer día del ejercicio económico
correspondiente, quedará automáticamente prorrogada la vigencia de
los anteriores.
3. Los Presupuestos de las Comunidades Autónomas serán elaborados
con criterios homogéneos de forma que sea posible su consolidación
con los Presupuestos Generales del Estado”.
La autonomía política, administrativa y financiera local se reconoce en los arts. 133, 137,
140, 142 CE. No existe, sin embargo, en nuestra CE, y a diferencia de lo que sucede con
el Estado y CCAA, la delimitación de competencias propias de los EELL. Es por tanto
el legislador el encargo de delimitar esas competencias materiales en función de los
respectivos intereses.
Vertiente de los ingresos: Las CCLL deben contar con los recursos suficientes para
el cumplimiento de sus funciones
Vertiente de los gastos: Las CCLL deben contar con la plena disponibilidad de sus
ingresos para poder ejercer las competencias propias y poder decidir sobre el destino
de sus recursos. Esta autonomía podrá ser restringida por el Estado y las CCAA
dentro de los límites establecidos en el bloque de constitucionalidad.
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3) Participaciones en tributos del Estado y de las CCAA.
4) Subvenciones.
5) Precios públicos.
39
El ordenamiento jurídico comunitario se proyecta sobre la materia financiera, es decir,
sobre el sistema de ingresos y gastos o si se prefiere sobre el conjunto de institutos
jurídicos financieros de la Hacienda de las Comunidades Europeas.
5.1.Potestad normativa de la UE
Desde que España ingresó en 1986 en las antiguas Comunidades Europeas, la incidencia
del ordenamiento comunitario sobre el derecho tributario español ha sido creciente. El
Derecho comunitario ha establecido algunos principios importantes en materia tributaria:
3) Recurso sobre la base del IVA: consiste en una transferencia de cada Estado a la
U.E. del 0,30% sobre la base nacional del I.V.A, con el tope del 50% del Producto
Nacional Bruto. (15% sobre el presupuesto de la UE)
40
5.2.Potestad aplicativa de la Hacienda Comunitaria
– Recaudar dos de los “recursos propios” de la UE: recurso sobre la base del IVA y
recurso sobre el PNB.
– Controlar la aplicación de las normas que realizan las Administraciones tributarias
de los distintos Estados miembros.
– Arbitra conflictos entre Estados a través de la Comisión.
– El Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas resuelve litigios.
41
TEMA 4
LAS FUENTES DEL DERECHO FINANCIERO
-MIRAR DIAPOSITIVAS-
No existe un sistema de fuentes específico en el Derecho Financiero, por lo que rige aquí
el mismo que en el resto de las ramas del Derecho.
1) La Constitución.
2) Los Tratados Internacionales.
3) Las normas de la UE y demás organismos internacionales o supranacionales.
4) Las leyes.
5) Los reglamentos.
Añade, además, que tendrán carácter supletorio, las disposiciones generales del Derecho
Administrativo y los preceptos del Derecho Común.
1. Constitución.
En este punto nos remitimos a lo visto en el Tema 2.
42
Arts. 39-52 CE: recoge principios rectores de la política económica y social
(protección de la familia, pleno empleo, educación física y deporte, acceso a la
cultura, medio ambiente, vivienda, patrimonio histórico artístico, integración de
minusválidos, defensa de consumidores y usuarios, etc.).
Título VIII CE, arts. 137 y ss., versa sobre la Organización territorial del Estado. Se
distribuye el poder tributario normativo entre Estado, CCAA y CCLL.
De acuerdo con lo previsto en los arts. 93 y 94 CE, los Tratados Internacionales pueden
clasificarse en tres grupos:
43
Entre estos tratados se encuentran:
Tratados políticos.
Tratados militares.
Tratados que afecten a la integridad territorial del Estado y a derechos y
deberes fundamentales: entre estos derechos y deberes, se encuentran incluidos los
deberes de contribuir y el principio de que el gasto público realice una asignación
equitativa de los recursos públicos. Tales serían, a título ejemplificativo, los
convenios para evitar la doble imposición internacional y la evasión fiscal, los
convenios de adhesión española a protocolos sobre privilegios e inmunidades de
funcionarios de organizaciones internacionales de nueva creación, convenios de
asistencia técnica, etc.
Tratados que impliquen obligaciones financieras para la Hacienda Pública:
acuerdos para prevenir el fraude y la evasión fiscal, acuerdos sobre el régimen fiscal
de determinados financieros en organizaciones internacionales, los acuerdos sobre
las exportaciones y las importaciones, etc.
Tratados que supongan modificación o derogación de una Ley o exijan medidas
legislativas para su ejercicio: su finalidad fundamental es velar por la observancia
del principio de reserva de Ley.
El Derecho originario son los tratados constitutivos y de adhesión a la U.E. (son los
tratados del art. 93 CE que precisan ser autorizados por Ley Orgánica).
En cuanto al Derecho derivado son las normas derivadas de los organismos de la UE con
poder normativo en materia tributaria. En caso de conflicto con el derecho interno, estas
disposiciones gozan de primacía sobre las normas nacionales a las que desplazan. Es el
“principio de primacía del Derecho comunitario”. Se fundamenta no tanto en
consideraciones de tipo jerárquico sino en la cesión de competencias a una institución
internacional.
Por otra parte, hay que hacer alusión al “principio de eficacia directa” del Derecho
Comunitario. Como regla general, las normas comunitarias son directamente aplicables
de manera uniforme y en todos los Estados miembros desde su publicación en el DOCE
sin necesidad de ser ratificadas por normas de derecho interno.
Cabe diferenciar:
44
establece el código aduanero comunitario, el cual trata de refundir normas
comunitarias en materias de impuestos aduaneros.
Directivas: normas de alcance general dirigidas a los Estados miembros que
contienen un mandato para que el Estado en cuestión legisle o reglamente mediante
una norma de Derecho interno que trasponga al ordenamiento jurídico interno lo que
la Directiva quiere que se haga. Es una norma de alcance general, pero no es aplicable
directamente sino que requiere una norma nacional de trasposición. Es lo que ocurre
en materia fiscal con el impuesto del valor añadido y con los impuestos especiales
clásicos, impuestos muy disciplinados por directivas europeas. El Estado español
tiene la obligación de trasponer estos mandatos. Si el legislador español no traspone
correctamente los mandatos de las directivas, existiendo una divergencia entre el
mandato de la directiva y la trasposición, prevalece el contenido de la directiva por
el efecto directo de la misma.
Decisiones: no tienen un carácter normativo en principio, sino que son órdenes al
destinatario de las mismas para que realice una conducta concreta. Lo que ocurre es
que cuando la decisión tiene por destinatario a un Estado miembro y contiene un
mandato de regular una determinada materia en un sentido determinado, parece una
orden de normativizar una parcela del ordenamiento jurídico y el Estado tiene la
obligación de cumplir con ello.
Recomendaciones y dictámenes: son normas de soft-law, Derecho en fase de
borrador. Tienen importancia porque en materia fiscal la Comunidad Europea se rige
por el principio de la unanimidad, lo cual dificulta la adopción de normas. Por eso se
avanza tan lento en materia de armonización fiscal. Pero mientras se avanza, se van
elaborando recomendaciones buscando la manera de lograr poco a poco la
aproximación de los criterios de todos los Estados miembros. No tienen fuerza
vinculante, son recomendaciones, pero marcan el camino hacia donde se quiere
avanzar, qué es lo que se pretende.
4.1.Leyes orgánicas
Son leyes cuyo haz de competencias es específico. Las materias que han de ser reguladas
por ley orgánica aparecen recogidas en el art. 81 CE (las que se refieren al desarrollo de
los derechos fundamentales y libertades públicas, las que aprueban los Estatutos de
Autonomía, las que aprueban el Régimen electoral general y otras previstas en la CE).
Este tipo de normas son aprobadas (modificadas o derogadas) por mayoría absoluta del
Congreso en votación sobre el conjunto del proyecto.
4.2.Leyes ordinarias
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La Ley ordinaria estatal es la fuente primordial del Derecho Tributario. La Ley General
Tributaria es la disciplinadora de la materia, siendo de aplicación común a todo el
territorio nacional. Tiene carácter codificador de todos los tributos, aunque no tiene
rango superior al de las demás leyes.
Otros ejemplos de leyes ordinarias son la Ley reguladora de cada tributo, la Ley de Tasas
y Precios Públicos del Estado, La Ley Reguladora de las Haciendas Locales y la Ley de
Presupuestos Generales del Estado.
Por último, señalar que, según el art. 87.3 CE, está prohibida la iniciativa legislativa
popular.
4.3.Leyes autonómicas
Las CCAA gozan de potestad legislativa en todas aquellas materias sobre las que tienen
atribuidas competencias por la Constitución, por la LOFCA y por sus respectivos
Estatutos de Autonomía. La Ley regional tiene los mismos caracteres y el mismo rango
que las leyes ordinarias aprobadas por las Cortes Generales. Sin embargo, existen ciertas
notas que confieren una evidente singularidad a las Leyes autonómicas:
Además de esa ley nos encontramos en todas las CCAA una ley de tasas y precios
públicos, con leyes reguladoras de sus impuestos propios, con una ley que regula las
competencias normativas que tienen en los tributos cedidos, etc. Además, tienen su propia
ley de presupuesto anual.
4.4.Leyes de presupuestos
46
La Ley de Presupuestos es una Ley ordinaria, si bien es cierto que presenta algunas
peculiaridades.
Antiguamente era la Ley por excelencia del Derecho Tributario del Estado, siendo una
ley disciplinadora de ingresos y de gastos, de tal manera que año tras año, para saber qué
impuestos se iban a cobrar y qué gastos se iban a realizar había que esperar a la votación
del presupuesto y una vez que se aprueba se saben los gastos y los ingresos. Esta es una
dinámica que se torna perversa cuando el gasto se estabiliza y se hace permanente y
creciente de tal manera que no se puede tener a toda la Administración pendiente de la
aprobación de esta ley.
Para que esto no fuera así, hace años las leyes reguladoras de los ingresos se aislaron del
presupuesto. Así, los ingresos pasaron a regularse mediante leyes de vigencia indefinida
y que no necesitan de su convalidación con la LPGE.
Sin embargo, en materia de gastos, la LPGE sigue siendo una ley limitativa, imperativa,
autorizante, de tal manera que no hay gasto posible si no está previsto en la LPGE. La
Administración no puede gastar más que en las cantidades establecidas y en los destinos
especificados en esa ley.
El art. 134.7 CE establece que “la Ley de Presupuestos no puede crear tributos. Podrá
modificarlos cuando una ley tributaria sustantiva así lo prevea”. Esta norma trata de
encauzar jurídicamente las relaciones entre la anula Ley de Presupuestos Generales del
Estado y el ordenamiento regulador de los tributos.
En este sentido, cabe destacar, por un lado, las modificaciones que afectan a las normas
tributarias generales, en el sentido de que la Ley de Presupuestos es una ley ordinaria
que puede modificar a leyes ordinarias, incluida la propia LGT o la propia LGP.
Las posibilidades que tienen las leyes presupuestarias de modificar las normas tributarias
generales y, en particular, la LGT, han sido precisadas por el TC en multitud de
sentencias. El Tribunal ha concluido señalando que el contenido mínimo necesario e
indisponible de la LPGE está constituido por las previsiones de ingresos y habilitaciones
de gastos. Además, ha indicado que junto a este contenido mínimo, las Leyes de
Presupuestos pueden tener otro contenido posible, no necesario y eventual. Para que este
contenido sea constitucionalmente correcto se exigen dos condiciones:
a) Que guarden relación directa con gastos e ingresos o con los criterios de política
económica general.
b) Que no supongan una restricción ilegítima de las competencias del poder legislativo,
al disminuir sus facultades de examen y enmiendo sin base constitucional o por
afectar al principio de seguridad jurídica, debido a la incertidumbre que una
regulación de este tipo origina.
47
Por otro lado, deberemos referirnos a las modificaciones referidas a un tributo
concreto. Las dudas que plantea el art. 134.7 CE cuando las modificaciones introducidas
por las Leyes de Presupuestos se refieren a algún tributo en particular fueron abordadas
de manera temprana por el TC en la Sentencia 27/1981, de 20 de julio.
48
presupuesto, sólo en los aspectos estrictamente presupuestarios. Cuando no es así no se
permite a la LPG modificar normas generales.
Hay que hacer una mención a las leyes de acompañamiento, que eran una ley que se
tramitaba a la vez que la de presupuestos y en la cual se introducía todo aquello que el
TC no dejaba que figurase en una Ley de Presupuestos. Pero esto ya no está permitido ya
que era una manera de torear la prohibición del TC.
5. El decreto-ley.
Dispone la Constitución en su art. 86.1 que: “en caso de extraordinaria y urgente
necesidad, el Gobierno podrá dictar disposiciones legislativas provisionales que
tomarán la forma de Decretos-Leyes y que no podrán afectar al ordenamiento de las
instituciones básicas del Estado, a los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos
regulados en el Título I, al régimen de las Comunidades Autónomas ni al derecho
electoral general”.
Las notas que caracterizan el Decreto-Ley como fuente del Derecho son las siguientes:
49
c) Los posibles defectos de un Decreto-Ley no se corrigen con su posterior
convalidación o por su conversión en Ley.
d) La actuación del Gobierno está sometida al control del TC.
La doctrina actual del TC sobre esta cuestión se puede resumir del modo siguiente:
El art. 86.1 CE establece también que los Decretos-Leyes no pueden afectar al régimen
de las CCAA. Esta limitación puede tener importancia en nuestra materia, por cuanto las
CCAA tienen competencias tanto respecto de los ingresos como de los gastos públicos.
6. El decreto-legislativo.
El Decreto Legislativo es la disposición con rango de ley dictada por el Gobierno en virtud
de una delegación otorgada por el Parlamento. La norma delegada recibe de la norma
delegante la posibilidad de desplegar la fuerza y eficacia normativa que es propia de la
Ley. En definitiva, lo que se hace mediante esta fórmula es transferir el ejercicio, pero
nunca la titularidad, de la potestad de dictar normas con valor y fuerza de ley.
50
─ Materia: puede referirse a la regulación de cualquier materia, siempre que tal
regulación no esté reservada a ley orgánica. Tampoco puede delegarse la posibilidad
de modificar la propia ley delegante, ni la de dictar normas con carácter retroactivo
(art. 83 CE). La delegación, por el contrario, está sometida a estrictos límites
materiales: la identificación de la materia a regular, la determinación del objeto y
alcance de aquella, la delimitación de los principios y criterios que deben regir su
ejercicio, etc.
─ Plazo para su ejercicio: la ley delegante debe fijar necesariamente el plazo para el
ejercicio de la delegación por parte del Gobierno, sin que pueda concederse por
tiempo indeterminado.
─ Vigencia de la delegación: se agota bien por el transcurso del plazo para su ejercicio,
bien por el uso que de ella haga el Gobierno mediante la publicación del decreto
legislativo.
─ Destinatario de la delegación: siempre el Gobierno, sin que a su vez este pueda
subdelegar tal facultad.
─ Procedimiento: el Gobierno deberá seguir el procedimiento ordinario previsto para
la elaboración de disposiciones de carácter general.
─ Efectos: el decreto legislativo tiene valor de ley, siempre que no rebase el ámbito
normativo cubierto por la ley delegante. Consecuencia de su rango es que sólo podrá
modificarse por otra norma con rango de ley.
La delegación legislativa se concreta en dos modalidades:
Los Textos articulados: mediante ellos el Gobierno regula ex novo una determinada
materia, desarrollando una previa Ley de Bases en la que se fijan y precisan los
principios y criterios de la delegación (art. 82.4 CE). Con la publicación del Decreto
Legislativo se agota la delegación efectuada sin que sea posible la remisión del
desarrollo de los preceptos de aquel a una posterior regulación reglamentaria. Esta
modalidad de legislación delegada ha sido utilizada en algunas ocasiones para regular
institutos del Derecho Tributario. Así, durante mucho tiempo las Haciendas Locales
estuvieron reguladas a través de textos articulados.
Los Textos refundidos: los Textos refundidos son la segunda modalidad que puede
revestir la delegación legislativa. En ella, el Gobierno se limita a estructurar en un
único texto las disposiciones que ya se encuentran vigentes, dispersas en una
pluralidad de textos normativos. La ley delegante deberá especificar si el Gobierno
se debe limitar a la mera elaboración de un texto único o si podrá también regularizar,
aclarar y armonizar los textos legales que han de ser refundidos (art. 85.5 CE). El
ordenamiento a refundir constituye un límite infranqueable a la acción del Gobierno.
Esta modalidad de delegación legislativa ha sido profusamente utilizada en el
Derecho Financiero y Tributario. Hubo una época (en los años sesenta y setenta) en
que todos los tributos estatales estaban regulados a través de textos refundidos. En la
actualidad se rigen mediante Textos refundidos los impuestos aduaneros, el ITP, el
IS, el IRNR y las Haciendas Locales.
51
7.1.Reglamentos estatales
Por reglamento entendemos toda disposición de carácter general que, aprobada por el
poder ejecutivo, pasa a formar parte del ordenamiento jurídico, erigiéndose en fuente del
Derecho.
Los órganos competentes son el TSJ de cada CA para los reglamentos locales y
autonómicos y en el ámbito estatal para los dictados por el Subsecretario y los órganos
de rango inferior a este. La AN será competente si la disposición la ha dictado el Ministro
o el Secretario de Estado y el TS si ha sido dictado por el Consejo de Ministros.
52
específicamente habilitados para ello por una ley. A esta potestad reglamentaria se la
puede demoniar derivada.
7.2.Reglamentos autonómicos
Las CCAA tienen potestades legislativas y, consiguientemente, son también titulares de
la potestad reglamentaria. Tal potestad puede ejercitarse bien en desarrollo de leyes
propias y con sujeción a lo dispuesto en ellas o bien en desarrollo de las bases contenidas
en la normativa estatal, entendiendo por bases no las leyes de bases o leyes marco, sino
aquellas que contienen los principios o criterios básicos de la legislación vigente.
7.3.Reglamentos locales
El análisis de la potestad reglamentaria de las Entidades Locales presenta unos matices
sustancialmente distintos, porque, a diferencia de lo que ocurre con las CCAA, las
Entidades Locales no tienen potestad legislativa, razón por la cual la potestad normativa
reglamentaria adquiere especial relevancia.
De conformidad con la Ley sobre Bases del Régimen Local y del Texto refundido
regulador de las Haciendas Locales, las fases a través de las cuales se desarrolla el
procedimiento de aprobación de las Ordenanzas son las siguientes:
53
d) Publicación del texto íntegro de la Ordenanza en el Boletín Oficial de la Provincia o,
en su caso, de la CA uniprovincial.
e) Entrada en vigor, el día en que así se prevea en la propia Ordenanza.
Así, la Ley de Haciendas Locales disciplina con cierta intensidad los tributos locales y
con no tanta intensidad las tasas, las contribuciones especiales, los precios… Los
impuestos locales (IBI, IAE e IVTM) son imperativos y disciplinados en términos
mínimos y luego se desarrollan mediante las Ordenanzas fiscales, pero es obligatorio que
se recojan en Ordenanzas fiscales, de manera que aunque no estén reguladas, son
exigibles. En este sentido, la Ordenanza es simplemente un plus de regulación.
En el caso del ICIO, el IIVTNU, las tasas y los precios públicos también es imprescindible
el papel de la ordenanza pues es la autonomía local la que ha de ponerlos en vigor. La
Ley sólo los prevé, no los exige, de forma que el papel de la ordenanza es imprescindible
para que exista el tributo en cuestión y además, la ordenanza mantiene importantes
prescripciones en materia de tarifas, bonificaciones, declaraciones, etc. En este sentido,
al igual que en los anteriores impuestos la ordenanza era simplemente un plus de
regulación, en el caso de estos últimos tributos es imprescindible.
8.1.Órdenes ministeriales
La orden ministerial es una figura que presenta la doble característica de ser, a la vez:
54
No pueden ser retroactivos Sí pueden ser retroactivos ya que su
función es aclarar las normas vigentes,
anteriores
Una vez conocida su existencia y su contenido se puede reaccionar contra ellas por tres
vías:
55
En caso de ilegales cabe: despreciarlas y alegar su inaplicación o impugnarlas como si
fueran reglamentos.
La remisión a las normas del Derecho Civil obliga a tener en cuenta el art. 1.1 Código
Civil, según el cual, las fuentes del ordenamiento jurídico español son: la ley, la
costumbre y los principios generales del derecho.
En cuanto a la costumbre, hay que destacar que aunque ésta no aparece entre las fuentes
del Derecho Tributario sin embargo también es fuente del Derecho en materia tributaria
pues así se deduce del art. 7.2 LGT al remitir al Derecho común, como fuente supletoria
del derecho. La costumbre rige en defecto de ley aplicable y siempre que no sea contraria
a la moral y al orden público y resulte probada. En derecho tributario no es importante ya
que hay pocos supuestos en que se acude a esta fuente del derecho, dado que esta materia
es una materia muy reglada y disciplinada por leyes y desarrollada por reglamentos,
dejando poco espacio al Derecho consuetudinario. Ahora bien, alguna vez se puede hacer
un llamamiento a la costumbre, por ejemplo, en gastos deducibles, gastos en impuestos
de sucesiones, etc.
Al igual que sucede con la costumbre, los principios generales del derecho son
aplicables en materia tributaria como Derecho supletorio, por así establecerlo el art. 7.2
LGT. Estos principios se aplican en defecto de ley y costumbre sin perjuicio de lo cual
son informadores y orientadores del ordenamiento jurídico.
56
También está la jurisprudencia, que no es fuente del Derecho en sentido formal pero por
mandato del art. 1.6 CC complementará el ordenamiento jurídico con la doctrina que de
modo reiterado establezca el TS (2 ó más sentencias idénticas).
─ Por conceptos comunes a todos los tributos: así procede la Ordenanza tributaria
alemana y de ella es seguidora nuestra LGT que reúne los conceptos básicos que
afectan a todos los tributos. El problema es que la LGT es una ley ordinaria,
fácilmente modificable por una ley posterior de igual rango.
─ Por tributos (italianos y franceses): cuando el legislador autoriza al gobierno a
elaborar un texto refundido en un determinado tributo.
En España, hay ejemplos de las dos modalidades.
57
PARTE II DERECHO
PRESUPUESTARIO,
GASTO PÚBLICO E
INGRESOS NO
TRIBUTARIOS
58
59
TEMA 5
EL DERECHO PRESUPUESTARIO
I. El Derecho presupuestario
60
aplicación dependan exclusivamente de la ley tributaria y no de la ley presupuestaria
anual.
Así las cosas, la ley del presupuesto pierde importancia en materia de regulación de los
tributos, manteniendo, sin embargo, su importantísimo papel en la ordenación de los
gastos públicos.
Los Presupuestos Generales del Estado tendrán carácter anual, incluirán la totalidad de
los gastos e ingresos del sector público estatal y en ellos se consignará el importe de los
beneficios fiscales del Estado (art. 134.2 CE).
─ Art. 31.2 CE: recoge principios de justicia material del gasto público. La doctrina
considera positiva la inclusión de este precepto en el texto constitucional. El
constituyente reconoce en él que a la colectividad y a los ciudadanos singulares les
interesa no solo el hecho de que el gasto público sea aprobado y controlado por las
Cortes Generales sino también la orientación de dicho gasto que debe estar presidida
por las ideas de equidad, eficiencia y economía.
Por otra parte, el art. 31.2 CE es el fundamento del control del gasto público por el
Tribunal De cuentas (art. 136 CE).
61
2. El presupuesto. Concepto, funciones y efectos.
En su sentido actual, el presupuesto no surge hasta el s. XIX, como creación del Estado
constitucional en el que se consagra la división de poderes y se concibe esta institución
como autorización del Legislativo al Ejecutivo para que éste pueda gastar.
El presupuesto contiene el plan de actuación financiera de los entes públicos, plasma sus
objetivos de política económica y explica los ingresos con los que piensan atenderlos (art.
32 LGP).
Hay que tener en cuenta que, el sector público español, según el art. 2 LGP, puede
dividirse en sector administrativo, empresarial y fundacional:
62
Sector administrativo:
Sector empresarial:
─ Las entidades públicas empresariales (ADIF, AENA, FROB, ICO, RENFE, et.).
La ley de presupuestos es una ley severamente disciplinadora de los gastos públicos, así
como previsora y ajustadora de los ingresos públicos. No hay gasto público jurídicamente
posible sin crédito presupuestario, sin la debida consignación de su cifra en la ley.
63
Especialidad temporal: con cargo a los créditos del estado de gastos de cada
presupuesto sólo podrán contraerse obligaciones derivadas de adquisiciones, obras,
servicios y demás prestaciones o gastos en general que se realicen en el año natural
del propio ejercicio presupuestario, según ordena el art. 49.1 LGP, que admite, no
obstante, el pago de atrasos y compromisos de gasto generados en ejercicios
anteriores con crédito presupuestario que los cubría, en remisión al artículo 34 LGP.
Los créditos para gastos que el último día del ejercicio no estén afectados al cumplimiento
de obligaciones ya reconocidas quedarán anulados de pleno derecho (regla general que
admite algunas excepciones, como es el caso de las incorporaciones de crédito previstas
en el art. 58 LGP).
La ley del presupuesto es, pues, la ley de ordenación jurídica del gasto público. El
Gobierno debe presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales
del Estado al menos 3 meses antes de la expiración de los del año anterior. Las Cortes
aprueba el presupuesto y el Gobierno lo ejecutan, controlando las Cortes esta ejecución.
El poder de gasto de las Cortes Generales tradicionalmente se dice que se caracteriza por
la soberanía presupuestaria, es decir, que las Cortes Generales son libres de elaborar el
presupuesto de ingresos y de gastos en la manera que estimen más oportuna. Pero esta es
una máxima que no responde a la realidad en el momento presente puesto que además de
que hay leyes previas que de alguna manera hay que respetar, está también la Unión
Europea, que marca el camino a seguir en materia de ingresos y gastos públicos,
señalando el nivel máximo de gasto, la cantidad de deuda pública máxima que se puede
contratar, si se deben mejorar los ingresos… Además, existen limitaciones
constitucionales y compromisos previos que hay que respetar (por ejemplo, si el Estado
tiene firmado con los agentes sociales, con los sindicatos, con las organizaciones
empresariales… acuerdos en materia retributiva, en materia de pensiones, en materia de
inversiones con las CCAA…). En definitiva, las Cortes son soberanas teóricamente, ya
que en la práctica se encuentran muy limitadas.
La ley de presupuestos es un tipo de ley con algunas peculiaridades. Bajo su forma de ley
se albergan tres clases de previsiones normativas bien diferentes:
El estado de gastos, sin embargo, tiene un valor jurídico mucho más intenso,
autorizante y limitativo: habilita a gastar en las partidas que se indican, en las cuantías
que se consignan, en el tiempo de ejecución del presupuesto. Triple autorización
64
cualitativa, cuantitativa y temporal que limita el poder de gasto del ente público, lo
hace el poder legislativo al poder ejecutivo. El presupuesto cumple la función de
autorizar la realización de los gastos públicos.
A nuestro juicio, la ley de presupuestos no es una mera ley formal, ni tampoco una ley
apta para todo. Tiene su contenido constitucionalmente definido por el art. 134 CE y por
la jurisprudencia del TC, que lo desglosa en los tres bloques antes expuestos.
65
─ Corresponde al Gobierno, y sólo a él, presentar el proyecto, en el que se plasma su
política económica. El Gobierno debe presentar el presupuesto tres meses antes de
que comience el año presupuestario.
─ Una vez aprobados los presupuestos, el Gobierno podrá presentar proyectos de ley
que impliquen incremento de los gastos o disminución de los ingresos
correspondientes al mismo ejercicio.
─ Sin embargo, las Cortes Generales tienen restringidos sus derechos de enmienda y
proposición de aumento de ingresos o disminución de gastos, que necesitan la
conformidad del Gobierno para su tramitación (art. 134.5 y 6 CE).
Si no se aprueba la Ley de presupuestos (art. 134.4 CE) antes del primer día del ejercicio
económico, se entenderán prorrogados los presupuestos del ejercicio anterior hasta la
aprobación de los nuevos. Se permite así que la Administración no se paralice. La
prórroga no afecta a aquellos programas de gasto que por su naturaleza debieron concluir
en el ejercicio que termina.
Cabe resumir el tratamiento que la LGP realiza de la estructura de los PGE en las
siguientes notas:
66
en la LGP. La LGP remite a órdenes ministeriales la clasificación de los gastos e
ingresos presupuestarios con criterios orgánicos, económicos, funcionales y por
programas.
* Operaciones corrientes:
* Operaciones de capital:
* Operaciones financieras:
67
se pretenden conseguir, distinguiendo entre los programas finalistas y los de
apoyo y gestión. Se desglosan así los presupuestos en grupos, funciones,
subfunciones, programas y subprogramas.
68
4) Principio de especialidad cualitativa: los créditos para gastos se deben destinar a
la finalidad específica para la que han sido aprobados.
6) Principio de temporalidad.
─ Déficit estructural de hasta 0,4% del PIB para el conjunto de las administraciones
públicas cuando se produzcan reformas estructurales.
─ Estado: 44%
─ CCAA: 13%
69
─ Corporaciones locales: 3%
1. Legalidad.
Así se reconoce en los arts. 134.1 y 66.2 CE. El art. 134.1 CE señala que corresponde al
Gobierno la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado y a las Cortes
Generales su examen, enmienda y aprobación. Por su parte, el art. 66.2 CE señala que las
Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos,
controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la
Constitución.
Cuando el ente público carece de potestad legislativa (entes locales, organismos públicos)
la aprobación del presupuesto ha de llevarse a cabo de conformidad con lo previsto en la
LGP.
2. Unidad y universalidad.
Por el principio de unidad de caja, manifestación específica del principio general, cada
ente público centraliza todos sus fondos en una cuenta del Banco de España, si bien éste
puede autorizar cuentas del Tesoro vinculadas a aquélla en cualesquiera entidades
financieras. Como ha explicado MARTÍNEZ LAGO, no se trata ya de un criterio de
unidad física sino de unidad contable y de dirección.
El principio de unidad es indispensable para asegurar el control por parte del Parlamento.
La CE exige que todos los agentes de la Administración central sometan sus presupuestos
a las Cortes en un acto único.
70
Ambos principios tratan de limitar la actuación financiera del Estado y de sus entes
públicos, sometiendo a conocimiento parlamentario y a control jurídico todos y cada uno
de los ingresos y gastos públicos. La creciente descentralización funcional ha hecho mella
en este planteamiento y es que la proliferación de organismos públicos dotados de
personalidad jurídica trae consigo la multiplicación de los presupuestos.
Por el principio de especialidad cualitativa los créditos para gastos han de destinarse
exclusivamente a la finalidad específica para la que han sido aprobados, y con el nivel de
desagregación con el que han sido autorizados. Mediante el presupuesto el Parlamento no
solo autoriza la cuantía del gasto a realizar por el ejecutivo sino que también indica las
líneas concretas de gasto. Así, el ejecutivo cuando dispone de los créditos presupuestarios
ha de hacerlo con la finalidad específica consignada en cada uno de ellos.
Una cierta excepción a este principio la constituye la existencia del fondo de contingencia,
que es un concepto presupuestario destinado a necesidades inaplazables no previstas en
el presupuesto que no excedan del 2% del total de gastos no financieros del Estado. Esos
gastos imprevistos nunca tienen que ser discrecionales. Según señala la ley, además de
esto, tampoco cabe asignar el dinero de este fondo para pago de deuda pública ni para
créditos destinados para financiar a CCAA ni entidades locales. Sólo cabe para créditos
ampliables (art. 54 LGP) para créditos extraordinarios y suplementos (art. 55 LGP) y para
la incorporación de créditos.
1) Las trasferencias de crédito (art. 52 LGP) son traspasos de dotaciones entre créditos,
la cantidad que tiene asignada a un gasto la destina a otro gasto. No caben
trasferencias de crédito para operaciones financieras, entre distintas secciones, y
tampoco para créditos extraordinarios o suplementos.
2) Generación de crédito: significa que se van a crear los créditos porque incrementan
los ingresos previstos.
71
necesaria una cuantía similar (de la misma cifra), el dinero se toma prestado del fondo
de contingencia. Si se necesita dinero para operaciones financieras, se financia con
deuda pública.
Esta severa regla de control del gasto público impone a los administradores públicos el
deber de no gastar lo que no se tiene previsto presupuestariamente. Existen, no obstante,
determinados expedientes que permiten flexibilizar este principio de especialidad
cuantitativa:
Con frecuencia el crédito inicialmente previsto resulta insuficiente para atender a las
necesidades para las que se dotó, siempre crecientes. Ello ha dado vida a una figura, la
del crédito ampliable que es aquél que crece a medida que lo hace la necesidad a atender,
en rotunda excepción al principio que comentamos. Han de utilizarse, pues, sólo para
supuestos muy concretos (pensiones, sanidad, ejecución de sentencias).
Como el procedimiento de ejecución del gasto puede ser de larga duración, existen dos
sistemas presupuestarios de imputación de gastos: el presupuesto de competencia o
ejercicio y el presupuesto de gestión o caja.
72
Presupuesto de competencia o ejercicio: se imputan al presupuesto las obligaciones
nacidas o reconocidas en el ejercicio, es decir, con un criterio de devengo.
La mayoría de los países, incluido España, se inclinan por el primer sistema (si bien con
excepciones) en virtud de lo cual el ejercicio presupuestario coincide con el año natural
y a él se imputan los derechos liquidados durante el ejercicio, cualquiera que sea el
período del que deriven, y las obligaciones reconocidas hasta el fin del mes de diciembre,
siempre que correspondan a adquisiciones, obras, servicios, prestaciones o, en general
gastos, realizados dentro del ejercicio y con cargo a los respectivos créditos.
─ Los programas de gasto plurianuales: hay grandes obras que no se pueden programar,
ejecutar y pagar en un año, sino que duran varios años, por lo cual podrán adquirirse
compromisos de gastos que hayan de extenderse a ejercicios posteriores a aquel en
que se autoricen en supuestos concretos.
73
TEMA 6
EL CICLO PRESUPUESTARIO
I. El ciclo presupuestario
El objeto de este tema es analizar las distintas fases que integran el ciclo presupuestario (sucesión
de momentos y operaciones que afectan al presupuesto).
Se puede observar, por tanto, que las fases son sucesivas, alternándose en ellas la competencia
del ejecutivo y el legislativo. Es necesario, no obstante, realizar dos matizaciones:
a) Durante el ejercicio se puede plantear la necesidad de aprobar nuevos gastos que se deben
autorizar por ley, aunque con iniciativa reservada al Gobierno de manera análoga a la Ley
de Presupuesto.
1) Elaboración.
2) Aprobación.
3) Ejecución.
4) Liquidación y cierre.
5) Control.
74
La iniciativa en el proceso presupuestario corresponde de manera exclusiva al Gobierno, tal y
como se desprende del art. 134 CE. Esta iniciativa del Gobierno es una iniciativa obligada, no
facultativa y que además se debe llevar a cabo siguiendo determinadas pautas en cuanto al tiempo
y a los modos de desarrollo que están establecidas en la LGP.
El proceso de preparación del presupuesto se realiza bajo la dirección del propio Ministro de
Economía y Hacienda. Éste, cada año, aprueba (generalmente en el primer trimestre) una orden
ministerial donde detalla la estructura que tendrá el presupuesto siguiendo las reglas de la LGP.
A partir de ahí, se suceden las distintas fases en la elaboración del presupuesto, que concluirán
con la aprobación del proyecto de ley a remitir a las Cortes.
Las fases previas a la aprobación del proyecto de ley son las siguientes:
5) Remisión a las Cortes: la última fase en la elaboración del presupuesto es su remisión a las
Cortes. En el art. 134.3 CE se establece una regla precisa en este sentido: El Gobierno debe
presentar ante el Congreso de los Diputados los PGE al menos tres meses antes de la
expiración de los del año anterior”. Es decir, antes del 1 de octubre. Este proyecto de LPGE
es presentado a las Cortes con los mismos anexos que citados para los anteproyectos. La
aprobación del presupuesto es una autorización del poder legislativo al poder ejecutivo para
75
realizar gastos. Si surgen nuevos gastos distintos a los consignados inicialmente habrá que
modificar la ley de presupuestos.
Los criterios materiales que deben guiar la elaboración del presupuesto no son otros que:
─ Así como todos los principios rectores de la política económica y social (artículos 39 a 52
CE).
El poder legislativo autoriza y controla al poder ejecutivo a realizar los ingresos y gastos públicos
necesarios. El ejecutivo queda políticamente vinculado por esta autorización parlamentaria, que
le compromete a actuar en la dirección marcada por el presupuesto aprobado.
Tras la publicación del proyecto de ley en el Boletín Oficial de las Cortes Generales, se abre el
plazo de enmiendas. Para que se pueda admitir una enmienda dirigida aumentar algún crédito, es
necesario que a su vez se proponga una baja de igual cuantía en la misma sección. Además, las
enmiendas que supongan una minoración de ingresos requerirán de la conformidad del Gobierno
para su tramitación.
Si en este primer momento tiene un rechazo de la Cámara, esto quiere decir que el Gobierno no
tiene la confianza de la Cámara y tiene que dimitir, disolviéndose las Cámaras. Pero si sí se
aprueba, a continuación viene el debate, en la Comisión de Presupuestos del Congreso, del estado
de gastos y del texto articulado, operando las restricciones al derecho de enmienda que acabamos
de comentar.
Una vez examinado el proyecto intensamente por la Comisión de Presupuestos, el texto vuelve a
debate en el Pleno, con el fin de debatir las enmiendas al articulado. En el debate del pleno del
Congreso se votan por separado el articulado y, sección por sección, el estado de gastos.
76
Por último, el texto vuelve al Congreso en el que se ratificarán o rechazarán las modificaciones
introducidas en el Senado.
Se deduce del art. 134.1 CE que corresponde a las Cortes el examen, enmienda y aprobación del
proyecto de LGPE que les ha sido presentado por el Gobierno.
Hay, sin embargo, determinados créditos que según señala la CE no pueden ser objeto de
enmienda o modificación: los relativos a las atenciones de la deuda pública (intereses y capitales)
mientras se ajusten a las condiciones de la ley de emisión. Estos créditos presupuestarios se
entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de los presupuestos y su pago gozará de
prioridad absoluta, no pudiendo ser objeto de enmienda o modificación.
Como ya señalamos, la LPGE es una ley singular. Una de sus singularidades trae causa en su
procedimiento legislativo particular de tramitación. Destaca significativamente, en este sentido,
las especialidades relativas a las restricciones respecto del ordinario derecho de enmienda por
parte de los grupos parlamentarios o de diputados o senadores. En este sentido, los reglamentos
de las Cámaras (del Congreso y del Senado) incluyen dos importantes reglas o requisitos para la
tramitación de las enmiendas que se presenten:
En cualquier caso, no se pueden aceptar enmiendas de los grupos parlamentarios que signifiquen
la alteración de las cifras globales del presupuesto.
77
Sigue a grandes rasgos el orden normal del procedimiento legislativo aunque con algunas
peculiaridades:
6) El proyecto es objeto de voto final en el Congreso, por regla general en una sesión de la
última semana de diciembre, de manera que puede ser publicado en el BOE antes del 1 de
enero.
3.3. La prórroga.
Según dispone el art. 134.4 CE, si la Ley de Presupuestos no se aprobara antes del primer día del
ejercicio económico correspondiente, se considerarán automáticamente prorrogados los
Presupuestos del ejercicio anterior hasta la aprobación de los nuevos.
La prórroga no afectará a los créditos para gastos correspondientes a servicios o programas que
deban terminar en el ejercicio.
En cuanto a las normas del articulado y más concretamente con relación a las modificaciones
tributarias incluidas que no pertenecen al núcleo indisponible del presupuesto la doctrina
mayoritaria entiende que también afecta la prórroga automática a este grupo de normas.
78
proyectos de ley. Con relación a su naturaleza jurídica, el TC ha excluido que los mismos puedan
identificarse con la propia LPGE.
Una vez aprobada la LPGE se abre la fase de ejecución, fase ésta en la que la competencia
corresponde al ejecutivo, el cual dispone de importantes facultades para modificar los créditos
iniciales del estado de gastos, en función de las circunstancias.
Asimismo, durante el transcurso del ejercicio se pueden plantear nuevos gastos que hacen
necesaria la intervención de las Cortes mediante la aprobación de leyes de modificación del
presupuesto inicial: las leyes de créditos extraordinarios o de suplementos de crédito.
Cabe no obstante realizar dos matizaciones en cuanto a esta función de las Cortes durante el curso
de la ejecución del presupuesto:
─ Qué sucede cuando por otro tipo de circunstancias imprevistas se hace necesario aprobar
nuevos créditos, modificando el presupuesto inicialmente establecido. En este caso será
necesario aprobar un crédito extraordinario o un suplemento de crédito (siempre que la
situación no pueda ser abordada mediante el expediente de las transferencias de crédito).
Cómo se tramitan los créditos extraordinarios y lo suplementos de crédito (arts. 55 y ss. LGP):
3) Como requisitos procedimentales para la elaboración del proyecto cabe señalar: informe de
la Dirección General de Presupuestos y dictamen del Consejo de Estado, con carácter previo
a la propuesta que el ministro de Economía realiza al Gobierno para que éste remita el
proyecto a las Cortes. En el proyecto se debe especificar el recurso con el que ha de
financiarse el mayor gasto público. Es decir, para la financiación del crédito extraordinario
o suplemento se debe hacer mención a los “anticipos de tesorería”, los cuales se pueden
conceder por el Gobierno a propuesta del Ministro de Economía con el límite señalado en el
art. 60 LGP.
Aparte de los anteriores supuestos, en los que el crédito extraordinario o el suplemento se lleva a
cabo mediante el correspondiente acto legislativo, la LGP contempla la autorización de dichos
incrementos presupuestarios por el propio ejecutivo. Se trata de los supuestos en que la necesidad
del crédito extraordinario o suplemento se produce en un organismo autónomo. (art. 56 LGP).
79
4. La ejecución del presupuesto.
Ejecutar el presupuesto es ejecutar los gastos por él autorizados, con cargo a los ingresos por él
previstos. La ejecución del gasto público alberga dos grandes subfases divididas, a su vez, en 5
fases:
Contracción de la obligación.
─ Disposición o compromiso.
─ Pago.
Esta primera subfase comprende los actos por los que nace y se cuantifica la obligación de pago,
que previamente debe estar presupuestariamente prevista. Hay 3 fases:
1) Autorización del gasto: mediante este acto jurídico y contable se aprueba el gasto a realizar.
El gasto puede ser autorizado por una ley, reglamento, acto administrativo o resolución
judicial que hace nacer la obligación económica. Contablemente, se plasma en un acto
interno por el que la autoridad competente para gestionar un gasto con cargo a un crédito
presupuestario acuerda realizarlo y determina su cuantía (por ejemplo, el acuerdo de
urbanizar una calle o celebrar un acontecimiento cultural). Es un acto interno que no vincula
a la Administración actuante, sólo pone en marcha el procedimiento administrativo de
ejecución del gasto público.
80
En esta segunda subfase se trata de ejecutar la obligación de pago antes reconocida. Comprende
dos momentos:
1) Ordenación del pago: el Director General del Tesoro o sus delegados expiden el
mandamiento a la Tesorería correspondiente para que haga efectivo el pago. El mandamiento
se acompaña de los documentos acreditativos del servicio hecho obrantes en el expediente.
Todo mandamiento ha de acomodarse a un plan de disposición de fondos del Tesoro, llamado
ahora presupuesto monetario, que trata de periodificar racionalmente los pagos en atención
al flujo temporal de cobros (art. 106 LGP).
2) Pago: es el acto por el que la Administración cumple con su prestación, libera su deuda,
cancela su obligación. Se materializa normalmente mediante talón emitido por la Tesorería
contra la cuenta corriente de la Administración en el Banco de España o en cualquier entidad
financiera habilitada a tal fin. Pero también cabe la transferencia bancaria, la entrega de
efectivo en caja o cualquier otro medio admitido en Derecho para el pago. Si la
Administración se retrasa más de 3 meses y el acreedor requiere el pago por escrito, se
devengan intereses de demora, cifrados en el interés legal del dinero, que es el interés básico
del Banco de España si la ley de presupuestos no fija otro específico. El derecho a exigir el
pago de las obligaciones liquidadas prescribe a los 4 años, contados desde la notificación del
reconocimiento de la obligación (art. 25 LGP).
A cada ejercicio se imputan los derechos liquidados durante el mismo, aunque se hubieran
devengado en ejercicios anteriores, siempre que su vencimiento no rebase el 31 de diciembre, así
como las obligaciones reconocidas hasta esa fecha, si bien la ley permite en ocasiones incluir
algunas reconocidas posteriormente, que traigan causa y cobertura de ejercicios anteriores.
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II. El control del presupuesto
La Constitución ordena que la programación y ejecución del gasto público se realice de acuerdo
con los principios de legalidad, eficacia, equidad, economía y eficiencia. Para verificar que ello
es así, el ordenamiento jurídico instaura controles que afectan a todo el dinero público manejado
por cualquier persona o entidad pública o privada.
Externos: desempeñados por otros órganos del Estado, singularmente las Cortes Generales
y el órgano que de ellas depende, el Tribunal de Cuentas.
Desde un punto de vista temporal, también se pueden clasificar los controles en: previos,
concomitantes o a posteriori.
2. El control interno.
En primer lugar, se da un control a priori que realiza la propia Administración al sector público.
Lo realiza la Intervención General del Estado o interventores delegados. Se comprueba a priori
los requisitos legales de todos los procedimientos así como el destino de los fondos.
También existe un control permanente sobre el sector público estatal y se controla la legalidad y
el destino de los fondos. Consiste en que anualmente se aprueba un plan anual de control
financiero permanente por la IGAE donde se concretan las actuaciones a realizar.
Por último, está el control por auditoría pública, que es posterior. Se controla la contabilidad, si
se han cumplido con los actos procedimentales, y se valoran si se ha llevado a cabo una buena
gestión. Anualmente la IGAE elabora un plan de auditorías en el que se concretan las actuaciones
concretas a realizar.
El objeto de la función interventora consiste en (art. 148.1 LGP): “controlar, antes de que sean
aprobados, los actos del sector público estatal que den lugar al reconocimiento de derechos o a
la realización de gastos, así como los ingresos y pagos que de ellos se deriven, y la inversión o
aplicación en general de sus fondos públicos, con el fin de asegurar que su gestión se ajuste a las
disposiciones aplicables en cada caso.”
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El art. 149.1 LGP delimita el ámbito de aplicación de la función interventora: “se ejercerá por la
Intervención General de la Administración del Estado y sus interventores delegados respecto de
los actos realizados por la Administración General del Estado, sus organismos autónomos, y las
entidades gestoras y servicios comunes de la Seguridad Social.”
El art. 150.1 LGP, por su parte, recoge las modalidades del ejercicio de la actividad interventora:
“La función interventora se ejercerá en sus modalidades de intervención formal y material. La
intervención formal consistirá en la verificación del cumplimiento de los requisitos legales
necesarios para la adopción del acuerdo, mediante el examen de todos los documentos que,
preceptivamente, deban estar incorporados al expediente. En la intervención material se
comprobará la real y efectiva aplicación de los fondos públicos.”
Teóricamente, la IGAE debería intervenir en las cinco fases de ejecución del presupuesto, pero
esto se simplifica.
Hay una primera fase de intervención que es la intervención crítica o previa, entre las dos primeras
fases de ejecución (autorización y disposición), vigilando tres aspectos fundamentales:
Desde el plano de la ortodoxia, este control interno de legalidad debería de realizarse previa o
simultáneamente a la realización del gasto, verificando especialmente que no se contraen gastos
sin crédito presupuestario ni por órgano incompetente para ello. También debe vigilar el
cumplimiento de la normativa presupuestaria o administrativa de aplicación a cada compromiso
de gasto.
Todo ello se plasma en el llamado acto de fiscalización, por el que el interventor formaliza su
conformidad o su reparo con el gasto en tramitación. Su omisión, cuando está previsto
obligatoriamente, es causa de nulidad del procedimiento, impide la exigibilidad de las
obligaciones nacidas y el nacimiento de las obligaciones en germen.
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La intervención es insuprimible en la fase de pago, controlando el mandamiento de pago y la
ejecución material del mismo.
El objeto de este control se recoge en el art. 157 LGP: “la verificación de una forma continua
realizada a través de la correspondiente intervención delegada, de la situación y el
funcionamiento de las entidades del sector público estatal en el aspecto económico-financiero,
para comprobar el cumplimiento de la normativa y directrices que les rigen y, en general, que su
gestión se ajusta a los principios de buena gestión financiera y en particular al cumplimiento del
objetivo de estabilidad presupuestaria y de equilibrio financiero”.
El art. 158.1 LGP recoge el ámbito subjetivo de aplicación, señalando que el control financiero
permanente se ejercerá sobre:
En cuanto al alcance y contenido del control financiero permanente, el art. 159.1 LGP señala que
el control financiero permanente incluirá las siguientes actuaciones:
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2) Seguimiento de la ejecución presupuestaria y verificación del cumplimiento de los objetivos
asignados a los programas de los centros gestores del gasto y verificación del balance de
resultados e informe de gestión.
3) Informe sobre la propuesta de distribución de resultados a que se refiere el artículo 129 de
esta Ley.
4) Comprobación de la planificación, gestión y situación de la tesorería.
5) Las actuaciones previstas en los restantes títulos de esta Ley y en las demás normas
presupuestarias y reguladoras de la gestión económica del sector público estatal, atribuidas
a las intervenciones delegadas.
6) Análisis de las operaciones y procedimientos, con el objeto de proporcionar una valoración
de su racionalidad económico-financiera y su adecuación a los principios de buena gestión,
a fin de detectar sus posibles deficiencias y proponer las recomendaciones en orden a la
corrección de aquéllas.
7) En los departamentos ministeriales y entidades gestoras y servicios comunes de la Seguridad
Social, verificar, mediante técnicas de auditoría, que los datos e información con
trascendencia económica proporcionados por los órganos gestores como soporte de la
información contable, reflejan razonablemente las operaciones derivadas de su actividad. La
Intervención General de la Administración del Estado establecerá el procedimiento, alcance
y periodicidad de las actuaciones a desarrollar.
Las actuaciones de control financiero permanente que se tengan que efectuar en cada ejercicio y
su alcance específico vendrán determinadas en un “Plan anual de control financiero permanente”
que será elaborado por IGAE (159.3 LGP).
2.3. Auditorías
El art. 162 LGP recoge el objeto de las auditorías: “la verificación, realizada con posterioridad y
efectuada de forma sistemática, de la actividad económico-financiera del sector público estatal,
mediante la aplicación de los procedimientos de revisión selectivos contenidos en las normas de
auditoría e instrucciones que dicte la Intervención General de la Administración del Estado.”
En cuanto al ámbito subjetivo, el art. 163 LGP señala que: la auditoría pública se ejercerá sobre
todos los órganos y entidades integrantes del sector público estatal y sobre los fondos carentes de
personalidad jurídica y cuya dotación se efectúa mayoritariamente a través de los PGE.
Nos encontramos con tres modalidades de la auditoría pública (art. 164 LGP):
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proporcionar una valoración independiente de su racionalidad económico-financiera y su
adecuación a los principios de la buena gestión.
El art. 165 LGP recoge el plan anual de auditorías, señalando que la IGAE elaborará anualmente
un plan de auditorías en el que se incluirán las actuaciones a realizar durante el correspondiente
ejercicio, tanto las que corresponda desarrollar directamente a dicho centro, como aquellas cuya
ejecución deba llevarse a cabo a través de la Intervención General de la Defensa y de la
Intervención General de la Seguridad Social. Asimismo, el Plan anual de auditorías incluirá las
actuaciones correspondientes a ayudas y subvenciones públicas. La IGAE, podrá modificar las
auditorías previstas inicialmente en el plan anual cuando existan circunstancias que lo justifiquen.
Por su parte, el art. 166 LGP recoge el informe de auditorías, indicando que los resultados de cada
actuación de auditoría pública se reflejarán en informes escritos y se desarrollará de acuerdo con
las normas que la IGAE apruebe.
En todo caso, los informes se remitirán al titular del organismo o entidad controlada, al Ministro
de Hacienda y al del departamento del que dependa o al que esté adscrito el órgano o entidad
controlada. Los presidentes de los entes públicos estatales que cuenten con Consejo de
Administración u otro órgano de dirección colegiado similar o con comité de auditoría, deberán
remitir a los mismos los informes de auditoría relativos a la entidad.
En todo caso, los informes de auditoría de cuentas anuales se rendirán al Tribunal de Cuentas
junto con las cuentas anuales.
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Convive en esta función con los tribunales de cuentas autonómicos, competentes para
fiscalizar la actividad del sector público regional y local. No obstante, el TCu estatal es el
órgano supremo, de tal manera que en cualquier momento puede avocar para sía el
conocimiento de asuntos que estén bajo la fiscalización de un TCu autonómico.
Esta función del Tribunal de Cuentas no deja de ser controvertida, pues teóricamente juzgar
sólo compete a los órganos del Poder Judicial, y éste que contemplamos es un órgano
incardinado en el Poder Legislativo.
Según dispone el art. 38 LO del Tribunal de Cuentas, incurre en responsabilidad contable “el
que, por acción u omisión contraria a la ley originase el menoscabo de los caudales o efectos
públicos” (malversación de fondos públicos, administrar los recursos y demás derechos sin
sujetarse a las disposiciones que regulan su liquidación, comprometer gastos, liquidar
obligaciones, ordenar pagos sin crédito suficiente para realizarlos, etc.).
El procedimiento contable termina con la correspondiente sentencia que puede imponer tanto
la indemnización que proceda como sanciones, las cuales pueden ir desde multas hasta la
separación del servicio del funcionario afectado. Contra dicha sentencia cabe recurso ante la
Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo.
El art. 180 LGP también prevé un procedimiento muy importante que es el procedimiento
de reintegro de aquello que ha salido indebidamente de las arcas públicas.
El TCu es el órgano supremo pero no único cuando fiscaliza y único pero no supremo cuando
enjuicia.
4. El control externo por las Cortes Generales. Medios de control parlamentario. Examen
de la cuenta general.
Las propias Cortes Generales están encargadas también de llevar a cabo un control político de la
ejecución del presupuesto. Controlan políticamente la gestión administrativa y financiera del
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Gobierno mediante mociones, interpelaciones, comisiones y debates. Se trata, en principio, de
cauces de control ordinario.
─ Cabe destacar, como forma especial de control parlamentario del presupuesto, la aprobación
de la Cuenta General por las Cortes Generales. Es un control parlamentario a posteriori que
formula la Intervención General, evalúa previamente el Tribunal de Cuentas y examina
finalmente la comisión mixta Congreso-Senado. La Cuenta General de la Administración
del Estado resume la ejecución presupuestaria de todo el sector público, acompañada de
memorias explicativas del coste de los servicios, de su rendimiento, del cumplimiento de
objetivos y de los estados contables explicativos correspondientes.
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TEMA 7
PRESUPUESTOS DE LA UE Y LOS
ENTES TERRITORIALES E
INSTITUCIONALES
1. Régimen presupuestario de las Comunidades Europeas.
El presupuesto de la Unión Europea es el acto mediante el cual se autoriza cada año la ejecución
del gasto correspondiente a las actividades de la Unión.
El presupuesto de la UE por cuanto se refiere al estado de gastos, está dividido en 8 secciones que
se corresponden con cada una de las instituciones y órganos de la UE.
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─ Sección 2: Consejo
─ Sección 3: Comisión. Se lleva el 80% del presupuesto porque para la comisión se distinguen
dos tipos de gasto, los de funcionamiento que son los gastos corrientes de la actividad (como
los de personal) y los denominados gastos operacionales, que conlleva la realización de las
distintas políticas publicas de gasto. El resto de las secciones solo tienen gastos de
funcionamiento, por eso la mayoría del gasto se lo lleva la Comisión.
Una vez aprobado, la Comisión lo ejecuta dentro del límite de los créditos autorizados, en
cooperación con los Estados miembros y de conformidad con las disposiciones comunitarias
presupuestarias de carácter permanente.
Interno: cada institución debe crear una función de auditoría interna. Asimismo, la propia
Comisión realiza importantes funciones de control interno que ha descentralizado en los
“Directores Generales”. Asimismo, existen Servicios de Auditoría interna de la Comisión y
la figura del “auditor interno”, existente en cada Dirección general.
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Político: el Parlamento europeo realiza un control político del presupuesto comunitario a
través de la Comisión de Control Presupuestario del Parlamento Europeo y mediante la
aprobación de la gestión presupuestaria de la Comisión. La Comisión ha de presentar las
cuentas del ejercicio cerrado cada año al Parlamento y al Consejo, así como un balance
financiero y un informe de evaluación.
Las Comunidades Autónomas manejan en España el 35% del gasto público, que presupuestan
con notable libertad, dentro de los límites de sus amplísimas competencias normativas,
administrativas y financieras y de los objetivos de estabilidad presupuestaria que impone la UE.
Esto supone que tienen que tener autonomía presupuestaria para gastar, siguiendo criterios
similares a los del Estado. El legislativo de la CCAA da permiso al ejecutivo a realizar gastos,
igual que ocurre en el Estado.
El presupuesto cumple en las CCAA las mismas funciones que en el ámbito estatal: es una ley
de autorización del legislativo al ejecutivo, una ley de ordenación del gasto público, previsora de
los ingresos con qué financiarlo.
o El art. 134 CE se refiere específicamente a los PGE. No obstante, el TC afirma que este
precepto también es aplicable a los presupuestos autonómicos.
o Normas presupuestarias de los respectivos EEAA (estatutos de autonomía): que contienen
normas parecidas a la CE.
o Las leyes de hacienda autonómicas regulan la institución presupuestaria como instituto de
autogobierno, con una estructura, contenido, funciones y efectos muy semejantes a los
previstos para el Estado. Los principios comunes a ambos, y las interrelaciones existentes en
una Hacienda de transferencias y tributos compartidos, aconsejan que las diferencias
estructurales sean las mínimas.
o El art. 21 LOFCA marca los grandes principios presupuestarios de las CCAA: carácter anual,
atenderán al cumplimiento del principio de estabilidad, incluirán la totalidad de los gastos,
se prorrogarán si no fuesen aprobados al comienzo del ejercicio y serán elaborados con
criterios homogéneos a los del Estado, de manera que sea posible su consolidación con los
PGE.
o LO de Estabilidad Presupuestaria: contiene la aplicación del principio de estabilidad
presupuestaria también para el ámbito autonómico. Interesa mucho el efectivo cumplimiento
del principio de estabilidad por lo que el Estado dicta normas cada vez más limitativas y más
estrechamente controladoras del gasto público autonómico. Se vigila todo: las retribuciones
de los funcionarios, la realización de contratos, la concertación de operaciones de crédito,
etc. Lo cual ha dado lugar a impugnaciones por las CCAA. El TC hasta ahora ha ratificado
todas y cada una de las leyes que los Gobiernos han venido promoviendo estos últimos años
para controlar el déficit y la deuda pública en las CCAA. Es decir, que el principio de
autonomía cede ante el principio de estabilidad.
Las características del presupuesto autonómico son las mismas que las del presupuesto estatal:
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─ La LPG de cada CA debe contar con un contenido indisponible (previsión de
ingresos/autorización de gastos).
─ Asimismo, puede incluir un contenido eventual (normas que deben guardar relación
directa con la ejecución del presupuesto).
Efectos: se trata de una autorización de los gastos públicos y del cálculo o previsión de los
ingresos públicos.
Los principios presupuestarios autonómicos no difieren de los estatales y locales, tal y como
se desprende de los distintos EEAA de las CCAA.
Elaboración y aprobación: el Gobierno elabora el presupuesto y los ejecuta y las Cortes
autonómicas examinan, aprueban y controlan.
El presupuesto autonómico se ejecuta con las mismas fases y subfases posibles que hemos
visto para los PGE.
El control interno, no obstante, está en manos de los órganos creados al efecto por las propias
CCAA, análogos a la Intervención General de la Administración del Estado. El control externo
compete a los Parlamentos regionales, que se auxilian en su labor de los tribunales de cuentas
autonómicos creados en todas las regiones. Éstos fiscalizan el sector público regional y local sin
perjuicio de la competencia del Tribunal de Cuentas del Estado.
Todo esto dentro de las competencias para gastar que cada CA tenga de conformidad a lo
establecido en los arts. 148 y 149 CE, sus Estatutos de Autonomía y las Leyes Orgánicas de
transferencia y de delegación y en los Decretos concretos de traspasos de funciones y servicios.
Es importante insistir en que la CA no puede comprometer gasto en aquellos ámbitos materiales
en los que no tenga competencia, de ahí que sean frecuentes los recursos del Estado cada vez que
entiende que está invadiendo sus competencias.
Ni el Estado puede gastar allí donde no tiene competencia material o donde la ha cedido a las
CCAA ni viceversa.
Las Entidades Locales manejan en España el 13% del gasto público. Las Corporaciones Locales
disfrutan de autonomía política, administrativa y financiera, uno de cuyos atributos esenciales es
la autonomía presupuestaria, delimitada por las competencias que el ordenamiento jurídico les
reconoce (arts. 25, 26 y 27 LBRL). Estos preceptos eran demasiado ambiguos en la atribución de
competencias y generaban servicios impropios: ayuntamientos prestando servicios que no estaban
específicamente relacionados y establecidos en la ley.
En estos últimos años se ha producido polémica acerca de cuáles son las competencias de las
entidades locales y ahora mismo se está a punto de aprobar una nueva ley de reordenación de las
funciones y competencias de los entes locales para que estos se ciñan con más claridad a ámbitos
competencias concretos y por lo tanto no presupuesten y no gasten en aquello que no sea su elenco
competencial.
Las Entidades Locales, por tanto, tienen autonomía para aprobar sus propios presupuestos. El
elemento que caracteriza el campo presupuestario en el ámbito local es la ausencia de potestad
legislativa lo que supone:
Los presupuestos locales tienen naturaleza reglamentaria, aprobados por acuerdo en el pleno
y, por lo tanto, son impugnables en la vía contencioso-administrativa.
92
Dado que existe reserva de ley para establecer los modos de contraer obligaciones y realizar
los gastos por las Administraciones públicas (art. 133.4 CE), estos aspectos deben ser fijados
por los entes superiores que deben establecer el régimen jurídico del Presupuesto local.
En el aspecto formal las diferencias son más acusadas dado que en el ámbito local no hay
órgano legislativo y la naturaleza del acuerdo de aprobación presupuestaria.
El art. 162 TRLHL recoge un concepto de presupuestos locales, el cual es igual que el concepto
de presupuesto en el ámbito local de la LGP: “los presupuestos generales de las entidades locales
constituyen la expresión cifrada, conjunta y sistemática de las obligaciones que, como máximo,
pueden reconocer la entidad, y sus organismos autónomos, y de los derechos que prevean
liquidar durante el correspondiente ejercicio, así como de las previsiones de ingresos y gastos
de las sociedades mercantiles cuyo capital social pertenezca íntegramente a la entidad local
correspondiente”.
El TRLHL recoge también los principios presupuestarios (iguales que en el ámbito estatal):
anualidad, unidad, universalidad, no afectación y equilibrio presupuestario. El equilibrio
presupuestario es un principio clásico de la hacienda local (lo que ahora es la estabilidad
presupuestaria), lo cual se traduce en reglas muy precisas sobre cuándo, para qué y en qué cuantía
se puede gastar.
En cuanto al contenido de los presupuestos locales, este es similar al del presupuesto estatal o
autonómico. Se recoge en el art. 165.1 TRLHL, en términos similares al ámbito estatal. Tras
precisar la ley que su presupuesto general ha de atender al cumplimiento del principio de
estabilidad presupuestaria, indica que su contenido está conformado por:
Las clasificaciones de las partidas de gasto son las mismas que el ámbito estatal.
La elaboración y aprobación del presupuesto local se recoge en los arts. 168 y 169 TRLHL. Las
fases por las que transcurre la aprobación del presupuesto son:
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2) Aprobación: como no hay poder legislativo le corresponde al pleno de la corporación local la
aprobación y esa aprobación tiene que pasar por distintas fases, una primera fase que es de
aprobación inicial, tras la cual se publica en el Boletín Oficial de la Provincia y se expone al
público. A partir de ese anuncio se dan 15 días para reclamaciones o alegación que se estimen
procedentes y se procede a la aprobación definitiva que se realizará antes del 31 de diciembre
y cuyo acuerdo será publicado en el BOP y será remitido al Estado y a la CCAA. Contra esto
cabe recurso contencioso-administrativo.
3) Ejecución: compete al presidente de la corporación local, que puede delegar en los concejales
o diputados. Los pagos los efectúa el Tesorero.
4) Control: el control será de dos tipos, por un lado el interno que es el que se realiza en el día a
día y que es llevado a cabo por la intervención y en segundo lugar el externo que lo realiza el
pleno de la corporación (que recibe informes periódicos de la intervención), al Tribunal de
Cuentas autonómico y además el Tribunal de Cuentas del Estado. Hay muchos ayuntamientos
que no cumplen con la obligación de remitir la información presupuestaria de la ejecución del
presupuesto ni al TCu autonómico ni al del Estado y esto es así porque no tienen estructura
administrativa para hacer todo esto. Otra cuestión es la falta de nivelación presupuestaria,
haciendo una estimación de gasto irreal. Otra cuestión es la contratación irregular al margen
de los procedimientos establecidos.
En cuanto al procedimiento de gestión, sus créditos son unos de los pocos ampliables (técnica
excepcional de modificación de los créditos iniciales). En este sentido, el art. 54 LGP establece
que son créditos ampliables los créditos destinados al pago de pensiones, subsidios y prestaciones
de la Seguridad Social. Las competencias para autorizar créditos extraordinarios y suplementos
de crédito de la Seguridad Social se reparte, previo informe del Ministerio de Economía y
Hacienda, entre el Gobierno y los Ministerios de Trabajo y Asuntos sociales y sanidad y consumo,
según principalmente la cuantía.
Según el art. 75.2 LGP “bajo la superior autoridad del Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales,
competen al Director General de la Tesorería General de la Seguridad Social las funciones de
Ordenador general de pagos de las Entidades gestoras y Servicios comunes de la Seguridad
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Social”. Es decir, que la ejecución del presupuesto de la Seguridad Social compete a la Tesorería
de la Seguridad Social.
Todos estos entes forman parte de la Administración sólo en sentido amplio, lo que obliga a que
sus presupuestos se presenten con los generales del Estado y se ajusten a las previsiones legales,
integrados con ellos si bien con autonomía.
La clasificación orgánica de los PGE agrupa por secciones y servicios los créditos asignados,
entre otros, a los Organismos Autónomos. (40.1.a) LGP). En virtud de su clasificación orgánica
se distinguirán, a su vez, los ingresos correspondientes a cada uno de los OA integrados en la
Administración General del Estado (art. 41.a LGP)
Están sometidos al control interno en sus distintas modalidades, siguiéndose el plan de auditorías
que elabora la IGAE.
En compensación con este se les obliga a llevar más documentación contable de carácter
mercantil, estando sometidas a las reglas del art. 43 CCom y demás normas que las desarrollan.
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Son entidades públicas empresariales: confederaciones hidrográficas, instituciones de turismo,
ADIF, AENA, Comisión del Mercado de Valores…
Las Sociedades Estatales son sociedades mercantiles de capital mayoritariamente público, por lo
que su régimen presupuestario está más próximo al derecho mercantil que al derecho financiero.
Son Sociedades Estatales los paradores de turismos, Correos…
Deben elaborar:
Las fundaciones tienen también el mismo régimen jurídico presupuestario y son entes creados
para fines específicos y a los que la LGP engloba en un mismo paquete, por ejemplo, el Teatro
Real, Thyssen…
TEMA 8
LOS INGRESOS PATRIMONIALES
Y DEMÁS DE DERECHO
PRIVADO
Los ingresos públicos son la suma de dinero percibida por el Estado y demás entes públicos cuyo
objetivo esencial es financiar los gastos públicos. Clasificación de los ingresos públicos:
Ingresos tributarios.
Ingresos no tributarios:
─ Ingresos patrimoniales.
─ Deuda pública.
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I. Los ingresos patrimoniales
1. Concepto.
Son aquellos ingresos públicos que proceden de la explotación y enajenación de bienes muebles
o inmuebles pertenecientes al patrimonio de los Entes Públicos que no están afectos a un uso o a
un servicio público, así como los adquiridos a título gratuito. Son los que no pueden calificarse
como bienes de dominio o uso público.
Hoy tienen una importancia menor en los presupuestos pues desde un punto de vista recaudatorio
aportan al Presupuesto cantidades inferiores al resto de recursos (deuda y tributos).
1) Bienes patrimoniales del Estado: los arts. 338 a 341 Código Civil recogen la distinción
entre bienes de dominio público y los bienes patrimoniales. Según estos preceptos, los bienes
del Estado son de dominio público o de propiedad privada, siendo bienes de dominio público
los destinados al uso público (caminos, ríos, riberas, playas, puentes, etc.) y los destinados a
algún servicio público (siempre que su uso no haya sido objeto de concesión). El resto de los
bienes del Estado tienen la naturaleza de bienes patrimoniales. De la CE (art. 132) se deduce
cuáles son los principios básicos de los bienes públicos. No obstante, remite al legislador
ordinario la regulación de los bienes patrimoniales, tarea ésta que actualmente lleva a cabo
la Ley de Patrimonio de las Administraciones Públicas.
2) Bienes patrimoniales de las CCAA: también se encuentra la misma distinción entre bienes
de dominio público y bienes patrimoniales (art. 5.2 LOFCA).
3) Bienes patrimoniales de las Corporaciones locales: la misma distinción entre los distintos
tipos de bienes se recoge en el caso de las Corporaciones Locales, si bien los términos
utilizados se acomodan a las denominaciones tradicionales de los bienes municipales y
provinciales. Su identificación se encuentra en el Código Civil y en la legislación local
(LBRL y TRLHL). Nos encontramos una categoría peculiar que son los bienes comunales,
aquellos cuyo aprovechamiento corresponda al común de los vecinos (por ejemplo, los
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montes comunales). A los Entes Locales también les son de aplicación las normas de la Ley
de Patrimonio de las Administraciones Públicas.
En conclusión, se califican como ingresos patrimoniales todos los bienes y derechos de titularidad
pública (Estado, CCAA, CCLL) que no son identificables como bienes de dominio o uso público.
La finalidad principal de estos bienes patrimoniales es fomentar la riqueza nacional, sin perjuicio
de otros fines. No obstante, su finalidad esencial no es la de obtener ingresos. No obstante, sí
pueden generarlos, a través de su explotación (regulada por normas de Derecho Privado, arts. 7.3
LAP en ámbito estatal y art. 8.2 TRLHL).
El régimen jurídico general de los bienes patrimoniales está imbuido en las normas de Derecho
privado, aunque también el Derecho Administrativo se encarga de la gestión de los mismos. Así,
nos encontramos que se rigen por las siguientes normas:
o Se contiene en la Ley del Patrimonio de las Administraciones Públicas que se aplica, en sus
normas básicas, tanto al Estado como a CCAA y a CCLL.
o Las normas de Derecho privado civil o mercantil tienen carácter subsidiario de las normas
contenidas en la propia ley. El Ministerio de Economía y Hacienda se encarga de la
explotación de los bienes patrimoniales del Estado que no convenga enajenar y que sean
susceptibles de aprovechamiento rentable.
NOTA: hay un ingreso público que son los ingresos de monopolio (junto con los tributarios y los
no tributarios), pero estos ingresos hoy son irrelevantes. Se refiere a los ingresos de los
monopolios de derecho, esto es, aquellos que son resultado de la voluntad estatal, ya que es el
Estado quien decide que un determinado servicio sea prestado de forma exclusiva por un sujeto o
que la adquisición, producción y venta de determinados productos sólo pueda realizarla un sujeto.
Hoy día solo subsisten el de Tabacos y el de la Lotería Nacional.
La Deuda pública son los ingresos que obtienen los Entes públicos a cambio de una retribución
y con la obligación, en los supuestos más habituales, de devolver las cantidades recibidas una vez
transcurrido cierto tiempo.
Características:
El concepto de deuda pública se identifica con el de préstamo: constituye la Deuda del Estado
el conjunto de capitales tomados a préstamos por el Estado, entendido como la recepción de
dinero con la obligación de devolverlo. En sentido estricto, no son deuda pública
cualesquiera otras deudas que tuvieran los entes públicos y que no estén originadas por un
préstamo.
98
El concepto de Deuda Pública se debe entender desde una doble perspectiva:
─ Comporta un gasto por cuanto se deben devolver no solo el capital sino también
intereses.
La deuda pública es un ingreso público, aunque también cumple otras finalidades, la más
importante de ellas la de ser un instrumento de política económica.
La deuda pública está muy controlada por disposiciones de la UE que tienen un gran temor al
incremento constante de la deuda pública como consecuencia de un incremento constante del
déficit. De ahí que la UE haya marcado unos límites que el Gobierno español ha hecho suyos para
el año 2014 en el sentido de que: para el Estado un 72,8% PIB, para las CCAA un 20% del PIB y
para las entidades locales un 4%. Todo esto asciende a un 96’8% del PIB.
Deuda singular: se contrae con uno o varios sujetos determinados (con una o varias
entidades de crédito).
Deuda General: se emite para ser contratada por un número indeterminado de personas.
Se le denomina en ocasiones “empréstito público” para diferenciarla de la deuda
singular. El Ente público ofrece al público en general, a múltiples prestamistas posibles,
la contratación de títulos de la deuda: letras, bonos, obligaciones o pagarés, del Tesoro
o del Estado.
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Nota: es una denominación sin trascendencia jurídica. Está ligada a razones comerciales en
función a la denominación de las distintas emisiones de Deuda pública: Pagarés del Tesoro,
Letras del Tesoro, Bonos del Estado, Obligaciones del Estado, etc.
Según las características de la emisión, las clasificaciones pueden ser múltiples: entre
otras:
la deuda amortizable y la Deuda Perpetua (en la que el Estado se obliga a pagar intereses
pero no a devolver el capital).
100
institucional entre las Administraciones Públicas en materia de política fiscal y financiera.
En todo caso, regulará:
a. La distribución de los límites de déficit y de deuda entre las distintas Administraciones
Públicas, los supuestos excepcionales de superación de los mismos y la forma y plazo de
corrección de las desviaciones que sobre uno y otro pudieran producirse.
b. La metodología y el procedimiento para el cálculo del déficit estructural.
c. La responsabilidad de cada Administración Pública en caso de incumplimiento de los
objetivos de estabilidad presupuestaria.
6. Las Comunidades Autónomas, de acuerdo con sus respectivos Estatutos y dentro de los
límites a que se refiere este artículo, adoptarán las disposiciones que procedan para la
aplicación efectiva del principio de estabilidad en sus normas y decisiones presupuestarias.”
Al objeto de garantizar la estabilidad presupuestaria y en desarrollo del art. 135 CE, se aprueba la
LO 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria cuyas metas son: eliminar el déficit
público estructural y reducir la deuda pública.
─ Déficit estructural permitido hasta el 0,4% del PIB para el conjunto de las
Administraciones Públicas cuando se produzcan reformas estructurales con
independencia presupuestaria a largo plazo.
─ Déficit estructural sin límite en caso de catástrofes naturales, recesión económica grave
o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen del control de las
Administraciones Públicas.
Para CCLL: el principio de estabilidad presupuestaria exige siempre y en todo caso equilibrio
o superávit. No cabe el déficit en ningún caso. Este es el objetivo que se persigue para 2020
La LOEP también fija cuál debe ser el volumen de deuda pública del conjunto de las
Administraciones: se fija en el 60% del PIB, distribuida de la siguiente manera:
o Estado: 44%
o CCAA: 13%
o CCLL: 3%
101
Tanto la CE como la LOEP señalan la obligación de incluir en los PGE los créditos para el
pago de intereses y capital de la deuda pública y la prioridad absoluta frente a otras
obligaciones económicas que deban atenderse.
Por otra parte, y ya refiriéndonos en concreto a la emisión de deuda pública, señala el art. 135 CE
que está sometida a reserva de ley. Del mismo modo, indica el art. 94 LGP que la creación de
Deuda del Estado debe estar autorizada por Ley. Y el art. 98 LGP añade que es el Ministro de
Economía y Hacienda quien autoriza la emisión o contratación de la Deuda Pública. En la
práctica, esta reserva se ha traducido en una fijación de límite máximo de emisión de deuda
pública en la Ley de Presupuestos.
Todo ente público ha de estar autorizado por ley para emitir deuda pública general o contraer
créditos singulares.
Normalmente, viene siendo la LPGE la que autoriza a endeudarse dentro de los límites marcados
por la UE. El Gobierno aprueba año tras año el objetivo de estabilidad presupuestaria o techo
máximo de endeudamiento que votan las Cortes y que luego ha de repartirse entre Administración
Central, CCAA, CCLL respetando los parámetros de la LOFCA y del TRLHL.
Un posterior Decreto del Gobierno dispone la creación de la Deuda, fijando la cuantía máxima y
desarrollando unos criterios generales de contratación y gestión.
Con base en la ley de autorización y en el decreto de emisión, una Orden del Ministro de
Economía y Hacienda autoriza la contratación del crédito y la formalización de las operaciones,
que, habitualmente, el Ministro delega en el Director General del Tesoro y Política Financiera.
Para la emisión, el sistema más utilizado, es la subasta pública, que garantiza la igualdad. También
hay modalidades concretas de deuda que se pueden hacer mediante intermediarios, como los
bancos.
El artículo 135.3 CE garantiza los derechos del prestamista, pues “los créditos para satisfacer el
pago de intereses y capital de la deuda pública del Estado se entenderán siempre incluidos en el
estado de gastos de los presupuestos y no podrán ser objeto de enmienda o modificación mientras
se ajusten a las condiciones de la ley de emisión”.
102
El precepto constitucionaliza el derecho subjetivo del prestamista al cobro, lo que obliga a los
entes públicos a incluir en sus presupuestos los créditos necesarios para atender al servicio de la
deuda, créditos que tendrán el carácter de ampliables en la medida necesaria para ello.
Operaciones de tesorería:
─ Autorización del Estado: este es el mayor problema. Hoy día el Estado tiene
competencia para autorizar y, por lo tanto, necesitan la autorización del Estado todas
aquellas obligaciones en las que se vea afectado el objetivo de estabilidad
presupuestaria.
- Destino: el art. 14 LOFCA dice que sólo se pueden realizar operaciones de crédito para
financiar gastos de inversión, es decir, obras públicas nuevas.
- Requisitos: hay que contratar en los mismos términos de concurrencia que hemos dicho
antes, lo de informar al Consejo de Política Fiscal y Financiera también y aquí también
hay un requisito cuantitativo de las anualidades de capital e intereses a devolver
consistente en que estos no pueden exceder del 25% de los ingresos corrientes del último
presupuesto liquidado.
103
Operaciones colectivas de crédito (empréstitos):
El Estado establece también requisitos y límites para el endeudamiento de las entidades locales:
Operaciones de tesorería:
─ Autorización del Estado: cuando el objetivo de estabilidad se vea afectado, y esto ocurre
cuando la entidad tenga ahorro neto negativo en el último ejercicio liquidado.
─ Destino: el mismo que en las CCAA y añade que excepcionalmente en dos ocasiones:
cuando haya un gasto extraordinario o urgente o que se haya liquidado el último
presupuesto con déficit.
─ Requisitos: los mismos que antes y uno más, que el saldo neto de la deuda viva no
exceda del 110% de los ingresos corrientes liquidados en el último ejercicio.
─ Autorización del Estado: igual que en las CCAA: en todos los casos.
104
PARTE III
DERECHO
TRIBUTARIO
MATERIAL
TEMA 9
EL DERECHO TRIBUTARIO
1. Concepto y contenido del Derecho Tributario.
1.1. Concepto
105
El Derecho Tributario es una disciplina jurídica cuyo objeto es regular el establecimiento y
aplicación de los tributos. De hecho, el Derecho Tributario es una rama de otro derecho más
amplio que es el Derecho Financiero y su estudio se desarrolla principalmente en torno al tributo.
1.2. Contenido
Parte general: es donde se estudian los conceptos básicos. Se estudia qué es el tributo y
cuáles son los procedimientos para su aplicación.
En la Constitución española hay varios preceptos que aluden a los tributos, que son, por ejemplo,
los arts. 31 (principios), 133 (poder tributario), 134 (presupuesto) y 142 (autonomía financiera de
las entidades locales). No obstante, la Constitución no define los tributos sino que simplemente
los menciona.
Un concepto jurídico de tributo (art. 2 LGT) la encontramos en la Ley General Tributaria actual
del año 2003, la cual define por primera vez en nuestro Derecho positivo este concepto de tributo
en su art. 2. Hasta entonces no había definición de tributo ni en la Constitución ni en las leyes, la
definición que había era doctrinal o jurisprudencial. El Tribunal Constitucional ya había realizado
su propia definición de tributo y había señalado que los dos requisitos básicos en los tributos eran:
el principio de legalidad y el principio de capacidad económica. Precisamente, estos dos
requisitos básicos no aparecen en la definición de tributo en la Ley General Tributaria.
Así, una definición de tributo completa podría ser: el tributo es una prestación patrimonial
obligatoria y coactiva establecida por Ley destinada a la cobertura genérica del gasto público y
basada en la capacidad económica de los llamados a satisfacerla que no constituye la sanción de
un ilícito.
1) Prestación patrimonial obligatoria y coactiva: esto significa que es una obligación de dar
dinero a un ente público. Es decir, generalmente el tributo va a consistir en una suma de
dinero que tenemos que entregar a un ente público. No obstante, excepcionalmente se
permite que determinados tributos sean pagados en especie mediante obras de arte del
patrimonio histórico español. Así sucede en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones (ISD),
en el Impuesto del Patrimonio (IP) y en el IRPF. Hay también casos en los que el tributo se
va a pagar mediante efectos timbrados, que es lo que sucede cuando se emite una letra de
cambio o en las escrituras notariales. La prestación es obligatoria y coactiva porque sucede
lo siguiente:
106
- No es libre la realización del presupuesto de hecho (no se puede elegir qué impuesto
pagar y cuál no).
- No es una obligación pactada, sino que es una obligación que nace de la Ley. Es decir,
siempre que se realiza el hecho previsto en la Ley surge la obligación de pagar el tributo.
Rige el principio de indisponibilidad del crédito tributario, lo cual significa que cuando
se paga un tributo se paga porque lo señala la Ley y no cabe negociar ni quién es el
sujeto pasivo del tributo ni la cuantía de la prestación.
2) Establecida por Ley: es una obligación ex lege, que nace de la Ley. La Ley es la que crea
el tributo y define sus elementos esenciales (principio de reservar de ley). Por ello, los
tributos se tienen que pagar cuando se realizan los supuestos de hecho (hechos imponibles)
previstos en la ley reguladora del tributo. Los tributos, además de ser ingresos públicos están
regulados por normas de Derecho Público. Por tanto, la Administración cuando exige el
tributo actúa como un ente público y goza de algunas prerrogativas como la vía de apremio
o como las garantías para exigir el cobro de la deuda tributaria.
3) Destinada a la cobertura del gasto público: como regla general, cuando la Administración
cobra un tributo, lo va a hacer sin un destino concreto, es decir, sin afectación (principio de
presupuesto único). Ese principio de presupuesto único lo cumplen los impuestos pero no se
ve tan bien en las tasas y contribuciones especiales.
107
2.2. Clases de tributos
- Los impuestos son tributos que se exigen sin vinculación a una actividad administrativa, es
decir, son una obligación de dar dinero a un ente público que nace de la Ley sin necesidad
de que la Administración realice una actividad dirigida a un sujeto concreto. En definitiva,
los impuestos se pagan porque se manifiesta capacidad económica (se obtiene renta, se es
titular de un patrimonio o se realiza un gasto).
- La tasa es un tributo en el cual siempre se exige una actividad administrativa por dos
presupuestos diferentes: por la utilización privativa o aprovechamiento especial del dominio
público (por ejemplo, los vados) o por la prestación de un servicio público dirigido a un
destinatario concreto (por ejemplo, el constructor que solicita licencia urbanística al tener
que comprobar el Ayuntamiento la legalidad del proyecto).
- Las contribuciones especiales son tributos en los que también existe una actividad
administrativa y se exigen, bien por la realización de obras públicas o bien por el
establecimiento ex novo o ampliación de servicios públicos de los cuales se beneficie un
grupo determinado de sujetos. Por ejemplo, se asfalta una calle o se instala la red de
alumbrado público. El fundamento de este tributo es que se entiende que con este tipo de
obras se están beneficiando los vecinos de esa calle más que otros ciudadanos.
Hay una segunda clasificación de tributos que diferencia entre: tributo estatal, tributos
autonómicos y tributos locales. Esta segunda clasificación atiende a qué ente público tiene el
poder tributario.
3. El sistema tributario.
3.1. Concepto
Con carácter general, el sistema tributario es un conjunto ordenado y armónico de tributos que
operan en un lugar determinado y en un momento histórico concreto. Por tanto, un sistema no
puede ser un conglomerado sino que es necesario que exista coordinación.
La doctrina, teniendo en cuenta esa idea, diferencia entre dos tipos de sistemas tributarios:
A pesar de esta clasificación, ninguna es adecuada porque en todos los sistemas hay una mezcla;
son sistemas mixtos.
Un sistema será más sistemático y coordinado cuando se den las siguientes notas características:
108
2) Cuando no existan supuestos de doble imposición y evasión.
4) Cuando en los impuestos directos se tienen en cuenta las circunstancias personales de los
contribuyentes.
1) Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF): es un impuesto que grava la renta
obtenida por personas físicas residentes en territorio español.
o No residentes con establecimiento permanente en España: son aquellos que aunque son
no residentes se encuentran instalados en nuestro país desarrollando una actividad
empresarial (como una sucursal) y a los cuales se les va a someter a gravamen acudiendo
a las normas del IS.
109
conferencia). En este caso, se acude a las normas del IRPF para cuantificar el impuesto
en esta modalidad.
Este impuesto no está cedido ni a las CCAA ni a las entidades locales y, por lo tanto, el
Estado reúne las tres potestades: regula, gestiona y recauda el impuesto.
4) Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones (ISD): este impuesto grava los enriquecimientos
gratuitos obtenidos por personas físicas y que traen causa en una herencia, en una donación
o en indemnizaciones percibidas de determinadas compañías de seguros. Es un impuesto que
está cedido a las CCAA:
- Potestades administrativas: son las CCAA las que gestionan el impuesto sin perjuicio
de que el Estado se ha reservado alguna potestad.
- Potestad tributaria normativa: el Estado es el que legisla (crea el impuesto y regula sus
elementos esenciales). Actualmente, todos los impuestos municipales aparecen
regulados en el TRLRHL, donde aparece su estructura básica, pero esta estructura
básica luego es desarrollada por el ente local mediante las ordenanzas fiscales. Así, está
regulado por ley estatal y es desarrollado por ordenanza fiscal. En este caso, la
ordenanza no es obligatoria y se puede exigir el impuesto aunque no exista esta
ordenanza fiscal.
110
transmisión es a título gratuito (herencia o donación). Es un impuesto municipal, pero es
potestativo lo cual significa que para que se exija este impuesto es necesario que esté
aprobada de manera obligatoria la ordenanza fiscal. Si no hay ordenan fisca no se puede
exigir.
7) Impuesto sobre el Juego en la modalidad casinos y máquinas: son impuestos que gravan
los rendimientos obtenidos por los empresarios privados por la explotación económica del
juego. Este es uno de los impuestos estatales cedido a las CCAA.
- Potestad tributaria normativa: el Estado establece la regulación básica del impuesto pero
ha cedido competencias a las CCAA para que puedan legislar sobre casi todo mediante
leyes autonómicas.
1) Impuesto de Patrimonio (IP): es un impuesto que grava la titularidad del patrimonio neto
de las personas físicas, es decir, el valor bruto del patrimonio menos cargas, gravámenes y
deudas. Desde el 1 de enero de 2008 este impuesto ha quedado prácticamente suprimido, no
formalmente porque la Ley seguía en vigor, sino porque se estableció una modificación en
la cuota del impuesto del 100%. Después, se restableció este impuesto para los años 2011,
2012 y 2013, pero a pesar de esto, lo que sucede es que se han cambiado los requisitos para
tenerlo que pagar de tal manera que la vivienda habitual se encuentra dentro de los bienes
exentos del impuesto hasta un importe de 300.000 euros y además se ha establecido como
mínimo exento el patrimonio inferior a 700.000 euros. Es un impuesto cedido a las CCAA.
- Potestad aplicativa: la gestión del impuesto la realizan prácticamente todas las CCAA.
No obstante, el Estado en este impuesto se ha reservado algunas funciones de inspección
porque inspeccionando este impuesto va a poder inspeccionar luego el IRPF.
111
2) Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI): grava la titularidad de derechos sobre bienes
inmuebles. Por ejemplo, una concesión administrativa, un derecho real de superficie, un
derecho real de usufructo o un derecho de propiedad.
1) Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA): es un impuesto indirecto que recae sobre el
consumo general de bienes y servicios. La Ley diferencia entre dos tipos de operaciones:
operaciones interiores y operaciones de tráfico exterior. En cuanto a las operaciones
interiores, grava las entregas de bienes y las prestaciones de servicios efectuadas por
empresarios y profesionales a título oneroso, es decir, con una contraprestación económica.
Además es necesario que esas operaciones se realicen en la Península y en Baleares. Dentro
de las operaciones de tráfico exterior se incluyen, a su vez, dos operaciones: las adquisiciones
intracomunitarias de bienes (AIB) y las importaciones de bienes.
112
El IVA es incompatible con el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales Onerosas.
Es un impuesto estatal cedido a las CCAA, pero lo único que se ha cedido ha sido la
recaudación ya que la Comunidad Europea no permite que se cedan más potestades.
El TPO grava el tráfico civil de bienes y derechos entre particulares (por ejemplo, las
compraventas, las permutas, los usufructos, préstamos, fianzas, arrendamientos de
vivienda, arrendamientos de fincas rústicas, etc.). Es incompatible con el IVA.
113
En cuanto a las potestades de estos impuestos, hay que decir que es un impuesto cedido a las
CCAA:
- Potestad aplicativa: son las CCAA las que prácticamente gestionan este impuesto en
exclusiva, aunque el Estado se reserva alguna función.
- Potestad normativa: el Estado establece la estructura básica del impuesto en una ley
estatal y a las CCAA se les permite legislar en la tarifa y establecer normas de gestión.
- Potestad aplicativa: son las CCAA las que prácticamente gestionan el impuesto, aunque
el Estado se reserva alguna función.
114
- Potestad normativa: el Estado establece la legislación básica del recargo y a las CCAA
se les permite añadir su propia tarifa.
6) Impuesto especial sobre las primas de seguro: es uno de los pocos impuestos estatales que
no ha sido cedido a las CCAA ni a ninguna CCLL ni a la UE, conservando el Estado sus tres
potestades: legisla, gestiona y recauda. Este impuesto grava operaciones incluidas en la Ley
de Seguro Privado: operaciones de seguros y capitalización. El contribuyente de este
impuesto es la entidad aseguradora que opera en territorio español y que tiene la obligación
de repercutir jurídicamente el impuesto en el contratante del seguro.
115
- Potestad normativa: el Estado regula el impuesto, establece su régimen jurídico sin
perjuicio de que es obligatoria la ordenanza fiscal de la CL.
11) Impuestos aduaneros: gravan el tráfico internacional de mercancías (las exportaciones y las
importaciones). Son también extrafiscales y su objeto es proteger la industria nacional. Son
impuestos que están totalmente armonizados en la UE.
13) Impuesto sobre los depósitos bancarios: es un impuesto también creado recientemente por
la Ley 16/2012, también calificado como impuesto directo porque pretende gravar a las
entidades financieras, pero después las entidades financieras lo van a trasladar a los
consumidores, teniendo una repercusión económica como en los anteriores. Este impuesto
se crea para terminar con un grupo de impuestos autonómicos que algunas Comunidades
habían establecido en estas materias y es que el Estado puede invadir la materia imponible
de las CCAA. Ahora bien, el impuesto está gravado a tipo 0, por lo que existe formalmente
pero en realidad no se paga nada, lo cual no significa que se pueda activar el impuesto. Es
un impuesto que se reserva el Estado en exclusiva: legisla, gestiona y recauda.
TEMA 10
116
LAS CATEGORÍAS TRIBUTARIAS
1. El impuesto. Concepto y clases.
1.1. Concepto
El concepto legal se recoge en el art. 2.2.c) LGT, el cual señala que los impuestos son los tributos
exigidos sin contraprestación, cuyo hecho imponible está constituido por negocios, actos o
hechos que ponen de manifiesto la capacidad económica del contribuyente.
Si un impuesto es un tributo, los impuestos se acomodan a las notas genéricas de los tributos de
la siguiente manera:
2) Establecida por Ley: también cumple esta nota ya que el impuesto es una obligación
establecida por Ley. El impuesto, como es un tributo, tiene que establecerse por ley estatal o
autonómica según proceda por aplicación del principio de reserva de ley en materia
tributaria.
3) Destinada a la cobertura del gasto público: el impuesto también cumple esta nota ya que está
destinado a la cobertura genérica del gasto público y es que los impuestos son recursos que
permiten la financiación de los servicios públicos indivisibles, es decir, permiten financiar
aquellos servicios que no tienen un destinatario concreto y singular, sino que el destinatario
es la colectividad en general. Por ejemplo, el gasto público en defensa.
Esta es la nota que diferencia los impuestos de las tasas y de las contribuciones especiales,
ya que los impuestos financian servicios públicos indivisibles mientras que las tasas y
contribuciones especiales financian servicios públicos divisibles, es decir, servicios públicos
dirigidos a sujetos concretos y determinados en los cuales es posible identificar al usuario
que recibe el servicio que presta la Administración.
Conviene aclarar que la LGT se refiere a esto cuando señala que el impuesto es un tributo
que se exige sin contraprestación. Lo que quiere decir la Ley cuando señala esto es que el
impuesto se exige sin que sea necesario que la Administración dé algo a cambio, sin que
exista un sujeto concreto y determinado. Y es que hay que matizar ya que el término
“contraprestación” no está bien utilizado en Derecho Tributario, dado que es un concepto
propio del Derecho Civil en el cual la relación jurídica entre las partes se realiza en situación
de igualdad. En el Derecho Tributario nunca hay una contraprestación propiamente dicha
pues el Derecho Tributario es un Derecho Público en el cual las obligaciones tributarias se
regulan por la Ley y no por la voluntad de las partes. Lo que quiere decir la LGT cuando
señala que el impuesto es un tributo que se exige sin contraprestación es que el impuesto se
exige sin vinculación a un servicio público. Cuando las distintas Administraciones recaudan
117
impuestos, su recaudación entran en caja única y por ello, los ingresos recaudados por
impuestos no están afectados a un destino concreto y determinado.
4) Basada en la capacidad económica: los impuestos también cumplen esta cuarta nota y es que
se basan en la capacidad económica. Esta nota está presente con carácter general en todos
los impuestos. No obstante, en los impuestos no fiscales se tolera un menor apego a este
principio de capacidad económica. El hecho imponible de los impuestos debe poner de
manifiesto la capacidad económica el contribuyente y es precisamente este hecho imponible
lo que nos va a permitir diferenciar los impuestos de las tasas y contribuciones especiales.
Así, pagamos impuestos porque exteriorizamos capacidad económica (renta, patrimonio o
gasto).
5) No constituye la sanción de un ilícito: los impuestos también cumplen esta nota y es que no
constituyen la sanción de un ilícito. Ante esto nos remitimos a lo visto en el Tema 9.
Impuestos directos: aquellos que gravan demostraciones evidentes de riqueza, es decir, los
que gravan la renta o el patrimonio.
- Gravan la renta:
1) IRPF.
2) IS.
3) IRNR.
4) ISD.
5) IAE.
6) Plusvalías municipales.
- Gravan el patrimonio:
1) IBI.
2) IVTM.
3) IBINR.
Impuestos indirectos: gravan demostraciones indirectas de riqueza, es decir, son los que
recaen sobre el gasto, el consumo o circulación de la riqueza. Aquí se incluyen:
1) IVA.
118
2) ITP, AJD, OS.
3) Impuestos especiales.
4) El impuesto de matriculación.
7) ICIO.
9) Impuestos aduaneros.
También podemos clasificar los impuestos por la facultad de repercutir la cuota tributaria:
Impuestos indirectos: son aquellos en los cuales la ley prevé el mecanismo de la repercusión
o traslación de la cuota del sujeto pasivo a una persona distinta a él, es decir, el que aparece
definido como contribuyente en la Ley no es el que va a asumir el pago del impuesto, sino
que lo repercute sobre un tercero porque así lo permite la Ley. Por ejemplo, el IVA recae
sobre el consumo general de bienes y servicios, sin embargo, la Ley del IVA no grava
directamente al consumidor sino que declara sujeto pasivo contribuyente al empresario
profesional y es este el que después tendrá que repercutir o trasladar la cuota del impuesto
sobre el consumidor.
Impuestos estatales: son aquellos en los que la potestad normativa, la gestión y la recaudación
es estatal. Esto ocurre en los siguientes impuestos: IS, IRNR, IBINR, impuesto especial de
las primas de seguros, impuesto especial del carbón y los cuatro últimos (impuesto sobre la
producción de energía eléctrica, impuesto sobre la producción de residuos radioactivos,
impuesto sobre el almacenamiento de residuos radioactivos e impuesto sobre los depósitos
119
bancarios). El resto de impuesto son impuestos creados por el Estado pero que se han cedido
parcialmente a las CCAA o a las CCLL.
Impuestos autonómicos: son impuestos creados, gestionados y recaudados por las CCAA.
Para que una CA pueda establecer impuestos tiene que cumplir los límites de la LOFCA, en
especial los arts. 6.2 y 6.3. Hay un amplio listado de impuestos autonómicos.
Impuestos locales: son impuestos creados por ley estatal, desarrollados por ordenanza fiscal
y que son gestionados y recaudados por las corporaciones locales. En algunos casos, como
son los impuestos obligatorios, la gestión será compartida con el Estado. Son seis: ICIO, IGS
(caza y pesca), IBI, IVTM, IAE y las plusvalías municipales.
Impuestos personales: son aquellos cuyo hecho imponible contiene una referencia a una
persona concreta y determinada. Así sucede, por ejemplo, en el IRPF, en el IS, en el IRNR,
en el ISD y en el IP.
Impuestos reales: son aquellos cuyo hecho imponible no contienen referencia a persona
alguna. Así ocurre en el IVA, en el IP, AJD, en los impuestos aduaneros, en los impuestos
especiales y en los impuestos locales.
Normalmente, los impuestos directos suelen ser subjetivos y los indirectos objetivos.
Impuestos periódicos: son aquellos cuyo hecho imponible se desarrolla de manera duradera
en el tiempo. No existe un instante concreto y determinado en el que se pueda entender que
se realiza el hecho imponible. Así, por ejemplo, la obtención de renta, que no se produce en
un momento concreto y determinado sino que se obtiene de forma progresiva en el tiempo.
En estos casos, lo que hace el legislador es fijar un momento determinante de la obligación
tributaria principal, denominado período impositivo. Son impuestos periódicos, además del
120
IRPF, el IS, el IP, el IAE, el IBI y el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica. El IRPF,
el IS y el IP fijan la fecha de devengo a 31 de diciembre y en el IAE, en el IBI y en el
Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica se fija la fecha de devenga a 1 de enero.
2.1. Concepto
La definición legal de tasa se recoge en el art. 2.2.a) LGT. En términos parecidos, se recoge el
concepto de tasa en el ámbito estatal en el art. 6 de la Ley de Tasas y Precios Públicos del Estado
(Ley 8/1989, de 13 de abril); en el ámbito autonómico, el término de tasa en términos similares
se recoge en el art. 7 LOFCA; y en el ámbito local, el concepto tasa y su régimen jurídico general
en el ámbito local se recoge en los arts. 20 a 27 TRLRHL.
De estos preceptos, cabe extraer la siguiente definición: la tasa es un tributo cuyo hecho imponible
consiste:
Por una parte, en la utilización privativa o aprovechamiento especial del dominio público
que puede ser estatal, autonómico o local. Por ejemplo, los vados o las ocupaciones de la vía
pública por grúas, materiales de construcción, etc.
Por otra parte, también consiste en la prestación de un servicio público o realización de una
actividad administrativa en régimen de Derecho Público en el que concurran los siguientes
requisitos:
b) Que la actividad administrativa sea de la competencia del ente que establece la tasa
estatal, autonómica o local.
121
d) Que sea una actividad administrativa susceptible de singularización en un destinatario
concreto, es decir, que hay una persona que recibe el servicio, porque si lo recibimos
todo no puede haber tasa, sino que habrá impuesto.
En cuanto a la acomodación de las tasas a las notas características genéricas de todo tributo, la
tasa es un tributo y cumple sus notas características pero con mayor dificultad que los impuestos.
Así, las tasas cumplen perfectamente las notas 1 y 5, pero con dificultad las notas 1, 2, 3 y 4.
1) Prestación patrimonial obligatoria y coactiva: las tasas si son una prestación patrimonial
porque suponen la obligación de dar dinero a un ente público y son obligatorias y coactivas
porque la realización del hecho imponible no es libre. El usuario no es libre a la hora de
escoger el servicio porque este es obligatorio y/o monopolístico. Además, la Administración
cuando cede el uso del dominio público o presta un servicio actúa en régimen de Derecho
Público, lo que supone que goza de prerrogativas y no está en situación de igualdad con el
usuario. Además, las tasas, al igual que hemos visto con el resto de tributos, si no se pagan
en período voluntario, la Administración podrá apremiar e incluso embargar.
2) Establecida por Ley: la tasa es una obligación establecida por la Ley pero con matizaciones.
Y es que en las tasas el principio de reserva de ley es más flexible que en los impuestos.
- La aplicación del principio de reserva de ley en las tasas estatales: en el ámbito estatal,
nos vamos a encontrar la Ley de Tasas y Precios Públicos del Estado, la cual recoge el
régimen jurídico general de las tasas estatales (hecho imponible, sujeto activo, sujeto
pasivo, exenciones, forma de cuantificación, tipo, cuota… lo que sería la estructura
básica de las tasas). También nos encontramos el art. 10 LTPP que dice que las tasas
estatales se establecen mediante ley singular que cree cada tasa y que regule sus
elementos esenciales y después remite al reglamento para la cuantificación de las
cuantías. Asimismo, en la LTPP nos vamos a encontrar con el art. 13 que establece un
listado ejemplificativo de servicios públicos estatales que se pueden financiar con tasas
estatales. Finalmente, la DA 1ª de la Ley 25/1998 incluye un listado de tasas estatales e
indica cuál es la ley reguladora de cada una de ellas.
- La aplicación del principio de reserva de ley en las tasas locales: es donde más
problemas surgen para el cumplimiento de este principio, ya que en el ámbito local la
reserva de ley es aún más flexible porque hay que conciliar el principio de reserva de
ley con el principio de autonomía local. En este ámbito, tenemos una norma con fuerza
de ley, que es el TRLHL que se encarga de regular de forma genérica el tributo tasa
local y además autoriza a los entes locales a establecer sus propias tasas conforme a la
122
estructura básica que ha diseñado la propia norma en los arts. 20 y ss. En desarrollo de
ese régimen jurídico general, los entes locales aprueban la ordenanza fiscal que será
imprescindible para la creación singular y para la puesta en vigor de cada tasa, es decir,
que no cabe exigir tasas locales por aprobación directa de la ley, solamente cuando se
ha aprobado la ordenanza fiscal se puede exigir la tasa.
En el ámbito local se actúa así porque se considera que hay demasiadas tasas, tantas
como servicios públicos divisibles y por ello sería imposible que el legislador regulara
de forma singular cada una de las posibles tasas y sus elementos singulares. Esto obliga
a acudir a la ordenanza fiscal, siendo estas las que se ocupan de desarrollar las
previsiones genéricas de la ley. El problema que se produce en la práctica es que la ley
no regula suficientemente los elementos cuantitativos de las tasas, lo que genera una
amplia libertad a los entes locales para la cuantificación de este tributo y en ocasiones
lo que va a suceder es que la tasa se va a desnaturalizar y se va a convertir en un
impuesto.
3) Destinada a la cobertura del gasto público: las tasas sí se destinan a la cobertura genérica del
gasto público, pero más que una cobertura del gasto público, lo que realizan es una cobertura
específica del gasto público puesto que cumplen una función retributiva. Mediante tasas se
va a retribuir el coste del servicio recibido o el valor de la utilidad del dominio público. En
principio, en materia de tasas rige el principio de no afectación o principio de caja única, es
decir, que lo que se recauda en concepto de tasas va a un cajón común y luego el ente público
que sea lo distribuye. Pero a pesar de ese principio, en las tasas existe una gran vinculación
entre la tasa recaudada y el coste del servicio que se presta, vinculación que se manifiesta
tanto en el hecho imponible como en los elementos cuantitativos de la tasa. Si acudimos al
hecho imponible podemos observar que en su realización colabora tanto la Administración
que presta el servicio como el sujeto pasivo que lo recibe. También esa vinculación se
manifiesta desde un punto de vista cuantitativo porque existen límites máximos a la
recaudación total de una tasa, es decir, la recaudación total que se obtenga por una
determinada tasa no puede superar el coste total del servicio prestado o el valor de mercado
del aprovechamiento recibido. Aunque es difícil de controlar, se controla mediante la
memoria económico financiera o informe técnico económico, que son los instrumentos que
permiten controlar que las cantidades que recauda la Administración en concepto de tasa no
exceden del coste del servicio.
Esta vinculación clara entre la tasa y el coste del servicio lleva a afirmar a la doctrina que la
tasa cumple una función retributiva y esta es su función natural, ya que mediante las tasas se
ha de retribuir el coste del servicio recibido o la utilidad recibida.
Para cuantificar el coste singular del servicio, la ley permite que se puedan determinar bases
imponibles a las que determinar un tipo de gravamen o bien estableciendo cantidades fijas.
El único límite que tienen los entes locales a la hora de cuantificar las tasas es que la base
imponible que tengan en cuenta debe medir el coste singular del servicio, algo que a veces
no es fácil, porque si no toman los parámetros adecuados, la tasa se puede desnaturalizar y
convertirse en un impuesto. Por ejemplo, en la tasa por inserción de anuncios en un boletín
oficial, la Administración puede cuantificar en función de lo que ocupe el anuncio y si no
encuentra un parámetro adecuado, lo suyo es que valore el coste total del servicio y lo divida
entre los contribuyentes que pueda haber. Pero en otras tasas, como es el caso de la tasa por
123
licencia de obras, se utiliza por ejemplo el presupuesto de ejecución de la obra, pero en este
caso se desnaturaliza la tasa y se cobra un impuesto.
La tasa es un tributo que se establece para financiar servicios públicos divisibles, aquellos
que tienen un destinatario concreto y singular. Por eso las leyes se encargan de establecer
listados ejemplificativos de servicios que se pueden financiar con tasas. Estos listados están,
en el ámbito local, en el art. 13 de la Ley de Tasas y Precios Públicos del Estado y en el art.
20.3 para las ocupaciones de dominio público y en el art. 20.4 para las tasas por prestaciones
de servicios públicos.
Al final, la decisión de exigir una tasa o no será una decisión política. En el ámbito local, el
art. 21 TRLHL señala que hay determinados servicios públicos que no se pueden financiar
con tasas: el abastecimiento de agua en fuentes públicas, el alumbrado en la vía pública, la
vigilancia pública en general, la protección civil y la limpieza en la vía pública y tampoco se
puede financiar con tasas la enseñanza en los niveles de educación obligatoria, que en España
lo es hasta los 16 años. Estos no se pueden financiar con tasas porque no se puede
individualizar en sujetos concretos
124
- Tasas por servicios públicos esenciales (el agua, la basura, el alcantarillado, etc.): un
servicio público es esencial cuando se consume de manera no voluntaria, sino que su
consumo viene impuesto por mínimos sociales y vitales de subsistencia. Teniendo en
cuenta esta idea, cabe afirmar que el presupuesto de hecho de este tipo de tasas no es
indicativo de capacidad económica, como mucho será indicativo de una necesidad de
consumir un servicio público. Por tanto, en el hecho imponible de la tasa no se tiene en
cuenta la capacidad económica del contribuyente. Así, a la hora de cuantificar estas
tasas, de igual modo que las anteriores, como máximo se podrá reclamar el coste del
servicio y, además, a mayores, se podrá acudir en este caso a la capacidad económica
previa o genérica de los usuarios a la hora de cuantificar pues nadie, desde su punto de
vista, puede ser privado del consumo de este tipo de servicios públicos por carecer de
recursos previos.
El concepto de precio público se contiene de manera similar en los siguientes preceptos: art. 24
de la Ley de Tasas y Precios Públicos del Estado para el ámbito estatal, el art. 41 TRLHL en el
ámbito local y en el ámbito autonómico aparece citado en el art. 4.h) LOFCA. Así, los precios
públicos son las contraprestaciones pecuniarias exigibles por la prestación de servicios públicos
que no son obligatorios y además no son monopolísticos.
Hasta el año 1988 sólo había tasas, que se exigían por utilización privativa y por prestación de
servicios públicos dirigidos a destinatarios concretos. Desde 1988 y hasta 1995 se desgaja el
concepto de tasa y se crea el del precio público. En ese período temporal, la tasa se exige por la
prestación de servicios públicos obligatorios y monopolísticos y el precio público por
utilizaciones privativas del dominio público y por prestación de servicios públicos no obligatorios
y/o no monopolísticos. En 1995 hay una sentencia muy importante del TC, la STC 185/1995 que
declara inconstitucional parte del concepto de precio público que se contenía en el ámbito estatal
y a raíz de esa sentencia se reformula de nuevo el concepto de tasa y precio público, pasando a
ser el que tenemos actualmente: tasa por utilización privativa y por prestación de servicios
obligatorios y/o monopolísticos y precio público por servicio público no obligatorio y no
monopolístico. Desde su punto de vista tendría que haber declarado todo el precio público
inconstitucional.
Las tasas y los precios públicos cuentan con un régimen jurídico análogo en muchos supuestos:
en cuanto al sujeto activo (pueden ser establecidos por el Estado, las CCAA y las CCLL), en
cuanto al devengo u obligación de pagar (que nace al inicio de la actividad) y en cuanto a sujetos
pasivos (es el usuario o beneficiario del servicios).
- En la forma de establecerse: en materia de tasas la reserva de ley es más flexible que en los
impuestos (remisión a lo anterior), pues en materia de precios públicos no hay casi reserva
de ley. Así, los precios públicos estatales, según el art. 26 LTPPE, se pueden establecer por
orden ministerial. Los precios públicos autonómicos, según señala el art. 17 de la Ley de
125
Tasas y Precios Públicos de Castilla y León, se pueden establecer por decreto de la Junta. Y
en el ámbito local, el establecimiento del precio público corresponde al Pleno de la
Corporación sin perjuicio de la posibilidad de delegación en la Comisión de Gobierno.
En cuanto a la acomodación de los precios públicos a las notas genéricas del tributo, desde su
punto de vista sí se acomodan ya que es un tributo y su concepto no debería haberse desgajado de
la tasa. La tasa es un tributo que se debe exigir tanto por la utilización privativa del dominio
público como por la prestación de cualquier servicio público dirigido a un concreto sujeto y
determinado. Este criterio no coincide con el formulado por el TC en la STC de 1995.
1) Prestación patrimonial obligatoria y coactiva: el precio público sí cumple esta nota y esto
aunque el sujeto es libre de elegir el servicio, ya que es no obligatorio y no monopolístico.
No obstante, si el usuario acude a la Administración (voluntariamente) y recibe ese servicio
público, tiene que pagarlo imperativamente y de forma coactiva pues hay apremio y además
no cabe negociar el contenido de la prestación. Pero este no es el criterio que usa el TC, ya
que para él no hay actividad cuando hay apremio.
2) Reserva de Ley: esta es una de las razones de la creación del precio público. Lo que hace el
legislador es relajar la aplicación del principio de reserva de ley y se permite que la cuantía
sea fijada no por reglamento, sino incluso por normas de jerarquía inferior. Por ello, la
doctrina ha criticado esa sentencia del TC entendiendo que no ha actuado correctamente.
3) Destinada a la cobertura genérica del gasto público: al igual que las tasas, más que una
cobertura genérica del gasto público, lo que hay es una cobertura específica del gasto público,
ya que existe una estrecha vinculación entre el servicio público que los provoca y que se trata
de financiar. Además, a través del precio público no sólo se pretende la cobertura total del
servicio público y su autofinanciación sino que también ser permite que exista superávit y
de hecho esta es la razón del precio público. El legislador incluso los trata como si fueran
precios de verdad y los denomina contraprestaciones pecuniarias, pero la Administración
prestador a de servicios nunca actúa como una empresa por muchas semejanzas que se le
quieran buscar, entre otras cosas porque la cuantía de la prestación la determina o cuantifica
ella sola sin negociación alguna con el usuario y, además, sino le pagan, apremia, cosa que
no puede hacer un acreedor privado.
126
5) No constituye la sanción ilícito: esta nota también la cumple.
En definitiva, los precios públicos cuentan con la misma naturaleza y estructura que las tasas.
Será necesario verificar caso por caso para comprobar en qué supuestos el servicio público se ha
de financiar con una tasa y en qué casos con un precio público. Así pueden surgir dudas en los
siguientes servicios: en la enseñanza no obligatoria el problema es el criterio a tener en cuenta a
la hora de determinar si hay monopolio de hecho o no (la ciudad, la Comunidad Autónoma…),
con las guarderías, con los asilos, con los deportes, con las asistencias sociales no obligatorias,
con la piscina municipal, etc.
3. La contribución especial.
El concepto legal de contribución especial se contiene en el art. 2.2 LGT, según el cual, las
contribuciones especiales son los tributos cuyo hecho imponible consiste en la obtención por el
obligado tributario de un beneficio o de un incremento del valor de sus bienes como consecuencia
de la realización de obras públicas o del establecimiento o ampliación de servicios públicos.
2) Reserva de Ley: las contribuciones especiales son una obligación establecida por Ley aunque
con matizaciones y es que la contribución especiales es un tributo que se exige
fundamentalmente en el ámbito local donde la contribución especial ha sido configurada
legalmente como un tributo potestativo. El TRLHL autoriza a los Ayuntamientos a exigir
este tributo. Por tanto, los Ayuntamientos, si se dan los presupuestos legales podrán exigir
contribuciones especiales. En última instancia es el ente público que ejecuta la obra o que
establece o amplía un nuevo servicio el que decide el establecer este tributo. Es una decisión
política no habitual.
3) Destinada a la cobertura genérica del gasto pública: cumplen con dificultad este requisito y
es que la contribución especial es un tributo afectado. Existe afectación de la recaudación
que se obtiene al gasto concreto que hay que financiar.
127
ejecución de una obra pública o el establecimiento o ampliación de un servicio público. Pero
ese enriquecimiento que se produce no es un enriquecimiento monetario y no se traduce en
la entrada de dinero en el patrimonio de los particulares. La solución más lógica sería exigir
la contribución especial cuando la inversión ya se ha ejecutado suspendiendo la recaudación
hasta el momento en el que se produzca la transmisión de los bienes que incrementan su
valor. Además, por otra parte, como la contribución especial es un tributo potestativo y el
ente que realiza la obra o la inversión es el que decide si exige o no la contribución especial,
esa plena autonomía de la que goza el ente local casa mal con los principios de generalidad
e igualdad, porque no se entiende bien por qué en unos casos sí se establece la contribución
especial y en otros no. En las contribuciones especiales es criticable que el límite máximo
señalado en la Ley sea el 90% del coste de la inversión y es que se entiende que si se está
ejecutando una obra pública que beneficia a la colectividad en general y a los vecinos a los
que beneficia esa obra, en todo caso, a los vecinos se les debería exigir como máximo el
50%. Por otra parte, en las contribuciones especiales, el acuerdo de imposición y ordenación
se ha de adoptar antes del inicio de las obras, acuerdo que debe ser publicado en el boletín
oficial correspondiente. En ausencia de publicación de ese acuerdo, se declara la nulidad por
vulneración del derecho de los contribuyentes a formular alegaciones y a constituirse en
asociación defensora de sus intereses. En cuanto al expediente de aplicación de la
contribución especial, cabe señalar que ese expediente no es nada sencillo y el Ayuntamiento
debe señalar con claridad y motivar en cada caso cuál es el hecho imponible que se realiza,
en qué medida beneficia a un grupo concreto de ciudadanos y además identificar esos
ciudadanos, señalar cuál es el coste total de la inversión, cuál es el criterio que fundamenta
que una parte de la obra se financie con la contribución especial y cómo tiene pensado
financiar el resto y cuál es el criterio de reparto que se va a seguir y la justificación del mismo.
La falta de de motivación de alguno de estos aspectos originaría la anulación del expediente
de aplicación. Del expediente de aplicación correctamente tramitado surgirán las
liquidaciones singulares que debe satisfacer cada sujeto pasivo, las cuales serán provisionales
hasta que la obra no se termine y se valore definitivamente.
Las prestaciones parafiscales son prestaciones patrimoniales públicas y coactivas que, pese a
reunir los rasgos de un tributo, se sujetan a un régimen jurídico distinto. Se trata, por tanto, de
tributos cuyo nacimiento, regulación, gestión y producto de lo recaudado siguen un camino
diferente al de los tributos.
128
Las prestaciones parafiscales suponen una grave quiebra del Estado de Derecho por cuanto
vulneran tanto los principios tributarios tradicionales como los principios presupuestarios. Así,
caminan por un circuito que no es el ortodoxo, son irregulares.
2) Prestaciones no previstas en los presupuestos del ente que las exige: del Estado, de las
CCAA, de las CCLL o de los organismos autónomos.
3) Prestaciones que no se destinan a la cobertura genérica del gasto público, sino que están
afectadas a un gasto singular: para financiar un gasto concreto y determinado.
4) Prestaciones que no están gestionadas por la Administración Tributaria sino que están
gestionadas por funcionarios pertenecientes a otro tipo de Administraciones.
Estas cuatro notas concurren en algunas figuras las cuatro, en otras tres y en otras sólo una o dos,
pero en la medida en la que falle una, la prestación será parafiscal.
Exacciones de la Administración corporativa: este tipo de administración son entes que están
formados por miembros de un mismo colectivo o profesión en defensa de intereses privados,
pero que también tienen naturaleza pública y algunas de sus actuaciones están sujetas al
Derecho Administrativo. Así, los colegios profesionales, las cámaras de comercio o cámaras
agrarias se incluyen dentro de la Administración corporativa.
El tributo es el principal instrumento para financiar el gasto público pero existe un concepto que
todavía es más amplio que el de tributo que es el de prestación patrimonial de carácter público.
La propia Constitución se refiere a este concepto en el art. 31.3 CE, el cual señala que “sólo
podrán establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter público con arreglo a
la ley”.
129
patrimonial de carácter pública y la de tributo, no son sinónimas. Así, cabe afirmar que todo
tributo es una prestación patrimonial de carácter público pero no todas esas prestaciones tienen
naturaleza tributaria.
Una prestación patrimonial de carácter público es una categoría genérica que se caracteriza por
dos notas:
- Cuando los entes públicos prestan los servicios o actividades o utilizan bienes en
posición del monopolio de hecho o de derecho.
El tributo, por su parte, es una especie de esa categoría genérica en la que además de concurrir
todas las notas comunes a la prestación patrimonial de carácter público (tener su fuente en la Ley
y además de tener naturaleza coactiva), el tributo se singulariza por la presencia del principio de
capacidad económica que es constitucionalmente la nota distintiva.
Por tanto, prestaciones patrimoniales de carácter público son el género y dentro de las prestaciones
patrimoniales de carácter público se incluyen, por una parte, los tributos que son los impuestos,
tasas y contribuciones especiales cuya nota característica es la capacidad económica y, por otra
parte, se incluyen también los pseudotributos, que serían el resto de categorías que hemos visto
(precios públicos y otro tipo de prestaciones cualquiera sea su denominación y que con frecuencia
se denominan como derechos, cánones, gravámenes, arbitrios y exacciones).
Desde su punto de vista, todas las prestaciones patrimoniales de carácter público son tributos y
deberían ser reconducidas al ámbito de tributo pues en todas ellas existe coactividad en el sentido
de que la prestación no es negociable por la Administración y, además, se pueden exigir por la
vía de apremio.
TEMA 11
LA APLICACIÓN DE LAS
NORMAS TRIBUTARIAS
1. Eficacia de las normas tributarias en el tiempo.
130
Aplicar una norma tributaria es una operación lógica que requiere verificar si un hecho que se ha
producido en la realidad coincide con un hecho previsto normativamente.
Para realizar esa operación lógica es necesario comprobar si la norma, en primer lugar, está
vigente en el tiempo, o, en segundo lugar, si está vigente en el espacio físico.
Nos planteamos aquí cuando entran en vigor las normas tributarias. Esta cuestión no plantea
problemas porque el LGT se remite al Código Civil. Así, el art. 10.1 LGT reitera lo señalado en
el art. 2.1 CC: “las normas tributarias entrarán en vigor a los 20 días naturales de su completa
publicación en el boletín oficial que corresponda si en ellas no se dispone otra cosa”.
Este precepto tiene carácter subsidiario, porque hay que atender a lo que establezca con carácter
singular cada norma tributaria. Generalmente, las normas tributarias van a establecer la inmediata
entrada en vigor, es decir, generalmente entrarán en vigor al día siguiente de su publicación en el
boletín oficial. Sin embargo hay ocasiones en las que la propia norma tributaria establezca que la
entrada en vigor se produzca a los varios meses, por ejemplo, la Ley del IVA de 10 de agosto de
1985 entró en vigor el 1 de enero de 1986.
Nos plantemos aquí hasta cuándo está en vigor la norma tributaria, tema que resuelve el art. 10.1
LGT en su parte final, al decir que: “las normas tributarias se aplicarán por plazo indefinido
salvo que se fije un plazo determinado”. Es decir, en principio, la vigencia de las normas
tributarias es indefinida salvo que estas hayan previsto un plazo. Así, las normas tributarias
pueden cesar en su vigencia por alguna de las causas siguientes:
1) Transcurso del tiempo fijado en la Ley: porque estamos ante leyes temporales. La norma
tiene un plazo de vigencia que cuando transcurre deja de desplegar sus efectos. Así ocurre,
por ejemplo, con las leyes de presupuestos anuales en cuanto a los gastos que autorizan.
2) Derogación por Ley posterior: derogación que puede ser expresa o tácita, aunque en materia
tributaria es mejor que la derogación sea expresa por aplicación del principio de seguridad
jurídica y porque así lo señala el art. 9 LGT que dispone que las normas tributarias deben
contener una relación completa de las normas que derogan y modifican. Así, en principio la
norma entra en vigor y rige de forma indefinida hasta que es derogada expresamente por otra
norma posterior de igual o superior rango. Pero también cabe la derogación táctica, cuando
una norma posterior de mayor rango no deroga expresamente una ley pero sí regula la misma
materia de forma distinta.
131
b) A partir de la STC 45/1989 se cambia el criterio, al declarar el TC la
inconstitucionalidad del régimen de tributación conjunta en el IRPF. La Ley del IRPF
de 1978 estableció el régimen de tributación conjunta como un régimen obligatorio para
todos los contribuyentes, lo que supuso que en unidades familiares con más miembros,
el IRPF que les salía pagar era bastante mayor que en otras unidades familiares con
menos miembros. El hecho de que este régimen fuese establecido de manera obligatoria
llevó al TC a declarar su inconstitucionalidad, pero los efectos de la sentencia fueron ex
nunc desde el momento en que se dictó la sentencia, por lo que no hubo que devolver el
dinero recaudado.
Precisión no se debe confundir el cese de la vigencia de una Ley con el cese total de sus
efectos. Aunque una Ley no esté vigente, es posible que tenga efectos para hechos sucedidos
anteriormente y que no estén prescritos. Esto es lo que se denomina la ultra actividad de las
normas tributarias, ampliar los efectos de las normas tributarias más allá del momento de su
derogación. Así, por ejemplo, ocurre en inspecciones tributarias y en la aplicación de beneficios
fiscales (la Ley de 2006 estableció la aplicación de la deducción por vivienda habitual, pero
actualmente se ha suprimido esta deducción, lo cual no supone que los que se estaban
beneficiando de ella ahora tengan que dejar de aplicarla).
Cabe plantearse en este epígrafe si cabe la retroactividad de las normas tributarias, es decir, si es
posible que la aplicación de la norma tributaria se extienda a situaciones producidas con
anterioridad a su entrada en vigor.
Acudimos en primer lugar al art. 9.3 CE, en virtud del cual sólo son irretroactivas las disposiciones
sancionadoras no favorables y las disposiciones restrictivas de derechos individuales. Por tanto,
dentro de este precepto no cabe incluir a las normas tributarias, puesto que los tributos no son
sanciones.
Por otra parte, si acudimos al art. 10.2 LGT dice lo siguiente: “salvo que se disponga lo contrario,
las normas tributarias no tendrán efecto retroactivo y se aplicarán a los tributos sin período
impositivo devengados a partir de su entrada en vigor y a los demás tributos cuyo período
impositivo se inicie desde ese momento. No obstante, las normas que regulen el régimen de
infracciones y sanciones tributarias y el de los recargos tendrán efectos retroactivos respecto de
los actos que no sean firmes cuando su aplicación resulte más favorable para el interesado”.
Ante esto, en principio, la LGT sí admite la retroactividad de las normas tributarias para algún
supuesto. No obstante, ha señalado el TC que la aplicación retroactiva de las normas tributarias
cabe siempre que no colisione el principio de seguridad jurídica o el principio de capacidad
económica, cuestión que se habrá de analizar caso por caso. Ejemplo de un supuesto en el que la
aplicación retroactiva de una norma podría ir en contra del principio de seguridad jurídica: un
señor que realiza una aportación a un plan de pensiones para aplicar una reducción a la base
imponible del IRPF y pagar menos. Si en un momento posterior, antes de finalizar el período
impositivo o bien en un período impositivo posterior, se eliminase dicho beneficio fiscal, esa
eliminación se podría considerar que la aplicación retroactiva de la norma tributaria es contraria
al principio de seguridad jurídica y, por tanto, inconstitucional.
132
Así, una norma tributaria podrá ser retroactiva cuando:
- Estemos ante una norma interpretativa, las cuales van a cubrir determinadas lagunas y aclarar
conceptos. En estos casos ni siquiera se debe hablar de eficacia retroactiva de la norma ya
que estas normas carecen de valor normativo por cuanto no innovan el ordenamiento
jurídico.
Son retroactivas las leyes tributarias de carácter procesal y carácter procedimental. Sin embargo,
son esencialmente irretroactivas las leyes reguladoras de infracciones y sanciones tributarias,
salvo que fueran favorables para los interesados.
Este epígrafe hay que relacionarlo con el punto 4 del Tema 4 y viene a cuento porque la Ley
Tributaria anterior de 1963, en su art. 20 señalaba que las normas tributarias no precisaban ser
revalidadas o ratificadas por la Ley presupuestaria o por cualquier otra.
Antiguamente sólo se podían exigir los tributos que estaban presupuestados que se incluían en la
ley de presupuestos. A medida que el Estado adquiere más funciones, se requiere una legislación
tributaria más estable que permita que los tributos se puedan cobrar con independencia de la ley
de presupuestos. Así se produce lo que se denomina la bifurcación del principio de legalidad
financiera, es decir, las normas tributarias caminan por un lado diferente a la ley de presupuestos.
Sin embargo, esta separación no va a ser total porque la ley de presupuestos todos los años
introduce modificaciones de contenido tributario. Así, ¿cómo se concilia la convivencia entre
leyes tributarias y la ley de presupuestos?
Acudimos al art. 134.7 CE que dice que la ley de presupuestos no puede crear tributos porque se
entiende que no es el instrumento normativo idóneo. Sin embargo, aunque la ley de presupuestos
no puede crear tributos sí puede modificarlos cuando una ley tributaria sustantiva así lo prevea,
la cual es una categoría que inventa la Constitución. No tenemos en nuestro Derecho un concepto
de ley tributaria sustantiva, por lo que ha sido interpretado por el TC, el cual dice que es cualquier
ley que no sea la ley de presupuestos y que regule elementos concretos de la relación tributaria.
Así, podrá ser la ley singular que regule un tributo en su totalidad o que lo regule parcialmente.
Por otra parte, ¿puede la ley de presupuestos modificar la LGT? El TC también es el que se
pronuncia sobre esta cuestión y señala en la STC 76/1991 que la LPGE no es el vehículo idóneo
para modificar la LGT. Sin embargo, y aunque así sea, se admite que la LPGE modifique la LGT
cuando sea necesaria para la ejecución del presupuesto.
Para poder aplicar las normas tributarias es necesario que estén vigentes en el lugar donde se han
producido las situaciones, los actos, los negocios, el hecho imponible o, en definitiva, donde se
ha manifestado la capacidad económica gravada por el tributo. Esto es lo que se denomina la
eficacia de las normas tributarias en el espacio.
133
Parece lógico que ningún acto o negocio se pueda gravar por la Ley de un Estado si el sujeto
pasivo no tiene algún tipo de vinculación con el territorio. Es necesario que la persona que realiza
el hecho imponible esté vinculada de alguna manera con el Estado, CA o corporación local que
va a exigir el tributo. Por ejemplo: un francés vende a un alemán un bien inmueble situado en
China; esta operación no puede ser gravada por la Ley española porque no vinculación con el
territorio español. Si es un español el que vende a un alemán un bien inmueble situado en China
o si el francés vende al alemán un bien inmueble situado en España, en estos castos habrá que
comprobar el grado de vinculación que tiene el sujeto, el acto, la operación, el negocio… con el
territorio español para ver si es posible aplicar las normas españolas.
Los criterios de sujeción a las normas tributarias se recogen en el art. 11 LGT, que señala lo
siguiente: “los tributos se aplicarán conforme a los criterios de residencia o territorialidad que
establezca la Ley en cada caso. En su defecto, los tributos de carácter personal se exigirán
conforme al criterio de residencia y los demás tributos conforme al criterio de territorialidad que
resulte más adecuado a la naturaleza del objeto gravado”. De este precepto se deduce que los
criterios de sujeción que establece tienen carácter subsidiario. Serán las leyes reguladoras de cada
tributo las que señalen los criterios de aplicación espacial. A estos criterios se les denomina
técnicamente como puntos de conexión y son criterios que gozan de especial trascendencia en
tributos estatales cedidos a las CCAA.
Si la ley reguladora del tributo no dice nada, los criterios de sujeción aplicables son los que señala
la LGT. Así, en tributos personales el criterio es el de la residencia o domicilio habitual
continuado y en el resto de tributos el criterio al que debemos acudir es el criterio de la
territorialidad.
Aunque parece que son criterios antagónicos, el criterio de la residencia es una manifestación del
criterio de la territorialidad.
En tercer lugar, tanto el Estado como los demás entes territoriales van a someter a gravamen a las
personas con las que tienen una cierta vinculación por su territorio, bien porque viven ahí o bien
porque realizan ahí los actos o negocios, de tal manera que son esas personas las que van a resultar
beneficiadas de las actividades y servicios que se lleven a cabo.
En cuarto lugar, no se aplica el criterio de la nacionalidad porque se entiende que este es un criterio
poco seguro.
En quinto lugar, ¿qué sucede cuando un mismo hecho provoca obligaciones tributarias en varios
países? La aplicación no coordinada de los tributos por los distintos Estados podría originar
situaciones de doble o triple imposición. Para evitar esas situaciones de doble o triple imposición
134
los Estados firman convenios de múltiple imposición o convenios de doble imposición, los cuales
permiten una aplicación coordinada de los tributos y así evitar esas situaciones. Son especialmente
trascendentes estos convenios, por ejemplo, en el ISRNR, de tal manera que si existe convenio,
este desplaza a la propia ley reguladora del impuesto y habrá que acudir al primero.
También existe otro mecanismo para evitar situaciones de doble imposición que es el mecanismo
de la deducción por doble imposición. Así, si un mismo hecho provoca obligaciones tributarias
en dos países, el contribuyente podría deducirse en un Estado la cantidad que haya pagado en otro
país por un impuesto similar.
TEMA 12
LA INTERPRETACIÓN DE LAS
NORMAS TRIBUTARIAS
Este tema está expresamente regulado en los arts. 12 a 16 LGT.
El art. 12.1 LGT señala que las normas tributarias se interpretarán con arreglo a lo dispuesto en
el art. 3.1 CC. Las normas tributarias, por tanto, se interpretan en base a los criterios establecidos
en el Código Civil, que son los criterios generales del Derecho.
Parece obvio que el texto remita al Código Civil pero esto tiene una explicación histórica y es que
hasta hace poco las normas tributarias eran vistas como normas gravosas y normas especiales. De
hecho, hasta tal punto era así que se les negaba el carácter jurídico por ser consideradas restrictivas
de los derechos individuales. Hoy, sin embargo, las normas tributarias no tienen ninguna
especialidad más que aquella que viene marcada por su propio contenido. Por eso, este art. 12
LGT lo que hace es recalcar que en materia tributaria no son aplicables criterios especiales de
interpretación.
135
Por eso, la interpretación en materia tributaria debe ser declarativa. No cabe interpretar a favor
del contribuyente ni en contra de la Administración cuando hay duda. La norma tributaria por
tanto es una norma general y abstracta que tutela el interés del Estado y demás entes públicos de
proveerse de recursos económicos necesarios para el desarrollo de sus funciones y que está
provista de sanción para supuestos de incumplimiento.
En materia tributaria es aplicable la teoría general de la interpretación, por lo que son aplicables
los criterios generales recogidos en el Código Civil:
6) Interpretación principialista: implica que hay que extraer de la norma el significa que mejor
se acomode a los principios superior del ordenamiento jurídico.
Actualmente no hay un método único, sino que habrá que utilizar todos los criterios según
proceda.
¿Qué pasa cuando las normas tributarias utilizan términos que no definen cuál es el sentido a tener
en cuenta? El art. 12.2 LGT señala que “en tanto no se definan por la normativa tributaria, los
términos empleados en sus normas se entenderán conforme a su sentido jurídico, técnico o usual,
según proceda”. Como no existe un orden jerárquico prioritario de criterios, la Ley deja libertad
al intérprete para seleccionar el significado de los términos que en cada caso proceda.
Esta técnica surge hace muchos años en Francia porque, en sus orígenes, al Derecho Tributario
se le ve como un agresor de la propiedad privada, principalmente del Derecho Civil. Así, protegen
el Derecho Civil aplicando el principio de unidad del ordenamiento jurídico. Se decía que los
136
conceptos definidos por el Código Civil no podían ser alterados por las normas tributarias bajo
ningún concepto.
Actualmente esta polémica está superada y el Derecho Tributario puede utilizar los conceptos del
Derecho Civil y Mercantil pero también puede reelaborar esos conceptos, adaptándolos a sus
propias necesidades. A esto es a lo que se denomina autonomía calificadora del Derecho
Tributario, que ha sido reconocido por la propia jurisprudencia.
Así, en Derecho Tributario se permite alterar el concepto incluido en otras ramas del Derecho,
pero no siempre. Según el TC se permite esto bien cuando se trata de una nueva figura que no
tiene encaje en categorías preexistentes en el ámbito civil o mercantil o bien cuando esa
calificación autónoma sea imprescindible para conseguir el fin de la norma. Así, el concepto de
empresario en el IVA es más amplio que el concepto mercantil, porque incluye a los particulares,
cuando alquila una plaza de garaje, por ejemplo. También se incluye dentro del concepto de
empresario en el IVA a los promotores inmobiliarios aunque sea a título ocasional. También en
el tratamiento de las rentas del trabajo en el IRPF: en un matrimonio casado en gananciales en el
que solamente uno de ellos está trabajando, conforme al criterio civil, las rentas serían obtenidas
por mitad por ambos cónyuges, en cambio, conforme al criterio tributario, la renta solamente se
va a imputar al perceptor de la misma.
5. La analogía.
En ocasiones, para aplicar una norma jurídica no es suficiente con interpretar sino que hay que
avanzar y es necesario proceder a la integración de las normas jurídicas.
La integración de las normas jurídicas es un proceso lógico que consiste en determinar cuál
hubiera sido la voluntad del legislador si hubiera previsto un supuesto que no ha tenido en cuenta.
Así, cuando se interpreta la norma jurídica lo que vamos a verificar es cuál es el criterio que ha
seguido el legislador. Sin embargo, en la integración lo que vamos a verificar es cuál hubiese sido
la voluntad del legislador si hubiese regulado un determinado supuesto que no ha regulado, es
decir, cuál es la voluntad de legislador para colmar lagunas o vacíos normativos. De esta manera,
cabe afirmar que la integración de las normas sólo se va a producir cuando existe un vacío
normativo.
Las formas de cubrir vacíos normativos siguiendo la teoría general del Derecho son dos:
- Acudiendo a la analogía.
La analogía, para la teoría general del Derecho, consiste en aplicar la regulación de un hecho “a”,
que está regulado por el ordenamiento jurídico, a un hecho “b” que no está regulado pero que es
sustancialmente idéntico al anterior. Por tanto, la analogía es un instrumento útil para llenar vacíos
normativos.
Con carácter general, la analogía se regula en el art. 4 CC. Precepto este que permite la analogía
cuando hay identidad de razones entre el hecho regulado y el no regulado.
La regulación de la analogía en el Código Civil tiene carácter supletorio en materia tributaria. Así,
si el Código Civil tiene carácter supletorio, hay que acudir a lo señalado por la LGT.
137
En materia tributaria, la analogía se regula en el art. 14 LGT que dice, bajo el título prohibición
de la analogía, lo siguiente: “no se admitirá la analogía para extender más allá de sus términos
estrictos el ámbito del hecho imponible de las exenciones y demás beneficios o incentivos
fiscales”. Así, de este precepto cabe deducir que en Derecho Tributario cabe la analogía salvo
para regular el hecho imponible, para las exenciones y para las bonificaciones.
Esto se regula en el art. 16 LGT, el cual se refiere a la simulación relativa, diciendo que: “1.- En
los actos o negocios en los que exista simulación, el hecho imponible gravado será el
efectivamente realizado por las partes. 2.- La existencia de simulación será declarada por la
Administración Tributaria en el correspondiente acto de liquidación, sin que dicha calificación
produzca otros efectos que los exclusivamente tributarios. 3.- En la regularización que proceda
como consecuencia de la existencia de simulación, se exigirán los intereses de demora y, en su
caso, la sanción pertinente”.
Así, existe simulación cuando se finge realizar un acto o negocio jurídico que realmente no se
realiza o cuando se está realizando otro distinto. Hay dos tipos de simulación:
Simulación absoluta: se produce cuando dos partes en un negocio jurídico crean una
apariencia jurídica que no existe en la realidad. En estos supuestos no se realiza ningún acto
o negocio jurídico, aunque se simula haberlo realizado. Normalmente, falta el objeto o la
causa del contrato, requisitos exigidos en el art. 1261 CC para que exista contrato. Ejemplo:
dos partes simulan la realización de una compraventa que no se llega a producir porque no
se paga precio alguno. Lo que se pretende ocultar es quién es el verdadero titular del bien
ante la Hacienda Pública. En casos de simulación absoluta es aplicable el art. 1276 CC, según
el cual estamos ante un contrato con causa falsa y un negocio jurídico nulo. Por tanto, si el
negocio es nulo, se entiende por no realizado y no será posible ningún gravamen (no se va a
gravar la compraventa), sin perjuicio de que te puedan sancionar administrativa o
penalmente.
Simulación relativa: consiste en que se crea una apariencia jurídica distinta de la existente
en la realidad. En casos de simulación relativa, se aparenta celebrar un negocio jurídico
cuando realmente se está celebrando otro. En estos casos, se aplica la parte final del art. 1276
CC, de cuyo contenido se deduce que en estos supuestos procede aplicar el tributo
correspondiente a la operación realmente celebrada y no el correspondiente al negocio que
se ha simulado. Ejemplo: se celebra una compraventa entre dos personas, por ejemplo, la
venta de un piso, en la que se establece un precio que no obedece a la realidad (por ejemplo,
un precio inferior al de mercado), con el objeto de encubrir una donación. El objetivo es que
las donaciones tributan en el ISD a un tipo más alto y progresivo que las compraventas, que
tributan en TPO al tipo fijado por la CA que con carácter general es el 8%. Por tanto, la
consecuencia de esto es que va a tributar como una donación y no como una compraventa.
En supuestos como este último entra en juego la aplicación del art. 16 LGT, en virtud del cual, la
Administración y los Jueces de lo contencioso podrán:
a) En primer lugar, calificar la operación con arreglo a su verdadera jurídica (art. 13 LGT).
138
c) En tercer lugar, la simulación deberá ser declarada por la Administración Tributaria en el
acto de liquidación, por tanto, no se presume, tiene que ser declarada de forma expresa.
El fraude de ley o conflicto en la aplicación de las normas tributarias se define con carácter
general como la realización de uno o varios actos que originan un resultado contrario a una norma
jurídica amparándose en otra norma jurídica que se ha dictado con otra finalidad. Es decir, el
fraude de ley implica ampararse en una norma jurídica para vulnerar otra.
- La norma de cobertura: norma bajo cuyo amparo se realizan los actos en fraude de ley.
Ejemplo: dos personas quieren realizar la transmisión de una finca, para lo cual deben llevar a
cabo una compraventa. La compraventa entre particulares es una operación que está gravada en
TPO al tipo general que establezcan las CCAA y que suele ser el 8%. Este impuesto lo va a pagar
el adquirente de la finca. Estas dos personas, en vez de celebrar una compraventa deciden
constituir una sociedad en la cual el vendedor aporta la finca y el comprador aporta el dinero.
Meses más tarde disuelven la sociedad y se adjudican la finca al comprador y el dinero al
vendedor. Esta es una operación que está sujeta al IOS, pero actualmente este impuesto sólo
somete a gravamen la disolución de empresas y la disminución de capital. Así, en la disolución
de la empresa se tributaría en el IOS al 1%. En definitiva, estamos ante un fraude de ley porque
se utiliza una norma de cobertura (que es la constitución de una sociedad) para un fin no querido
por el ordenamiento jurídico, es decir, sin un fin social determinado. El verdadero fin es celebrar
un contrato de compraventa y no constituir una sociedad.
La regulación del fraude de ley en materia tributaria se encuentra recogida en los arts. 15 y 159
LGT.
Esto a partir de 12 de octubre no es así. Si habrá sanciones según el articulo 206 BIS LGT.
- Que sean actos o negocios notoriamente artificiosos o impropios para la consecución del
resultado obtenido.
139
Las consecuencias del fraude de ley se deducen del art. 15.3 LGT y son que una vez comprobada
la existencia del fraude, se ha de aplicar la norma que se pretendió eludir. Es decir, en el ejemplo,
se tiene que aplicar la norma de TPO. Se exigirá, por tanto, la cuota que hubiera debido pagarse
si se hubiere realizado el negocio en el modo usual y se exigirán los intereses de demora hasta el
momento de la liquidación. No obstante, el fraude de ley no llevará sanción.
El método para combatir el fraude de ley se recoge en el art. 159 LGT, el cual recoge un
procedimiento especial para declararla existencia del fraude de ley. El fraude de ley tiene que ser
declarado por la Administración Tributaria, pero esa declaración sólo puede ser emitida por la
inspección tributaria. El procedimiento es un procedimiento singular y es el siguiente: se inicia a
instancia de la inspección de tributos, se notifica al interesado, dándosele 15 días para alegaciones
y, posteriormente, todo lo actuado se remite a una comisión consultiva, la cual tendrá tres meses
para emitir el informe correspondiente y para señalar si cree que hay fraude o no. El informe que
emita esa comisión consultiva será vinculante para el órgano de la inspección.
140
TEMA 13
LOS ELEMENTOS
CUALITATIVOS DEL TRIBUTO
EL HECHO IMPONIBLE
1. Los presupuestos de hecho de las obligaciones y deberes tributarios. El hecho imponible:
concepto y función.
- Cuota tributaria: cantidad que resulta de multiplicar la base imponible por el tipo de
gravamen.
141
El art. 17 LGT se refiere a la relación jurídico-tributaria, pero su redacción no es adecuada
puesto que de la relación jurídico-tributaria no se deriva nada. Lo que cabe deducir de este artículo
es que la relación jurídico-tributaria está compuesta por un conjunto de presupuestos de hecho,
por un conjunto de prestaciones distintas y es que las relaciones entre la Administración Tributaria
y el administrado no se reducen al pago de los tributos. Así, cabe diferenciar entre:
Obligaciones materiales: son todas aquellas de carácter pecuniario, entre las que se
incluyen: la obligación tributaria principal, la obligación tributaria de realizar pagos a cuenta,
obligaciones tributarias de garantía, obligaciones entre particulares resultantes de la
aplicación de tributos y obligaciones accesorias (como intereses de demora, de cargos
especiales, etc.)
Obligaciones formales: son todas aquellas que no tienen carácter pecuniario y que impone
la normativa tributaria a los obligados tributarios, sean o no deudores del tributo.
Por tanto, el art. 17 LGT tiene un alcance meramente descriptivo de un conjunto de relaciones
que se acumulan con motivo de la aplicación de los tributos, pero que cuentan con distintos
presupuestos de hecho, tienen distinto objeto, distinta función y distintos sujetos en cada caso.
Por tanto, hay que ir analizando cada una de las prestaciones distintas. Todo esto lo veremos en
los Temas 14 y 15.
La definición legal del hecho imponible se recoge en el art. 20.1 LGT: “el hecho imponible es el
presupuesto fijado por la ley para configurar cada tributo y cuya realización origina el
nacimiento de la obligación tributaria principal”. El hecho imponible es un hecho de la realidad
que el Legislador selecciona como determinante para la origen de una obligación jurídica. Sirve
para distinguir unos tributos de otros, para diferenciarlos, para configurar un sistema tributario.
Suele ser recogedor de una capacidad económica.
1. La norma jurídica que regula el tributo no presenta ninguna especialidad con relación a
otras normas jurídicas distinta a la que se deriva de su contenido. Por eso, la estructura
de la norma jurídica que regula el tributo se basa en un presupuesto de hecho a cuya
realización se asocia una consecuencia jurídica. En el caso de la norma tributaria, el
presupuesto de hecho es el hecho imponible o, lo que es lo mismo, la demostración de la
capacidad económica definida en la ley. La consecuencia jurídica será estar sujeto al
tributo.
4. Por último, sólo si se realiza el hecho previsto normativamente existe el tributo y esto es
así por reserva de ley.
142
Vistas estas observaciones, el significado de la definición legal de hecho imponible es el siguiente.
o El hecho imponible es el presupuesto fijado en la ley, lo cual significa que el hecho imponible
siempre es un presupuesto de hecho que elige el legislador como determinante de la
obligación tributaria. Generalmente, ese presupuesto vendrá regulado en otras ramas del
Derecho (por ejemplo, el arrendamiento, la compraventa, la sucesión…), pero tenemos que
tener en cuenta que en ocasiones existe la autonomía calificadora del Derecho Tributario.
o El hecho imponible es el hecho configurador de cada tributo, lo cual significa que el hecho
imponible permite diferenciar unos tributos de otros. Por eso, siempre que queramos
diferenciar un tributo de otro acudimos al hecho imponible. Como hemos visto en lecciones
anteriores, el hecho imponible da lugar a un sistema tributario con distintos tributos. No sólo
porque diferencia entre impuestos, tasas y contribuciones especiales, sino también porque
dentro de cada uno de ellos existen diferentes sub-modalidades.
- Obligación ex lege (art. 20 LGT): es una obligación que se origina con la realización
del hecho imponible recogido en las partes, es decir, es una obligación que surge con
independencia de la voluntad de las partes
Para terminar, hay que señalar unas notas que definen el hecho imponible:
143
5) Es un hecho revelador de la capacidad económica del contribuyente.
Elemento subjetivo: se refiere a la titularidad del hecho imponible. Todo hecho imponible
tiene un realizador, un titular que normalmente es la persona que demuestra la riqueza que
el tributo quiere gravar. Es imprescindible en el hecho imponible este elemento subjetivo ya
que sirve para atribuir a quién compete la obligación tributaria principal.
Elemento objetivo: es el acto u operación que resulta “sujeto al tributo”. Dentro de este
elemento objetivo hay que diferenciar entre el aspecto material, espacial y temporal:
Aspecto material: es el hecho, acto, negocio, estado o situación de la realidad social que
selecciona el legislador como determinante de la obligación tributaria principal. Es
decir, es lo que aparece definido en la norma como hecho imponible. Por ejemplo, el
legislador quiere gravar el patrimonio, pero sólo la titularidad de bienes inmuebles, y
crea el IBI, cuyo hecho imponible es la titularidad de bienes inmuebles. Si quiere gravar
todo el patrimonio tiene que englobar todos los bienes incluidos en dicho patrimonio,
cuyo hecho imponible es la titularidad de patrimonio.
Suele coincidir el hecho imponible en su aspecto material con la riqueza gravada o con
el objeto imponible, pero no siempre es así. Por tanto, tenemos que diferencia:
el objeto del tributo (que es la riqueza que el tributo quiere gravar) del hecho imponible
(que es la definición que aparece en la ley). Generalmente coinciden pero no siempre es
así. El objeto del tributo hace referencia a una manifestación concreta de capacidad
económica (renta, patrimonio o gasto). Ejemplo: en el IRPF coincide el objeto del tributo
con el hecho imponible en su aspecto material porque el objeto del tributo en este
impuesto es la renta y el hecho imponible se define como la obtención de renta por
personas físicas. En otros impuestos, sin embargo, no coincide ese objeto del tributo con
el hecho imponible, lo cual ocurre en los que gravan el consumo, por ejemplo, como el
IVA, donde el objeto del tributo es el consumo, sin embargo, el hecho imponible es la
entrega de bienes y prestaciones de servicios realizadas por empresarios y profesionales
a título oneroso.
*No le damos mucha importancia a este punto, porque hay que analizar los casos
concretos.
Aspecto espacial: es un elemento clave para determinar, en primer lugar, cuál es la ley
aplicable en cada caso (muy importante en impuestos estatales cedidos a CCAA, ya que
nos permite verificar en cada caso quién es el sujeto activo de la potestad normativa) y,
en segundo lugar, quién es el sujeto activo de la potestad aplicativa (quién es la
Administración gestora del tributo). Así, el aspecto espacial se refiere al lugar en el cual
el hecho imponible se produce y surte efectos y, por tanto, se va a exigir el tributo.
144
En el plano internacional tiene vigencia el principio de territorialidad y el principio de
residencia efectiva. Así, la ley reguladora de cada tributo debe señalar el lugar donde se
entiende realizado el hecho imponible.
En la esfera interna, tras la constitución de las CCAA, asumen gran relevancia los
criterios de territorialidad. En cada caso, se deberán concretar, por tanto, cuáles son los
puntos de conexión de cada uno de los impuestos cedidos a CCAA.
2.2. El devengo
Al devengo del tributo se refiere el art. 21.1 LGT que dice que el devengo es el momento en que
se entiende realizado el hecho imponible y en el que se produce el nacimiento de la obligación
tributaria principal. La fecha del devengo determina las circunstancias relevantes para la
configuración de la obligación tributaria salvo que la ley de cada tributo disponga otra cosa.
La ley reguladora de cada tributo se va a ocupar de señalar en cada caso concreto cuándo se
produce el devengo y, por tanto, cuándo se origina la obligación tributaria principal. Este
momento es determinante o fundamental para señalar cuál es la ley aplicable en cada caso, ya que
se va a aplicar la ley vigente en el momento del devengo.
- Tributos periódicos con hechos imponibles duraderos: son aquellos en los cuales la situación
gravada tiene a repetirse en el tiempo y no se puede concretar el momento en el que va a
concluir. En estos supuestos surgen problemas para fijar el devengo y, por tanto, se fijan
períodos impositivos dentro de los cuales se fija un día de devengo. Por ejemplo, son el IRPF,
el IS o el IP. En todos ellos, el período impositivo con carácter general es el año natural y se
fija como fecha de devengo el último día del período impositivo que, cuando sea el año
145
natural, será el 31 de diciembre. Otros impuestos periódicos son el IBI, el IAE y el impuesto
de circulación, en los cuales también el período impositivo es el año natural pero el devengo
se ha fijado el primer día del período impositivo que suele ser el 1 de enero.
El IVI devengo el 1 de enero, esto quiere decir quién sea propietario el 1 de enero es
el que tiene que pagar el impuesto.
Las ordenanzas fiscales ponen plazos. Cada Ayuntamiento pone los plazos que venga en gana, y
si no dice nada entendemos al artículo 62. LEER ARTICULO 62
EFECTOS JURÍDICOS: a partir del hecho imponible se genera obligación tributaria pero no
existe la misma perfilada, a la obligación le falta componentes esenciales como es la liquidez y
exigibilidad no se puede hablar existencia de obligación cuando esta ha sido ya liquidada y echa
exigible por un acto administrativo o siquiera sea un acto del administrado como es la
autoliquidación. La otra doctrina piensa lo contrario. Este debate carece de utilidad, porque no
tiene una respuesta única, porque depende de cada tributo la obligación.
1. El devengo es el momento en el que se entiende realizado el hecho imponible y en el que se produce el nacimiento
de la obligación tributaria principal. La fecha del devengo determina las circunstancias relevantes para la configuración
de la obligación tributaria, salvo que la ley de cada tributo disponga otra cosa.
2. La ley propia de cada tributo podrá establecer la exigibilidad de la cuota o cantidad a ingresar, o de parte de la misma,
en un momento distinto al del devengo del tributo.
146
3. La no sujeción. La exención.
La realización del hecho imponible, es decir, cuando realiza tenemos un sujeto activo un sujeto
pasivo, hay una sujeción al gravamen, es decir, a la obligación tributaria.
Ejemplo: el IRPF grava toda la renta de una persona física, de manera que el hecho imponible es
igual a la renta obtenida por una persona física. Dentro de los componentes de renta de una persona
nos encontramos diferentes formas de adquirir esa renta, por ejemplo, estamos ante un funcionario
que tiene un sueldo, le ha tocado la Lotería Nacional y ha recibido una herencia. Cuando obtiene
el sueldo, diríamos que esa renta está sujeta al IRPF y por ella tendrá que pagar lo que procede.
Por la herencia que recibe diremos que estamos ante una renta no sujeta al IRPF, lo cual implica
que automáticamente va a estar sujeta a otro impuesto, que en este caso es el ISD. En cuanto a la
Lotería, han tocado 2000 euros y está todo exento, lo cual significa que primero está sujeto al IRPF
pero hay una norma que lo libera de la obligación de pagar. Así, hay dos normas, una que indica
que está sujeto al impuesto y otra que lo libera.
3.1. La no sujeción
La no realización del hecho imponible en uno de sus elementos, basta que falte uno para que
haya una no sujeción. Existe no sujeción cuando se realiza un hecho distinto al hecho imponible
previsto por la norma, es decir, cuando no se realiza el hecho imponible. Es aquello que queda
al margen del hecho imponible.
Articulo 20.2 “2. La ley podrá completar la delimitación del hecho imponible mediante la mención de supuestos de
no sujeción.”
Generalmente no hay ningún problema para determinar si un determinado supuesto concreto está
sujeto o no a un tributo. Sin embargo, en ocasiones hay supuestos que son fronterizos, que están
dudosos y que no se sabe muy bien si entran dentro del hecho imponible de un tributo o están
fuera. En esos casos, es la propia ley reguladora de cada tributo la que se encarga de determinar
los supuestos de no sujeción.
Dicha delimitación produce unos efectos jurídicos pues el hecho de no estar sujeto a un tributo
implica que de forma automática se está sujeto a otro, por ejemplo, el IRPF y ISD o relaciones
que hay entre el IVA y TPO.
Así, los supuestos de no sujeción lo que hacen es cumplir una función clarificadora. Además tiene
efectos jurídicos en algunos tributos por ejemplo hay tributos que tienen efecto de
complementariedad absoluta, como por ejemplo el IRPF.
147
En segundo lugar, la norma de no sujeción no llega a tener verdadera naturaleza jurídica, es más
bien una norma didáctica y aclaratoria respecto a hechos que están próximos al hecho imponible
pero que quedan fuera de él. Por ello, la norma de no sujeción es una norma perfectamente
suprimible. La norma de exención, en cambio, es insuprimible, ya que si no existiese la norma no
se podría aplicar a los supuestos en ella contemplados. Debemos recordar en este sentido el art.
14 LGT que recoge la analogía y la prohíbe para extender más allá de su ámbito estricto el hecho
imponible.
Para que se aplique una exención tributaria es necesario que concurran dos normas en sentido
contrapuesto:
- Una primera norma que será aquella que define el hecho imponible y que si se realiza surge
la obligación tributaria principal.
- Una segunda norma que es la norma de exención, la cual elimina los efectos de la primera
norma.
1) Está sometida a la reserva de ley. Los supuestos de exención están regulados por reserva
de ley, es la ley la que lo establece. Regulados en la CE en el articulo 103 y 134. Es una pieza
clave en la vida de los tributos.
148
4) No genera ningún derecho subjetivo para quien la disfruta, porque la norma que fija la
exención es una ley ordinaria y puede ser derogada por otra ley ordinaria. ¿Se ha producido
una vulneración?, puede ser, afecta al principio de seguridad jurídica el que el legislador no
respete el plazo que fijan las normas para los tributos.
- Exención definitiva o permanente: aquella que se establece sin exigir ninguna condición
al contribuyente a la hora de aplicar la exención.
TEMA 14
149
LAS PRESTACIONES
TRIBUTARIAS E INHERENTES A
LA APLICACIÓN DE LOS
TRIBUTOS
1. Los artículos 35 y 58 LGT. Sistematización. La llamada relación jurídico tributaria
compleja.
Si realizamos una lectura conjunta de varios artículos de la LGT vamos a poder deducir que
existen otros presupuestos de hecho diferentes al hecho imponible, otros deberes y obligaciones,
otras funciones y otros sujetos pasivos. Los artículos son los arts. 35 (referido a los obligados
tributarios), 58 (referido a la deuda tributaria y a sus componentes), 17 (referido a la relación
jurídico tributaria de carácter complejo), 18 a 29 (que incluyen las distintas prestaciones
tributarias que hay) y 35 a 43 (que se refieren a las distintas clases de obligados tributarios o, lo
que es lo mismo, sujetos pasivos de todas las prestaciones que se definen en los artículos previos)
LGT.
De ese conjunto de artículos deducimos que la relación jurídico tributaria tiene carácter
complejo y que está compuesta por un conjunto de obligaciones y deberes tributarios, con
presupuestos de hecho diferentes al hecho imponible. Así, vamos a realizar una sistematización
de posibles prestaciones tributarias inherentes a la aplicación de los tributos o lo que es lo
mismo, un listado de prestaciones tributarias:
1) La prestación tributaria material o principal (recae sobre los siguientes sujetos pasivos:
el contribuyente, el sustituto, el sucesor, el deudor solidario y entes sin personalidad jurídica
del art. 35.4 LGT).
2) Las prestaciones cautelares de garantía o aseguramiento: cantidades que nos van a pedir
la administración por si no se llega, dentro de este grupo diferenciamos:
b) Las garantías personales del crédito tributario, es decir, personas que van a responder
de la deuda tributaria en defecto del deudor principal. Aquí, a su vez, vamos a diferenciar
otros dos grupos:
150
c) Las garantías reales del crédito tributario: son bienes que responden en defecto del
deudor principal. Aquí diferenciamos también entre:
- Legales (el poseedor de bienes afectos por ley al pago de la deuda tributaria).
Dentro de estas legales diferenciamos:
3) Las prestaciones accesorias: se incluyen aquí intereses de demora, recargos del art. 27 LGT
y recargos del período ejecutivo (art. 28 LGT) y sanciones.
4) Las prestaciones formales: son las que aparecen enunciadas en el art. 29 LGT (el sujeto
pasivo podrá ser tanto el sujeto pasivo principal como otros sujetos). Llevar contabilidad,
pagar facturas…
Se origina la prestación tributaria principal por la realización del hecho imponible, bien porque
se exterioriza capacidad económica en los impuestos o bien por la obtención de un beneficio en
las tasas y contribuciones especiales.
La prestación tributaria principal consiste en una obligación de dar dinero a un ente público a
título de tributo y se fundamenta en el principio de capacidad económica y demás principios
constitucionales de justicia tributaria.
151
3. Las prestaciones cautelares. Anticipación de ingresos. Garantías personales. Garantías
reales.
Las prestaciones cautelares son todas aquellas obligaciones establecidas por el ordenamiento
jurídico para garantizar el cumplimiento de la obligación tributaria principal. Cabe diferenciar 3
sub-modalidades:
Hay que tener en cuenta los ingresos a cuenta en especie, con lo que se satisface una parte del
dinero que se debe. A la persona. Por ejemplo: cuando el banco te regala una maleta.
Los pagos fraccionados son pagos que tienen que realizar las personas que se calcular sobre unas
fórmulas específicas, pero que hacen que esos profesionales tengan que aportar un adelanto, es
un mecanismo algo perverso, pues el objetivo de la adm es recaudar. Luego tendrá que devolver,
pero la capacidad económica del empresario se ‘tambalea’.
152
Se definen como medidas establecidas por el ordenamiento jurídico que consisten en el
cumplimiento de una prestación o, lo que es lo mismo, en el pago de una cantidad de dinero
idéntica al de la obligación tributaria principal aunque con distinta función.
Esta obligación recae sobre terceros ajenos a la realización del hecho imponible, los cuales
deberán cumplir su obligación sólo en el supuesto en el que incumpla el sujeto pasivo de la
obligación tributaria principal.
En lo que se refiere a las garantías personales legales, estas nacen imperativamente de la ley,
son modalidades de la fianza legal y los sujetos obligados a cumplirlas se llaman, en materia
tributaria, los responsables solidarios y subsidiarios. Así, el primer presupuesto para que surja
esta obligación es la falta de pago del deudor principal. Estamos por ello ante un presupuesto de
hecho distinto al hecho imponible, distintos sujetos pasivos (aquí son los responsables solidarios
o subsidiarios) y distinta función, ya que no cumplen una función contributiva sino garantista.
No obstante, este presupuesto de hecho se debe fundamentar en la culpa del art. 1902 CC. El
subsidiario solo paga si no puede pagar ni el principal ni el solidario.
En definitiva, el presupuesto de hecho en este caso es la falta de pago del deudor principal y los
obligados tributarios o sujetos pasivos son los llamados responsables solidarios o subsidiarios.
En cuanto a las garantías personales contractuales, las cuales son garantías comunes en el
aplazamiento, fraccionamiento o suspensión de la deuda tributaria. Estas garantías contractuales
son voluntarias y tienen que pasar por tres fases:
- En primer lugar, tiene que existir una previsión legal: la ley señala que para conseguir un
aplazamiento, un fraccionamiento o la suspensión de la deuda se tiene que presentar una
garantía (arts. 82 y 224 LGT).
- En segundo lugar, el deudor principal realiza una prestación de hacer, es decir, hay un
contrato donde ofrece una garantía que vincula a un tercero, el cual se llama fiador o avalista.
Por tanto, estamos ante distintos presupuestos de hecho (que es el incumplimiento del obligado
principal), distinta función (ya que al igual que antes la función es garantías) y distintos sujetos
pasivos (que son el fiador o avalista).
Son bienes los que garantizan que se va a pagar la deuda tributaria. Estamos, por tanto, ante
garantías que otorgan al acreedor un poder sobre cosas concretas y determinadas.
En lo que se refiere a las garantías reales legales, estas son las que nacen de la ley. Aquí
diferenciamos también entre:
153
El derecho de afección general y especial y la hipoteca legal tácita.
Art. 77 y 79 LGT – nos indican el orden de prelación por parte de los deudores.
En lo que se refiere a las garantías reales contractuales, estas son garantías que están previstas
en ex lege y son voluntarias de las partes. Son garantías, al igual que las anteriores, previstas para
el aplazamiento, el fraccionamiento o la suspensión de la deuda tributaria. Conceden al acreedor
(la Hacienda Pública), un poder jurídico que recae sobre cosas concretas y determinadas o, lo que
es lo mismo, un derecho ejercitable erga omnes de realización del valor de los bienes o derechos.
- En primer lugar, es necesario la previsión legal: establece la ley que si quieres conseguir un
aplazamiento, un fraccionamiento o una suspensión de la deuda tributaria tienes que aportar
garantías.
- En segundo lugar, nace ex voluntate, es decir, el deudor principal tiene que realizar un
contrato donde ofrece una garantía que vincula a cosas concretas y determinadas. Así, el
deudor debe depositar, consignar, pignorar o hipotecar bienes o derechos. Estamos, por tanto,
ante una prestación de hacer distinta de la obligación tributaria principal.
Las prestaciones accesorias son un grupo de componentes que podrían llegar a formar parte de la
deuda tributaria.
La deuda tributaria se regula en el art. 58 LGT (cuota tributaria y deuda tributaria no son
sinónimos, son conceptos distintos, siendo el de deuda tributaria un concepto más amplio).
Los intereses de demora del art. 26 LGT. Hay un retraso por parte del contribuyente, y por
ese retraso, la administración tributaria está cobrando mas tarde, y por eso se aplica esto.
Los recargos especiales del art. 27 LGT, que son recargos por declaraciones extemporáneas
sin requerimiento previo. – son los prestaciones accesorias que deben satisfacer los
contribuyentes (autoliquidación), e ingresan ellos mismos a la agencia tributaria. Tengo un
154
plazo para ello, si me retraso e ingreso la autoliquidación fuera de este, sin que la
administración le diga nada… seguimos el LUNES.
4.1. Intereses de demora del art. 26 LGT – QUITAR LO QUE HAY EN ROJO EN LA
FOTO QUE HICE. 25-10-2021
El art. 26.1 LGT establece que el interés de demora es una prestación accesoria que se exigirá a
los obligados tributarios y a los sujetos infractores como consecuencia de la realización de un
pago fuera de plazo o de la prestación de una autoliquidación o autodeclaración de la que resulte
una cantidad a ingresar una vez finalizado el plazo establecido al efecto en la normativa tributaria
del cobro de una devolución improcedente o en el resto de casos previstos en la normativa
tributaria.
El presupuesto de hecho es el retraso en el pago, el cual puede ser de cualquier tipo, culpable o
no culpable, aunque existen algunas excepciones. Los intereses de demora cumplen una función
indemnizatoria de los daños causados al Tesoro Público por el retraso. El sujeto pasivo obligado
a satisfacer estos intereses tiene que ser el mismo que el de la obligación tributaria principal, es
decir, tiene que ser quien se retrasa en el cumplimiento.
La cuantía de los intereses son: el interés legal del dinero vigente a lo largo del período en el que
resulte exigible incrementado en un 25%, salvo que la LPGE establezca otro. La LPGE ha fijado
en la DA 39ª un interés legal del dinero del 4% y un interés de demora del 5%, vigente hasta el
31 de diciembre de 2013.
El art. 26.2 LGT recoge una lista abierta de supuestos en los que cabe exigir intereses de demora:
1) Cuando pasado el plazo voluntario de pago de una deuda tributaria resultante de una
liquidación practicada por la Administración o del importe de una sanción no se realiza el
ingreso
3) Cuando se suspende la ejecución del acto en la reclamación de una deuda tributaria, salvo en
el supuesto en el que el recurso y la declaración sea contra una sanción.
4) Cuando se inicia el período ejecutivo con recargos de apremio ordinarios del 20%, sin
embargo, cuando hay recargo ejecutivo del 5% o recargo de apremio reducido del 10% no
hay intereses de demora.
155
4.2. Recargos especiales del art. 27 LGT o recargos por declaración extemporánea sin
requerimiento previo
El presupuesto de hecho de estos recargos consiste en que son recargos que se exigen a los
obligados tributarios cuando se presentan autoliquidaciones que reúnen de forma conjunta los tres
requisitos siguientes:
El porcentaje del recargo varía en función del momento en que se realiza el ingreso:
- Si el retraso es de 0 a 3 meses, el recargo es del 5%, sin interés de demora y sin sanción.
- Si el retraso es entre 3 y 6 meses, tenemos recargo del 10%, sin interés de demora y sin
sanción.
- Si el retraso es entre 6 y 12 meses, el recargo es del 15%, sin interés de demora y sin sanción.
- Si el retraso es mayor de 12 meses, el recargo es del 20%, CON interés de demora, aunque
sin sanción.
Cuando la administración se ponga en contacto conmigo, entra a jugar el art. 28, que se habla aquí
abajo mijo.
Va subiendo un 1% cada mes, así hasta los 12 meses. Más de 12 meses: 15 % + intereses
de demora.
Los recargos pueden reducir un 25 %, cuando se respetan los plazos del art. 62 de no sé
que ley. Tiene 9 apartados, nos quedaremos con el apartado 2 y 5.
156
El presupuesto de hecho es la iniciación del período ejecutivo, período este que se inicia al día
siguiente de terminar el período voluntario.
Su función es resarcir a la Administración Tributaria de los especiales costes en que esta incurre
para cobrar la deuda a deudores morosos mediante un procedimiento especial. El problema es que
la Administración empieza a exigir los recargos desde el mismo momento en que acaba el período
voluntario, sin haber incurrido en ningún coste.
Supuestos:
2- Providencia de apremio:
MIRAR UN POQUILLO
La iniciación del período ejecutivo depende, teniendo que diferenciar varios supuestos:
Deudas de notificación colectiva y periódica (como el IBI): la LGT señala que el período
voluntario en estos casos es el que transcurre entre el 1 de septiembre de 20 de noviembre.
En este tipo de deudas el período ejecutivo se inicia al día siguiente de finalizar el plazo
voluntario, es decir el 21 de noviembre.
- El recargo del 10% o recargo de apremio reducido: cuando se paga en los plazos que nos
marca la providencia de apremio. Art. 62.2
- El recargo del 20% o de apremio ordinario: cuando finalizan los plazos de la providencia de
apremio. Este tipo de recargo conlleva además el devengo de intereses de demora.
157
5. Las sanciones.
El art. 25.2 LGT no incluye a las sanciones entre las obligaciones o prestaciones accesorias.
Por otra parte, el art. 58.3 LGT las excluye como componentes de la deuda tributaria.
Las sanciones están sujetas a procedimientos y principios distintos, que veremos en el Tema 21.
Las prestaciones formales son deberes de hacer, no hacer y soportar, que no tienen carácter
pecuniario.
El art. 29 LGT establece un listado abierto donde se recogen las siguientes obligaciones formales:
Los sujetos obligados de estas prestaciones formales son tanto el sujeto pasivo de la obligación
tributaria principal como otros sujetos. El presupuesto de hecho es diferente al hecho imponible,
en este caso estamos ante un deber de hacer, no hacer o soportar y su función es diferente también
a la del hecho imponible, ya que cumplen una función instrumental.
Son las obligaciones que un administrado tiene frente a otro por razón de aplicación de los
tributos.
Dentro de este grupo se incluyen un conjunto de relaciones entre distintos obligados tributarios.
Así, por ejemplo, se incluye:
- Sujetos que están obligados a repercutir y, como contrapartida, los obligados a soportar la
repercusión.
- La obligación que tiene el contribuyente de reembolsar al sustituto cuando este último pagó
el tributo en su lugar.
158
- La obligación de reembolso que tiene el deudor principal frente al garante personal o real
cuando estos últimos son los que cumplen con la prestación en caso de incumplimiento del
deudor principal.
- Cualquier otro tipo de relaciones de deudores y acreedores que se puedan originar por razón
de aplicación de los tributos y que se fundamenten en el enriquecimiento sin causa.
El art. 34 LGT recoge un listado de derechos y garantías de los obligados tributarios y lo que
viene a hacer es trasponer de forma innecesaria el contenido de la Ley 30/1992.
3) Derecho a ser reembolsado del coste de avales y garantías aportados para suspender la
ejecución de un acto o para aplazar o fraccionar el pago de una deuda, si dicho acto o deuda
es declarado total o parcialmente improcedente por sentencia o resolución administrativa
firme, con abono del interés legal sin necesidad de efectuar requerimiento al efecto, así como
a la reducción proporcional de la garantía aportada en los supuestos de estimación parcial
del recurso o de la reclamación interpuesta.
5) Derecho a conocer el estado de tramitación de los procedimientos en los que sea parte.
7) Derecho a solicitar certificación y copia de las declaraciones por él presentadas, así como
derecho a obtener copia sellada de los documentos presentados ante la Administración,
siempre que la aporten junto a los originales para su cotejo, y derecho a la devolución de los
originales de dichos documentos, en el caso de que no deban obrar en el expediente.
9) Derecho, en los términos legalmente previstos, al carácter reservado de los datos, informes
o antecedentes obtenidos por la Administración tributaria, que sólo podrán ser utilizados para
la aplicación de los tributos o recursos cuya gestión tenga encomendada y para la imposición
de sanciones, sin que puedan ser cedidos o comunicados a terceros, salvo en los supuestos
previstos en las leyes.
159
10) Derecho a ser tratado con el debido respeto y consideración por el personal al servicio de la
Administración tributaria.
11) Derecho a que las actuaciones de la Administración tributaria que requieran su intervención
se lleven a cabo en la forma que le resulte menos gravosa, siempre que ello no perjudique el
cumplimiento de sus obligaciones tributarias.
12) Derecho a formular alegaciones y a aportar documentos que serán tenidos en cuenta por los
órganos competentes al redactar la correspondiente propuesta de resolución.
13) Derecho a ser oído en el trámite de audiencia, en los términos previstos en esta ley.
14) Derecho a ser informado de los valores de los bienes inmuebles que vayan a ser objeto de
adquisición o transmisión.
15) Derecho a ser informado, al inicio de las actuaciones de comprobación o inspección sobre la
naturaleza y alcance de las mismas, así como de sus derechos y obligaciones en el curso de
tales actuaciones y a que las mismas se desarrollen en los plazos previstos en esta ley.
16) Derecho al reconocimiento de los beneficios o regímenes fiscales que resulten aplicables.
18) Derecho a que las manifestaciones con relevancia tributaria de los obligados se recojan en
las diligencias extendidas en los procedimientos tributarios.
19) Derecho de los obligados a presentar ante la Administración tributaria la documentación que
estimen conveniente y que pueda ser relevante para la resolución del procedimiento tributario
que se esté desarrollando.
20) Derecho a obtener copia a su costa de los documentos que integren el expediente
administrativo en el trámite de puesta de manifiesto del mismo en los términos previstos en
esta ley.
TEMA 15
160
LOS SUJETOS DEL TRIBUTO
1. Sujetos activos. Las obligaciones y deberes de las Administraciones Tributarias.
Tenemos que recordar que el poder tributario se puede descomponer en el poder normativo (quien
establece los tributos), aplicativo (quien los gestiona) y sobre el producto de lo recaudado (quien
se queda con lo que se recauda).
Cuando hablamos del sujeto activo del tributo nos estamos refiriendo al sujeto activo del poder
aplicativo o administrativo. Así, el sujeto activo es siempre una Administración Tributaria
(estatal, autonómica o local). En ocasiones, la gestión la realizará un único ente público, pero
otras veces es realizada por varios.
Gestión exclusiva:
- Estatal: IRPF, IS, IRNR, IVA, impuestos especiales, IPS, tasas y contribuciones
especiales y los cuatro últimos (impuesto sobre la producción de energía eléctrica,
impuesto sobre la producción de residuos radioactivos, impuesto sobre el
almacenamiento de residuos radioactivos e impuesto sobre los depósitos bancarios).
Gestión compartida:
- Estatal y autonómico: IP, ISD, ITP y AJD, tributos sobre el juego, impuesto de
matriculación y recargos sobre el impuesto especial de hidrocarburos.
- Estatal y local: son los impuestos municipales obligatorios: IBI, IAE e Impuesto sobre
Vehículos de Tracción Mecánica.
De esta forma, no va a existir una única Administración con todos los datos del contribuyente.
Esta desconcentración de funciones aplicativas origina una disminución de la eficacia del sistema,
aumenta el fraude y el gasto público, además de la presión fiscal indirecta.
1) Realizar las devoluciones derivadas de la normativa de cada tributo (es importante en el IRPF
y en el IVA; art. 31 LGT). El plazo general es de 6 meses.
161
3) Realizar el reembolso de los costes de garantías que han sido aportadas para suspender la
ejecución de un acto o para un aplazamiento o fraccionamiento del pago de una deuda en
deudas que hayan sido declaradas improcedentes por sentencia o resolución administrativa
firme. Art. 33 LGT
5) Otros deberes relacionados con los procedimientos tributarios establecidos en otras normas.
Existe un amplio número de prestaciones tributarias, como vimos en el tema anterior, y en todas
hay un sujeto pasivo, que es el obligado a cumplir cualquiera de las obligaciones tributarias
formales o materiales ya vistas (en sentido amplio). De esta forma, el sujeto pasivo es el obligado
tributario en sentido estricto, siendo el contribuyente de la obligación tributaria principal.
El art. 35.1 LT recoge quién es el obligado tributario y el art. 35.2 LGT recoge un listado de
obligaciones tributarias.
El art. 35.2 LGT ofrece un listado de “obligados tributarios”, incluyendo en este grupo:
1) Los contribuyentes.
2) Los sustitutos del contribuyente.
3) Los obligados a realizar pagos fraccionados.
4) Los retenedores.
5) Los obligados a practicar ingresos a cuenta.
6) Los obligados a repercutir.
7) Los obligados a soportar la repercusión.
8) Los obligados a soportar la retención.
9) Los obligados a soportar los ingresos a cuenta sobre retribuciones en especie.
10) Los sucesores.
11) Los beneficiarios de supuestos de exención, devolución o bonificaciones tributarias, cuando
no tengan la condición de sujeto pasivo.
12) Aquellos a quienes la normativa tributaria impone el cumplimiento de obligaciones
tributarias formales.
13) Los responsables.
14) Cuando así lo establezcan las leyes, las herencias yacentes, comunidades de bienes y demás
entes carentes de personalidad jurídica que constituyan una unidad económica o un
patrimonio separado susceptibles de imposición.
15) Añade el RD Ley 20/2011, de 30 de diciembre, que también tendrán la consideración de
obligados tributarios aquellos a los que se pueda imponer obligaciones tributarias conforme
a la normativa sobre asistencia mutua.
162
2.1. De la prestación tributaria material o principal. Contribuyente. Sustituto. Sucesor.
Deudor solidario. Entes sin personalidad jurídica.
Contribuyente
Art. 36.2 - El contribuyente es el sujeto pasivo principal. Debe cumplir la prestación tributaria
principal, así como las obligaciones formales inherentes a la misma. Es el sujeto que realiza el
hecho imponible previsto normativamente.
Es quien establece en cada caso la ley, con independencia de que después se le permita trasladar
la carga tributaria, es decir, repercutir el tributo en un tercero, como sucede en el IVA.
Sustituto
Art. 36.3 - En cuanto al sustituto, no hay que confundirlo con el responsable, que es quien
responde en defecto del contribuyente, mientras que la Administración se dirige directamente al
sustituto. Es la ley quien indica quién es el sustituto.
El contribuyente debería ser el único sujeto pasivo ante la Hacienda Pública, pero por razones de
gestión o garantía el legislador designa a otros sujetos pasivos.
El art. 36.3 LGT se refiere al sustituto, el cual actúa “en lugar del contribuyente”. La ley lo
interpone en algunos tributos desplazando al contribuyente. Es un sujeto pasivo instrumental
que ni realiza el hecho imponible ni demuestra la capacidad económica, pero se establece por
razones de conveniencia. El sustituto no realiza el hecho imponible, ni por tanto demuestra
capacidad económica. No es el titular de la riqueza gravada. En último término, el sustituto no
soportará definitivamente la carga tributaria, sino que tiene un derecho de reembolso.
Esta figura sólo se prevé para algunos tributos de difícil gestión. Así, se prevé por ley en:
163
ICIO: el contribuyente en este caso es el promotor, el dueño de la obra, mientras que el
sustituto es el constructor.
Sucesor
3) Sucesión de personas jurídicas por disolución: las deudas van a sucederse a los beneficiarios;
aparece en los arts. 40 y 177.2 LGT y, a su vez, puede darse en los siguientes supuestos:
164
obligados solidariamente con responsabilidad plena (responsabilidad patrimonial
universal del art. 1911 CC), es decir, sin límite de cuota. En definitiva, cada socio
responde solidariamente con todo su patrimonio sin perjuicio del derecho civil a
reclamar a los otros socios.
- Disolución de entes sin personalidad jurídica (art. 35.4 LGT): cada comunero responde
mancomunada y proporcionalmente de las deudas de la comunidad.
Art. 35.7 LGT – Cuando dos o más personas realizan conjuntamente un hecho imponible, se
produce un problema y es determinar quién tiene que cumplir las obligaciones tributarias que se
generen. Es el caso, por ejemplo, de parejas de hecho, comunidades de bienes, herencias yacentes,
y en definitiva, entes constituidos por personas, con un patrimonio común que no tienen
personalidad jurídica, ni capacidad de obrar y por tanto tampoco son sujetos de derechos y
obligaciones, no tienen capacidad de obrar ni tampoco son sujetos en derecho tributario.
La solidaridad de deudores: el Art. 35.7 LGT establece esta regla para aquellos supuestos
en que concurran dos o más titulares realizando el hecho imponible y siempre que la ley
reguladora del tributo no establezca lo contrario. Por ejemplo, dos personas, A Y B que
compran una finca, siendo deudores solidarios de transmisiones patrimoniales onerosas. A
cualquiera de ellos se le puede exigir toda la deuda, sin perjuicio del derecho de reembolso.
Es poco frecuente en derecho tributario. Muy difícil en impuestos directos personalísimos
pero posible en impuestos indirectos reales: ITP, IAJD, impuestos especiales, impuestos
aduaneros. Implica que la AT acreedora puede dirigirse contra cualquiera para exigir el
cumplimiento total de la obligación. Todos responden de todo. El pago por uno de los
deudores extingue la obligación para todos ellos y genera un derecho de reembolso a favor
del que pagó respecto de los demás (art. 1145 CC).
Las comunidades de bienes y otros entes del art. 35.4 L.G.T. declaradas expresamente
contribuyentes en la ley reguladora del tributo en cuestión: el art. 35.4 LGT advierte que
165
las leyes singulares de cada tributo pueden considerar a estos entes (que no tienen
personalidad jurídica y por tanto tampoco capacidad jurídica ni capacidad de obrar) sujetos
pasivos de derecho tributario. Es necesario que expresamente así lo señale la ley. Así sucede
en IBI., IAE, IVTM, ICIO, IOS, IVA, Tasas… Mediante una ficción se considera sujeto
pasivo, contribuyente, a la entidad con el objeto de simplificar la gestión. Se liquida así a la
comunidad en lugar de a todos y cada uno de los comuneros. Para que esto sea posible es
necesario que la comunidad designe a un representante (art. 45.3 LGT) el cual recibirá las
notificaciones y cumplirá los deberes y obligaciones tributarias de la entidad. Aunque la
comunidad tiene la consideración de contribuyente, los comuneros son considerados
responsables “solidarios”. Así, si la deuda no se paga por el representante de la comunidad,
la hacienda pública podrá dirigirse indistintamente contra cualquiera de los comuneros para
su cobro exigiendo el total de la deuda a cualquiera de ellos, sin perjuicio de que éste después
pueda repetir al resto en proporción a su respectiva participación.
Dentro de los sujetos pasivos de las prestaciones cautelares, empezamos con los sujetos pasivos
de la anticipación de ingresos, que se recogen en el art. 37 LGT. Conforme a este precepto cabe
diferenciar, por una parte, el retenedor y el obligado a efectuar ingresos a cuenta sobre
retribuciones en especie y, por otra parte, el obligado a realizar pagos fraccionados.
Retenedor y obligado a efectuar ingresos a cuenta: aparecen definidos en los arts. 37.2 y
37.3 LGT. Son figuras subjetivas de gran trascendencia en el IRPF y en el IS. El retenedor
no es una persona cualquiera, sino la que la ley señala como tal. Las funciones de estos
sujetos son: anticipar dinero a la Hacienda Pública, asegurar al que va a pagar, facilitar al
contribuyente el cumplimiento de su obligación y, además, cumplen una función de tesorería
(remisión al tema anterior). Estos sujetos están prestando un servicio gratis a la
Administración Tributaria. Tanto en las leyes reguladores del IRPF como del IS establecen
la obligación de quienes satisfagan determinados rendimientos de retraer con ocasión de los
abonos que realicen una parte de los mismos y proceder a su ingreso en el Tesoro Público.
Así, estos sujetos cumplen dos obligaciones distintas:
La persona a la que le retienen tiene una obligación frente al retenedor, que es la obligación
legal de soportar esta retención. Esta es una obligación entre administrados.
Así, el sujeto pasivo de estas obligaciones es un sujeto pasivo diferente del sujeto pasivo de
la obligación tributaria principal.
166
cuenta de la futura obligación tributaria principal. El sujeto pasivo de la obligación de realizar
pagos fraccionadores es el mismo que el sujeto pasivo de la obligación tributaria principal,
pues es el propio contribuyente el que tiene que realizar estos pagos periódicos.
En lo que se refiere a los garantes personales, dentro de estos nos encontramos a los
responsables (EXAMEN). Aparecen regulados en los arts. 41, 42 y 43 LGT). El responsable es
un garante personal legal y es la persona que responde con todo su patrimonio del cumplimiento
de la obligación que tiene el deudor principal. Por tanto, el responsable no realiza el hecho
imponible y la obligación que recae sobre él es una obligación de garantía. Así, el presupuesto de
hecho es distinto al hecho imponible, siendo el presupuesto de hecho el incumplimiento del
deudor principal. Por esto, la característica esencial del responsable es que paga en defecto del
contribuyente, a diferencia del sustituto que es quien paga en lugar del contribuyente.
NOTAS:
2- Los responsables no están en relación con el hecho imponible del tributo, sino con la garantía
de que se consiga recaudar esa obligación tributaria principal. El obligado tributario principal
tiene que fallar para entrar el responsable.
3- Art. 41.1 – los responsables lo son de la deuda tributaria. ‘la responsabilidad será la totalidad;
cuando haya pasado la fecha sin realizar el ingreso, se realizará el proceso con recargos…’
‘la responsabilidad no verá las sanciones, salvo las excepciones (en algunos casos se van a
responder también de las sanciones).’
4- La función de esa garantía es garantizar el pago, siendo una obligación accesoria, haciendo que
el responsable se coloque junto al obligado principal (están cogidos de la mano), en el momento
que el responsable no pague, y que este tenga capacidad económica para efectuar el pago, se irá
contra él. Es decir, la obligación no se desplaza, no se desvincula nunca.
5- Serían responsables subsidiarios – no tendrá que pagar el principal, que haya una declaración
de impago (esto no se le pide al solidario), ni el solidario. Por tanto, es muy distinto uno de otro:
Para que entre el solidario, solo hace falta que incumpla el principal, mientras que el subsidiario
hace falta que no pague el principal ni que el solidario haya pagado en el plazo voluntario, además
de una declaración de impago (procedimiento más avanzado).
Estas notas tienen la finalidad de diferenciar los responsables de los sujetos pasivos, siendo todos
ellos obligados tributarios.
Los supuestos de responsabilidad se regulan por ley (LGT o Ley reguladora de cada tributo), por
tanto, es una regulación ex lege, que nace de la ley.
167
ambos supuestos de responsabilidad el responsable responderá con todo su patrimonio de la deuda
del contribuyente.
Los supuestos de responsabilidad solidaria que enumera la LGT aparecen en el art. 42 LGT
y son cuatro supuestos:
1) Son responsables solidarios los que sean causantes o colaboren en la realización de una
infracción tributaria: responden de la deuda tributaria más la sanción.
2) Son responsables solidarios los co-titulares o partícipes de entes sin personalidad jurídica
del art. 35.4 LGT cuando estas son consideradas contribuyentes en los distintos
impuestos, salvo que hayan participado activamente en la infracción: responden de la
deuda tributaria exclusivamente en proporción a su participación.
3) Son responsables solidarios los adquirentes de negocios por transmisiones inter vivos:
responden de la deuda tributaria, de las sanciones imputables al primero y de los pagos
a cuenta que debió practicar y no practicó. Existe una fórmula para que esta persona
quede liberada de responsabilidad y es solicitar un certificado a la Administración
Tributaria, el cual debe ser emitido por esta en el plazo de 3 meses, y en el que esta debe
indicar las deudas, sanciones y responsabilidades tributarias del primer titular. En este
supuesto la responsabilidad quedará limitada a lo que se indique en este certificado.
168
4) Son responsables solidarios los que impiden embargos o colaboran en la ocultación o
transmisión de bienes o derechos del obligado al pago con la finalidad de impedir que
cobre la Administración Tributaria: se incluyen en este grupo también las personas que
incumplan las órdenes de embargo o aquellos que colaboran en el levantamiento de los
bienes. En este caso, la responsabilidad alcanza a la deuda tributaria, a las sanciones, al
recargo ejecutivo y a los intereses de demora devengados e imputables al deudor
principal. Se le imputarán los ingresos a los que estaba obligado además de un recargo.
4) Son responsables subsidiarios los adquirentes de bienes afectos por ley al pago de la
deuda tributaria (garantes reales).
169
Dentro de los garantes personales, también se encuentran los avalistas y fiadores. Los avalistas
y fiadores son garantes personales contractuales del crédito tributario. Están previstos por la ley
pero su obligación no nace directamente de la ley, sino que requieren la existencia de un contrato.
Son una figura clave para conseguir aplazamientos, fraccionamientos y suspensiones de la
ejecución de la deuda. El presupuesto de hecho es distinto al hecho imponible, siendo el primero
el incumplimiento del deudor principal. La prestación es no contributiva sino de garantía.
La responsabilidad de estos sujetos alcanza a lo que las partes hayan pactado en el contrato (art.
1827 CC). Así, el avalista y el fiador sólo responderán de los intereses, recargos y posibles
sanciones del deudor principal cuando se haya pactado en el contrato.
Por último, por lo que se refiere a los garantes reales, dentro de los cuales vamos a ver varios
apartados:
1) Derecho de afección general (art. 79.1 y 2 LGT): significa que siempre que haya un tributo
que grave la transmisión de un bien, el cual necesariamente se deba inscribir en un registro
público, del pago de dicho tributo responderá el bien transmitido y la hacienda pública se
podrán dirigir contra el poseedor de ese bien. Según la ley, igual que en los responsables
subsidiarios, es necesario que haya pasado el período voluntario de pago y el período
ejecutivo y que haya sido declarado fallido el deudor principal. Además, se le tiene que
notificar un acto administrativo de derivación de responsabilidad. En este caso, el bien sólo
se responde de la deuda tributaria apremiada y no responde de las sanciones. Esta es la regla
general, pero la Ley también señala que existen excepciones, supuestos en los cuales el
poseedor del bien afecto no responde:
- Cuando ese poseedor sea un tercero protegido por la fe pública registral: cuando estemos
ante un adquirente de buena fe, con justo título, que adquiere de un titular inscrito en el
Registro y que inscribe él, a su vez, ese bien.
2) Derecho de afección especial (art. 79.3 LGT): esta garantía solamente es aplicable a
aquellos tributos que graven transmisiones en los cuales media o se prevé la posibilidad de
aplicar una exención provisional o condicionada. Así, se aplica en impuestos como el TPO
y el ISD. El supuesto es el siguiente: tenemos una persona que le compra una finca a un
particular, esta transmisión está gravada por TPO al tipo general del 8%, siendo el sujeto
pasivo el comprador. Si ese comprado alegase que va a construir sobre la finca viviendas de
protección oficial, la Ley le permite aplicarse una exención. Como para comprobar que
cumple lo necesario para aplicarle la exención tiene que pasar un tiempo, hay que realizar
una serie de cautelas. De esta forma, la Administración, para garantizar que esa deuda se
cobrará en un futuro en el caso de que el contribuyente no cumpla los requisitos de la
exención, realiza una primera liquidación, calcula la deuda tributaria de ese contribuyente y
170
le añade que la cuota tributaria está pendiente de pago. Cuando se inscribe la finca en el
Registro de la Propiedad se debe hacer constar esa circunstancia mediante nota marginal de
afección, lo cual tiene como consecuencia que la finca o el bien transmitido responderán del
tributo si el sujeto pasivo no cumple con los requisitos de la exención. Así, transcurrido el
plazo para que el contribuyente cumpla los requisitos de la exención, es decir, transcurrido
el plazo para que el que compró la finca realice las viviendas de protección oficial, puede
ocurrir lo siguiente:
3) La hipoteca legal tácita (art. 78 LGT): esta garantía consiste en que los bienes inscribibles
en un Registro quedan afectos al pago de IBI. Así, es una garantía que se aplica con
exclusividad al IBI. Los bienes inmuebles garantizan el pago del IBI durante dos años (el
año natural en que se está exigiendo el cobro y el inmediato anterior). Este derecho es
preferente de la Administración Tributario frente a cualquier otro acreedor.
- Las medidas cautelares procedimentales (art. 81 LGT): son una serie de medidas con
las que se pretende asegurar el cobro de la deuda tributaria. Su carácter es preventivo y
se pueden adoptar incluso antes de que se haya producido el perjuicio. Consisten en la
171
retención de los bienes para asegurar el cobro del tributo, pero tampoco en este caso los
bienes se pueden vender. Se rigen por unas reglas esenciales:
d) Se deben motivar.
e) Deben ser provisionales, es decir, tienen que estar limitadas en el tiempo. Como
máximo se pueden establecer por un período de 6 meses.
El interesado podría solicitar que estas medidas fuesen sustituidas por otras.
En el art. 81 LGT se incluye una relación abierta de posibles medidas cautelares, como
son la retención del pago de devoluciones tributarias, el embargo preventivo de bienes,
prohibición de enajenar, de gravar, de disponer, etc.
Las prestaciones accesorias son los intereses de demora, los recargos del art. 27 LGT y los
recargos del art. 28 LGT.
Con carácter general, el sujeto pasivo de esta prestación va a ser el deudor principal que se retrasa
en el pago. El problema que surge es si esas prestaciones se podrían también exigir a los garantes
personales (avalista o responsable) o reales (poseedor de bienes afectos).
En el caso de los garantes reales, sólo se les pueden exigir estas prestaciones si han sido
provocadas con culpa, es decir, si su actuación ha sido negligente en aplicación del art. 1104 CC.
Ahora bien, hay veces en las que la ley no siempre dice eso.
172
En el caso de los garantes contractuales (avalistas), sólo se pueden reclamar si fueron pactadas
expresamente en el contrato.
Se regulan en el art. 29 LGT y en el art. 35.3 LGT. Son obligados tributarios que podrán ser
deudores o no deudores del tributo. Sus deberes son instrumentales y son deberes de hacer.
Este tipo de prestaciones son las obligaciones que tiene un administrado frente a otro por razón
de aplicación de los tributos. Se regulan en los arts. 24 y 38 LGT.
El sujeto activo no es una Administración, sino que es otro administrado. A título ejemplificativo,
se incluyen aquí, por ejemplo, las relaciones jurídicas que se establecen entre el obligado a retener
y obligado a soportar la retención, obligado a repercutir y obligado a soportar la repercusión.
Asimismo, se incluye aquí la relación que se origina entre el contribuyente y el sustituto cuando
este último ha pagado el tributo en lugar del contribuyente. Asimismo, las relaciones que se
suscitan entre el deudor principal y los garantes personales o reales cuando estos últimos han
satisfecho la prestación en defecto del deudor principal. Y, en definitiva, cualquier otro tipo de
relaciones acreedoras y deudoras originadas entre administrados por razón de aplicación de los
tributos.
Capacidad para realizar actos con consecuencias jurídicas, formales y sustanciales, en la relación
jurídica-tributaria.
Para entender qué significa capacidad de obrar en Derecho Tributario debemos realizar una
precisión terminológica y diferenciar tres conceptos importantes
- Capacidad de obrar: es la aptitud para hacer valer eficazmente los derechos y obligaciones
de carácter tributario frente a terceros.
173
Pero hay sujetos que tienen capacidad jurídica pero tienen la capacidad de obrar restringida y para
llevar a cabo actos de disposición patrimonial requieren su realización mediante representante.
Así, vamos a diferenciar varias modalidades de representación en Derecho Tributario:
Representación legal para personas que carecen de capacidad de obrar (art. 45.1 LGT): las
personas que carecen de capacidad de obrar (menores, incapacitados, etc.) deben actuar ante
la Hacienda Pública mediante representante legal.
- El art. 45.2 LGT se refiere a comunidades de bienes y entes del art. 35.4 LGT, las cuales
deben designar obligatoriamente un representante, que será el que se relacione con la
Hacienda Pública. En este tipo de entidades, el representante será, en primer lugar, el
que ellas nombren; en segundo lugar y en defecto de nombramiento, el que realice la
gestión; en tercer lugar, en defecto de todo esto, cualquiera de los miembros de la
entidad.
- El art. 47 LGT se refiere a las personas físicas o jurídicas no residentes en España, las
cuales deben nombrar un representante que tenga domicilio en territorio español.
Concretamente, deberán nombrarlo, en primer lugar, aquellos no residentes que operen
en España mediante establecimiento permanente; en segundo lugar, deberán nombrar
representante cuando así lo establece la normativa tributaria; y en tercer lugar, en caso
de requerimiento de la Administración Tributaria. El nombramiento de este
representante se debe comunicar a la Administración Tributaria en el plazo de 2 meses
y si no se hace será un hecho susceptible de originar una infracción tributaria. Además,
si no se comunica quién es ese representante, esta nombrará como representante aquel
que figure en el Registro Mercantil o al que se haya facultado para contratar.
Representación voluntaria (art. 46 LGT): las personas que sí tienen capacidad de obrar, pero
que deseen relacionarse con la Hacienda Pública por medio de representante, también pueden
hacerlo. Este representante será un apoderado, un mandatario que actuará en nombre y por
cuenta de otro. En determinadas ocasiones, este asesor fiscal o representante voluntario tiene
que acreditar su posición ante la Administración, aunque no siempre. No tendrá que acreditar
su posición para actos de mero trámite, pero sí deberá acreditarla cuando estemos ante la
interposición de recursos, cuando se esté renunciado a derechos o se estén asumiendo
obligaciones o por ejemplo, cuando se esté solicitando la devolución de ingresos indebidos.
La representación se acredita por cualquier medio de prueba admitido en Derecho. Así, se
podrá acreditar la representación mediante documento público, mediante documento privado
con firma legitimada por el notario o bien mediante la comparecencia ante el órgano
administrativo tanto del representante como del representado.
En lo que se refiere al domicilio fiscal, este aparece regulado en el art. 48 LGT. El domicilio
fiscal es importante para determinar la competencia de los órganos administrativos, es decir, para
determinar qué administración tiene la potestad aplicativa en cada caso. Además, es importante a
efectos de notificaciones.
174
Si el domicilio es erróneo, el perjudicado será el sujeto pasivo.
- Domicilio fiscal de las personas físicas (art. 48.1 LGT): la LGT entiende que el domicilio
fiscal de las personas físicas es el de su residencia habitual. El problema es que la LGT no
define cuál es esa residencia habitual y, entonces, por residencia habitual se podrá entender
bien el domicilio del art. 40 CC o bien la vecindad de hecho o, lo que es lo mismo, el lugar
del empadronamiento. Lo importante, de cualquier forma, será conocer dónde vive una
persona con una mayor continuidad. De cualquier forma, en determinados tributos se señala
el concepto de residencia. Así, el art. 9 de la Ley del IRPF define el concepto de residencia
habitual en territorio español y también se recoge el concepto de residencia habitual de
persona física en territorio autonómico. Permanencia: 183 días – se calcula con una
inspección. En segundo lugar, ver donde está el fuerte de sus ingresos económicos, y en
tercer lugar ver donde van los hijos del obligado. El 120 establece también, a parte de los
183 días: el número de mayores días que pase en un sitio. También se recoge el concepto de
residencia habitual de persona física en territorio autonómico, donde se pase la mayoría de
días al año, la presunción de los criterios de IRPF, sino, núcleo principal de intereses
económicos, y, por ultimo, la última residencia declarada.
- Domicilio fiscal de las personas jurídicas (art. 48.2 LGT): la LGT dice que el domicilio fiscal
de las personas jurídicas será, en primer lugar, su domicilio social, siempre que en él radique
la gestión y dirección del negocio; en segundo lugar, si no radicase ahí la gestión y dirección
del negocio, se entenderá el lugar donde esté centralizada esa gestión y dirección del negocio;
en tercer lugar, en caso de duda, donde radique el mayor valor de inmovilizado, es decir,
donde estén la mayoría de los bienes afectos a la actividad económica; y, en cuarto lugar, si
aún así subsisten las dudas, se acudirá a tres criterios:
a) Donde se contrate.
b) Donde se contabilice.
- Domicilio fiscal de los no residentes: para determinar el domicilio fiscal de los no residentes
hay que acudir a lo que señala la Ley reguladora del Tributo. Si la Ley no dice nada, el
domicilio fiscal de los no residentes coincidirá con el domicilio del representante en España.
En cuanto al régimen jurídico del domicilio, hay que tener en cuenta que:
El domicilio es inviolable: esto quiere decir que para entrar en el domicilio la Administración
Tributaria requiere autorización judicial.
El domicilio puede ser fijado por comprobación administrativa: la Administración podrá fijar
un domicilio distinto al que ha declarado el sujeto pasivo.
175
HAY UN
TEMA 16
LOS ELEMENTOS
CUANTITATIVOS DEL TRIBUTO
1. La base imponible y la base liquidable.
La base imponible se define legalmente en el art. 50 LGT que dice que “la base imponible es la
magnitud dineraria o de otra naturaleza que resulta de la medición o valoración del hecho
imponible”. Esto es lo mismo que decir que la base imponible es la magnitud expresada en cifras
que se fija por la Ley, que mide alguna dimensión del hecho imponible y que sirve para liquidar
el tributo.
Es una magnitud que se expresa en cifras: la base imponible cuantifica en cifras el hecho
imponible realizado. Así, si en el IRPF el hecho imponible es la obtención de renta, su base
imponible será la cuantificación de esa renta.
Se fija por Ley: es uno de los elementos del tributo que está sometido a reserva de ley. No
obstante, la reserva de ley es más flexible en este caso y ha señalado el TC en este sentido
que es suficiente para cumplir con las exigencias de la reserva de ley con el hecho de que la
ley regule los límites máximos y mínimos. Además, la reserva de ley todavía es más flexible
en las tasas y, sobre todo, en las tasas locales.
Mide alguna dimensión del hecho imponible: concretamente, mide el aspecto material del
elemento objetivo del hecho imponible. Esto es fácil de ver en impuestos que gravan la renta
o el consumo. Es más complicado en los impuestos que gravan el patrimonio porque surge
la cuestión de cómo valorar los bienes de una persona, ya que muchas veces los bienes no
solamente tienen valor económico sino también afectivo.
Sirve para liquidar el tributo: la base imponible permite liquidar los tributos.
1) Bases imponibles monetarias: son aquellas que vienen expresadas en euros y será lo habitual.
176
2) Bases imponibles no monetarias: son aquellas que no vienen expresadas en euros, sino que
vienen expresadas en otras unidades, como por ejemplo, kilos, litros, metros, etc. Son
habituales en impuestos especiales, en impuestos aduaneros y en algunas tasas. Las bases
imponibles no monetarias se denominan también “parámetros”.
Un concepto importante que hay que diferenciar del de base imponible es el de base liquidable.
A la base liquidable se refiere el art. 54 LGT que dice que la base liquidable es la magnitud
resultante de practicar en su caso en la base imponible las reducciones establecidas en la ley.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que las reducciones se deben establecer por ley pero no
todas las leyes reguladores de los tributos establecen reducciones. Por tanto, en muchas ocasiones,
la base liquidable es igual a la base imponible o, mejor dicho, no hay base liquidable.
En rigor, sólo debería de existir este régimen, el cual se basa en la declaración del contribuyente.
Consiste en acudir a los hechos imponibles realizados y cuantificados. Se basa por tanto este
régimen en la verdad, en que el ciudadano declare la base imponible y la Administración
compruebe que esa base imponible declarada es cierta.
El problema de este regímenes que no siempre se puede aplicar porque los contribuyentes no
siempre declaran la verdad y porque la Administración no cuenta con los medios suficientes para
comprobar a todos los contribuyentes. Esto obliga a que se inventen otros regímenes de
determinación de la base imponible.
Este es un régimen excepcional y subsidiario que sólo se puede aplicar cuando es imposible
aplicar el anterior porque no hay colaboración del sujeto pasivo, es decir, cuando el sujeto pasivo
177
no declara o declara insuficientemente. También, cuando el sujeto pasivo no lleva contabilidad,
debiéndola llevar, o cuando esta presenta irregularidades. También cuando el sujeto pasivo opone
resistencia, excusa o negativa a la actuación inspectora.
En esos supuestos en los que en todos ellos no hay colaboración por parte del sujeto pasivo, la
Administración no puede cuantificar la cuota tributaria y por ello idea este mecanismo de
estimación indirecta.
En este método se renuncia a saber cuál es la renta realmente obtenida por el empresario y se
presume a partir de signos e indicadores.
Al conjunto de tipos aplicables a los distintos tramos de base liquidable se le llama tarifa.
Si la base imponible es no monetaria, el tipo de gravamen siempre tiene que estar expresado
en euros.
178
- Gradual: consiste en una cantidad de dinero a pagar variable a medida que cambia la
base imponible sobre la que actúa. Por ejemplo, en el AJD en la modalidad de
documentos mercantiles donde según incrementa el valor de la letra, aumenta el tipo de
gravamen.
Las formas de determinación de la cuota tributaria se recogen en el art. 56 LGT, el cual señala
que la cuota íntegra se determina, bien aplicando el tipo de gravamen a la base imponible o base
liquidable o bien mediante la señalización de una cantidad fija.
La cuota líquida es igual a la cuota íntegra menos las deducciones y bonificaciones establecidas
en la Ley.
Por último, está la cuota diferencial que es igual a la cuota líquida menos impuestos ya
satisfechos. Por impuestos ya satisfechos se entiende pagos a cuenta realizados durante el
ejercicio o deducciones por doble imposición.
179
PARTE IV
DERECHO
TRIBUTARIO
ADMINISTRATIVO
Y SANCIONADOR
TEMA 17
LA APLICACIÓN DE LOS
TRIBUTOS
1. Las funciones administrativas tributarias. Caracterización y catálogo.
180
Mediante la aplicación de los tributos se persigue proteger un interés público, el previsto en el art.
31.1 CE o, lo que es lo mismo, la protección del deber general de contribuir al sostenimiento de
los gastos públicos.
Se debe partir de la idea de que la ley regula el sistema tributario, regula cada tributo y también
regula sus elementos esenciales y esa misma ley va a dotar a la Administración Tributaria de
potestades que se van a poner de manifiesto en la fase aplicativa. Por ello, aplicar los tributos
equivale a ejecutar, a realizar o a poner en práctica las normas que regulan los tributos.
Por otra parte, la potestad aplicativa es una actividad reglada, lo que supone que la
Administración no puede actuar sin habilitación previa.
La potestad aplicativa se regula en el Título III LGT (arts. 83 y ss. LGT), en los reglamentos de
desarrollo y, con carácter supletorio, gozan de especial trascendencia las disposiciones generales
del Derecho Administrativo.
Para estudiar el ámbito de aplicación de los tributos hay que partir del art. 83 LGT, del cual
cabe deducir cuáles son las actividades administrativas que se incluyen dentro de la aplicación de
los tributos:
2) La gestión tributaria.
3) La inspección tributaria.
4) La recaudación tributaria.
181
Regladas.
Este deber de información se materializa en una serie de actuaciones que se describen en el art.
85.2 LGT y son las siguientes:
La consulta tributaria consiste en el derecho del obligado tributario de recibir de la AEAT una
contestación sobre cuestiones que se le formulen acerca del régimen de la clasificación o
calificación tributaria que en cada caso le corresponda.
Las consultas tributarias pueden ser formuladas tanto por los obligados tributarios como por las
organizaciones diversas en este último supuesto con relación a cuestiones que afectan a la
generalidad de los miembros. Así, por ejemplo, colegios profesionales, cámaras, sindicatos,
asociaciones de consumidores, asociaciones empresariales, etc.
La consulta tributaria debe formularse antes de que finalice el plazo establecido para el ejercicio
de los derechos, para presentar la declaración o autoliquidación o para el cumplimiento de las
obligaciones tributarias.
182
Las consultas tienen que ser planteadas mediante un escrito dirigido al órgano competente. Este
escrito debe incluir un contenido que está determinado reglamentariamente. En él se debe
identificar el consultante, se debe señalar cuál es el objeto de la consulta, el domicilio… pero
sobre todo, se debe manifestar expresamente que no se está tramitando un recurso contra aquello
que se está consultando.
La competencia para consultar a los tributos recae sobre la Dirección General de Tributos, adscrita
también al Ministerio de Economía y Hacienda. La AEAT también debe contestar por escrito a
las consultas en el plazo de 6 meses desde su presentación. Si no hay respuesta, el silencio sería
negativo, es decir, no implica que la Administración esté aceptando criterios que se le hayan
podido formular en el escrito de consulta.
Tradicionalmente, bajo la regulación de la LGT anterior, los efectos de una consulta no eran
vinculantes para la AEAT salvo en casos tasados. No obstante, el obligado tributario que
formulaba una consulta a la Administración quedaba liberado de responsabilidad por infracción
tributaria. Actualmente, esto ha cambiado y los efectos de las consultas sí son vinculantes tanto
para el consultante como para la AEAT encargada de aplicar los tributos como para otros
obligados siempre que exista identidad entre los hechos y las circunstancias. Asimismo, el sujeto
que acomoda su conducta al escrito de la consulta queda liberado de la responsabilidad por
infracción. No obstante, las consultas no tienen efectos vinculantes para los Tribunales
Económico-Administrativos ni para los órganos jurisdiccionales, que pueden cambiar el criterio.
No tendrá efectos vinculantes la consulta en los supuestos en los cuales las cuestiones que estamos
planteando se relacionen con un procedimiento o un recurso ya iniciado o ya planteado.
2.2. Publicaciones
El art. 86 LGT señala que el Ministerio de Hacienda tiene el deber de difundir por cualquier medio
y durante el primer trimestre del año las normas actualizadas y las modificaciones legislativas que
se hayan producido. Asimismo, el Ministerio de Hacienda tiene el deber de difundir de forma
periódica las contestaciones a las consultas y las resoluciones de reclamaciones económico-
administrativas de mayor importancia.
La AEAT tiene el deber de informar a los contribuyentes sobre los criterios administrativos
existentes para la aplicación de las normas. Asimismo, la Administración debe facilitar la consulta
a las bases informatizadas.
183
Por otra parte, la AEAT deberá suministrar a petición de los interesados el texto íntegro de
consultas o resoluciones concretas suprimiendo toda referencia a los datos que permitan
identificar a personas concretas.
La información del valor a efectos fiscales de los bienes inmuebles (art. 90 LGT): esta
información sobre la valoración que tienen los bienes inmuebles se puede obtener en
supuestos en los que se vaya a adquirir o transmitir un bien inmueble. En tales casos, el
administrado podrá dirigirse a la Administración Tributaria para solicitarle cuál es el valor
de los bienes inmuebles. Es habitual e importante esta valoración de los bienes inmuebles en
dos impuestos: en el TPO y AJD y en el ISD. La Administración encargada de dar esta
información es la CA. Se necesita la solicitud del interesado que se podrá realizar bien por
escrito o bien online. Los efectos de esta información son vinculantes durante un plazo de 3
meses desde la notificación al interesado. El interesado que solicita esta información
consigue evitar que la AT realice una posterior comprobación de valores. Lo que no se va a
evitar, sin embargo, es que se puedan comprobar los hechos declarados en la solicitud.
No sólo la Administración Tributaria debe facilitar la aplicación de los tributos sino que todos
tenemos el deber de colaborar en esa aplicación de los tributos.
La LGT establece un conjunto de deberes para todas las personas, tanto físicas como jurídicas
como personas públicas como privadas como entes sin personalidad jurídica.
184
2) Mediante campañas de información y difusión.
Se deben comunicar todos los datos que tengan trascendencia tributaria. La jurisprudencia
entiende que datos con trascendencia tributaria son aquellos que son estrictamente necesarios para
la aplicación de los tributos. Por tanto, no caben las injerencias arbitrarias en el derecho a la
intimidad.
La Ley permite que los ciudadanos se puedan relacionar con la AT y cumplir este deber de
información mediante el uso de la informática y de las nuevas tecnologías. Así, los documentos
que se emitan por estos medios tendrán la misma validez y eficacia que los originales siempre
que quede garantizada la autenticidad, integridad, conservación y, en su caso, recepción por el
interesado.
185
La función tributaria es una función administrativa que se desarrolla a través de procedimientos
administrativos a los que se aplican las normas administrativas de la LRJPAC, pero con carácter
supletorio (art. 97 LGT).
Hay un Reglamento General de Gestión e Inspección Tributaria del año 2007, un Reglamento
General de Recaudación de 2005, con un Reglamento General Sancionador de 2004 y un
Reglamento General de Revisión en vía Administrativa de 2005.
En los procedimientos tributarios nos encontramos con tres clases de actos administrativos:
2) Actos administrativos de mero trámite: estos actos administrativos son de orden interno.
Son órdenes de funcionario a funcionario, actuaciones internas que no trascienden en el
administrado y que no modifican su situación jurídica. Son simplemente actos preparatorios
de los posteriores actos administrativos resolutorios. Debido a estas circunstancias no es
obligatoria su notificación al administrado y, por tanto, tampoco cabe recurso.
3) Actos administrativos de trámite cualificado: son una categoría intermedia entre los
primeros y los segundos. Inciden sobre el fondo del asunto sin llegar a ser resolutorios. Ponen
término a la vía de gestión o impiden la continuación del procedimiento. IMPORTANTE:
Sin resolver una cuestión en sentido positivo o negativo para el administrado, sin declarar un
nuevo derecho, predeterminan el contenido de otros. Por ejemplo, el IBI es un impuesto cuya
base imponible es igual al valor catastral del inmueble. El valor catastral es un valor que se
determina de forma administrativa por la Dirección del Catastro. En principio, cuando se
calculan esos valores catastrales, la determinación de ese valor se debe notificar al
administrado porque aunque en principio ese valor catastral no incide sobre el administrado,
en un futuro, cuando se cuantifique la deuda tributaria, sí va a tener un valor importante ese
valor catastral que se había determinado previamente. Por eso, la determinación del valor
186
catastral es un acto administrativo de trámite cualifica porque incide en la valoración
posterior de la base imponible del impuesto. Estos se deben notificar y se pueden recurrir.
El procedimiento administrativo común se regula en los arts. 68 a 101 LRJPAC y consta de tres
fases: iniciación, desarrollo y terminación. Vamos a ver las especialidades en cada una de estas
fases de los procedimientos tributarios.
La iniciación de los procedimientos tributarios se regula, con carácter general, en el art. 98 LGT.
De este precepto cabe deducir que las formas de iniciar los procedimientos de aplicación de los
tributos son dos:
De oficio: por la Administración Tributaria. En este caso se requerirá un acuerdo del órgano
competente, el cual deberá ser comunicado al obligado tributario mediante notificación o
personación en el domicilio del obligado tributario del órgano competente en cada caso. En
ocasiones, esa notificación de inicio va a ir acompañada de una propuesta de resolución o
liquidación y así sucederá en aquellos casos en los que la AT cuente con todos los datos
suficientes y no necesite la colaboración del obligado tributario.
A instancia de parte: por el obligado tributario. Se puede iniciar de distintas formas que
veremos con detalle en el tema siguiente:
- Por autoliquidación.
- Por declaración.
- Mediante comunicación.
- Solicitud.
- En cuanto a los hechos denunciados, estos deben recaer sobre situaciones con relevancia
fiscal o que sean constitutivos de infracciones tributarias e, incluso, de delitos fiscales. Las
denuncias infundadas podrán ser archivadas y solamente se iniciará el procedimiento cuando
existan indicios suficientes de veracidad en los hechos denunciados. De cualquier forma, la
denuncia nunca forma parte del expediente administrativo.
187
- El denunciante no tiene derecho a ser premiado, situación que cambia en la legislación
vigente ya que bajo la LGT anterior el denunciante tenía derecho a participar en un 30% de
la sanción que en su caso se estableciera al denunciado y siempre tras haber aportado un
depósito de un 10% de la cantidad que alegaba defraudada por ese tercero. Tampoco se le
considera parte interesada en el procedimiento y no está legitimado para interponer recursos
ni reclamaciones.
La LGT reitera algunos de los derechos de los obligados tributarios ya previstos en la LRJPAC,
concretamente en el art. 35, como por ejemplo: el derecho a no presentar documentos ya
presentados, derecho a obtener certificación y copia de documentos, derecho de acceso a registros,
etc.
En segundo lugar, se precisan algunos aspectos con relación a la práctica de la prueba y es que en
el procedimiento tributario no se requiere la apertura específica ni la comunicación previa de las
actuaciones a los interesados.
En tercer lugar, durante la tramitación de los procedimientos tributarios, las actuaciones se tienen
que documentar de alguna de las siguientes formas:
Especialidades en la terminación
A la terminación de los procedimientos tributarios se refieren los arts. 100 y 155 LGT y art. 101
RGGIT.
188
- Conforme a las formas generales admitidas en Derecho Administrativo: resolución,
desistimiento, renuncia, caducidad, imposibilidad material de continuar.
Con carácter general, el plazo para resolver es de 6 meses, aunque podrá ser ampliado en
supuestos en los que la AT se ha visto obligada a interrumpir el procedimiento por causa
justificada (por ejemplo, cuando pide un informe a otra Administración) o bien en supuestos en
los que se retrasa el procedimiento por culpa del obligado tributario (por ejemplo, porque solicita
ampliaciones de plazo, aplazamientos, aportación de nuevos documentos…).
El cómputo de los plazos varía en función del tipo de procedimiento. Si el procedimiento se inicia
de oficio, el plazo empieza a contar desde la fecha en que el interesado recibe la notificación del
acuerdo. Si el procedimientos e inicia por el interesado, el plazo empieza a contar desde el
momento en que la solicitud de inicio llega al registro de la AT.
189
plazo. No obstante, si el procedimiento se inició a instancia de parte también se puede producir la
caducidad cuando las actuaciones del obligado tributario tienden a paralizar el procedimiento. De
un modo u otro, producida la caducidad, esta debe ser declarada de oficio o a instancia del
interesado y la caducidad del procedimiento supone que se ordena el archivo de las actuaciones.
No obstante, las actuaciones realizadas en procedimientos caducados no interrumpen el plazo de
prescripción ni se consideran requerimientos administrativos a efectos de los recargos del art. 27
LGT.
Las actuaciones realizadas en un procedimiento caducado, así como los documentos y elementos
de prueba, conservan su validez y eficacia a efectos probatorios en otros procedimientos que se
inicien con posterioridad.
De estos preceptos se deduce, en primer lugar, los medios de prueba que se pueden utilizar en
materia tributaria. La LGT en el art. 106.1 remite a la normativa común, concretamente al Código
Civil y a la Ley de Enjuiciamiento Civil: interrogatorio de las partes, documentos públicos,
documentos privados, interrogatorios de testigos, etc.
En segundo lugar, en cuanto a la carga de la prueba, la LGT también sigue el criterio general
del ordenamiento jurídico. Por tanto, quien haga valer su derecho deberá probar los hechos
constitutivos del mismo. Esto se traduce en materia tributaria según la jurisprudencia en que la
Administración debe probar el hecho imponible y los elementos que sirven para cuantificarlo y el
particular debe probar todos los hechos que le beneficien o que le permitan aplicar una exención,
un beneficio fiscal.
En tercer lugar, para la valoración de la prueba, la regla general en materia tributaria es el criterio
de la libre valoración de la prueba. Por tanto, la AT realiza una valoración conjunta de las pruebas
y motiva el resultado de la valoración que ha practicado. No obstante, en determinadas
circunstancias, se va a seguir un sistema de prueba tasada, por ejemplo, en determinados tributos
la Ley señala que para poder deducir los gastos se requiere, como requisito formal, la necesidad
de factura completa. También, en algunos supuestos se produce la inversión de la carga de la
prueba mediante presunciones, supuestos en los cuales es el interesado el que tiene que probar
determinados hechos que aparecen en los documentos si se observa que estos no son ciertos. Así
sucede con los hechos que se incluyan en diligencias, en actos de inspección, registros públicos o
las manifestaciones que realice el obligado tributario en declaraciones, autoliquidaciones o
comunicaciones.
Este tema se regula en los arts. 109 a 112 LGT y arts. 114 y 115 RGGIT.
Una notificación tributaria es un instrumento que permite poner en conocimiento a los obligados
tributarios los actos de la AT.
190
Conforme a la LRJPAC existe obligación de notificar las resoluciones y actos administrativos que
se dicten en cualquier procedimiento administrativo siempre que afecten a los derechos
intereses de los interesados. La obligación de notificación se debe practicar por cualquier medio
y en el expediente se debe incorporar la acreditación de que dicha notificación ha sido practicada.
En materia tributaria hay una serie de actos administrativos que se dictan a lo largo de los
procedimientos que se deben notificar: los actos administrativos resolutorios y los actos
administrativos de trámite cualificado. Estos actos son los que luego se van a poder recurrir.
Según el art. 110 LGT, referido al lugar donde se han de practicar las notificaciones tributarias,
diferencia dos supuestos:
- Procedimientos que se inician a solicitud del interesado: la notificación se tiene que realizar
en el lugar que señale en cada caso el obligado tributario o su representante. Si no se dice
nada, la Administración va a notificar en el domicilio fiscal del obligado tributario o, en su
caso, del representante.
En cuanto a las personas legitimadas para recibir las notificaciones, hay que partir de la idea de
que no es imprescindible en materia tributaria que la notificación la reciba el interesado en
persona. El art. 111.1 LGT dispone que son personas legitimadas para recibir notificaciones las
siguientes:
191
En cuanto a cuándo se entiende que una notificación ha sido rechazada, cabe diferenciar dos
supuestos:
En cuanto a la notificación por comparecencia, tras dos intentos fallidos de notificación, la LGT
exige en su art. 112 que la AT notifique por comparecencia. Esto significa que se notifica al
obligado tributario bien mediante anuncios en el boletín oficial que corresponda o bien mediante
anuncio en la sede electrónica de la Agencia Tributaria (esta última es una posibilidad incorporada
recientemente). Cuando la publicación de estos anuncios de comparecencia se realiza en el boletín
oficial, esta se tiene que realizar los días 5 y 20 de cada mes.
El contenido que se debe plasmar en los anuncios consiste en una relación de las notificaciones
pendientes con indicación de quién es el obligado tributario y su representante, cuál es el
procedimiento que las motiva, cuál es el órgano competente de su tramitación y el lugar y el plazo
en el que el destinatario debe comparecer.
En cuanto a la notificación en apartados postales, el art. 114.2 RGGIT también permite que las
notificaciones se practiquen en apartados postales. En estos casos, el envío se depositará en el
interior de la oficina y se podrá recoger por el titular del apartado o por la persona que esté
autorizada expresamente.
El art. 115 bis RGGIT añade este tipo de notificaciones a partir del RD 1/2010 de 8 de enero. Este
RD habilita a las Administraciones Tributarias para acordar la asignación de una dirección
electrónica para la práctica de notificaciones tributarias a determinados obligados tributarios, de
manera que tras la publicación oficial del acuerdo de asignación y previa comunicación de ese
acuerdo al obligado tributario, la Administración practicará, con carácter general, las
notificaciones en dicha dirección electrónica.
192
Esto es importante porque algunas de estas notificaciones son obligatorias para determinados
sujetos, así lo ha señalado un RD de 2009. Hay determinadas personas o entidades que están
obligadas a recibir por medios electrónicos las comunicaciones y notificaciones de la Agencia
Tributaria. Están obligadas: las sociedades anónimas, las sociedades de responsabilidad limitada,
personas jurídicas y entidades sin personalidad jurídica que carecen de nacionalidad española,
establecimientos permanentes y sucursales de entidades no residentes en territorio español,
uniones temporales de empresa, empresas inscritas en el Registro de las Grandes Empresas,
aquellas que tributan en el régimen de consolidación fiscal en el IS, aquellas que tributan en el
régimen especial del grupo de entidades de IVA, las que están inscritas en el régimen de
devolución mensual del IVA, etc.
Las personas físicas también pueden recibir las notificaciones por correo electrónico siempre que
acrediten el acceso a las nuevas tecnologías.
TEMA 18
LOS PROCEDIMIENTOS DE
GESTIÓN TRIBUTARIA
Los procedimientos de gestión tributaria consisten, en un sentido amplio, en un conjunto de
funciones administrativas dirigidas a recibir, tramitar y controlar todo un conjunto de documentos
con trascendencia tributaria, como podrían ser declaraciones, autoliquidaciones, solicitudes…
193
Son actividades de carácter burocrático e incluyen tareas residuales no integradas en la inspección
y recaudación.
El art. 117 LGT se encarga ya, en un sentido más específico, de precisar cuáles son el conjunto
de funciones administrativas que se incluyen dentro del procedimiento de gestión:
2) Actuaciones de comprobación.
6) Pequeñas inspecciones.
7) Emisión de certificados.
Los procedimientos de gestión tributaria se pueden iniciar igual que otros procedimientos:
De oficio: por la Administración tributaria. A su vez, puede ser de tres formas distintas:
- Declaraciones.
- Autoliquidaciones.
- Comunicación de datos.
- Solicitudes.
1.1. De oficio
Este procedimiento se inicia cuando la AT cuenta con datos o antecedentes del obligado tributario
que le permiten descubrir una deuda no declarada. El resultado de las actuaciones que va a llevar
194
a cabo la Administración Tributaria dará lugar a una liquidación provisional o, lo que es lo mismo,
la cuantificación de la deuda tributaria y notificación al obligado tributario para que pague esa
deuda en los plazos del período voluntario.
Hay tributos que tienen gestión compartida entre el Estado y la Corporación Local: el IVTM, el
IBI, el IAE y algunas tasas. Son tributos que se denominan “de cobro por recibo” y son
gestionados a través de una matrícula o padrón.
Contribuciones especiales
Las contribuciones especiales también se gestionan de oficio. Aquí tampoco hay declaración de
los contribuyentes. Es la AT, generalmente los Ayuntamientos, los que inician el procedimiento
de gestión:
Las declaraciones tributarias son una forma de iniciar el procedimiento de gestión por el obligado
tributario. Su regulación se encuentra incluida en el art. 119.1 LGT.
Las declaraciones tributarias se deben presentar ante la AT que cuente con la potestad aplicativa.
Es un deber formal que es intransmisible y, además, es un deber que se debe cumplir de forma
espontánea, sin requerimiento de la Administración y en el plazo que en cada caso señale la Ley
195
reguladora del tributo. El incumplimiento del deber de declarar es constitutivo de infracción
tributaria y de sanción.
Por autoliquidación
1) Comunicar datos a la Administración que son necesarios para liquidar el tributo o, lo que es
lo mismo, se va a declarar el hecho imponible.
2) Calificar jurídicamente.
La autoliquidación es el medio empleado para liquidar la mayoría, si no todas, las figuras del
sistema tributario. Antes, en la mayoría de los tributos se contribuía presentando la declaración y
la Administración liquidaba. Ahora, en casi todos los tributos somos los contribuyentes los que
tenemos que realizar las calificaciones y las operaciones jurídicas de ingreso.
La cuantificación realizada por el obligado tributario no vincula a la AT pues esta puede realizar
actuaciones de comprobación y practica, en su caso, una liquidación provisional. Esta liquidación
provisional puede traer causa en un procedimiento gestor como sería un procedimiento de
verificación o un procedimiento de comprobación limitada o puede traer causa en un
procedimiento inspector.
196
Comunicaciones de datos
Es otra forma de iniciar el procedimiento de gestión por el obligado tributario. Aparecen recogidas
en el art. 121 LGT y en los arts. 117 y 120 RGGIT.
Las comunicaciones de datos son declaraciones presentadas por el obligado tributario ante la AT
para que esta determine la cantidad que en su caso resulte a devolver.
El origen de las comunicaciones de datos se encuentra en la Ley del IRPF de 1998 pero que hoy
prácticamente está en desuso porque actualmente lo que rige y lo que está en vigor en la normativa
del IRPF es el borrador de declaración.
Hay que presentar una autoliquidación complementaria o sustitutiva cuando el obligado tributario,
tras presentar una primera autoliquidación, se da cuenta de que ha ingresado menos de lo que
tenía que ingresar, por tanto, ingresa menos de lo que tenía que ingresar (por ejemplo, no ha
declarado un alquiler), o bien la cantidad a devolver o a compensar por la AT debería ser menor
a la que inicialmente aparece en la primera autoliquidación (por ejemplo, al aplicar mal la
deducción por vivienda habitual). Será complementaria cuando se aporten nuevos datos y será
sustitutiva cuando se vayan a reemplazar los datos que inicialmente se habían plasmado en la
primera autoliquidación.
Cuando se presenta una autoliquidación complementaria o sustitutiva hay que recordar que es
posible que se devenguen los recargos del art. 27 LGT o del art. 28 LGT.
Existen cinco procedimientos de investigación tributaria, pero dos de ellos son como pequeñas
inspecciones:
Procedimiento de comprobación:
197
2. La comprobación por la oficina gestora.
Arts. 123 a 140 LGT. La LGT incluye dentro de los procedimientos de gestión tributaria cinco
procedimientos, sin perjuicio de que el RGGIT regula hasta 97 procedimientos.
Mediante este procedimiento se pretende que se devuelvan cantidades que han sido debidamente
retenidas o debidamente soportadas. Por ejemplo, todos los meses la Universidad retiene una
cantidad, al año siguiente, se tendrá que presentar la autoliquidación de 2013 y habrá que
descontar los pagos a cuenta hechos durante el ejercicio, todo lo que ha sido retenido. Si se ha
retenido más de lo que se tendría que pagar este sería el procedimiento que se tendría que iniciar.
La Administración tiene 6 meses para devolver, transcurridos los cuales, si no ha devuelto, se van
a devengar intereses de demora a favor del contribuyente. Ese plazo de 6 meses comienza a
computarse desde que finaliza el plazo previsto para presentar la autoliquidación (es decir, en el
IRPF desde el 30 de junio) o si se presenta fuera de plazo, desde el día siguiente a la presentación
de la autoliquidación.
1) La AT reconoce expresamente (resolución expresa) que hay que devolver y dicta un acto
administrativo de devolución que le notifica al obligado tributario con la transferencia
bancaria o con un cheque.
198
2) Silencio administrativo: si la AT no se pronuncia, los efectos del silencio son positivos. Es
el único procedimiento de gestión regulado en la LGT en el cual los efectos del silencio son
positivos.
3) Puede suceder que la Administración entienda que hay que seguir investigando e inicia un
procedimiento de comprobación gestora o inspectora, según entienda.
Se regula en los arts. 131 a 133 LGT y arts. 155 y 156 RGGIT.
En sentido amplio, se podría afirmar que este procedimiento se inicia cuando la Administración
Tributaria observa que hay defectos leves en la declaración o autoliquidación que presentó el
obligado tributario. Por tanto, sería el primer tipo de comprobación que se produce tras la
presentación de la autoliquidación.
2) Cuando no coinciden los datos declarados con los que están en poder de la Administración.
4) Cuando la AT requiere al obligado tributario para que le aclare o le justifique los datos que
ha consignado en la autoliquidación, por ejemplo, cuando se alquila un inmueble y hay que
declarar rendimientos de capital inmobiliario y normalmente se ponen los rendimientos
totales y los gastos.
Las características del procedimiento son muy parecidas a las generales (tema anterior):
- El procedimiento dura 6 meses como máximo y durante su desarrollo, al igual que con
carácter general, debe comparecer el obligado tributario para responder a requerimientos de
la Administración, debe realizar alegaciones. En el supuesto en el que inicialmente no se le
notifique la propuesta de liquidación, se le va a notificar ahora en un trámite separado y se
va a abrir el trámite de alegaciones.
199
procedimiento de comprobación superior, es decir, inicia bien un procedimiento de
comprobación limitada o un procedimiento inspector.
Aparece regulado en los arts. 136 a 140 LGT y 163 a 165 RGGIT.
Estas actuaciones exclusivamente se van a realizar en las oficinas de la AT. Esto también
diferencia la comprobación gestora de la comprobación inspectora.
El procedimiento es el siguiente:
- Se inicia mediante notificación de inicio, la cual puede traer incorporada ya una propuesta
de liquidación.
- La tramitación es igual también que en el tema anterior. El procedimiento dura 6 meses y las
actuaciones se documentan en comunicaciones y en diligencias. Si el obligado tributario
fuese recurrido para personarse tendría que comparecer ante las oficinas de la AT y, en su
caso, aportar la documentación que le pidan. Si no se compareciera es un hecho constitutivo
de infracción. En el caso de que inicialmente no se notificara la propuesta de liquidación, la
AT va a notificarla ahora. Se abre un período de alegaciones y finaliza el procedimiento.
- Lo normal es que el procedimiento termine con resolución expresa, la cual puede tener dos
sentidos: uno favorable para el contribuyente al entender la AT que no hay que regularizar y
otro no favorable para el contribuyente, mandando la AT una liquidación provisional
regularizando la situación del contribuyente. Si la AT regularice y manda una nueva
liquidación, la AT ya no podrá efectuar una nueva regularización en relación con lo que ha
comprobado, salvo que se descubran nuevos hechos y, por otra parte, si el obligado tributario
presta conformidad expresa a los elementos y hechos de la deuda tributaria ya no podrá
200
impugnar salvo por error de hecho probado. También es posible que el procedimiento
termine por caducidad si pasan 6 meses desde el inicio y la Administración no notifica
resolución expresa. En este caso, se archiva el expediente sin perjuicio de que se pueda volver
a iniciar en el plazo de prescripción de los 4 años. Finalmente, puede terminar si la
Administración considera que hay que seguir investigando y se inicia un procedimiento
inspector.
Es el procedimiento clásico utilizado por la AT para la liquidación de los tributos antes de que se
generalizasen las autoliquidaciones. Actualmente, sin embargo, se ha convertido en un
procedimiento excepcional porque casi todos los tributos, si no todos, se gestionan mediante
autoliquidación.
De los tributos estatales, actualmente sólo se aplica en el ISD y ya no en todas las CCAA, ya que
muchas de ellas han establecido que este impuesto se gestione mediante la autoliquidación. Por
lo tanto, habría que verificar en cada caso.
Antes también se establecía este sistema de gestión en los tributos locales potestativos, no
obstante, ya algunas OF incluyen también el sistema de autoliquidación, por lo que también hay
que comprobar.
Así, hay que acudir a la ley reguladora del tributo para verificar si se gestiona mediante
declaración.
El procedimiento se inicia mediante declaración del obligado tributario donde se revela el hecho
imponible. Durante la tramitación del procedimiento y a partir de esos datos que proporciona el
contribuyente, la AT califica jurídicamente, valora y cuantifica. Tras realizar esas operaciones
emite una liquidación administrativa que será notificada al obligado tributario.
Este procedimiento se regula en los arts. 134 y 135 LGT y arts. 157 a 160 RGGIT.
201
Es un procedimiento fundamental en dos impuestos: en el ITP y AJD y en el ISD.
b) Estimación por referencia a los valores que figuren en los registros oficiales de carácter
fiscal.
h) Precio o valor declarado correspondiente a otras transmisiones del mismo bien, teniendo en
cuenta las circunstancias de éstas, realizadas dentro del plazo que reglamentariamente se
establezca.
En cuanto a las particularidades del procedimiento, es habitual que este procedimiento se utilice
en el TPO y AJD y en el ISD, por ejemplo, cuando se recibe un piso en herencia. La
Administración que puede comprobarlo es la potestad aplicativa, que en este caso es la
Administración autonómica.
El procedimiento se inicia de oficio mediante la notificación de inicio que puede traer incorporada
no sólo una propuesta de liquidación sino en este caso también una propuesta de valoración. Así,
la comprobación de valores se puede efectuar de forma singular como un procedimiento
autónomo e independiente o bien conjuntamente con un procedimiento de gestión e inspección.
202
efectuada por la Administración pero sí puede promover lo que se denomina la tasación pericial
contradictoria.
2) Se traslada el dictamen de los peritos al obligado tributario para que este nombre a otro perito
de su confianza.
3) Se comparan las dos valoraciones. La Ley dice que prevalece la valoración del perito del
obligado tributario si es mayor que la de la Administración y también si la peritación de la
AT no supera en un 10% y en 120.000 euros a la peritación del sujeto pasivo, es decir, que
la peritación de la Administración sea menor o igual a ese 10%.
El perito del sujeto pasivo lo pagará él. El perito de la Administración Tributaria lo paga la AT.
En cuanto al tercer perito, la Ley dice que paga el sujeto pasivo si la tasación que realiza ese perito
es mayor en un 20% del valor declarado por el sujeto pasivo y paga la Administración si no se
excede de esa cifra.
A las liquidaciones tributarias se refieren numerosos artículos de la LGT (por ejemplo, arts. 101,
123, 136, 216 y ss. LGT).
3.1. Concepto
3.2. Clases
203
Las liquidaciones tributarias pueden ser provisionales y definitivas, diferenciando así en
atención a tres criterios:
Desde un punto de vista conceptual: la liquidación provisional es aquella que se realiza sin
tener en cuenta todos los elementos de juicio necesarios para liquidar, es decir, la que se
practica sin que haya concluido toda la comprobación. La liquidación definitiva es la que se
practica cuando ha concluido toda la comprobación.
204
TEMA 19
LA INSPECCIÓN TRIBUTARIA
La Inspección Tributaria es el órgano aplicador de los tributos por excelencia. Está compuesto
por funcionarios adscritos al Ministerio de Economía y Hacienda y que cuentan con un gran
poder. Por esto, y para que no exista abuso de poder, el ordenamiento jurídico, aunque les concede
amplias funciones, sin embargo, también les establece amplias limitaciones. De hecho, las
actuaciones inspectoras deben respetar el principio de legalidad, prohibiéndose a la Inspección
todo aquello que no esté expresamente permitido por la ley.
Su existencia se fundamenta para verificar que los obligados tributarios cumplen con el deber de
contribuir al sostenimiento de los gastos públicos.
Las funciones de la Inspección Tributaria se incluyen en los arts. 141 y 142 LGT y 166 a 174
RGGIT.
6) Debe informar a los obligados tributarios con motivo de las actuaciones inspectoras que
desarrollen de sus derechos y obligaciones.
205
8) Puede realizar actuaciones de comprobación limitada conforme a lo establecido en los arts.
136 a 140 LGT, igual que los órganos de gestión.
10) Por último, la Ley establece una cláusula abierta: otras funciones establecidas por el
ordenamiento jurídico o que le encomienden las autoridades competentes.
Estas prerrogativas se regulan en el art. 142 LGT y en los arts. 171 y ss. RGGIT.
Son agentes de la autoridad: los funcionarios de la Inspección son calificados como agentes
de la autoridad (art. 142.4 LGT). La consecuencia de esa calificación es que existe un deber
de colaboración, de obediencia, bajo riesgo de responsabilidad, tanto administrativa como
penal sobre aquellos que se resistan a su actuación. Estamos ante un hecho tipificado como
infracción tributaria por excusa negativa o resistencia a la actuación inspectora y que
veremos en el Tema 21. Los inspectores deberán acreditar su condición si son requeridos
para ello fuera de las oficinas públicas.
Prerrogativas con relación a los documentos que pueden examinar: se regula en el art.
142.1 LGT. Se permite que todos los documentos que aporten algún dato relevante para la
regularización sean inspeccionados. Así, por ejemplo, declaraciones, autoliquidaciones,
comunicaciones de datos, solicitudes, los libros, la contabilidad principal y auxiliar, tanto los
registros como los soportes contables, los ficheros, las facturas, los justificantes, la
correspondencia con trascendencia tributaria, bases de datos informatizadas, inspección de
bienes, explotaciones, antecedentes… Esa documentación puede ser analizada directamente
en los lugares de trabajo o también puede la inspección obtener copia de la documentación
206
sin perjuicio del derecho de los obligados tributarios a no aportar aquellos documentos que
ya estén presentados o en poder de la Administración.
Se permite la entrada libre del persona inspector en las oficinas e instalaciones como podrían ser
puertos, aeropuertos, estaciones, mercados, mataderos… para tomar datos de facturas o de
entradas y salidas que se producen, pero no cabe la entrada libre en el domicilio fiscal si no existe
consentimiento del obligado tributario o, en su caso, autorización judicial.
Las actuaciones que pueden realizar los inspectores cuando van a los establecimientos de los
obligados tributarios son:
207
penal, tiene que enviar el informe al ministerio penal. O por ejemplo que no es
de su competencia, que tiene que inspeccionarlo otro órgano, por ejemplo el IRPF
que en el patrimonio hay anomalías y que los órganos competentes son los
órganos de inspección de la CCAA. Otro ejemplo cuestiones que tiene que
analizar el tribunal de cuentas.
Lugar de las actuaciones inspectoras: Cuando se intenta entrar en una finca tiene que mediar
autorización del sujeto pasivo y si se opone necesitamos autorización administrativa del
superior jefe para poder entrar.
Horario: las actuaciones inspectoras, tanto si se realizan en las oficinas públicas como en
locales del obligado tributario, la regla general es que se realicen dentro del horario de
trabajo. Excepcionalmente cabe inspeccionar fuera de la jornada de trabajo siempre que
exista consentimiento del obligado tributario o en aquellos casos en los que la inspección
debe actuar con celeridad para evitar que desaparezcan las pruebas. No obstante, en este
último supuesto los inspectores requerirán autorización del órgano competente de la AT cuya
copia podrá ser exigida por el obligado tributario.
208
El procedimiento inspector se regula en los arts. 145 y 146 LGT.
Durante el procedimiento de inspección, el art. 146 LGT permite que se adopten medidas
cautelares que deben ser motivadas, se deben establecer para impedir que desaparezcan pruebas,
deben ser proporcionadas y limitadas temporalmente (6 meses como máximo) y, en el caso en
que se adopten, deberán ser ratificadas en el plazo de 15 días por el inspector jefe. Pueden consistir
en el precinto, depósito o incautación de las mercancías, productos, documentos, libros, registros,
locales…
- Por una orden “extraplan” del inspector jefe: el inspector jefe ordena iniciar una
inspección motivándose bien en que ha habido una diligencia previa que trae causa en
un procedimiento anterior de comprobación gestora o bien porque ha habido una
denuncia de alguien. En este supuesto se habría de controlar que no hay discrecionalidad
y posible desviación del poder.
A petición del interesado: se produce cuando el obligado tributario está siendo objeto de
una inspección de carácter parcial y solicita a la AT que esa misma inspección se realice con
alcance general respecto a ese mismo tributo y respecto a los períodos afectados.
209
obligado tributario. Esta diligencia deberá motivar por qué el procedimiento se ha iniciado
de este modo.
En cuanto al alcance de las actuaciones inspectoras en esta fase, estas pueden tener:
2) No caben los recargos del art. 27 LGT: lo que se ingrese se consideran pagos a cuenta de la
futura regularización que realice la AT.
Esta actuación de inicio no es impugnable, tampoco la orden de continuación. Cuando pasa los
18 meses, esa orden de continuación no es recurrible. Son actos de mero trámites, tramites que se
produce cuando un contribuyente va a ser investigado.
La denuncia anónima, no es una denuncia pero si es cierto que son casos extraordinario cuando
realmente esa denuncia anónima se deduce que hay un procedimiento de inspección, cuando no
se fundamenta en juicio de valor sino que aporta cierto valor probatorio, entonces puede ser tenida
en cuenta por el Inspector para que abra el procedimiento.
210
Se permite que la Inspección investigue y compruebe por todos los medios admitidos en la ley:
examen de documentos, de facturas, de contabilidad, requerimientos a bancos… Además, durante
el desarrollo la Administración cuenta con las prerrogativas y límites que ya hemos visto.
- La sanción: se prevé una sanción tributario por excusa negativa o resistencia a la actuación
inspectora (art. 203 LGT).
Toda la documentación se recopila en la diligencia, así como sus manifestaciones y pruebas que
se vayan realizando en el seno del procedimiento de inspección. Debe constar si hay o no hay
fraude de ley, si el inspeccionado a cambiado el domicilio fiscal, si hay realizado un ingreso
indebido, si se adoptan medidas cautelares… En esos supuestos tienen que quedar constancia en
las correspondientes diligencias.
- Diligencias: son documentos públicos, preparatorios, bilaterales (cuando son firmadas por el
inspector actuario y el obligado tributario) o unilaterales (cuando solamente las firma el
inspector). El contenido de la diligencia son los hechos determinantes de la deuda tributaria.
Nunca en una diligencia se incluye una propuesta de liquidación. Las diligencias, sin
embargo, tienen valor probatorio y hacen prueba de los hechos que motivan, de tal manera
que se presume que los hechos son ciertos salvo prueba en contrario. Se extienden durante
la tramitación del procedimiento.
La terminación del procedimiento se recoge en los arts. 143 y 153 a 157 LGT.
211
o bien declarando que es correcta la actuación tributaria del contribuyente. El plazo para concluir
el procedimiento es de 12 meses, sin perjuicio de que se puede prorrogar por otros 12 meses más.
Las actas de inspección Es un documento bilateral que debe firmar tanto el obligado tributario
como el inspector. Su contenido natural es el de una liquidación tributaria, que procederá en
aquellos supuestos en los que después de comprobar la situación del contribuyente entiende la
inspección que esta era incorrecta. No obstante, si se entiende que el contribuyente ha actuado
correctamente, la AT no regularizará.
El contenido de las actas con carácter general es el que se recoge en el art. 154 LGT y 156 RGGIT.
Las actas deben contener al menos las siguientes menciones:
c) El hecho imponible, el tributo que está siendo objeto de comprobación y todas las
circunstancias que determinen la existencia de la deuda.
d) La propuesta de liquidación.
f) Los trámites posteriores al acta: recursos que caben, órgano ante el que se caben presentar y
plazo para su interposición.
Actas con acuerdo (art. 155.1 LGT): aquellos procedimientos que terminan con pacto o
acuerdo entre la inspección y la administración. Cuando se suscriben este tipo de actas
estamos ante supuestos en los que la AT ha llegado a un acuerdo con el obligado tributario
en tres casos concretos y determinados:
212
- Cuando sea necesario realizar estimaciones, valoraciones o menciones de bienes que no
se pueden cuantificar de otra forma.
Solamente en estos tres casos se pueden suscribir actas con acuerdo. En este tipo de actas lo
fundamental es el acuerdo y la Ley exige una serie de requisitos adicionales a los ya
señalados con relación al contenido de las actas:
La suscripción de este tipo de actas implica una serie de costes y beneficios para ambas
partes, tanto para el obligado tributario como para la Administración. Al obligado tributario
se le obliga a constituir garantías, bien un depósito o un aval que garantice que la
Administración va a cobrar. A pesar de que renuncia a la tramitación separada del
procedimiento sancionador, a cambio, la Administración va a conceder al obligado tributario
una reducción en la sanción del 50% siempre que pague en período voluntario la liquidación
y no recurra.
El inspeccionado tiene que realizar una propuesta, tiene que media autorización competente
para liquidar que es el Inspector Jefe. Se exige garantía, el inspeccionado tiene que depositar
garantía en el momento que ya se ratifique por el Inspector Jefe para el cumplimiento de las
obligaciones. Lo importante es que el sujeto pasivo y la administración quedan vinculados
por el acuerdo, y entonces no puede haber recurso del administrado inspeccionado salvo que
medie indicio de consentimiento o supuesto donde puede incurrir en nulidad, pero por el
resto de causa el obligado tributario no puede ser recurrida el acta. La ventaja que tiene el
inspeccionado de firma el acuerdo, es que si firma el acuerdo tiene una reducción del 50%
de su sanción. Si recurre la sanción o liquidación (que no debería de ser el caso), tiene que
pagar el 100% de la sanción.
Actas de conformidad: se suscriben en aquellos casos en los que el obligado tributario está
de acuerdo con los hechos inspeccionados por el inspector actuante y que están reflejados en
el acta pero no con los fundamentos o calificaciones jurídicas. Si se suscribe este tipo de
actas de conformidad, los hechos solamente pueden ser impugnados por error de hecho.
Especialidades de procedimiento cuando se suscribe un acta de conformidad: el obligado
tributario, al finar el acta con el inspector actuario, se entiende que queda enterado de la
propuesta de liquidación y notificado. Por tanto, ya no será necesario notificar. Desde la
propuesta de liquidación el inspector jefe tendrá un mes para realizar las siguientes
actuaciones:
- Si no dice nada, ratifica por silencio el acta propuesta y, por tanto, la propuesta se
convierte en acto administrativo de liquidación de tal manera que a partir de ese mes
comienza el plazo de ingreso en plazo voluntario de la liquidación regularizada y los
plazos para recurrir.
213
- Si deja sin efecto el acta del inspector actuario, la anula, revoca y ordena nuevas
actuaciones que se plasman en un nuevo acta. Además, si encuentra indicios de
infracción ordena la apertura de un procedimiento sancionador. En este caso, el
procedimiento es separado.
Los beneficios del obligado tributario firmando este tipo de actas son que se disminuyen las
posibles sanciones que se le vayan a exigir en un 30% por la conformidad prestada a la
regularización. Además, podrá contar con una reducción adicional del 25% del resto de la
sanción (es decir, del 70% de lo que queda de la sanción) si paga en período voluntario y no
recurre la liquidación ni la sanción. Los costes para el obliga tributario son que disminuyen
sus vías de impugnación porque los hechos sobre los que se presta conformidad se presumen
ciertos y sólo cabe impugnar por error de hecho.
- Deja sin efecto el acta inicial ordenando que se tramite un nuevo acta que podrá ser en
conformidad o en disconformidad.
- Mantenga la propuesta inicial y, por tanto, ratifique esa propuesta de los actuarios y
notifique la liquidación correspondiente.
La AT tiene el poder y el deber de aplicar los tributos. Sin embargo, en ocasiones, para realizar
esta potestad se encuentra con algunas dificultades porque el obligado tributario no colabora con
la Administración. Por ello, el ordenamiento jurídico ha creado algunos regímenes especiales que
posibilitan a la AT la aplicación de los tributos cuando se encuentra en una situación de
obstaculización.
214
El art. 53.1 LGT se encarga de señalar en qué supuestos hay que aplicar el régimen de estimación
indirecta:
En todos estos casos y en demás supuestos donde no es posible determinar la deuda mediante el
régimen normal, la Administración puede acudir al régimen de estimación indirecta.
Para calcular la deuda tributaria en estos casos, la Administración cuenta con los medios que se
señalan en el art. 53.2 LGT:
- Aplicando datos y antecedentes disponibles que sean relevantes, por ejemplo, acude al
ordenador o a los almacenes del obligado tributario.
- Que se valoren las rentas mediante signos, índices y módulos que se encuentran recogidos
en la orden de módulos aplicable a las actividades que tributan en estimación objetiva en el
IRPF o en el régimen especial simplificado en el IVA.
En cuanto al procedimiento de aplicación de este régimen, se regula en el art. 158 LGT. De este
procedimiento cabe destacar que actualmente está en manos de la Inspección, de forma que sólo
ella puede hacer uso de este régimen. Por otra parte, cuando la Inspección observa que no es
posible aplicar los otros regímenes puede acudir a este régimen sin necesidad de tener que
notificárselo de forma expresa desde un primer momento al obligado tributario. La Inspección lo
que hará será levantar el acta correspondiente y a ese acta le va a acompañar de forma obligatoria
un informe motivado donde el inspector debe hacer constar lo siguiente:
c) Justificar cuáles son los medios que ha utilizado para fijar la base imponible.
Hay que tener en cuenta que el informe es un trámite esencial del procedimiento. Si no existe o
está mal realizado, la estimación indirecta sería anulada.
En cuanto a los recursos que caben contra este régimen, caben todos los recursos posibles, pero
la reclamación se va a iniciar al final. Hasta que no hay acta e informe nos e podrá realizar la
reclamación que corresponda.
215
TEMA 20
LA RECAUDACIÓN DEL
TRIBUTO
1. Las prerrogativas del acreedor de la obligación tributaria. La extinción de la obligación
tributaria.
3) Goza de garantías para el cobro de la deuda tributaria. Estas son las garantías personales y
reales, es decir, personas o cosas a las cuales se puede dirigir para cobrar la deuda que tiene
el deudor principal.
216
4) Privilegios procedimentales.
La AT cuenta con estas prerrogativas porque debe velar por el cumplimiento del deber de
contribuir al sostenimiento de los gastos públicos.
Para hablar de extinción de la obligación tributaria debemos partir de una idea previa y es que
la obligación tributaria es una obligación. Dado que la especialidad de la obligación tributaria se
duda de que estemos ante una obligación. De cualquier forma, la LGT aplica a la obligación
tributaria los modos de extinción propios de la teoría general y del Derecho Civil.
- El pago.
- La prescripción.
- La compensación.
- La condonación.i
- La confusión.
- La novación.
- La pérdida de la cosa.
La recaudación en período voluntario se regula en los arts. 160 a 177 LGT y en el Reglamento de
Recaudación, aprobado por el RD 939/2005 de 29 de junio.
217
La recaudación es el procedimiento administrativo tendente al cobro de las deudas tributarias.
Es un procedimiento autónomo distinto al de inspección y al de gestión y que se abre cada vez
que hay una deuda que ingresar. Esta deuda puede traer causa en una declaración que presenta el
contribuyente y la Administración liquida, en una autoliquidación, en una liquidación provisional
que procede de un procedimiento gestor, en una liquidación provisional o definitiva que procede
de un procedimiento inspector o en una sanción de un procedimiento sancionador.
- Para una deuda que ha sido objeto de una liquidación: en estos casos el pago se deberá
efectuar en atención a la fecha en que se reciba la notificación de la liquidación. Así, si la
notificación se recibe entre el día 1 y el día 15 del mes, el pago en plazo voluntario se podrá
realizar hasta el día 20 del mes posterior. Si la notificación se recibe entre el día 16 y el
último día del mes, el plazo voluntario finaliza el día 5 de los dos meses siguientes.
- Para tributos que son objeto de liquidación notificada de forma colectiva (tributos de cobro
por recibo): el primer año, el sujeto pasivo se da de alta en el tributo y a partir del segundo
período impositivo y siguientes, la Administración no notifica la liquidación administrativa
sino que la notificación se realiza mediante boletines o publicación de listas en los tablones
del Ayuntamiento correspondiente. En esos mismos tablones se va a señalar el plazo
voluntario de ingreso. Si no se dice nada, la LGT señala uno subsidiario: el plazo voluntario
transcurre desde el 1 de septiembre hasta el 20 de noviembre. Este plazo voluntario rige en
tributos locales periódicos: IAE, IBI, IVTM e impuestos de agua, alcantarillado y basuras.
- Para tributos exigidos mediante autoliquidación: el plazo voluntario lo señala en cada caso
la ley reguladora del tributo, Así, sucede en el IRPF, IP, IS e ISD. En el IRPF e IP la fecha
suele ser entre el 1 de mayo y el 30 de junio, aunque no siempre se señalan estas fechas. La
orden ministerial aprobada para la autoliquidación de renta de 2012 señalaba los siguientes
plazos: para las presentaciones telemáticas, entre el 24 de abril y el 1 de julio; para el resto
de declaraciones, entre el 6 de mayo y el 1 de julio (en el examen en la práctica se puede
entender como plazo voluntario entre el 1 de mayor y el 30 de junio). En el IS el plazo
voluntario es del 1 al 25 de julio. En el impuesto de sucesiones el plazo para presentar la
autoliquidación es en los 6 meses siguientes y en el impuesto de donaciones hay un plazo de
30 días hábiles para efectuar la donación. *Observación: si tras la presentación de la
autoliquidación la AT practicase alguna liquidación administrativa fruto de un procedimiento
de comprobación gestora o inspectora, los plazos serán los de la deuda objeta de una
liquidación (primer supuesto).
Requisitos subjetivos: pueden pagar el deudor principal, los sustitutos, los garantes
personales y reales y un tercero ajeno al tributo. Para la Administración lo importante es que
se pague, le da igual quien pague. El tributo lo cobra una AT que será el sujeto activo. No
218
obstante, se permite que el cobro se realice a través de entidades autorizadas que podrán tener
oficina dentro de la Agencia Tributaria o fuera. Si el pago se hace a una Administración que
no es competente (no es tributaria) esos pagos no liberan al deudor, sin perjuicio de poder
reclamar a esa Administración el dinero por enriquecimiento injusto. Si pagamos a una
Administración que es relativamente incompetente (es tributaria pero no es la que
corresponde), caben dos posibilidades: el deudor solamente se libera de la obligación
tributaria si la Administración no competente realiza una transferencia a la competente; si no
fuese así, cabe que la Administración no competente le devuelva el dinero al administrado y
este vaya a la Administración competente.
Requisitos objetivos del pago: la obligación no se cumple hasta que no concurren tres
requisitos:
- Identidad: el deudor debe pagar exactamente lo que debe y no cabe negociar la cuantía
de la deuda, tampoco caben realizar descuentos. Si concurren varias deudas en período
voluntario, cada deuda es autónoma y tiene su propia identidad. Si un mismo deudor lo
fuera de varias obligaciones tributarias y todas estuvieran en período voluntario, será el
propio deudor el que elija libremente cuál va a satisfacer primero. Sin embargo, en caso
de concurrencia de deudas en período ejecutivo, en primer lugar, se van a aplicar las
normas de prelación de créditos; en segundo lugar, el dinero se aplicará por orden de
antigüedad en el vencimiento del período voluntario; en tercer lugar, la Hacienda Pública
Estatal será preferente a la Hacienda Pública Autonómica y Local.
- En especie: se admite esta forma de pago solamente cuando así lo señale de forma
expresa la ley reguladora del tributo. Esto lo prevén la Ley del IRPF, IS, ISD e IP. El
pago en especie no significa que se pueda pagar con cualquier cosa, sino que se puede
pagar mediante la entrega de bienes pertenecientes al patrimonio histórico-artístico.
Además, el pago en especie no es automático sino que requiere solicitud del obligado
tributario al organismo de recaudación, solicitud a la cual le va a seguir la incoación de
un expediente administrativo con intervención del Ministerio de Cultura, emitiendo un
informe con la valoración de los bienes. Tras esto, el Ministerio de Hacienda aceptará o
no el pago en especie.
219
timbrado que utilizan los notarios y que es el IAJD documentos notariales cuota fija o
también cuando se pone en circulación una letra de cambio.
Requisitos temporales: el pago debe realizarse en período voluntario, siguiendo los plazos
que marca el art. 64 LGT. Si no se paga en ese plazo, se inicia el período ejecutivo.
El pago de los tributos se realizará a elección del deudor en las entidades financieras que están
dentro del órgano competente o en las entidades financieras colaboradoras y se podrá realizar bien
de forma directa o bien por vía telemática.
(Es una excepción) Existe una excepción importante al cumplimiento o a la exigencia de cumplir
los plazos en período voluntario o, en su caso, en período ejecutivo y es que se solicite un
aplazamiento de la deuda (pagar la deuda más tarde) o solicitar un fraccionamiento de la deuda
(trocear el importe de la deuda).
Para poder solicitarlo hay que alegar a la Administración dificultades de tesorería, que se carece
de liquidez. Sin embargo, la Administración Tributaria decide de forma discrecional si lo concede
o no, lo que no significa arbitrariedad.
Se pueden aplazar y fraccionar todas las deudas tributarias excepto aquellas que se pagan
mediante efectos timbrados y las retenciones e ingresos a cuenta.
La regla general es presentar esa garantía pero la Ley permite que se pueda dispensar la
presentación de esa garantía. Para ello, hay que alegar lo siguiente: que el pago de la deuda
supondría para el deudor entrar en una situación de quiebra, insolvencia o despido en su empresa.
También se puede alegar que no se tienen bienes para aportar en garantía o bien, que la deuda es
inferior al 18.000 euros. En esos casos, se va a solicitar sin garantía, otra cosa es que se conceda.
220
Tras la solicitud el órgano competente resolverá de forma motivada. Si la resolución es favorable
para el aplazamiento o fraccionamiento, el sujeto, en su caso, deberá constituir la garantía en el
plazo de 30 días. Si no se concede el aplazamiento o fraccionamiento, habrá que pagar en el plazo
voluntario que reste y, como no suele quedar plazo, lo normal es que se notifique un nuevo plazo
de ingreso en período voluntario.
4. El ingreso extemporáneo.
El pago fuera de plazo voluntario, sin requerimiento previo y con el reconocimiento de una deuda
devenga recargos del art. 27 LGT. El porcentaje del recargo varía en función del momento del
retraso. Si el retraso es de 0 a 3 meses, el recargo es del 5%; si es de 3 a 6, es del 10%; si es de 6
a 12, del 15%; si es de más de 12, del 20% con intereses de demora.
Los arts. 27, 28, 62, 160 y 161 LGT se refieren la recaudación en período ejecutivo.
Vencido el período voluntario de pago sin haberse efectuado el ingreso, la AT abre la posibilidad
de ejecutar de forma forzosa la deuda mediante un procedimiento especial de apremio.
El presupuesto necesario para que se inicie este procedimiento especial es que estemos ante una
deuda líquida ya conocida por la AT.
Vencido por tanto el plazo voluntario de pago sin haberse efectuado el ingreso, de forma
automática al día siguiente se inicia el período ejecutivo.
Para determinar cuándo se inicia el período ejecutivo, hay que diferenciar dos tipos de deudas:
Deudas liquidadas por la AT: el período ejecutivo se inicia al día siguiente de finalizar el
plazo voluntario.
Deudas autoliquidadas por el sujeto pasivo sin efectuar el ingreso: aquí hay que diferenciar
dos situaciones:
Los efectos del inicio del período ejecutivo se señalan en el art. 161.4 LGT y es que se devengan
los recargos del art. 28 LGT:
221
- El recargo será del 5% si se satisface la deuda antes de la notificación de la providencia de
apremio.
- El recargo será del 10% si se satisface la deuda en los plazos marcados en la providencia de
apremio, que son los plazos del período ejecutivo, los cuales dependen de la fecha de
notificación de la providencia:
o Si la providencia de apremio se notifica entre el día 1 y el día 15 del mes, el plazo para
pagar en período ejecutivo finaliza el día 20 de ese mismo mes.
o Si la providencia se recibe entre el día 16 y el último día del mes, el plazo para pagar en
período ejecutivo termina el día 5 del mes siguiente.
- Si se paga fuera de los plazos del período ejecutivo, el recargo será del 20% y además se
devengarán intereses de demora.
Una vez iniciado el período ejecutivo, la AT efectúa la recaudación de las deudas por el
procedimiento de apremio, que se inicia con la providencia de apremio notificada al obligado
tributario. Es decir, una cosa es el período ejecutivo y otra cosa es el procedimiento de apremio,
siendo este último un procedimiento que supone que la Administración se puede cobrar con
bienes, lo cual no significa que necesariamente lo vaya a hacer.
Como regla general, el procedimiento de apremio no se suspende por la concurrencia con otros
procedimientos de ejecución.
La providencia de apremio tiene que reunir un contenido obligatorio, siendo la falta de este
contenido una causa de oposición a la providencia de apremio cuando se recurra. Este contenido
obligatorio es:
222
c) El nuevo plazo para pagar la deuda en período ejecutivo (plazos del período ejecutivo).
d) Las consecuencias de no ingresar en ese nuevo plazo (que se va a devengar el recargo del
20% más intereses de demora).
Durante el desarrollo del procedimiento de apremio, la AT puede ejecutar las garantías (art. 168
LGT), es decir, podrá requerir el pago a los garantes personales (al fiador, al avalista) y a los
garantes reales (al poseedor de bienes afectos por ley al pago de la deuda tributaria). Si no existen
garantes o los que hay no cubren el pago de la deuda, la Administración puede continuar el
procedimiento de apremio dirigiéndose contra el deudor principal.
Este procedimiento sigue mediante el embargo de los bienes (art. 169 LGT). El embargo de los
bienes se ha de realizar en cuantía suficiente para cubrir la deuda tributaria no ingresada, los
recargos y los intereses de demora y las costas o gastos que genere el procedimiento de apremio.
Cada actuación de embargo se debe documentar en la diligencia de embargo, la cual se tiene que
notificar al obligado tributario y a otras personas que señalaremos más adelante.
Los bienes se van a embargar teniendo en cuenta una serie de reglas que se enuncian en el art.
169.2 LGT. En primer lugar, el criterio general es que primero se embargan los bienes que se
venden mejor y que originan un menor perjuicio al obligado tributario. Si no es posible seguir
este primer criterio, se va a seguir la siguiente orden de prelación:
2) A los créditos a corto plazo, es decir, aquellos que pueden ser realizados en un plazo no
superior a 6 meses.
6) Negocios.
9) Créditos a largo plazo (aquellos que se pueden realizar en un plazo superior a 6 meses).
223
Sin perjuicio de esto, la Administración puede variar ese orden pero hay unos límites y salvedades
que se deben aplicar en todo caso:
- Se deben perseguir los bienes para los que no haya necesidad de entrar en el domicilio del
deudor.
- El orden se puede alterar a solicitud del deudor, que puede señalar otros bienes siempre que
se agilice el procedimiento, se facilite el cobro de la deuda y no se perjudique a terceros.
- Hay bienes inembargables como son los bienes esenciales. La Ley señala el techo, las
herramientas de trabajo y el salario mínimo interprofesional.
2) Los órganos de recaudación, como contrapartida, tienen la facultad de ejecutar los embargos
de forma coactiva, previo apercibimiento al deudor.
El art. 170.2 LGT señala que si los bienes embargados son inscribibles en un registro público, la
AT tendrá derecho a que se practique una anotación preventiva de embargo para dar publicidad
a terceros.
Si los bienes embargados son bienes muebles, el art. 170.4 LGT señala que se podrá ordenar su
depósito en el lugar que indique el órgano de recaudación y, el art. 170.5 LGT señala que si los
bienes embargados son negocios, el órgano de recaudación podrá nombrar un interventor que vele
por la solvencia del deudor y el mantenimiento de esa fuente de riqueza.
En cuanto a la enajenación de los bienes embargados, esto se regula en el art. 172 LGT.
El procedimiento de apremio puede terminar con el pago de la deuda apremiada pero esto no será
lo normal, sino que lo normal será que termine con la enajenación o venta de los bienes
embargados. Por tanto, el siguiente paso después de los anteriores, será enajenar los bienes
embargados para pagar la deuda.
Lo primero que va a hacer la Administración es valorar los bienes y agruparlos por lotes,
formando unidades económicas cuya venta sea más fácil de realizar.
224
Como regla general, la venta de los bienes se va a realizar mediante subasta o, lo que es lo mismo,
venta en acto público y al mejor postor. No obstante, existen dos procedimientos alternativos a la
subasta que son:
- Adjudicación directa: a este método se refiere el art. 172.2 LGT. Se permite acudir a la
adjudicación directa en defecto de los procedimientos anteriores (de la primera subasta,
concurso y segunda subasta), cuando existan circunstancias de urgencia (un bien perecedero)
o cuando por razones de los bienes se entiende que no interesa la puja. La adjudicación
directa consiste en que la AT va a intentar vender los bienes como si se tratara de un
particular. La adjudicación se acordará por el importe del débito perseguido sin que pueda
rebasar el 75% del tipo inicial fijado en el procedimiento de enajenación.
1) Se levantan los embargos pendientes, los referidos a bienes que ya no se han de vender
porque la deuda ya está pagada.
El art. 173 LGT recoge que el procedimiento de apremio termina con la extinción de la deuda,
extinción que puede ser porque se ha procedido al pago total de la cantidad debida con los
embargos o porque solamente se ha producido la extinción parcial de la deuda.
En este último caso en el que se produce el pago parcial de la deuda o cuando no se paga, procede
la declaración de crédito incobrable o “declaración de fallido del deudor por el importe no
cobrado”.
225
responsable subsidiario un procedimiento de apremio de las mismas características, pero esta vez
contra él.
Si no hay responsable subsidiaria o este no paga, la AT no cierra el expediente pues podría cobrar.
Lo que se produce es la extinción provisional de la deuda, lo cual significa que el procedimiento
de apremio se podrá reanudar dentro del plazo de prescripción de 4 años cuando tenga
conocimiento de la solvencia del deudor.
Las causas de oposición al procedimiento de apremio se regulan en el art. 177.3 LGT y vamos a
diferenciar entre:
Causas de oposición del deudor principal: el deudor va a hacer valer estas causas de
oposición, en su caso, a través de recursos. Estas causas son:
Causas de oposición de terceros: es lo que se denominan las “tercerías”. Estas causas son:
- Tercería de mejor derecho: hay un tercero que solicita la paralización del procedimiento
porque entiende que él es acreedor con un derecho de crédito preferente.
En cuanto a las causas de suspensión del procedimiento de apremio, estas se regulan en el art.
175 LGT. Como regla general, se podrá suspender la ejecución del procedimiento interponiendo
un recurso en el cual se solicite expresamente la suspensión de la ejecución de la deuda, con una
solicitud a la que acompañe una garantía, la cual consistirá en un depósito de dinero, aval
bancario, fianza personal o solidario o cualquier otro tipo de garantía (hipoteca de bienes, etc.).
226
10. Otras formas de extinción de las deudas tributarias con particular referencia a la
prescripción.
La LGT aplica a la obligación tributaria los mismos modos de extinción de las obligaciones que
los establecidos en la Teoría General del Derecho. Así, las causas de extinción de las obligaciones
tributarias son las siguientes:
2) La prescripción.
3) La compensación.
4) La condonación.
5) La confusión.
6) La novación.
7) La pérdida de la cosa.
10.1. La prescripción.
La prescripción se regula en los arts. 66 a 68 LGT y es una forma de extinción de las obligaciones
tributarias por el mero transcurso del tiempo, que se caracteriza por la inactividad del deudor y
del acreedor.
Al igual que la prescripción civil, la prescripción tributaria se interrumpe. El art. 68 LGT enuncia
las causas de interrupción:
- Por cualquier acción de la AT con conocimiento formal del obligado tributario: por ejemplo,
cada vez que la Administración realiza cualquier notificación, recurso, reclamación… con
conocimiento del obligado tributario, suspende la prescripción y el cómputo de los 4 años se
reanuda desde cero.
227
- Por cualquier acción del sujeto pasivo tendente a pagar el tributo o a extinguir la deuda
tributaria o a interponer un recurso o una reclamación.
o La prescripción se aplica de oficio por lo que no hace falta que la alegue el beneficiario.
Opera ex lege aunque el beneficiario no se haya enterado de ella. En esto se parece a la
caducidad civil.
o Afecta por igual a todos los obligados al pago de la deuda, es decir, que afecta tanto al deudor
principal como a los responsables si los hay.
Las deudas tributarias de un obligado tributario se pueden extinguir total o parcialmente por
compensación con créditos reconocidos a favor del obligado tributario mediante un acto
administrativo.
La compensación se puede acordar de dos formas: de oficio o a instancia del obligado tributario.
Si se acuerda a instancia del obligado tributario se debe solicitar por él y podrá realizarse la
solicitud tanto en período voluntario como ejecutivo.
- Que el crédito del obligado tributario frente a la Administración esté reconocido en un acto
administrativo firme.
- El obligado tributario debe solicitar la compensación caso por caso, identificando tanto la
deuda tributaria como el crédito al que tiene derecho.
La Administración tiene 6 meses para contestar en caso de que se inicie a instancia del obligado
tributario y si no contesta, el silencio es negativo.
La compensación es de oficio (art. 73 LGT) si el deudor es otro ente público, si el deudor está en
vía de apremio o cuando dentro de un mismo procedimiento de comprobación limitada o inspector
resultan cantidades a ingresar o a devolver.
10.3. La condonación
228
En principio no es posible perdonar la deuda tributaria porque la deuda tributaria es una obligación
que nace por la ley y, en su caso, su condonación también se tendría que producir por ley.
Lo que sí cabe es la condición de sanciones. Esta facultad está atribuida al Ministerio de Hacienda,
debe ser solicitada por el sujeto pasivo al Director de la AEGT y se debe alegar que el pago de la
sanción puede producir graves perjuicios para un determinado negocio, para los empleados de ese
negocio o en casos de insolvencia.
Hay otra forma de condonación parcial de sanciones en las actas de inspección con acuerdo, es
las que se conseguirá una rebaja del 50% y en las actas de conformidad, con una rebaja del 30%.
10.4. Confusión
La confusión es cuando en una misma persona coinciden acreedor y deudor. En materia tributaria
es muy difícil que se extinga la deuda tributaria por confusión. Si ocurriese así, también se
extinguiría la deuda tributaria. Un ejemplo sería, por ejemplo, en el ISD cuando una CA recibe
una donación y la propia Comunidad Autónoma sería deuda y acreedora del tributo.
10.5. Novación
Es difícil o imposible que se produzca en materia tributaria porque tendría que acordarse y está
prohibida la disponibilidad del crédito tributario por disposición del art. 18 LGT.
La pérdida de la cosa es imposible que extinga la obligación tributaria cuando esta es de carácter
dinerario. No obstante, hay algún autor que entiende que sí sería posible aplicar esta formad e
extinción si el pago de la deuda tributaria se realiza en especie, para lo cual deberían darse una
serie de requisitos: que el bien pereciera antes de la entrega una vez ofrecido el bien y aceptado
por la AT, este pereciera antes de la entrega.
229
TEMA 21
INFRACCIONES, SANCIONES Y
DELITOS CONTRA LA
HACIENDA PÚBLICA
1. El ilícito tributario. Su tipificación como infracción o como delito. Caracteres. Concepto
legal de infracción tributaria.
Muy leves: calificados como sanciones civiles porque son medidas de carácter
indemnizatorio, es decir, que no constituyen una sanción tributaria (como intereses de
demora o recargos).
230
Graves: calificados como infracciones administrativas graves y castigados con sanciones
graves.
Muy graves: calificados como infracciones tributarias muy graves y castigados con sanciones
muy graves.
Gravísimos: calificados como delitos en el Código Penal y cuyas conductas podrían ser
sancionadas con penas privativas de libertad.
Hay que matizar que el hecho de que una conducta ilícito-tributaria sea clasificada en un grupo u
otro es una cuestión que solamente va a depender de un juicio de valor político, valoración política
que tendrá en cuenta la repulsa ciudadana que ofrecen esas conductas y la eficacia u operatividad
de la medida, es decir, si se persigue más fácil o no una conducta calificándola como delito o
como infracción.
4) Tipificada: está definida de forma precisa por una norma que es una ley, es decir, existe
reserva de ley, aunque en materia tributaria la reserva de ley es ordinaria, no orgánica.
Solamente cuando es calificado el hecho como delito lo vamos a encontrar en una Ley
Orgánica que es el CP, pero las sanciones tributarias se encuentra tipificadas en una ley
ordinaria que es la LGT.
231
Para estudiar la potestad sancionadora hay que partir de una premisa esencial y es que las
sanciones no son un componente de la deuda tributaria. Si acudimos al art. 58 LGT podemos
observar que la deuda tributaria está compuesta por la cuota tributaria más recargos legales y, en
su caso, por las prestaciones accesorias (intereses, recargos del art. 27 y del art. 28 LGT). Por
tanto, debemos diferenciar entre tributo y sanción.
Eso supone que la potestad sancionadora, en materia tributaria, se regule de manera autónoma
y separada de la deuda tributaria y de los procedimientos de aplicación del tributo ya vistos.
En el art. 178 LGT se enumeran los principios de la potestad sancionadora. Este precepto
remite a los principios del Derecho Administrativo sancionador, sin perjuicio de algunas
especialidades incluidas en la LGT. Señala que son aplicables en el ámbito del procedimiento
tributario sancionador, los siguientes principios:
1) Principio de legalidad.
2) Principio de tipicidad.
4) Principio de proporcionalidad.
La enumeración legal de estos principios es fruto de la posición del TC durante muchos años, que
ha señalado que en el ámbito del Derecho Administrativo sancionador, incluido el ámbito
tributario, son aplicables, con algunos matices, los principios formales y materiales del Derecho
Penal. Por tanto, estamos en presencia de un sector del ordenamiento jurídico que, en desarrollo
de una previsión constitucional (concretamente del art. 25.1 y 25.3 CE), atribuye poderes
sancionadores a la AT dentro de unos límites y es que no puede poner penas privativas de liberta
y debe actuar con sujeción a los principios y garantías del ordenamiento penal.
Se recoge este principio en el art. 179 LGT. Según la LGT pueden ser sancionados tanto las
personas físicas como las personas jurídicas y los entes sin personalidad jurídica del art. 35.4,
por hechos constitutivos de infracciones tributarias cuando resulten responsables de los mismos
o cuando resulten culpables de los mismos. La LGT utiliza en este precepto el concepto de
responsabilidad como sinónimo de culpabilidad y, por lo tanto, no hay que confundirlo con el
concepto de responsabilidad de los garantes personales.
Reiteradamente los Tribunales han señalado que se requiere dolo, culpa o negligencia como
requisito condicionante para la imputabilidad de una infracción a su autor. Entendemos por
negligencia la violación del deber de cuidado o diligencia exigible a un ciudadano en el
conocimiento de sus deberes fiscales. No cabe la responsabilidad objetiva, es decir, un simple
descuido.
232
En la práctica el problema es el automatismo administrativo y es que la AT inicia los expedientes
sancionadores sin examinar ese dolo, culpa o negligencia, estableciendo sanciones a todos
aquellos que de alguna manera han dejado de ingresar la deuda. El TC y el TS reaccionan ante
este modo de proceder señalando que esto vulnera el derecho a la presunción de inocencia y que
el órgano sancionador tiene la carga de la prueba.
Por tanto, el autor de una infracción tributaria sólo puede soportar una sanción cuando sea
culpable o responsable de la misma. Por eso, la LGT en el art. 179.2 enumera algunas causas de
exclusión de responsabilidad o culpabilidad:
- Las conductas realizadas por aquellos que carecen de capacidad de obrar: por ejemplo, un
menor.
- Cuando concurra fuerza mayor: por ejemplo, hay un incendio y se queman las facturas o la
contabilidad y no se puede presentar la declaración del IS.
- Quien salva su voto en una decisión colectiva: el miembro de una persona que no está de
acuerdo con una decisión de la empresa pero que, sin embargo, se lleva a cabo.
- Cuando las conductas sean debidas a una deficiencia técnica en los programas informáticos
de asistencia facilitados por la AT.
Si el sujeto pasivo regulariza de forma voluntaria su situación, son exigibles los recargos del art.
27 LGT pero la Administración no puede sancionar, ni tampoco se estaría ante un hecho
constitutivo de delito.
El principio denon bis in idem en materia tributaria se regula en el art. 180 LGT y significa que
una misma infracción no puede ser sancionada dos veces. Es una prohibición, por lo tanto,
tradicional del Derecho Penal.
En materia tributaria este principio se proyecta de tres formas distintas o, en otras palabras, tiene
tres consecuencias:
233
- Concurso aparente de normas: si un mismo hecho se puede subsumir en varias normas,
solamente se puede aplicar una de ellas. Ejemplo: los incumplimientos de obligaciones
contables y registrales, estamos ante hechos constitutivos de una infracción tributaria
singular que es la del art. 200 LGT. Este hecho también nos va a permitir calificar las
infracciones de los arts. 191, 192 y 193 LGT, que son las infracciones con perjuicio
económico o infracciones por defraudación, como infracciones tributarias leves, graves o
muy graves. Por tanto, si un contribuyente deja de ingresar (defrauda) y no lleva contabilidad,
la infracción es calificada como infracción muy grave del art. 191, 192 o 193 LGT y, por
tanto, no se podría incluir en el art. 200 LGT.
- El concurso real de infracciones: sí cabe que por varias acciones u omisiones constitutivas
de varias infracciones se nos impongan distintas sanciones tributarias. La LGT se encarga de
señalar en qué caso son compatibles unas sanciones con otras, pero no siempre consigue que
no sea vulnerado el principio de non bis in idem.
Según el art. 181.1 LGT son sujetos infractores las personas físicas, las personas jurídicas y los
entes sin personalidad jurídica del art. 35.4 LGT que realicen las acciones u omisiones tipificadas
en las leyes como infracciones tributarias.
Se admite la autoría de las personas jurídicas, por tanto, las personas jurídicas también pueden
ser sancionadas. Según la jurisprudencia, se admite siempre que exista algún título que permita
imputar la culpabilidad a las personas jurídicas, es decir, como mínimo tiene que existir culpa in
vigilando (admitir que una persona es responsable de los actos que realiza otra sobre la que tiene
un especial deber de vigilancia) o que exista culpa in eligendo (supone admitir que una empresa
es responsable de los actos que realiza un empleado por haber elegido a este y no a otro con mayor
capacidad).
El fundamento es que la sanción impuesta se le puede exigir porque como la sanción tiene un
contenido patrimonial, se entiende que esa sanción puede ser asumida y cumplida también por las
personas jurídicas y no sólo por las personas físicas.
El art. 181.1. LGT enumera a título enunciativo los distintos sujetos infractores. Así, pueden ser
sujetos infractores:
1) Contribuyentes y sustitutos.
234
Si concurren varios infractores realizando una misma infracción, el art. 181.3 LGT señala que
todos quedan obligados solidariamente frente a la Administración del pago de la sanción.
En cuanto a los sucesores de las personas físicas mortis causa, estos no responden de las
sanciones de sus causantes, por el principio de personalidad de la pena.
El art. 183.1 LGT señala que las infracciones tributarias son las acciones u omisiones, dolosas
o culposas, con cualquier grado de negligencia que estén tipificadas y sancionadas como tales en
la LGT o en otra Ley.
Cabe realizar dos tipos de clasificaciones. La primera clasificación es la que diferencia entre
infracción tributaria leve, grave o muy grave.
La segunda clasificación es la que se realiza en atención a los arts. 191 a 206 LGT (ESQUEMA
STUDIUM). Cabe diferenciar cinco tipos:
2) Infracciones en tentativa de perjuicio: son aquellas en las que se omiten o falsean datos
sin éxito. Son las del art. 194 LGT: solicitad indebidamente devoluciones tributarias,
beneficios o incentivos fiscales.
235
─ Art. 197: imputación incorrecta de deducciones, bonificaciones y pagos a cuenta por
sociedades transparentes.
4) Infracciones por el incumplimiento de deberes formales: se recogen en los arts. 198 a 203
LGT:
─ Art. 199: declarar falseando o con datos incompletos, sin perjuicio económico
5) Infracciones que se refieren a los retenedores: son las que se recogen en los arts. 204 a
206 LGT:
Las más importantes son las del primer grupo, las infracciones por defraudación, que son
infracciones que causan un perjuicio económico a la AT y que son las de los arts. 191 (no se
autoliquida), 192 (no presentar una declaración o documentos necesarios para la liquidación) y
193 (cuando se obtienen indebidamente devoluciones tributarias) LGT.
En todos los supuestos estamos ante la falta de un ingreso a la Administración y en todos los
supuestos las infracciones pueden ser muy graves, graves o leves.
- Cuando se llevan facturas falsas y estas representan más del 10% del total de lo
defraudado.
236
Si la infracción es muy grave, la sanción establecida en la Ley es el equivalente a una multa del
100 al 150%. Para cuantificar la sanción se va a partir de la sanción mínima (del 100%), sanción
que debemos graduar (le vamos a sumar unas cantidades). En caso de reincidencia (comisión
repetida de la infracción), la AT va a incrementar esa cuantía inicial de la multa en un 25% y, a
mayores, la AT va a graduar esa sanción incrementándola si existe perjuicio económico superior
al 10%. Después se van a restar las reducciones que procedan, lo cual se da cuando hay un acta
con acuerdo (se le resta el 50%) o un acta de conformidad (se le resta el 30%). El resultado de
toda esta cuenta es la sanción que se tendrá que pagar.
2) Cuando se emplean medios cuasifraudulentos: son medios cuasifraudulentos cuando hay una
anomalía contable superior al 10% pero inferior al 50% o hay facturas falsas menores o
iguales al 10%.
Si la infracción es grave la sanción es una multa entre el 50 al 100%. Se parte de la sanción mínima
del 50%, que hay que graduar, sumando la reincidencia o el perjuicio económico, y que hay que
reducir en caso de que exista acta con acuerdo o acta de conformidad.
Además, es necesario que no existan facturas falsas, que no existan anomalías contables o que si
existen sean menores al 10% y que no consista en dejar de ingresar retenciones o ingresos a
cuenta.
La infracción en este caso está castigada con una multa proporcional del 50%, a la que ese aplican
los criterios de graduación que correspondan (se suma en caso de reincidencia y de perjuicio
económico) y posteriormente se aplicarían las reducciones (por actas con acuerdo o actos de
conformidad).
En el caso de devoluciones indebidas, la infracción se califica como grave y está sancionada con
un 15% de la cantidad que se solicitó indebidamente. En el caso de beneficios o incentivos
fiscales que no se consiguen aplicar, la infracción se califica también como grave, pero la sanción
consiste en una multa fija de 300€.
237
3.3. Infracciones preparatorias de una posterior defraudación
Esta infracción es calificada por la ley como grave y la sanción que se establece es una multa del
15% en caso de estar ante cantidades indebidamente acreditadas en la base o del 50% si las
cantidades se acreditan indebidamente en la cuota.
El art. 196 LGT recoge la infracción tributaria por imputación indebida o incorrecta de bases
imponibles por sociedades transparentes. Las sociedades transparentes son aquellas que se
constituyen con el fin de eludir la tributación del IRPF. En este caso, estamos también ante una
conducta preparatoria de un daño que todavía no se ha producido y es complementaria del delito
de defraudación. Así, a las entidades que tributan de esta manera se les va a castigar con el art.
191 LGT y a los administradores se les castiga con la infracción del art. 196 LGT.
En aplicación del art. 196 LGT se castiga a los administradores con infracción grave y una multa
del 40% por lo imputado indebidamente en la base imponible del impuesto.
El art. 197 LGT es igual, pero en este caso la imputación indebida se va a referir a deducciones,
bonificaciones y pagos. Así, se llama infracción tributaria por imputar incorrectamente
deducciones, bonificaciones y pagos a cuentas por sociedades transparentes. En este caso
estamos también ante una conducta preparatoria de una defraudación y por tanto es
complementaria a la defraudación. La entidad que defrauda es castigada por aplicación de los arts.
191, 192 y 193 LGT por la defraudación y a los administradores de estas sociedades transparentes
se les aplica el art. 197 LGT.
El art. 197 LGT califica esta infracción como grave y la sanciona con una multa del 75% de lo
imputado indebidamente en la cuota.
El art. 198 de los apartados 1 a 4 tenemos una infracción por declarar o autoliquidar fuera de
plazo pero sin perjuicio económico. La infracción es calificada como leve y la sanción es una
multa de 200€ con carácter general, que se reduce a la mitad si la autoliquidación se ha presentado
de forma voluntaria.
En el art. 198.5 LGT se incluye una infracción tributaria por no comunicar el domicilio fiscal o
el cambio de domicilio fiscal en el caso de empresarios. La infracción es leve y está sancionada
con una multa de 100€
El art. 198.6 LGT recoge una infracción tributaria por no cumplir con las condiciones
establecidas en las autorizaciones aduaneras. La infracción es leve y al multa de 200€
238
El art. 199 LGT recoge una infracción tributaria por declarar datos incompletos, inexactos,
falsos pero sin causar un perjuicio económico. La infracción es grave y la multa, con carácter
general, es de 150€, pero luego hay muchas especificaciones.
El art. 200 LGT recoge una infracción tributaria por el incumplimiento de obligaciones
contables o registrales. En principio, con carácter general, la infracción se califica como grave
y la sanción, con carácter general, es de 150€. Pero, dependiendo del tipo de incumplimiento de
la obligación contable, la Ley marca un baremo de sanciones.
El art. 201 LGT recoge una infracción tributaria por el incumplimiento de la obligación de
facturación o documentación. Según los casos, la infracción puede ser grave, muy grave o leve.
Todas estas sanciones se pueden graduar. En esta infracción tributaria, la sanción se incrementa
en un 100% si se produce un incumplimiento sustancial de la obligación de facturación o
documentación. Se entiende por incumplimiento sustancial aquel que es superior al 20%.
El art. 202 LGT recoge una infracción tributaria por incumplimientos relativos al NIF o a otros
números o códigos. Los incumplimientos generales en la utilización del NIF se califican como
infracción leve y se sancionan con una multa de 150€. Pero también podrían ser calificadas como
graves o muy graves en algunos supuestos, como en el caso de comunicar datos falsos relativos
al NIF, con una multa de 30.000€, en el caso de comunicar datos falsos relativos al NIF.
El art. 203 LGT recoge la infracción tributaria por resistencia, obstrucción, excusa o negativa
a las actuaciones de la AT. Con carácter general, la infracción es calificada como grave y la
multa es de 150€. No obstante, la Ley discrimina en función de que el sujeto sea empresario o no
y en función de que si lo que se está incumpliendo es un primer, un segundo o un tercer
requerimiento.
En el art. 204 LGT se incluye la infracción tributaria por incumplir el deber de sigilo de
retenedores. Los retenedores no pueden comunicar los datos de las personas a las que els están
reteniendo. La infracción se califica como grave y la sanción establecida es una multa de 300€
por cada dato o conjunto de datos referidos a una persona. Esta sanción se gradúe en función al
criterio de la reincidencia, con un incremento del 100%.
En el art. 206 LGT se regula la infracción tributaria por incumplir la obligación de entregar el
certificado de retenciones, que se tiene que presentar por el retenedor al retenido. La infracción
es leven y la sanción es una multa de 150€.
239
Una sanción tributaria es el castigo que el ordenamiento jurídico impone a una conducta ilícita
tributaria. En materia tributaria, las sanciones pueden ser de dos tipos:
Penales: las que imponen los Tribunales de lo Penal cuando lo que se comete es un delito.
Sanción y pena, ontológicamente, son lo mismo y se rigen por los mismos principios. La
diferencia o el hecho de que una determinada conducta se sancione administrativamente o
penalmente es algo coyuntural, es una circunstancia política del momento.
Sanciones tributarias y penas, sin embargo, sí se rigen por los mismos principios: principio de
legalidad, de culpabilidad y de proporcionalidad.
1) Calificar la infracción: la infracción será leve, grave o muy grave, según las circunstancias.
3) Aplicar los criterios de graduación: cuando caben, que no es siempre, y son tres:
- El perjuicio económico.
4) Aplicar criterios de reducción: si proceden. Proceden en las actas con acuerdo y en las actas
en conformidad.
240
Este esquema es principalmente aplicable a las infracciones con perjuicio económico. Así, de este
esquema vamos a analizar los criterios de graduación.
La Ley señala para cada infracción la cuantía de la sanción y permite determinar una sanción
mínima y, además, establece tres criterios de graduación, que no se aplican a todas las sanciones.
La Ley reguladora de cada infracción se encarga de señalar en qué casos sí se aplican y en qué
casos no.
241
4.2. Reducción de las sanciones
Solamente se va a restar si el procedimiento inspector se firmó con un acta con acuerdo o con un
acta de conformidad.
En el caso del acta con acuerdo, la reducción es del 50%, pero se pierde la reducción si se recurre
la regularización o la sanción o no se paga en los plazos de período voluntario.
Existen tres causas de extinción de la responsabilidad por infracción (art. 189 LGT):
- Por la condonación: esto hay que solicitarlo y es una decisión discrecional del Ministerio de
Hacienda previa solicitud del obligado tributario. Para ello tendría que justificar que la
sanción podría ocasionarle un grave perjuicio económico para el mantenimiento del empleo
y para la propia pervivencia de la empresa.
El procedimiento sancionador se regula en los arts. 207 a 212 LGT, sin perjuicio de que se aplica
de forma supletoria el Derecho Administrativo, concretamente los arts. 127 a 138 LRJPAC y el
Reglamento para el Ejercicio de la Potestad Sancionadora que lo desarrolla.
Excepcionalmente, no obstante, cabe la tramitación conjunta (en actas con acuerdo, por ejemplo).
El procedimiento siempre se inicia de oficio y, como máximo, la AT tiene tres meses para iniciar
el procedimiento desde que notificó la liquidación tributaria correspondiente. Este es un plazo de
caducidad y si pasa este plazo ya no se puede iniciar el procedimiento sancionador.
242
La competencia para iniciar el procedimiento la tienen los inspectores o gestores que realizando
la comprobación, sin perjuicio de que necesitan autorización del Inspector Jefe.
5.2. Tramitación
En la tramitación del procedimiento se siguen los mismos principios y garantías de los procesos
penales. Se debe probar la existencia de culpabilidad, es decir, que hay dolo, culpa o
negligencia.
El procedimiento puede ser abreviado, lo que supone que se puede prescindir de la instrucción.
En esos casos, el inicio del procedimiento irá acompañado de una propuesta de sanción que se
notificará al sujeto infractor con la propuesta de sanción, sin perjuicio de que se pone de
manifiesto el inicio del expediente para alegaciones en 10 días.
5.3. Terminación
Con resolución expresa: con un contenido que señala el art. 188.3 LGT.
Depende de la sanción:
- En los demás tipos de sanciones (las multas), el Inspector Jefe o Jefe de la Dependencia de
Gestión.
Si se interpone un recurso contra la sanción, se producen dos efectos (art. 212.3 LGT):
243
1) Se suspende automáticamente la ejecución de la sanción en período voluntario, sin necesidad
de aportar garantías y hasta que sea firme en vía administrativa.
2) No se exigen intereses de demora de la sanción por el tiempo que transcurra hasta que finalice
el recurso que sea.
En cuanto a los recursos que caben contra las sanciones, el acto resolutorio de un procedimiento
sancionador puede ser objeto de recurso independiente (de forma que se puede recurrir la sanción
y no la deuda tributaria). No obstante, cuando se impugna también la deuda tributaria, se
acumulan ambos recursos. En este caso, el órgano competente para resolver es el mismo que
conozca sobre la impugnación de la deuda.
En el art. 305 CP se regula el delito de defraudación tributaria o delito fiscal. El sujeto activo
del delito es quien ocasiones un perjuicio económico a la AT (el que no ingrese), bien sea como
autor directo, coautor, cómplice, cooperador necesario o inductor. El sujeto pasivo es la AT, que
podrá ser la estatal, la autonómica o la local. El delito se puede cometer tanto por acción como
por omisión.
Las penas que se establecen por el CP es prisión de 1 a 5 años, multa del tanto al séxtuplo de la
cuantía defraudada y la pérdida de subvenciones, ayudas, beneficios o incentivos fiscales de 3 a
6 años.
Recientemente ha sido modificado el CP y se ha añadido el art. 305 bis CP con el título “delito
contra la Hacienda Pública”, que incrementa el castigo por defraudación cuando se dan una serie
de circunstancias. Así, se incrementa la prisión de 2 a 6 años, la multa del doble al séxtuplo y la
pérdida de subvenciones, ayudas, beneficios o incentivos de 4 a 6 años. Esto ocurre cuando
concurren las siguientes circunstancias:
244
- Que la defraudación se haya cometido en el seno de una organización o grupo criminal.
- Que se hayan utilizado personas interpuestas, fiduciarios, paraísos fiscales que dificultan la
identificación del delito.
En este caso, para que sea considerado delito, la cantidad defraudada debe ser superior a 50.000€.
Es castigado con una pena de prisión de 1 a 5 años y la multa del tanto al séxtuplo de la cantidad
defraudada.
Se reducen estas penas si la cantidad defraudada es mayor a 4.000€ pero inferior a 50.000€. La
prisión en este caso sería de 3 meses a 1 año y la multa del tanto al triple de la cantidad defraudada.
El cuarto delito es el delito de defraudación en el gasto público. El sujeto activo es quien obtiene
una subvención o ayuda pública de forma ilícita. El sujeto pasivo puede ser cualquier
Administración Pública subvencionante.
Las conductas constitutivas de este delito son la obtención de subvenciones falseando requisitos,
ocultando impedimentos o bien, la obtención lícita de subvenciones pero aplicación ilícita de los
fondos obtenidos.
En este caso, el quebranto patrimonial para ser constitutivo de delito debe ser mayor a 120.000€
con carácter general y, si es la UE, 50.000€.
Por último, está el delito contable (art. 310 CP). El sujeto activo del delito contable es quien está
obligado por Ley a llevar la contabilidad mercantil o el libro de registros, que son los empresarios
y profesionales.
1) El incumplimiento absoluto.
245
En los dos últimos casos, son necesarios, además, dos requisitos:
El art. 310 bis CP, incorporado recientemente, se refiere a la persona jurídica responsable,
señalando que si una persona jurídica es responsable de alguno de estos delitos que hemos visto
del Título XIV CP, se le castiga con una serie de penas. Así, se fijan una serie de equivalencias
para la persona jurídica para multas y pérdidas de subvenciones en relación con las penas
privativas de libertad.
246
ocupamos de unos y otros comenzando por el camino ordinario que se le ofrece al
destinatario de un acto administrativo tributario, disconforme con el mismo, para
revisarlo.
247
jurídico. Obviamente suelen ser sujetos pasivos de las obligaciones y deberes tributarios
los principales y primeros interesados.
248
Los llamados tribunales económico-administrativos son órganos administrativos,
no judiciales, especializados en la materia tributaria, de la que conocen con carácter
previo y obligatorio a la vía contenciosa, jurisdiccional. Son órganos servidos por
funcionarios de las Administraciones Tributarias, de las que dependen, lo que ocasiona
severas dudas acerca de su independencia de criterio. La doctrina postula su reconversión
en tribunales arbitrales, de composición mixta –abogados, funcionarios, jueces,
profesores- y/o su intervención potestativa y no obligatoria como lo es en la actualidad.
Esta vía revisora está regulada en los artículos 226 a 248 L.G.T. desarrollados por los
artículos 25 a 69 R.R.
Son actos impugnables todos los que lo son en reposición y a los que ya nos hemos
referido: actos resolutorios (por ejemplo, liquidaciones, sanciones, declaraciones de
responsabilidad, aplicación de exenciones o regímenes especiales, comunicaciones que
imponen deberes de hacer, no hacer o soportar), actos que no sean de mero trámite y no
pueden impugnarse más tarde (los que fijan el régimen aplicable a un sujeto, a un bien, a
una actividad, determinante de futuras obligaciones), actuaciones de los particulares ya
indicadas.
Tienen legitimación para recurrir los interesados en el más amplio sentido ya expuesto
para la reposición: sujetos de obligaciones y deberes afectados por el acto, que tengan una
relación con él que no sea lejana o indirecta; también algunas autoridades administrativas
en algunos supuestos (directores generales, interventor general, los representantes de las
C.C.A.A. para los tributos cedidos) e incluso los que asumieren obligaciones tributarias
por pacto o contrato, legitimación que reconocen la jurisprudencia del T.C. y del T.S. por
aplicación directa del artículo 24 C.E., en contra del literalismo de los preceptos legales
y reglamentarios.
249
otro momento procedimental posterior habilitado para ello. Pero si se hacen alegaciones,
y no se expresa el derecho a realizarlas después, se tienen por realizadas y no se dará
trámite posterior para ello. No es menester abogado ni procurador, lo que abarata costes,
según dicen cínicamente los defensores de la vía, conocedores de que poco lejos se llega
sin un abogado, a ser posible especializado, en una batalla contra la Administración
Tributaria. En el escrito de interposición debe identificarse claramente cual es el acto
recurrido y qué es lo que se pretende: su anulación, total o parcial, con sustitución por
otro o sin ella, con indemnización o no de los daños causados, y suspensión de la eficacia
del acto. Lógicamente hay que pedir también que, previa admisión del escrito, se ponga
de manifiesto el expediente para ser examinado y formuladas a su vista las alegaciones
que procedan acompañadas de las pruebas oportunas.
Desde que se recibe el escrito de interposición, el órgano que dictó el acto tiene un mes
para remitir el expediente al tribunal acompañando un informe optativo sobre la
viabilidad de la reclamación. Si no hubo reposición y el escrito trae alegaciones, en el
plazo de ese mes el órgano puede anular total o parcialmente el acto, como si se tratare
de un recurso de reposición, en cuyo caso lo notificará al interesado, para que éste, si lo
desea, desista de la reclamación, o bien exprese su pretensión de continuarla contra el
acto sustitutivo (artículo 52 Reglamento Revisión).
250
La resolución es el modo normal de terminación del procedimiento. Adopta la forma de
una sentencia: hechos, fundamentos de derecho y fallo, en el que se podrá declarar la
inadmisión de la reclamación por falta de cumplimiento de los requisitos procedimentales
(artículo 239.4 L.G.T.); la estimación total o parcial, con anulación total o parcial del acto
recurrido e indicación de las medidas a adoptar, en su caso; la desestimación; o el archivo,
que tendrá lugar si se hubiere dado satisfacción fuera del procedimiento a las pretensiones
del recurrente, si éste hubiera desistido o renunciado o si hubiera mediado causa de
prescripción o caducidad. Los tribunales económico-administrativos pueden resolver
sobre cuantas cuestiones de hecho y de derecho ofrezca el expediente, hayan sido o no
planteadas por los interesados en la reclamación y/o en la reposición, sean cuestiones
regladas o discrecionales, siempre con el límite de la vedada reformatio in peius.
Tampoco pueden estos órganos administrativos enjuiciar la legalidad de los reglamentos
ni la constitucionalidad de las leyes. La resolución ha de notificarse a los interesados y a
la Dirección General competente.
251
alegaciones y pruebas, pues no hay trámite posterior, como regla general, para realizarlas.
En el plazo de otro mes el tribunal regional remitirá el expediente al Tribunal Económico-
Administrativo Central. No hay fase probatoria salvo que el tribunal considere que debe
practicarse alguna prueba denegada antes, o que no se hubiera podido practicar, en cuyo
caso sí debe ofrecer la posibilidad de realizar alegaciones tras la prueba. La resolución
del T.E.A.C. agota la vía económico-administrativa y deja expedito el camino a la
jurisdicción contencioso-administrativa.
252
Los Tribunales Superiores de Justicia de las C.C.A.A. conocen de las apelaciones contra
las sentencias de los Juzgados de lo Contencioso, posibles cuando la cuantía de la
pretensión excede de 30.000 euros o cuando se trata de cuestiones de legalidad de
reglamentos tributarios, ordenanzas fiscales en el ámbito local. Así mismo conocen de
los recursos de casación para unificación de doctrina e interés de ley de carácter
autonómico (artículos 99 y 101 L.J.C.A.). También conocen los T.S.J.C.A. de los recursos
que se interpongan contra las resoluciones de los T.E.A.R. no susceptibles de alzada. Por
último, contra las resoluciones de los órganos económico-administrativos regionales
propios, cuya última vía suele detentar la Consejería de Hacienda.
La Audiencia Nacional conoce los recursos que se interpongan contra las resoluciones
del T.E.A.C. o del Ministro de Hacienda. El Tribunal Supremo conoce los recursos de
casación que se interpongan contra las sentencias de los T.S.J.C.A. o de la A.N. (para la
ordinaria, abierta a partir de 600.000 euros de cuantía de la pretensión; para la unificación
de doctrina, 30.000 euros; en interés de ley y contra reglamentos, sin limitación
cuantitativa), así como del recurso extraordinario de revisión contra sentencias firmes,
del artículo 102 L.J.C.A.
Se trata en cualquier caso de una jurisdicción revisora de la legalidad del acto en todas
sus facetas posibles: es el primer control judicial de la Administración, en el que cabe
plantear cuestiones de hecho y de derecho, regladas y discrecionales, planteadas ya antes
en vía administrativa, eso sí, aunque fuera con distintos motivos y argumentos. La
pretensión puede serlo de anulación total o parcial y de reconocimiento de una situación
jurídica (incluyendo, en su caso, la condena a la Administración a realizar una conducta,
sustituir el acto anulado por otro, indemnizar el daño), abarcando, incluso, a la declaración
de ilegalidad de una norma reglamentaria. Tienen legitimación todos los
interesados/afectados por el acto que se combate.
A.- Nulidad. Es el vicio más grave que puede padecer un acto administrativo, razón por
la cual el ordenamiento jurídico abre un procedimiento especial que permite revisar el
acto aún cuando haya ganado firmeza (pudo ser atacado a través del recurso ordinario y
no lo fue). La gravedad del vicio es radical, ab origine, no se convalida por el transcurso
del tiempo. Los artículos 217 L.G.T. y 62 L.R.J.A.P. la circunscriben a unos pocos
supuestos, que la jurisprudencia se ocupa de interpretar restrictivamente (para que no se
cuelen por este camino impugnaciones de actos sencillamente ilegales, que debieron ser
atacados por los recursos ordinarios y no lo fueron): lesión de derechos fundamentales,
incompetencia manifiesta del órgano, acto de contenido imposible, acto constitutivo de
delito, infracción absoluta del procedimiento, adquisición de derechos faltando requisitos
esenciales.
253
Puede instar la acción de nulidad el interesado, el órgano que dictó el acto o su superior
jerárquico. Se podrán inadmitir motivadamente sin más trámite las solicitudes respecto
de actos no firmes, o ya revisados judicialmente, o carentes de fundamento, o cuando
hayan sido desestimados en cuanto al fondo solicitudes semejantes. Pero como regla
general en el procedimiento hay de dar audiencia a todos los interesados y pedir dictamen,
preceptivo y vinculante, al Consejo de Estado, u órgano consultivo análogo de la
Comunidad Autónoma. Resuelve el Ministro en el ámbito estatal, el Consejero de
Hacienda en el ámbito autonómico, el Pleno de la Corporación en el ámbito local, en el
plazo de un año. El transcurso de este plazo sin resolución significa desestimación, si el
procedimiento lo inició el interesado, o acarrea caducidad, si se inició de oficio. La
resolución expresa o presunta finaliza la vía administrativa y es recurrible ante la
jurisdicción contencioso-administrativa.
Dentro del ámbito temporal del plazo de prescripción, cualquier órgano administrativo
puede proponerla (el Consejo de Defensa del Contribuyente fue pionero en esto),
debiendo iniciar el procedimiento el superior jerárquico del órgano que dictó el acto
(artículo 10 R.R.). La tramita el Subdirector general competente que establece para cada
caso la Resolución de 3 de julio de 2006 del Presidente de la A.E.A.T. Deberá dar
audiencia a los interesados y pedir informe de la asesoría jurídica (abogacía del Estado u
órgano equivalente autonómico o local). Ha de resolver en el plazo de 6 meses el Director
General competente por razón de la materia (artículo 12 R.R.), acordando la revocación
o denegándola, con el consiguiente archivo. El transcurso del plazo acarrea caducidad.
La resolución agota la vía administrativa por lo que es recurrible en vía contencioso
administrativa.
C.- Rectificación de errores de hecho. La levedad del defecto que padece el acto inclina
al legislador a abrir la posibilidad de corregirlo aunque haya ganado firmeza, y sin
necesidad de recurrirlo, mediante un sencillo procedimiento en el que se evidencia el error
fáctico: aquél que tiene una realidad independiente de toda opinión o criterio, aquél que
no versa sobre cuestiones de fondo o concepto, aquél que se aprecia sin necesidad de
interpretar la ley, sin necesidad de realizar calificaciones jurídicas, aquél que no exige
procedimientos demostrativos dilatados por ser ostensible, notorio, manifiesto,
254
indiscutible. De todas estas maneras lo delimita la jurisprudencia para evitar que por este
conducto se inste la revisión de otros actos, sencillamente ilegales, que debieron recorrer
el camino de la impugnación y no lo hicieron…El paradigma del error de hecho es el
error aritmético, pero también lo es el error en la ejecución –cuando se exterioriza una
voluntad y se ejecuta otra distinta-.
Con este procedimiento no se pretende anular el acto, ni revisarlo en rigor. El acto que
se revisa subsiste corregido en su aspecto fáctico. Puede instarlo el interesado o el órgano
autor del acto, dentro del plazo de prescripción. Debe darse audiencia al interesado –salvo
que sólo sus alegaciones ya expuestas vayan a ser tenidas en cuenta-, cabe obtener la
suspensión sin garantía mientras dure la tramitación, y ha de resolverlo el órgano autor
del acto en el plazo de 6 meses. Si transcurriere este plazo sin mediar resolución, se
producirá la caducidad, si se inició de oficio, o se tendrá por desestimado presuntamente,
si lo inició el interesado. La resolución es recurrible en reposición y en la vía económico-
administrativa (artículo 220 L.G.T., artículo 13 R.R.).
D.- Devolución de ingresos indebidos. “Cuando se recibe alguna cosa que no había
derecho a cobrar, y que por error ha sido indebidamente entregada, surge la obligación de
restituirla”, como bien señala el artículo 1895 C.C., que hace suyo el artículo 221 L.G.T.
Los artículos 14 a 20 R.R. regulan pero no sistematizan el concepto y los supuestos de
ingresos indebidos que dan derecho a devolución para evitar un enriquecimiento injusto
de la Administración Tributaria. Podemos distinguir de un lado ingresos en exceso que lo
fueron ya en su día bien por error de hecho, material o aritmético, o bien por realizarse
habiendo mediado prescripción. De otra parte, tenemos los ingresos que eran debidos
cuando se realizaron pero que por circunstancias posteriores han devenido indebidos,
como pueden ser los realizados por causa de autoliquidación, liquidación o sanción luego
rectificadas por resoluciones administrativas o judiciales firmes. No lo es el ingreso a
cuenta de retenciones o pagos fraccionados que superaren luego a la cuota líquida,
ingresos excesivos pero no indebidos, que serán devueltos en aplicación de la mecánica
ordinaria aplicativa del tributo que los genera, y no por este procedimiento.
Este procedimiento pretende que se reconozca la existencia del ingreso indebido y que
se ejecute su devolución, o bien sólo esto último, si lo primero es evidente. No pretende
revisar ningún acto administrativo. No es un procedimiento de revisión/rectificación de
actos administrativos. La incorrecta incardinación de este procedimiento entre los de
revisión confunde a los operadores, haciéndoles creer que por esta vía se puede instar la
corrección de un acto, algo absolutamente inviable, que habría que intentar, en su caso,
por alguno de los otros procedimientos anteexpuestos. Éste debería iniciarlo la
Administración siempre de oficio, en cuanto se percatara de la existencia del ingreso
indebido. Ello no obstante, con buen criterio, la norma permite ponerlo en marcha
también al interesado, siempre que no haya transcurrido el plazo de prescripción,
mediante simple escrito identificativo de los datos, acompañado en su caso de los
documentos justificativos de los ingresos. Instruye el órgano de recaudación que lo fuera,
y propondrá la devolución o la denegación, que debe ser fiscalizada por el Interventor.
La resolución compete al Director General del Tesoro o al de la A.E.A.T., según los casos,
y debe dictarse en el plazo de 6 meses, devengándose intereses de demora desde la fecha
del ingreso hasta la fecha de la ordenación. Se entiende desestimada la petición por
silencio si transcurre ese plazo sin respuesta notificada al interesado.
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El artículo 15.1 R.R. regula impropiamente la devolución de ingresos indebidos como
consecuencia de la rectificación de autoliquidaciones del interesado, en aplicación de los
artículos 120 y 122 L.G.T., muy frecuente en la práctica pero nada singular en cuanto a
procedimiento de devolución; y el artículo 14 R.R. se dedica específicamente a la
devolución de ingresos por retenciones o repercusiones indebidas, procedimientos
especiales de devolución de escasa operatividad práctica. Mayor repercusión teórica y
práctica tiene la difícil devolución de ingresos realizados mediante actos firmes o
consentidos en aplicación de normas luego declaradas nulas, sea por inconstitucionalidad,
sea por ilegalidad o sea por contravención del derecho comunitario. La doctrina
mayoritaria de los tribunales es prospectiva, pro futuro, y se opone a las devoluciones, no
obstante lo cual, mediante la vía de la responsabilidad patrimonial por enriquecimiento
injusto de la Administración se obtiene, en ocasiones, reparación indemnizatoria del
tributo indebidamente satisfecho.
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