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1. Compraventa
A. La definición legal.
El estudio de la frondosa regulación del contrato de compraventa constituye un punto de partida esencial de toda
investigación de la parte especial. Siendo el más importante y generalizado de los contratos, resulta lógico su
preocupación en definirlo.
El CC de Vélez lo definía en su art. 1323 de la siguiente manera: “habrá compra y venta cuando una de las partes se
obligue a transferir a la otra la propiedad de una cosa, y ésta se obligue a recibirla y a pagar por ella un precio cierto en
dinero”. Esta definición estaba llena de reproches:
a) Por un lado, se la tachaba de inconveniente, recordando las propias palabras del codificador en la nota del art. 485: “En
principio, definir a las instituciones es una materia de la doctrina, no de la ley”. Sin embargo, ninguno de los
Anteproyectos hasta el momento se resistió de definir la naturaleza del contrato de compraventa.
b) La definición del art. 1323 es incompleta, pues no abarca todo lo definido. En efecto, nos enfrentamos a la problemática
de las operaciones manuales y las referidas iure in re aliena.
Con respecto a las operaciones manuales podemos plantear como ejemplo el siguiente: Pedro recibe de Juan una oferta
de compra. Para concluir el contrato le bastaría con decir “acepto”, sin embargo, hace algo más y entrega directamente la
cosa. Ha concluido así una venta manual. Entonces, Juan da el dinero. Inmediatamente se aprecia cuál es el problema: el
art. 1323 supone que tanto el vendedor como el comprador se obligan a un dare, en tanto que cuando la operación se
concluye manualmente, alguien no está obligado a dar, porque por hipótesis ya dio. Entonces, estas operaciones ¿son
compraventa? No entran en el art. 1323, pero caen dentro del espíritu pues por la vía de la acumulación de dos negocios
ordinariamente sucesivos se ha producido una abreviación en el camino del cumplimiento.
Ahora vamos con las referidas iure in re aliena. Pedro dice a Juan que le vende en usufructo XX cosa, reservándose la
propiedad. Por lo tanto no se obliga a transferir el dominio de la cosa, sino tan solo a constituir un usufructo ¿Es esto una
compraventa? La cuestión ha sido discutida, no tan sólo referida al usufructo sino también a otros iure in re aliena. Para el
Esboço de Freitas la operación descripta no es compraventa, pues a él lo que le importa es el dominio. Sin embargo, en el
CC de Vélez se emplea el término “propiedad”, que es mucho más amplio, pero aún a perjuicio de esto, el Néstor también
se circunscribe al dominio, por lo que los iure in re aliena no entrarían en la definición propuesta. Aunque los iure in re
aliena no entren dentro de la definición del art. 1323, no debe negársele el carácter de compraventa
i. Compraventa civil y comercial. La distinción entre compraventa civil y comercial tiene importancia para la doctrina del
CC de Vélez en tres aspectos: Por un lado, sirve para determinar el régimen legal aplicable, por el otro, para establecer la
jurisdicción competente y, finalmente, porque son las compras y ventas mercantiles las que, realizadas con carácter
profesional, atribuyen la calidad de comerciante. El segundo de los aspectos enumerados carece sin embargo de
importancia en algunas provincias, como en Tucumán, por cuanto no se separa el fuero civil del comercial. Así, podemos
decir con total libertad que toda compraventa es civil cuando no es comercial.
Y la compraventa es comercial en dos casos:
1. Compra comercial. En primer lugar, cuando en la operación referida a una cosa mueble, el comprador actúa con el fin de
revenderla o de alquilar su uso:
a) La operación debe recaer sobre cosa mueble, comprendiéndose en ese concepto, la moneda metálica, los títulos de
fondos públicos, acciones de compañía y papeles de crédito comerciales. Pero no son mercantiles “Las compras de bienes
raíces y m muebles accesorios”.
b) El comprador debe actuar con el fin de revender la cosa o alquilar su uso. De allí que no sean mercantiles las compras
“de objetos destinados al consumo del comprador o de la persona por cuyo encargo se haga la adquisición”. Pero la
compra no deja de ser mercantil por el hecho de que la adquisición se haga con el fin de disponer de ella previa una
transformación que le dé mayor o menor valor.
2. Venta comercial. En segundo lugar es mercantil la compraventa, cuando el vendedor dispone de una cosa que adquirió
en las condiciones que hacen que la compra sea comercial. En otros términos, quien al comprar concluyó una compra
comercial, cuando luego vende la cosa así adquirida, concierta una venta mercantil. De allí que no sean mercantiles:
a) La reventa que hace cualquier persona de los acopios que hizo para su consumo particular.
b) Ni las ventas “que hacen los labradores y hacendados de los frutos de sus cosechas y ganados”.
c) Ni en general, por las razones antedichas, las ventas “que hacen los propietarios y cualquier clase de persona del o los
frutos y efectos que perciban por razón de renta, dotación, salario, emolumento u otro cualquier título remuneratorio o
gratuito”.
ii. La cuestión en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. Art. 1123. – Definición. Hay compraventa si una de las
partes se obliga a transferir la propiedad de una cosa y la otra a pagar un precio en dinero.
El art. 1123 ha logrado unificar definitivamente la compraventa civil y la comercial. Así, el art. 1123 arroja elementos
esenciales:
a) obliga a transferir la propiedad, con lo cual no se transfiere directamente, sino que produce la obligación de hacerlo
(mediante la entrega manual o material), y
b) pagar un precio en dinero. El CCCN trae una novedad por cuanto se ha eliminado la palabra “cierto” (determinado o
determinable), pero siempre debe ser en dinero como elemento esencial particular de la compraventa, eliminando
cualquier incertidumbre al respecto. Por otro lado podemos observar que se mantiene la palabra “propiedad” y no se la
cambia a dominio.
iii. Otras definiciones.López de Zavalía propone la siguiente definición: la compraventa es el contrato por el cual una de las
partes, con el fin de transferir o constituir un derecho real, se obliga a dar una cosa a la otra, y ésta se obliga a pagar por
ello un precio cierto en dinero.
1. Teorías.
Hay diversas teorías tales como que el contrato es siempre de locación de obra, es siempre de venta, es mixto, etc.
La doctrina dominante se pronuncia por la tesis que ve siempre en tales casos una locación de obra. Se invoca para ello la
preceptiva del art. 1629 del CC de Vélez que prescribe: “Puede contratarse un trabajo o la ejecución de una obra,
conviniendo en que el que la ejecute ponga sólo su trabajo o su industria, o que también provee la materia principal”.
Y se cree encontrar un apoyo en la nota a dicho texto, donde el Codificador pone como ejemplo de materia principal “el
terreno en la construcción de una casa”.
Ninguno de los dos argumentos nos parece suficientemente convincente: Por un lado, el texto del art. 1629 no nos dice
que haya siempre locación de obra, sino que “puede” contratarse la ejecución de una obra, o en otros términos que puede
haber locación de obra aun cuando el que la ejecute ponga la materia principal. Por el otro lado, las notas no son ley.
2. Casos.
Sin perjuicio de volver sobre el tema, nos parece conveniente anticipar algunas observaciones: a) No vemos inconveniente
en que las partes contraten una venta y una locación de obra por precios distintos. En ese caso será inútil si el contrato es
de venta o de locación, pues habrá dos contratos unidos. b) Tampoco creemos que la venta quede absorbida por la
locación de obra, cuando la ejecución de una obra sea puesta no in obligatione, sino in conditione. c) Pudiendo ser objeto
de la venta las cosas futuras, y pudiendo pactarse la modalidad de “a satisfacción del comprador”, nos parece que dar al
art. 1629 una desmedida extensión interpretativa podría conducir a desconocer un gran número de posibilidades.
3. Cuestión en el nuevo CCyCN.
Art 1125.- Compraventa y contrato de obra. Cuando una de las partes se compromete a entregar cosas por un precio,
aunque éstas hayan de ser manufacturadas o producidas, se aplican las reglas de la compraventa, a menos que de las
circunstancias resulte que la principal de las obligaciones consiste en suministrar mano de obra o prestar otros servicios. Si
la parte que encarga la manufactura o producción de las cosas asume la obligación de proporcionar una porción
substancial de los materiales necesarios, se aplican las reglas del contrato de obra.
Ahora el contrato de compraventa y el contrato de obra se distinguen cuando quien encarga la obra entrega los
materiales. En este caso, quien recibe los materiales tiene la única obligación de entregar el producto terminado. El CCCN
innova al respecto, en el sentido de determinar la importancia del trabajo en relación con el valor de los materiales. El art.
1125 establece que se consolida la compraventa, aunque la cosa tenga que ser manufacturada o producida; pero existirá
contrato de obra si la obligación principal consiste en suministrar mano de obra o prestar otros servicios, o cuando quien
encarga el trabajo se obliga a entregar una porción sustancial de los materiales necesarios. Por lo tanto, el CCCN establece
una novedad en cuanto el contrato de compraventa, al reconocer que se puede convertir en un contrato de obra, de
acuerdo a ciertas circunstancias.
ii. Compraventa y permuta. Antes de dirigirnos a la distinción propuesta por el nuevo CCyCN, vamos a remitirnos a lo
dispuesto por López de Zavalía. Aparentemente, no puede haber posibilidad alguna de confusión entre la compraventa y la
permuta, pues la primera persigue como finalidad el cambio de cosa por dinero, y la segunda, el cambio de cosa por cosa.
Las situaciones posibles son tres. Y la solución se obtiene en las tres, partiendo de la regla del art. 1356 del CC de Vélez: 1.
Valor mayor de la cosa. Cuando el valor de la cosa es mayor que el representado por el dinero, el contrato es de permuta.
2. Valor menor. Cuando el valor de la cosa es menor que el representado por el dinero, la operación es venta. 3. Valores
iguales. Cuando el valor dela cosa es igual al representado por el dinero, la operación es compraventa.
iii. Con el suministro. Corresponde a la legislación italiana el mérito de haber destacado la importancia del suministro. En
Argentina, la cuestión comenzó a propósito del suministro de electricidad, de energía y de los suministros a los entes
públicos.
2. Nuestro Derecho.
Viniendo a nuestro Derecho, ¿por qué reglas se regirán las operaciones a las que el Código italiano engloba bajo el común
denominador de contrato de suministro?
A. Se ha dicho que no hay inconveniente alguno en aplicarles las reglas de la compraventa, al no haber una
incompatibilidad entre el fin querido por las partes y la estructura de dicho contrato. Pero esto debe ser entendido con las
siguientes limitaciones:
a) Por de pronto una aplicación de las reglas de la compraventa a todo tipo de suministro, sería inadmisible.
b) A los denominados suministros traslativos por enajenación, y a los traslativos por consumo, podemos en cambio
subsumirlas bajo las reglas de la compraventa. Pero sólo en principio, con la siguiente reserva: habida cuenta de que el
suministrante puede haber puesto en una serie de otros elementos, cuya propiedad no transfiere, a disposición del
suministrado, y obligarse a un fuere independiente de la dación en que consiste el suministro mismo. En tales casos, habría
que acudir a las reglas que rigen los contratos innominados, y la acumulación contractual.
B. La ley de defensa del consumidor, a propósito de lo que se denomina “servicios públicos domiciliarios” trae reglas
especiales para ciertos suministros. Entre ellas merece destacarse la relativa a la facturación de consumo, donde lo que se
encuentra en juego es el suministro traslativo por consumo, con un régimen específico parael emergente de una “empresa
de servicio público domiciliario”.
C. Por lo demás, obsérvese que la conceptualización de un negocio como “contrato de suministro” sólo presenta interés
cuando hay reglas especiales. Si no hay, carece de interés determinar el concepto, pues son resueltos con las reglas
generales.
i. El derecho romano. El sistema romano reposa sobre la distinción entre el título y el modo. La compraventa es título, es
decir que por sí solo no transmite el dominio, pero que sirve mediatamente para ello. El modo es en cambio, el acto que
sirve inmediatamente para la transmisión del dominio.
1. El título.
i) La compraventa verifica una atribución creditoria obligando a cumplir con el modo.
ii) La compraventa romana no verifica una atribución real.
El vendedor romano no está obligado a transmitir la propiedad, pero lo está a hacer todo lo necesario para que la
propiedad se transmita, si ese efecto es posible.
2. El modo.
Para la traslación de la propiedad, los romanos distinguieron originariamente según que las cosas fueran mancipio
necmancipi, para las mancipi estaba la mancipatio o la in iure cessio para transmitir la propiedad, y para las segundas, la
traditio.
ii. El derecho francés. La compraventa francesa se distingue radicalmente de la romano, pues contiene no sólo una
atribución creditoria, sino también una atribución real (translativa de dominio). La distinción entre título y modo es
reemplazada por el principio consensualista de la transmisión de propiedad.
2. Venta de automotores.
Existe para ellos un régimen establecido por el decreto ley 6582/58 y sus posteriores reformas. La diferencia radical con el
régimen de los muebles es que como modo se ha elegido la inscripción en el Registro respectivo. La compraventa funciona
aquí como título y la inscripción como modo.
3. Venta de inmuebles.
Tenemos en esta materia un régimen muy particular y de una hibridez manifiesta. A los fines de nuestro estudio
podríamos describirlo como el resultado de un injerto francés en un pie romano (en realidad, nuestro sistema se inspira en
el español).
Por un lado, conserva el sistema romanista que exige título y modo. Pero por el otro, ha mutilado el modo, de tal manera
que éste ya no sirve para hacer adquirir el domino erga omnes sino sólo respecto al vendedor y a los terceros en general.
Así, la compraventa es título, la tradición es modo, y la inscripción es medio.
4. Semovientes.
Para los equinos de sangre pura de carrera, la ley 20.378 estableció como modo una inscripción constitutiva. En relación a
los otros semovientes que entran dentro del género ganad, se ve el género de la ley 22.939. Si están incluidos en esta
legislación, el régimen es el general de las cosas muebles.
2. Presupuestos y obligaciones
A. El consentimiento.
Se aplican aquí las reglas generales examinadas para los contratos en general.
i. Aspectos sobre los que debe versar. Tradicionalmente se enseña que el consentimiento debe versar sobre la naturaleza
del contrato, la cosa y el precio. Más correcto sería decir que el consentimiento debe versar sobre todo el contenido
contractual:
a) Debe caer sobre la naturaleza del contrato. Ejemplo: si una de las partes dice alquilar y la otra comprar, no hay consenso
sino disenso, y no se forma ni el contrato de compraventa, ni ningún contrato.
b) Lo mismo debe aplicarse sobre la cosa. Y aquí también cabe distinguir entre los casos de disenso aparente y los de
disenso real. Si el vendedor habla del fundo Semproriano y el comprador del fundo Corneliano, hay disenso aparente y el
contrato no se ha formado, pero si ambos hablan del fundo Semproriano, creyendo que se trata del Corneliano, hay
acuerdo aparente y disenso real.
c) Y otro tanto cabe decir también del precio. Aquí López va en contra de la doctrina tradicional, que dice que si el precio al
que se refiere el vendedor es mayor que el que contempla el comprador no hay consentimiento (por ejemplo, Pedro
vende por $1000 y Juan compra por $500). Pero cuando se plantea la hipótesis inversa, la doctrina dominante tiene por
prestado el consentimiento por precio menor. López entiende por el contrario, que si el comprador dijo $1000, eso es lo
que realmente quiso, y a ello hay que atenerse.
d) El consentimiento debe versar también sobre todos los otros aspectos del contenido contractual.
B. La cosa y el precio.
i. La cosa. El objeto de la compraventa es doble (el precio y la cosa). Ahora hablaremos de la cosa: la regla es que todas las
cosas que pueden ser objeto de los contratos, pueden serlo de la compraventa. Por “cosa” debe entenderse a los objetos
materiales susceptibles de valoración. La doctrina se agitó en torno a determinar si era o no susceptible de venta la energía
eléctrica. El problema teórico ha quedado dilucidado por la reforma introducida por la ley 17711, y acatada por el CCyCN,
por cuanto la misma si puede ser objeto del contrato.
2. Compraventas en general.
a. La cosa vendida.
Art. 1129. – Cosa vendida. Pueden venderse todas las cosas que pueden ser objeto de los contratos.
En cuanto al objeto de los contratos el CC remitía al art. 1167, y a su vez a la de los actos jurídicos. Así, la palabra “cosa”
tenía el sentid de objeto material susceptible de tener valor. No se comprendía en este contrato a los bienes que o son
cosas y a los derechos que, para los negocios, configuran la cesión de créditos. El art. 1129 ahora indispone que pueden
venderse todas las cosas que pueden ser objeto de los contratos, no existe al respecto modificación sustancial, sin
embargo podría realzarse la siguiente aclaración en el sentido de que la mayoría de las legislaciones de protección del
consumidor emplean el término producto, que incluye al requisito de elaboración, de ahí que las cosas sin elaboración
quedan reservadas al ámbito de derecho común.
c. Cosa futura.
Art. 1131. – Cosa futura. Si se vende cosa futura, se entiende sujeta a la condición suspensiva de que la cosa llegue a
existir.
El vendedor debe realizar las tareas y esfuerzos que resulten del contrato, o de las circunstancias, para que ésta llegue a
existir en las condiciones y tiempos convenidos.
El comprador puede asumir, por cláusula expresa, el riesgo de que la cosa no llegue a existir sin culpa del vendedor.
La compraventa era esencialmente un contrato conmutativo, en donde las ventajas y desventajas se conocían desde el
comienzo del contrato, pero sí en cambio la cosa no llegaba a existir o habiendo existido perecía antes de su tradición a
causa de un riesgo no asumido por las partes, el contrato se extinguía. Ahora, si en las modalidades aleatorias la asunción
del riesgo por el comprador no era una conducta irracional, ya que éste hacía un cálculo de probabilidad entre el precio
que pagaba y la ocurrencia del evento condicionante, el contrato era válido El art. 1131 sigue los lineamientos del CC, y
diferencia los supuestos de venta de cosa futura y de venta de esperanza.
d. Cosa ajena.
Art. 1132. – Cosa ajena. La venta de la cosa total o parcialmente ajena es válida, en los términos del art. 1008. El vendedor
se obliga a transmitir o hacer transmitir su dominio al comprador.
La prohibición establecida en la primera parte del art. 1357 del CC, según el fin tenido en mira por el legislador, atiende a
que no podían venderse cosas ajenas como si fueran propias, y por otro lado, cuando se trataba de cosas genéricas o sólo
determinadas por su especie, la venta de cosa ajena podría llevarse a cabo.
El art. 451 del CCom establecía que la compraventa de cosa ajena resulta válida, a condición de que el carácter “ajeno” de
la cosa fuera desconocido por el comprador al momento de celebrar el contrato.
La novedad que trae el art. 1132 es que la venta de la cosa total o parcialmente ajena es válida, distinguiendo los
supuestos en que le comprador hubiera o no garantizado el éxito de la promesa. La parte final del primer párrafo del art.
1132 dispone que el vendedor se obliga a trasmitir o hacer transmitir su dominio al comprador. Esta parte resulta
contradictoria con lo antes establecido. En efecto, ¿en qué queda la posibilidad de que no haya garantizado el éxito de la
promesa, como lo dispone el art. 1008? Así parece claro que habrá que hacer primar los alcances de la obligación asumida
por el vendedor.
ii. El precio. El precio debe ser en dinero. SI consistiera en una cosa, el contrato no sería de una venta, sino de permuta. Si
consistiera en un derecho, el contrato sería de cesión permuta, y si en lugar de dinero se tratase de un hecho, mediaría un
contrato innominado.
ii. Pagar los gastos de entrega.Art. 1138. – Gastos de entrega. Excepto pacto en contrario, están a cargo del vendedor los
gastos de la entrega de la cosa vendida, y los que se originen en la obtención de los instrumentos referidos en el artículo
1137. En la compraventa de inmuebles también están a su cargo los del estudio del título y sus antecedentes, y, en su caso,
los de mensura y los tributos que graven la venta.
Ambos Códigos, Civil y de Comercio, preveían que los gastos de entrega eran a cargo del vendedor.
iii. Tiempo de entrega del inmueble.Art. 1139. – Tiempo de entrega del inmueble. El vendedor debe entregar el inmueble
inmediatamente después de la escrituración, excepto convención en contrario.
El art. 1139 trae una innovación al decir que el vendedor debe escriturar el inmueble vendido, para hacer su tradición,
inmediatamente después de la escrituración.
iv. De entregar la cosa.Art. 1140. – Entrega de la cosa. La cosa debe entregarse con sus accesorios, libre de toda relación
de poder y de oposición de tercero.
Se entiende por relación de poder, a la relación que mantiene el sujeto con la cosa, sea ésta dada por la posesión o la
tenencia.
3. Cosas muebles
A. Precio
i. Silencio sobre el precio.Art. 1143. – Silencio sobre el precio. Cuando el contrato ha sido válidamente celebrado, pero el
precio no se ha señalado ni expresa, ni tácitamente, ni se ha estipulado un medio para determinarlo, se considera, excepto
indicación en el contrario, que las partes han hecho referencia al precio generalmente cobrado en el momento de la
celebración del contrato para tales mercaderías, vendidas en circunstancias semejantes, en el tráfico mercantil de que se
trate.
El art. 1354 del CC tenía como fin resguardar la validez del contrato, mediante un criterio supletorio de integración del
mismo, la ley presume iuris tantum que se sujetaron al precio corriente de plazo, siendo ésta la condición sine qua non de
la tradición de la cosa, pues con ella se transfería el dominio. Igual criterio establecía el Código de Comercio, agregando el
día y el lugar de la entrega.
El art. 1143 presenta un cambio sustancial que permite superar una importante incongruencia legal. La compraventa de
cosas muebles relativiza el requisito de que las partes fijen el precio o que convengan la manera de determinarlo. En
efecto, si ello no ha ocurrido, se presume iuris tantum que el precio de la mercadería vendida es el que se cobra
generalmente al tiempo de celebrarse el contrato en el tráfico mercantil, respetándose las circunstancias de la operación.
ii. Pecio fijado por peso, número o medida.Art. 1144. –Precio fijado por peso, número o medida. Si el precio se fija con
relación al peso, número o medida, es debido el precio proporcional al número, pero o medida real de las cosas vendidas.
Si el precio se determina en función del peso de las cosas, en caso de duda, se lo calcula por el peso neto.
En el CC, cuando la venta era en junto, masa o block, el contrato era perfecto desde que las partes estuvieran convenidas
en el precio y en la cosa. En las ventas hechas por cuentas, peso o medida, las cosas debían ser individualizadas, por ello la
diferencia de cantidad importaba al inexacto cumplimiento de la obligación del vendedor de transferir la propiedad de la
cosa.
Ahora se simplifica la cosa, pues el precio fijado por el contrato resultará de multiplicar el precio de la unidad de peso, de
la unidad de medida, o de la cosa individualmente considerada por la cantidad final de cosas que se venden.
B. Entrega de la documentación.
i. Factura.Art. 1145. – Entrega de factura. El vendedor debe entregar al comprador una factura que describe a la cosa
vendida, su precio, o la parte de éste que ha sido pagada y los demás términos de la venta. Si la factura no indica plazo
para el pago del precio se presume que la venta es de contado. La factura no observada dentro de lo diez días de recibida
se presume aceptada en todo su contenido. Excepto disposición legal, si es de uso no emitir factura, el vendedor debe
entregar un documento que acredite la venta.
El art. 474 del CCom se refería a la obligatoriedad por parte del vendedor de entregar la factura, como así también a que
todas las facturas en cuanto a la presunción de las ventas eran al contado; también hacía referencia a la denominada
“cuenta liquidada” lo que la doctrina había interpretado como cuenta aceptada. Ahora, el CCyCN establece que en la
compraventa de cosas muebles el vendedor debe entregar, además de la cosa una factura que la describa, su precio, y los
demás términos de la venta.
ii. Otros documentos.Art. 1146. – Obligación de entregar documentos. Si el vendedor está obligado a entregar
documentos relacionados con las cosas vendidas, debe hacerlo en el momento, lugar y forma fijados por el contrato. En
caso de entrega anticipada de documentos, el vendedor puede, hasta el momento fijado para la entrega, subsanar
cualquier falta de conformidad de ellos, si el ejercicio de ese derecho no ocasiona inconvenientes ni gastos excesivos al
comprador.
No existe en el ordenamiento anterior una disposición similar a la norma. El art. 1146 transcribe de manera prácticamente
literal el art. 34 de la Convención de Viena sobre Compraventa Internacional de Mercaderías, que prevé el supuesto de
que el vendedor esté obligado a entregar documentación relacionado con la cosa vendida, y dispone que en este caso la
entrega deberá hacerse en el momento, lugar y forma fijados en el contrato. Hay que destacar que la norma sólo permite
al vendedor subsanar la falta de conformidad de los documentos si ello no ocasiona inconvenientes o gastos excesivos al
comprador, es decir, a cumplir acabadamente con su obligación, pero ello no impide que este último sea indemnizado por
los daños sufridos a causa de esa susbsanación tardía.
C. Entrega de la cosa.
i. Plazo y lugar de entrega.Art. 1147. – Plazo para la entrega de la cosa. La entrega debe hacerse dentro de las
veinticuatro horas celebrado el contrato, excepto que de la convención o los usos resulta otro plazo.
El art. 1409 del CC establecía que la cosa debía entregarse conforme lo establecía el contrato, y por su parte, el CCom
decía que dentro de las veinticuatro horas. No varía mucho este art. del CCyCN de lo determinado por el antiguo CC.
Art. 1148. –Lugar de entrega de la cosa. El lugar de entrega es el que se convino, o el que determinen los usos o las
particularidades de la venta. En su defecto, la entrega debe hacerse en el lugar en que la cosa cierta se encontraba al
celebrarse el contrato.
El art. 1148 establece una novedad al referirse a las cosas ciertas que deben entregarse en el lugar acordado, o donde
estaba la cosa. Otra cuestión se presenta con la entrega de cosas genérica so cantidades de cosas, en que el problema
queda solucionado recurriendo al domicilio en que se celebró el contrato, pero si no se entregan allí entendemos que se
debe hacer en el domicilio del vendedor.
ii. Puesta a disposición de las cosas vendidas y endoso de documentos de mercaderías en tránsito. Art. 1149. – Puesta a
disposición de las cosas vendidas. Endoso de mercaderías en tránsito. Las partes pueden pactar que la puesta a
disposición de la mercadería vendida en lugar cierto y en forma incondicional tenga los efectos de la entrega, sin perjuicio
de los derechos del comprador de revisarla y expresar su no conformidad dentro de los diez días de retirada. También
pueden pactar que la entrega de la mercadería en tránsito tenga lugar por el simple consentimiento de las partes
materializado en la cesión o el endoso de los documentos de transporte desde la fecha de su cesión o endoso.
El art. 1149 regula otras dos maneras de entregar la mercadería vendida. Una de ellas, la puesta de la cosa a disposición
del comprador; la otra, referida da la entrega de la mercadería en tránsito, y además, fija los recaudos que deben darse.
iii. Entrega anticipada de cosas no adecuadas al contrato.Art. 1150. – Entrega anticipada de cosas no adecuadas al
contrato. En caso de entrega anticipada de cosas no adecuadas al contrato, sea en cantidad o calidad, el vendedor puede,
hasta la fecha fijada:
a) entregar la parte o cantidad que falte de las cosas;
b) entregar otras cosas en sustitución de las dadas o subsanar cualquier falta de adecuación de las cosas entregadas a lo
convenido, siempre que el ejercicio de ese derecho no ocasione al comprador inconvenientes ni gastos excesivos; no
obstante, el comprador conserva el derecho de exigir la indemnización de los daños.
El art. 471 del CCom contemplaba un supuesto específico de falta de entrega de la cosa con culpa del vendedor,
consistente en que la frustración de la entrega tenía su causa en que el vendedor había enajenado, consumido o
deteriorado la cosa vendida con posterioridad al perfeccionamiento de la venta. En ese supuesto se establecía que: a) El
comprador podía exigir cualquier otra cosa equivalente en su especie, calidad y cantidad; b) en su defecto, el comprador
podía exigir el valor que a juicio de árbitros se atribuyese al objeto vendido con relación al uso que el comprador pretendía
hacer de él, y al lucro que le podía proporcionar.
Ahora, en el nuevo CCyCN, la circunstancia de que la entrega nosea plenamente ajustada a lo que debía entregar, no
constituye un automático supuesto de incumplimiento contractual. Por el contrario, el art. 1150 autoriza al vendedor a
subsanar la falta, paralo cual tiene tiempo hasta la fecha que el contrato ha fijado para hacer entrega de la cosa. Si dicha
circunstancia produce perjuicios al comprador, se le reconoce a éste el derecho a exigir la indemnización de los daños.
iv. Riesgos de daños en las cosas. Art. 1151. – Riesgos de daños o pérdida de las cosas. Están a cargo del vendedor los
riesgos de daños o pérdida de las cosas, y los gastos incurridos hasta ponerla a disposición del comprador en los términos
del artículo 1149 o, en su caso, del transportista u otro tercero, pesada o medida y en las demás condiciones pactadas o
que resulten de los usos aplicables o de las particularidades de la venta.
La doctrina indicaba que el art. 465 del CCom incurría en errores fundamentales, ya que no sería cierto que la existencia de
la obligación de pagar el precio dependiera de haber puesto la cosa a disposición del comprador y de la circunstancia que
éste hubiera consentido su calidad, sino que la obligación nacía con el contrato. Así, el art. 1151 establece que el vendedor
deja de cargar con los riesgos de daño o pérdida de la cosa, y los gastos incurridos, desde que pone la cosa a disposición
del transportista u otro tercero, pasada o medida y en las demás condiciones pactadas o que resulten de los usos
aplicables o de las particularidades de la venta.
ii. Venta de cosas sobre muestras, de cosas que no están a la vista, y de cosas que se entregan en fardos, o bajo
cubierta. Art. 1153. – Compraventa sobre muestra. Si la compraventa se hace sobre muestras, el comprador no puede
rehusar la recepción si la cosa es de igual calidad que la muestra.
Art. 1154. – Compraventa de cosas que no están a la vista. En los casos de cosas que no están a la vista y deben ser
remitidas por el vendedor al comprador, la cosa debe adecuarse al contrato al momento de su entrega al comprador, al
transportista o al tercero designado para recibirla.
Antes, si al momento de producirse la venta las cosas no estaban a la vista, se entendía estipulada la condición resolutoria
para el caso de no ser la calidad de la cosa convenida.
Art. 1155. – Cosas que se entregan en fardos o bajo cubierta. Si las cosas muebles se entregan en fardo o bajo cubierta
que impiden su examen y reconocimiento, el comprador puede reclamar en los diez días inmediatos a la entrega, cualquier
falta en la cantidad o la inadecuación de las cosas al contrato. El vendedor puede exigir que en el acto de la entrega se
haga el reconocimiento íntegro de la cantidad y de la adecuación de las cosas entregadas al contrato, y en ese caso no hay
lugar a reclamos después de recibidas.
La norma que se analiza no difiera de la redacción del art. 472 del CCom.
iii. Adecuación de las cosas muebles a lo convenido. Art. 1156. – Adecuación de las cosas muebles a lo convenido.Se
considera que las cosas muebles son adecuadas al contrato si:
a) son aptas para los fines a que ordinariamente se destinan cosas del mismo tipo;
b) son aptas para cualquier fin especial que expresa o tácitamente se haya hecho saber al vendedor en el momento de la
celebración del contrato, excepto que de las circunstancias resulte que el comprador no confió o no era razonable que
confiara, en la idoneidad y criterio del vendedor;
c) están envasadas o embaladas de la manera habitual para tales mercaderías o, si no la hay, de una adecuada para
conservarlas y protegerlas;
d) responden a lo previsto en el artículo 1153. El vendedor no es responsable, a tenor de lo dispuesto en los incisos a) y c)
de este artículo, de la inadecuación de la cosa que el comprador conocía o debía conocer en el momento de la celebración
del contrato.
iv. Adecuación de las cosas muebles a lo convenido. Art. 1157. – Determinación de la adecuación de las cosas al
contrato. En los casos de los artículos 1153 y 1154 el comprador debe informar al vendedor sin demora de la falta de
adecuación de las cosas a lo convenido. La determinación de si la cosa remitida por el vendedor es adecuada al contrato se
hace por peritos arbitradores, excepto estipulación contraria.
Si las partes no acuerdan sobre la designación del perito arbitrador, cualquiera de ellas puede demandar judicialmente su
designación dentro del plazo de caducidad de treinta días de entrega de la cosa. El juez designa el arbitrador.
El CCom establecía que debían ser peritos arbitradores los que tenían que definir si la cosa entregada, en un contrato
hecho sobre muestras, era o no adecuada a lo pactado. Ahora, el nuevo CCyCN, establece un sistema extrajudicial para
definir si la cosa es o no es acorde lo pactado. El juez sólo debe intervenir cuando las partes no se ponen de acuerdo.
v. Plazo para efectuar el reclamo y venta por junto. Art. 1158. – Plazo para reclamar los defectos de las cosas. Si la venta
fue convenida mediante entrega a un transportista o a un tercero distinto del comprador y no ha habido inspección de la
cosa, los plazos para reclamar por las diferencias de cantidad o por su no adecuación al contrato se cuentan desde su
recepción por el comprador.
Art 1159.- Compraventa por junto. Si la venta es por una cantidad de cosas “por junto” el comprador no está obligado a
recibir sólo una parte de ellas, excepto pacto en contrario. Si la recibe, la venta y transmisión del dominio quedan firmes a
su respecto.
4. Cláusulas y pactos
D. Pactos
i. De retroventa.Art. 1163. – Pacto de retroventa. Pacto de retroventa es aquel por el cual el vendedor se reserva el
derecho de recuperar la cosa vendida y entregada al comprador contra restitución del precio, con el exceso o disminución
convenidos. El contrato sujeto a este pacto se rige por las reglas de la compraventa sometida a condición resolutoria.
Anteriormente, el art. 1366 del CC establecía cinco requisitos para que el pacto de retroventa procediera:
1) especialidad en cuanto al objeto;
2) limitado en el tiempo (máximo tres años);
3) determinación del valor (precio);
4) simultaneidad con la compraventa;
5) publicidad.
Ahora, el CCyCN incorpora las cosas muebles y modifica los plazos que no pueden exceder de cinco años para los
inmuebles y de dos años para las cosas muebles.
ii. De reventa. Art. 1164. – Pacto de reventa. Pacto de reventa es aquel por el cual el comprador se reserva el derecho de
devolver la cosa comprada. Ejercido el derecho, el vendedor debe restituir el precio, con el exceso o disminución
convenidos. Se aplican las reglas de la compraventa bajo condición resolutoria.
Anteriormente, del art. 1367 del CC resultaba la cláusula inversa al pacto de retroventa, no existiendo dudas que se
aplicaban las mismas normas que al de retroventa. Así, ahora, no existe diferencia en general con la redacción del art.
1367 dl CC.
iii. De preferencia. Art. 1165. – Pacto de preferencia. Pacto de preferencia es aquel por el cual el vendedor tiene derecho
a recuperar la cosa con prelación a cualquier otro adquirente si el comprador decide enajenarla. El derecho que otorga es
personal y no puede cederse ni pasa a los herederos. El comprador debe comunicar oportunamente al vendedor su
decisión de enajenar la cosa y todas las particularidades de la operación proyectada o, en su caso, el lugar y tiempo en que
debe celebrarse la subasta. Excepto que otro plazo resulte de la convención, los usos o las circunstancias del caso, el
vendedor debe ejercer su derecho de preferencia dentro de los diez días de recibida dicha comunicación. Se aplican las
reglas de la compraventa bajo condición resolutoria.
El CC establecía que el pacto de preferencia era la manifestación de la voluntad en los términos de la prelación, mediante
la cual el promitente se obligaba al otro cocontrante la cosa objeto del contrato, si decidía venderla, prefiriéndolo siempre
y cuanto, éste hubiera ofrecido as mismas condiciones y expresando su voluntad en el plazo convenido. El vendedor no
tenía obligación alguna, sólo el derecho de recomprar la cosa en cuestión.
iv. Pactos agregados a las ventas de cosas registrables.Art. 1166. – Pactos agregados a la compraventa de cosas
registrables. Los pactos regulados en los artículos precedentes pueden agregarse a la compraventa de cosas muebles e
inmuebles. Si la cosa vendida es registrable, los pactos de retroventa, de reventa y de preferencia son oponibles a terceros
interesados si resultan de los documentos inscriptos en el registro correspondiente, o si de otro modo el tercero ha tenido
conocimiento efectivo.
El CC se refería a los pactos agregados a la compraventa de cosas muebles e inmuebles pero en forma más dispensa. La
novedad que incorpora el art. 1166 es que unifica en un solo artículo los efectos de los pactos de retroventa, de reventa y
de preferencia. Y, además, permite la aplicación tanto a muebles como a inmuebles.
E. Plazos.
Art. 1167. – Plazos. Los pactos regulados en los artículos precedentes pueden ser convenidos por un plazo que no exceda
de cinco años si se trata de cosas inmuebles, y de dos años si se trata de cosas muebles, contados desde la celebración del
contrato. Si las partes convienen un plazo mayor se reduce al máximo legal. El plazo establecido por la ley es perentorio e
improrrogable.
La novedad incorporada por el art. 1167 es que se unifican los plazos para todos los pactos, tanto para muebles como para
inmuebles.
A. Planteo de la cuestión.
Esta figura exige un tratamiento especial. Impuesta por las necesidades de la práctica (en sus inicios, Vélez pretendió que
las partes que decidían celebrar una compraventa podían ir directamente al escribano a fin de otorgar la escritura pública,
lo cual ya no es posible), su uso se ha generalizado tanto, que no es raro encontrar profanos convencidos de que
constituye un trámite necesario para la adquisición del dominio de inmuebles. A quien pretenda estudiar la institución, se
le presenta un cuadro laberíntico. No basta con enumerar lo que la jurisprudencia ha resuelto en tales o cuales casos, pues
bien es verdad que la jurisprudencia revela el Derecho vivo, la más rápida ojeada nos convence que hay afirmaciones para
todos los gustos.
B. Concepto.
La expresión “boleto de compraventa” puede ser utilizada en sentido formal, o en sentido material. En sentido formal,
boleto de compraventa es el instrumento que documenta una cierta especie de contrato; en sentido material, es esa cierta
especie de contrato documentado en el instrumento. Resulta evidente que los que nos interesa aquí, es dar una definición
del boleto en sentido material.
López de Zavalía lo define así: Boleto de compraventa es el contrato parcialmente típico, concluido por escrito, que según
su contenido impuesto o declarado, obliga recíprocamente a las partes a escriturar una compraventa inmobiliaria, y que
entre tanto, genera por sí obligaciones naturales de dar la cosa y pagar el precio.
a) El boleto de compraventa es un contrato. Con esta afirmación, queremos terminar con todos los equívocos. Cuando más
adelante digamos que le boleto de compraventa es un antecontrato, no negamos el carácter contractual.
b) Es un contrato parcialmente típico, No se encuentra exhaustivamente regulado, pero el Código contenía algunas
previsiones a su respecto.
c) Debe ser concluido por escrito. Este es un requisito fundamental, pues sólo un negocio escrito merece el nombre de
boleto de compraventa, en el sentido de la ley.
d) El contenido del boleto de compraventa puede ser impuesto o declarado. Con esto queremos recordar que si las partes
dicen “vender” y “comprar” por instrumento privado la ley les impone que eso valga a los fines del art. 1185, lo mismo que
si hubieran declarado que prometen vender y comprar. Y si las partes por escritura pública dicen que no quieren una
compraventa sino un boleto de compraventa, no es entonces que la ley les impone esa declaración, sino que ella es fruto
de la propia autonomía privada.
e) Obliga recíprocamente a las partes a escriturar una compraventa inmobiliaria. Es ésta una de las dos vertientes del
boleto de compraventa: ambas partes quedan obligadas a escriturar.
f) Las obligaciones naturales. Decimos finalmente que entretanto sólo genera por sí, obligaciones naturales de dar la cosa y
pagar el precio.
C. Antecedentes.
i. Las fuentes del Código.A quienes gustan de recurrir a las fuentes, conviene recordarlas que tal fue el sistema de Freitas
en su Esboço. Ambos coinciden con el método, pues así como Freitas dedicó un párrafo a hablar de la “forma de los
contratos”, así Vélez incorporó un capítulo con esa rúbrica. Ahora bien: ¿Qué pensaba Freitas con respecto a la
compraventa inmobiliaria? “La compra y venta de inmuebles y embarcaciones de alta mar, no puede ser hecha, so pena de
nulidad sino por escritura pública, salvo lo dispuesto en los arts. 1929 a 1934”.
ii. El art. 1185 El art. 1185 es terminante: los contratos de compraventa inmobiliaria no quedan concluidos como tales sino
como contrato en que las partes se han obligado a hacer escritura pública. El mecanismo de la ley, es de claridad
meridiana. Si la escritura pública es forma, la inobservancia de ella trae la nulidad, pero nada impide que por el instituto de
la conversión, lo que la ley no quiera como compraventa válida, lo quiera como preliminar.
El art. 1185 base del razonamiento “formalista, constituiría siempre para los “aformalistas” algo difícil de explicar. De él
resulta que hecha por escritura la compraventa inmobiliaria queda concluida como tal, y que sin la escritura no queda
concluida como tal. Así, a) o la compraventa inmobiliaria, para queda concluida como tal, le hace falta la escritura pública,
y entonces el boleto no es una compraventa perfecta y válida; b) o dicha compraventa puede ser hecha por instrumento
privado, y entonces el boleto es una compraventa concluida como tal. Pero si se defiende la segunda tesis, no se puede
invocar el art. 1185 para hablar de obligación de escriturar. Por lo tanto, se ven inmersos en una duda. Es obvio que triunfa
la formalista.
E. Las tercerías.
En su proyecto, se había pensado agregar al art. 1171 un bis que trate sobre las tercerías de mejor derecho. Establecía que
los derechos y acciones, que se tengan, sobre boletos de compraventa, se podrán ejercer mediante las tercerías de mejor
derecho, sobre la cosa. Los derechos y acciones, sobre boletos, son embargables, y objeto de subasta judicial.- (NOTA: Se
regula esta nueva generación de tercerías, diferentes a la tercería de dominio, y a la tercería de mejor derecho clásica, se
admite el embargo de los derechos y acciones, sobre el boleto. Sin embargo, finalmente no fue agregado.
6. Permuta
A. Historia.
Según en su lugar señalamos, hay que distinguir entre la operación económica y el contrato que sirve de instrumento para
realizarla. Como operación económica la permuta es el cambio de cosa por otra, y mucho más antigua que la
compraventa, pues el dinero no pertenece a los albores de la civilización. La cuestión es distintita desde el punto de vista
de la operación jurídica, pues el contrato de compraventa obtuvo primero en el tiempo su reconocimiento como negocio
típico, en tanto que la permuta quedó en Roma dentro de la teoría de los contratos innominados.
- Desde el punto de vista jurídico, hubo en Roma estas diferencias entre la compraventa y la permuta:
a) La compraventa fue reconocida como un contrato nominado y consensual. El vendedor no estaba obligado
técnicamente a transmitir la propiedad, sino a vacuam posseiso nemtradere.
b) La permuta, en cambio, era un contrato innominado, y en consecuencia, real. A diferencia de la venta aquí la datio
exigía dicha transferencia.
B. Definición.
Art. 1172. – Definición. Hay permuta si las partes se obligan recíprocamente a transferirse el dominio de cosas que no son
dinero.
No obstante las afinidades de la permuta con la compraventa y que le eran aplicables las reglas de este contrato, se
distinguen porque en la permuta la obligación de transferir la cosa tiene, como contraprestación, no el pago de un precio
den dinero, sino la recíproca obligación de transferir la propiedad de otra cosa. Sigue los mismos lineamientos que en el CC
pero con diferente redacción.
C. Similitud con la compraventa.
Se presentan los mayores puntos de contacto entre la compraventa y la permuta. Los casos con mayor dificultas para
distinguir son los siguientes:
D. Normas supletorias.
Art. 1175. – Normas supletoria.En todo lo no previsto por el presente Capítulo se aplican supletoriamente las normas de la
compraventa
E. Caracteres.
La permuta es, como la compraventa, un contrato consensual (en algunos casos formal y en otros no), bilateral, oneroso,
declarativo y no traslativo de propiedad. Puede ser celebrada conmutativa o aleatoriamente. Y desde luego, así como
puede haber una compraventa anual puede darse una permuta en similar situación.
F. Evicción.
Art. 1174. – Evicción. El permutante que es vencido en la propiedad de la cosa que le fue transmitida puede pedir la
restitución de la que dio a cambio o su valor al tiempo de la evicción, y los daños. Puede optar por hacer efectiva la
responsabilidad por saneamiento prevista en este Código.
El art. 1489 del CC establecía la opción cuando el permutante era vencido por sentencia, por un tercero en la propiedad de
la cosa que recibió en el cambio. A) la restitución de lo que le dio; b) el valor de la cosa que recibió y perdió: y c) en vez de
ello, reclamar el valor al tiempo de la evicción que la cosa que entregó. Esta nueva redacción es más clara y sencilla. N
casos de evicción parcial se aplica el régimen de la acción parcial en la compraventa.
G. Gastos.
Art. 1173. – Gastos. Excepto pacto en contrario, los gastos previstos en el artículo 1138 y todos los demás gastos que
origine la permuta, son soportados por los contratantes por partes iguales.
El CC remitía a las normas de la compraventa y respecto de los gastos se determinaba cuáles pagaba el comprador y cuáles
el vendedor. El art. representa una novedad en cuanto al pago de los gastos, que deben ser soportados en forma idéntica.
UNIDAD 12
1. Suministro
A. Definición.
Art. 1176. – Definición. Suministro es el contrato por el cual el suministrante se obliga a entregar bienes, incluso servicios
sin relación de dependencia, en forma periódica o continuada, y el suministrado a pagar un precio por cada entrega o
grupo de ella.
Corresponde a la legislación italiana el mérito de haber destacado la importancia del suministro, recogiendo inquietudes
de la doctrina. Entre nosotros, la cuestión comenzó suscitándose a propósito del suministro de electricidad, de energía y
de los suministros de los entes públicos. La ley de defensa del consumidor incide en la materia.
La palabra suministro puede ser empleada con mayor o menos latitud. Utilizada en su mayor laxitud, cualquier prestación
puede suministrar algo, quedando incluidas hasta las de cumplimiento instantáneo. Ese uso amplio es propio del lenguaje
vulgar, pero no sirve para conceptualizar el negocio que nos ocupa. En el lenguaje técnico, cuando se habla del contrato de
suministro, se da por sobre entendido que no es esa la definición que buscamos.
A) Yendo por grados, podemos partir de esta afirmación: por el contrato de suministro, una de las partes se obliga a
suministrar en una obligación de duración.
B) ¿Qué prestaciones de duración pueden ser de suministro? Las obligaciones pueden ser de hacer o de no hacer, pero
tratándose del suministro, sólo se piensa en las positivas.
C) Por otra parte, aun circunscribiéndonos al suministro oneroso de cosas, como el darlas puede tener por objeto diversas
finalidades, es imaginable una variedad de suministrar, para todos los cuales se dé como nota constante, que tiene que ser
de duración.
Antiguamente, en nuestra legislación se aplicaba el régimen de la compraventa para el contrato de suministro, al no haber
incompatibilidad alguno entre el fin querido de las partes. Pero, esto debía ser tomado con limitaciones, pues los
suministros de goce nada tienen que hacer con las reglas de la compraventa. Es por ello que la LDC trae reglas ciertas
especiales para los suministros de servicios públicos domiciliaros. Por las cuestiones antedichas, podemos observar que el
contrato de suministro era un contrato innominado.
Hoy por hoy, todo cambió con la inclusión del contrato de suministro en el CCyCN. El suministro se distingue de la
compraventa porque en ésta se transfiere la propiedad de la cosa, mientras que en aquél se asume el compromiso de
hacerlo bajo determinadas reglas. Asimismo, el artículo deja en claro que también se pueden comprometer prestaciones
de servicios. Bueres hace una crítica con respecto a lo que dice el artículo, por cuanto la aclaración de “sin relación de
dependencia” es innecesaria ya que si existiese una relación de dependencia, nos encontraríamos ante un contrato de
trabajo.
B. Régimen legal
i. Plazo máximo y plazo en prestaciones singulares. Art. 1177. – Plazo máximo. El contrato de suministro puede ser
convenido por un plazo máximo de veinte años, si se trata de frutos o productos del suelo o del subsuelo, con proceso de
elaboración o sin él, y de diez años en los demás casos. El plazo máximo se computa a partir de la primera entrega
ordinaria.
Art. 1180. – Plazo en prestaciones singulares. El plazo legal o convencional para el cumplimiento de las prestaciones
singulares se presume establecido en interés de ambas partes, excepto pacto en contrario.
¿Qué quiere decir? Quiere decir que en caso de incumplimiento de las prestaciones singulares, las partes no pueden
liberarse de responsabilidad invocando que el plazo había sido establecido en su interés, salvo pacto en contrario.
ii. Contrato por tiempo indeterminado.Art. 1183. – Contrato por tiempo indeterminado. Si la duración del suministro no
ha sido establecida expresamente, cualquiera de las partes puede resolverlo, dando aviso previo en las condiciones
pactadas. De no existir pacto se aplican los usos. En su defecto, el aviso debe cursarse en un término razonable según las
circunstancias y la naturaleza del suministro, que en ningún caso puede ser inferior a sesenta días.
Explica Bueres que cuando el contrato se resuelve, se rompe la expectativa que constituía su causa central. En estas
circunstancias, las opciones son dos: a) si el contrato es a plazo, quien decidió la terminación anticipada deberá indemnizar
a su contraparte, y b) si el contrato es por tiempo indeterminado, deberá establecerse un modo de compensar al
rescindido. Es el último supuesto el que viene a resolverla norma anotada. Es parte del principio de que ningún contrato
puede ser resuelve intempestivamente y si esto se incumple, la falta de preaviso debe ser indemnizada.
iii. Cantidades.Art. 1178. – Cantidades. Si no se conviene la entidad de las prestaciones a ser cumplidas por el
suministrante durante períodos determinados, el contrato se entiende celebrado según las necesidades normales del
suministrado al tiempo de su celebración. Si sólo se convinieron cantidades máximas y mínimas, el suministrado tiene el
derecho de determinar la cantidad en cada oportunidad que corresponda, dentro de esos límites. Igual derecho tiene
cuando se haya establecido solamente un mínimo, entre esta cantidad y las necesidades normales al tiempo del contrato.
El artículo 1178 es supletorio en el caso en que le contrato haya sido pactado por las partes para realizar entregas en
períodos determinados y no se haya establecido la cuantía a ser entregada o prestada. En ese supuesto, el volumen a
suministrar se entiende que es igual a cada período a las necesidades normales del suministrado al tiempo de
perfeccionamiento del contrato.
iv. Deber de dar aviso.Art. 1179. – Aviso. Si las cantidades a entregar en cada período u oportunidad pueden variarse,
cada parte debe dar aviso a la otra de la modificación en sus necesidades de recepción o posibilidades de entrega, en la
forma y oportunidades que pacten. No habiendo convención, debe avisarse con una anticipación que permita a la otra
parte prever las acciones necesarias para una eficiente operación.
Esto es una derivación el principio de buena fe contractual y de la prohibición de abusarse del derecho, aunque la regla de
este artículo otorga una mayor precisión.
C. Precio y determinación.
Art. 1181. – Precio. A falta de convención o uso en contrario, en las prestaciones singulares, el precio:
a) se determina según el precio de prestaciones similares que el suministrante efectúe en el tiempo y lugar de cada
entrega, si la prestación es de aquellas que hacen a su giro ordinario de negocios o modo de vida;
b) en su defecto, se determina por el valor corriente de plaza en la fecha y lugar de cada entrega;
c) debe ser pagado dentro de los primeros diez días del mes calendario siguiente a aquel en que ocurrió la entrega.
D. Pacto de preferencia.
Art. 1182. – Pacto de preferencia. El pacto mediante el cual una de las partes se obliga a dar preferencia a la otra en la
celebración de un contrato sucesivo relativo al mismo o similar objeto, es válido siempre que la duración de la obligación
no exceda de tres años. La parte que desee contratar con terceros el reemplazo total o parcial del suministro cuyo plazo ha
expirado o expirará en fecha próxima, debe dar aviso a la otra de las condiciones en que proyecta contratar con terceros,
en la forma y condiciones pactadas en el contrato. La otra parte debe hacer uso de la preferencia, haciéndolo saber según
lo acordado. A falta de estipulación en el contrato, se aplican la forma y condiciones de uso. En su defecto, una parte debe
notificar por medio fehaciente las condiciones del nuevo contrato con una antelación de treinta días a su terminación y la
otra debe hacer saber por igual medio si utilizará el pacto de preferencia dentro de los quince días de recibida la
notificación. En caso de silencio de ésta, expira su derecho de preferencia.
Explica Bueres que el mecanismo para ejercer el pacto consiste en notificar a la contraparte contractual cuáles son las
condiciones en las que se pretende contratar con terceros para ver si el beneficiario del pacto de preferencia acepta
contratar en las mismas condiciones que estos terceros. Esa notificación se debe hacer de acuerdo con lo pactado en el
contrato y lo mismo la aceptación. En caso de ausencia de pacto, se debe notificar por medio fehaciente y treinta días
antes del vencimiento del contrato, debiendo la respuesta ser por igual medio y dentro de los quince días. En caso de no
ser ejercida la preferencia de esta forma, el contratante que otorgó la preferencia queda liberado para contratar con
terceros sin consecuencias.
G. Normas supletorias.
Art. 1186. – Norma supletorias. En tanto no esté previsto en el contrato o en las normas precedentes, se aplican a las
prestaciones singulares las reglas de los contratos a las que ellas correspondan, que sean compatibles.
Por ejemplo, si el compromiso de suministro es sobre cosas muebles, las prestaciones singulares se reirán por la
compraventa de ese tipo de bienes, y si es de limpieza de un predio, por la de locación de servicios.
2. Locación
A. Definición
i. Viejo Código. Según el art. 1493: "Habrá locación, cuando dos partes se obliguen recíprocamente, la una a conceder el
uso o goce de una cosa, o a ejecutar una obra, o prestar un servicio, y la otra a pagar por ese uso, goce, obra o servicio un
precio determinado en dinero. El que paga el precio se llama en este Código locatario o arrendatario o inquilino, y el que lo
recibe, locador o arrendador. El precio se llama también arrendamiento o alquiler"
López hace un análisis sobre esa cuestión, estableciendo que El art. 1493 crea la falsa impresión de que hay un contrato
tipo con cuatro subtipos: locación de uso, locación de goce, locación de obra y locación de servicios. Pero el análisis
conduce a que el pretendido tipo "locación" no existe. La palabra "locación" solo refleja una unidad lingüística, porque no
hay reglas generales que se apliquen a los pretendidos subtipos, cualquiera que sea el número de ellos que se detecte.
Para que pudiera hablarse de algo más que de una unidad lingüística, y configurarse la existencia de un tipo dentro del cual
la locación de cosas fuera un mero subtipo (como, v.g. la cesión-venta es un subtipo dentro de la cesión), sería preciso
detectar la existencia de reglas comunes a la locación de cosas y a la locación de actividad. Pero, examinando uno a uno los
seis artículos introductorias que atendiendo al método del Código parecieran ser generales, se advierte que no son aptos
para dar la estructura de un tipo genérico. Para la doctrina dominante, el número de casos contemplados por el Código es
de tres: locación de cosa (locatio-conductio reí), locación de servicios (locatio-conductiooperarum)y locación de obra
(locatio-conductiooperisp). Discrepamos: A. En la estructura de nuestro Código, partiendo del art. 1493, y teniendo en
cuenta, luego, la regulación concreta, encontramos no tres, sino, según la perspectiva que se adopte, ya dos, ya cuatro
casos. Cuatro casos, si estamos a la letra del art. 1493: uso, goce, obra, servicio. Dos casos, si reagrupamos esos cuatro
casos, como debemos hacerlo, atendiendo a la regulación concreta, que permite formar, por un lado, con la locación de
uso y la locación de goce, el tipo "locación de cosas" y por el otro, formar con la locación de servicios y la locación de obra,
el tipo "locación de actividad”.
ii. Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación.Art. 1187. – Definición. Hay contrato de locación si una parte se obliga a
otorgar a otra el uso y goce temporario de una cosa, a cambio del pago de un precio en dinero. Al contrato de locación se
aplica en subsidio lo dispuesto con respecto al consentimiento, precio y objeto del contrato de compraventa.
El art. 1187 establece un sistema en el cual sólo se regula la locación de cosas, utilizando el término “temporario” como
novedad; por otra parte, al igual que el sistema anterior, se aplican algunos de los requisitos de la compraventa.
B. Forma. At. 1188. – Forma. Oponibilidad. El contrato de locación de cosa inmueble o mueble registrable, de una
universalidad que incluya a alguna de ellas, o de parte material de un inmueble, debe ser hecho por escrito. Esta regla se
aplica también a sus prórrogas y modificaciones.
El CC no establecía forma alguna, sí la disponía la ley de locaciones, que instaba a la instrumentación del contrato
cumpliendo una doble función, la de reflejar sus derechos y posibilitar su ejercicio. El art. 1188 establece una novedad
importante en cuanto a la forma, que debe ser por escrito, sin determinar si es pública o privada, y por otra parte,
específicamente, refiere a las cosas muebles registrables (automóvil) o una universalidad (fondo de comercio).
1. Uso y goce.
Se ha pretendido distinguir, señalando que la locación apunta al uso y goce, en tanto que el comodato solo al uso. Pero
esta distinción no es esencial:
a) Podemos concebir una locación que solo sea del uso.
b) Y podemos imaginar un comodatario que, además del uso, tenga el goce.
2. La onerosidad.
Están más próximos a la determinación del criterio aplicable, aquellos que observan que la distinción radica en esto: el
comodato es un contrato gratuito, en tanto que la locación es un contrato oneroso. Realmente, en la generalidad de los
casos, con tal criterio basta para distinguir entre ambos contratos. Sin embargo, esto debe tomarse con ciertas reservas,
pues puede concebirse un comodato con cargos, y una mixión entre locación y comodato.
ii. Depósito. La doctrina suele marcar la diferencia entre ambos tipos contractuales recordando que la locación de cosas es
un contrato oneroso, consensual, por el cual se concede el uso o el goce, en tanto que el depósito es un contrato gratuito,
real y por él no se concede el uso de la cosa.
Sin embargo, razona López de Zavalía esto es erróneo y conduce a inútiles negaciones cuando, saliendo del terreno de los
contratos puros, se enfrente el esquema de las combinaciones contractuales:
a) La locación de cosas es un contrato oneroso, pero que el depósito sea gratuita es una afirmación que debe tomarse con
reservas.
b) La locación de cosas es un contrato consensual, y el depósito es un contrato real. Así es en nuestro sistema, pero no por
necesidad de tipos, sino más bien por razones históricas. Si la historia se hubiera desarrollado en otro sentido, nada
impediría que se estructurara a los dos contratos como consensuales, o como reales.
c) En cuanto al distingo que quiere establecerse observando que a través de la locación se concede el uso o goce, en tanto
que por el depósito no, olvida que hay una locación de uso sin goce, y que el CC no deja de haber depósito si se concede el
uso.
La real distinción, dice López, está en la finalidad que persigue quien entrega o debe entregar la cosa. La locación es con
fines de rentas, en tanto que el depósito persigue la guarda de la cosa.
iii. Compraventa. Las afinidades saltan a la vista: en ambos contratos hay cosa y precio. Por ello, se aplica a la locación de
cosas la regla de “Al contrato de locación se aplica en subsidio lo dispuesto con respecto al consentimiento, precio y objeto
del contrato de compraventa”.
Esa afirmación es de vieja raigambre. Ya en Gayo se encuentra sustentada la comunidad de principios entre ambos
contratos que los antiguos confundían en sus expresiones verbales, empleando “emtpiovenditio” como equivalente de
“locatioconductio”.
López prefiere comparar la locación de goce con la venta de frutos. El parecido llega a su punto máximo cuando el
comprador de frutos verifica la cosecha… En ambos casos, locatario y comprador tienen derechos a los frutos y ambos
usan la cosa para la actividad de la cosecha.
a) López establece que el criterio de distinción no está en el nombre que las partes hayan dado a un contrato. Por un lado,
pueden no haberle dado nombre alguno; por el otro, pueden haberle dado un nombre impropio, y los contratos son lo que
son y no lo que las partes dicen que son.
b) El criterio tampoco está en la forma de pago del precio. Explica que Caroccius pensó que, siendo el precio fraccionado,
el contrato era de locación, y siendo global, era de venta. Cuestión que no procede por cuanto la locación puede ser con
precio global, y la venta puede ser con precio fraccionado.
c) La diferencia tampoco reside en la duración del contrato. Pothier pensó que si el contrato era por más de nueve años se
reputaba venta de frutos, y en caso contrario, locación. Dice López: “para juzgar esa tesis dentro del sistema de nuestro
Derecho, reemplacemos los nueve años de Pothier por los diez años del art. 1505 y advertiremos que un contrato por más
de diez años, no deja por ello de ser locación, sino que queda legalmente reducido a ese plazo”.
d) El criterio tampoco está en la extensión de la utilización, sea cuantitativa, sea de aprovechamiento. No interesa la
extensión cuantitativa, por cuanto puede usarse todo el inmueble o parte de él. Tampoco interesa la extensión del
aprovechamiento, pues puede locarse para ciertos aprovechamientos, y no para otros.
e) Concluye retornando a la afirmación inicial: el criterio está en la calidad de la utilización. La locación exige una utilización
locativa y no meramente traditiva.
iv. Usufructo. Quienes crean que el derecho del locatario es de naturaleza real, deberían concluir, mal que les pese, que el
contrato de locación es directamente una vente que sirve de título al derecho real de locación. Para esa tesis, la diferencia
entre el contrato que sirve de título al derecho real del locatario, y el que sirve de título al derecho del usufractario, o al
del usuario, debiera limitarse al tipo de derecho.
Para quienes entienden que el derecho del locatario es, tanto antes, como después de la tradición, un derecho personal, la
diferencia es más profunda, pues no sólo está en juego el tipo de derecho, sino la naturaleza de la misma, que es real para
el de usufructo y para el de uso, y personal para el del locatario.
A. La cosa.
La locación se refiere a cosas y no a derechos. La doctrina se pregunta si se locan los derechos de caza, de pastaje, de una
patente de invención, de una concesión hidráulica, ferroviaria, de transporte, los reales de usufructo, uso, habitación, etc.
López afirma que respecto de los casos de “locación de derechos”, son directamente locación de cosas, o son un contrato
que no es de locación.
A- Los derechos reales de usufructo, uso, habitación, no se arriendan, y en general, nos e arrienda ningún derecho real. Si a
propósito de ellos se quiere hablar de locación, lo que estará en juego es la locación de la cosa que es el objeto del
derecho real.
B- Con insistencia se habla de la locación de los derechos de caza y de pesca. Como estas actividades no se llevan a cabo
desde la cuarta dimensión, lo locado siempre será un fundo par aun unos limitado.
C- Podríamos seguir multiplicando los ejemplos de pretendidos alquileres de derechos que son locaciones de cosas, pero,
dejando todos esos casos a un lado, resulta evidente que quedan otros en los que no aparecen cosas. ¿Qué ocurre cuando
está en juego, v. g., el nombre comercial, una patente de invención? Respondemos: el contrato no es de locación, sino de
cesión de derechos por tiempo limitado.
Art. 1192. – Cosas. Toda cosa presente o futura, cuya tenencia esté en el comercio, puede ser objeto del contrato de
locación, si es determinable, aunque sea sólo en su especie. Se comprenden en el contrato, a falta de previsión en
contrario, los productos y los frutos ordinarios.
Las cosas inexistentes no podían constituir materia de contrato de locación, en cambio si podían serlo las cosas futuras,
porque a su locación se le aplicaban las normas de la compraventa, pero en este caso el locador tomaba a su cargo la
responsabilidad por la existencia de la cosa a la época en el que el contrato debía cumplirse.
B. Caracteres
Art. 1193. – Contrato reglado por normas administrativas. Si el locador es una persona jurídica de derecho público, el
contrato se rige en lo pertinente por las normas administrativas y, en subsidio, por las de este Capítulo.
El CC contenía una expresión amplia en cuanto se refería a que podían darse en arrendamiento las cosas que estuvieran
fuera del comercio, limitando sus alcances al referirse a que de los bienes públicos sólo se debían dar en locación aquellos
cuyo arrendamiento no dificultara ni impidiese el uso de dicho bien por la comunidad. Debía ser entonces una locación
parcial, limitada, provisional, y restringida a la ocupación de determinados espacios reducidos, siempre efectuada
mediante “contratos administrativos de ocupación temporaria” o “permisos precarios”, en virtud del destino o uso que se
le fuere a dar, prevaleciendo la potestad estatal de ponerles término en aras del interés público. El art. 1193 directamente
establece la aplicación de las normas del d’ administrativo y excepcionalmente las del CCCN.
E. Locación habitacional.
Art. 1196. – Locación habitacional. Si el destino es habitacional, no puede requerirse del locatario:
a) el pago de alquileres anticipados por períodos mayores a un mes;
b) depósitos de garantía o exigencias asimilables, por cantidad mayor del importe equivalente a un mes de alquiler por
cada año de locación contratado;
c) el pago de valor llave o equivalentes.
El art. 1196 incorpora el texto del art. 7º de la ley 23.091.
F. El tiempo de la locación.
i. Plazo máximo. Art. 1197. – Plazo máximo. El tiempo de la locación, cualquiera sea su objeto, no puede exceder de
veinte años para el destino habitacional y cincuenta años para los otros destinos. El contrato es renovable expresamente
por un lapso que no exceda de los máximos previstos contados desde su inicio.
El CC disponía que la locación o podía ser por un plazo mayor de diez años, por tanto, establecía un límite temporal, y por
otra parte, si el plazo era mayor a lo diez años el contrato era nulo, sinoque simplemente dicho plazo marcaba la
finalización del contrato; no se establecía objeto de la locación para determinar el plazo. El art. 1197 aumenta los plazos de
la locación a veinte años para los destinados a vivienda y a cincuenta para otros destinos.
Dice López de Zavalía, que Vélez en su nota al art. 1505 fundamenta la limitación a diez años en tres razones: De economía
social (pues un arrendamiento hace que la cosa no se mejore), de movilidad del tráfico negocial (pues sería sumamente
vergonzoso para la enajenación de las cosas), y de conveniencia para el régimen hereditario (para no embarazar la división
de las herencias). Retorna tangencialmente sobre el tema, en la nota al art. 2505 donde fustiga las leyes que desde la Edad
Media “crearon derechos reales por el arrendamiento perpetuo o por el contrato de cultura perpetra, y por mil otros
medios”. Ahora bien, ¿se contarán los veinte años desde la medianoche del contrato, o por “veinte años” debe entenderse
veinte años de uso o goce?
A. López dice que un examen de los textos legales convence de que el “tiempo de locación” es de uso/goce. Lo dice así
porque en artículo del Código de Vélez se establecen obligaciones de “mantener al locatario en el goce pacífico de ella por
todo el tiempo de la locación”.
B. Pero, si los diez años son de uso o goce, ¿se admitirá que el plazo suspensivo que difiera el cómputo de su comienzo
tenga cualquier duración? ¿Se admitirá, v.g., que tenga treinta, cuarenta, cien años, o más? López piensa que, de
plantearse el tema, debe ser resuelto así: el plazo máximo suspensivo es de veinte años.
ii. Plazo mínimo de la locación de inmueble.Art. 1198. – Plazo mínimo de la locación de inmueble. El contrato de locación
de inmueble, cualquiera sea su destino, si carece de plazo expreso y determinado mayor, se considera celebrado por el
plazo mínimo legal de dos años, excepto los casos del artículo 1199. El locatario puede renunciar a este plazo si está en la
tenencia de la cosa.
El art. 2º de la ley 23.091 establecía el plazo mínimo de las locaciones con destino a vivienda, con o sin muebles, en dos
años, y un plazo mínimo de tres años para los restantes destinos, pero con el beneficio para el locatario de renunciar al
plazo si encontraba en la tenencia de la cosa. El art. 1198 repite el plazo mínimo, pero sin distinguir el destino que sele dé
al objeto, y con el beneficio para el locatario de renunciar al plazo si se encuentra en la tenencia de la cosa. Para los demás
destinos se aplica el artículo siguiente.
iii. Excepciones en el plazo mínimo legal. Art. 1199. – Excepciones la plazo mínimo legal. No se aplica el plazo mínimo
legal a los contratos de locación de inmuebles o parte de ellos destinados a:
a) sede de embajada, consulado u organismo internacional, y el destinado a habitación de su personal extranjero
diplomático o consular;
b) habitación con muebles que se arrienden con fines de turismo, descanso o similares. Si el plazo del contrato supera los
tres meses, se presume que no fue hecho con esos fines;
c) guarda de cosas;
d) exposición u oferta de cosas o servicios en un predio ferial. Tampoco se aplica el plazo mínimo legal a los contratos que
tengan por objeto el cumplimiento de una finalidad determinada expresada en el contrato y que debe normalmente
cumplirse en el plazo menor pactado.
El art. 2º de la ley 23.091 dejaba excluidas del plazo mínimo: a) las contrataciones para sedes de embajadas, consulados y
organismos internacionales; b) las locaciones de viviendas con muebles que se arrendaran con fines de turismo, en zonas
aptas para ese destino. Cuando el plazo de alquiler superaba los seis meses, se presumía que no era de turismo; c) Las
ocupaciones de espacios o lugares destinados a la guarda de animales, vehículos u otros objetos y los garajes espacios que
formasen parte de un inmueble destinado a vivienda y otro fines, y que hubieran sido locados, por separado, a los efecto
de guarda de animales, vehículos u otros objetos; d) las locaciones de puestos en mercados o ferias; e) las locaciones en
que lo Estado Naicional/Pvcial., Municipios o Entes Autárquicos sean parte como inquilinos.
4. Efectos de la locación
ii. Pago de mejoras. Art. 1202. – Pagar mejoras. El locador debe pagar las mejoras necesarias hechas por el locatario a la
cosa locada, aunque no lo haya convenido, si el contrato se resuelve sin culpa del locatario, excepto que sea por
destrucción de la cosa.
Para que el locador quedara obligado a pagar las mejoras debían estar autorizadas, haberse asumido su costo y fijado un
gasto máximo. Se establecía la diferencia entre mejoras necesarias y mejoras útiles, que estaba dada porque las primeras
eran aquellas que debían realizarse para la conservación de la cosa alquilada, en cambio, las segundas importaban una
modificación material que aumentaba el valor locativo de la finca. El art. 1202 establece que se deben pagar las mejoras,
pero sólo las necesarias hechas por le locador aunque no se haya convenido, estableciendo el límite de la culpa del
locatario.
iii. Frustración del uso o goce de la cosa. Art. 1203. – Frustración del uso o goce de la cosa. Si por caso fortuito o fuerza
mayor, el locatario se ve impedido de usar o gozar de la cosa, o ésta no puede servir para el objeto de la convención,
puede pedir la rescisión del contrato, o la cesación del pago del precio por el tiempo que no pueda usar o gozar de la cosa.
Si el caso fortuito no afecta a la cosa misma, sus obligaciones continúan como antes.
Dado el caso de fuerza mayor, el locador respondía por las prohibiciones de la cosa que la Administración Pública hubiera
impuesto en uso de sus facultades, limitando o impidiendo el uso y goce de la cosa por parte del locatario, pero si el
impedimento fue sin derecho, el arrendatario debía reclamar lo daños y perjuicios de quienes lo ejecutaron o provocaron,
ello porque el locador no estaba obligado ante los actos ilegales de que sea víctima el locatario. Si el locatario, por acciones
de terceros que conocía al celebrar el contrato, fue privado del uso y goce de la cosa, sólo podía reclamar el cese de su
obligación de pagar el precio del alquiler, o que éste disminuyera, pero no a que se lo indemnizara por los daños y
perjuicios si no hubo pacto al respecto. El art. 1203 sólo se refiere a la fuerza mayor o caso fortuito como fenómeno de
frustración, en cuyo caso se puede pedir la rescisión del contrato o no pagar el alquiler durante el tiempo del impedimento
del uso y goce.
iv. Pérdida de luminosidad del inmueble.Art. 1204. –Pérdida de luminosidad del inmueble. La pérdida de luminosidad del
inmueble urbano por construcciones en las fincas vecinas, no autoriza al locatario a solicitar la reducción del precio ni a
resolver el contrato, excepto que medie dolo del locador.
El locador no estaba obligada con el locatario por los hechos de terceros, que no pretendan la propiedad, servidumbre,
uso o goce de la cosa. El locatario no tenía acción contra el locador. El art. 1204 determina a la pérdida de la luminosidad
como un hecho ajeno al locador y no autoriza a solicitar ningún tipo de reparación, salvo en caso de dolo.
ii. De conservación, destrucción. Art. 1206. – Conservar la cosa en buen estado. Destrucción. El locatario debe mantener
la cosa y conservarla en el estado en que la recibió. No cumple con esta obligación si la abandona sin dejar quien haga sus
veces. Responde por cualquier deterioro causado a la cosa, incluso por visitantes ocasionales, pero no por acción del
locador o sus dependientes; asimismo responde por la destrucción de la cosa por incendio no originado en caso
fortuito.Por el art. 1556 el locatario estaba obligado a conservar la cosa en buen estado. El art. 1561 insistía sobre el tema:
“Debe conservar la cosa en buen estado…” En el art. 1562 el CC enumeraba casos en los que dicha obligación se
encontraba incumplida, para luego entrar en una frondosa y excesivamente detallada reglamentación. El régimen de la
CCyCN establece la obligatoriedad con un criterio similar al del CC de mantener la cosa en buen estado, como así también
en el caso de incendio responde siempre y cuando no fuera originado por caso fortuito.
iii. De mantenimiento, reparaciones. Art. 1207. – Mantener la cosa en buen estado. Reparaciones. Si la cosa es mueble,
el locatario tiene a su cargo el gasto de su conservación y las mejoras de mero mantenimiento; y sólo éstas si es inmueble.
Si es urgente realizar reparaciones necesarias puede efectuarlas a costa del locador dándole aviso previo.
En el CC, se incumplía la obligación de conservar la cosa en buen estado, cuando el locatario dejare de hacer las mejoras a
las que se obligó. En realidad, aquí no se habla de “conservar” sino de “mejorar”. En cuanto a la sanción de este
incumplimiento, el CC disponía:
a) Si el locatario dejó de hacer las mejoras prometidas “sin haber por ello recibido cantidad alguna del locador u otra
ventaja”, el locador “podrá demandar que las haga en un plazo designado, con conminación de resolver el contrato”.
b) Si el locatario recibió alguna cantidad para hacerlas, el locador podrá actuar “conminándolo a volver la suma recibida
con los intereses, o el pago del alquiler disminuido”.
Además, corrían a cargo del locatario las reparaciones de aquellos deterioros que reúnen dos características: ser de
entidad menor, y ser del tipo que regularmente son ocasionados por la actividad de las personas que habitan el edificio.
Ambas características eran objetivas, por ello López entendía que el locatario no podía descargarse de su obligación de
reparar, so pretexto de v.g., que en el caso el deterioro ha procedido de caso fortuito o es el resultado natural del uso o
goce. Por otro lado, el art. 1530 disponía que el locatario estaba obligado a poner en conocimiento del locador, en el
tiempo más mínimo posible, toda usurpación o novedad dañosa a su derecho. El art. 1207 del CCyCN sigue el mismo
principio de la normativa anterior.
iv. De pagar el canon, cargas y contribuciones. Art. 1208. – Pagar el canon convenido. La prestación dineraria a cargo del
locatario se integra con el precio de la locación y toda otra prestación de pago periódico asumida convencionalmente por
el locatario. Para su cobro se concede vía ejecutiva. A falta de convención, el pago debe ser hecho por anticipado: si la
cosa es mueble, de contado; y si es inmueble, por período mensual.
El art. 1208 incorpora al precio toda prestación, acordada previamente; también como novedad, diferencia si la cosa es
mueble o inmueble.
Art. 1209. – Pagar cargas y contribuciones por la actividad. El locatario tiene a su cargo el pago de las cargas y
contribuciones que se originen en el destino que dé a la cosa locada. No tiene a su cargo el pago de las que graven la cosa,
excepto pacto en contrario.
En el contexto de la antigua normativa sólo eran a cargo del locatario aquellos impuestos y contribuciones que se
vinculaban con la actividad específica explotada en el bien locado. El principio sigue igual al del CC, es decir, el inquilino
debe pagar las cargas y contribuciones de la actividad, evidentemente se refiere a una actividad comercial, no así las que
graven la cosa, por ejemplo, hipotecas, salvo pacto en contrario.
v. De restituir la cosa. Art. 1210. – Restituir la cosa. El locatario, al concluir el contrato, debe restituir al locador la cosa en
el estado en que la recibió, excepto los deterioros provenientes del mero transcurso del tiempo y el uso regular. También
debe entregarle las constancias de los pagos que efectuó en razón de la relación locativa y que resulten atinentes a la cosa
o a los servicios que tenga.
El CC disponía que al concluir la locación debía devolverse la cosa arrendada como se la recibió, El art. 1210 sigue el mismo
lineamiento que el CC.
D. Régimen.
Art. 1212. – Violación al régimen de mejoras. La realización de mejoras prohibidas en el artículo 1211 viola la obligación
de conservar la cosa en el estado en que se recibió.
Nuestro Código distingue, clara y correctamente, entre la cesión de la locación y la sublocación. Hay una diferencia de
naturaleza jurídica, y por ende, de, régimen. Para los antiguos autores franceses, entre cesión de la locación y sublocación
no había diferencia de naturaleza jurídica, sino de una forma distinta de denominar a un único negocio jurídico, según la
extensión que alcanzara en punto al objeto. Si el negocio se refería a la totalidad de la cosa, se hablaba de cesión, y si solo
abarcaba parte de ella, se hablaba de sublocación. En Troplong todavía alienta algo de la doctrina antigua. Pero Marcadé
se lanzó directamente contra ella, y él es uno de los expositores de la doctrina moderna, que es la tesis que persigue
nuestro Código.
a) No estamos ante un problema de nombres.
b) Lo que está en juego es la naturaleza jurídica de la operación. La cesión de la locación es cesión, mientras que la
sublocación es una nueva “locación”.
La diferencia es profunda, por cuanto en la cesión hay transmisión de la posición contractual, en tanto que en la
sublocación hay creación de una nueva relación locativa que reconoce a la anterior como base.
A. Cesión.
Art. 1213. – Cesión. El locatario sólo puede ceder su posición contractual en los términos previstos en los artículos 1636 y
siguientes. La cesión que no reúna tales requisitos viola la prohibición de variar el destino de la cosa locada. La prohibición
contractual de ceder importa la de sublocar y viceversa. Se considera cesión a la sublocación de toda la cosa.
La cesión de la locación consistía en transferir a otra persona, a título de cesión de los derechos y obligaciones que se
tenían por efecto o como consecuencia de un contrato de locación, en el cual el cedente era el locatario, importando el
traspaso de los derechos locativos. En cuanto a la prohibición tanto de ceder como de sublocar, podía hacerlo si no estaba
prohibida; sin perjuicio de ello, el CC establecía es la posibilidad pese a la prohibición cuando las condiciones que ofreciera
el cesionario o el sublocatario fueran de solvencia y buen crédito. No obstante, el locador tenía la posibilidad de impugnar
judicialmente dichas condiciones cuando las hubiera considerado insuficientes. Dice López que cualquier crédito puede ser
cedido. En consecuencia, es imaginable una cesión de créditos del locatario contra el locador. Pero no es de esa operación
jurídica -cesión de créditos- que el Código se ocupa aquí. Lo que tiene en mira es algo más complejo: la cesión del
contrato. La cesión del contrato no es ni una pura cesión de créditos, ni una pura cesión de deudas, ni tampoco una
acumulación entre la cesión de créditos y la cesión de deudas. Es una institución con perfiles propios, entre las cuales
quedan incluidos créditos, deudas, y el enlace que entre créditos y deudas existe. El art. 1213 remite a la cesión de
derechos en general, y entre ellas se observa la notificación a las otras partes en la forma que se realizó al deudor cedido.
Establece un plazo de treinta días para notificar el incumplimiento de los derechos y obligaciones. El sistema es mucho más
sencillo y, por otra parte, la prohibición de la cesión también implica la de sublocar.
B. Sublocación.
Art. 1214. – Sublocación. El locatario puede dar en sublocación parte de la cosa locada, si no hay pacto en contrario. Para
ello debe comunicar al locador, por medio fehaciente, su intención de sublocar e indicarle el nombre y domicilio de la
persona con quien se propone contratar, y el destino que el sublocatario asignará a la cosa. El locador sólo puede
oponerse por medio fehaciente, dentro del plazo de diez días de notificado. El silencio del locador importa su conformidad
con la sublocación propuesta. La sublocación contratada pese la oposición del locador, o con apartamiento de los términos
que se le comunicaron, viola la prohibición de variar el destino de la cosa locada.
La sublocación es un subcontrato que consiste en una nueva locación que reconoce como base la locación originaria y
subsistente otorgando aquí la ley acciones directas. Corresponde examinar tres órdenes de relaciones:
D. Acciones directas.
Art. 1216. – Acciones directas. Sin perjuicio de sus derechos respecto al locatario, el locador tiene acción directa contra el
sublocatario para cobrar el alquiler adeudado por el locatario, en la medida de la deuda del sublocatario. También puede
exigir de éste el cumplimiento de las obligaciones que la sublocación le impone, inclusive el resarcimiento de los daños
causados por uso indebido de la cosa. Recíprocamente, el sublocatario tiene acción directa contra el locador para obtener
a su favor el cumplimiento de las obligaciones asumidas en el contrato de locación. La conclusión de la locación determina
la cesación del subarriendo, excepto que se haya producido por confusión.
El CC establecía que la realización de la cesión y del subarriendo prohibido facultaba al locador a resolver el contrato y
exigir el pago de los daños y perjuicios. Para ejercer la acción directa, el cesionario debía probar que el cedente y él habían
cumplido sus obligaciones. El locador, mientras no liberara al locatario cedente, tenía acción tanto contra éste como
contra el cesionaro de la locación, existiendo solidaridad de parte de los obligados. También el sublocatario podía exigir
directamente del arrendador el cumplimiento de las obligaciones que éste hubiera contraído con el locatario.
El CCyCN establece criterios parecidos para el ejercicio de la acción directa, finalizando que la conclusión de la locación
determina la cesación del subarriendo, excepto que se haya producido por confusión.
E. Extinción de la locación.
i. Causas.Art. 1217. – Extinción de la locación. Son modos especiales de extinción de la locación:
a) el cumplimiento del plazo convenido, o requerimiento previsto en el artículo 1218, según el caso;
b) la resolución anticipada.
El art. 1604 del CC determinaba que la locación finalizaba por dos causas que han sido calificadas de “normales”, porque, a
diferencia de las cinco restantes, suponen que la relación locativa se desarrollaba en el tiempo sin que nada “anormal”
ocurra. El art. 1217 establece sólo los supuestos del cumplimiento del plazo o a la resolución anticipada, diferenciándose
ampliamente del sistema anterior.
ii. Continuación de la locación concluida. Art. 1218. – Continuación de la locación concluida. Si vence el plazo convenido o
el plazo mínimo legal en ausencia de convención, y el locatario continúa en la tenencia de la cosa, no hay tácita
reconducción, sino la continuación de la locación en los mismos términos contratados, hasta que cualquiera de las partes
dé por concluido el contrato mediante comunicación fehaciente.
La recepción de pagos durante la continuación de la locación no altera lo dispuesto en el primer párrafo.
Antes debía distinguirse de la prórroga de la locación, en cuanto ésta configura un instituto propio de los contratos de
tracto sucesivo que importan u nuevo acuerdo de voluntades, mientras que la continuación establecida no exigía una
nueva declaración negocia, sino que surgía del silencio. El sistema del CCyCN sigue los principios del anterior, remarcando
que la recepción de los pagos durante la continuación del contrato no altera el principio general.
iii. Resolución
1. Imputable al locatario.
Art. 1219. – Resolución imputable al locatario. El locador puede resolver el contrato:
a) por cambio de destino o uso irregular en los términos del artículo 1205;
b) por falta de conservación de la cosa locada, o su abandono sin dejar quien haga sus veces;
c) por falta de pago de la prestación dineraria convenida, durante dos períodos consecutivos.
2. Imputable al locador.
Art. 1220. – Resolución imputable al locador. El locatario puede resolver el contrato si el locador incumple:
a) la obligación de conservar la cosa con aptitud para el uso y goce convenido;
b) la garantía de evicción o la de vicios redhibitorios.
iv. Resolución anticipada. Art. 1221. – Resolución anticipada. El contrato de locación puede ser resuelto anticipadamente
por el locatario:
a) si la cosa locada es un inmueble y han transcurrido seis meses de contrato, debiendo notificar en forma fehaciente su
decisión al locador. Si hace uso de la opción resolutoria en el primer año de vigencia de la relación locativa, debe abonar al
locador, en concepto de indemnización, la suma equivalente a un mes y medio de alquiler al momento de desocupar el
inmueble y la de un mes si la opción se ejercita transcurrido dicho lapso;
b) en los casos del artículo 1199, debiendo abonar al locador el equivalente a dos meses de alquiler.
La norma establecía la posibilidad de resolver anticipadamente el contrato con las siguientes condiciones: debía tratase de
locaciones urbanas cualquiera fuera le destino; debían de haber transcurrido por lo menos seis meses de vigencia de la
relación locativa; el inquilino tenía que manifestar su voluntad extinguía con sesenta días de anticipación; se debía pagar
una indemnización que variaba si la resolución anticipada se ejercía en el primer año de vigencia del contrato, que
equivalía a un mes y medio o si se ejercía en el segundo año, equivalía a un mes.
F. Efectos de la extinción.
i. Intimación de pago.Art. 1222. – Intimación de pago. Si el destino es habitacional, previamente a la demanda de desalojo
por falta de pago de alquileres, el locador debe intimar fehacientemente al locatario el pago de la cantidad debida,
otorgando para ello un plazo que nunca debe ser inferior a diez días corridos contados a partir de la recepción de la
intimación, consignando el lugar de pago.
El art. 1222 establece como novedad un sistema netamente procedimental para el supuesto desalojo.
ii. Desalojo. Art. 1223. – Desalojo. Al extinguirse la locación debe restituirse la tenencia de la cosa locada. El
procedimiento previsto en este Código para la cláusula resolutoria implícita no se aplica a la demanda de desalojo por las
causas de los artículos 1217 y 1219, inciso c). El plazo de ejecución de la sentencia de desalojo no puede ser menor a diez
días.
iii. Mejoras útiles o suntuarias. Art. 1224. – Facultades sobre las mejoras útiles o suntuarias. El locatario puede retirar la
mejora útil o suntuaria al concluir la locación; pero no puede hacerlo si acordó que quede en beneficio de la cosa, si de la
separación se sigue daño para ella, o separarla no le ocasiona provecho alguno. El locador puede adquirir la mejora hecha
en violación a una prohibición contractual, pagando el mayor valor que adquirió la cosa.
iv. Caducidad de la fianza. Art. 1225. – Caducidad de la fianza. Renovación. Las obligaciones del fiador cesan
automáticamente al vencimiento del plazo de la locación, excepto la que derive de la no restitución en tiempo del
inmueble locado. Se exige el consentimiento expreso del fiador para obligarse en la renovación o prórroga expresa o
tácita, una vez vencido el plazo del contrato de locación. Es nula toda disposición anticipada que extienda la fianza, sea
simple, solidaria como codeudor o principal pagador, del contrato de locación original.
v. Derecho de retención. Art. 1226. – Facultad de retención. El ejercicio del derecho de retención por el locatario lo
faculta a percibir los frutos naturales que la cosa produzca. Si lo hace, al momento de la percepción debe compensar ese
valor con la suma que le es debida.
UNIDAD 13
1. El contrato de Leasing
A. Concepto.
Art. 1227. – Concepto. En el contrato de leasing el dador conviene transferir al tomador la tenencia de un bien cierto y
determinado para su uso y goce, contra el pago de un canon y le confiere una opción de compra por un precio.
Explicación en español: El leasing o arrendamiento financiero es un producto financiero conformado por un contrato de
arrendamiento con opción de compra mediante el cual una persona o empresa (arrendatario o usuario) solicita a un
banco, institución financiera o sociedad de leasing (arrendador) que adquiera la propiedad de un bien (generalmente
maquinaria) para que posteriormente le ceda su uso a cambio del pago de rentas periódicas (se lo arriende) por un plazo
determinado, y en el cual, una vez concluido, se tenga la opción de comprarle el bien.
El art. 1º de la Ley 25.248 describe al negocio del leasing como la transferencia que hace el dador al tomador de la
tenencia de un bien cierto y determinado, concediéndole su uso y goce mediante el pago de una suma determinada, más
el reconocimiento de una opción de compra, pro un precio determinado o determinable, según procedimientos pactados
entre las partes.
Esta nueva redacción del CCyCN mantiene la concepción del leasing de la ley 25.248, como un negocio mixto integrado por
una locación de cosas y una compraventa, desestimando la operatoria como un negocio de naturaleza financiera.
B. Elementos:
i. Objeto.Art. 1228. – Objeto. Pueden ser objeto del contrato cosas muebles e inmuebles, marcas, patentes o modelos
industriales y software, de propiedad del dador o sobre los que el dador tenga la facultad de dar en leasing.
El art 2º, de la ley 25.248 establece qué tipo de bienes físicos -muebles e inmuebles- o inmateriales susceptibles de valor
pueden ser objeto del contrato de leasing. Se mantiene así la norma de la ley 25.248.
ii. Canon.Art. 1229. – Canon. El monto y la periodicidad de cada canon se determina convencionalmente.
El art. 3º de la ley 25.248 hace referencia al canon que corresponde abonar por el uso y goce del bien afectado al contrato
de leasing, utilizando un término que es más apropiado para identificar la prestación pecuniaria periódica por el
aprovechamiento o explotación de una concesión pública, que ara identificar la amortización de operaciones de naturaleza
financiera.
iii. Precio para ejercer la opción.Art. 1230.- Precio de ejercicio de la opción. El precio de ejercicio de la opción de compra
debe estar fijado en el contrato o ser determinable según procedimientos o pautas pactadas.
El art. 4º de la ley 25.248 conceptúa el precio de la opción de compra, estableciendo que puede estar determinado en el
contrato o ser determinable conforme pautas convenidas (por ejemplo, tasación del bien al momento del ejercicio de la
opción de compra), permitiendo abarcar modalidades operativas financieras o no, según sea la estructura realizada. Más
aún, la redacción de la norma legal permite desdoblar e independizar los negocios en locativo y compraventa, al permitir
fijar precios distintos. La norma demuestra cierto desconocimiento de la estructura y dinámica del leasing como negocio
financiero. Así, el Nuevo CCyCN mantiene la norma de la ley 25.248, nada se contempla para el caso de declinación de la
opción de compra y sus derivaciones.
iv. Forma e inscripción.Art. 1234.- Forma e inscripción. El leasing debe instrumentarse en escritura pública si tiene como
objeto inmuebles, buques o aeronaves. En los demás casos puede celebrarse por instrumento público o privado. A los
efectos de su oponibilidad frente a terceros, el contrato debe inscribirse en el registro que corresponda según la
naturaleza de la cosa que constituye su objeto. La inscripción en el registro puede efectuarse a partir de la celebración del
contrato de leasing, y con prescindencia de la fecha en que corresponda hacer entrega de la cosa objeto de la prestación
comprometida. Para que produzca efectos contra terceros desde la entrega del bien objeto del leasing, la inscripción debe
solicitarse dentro de los cinco días hábiles posteriores. Pasado ese término, produce ese efecto desde que el contrato se
presente para su registración. Si se trata de cosas muebles no registrables o de un software, deben inscribirse en el
Registro de Créditos Prendarios del lugar donde la cosa se encuentre o, en su caso, donde ésta o el software se deba poner
a disposición del tomador. En el caso de inmuebles, la inscripción se mantiene por el plazo de veinte años; en los demás
bienes se mantiene por diez años. En ambos casos puede renovarse antes de su vencimiento, por rogación del dador u
orden judicial.
El art. 8º de la ley 25.248 se refería a la forma del contrato de leasing, requiriendo la escritura pública si el leasing tiene por
objeto bienes inmuebles, buques o aeronaves, o sea, que le contrato en este tipo de bienes reviste carácter solemne y
relativo, dado que su omisión no constituye un vicio que convierte al negocio celebrado en el acto nulo, de nulidad
absoluta, sino que será válido como promesa o contrato preliminar.
C. Modalidades en la elección del bien: distintos supuestos.
Art. 1231.- “Modalidades en la elección del bien”. El bien objeto del contrato puede:
a) comprarse por el dador a persona indicada por el tomador;
b) comprarse por el dador según especificaciones del tomador o según catálogos, folletos o descripciones identificadas por
éste;
c) comprarse por el dador, quien sustituye al tomador, al efecto, en un contrato de compraventa que éste haya celebrado;
d) ser de propiedad del dador con anterioridad a su vinculación contractual con el tomador;
e) adquirirse por el dador al tomador por el mismo contrato o habérselo adquirido con anterioridad;
f) estar a disposición jurídica del dador por título que le permita constituir leasing sobre él.
El art. 5º de la ley 25.248 se refiere a las modalidades de elección del bien objeto del contrato de leasing, especialmente el
denominado “sale and lease back” que consiste en la venta de determinado bien de propiedad del tomador al dador, para
formalizar el contrato de leasing con el propósito de transformar su activo ilíquido en activo líquido, de modo permitir que
el tomador fortalezca así su estructura financiera.
D. Servicios y accesorios.
Art. 1233.- Servicios y accesorios. Pueden incluirse en el contrato los servicios y accesorios necesarios para el diseño, la
instalación, puesta en marcha y puesta a disposición de los bienes dados en leasing, y su precio integrar el cálculo del
canon.
3. Efectos
AGREGAR EL 1242
F. Responsabilidad objetiva.
Art. 1243.- Responsabilidad objetiva. La responsabilidad objetiva emergente del artículo 1757 recae exclusivamente sobre
el tomador o guardián de las cosas dadas en leasing.
Afortunadamente se confirma la exención de la responsabilidad objetiva en favor del dador, para hacerla recaer
exclusivamente en cabeza del tomador o del guardián del a cosa afectad ala contrato de leasing. Exención de fuerte
debate doctrinario, pero que fue convalidad por la jurisprudencia. Se justifica porque la propiedad del bien afectado al
contrato de leasing en cabeza del dador, no es un finen sí mismo, sino un medio para brindar la financiación requerida por
el tomador, para contar con la utilización de ese bien que ha seleccionado y que necesita incorporar a su ciclo productivo.
De modo que la proyectada eliminación de esa exención hubiera implicado un retroceso normativo y un desaliento.
4. Cancelación de la inscripción
A. Distintos supuestos
Art. 1244.- Cancelación de la inscripción. Supuestos. La inscripción del leasing sobre cosas muebles no registrables y
software se cancela:
a) por orden judicial, dictada en un proceso en el que el dador tuvo oportunidad de tomar la debida participación;
b) a petición del dador o su cesionario.
C. Procedimiento de cancelación.
Art. 1246.- Procedimiento de cancelación. Solicitada la cancelación, el encargado del registro debe notificar al dador, en el
domicilio constituido en el contrato, por carta certificada:
a) si el notificado manifiesta conformidad, se cancela la inscripción;
b) si el dador no formula observaciones dentro de los quince días hábiles desde la notificación, y el encargado estima que
el depósito se ajusta a lo previsto en el contrato, procede a la cancelación y notifica al dador y al tomador;
c) si el dador formula observaciones o el encargado estima insuficiente el depósito, lo comunica al tomador, quien tiene
expeditas las acciones pertinentes.
Comentario de Rivera:
i. Consideraciones en torno a la definición.El contrato de obra y servicios en el nuevo Código deja de ser considerado un
subtipo de locación mediante un cambio nominal, englobándose en un mismo capítulo a lo largo de tres secciones, lo que
otrora eran llamadas "locaciones de obra y servicios". La distinción conceptual con la locación de cosas existía ya
claramente delimitada en doctrina. Así, se hablaba de la " locación de actividad" (López de Zavalía) que englobaba,
conjuntamente, la locación de servicios y la locación de obra. El cambio es acertado desde lo teórico, mejorando los
problemas metodológicos que se originaban en el Código de Vélez, sobre todo en referencia a los arts. 1495, 1496, 1497 y
1498 que referían esencialmente a la locación de cosas. El límite de ambas regulaciones es trazado por la palabra
independiente. Existe cierto consenso en que, la nota distintiva de la relación laboral se configura a partir de una triple
dependencia: jurídica, económica y técnica, donde el empleador asume los riesgos económicos propios de tal
colaboración, tema sobre el que no abundaremos más, pues se ha escrito profusamente en relación al mismo. Cuando el
objeto del contrato es una obra, la norma expresamente admite que la misma no sólo podrá ser material sino también
intelectual con lo que, merced a lo normado en el art. 1252, las reglas de esta sección primera se integran a la normativa
de tutela de la propiedad intelectual. En el caso de la sección segunda, si bien aparenta estar destinada a obras materiales,
muchos de sus preceptos son aplicables a obras intelectuales (como por ejemplo el contrato de desarrollo de software a
medida).
ii. Presunción de onerosidad. La gratuidad no se presume en estos contratos. Sin embargo, el contrato será gratuito si ello
surge de la autonomía privada de las partes o bien de las circunstancias del caso pueda inferirse que ella estuvo en mira de
los contratantes, cobrando especial relevancia la consideración de todas aquellas que rodearon la negociación,
celebración, ejecución y conducta posterior de los contratantes. Un criterio útil es considerar las especiales vinculaciones
preexistentes entre las partes.
i. El problema de calificación. Esta norma, en su primera parte, trata de brindar pautas para facilitar la labor del intérprete
a la hora de calificar situaciones de la vida real, especialmente cuando existieran dudas sobre la calificación del contrato
distinguiendo el contrato de servicios del de obra, según que se realice una actividad sin comprometer un resultado eficaz
o se prometa un resultado eficaz, respectivamente (no solapar el criterio con la clásica distinción entre obligaciones de
medios y resultados, sino con las pautas del art. 774). En relación a los problemas de calificación entre el contrato que
tiene por objeto una obra, y el que refiere a un servicio, el problema es arduo y por ello, se regula una sección común (la
primera) con lo que muchas dificultades prácticas quedarán resueltas.
ii. Distinción en punto a la naturaleza y características del objeto. Según el texto del artículo, el servicio puede
caracterizarse como un hacer (facere), es actividad intangible, se consume y desaparece. En cambio, la obra implica un
resultado reproducible de la actividad (como quien escribe una novela y la misma puede plasmarse en una tirada de mil
ejemplares) que es pasible de entrega. Sin embargo, el criterio de "reproducibilidad" no es el único apto para formular la
distinción en atención a la partícula disyuntiva o empleada. La auténtica divisoria de aguas está dada por el compromiso de
eficacia de un resultado, esto es, que la funcionalidad tenida en miras se cumplirá acabadamente.
iii. Criterio del fin. Se encuentra desarrollado en los fundamentos. Así, en la locación de servicios, la actividad del deudor
es el fin en sí mismo (como el médico que interviene quirúrgicamente al paciente, agotándose el servicio con ese hacer);
mientras que, en la locación de obra, es un medio para alcanzar ese objeto reproducible y susceptible de entrega antes
aludido (como el arquitecto que despliega su actividad para corporizar un plano, que entrega a su comitente). Por ello, se
dice también, que en la locación de obra la persona del contratista es sustituible salvo que surja que dicho contrato haya
tenido el carácter intuito personae.
iv. La tesis de las obligaciones de medios y resultado. Fue muy difundida la tesis que encontraba la llave de la distinción
de los trabajos autónomos en la clásica (y controvertida) distinción entre obligaciones de medios y resultado. Así, se decía
"que la obra era una especie de resultado, se promete el resultado mismo" (López de Zavalía). Si bien este criterio no es
preciso, lo cierto es que se encuentra parcialmente receptado en la nueva regulación, pues entiende el artículo que hay
locación de obra cuando se promete un resultado eficaz, reproducible o susceptible de entrega. El texto legal nos dice que
para hablar de obra el resultado ha de ser "eficaz”, por lo que entendemos útil desarrollar el siguiente ejemplo: una
persona contrata una compañía de publicidad para conseguir una mejor colocación de su producto en el mercado. Ahora
bien, la compañía de publicidad pretende impactar a los transeúntes con múltiples carteles en distintas calles con
determinada publicidad gráfica, siendo la confección de dichos carteles, resultados concretos que se dan con
prescindencia de su eficacia (captar suficientes consumidores); en cambio, el contrato que celebró la empresa de
publicidad con una imprenta para imprimir esos carteles, será de locación de obra, pues el resultado es eficaz en sí mismo,
reproducible y susceptible de entrega.
v. Criterio del riesgo. El criterio del riesgo es una pauta útil en virtud que es propio del contrato de obra hacer caer el
riesgo en cabeza del empresario; en cambio, en el contrato de servicios, el mismo recae sobre el comitente. Así, si un
abogado realiza un contrato nulo por encargo no ha cumplido y pierde el derecho a la remuneración; mientras que si,
efectuando una defensa en juicio, pierde el mismo, igualmente tendría derecho a sus honorarios (Gregorini Clusellas).
vi. Conclusiones en relación al distingo. Debe entenderse que los criterios antes expuestos son orientativos y en modo
alguno certeros; sin embargo, al haberse redactado una sección de disposiciones comunes a obras y servicios, los
problemas prácticos son reducidos en modo sensible incluso para aquellas zonas grises que la realidad económica suele
presentar a los operadores jurídicos. Por ejemplo, se discutía bajo el régimen proyectado por Vélez si las normas sobre "
precio no ajustado" en la locación de servicios podían aplicarse al contrato de obras, cuestión superada con la nueva
técnica legislativa.
vii. Reglas de integración.Las normas proyectadas por el nuevo régimen constituyen un cuerpo de reglas generales que no
derogan las previsiones especiales (por ejemplo en materia de propiedad intelectual) pero que resultarán aplicables a las
relaciones jurídicas subsumibles en dichos cuerpos normativos ante ausencia de previsión específica.
C. Disposiciones comunes
Art. 1253. – Medios utilizados. A falta de ajuste sobre el modo de hacer la obra, el contratista o prestador de los servicios
elige libremente los medios de ejecución del contrato.
Se debe tener cuidado de no incurrir en el error de pensar que este artículo es el sucedáneo del antiguo 1632 del régimen
de Vélez, donde a falta de precisiones sobre el modo de hacer la obra "no quedaba claro si se aplicaba este precepto a la
locación de servicios", se remitía a las costumbres del lugar y, eventualmente, a una interpretación fundada en el precio
pactado como parámetro. El artículo comentado consagra, entonces, la denominada discrecionalidad técnica que
constituye una de las características del trabajo autónomo y por ende constituye la regla de interpretación a falta de
instrucciones precisas por parte del comitente. La discrecionalidad técnica encuentra su límite en el estadio de
conocimientos propios del arte, ciencia o técnica pertinentes; siendo propia tanto de la locación de servicios como de
obra. Sin perjuicio de ello, puede existir relación de dependencia aún existiendo discrecionalidad técnica si concurren otras
notas tipificantes de la relación laboral. En tal sentido, se advierte este supuesto cuando el trabajador posee alguna
competencia específica, una " profesionalidad" (Lorenzetti).
D. Cooperación de terceros.
Art. 1254. – Cooperación de terceros. El contratista o prestador de servicios puede valerse de terceros para ejecutar el
servicio, excepto que de lo estipulado o de la índole de la obligación resulte que fue elegido por sus cualidades para
realizarlo personalmente en todo o en parte. En cualquier caso, conserva la dirección y la responsabilidad de la ejecución.
La ejecución de la obra o la prestación de servicios como regla admite que sea ejecutada por terceros, conforme lo
autoriza el art. 1631 del antiguo sistema, salvo que se haya elegido al contratista o prestador por sus especiales
condiciones o cualidades (intuito personae), teniendo en cuenta las cláusulas del contrato o bien la naturaleza de la
obligación contraída. En todos los casos, siempre será responsable, tanto de la dirección como de la ejecución de la obra o
servicio.
Comentario de Rivera:
i. Fundamentos de la norma. De la cooperación Se sienta como principio, tanto para obras como servicios, la posibilidad
de valerse de otras personas en la ejecución del contrato salvo cuando el mismo fuera intuito personae. Se recoge así la
ingente experiencia que demuestra este tipo de contrataciones, en la cual es cada vez más frecuente el recurso de la
tercerización, dependientes, etc. En resumidas cuentas, siempre estaremos lidiando con una cuestión de hecho que los
jueces habrán de valorar debidamente. En los fundamentos de la norma se expresa, incluso en relación a los servicios, que
la obligación debe ser contratada atendiendo a condiciones insustituibles del profesional para que no proceda esta
facultad reconocida al prestador.
ii. La subcontratación y la cesión.Debe tenerse en claro que el artículo brinda por regla una autorización para subcontratar
mas no para ceder (la cesión de posición contractual se regirá por las normas pertinentes de los arts. 1636 a 1640 del
nuevo Código). La clave para distinguirlas estriba en que en la cesión el primigenio contratista se desentiende de la obra y
deja de responder por ella; en cambio, cuando hay subcontratación, el empresario no queda liberado de la misma
(Garrido-González De Garrido). En la última parte de la norma, por tanto, se aclara que el contratista o prestador del
servicio que recurra a terceros para realizar o prestar la obra o servicio respectivamente, ya sea de forma total o parcial,
nunca pierde o limita su propia responsabilidad. Este criterio se aplica tanto a la dirección como a la ejecución.
E. Precio.
Art. 1255. – Precio. El precio se determina por el contrato, la ley, los usos o, en su defecto, por decisión judicial. Las leyes
arancelarias no pueden cercenar la facultad de las partes de determinar el precio de las obras o de los servicios. Cuando
dicho precio debe ser establecido judicialmente sobre la base de la aplicación de dichas leyes, su determinación debe
adecuarse a la labor cumplida por el prestador. Si la aplicación estricta de los aranceles locales conduce a una evidente e
injustificada desproporción entre la retribución resultante y la importancia de la labor cumplida, el juez puede fijar
equitativamente la retribución. Si la obra o el servicio se ha contratado por un precio global o por una unidad de medida,
ninguna de las partes puede pretender la modificación del precio total o de la unidad de medida, respectivamente, con
fundamento en que la obra, el servicio o la unidad exige menos o más trabajo o que su costo es menor o mayor al previsto,
excepto lo dispuesto en el artículo 1091.
Comentario de Rivera:
i. Del precio. Su fijación El precio es la contraprestación a cargo del comitente que se encuentra generalmente pactada en
el contrato, "constituyéndose en un elemento de calificación del negocio" (Lorenzetti). Si ello no ocurriera, pero puede
determinarse por criterios supletorios como la ley o los usos, el contrato será válido. Por último, si existiera desacuerdo
entre las partes puede recurrirse al juez. Por lo común el precio consistirá en una suma de dinero.
ii. Su libre determinación. Facultad judicial Del segundo párrafo de la norma comentada surge la protección de la libre
determinación del precio que tienen las partes contratantes, no pudiendo ser cercenada por las leyes arancelarias locales.
En cambio, sí será el monto fijado con sujeción a las leyes arancelarias locales cuando el mismo debe ser determinado
judicialmente; especialmente en aquellas actividades que se encuentran reguladas por las provincias y en virtud de la
integración propuesta por el art. 1252 ya analizado. Cuando se recurra al juez para determinar el monto debido como
precio se incluye una pauta genérica que exige su adecuación a la labor cumplida, en la cual deberá ponderarse la
importancia de la obra o servicio prestado, las cualidades personales del contratista y el precio determinado. Para el
supuesto que existiera una evidente desproporción y que carezca de sustento, aun cuando se aplicaran los aranceles
locales, el juez puede fijar la retribución conforme la equidad. Esta pauta viene a generar una brecha para que los jueces
puedan fundadamente apartarse de las reglas arancelarias locales cuando no se condiga el resultado de su aplicación con
las labores efectivamente desarrolladas.
iii. De las modalidades de precio: Global y unidad de medida. Imprevisión La contratación por ajuste alzado, es una
modalidad de la locación de obra (Gregorini Clusellas) aplicable también al contrato de servicios, a ella debe entenderse
referida la expresión "precio global". En este caso se establece un precio fijo, insensible a las variaciones de costos y
unitario por la totalidad de la obra. El riesgo lo asume el empresario, quien deberá prever cuidadosamente el presupuesto
de la obra (o servicio). Tampoco podría el comitente pretender una reducción del precio si los costos disminuyesen, salvo
que ocurra por el art. 1091 que regula la teoría de la imprevisión; de lo contrario, implicaría una " modificación del
contrato" (López de Zavalía). Cuando se contrata por unidad de medida, la inmutabilidad refiere al valor asignado a una
unidad técnica convenida, como por ejemplo pintar paredes a tantos pesos el metro cuadrado. Puede ser que de
antemano se fijen los metros cuadrados a pintarse, obteniendo un régimen parecido al ajuste alzado; podría en cualquier
grado de avance de la obra, pagarse las unidades efectivamente realizadas, pero el contratista está obligado a entregar la
obra concluida, conf. art. 1266 del nuevo Código.
Comentario de Rivera:
i. Límites a la discrecionalidad técnica. La discrecionalidad técnica del contratista o proveedor encuentra su límite en las
previsiones contractuales y en el estadio vigente del arte, ciencia o técnica, es decir " la práctica profesional específica que
resulta obligatoria" (Lorenzetti). Cualquier intento de operar con medios novedosos o aún no debidamente acogidos por la
comunidad científica, deben haber sido acordados previamente por las partes (dejando siempre a salvo el límite que
impone el orden público, conf. art. 12 del Código).
ii. El deber de información genérico. Sobre los materiales impropios o con vicios La norma prescribe un deber genérico de
información a cargo del contratista o prestador del servicio sobre los "aspectos esenciales del cumplimiento de la
obligación" comprometida. Consiste en el deber de poner al cocontratante en conocimiento de toda aquella información
relevante sobre el desenvolvimiento de la relación jurídica que los vincula, con suficiencia tal que pueda el mismo ejercer
cabalmente su libertad contractual de concertación, como de configuración, y específicamente sobre la labor contratada.
Este deber es una emanación del principio de buena fe (conf. art. 9 del Código) y que adquiere matices de suma gravedad
en los contratos profesionales. Debe entenderse que el deber de información se enlaza a la libertad como derecho
humano irrenunciable. En el caso de perfeccionarse un contrato de consumo, existe un deber especial contenido en el art.
4 de la ley 24.240 que no debe soslayarse. La norma prescribe, además, un deber específico de informar al comitente
sobre aquellos materiales impropios o con vicios que el contratista o prestador debiera conocer, en virtud de su
conocimiento profesional
iii. Del plazo de la obra o servicio El plazo puede haberse convenido expresamente, o bien, inferirse de las circunstancias
que rodean la contratación, como la " instalación de palcos para un desfile de 9 de julio" (Gregorini Clusellas). Como bien
se ha dicho, en toda obra "hay un plazo implícito, un tiempo normalmente necesario para ejecutar la obra de acuerdo a las
circunstancias" (Rezzónico). Si no se diese alguno de estos casos, la fijación judicial tendrá como criterio orientador
primordial la naturaleza, extensión, dificultad y circunstancias que rodean la ejecución de la obra o prestación del servicio;
iv. De la provisión de materiales. Situaciones conflictivas Mención aparte requiere la obligación de provisión de materiales
si nada se ha pactado en contrario. Particularmente, en el contrato de obra, cuando el empresario provee los materiales,
se produce una sería cuestión de deslinde con la compraventa de cosa futura (art. 1131). El nuevo régimen legal prevé una
disposición para zanjar el asunto: el art. 1125 acoge un criterio ya sostenido por la doctrina. Por tanto, cuan-do lo principal
es la mano de obra, el contrato es de obra; cuando lo principal es el producto manufacturado, se aplican las reglas de la
compraventa.
B. Obligaciones del comitente.
Art. 1257. – Obligaciones del comitente. El comitente está obligado a:
a) pagar la retribución;
b) proporcionar al contratista o al prestador la colaboración necesaria, conforme a las características de la obra o del
servicio;
c) recibir la obra si fue ejecutada conforme a lo dispuesto en el artículo 1256.
Comentario de Rivera:
i. Obligación de abonar el precio. Normas supletorias La obligación nuclear del comitente consiste en pagar la retribución
convenida al contratista, que es de carácter recíproco. Precisamente, en base a esta reciprocidad, "puede decirse que el
precio en la locación de servicios representa una proporción con la duración del esfuerzo, mientras que en la obra está
vinculado al trabajo concluido"(Lorenzetti).
ii. Del deber de colaboración. El deber de colaboración informa toda la materia contractual y es una derivación del
principio general de buena fe. En general, el comitente debe hacer todo lo que de él dependa para el cumplimiento de la
obra (o la prestación del servicio). No basta la sola transferencia de la tenencia de la cosa mueble o inmueble para la
realización de la obra, sino también, cumplir con el deber de mantener al empresario en la posesión pacífica de los
elementos que requiera del comitente (Spota).
iii. De la recepción.Realizada la obra, o prestado el servicio de conformidad a lo acordado, el comitente no podrá negarse
a su recepción; y la aprobación no será un acto libre sino un "acto debido". Por el contrario, si la obra o el servicio no se
ajustare a las obligaciones contenidas en el art. 1256 in fine del Código Civil y Comercial, la aprobación y recepción dejarían
de ser "actos debidos" y se tornarían “actos libres" (López de Zavalía).
Art. 1260. – Muerte del contratista o prestador. La muerte del contratista o prestador extingue el contrato, excepto que
el comitente acuerde continuarlo con los herederos de aquél. En caso de extinción, el comitente debe pagar el costo de los
materiales aprovechables y el valor de la parte realizada en proporción al precio total convenido.
Como regla, el contrato de locación se extingue por la muerte del contratista porque puede suceder que se hayan tenido
en cuenta sus cualidades personales para contratarlo y por lo tanto ya no exista interés en proseguir la obra. En dicho
caso, se prescribe que el comitente debe abonar "se entiende" a los herederos, el costo de los materiales ya comprados y
que le sirvan para continuar la obra como también la parte proporcional de los honorarios por la parte ya cumplida. Este
supuesto se aplicará cuando el empresario sea una persona física, no cuando sea una persona jurídica, " por lo que no se
da el supuesto de muerte" (Lorenzetti). Producida la extinción del contrato, el comitente debe un precio proporcional al
trabajo realizado y a los materiales aprovechables (el código de Vélez refería a materiales " preparados" que sean útiles a
la obra). Subyace el principio que veda el enriquecimiento sin causa, aunque claro, la acción de los herederos deriva
primariamente de este artículo desplazando aquel remedio subsidiario (arg. art. 1795). La complejidad para determinar la
proporción de avance de la obra, como el carácter de " aprovechable" de los materiales incorporados a la misma, puede
resultar una tarea harto compleja siendo aconsejable que el contrato determine la posibilidad de someter esta cuestión a
dictamen técnico. Sin perjuicio de ello, estimamos atinada la opinión que expresa que el valor de la parte ejecutada, no es
" el valor de mercado, sino el que resulte según el precio convenido" (López de Zavalía).
E. Desistimiento unilateral.
Art. 1261. – Desistimiento unilateral. El comitente puede desistir del contrato por su sola voluntad, aunque la ejecución
haya comenzado; pero debe indemnizar al prestador todos los gastos y trabajos realizados y la utilidad que hubiera podido
obtener. El juez puede reducir equitativamente la utilidad si la aplicación estricta de la norma conduce a una notoria
injusticia.
Comentario de Rivera:
i. Del derecho de desistimiento La norma proyectada tiene su fuente inmediata en el art. 1185 del Proyecto de Código
Civil de 1998, la cual sigue en su totalidad. Sin embargo, este derecho es excepcional en la generalidad de los contratos
(conf. art. 1077), debe estar expresamente consagrado en la ley o bien configurado por mutuo acuerdo (MossetIturraspe).
ii. Del momento de rescisión.Límite El comitente puede desistir del contrato en cualquier momento luego de
perfeccionado el mismo, ya sea que haya suministrado los materiales o bien hayan sido provistos por el contratista. Sin
embargo, adelantamos, que esta norma no resulta aplicable cuando se ha contratado la obra por unidad, pieza o medida,
pudiendo rescindirse unilateralmente por el comitente abonando las unidades efectivamente realizadas.
iii. De la indemnización.Rubros debidos. Como contrapartida al derecho de desistimiento del comitente el artículo
comentado consagra el deber de indemnizar, que en rigor surge de los principios generales, pero incluyendo
expresamente los rubros debidos, a saber:
a) Gastos y trabajos realizados;
b) La utilidad que hubiere podido obtener. El texto alude en la cuenta indemnizatoria los gastos y trabajos realizados (daño
emergente) como la utilidad que hubiera podido obtener el empresario (lucro cesante).
Empero, cabe preguntarse si corresponde indemnizar el daño moral ocasionado al contratista. La doctrina afirmaba, en
cuanto a su procedencia, que "en algunos casos, puede llegar a constituir un monto elevado por el descrédito que este
tipo de actitudes le pude generar a un empresario" (Lorenzetti).
iv. De la reducción equitativa. Entendemos que los principios rectores de la responsabilidad contractual deben ser
aplicados para evitar un lucro excesivo del contratista o prestador ante el supuesto de la norma; es sobre la base de esos
principios que el juez podrá morigerar las sumas (pues en muchos casos, abonar el monto de la obra cuando no ha tenido
comienzo de ejecución, podría conducir a situaciones de notoria y evidente injusticia). Pueden efectuarse acuerdos previos
que morigeren o condicionen de antemano el monto indemnizatorio, como cuando se condiciona la subsistencia del
contrato a la obtención de futuros créditos. Esta norma no tiene aplicación para el sistema de contratación por unidad de
medida.
3. Disposiciones especiales
Comentario de Rivera:
1. Modalidades en relación al precio pactado. De la presunción legal
El texto reconoce como principio distintas modalidades a las cuales las partes pueden recurrir al momento de perfeccionar
el contrato de locación de obra (ajuste alzado, unidad de medida, por coste y costas), que deben ser consideradas
supletorias de la voluntad de las partes, porque expresamente afirma que también pueden adoptar "cualquier otro
sistema convenido". Para el supuesto que las partes guarden silencio y tampoco surja de los usos del lugar el texto
introduce como directiva hermenéutica (presunción juristamtum) que debe entenderse que el ajuste alzado es la
modalidad acordada y que es el contratista quien provee los materiales. En el sistema por ajuste alzado, descripta la obra,
se proyecta y acuerda un precio que será invariable (con la salvedad del art. 1091). Este principio obedece al sentido
común y la experiencia ordinaria, pues se supone que el empresario al calcular el precio, ha considerado con su formación
y experiencia, las posibles fluctuaciones en el valor de los materiales y mano de obra. Por ello, el acuerdo es válido en
tanto permanezcan las circunstancias que le dieron su razón de ser (Lorenzetti). Es posible, también, que se pacte
reconocer ciertas alteraciones de precio, dentro de límites tope, lo que se denomina ajuste alzado relativo, por oposición
al absoluto (Borda); por tanto, "habrá un precio básico y un tope máximo" (López de Zavalía). La contratación por unidad
de medida presupone la divisibilidad de la obra (conf. art. 805). En efecto, se fracciona la obra en etapas o unidades
terminadas, a las que se le asigna un valor; pudiendo luego estimarse el precio a pagar por la simple multiplicación del
valor acordado a cada unidad (v.gr. tantos pesos por km; aunque también podríamos imaginar un precio por función
teatral), por el número de unidades efectivamente elaboradas. Finalmente, el sistema por coste o costas implica acordar
un valor sujeto a la condición de variabilidad del valor de los materiales y salarios (Borda) pudiendo el contratista
reajustarlos de acuerdo a sus fluctuaciones, toda vez que "el precio surge a posteriori de la ejecución" (Lorenzetti). Por
coste se entiende el gasto de construcción y por costas la utilidad del empresario (López de Zavalía).
2. Provisión de materiales
El precepto establece que, si nada se ha pactado, ni surge de los usos y costumbres, se entiende que el empresario es
quien debe proveer los materiales. Por último, se prescribe que en materia de obras en inmuebles puede ser el mismo de
propiedad del comitente o de un tercero.
ii. Retribución, según cada sistema. Art. 1263. – Retribución. Si la obra se contrata por el sistema de ejecución a coste y
costas, la retribución se determina sobre el valor de los materiales, de la mano de obra y de otros gastos directos o
indirectos.
El sistema por coste o costas permite acordar como retribución de la obra un valor sujeto a la condición de variabilidad del
valor de los materiales y salarios (Borda) pudiendo el contratista reajustarlos de acuerdo a sus fluctuaciones. Por coste se
entiende el gasto de construcción y por costas la utilidad del empresario (López de Zavalía). Por último, el costo o
retribución comprende ambos rubros (coste y costas) y constituye el precio final de la obra. Este sistema, a nuestro juicio,
no es conveniente en épocas de marcada inflación. La norma prescribe la retribución como una función del valor de los
materiales, de la mano de obra, y de otros gastos vinculados. La inclusión de "otros gastos" como base para determinar la
utilidad habrá de generar seguramente numerosos planteos litigiosos por lo que será aconsejable establecer con claridad
los mismos en los acuerdos respectivos. En otras palabras, bajo este sistema la retribución del empresario no es
determinada sino determinable.
iii. Variaciones del proyecto convenido. Art. 1264. – Variaciones del proyecto convenido. Cualquiera sea el sistema de
contratación, el contratista no puede variar el proyecto ya aceptado sin autorización escrita del comitente, excepto que las
modificaciones sean necesarias para ejecutar la obra conforme a las reglas del arte y no hubiesen podido ser previstas al
momento de la contratación; la necesidad de tales modificaciones debe ser comunicada inmediatamente al comitente con
indicación de su costo estimado. Si las variaciones implican un aumento superior a la quinta parte del precio pactado, el
comitente puede extinguirlo comunicando su decisión dentro del plazo de diez días de haber conocido la necesidad de la
modificación y su costo estimado. El comitente puede introducir variantes al proyecto siempre que no impliquen cambiar
sustancialmente la naturaleza de la obra.
Comentario de Rivera:
1. Modificaciones a instancia del empresario
De su texto se advierte que posibilita las modificaciones aun cuando se haya contratado por ajuste alzado, en virtud que su
proemio reza: "Cualquiera sea el sistema de contratación”. La regla establecida es que el empresario no puede variar o
introducir alteraciones en la obra proyectada (pacta suntservanda). Sin embargo, cuando las reglas del arte y la técnica,
por un giro imprevisto, exigiesen alteraciones para concluir la obra, es necesaria la comunicación por escrito al comitente
con estimación del costo. A pesar de la naturaleza no formal del contrato de locación de obra, toda variación al proyecto
original requiere aceptación por escrito del comitente. Sólo si la variación del costo supera en un veinte por ciento del
valor originariamente acordado, podrá el comitente rescindir el contrato, y tiene un plazo de diez días para comunicar
dicha decisión. Estaríamos así frente a un supuesto de extinción por declaración de una de las partes (art. 1077). Dicha
comunicación sólo producirá efectos hacia el futuro (art. 1079) y las prestaciones cumplidas quedarán firmes, sin perjuicio
de las restituciones que pudieran resultar procedentes (arts. 1080 y 1081). No es aplicable a este supuesto lo normado por
el art. 1261
iv. Diferencias de la retribución. Art. 1265. – Diferencias de retribución surgidas de modificaciones autorizadas. A falta
de acuerdo, las diferencias de precio surgidas de las modificaciones autorizadas en este Capítulo se fijan judicialmente.
Si bien el Código Civil y Comercial establece el modo de proceder ante alteraciones de precios no será infrecuente
encontrar desacuerdos sobre la legitimidad y justificación de las alteraciones alegadas en los valores. Si no se hubiera
previsto un mecanismo contractual para resolver estos diferendos (como por ejemplo el juicio de árbitros, el dictamen
técnico, etc.) en el contrato, entonces cobra aplicación esta pauta supletoria debiéndose recurrir al juez. Para ello, deberá
determinarse mediante un proceso judicial, que estimamos deberá ser lo más rápido posible, a pesar que "insistimos" se
ha suprimido el vocablo "sumariamente" del texto ahora vigente.
v. Obra por pieza o medida. Art. 1266. – Obra por pieza o medida. Si la obra fue pactada por pieza o medida sin
designación del número de piezas o de la medida total, el contrato puede ser extinguido por cualquiera de los contratantes
concluidas que sean las partes designadas como límite mínimo, debiéndose las prestaciones correspondientes a la parte
concluida. Si se ha designado el número de piezas o la medida total, el contratista está obligado a entregar la obra
concluida y el comitente a pagar la retribución que resulte del total de las unidades pactadas.
Según autorizada doctrina (López de Zavalía) podíamos distinguir dos especies de precio ad mensuram: a) El contrato por
unidad simple; b) El contrato por unidad de medida stricto sensu. En el contrato por unidad simple se conviene el precio
por unidad, más no el número de unidades. No se altera este carácter por fijar un número máximo de piezas y en cualquier
momento podrían las partes extinguir el contrato abonando las unidades trabajadas. Distinto es el caso del contrato "por
unidad de medida" propiamente dicho pues aquí no sólo se fija un precio por unidad sino que, "además, se determina la
obra a realizar, resultando el precio, del número de unidades que sean necesarias para completar dicha obra" (López de
Zavalía). En tales términos, se infiere que la posibilidad de extinguir el contrato pagando las unidades trabajadas procedía
para la primera especie, no así para la segunda, si se ha pactado como obligatoria la finalización de la obra. Esta distinción
conceptual se encuentra recogida en el nuevo régimen con claridad y si, eventualmente, las partes designaron el número
total de piezas o unidades, debe entenderse que la obra ha de ejecutarse en su totalidad.
4. Responsabilidad
Comentario de Rivera:
i. Extinción del contrato sin culpa. Causales. En virtud que el contrato de obra coloca en cabeza del empresario
usualmente una obligación de resultado que consiste en hacer y en entregar la obra, siendo ésta su obligación nuclear, la
imposibilidad de llevarla a cabo implica un incumplimiento del contrato. Empero, esta imposibilidad puede tener su causa
en la culpa del comitente que origina su responsabilidad o en un factor externo, ajeno a la persona del empresario.
Entonces, la denominada "causa no imputable" deberá implicar una ruptura del nexo causal entre la actuación de la parte
y el incumplimiento resultante. Cuestión más ardua es la determinación del factor de atribución. El nuevo Código Civil y
Comercial ha tomado partido por la doctrina del factor objetivo cuando se ha comprometido un resultado (art. art. 1723).
No obstante ello, se deja una válvula abierta para admitir la no culpa como eximente, apareciendo entonces la expresión
técnica "causa no imputable" como más precisa. Ejemplos de hechos sobrevinientes no imputables a las partes serían la "
expropiación del inmueble o la destrucción de la cosa por caso fortuito" (Lorenzetti). El nuevo texto establece dos
supuestos, tanto el caso de imposibilidad de ejecución como de continuación, que en la redacción del Código de Vélez no
estaban claros o eran ambiguos, a pesar que la doctrina era conteste en sostener su vigencia para ambos supuestos (López
de Zavalía). Para ello, se requiere que la imposibilidad sea definitiva, por oposición a temporaria. En efecto, cuando es sólo
temporaria " no da lugar a la resolución, sino a una prórroga del plazo equivalente al de la imposibilidad. Si de ello se
derivaran perjuicios, deben ser indemnizados si hay culpa" (Lorenzetti).
ii. De la compensación equitativa. Una vez acreditada la causal de imposibilidad de ejecución o continuación de la obra y
que ella no es imputable a las partes, para el supuesto que haya comenzado la ejecución, la solución del art. 1642 del
Código de Vélez consiste en abonar al empresario " lo que ha hecho", es decir corresponde abonar al contratista el trabajo
realizado. Con distinta redacción, el nuevo Código Civil y Comercial utiliza la frase " compensación equitativa", pudiendo
interpretarse que ello implica abonar la tarea, parcialmente efectuada, tal como era regulado en su fuente mediata.
Comentario de Rivera:
i. Extinción del contrato. De las causales por caso fortuito A diferencia del art. 1630 del Código Civil, que sólo incluía la
destrucción por caso fortuito antes de la entrega de la obra, el artículo comentado incluye dos supuestos: a) Destrucción;
b) Deterioro. En primer término, no debe confundirse el supuesto que trata este artículo con el anterior, pues mientras el
artículo 1267 habla de imposibilidad de " ejecución", aquí nos referimos a una obra ya concluida, pero destruida por
verificación de un casus antes de su entrega, o bien antes de operada una causa de traslación de riesgos. Ahora está claro
que, cuando el empresario provee materiales sobre un inmueble del contratista y éstos se destruyen por casus, tendrá,
por expreso imperio de la norma, derecho a su valor y además, a una compensación equitativa la que "seguramente" será
merituada por los jueces considerando el grado de avance de la obra, de cumplimiento adecuado del contrato, y pautas
elementales de equidad como el patrimonio de los sujetos involucrados. Si el comitente es constituido en mora por no
prestar la cooperación debida para que el empresario pueda liberarse, se opera la transmisión total de riesgos y deberá la
totalidad de la suma pactada. Por último, dada la naturaleza supletoria de la norma comentada, nada obsta a que las
partes convengan cargar los riesgos de otro modo (Rezzónico).
ii. Quid de la destrucción o deterioro por mala calidad de los materiales El art. 1630 del Código Civil, por excepción,
facultaba al empresario a reclamar sus honorarios para el caso que la destrucción de la obra haya provenido de la mala
calidad de los materiales, " con tal que haya advertido esta circunstancia oportunamente al dueño". Por el contrario, el
inciso b) del artículo comentado establece la solución contraria, mediante la cual no se debe la remuneración pactada ante
la destrucción o deterioro importante causado por la mala calidad o inadecuación de los materiales aun cuando esta
circunstancia le haya sido advertida al comitente.
E. Aceptación de la obra.
Art. 1270. – Aceptación de la obra. La obra se considera aceptada cuando concurren las circunstancias del artículo 747.
Comentario de Rivera:
i. Aceptación y consecuencias jurídicas. Este precepto puede ser referido tanto a obras materiales como inmateriales
(López de Zavalía). La aceptación de la obra constituye, por principio, un acto jurídico unilateral no formal y debido,
mediante el cual el comitente exterioriza de algún modo conformidad con la obra realizada, y constituye un paso previo a
la recepción de la misma. La recepción, a su vez, " presupone otra aceptación" (López de Zavalía); la aceptación de la
oferta de tradición. Pues bien, aceptar es declarar que una obra está bien hecha y ello surge de la conformidad entre el
resultado y lo pactado. La recepción, permite presumir una aprobación previa; ergo , recibida la obra, la misma ha sido
tácitamente aceptada en principio, más al ser conceptos diferentes es posible que encontrándose ya en posesión de la
obra terminada, aún el comitente no la haya aceptado por haber expresamente diferido dicho acto. Otra de las
consecuencias prácticas de la distinción estriba en el momento de la traslación de riesgos, el que no opera por la mera
aceptación, sino que requiere " tradición" (López de Zavalía). Empero, mientras que el vicio "con consecuencias jurídicas
relevantes" alude a características que tornan la cosa impropia para su destino; las diferencias, en cambio, manifiestan una
discordancia entre lo que ha resultado, y lo que en su momento se acordó. Declarada o inferida la aceptación, el
empresario se libera tanto de las diferencias, como de los vicios que revistan el carácter de "aparentes". Es decir, que de
acuerdo a las circunstancias de tiempo, personas y lugar, no hubieran pasado inadvertidas para el comitente al
inspeccionar la obra. Los vicios aparentes son aquellos de fácil comprobación, como "el estado de la pintura, tabiques y
divisorios" (Lorenzetti). En relación a los vicios ocultos, una vez que éstos se manifiestan, surge idéntico plazo de caducidad
al que con-templaba el régimen anterior (sesenta días para denunciar, conf. art. 1054). Denunciado el defecto oculto,
corre entonces un nuevo plazo de caducidad "así le llama el Código" de tres años para accionar si la cosa es inmueble y dos
para el supuesto de muebles. Este último plazo se contaría desde la recepción, con la salvedad, en las cosas muebles, de
contarlo desde que se puso la misma en funcionamiento, si fuera el caso (art. 1055), superándose así las arduas
discusiones que este tema supo generar durante la vigencia del Código de Vélez.
ii. La regla general y sus excepciones. A partir de lo expuesto, podemos concluir "por principio" que aceptada la obra, el
empresario queda libre de vicios y diferencias aparentes, mas no de aquellas que revistan el carácter de ocultas. Se ha
precisado que se "busca revalorizar a la aceptación, que no siempre podrá inferirse de la recepción" (Hernández). Sin
embargo, del articulado del Código se desprenden distintas excepciones, a saber:
a) No se libera el empresario por los vicios aparentes si los usos o costumbres (o la voluntad de las partes) difieren la
aceptación del momento mismo de recepción.
b) No responde el empresario por los vicios ocultos, aceptada la obra, si el comitente, por sus cualidades personales (sea
por su formación técnica o profesional) pudo haberlos advertido (arg. art. 1040).
c) No se responde por vicios jurídicamente irrelevantes (no torna la cosa impropia para su destino); igual criterio debe
seguirse con las diferencias.
ii. Mandatario del dueño de la obra. Cumple una misión similar a la del contratista. Es lo que la doctrina clásica solía
llamar realización de obra "por administración”. El interesado no opera directamente, encarga a un mandatario la
realización de los contratos necesarios, aplicándose las reglas del mandato (López de Zavalía).
iii. El subcontratista. Caracteriza a la subcontratación la creación, por parte de un sujeto contratante, de una posición
contractual derivada del contrato principal (art. 1069). Así, bien podría "y, es usual en las prácticas habituales de la
materia" el empresario derivar la realización total o parcial de una obra a un tercero. Responden igualmente por este
inciso tanto el arquitecto, el proyectista como cualquier otro profesional vinculado (por ejemplo un técnico en cálculos, un
topógrafo, etc.). En este inciso se responde "según la causa del daño" por lo que, como dijimos en el apartado anterior,
deberá tenerse en cuenta la causa eficiente del grave daño al inmueble.
H. Plazo de caducidad.
Art. 1275. – Plazo de caducidad. Para que sea aplicable la responsabilidad prevista en los artículos 1273 y 1274, el daño
debe producirse dentro de los diez años de aceptada la obra.
A partir de la aprobación de obra "acto por el cual se manifiesta conformidad entre lo acordado y el resultado de la
ejecución" que puede instrumentarse en el mismo acto de recepción de obra, o bien diferirse por acuerdo de partes,
comenzará a correr un plazo decenal de caducidad, que constituye una garantía poscontractual. A su vez, desde el día en
que operen los daños descriptos en el art. 1273 al inmueble, principia el plazo de prescripción para hacer valer la garantía.
Sin embargo, debe cuidarse el supuesto de desconocimiento de existencia de ruina, caso en el cual habrá de tomarse por
día de inicio de cómputo aquel en que llega a conocimiento del legitimado activo dicha situación; pues, no puede prescribir
una acción que no ha nacido (Sozzo). Poseen legitimación activa tanto el comitente como sus sucesores universales y
particulares. El plazo de prescripción para demandar la garantía sigue siendo de un año (conf. art. 2564). Por último, es
importante recordar que aun cuando el acto de aceptación libera de responsabilidad al empresario por vicios aparentes,
subsiste su responsabilidad si ellos motivaron la ruina (Spota).
I. Valor de las cláusulas que limitan la responsabilidad.
Art. 1276. – Nulidad de la cláusula de exclusión o limitación de la responsabilidad. Toda cláusula que dispensa o limita la
responsabilidad prevista para los daños que comprometen la solidez de una obra realizada en inmueble destinada a larga
duración o que la hacen impropia para su destino, se tiene por no escrita.
La norma comentada prescribe la imposibilidad de pactar dispensa o limitación de responsabilidad para los daños que
refiere el art. 1273, que se tendrá por inválida o no escrita, teniendo por finalidad proteger al comitente, especialmente en
aquellos contratos suscriptos con empresas que se dedican profesionalmente a la construcción de estas obras como
también en aquellas realizadas por un empresario individual.
J. Otras responsabilidades.
Art. 1277. – Responsabilidades complementarias. El constructor, los subcontratistas y los profesionales que intervienen
en una construcción están obligados a observar las normas administrativas y son responsables, incluso frente a terceros,
de cualquier daño producido por el incumplimiento de tales disposiciones.
La norma comentada tiene dos partes. Por un lado, dispone que los profesionales que intervienen en una construcción,
además de cumplir con las normas del arte, ciencia o técnica, deben observar los reglamentos municipales de la zona (ej.
Código urbano o de construcción). En particular, se menciona al constructor, a los subcontratistas y a los demás
profesionales (ej. proyectista, ingeniero que realice el cálculo de estructura, etc.) que intervienen de modo directo o
indirecto en la obra. Por otro lado, en la segunda parte establece la responsabilidad de aquéllos frente a terceros, es decir,
dispone su responsabilidad extracontractual. A diferencia del Código Civil que sólo consideraba a los vecinos, la norma
proyectada siguiendo al Proyecto de 1998, resulta más amplia porque abarca a todos los terceros. Al respecto, la doctrina
ya interpretaba extensivamente la norma de Vélez, señalando que "es responsable el empresario constructor como el
director de la obra y por todo daño causado culposamente, entrando en esta categoría la construcción de paredes que
obscurecen la finca vecina en violación de normas reglamentarias, desagües pluviales que transmiten humedad, derrumbe
de una pared, caídas de instrumentos de trabajo o mampostería" (Lorenzetti).
UNIDAD 15
1. Mandato
A. La definición legal.
Art. 1319. – Definición. Hay contrato de mandato cuando una parte se obliga a realizar uno o más actos jurídicos en
interés de otra. El mandato puede ser conferido y aceptado expresa o tácitamente. Si una persona sabe que alguien está
haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende que ha conferido tácitamente mandato. La
ejecución del mandato implica su aceptación aun sin mediar declaración expresa sobre ella.
El precepto que se anota reúne en un mismo texto dos cuestiones diversas: la definición del contrato de mandato y lo
relativo a la formación del consentimiento. En la legislación anterior, estos aspectos estaban regulados en disposiciones
diferentes: a) el Código Civil definía el mandato en el art. 1869; b) el Código de Comercio proveía dos conceptos de esta
figura: el mandato comercial en general, definido en el art. 221, comprensivo del mandato y la comisión o consignación, y
el mandato comercial propiamente dicho, perfilado en el art. 222.
En ambos regímenes, el mandato implicaba, en sustancia, un contrato por el cual un sujeto, denominado mandante,
encargaba a otro sujeto, denominado mandatario, celebrar uno o varios actos jurídicos -en el mandato civil- o administrar
uno o más negocios de comercio -en el mandato comercial- en nombre y representación del primero. La representación
del mandante por el mandatario estaba incorporada en la propia definición y figura del mandato. Era el mandato
representativo que el Código regulaba como figura central.
Se discutía en doctrina y jurisprudencia si esa característica era de la esencia del mandato o no, a tenor, entre otros, de los
arts. 1890, 1929 y 1940, Cód. Civil, que confundían la exacta dimensión y alcance de esta figura contractual. Las XV
Jornadas Nacionales de Derecho Civil (Mar del Plata, 1995) habían declarado que "la representación no es un rasgo
distintivo del mandato en el Derecho vigente (art. 1929, Código Civil)" (Conclusiones de los Congresos y Jornadas
Nacionales de Derecho Civil 1927-2003, Buenos Aires, La Ley, 2005, p. 141). Por otra parte, el Código Civil regulaba la
cuestión de la formación del consentimiento en el mandato en los arts. 1873 a 1878, con cierto detalle y reiterando
algunos principios generales que ese Código ya había expresado en materia de manifestación de la voluntad (arts. 917 y
ss., Cód. Civil).
Comentario de Rivera:
i. Concepto de contrato de mandato. La definición del contrato de mandato que provee el nuevo texto legal resulta
coherente con la decisión metodológica y conceptual seguida por el nuevo Código de separar la regulación de este
contrato, de la figura de la representación. Ello explica que los términos de la noción legal aludan a una actuación del
mandatario en interés de otro sujeto -el mandante-, y ya no más en nombre de ese sujeto, como lo establecían
uniformemente los conceptos de mandato civil y comercial que brindaban los textos derogados. La definición que
presenta el Código recepta la esencia misma de esta figura contractual: consiste en un acuerdo por el cual una parte,
denominada mandante, encarga a otra, denominada mandatario, la realización de uno o más actos jurídicos en interés de
aquél.
En cuanto al objeto del mandato, la extinción de la división entre actos civiles y comerciales y de la categoría de actos de
comercio producida por la nueva legislación impacta en este aspecto del contrato, ya que en lo sucesivo no se diferenciará
entre actos jurídicos y actos de comercio como lo hacían los Códigos eliminados (art. 1869, Cód. Civil, y arts. 221 y 223,
Cód. Com.), sino que la nueva ley se refiere simplemente a la celebración por el mandatario de uno o más actos jurídicos,
lo que comprende todos los actos voluntarios lícitos que tienen por fin inmediato adquirir, modificar o extinguir relaciones
o situaciones jurídicas,según la definición dada por el art. 259, bastante similar en esencia al clásico art. 944, Cód. Civil.
Se mantiene entonces la esencia del régimen sustituido en cuanto a que el objeto del mandato debe ser la realización de
actos jurídicos, y no la ejecución de trabajos materiales ni intelectuales (cf. Salvat, Borda),rasgo principal que permitirá
continuar diferenciando esta figura de los contratos de servicios y de obra regulados en los arts. 1251y ss.
ii. Formación del consentimiento. La segunda parte de la norma anotada reitera el principio general que establecían los
arts. 1873 y ss., Cód.Civil: el mandato puede ser conferido y aceptado de manera expresa o tácita.
Al omitir ese tipo de reglas, el nuevo ordenamiento remite tácitamente a los arts. 262, 263 y 264 que regulan
sucesivamente: la manifestación expresa de la voluntad (notoria similitud con el extinto art. 917,Cód. Civil), el silencio
como manifestación de voluntad y la manifestación tácita de la voluntad, determinando en cada caso cuándo se considera
configurada una y otra forma de expresión de la voluntad y reiterando que el silencio, como principio, no constituye una
manifestación volitiva que permita imputar al sujeto el acto respecto del cual ha silenciado. Esto último es importante
porque entiendo que el nuevo Código ha modificado el tratamiento del silencio en la formación del contrato de mandato.
B. Mandato y representación.
Art. 1320. – Representación. Si el mandante confiere poder para ser representado, le son aplicables las disposiciones de
los artículos 362 y siguientes.
Aun cuando el mandato no confiera poder de representación, se aplican las disposiciones citadas a las relaciones entre
mandante y mandatario, en todo lo que no resulten modificadas en este Capítulo.
Art. 1321. – Mandato sin representación. Si el mandante no otorga poder de representación, el mandatario actúa en
nombre propio pero en interés del mandante, quien no queda obligado directamente respecto del tercero, ni éste
respecto del mandante. El mandante puede subrogarse en las acciones que tiene el mandatario contra el tercero, e
igualmente el tercero en las acciones que pueda ejercer el mandatario contra el mandante.
Comentario de Rivera:
i. Mandato y representación. Generalidades. A tono con la evolución del pensamiento jurídico, el nuevo Código regula de
manera separada y distingueclaramente la figura de la representación, institución que corresponde a la parte general de
los actos jurídicos, del contrato de mandato, figura perteneciente al ámbito de los contratos en particular. Sin embargo,
como se trata de instituciones compatibles y no excluyentes, se admite expresamente que el mandatopueda celebrarse
bajo dos modalidades diferentes: mandato con representación y mandato sin representación.
En la primera, el mandante apodera al mandatario y, a través de ese acto, confiere al mandatario la facultadde actuar en
nombre de él; en la segunda, la ausencia de facultades de representación a favor delmandatario implica que él actúa,
frente a terceros, en su propio nombre y no en nombre del mandate. Larelación de representación es el Vínculo directo
que se forma entre el representado y el tercero con quiencontrata el representante. El CC establecía que el representante
no es parte contractual en el negocio celebradocon el tercero; y las obligaciones y derechos que surgen de ese contrato o
acto se imputan directamente al representado (doct. art. 359). Según el nuevo texto legal, el mandatario puede actuar con
o sinrepresentación del mandante, según cómo se hayan acordado los términos del mandato al tiempo de conferirsey
aceptar el mandato. En caso de duda, debe entenderse que la prerrogativa de representar almandante no ha sido
otorgada.
ii. Mandato con representación. La ley establece en el art. 1320 cuáles son las reglas aplicables al mandato, según que el
mandante otorgueal mandatario la facultad para representarlo o no le conceda esa prerrogativa. Para el primer supuesto,
el Código establece que rigen prioritariamente las disposiciones de los arts. 362 a 381, que son las queespecíficamente
reglan el vínculo entre el representado -que en el caso sería el mandante y el representante.
Además de ello, aunque el Código no lo establezca expresamente, es claro que se aplican también:
a) las disposiciones generales en materia de representación (arts. 358 a 361); y
b) las normas de este Capítulo que regulan el contrato de mandato.
Para la segunda hipótesis, esto es, para el caso de que el mandato no otorgue al mandatario la potestadde actuar en
nombre del mandante, la nueva legislación prevé que las normas aplicables tendrán el siguienteorden de prelación:
primero, las disposiciones de este Capítulo y, luego, las reglas establecidas enlos arts. 362 a 381que disciplinan el vínculo
entre representados y representantes.
El mandante no queda obligado frente a los terceros con quienes actuó el mandatario ni éstos contraenobligaciones ni
derechos directos a favor de o contra aquél. Es el funcionamiento jurídico de la actuaciónsin representación (d.
Fontanarrosa). Sin embargo, como en la relación interna mandante-mandatarioexiste un contrato de mandato, que
legitima la actuación del mandatario y determina que él no actúafrente a los terceros en su propio interés sino que lo hace
en interés del mandante, es decir, con la intenciónde satisfacer una necesidad de él, el acto celebrado con los terceros no
resulta indiferente ni ajeno alos intereses del mandante; más bien todo lo contrario. Esto explica la última parte del art.
1321, cuandoautoriza al mandante a subrogarse en las acciones que tenga el mandatario contra el tercero ya éste en
lasacciones que el mandatario posea contra el mandante.
C. Presupuestos.
Art. 1322. – Onerosidad. El mandato se presume oneroso. A falta de acuerdo sobre la retribución, la remuneración es la
que establecen las disposiciones legales o reglamentarias aplicables, o el uso. A falta de ambos, debe ser determinada por
el juez.
La unificación del régimen de los contratos en general y, en particular, del mandato, implicó la necesidadde adoptar una
postura uniforme para el mandato en lo que respecta a su carácter oneroso o gratuito. ElCódigo se inclina por presumir la
onerosidad del mandato, siguiendo en este aspecto las aguas del Códigode Comercio derogado y el art. 1871, segunda
parte, del extinto Código Civil Desde cierto punto de vista,puede sostenerse que el nuevo Código se inclina por el carácter
oneroso de las figuras contractuales quetenían una doble regulación en la legislación derogada. Así ocurre con el mandato,
el depósito (art. 1357)y el mutuo (art. 1527), por ejemplo.
La onerosidad del mandato constituye una presunción legal; pero puede desvirtuarse por pacto contrarioo si se acredita
que el mandato no tenía carácter oneroso. Concluye la norma comentada que, en caso defalta de acuerdo sobre la
retribución a pagar al mandatario, se abonará la que establezcan las disposicioneslegales o reglamentarias aplicables, por
ejemplo, las leyes de aranceles para abogados o la que surjande los usos aplicables. En caso de ausencia de esos
parámetros, la retribución será determinada por eljuez. Finalmente, a pesar de que el nuevo Código no reproduce el art.
1953, Cód. Civil, que fijaba el derechodel mandatario a una retribución proporcional al servicio prestado en caso de
resolución del mandatosin culpa del mandatario, ese derecho igualmente existe por aplicación de los principios generales
que elpropio Código reconoce expresamente (doct. art. 1794).
D. Capacidad.
Art. 1323. – Capacidad. El mandato puede ser conferido a una persona incapaz, pero ésta puede oponer la nulidad del
contrato si es demandado por inejecución de las obligaciones o por rendición de cuentas, excepto la acción de restitución
de lo que se ha convertido en provecho suyo.
Con una redacción unificada y más sencilla que las normas derogadas, la nueva legislación reitera el tradicionalprincipio
general (cf. Salvat) de que es válido el mandato otorgado a una persona incapaz; además, determina las consecuencias
jurídicas que ello acarrea. Salvat explicaba que el fundamento de esa permisiónera que el acto jurídico que el mandatario
realizaba se reputaba efectuado por el propio mandante, yen esas condiciones la capacidad del mandatario era
indiferente. Esta explicación puede replicarse en elsistema actual sólo cuando el mandato es representativo (art. 1320),
pero no cuando no lo es (art, 1319).
No obstante, en cualquier caso, el mandato conferido al incapaz se reputa válido, lo cual que no parecerazonable cuando
el mandato no confiere poder de representación a favor de éste, ya que se estaría encomendandoun acto que el incapaz
no podría celebrar, en su propio nombre, con el tercero.
En cuanto a los efectos del mandato conferido a un incapaz, el art. 1323 prácticamente reproduce la doctrinadel extinto
art. 1898, con lo cual se aplican su doctrina y jurisprudencia.
La última parte del art. 1323 reitera la regla genérica que el propio Código establece en el art. 1000, ubicadoen la parte
general de los contratos, que determina los efectos de la nulidad de los contratos celebrados por incapaces (doct. art.
1794; d. antiguo art. 1165, Cód. Civil; Salvat).
A. Del mandatario.
Art. 1324. – Obligaciones del mandatario. El mandatario está obligado a:
a) cumplir los actos comprendidos en el mandato, conforme a las instrucciones dadas por el mandante y a la naturaleza
del negocio que constituye su objeto, con el cuidado que pondría en los asuntos propios o, en su caso, el exigido por las
reglas de su profesión, o por los usos del lugar de ejecución;
b) dar aviso inmediato al mandante de cualquier circunstancia sobreviniente que razonablemente aconseje apartarse de
las instrucciones recibidas, requiriendo nuevas instrucciones o ratificación de las anteriores, y adoptar las medidas
indispensables y urgentes;
c) informar sin demora al mandante de todo conflicto de intereses y de toda otra circunstancia que pueda motivar la
modificación o la revocación del mandato;
d) mantener en reserva toda información que adquiera con motivo del mandato que, por su naturaleza o circunstancias,
no está destinada a ser divulgada;
e) dar aviso al mandante de todo valor que haya recibido en razón del mandato, y ponerlo a disposición de aquél;
f) rendir cuenta de su gestión en las oportunidades convenidas o a la extinción del mandato;
g) entregar al mandante las ganancias derivadas del negocio, con los intereses moratorios, de las sumas de dinero que
haya utilizado en provecho propio;
h) informar en cualquier momento, a requerimiento del mandante, sobre la ejecución del mandato;
i) exhibir al mandante toda la documentación relacionada con la gestión encomendada, y entregarle la que corresponde
según las circunstancias.
Si el negocio encargado al mandatario fuese de los que, por su oficio o su modo de vivir, acepta él regularmente, aun
cuando se excuse del encargo, debe tomar las providencias conservatorias urgentes que requiera el negocio que se le
encomienda.
i. De ejecutar el mandato, instrucciones y diligencia. En consonancia con lo que disponían los arts. 1904 y concs., Cód.
Civil, la primera obligación del mandatarioes cumplir con el cometido solicitado por el mandante y aceptado por él (cf,
Salvat, Borda).El encargo debe ser ejecutado observando las instrucciones u órdenes que el mandante ha dado, la
naturalezadel negocio encargado y dentro de los límites de la función asignada. El Código determina un primerestándar o
patrón de conducta que debe respetar el mandatario en el desarrollo y ejecución del encargo: debe cumplirlo con el
cuidado que pondrían en sus propios asuntos. Luego fija como pauta de cuidado loque surja de las reglas de la profesión y,
por último, lo que emane de los usos vigentes en el lugar de ejecucióndel mandato.
ii. Dar aviso e informar. Los incisos b) y c) del art. 1324 se encuentran correlacionados dado que se vinculan con el deber
genéricoque tiene el mandatario de informar al mandante las circunstancias asociadas a la posible modificación,
ratificación o extinción de las instrucciones dadas para ejecutar el mandato. A su vez, estos incisos se emparentan con los
incs. e) y h) que también aluden a la obligación del mandatario de informar al mandante, en las hipótesis que analizaré
oportunamente. En materia de representación, la ley también impone comopauta general del representante el deber de
comunicación, que incluye los de información y deEl inc. b) que se comenta impone al mandatario dos deberes
simultáneos:
El primero, avisar al mandante cualquier evento sobreviniente a la celebración del mandato que pueda influir en las
instrucciones recibidas, a fin de que el mandante las pueda modificar o ratificar. El buen criterio del mandatario
determinará el impacto que el evento de que se trate pueda tener en las órdenes dadas por el mandante y la conveniencia
ele que éste se encuentre en conocimiento de ello. La norma dispone que el aviso tiene que ser inmediato, sin fijar un
plazo para ello, el que surgirá de las circunstancias del caso, de la situación de imposibilidad o no en que se encuentre el
mandatario para ello, etc. De todas formas, se supone que debe serlo en el tiempo más próximo posible al conocimiento
que el mandatario tuvo del evento que pueda influir en las instrucciones dadas por el mandante respecto del modo en que
el mandato debe ser ejecutado.
El segundo deber que el inciso que se examina impone al mandatario es adoptar las medidas indispensables y urgentes en
caso de que se presente una circunstancia sobreviniente que pueda afectar las órdenes que había dado el mandante.
Por su parte, el inc. c) que se anota establece una obligación de información específica que válidamente pudo ser incluida
en el deber general previsto en el inciso anterior. Por lo tanto, entiendo que constituye una disposición sobreabundante. El
art. 229, Cód. Com., traía una regla vinculada con la última parte del inciso. Este inciso exigía que el mandatario comunique
al mandante cualquier conflicto de intereses, entre los suyos propios y los del mandante u otro tipo de conflicto de
intereses, que pudiera surgir en la ejecución del mandato, y que también informe toda circunstancia que pueda generar la
modificación o revocación del mandato.
El inc. c) que se anota prevé que el mandatario debe informar sin demora al mandante las circunstancias que allí indica.
Esta expresión debe considerarse equivalente al término inmediato empleado en el inciso anterior, por lo que valen las
reflexiones allí realizadas a este respecto. Tampoco aclara el modo en que esa comunicación debe ser efectuada, por lo
que también rige aquí el principio general de libertad de formas consagrado en el art. 284 del Código. Por último, en caso
de conflicto de intereses entre los del mandante y los del mandatario, éste debe priorizar los del mandante en la ejecución
del mandato, como lo establece el art. 1325, a cuyo análisis me remito.
iii. De guardar reserva. Esta disposición obliga al mandatario a guardar secreto y a no difundir la información que adquiera
conmotivo del mandato, que por su naturaleza o circunstancias no esté destinada a ser divulgada. Es, en ciertomodo, una
explicitación de la regla de todo representante de mantener reserva. El mandatario determinarásegún su razonable
criterio cuál es la información concreta que deba mantenerse en reserva. Antela duda, debe guardar secreto respecto de
ella, para evitar toda posible afectación a los intereses delmandante. Además, el mandatario puede también quedar
constreñido a este deber en los términos de laley 24.766 de Confidencialidad.
iv. Dar aviso de todo lo que recibe en el mandato. El inciso que se comenta se conecta en parte con los incs. b), c) y h) de
este artículo, y con el art. 372, inc.c, que establece las obligaciones del representante, aplicables al mandato. En la
hipótesis que regula el inciso, la información que debe brindarse al mandante se relaciona con todo valor (dinero, efectos,
papelesde comercio, etc.) que el mandatario haya recibido como consecuencia de la ejecución del mandato. La
informacióndebe resultar clara y completa, para que el mandante tome conocimiento de los datos de lascosas o valores
recibidos, a qué operación corresponden y, especialmente, para que instruya al mandatariorespecto de qué debe realizar
con ellos, salvo, claro, que esto último surja de las instrucciones previas, la naturaleza del negocio, las reglas de la
profesión o los usos del lugar de ejecución del encargo.
Además de informarle, el mandatario también debe poner los valores, cosas, etc., a disposición del mandante,
entregándose los (inc. i) o remitiéndoselos, según lo que el mandante indique o haya indicado.
v. De rendir cuentas. La obligación que este inciso impone al mandatario es la de rendir cuentas al mandante de la gestión
enejecución o realizada. Constituye un deber clásico del mandatario, que preveía la legislación sustituida (arts. 1909 y ss.,
Cód. Civil), aunque ahora no se activa sólo a la finalización de la gestión del mandatario, como la doctrina explicaba (Ariza),
sino que actúa durante toda la vida del encargo.
vi. De entregar ganancias.La primera parte del inciso que obliga al mandatario a entregar al mandante las ganancias
derivadas delnegocio reitera en cierta medida la regla general que contenía el art. 1911, Cód. Civil, que obligaba
almandatario a entregar al mandante todo lo que hubiera recibido en virtud del mandato. Ese principio genéricoy las
aplicaciones particulares que establecía el mismo art. 1911, Cód. Civil, se mantienen en generalen el nuevo Código.
La segunda parte de la norma, para que tenga mejor sentido, debe leerse sin la coma luego de "interesesmoratorias",
como lo establecía la fuente directa del precepto. Evidentemente, se trata de una errata.
Por último, si las instrucciones del mandante determinaban cuál era el destino que había que darle a lasganancias del
negocio o prohibían el uso de esas ganancias por el mandatario, cualquier empleo que elmandatario realizara de ellas será
considerado incumplimiento a sus obligaciones que, por ende, permitiráal mandante reclamar no solo los intereses
moratorias por el uso sino todos los daños que el incumplimientodel mandatario le hubiera ocasionado.
vii. De informar.La disposición se vincula con los ya analizados incs. b), c) y e) de este artículo, y también con el art. 372,
inc. c), que, en materia de representación -aplicable al mandato, por remisión del art. 1320-, recrea el deberdel
representante de comunicar e informar al representado. Como el mandante es el dueño del negocio, es decir, el titular del
interés que se pretende satisfacer con el negocio encomendado al mandatario, es de su interés conocer
permanentemente el desenvolvimiento de la gestión encargada. Por este motivo, el mandante posee el derecho, y el
mandatario el consecuente deber, de solicitar información sobre todoslos aspectos o circunstancias del trabajo
encomendado, de manera tal que el mandante pueda velar porsus intereses de la forma que mejor lo considere.
El derecho del mandante puede ser ejercicio en cualquier momento.
La ley no establece cómo debe ser comunicado su requerimiento o solicitud, por lo que rige para ello elprincipio general
de libertad de formas (art. 284).
La ley tampoco determina cuál es el alcance de este deber o cuál es el contenido exacto de aquello que elmandatario debe
informar. Además de aplicarse el principio general de la buena fe (arts. 9, 729 y 961) parainterpretar adecuadamente el
alcance de esta obligación, también deberá estarse al contenido del requerimientodel mandante, a las circunstancias del
caso y a los usos vigentes en el lugar de ejecución delmandato.
Finalmente, la nueva legislación tampoco especifica cuál es el plazo que el mandatario tiene para evacuarla información
requerida. La información debe ser proporcionada en el plazo razonable que surja de laspautas indicadas en el párrafo
anterior, excepto que el mandante hubiera establecido un término al efecto, que debe ser razonable para poder contestar
adecuadamente el requerimiento (doc. art. 10).
viii. De exhibir la documentación. Esta disposición establece una doble obligación a cargo del mandatario:
a) Por una parte, debe exhibir al mandante toda la documentación vinculada con su gestión, como puedenser minutas,
preacuerdos, contratos, etc., celebrados con terceros, o constancias de pagos, recibos, etc, es decir cualquier
documentación relacionada con el encargo encomendado. Este deber surge cada vezque el mandante lo y el modo de
exhibición y demás circunstancias podrán estar determinados por elmandante o surgir de las circunstancias del caso o de
los usos; y
b) Por otra parte, el mandatario debe entregar al mandante la documentación que corresponda, según lascircunstancias.
La entrega de la documentación puede ser requerida al mandatario al finalizar la gestión odurante la ejecución de la
encomienda, ya que ello se desprende de la locución "según las circunstancias"que la norma emplea. La dación al
mandante de todos los demás bienes resultantes de la gestión confiadaqueda incluida dentro de la obligación general del
mandatario de rendir cuentas de su gestión, que imponeel art. 1334, a cuyo examen reenvío al lector.
ix. Comentario al último párrafo del inciso. La última parte del art. 1324 reproduce el viejo art. 1917, Cód. Civil: Se impone
al mandatario que rechazaun encargo relativo a su oficio o modo de vivir, la obligación residual de adoptar las medidas
conservatoriasurgentes que requiera el negocio encomendado.
i. De suministrar los medios y compensar.El inciso establece dos obligaciones a cargo del mandante: por una parte, debe
suministrar al mandatariotodos los medios necesarios para realizar eficazmente el mandato; por la otra, compensarle
todos los gastos razonables que haya efectuado con esa finalidad.
La primera obligación involucra un deber genérico del mandante dirigido a poder lograr la finalidad pretendidacon el
mandato: debe suministrar al mandatario todos los medios necesarios para la ejecución delencargo. El exacto alcance de
las expresiones "suministrar" y "medios" que he destacado nos proporcionaránel contenido concreto y la extensión de
este deber legal.
La segunda parte de este inciso alude al clásico deber de reembolso del mandante respecto de los gastosque haya
realizado el mandatario para cumplir con el encargo conferido. La expresión que utiliza la ley escompensarle y no
reembolsarle los gastos al mandatario, como lo establecía la legislación anterior (arts.1949 y 1950, Cód. Civil), lo que
podría interpretarse como una diferencia de contenido, más comprensivala primera que la segunda. Así podría
considerarse que la compensación incluye intereses o daños sufridos'por el mandatario, que la expresión reembolso no
incluiría.
Para que proceda la compensación de gastos, la ley impone tres requisitos: a) Que el mandatario exija elreembolso, lo que
puede realizar en cualquier tiempo, incluso antes de concluido el mandato -idénticamente a como lo establecía el art.
1955, Cód. Civil. (cfr. Borda); b) Que los gastos sean razonables, expresión que no refiere a una cuantía determinada sino a
su vinculación con las circunstancias de tiempo,lugar, personas, etc., del encargo realizado, todo lo cual dependerá de cada
caso concreto. Similar previsiónestablecía el art. 1949, Cód. Civil; y c) Que los gastos hayan sido realizados para ejecutar el
mandatoconferido, es decir, que éste sea la causa de la erogación realizada.
Por último, el nuevo régimen no alude al pago de intereses al mandatario desde que cada gasto fue realizado, como lo
establecía el art. 1950 de la legislación civil derogada, lo que genera la duda de si ello procedepor aplicación de las normas
generales sobre obligaciones o si ello resulta improcedente en el nuevoesquema legal, aunque entiendo que procede el
pago de esos intereses tanto por una cuestión tanto deequidad como de igualdad entre las partes (doct. art. 1324, inc. g).
ii. De indemnizar. Esta disposición obliga al mandante a indemnizar al mandatario los daños que sufra como
consecuenciade la ejecución del encargo, siempre que no sean imputables al mandatario.
En el desarrollo de su cometido, el mandatario puede llegar a sufrir menoscabos en sus bienes o en supersona, que no
habría sufrido si no hubiera aceptado el encargo. El mandato no debe perjudicarlo ni empobrecerlo, por lo que los daños
que sufra serán indemnizables por el mandante, en tanto y en cuanto nose deban a culpa o dolo del mandatario; en esa
hipótesis, la última parte del inciso exime al mandante deresarcirle los menoscabos ocasionados.
iii. De liberar al mandatario. El inciso en cuestión impone al mandante el deber de liberar al mandatario de las
obligaciones asumidascon terceros, proveyéndole los medios -dinero, valores, documentos, comprobantes, etc. necesarios
paraello.
Esta obligación estaba prevista en el art. 1951, Cód. Civil, con términos similares al actual, aunque recordemosque la
estructura del mandato en el Código Civil difería de la actual, dado que el mandato implicabala representación del
mandante, es decir, la actuación en su nombre (doct. art. 1869, Cód. Civil), mientrasque el régimen vigente, como he
señalado, sólo implica la actuación del mandatario en interés delmandante, más no en su nombre (arts. 1319 y 1320).
El alcance de la obligación que prescribe este artículo es clara en el nuevo régimen: como el mandatarioactúa en su propio
nombre al ejecutar el mandato, y no ya en nombre del mandante, queda él-es decir, elmandatario directamente obligado
frente a los terceros, tal como era y es la situación del comisionista oconsignatario en el contrato de comisión.
El mandante, entonces, debe liberar al mandatario de las obligaciones asumidas en el ejercicio del mandato,proveyéndole
los medios necesarios para ello, es decir, el dinero, valores o papeles de comercio, documentos, cosas, etc., que sean
indispensables para que el mandatario pueda cumplir las obligacionesasumidas con los terceros en la ejecución del
encargo y queda, así, liberado. Si el mandatario actuara enrepresentación del mandante, porque éste le hubiera conferido
expresamente esa facultad (doct. art.1320), la liberación de las obligaciones asumidas por el mandatario a que se refiere
esta norma consistiráen proveerle y suministrarle todo lo necesario para que el mandatario quede desobligado de aquellos
deberesque hubiera asumido en su nombre en la ejecución del encargo, por ser ello necesario para la fielrealización del
cometido conferido.
iv. De pagar la retribución. El último inciso del artículo en comentario establece la obligación del mandante de pagar al
mandatario laretribución pactada, tal como lo imponía el art.1952, Cód. Civil, sin aclarar, como éste lo hacía, en quépuede
consistir la retribución debida al mandatario. La diferencia entre ambos regímenes, además, resideen que en el sistema
civil anterior el mandato podía ser gratuito u oneroso (art. 1871, Cód. Civil) y, por lotanto, en el primer caso el mandante
no debía abonar retribución alguna al mandatario; en el régimenmercantil extinguido el mandato se presumía oneroso
(arts. 5°, 218, inc. 5°, y 221, Cód. Com.). En el ordenamientovigente, como el mandato se presume oneroso (doct. art.
1322), la consecuencia necesaria quese sigue de ello es que el mandante queda obligado a satisfacer al mandatario la
retribución estipulada, lalegal, la que surja de los usos o la que fije el juez. Si el mandato no fuera oneroso, porque así se
hubieraestipulado, por ejemplo, el mandante nada deberá al mandatario por este rubro.
La última parte del inciso replica casi idénticamente el extinto art. 1958, Cód. Civil: cuando el mandato seextinga sin
mediar culpa del mandatario, el mandante debe pagarle la retribución proporcional a los trabajosrealizados, y si el
mandatario hubiera recibido un adelanto mayor a lo que le correspondía, el mandanteno podrá exigir su restitución, sin
que ello configure un enriquecimiento sin causa del mandatario.
A. Causas de la extinción.
Art. 1329. – Extinción del mandato. El mandato se extingue:
a) por el transcurso del plazo por el que fue otorgado, o por el cumplimiento de la condición resolutoriapactada;
b) por la ejecución del negocio para el cual fue dado;
c) por la revocación del mandante;
d) por la renuncia del mandatario;
e) por la muerte o incapacidad del mandante o del mandatario.
i. Por el cumplimiento del plazo o condición resolutoria.Estos incisos tratan los modos de extinción del mandato que
establecía el art. 1960, Cód. Civil: el transcursodel tiempo por el que fue conferido y el cumplimiento del negocio
encomendado. Se agrega como causalde extinción el cumplimiento de la condición resolutoria pactada a que se hubiera
podido subordinar laexistencia del contrato, aunque esta causal hubieran podido omitirse y deducir su existencia de la
aplicaciónde los principios generales en materia de obligaciones y contratos
ii. Por la ejecución del negocio para el cual fue dado. La revocación del mandato por el mandante constituye un clásico
modo de extinción de este contrato, deraíces, por lo menos, romanas (cf. Gorostiaga).
La revocación es la facultad históricamente discrecional que tenía el mandante para dejar sin efecto por supropia voluntad
el mandato que había conferido. Era un acto netamente unilateral que no requería la conformidaddel mandatario y el
Código Civil extinto establecía que el mandante podía revocar el mandato"siempre que quiera" (art. 1970). La doctrina
explicaba que variaban las consecuencias patrimoniales segúnque el mandato fuera gratuito u oneroso, y en este último
caso según que la revocación se produzcaantes o después de iniciada la gestión.
El modo de hacer saber al mandatario la decisión de revocar el mandato se rige por la aplicación de losprincipios generales
que desarrolla el nuevo Código en materia de extinción del contrato por declaraciónunilateral de la voluntad, los que, sin
decirlo expresamente, parecieran exigir una comunicación formal. Elcasuismo desarrollado por el Código de Vélez en los
arts. 1971 y ss. para determinar las hipótesis de revocacióndel mandato, es eliminado por el nuevo ordenamiento, a tono
con la simplificación de las normaslegales supletorias que, en general, se advierte en el nuevo Código en todo el articulado
relativo a obligacionesy contratos. Sin embargo, el cuerpo de doctrina y jurisprudencia elaborado en torno a esas
situaciones;es decir: el nombramiento de nuevo mandatario para el mismo negocio (art. 1971), la intervencióndirecta del
mandante en la gestión encomendada (art. 1972), la influencia de la revocación respecto demandatos generales y
especiales (arts. 1975 y 1976), pueden considerarse razonablemente vigentes entanto la voluntad del mandante de
revocar el mandato conferido al mandatario se infiera de las situacionesde hecho de que se trate.
iii. Por la renuncia del mandatario.Este inciso regula la renuncia del mandatario, que constituye otro tradicional modo de
extinción del mandato,que preveía el art. 1963, inc. 2°, Cód. Civil, reglado principalmente en los arts. 1978 y 1979;
tambiénel art. 224, Cód. Com., disciplinaba este histórico modo de concluir el mandato.
La doctrina argentina siempre observó en la renuncia un modo unilateral de extinguir el mandato ejercidopor la propia
voluntad del mandatario, sin consecuencias patrimoniales para él, salvo que se verificaranlos supuestos legales.
La renuncia debe ser puesta en conocimiento del mandante. Aunque esto surgía claramente del art. 1978, Cód. Civil, y del
art. 224, Cód. Com., esta exigencia puede considerarse vigente: a) porque se trata de una declaración de voluntad
recepticia que no produce efectos hasta tanto no sea puesta en conocimiento deldestinatario, sin necesidad de que sea
aceptada (cf. Siburu, Borda); y b) porque su exigencia se deduce delart. 380, inc. d), aplicable al mandato con o sin
representación (doct. art. 1320) o de la aplicación analógicadel art. 1078.
iv. Por la muerte o incapacidad del mandatario o mandante.Concluyendo con los medios de terminación del mandato, el
Código señala otras dos modalidades clásicasen este tema: el fallecimiento y la incapacidad de cualquiera de los
contratantes. Estas causales estabantambién previstas en la legislación anterior: en el art. 1963, incs. 3ºy 4°, Cód. Civil, que
las reconocía genéricamente,y en los arts. 1980 a 1985, que las reglamentaban y establecían ciertas excepciones a ellas.
Estos modos extintivos se refieren a hechos que no requieren mayor explicación -aunque sí los efectosque producen-: el
fallecimiento de uno de los contratos o su incapacidad jurídica, sobrevinientes a la celebracióndel contrato.
Se reglamentan en el nuevo Código en el art. 1330, segundo párrafo, y en art. 1333, a cuyos comentariosreenvío al lector.
Sin embargo, hay que tener presente que en el trámite legislativo del nuevo Código seagregó al art. 380, inc. b), un largo
párrafo que contiene una excepción a la extinción del poder por muertedel representante o del representado. Con lo cual,
cuando el mandato es representativo, y se dan lascircunstancias de ese art. 380, inc. b), el fallecimiento de una de las
partes no extingue el mandato (doct.art. 1320).
v. Efectos de la extinción del mandato en relación con el mandatario y con terceros.El Código Civil regulaba en los arts.
1964 a 1969 los efectos que la extinción del mandato producía con relaciónal mandatario y a terceros, y variaba las
soluciones según que unos u otros ignoraran sin culpa lacesación del mandato. La regla general, no obstante, era que para
cesar el mandato con relación al mandatarioy a los terceros con quienes ha contratado, era necesario que ellos hayan
sabido o podido saber lacesación del mandato (art. 1964, Cód. Civil). El nuevo Código no prevé normas genéricas en este
Capítuloque regulen esta cuestión, excepto el art. 1333, que determina cuáles son las consecuencias que la muerteo la
incapacidad de las partes produce en el mandato.
Sin embargo, en las disposiciones vinculadas con la representación, se prevén principios generales que rigenen el mandato
(doct. art. 1320), los que hay que aplicar adecuadamente según el tipo de mandato, con o sin representación (arts. 1319 y
1320), que se hubiera otorgado. El art. 361 establece como principiogeneral aplicable a todo tipo de representación,
voluntaria, legal u orgánica, que la extinción del poder esoponible a terceros si éstos la conocen o pudieron conocerla
actuando con debida diligencia (d. tambiénart. 362 para la representación voluntaria); por su parte, el art. 381 prescribe
que la renuncia y la revocaciónde los poderes deben ser puestas en conocimiento de los terceros por medios idóneos y
que, en sudefecto, no son oponibles a los terceros, salvo que se pruebe que éstos conocían la revocación en el
momentode celebrar el acto jurídico.
La norma concluye señalando que las demás causas de extinción del poder -fallecimiento o quiebra delrepresentante o
representado, etc.-, no son oponibles a los terceros que las hayan ignorado sin culpa.
B. El mandato irrevocable.
Art. 1330. – Mandato irrevocable. El mandato puede convenirse expresamente como irrevocable enlos casos de los
incisos b) y c) del artículo 380.
El mandato destinado a ejecutarse después de la muerte del mandante es nulo si no puede valer comodisposición de
última voluntad.
La primera parte de la norma se refiere al mandato irrevocable y delega su régimen a lo previsto en el art.380, incs. b) y c),
ubicado dentro de las normas que tratan la figura de la representación. Esos incisos aludena poder irrevocable.
El Código no regula en este artículo los requisitos del mandato irrevocable sino que únicamente lo admitecomo hipótesis
válida en el ordenamiento jurídico y delega su régimen y requisitos a lo previsto en elart.380, incs. b) y c), del Código, a
cuyo análisis en la parte pertinente de esta obra remito al lector.
La confusión en el tratamiento de este tema es palpable: se califica como "mandato irrevocable" a los supuestosdel art.
380, incs, b) y c), mientras que esas hipótesis regulan situaciones diversas, ya que el primerose refiere a la subsistencia del
mandato o poder luego de la muerte del representado (aunque ellono tiene que ver con la irrevocabilidad sino con la
continuación del mandato o poder luego de ese evento, arg. arts. 1980 y 1981, Cód. Civil), en tanto el inc. c) de ese art. 380
trata el poder irrevocable, que para sertal debe reunir ciertos requisitos y su calificación como tal no tiene ninguna
vinculación con el fallecimientodel poderdante.
El mandato irrevocable, en tanto se verifiquen los requisitos que establecen el art. 380, inc. c) y b), semantiene incólume
frente a la muerte, incapacidad sobreviniente, etc., del mandante o poderdante o, mejordicho, estos eventos son
irrelevantes y no afectan la subsistencia de aquél.
El nuevo Código eliminó los arts. 1980 y 1981, Cód. Civil, que consagraban la modalidad de mandato mayormenteconocida
como mandato post mortem, es decir, el mandato conferido para ser ejecutado despuésde la muerte del mandante. No
obstante la supresión de aquellos artículos, el nuevo Código mantieneliteralmente una regla que preveía el viejo art. 1983,
Cód. Civil: el mandato destinado a ejecutarse despuésde la muerte del mandante es nulo si no puede valer como
disposición de última voluntad.
La pregunta que corresponde realizar es la siguiente: la eliminación de los arts. 1980 y 1981, Cód. Civil, ¿implica que el
nuevo ordenamiento prohíbe el mandato post mortem en general, salvo el caso del raroart. 1330, segundo párrafo? ¿O
esa modalidad de mandato continúa vigente? La respuesta no es sencillaen modo alguno. Considero que el nuevo orden
legislativo admite esa clase de mandato: así lo autoriza elart. 1330, segundo párrafo, aunque lo sujeta a determinadas
condiciones, esto es, que valga como disposiciónde última voluntad. Y, como no resulta claro cuál es el alcance de esta
expresión, retornamos alpunto inicial de la discusión doctrinaria no agotada que existía cuando regía idéntica regla en el
extintoCódigo Civil. Desde mi punto de vista, lo que no puede controvertirse es que la incorporación de una reglacomo la
prevista en el art. 1330, segundo párrafo, sólo puede entenderse como admitiendo el mandato post mortem, y no como
negándolo. Otra cuestión es precisar cuáles son las modalidades o variantes parala validez de ese mandato post mortem,
pero no que éste sigue siendo admitido en la nueva legislación.
D. Renuncia.
Art. 1332. – Renuncia. La renuncia intempestiva y sin causa justificada del mandatario obliga a indemnizar los daños que
cause al mandante.
Para que la renuncia del mandatario no genere obligación de indemnizar al mandante, se exige que esadeclinación sea
tempestiva y con causa justificada:
a) Tempestiva: es decir, efectuada de manera oportuna, en tiempo propio, no de manera repentina o sorpresiva.
b) Con causa justificada: esta noción pareciera reiterar el concepto de justa causa que el Código exige almandante para
revocar el mandato y quedar eximido de responsabilidad en esos casos (art. 1331; también, art. 380, inc. c), para el poder
irrevocable). Como en el supuesto del mandante, cada caso determinarácuándo quede configurada una causa fundada que
amerite eximir al mandatario de responder por losperjuicios que su renuncia pueda ocasionar a su contraparte.
E. Muerte de algunas de las partes: efectos.
Art. 1333. – Muerte o incapacidad del mandatario y del mandante. Producida la muerte o incapacidaddel mandatario, sus
herederos, representantes o asistentes que tengan conocimiento del mandato debendar pronto aviso al mandante y
tomar en interés de éste las medidas que sean requeridas por lascircunstancias.
Si se produce la muerte o incapacidad del mandante, el mandatario debe ejecutar los actos de conservaciónsi hay peligro
en la demora, excepto instrucciones expresas en contrario de los herederos o representantes.
El fallecimiento o incapacidad del mandante o del mandatario producen la extinción del mandato (doct.art. 1329, inc. e).
Sin embargo, existen algunos efectos residuales que esos eventos generan y que el Código disciplina al establecer las
obligaciones que deben cumplirse ante la ocurrencia de esos hechos:
a) La primera parte del art. 1333 impone dos deberes a aquellos sujetos que sepan la ocurrencia de lamuerte o
incapacidad del mandatario y que conozcan la existencia del mandato conferido: deben comunicaral mandante el suceso
acaecido y, simultáneamente, deben adoptar las medidas pertinentes para protegerlos intereses del mandante en el
negocio encargado; por ejemplo, realizar medidas conservatoriasde las cosas objeto del encargo, efectuar pagos de
vencimientos, etcétera.
b) La segunda parte del art. 1333 alude al caso de muerte o incapacidad del mandante y, para esos supuestos, impone al
mandatario la obligación de ejecutar los actos de conservación si hay peligro en la demora,excepto instrucciones expresas
en contrario de los herederos o representantes.
F. La rendición de cuentas.
Art. 1334. – Rendición de cuentas. La rendición de cuentas por el mandatario debe ser en las condicionesprevistas en los
artículos 858 y siguientes acompañada de toda la documentación relativa a su gestión. Excepto estipulación en contrario,
las cuentas deben rendirse en el domicilio del mandatario ylos gastos que generan son a cargo del mandante.
La rendición de cuentas es, sencillamente, la explicación detallada y documentada por el mandatario de lagestión que se
está llevando a cabo, o que se ha concluido en su caso. Si bien tradicionalmente la rendiciónde cuentas se realizaba al
cierre de la gestión encomendada (d. Ariza) el nuevo ordenamiento indicaque el mandatario debe realizarla al extinguirse
el mandato o en las "oportunidades convenidas", es decirque puede haber rendiciones de cuentas parciales durante la
ejecución del negocio, con independencia dela rendición de cuentas final al concluirse la operación y del amplio deber de
información a cargo delmandatario también durante la realización de la gestión (doct. art. 1324).
Este deber permanente del mandatario de "rendir cuentas" resulta esencial para que el mandante conozcaen concreto
qué está realizando aquél y cuál es el estado y demás circunstancias del negocio encargado, no sólo por la información en
sí misma a que el mandante tiene derecho sino, también, para que éstepueda modificar a tiempo y de manera útil
cualquier instrucción relativa a la gestión encargada (doct.art.1324, incs. b y c).
La rendición de cuentas se hace por escrito y con el contenido y modalidades que establece el art. 859 delCódigo. Es,
entonces, una obligación que debe cumplirse con una formalidad determinada, por lo que norige aquí el principio de
libertad de formas previsto en el art. 284. Éstas son, entonces, las diferencias entrela obligación de rendir cuentas y los
restantes deberes de información a cargo del mandatario, que nodeben cumplir las formalidades, contenido, modalidades,
etc., de la rendición de cuentas.El cumplimiento de la obligación de rendir cuentas se realiza en el domicilio del
mandatario y los gastosque ella genere se encuentran a cargo del mandante salvo, en ambos casos, que se haya acordado
lo contrario (doct. arts. 958, 962 y 1334).
4. Contrato de consignación.
B. Caracteres: indivisibilidad.
Art. 1336. – Indivisibilidad. La consignación es indivisible. Aceptada en una parte se considera aceptadaen el todo, y dura
mientras el negocio no esté completamente concluido.
La disposición legal recrea el principio de la indivisibilidad de la consignación, rasgo tradicional de la comisiónmercantil. La
norma establece dos reglas vinculadas con este tema: la primera, alude a la aceptaciónde la consignación; la segunda, a su
ejecución.
Por la primera regla, la consignación no puede aceptarse parcialmente sino que debe aceptarse íntegramente; o, mejor
dicho, puede aceptarse en parte, pero en esa hipótesis la ley presume que ha sido aceptadaen el todo.
La segunda regla alude a que, una vez aceptada, el consignatario debe ejecutar todo el negocio comprendidoen el encargo,
y no partes de él, aunque se acepta que el consignatario puede renunciar a la comisión, en tiempo oportuno y por justa
causa. Es decir, que no se admiten ejecuciones parciales del acto onegocio encomendado.
C. Efectos.
Art. 1337. – Efectos. El consignatario queda directamente obligado hacia las personas con quienescontrata, sin que éstas
tengan acción contra el consignante, ni éste contra aquéllas.
La norma sirve como ratificación del esquema legal de funcionamiento de este contrato y no contradiceotras
disposiciones: sólo el consignatario se obliga frente a los terceros y éstos sólo pueden accionar contraél y no contra el
consignante, quien resulta un tercero ajeno a esa contratación.
E. Plazo, crédito.
Art. 1339. – Plazos otorgados por el consignatario. El consignatario se presume autorizado a otorgarlos plazos de pago
que sean de uso en la plaza.
Si otorga plazos contra las instrucciones del consignante, o por términos superiores a los de uso, está
directamenteobligado al pago del precio o de su saldo en el momento en que hubiera correspondido.
El incumplimiento por el consignatario de las órdenes del consignante o la inobservancia de los usos deplaza no puede
serle opuesto a aquél, quien tiene derecho a exigir al consignatario el pago del precio de lacosa vendida como si se hubiera
vendido conforme a las instrucciones dadas o a los términos corrientesen la plaza de que se trate.
Art. 1340. – Crédito otorgado por el consignatario. El consignatario es responsable ante el consignante por el crédito
otorgado a terceros sin la diligencia exigida por las circunstancias.
5. Contrato de corretaje
A. Definición.
Art. 1345. – Definición. Hay contrato de corretaje cuando una persona, denominada corredor, se obligaante otra, a mediar
en la negociación y conclusión de uno o varios negocios, sin tener relación de dependenciao representación con ninguna
de las partes.
i. Características generales del corretaje. El Código estructura la normativa sobre corretaje de manera objetiva, esto es,
centrando la regulación en el contrato de corretaje en sí, y no en forma subjetiva, es decir sin nuclearla en derredor de la
persona del corredor, como lo hacían el viejo Código de Comercio y, posteriormente, los preceptos del dec.-
ley20.266/1973 de Martilleros. Ninguna de estas normas ofrecía una definición del contrato de corretaje ensí mismo.
El corretaje es un contrato que se celebra entre dos sujetos: el corredor, quien desarrolla la tarea de intermediar entre la
oferta y la demanda de cosas, bienes o servicios, y el comitente, quien la encarga.
La nueva ley define a esta figura contractual como un acuerdo por el cual el corredor se obliga a mediar enla negociación y
conclusión de uno o varios negocios, sin tener relación de dependencia o representación con ninguna de las partes entre
quienes intermedia para celebrar el negocio o negocios de que se trate.
Como se advierte, el artículo que se comenta recepta las notas que la doctrina destacó desde siempre para describir este
vínculo jurídico, al enfatizar la actividad que desarrolla el corredor de mediar entre la oferta y la demanda de bienes o
servicios. Sin embargo, la definición legal agrega que el intermediario seobliga a mediar en la celebración de negocios, y
omite otras características centrales del corredor y del contrato, como ser que el corredor realiza su actividad de manera
profesional y que tiene derecho a una retribución económica en determinados supuestos.
Por último, la obligación de mediar se refiere a los actos propios y típicos del corretaje, de acercar y aproximar a los
interesados, de procurar la celebración del negocio, de realizar, en fin, todos los actos conducentes para lograr esa
finalidad, propios de la profesión. El corredor no es mandatario ni comisionista, es nada más y nada menos que un
intermediario que acerca a las partes (Zavala Rodríguez).
ii. Concepto de contrato de corretaje. La definición legal de esta figura contractual merece las siguientes reflexiones:
a) Establece que el corredor se obliga a mediar en la negociación y conclusión de uno o varios negocios.
Desde hace tiempo vengo sosteniendo que resulta erróneo afirmar que el corredor queda inicialmente obligado, frente al
comitente, a buscar y encontrar un interesado para un negocio determinado, ya queello constituye un hacer que puede
válidamente no realizar, sin responsabilidad alguna a su cargo. Por otra parte, nótese que se advierte cierta contradicción
entre el art. 1345 que impone al corredor la obligación de mediar, con la legislación vigente y no derogada por el nuevo
Código, según la cual en el ejercicio de su profesión el corredor está facultado para poner en relación a dos o más partes
para la conclusión de negocios (art. 34, inc. a, dec.-ley 20.266/1973 de Martilleros).
b) El objeto sobre el cual puede recaer la negociación del corredor pueden ser cosas muebles, inmuebles, bienes en
general, universalidades —fondos de comercio, por ejemplo— y, también, servicios de todo tipo,en tanto sea lícito mediar
sobre ellos. La ley no establece ninguna limitación al respecto;
c) El corredor debe ser imparcial en el desempeño de su oficio. Así lo impone implícitamente la ley cuando establece que el
corredor no puede tener relación de dependencia o representación con ninguna de laspartes. La doctrina señaló desde
siempre este deber a cargo del corredor (Siburu, Fontanarrosa).
d) Si bien la definición de corretaje prohíbe que el corredor tenga relación de representación con las partes,el art. 1349,
inc. b), permite esa representación para actos de ejecución del negocio mediado (cf. art.34, inc. a, in fine, dec.- ley cit.);
e) Finalmente, el art. 1346 determina cuándo queda perfeccionado el contrato de corretaje y prescribe que pueden ser
corredores tanto las personas humanas como las jurídicas. Me remito a las reflexionesque formularé al examinar esa
disposición.
iii. Caracteres del contrato de corretaje. Para concluir con el comentario a este art. 1345, destaco que, tal como está
regulado en el nuevo ordenamiento,y dejando a salvo las opiniones que vertí en mis anteriores publicaciones cuando no
regía este,el contrato de corretaje posee los siguientes caracteres principales: bilateral, oneroso, consensual, típico,
aleatorio y, al eliminarse el art. 36, dec.-ley 0.266/1973 de Martilleros, cuyo inc. d) imponía la forma escrita para este
contrato, se trata ahora de un contrato no formal, como lo era durante la vigencia de la vieja legislación del Código
mercantil.
i. Perfeccionamiento del contrato. El art. 1346 dispone cuándo se reputa perfeccionado el contrato de corretaje, al prever
dos modalidadesdiferentes para considerarlo celebrado:
a) por la intervención misma del corredor en el negocio que se pretende celebrar, sin que exista protestaexpresa
comunicada al corredor de forma simultánea al inicio de su gestión; o
b) por la actuación de otro corredor por el otro sujeto comitente.
¿A la protesta de qué sujeto se refiere la norma? Puesto que si el corredor actúa, es porque alguien locontrató para ello o
le solicitó su intervención, ya que resulta difícil concebir que el intermediario actúe sinhaber sido requerida su actuación
como tal. No resulta verosímil, entonces, suponer que ese mismo sujeto, simultáneamente al momento de haber
contratado al corredor, proteste por su intervención en el negocio.
Se trataría de una inadmisible contradicción coetánea a sus propios actos. Si, por el contrario, lanorma se refiriera al otro
sujeto del contrato mediado, tampoco se comprende a qué pro- testa se refiere,puesto que su queja no podrá invalidar el
contrato de corretaje ya celebrado y válido entre el corredor yquien solicitó su intervención, esto es, el comitente inicial.
La última parte del primer párrafo del art. 1346 que se anota, que reputa perfeccionado el contrato de corretaje"por la
actuación de otro corredor por el otro comitente", resulta aún más confusa y sinceramenteno se comprende a qué
hipótesis se refiere. Las interpretaciones posibles son múltiples, aunque ningunade ellas resulta satisfactoria para razonar
la nueva ley. Esta parte de la norma presupone la actuación dedos corredores diferentes y la existencia de dos comitentes;
sólo así se comprenden las expresiones "otrocorredor" y "otro comitente" que se emplean en el texto. La hipótesis legal
no aporta claridad sino todo locontrario, puesto que si ya hay dos corredores actuando y dos comitentes que solicitaron su
intervención, entonces ya hay dos contratos de corretaje celebrados: uno entre un corredor y un comitente, y el otroentre
el segundo corredor y el segundo comitente. Salvo que se considere que el contrato de corretaje seintegra y queda
perfeccionado con la voluntad de tres sujetos: el comitente, el corredor y el tercero quecontrata con el comitente por
intermedio del corredor, en cuyo caso ello se apartaría de las masivas doctrina y jurisprudencia nacionales y extranjeras
que entienden el corretaje como un contrato celebradoúnicamente entre dos sujetos.
ii. Ejercicio del corretaje por sujetos matriculados como corredores. El art. 1346 rechaza la actuación como corredores de
sujetos que no se encuentran matriculados como tales.
La norma no lo indica directamente, sino que ello surge al examinar el recorrido legislativo de este artículo, que
inicialmente validaba esa hipótesis (texto original del art. 1346, inc. b, en el Proyecto), peroello luego fue modificado en su
tratamiento, como expuse anteriormente (apartado I, de este comentario).
Esta esencial modificación en el camino legislativo del precepto evitó que la nueva ley ofreciera unafractura sin
precedentes en nuestro Derecho respecto de los requisitos legales exigidos para ejercer el corretaje, que hubiera
resultado perniciosa para esa profesión en general y para ciertas modalidades de corretajeen particular, como el
inmobiliario inmobiliarias y agentes inmobiliarios, por ejemplo.
El nuevo texto legal establece que la actividad de corretaje sólo puede ser desempeñada por corredoresmatriculados, tal
como lo establecen los actuales arts. 32 y 33, dec.-ley 20.226/1973, y el art. 77, ley24.441, que se mantienen sin
alteraciones en la nueva legislación. Por ello, los requisitos que esas disposicionesexigen para ser corredor y para ejercer el
corretaje, léase: mayoría de edad, inexistencia de inhabilidades, título universitario, matriculación, etc., deben observarse
por todo aquel que pretenda realizar actividadesde intermediación que configuren funciones de corretaje.
iii. Comitente como persona de derecho público. El art. 1346, segundo párrafo, dispone que si el comitente es una
persona de Derecho Público, el contratode corretaje debe ajustarse a las reglas de contratación pertinentes. Constituye
una disposición referida alos supuestos en los cuales el Estado, ya sea nacional, provincial o municipal, o sus entidades
autárquicas, encarga al corredor la realización de una tarea de intermediación para celebrar un determinado contratoo
negocio.
El comitente, es decir quien encarga la gestión, es entonces una persona de Derecho Público. La normaencierra una regla
algo imprecisa y hasta cierto punto innecesaria, ya que remite a la observancia de lasreglas de Derecho Administrativo
nacional o local que resulten aplicables a los contratos que celebre elcomitente, lo cual no era necesario señalar ya que
ello es obligatorio sea que lo indicara o no la disposiciónbajo examen. Pese a su vaguedad, entiendo que la expresión "las
reglas de contratación pertinentes"alude: a) al cumplimiento de las normas sobre licitaciones, pliegos, contrataciones en el
ámbito del DerechoPúblico, etc., que resulten de aplicación al comitente-persona de Derecho Público de que se trate y,por
ende, al contrato de corretaje que celebre con el intermediario; y b) a que las normas que disciplinanla actividad del
corredor no constituyen un obstáculo para aplicar aquellas reglas al contrato de corretajecelebrado con el comitente.
iv. Ejercicio de corretaje por personas humanas o jurídicas. Finalmente, el art. 1346, último párrafo, establece que
pueden actuar como corredores personas humanaso jurídicas.
i. Comprobar la identidad de las personas.Esta disposición exige que el corredor compruebe la identidad de las personas
que intervienen en los negociosen que intermedia y la capacidad legal de éstas para contratar. La norma reitera, con
variantes deredacción pero no de contenido, el deber que preveía el ahora derogado art. 36, inc. b), dec.-ley20.266/1973
de Martilleros, y que tradicionalmente estatuía el art. 96, Cód. Com.
ii. Proponer los negocios con exactitud, precisión y claridad. Comentario a los incs. b) y c) El inc. b) obliga al corredor a
proponer los negocios en que intermedia conexactitud, precisión y claridad, absteniéndose de mencionar supuestos
inexactos que puedan hacer incurriren error a las partes del negocio mediado; el inc. c), le exige comunicar a las partes
todas las circunstanciasque sean de su conocimiento y que de algún modo puedan influir en la conclusión o
modalidadesde la operación a celebrar. Estas disposiciones constituyen una reiteración de la regla que, de modo
refundido, el art. 36, inc. e), dec.-ley 20.266/1973 de Martilleros, imponía al corredor, y que anteriormente, con variantes,
establecía el viejo art. 98, Cód. Com.
iii. Guardar confidencialidad.El art. 1347, inc. d), desarrolla la obligación del corredor de mantener confidencialidad de
todo lo queconcierne a las negociaciones en las que intervenga, la cual sólo debe ceder ante requerimiento judicial ode
autoridad pública competente. Este deber reitera en sustancia, con variantes de redacción únicamente, la exigencia que
imponía el derogado art. 36, inc. f), dec.-ley 20.266/1973 de Martilleros, y que antes requeríael art. 100, Cód. Com., que la
doctrina había analizado (Segovia, Siburu, Malagarriga).
iv. Asistir a la firma y a la entrega de objetos o valores.El inciso en cuestión refunde y modifica las obligaciones que
surgían del art. 36, incs. g) y j), dec.-ley20.266/1973 de Martilleros, según lo explicaré seguidamente, y que con algunas
variantes establecían losarts. 101 y 103, Cód. Com. El art. 1347, inc. e), obliga al corredor a asistir a la firma del contrato
celebradocon su intervención y a la entrega de la cosa objeto del negocio, siempre que alguna parte del acuerdo
lorequiera. Se trata de dos deberes residuales del corredor en tanto cobran operatividad sólo si alguna partedel negocio
mediado le exige su cumplimiento, esto es, que asista a la firma del convenio o al acto de entregadel objeto del contrato.
Por lo tanto, si ninguno de las contratantes requiere la presencia del intermediario, éste no es encuentra obligado a ello.
v. Guardar las muestras de los productos.Finalmente, para concluir con el análisis de las obligaciones del corredor, este
inciso requiere que el intermediarioguarde las muestras de los productos que se negocien con su intervención, mientras
subsistala posibilidad de controversia sobre la calidad de lo entregado. Esta norma replica, con leves variantes
deredacción, el mismo deber que estatuía el art. 36, inc. h), dec.-ley 20.266/1973 de Martilleros, aunque lanueva
disposición no exige al corredor identificar las muestras, como lo imponía la legislación derogada.
Anteriormente, este deber surgía del art. 101, Cód. Com. (cfr. Siburu). El plazo máximo por el que corredordebe guardar
las muestras no surge de este articulado, pero entiendo que se agota cuando se extingue laresponsabilidad por vicios
ocultos, según el régimen de los arts. 1033 y siguientes — especialmente losplazos previstos por el art. 1055— y el término
de prescripción de la acción que establece el art. 2564, inc.a), del nuevo Código.
D. Prohibición.
Art. 1348. – Prohibición. Está prohibido al corredor:
a) adquirir por sí o por interpósita persona efectos cuya negociación le ha sido encargada;
b) tener cualquier clase de participación o interés en la negociación o en los bienes comprendidos en ella.
El vigente y no derogado art. 19, dec.-ley 20.266/1973 de Martilleros, alista cuáles son los actos que losmartilleros tienen
prohibido realizar. Estos actos, o gran parte de ellos, se encontraban también vedados alos corredores, puesto que el art.
36, inc. k), del citado dec.-ley, estatuía que el corredor estaba obligado a"respetar las prohibiciones del artículo 19 en lo
que resulten aplicables". Los arts. 105 y 108, Cód. Com., estatuían algunas prohibiciones que se asemejaban en parte a las
previstas en la norma comentada (cfr.Segovia, Siburu, Fernández, Malagarriga).
Ahora bien: el art. 36, dec.-ley 20.266/1973 de Martilleros, fue eliminado en su totalidad por la nueva legislación; por
ende, también lo fue el referido inc. k). Por ese motivo, puede resultar controvertido precisarsi la eliminación del art. 36
trae como consecuencia que los actos que el art. 19 prohibía para los corredores, se encuentran ahora permitidos. La
respuesta a esa inquietud emana del propio dec.-ley20.266/1973 de Martilleros: su art. 31, plenamente vigente, establece
como directriz general respecto delrégimen legal aplicable a los corredores que "sin perjuicio de las disposiciones del
Código Civil y de la legislaciónlocal, es aplicable al ejercicio del corretaje lo dispuesto en esta ley respecto de los
martilleros, entodo lo que resulte pertinente y no se encuentre modificado en los artículos siguientes".
Así, resulta claro que todas las prohibiciones que el art. 19, dec.-ley citado, impone a los martilleros semantienen
aplicables a los corredores, "en todo lo que resulte pertinente".
F. Derecho del corredor a la comisión. Supuestos específicos en los que se debe de pagar y supuestos en que no se debe
pagar la comisión.
Art. 1350. – Comisión. El corredor tiene derecho a la comisión estipulada si el negocio se celebra comoresultado de su
intervención. Si no hay estipulación, tiene derecho a la de uso en el lugar de celebracióndel contrato o, en su defecto, en el
lugar en que principalmente realiza su cometido. A falta de todasellas, la fija el juez.
Art. 1351. – Intervención de uno o de varios corredores. Si sólo interviene un corredor, todas las partesle deben comisión,
excepto pacto en contrario o protesta de una de las partes según el artículo1346. No existe solidaridad entre las partes
respecto del corredor. Si interviene un corredor por cadaparte, cada uno de ellos sólo tiene derecho a cobrar comisión de
su respectivo comitente.
Art. 1352. – Supuestos específicos de obligación de pagar la comisión. Concluido el contrato, la comisiónse debe aunque:
a) el contrato esté sometido a condición resolutoria y ésta no se cumpla;
b) el contrato no se cumpla, se resuelva, se rescinda o medie distracto;
c) el corredor no concluya el contrato, si inicia la negociación y el comitente encarga su conclusión a untercero, o lo
concluye por sí en condiciones sustancialmente similares.
Art. 1353. – Supuestos específicos en los que la comisión no se debe. La comisión no se debe si el contrato:
a) está sometido a condición suspensiva y ésta no se cumple;
b) se anula por ilicitud de su objeto, por incapacidad o falta de representación de cualquiera de las partes, o por otra
circunstancia que haya sido conocida por el corredor.
G. Reembolso de gastos.
Art. 1354. – Gastos. El corredor no tiene derecho a reembolso de gastos, aun cuando la operación encomendadano se
concrete, excepto pacto en contrario.
El art. 37, inc. b), dec.-ley 20.266/1973 de Martilleros, establecía como principio general que el corredortenía derecho al
reembolso de los gastos "convenidos y realizados", excepto pacto o uso contrario. Así, enla legislación derogada el
corredor no tenía derecho a exigir que el comitente le restituyera las erogaciones, salvo que hubieran estipulado el
derecho de reembolso.
La doctrina tradicional coincidía con lo anterior (cfr. Siburu), y aun se había señalado que la retribución delos gastos
realizados por el corredor va incluida en la comisión, salvo pacto contrario (cfr. Fernández, GurfinkelDe Wendy).
Aclarada en su recto sentido la disposición derogada, se advierte que la nueva norma no modifica la sustanciade su
predecesora, cuando dispone que el corredor no tiene derecho a exigir el reembolso de losgastos realizados, ya sea que el
negocio encargado se haya concretado o no, excepto pacto en contrario.
Por lo tanto, toda esta materia del reembolso de los gastos del intermediario se rige en primer términopor la autonomía
de la voluntad y, en caso que nada se hubiera pactado al respecto, se aplica el principioestablecido en la disposición que se
comenta.
UNIDAD 16
1. Contrato de depósito
El nuevo código civil y comercial de la nación, establece para el depósito un régimen unificado que le da la elasticidad
suficiente para permitir su aplicación sin tensiones a los diferentes depósitos que se celebran en la realidad negocial. Tanto
si lo hacen profesionales de la actividad, como si se conviene en particulares.
En el nuevo código se regula en el libro tercero- título IV- contratos en particular
El depósito está dividido en 4 secciones:1) depósito general, 2) depósito irregular, 3) depósito necesario, 4) casas de
depósito.
B. Caracteres.
i. Es consensual. El art 971 sostiene que el perfeccionamiento de un contrato se da...”con la recepción de la aceptación de
la oferta o por conductas demostrativas de un acuerdo”. El carácter consensual acaba con la discusión de la validez o
invalidez de la promesa de contrato real, por lo que entendemos que las partes pueden pactar eficazmente la obligación
de celebrar el contrato en el futuro.
ii. Es oneroso. Se considera que ante el silencio de las partes, el contrato se presume oneroso, ya que la gratuidad requiere
pacto expreso. El pacto de gratuidad no exige al depositante abonar los gastos en que el depositario hubiera incurrido para
la custodia y restitución en tanto hubieran sido razonables.
iii. Puede ser unilateral o bilateral.Estas categorías podrán ser aplicadas al depósito según como se hubiera contratado el
mismo. Si el deposito es oneroso las partes han quedado obligadas recíprocamente la una hacia la otra, ya que el
depositario deberá custodiar y el depositante abonar el precio de dicha custodia. Y por lo tanto estaremos frente a un
contrato bilateral. Si por el contrario se hubiera acordado que el negocio fuera gratuito,el único que ha quedado obligado
con la celebración es el depósito a recibir, guardar y restituir, por lo que debemos calificar a ese depósito como unilateral.
iv. Es conmutativo. Cuando el depósito no tiene pacto de gratuidad y asume la forma onerosa, la certeza de las ventajas
para todos los contratantes permite calificarlo como negocio conmutativo.
v. Es no formal.Es considerado no formal ya que la ley no exige solemnidad para su validez, ni para la producción de sus
efectos propios. Cuando la ley nada dice sobre la forma, las partes podrán hacerlo como estimen conveniente, verbal,
escrito, etc.
vi. Es nominado.Se advierte, que cuando se refiere a nominado, se está diciendo que ese contrato tiene una regulación,
posee normas dispositivas a las que se puede acudir frente al silencio de las partes y como contrapartida las partes podrán
modificar salvo que en ellas este comprometido el orden público.
vii. De ejecución diferida.Ello supone que la ejecución del contrato no se da en el acto mismo de la celebración, sino que
el cumplimiento de la prestación por una de las partes, se “difiere” a un momento posterior.
viii. Ejecución continuada. Esto supone que la prestación de una parte, es al menos insusceptible de agotarse en un único
acto de ejecución. Si bien el depositante puede abonar el precio convenido en un único acto, al depositario le sería
imposible brindar toda la custodia de esa manera, la brindara de manera continuada a lo largo del tiempo del depósito.
C. Onerosidad
Art 1357.- Presunción de onerosidad. El depósito se presume oneroso. Si se pacta la gratuidad, no se debe remuneración,
pero el depositante debe reembolsar al depositario los gastos razonables en que incurra para la custodia y restitución.
D. Diligencia exigida
Art 1358.- Obligación del depositario. El depositario debe poner en la guarda de la cosa la diligencia que usa para sus
cosas o la que corresponda a su profesión. No puede usar las cosas y debe restituirlas, con sus frutos, cuando le sea
requerido.
Art 1359.- Plazo. Si se conviene un plazo, se presume que lo es en favor del depositante. Pero si el depósito es gratuito, el
depositario puede exigir del depositante, en todo tiempo, que reciba la cosa depositada.
F. Lugar de restitución.
Art 1361. - Lugar de restitución. La cosa depositada debe ser restituida en el lugar en que debía ser custodiada.
*Restitución: el art 1358 impone la restitución con los frutos, la norma no distingue entre frutos naturales y civiles, con lo
cual quedan ambos comprendidos excepcionalmente, los frutos naturales pueden ser dispuestos por el depositario cuando
ejerce el derecho de retención.
J. Herederos.
Art 1366.- Herederos. Los herederos del depositario que de buena fe hayan enajenado la cosa depositada sólo están
obligados a restituir al depositante el precio percibido. Si éste no ha sido pagado, deben cederle el correspondiente
crédito.
A. Definición.
Art 1368.- Definición. Es depósito necesario aquel en que el depositante no puede elegir la persona del depositario por un
acontecimiento que lo somete a una necesidad imperiosa, y el de los efectos introducidos en los hoteles por los viajeros.
B. Deposito en hoteles.
Art 1369.- Depósito en hoteles. El depósito en los hoteles tiene lugar por la introducción en ellos de los efectos de los
viajeros, aunque no los entreguen expresamente al hotelero o sus dependientes y aunque aquéllos tengan las llaves de las
habitaciones donde se hallen tales efectos.
D. Cosas de valor.
Art 1372.- Cosas de valor. El viajero que lleve consigo efectos de valor superior al que ordinariamente llevan los pasajeros
debe hacerlo saber al hotelero y guardarlos en las cajas de seguridad que se encuentren a su disposición en el
establecimiento.
En este caso, la responsabilidad del hotelero se limita al valor declarado de los efectos depositados.
E. Negativa a recibirlas.
Art 1373.- Negativa a recibir. Si los efectos de los pasajeros son excesivamente valiosos en relación con la importancia del
establecimiento, o su guarda causa molestias extraordinarias, los hoteleros pueden negarse a recibirlos.
F. Responsabilidad.
Art 1370.- Responsabilidad. El hotelero responde al viajero por los daños y pérdidas sufridos en:
a. los efectos introducidos en el hotel;
b. el vehículo guardado en el establecimiento, en garajes u otros lugares adecuados puestos a disposición del viajero por el
hotelero.
G. Eximentes.
Art 1371.- Eximentes de responsabilidad. El hotelero no responde si los daños o pérdidas son causados por caso fortuito o
fuerza mayor ajena a la actividad hotelera.
Tampoco responde por las cosas dejadas en los vehículos de los viajeros.
A. Concepto.
Art 1525.- Concepto. Hay contrato de mutuo cuando el mutuante se compromete a entregar al mutuario en propiedad,
una determinada cantidad de cosas fungibles, y éste se obliga a devolver igual cantidad de cosas de la misma calidad y
especie.
B. Caracteres:
*ONEROSO: el contrato se presume oneroso, salvo expreso pacto en contrario.
*BILATERAL: hay parte de la doctrina que lo considera un contrato bilateral, otros lo consideran como un contrato bilateral
imperfecto, es decir comienza siendo unilateral, pero en la ejecución del contrato se dan pautas que lo convierten en
bilateral.
*FORMA: según el nuevo código el contrato de mutuo debe seguir considerándoselo no formal.
*PRUEBA: es usual formalizar los mutuos por escrito en los usos y costumbres mercantiles y mayormente en los bancos, la
prueba testimonial aparece limitado de lo que otros antecedentes probatorios pudieran aportar.
*EJECUCIONDIFERIDA: son obligaciones diferidas en el tiempo. Las obligaciones de mutuo son las que más
indudablemente perduran, incluso aun vencido el plazo de duración del contra
I. Normas supletorias
Art 1532.- Normas supletorias. Se aplican al mutuo las disposiciones relativas a las obligaciones de dar sumas de dinero o
de género, según sea el caso.
4. Contrato de comodato
A. Concepto.
Art 1533.- Concepto. Hay comodato si una parte se obliga a entregar a otra una cosa no fungible, mueble o inmueble, para
que se sirva gratuitamente de ella y restituya la misma cosa recibida.
Art 1538.- Gastos. El comodatario no puede solicitar el reembolso de los gastos ordinarios realizados para servirse de la
cosa; tampoco puede retenerla por lo que le deba el comodante, aunque sea en razón de gastos extraordinarios de
conservación.
E. Restitución anticipada
Art 1539.- Restitución anticipada. El comodante puede exigir la restituciónde la cosa antes del vencimiento del plazo:
a. si la necesita en razón de una circunstancia imprevista y urgente; o
b. si el comodatario la usa para un destino distinto al pactado, aunque no la deteriore.
Este tipo de contratos cumple una función de previsión que responde al temor del constituyente de verse afectado, el
mismo u otra persona a quien desee beneficiar, por una contingencia (vejez, incapacidad, desempleo, etc) que los
posibilite o dificulte para satisfacer sus necesidades personales por sí mismos.
A. concepto
Art 1599.- Concepto. Contrato oneroso de renta vitalicia es aquel por el cual alguien, a cambio de un capital o de otra
prestación mensurable en dinero, se obliga a pagar una renta en forma periódica a otro, durante la vida de una o más
personas humanas ya existentes, designadas en el contrato.
B. Partes
Este tipo de contratos es bilateral, ambas partes quedan obligadas.
C. Reglas aplicables
Art 1600.- Reglas subsidiarias. Si el contrato es a favor de tercero, respecto de éste se rige en subsidio por las reglas de la
donación, excepto que la prestación se haya convenido en razón de otro negocio oneroso.
D. Caracteres.
Se lo caracteriza como consensual y bilateral. El contrato oneroso de renta vitalicia es consensual, ya que se perfecciona
por el consentimiento.
Luego la entrega de la cosa jugara como presupuesto de eficacia y, por el mero acuerdo de voluntades nacerán dos
obligaciones: la entrega de la cosa y la correspondiente obligación de pagar las pensiones transformándolas en un contrato
bilateral.
E. Forma
Art 1601.- Forma. El contrato oneroso de renta vitalicia debe celebrarse en escritura pública.
F. Renta periódica
Art 1602.- Renta. Periodicidad del pago. La renta debe pagarse en dinero.Si se prevé esta prestación en otros bienes que
no son dinero, debe pagarse por su equivalente en dinero al momento de cada pago.
El contrato debe establecer la periodicidad con que se pague la renta y el valor de cada cuota. Si no se establece el valor de
las cuotas, se considera que son de igual valor entre sí.
La renta se devenga por período vencido; sin embargo, se debe la parte proporcional por el tiempo transcurrido desde el
último vencimiento hasta el fallecimiento de la persona cuya vida se toma en consideración para la duración del contrato.
G. Pluralidad de beneficios.
Art 1603.- Pluralidad de beneficiarios. La renta puede contratarse en beneficio de una o más personas existentes al
momento de celebrarse el contrato, y enforma sucesiva o simultánea. Si se establece para que la perciban
simultáneamente, a falta de previsión contractual, les corresponde por partes iguales sin derecho de acrecer.
El derecho a la renta es transmisible por actos entre vivos y por causa de muerte.
H. La resolución del contrato por el constituyente
Art 1604.- Acción del constituyente o sus herederos. El que entrega el capital, o sus herederos, pueden demandar la
resolución del contrato por falta de pago del deudor y la restitución del capital.
En igual caso, si la renta es en beneficio de un tercero se aplica lo dispuesto en elartículo 1027.
Art 1606.- Extinción de la renta. El derecho a la renta se extingue por el fallecimiento de la persona cuya vida se toma en
consideración para la duración del contrato, por cualquier causa que sea. Si son varias las personas, por el fallecimiento de
la última; hasta que ello ocurre, la renta se devenga en su totalidad.
Es nula la cláusula que autoriza a substituir dicha persona, o a incorporar otra al mismo efecto.
La prueba del fallecimiento corresponde al deudor de la renta.
UNIDAD 17
1. Contrato de Donación
A. Definición.
¿Qué es la donación? Entrar al examen de este tema equivale penetrar en un verdadero laberinto.
La ley y la doctrina emplean el vocablo “donación” en diversos sentidos y según el punto de vista que les preocupe. Se
habla de donación en concepto de: a) el contrato de donación; b) la oferta que en el contrato de donación verifica el
donante; c) ciertos negocios jurídicos que como la renuncia y la cesión gratuitas se asimilan al contrato de donación; d) la
atribución que se verifica con el contrato de donación o con los negocios asimilados la contrato de donación, o con la
oferta en el contrato de donación.
Para evitar perderse en el laberinto, es preciso, en primer lugar, encontrar una terminología adecuada: si las palabras no
existen, hay que crearlas. Así, López crea dos acepciones; donación-acto y donaciónatribución:
a) Con la expresión donación-acto designa a la donación en sentido amplio (el contrato de donación y sus actos asimilados)
b) Con la expresión donación-atribución designa el enriquecimiento que, reuniendo ciertas características, emana de una
donación acto.
Art. 1542.- Concepto. Hay donación cuando una parte se obliga a transferir gratuitamente una cosa a otra, y ésta lo
acepta.
Art.1543.- Aplicación subsidiaria. Las normas de este Capítulo se aplican subsidiariamente a los demás actos jurídicos a
título gratuito
El Código Civil establecía que la donación se producía cuando una persona, por acto entre vivos, transferíade su libre
voluntad gratuitamente a otra la propiedad de una cosa.
Para que tuviera efectos legales debía ser aceptada tácita o expresamente, recibiendo el donatario a la cosa donada.
López de Zavalía hace una crítica a la definición propuesta por Vélez Sarsfield por cuanto la misma resulta“enigmática”, y
como si se hubiera colado de rondón todos los problemas atinentes a la determinación del concepto, de tal manera que
esta definición, tanto pudiera aplicarse al contrato de la donación, como a la donación-acto, como a la donación-
atribución. Lo más llamativo del aspecto es la referencia que hacía el mismo a “un acto entre vivos…” ¿Para qué decirlo si
todos los contratos son actos entre vivos? Responde porque la ley no admite el instituto de las donaciones mortis causa
revocables hasta el momento del fallecimiento del donante. Asimismo, critica la redacción y la amplitud de su definición.
ii. Actitud respecto a las condiciones.No es donación: “el dejar de cumplir una condición a que éste subordinado el
derecho eventual, aunque en la omisión se tenga la mira de beneficiar a alguno”.
Dos son las razones por las cuales se debe afirmar que no hay donación en el hecho de dejar cumplir una condición. La
primera, que en el omitir una conducta como la descripta anteriormente, no hay un acto jurídico; y la segunda, que
incumplida la condición, debe reputarse, que el derecho nunca fue adquirido por el acreedor, y como nunca fue adquirido,
mal puede estimárselo como donado al deudor.
iii. Actitud respecto a la prescripción extintiva.No es donación “la omisión voluntaria para dejar perder una servidumbre
por el no uso de ella”.
Las servidumbres se extinguen por el no uso durante diez años, y para que ese efecto extintivo se produzca no interesa la
voluntariedad de la omisión. En otros términos: el no uso NO es un acto jurídico, pues la liberación se produce no por
efecto de la autonomía privada, sino como consecuencia del hecho previsto, y aunque el titular no lo quiera.
iv. Actitud respecto de la prestación adquisitiva.No es donación: “el dejar de interrumpir una prescripción para favorecer
al propietario”. No hay acto jurídico.
v. Prestación gratuita de actividad.No es donación: “el servicio personal gratuito, por el cual el que lo hace acostumbra
pedir un precio”.
La razón es que aquí no hay un derecho que salga ya existente del patrimonio del donante para trasladarse al del
donatario. Quien se obliga a prestar gratuitamente un servicio, crea un derecho personal, pero no es la creación que debe
verse en la donación, sino en la transferencia de los ya existentes.
vi. Ausencia de finalidad traslativa. No son donación: “todos aquellos actos por lo que las cosas se entregan o se reciben
gratuitamente, pero no con el fin de transferir o de adquirir el dominio de ellas”.Ejemplo: dar una cosa en comodato, a
tenor del inciso, no es donar, porque no se trata de un derecho real, sino de uno personal no pre-existente.
D. Caracteres.
i. Presupuestos
1. Capacidad para hacer y para aceptar donaciones.
Art 1548.- Capacidad para donar. Pueden donar solamente las personas que tienen plena capacidad de disponer de sus
bienes. Las personas menores emancipadas pueden hacerlo con la limitacióndel inciso b) del artículo 28.
En el Código de Vélez todos lo que podían contratar pueden hacer y aceptar donaciones. Sin embargo, había una serie de
limitaciones:
I. Hijos de familia.
Según el Art. 1807, inciso 7, no podían hacer donaciones “los hijos de familia sin licencia de los padres.
Pueden, sin embargo, hacer donaciones de lo que adquieran por el ejercicio de alguna profesión o industria”.
a) El primer apartado del inciso nos dice que los hijos de familia no pueden hacer donaciones sin licenciade los padres. Tal
es la regla, y es correcta.
Sin embargo, en ciertos casos los padres pueden donar en representación de los hijos y en otras no. Lópezpiensa que en la
primera serie del o casos el mismo podrá otorgar su licencia para que el hijo mismocontrate, pero en la segunda no pues el
mismo queda desprotegido.
b) Del segundo apartado resulta que el hijo de familia, sin licencia de los padres, podía hacer donacionesde lo que
adquiera por el ejercicio de alguna profesión o industria.
Hijo de familia es menor adulto. Ese menor adulto puede actuar sin licencia expresa.
II. Emancipados.
Según el sistema introducido por la ley 17.711, hay dos clases de emancipados: por habilitación de edady por matrimonio.
Para ambos casos rige el art. 134 inciso segundo, que establece que los emancipadosno pueden hacer donaciones de
bienes que hubieses recibido a título gratuito.
III. Inhabilitados.
No pueden disponer por actos entre vivos de sus bienes, sin la conformidad del curador, y en consecuenciano pueden
hacer donaciones.
Hoy por hoy, el art. 1548 cambia la capacidad para contratar por la capacidad de disponer de los bienes.
Art. 1549.- Capacidad para aceptar donaciones. Para aceptar donaciones se requiere ser capaz. Si la donación es a una
persona incapaz, la aceptación debe ser hecha por su representante legal; si la donación del tercero o del representante es
con cargo, se requiere autorización judicial.
En el CC de Vélez lo menores emancipados tenían amplia capacidad para contratar en la posición de donatarios, cualquier
tipo de donación.
Pero para los menores no emancipados, la regla es inversa Sin embargo, entendemos que para lo capacitadoslaboral o
profesionalmente, debe admitirse su capacidad para aceptar como beneficiarios aquellas donaciones que se vinculen a su
esfera de capacitación.
Hoy por hoy, el art. 1549 incorpora la aceptación hecha por le representante legal del donatario, y si es con cargo, debe ser
autorizada judicialmente.
2. Tutores y curadores.
Art. 1550.- Tutores y curadores. Los tutores y curadores no pueden recibir donaciones de quienes han estado bajo su
tutela o curatela antes de la rendición de cuentas y pago de cualquier suma que hayan quedado adeudándoles.
En el Código Civil de Vélez los tutores no podían hacer donación de los bienes de sus pupilos “sino en loscasos designados
en los art. 450, y art. 1881”. ¿Cuáles eran esos casos? Ellos son los que implican donacionesque el tutor puede hacer sin
necesidad de autorización judicial: pequeñas dádivas remuneratoriasy presentes de uso. Así también, hay otro caso que
presta a cavilaciones: el de la prestación de alimentosa los parientes del pupilo. López piensa que cabe distinguir según
que haya habido o no condena en juicioa prestarlos, pues en el primer caso no necesitará autorización alguna, mientras en
el segundo sí.
En segundo lugar, los tutores no podían estipular en nombre de sus pupilos sin autorización expresa del juez. Sin embargo,
esto debía ser entendido con la necesaria flexibilidad que impone la vida, pues no seríade esperar que el tutor pida
autorización al juez para aceptar en nombre del pupilo presentes de uso.
Con respecto a los curadores, se debía distinguir entre los curadores de incapaces, curadores de bienes y curadores de
capaces relativos por detracción.
A) A los curadores de incapaces, se aplican las reglas de la tutela.
B) Para los curadores de bienes, la ley había estatuido que no pueden hacer donaciones.
C) Los curadores de capaces relativos por detracción, ellos no pueden hacer donación en nombre de talescapaces, pues su
función es la de prestar o denegar su conformidad a la donación que estos mismoquisieran hacer. Menos pueden
“aceptar” donaciones, pues, tratándose de adquirir, el inhabilitado eraplenamente capaz.
El art. 1550 sigue los mismos lineamientos del CC.
ii. Elementos
1. Objeto y forma.
Art. 1551.- Objeto. La donación no puede tener por objeto la totalidad del patrimonio del donante, ni una alícuota de él, ni
cosas determinadas de las que no tenga el dominio al tiempo de contratar. Si comprende cosas que forman todo el
patrimonio del donante o una parte sustancial de éste, sólo es válida si el donante se reserva su usufructo, o si cuenta con
otros medios suficientes para su subsistencia.
En el CC de Vélez, las donaciones sólo podían comprender los bienes presentes del donante; si comprendíantambién
bienes futuros, serían nulas a este respecto. Los donantes debían reservar el usufructo, ouna porción conveniente para
cubrir sus necesidades, y respetar los derechos de sus acreedores y de susherederos.
Así, el art. 15551 sigue el principio de que el donante no puede donar la totalidad de sus bienes.
Art. 1552.- Forma. Deben ser hechas en escritura pública, bajo pena de nulidad, las donaciones de cosas inmuebles, las de
cosas muebles registrables y las de prestaciones periódicas o vitalicias.
El Código Civil establecía la formalidad: las de inmuebles y las de prestaciones periódicas o vitalicias.
Cuando las donaciones no son hechas al Estado, la única forma posible de hacerlas es la de la escriturapública, y la única
prueba admisible, la que resulta de dicha escritura. La forma requerida asume el carácterde solemne absoluta, y su
inobservancia trae la nulidad plena. Si una donación de bienes inmuebles,o de prestaciones periódicas o vitalicias fuera
realizada verbalmente, no vale en consecuencia ni siquieracomo obligación de escriturar.
Las donaciones la Estado sólo podían acreditarse con las constancias de actuaciones administrativas: Lópezconcluye que
esto significa que la ley ofrece dos formas a elegir: o la escritura pública, o las actuacionesadministrativas. Tales formas son
solemnes absolutas.
Otras donaciones formales eran aquellas que se realizaban por convenciones matrimoniales y constitución de dote,
aunque no versaren sobre inmuebles, o cuando no se tratasen de donaciones de prestacionesperiódicas o vitalicias.
Agrega por último, López, que era también una donación formal la remuneratoria, pues si la forma no seobserva, no es
remuneratoria, sino gratuita. La forma requerida aquí no es escritura pública, pero lo es lainstrumental.
E. Aceptación.
Art. 1545.- Aceptación. La aceptación puede ser expresa o tácita, pero es de interpretación restrictiva y está sujeta a las
reglas establecidas respecto a la forma de las donaciones. Debe producirse en vida del donante y del donatario.
Es preciso que el donatario acepte, pero su aceptación puede exteriorizarse tanto expresa como tácitamente,sin perjuicio
de lo que en su lugar diremos sobre la forma del contrato de donación.
¿Por qué la ley exige la aceptación? Todo contrato, por definición, supone la oferta y la aceptación.
F. Donaciones al Estado
Art. 1553.- Donaciones al Estado. Las donaciones al Estado pueden ser acreditadas con las actuaciones administrativas.
Me remito a lo expuesto anteriormente por López de Zavalía.
2. Efectos
B. Responsabilidad
i. Por incumplimiento.Cuando se constituye en mora al donante, el mismo debe realizar la entrega de la cosa. En caso de
incumplimiento, si existe dolo, debe responder por ellos.
ii. Por evicción.Art. 1556.- Garantía por evicción. El donante sólo responde por evicción en los siguientes casos:
a) si expresamente ha asumido esa obligación;
b) si la donación se ha hecho de mala fe, sabiendo el donante que la cosa donada no era suya e ignorándolo el donatario;
c) si la evicción se produce por causa del donante;
d) si las donaciones son mutuas, remuneratorias o con cargo.
En caso de evicción, el CC de Vélez establecía expresamente que “el donatario no tiene recurso algunocontra el donante,
ni aún por los gastos que hubiera hecho con la ocasión de la donación”. Sin embargo, el donante tenía acción contra el
causa-dante del donatario, en todos los casos en los que de haber sido evicto éste, hubiera tenido acción contra su
transmitente. También preceptuaba casos en los cuales existíamala fe, por ejemplo, sabiendo que la cosa era ajena.
El CCyCN sigue los mismos lineamientos del CC.
iii. Alcance de esta garantía. Art. 1557.- Alcance de la garantía. La responsabilidad por la evicción obliga al donante a
indemnizar al donatario los gastos en que éste ha incurrido por causa de la donación. Si ésta es mutua, remuneratoria o
con cargo, el donante debe reembolsarle además el valor de la cosa por él recibida, lo gastado en el cumplimiento del
cargo, o retribuir los servicios recibidos, respectivamente.Si la evicción proviene de un hecho posterior a la donación
imputable al donante, éste debe indemnizar al donatario los daños ocasionados.Cuando la evicción es parcial, el
resarcimiento se reduce proporcionalmente.
En el CC la extensión de la garantía dependía de las cláusulas del contrato. En definitiva, nada impedíaque se pacte una
donación subsidiaria totalmente distinta para el caso de evicción de la cosa donada porvía principal. Pero si la cláusula se
ha limitado a expresar que el donante garantiza la evicción. ¿qué decidir?
Pensamos que siendo aquí la cláusula excepcional, y exigiendo la ley que debe ser pactada expresamente, la interpretación
debe ser restrictiva, lo que conduce a aplicar, las reglas de la donación de malafe.
El art. 1557 sigue los mismos lineamientos del CC.
3. Donaciones en particular
A. La donación manual.
Art. 1554.- Donación manual. Las donaciones de cosas muebles no registrables y de títulos al portador deben hacerse por
la tradición del objeto donado.
Las donaciones manuales son donaciones mobiliarias instantáneas. No se distinguen sustancialmente de las donaciones no
formales, por cuanto la única diferencia entre ambas es si hubo o no entrega.
Las donaciones manuales tenían un régimen probatorio especial, por cuanto en el CC la donación manualnos e presumía,
sino en los casos siguientes: cuando se hubiese dado una cosa a persona a quien hubiesealgún deber de beneficiar, cuando
fuese n hermano, o descendiente de uno u otro, cuando se hubiese dadoa pobres cosas de poco valor, y cuando se
hubiese dado a establecimientos de caridad. Por otro lado, ¿cómose prueba? Se prueba con toda clase de prueba, y otras
veces nos ocurre eso. De todas maneras, elcargo del aprueba correspondía al accionante.
En el CCyCN se establece la tradición del objeto donado, se mantiene la entrega, y se refiere a las cosasmuebles no
registrables.
C. Donaciones remuneratorias.
Art. 1561.- Donaciones remuneratorias. Son donaciones remuneratorias las realizadas en recompensa de servicios
prestados al donante por el donatario, apreciables en dinero y por los cuales el segundo podría exigir judicialmente el
pago. La donación se juzga gratuita si no consta en el instrumento lo que se tiene en mira remunerar.
La donación remuneratoria es:
a) Una donación, porque es un contrato hecho con espíritu de liberalidad que produce un empobrecimientoy un
correlativo enriquecimiento, sin que quien verifica la atribución se encuentre constreñido a obrar.
b) Pero si es donación, loe s de una subespecie particular al tener carácter “remuneratorio”, es decir, al serhecha con fines
de recompensa de servicios prestados susceptibles de tal forma de remuneración.
¿Cuáles son los servicios susceptibles de tal forma de remuneración?
Para contestarla, podemos proponernos una primera distinción: hay servicios que no dan acción para cobrarjudicialmente
su valor, y los hay los que engendran dicha acción
a) Los del primer tipo –que no engendran acción- ¿son susceptibles de originar una donación remuneratoria?
Es el sistema de nuestro Derecho, la respuesta negativa se impone. Por supuesto que pueden generaruna donación, pero
la misma será de estilo simple.
b) Los del segundo tipo –engendran acción-, ¿originan donación remuneratoria? Ejemplo: Pedro prestó aJuan un servicio
de esta clase, cuyo valor es de $1.000.- (pesos mil)) y reclama su pago. Y he aquí Juan, quecompelido por ese reclamo,
entrega los $1.000.- (pesos mil) sin ninguna aclaración. ¿Esto es una donaciónremuneratoria? No lo es, es un mero pago.
Ni siquiera es una donación simple.
Peor he aquí que Pedro, nada quiere cobrar. SU generosidad provoca la de Juan, quien responde recompensándolocon
una entrega por igual valor, o prometiéndosela. He ahí una donación remuneratoria. Esuna donación porque Juan no está
obligado, más allá que Pedro no quiere cobrar, pero es remuneratoria porqueimplica una retribución, pero no a título de
pago, sino de recompensa.
ii. Obligación de cumplir con los cargos. Art. 1563.- Responsabilidad del donatario por los cargos. El donatario sólo
responde por el cumplimiento de los cargos con la cosa donada, y hasta su valor si la ha enajenado o ha perecido por
hecho suyo.
Queda liberado si la cosa ha perecido sin su culpa.
Puede también sustraerse a esa responsabilidad restituyendo la cosa donada, o su valor si ello es imposible.
iii. Límites de la responsabilidad. Art. 1564.- Alcance de la onerosidad. Las donaciones remuneratorias o con cargo se
consideran como actos a título oneroso en la medida en que se limiten a una equitativa retribución de los servicios
recibidos o en que exista equivalencia de valores entre la cosa donada y los cargos impuestos. Por el excedente se les
aplican las normas de las donaciones.
E. Donaciones inoficiosas.
Art. 1565.- Donaciones inoficiosas. Se considera inoficiosa la donación cuyo valor excede la parte disponible del
patrimonio del donante. A este respecto, se aplican los preceptos de este Código sobre la porción legítima.
Las donaciones inoficiosas son aquellas cuyo valor excede la parte que el donante puede disponer; procediendoa este
respecto lo determinado para las sucesiones.
4. Reversión y revocación.
A. Pacto de reversión.
i. Concepto. Art. 1566.- Pacto de reversión. En la donación se puede convenir la reversión de las cosas donadas, sujetando
el contrato a la condición resolutoria de que el donatario, o el donatario, su cónyuge y sus descendientes, o el donatario
sin hijos, fallezcan antes que el donante.
Esta cláusula debe ser expresa y sólo puede estipularse en favor del donante. Si se la incluye en favor de él y de sus
herederos o de terceros, sólo vale respecto de aquél.
Si la reversión se ha pactado para el caso de muerte del donatario sin hijos, la existencia de éstos en el momento del
deceso de su padre extingue el derecho del donante, que no renace aunque éste les sobreviva.
La reversión es la aniquilación retroactiva de una donación, prevista en una cláusula accidental de reversibilidad.
Es una hipótesis de resolución automática. El CC autoriza y regula la cláusula de reversibilidad queconsiste en esto: se
subordina la donación a la condición resolutoria de que fallezca le donatario antes queel donante. Cumplida la condición,
el donante recupera la atribución.
No es una cláusula natural, sino accidental.
Cuando la donación se hace sin esta cláusula, al fallecer el donatario le suceden en todos sus derechos sus herederos. De
allí que si la cosa donada no ha sido todavía entregada por el donante, la entrega debe hacerse primero a los herederos, y
de allí que y si hubo tradición de la cosa, los herederos del donatario le sucedanen la propiedad de la misma. Pero el
donante no quiere ese efecto, no tienen por qué quedar a la muerte del donatario beneficiado también los herederos. Si
muere el donatario mientras yo viva, la donación queda sin efectos, vuelve a mis manos la atribución que he verificado, y
así lo quiero, porque si entre mi persona y la del donatario he preferido la del donatario, entre las personas de los
herederos del donatarioy la mía, prefiero la mía.
ii. Efectos. Art. 1567.- Efectos. Cumplida la condición prevista para la reversión, el donante puede exigir la restitución de
las cosas transferidas conforme a las reglas del dominio revocable.
Sin necesidad de demanda alguna. Este cumplimiento opera con efecto retroactivo, dice López.
iii. Régimen de la enajenación o gravamen de las cosas donadas. Art. 1568.- Renuncia. La conformidad del donante para
la enajenación de las cosas donadas importa la renuncia del derecho de reversión. Pero la conformidad para que se los
grave con derechos reales sólo beneficia a los titulares de estos derechos.
En el CC, se podía suponer que el donatario quiera vender el bien donado, transfiriéndolo en consecuenciade ello la
propiedad a un tercero.
Puede sin duda hacerlo, sin consultar en nada a la voluntad del donante, sin embargo le será difícil conseguirun
adquiriente que cargue con el evento de la reversión, y si lo encuentra, ello fatalmente se reflejarásobre el precio.
La solución está en obtener la renuncia del donante, quien podía hacerlo en forma total o parcial. Parcialpor cuanto
prestaba su consentimiento parala venta, pero no para revocar con respecto a sus herederos. Ytotal, cuando no
perseguiría ni siquiera a sus herederos.
El art. 1568 sigue los mismos lineamientos que el CC, sin embargo, el mismo en este artículo no puede ser renunciado
parcialmente, por cuanto a renuncia a la venta importa una renuncia total al derecho de reversión.
B. Revocación.
i. Causales admitidas.Art. 1569.- Revocación. La donación aceptada sólo puede ser revocada por inejecución de los
cargos, por ingratitud del donatario, y, en caso de habérselo estipulado expresamente, por supernacencia de hijos del
donante.
Si la donación es onerosa, el donante debe reembolsar el valor de los cargos satisfechos o de los servicios prestados por el
donatario.
2. Ingratitud: casos
Art. 1571.- Ingratitud. Las donaciones pueden ser revocadas por ingratitud del donatario en los siguientes casos:
a) si el donatario atenta contra la vida o la persona del donante, su cónyuge o conviviente, sus ascendientes o
descendientes;
b) si injuria gravemente a las mismas personas o las afecta en su honor;
c) si las priva injustamente de bienes que integran su patrimonio;
d) si rehúsa alimentos al donante.
En todos los supuestos enunciados, basta la prueba de que al donatario le es imputable el hecho lesivo, sin necesidad de
condena penal.
Hay quienes conciben a la potestad revocatoria por ingratitud como una condición tacita, sobreentendidaen el contrato,
en cuya virtud el donante verificaría la atribución reservándose le derecho de revocarlapara la hipótesis de que el
donatario faltara a sus deberes de gratitud. Contra tal modo, se ha enseñadoque nadie al tiempo de donar se imagina
siquiera que el donatario caerá en los excesos que autorizana la revocación.
Más bien debe pensarse que la ley recoge, no la voluntad presunta del donante, sino su justa indignaciónal tiempo de la
ingratitud, cuando ya no podría reaccionar contra el donatario innoble, si el Derechono acudiera a su socorro. Es una idea
de penalidad la que se encuentra de por medio.
a.Atentado contra la vida.Hay ingratitud cuando el donatario ha atentado contra la vida del donante.
Tratándose de una cuestión civil, el atentado contra la vid se traduce como la manifestación por partedel donatario, de la
intención indudable de dar muerte al donante. No se requiere que el mismohaya sido condenado criminalmente, ni
siquiera en sede civil. No se computa así como ingratitud lamuerte causada por negligencia o impericia.
b. Injurias.Injuriar es deshonrar o desacreditar a otro, verificando imputaciones que afectan a su honor.
La injuriapuede ser verbal, escrita, o de hecho. Penalmente, la injuria no procede cuando se verifica que laacción de la que
habla el injuriante es verdadera, sin embargo, tratándose de causal de revocación, López piensa que la exceptio veritatis
no procede como derecho del ofensor.
c. Rehusación de alimentos. El rehusar alimentos al donante es causal de revocación.
Sin embargo es preciso que el donante notenga medios de subsistencia, que no tenga padres o parientes a los cuales
pedirles alimentos, o noestar éstos en estado de dárselos, y que los alimentos hayan sido reclamados por el donante,
siquieraextrajudicialmente.
Art. 1572.- Negación de alimentos. La revocación de la donación por negación de la prestación de alimentos sólo puede
tener lugar cuando el donante no puede obtenerlos de las personas obligadas por las relaciones de familia.
A. Definición.
Art. 1609.- Concepto. Hay contrato de juego si dos o más partes compiten en una actividad de destreza física o intelectual,
aunque sea sólo parcialmente, obligándose a pagar un bien mensurable en dinero a la que gane.
El contrato de juego se producía cuando dos o más personas que se entregaban al juego se obligaban a pagara la que
ganara una suma de dinero, u otro objeto determinado. Se confería acción solamente en el supuestode deudas por
apuestas provenientes del ejercicio d fuerza, destreza de armas, corridasy de otrassemejantes. El art. 1610 sigue los
mismos lineamientos.
1. Contrato de fianza
A. Concepto.
Art. 1574. - Concepto. Hay contrato de fianza cuando una persona se obliga accesoriamente por otra a satisfacer una
prestación para el caso de incumplimiento. Si la deuda afianzada es de entregar cosa cierta, de hacer que sólo puede ser
cumplida personalmente por el deudor, o de no hacer, el fiador sólo queda obligado a satisfacer los daños que resulten de
la inejecución.
B. Caracteres:
Art 1575.- Extensión de las obligaciones del fiador. La prestación a cargo del fiador debe ser equivalente a la del deudor
principal, o menor que ella, y no puede sujetarse a estipulaciones que la hagan más onerosa.
La inobservancia de la regla precedente no invalida la fianza, pero autoriza su reducción a los límites de la obligación
principal. El fiador puede constituir garantías en seguridad de su fianza.
i. Accesoriedad: la fianza, en todas sus clases, se determina como relación subordinada en cuanto su existencia y extensión
dependen de una obligación principal que es la garantizada. El carácter accesorio de la fianza proyecta sus consecuencias a
lo largo de toda la relación desde el perfeccionamiento en el momento de hacerse concreta la eficacia de la garantía y en
el momento de la extinción.
ii. Subsidiariedad: el CCyCN establece como regla el carácter subsidiario de la fianza, es decir, requiere primero el cobro y
recién luego, generarse la posibilidad de que responda el fiador.
iv. Nominado: de acuerdo a la terminología que se adopta en el art 970, la fianza es un contrato nominado por contar con
una disciplina legal que establece las obligaciones de las partes.
v. Conmutativo: se considera a la fianza como un contrato conmutativo no obstante que la responsabilidad del fiador se
encuentra supeditada en los hechos a la situación de incumplimiento o insolvencia del deudor afianzado.
ii. Promesa de mantener una situación de hecho o de derecho. Art 1582.- Compromiso de mantener una determinada
situación. El compromiso de mantener o generar una determinada situación de hecho o de derecho no es considerado
fianza, pero su incumplimiento genera responsabilidad del obligado.
D. Presupuestos y elementos.
i. Incapacidad del deudor principal. Art. 1576. - Incapacidad del deudor. El fiador no puede excusar su responsabilidad en
la incapacidad del deudor.
ii. Forma. Art. 1579. - Forma. La fianza debe convenirse por escrito.
iii. Obligaciones que pueden ser afianzadas. Art. 1577. - Obligaciones que pueden ser afianzadas. Puede ser afianzada
toda obligación actual o futura, incluso la de otro fiador.
E. La fianza general.
Art 1578.- Fianza general. Es válida la fianza general que comprenda obligaciones actuales o futuras, incluso
indeterminadas; en todos los casos debe precisarse el monto máximo al cual se obliga el fiador. Esta fianza no se extiende
a las nuevas obligaciones contraídas por el afianzado después de los cinco años de otorgada. La fianza indeterminada en el
tiempo puede ser retractada, caso en el cual no se aplica a las obligaciones contraídas por el afianzado después que la
retractación sea notificada al acreedor.
F. Extensión de la fianza.
Art 1580.- Extensión de la fianza. Excepto pacto en contrario, la fianza comprende los accesorios de la obligación principal
y los gastos que razonablemente demande su cobro, incluidas las costas judiciales.
D. Plazo para exigir el pago al fiador. Caso de concurso o quiebra del deudor principal.
Art 1586.- Subsistencia del plazo. No puede ser exigido el pago al fiador antes del vencimiento del plazo otorgado al
deudor principal, aun cuando éste se haya presentado en concurso preventivo o haya sido declarada su quiebra, excepto
pacto en contrario.
H. Fianza solidaria.
Art 1590.- Fianza solidaria. La responsabilidad del fiador es solidaria con la del deudor cuando así se convenga
expresamente o cuando el fiador renuncia al beneficio de excusión.
I. Principal pagador.
Art 1591.- Principal pagador. Quien se obliga como principal pagador, aunque sea con la denominación de fiador, es
considerado deudor solidario y su obligación se rige por las disposiciones aplicables a las obligaciones solidarias.
G. Supuestos particulares.
i. Novación. Art 1597.- Novación. La fianza se extingue por la novación de la obligación principal aunque el acreedor haga
reserva de conservar sus derechos contra el fiador.
La fianza no se extingue por la novación producida por el acuerdo preventivo homologado del deudor, aun cuando no se
haya hecho reserva de las acciones o derechos contra el fiador.
ii. Evicción. Art 1598.- Evicción. La evicción de lo que el acreedor ha recibido en pago del deudor, no hace renacer la
fianza.
4. Contrato de transacción
A. Concepto.
Art 1641.- Concepto. La transacción es un contrato por el cual las partes, para evitar un litigio, o ponerle fin, haciéndose
concesiones recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o litigiosas.
i. Es convencional. De forma tal que su validez depende solo del acuerdo de voluntades de las partes
ii. Es indivisible. En el sentido de que por un simple detalle, no cuadra dejar sin efecto un acuerdo de esta naturaleza.
iii. Es declarativa. No hay transmisión de derecho entre las partes, sino que se reconoce desde antes en cabeza de la parte
que lo tiene luego de la transacción.
iv. Es de interpretación restrictiva. Es el único de los caracteres que se destaca en el nuevo código. No presumiéndose las
renuncias, los desistimientos o la perdida de los derechos que forman la sustancia de una transacción, debe atarse a los
términos literales empleados por las partes.
D. Elementos.
i. Forma. Art 1643.- Forma. La transacción debe hacerse por escrito. Si recae sobre derechos litigiosos sólo es eficaz a
partir de la presentación del instrumento firmado por los interesados ante el juez en que tramita la causa. Mientras el
instrumento no sea presentado, las partes pueden desistir de ella.
ii. Obligaciones y derechos que no pueden transigirse. Art 1644.- Prohibiciones. No puede transigirse sobre derechos en
los que está comprometido el orden público, ni sobre derechos irrenunciables. Tampoco pueden ser objeto de transacción
los derechos sobre las relaciones de familia o el estado de las personas, excepto que se trate de derechos patrimoniales
derivados de aquéllos, o de otros derechos sobre los que, expresamente, este Código admite pactar.
F. Nulidad. Causales
Art 1647.- Nulidad. Sin perjuicio de lo dispuesto en el Capítulo 9 del Título IV del Libro Primero respecto de los actos
jurídicos, la transacción es nula:
a. si alguna de las partes invoca títulos total o parcialmente inexistentes, o ineficaces;
b. si, al celebrarla, una de las partes ignora que el derecho que transa tiene otro título mejor;
c. si versa sobre un pleito ya resuelto por sentencia firme, siempre que la parte que la impugna lo haya ignorado.
G. Errores aritméticos.
Art 1648.- Errores aritméticos. Los errores aritméticos no obstan a la validez de la transacción, pero las partes tienen
derecho a obtener la rectificación correspondiente.
UNIDAD 19
A. Definición.
El contrato de cesión de posición contractual no fue regulado en la ley hasta la sanción del CCyCN. Era un contrato atípico
para el código de Vélez.
Art 1614.- Definición. Hay contrato de cesión cuando una de las partes transfiere a la otra un derecho. Se aplican a la
cesión de derechos las reglas de la compraventa, de la permuta o de la donación, según que se haya realizado con la
contraprestación de un precio en dinero, de la transmisión de la propiedad de un bien, o sin contraprestación,
respectivamente, en tanto no estén modificadas por las de este Capítulo.
B. Caracteres.
i. Solo se da en los contratos con prestaciones pendientes.
ii. Es bilateral, ya que es la única posibilidad para que cada parte revista hacia la otra, el carácter de deudora y acreedora,
dando lugar a la situación jurídica que habilita a celebrar esta clase de cesión.
iii. Es consensual, ya que requiere consentimiento de quien es contraparte del cedente en el contrato base.
C. Los subtipos:
1. La cesión de garantía
Art 1615.- Cesión en garantía. Si la cesión es en garantía, las normas de la prenda de créditos se aplican a las relaciones
entre cedente y cesionario.
Elementos:
i . Forma: distintos casos. Art 1618.- Forma. La cesión debe hacerse por escrito, sin perjuicio de los casos en que se admite
la transmisión del título por endoso o por entrega manual. Deben otorgarse por escritura pública:
a. la cesión de derechos hereditarios;
b. la cesión de derechos litigiosos. Si no involucran derechos reales sobre inmuebles, también puede hacerse por acta
judicial, siempre que el sistema informático asegure la inalterabilidad del instrumento;
c. la cesión de derechos derivados de un acto instrumentado por escritura pública.
ii. Objeto: derechos que pueden ser cedidos. Art 1616.- Derechos que pueden ser cedidos. Todo derecho puede ser
cedido, excepto que lo contrario resulte de la ley, de la convención que lo origina, o de la naturaleza del derecho.
iii. Prohibición. Art 1617.- Prohibición. No pueden cederse los derechos inherentes a la persona humana.
A. Entrega de documentos.
Art 1619.- Obligaciones del cedente. El cedente debe entregar al cesionario los documentos probatorios del derecho
cedido que se encuentren en su poder. Si la cesión es parcial, el cedente debe entregar al cesionario una copia certificada
de dichos documentos.
E. Concurrencia de cesionarios.
Art 1622.- Concurrencia de cesionarios. En la concurrencia entre cesionarios sucesivos, la preferencia corresponde al
primero que ha notificado la transferencia al deudor, aunque ésta sea posterior en fecha.
Art 1623.- Concurso o quiebra del cedente. En caso de concurso o quiebra del cedente, la cesión no tiene efectos respecto
de los acreedores si es notificada después de la presentación en concurso o de la sentencia declarativa de la quiebra.
G. Cesión parcial.
Art 1627.- Cesión parcial. El cesionario parcial de un crédito no goza de ninguna preferencia sobre el cedente, a no ser que
éste se la haya otorgado expresamente.
H. Responsabilidad:
i. Garantía de evicción. Art 1628.- Garantía por evicción. Si la cesión es onerosa, el cedente garantiza la existencia y
legitimidad del derecho al tiempo de la cesión, excepto que se trate de un derecho litigioso o que se lo ceda como dudoso;
pero no garantiza la solvencia del deudor cedido ni de sus fiadores, excepto pacto en contrario o mala fe.
ii. Cesión de derecho inexistente. Art 1629.- Cesión de derecho inexistente. Si el derecho no existe al tiempo de la cesión,
el cedente debe restituir al cesionario el precio recibido, con sus intereses. Si es de mala fe, debe además la diferencia
entre el valor real del derecho cedido y el precio de la cesión.
iii. Garantía de solvencia. Art 1630.- Garantía de la solvencia del deudor. Si el cedente garantiza la solvencia del deudor
cedido, se aplican las reglas de la fianza, con sujeción a lo que las partes hayan convenido.
El cesionario sólo puede recurrir contra el cedente después de haber excutido los bienes del deudor, excepto que éste se
halle concursado o quebrado.
3. Cesión de deudas
A. Definición. Análisis.
Art 1632.- Cesión de deuda. Hay cesión de deuda si el acreedor, el deudor y un tercero, acuerdan que éste debe pagar la
deuda, sin que haya novación. Si el acreedor no presta conformidad para la liberación del deudor, el tercero queda como
codeudor subsidiario.
En la cesión de deuda se transmite el carácter de deudor a un sujeto distinto de las partes, quien toma a su cargo el deber
de realizar el pago de la prestación de la que se trate, quedando intacta la estructura de la obligación.
Aparece aquí, como elemento necesario, la intervención del acreedor cedido. Dicha intervención debe ser requerida y de
la actitud que asuma el acreedor cedido se pueden derivar dos situaciones diversas: si presta su conformidad, se libera al
deudor original, quedando obligado solo el cesionario de deuda; si la rehúsa, el cesionario se convertirá en un codeudor
solidario, quien deberá responder junto con el obligado original.
B. Asunción de deuda.
Art 1633.- Asunción de deuda. Hay asunción de deuda si un tercero acuerda con el acreedor pagar la deuda de su deudor,
sin que haya novación. Si el acreedor no presta conformidad para la liberación del deudor, la asunción se tiene por
rechazada.
C. Defensas oponibles.
Art 1638.- Defensas. Los contratantes pueden oponer al cesionario todas las excepciones derivadas del contrato, pero no
las fundadas en otras relaciones con el cedente, excepto que hayan hecho expresa reserva al consentir la cesión.
Art 1640.- Garantías de terceros. Las garantías constituidas por terceras personas no pasan al cesionario sin autorización
expresa de aquéllas.
Fianzas.
5. Contrato de factoraje
A. Definición.
Art 1421.- Definición. Hay contrato de factoraje cuando una de las partes, denominada factor, se obliga a adquirir por un
precio en dinero determinado o determinable los créditos originados en el giro comercial de la otra, denominada
factoreado, pudiendo otorgar anticipo sobre tales créditos asumiendo o no los riesgos.
B. Partes.
Las partes en este contrato son el factoreado, que es quien efectúa una cesión global de créditos al factor.
El factor es quien se obliga a adquirir esa masa de créditos cedidos por un precio en dinero convenido entre las partes. Se
trata de un contrato en el que ambas partes suelen ser empresarios.
De acuerdo a lo establecido en este artículo, el contrato debe incluir: 1) la identificación de las partes —factor y factoreado
—, con los elementos necesarios para ello, según su naturaleza; 2) el detalle de los derechos de crédito que se transmiten;
3) los datos necesarios para identificar los documentos representativos de los derechos de crédito; 4) los importes y fechas
de emisión y vencimiento de los créditos transmitidos. En caso de tratarse de un factoraje con relación a créditos
determinables, deben establecerse todos los datos y elementos necesarios para posibilitar una individualización objetiva
de las operaciones generadoras de los créditos involucrados, precisando su naturaleza y las fechas a considerar para la
determinación del lapso de inclusión.
El factor será habitualmente una entidad financiera, se trata de la empresa que adquiere las facturas de sus clientes. El
factoreado es el empresario que vende bienes o proporciona servicios a terceros y a plazos.
El contrato debe ajustarse a la forma escrita (art. 1386 CCyC) y puede integrarse por medio de documentación accesoria, a
través de la cual se vaya incluyendo, progresivamente, la información de individualización de operaciones determinables al
tiempo de la celebración.
E. Otros servicios.
Art 1422.- Otros servicios. La adquisición puede ser complementada con servicios de administración y gestión de
cobranza, asistencia técnica, comercial o administrativa respecto de los créditos cedidos.
G. Garantías y aforos.
Art 1426.- Garantía y aforos. Las garantías reales y personales y la retención anticipada de un porcentaje del crédito
cedido para garantizar su incobrabilidad o aforo son válidos y subsisten hasta la extinción de las obligaciones del
factoreado.