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La función del sistema respiratorio es el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono entre el

entorno y las células del organismo. Durante la fase inspiratoria del ciclo respiratorio el aire fresco
llega al interior de los pulmones, donde el oxígeno y el dióxido de carbono se intercambian entre
el aire inspirado y la sangre capilar pulmonar, y a continuación el aire se espira.

Pulmones. Son dos órganos esponjosos, elásticos y rosados, que se alojan en la cavidad torácica.
Están apoyados sobre el músculo diafragmático y protegidos por una membrana —que los rodea
— llamada pleura. Ésta presenta dos hojas: la pleura visceral se adhiere a los pulmones y la pleura
parietal se encuentra en contacto con la cavidad torácica. Ambas capas se deslizan una sobre otra
cuando los pulmones se dilatan o contraen. Entre ellas se forma la cavidad pleural, donde se
almacena una pequeña cantidad de líquido, que cumple una función lubricadora. Otra función es
proteger a los pulmones de los roces con la cavidad torácica. Su elasticidad les permite acompañar
los movimientos de la caja torácica durante la mecánica respiratoria.

Vías aéreas El sistema respiratorio incluye los pulmones y una serie de vías aéreas que los
conectan con el ambiente externo. Las estructuras del sistema respiratorio se subdividen en una
zona de conducción (o vías aéreas de conducción), que llevan el aire al interior y hacia el exterior
de los pulmones, y una zona respiratoria recubierta con alvéolos, donde se realiza el intercambio
de gases. Las funciones de las zonas de conducción y respiratoria son diferentes y las estructuras
que las recubren también son distintas

La zona de conducción incluye la nariz, la nasofaringe, la laringe, la tráquea, los bronquios, los
bronquiolos y los bronquiolos terminales. Estas estructuras funcionan para llevar el aire al interior
y hacia el exterior de la zona respiratoria y que así se produzca el intercambio de gases y para
calentar, humidificar y filtrar el aire antes de que alcance la región crítica de intercambio gaseoso.
La tráquea es la principal vía aérea de conducción. Se divide en dos bronquios que llegan a los
pulmones, en cuyo interior se separan en bronquios más pequeños, que, a su vez, se vuelven a
dividir. Hay 23 de estas divisiones, que dan lugar a vías aéreas cada vez más pequeñas. Las vías
aéreas de conducción están recubiertas por células secretoras de moco y ciliadas que funcionan
eliminando las partículas inhaladas. Aunque las partículas grandes se suelen filtrar hacia el exterior
en la nariz, las pequeñas pueden entrar en las vías aéreas, donde son capturadas por el moco, que
después es conducido hacia fuera por el batido rítmico de los cilios. Las paredes de las vías aéreas
de conducción están formadas por músculo liso. Este músculo tiene una inervación simpática
además de parasimpática, que tienen efectos opuestos sobre el diámetro de la vía aérea. (1) Las
neuronas adrenérgicas simpáticas activan los receptores 2 situados en el músculo liso bronquial,
lo cual da lugar a la relajación y dilatación de las vías aéreas. Además, y lo que es más importante,
estos receptores b2 se activan por la adrenalina circulante liberada por la médula suprarrenal y
por los agonistas b2-adrenérgicos, como el isoproterenol. (2) Las neuronas colinérgicas
parasimpáticas activan los receptores muscarínicos, lo cual da lugar a la contracción y la
constricción de las vías aéreas. Los cambios en el diámetro de las vías aéreas de conducción dan
lugar a cambios en su resistencia, lo cual modifica el flujo aéreo. De esta forma, los efectos del
sistema nervioso autónomo sobre el diámetro de la vía aérea tienen efectos predecibles sobre la
resistencia de la vía y el flujo aéreo. Los efectos más notables son los de los agonistas b2-
adrenérgicos (p. ej., adrenalina, isoproterenol y albuterol), que se emplean para dilatar las vías
aéreas en el tratamiento del asma.

La zona respiratoria incluye las estructuras que están recubiertas por los alvéolos y que, por lo
tanto, participan en el intercambio gaseoso: los bronquiolos respiratorios, los conductos
alveolares y los sacos alveolares. Los bronquiolos respiratorios son estructuras de transición. Al
igual que las vías aéreas de conducción, poseen cilios y músculo liso, pero también se consideran
parte de la región del intercambio de gases, porque los alvéolos, en ocasiones, pierden sus
paredes. Los conductos alveolares están completamente recubiertos por alvéolos, pero no
contienen cilios y tienen escaso músculo liso. Los conductos alveolares terminan en los sacos
alveolares, que también están recubiertos por alvéolos. Los alvéolos son evaginaciones en forma
de saco de las paredes de los bronquiolos respiratorios, los conductos alveolares y los sacos
alveolares. Cada pulmón tiene, aproximadamente, 300 millones de alvéolos. El diámetro de cada
uno de ellos es de unos 200mm. El intercambio de oxígeno (O2) y de dióxido de carbono (CO2)
entre el gas alveolar y la sangre capilar pulmonar puede ocurrir rápidamente y con eficiencia a
través de los alvéolos porque las paredes alveolares son delgadas y tienen una gran área de
superficie para la difusión. Las paredes alveolares están bordeadas por fibras elásticas y
recubiertas por células epiteliales, que se denominan neumocitos de tipo I o II (o células
alveolares). Los neumocitos de tipo II sintetizan el surfactante pulmonar (necesario para reducir la
tensión superficial de los alvéolos) y son capaces de regenerar a los neumocitos de tipo I y II. Los
alvéolos contienen células fagocíticas denominadas macrófagos alveolares que mantienen los
alvéolos limpios de polvo y desechos, ya que éstos no disponen de cilios para realizar esta función.
Los macrófagos se rellenan con desechos y migran hacia los bronquiolos, donde el batido ciliar los
transporta hacia la vía aérea superior y la faringe, donde pueden ser deglutidos o expectorados

El asma se caracteriza por la contracción espástica del músculo liso de los bronquíolos, que
obstruye parcialmente los bronquíolos y produce una gran dificultad respiratoria. Aparece en el 3-
5% de todas las personas en algún momento de su vida. La causa habitual del asma es la
hipersensibilidad contráctil de los bronquíolos en respuesta a sustancias extrañas que están
presentes en el aire

Atelectasia significa colapso de los alvéolos. Puede aparecer en zonas localizadas del pulmón o en
todo un pulmón. Algunas causas de atelectasia: 1) obstrucción total de las vías aéreas y 2)
ausencia de surfactante en los líquidos que tapizan los alvéolos

neumonía incluye cualquier enfermedad inflamatoria del pulmón en la que algunos o todos los
alvéolos están llenos de líquido y células sanguíneas. Un tipo frecuente de neumonía es la
neumonía bacteriana, producida la mayor parte de las veces por neumococos. Esta enfermedad
comienza con una infección en los alvéolos; la membrana pulmonar se inflama y se hace muy
porosa, de modo que líquido e incluso eritrocitos y leucocitos escapan de la sangre hacia los
alvéolos. Así, los alvéolos infectados se llenan cada vez más de líquido y células, y la infección se
propaga por extensión de las bacterias o de los virus de unos alvéolos a otros. Finalmente, grandes
zonas de los pulmones, a veces lóbulos enteros o incluso todo un pulmón, se «consolidan», lo que
significa que están llenos de líquido y desechos celulares. En la neumonía las funciones de
intercambio gaseoso de los pulmones disminuyen en diferentes fases de la enfermedad. En las
primeras fases, el proceso neumónico podría estar localizado sólo en un pulmón, con reducción de
la ventilación alveolar, pero manteniéndose un flujo sanguíneo normal a través del pulmón. Esto
da lugar a dos alteraciones pulmonares principales: 1) reducción del área superficial disponible
total de la membrana respiratoria, y 2) disminución del cociente ventilación-perfusión. Estos dos
efectos producen

Enfisema pulmonar: se caracteriza por la distensión de los espacios aéreos distales al bronquiolo
terminal, con destrucción de sus paredes. Este deterioro creciente de las paredes alveolares
provoca atrofia alveolar, con aumento de la retención del aire. Las personas enfisematosas se
quejan de una progresiva falta de aire, pero en realidad tienen mucho aire. Solo que, al estar
atrapado, y los alvéolos destruidos, no se realiza la hematosis y, en consecuencia, el aire no llega a
las células. El paciente se agrava con los años, presenta tos crónica, poca tolerancia al ejercicio,
excesiva distensión de los pulmones y alteración del intercambio gaseoso

edema pulmonar es la acumulación anormal de líquido en los espacios extravasculares y en los


tejidos del pulmón.

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