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UNIVERSIDAD HUMANISTA

“Mi práctica docente”

Alejandro Villanueva Sánchez

Como muchos de los que nos dedicamos a la enseñanza, mi encuentro con la docencia fue
fortuito. Inicio cuando era estudiante, y en los ejercicios de exposición, a pesar de mi
carácter reservado, una necesidad de explicar todo el tema que había sido asignado supero
los requerimientos del profesor, tanto en tiempo como en forma. Fue mucho después que
me di cuenta de las implicaciones que tuvieron dichas experiencias. Me parece que fue lo
que antes llamaban “vocación”. Palabra pseudo motivacional que infiere que una persona
tiene cierta facilidad para desarrollar ciertas actividades. Sí, yo tengo vocación docente.

Un docente es una persona dedicada a la enseñanza. Actualmente esa en mi labor.


“Docente” o “Profesor” es lo que pondría en un formato que me preguntara “¿Profesión?”.

Por supuesto, que mi comprensión sobre la actividad docente se ha enriquecido con la


experiencia pues, considero, que no hay textos que puedan enseñar lo que se aprende en
la práctica. Por ejemplo, que no hay dos grupos iguales, así que es difícil estandarizar
métodos de enseñanza que sean igualmente aplicables a todo tipo de alumnos, En este
sentido, para los que ya llevamos tiempo en este ámbito, es evidente que los alumnos
actuales son muy diferentes a los de hace 20 años. Los aspectos son notables y, desde mi
punto de vista, son más los “contras” que los “pros”.

Asimismo, he aprendido a no subestimar la capacidad de los estudiantes, pues a pesar de


que se nieguen a participar en la conversaciones, sus exposiciones sean carentes de
originalidad, tengan resultados mediocres en los exámenes o, no den señal de interés por
el tema o la materia en sí, existen ocasiones en que todo ello simplemente se debe a que
el sistema no está diseñado para identificar las competencias de esas personas y, a veces,
tienen oportunidad de demostrarlo de las maneras más singulares.
En este sentido, también he aprendido a evadir conflictos innecesarios. De nada sirve
confrontar a una persona que no concuerda con un punto de vista o un particular método
de enseñanza. Siempre y cuando, un argumento que haya sido expuesto, se encuentre
relacionado con el fundamento respectivo, es la labor de alumno acudir a dicha fuente para
verificar la información o, en todo caso, sostener su criterio. En mis clases nadie obliga a
nadie a compartir un determinado criterio.

Hacer exámenes es otro aspecto que he ido perfeccionando con el tiempo. Hacer preguntas
que sean lo suficientemente adecuadas para retar el criterio del alumno, y no sólo su
memoria. Evitar las preguntas que pudieran tener más de una respuesta válida y tratar de
sintetizar el contenido de todo un curo en unos pocos cuestionamientos.

Los métodos de enseñanza que he utilizado también los e ido adecuando a mis
necesidades, ya que mantener el interés del alumno es muy importante para mí. He de
involucrarlo en el estudio de los temas con ejemplos interesantes que lo hagan dudar,
preguntar, o por lo menos responder con cierto conocimiento de lo que se está hablando.
El monologo me parece agotador. Tengo la certeza de que la actividad docente requiere
retroalimentación por parte de los estudiantes. No hay peor sensación para mí, como
docente, no captar la atención mis alumnos, lo cual afortunadamente no ha sido muy
frecuente.

En conclusión, a la fecha me parece que mi práctica docente ha sido muy satisfactoria, ya


en lo profesional ya en lo personal. Aun así, soy consciente de que son muchas los aspectos
que debo conocer y mejorar para que mi práctica se acerque a lo que me gustaría.

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