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GRUPO FAMILIAR”
Lima – Perú
2022
LA VIOLENCIA DENTRO DEL GRUPO FAMILIAR
“Todo acto u omisión sobrevenido en el marco familiar por obra de uno de sus
integrantes que atente contra la vida, la integridad corporal o síquica, o la libertad
de otro integrante de la misma familia, asimismo que este amenace gravemente el
desarrollo de su personalidad”.
Ahora bien, cabe analizar y explicar el tema abordado. En las diferentes formas de
manifestación de la violencia, en esta siempre va a predominar la manera de ejercicio del
de poder de dominio empleando la fuerza física, psicológica, económica y política,
marcadas y sistematizadas por el poder que se “cree” superior sobre aquel designado
como inferior (Quiróz, 2003, p. 156). Es decir, se está frente a un problema claramente de
índole cultural, ya que entendiendo a la violencia como un fenómeno no intrínseco del ser
humano como la agresividad -cabe destacar la disimilitud- quiere decir que como se ha
explicado anteriormente, esta es transmitida como una conducta normalizada y
justificada, a modo de ejemplo, respecto de la violencia de género o de pareja, que es uno
de los tipos de violencia que se encuentran dentro del marco de la violencia dentro del
grupo familiar -el cual se inquirirá más adelante-, muchos adolescentes y jóvenes,
adoptan comportamientos violentos en sus relaciones amorosas como una forma típica,
cotidiana y común (normalizada) de resolver distintos problemas o enfrentamientos, hasta
discusiones que surgen en el interior de una relación de este tipo. En estos casos no existe
por parte de estos adolescentes y jóvenes un debate interno, un cuestionamiento, ni
mucho menos una disposición a polemizar dichos actos, pues estas prácticas han tenido
un efecto de aprendizaje negativo de sus padres que se han heredado como si se tratara
del patrimonio o costumbre familiar, las cuales, a su vez, han sido adoptadas de las
sociedades, del entorno social y cultural en el cual el sujeto se ha desarrollado. Entonces,
esto quiere decir que el abuso de poder que ejerce el sujeto agresor es porque percibe
cierto grado de vulnerabilidad en las personas que residen con él y que por cuestiones
socioculturales sus padres o aquellos que vivieron con él ejercieron el mismo poder con
él, por lo tanto, éste a falta de cuestionamiento o intervención externa profesional hace
uso de algún o de todos los tipos de violencia con su parentela.
En cuanto a la primera, la escuela para los niños está en casa. Cuando un niño es
amado, aceptado, escuchado y respetado, aprende a ser escuchado y respetado, desarrolla
una formidable autoestima, se siente más cómodo expresando su opinión y es abierto y
resistente a la crítica, en general, se convierte en una persona amorosa y libre de miedos
en las relaciones con los demás. Muchas veces no se sabe cómo educar a los hijos, pues
en nuestro país no existe una cultura de responsabilidad afectiva, la cual principalmente
debería ser aplicada o enseñada en las familias, ambas instituciones, escuela y familia
deben trabajar en conjunto y sin distinción, con el fin de establecer límites y enseñarles lo
que deben aprender, pero responsablemente, no a costa de golpes o lanzándoles alguna
clase de improperios. En nuestra cultura popular se acostumbra a hablarles primero para
explicarles ciertas cosas, otras veces les dejamos reglas claras para que las sigan, pero en
ciertas ocasiones los padres se ven abrumados y terminan pagándoles o gritándoles para
que “aprendan”, ya que es la misma técnica de "enseñanza" que aplicaron con ellos.
Aunque se tenga buenas intenciones, cuando se les grita o golpea, se está abusando de
ellos; causa un daño significativo e impide que estos niños desarrollen vidas libres de
abuso físico o psicológico. Como se ha mencionado, este tipo de violencia ocurre cuando
los niños menores de 18 años son dañados física, psicológica o sexualmente. Si un padre
o persona que cuida a una niña o niño los golpea o los agrede verbal o psicológicamente,
dirigiéndose hacia él o ella como "estúpido o feo", o dicta frases como "eres un inútil o
todo lo que haces está mal". Si un padre o una madre trata así a su hijo o hija, está
destruyendo su autoestima y enseñándoles a hacer lo mismo con sus futuros hijos y
consiguientemente entrar en un engorroso círculo pernicioso que parece nunca acabar.
Apreciado este punto, es admisible ahora discurrir en otro aspecto latente dentro
del marco de la violencia intrafamiliar, sobre todo en una sociedad como la nuestra, cuya
cultura es aún persistente en el uso frecuente de comportamientos machistas, prueba de
ello, los altos índices de violencia de pareja por cuestiones de género. Este concepto
incluye toda la violencia contra las mujeres, no solo la violencia contra las mujeres en el
ámbito familiar, una de las expresiones más frecuentes de la violencia de género. En la
pareja no solo se produce violencia contra las mujeres, sino también violencia contra la
pareja masculina y también podemos encontrar violencia entre las parejas del mismo
sexo.
Así como estos tipos de violencia, esta también se puede dar entre hermanos
(donde predomina el bullying), tíos y sobrinos, abuelos y nietos, etc. La violencia puede
disfrazarse de distintas maneras, pero no por ser cuidadosamente sutil, quiere decir que no
esté ahí.
A modo de ejemplo, se menciona el siguiente fragmento de una noticia de
violencia intrafamiliar:
A las 4:35 de la madrugada, Juan Huaripata, su pareja, incendió la casa con ella y
sus cuatro hijos dentro. Antes, había acuchillado a Jesica, a su hijo de 15 años y a
su bebé de tres meses. La hija de dos años murió producto del incendio. Un cuarto
hijo, de solo nueve años, logró escapar luego de hacerse el muerto (Lira, 2023).
Este lamentable suceso, es quizá, la que mejor ilustra la sencillez con la que, en el
Perú, se termina con la vida de una mujer a pesar de los innumerables pedidos de ayuda.
Finalmente, es pertinente citar una frase del exviceministro del interior, Ricardo Valdés
citado por Lira (2023) que puede sonar muy dura, sin embrago, retrata o expresa de
manera inteligible una realidad penosa, triste y frustrante y está comprimida solo en un
pequeño enunciado que dice así: “Cuando uno establece normas de protección a una
mujer es un acto discursivo, porque en la práctica no viene acompañado de una
protección específica”. Y no puede estar más cercano a la verdad, pues de qué sirve
aumentarle la pena a un determinado delito como el feminicidio, el cual se duda mucho
que se erradique o reduzca sus índices incrementando la cantidad de años que va a pasar
en la cárcel el feminicida, se trata de un problema, de un delito, con un trasfondo cultural
muy arraigado y muy profundo que requiere para su reducción un trabajo en conjunto,
empezando por el pilar, el motor de una sociedad, la familia, consiguientemente la
escuela, el centro laboral, etc. Se deben asegurar acciones paralelas, pues este acto
violento que se cultiva como hemos visto desde la infancia de la víctima y el agresor
toma forma cuando estos deciden emparejarse y dentro del marco general de violencia
este fatídico hecho comienza con violencia psicológica, luego física, pudiendo convertirse
en tentativa de feminicidio y finalmente la muerte de la mujer, constituyendo el delito en
cuestión. Es decir, el feminicidio constituye el último eslabón de una cadena de hechos
violentos que aumentan en intensidad. De ahí la importancia de que se detecte e
intervenga el contexto de violencia de manera oportuna. Todos los tipos de violencia que
se han mencionado en el presente escrito son objeto de interés, principal atención y
acción urgente, algo que se ha visto descuidado por la turbulencia política.
Se concluye entonces que, en nuestra sociedad existe un mito que representa a la
familia como un entorno tranquilo o utópico. La familia constituye en realidad el
compromiso social más fuerte de confianza, protección, apoyo mutuo y amor que existe
entre un grupo de personas. Sin embargo, sus miembros son sometidos con más
frecuencia a varios niveles de violencia o ataques por parte de sus parientes que en
cualquier otro lugar y por cualquier otra persona. La familia se define, por tanto, como la
institución social más violenta de nuestra sociedad, a excepción de los militares en
tiempos de guerra. La literatura profesional acepta que hay dos tipos de faltantes o
factores que son propiciatorios para la aparición de conductas violentas en el entorno
familiar. Falta de recursos (economía, vivienda, trabajo, sociedad, etc.) y dificultades
emocionales (empatía, sentimientos fríos, identidad y confianza.
Ahora bien, existen distintas formas o clases de discriminación causadas por las
jerarquías de poder dentro de la familia en la que la mayoría son mujeres las afectadas, de
igual forma existe relación entre las agresiones físicas hacia la mujer por parte del “jefe
del hogar” y los niveles de ocupación de los miembros de la familia, el nivel de
escolaridad, edades, relación de pareja, estado civil y la presencia de los hijos en la
familia. Asimismo, los malos tratos que pueden surgir en el noviazgo pueden ser menos
graves que los que se han informado a comparación de la violencia marital. Y finalmente,
la herramienta penal puede ser necesaria para regular ciertos casos graves de violencia,
pese a esto, no es suficiente, por lo que se requiere otro tipo de medidas, muchas de ellas
de carácter terapéutico y psicológico.
Girón, R. (2015). Abuso sexual en menores de edad, problemas de salud pública. Revista
de la Facultad de Psicología y Humanidades. Vol. 23. N.°1. P. 63.
https://doi.org/10.33539/avpsicol.2015.v23n1.171
Lira, A. (03 de junio del 2023). El 60% de víctimas de denunciados por feminicidio ante la
PNP sufría de violencia familiar previa. El Comercio. https://elcomercio.pe/lima/ec-
data-el-60-de-victimas-de-denunciados-por-feminicidio-ante-la-pnp-era-victima-de-
violencia-familiar-noticia/